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SAN ANSELMO DE CANTERBURY (s. XI)
Es considerado por algunos autores como el primer filósofo escolástico,
compartió con Agustín de Hipona la misma idea sobre la relación entre Fe y razón.
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Su filosofía se basó en los siguientes supuestos:
La Fe abre camino a la razón, “cree para entender”. Postura típicamente
agustiniana.
La Fe en Dios es el comienzo de la salvación, la cual, por lo que respecta al
sujeto humano, no es asunto meramente intelectual. La salvación es un don de
Dios, pero exige que la persona acepte libremente la verdad revelada. La
verdad no se refiere solo a la inteligencia, sino también a la voluntad.
Una vez creemos que Dios existe nos damos cuenta de que Dios es de tal
modo que ni siquiera podemos pensar que no exista. En este contexto formula
Anselmo el ARGUMENTO ONTOLÓGICO. Como S. Agustín, S. Anselmo
parte de la Fe, porque el hombre concreto no se salva por sí mismo, sino
mediante la aceptación de la gracia.
Según el argumento ontológico, todos (incluso el ateo) tienen una idea o noción
de Dios. Todos los que dicen “Dios” entienden un ser tal que es imposible pensar otro
mayor que él; ahora bien, un ser tal ha de existir, no solamente en nuestro
pensamiento, sino también en la realidad. En caso contrario, cabría pensar otro ser
mayor que él, es decir, uno que existiera realmente (además de en nuestro
pensamiento). Así el que dice “Dios no existe” cae en el absurdo de estar diciendo que
el ser mayor que se puede pensar no es el ser mayor que se puede pensar. Por lo tanto,
Dios existe no solo en el pensamiento, sino también en la realidad.
Dios se defino como “el ser acerca del lo cual nada mayor puede ser pensado”. Un ser
que posee todas las perfecciones, que son las que cada uno imagina para sí, pero que él
ya las tiene (sabiduría, bondad,…).
La existencia es una perfección añadida a la esencia. Una cosa es más perfecta si
existe que si no existe. Si Dios posee todas las perfecciones, Dios posee la existencia,
por lo tanto Dios existe. El ser Dios implica su existencia, su esencia implica su
existencia.
Averroísmo latino: Sigerio de Brabante
Sigerio de Brabante (s. XIII) es un pensador cristiano que formula la “Teoría de la
doble verdad” inspirándose en los escritos de Averroes (filósofo musulmán del s. XII)
para hacer compatible la enseñanza del aristotelismo con el Cristianismo. A este
movimiento se le denomina “averroísmo latino”.
Sigerio de Brabante defendió la DOCTRINA DE LA DOBLE VERDAD. Según
esta doctrina dos tesis contraria, e incluso contradictorias podrían ser ambas
verdaderas, una para la razón y otra para la Fe. Nuestra razón nos puede conducir a
una verdad distinta de la de la Fe: según Aristóteles, el alma es mortal desde el punto
de vista de la razón, según la Biblia, el alma es inmortal desde el punto de vista de la
Fe. Existe una verdad de razón a la cual te lleva la razón, opuesta a una verdad de Fe a
la que te lleva la Fe, pero las dos son verdaderas desde el punto de vista de cada una.
La doctrina de la doble verdad sólo fue una argucia para introducir el
aristotelismo en las Universidades cristianas.
SANTO TOMÁS DE AQUINO (1224-1274)
Vida
Vive entre 1224 y 1274 en Italia. Nació cerca de Aquino (Italia, entre Roma y
Nápoles), en una familia de la nobleza napolitana. Hijo del Conde Landolfo de Aquino,
estudió en la Abadía de Montecasino y después en la Universidad de Nápoles, donde
se había fundado una prestigiosa Universidad en la que se enseñaba, sin las
limitaciones vigentes en otros lugares, el pensamiento del filósofo griego Aristóteles, al
cual el joven Tomás fue introducido, y cuyo gran valor intuyó en seguida. A los 20
años, en el año 1244 tomó el hábito de la Orden de Predicadores (“Dominicos”) y
conoció a Alberto Magno, con quien estudiaría en Colonia. En 1252 ejerció como
maestro de Teología en la Universidad de París, y en otras ciudades europeas como
Orvieto, Roma, Viterbo, Bolonia y Nápoles.
En aquel periodo, la cultura del mundo latino estaba profundamente estimulada por
el encuentro con las obras de Aristóteles, que habían estado ignoradas por mucho
tiempo. Se trataba de escritos sobre la naturaleza del conocimiento, sobre ciencias
naturales, sobre metafísica, sobre el alma y sobre la ética. Era toda una visión completa
del mundo llevada a cabo sin y antes de Cristo, con la pura razón. Ejerció una
fascinación increíble para los jóvenes ver y conocer esta filosofía. Muchos acogieron
con entusiasmo, incluso con entusiasmo acrítico, este enorme bagaje del saber antiguo,
que parecía poder renovar ventajosamente la cultura, abrir totalmente nuevos
horizontes. Otros, sin embargo, temían que el pensamiento pagano de Aristóteles
estuviese en oposición a la fe cristiana, y rechazaban estudiarlo.
Los comentaristas árabes Avicena y Averroes fueron los que transmitieron al
mundo latino la filosofía aristotélica. Tomás de Aquino pretendía mostrar que entre la
fe cristiana y la razón subsiste una armonía natural.
Como síntesis de su momento histórico, puede decirse que se sitúa en el s. XIII,
cuando en Europa la Cristiandad redescubre la filosofía antigua con un recelo que este
autor conseguirá remediar, de manera que gracias a él la ciencia del estagirita entre en
toda nuestra cultura, si bien como el complemento útil de la Fe cristiana. El propio Sto.
Tomás formó parte en su siglo del nacimiento de las Universidades, que vendría a ser
la plasmación de este debate. El éxito de su propuesta conciliadora supondrá el inicio
de la Escolástica.
Obras
Pocos filósofos o teólogos han logrado escribir como él tanta cantidad de trabajos,
de tan alta calidad, en el plazo que lo hizo Aquino, un poco menos de tres décadas. La
obra escrita de Tomás de Aquino es inmensa. Sus obras más extensas, y generalmente
consideradas más importantes y sistemáticas, son sus Sumas: la Summa Theologiae, la
Summa contra Gentiles y su Scriptum super Sententias.
Relación entre razón y Fe
Sto. Tomás concede mayor autonomía a la filosofía que San Agustín, pues se
basa en principios evidentes para la razón natural, mientras que la teología se basa en
las verdades de la Fe, expresamente reveladas por Dios. En este sentido, la filosofía
puede desarrollarse sin tomar como punto de partida la sabiduría de la Fe.
La razón y la Fe tienen sus ámbitos de aplicación. La razón es una facultad
natural, mientras que la Fe es un don sobrenatural y una gracia divina.
Según el aquinate, la razón debe usarse siguiendo la teoría aristotélica de la
abstracción. Es la asombrosa capacidad que tenemos para extraer de la materia la
Forma que en ella está incrustada de manera inmanente, y concebirla separada de su
materia, que la individualiza en un ser, Formas las cuales no son trascendentes. La
razón se aplica a las verdades de razón, que son verdades basadas en la experiencia y
que no entran en el campo de la Fe. Estas verdades son demostrables por la razón y
compartibles con la humanidad. Las verdades de razón son el campo de la ciencia.
Por otra parte, la Fe es un don sobrenatural, producto de la Gracia divina,
inexistente para el incrédulo, e indemostrable e inexplicable para el creyente. Se
compone de un conjunto de dogmas o verdades de Fe, absolutamente irracionales,
indemostrables, y absurdas para la razón. Lo cual, debe ser así, porque el mérito de
creerlas estriba precisamente en su indemostrabilidad. Son verdades que la razón no
puede ni demostrar ni contradecir, precisamente porque la Fe no pretende
presentarlas como algo razonable, sino como algo milagroso, contrario al sentido
común, que sin embargo ha ocurrido o es así. Las verdades de Fe son verdades
inalcanzables para el entendimiento humano y, por tanto, no pueden ser demostradas,
de aquí que se llamen misterios de Fe. Las verdades de Fe son el campo de la teología
revelada.
El campo intermedio de verdades son las Preambula fidei, aquellas accesibles tanto a
la fe como a la Razón. La más importante de ellas es la existencia de Dios. Son lo más
lejos que puede llegar la razón humana, dada su natural limitación por tener que partir
de la experiencia sensible. Pero tienen la utilidad de que pueden acercar al incrédulo a
Dios. Son el campo de la teología natural: lo que de Dios podemos saber con nuestras
capacidades naturales (la razón)
La verdad de Fe es superior a la verdad de razón, pero entre ellas no puede
existir contradicción. Aunque la verdad de la Fe cristiana exceda la capacidad de la
razón humana, sin embargo las verdades que esta conoce no se oponen a las de la Fe.
La verdad no puede ir en contra de sí misma. Los principios de la filosofía, cuando se
nos hacen evidentes, son tan claros que no podemos negarlos, se imponen a la razón.
Por otra parte, lo que Dios ha revelado, aunque a veces no sea claro, ha de ser
verdadero. El creyente cree que lo que Dios ha dicho es verdadero, precisamente
porque lo ha dicho Dios, que es la Verdad misma.
La Fe no interfiere con la razón
porque pertenecen a campos distintos,
las verdades de Fe no pretender ser
racionales, si lo pretendieran lo serían,
pero no lo son. Se presentan como cosas
que no tienen explicación. Es un error,
por tanto, que la razón entre a
contradecir a la Fe sobre la irracionalidad
de tales afirmaciones, porque precisamente
como irracionalidades las presenta la Fe, de manera que así la razón en nada la
contradice. Así, la Fe con respecto a la ciencia o la filosofía es totalmente independiente
Verdades
de razón.
Verdades
de FE.
Teología
revelada.
en su campo, y tan absurdo es que la razón entre en él como que la Fe opine sobre lo
que atañe puramente a la razón.
Llamamos teología revelada al conjunto de verdades de Fe que sólo podemos
hallar por la Revelación de la que es depositaria la Iglesia, es un campo de verdades
que se escapan a la razón, y que serían totalmente desconocidas para el hombre si no
nos hubieran sido reveladas.
Por tanto, aparte de estos dos campos independientes entre sí, existe una
intersección entre ellos, consistente en un pequeño grupo de verdades que son
accesibles tanto desde la razón bien usada, puesto que esta corre riesgo de ser falible
cuando se adentra en el campo de la Fe, como desde la Fe. Estas verdades son las
denominadas Preambula fidei, preámbulos de Fe, que bien usadas por la razón llevan
al conocimiento de algún aspecto de Dios. De esta manera, la razón podría ser capaz,
tras un largo esfuerzo, de realizar un salto inductivo, desde cualquier fenómeno
observable hasta su causa última universal, no observable.
Por tanto, la ciencia, si se mantiene dentro de sus límites, jamás contradirá las
afirmaciones de la Fe, e incluso a veces, si consigue remontarse por encima de la
experiencia, podrá llegar a demostrar al no creyente alguna de las afirmaciones de la
Fe. Este campo intermedio de verdades comunes es la teología natural, aquellas
verdades que sobre Dios el hombre puede llegar a saber guiado sólo con la luz natural
de su razón, y en este campo demuestra la filosofía aristotélica su valor, pues nos hace
ver que el propio cosmos es una razón de la existencia de Dios que la razón alcanza a
vislumbrar en alguno de sus aspectos, y que la Fe puede completar.
 Demostración de la existencia de Dios
Sto. Tomás pone cinco ejemplos de caminos (vías) que la razón nos puede
despejar para remontarse racionalmente hasta Dios, basados en la abstracción, pues
todas ellas parten de algo observable, y aplicando el principio de causalidad. Puntos a
tener en cuenta:
 La existencia de Dios puede ser probada por la razón pues no es evidente. Ha
de probarse aquello que no es evidente, puesto que lo evidente no necesita de
demostración.
 Las vías para demostrar la existencia de Dios no se basan en la Fe porque en tal
caso no se tratarían de argumentos de razón.
Las vías recorren de forma explícita los caminos que sigue naturalmente la
razón humana para concluir que existe el Ser supremo y presentan una estructura más
o menos semejante. Pasos:
 1º.- Se parte de algún fenómeno natural que sea observable y al que hay que
describir en términos metafísicos.
 2º.- Se aplica el principio de causalidad. Este principio exige a cada fenómeno o
realidad una causa proporcionada.
 3º.- Se plantea la imposibilidad de remontarse al infinito en la serie de causas.
Esa imposibilidad significa que es preciso llegar a una causa última o primera
que explique suficientemente toda la serie.

4º.- Finalmente, cada vía alcanza un determinado término, que siempre es algún
aspecto de Dios que no se agota, accesible a la razón, no un Dios total que tiene
algunos aspectos irracionales de Fe.
Una vez se ha llegado a este último término, al atender su significado se
advierte que eso es precisamente lo que se entiende por el Ser supremo o Dios. Vías
aquineanas:
1º. Vía del movimiento. Hay que partir de algo que se mueva, ninguno que tenga
razón puede negar ese fenómeno. Todo lo que se mueve es movido por otro.
No es posible remontarse hasta el infinito en la serie de los motores movidos.
Existe un Motor inmóvil que imprime el movimiento, este es un aspecto de
Dios.
2º. Vía de la causalidad eficiente. Existe un objeto que ha sido hecho por alguien.
Todo ser debe tener una causa eficiente. No podemos remontarnos a una
cadena infinita de causas causadas. La primera causa eficiente será una Causa
incausada, lo cual es un aspecto de Dios.
3º. Vía de la contingencia. Existe algo contingente, que puede no existir. Todo ser
contingente requiere un ser necesario, que no pueda no existir, que dé razón de
su existencia. No es posible que todos los seres sean meramente posibles. El
único ser absolutamente necesario es Dios, aquel que no requiere otro ser para
explicar su existencia.
4º. Vía de la perfección. Existe algo imperfecto. Todo ser imperfecto es por
referencia a un modelo de perfección. No es posible que todas las perfecciones
sean participadas. La perfección última es un aspecto de Dios, accesible por la
razón, que es Ser por esencia.
5º. Vía de la finalidad o cosmológica. Existe algo que posee finalidad. Todo ser
que posee una finalidad está supeditado también a la finalidad del ser
siguiente, todo ocurre de manera ordenada respondiendo a un plan. No es
posible que el azar sea causa del orden del universo. Existe una inteligencia
ordenadora que es Dios.
Ninguna de las criaturas se apropia del ser de tal modo que lo tenga por
esencia; sólo Dios es el Ser por esencia. En comparación con Dios, todo lo demás es
contingente. Así, el Ser necesario es aquel en el que se identifican su esencia con su
acto de ser; mientras que es ser contingente es aquel en el que su esencia no incluye su
acto de ser.
 La doctrina sobre el alma
El alma es inmortal. El alma es la forma del cuerpo, el principio de su
constitución y su organización. Según el aquinate, la teoría hilemórfica es compatible
con la inmortalidad del alma humana
La inmortalidad del alma y del cuerpo son verdades de Fe, enunciadas en la Biblia
cuando predice (Apocalipsis, p.ej) la restauración final de su unidad tras el Juicio final
(seremos inmortales en alma y cuerpo). Aristóteles supo ver muy bien la copertenencia
de ambas entidades, pero su razón se equivocó al interpretarla como mortalidad.
Según Sto. Tomás, la razón puede explicar cómo interactúan en el presente cuerpo y
alma, pero nada puede saber sobre su destino futuro. Este vacío de la razón viene a
completarlo la Fe revelando la inmortalidad de ambos.
 Ética

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La ética propuesta por Sto. Tomás se apoyó en:
El concepto de naturaleza como fundamento de la ética. La ética aristotélica es
eudaimonista, es decir, afirma que los actos se juzgan su bondad o maldad
según el fin que persigan. Según la Fe cristiana y atendiendo a los matices que
el aquinate da a la ética de Aristóteles, el fin de la vida humana no es natural,
sino sobrenatural, en oposición al argumento de Aristóteles. Dios ha elevado la
naturaleza humana con la gracia, de modo que el hombre está destinado a ser
eternamente feliz en el cielo.
La virtud moral. Desarrollada por Tomás de Aquino a partir de la de
Aristóteles con el complemento teológico sobre las virtudes sobrenaturales, que
dependen de Dios. Dentro de estas últimas las principales son las virtudes
teologales (Fe, Esperanza, Caritas), que tienen a Dios mismo como objeto. Son
solo accesibles para los creyentes. Son una gracia, un regalo divino. En contra
posición a las virtudes cardinales (justicia, fortaleza, templanza, prudencia)
que son virtudes que cualquiera puede tener, sean creyentes o no, son virtudes
naturales. Se pueden tener ambos tipos de virtudes sin necesidad de la otra.
Sto. Tomás también se plantea al problema del mal, ante el que adopta la
solución agustiniana. Hay dos tipos de mal:
 Mal moral. Es el pecado, es una consecuencia del libre albedrío. La
responsabilidad del mal moral es del ser humano. Lo que uno gana con la
libertad compensa en absoluto el mal que deriva de la libertad humana.
 Mal físico. No existe, se trata de una ausencia de bien. Es importante aquí ver
cómo, a pesar de su aristotelismo, aquí Sto. Tomás mantiene la vieja solución
platónico-agustiniana.
 Política
El bien es el fin de la naturaleza humana. Pero, puesto que la naturaleza
humana es social, la sociedad es el ámbito en que los seres humanos pueden alcanzar
la felicidad. La felicidad es beatitud, con o sin las necesidades materiales. Las
necesidades materiales las cubre el Estado, pero este no puede ser suficiente para la
felicidad humana, porque el Estado solo contempla la esfera material. El ser humano
también tiene necesidades espirituales, que, según Sto. Tomás, solo la Iglesia o la
religión cristiana pueden satisfacer. El estado lo que debería hacer sería solucionar los
asuntos materiales y dejar a la religión el resto. La Iglesia y el Estado tienen que estar
separados, pero por una mutua tolerancia y respeto. El Estado es aconfesional, la
religión es de las personas no de los Estados. Si el Estado fuese confesional cristiano
mejor. El estado no defiende la laicidad, pero tampoco la condena.
Es preciso distinguir entre el bien de cada sujeto y el bien común que está por
encima del bien individual, ya que incluye los bienes particulares de todos los
individuos que componen la sociedad. El bien común consiste en:
 El conjunto de medios a través de los cuales los seres humanos pueden
satisfacer sus necesidades materiales.

El conjunto de bienes precisos para el crecimiento intelectual, afectivo y
religioso de sus componentes.
Tomás de Aquino define la ley, en un sentido general, como el ordenamiento
de la razón hacia el bien común por parte de la autoridad competente. Tipos de leyes:
 Ley eterna. Es el orden de la inteligencia divina, la voluntad de Dios, de
acuerdo con la cual Dios gobierna todas las cosas creadas. Para un cristiano
estas son las más importantes.
 Ley natural. Es el orden divino inscrito en la naturaleza humana, viene
determinada por la naturaleza propia de cada ser. Son inclinaciones que están
implícitas en la esencia humana, las cuales pueden y deben ser conocidas por la
razón.
 Ley positiva. Es la ley política que concreta o determina la ley natural, dictada
por cada Estado. Para Sto. Tomás, el orden político es autónomo respecto del
religioso. No obstante, no cabe separar del todo ambos órdenes, como tampoco
es posible desvincular la naturaleza humana de su fin sobrenatural.
COMENTARIO DEL TEXTO DE Stº TOMÁS
“Para la salvación humana fue necesario que, además de las materias filosóficas,
cuyo campo analiza la razón humana, hubiera alguna ciencia cuyo criterio fuera lo
divino. Y esto es así porque Dios, como fin al que se dirige el hombre, excede la
comprensión a la que puede llegar sólo la razón. Dice Isaías 64,4: ‘¡Dios! Nadie ha visto lo
que tienes preparado para los que te aman. Sólo Tú’. El fin tiene que ser conocido por el
hombre para que hacia Él pueda dirigir su pensar y su obrar. Por eso fue necesario que
el hombre, para su salvación, conociera por revelación divina lo que no podía alcanzar
por su exclusiva razón humana. Más aún. Lo que de Dios puede comprender la sola
razón humana, también precisa la revelación divina, ya que, con la sola razón humana,
la verdad de Dios sería conocida por pocos, después de muchos análisis y con
resultados plagados de errores. Y, sin embargo, del exacto conocimiento de la verdad
de Dios depende la total salvación del hombre, pues en Dios está la salvación. Así,
pues, para que la salvación llegara a los hombres de forma más fácil y segura, fue
necesario que los hombres fueran instruidos acerca de lo divino, por revelación divina.
Por todo ello se deduce la necesidad de que, además de las materias filosóficas,
resultado de la razón, hubiera una doctrina sagrada, resultado de la revelación”
TOMÁS DE AQUINO, Suma de Teología, I, c. 1, art. 1.
Respecto al texto (a) sitúa al autor en su momento histórico, (b) señala el tema o el problema del
texto, (c) indica las ideas principales y (d) muestra las relaciones entre ellas y (e) explícalas.
a) Santo Tomás de Aquino vive en el siglo XIII, el momento de máximo esplendor de
la Edad Media. Es un siglo de una cierta estabilidad y prosperidad económicas, el
siglo de las grandiosas catedrales góticas, del nacimiento de las Universidades. El
gran reto que tiene la filosofía escolástica cristiana del momento es la asimilación
del pensamiento aristotélico, que a través de la filosofía árabe, se había introducido
en el occidente cristiano. Sto. Tomás acierta a realizar una armoniosa síntesis entre
el Cristianismo y al aristotelismo superando de esa manera el platonismo
agustiniano que dominaba en aquel momento.
b) El tema que trata el texto es el de la necesidad de la revelación (fe) como
complemento de la razón humana, para que así el hombre pueda alcanzar el fin
para el que está hecho.
c) Las ideas principales son las siguientes:
1. Es necesario que exista una ciencia divina sobre Dios (teología revelada),
además de lo que la razón pueda llegar a saber sobre Él (teología natural).
2. Dios es el fin del hombre.
3. Para la salvación del hombre es preciso el conocimiento de Dios.
4. Pero la razón humana, ella sola, es incapaz de alcanzar ese conocimiento.
5. Luego, para asegurar la salvación de los hombres, Dios se nos revela
completando así el poder de la razón.
d) La estructura de las ideas del texto es la siguiente.
En el presente texto se desarrolla un argumento en el que la tesis que se pretende
probar es la necesidad de la revelación o de la fe, como complemento de la razón.
Al comienzo del fragmento se indica la tesis que se quiere probar: “para la
salvación humana fue necesario que además de (…) hubiera alguna ciencia cuyo
criterio fuera lo divino”
Las premisas del argumento son las siguientes:
1. La salvación o fin del hombre depende del conocimiento exacto que éste
tenga de Dios: “del exacto conocimiento de la verdad de Dios depende la total
salvación del hombre”
2. La razón humana por sí sola es incapaz de conocer plenamente a Dios: “Dios
(…) excede la comprensión a la que puede llegar sólo la razón”
Ahora viene la conclusión (quod erat demonstrandum):
3. Es necesaria la revelación por parte de Dios, para complementar a la razón y
así asegurar la salvación del hombre. “Por todo ello se deduce la necesidad de
que además de las materias filosóficas, resultado de la razón, hubiera una
doctrina sagrada, resultado de la revelación”
e) Explicación de las ideas del texto: En el presente texto se está tratando de un aspecto
concreto de las relaciones entre la razón y la fe o entre Filosofía y Teología.
Santo Tomás es el primero que establece una distinción entre razón y fe, según la cual
cada una de ellas tiene su campo y su método, puesto que el platonismo de San
Agustín llevaba a que ambas facultades se mezclaran entre sí. La razón (filosofía)
puede descubrir ella sola una serie de verdades, partiendo siempre desde lo sensible, e
incluso puede llegar descubrir algo de Dios (como que Dios existe o que Él es el
creador,…). Pero no puede llegar por sí sola al pleno conocimiento de Dios, pues su
poder es limitado y no exento de la posibilidad de error, además de que el
conocimiento en Sto. Tomás se concibe al modo aristotélico, desde la experiencia
particular a lo Universal (abstracción), y es imposible desde la experiencia llegar a la
esencia divina, sólo se puede llegar a su existencia y unicidad, además de otras
características. La fe (teología) nos pone en contacto con otras verdades por el simple
hecho de que Dios nos las revela. Algunas de esas verdades, son inalcanzables por
nuestra sola razón, es decir, que nunca las conoceríamos si Dios no nos las revelara.
De todo lo anterior se puede deducir que la razón, aun siendo un instrumento
valiosísimo para buscar la verdad, no llega hasta donde llega la fe; por tanto, la fe es
superior a la razón y hace de complemento de ésta. Además, aunque sean distintas
razón y fe, nunca pueden contradecirse realmente si la razón está bien usada (al modo
aristotélico) y la fe es la verdadera.
Por otro lado, la felicidad humana o su salvación consiste, para Santo Tomás,
en la contemplación de Dios. Por ello, defiende Stº Tomás en el texto la necesidad de la
revelación o de una ciencia cuyo criterio fuera divino, una ciencia superior (Teología)
a cualquier otra ciencia que la razón humana pueda generar.
La idea central del texto refleja muy bien la posición tomista respecto a las
relaciones entre Filosofía y Teología. La Teología es la ciencia suprema, no sólo por el
objeto que estudia, sino por el origen de las verdades de las que arranca (la revelación);
pero al mismo tiempo, al ir más allá la Teología que cualquier otra ciencia, se convierte
en el complemento absolutamente necesario de la ciencia humana y en el referente al
que ésta ha de supeditarse.
GILLERMO DE OCKHAM (1280-1349)
Vida, contexto histórico
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Su actividad se desarrolla en el s. XIV: fue testigo del
traslado y permanencia de la sede papal desde Roma a
Avignon, donde fueron conocidos los lujos y excesos de
la corte papal. Ese traslado fue también una señal de la
servidumbre de los papas a la corte francesa.
Fraile franciscano, inglés (Ockham, sur de Inglaterra,
cerca de Londres). Ingresó muy joven como franciscano,
El personaje Guillermo de
y fue educado en conventos de Londres y Oxford.
Barskerville de la película (y
Fue convocado a Aviñón en 1324 por el Papa Juan XXII
libro)“El nombre de la Rosa”
acusado de herejía, y pasó cuatro años allí bajo arresto
está basado en Ockham.
mientras sus enseñanzas y escritos eran investigados, si bien
esto ha sido recientemente cuestionado.
El 9 de abril de 1328, Ockham estudió la controversia entre los franciscanos y el Papado
sobre la doctrina de la pobreza apostólica, que se había convertido en principal para la
doctrina franciscana, pero que era considerada dudosa y posiblemente herética tanto por
el Papado como por los dominicos. Ockham concluyó que el Papa Juan XXII era un hereje,
posición que defendió más tarde en su obra. Antes de esperar al dictamen sobre la herejía
u ortodoxia de su filosofía, Guillermo huyó de Aviñón el 26 de mayo de 1328; se dirigió a
Pisa con Miguel de Cesena y otros frailes. Finalmente conseguirían la protección del
emperador Luis IV de Baviera. Tras su huida de la corte papal, Ockham fue excomulgado,

pero su pensamiento nunca fue oficialmente condenado. Guillermo pasó gran parte del
resto de su vida escribiendo sobre asuntos políticos, incluyendo la autoridad y derechos de
los poderes temporal y espiritual. Se convirtió en el líder de un pequeño grupo de
disidentes franciscanos en la corte de Luis en 1342, tras la muerte de Miguel de Cesena.
Murió el 9 de abril de 1349 en el convento franciscano de Múnich, probablemente a causa
de la peste negra. Fue rehabilitado póstumamente por la Iglesia oficial en 1359.
Obras:
 Comentario a las Sentencias
 Suma lógica
 Expositio aurea (comentarios al órganon de Aristóteles)
 Tratado contra Juan XXII.
 Tratado contra Benedicto XII
 De imperatorum et pontificum potestate
Voluntarismo
Toda su filosofía se basó en la consideración de la omnipotencia divina, donde
prima la voluntad sobre el entendimiento. Para el cristianismo Dios es omnipotente, y
por tanto no puede estar sometido a ningún orden de Ideas o Formas, como ha
ocurrido según él en las filosofías de San Agustín o Sto. Tomás, que “han transformado a
Dios en un siervo de las Ideas”. Se dice bien claro al comienzo del credo crsitiano: Credo in
unum Deum, pater omnipotentem.
Si Dios es omnipotente, entonces el mundo está completamente sometido a su
poder. Dios es para la Fe una Voluntad absolutamente libre, que no tiene por qué
respetar la esencia de ninguna Idea. Y es importante ser consciente de la irracionalidad
de esta creencia, pues si fuera algo demostrable perdería su valor. Lo bueno es bueno
porque Dios lo quiere, no es que él lo quiera bueno porque sea bueno en sí. Dios decide
el en sí de las cosas: podría haber hecho un mundo en el cual fuera bueno matar al
prójimo, y lo sería si Él lo hubiera querido así. Pero quiso este mundo, en el cual lo
bueno es amar al prójimo, y eso es bueno por Su voluntad, que decide la esencia de las
Formas (del Bien, en este caso), y que por tanto no son en sí, como falsamente ha
introducido en el Cristianismo la Filosofía griega, que ha desvirtuado la religión
cristiana mermando la omnipotencia divina. El Cristianismo debería deshacerse de esa
influencia y volver a creer en un Dios plenamente omnipotente. Razón y fe están
separados totalmente. Por eso su filosofía es un Fideísmo moderado, que no condena la
ciencia, simplemente la separa de la Fe.
CONTINGENTISMO ABSOLUTO
Ockham rechazó la doctrina del ejemplarismo escolástico, según la cual Dios
crea tomando como paradigmas unas Formas inmutables. Si Dios creara a partir de
unas ideas previas, entonces su poder quedaría limitado por tales Ideas ejemplares.
Guillermo de Ockham privó de valor real a las esencias platónicas. La
necesidad relativa de los entes se funda sobre todo en la noción de esencia y al privar
de todo valor real a esta noción, Ockham llegó a una segunda conclusión: no hay
necesidad alguna en las cosas creadas, es decir, el mundo es absolutamente
contingente.
NOMINALISMO
Es una forma de empirismo radical, consiste en afirma que los universales son
solo nombres (nómina), no tienen existencia subsistente de por sí, son solo
referencias a los particulares empíricos que son los que existen, no hay nada en la
realidad que se corresponda directamente con el universal. El conocimiento abstracto
se refiere a entidades que no son reales, sino meros signos lingüísticos convencionales.
La mente tiene que funcionar así porque hay demasiados particulares para referirse a
ellos, por eso necesita los universales.
La reducción de los entes a meros individuos se corresponde con el
contingentismo absoluto de todo lo creado. Ya no hay necesidad alguna en el mundo
creado, puesto que esa necesidad descansaba en formas enlazadas según las diversas
categorías. De esta manera, los entes quedan reducidos a meros puntos enteramente
dependientes de la omnipotencia divina.
El nominalismo implica una separación entre razón y Fe. La razón, si sigue sus
propias leyes, centra su conocimiento en las únicas entidades para ella reales y
cognoscibles, los particulares empíricos; mientras que a la Fe le atañe aquello
relacionado con la predicación del credo cristiano, que debería entenderse en todos sus
puntos como una exposición indemostrable.
En el campo de la Fe, esta separación derivó en un fideísmo moderado, que no
desprecia a la razón, sino que la valora positivamente siempre que se mantenga
recluida en su campo, que es la experiencia. Esto conlleva la inutilidad de todas las
demostraciones de la existencia de Dios y la necesidad, para el creyente, de no
desvirtuar su razón encargándoles demostraciones imposibles, así como no desvirtuar
su Fe mezclando sus artículos con planteamientos racionales del mundo griego.
PRINCIPIO DE ECONOMÍA
Su principio de economía metafísica o navaja de Ockham: “Entia non sunt
multiplicanda praeter necessitatem”, los conceptos (seres) no deben multiplicarse sin
necesidad, cuantos menos conceptos se usen para describir un fenómeno mejor, y su
un fenómeno lo explican dos teorías, la mejor es la más simple.
De la filosofía, por tanto, deben ser eliminados aquellos conceptos vacíos (flatus
vocis), sin referente empírico ni utilidad clara que enturbian la investigación. La
referencia empírica es la única que proporciona conocimiento, los universales
referidos a la experiencia (“principio empirista de significado”)
 Teoría política
Ockham propuso la independencia entre el poder papal y el poder temporal
de reyes o emperadores, separando el plano civil del espiritual.
Debe existir una necesaria separación entre Iglesia y Estado. La finalidad única
de la comunidad de creyentes, la Iglesia, debe ser la anunciación del mensaje cristiano,
y no debe entrometerse en otras empresas puramente terrenales, porque correría el
peligro de convertirse también en una institución puramente terrenal, como los
diversos Estados.
No podemos decir que, según Ockham, la Iglesia nunca debería intervenir en
los asuntos políticos, ya que debería hacerlo cuando la política estatal se convierte en
un obstáculo para la predicación del mensaje cristiano.
La legitimidad del emperador para gobernar sobre los asuntos terrenales no
depende de su nombramiento por parte del Papa, la autoridad del emperador no tiene
su origen en Dios, ni tampoco tiene nada de sagrado.
Ockham también se opone a que al papado le corresponda la plenitud de
poderes que había reivindicado para sí. La función del papa debe ser más la de un
administrador de bienes espirituales; además, afirma la falibilidad del papa, como ser
humano que es, incluso en asuntos de doctrina. La infalibilidad es un atributo que solo
corresponde a la comunidad universal de fieles.
Texto de Ockam resuelto:
“Pero me parece que se ha de afirmar que de la potestad regular y ordinaria
concedida y prometida a S. Pedro y a cada uno de sus sucesores por las palabras de
Cristo ya citadas [“lo que atareis en la tierra, quedará atado en el cielo”] se han de exceptuar
los derechos legítimos de emperadores, reyes y demás fieles e infieles que de ninguna
manera se oponen a las buenas costumbres, al honor de Dios y a la observancia de la
ley evangélica […] Tales derechos existieron antes de la institución explícita de la ley
evangélica y pudieron usarse lícitamente. De forma que el papa no puede en modo
alguno alterarlos o disminuirlos de manera regular y ordinaria, sin causa y sin culpa,
apoyado en el poder que le fue concedido inmediatamente por Cristo. Y si en la
práctica el Papa intenta algo contra ellos [los derechos de los emperadores y reyes], es
inmediatamente nulo de derecho. Y si en tal caso dicta sentencia, sería nula por el
mismo derecho divino como dada por un juez no propio”
G. DE OCKHAM, Sobre el gobierno tiránico del Papa.
1. Con respecto al texto:
a) Sitúa al autor en su momento histórico
b) Señala el tema o el problema del texto
c) Indica las ideas principales
d) Muestra las relaciones entre ellas
E) Explícalas.
a) El momento histórico de Guillermo de Ockham es el siglo XIV, ya que muere en
1349. Este fue un siglo que dio motivos al autor para sostener las ideas que vemos
en este fragmento, pues en su vida fue testigo del traslado y permanencia de la
sede papal desde Roma a Avignon, donde fueron conocidos los lujos y excesos de
la corte papal. Ese traslado fue también una señal de la servidumbre de los papas a
la corte francesa.
b) El tema del texto es la independencia entre el poder papal y el poder temporal de
reyes o emperadores, que Ockam cree necesaria para conservar la pureza de la
Iglesia.
c) Las ideas del texto son las siguientes:
- La potestad de la Iglesia (Papa) es diferente de la potestad de los emperadores y
reyes.
- Los derechos de los reyes, emperadores… son derechos anteriores a la ley
evangélica.
- Por tanto, el Papa no puede inmiscuirse, concediendo o recortando tales
derechos.
- Si el Papa lo hace, lo hace sin derecho alguno y sus decisiones son nulas por no
basarse en ningún derecho que él tenga.
d) Las relaciones entre ellas son:
1. Se parte de la tesis de que la potestad temporal y la espiritual son
autónomas e independientes.
1.1. Más aún, el derecho o la potestad temporal es anterior a la
institución de la potestad espiritual del Papa.
2. Establecido lo anterior, Ockham deduce las siguientes consecuencias:
2.1. Ninguno de estos poderes tiene derecho a inmiscuirse en el terreno
del otro.
2.2. De ahí que el Papa no tenga derecho alguno a alterar o disminuir los
derechos del Emperador.
2.3. Por la misma razón, cualquier sentencia del Papa acerca de las
competencias del Emperador es nula, por estar fuera del ámbito de sus
competencias o potestad.
e) En cuanto a la explicación de las ideas que vemos en este texto, vemos que pa
principal idea es la necesaria separación entre Iglesia y Estado, debido a que el
poder que Jesucristo otorgó a San Pedro no legitima a sus sucesores para intervenir
en la marcha de los Estados “sin causa”, es decir, cuando los Estados no se oponen a
los mandamientos evangélicos. El propósito de Ockham es prevenir los excesos en
los que podrían caer los dirigentes eclesiásticos (él fue testigo de esos excesos en su
tiempo) si el poder eclesial no se ciñe a la predicación evangélica, o en todo caso a
conseguir que esta predicación esté garantizada, si no lo está. La finalidad única de
la comunidad de creyentes (Iglesia) debe ser, para Ockham, la anunciación del
mensaje cristiano, y no debe entrometerse en otras empresas puramente terrenales,
porque correría el peligro de convertirse también en una institución puramente
terrenal, como los diversos estados. Vemos que el mismo autor introduce algunos
matices a esta separación (no entrometerse con los derechos de los reyes “que de
ninguna manera se oponen a la ley evangélica”, o no intervenir en sus decisiones “sin
causa y sin culpa”), de manera que no podemos decir que según Ockam la Iglesia
nunca debería intervenir en los asuntos políticos, ya que debería hacerlo cuando la
política estatal se convierte en un obstáculo para la predicación del mensaje
cristiano, según estas matizaciones. Pero el propósito de Ockham no es convertir a
la Iglesia en una comunidad apolítica, sino prevenir su degradación en una mera
institución que persiga fines puramente terrenales, cuando se centre en las
cuestiones de poder que los reyes manejan, en las que sólo debería entrar si
plantean un conflicto con su mensaje.
De esta manera, vemos que Ockham plantea una separación entre Iglesia y Estado
enormemente avanzada para su tiempo, pues supone a la vez que los Estados no
deberían entrometerse en los asuntos religiosos, y por eso mismo, podemos señalar al
autor de estas líneas como un precedente de las constituciones aconfesionales
occidentales. Esta separación fue una idea central en el último tramo de su vida, debido
a la persecución de que fue objeto, pero también está plenamente vinculada a su
planteamiento filosófico nominalista, del cual es consecuencia lógica. El nominalismo
que Ockham inició implicaba una separación entre razón y Fe, pues señalaba que la
razón, si seguía sus propias leyes, centraba su conocimiento en las únicas entidades
para ella reales y cognoscibles, los particulares empíricos; mientras que dejaba a la Fe la
predicación del credo cristiano, que debería entenderse en todos sus puntos como una
exposición indemostrable. La influencia perniciosa de la filosofía griega, a través de
Sto. Tomás de Aquino (canonizado en 1323, en vida de Ockham), convirtió al Dios
Padre cristiano en un siervo de las Ideas, al conservar estas su entidad subsistente,
porque Dios pasó a ser visto como un mero demiurgo que no podía alterarlas, sino
meramente implantarlas en la materia. Por el contrario, la omnipotencia divina es
claramente el primer artículo del credo cristiano. Vemos que su afán de separar a la
razón de la Fe para preservar ésta corre paralelo a su propósito de separar al Estado de
la Iglesia, igualmente para preservar a la comunidad de creyentes de su fácil
degeneración en los intereses terrenales.
En el campo de la razón, esta separación dio lugar al nacimiento del primer
empirismo radical de occidente, la escuela nominalista, que tardaría aún un poco más
en ofrecer sus frutos al avance científico, debido a la extensa influencia de la
Escolástica. En el campo de la Fe, esta separación dio lugar a un fideísmo moderado,
que no desprecia a la razón, sino que la valora positivamente siempre que se mantenga
recluida en su campo, que es la experiencia. Ese fideísmo conlleva la inutilidad de
todas las demostraciones de la existencia de Dios y la necesidad, para el creyente, de no
desvirtuar su razón encargándole demostraciones imposibles, así como no desvirtuar
su Fe mezclando sus artículos con planteamientos racionales del mundo griego. Dios es
para la Fe una Voluntad absolutamente libre, que no tiene por qué respetar la esencia
de ninguna Idea. Y es importante ser consciente de la irracionalidad de esta creencia,
pues si fuera algo demostrable perdería su valor.
Hay otros planteamientos derivados del nominalismo que, como la separación entre
Iglesia y Estado, conocieron más éxito en nuestra época que en el siglo XIV, por
ejemplo, la llamada navaja de Ockham, o principio de economía de la ciencia, que
consiste en no usar más conceptos de los estrictamente necesarios, pues todos ellos (los
Universales) no son más que meros instrumentos que usa la razón para referirse a los
particulares. De la filosofía, por tanto, deberían ser eliminados aquellos conceptos
vacíos (flatus vocis), sin referente empírico ni utilidad clara que enturbian la
investigación, y que según él tanto abundaban en la Escolástica.
Panorama filosofía medieval
El pensamiento medieval abarca un amplio periodo de diez siglos, desde el derrumbe del
Imperio Romano, en tiempos de San Agustín y la Patrística, hasta los inicios del Renacimiento
(siglo XIV) y el surgimiento del empirismo radical de los nominalistas. A pesar de esa amplitud
temporal, podemos señalar unos rasgos comunes que confieren unidad a todo este periodo, por
ejemplo en los problemas tratados, pues una de las cuestiones recurrentes serán las relaciones
entre la Razón y le Fe, entre la Filosofía y la Revelación, problema que determinará a su vez
cuestiones políticas como la relación entre la Iglesia y el Estado, o la pregunta gnoseológica
sobre los límites del conocimiento y su origen. También será un problema típicamente medieval
el de la naturaleza de los Universales, pues la influencia de la filosofía griega a través de San
Agustín y de Sto. Tomás provocará un intenso debate en el Cristianismo sobre si esas esencias
subsistentes por sí son compatibles con el Dios cristiano, y de qué manera, o si limitan
inaceptablemente su poder, como pensará Ockham en el siglo XIV. Otra cuestión principal será
también cómo demostrar racionalmente la existencia y naturaleza de Dios, o simplemente si tal
empresa es posible. Asimismo, será común en los pensadores medievales cuestionarse o
pretender demostrar la libertad humana, haciéndola compatible con la Providencia divina; y
buscar respuestas para el problema del Mal.
Históricamente, tras un inicial enfrentamiento entre la filosofía y el Cristianismo, los Padres
apologetas la usarán para defender su fe, y en esa actitud se originará la larga tradición de que la
filosofía sea una sierva de la teología (philosophia ancilla theologiae), como lo será en la medida en
que cada autor la fusione con la fe. San Agustín (354-430) marcará el inicio de este periodo con
la opinión de que tanto la Fe como la razón pueden llevar al hombre a una verdad única, y que
por tanto no pueden oponerse y deberían colaborar, si bien dejando a la fe el papel rector,
debido al carácter falible y trabajoso de la razón humana. Este planteamiento, fuertemente
influido por el neoplatonismo, sirvió para unificar la ortodoxia cristiana en medio de una
multitud de creencias sectarias, algunas de las cuales el obispo de Hipona conoció desde dentro
(el maniqueísmo, por ejemplo). El agustinismo conoció una enorme influencia en Occidente, de
manera hegemónica hasta el inicio de la escolástica en el siglo XIII. Una muestra clara de la
afinidad entre Razón y Fe que postulaba esta corriente fue el argumento ontológico de San
Anselmo (s. XI), de gran influencia posterior.
Tras un periodo de relativo estancamiento cultural, en el siglo XIII hay un renacer filosófico,
determinado por el nacimiento de las Universidades (la mayoría originada en las escuelas
catedralicias, de ahí la denominación de “Escolástica” para el nuevo periodo y sus ideas) y las
nuevas órdenes mendicantes muy vinculadas a ellas (dominicos y franciscanos), y el
redescubrimiento de la filosofía aristotélica, gracias a las traducciones al latín de diversos
autores árabes (Alfarabí, del s. X, Avicena del XI, y sobre todo Averroes, del XII) y judíos
(Maimónides, XI), que conocieron los escritos del estagirita antes que el mundo cristiano, y los
comentaron y difundieron con gran interés.
El descubrimiento del aristotelismo en la cristiandad no estuvo exento de polémica, debido
principalmente a algunos rasgos de esa filosofía claramente incompatibles con el dogma
cristiano (la mortalidad del alma, o la eternidad del mundo), que finalmente serán modificados
por Sto. Tomás para dar lugar a la filosofía que quizá más tiempo ha perdurado en nuestra
cultura, la filosofía tomista, o Escolástica, una visión aristotélica del mundo armonizada con la
religión cristiana.
Los averroístas latinos (Sigerio de Brabante, s. XIII) intentaron en un primer momento
soslayar la incompatibilidad del aristotelismo con el dogma cristiano afirmando que existe una
doble verdad, de fe o de razón, ambas verdaderas, pero contrarias entre sí. Esa esquizofrénica
opinión no impidió la prohibición temporal del pensamiento peripatético, hasta que Sto. Tomás
consiguiera definir su gran síntesis escolástica en un sistema completo que confiere una gran
independencia a la ciencia con respecto a la fe, pero reconoce entre ambas un campo común (las
preambula fidei, o teología natural) extremadamente valioso para la Iglesia. En ese campo común
se entienden sus influyentes cinco vías, argumentos aristotélicos para demostrar la existencia de
Dios.
La crisis de la escolástica en el s XIV, aunque no señaló su extinción, si demostró que dentro
del Cristianismo hay otras maneras de comprender la filosofía. Guillermo de Ockham (s.XIV)
dará lugar al Nominalismo, una forma de empirismo extremo que quiso acabar con la creencia
en la esencia en sí de los Universales, por pensar que limitaban la omnipotencia divina,
fundamental para un creyente. Ockham planteó que ciencia y fe no tienen absolutamente nada
en común, y que la razón debe limitarse a su ámbito, que es la experiencia (en el nominalismo
de los franciscanos comienza la ciencia moderna y el empirismo propiamente dicho), mientras
que la Fe es la única que nos puede decir algo sobre Dios. Su heterodoxia filosófica, y sobre todo
sus críticas al Papado y a la mezcla entre poder espiritual y temporal motivarán su expulsión de
la Iglesia, y que sus opiniones siempre hayan sido marginales dentro del Cristianismo, que
seguirá en su mayoría a la Escolástica tomista.