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IUSNATURALISMO Desde sus inicios hasta la actualidad Es una expresión que indica la existencia, como presencia vigente en una determinada área cultural o social un sistema de ideas centrado en torno a la afirmación del Derecho natural. Derecho Natural es un auténtico derecho con las implicaciones socioculturales que ello conlleva, a la condición de leyes morales, en cuanto que pretenden guiar la conducta humana en el seno de la convivencia social, este derecho parte de las premisas de que los humanos son racionales y los humanos desean vivir de la mejor manera posible, vivir de acuerdo con cómo somos, de acuerdo con nuestra naturaleza humana. Por eso es que la idea iusnaturalista es una respuesta filosófica al problema del Derecho; de ahí que su historia se inserte en la historia de la filosofía con una característica que hace que sea dispar, diversa y cambiante esto es en sentido amplio en sentido concreto, se trata de referencias normativas, pero no jurídicas. Lo que precedió al ius naturalismo La muerte de Aristóteles señala el comienzo de una nueva época en la política y en la historia de la civilización europea. El fracaso de la ciudad estado se dibuja como una línea tajante que corta la historia del pensamiento político, en tanto que, desde esa fecha en adelante, su continuidad no se interrumpe hasta nuestros días. La aparición del cristianismo causó cambios superficiales en su trayectoria y, por grandes que sean los cambios posteriores producidos en el pensamiento político, no presentan en todo caso una solución de la continuidad desde la aparición de la teoría del derecho natural en la escuela estoica hasta la doctrina revolucionaria de los derechos del hombre. El hombre, como animal político, parte de la ciudad estado autónoma, acaba con Aristóteles y comienza el hombre como individuo, el cual necesita conocer la regulación de su vida, así como sus relaciones con otros individuos. Para hacer frente a la primera de esas necesidades surgieron las filosofías de la conducta; para hacer frente a la segunda, ciertas nuevas ideas de fraternidad humana. Los hombres tenían que aprender a vivir solos y juntos en una nueva forma de unión social. La primera tarea a contemplar era el desarrollo que se produjo de aquellas religiones que ofrecían la esperanza de la inmortalidad personal y establecían ritos de iniciación en alguna unión mística con un Dios. Todas las filosofías posteriores a Aristóteles se convirtieron en instrumentos de enseñanza y consolidación éticas que con el paso del tiempo adoptaron cada vez más las características de la religión; en muchos casos la única religión que tenía un hombre educado era la filosofía, aquí es donde la religión y la filosofía se juntan y lo que posteriormente será la principal preocupación de los iusnaturalistas al querer separarlas. Es imposible no ver en este desarrollo religioso una ayuda emotiva para hombres que, sin ella, se sentían obligados a enfrentarse al mundo solos, y pensaban que sus facultades naturales eran demasiado débiles para pasar la prueba, y en esta forma, los hombres comienzan a fabricarse almas. Las dos corrientes filosóficas más importantes que influyeron y antecedieron al ius naturalismo fueron: Estoicismo Las concepciones de los derechos del hombre y una forma de justicia y humanidad universalmente obligatoria pasaron a formar parte sólida de la conciencia moral de los pueblos europeos. Se conservó la concepción de que los usos y costumbres, los derechos y privilegios prescriptivos y el poder superior debían justificarse ante el tribunal de una norma superior, que debían estar sometidos, al menos, a la crítica y a la investigación racional. Esta norma de reinterpretación y readaptación exigió mucho tiempo y recibió contribuciones de muchas fuentes. Sus orígenes son especialmente oscuros, pero, por lo que hace la filosofía, acabó por identificarse principalmente con la mantenida por la escuela estoica. Los estoicos tenían una vigorosa creencia en el poder abrumador de la divina providencia; consideraban sus vidas como vocación, deber asignado por Dios, de la misma manera en que un soldado tiene un deber asignado por su jefe. Platonismo Este fue el último periodo de la filosofía antigua. Se le considera generalmente como una renovación y recapitulación de todo el pensamiento griego. Un rasgo característico de esta etapa es la expresión de un fuerte sentimiento místico y un anhelo religioso de salvación. Se sirve de la filosofía platónica para el planteamiento de supuestas verdades de índole religiosa, esto son verdades que se consideran reveladas al hombre. Sus características son: la verdad como algo de naturaleza religiosa; el carácter absoluto de la trascendencia divina; la teoría de la emanación (todo se deriva de Dios); y la distinción de dos mundos: inteligible y sensible. Origen del ius naturalismo Políticamente el renacimiento se inicia con el paso del feudalismo al capitalismo. La aristocracia de los señores feudales, cuyo dominio había perdurado tanto tiempo en el siglo XV, pierde su autoridad política y también su poderío económico ante los príncipes y reyes que, con el apoyo de un comercio, una industria y una minería florecientes, se adueñan del poder y logran afianzar los Estados nacionales y la monarquía absoluta. La fuerza y las funciones del Estado aumentan considerablemente y poco a poco va sustituyendo a la iglesia en su carácter de máxima autoridad, aunque con un área de influencia mucho más limitada que no afecta la moralidad ni la vida espiritual del hombre. Los ideales del Estado de esta época no miran hacia un mundo extraterreno y se limitan a buscar un nacionalismo bien definido como base de un país libre y autónomo, sin subordinación religiosa o moral. En esta época se produce una gran transformación en la sociedad europea, manifiesta un nuevo estilo de vida, mucho más libre y abierto, que somete a crítica los valores morales, religiosos e intelectuales de la edad media. Una característica de los hombres de esos tiempos es su rebeldía contra la autoridad establecida, principalmente de tipo religioso, la cual tiene entre sus resultados más significativos la reforma religiosa y el humanismo. Esto trajo consigo, un proceso de liberación en la filosofía política de la teología que fue posible por una secularización de los intereses intelectuales inherente a la vuelta de los estudios a la antigüedad. El estoicismo y el platonismo, como ya lo mencioné anteriormente, dieron por resultado un nuevo grado de naturalismo y racionalismo. Principales representantes del ius naturalismo Johannes Althusius La teoría política de Altusio, en la forma que él la expuso, era notablemente clara y consistente. Redujo todas las relaciones políticas y sociales al único principio del conocimiento o contrato. El pacto, expreso o tácito, explicaba la sociedad misma, o más bien toda una serie de sociedades, una de las cuales era el estado. Ofrecía una base lógica al elemento de autoridad inherente a todo grupo, que aparece en el estado específicamente como autoridad pública soberana del propio grupo, y daba una base aceptable para la limitación jurídica de los ejecutivos y para el derecho de resistir a un ejercicio tiránico del poder ejecutivo. La gran virtud de la teoría era su claridad. Sustancialmente, Altusio se había independizado de toda sanción religiosa de la autoridad ya que consideraba a las sanciones como autosuficientes, al menos dentro de los límites establecidos por los fines a los que debía servir cada clase de asociación. No ofrecía ningún fundamento filosófico del principio mismo del consentimiento, la obligación contractual de la que hacía depender el derecho de toda asociación. Consideraba, sin duda, la santidad del contrato como principio de derecho natural y se limitaba a referir la validez del derecho natural al Decálogo. Ello se debía en parte a un elemento de superficialidad de su propio pensamiento, pero en parte también al hecho de que no se había independizado del calvinismo. Su concepción de la naturaleza estaba ligada al principio esencialmente sobrenatural de la predestinación. El paso final en la separación completa del derecho natural con la autoridad religiosa no lo dio Altusio, sino Grocio. Hugo Grocio Este personaje, definió el derecho natural como un dictado de la recta razón, que señala que una acción, según que sea o no conforme a la naturaleza racional, tiene en sí una calidad de fealdad moral o necesidad moral; y que en consecuencia tal acto es prohibido u ordenado por el autor de la naturaleza, Dios. Es importante el significado preciso de esta referencia al mandato divino. En realidad, como Grocio se esforzó en aclarar, no añadía nada a la definición ni implicaba nada como sanción religiosa. En efecto, el derecho natural ordenaría exactamente lo mismo en la hipótesis de que no hubiera Dios. La razón de esto es que el poder de Dios no alcanza a hacer una proposición contradictoria en sí misma; tal poder no sería fuerza, sino debilidad. Grocio dice: “Así como ni siquiera Dios puede hacer que dos por dos no sean cuatro, tampoco puede hacer que lo que es intrínsecamente malo no lo sea”. De ahí que no haya nada arbitrario en el derecho natural, como no lo hay en la aritmética. Los dictados de la recta razón son los que la naturaleza humana y de las cosas ordenan que sean. John Locke A Locke se le ha llamado el padre de la moderna democracia por su lucha a favor de un estado democrático. Locke rechaza la doctrina del absolutismo y del derecho divino de los reyes, pues para el todos los hombres son libres e iguales por naturaleza; además piensa que los individuos poseen algunos derechos, entre ellos el de la propiedad. Según Locke, todo hombre posee el derecho natural a la propiedad, cuyo fundamento es el trabajo. En un estado natural no es fácil defender racionalmente los derechos de cada individuo, pues a veces un hombre no es capaz de protegerse por sí mismo de las agresiones de los demás y en otras ocasiones cometen abusos arbitrariedades arguyendo legítima defensa; por tanto se requiere de una organización política y una ley para superar las desventajas del estado natural. Thomas Hobbes Hobbes se encaminó a interpretar las leyes naturales de acuerdo a los principios de su propia psicología, aunque hay que admitir que se atribuyó la ventaja de hablar como si entendiera por ellos algo diferente de lo que entendían los demás. Para Hobbes, las leyes de la naturaleza significaban en realidad un conjunto de normas con arreglo a las cuales un ser idealmente razonable buscaría su propia ventaja en el caso de tener conciencia plena de todas las circunstancias en que actuaba y de no estar afectado por el impulso momentáneo ni por ninguna clase de prejuicios. En términos generales, los hombres actúan en realidad de esta manera, las leyes naturales exponen condiciones hipotéticas con arreglo a las cuales permiten los rasgos fundamentales de los seres humanos que se funde un gobierno estable. No exponen valores, si no que determinan casual y racionalmente que es aquello a lo que se puede dar valor en los sistemas morales y jurídicos. Jean Jacques Rousseau El argumento que presentó Rousseau, es el que el hombre natural era un animal que observaba una conducta puramente instintiva; todo pensamiento, cualquiera que sea, es “depravado”. El hombre natural carecía enteramente de lenguaje, y sin lenguaje es imposible toda idea general. En consecuencia, el hombre natural no era moral ni vicioso. No era desgraciado, pero tampoco feliz. Sin duda no tenía propiedad, ya que ésta fue el resultado de ideas, necesidades previstas, conocimiento e industria que no eran intrínsecamente naturales, sino que implicaban el lenguaje, el pensamiento y la sociedad. El egoísmo, el gusto, la consideración por la opinión de los demás, las artes, la guerra, la esclavitud, el vicio, el afecto conyugal y paternal, no existen en los hombres sino en cuanto estos seres sociables conviven en grupos mayores o menores. La tendencia a constituir sociedades es un rasgo universal; dondequiera que los individuos tienen un interés común, constituyen una sociedad, permanente o transitoria, y toda sociedad tiene una voluntad general que regula la conducta de sus miembros. Las sociedades mayores no están directamente compuestas de individuos, sino de sociedades más pequeñas, y cada sociedad mayor establece los deberes de las menores que la componen. De este modo Rousseau deja en pie "la gran sociedad", de la especie humana, cuya voluntad general es el derecho natural, pero como sociedad y no como especie. David Hume Este empirista inglés se dedica principalmente a destruir el sistema iusnaturalista. Atacó por lo menos tres grandes ramas del sistema: la religión natural o racional, la ética racional y la teoría contractual y consensual de la política. Sostenía que es imposible una metafísica racional que pretenda mostrar la necesidad de la existencia de algo. Sin embargo, las denominadas verdades de la religión carecen aún del carácter fidedigno que para propósitos clásicos tienen las generalizaciones científicas; pertenecen solo al dominio del sentimiento. De ahí que la religión pueda tener una historia natural, esto es, una explicación psicológica o antropológica de sus creencias y prácticas, pero que no pueda plantearse el problema de verdad. Gran parte de la crítica ética de Hume estaba dirigida contra la forma de utilitarismo predominante de su tiempo. Su objeción se debía a que la doctrina en cuestión simplificaba en exceso los motivos, hasta el punto de falsearlos. La naturaleza humana no es tan sencilla como para no tener más que una sola propensión, y muchos impulsos aparentemente primitivos no tienen relación evidente con el placer. Hay que tomar la naturaleza humana tal como es, y el prejuicio predominante de que los motivos egoístas son en cierto modo razonables es parte de la mismo falacia que hizo creer a los racionalistas que la justicia es razonable. De aceptarse las premisas del argumento de Hume, es difícil negar que barrio con toda la filosofía naturalista del derecho natural, de las verdades evidentes por sí mismas y de las leyes de moralidad eterna e inmutable que se suponía garantizaban la armonía de la naturaleza y el orden de la sociedad humana. En lugar de los derechos inviolables o de la justicia y libertad naturales, no queda sino la utilidad, concebida en términos de egoísmo o de estabilidad social, que da por resultado ciertos cánones convencionales de conducta que en conjunto, sirven a las finalidades humanas. Edmundo Burke Invirtió en un grado mucho mayor que Hume el sistema de valores implicado por el iusnaturalismo. Son la costumbre, la tradición y la pertenencia a una sociedad los elementos que, en mucho mayor medida que la razón, dan a ala naturaleza humana calidad moral. Como había dicho Rousseau, se llega a ser hombre, al ser ciudadano. En efecto, es ese cuerpo “artificial” lo que aporta todo lo que hay de moralmente estimable o incluso auténticamente racional en la vida humana; “el arte es la naturaleza del hombre”. En contraste entre una autoridad estúpida y represora, por una parte, y el individuo libre y racional, por otra, sino entre “este bello orden, este conjunto de verdad y naturaleza, así como de hábito y prejuicio” y “una raza desbandada de desertores y vagabundos”. La civilización pertenece a las comunidades, no a los individuos; todas las posesiones individuales de un hombre derivan del hecho de que es miembro de una sociedad organizada. En efecto, la sociedad y la tradición social son los custodios de todo lo que ha creado la especie. La pertenencia a aquella implica el acceso a todos los depósitos culturales, a todo lo que constituye la diferencia entre el salvajismo y la civilización. No es una carga, sino una puerta abierta a la liberación humana. Conclusión El iusnaturalismo marcó una nueva etapa en la historia de la humanidad, ya que fue una corriente que rompió los esquemas establecidos en el mundo al quitar los esquemas religiosos que dominaron el panorama filosófico durante mucho tiempo, desde la muerte de Aristóteles, hasta el siglo XVII, en el que se retoman esos principios de cientos de años atrás. Su objetivo principal, fue, al igual que otras corrientes revolucionarias otorgar derechos al hombre; derechos que le permitieran al hombre un poder moral para hacer, omitir o exigir algo; derechos que se les ha otorgado por igual a todos los seres, pero que por desgracia muchas veces son violados al obstaculizar su ejecución. En un principio se habló de derechos impuestos por la propia naturaleza, a lo que se le llamó derecho natural, que es un conjunto de normas para garantizar el mejor ordenamiento de la sociedad. Posteriormente se sustituye este orden por el de Dios. El derecho natural moderno se distingue del antiguo y del cristiano porque carece de referencias metafísicas, está basado únicamente en la ley moral contenida en la razón humana, y de las exigencias de esta razón se deducen los derechos del hombre. Actualmente vemos estos derechos humanos como un conjunto de valores ideales éticos que representan iniciativas morales para la convivencia pacífica, los cuales surgen de la necesidad de evitar mayores delitos contra la humanidad y poner un límite a las injusticias, la opresión, el abuso y los atentados contra la dignidad humana que constantemente se realizan en todas partes del mundo. LA ESCUELA ESCOLASTICA APORTACION FILOSIFICA DEL SIGLO XIII La escolástica fue la corriente teológico-filosófica dominante del pensamiento medieval, tras la patrística de la Antigüedad tardía, y se basó en la coordinación entre fe y razón, que en cualquier caso siempre suponía la clara sumisión de la razón a la fe (Philosophia ancilla theologiae -la filosofía es esclava de la teología-). Pero también es un método de trabajo intelectual: todo pensamiento debía someterse al principio de fe, y la enseñanza se podía limitar en principio a la repetición o glosa de los textos antiguos, y sobre todo de la Biblia, la principal fuente de conocimiento, pues representa la Revelación divina; a pesar de todo ello, la escolástica incentivó la especulación y el razonamiento, pues suponía someterse a un rígido armazón lógico y una estructura esquemática del discurso que debía exponerse a refutaciones y preparar defensas dominó en las escuelas catedralicias y en los estudios generales que dieron lugar a las universidades medievales europeas, en especial entre mediados del siglo XI y mediados del XV. Su formación fue, sin embargo, heterogénea, ya que acogió en su seno corrientes filosóficas no sólo grecolatinas, sino también árabes y judaicas. Esto causó en este movimiento una fundamental preocupación por consolidar y crear grandes sistemas sin contradicción interna que asimilasen toda la tradición filosófica antigua. Por otra parte, se ha señalado en la escolástica una excesiva dependencia del argumento de autoridad y el abandono de las ciencias y el empirismo. Fue aplicado a las teorías, métodos y sistemas filosóficos de los maestros medievales.El rasgo más característico del sistema consiste en su insistencia en intentar una integración o síntesis de la experiencia, la tradición, la razón y la fe, es decir, de los datos aportados por la ciencia, el sistema descansaba en el supuesto fundamental de que las sensaciones corresponden a realidades ajenas a los sentidos e inteligencia del individuo. El “ser”, la “verdad”, la “bondad” y la “belleza” eran para los escolásticos ideas definibles. A veces se ha querido resumir el escolasticismo en la frase “Fidens quaerens intellectum”, es decir: la fe buscando ser comprometida, o también “la revelación divina a la luz de la razón humana”. Otra característica fundamental es su técnica de enseñanza: la “disputatio”, método de debate oral. El método escolástico de exposición fue perfeccionado por Santo Tomás de Aquino, el “Doctor Angelico”, el maestro supremo del Escolasticismo, cada uno de los artículos concatenados que componen las cuestiones constituyen una demostración rigurosamente razonada. Las raíces históricas del espíritu escolástico se encuentran en los escritos de los Padres de la Iglesia, especialmente en su habilidosa adaptación del pensamiento helénico a los fines de la exposición y especulación teológicas. El Escolasticismo comenzó a tomar forma definitiva en el siglo XIII, después de que las obras de Aristóteles hubieron sido traducidas al latín y, sobre todo, después de que, con la organización de la Universidad de París, tuvo la cristiandad una capital cultural reconocida, un centro internacional de debate intelectual. Aunque Santo Tomás y muchos otros pensadores medievales, incluido el poeta Dante, acusan la influencia de los pensadores orientales, el Escolasticismo se mostró esencialmente opuesto a minimizar la libertad, lo mismo en el hombre como en Dios. En este contexto surge la genialidad filosófica de santo Tomás de Aquino, sacerdote dominico, fuertemente influenciado por la filosofía aristotélica y que dedicó su vida al estudio de la filosofía y la teología. Alcanzó amplia producción. Su obra más significativa fue la Summa Teológica, esta se convirtió en la obra capital de la Escolástica; buena parte de la producción filosófica y teológica ha girado en ella. Suma Teológica Obra cumbre de Santo Tomas de Aquino La Suma teológica investigó, como se observa por los títulos de sus trabajos, todos los campos y problemas de la filosofía medieval: las relaciones entre fe y razón, la polémica de los universales, la antropología, ética y política. Santo Tomás aborda el tema de Dios en varias perspectivas: desde las relaciones entre fe y razón: Filosofía y Teología, desde la Antropología, desde la Ontología, y, naturalmente desde la Teología Natural. Su obra cumbre la Suma Teológica se ha considerado como la mejor catedral gótica del pensamiento cristiano. En esta obra, estudia el tema de Dios desde dos puntos de vista: la teología existencial y la teología esencial. Es decir, en primer lugar se ocupa de la existencia de Dios y en segundo lugar de sus propiedades o características. Según Santo Tomás la existencia de Dios es un conocimiento natural en el ser humano, al que puede llegar con el uso adecuado y lógico de su razón, incluso sin haber conocido la Revelación cristiana, ni haber realizado un acto de fe. La razón, dirigida lógica y científicamente puede alcanzar la certeza de la existencia de Dios, e incluso de la inmortalidad y espiritualidad del alma. A estas dos afirmaciones las llama, los preámbulos de la fe. La razón precede a la fe y la filosofía a la Teología, apartándose de la corriente agustiniana en la que la fe precedía a la razón, credo ut intelligam. Rechaza el argumento ontológico de San Anselmo, según el cual, podemos conocer a Dios directamente a priori en el interior de nuestra conciencia. La argumentación tomista se funda en la noción de evidencia y en la distinción metafísica entre la esencia y la existencia que había realizado con anterioridad en su opúsculo De ente et essentia, (Sobre el ser y la esencia). Esta distinción, nueva en la historia de la filosofía, afirma que la esencia es el conjunto de notas o propiedades constituyentes del ser en cuestión, es decir la respuesta a la pregunta, ¿qué es?, mientras que la existencia supone la realización efectiva de la esencia en un individuo, y comienza en el momento de su aparición o nacimiento. En Dios no se da tal distinción, porque su esencia consiste en la plena existencia, en existir por sí mismo. Su existencia es eterna y es la causa de todas las demás existencias. Sin embargo a los seres humanos nos cuesta mucho formarnos el concepto de Dios, y esta es la razón por la que existen ateos. Algunas personas, incluso, lo conciben con forma de animal, de hombre o de fuerza de la naturaleza. Por estos motivos Santo Tomás entiende que la proposición Dios existe, es evidente en sí misma, pero no para nosotros que somos seres limitados. Una tesis, juicio o proposición es evidente en sí misma cuando el predicado está incluido en el concepto de sujeto, forma parte de las propiedades de su esencia, por ejemplo, cuando digo que el cuadrilátero es un polígono de cuatro lados, o bien, que el ser humano es un animal, ambas cualidades forman parte constitutiva tanto del cuadrilátero, tener cuatro lados, como del ser humano, ser animal. Por tanto la proposición Dios existe, es evidente en sí misma ya que en Dios no hay distinción entre la esencia y la existencia, sino que él mismo es la existencia plena y total Ipsum esse subsistens, (el Ser que existe por sí mismo), pero no para nosotros, los seres humanos. Si todos conocemos la naturaleza del sujeto y la del predicado, la proposición es evidente en sí misma y para nosotros, pero no todas las proposiciones evidentes en sí mismas, lo son también para nosotros. Éste es el caso de la existencia de Dios, que siendo en sí misma evidente, porque en ella el predicado se identifica con el sujeto, no lo es para nosotros sino que necesita ser demostrada a posteriori, es decir, por cosas más asequibles para nosotros, incluso aunque estas cosas sean menos evidentes. Por esta razón, Santo Tomás se inclina por una demostración aposteriori (quia), que va de los efectos a las causas, concluyendo en la aceptación de una Primera Causa fundamento de todas las demás a la que llama Dios. Santo Tomás habla más que de demostración en sentido estricto o matemático, de cinco Vías o caminos que conducen a la afirmación de la existencia de Dios. Estas Vías, tienen todas ellas la estructura común de la causalidad, todo efecto tiene su causa, y es imposible afirmar una cadena infinita de causas, por tanto se llega a la conclusión de la existencia de una primera causa incausada o Causa Sui, a la que llama Dios. La primera vía es la del movimiento, inspirada en la física y metafísica de Aristóteles: a través de los sentidos percibimos el movimiento; todo lo que se mueve es movido por otro, y así hasta alcanzar el Primer Motor inmóvil, en el que todos reconocen a Dios. La segunda es la que se deduce de la causalidad eficiente, inspirada en Avicena: en el mundo sensible, hay un orden de causas eficientes, orden que no puede llevarse hasta el infinito; por tanto es necesario admitir una causa eficiente primera, a la que todos llaman Dios. La tercera vía nos lleva de los seres contingentes al Ser Necesario; está inspirada en Averroes y Maimonides ; se deduce a partir de lo posible y de lo necesario. Las cosas pueden existir o no existir, ya que pueden ser producidas o destruidas, llevan consigo la posibilidad de no existir, esto quiere decir que hubo un tiempo en el que nada existió. Luego estos seres contingentes exigen la existencia de un Ser necesario, cuya necesidad esté en sí mismo y sea la causa de la necesidad de los demás. A este Ser necesario todos le llaman Dios. La cuarta vía se deduce de la jerarquía de valores que encontramos en las cosas, está inspirada en Platón, San Agustín y en el Monologium de San Anselmo. La bondad, veracidad, nobleza y otros valores se dan en unas más que en otras. Este más y menos, se dice respecto de un máximo, que es su causa. Es decir llamamos Dios a la causa, al máximo de esos valores que se dan en las cosas en mayor o menor grado. De los grados de perfección en los seres, a la Perfección suma, que es Dios. La quinta vía se deduce a partir del ordenamiento de las cosas, que, al no tener conocimiento, - como los cuerpos naturales -actúan por un fin. Este orden y finalidad implica un Ordenador supremo. Esa inteligencia por la que todas las cosas van dirigidas a un fin, la llamamos Dios. De los seres ordenados del Universo al Ordenador Supremo. Está inspirada en Séneca y San Agustin. Estas cinco vías, como todo el pensamiento de Santo Tomás son una síntesis de otros filósofos anteriores, pero la originalidad está precisamente en su estructuración para demostrar la existencia de Dios y su principal atributo que es la Aseidad, Dios es la existencia plena, en él se identifica la esencia y la existencia, es la Causa Sui, fundamento de los demás seres, incluido el ser humano. En cuanto a la física, metafísica y antropología, Santo Tomás sigue el pensamiento aristotélico con algunas modificaciones: en el campo de la física acepta la teoría hilemórfica y la teoría del cambio, añadiendo dos excepciones: la creación, en la que se engendra un ser de la nada y la aniquilación, en la que se corrompe un ser sin generación de otro, es decir, el paso del ser a la nada. En la antropología, acepta la unión de forma sustancial de cuerpo - alma y, frente a los agustinianos, la función intelectiva del alma realiza también las otras funciones, vegetativa y sensitiva. En el ser humano hay una unión psicofisiológica. El alma humana es inmortal. La materia - el cuerpo -, puede corromperse al separarse sus partes, pero el alma es imposible que se separe de sí misma porque no tiene partes (este argumento es el mismo que había dado Platón en el diálogo del Fedón); además la inteligencia humana tiene un inmenso deseo de inmortalidad y de conocimiento eterno. Esta concepción antropológica le da a Santo Tomás el soporte racional, para afirmar que la persistencia de la individualidad en el alma separada le permitirá reencontrarse con su cuerpo el día de la resurrección de los cuerpos, como afirma la Revelación. En la ética, continúa la orientación eudaimonista de Aristóteles: el fin de las acciones morales es la búsqueda de la felicidad, eudaimonía; sin embargo esta felicidad no puede consistir en la posesión de nada creado, sólo en Dios, en la visión beatífica, puede hallarse la felicidad; un acto es bueno si conduce a ese fin último, y malo si se aparta de él. Para poder diferenciarlo con claridad, hemos de basarnos en su conformidad o no con la ley natural moral, que no es sino la participación en el ser creado de la ley eterna de Dios. Santo Tomás fue el iniciador del derecho natural. La ley natural es el precedente de lo que hoy en día denominamos derechos humanos. En la política, afirma que la autoridad de los gobernantes procede de Dios, pero el gobernante, debe contar con unos asesores, representantes del pueblo. La mejor forma de gobierno es una mezcla de monarquía, aristocracia y democracia. En todo caso reconoce al pueblo el derecho a rebelarse contra los gobernantes, cuando se han corrompido y no han buscado el fin último del estado, que es el bien común, a través de la ley positiva que es una ordenación de la razón, dirigida al bien común, dictada por la autoridad competente y suficientemente promulgada. Esta definición de ley positiva hizo fortuna por su precisión, e inició un tema importante en la filosofía posterior: la armonía entre la moralidad y la legalidad. La obra está dividida en tres partes, de las cuales la segunda se subdivide en dos secciones: I: Primera parte (Prima): Dios uno; Dios trino; la creación; los ángeles; el hombre y el cosmos, la providencia (119 cuestiones) I-II Segunda parte, primera sección (Prima secundae): El acto humano. Pasión, hábito, virtud, pecado. La ley antigua, la ley nueva, la gracia, el mérito. (114 cuestiones) II-II Segunda parte, segunda sección (Secunda secundae): Virtudes teologales: fe, esperanza, caridad. Virtudes cardinales: prudencia, justicia, fortaleza, templanza. Carismas. Estados.(189 cuestiones) III. Tercera parte (Tertia): Cristo: Encarnación, vida y pasión. Sacramentos: Bautismo. Confirmación. Eucaristía. Penitencia (90 cuestiones; inconclusa) Suplemento de la Tercera parte (Supplementum tertiae) (Completada por discípulos, sobre la base de escritos juveniles): Sacramentos del orden, matrimonio y extremaunción. El juicio final. Novísimos. Paola Carolina Montero Gavilánez