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INTRODUCIR EL TEMA EN EL CONTEXTO HISTÓRICO Y
CRONOLÓGICO (TIEMPO, LUGAR, RELACIONES EN EL MARCO
GEOGRÁFICO)
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Felipe IV subió al trono con 16 años bajo la tutela de su preceptor, Gaspar
de Guzmán, el Conde-Duque de Olivares, que se convirtió en su valido
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Felipe IV era descendiente de Felipe III, conocidos como Austrias
menores.
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ANALIZAR
CAUSAS
A
CORTO
Y
LARGO
PLAZO
(SI
ES
POSIBLE)
El Conde- Duque de Olivares emprendió una serie de reformas para mejorar la
situación de la Monarquía (y descargar a Castilla del peso de las finanzas), que le
enfrentaron con muchos territorios del reino:
 Tenía
una
concepción
absolutista
del
poder
(incompatible
con
la
descentralización)
 Reforma financiera y militar, para evitar la crisis crónica de la Hacienda
Real, en la que introdujo más impuestos para los territorios no castellanos
 Obligó a los nobles a declarar sus patrimonios y requisó los bienes del Duque
de Lerma, entre otros
 Planteó la Unión de Armas: un ejército permanente de 140.000 hombres
sostenido por todos los reinos en función de su población y riqueza (antes el
mayor peso de los gastos recaía en Castilla, que había quedado empobrecida)
 Quiso unificar políticamente el Imperio suprimiendo las diferencias forales
(fueros)
 Quiso centralizar la administración del estado, pero los diferentes reinos
se le opusieron
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DESARROLLO ANALÍTICO, NO MERAMENTE DESCRIPTIVO
Crisis de 1640: en Cataluña las Cortes no quisieron aprobar la Unión de Armas. El
problema se agravó cuando en la guerra contra Francia (1635) Cataluña se convirtió
en el principal campo de batalla. Olivares exigió a los catalanes el mantenimiento de
las tropas que luchaban en la frontera contra Francia.
En junio de 1640 se produjo una revuelta (Corpus de Sangre) en la que se asesinó al
virrey. Los sublevados buscaron el apoyo de Francia, que envió tropas a los
catalanes. Finalmente, la prolongación del conflicto y los perjuicios de la presencia
francesa provocaron la rendición de Barcelona y la aceptación de la soberanía de
Felipe IV.
VERSIÓN EXTENDIDA:
Mientras en la corte de Madrid la Unión de Armas fue recibida con grandes elogios
—«único medio para la sustentación y restauración de la monarquía»—, en los
estados no castellanos ocurrió lo contrario.
Para la aprobación de la Unión de Armas el rey Felipe IV convocó para principios de
1626 Cortes del Reino de Aragón. El 26 de marzo de 1626 Felipe IV hizo su
entrada triunfal en Barcelona y al día siguiente juró las Constituciones catalanas.
Sin embargo, estas no ablandaron la oposición de los tres braços a la Unión de
Armas. Como las sesiones se alargaban, el rey Felipe IV abandonó
precipitadamente Barcelona el 4 de mayo de 1626 sin clausurar las Cortes
En 1632 Olivares volvió a intentar que las cortes catalanas aprobaran la Unión de
Armas o un "servicio" en dinero equivalente y se reunieron de nuevo. Pero éstas aún
duraron menos que las de 1626.
Por otro lado, los virreyes que se encargaban de la seguridad de los caminos y las
rutas comerciales a duras penas podían contener los embates del bandolerismo al
servicio de clanes o facciones nobiliarias que controlaban o estimulaban la actividad
de bandas rivales de malhechores.
Otros puntos de fricción frente a la Generalidad fueron: los intentos de cobrar el
quinto de los ingresos municipales; y el apresamiento en 1623 por los
corsarios argelinos de las dos galeras armadas por la institución catalana para la
defensa de las costas y que se empleaban en el transporte de tropas a Italia.
La guerra llega a Cataluña (1635–1640)
En 1635 la declaración de guerra de Luis XIII de Francia a Felipe IV llevó la
guerra a Cataluña dada su situación fronteriza con la monarquía de Francia.
El Conde-Duque de Olivares se propuso concentrar en Cataluña un ejército de
40.000 hombres para atacar Francia por el sur y al que el Principado tendría que
aportar 6.000 hombres. Para poner en marcha su proyecto en 1638 nombra como
nuevo virrey de Cataluña al conde de Santa Coloma, mientras que ese mismo año se
renueva la Diputación General de Cataluña de la que entran a formar parte dos
firmes defensores de las leyes e instituciones catalanas, el canónigo de Urgel Pau
Claris y Francesc de Tamarit. Pronto surgen los conflictos entre el ejército real —
compuesto por mercenarios de diversas "naciones" incluidos los castellanos— con la
población local a propósito del alojamiento y manutención de las tropas. Se
extienden las quejas sobre su comportamiento —se les acusa de cometer robos,
exacciones y todo tipo de abusos—, culminando con el saqueo de Palafrugell por el
ejército estacionado allí, lo que desencadena las protestas de la Diputació del
General y del Consell de Cent de Barcelona ante Olivares.
El Conde-Duque de Olivares, necesitado de dinero y de hombres, confiesa estar
harto de los catalanes.
Así a lo largo de 1640 el virrey Santa Coloma, siguiendo las instrucciones de
Olivares, adopta medidas cada vez más duras contra los que niegan el alojamiento a
las tropas o se quejan de sus abusos. Incluso toma represalias contra los pueblos
donde las tropas no han sido bien recibidas y algunos son saqueados e incendiados.
El diputado Tamarit es detenido. Los enfrentamientos entre campesinos y soldados
menudean hasta que se produce una insurrección general en la región de Geron que
pronto se extiende a la mayor parte del Principado.
Otro hecho que condujo a un mayor deterioro de la ya enrarecida relación entre
Cataluña y la Corona, fue la negativa en 1638 de la Diputació del General a que
tropas catalanas acudieran a levantar el sitio de Fuenterrabía (Guipúzcoa), a donde
sí habían acudido tropas desde Castilla, las provincias vascas, Aragón y Valencia. En
fin, la nobleza y la burguesía catalanas odiaban por motivos personales al virrey,
conde de Santa Coloma, por no haber defendido sus intereses de estamento por
encima de la obediencia al gobierno de Madrid. Los campesinos odiaban a la
soldadesca de los tercios por las requisas de animales y los destrozos ocasionados
a sus cosechas, amén de otros incidentes y afrentas derivadas del alojamiento
forzoso de la soldadesca en sus casas, algunas de las cuales llegaron a quemar. El
clero también lanzaba prédicas contra los soldados de los tercios, a los que
llegaron a excomulgar.
El inicio de la sublevación: El Corpus de Sangre
En mayo de 1640, campesinos gerundenses atacaron a los tercios que acogían. A
finales de ese mismo mes, los campesinos llegaban a Barcelona, y a ellos se unieron
los segadores en junio.
El 7 de junio de 1640, fiesta del Corpus Christi, rebeldes mezclados con segadores
que habían acudido a la ciudad para ser contratados para la cosecha, entran en
Barcelona y estalla la rebelión. "Los insurrectos se ensañan contra los funcionarios
reales y los castellanos; el propio virrey procura salvar la vida huyendo, pero ya es
tarde. Muere asesinado. Los rebeldes son dueños de Barcelona". Fue el Corpus de
Sangre que dio inicio a la Sublevación de Cataluña. El Virrey de Cataluña Dalmau de
Queralt, conde de Santa Coloma fue asesinado en una playa barcelonesa cuando
intentaba huir por mar.
La situación cogió por sorpresa a Olivares, ya que la mayoría de sus ejércitos
estaban localizados en otros frentes y no podían acudir a Cataluña. El odio a los
tercios y a los funcionarios reales pasó a generalizarse contra todos los
hacendados y nobles situados cerca de la administración. Ni siquiera
la Generalidad controlaba ya a los rebeldes, que lograron apoderarse del puerto
de Tortosa.
1640 a 1652
Pau Claris, al frente de la Generalidad de Cataluña, proclama la República Catalana.
Pero la revuelta también escapa a este primer y efímero control de la oligarquía
catalana. La sublevación derivó en una revuelta de empobrecidos campesinos contra
la nobleza y ricos de las ciudades que también fueron atacados. La oligarquía
catalana se encontró en medio de una auténtica revolución social entre la autoridad
del rey y el radicalismo de sus súbditos más pobres.
Conscientes de su incapacidad de reducir la revuelta y sus limitaciones para dirigir
un estado independiente, los gobernantes catalanes se aliaron con el enemigo de
Felipe IV:Luis XIII (pacto de Ceret). Richelieu no perdió una oportunidad tan
buena para debilitar a la corona española. Olivares comienza a preparar un ejército
para recuperar Cataluña con grandes dificultades ese mismo año de 1640 y, en
septiembre, la Diputación catalana pide a Francia apoyo armamentístico.
En octubre de 1640 se permitió a los navíos franceses usar los puertos catalanes y
Cataluña accedió a pagar un ejército francés inicial de tres mil hombres que
Francia enviaría al condado. En noviembre, un ejército de unos veinte mil soldados
recuperó Tortosa para Felipe IV, en su camino hacia Barcelona; dicho ejército
provocó sobre los prisioneros unos abusos que determinaron a los catalanes a
oponer una mayor resistencia. Cuando el ejército del marqués de los Vélez se
acercaba a Barcelona, estalló una revuelta popular el 24 de diciembre, con una
intensidad superior a la del Corpus, por lo que Claris tuvo que decidirse por una
salida sin retorno, que tampoco era la deseable: Pactar la alianza con Francia en
contra de Felipe IV. El 16 de enero de 1641 anunció que Cataluña se constituía en
república independiente bajo la protección de Francia. Pero el 23 del mismo mes
pasó a anunciar que el nuevo conde de Barcelona sería Luis XIII de Borbón,
rememorando el antiguo vasallaje de los condados catalanes con el Imperio
Carolingio. En enero de 1641, Cataluña se sometió voluntariamente al gobierno del
rey de Francia y la Generalidad proclama conde de Barcelona y soberano de
Cataluña al rey Luis XIII de Francia como Luis I de Barcelona. Ese mismo año,
el 26 de enero, un ejército franco-catalán defendió Barcelona con éxito. El
ejército de Felipe IV se retiró y no volvería hasta diez años más tarde. Poco
tiempo después de esta defensa victoriosa moriría Pau Claris.
Cataluña se encontró siendo el campo de batalla de la guerra entre Francia y
España e, irónicamente, los catalanes padecieron la situación que durante tantas
décadas habían intentado evitar: Sufragar el pago de un ejército y ceder
parcialmente su administración a un poder extranjero, en este caso el francés. La
política francesa respecto a Cataluña estaba dominada por la táctica militar y el
propósito de atacar Valencia y Aragón.
Luis XIII nombró entonces un virrey francés y llenó la administración catalana de
conocidos pro-franceses. El coste del ejército francés para Cataluña era cada vez
mayor, y mostrándose cada vez más como un ejército de ocupación. Mercaderes
franceses comenzaron a competir con los locales, favorecidos aquellos por el
gobierno francés, que convirtió a Cataluña en un nuevo mercado para Francia. Todo
esto, junto a la situación de guerra, la consecuente inflación, plagas y
enfermedades llevó a un descontento que iría a más en la población, consciente de
que su situación había empeorado con Luis XIII respecto a la que soportaban con
Felipe IV.
En 1643, el ejército francés de Luis XIII conquista el Rosellón, Monzón y Lérida.
Un año después Felipe IV recupera Monzón y Lérida, donde el rey juró obediencia a
las leyes catalanas. En 1648, con el Tratado de Westfalia y la retirada de la guerra
de sus aliados, los Países Bajos, Francia comienza a perder interés por Cataluña.
Conocedor del descontento de la población catalana por la ocupación francesa,
Felipe IV considera que es el momento de atacar y en 1651 un ejército dirigido
por Juan José de Austria comienza un asedio a Barcelona. El ejército
francocatalán de Barcelona se rinde en 1652 y se reconoce a Felipe IV como
soberano y a Juan José de Austria como virrey en Cataluña, si bien Francia
conserva el control del Rosellón. Felipe IV por su parte firmó obediencia a las leyes
catalanas. Esto da paso a la firma del Tratado de los Pirineos en 1659.
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REFERENCIAS A LAS BALEARES O A EUROPA, SI ES POSIBLE
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CONSECUENCIAS, A LARGO Y CORTO PLAZO
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Esta inestabilidad interna y su resultado final fue dañino para España, pero
mucho más para Cataluña. Por otra parte, Francia aprovechó la oportunidad
para explotar una situación que le rindió grandes beneficios a un coste
prácticamente nulo.
Como resultado final, Francia tomó posesión definitiva del único territorio
transpirenaico de España.
Cataluña crea la idea de desconexión de España (su himno: els Segadors,
viene de aquí)
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TRATADO DE LOS PIRINEOS:
Después de 10 años de guerra, Francia —aliada con Inglaterra— venció a las tropas
españolas en la batalla de las Dunas, en 1658. La paz se firmó un año después en la
isla de los Faisanes, siendo los signatarios Luis de Haro, representante de Felipe
IV de España, y el cardenal Mazarino, representante de Luis XIV de Francia.
En la frontera del norte, Francia recibió el condado de Artois y una serie de plazas
fuertes
en Flandes, Henao y Luxemburgo,
entre
las
que
se
encontraban Metz, Toul y Verdún.
Los
franceses
devolvieron
a
España
el Charolais —en el Franco Condado— y las conquistas de Italia. En la frontera
catalana del sur, se concertó la cesión a Francia del Rosellón, el Conflent,
elVallespir y una parte de la Cerdaña, todos ellos situados en la vertiente
septentrional de los Pirineos y que las tropas francesas habían ocupado en apoyo de
los sublevados catalanes. La frontera con España se fijará desde entonces
siguiendo los Pirineos, salvo en lo que se refiere al diminuto enclave de Llivia y
al valle de Arán.
El tratado también preveía la boda entre Luis XIV de Francia y María Teresa de
Austria, hija de Felipe IV de España, cuya dote se fijó en medio millón de escudos
de oro, a cambio de renunciar a sus derechos sucesorios al trono de España. Esta
compensación no se pagó nunca, sirviendo de excusa a Luis XIV para anular el
tratado e iniciar nuevas hostilidades, siendo uno de los factores que llevará a
la Guerra de Sucesión Española en 1702.
La Paz de los Pirineos se completó un año después por el Tratado de Llivia (1660)
que acordó el paso a soberanía francesa de 33 pueblos y lugares del valle
de Carol y el Capcir, quedando el enclave de Llivia bajo dominio español. De esta
forma se fijó de un modo más preciso la división de la Cerdaña entre España y
Francia.
En el tratado se incluyó un indulto general y la restitución de bienes a todos los
perseguidos durante los años de la sublevación catalana (1640-1659).
¿CÓMO SE RELACIONA CON LA GUERRA DE LOS TREINTA AÑOS Y LA
PAZ DE WESTFALIA?
La Guerra en Cataluña llegó como consecuencia del desarrollo de la Guerra de
los Treinta Años, que produjo la intervención de casi todas las potencias
europeas y que entre 1636-48 tuvo como máxima representante a Francia
(período francés).Antes había habido un periodo bohemio, sueco y danés.
Francia, aunque era un país católico, rivalizaba con el Sacro Imperio Romano
Germánico y España, y ahora entró en la guerra en el bando protestante. El
cardenal Richelieu, primer ministro de Luis XIII, pensó que los Habsburgo todavía
eran demasiado poderosos, ya que mantenían en su poder varios territorios en la
frontera este de Francia y tenían influencia sobre las Provincias Unidas.
Por lo tanto, Francia se alió con los holandeses y con Suecia y entró en la guerra.
Las tropas españolas arrasaron las provincias francesas de Champaña y Borgoña, e
incluso amenazaron París durante la campaña de Francia de 1636. El general
imperial Johan von Werth y el comandante español, el cardenal-infante Fernando,
llevaron a cabo campañas exitosas. Finalmente Bernardo de Sajonia-Weimar
derrotó a los imperiales y llegó a amenazar su permanencia en suelo francés en la
batalla de Compiègne. Siguieron muchas batallas, pero ningún bando obtuvo en ellas
ventajas claras.
En 1642, murió el cardenal Richelieu y un año después lo hizo el rey francés Luis
XIII. Subió al trono Luis XIV, con tan sólo cinco años, mientras que su regente,
el Cardenal Mazarino, comenzó a trabajar para buscar una salida diplomática a la
guerra.
LA PAZ DE WESTFALÍA PUSO FIN A LA GUERRA DE LOS TREINTA AÑOS
EN 1648
En estos tratados participaron el emperador del Sacro Imperio RomanoGermánico (Fernando
III
de
Habsburgo),
el Imperio
Español,
los
reinos
de Francia y Suecia, las Provincias Unidas y sus respectivos aliados entre los
príncipes del Sacro Imperio Romano-Germánico.
PARA ESPAÑA SUPUSO:
España: Hasta el reinado de Felipe III España se había mantenido como la principal
potencia de Europa. Con Felipe IV ya se empiezan a ver signos claros de la
decadencia, que quedan patentes tras la Paz de Westfalia. En concreto, como se ha
explicado en el párrafo anterior, se tiene que reconocer de iure la independencia
de la República de Holanda y queda rota la comunicación por tierra entre el norte
de Italia y Bélgica (el Camino Español) al controlar de hecho Francia el territorio
de Lorena.
Este tratado supuso la desintegración de la república cristiana y el imperialismo de
Carlos V, y además se propugnaron principios como el de la libertad religiosa "inter
estados". Así, cada Estado adoptaba como propia y oficial la religión (CUIUS
REGIO EIUS RELIGIO) que tenía en aquel momento, lo cual es visto como una
concesión católica a los nuevos cismas que, como origen político, habían roto
Europa.
Frente a la visión española y del Sacro Imperio de una universitas christiana,
triunfaron las ideas francesas que exaltaban la razón de Estado como justificación
de la actuación internacional. El Estado sustituía a otras instituciones
internacionales o transnacionales como la máxima autoridad en las relaciones
internacionales. En la práctica esto suponía que el Estado dejaba de estar sujeto a
normas morales externas a él mismo. Cada Estado tenía derecho a aquellas
actuaciones que asegurasen su engrandecimiento.
Consecuencias de la Paz de Westfalia fueron la aceptación del principio
de soberanía territorial, el principio de no injerencia en asuntos internos y el trato
de igualdad entre los Estados independientemente de su tamaño o fuerza. En la
práctica, las cosas fueron algo diferentes y el resultado muy desigual para los
diferentes Estados. Algunos Estados pequeños fueron absorbidos por Francia,
acabaron perdiendo su identidad asimilados por la cultura mayoritaria y ya no
dejaron de ser parte de ella. Por otro lado, a los Estados que formaban parte del
Sacro Imperio se les reconoció una autonomía mucho mayor de la que ya tenían.