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Transcript
San Nicolás junto con San Jorge, es uno de los
santos más queridos por el pueblo cristiano
tanto en Oriente como en Occidente. Se le han
erigido incontables iglesias; es también
venerado por el pueblo ruso como el protector
de las cosechas.
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Galardón al Patriarca de Antioquía
El pasado martes 13 de noviembre
coincidiendo con la conmemoración de San
Juan Crisóstomo, Su Beatitud Ignacio IV
Patriarca de Antioquia y de todo Oriente fue
distinguido con el premio “San Juan Crisóstomo” que otorga la Unión de Escritores Rusos
junto al Sínodo de la Iglesia Ortodoxa Rusa.
Por tal motivo se celebró la Divina Liturgia en
la Iglesia de la Santa Cruz en Damasco
presidida por Su Beatitud y acompañado de
un gran número de obispos, sacerdotes y
fieles. Entre los presentes en la celebración
litúrgica se encontraban Su Beatitud Zaqueo I,
Patriarca de Antioquia de la Iglesia Siriana
Ortodoxa, los principales representantes de las
confesiones cristianas en Siria, el Nuncio
Apostólico en Damasco, presidentes y
miembros de distintas universidades libanesas, el Sr. Secretario General del Comité Sirio
Libanés Dr. Naser Khoury y un gran número
de embajadores residentes en Damasco. Hizo
entrega de la distinción el Sr. Valery Nicolás
Invitsh Ganshiff, presidente de la Unión de
Escritores Rusos juntamente con el secretario
general del Santo Sínodo Ruso. Su Beatitud y
los representantes intercambiaron palabras de
agradecimiento por el cariño, la amistad y la
hermandad que unen a ambas iglesias, la rusa
y la antioquena. Manifestaron los deseos de
fomentar los lazos espirituales y sociales que
unen ambos pueblos como así también el
diálogo que existe actualmente. Su Beatitud
concluyó recordando a San Juan Crisóstomo
como un hombre único entre los más grandes
padres de la Iglesia, respetado por su manera
de tratar a la gente y de querer crecer siempre
en la enseñanza del Señor Jesucristo quien lo
hizo enviado de amor y de paz.
Visita a Venado Tuerto
Monseñor Siluan visitó los días 20 y 21 de
noviembre la ciudad de Venado Tuerto en el
sur de la provincia de Santa Fe acompañado
por el Rev. Arcipreste Victor y el Rev. Padre
Alejandro Saba. El martes 20, Su Eminencia
cenó junto a los integrantes de la comisión
directiva de la comunidad ortodoxa de
Venado Tuerto y el Arzobispo de la Iglesia
Católica Romana, Monseñor Gustavo Help. El
miércoles 21, conmemorando a los santos
ángeles Miguel y Gabriel (según el antiguo
calendario) se celebró la Divina Liturgia
presidida por S.E. Monseñor Mitrofan,
Arzobispo de la Iglesia Ortodoxa de Belgrado
para el Este de Estados Unidos, acompañado
por los Rev. Padres Alejandro y Slavisha
(Iglesia Ortodoxa de Belgrado). En la celebración estuvo presente el Arzobispo de la
Iglesia Católica Romana y Monseñor Siluan
tuvo a cargo la reflexión del Evangelio.
Posterior a la Liturgia, se descubrió una placa
conmemorativa que recuerda los 30 años de la
obtención de la personería jurídica del Centro
Ortodoxo Yugoslavo. Posterior a esto se
trasladaron a la localidad de Arias, ya en la
Provincia de Córdoba, para el almuerzo
comunitario. De vuelta a la Catedral San Jorge
visitaron al Rev. Archimandrita Pablo en la
ciudad de Pergamino y tuvieron una reunión
con los miembros del Centro Ortodoxo local.
Boletín dominical del Arzobispado de la Iglesia Católica Apostólica Ortodoxa de Antioquia en Argentina
Av. Scalabrini Ortiz 1261 C1414DNM - Cap. Fed.-Tel. (11) 4776-0208 - [email protected] - www.acoantioquena.com
Año VI - Nro 48 - 2 de diciembre de 2007
XIV Domingo de San Lucas
La Fe
Segunda Parte
La gente ha perdido la fe, o porque ha
perdido completamente el espíritu de oración,
o porque no lo ha adquirido nunca; en una
palabra, porque no reza. El príncipe de ese
mundo tiene toda la libertad para actuar en el
corazón de esa gente; se vuelve su maestro. No
han pedido y no piden la gracia de Dios
(porque los dones de Dios se conceden
solamente a los que los piden y los buscan),
por eso, sus corazones, corruptos por
naturaleza, se secan, privados del rocío
vivificador del Espíritu Santo; y por último,
están tan secos que se encienden y arden en la
llama infernal de la incredulidad y de las
pasiones. Y el demonio sabe como arden las
pasiones que mantienen ese fuego terrible;
triunfa a la vista del desastre de esas almas
pobres, rescatadas por la sangre del que
pisoteó el poder de Satán.
Como una madre enseña a caminar a su
hijo, así también el Señor nos enseña a tener
una fe viva. La madre pone a su hijo de pie, lo
deja un momento y luego le dice que vaya
hacia ella. Cuando la madre lo deja, el niño
llora; quiere irse hacia ella para alcanzarla,
pero no tiene coraje para moverse; intenta
caminar, hace un paso y cae. De la misma
manera, el Señor enseña al cristiano a tener fe
en Él (porque la fe es un camino espiritual).
Nuestra fe es muy débil, tan débil como el
niño que empieza a caminar. El Señor retira al
hombre su ayuda, le abandona al demonio y a
todo tipo de desgracias y de aflicciones, y
luego, cuando el hombre siente muy
vivamente la necesidad de la salvación, la
necesidad de estar liberado (porque, mientras
no sentimos la necesidad de la salvación, no
estamos listos para ir hacia Él), nos ordena
mirarlo (tenemos absolutamente que mirarlo)
e ir hacia Él para ser salvados. El cristiano trata
de hacer eso, abre los ojos de su corazón (tal
cual el niño mueve su pie para dar el paso),
intenta ver al Señor, pero su corazón, que no ha
aprendido a ver a Dios, tiene miedo de su
propia audacia, tropieza y cae. El enemigo y
nuestras manchas innatas cierran los ojos
apenas abiertos y los apartan de Dios, de tal
modo que no puede acercarse a Dios, aunque
Dios esté muy cerca, listo para tomarlo en sus
brazos; solamente, es por la fe que hay que
acercarse de Dios, y hay que esforzarse para
verlo únicamente con los ojos espirituales de la
fe. Entonces, Dios mismo extenderá su mano
para socorrerlo, abrazar al hombre y alejar a los
enemigos. El cristiano, pues, experimentará
que está en los brazos del Salvador. ¡Gloria a tu
bondad y tu sabiduría, Señor!
Así, en cuanto el demonio se ensañe con
nosotros, y también en toda aflicción, debemos
mirar atentamente, con los ojos de nuestro
corazón, al Señor, amante de la humanidad,
como si fuera ante nosotros; mirarle con
seguridad, como si mirásemos a un tesoro
inagotable de bondad y de misericordia, y
pedirle con todo el corazón que nos haga
partícipes de esta fuente inagotable de
bendiciones y de socorro espiritual; y
obtendremos inmediatamente lo que pedimos.
Lo esencial es la fe - o sea ver al Señor con los
ojos espirituales del corazón - y la esperanza
de recibir todo de Él, el muy Misericordioso, el
Verídico. Es la verdad. Yo hablo por
experiencia. El Señor todavía nos enseña de
esta manera a reconocer nuestra extrema
impotencia moral sin Él, para arrepentirnos en
una disposición religiosa del espíritu.
Hay absolutamente que nosotros los
hombres tengamos una fe profunda, porque la
luz de nuestra inteligencia es muy limitada y
no puede abrazar vastas claridades mentales,
mientras que el Señor nuestro Dios es luz
infinita, y el mundo es un abismo de su todopotencia (poder) y sabiduría; en nosotros
mismos, hay una gota de su poder y de su
sabiduría, porque es todo lo que puede
contener nuestra carne perecedera.
Cuando el enemigo afecta tu corazón con
la incredulidad, referente a una palabra del
Señor, y te hiere, dile interiormente: cada
palabra de mi Señor Jesucristo es vida para mí.
El veneno de la incredulidad será expulsado
de tu corazón y tu alma será tranquila y ligera.
Si estás turbado en cuanto a una palabra, un
precepto, un hecho o un rito de la Iglesia
replica interiormente al enemigo lo que el
Señor dijo sobre la Iglesia: “Cuando viniera
aquel, el Espíritu de verdad, os guiará (o sea la
Iglesia fundada y predicada por los apóstoles,
y principalmente por los pastores y padres)
hacia la verdad completa” (Juan 16, 13), y cree
firmemente que, según la promesa del Señor,
el Espíritu mora en ella eternamente y la
conduce a la verdad entera, lo que significa
que todo en ella es verídico y salvador. Por eso,
se llama “columna y fundamento de la
verdad” (I Tim. 3, 15). En los libros de la
Iglesia, en las palabras de los Santos Padres,
sopla el Espíritu de Cristo, espíritu de verdad,
de amor y de salvación.
¡Oh santa fe! ¿Con qué palabras e himnos
podría glorificarla bastante por las infinitas
gracias espirituales y corporales de las cuales
me has colmado, por todas las obras que has
cumplido y cumple en mí, por haberme dado
la paz y liberado de la confusión, de una
opresión amarga, por haberme dado la luz
espiritual y liberándome de la oscuridad de las
pasiones, por haberme dado el poder y la
nobleza espiritual y liberándome de la
esclavitud espiritual, por haberme dado la
santidad y liberado de la maldad, la envidia, la
propia voluntad, del empeñarse, de la
fornicación, y de toda corrupción espiritual?
¡Gloria a ti, mi Señor y Bienhechor, por los
siglos de los siglos! ¡Que todos los pueblos y
todas las razas de la tierra vengan al
conocimiento de la fe, y que puedan así
glorificarte de un solo corazón y una sola boca,
de oriente a occidente. Amén.
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San Juan Cronstadt (+1908)
Carta a los Efesios (6:10-17)
Por lo demás, fortaleceos en el Señor y en
la fuerza poderosa. Revestíos de las armas de
Dios para poder resistir a las acechanzas del
diablo. Porque nuestra lucha no es contra la
carne y la sangre, sino contra los principados,
contra las potestades, contra los dominadores
de este mundo tenebroso, contra los espíritus
del mal que están en el aire. Por eso, tomad las
armas de Dios, para que podáis resistir en el
día funesto, y manteneros firmes después de
haber vencido todo. Poneos en pie, ceñida
vuestra cintura con la verdad y revestidos de
la justicia como coraza, calzados los pies con el
celo por el Evangelio de la paz, embrazando
siempre el escudo de la fe, para que podáis
apagar con él todos los encendidos dardos del
maligno. Tomad, también, el yelmo de la
salvación y la espada del Espíritu, que es la
palabra de Dios.
Tropario de la Resurrección (Tono 2)
Santo Evangelio según San Lucas (18:35-43)
“Cuando descendiste a la muerte, oh Vida
Inmortal, mataste al Hades con el rayo de tu
Divinidad y cuando levantaste a los muertos
del fondo de la tierra, todos los poderes
celestiales clamaron: ¡Oh Dador de Vida,
Cristo Dios, gloria a Ti!”
En aquel tiempo, cuando Jesús se acercaba
a Jericó, estaba un ciego sentado junto al
camino pidiendo limosna; al oír que pasaba
gente, preguntó qué era aquello. Le
informaron que pasaba Jesús el Nazareno y
empezó a gritar, diciendo: “¡Jesús, Hijo de
David, ten compasión de mí!” Los que iban
delante le increpaban para que se callara, pero
él gritaba mucho más: “¡Hijo de David, ten
compasión de mí!” Jesús se detuvo, y mandó
que se lo trajeran. Cuando se acercó, le
preguntó: “¿Qué quieres que te haga?” Él dijo:
“¡Señor, que vea!” Jesús le dijo: “Recobra la
vista. Tu fe te ha salvado.” Y al instante
recobró la vista y le seguía glorificando a Dios.
Y todo el pueblo, al verlo, alabó a Dios.
Tropario al Profeta Habacuc (Tono 2)
“Celebrando la conmemoración de Tu
Profeta Habacuc, por él Te suplicamos, Señor,
salva nuestras almas”.
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Kontakion de la Preparación a la Navidad
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“Hoy, la Virgen viene a la gruta para dar a
luz inefablemente al Verbo Eterno. Alégrate
pues, al escuchar esto, habitada tierra, y
glorifica con los Ángeles y los pastores a Aquél
cuya Voluntad es manifestarse como un Niño
Nuevo Quien es el Eterno Dios”.
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San Nicolás (6 de diciembre)
Nuestro Santo Padre Nicolás es conocido
por ser uno de los pilares de la Iglesia, tanto por
lo entusiasta y como defensor de la fe. Nació en
Patra, Lycia hacia fines del siglo III. Desde la
infancia mostró su amor a la virtud y su fervor
por los ritos de la iglesia. Fue educado en la
teología para después ser ordenado sacerdote
por su tío, un obispo también llamado Nicolás.
El velar, ayunar y rezar fueron virtudes que
practicó toda su vida, pero, como sabemos, San
Nicolás es conocido por haber hecho de la
virtud de la limosna la más grande de sus
glorias. Cuando hablamos de él mencionamos
el acto que introdujo en Occidente la tradición
de hacer regalos para la Navidad: San Nicolás
en tres ocasiones dejó, en secreto, el suficiente
dinero para que tres jóvenes pudieran contraer
matrimonio. El padre de las jóvenes intentaba
darlas en prostitución porque carecía del
dinero para pagar la dote del matrimonio. San
Nicolás regaló ese dinero.
Al poco tiempo, fue elegido como pastor de
la ciudad de Mira y más adelante fue puesto en
prisión durante la ultima gran persecución
bajo Diocesano y Maximino (aprox. 305). Con
el ascenso de Constantino fue uno de los
obispos Ortodoxos que estuvo presente en
contra de la herejía de Arrios, en el I Concilio
Ecuménico de Nicea (325).
Después de su muerte, San Nicolás llegó a
ser conocido como aquel que socorría a los
barcos en peligro y por eso es venerado como el
protector de los navegantes del mar.
Al dormirse en el Señor, su pueblo lamentó
la pérdida de su pastor y sus sagradas reliquias
situadas en una iglesia construida en su honor
en Mira, eran veneradas por los peregrinos
cada año. En 1087, después de la caída de Mira
sobre los Aracenos, las sagradas reliquias de
San Nicolás fueron trasladadas a Bari en el sur
de Italia acompañadas por varios milagros
donde son veneradas hasta estos días.