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La agricultura según el mito de Deméter (Ceres) y Perséfone
(Proserpina)
Deméter (Ceres para los romanos) era uno de los 12
habitantes del Olimpo junto a Zeus. Era hija de Cronos
y Rea, y hermana de Zeus, Poseidón, Hades, Hera y
Hestia. Como diosa de la tierra, la agricultura y los
cereales, era una de las diosas griegas más
importantes. Podría también ser considerada una de
las múltiples variantes de la diosa madre que se
adoraba desde los primeros pasos de la humanidad.
Existen estatuas prehistóricas de la Edad de Piedra
fechadas alrededor de 20000 a.C. en Europa y Oriente
Medio como muestra de adoración
El culto de Deméter conllevaba temas como la
muerte, el crecimiento y la resurrección con las
características de un misterio. En Eleusis, a 20 km de
Atenas, los Misterios Eleusinianos se representaban cada año entre septiembre y
octubre. Los participantes caminaban en procesión desde Atenas hasta Eleusis,
donde eran iniciados en los ritos secretos que quizá tenían similitudes con los ritos
primitivos de la cosecha con referencias a la muerte y la resurrección. Durante los
Misterios, se representaba la historia de Deméter y su hija Perséfone, siendo éste
el mito más importante de la diosa de la tierra y de la fertilidad.
Perséfone (Proserpina entre los romanos) era la única hija de Deméter y fue
concebida con Zeus. Sin el conocimiento de Deméter, Zeus la había prometido en
matrimonio a su tío Hades (dios del inframundo), que no manejó la situación con
demasiado tacto. Mientras la joven Perséfone se encontraba en Sicilia recogiendo
flores en el bosque con sus amigas las hijas de Océano, o el dios de los ríos
Acheluos (Aquelos), según algunas fuentes convertidas en sirenas, el dios de la
oscuridad apareció repentinamente en su cuadriga tirada por caballos negros y se
llevó a Perséfone. La muchacha soltó las flores y llamó a su madre temiendo por
su vida, pero nada se pudo hacer. Hades la había raptado y se la había llevado a
su reino de los muertos.
Cuando Deméter se dio cuenta de la desaparición de su hija, empezó a buscarla.
Vagó durante nueve días sin comida ni bebida buscándola. En un momento
concreto se encontró con Hécate, que había oído los gritos de terror de Perséfone
y que llevó a Deméter hasta Helios, el dios del sol que podía ver todo lo que
ocurría en la tierra desde su carro. El dios le contó que su hija se encontraba en el
mundo de los muertos (aunque según Ovidio la noticia la dio la ninfa Aretusa).
Deméter quedó tan impresionada que llevó la sequía y la hambruna a todo el
mundo y no regresó al Olimpo, quedándose vagando por el mundo aturdida por la
tristeza. Mientras estaba sentada cerca de un pozo en Eleusis, ya con aspecto de
anciana, las hijas del rey Celeo y de la reina Metaneira se acercaron a coger agua.
Se llevaron a Deméter a casa, ya que les había dicho que era una niñera a quien
los ladrones le habían quitado todo. Allí pudo cuidar de Demofón, el príncipe recién
nacido. Deméter decidió hacer al niño inmortal rociándole con ambrosía durante el
día y poniéndole junto al fuego por la noche. Metaneira la sorprendió haciendo esto
y así debió revelar su verdadera identidad. Deméter ordenó a Celeo y a Metaneira
que fundasen un santuario en su honor en Eleusis, lugar que más tarde se
convirtió en el punto de representación de los Misterios Eleusinianos.
Deméter permaneció en su nuevo templo durante un año, evitando el contacto con
los otros dioses. Mientras tanto, nada creció sobre la tierra estéril. Zeus se dio
cuenta de ello y envió a Iris para que hablase con Deméter, que sólo quería que le
devolviesen a su hija. Aunque Zeus intentó convencerla de que Hades era el mejor
esposo para ella, Deméter no cambió de postura. No se podía hacer nada para
recuperar a Perséfone y el dios mensajero Hermes tuvo que acudir en su rescate.
Hubo una complicación, pese a todo, pues de acuerdo con una antigua profecía
del destino cualquier persona que abandonase el Averno no debería haber comido
nada allí. Hades lo sabía y había obligado a Perséfone a tomar unas semillas de
granada, aunque, según Ovidio, Perséfone las tomó a solas mientras paseaba por
los jardines de Hades. Perséfone negó al principio haber tomado nada, pero
Ascaphalus (Ascafalo), hijo de una ninfa, había sido testigo de todo e informó a los
dioses.
Finalmente, Zeus decidió que Perséfone debería estar parte del año con su madre
y parte del año con Hades. Cuando estuviera con su madre, el grano crecería y
maduraría, y cuando estuviera con Hades, la tierra permanecería estéril. El
principio del periodo de Perséfone sobre la tierra estaba asociado al otoño y
duraba hasta el comienzo del verano, desde la siembra hasta la recolección.
Durante el periodo que pasaba en el Averno, los meses de calor a orillas del
Mediterráneo hacían que la tierra permaneciese estéril. Más tarde, quedó
establecido que Perséfone estaba con Hades durante el invierno, cuando la
naturaleza descansa, y con Deméter durante la primavera y el verano, cuando la
naturaleza crece. Así es como este mito explica el paso de las estaciones.
Después de que Deméter hubiese encontrado a su hija de nuevo, ordenó a
Triptolemo, rey de Eleu-sis, (que según algunas fuentes era el mismo príncipe
Demofón al que Deméter había criado) que extendiese la agricultura por todo el
mundo. La historia de la diosa simboliza así el cambio en la civilización de una
cultura de la caza a una vida agrícola no nómada