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á VOCES
Á
á Cambio político
en Taiwán
El cambio presidencial que tuvo
lugar ayer en Taiwán es trascendental por las siguientes tres razones principales:
Primero, porque desde que se
instaló la República de China en la
isla de Taiwán, en 1949, y después
de haber tenido seis presidentes varones consecutivos, es la
primera vez que una mujer asume el cargo presidencial: la
señora Tsai Ing-wen, elegida el 16 de enero del corriente año
en comicios libres, transparentes e incuestionables. Llamada
la “Angela Merkel de Asia”, la señora Tsai es una política
experimentada, con una sólida formación académica y
demostrada capacidad intelectual. Ella compitió en las
elecciones presidenciales anteriores, pero fue derrotada por
el ahora expresidente Ma Ying-jeou con una diferencia de
apenas seis puntos porcentuales.
Segundo, porque también es la primera vez que el histórico
Kuomitang (Partido Nacionalista Chino) pierde la mayoría
parlamentaria. De manera que la presidenta Tsai tendrá la
oportunidad de gobernar con el respaldo mayoritario del
poder (Yuan) legislativo y tener la estabilidad política que
necesita para ejecutar su ambicioso programa de gobierno.
Y en tercer lugar, este cambio de gobierno es trascendental porque la presidenta Tsai es líder del Partido
Demócrata Progresista, claramente independentista.
Durante su campaña electoral, la nueva presidenta de
Taiwán aseguró que en su política hacia China comunista
“seguirá a la opinión pública” y que mantendrá el statu quo de
“un Taiwán libre y democrático y una relación pacífica y
estable en el estrecho de Formosa”. Ayer, en su discurso de
toma de posesión presidencial, la señora Tsai se comprometió
a “defender la democracia” de Taiwán y “manejar los lazos con
China de acuerdo con la Constitución y otras leyes", lo cual ha
sido interpretado por los analistas internacionales y asiáticos
como un reconocimiento de la pertenencia de Taiwán a
China, pero no a la China comunista.
Taiwán se ha ganado con su trabajo y perseverancia, el
derecho a vivir en paz, libertad y democracia. Es un país
admirable y ejemplo a seguir por naciones como Nicaragua.
Con un territorio de 36 mil kilómetros de superficie, la mayor
parte inhábil para fines productivos, sin tener recursos
naturales importantes y habiendo partido de una situación de
atraso y pobreza igual o peor que la de Nicaragua, Taiwán es
ahora una potencia industrial y tecnológica, la vigésima
economía del mundo.
Taiwán fue una dictadura hasta 1973, cuando emprendió
el camino a la democracia. Gracias al sistema democrático y
a la inteligencia, laboriosidad y actitud de su gente, y a pesar
de las presiones de China comunista para aislarla y someterla, Taiwán ha obtenido logros impresionantes.
Taiwán y Nicaragua tienen una larga historia de amistad y
cooperación que comenzó ya en 1949. Se interrumpió en
1979, cuando el régimen sandinista se alineó con China
comunista. Fue restablecida en 1990 con el triunfo de la
democracia y desde entonces se ha continuado desarrollando para el mayor provecho de Nicaragua, sin que
Taiwán haya hecho diferencias por razones políticas.
Esperamos que con el gobierno de la presidenta Tsai
Ing-wen, esa gran amistad se siga fortaleciendo.
é í Fenomenología
de las religiones
Si Dios creó el universo!, ¿quién creó a Dios? Nos
preguntamos cuando nos sumergimos en letargos
existenciales, o por qué no decirlo, ateos. Pero, ¿qué
lógica tendría la existencia de un dios creado? Aunque
si así fuera, cuestionáramos: Y al “creador” de Dios,
¿quién lo creó?, y se repetiría la misma pregunta hasta
nunca culminar.
Y no es que sea un apologético religioso, ya que
cuando me refiero a Dios no es al de los griegos, egipcios,
judíos, cristianos, romanos, etc., sino a ese mega arquitecto que diseñó la tierra sobre el vacío; al Dios
einstiano. Una deidad incaracterizable, el cual no existiendo tiempo —comprendido como la magnitud física
en la que se transforma la materia— espacio, oscuridad,
silencio, e incluso la nada, pudo manifestarse. Ese ser que
tuvo una razón más que una causa para formar la “bola incandescente”, de
la que nos habla Darwin, para que explotase y formase el universo,
entelequia (desde el punto aristotélico) del Big Bang.
Sin embargo, el hombre ha imaginado y representado a Dios de distintas
formas, figuras ante las cuales luego se inclina. Curiosamente, al hacer un
análisis de estas creaciones confirmo lo dicho por Feuerbach: “Toda
¡
Androgeo y
el Minotauro
s conocido el mito griego del Minotauro, un ser
monstruoso con cuerpo de hombre y cabeza de
toro cuya guarida estaba en el Laberinto de Creta.
A este mito se asocia la leyenda de Teseo, el
héroe ateniense que fue a Creta para matar al
Minotauro y liberar a Atenas del terrible tributo
de guerra que pagaba. Cada 9 años Atenas tenía
que entregarle a Creta 7 jóvenes varones e igual
número de muchachas, para que sirvieran de
alimento al Minotauro.
El Minotauro había sido alumbrado por Pasífae, esposa de Minos, rey de Creta. Pasífae (“la
que brilla para todos”) era hija de Helios, el Sol, y
hermana de Circe, la hechicera divina de la isla de
Eete que sedujo a Odiseo (Ulises) cuando este
regresaba hacia Ítaca después que terminó la guerra de Troya.
Pasífae concibió al Minotauro después de que, disfrazada
como vaca, sostuvo una aberrante relación sexual con un toro
que echaba fuego por la boca. El toro fue enviado por Poseidón
para castigar a Minos porque no le cumplió una promesa, y el
castigo consistió en que Pasífae fue dominada por un irresistible deseo de ser poseída por aquella bestia.
Pero ¿por qué y cómo fue que Atenas quedó obligada a pagar un
tributo tan atroz, como era el de entregar a los más hermosos de
sus jóvenes de ambos sexos para que alimentaran al Minotauro?
La historia fue así: Atenas celebraba todos los años las llamadas
Fiestas Panateneas, para honrar a la diosa Atenea, patrona de la
ciudad. Pero además cada 4 años tenían lugar las Grandes
Panateneas, que duraban cuatro días y durante las cuales se hacían
desfiles militares y competencias deportivas, en las que participaban los mejores atletas que llegaban de todas partes de
Grecia.
A una de las Grandes Panateneas llegó Androgeo, quien era hijo
de los reyes de Creta, Minos y Pasífae, para participar en las
competencias deportivas.
Androgeo venció con facilidad a sus rivales en todas las
disciplinas, causando admiración en unos pero resentimiento en
otros, sobre todo entre los atenienses, que por lo general salían
invictos de aquellos juegos deportivos.
Los atenienses que se sintieron ofendidos por las victorias del
cretense Androgeo urdieron una patraña para vengarse de él. Lo
acusaron de haberse relacionado con los Palántidas, como se
llamaba a los hijos y partidarios de Palante, quienes conspiraban
contra Egeo, rey de Atenas, para desalojarlo del poder.
Egeo creyó en la acusación contra Androgeo y ordenó que lo
asesinaran, lo que se consumó cuando después que terminaron las
fiestas Panateneas, el joven cretense iba camino de Tebas para
participar allí en otras competencias deportivas.
Hay otra versión de este mismo mito, según la cual a Androgeo
lo mató el Toro de Maratón, el mismo animal enviado por
Poseidón y con el que Pasífae tuvo la anormal relación sexual de la
que nació el Minotauro.
Después que Pasífae se relacionó sexualmente con el toro, llegó
Hércules con la misión de atraparlo. Lo atrapó Hércules y quiso
darlo a la diosa Hera como ofrenda, pero la diosa lo rechazó porque
no le agradaba su ferocidad. Hércules no quiso matar al toro y lo
dejó en libertad en la llanura de Maratón, a donde llegó Androgeo
para enfrentarlo, perdiendo la vida en el intento.
Pero de cualquier manera que hubiera ocurrido la muerte de
Androgeo, cuando Minos lo supo declaró la guerra a Atenas. Creta
era entonces una potencia militar muy superior a Atenas, cuyos
habitantes se dedicaban más bien a las actividades culturales. Aún
así, Minos maldijo a los atenienses y pidió a los dioses que los
castigara con la sequía y el hambre. Los dioses escucharon la
petición de Minos de manera que Atenas estaba asolada cuando
fue atacada y fácilmente derrotada por los cretenses.
Pero ni así quedó Minos satisfecho. Después de derrotar a
Atenas le impuso el tributo de los 14 muchachos y muchachas
atenienses que cada 9 años debían ser enviados a Creta, para ser
sacrificados como alimento del Minotauro. Lo cual se cumplió
hasta que Teseo, hijo del rey ateniense Egeo, fue a Creta para
matar al monstruo y liberar a Atenas de aquella terrible
obligación que le había sido impuesta por Minos, como venganza
por la muerte de su hijo Androgeo.
E
religión es una antropología”, ya que los dioses inventados no son más que
cosmovisiones culturales del ser humano: Si en Europa le preguntásemos a
cualquier ciudadano ¿cómo es Dios?, responderá que “lo cree” alto, blanco,
conquistador, fuerte, el rey del mundo, inteligente, etc. Observaremos que
todas estas características no son, sino descripciones del fenotipo de un
europeo. Ahora, si se le preguntase a un judío ¿cómo es Dios?, dirá que tiene
una cara lisa, un poco alargada, fuerte, celoso, genocida —como Jehová—,
bueno a la guerra, entre otras particularidades que son meramente del
hombre oriental. Es más, si los gatos pudieran hablar y se les preguntase,
dirían que tiene orejas puntiagudas, dice miau, posee garras, caza, es manso,
se la pasa durmiendo, en sí como todo un gato.
Pero, ¿cómo es posible describir lo incognoscible, aquello que jamás se
ha visto, que posiblemente esté más allá del límite de la muerte? ¡Es a
través de la fe! —me dirán algunos. Y, ¿qué es la fe? ¡Certeza de las cosas
que no son como que fueran! —afirmarán otros. ¡Momento! Veamos. “Yo
creo”, ¿qué pasa con este verbo (“creer”)? Se ha asociado a un
conocimiento firme, cuando creer es exactamente lo contrario. Uno cree
en aquello que no sabe, en aquello frente a lo cual no tiene certeza, ya que
si se tiene certeza no se cree, se sabe.
Por eso, Nietzsche en un fascículo de La Gaia Ciencia culpa al hombre,
mediante un fabuloso aforismo filosófico, del asesinato de Dios, el que
realizó al inicio de la historia, cuando al no poder responder dudas acerca
del cosmos, atribuyó a un dios/es los vacíos cognitivos, imaginándoselo y
formándolo con elementos de la naturaleza, como los egipcios, que
adoraban dioses con cabeza de animales y cuerpo de humanos; los
griegos, que veneraban deidades humanas casi perfectas, etc. Allí el
hombre vació a Dios de su esencia y lo fundamentó a través de la religión.
Lo mutiló de su divinidad y lo formó a su imagen y semejanza. “¿Cómo
hemos podido vaciar el mar?”, —pregunta el alemán—. ¿Acaso que al
momento de vaciar el mar este no deja de ser? ¿Se le puede seguir
llamando mar? Obviamente no. Entonces, ¿cómo se le podría seguir
llamando Dios a un ser vaciado de su esencia?
Ó