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TEMA V. CULTURA. MITOLOGÍA Y RELIGIÓN.
1.- Cosmogonía.
2.- Los dioses olímpicos.
3.- Antropogonía.
4.- Otros dioses.
5.- Los ciclos míticos.
6.- Las religiones mistéricas y no “oficiales”.
Los Oráculos.
0.- INTRODUCCIÓN.
Se puede afirmar que toda religión surge de las múltiples interpretaciones que los hombres
hacen de las diversas manifestaciones de la naturaleza, cuyas causas desconocen. Esto es
particularmente característico en la religión griega. Sin embargo, hay que tener en cuenta que ésta
no surge de una unidad cerrada, sino que se trata de una síntesis de las creencias de las distintas
estirpes que con el paso del tiempo dieron origen al pueblo griego.
Los primitivos pobladores que en un principio habitaban lo que hoy se conoce como Grecia
tenían unas creencias de carácter "ctónico" (terrestre), es decir, adoraban a unos entes que podían
tener influencia sobre todo, dado el carácter campesino de estas gentes, en la fertilidad de la tierra;
de ahí la tendencia fundamentalmente matriarcal de esta religión.
En cambio, el pueblo indoeuropeo que llegó a Grecia tras diferentes migraciones creía en
divinidades "celestes", y era de marcado carácter patriarcal.
De la fusión de estos pueblos distintos y de sus distintas creencias nació, no sin conflictos
(en ocasiones difíciles de rastrear), la religión griega, que podemos considerar como plenamente
consolidada ya en época micénica (2ª mitad del 2º milenio a.C.). A pesar de todo, a lo largo de la
historia, la religión griega experimentó diversos influjos, aunque normalmente no profundos, de las
creencias de los pueblos con los que los griegos estuvieron en contacto: Hititas, babilonios,
fenicios, egipcios, persas, etc.
Todo este conglomerado heredado de creencias se expresó y canalizó a través de los mitos
(cuyo significado es todo aquello que se cuenta, aunque sea imposible su constatación objetiva en la
realidad, sea verdad o no).
En este aspecto, no hay que olvidar que los mitos eran, si no totalmente de invención, sí de
tratamiento libre. Es decir, la religión griega no era dogmática (ni siquiera existían sacerdotes
profesionales), no había "verdades" que todos debían aceptar ciegamente, sino que cada uno podía
interpretar y recrear los mitos (y por ende las creencias que llevan aparejadas) según su propia
opinión y personalidad. Esto se manifiesta claramente en la inexistencia en Grecia de "Libros
sagrados", infalibles, como puede ser el caso de la Biblia. En este sentido, es aplicable la frase de
Heródoto según la cual "los poetas dieron sus dioses a los griegos", tomándola en el sentido de que
los poetas expresaron literariamente (con todo lo que ello implica) las creencias religiosas de su
pueblo, ya sea en su aspecto culto y "oficial", ya en su aspecto popular y, a veces, marginal.
Obviamente, el primero de estos poetas del que nos queda constancia fue Homero.
Así, el mito griego es uno de los pilares básicos de la religión griega, y, en cierta
manera, también de la propia actitud vital del pueblo helénico.
La palabra mito (μῦθος) en un primer momento no significó otra cosa que "palabra o
relato". Sin embargo, con el paso del tiempo, fue adquiriendo otro sentido, pasando así a significar
todo lo que se podía contar, sin que la objetividad o la verdad o mentira fueran una parte esencial en
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él. Este término se opuso, por tanto, a logos (λόγoς), que se referiría a lo constatable objetivamente
en la realidad externa.
A pesar de esta acepción, el tema de los mitos griegos dista de ser arbitrario, ya que estaba
estrictamente, e incluso cronológicamente, delimitado y estaban relacionados en una trama
extraordinariamente coherente, con una continuidad íntima que se mantuvo hasta la baja
Antigüedad como un aspecto vital de la consciencia griega del pasado.
Sin embargo, en los textos clásicos que han sobrevivido, los mitos se han conservado, por
regla general, en virtud de breves alusiones que cabe analizar con cuidado si se quiere recorrer el
desarrollo y enfoque cambiante de un tema concreto. Esta característica se debe, sobre todo, a que
el oyente o lector de las obras literarias conocía muy bien los mitos, y a un autor le bastaba con
estas alusiones para considerarse comprendido por aquél. Pero también hay que saber que en la
literatura los mitos griegos se sometieron a modificaciones todavía más radicales que afectaban a la
práctica religiosa. Por eso los mitos se someten a un proceso continuo de aumento y adaptación, y
por este motivo constituyen el filón natural de las obras maestras de la literatura y el arte griegos,
como puede verse claramente, por ejemplo, en la tragedia.
El origen del mito se considera como "el resultado de la operación de la imaginación
ingenua sobre los hechos de la experiencia", pero esta afirmación debe ser matizada en el caso del
mito griego.
Los griegos tenían consciencia de que habían tenido un pasado glorioso: la época micénica
(destruida, según parece, por la invasión doria, que en la mitología no es más que el retorno de los
Heráclidas, los hijos de Heracles, a Grecia). Los testimonios de esta época llegaron a través de una
tradición primero oral y mediante poetas después; por lo tanto la realidad aparece alterada y, en
ocasiones, exagerada. La época micénica es la época de los héroes (que son los antepasados de los
nobles), hombres muy superiores a los contemporáneos de los narradores. Así pues, los griegos
tenían un conocimiento difuso de su prehistoria y su protohistoria. Los héroes eran, por lo general,
hijos o nietos de los dioses, que en aquella época mítica se paseaban por la tierra como por su casa,
el Olimpo.
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1.- COSMOGONÍA.
1.- PRIMEROS DIOSES “NATURALES”: GEA, ETC.
Al principio de todo existió el CAOS, vacío primordial y mezcla sin forma ni orden, no
creado de la nada pero tampoco siempre existente; era concebido como un enorme bostezo, o, si se
prefiere, un gran agujero negro hacia el que nada tendía, porque nada había fuera de él.
Del Caos surgió en primer lugar GEA, la Tierra, madre de todos, y por debajo de ella, en lo
más profundo, el TÁRTARO, abismo infernal por debajo del mismo infierno, y EROS, considerado
el más bello de los dioses, pero también el más cruel y terrible, y, en muchísimas ocasiones, el más
poderoso, pues sin él nada se puede crear1, y gracias a él se mantiene el orden del mundo (el
COSMOS), pues es el que provoca las uniones entre todos los seres.
Finalmente, del Caos surgieron ÉREBO (las tinieblas que rodean el mundo) y la NOCHE
(νύξ). A su vez, éstos gracias a Eros tuvieron contacto amoroso y de ellos nacieron ÉTER, el aire o
cielo superior, y DÍA (ἡμέρα), y también otros muchos hijos que, en muchos casos son
personificaciones o antropomorfizaciones de las vicisitudes que atraviesa la vida del hombre e
incluso de los sentimientos de éste, entre los que podríamos destacar: MOROS (el destino),
TÁNATOS (la muerte), y su hermano gemelo HIPNOS (el sueño), HESPÉRIDES (literalmente
“hijas del atardecer”, Héspero, aunque a éstas también se les considera hijas del Titán Atlas 2,
destacan por ser las guardianas del jardín de las manzanas de oro), MOIRAS (de nombre Cloto,
Láquesis y Átropo), son las diosas del destino, aquellas a cada uno le otorgan la parte que le toca en
la vida; son representadas como hilanderas, y así la primera va formando un hilo, la segunda lo teje,
y la última lo corta, lo que representa el momento de la muerte, pues cada uno de los hilos de estas
tejedoras representa la vida de una persona), NÉMESIS (propiamente la diosa de la venganza,
aunque en realidad es la encargada de restablecer el orden roto por los excesos y la desmesura),
ERIS (diosa de la discordia y madre de muchos males3), y también Vejez, Fatiga, Olvido, Hambre,
Dolor, Matanza, Odio, Mentira, y un larguísimo etcétera.
De Gea y Tártaro nació el monstruo TIFÓN, enorme gigante que a su vez engendraría otros
monstruos conocidos y de gran importancia en otros mitos. Incluso él mismo llegó a poner en
graves aprietos a los dioses olímpicos, de todo lo cual hablaremos posteriormente.
2.- HIJOS Y DESCENDIENTES DE GEA Y PONTO.
A su vez, Gea también engendró seres ella sola, como son las Montañas y también PONTO,
el mar, al cual después se unió y del que engendró a FORCIS, CETO, TAUMANTE, NEREO y
EURIBIA.
FORCIS y CETO tuvieron una descendencia monstruosa: Las GRAYAS, Las GORGONAS,
y LADÓN.
1
En otras versiones, Eros aparece como un jovencito o incluso como un niño alado hijo de Afrodita (diosa del Amor) y Ares (dios de la guerra).
Sobre las característica y atribuciones de éstas véase el duodécimo trabajo de Heracles.
3
Esta diosa tuvo una trascendental importancia en el origen de la guerra de Troya, y todo ello por culpa de una manzana.
2
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Las Grayas (cuyos nombres son Dino, Enio y Pefredo) son la personificación de la vejez
(ya eran viejas en el momento de nacer), y su característica más importante es que poseían un solo
ojo para las tres. Aparecen solamente en el mito relativo a las aventuras de Perseo.
Las Gorgonas también eran tres hermanas: Esteno, Euríale y Medusa. De todas ellas la más
conocida es MEDUSA, precisamente la única mortal. Se trataba de un monstruo con garras afiladas,
dientes puntiagudos y serpientes en la cabeza en lugar de pelo. Su aspecto era repugnante, por lo
que cualquier hombre que la mirara quedaba convertido en piedra. Fue el héroe Perseo el que
consiguió matarla, al cortarle la cabeza sin poner su mirada en ella. A partir de entonces esta cabeza
aparece en el escudo de la diosa Atenea, diosa de la guerra, con el que consigue aterrorizar a los
enemigos en cuanto éstos lo ven.
Según otra leyenda, Medusa era una bella muchacha que se unió al dios Posidón dentro del
templo de Atenea, por lo que ésta, irritada, transformó a la chica en un monstruo.
De la sangre de Medusa decapitada (quizás embarazada de Posidón, transformado en
caballo) nacieron Pegaso, un caballo alado (que fue montado por el héroe Belerofontes4, para matar
a la Quimera, que precisamente era descendiente de Medusa, como pronto veremos), que después
fue transformado en constelación; y Crisaor, un guerrero armado con una espada de oro. De éste y
de Calírroe (una hija del Titán Océano) nacieron Gerión y Equidna. Gerión era un monstruo con
tres cabezas que vivía en los confines del mundo, en Iberia, y que fue muerto por Heracles5.
Equidna, un monstruo con cuerpo de mujer y cola de serpiente, a su vez tuvo con el gigante Tifón
(anteriormente mencionado) a Orto (el perro monstruoso de Gerión), Quimera (monstruo con
cabeza de León, cuerpo de cabra y cola de serpiente, y que como hemos dicho fue muerto por
Belerofontes), la Esfinge (monstruo con cara de mujer, cuerpo de león y alas de águila)6, Cerbero
(el perro de tres cabezas guardián del infierno), la Hidra de Lerna (monstruo con cuerpo de perro y
nueve cabezas de serpiente, que volvían a surgir si eran cortadas), y el León de Nemea (cuya piel
era invulnerable)7.
Finalmente, Ladón era un dragón con cien cabezas muerto también por Heracles.
TAUMANTE engendró con Electra (otra hija del titán Océano) a IRIS y las HARPÍAS.
IRIS es la personificación del Arco Iris, y como éste, sirve de unión entre el cielo y la tierra,
pues el principal cometido de Iris es el de ser la mensajera de los dioses, no sólo entre ellos, sino
que también lleva los mensajes que los dioses quieren enviar a los mortales.
Las HARPÍAS son aves con cabeza de mujer, que se dedican a raptar (que es lo que
significa su nombre en griego) a niños o almas de vivos para llevárselas a los muertos. Tienen
diferentes nombres: Aelo y Ocípete, o bien Celeno, Nicótoe y Podarge. El principal mito en el que
aparecen es el relativo a Fineo, que se enmarca dentro del del Viaje de los Argonautas. De la unión
de una de éstas con el viento Céfiro (véase su genealogía más abajo) nacieron los caballos
inmortales de Aquiles, Janto y Balio.
NEREO es conocido como el viejo del mar, y, al contrario que sus hermanos, no se le suele
representar como un ser monstruoso, sino como un viejo que apacienta un rebaño de focas, aunque
a voluntad puede tomar la forma de cualquier animal. Tenía un carácter bondadoso, amable y
filantrópico, y suele ayudar a los marineros. Se caso con Doris, otra hija del titán Océano, con la
4
Este mito está relacionado con el personaje de Sísifo y con varios ciclos.
Véase el décimo trabajo de Heracles.
6
Con respecto a ella, véase el mito relativo a Edipo.
7
Sobre estos tres últimos véanse también los mitos relativos a los doce trabajos de Heracles.
5
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que tuvo cincuenta hijas, las NEREIDAS. Éstas, cuyos nombres conocemos, suelen actuar
colectivamente, aunque destacan tres: Tetis, que fue la madre de Aquiles; Anfitrite, que se
convirtió en la esposa del dios Posidón8; y Galatea, de la que se enamoró el cíclope Polifemo, uno
de los más conocidos personajes de la Odisea.
Finalmente, EURIBIA se unió al Titán Crío, sobre cuya descendencia hablaremos después,
al tratar sobre los Titanes.
3.- HIJOS Y DESCENDIENTES DE GEA Y URANO.
Gea también engendró ella sola al estrellado URANO, el cielo. Éste tenía las mismas
dimensiones que su madre, y cada noche la abrazaba y se unía ella. De Gea y Urano nacieron los
CÍCLOPES, gigantes con un sólo ojo en la frente, y cuyos nombres eran Arges, Brontes y
Estéropes (Rayo, Trueno y Relámpago), y los HECATONQUIROS (de nombre Coto, Briareo y
Giges), seres monstruosos con cincuenta cabezas y cien brazos (de ahí su nombre en griego). Por
temor a ellos Urano, en cuanto nacieron, los encerró en lo más profundo del Tártaro, pero después,
liberados por Zeus, resultarán una ayuda decisiva para éste en su lucha contra los Titanes,
especialmente los Cíclopes9, como más abajo veremos.
Posteriormente, Gea engendró de Urano a los TITANES y a las TITÁNIDES. Los Titanes
eran OCÉANO, CEO, CRÍO, HIPERIÓN, JÁPETO y CRONO; y las Titánides TETIS 10, FEBE,
TÍA, TEMIS, MNEMÓSINE y REA. A todos ellos también los ocultó Urano bajo tierra, por lo que
ésta, Gea, se encontraba agobiada y encargó a sus hijos que castraran a Urano. Todos tuvieron
miedo excepto Crono, al que Gea le entregó una hoz para que llevara a cabo su propósito. Así,
cuando Urano fue de nuevo a acostarse sobre Gea, Crono, que estaba escondido en ella, apareció de
pronto y le cortó los genitales a su padre.
Éstos fueron lanzados al mar, pero de las gotas de sangre que cayeron a la tierra nacieron
también nuevos seres: Las ERINIAS, los GIGANTES, Y las ninfas MELÍADES.
Las Erinias (de nombre Alecto, Tisífone y Mégera), bajo la forma de mujeres enlutadas, con
alas y serpientes sobre sus cabezas, se ocupaban sobre todo de vengar los crímenes cometidos por
los humanos, sobre todo los asesinatos. En muchas ocasiones aparecen como personificación de los
remordimientos. El hecho de nombrarlas podía ocasionar que se le aparecieran al que mencionara
su nombre, por lo que se las solía llamar con el eufemismo de “Euménides”11. Posteriormente
aparecen en el Infierno, donde se encargan de castigar las almas de algunos criminales con
antorchas y látigos.
Los Gigantes, a veces confundidos con los Titanes en algunas leyendas, tuvieron una
importancia fundamental en la lucha contra los dioses, de la que hablaremos más extensamente un
poco después, al tratar los temas de la Titanomaquia y la Gigantomaquia.
Las Melíades eran ninfas de los árboles, como otras muchas, en concreto de los fresnos,
dentro de los cuales vivían y a los que protegían.
8
Véase el apartado dedicado a este dios.
Éstos son diferentes y no deben confudirse con los que aparecen en la Odisea.
10
No confundir a ésta con la nereida del mismo nobre madre de Aquiles.
11
Véase con respecto a todo ello el mito relativo a Agamenón, Clitemnestra y Orestes.
9
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Por otra parte, los genitales de Urano al caer al mar formaron una espuma de la que nació la
diosa AFRODITA, que se convertiría en la diosa del Amor, de la belleza femenina, de la
sensualidad, por lo que siempre aparecerá joven y bella. De todos modos, de y de sus hechos,
hazañas y amores hablaremos al tratar el tema de los dioses olímpicos.
3.1.- Los Titanes y sus descendientes.
Los Titanes y las Titánides se unieron entre sí o con otras deidades, dando lugar a una larga
desdendencia de la que proceden no sólo un gran número de dioses, sino también los hombres.
Destacaremos en primer lugar, dada la importancia que tuvieron en mitos posteriores, a los
hijos de CRONO y REA. Crono, una vez que destronó a su padre, se convirtió en el rey del cielo y
se casó con su hermana Rea. Crono sabía por un oráculo que uno de los hijos que engendrara con
Rea le arrebataría el trono, y por ello iba devorando a sus hijos según nacían (Crono fue identificada
con el tiempo, que, efectivamente, todo lo devora). Seis fueron los hijos de Crono y Rea, tres niñas
y tres niños: DEMÉTER, HESTIA, HERA, POSIDÓN, HADES y ZEUS. Todos ellos fueron
devorados por su padre excepto el último, Zeus, pues, en el momento de nacer su madre lo escondió
en la isla de Creta y le entregó a Crono una piedra envuelta en pañales para que la devorara como si
fuera su hijo. Zeus fue criado en Creta por una cabra, Amaltea, que poseía el llamado cuerno de la
abundancia, del que podía salir todos los alimentos y riquezas que uno deseara. Cuando esta cabra
murió, Zeus formó con su piel la égida, y la propia cabra fue transformada en la constelación de
Capricornio. Por otra parte, unos enanos, llamados Curetes (posiblemente nacidos también de la
tierra), golpeaban sus escudos de bronce en una especie de danza para ocultar el ruido producido
por el llanto de Zeus, todavía niño, y que no lo oyera Crono.
Cuando Zeus creció, intentó derrocar a su padre Crono y ocupar el trono del cielo, dando
lugar a una guerras llamadas Titanomaquia y Gigantomaquia; pero de todo esto hablaremos
después.
De OCÉANO Y TETIS nacieron todos los RÍOS y unas ninfas denominadas OCEÁNIDES,
cuyo número se suele situar en unas tres mil. De estas oceánides, unidas a dioses e incluso a
hombres, nacieron también otros muchos dioses y héroes que aparecen en diferentes mitos. Por otra
parte, Océano es considerado como la masa de agua que, en forma circular rodea la superficie
terrestre.
De CEO y FEBE nacieron ASTERIA y LETO. De Asteria se enamoró Zeus, pero ella lo
rehuía y se transformó en codorniz hasta que cayó al agua, donde se transformó en una isla, Ortigia.
Ésta era una isla errante en el mar, hasta que acogió a su hermana Leto para que diera a luz. En
efecto, ésta, también amada por Zeus, engendró dos hijos, Apolo y Ártemis, que se convertirían en
dioses olímpicos, como veremos en el capítulo siguiente. Desde entonces, la isla quedó fija y
recibió el nombre de Delos.
De HIPERIÓN y TÍA nacieron HELIOS, EOS y SELENE (personificaciones del Sol, la
Aurora y la Luna respectivamente). De Helios se cuenta que recorre la tierra de este a oeste en un
carro dorado tirado por cuatro caballos, guiados al principio por Eos (que lleva un velo de color
azafrán, amarillo o anaranjado, al igual que se ve el principio del amanecer). Sobre este aspecto, se
cuenta que uno de los muchos hijos de Helios, Faetón, que fue criado en Etiopía por el rey
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Céfalo12, al enterarse de quién era su verdadero padre, le pidió a éste que, como prueba de que era
realmente su hijo, le dejara guiar un día su carro. Helios, después de muchas reticencias aceptó, y
así el muchachó montó en el carro y empezó a guiarlo, pero en su inexperiencia los caballos se
desbocaron y se apartaron de su ruta, por lo que se alejaron mucho de los polos provocando que
éstos se congelaran, y se acercaron mucho a la zona tropical, con lo que provocaron grandes
incendios y que los habitantes de estas zonas quedaran con la piel tostada. Finalmente, Zeus lo
fulminó con un rayo y el chico cayó a un río, donde lo recogieron sus hermanas, las Helíades, que lo
lloraron tanto que sus lágrimas quedaron convertidas en gotas de ámbar y ellas mismas fueron
transformadas en álamos. Otros hijos de Helios son Eetes (padre de Medea) 13, Pasífae (esposa de
Minos y madre del Minotauro), Circe y, quizás, Calipso14, entre otros.
De CRÍO y EURIBIA (una de las hijas de Ponto) nacieron ASTREO, PERSES y
PALANTE.
Finalmente de JÁPETO Y CLÍMENE (ésta era una Oceánide) nacieron ATLAS,
MENECIO, PROMETEO Y EPIMETEO, estos dos de transcendental importancia para el género
humano.
Además, todos éstos, también denominados Titanes, tuvieron una gran descendencia, bien
unidos entre sí, bien a otros dioses.
Así de Palante y Estigia (otra Oceánide) nacieron entre otros Zelo, Nike, Cratos y Bía
(personificaciones de Celo, Victoria, Fuerza y Violencia).
De Perses y Asteria nació HÉCATE. Ésta es en realidad una diosa polivalente, pues puede
favorecer a los hombres en diferentes aspectos y proteger a los niños, pero también es la diosa de la
magia, de las brujas y de los hechiceros, de ahí que también se le considere diosa de las almas de los
muertos, y esté presente en las encrucijadas, como símbolo de los diversos caminos que puede
tomar la vida de los hombres, en cuyo nacimiento y muerte también está presente.
De EOS y Astreo nacieron los cuatro vientos Céfiro, Bóreas, Noto y Euro, así como otros
vientos, pero también diversas estrellas y Eósforo, el lucero de la mañana. Sin embargo Eos, por
una “maldición” de Afrodita, siempre estaba enamorada, y son muchísimos los amantes que se le
atribuyen. Entre estos destacan: Orión (personaje de muy diversas genealogías, quizás hijo de Gea),
un gigante que fue transformado en estrella15, la cual deja de verse cuando aparace la aurora, por lo
que su supone que es raptado por ésta. Y Titono, hermano de Príamo,16 para el que la diosa pidió la
inmortalidad, que le fue concedida, pero olvidó pedir también la eterna juventud, por lo que Titono
fue envejeciendo continuamente durante siglos, hasta que fue convertido en una cigarra. Con Titono
tuvo Eos a Memnón, rey de Etiopía que fue muerto por Aquiles durante la guerra de Troya.
ATLAS, que tuvo una importancia decisiva en la lucha de los Titanes contra Zeus y otros
dioses (como más abajo veremos), se casó con la Oceánide Pléyone. De esta unión nacieron
Hiante, las Híades y las Pléyades. Se cuenta que Hiante murió al ser mordido por una serpiente
por lo que sus hermanas, las Híades, murieron también de pena, pero Zeus, en agradecimiento por
haber cuidado a su hijo Dioniso cuando era un niño, las transformó en una constelación. En algunas
versiones se cuenta lo mismo de sus hermanas, las PLÉYADES, sin embargo el mito más conocido
cuenta que éstas, junto con su madre, eran acosadas por el gigante Orión, que se había enamorado
12
Éste también aparece en el mito de Perseo y Andrómeda.
Véase el mito relativo al viaje de los Argonautas.
14
Éstas dos tienen un papel decisivo en la Odisea.
15
Véase a este respecto el mito relacionado con las Pléyades, hijas de Atlas.
16
Véase el ciclo troyano.
13
Tema V. Mitología. Pág. 7
de ellas. La persecución duró cinco años, hasta que Zeus, para evitar el sufrimiento de tan largo
acoso, transformó a las Pléyades en una constelación y a Orión en una estrella que, a pesar de ello,
sigue persiguiéndolas en el firmamento.
Todas las Pléyades (cuyos nombres son Alcíone, Celeno, Estérope, Electra, Maya,
Táigete y Mérope) se habían unido previamente a diferentes dioses, excepto la última, Mérope, que
al ser la única en unirse a un mortal sintió vergüenza, por lo que, una vez transformadas en estrellas,
es la que menos brilla de la constelación. Entre estas uniones destacan la de Maya con Zeus, de
quien engendró al dios Hermes; la de Táigete con Zeus, también, de cuya unión nació
Lacedemón17; y también con Zeus la de Electra, que tuvo del dios a Dárdano, uno de los míticos
fundadores de la ciudad de Troya18. Por su parte Mérope se unió al mortal Sísifo19, con el que tuvo
a Glauco.
Por su parte, PROMETEO aparece como el gran benefactor del género humano. En algunos
mitos aparece como el que formó, junto con su hermano, EPIMETEO, a los hombres a partir del
barro20. Se cuenta que cuando los dioses encargaron a los dos hermanos que repartieran diferentes
habilidades entre la distintas especies animales que poblaban la tierra, Epimeteo olvidó al género
humano, por lo que, al no quedar ya nada que repartir (ni velocidad, ni garras fuertes, ni alas para
volar, etc.), Prometeo tuvo que reparar la situación y “sólo” pudo entregar a los hombres la
inteligencia y el lenguaje, que hasta entonces era patrimonio exclusivo de los inmortales.
Para ello, se cuenta que Prometeo entregó a los hombres el fuego (símbolo de la inteligencia
y la capacidad de crear), después de robarlo del Olimpo (residencia de los dioses) escondido en una
caña. Por si ello fuera poco, en el momento de repartir la comida entre dioses y hombres, Prometeo,
después de hacer dos partes con un animal muerto, apartó la grasa de la carne de éste y envolvió con
ella los huesos, por lo que éstos tenían aparentemente un aspecto más apetitoso. Así se fue ante
Zeus y le dio a elegir qué parte quería para las dioses. Zeus sin darse cuenta del engaño eligió la
parte que estaba envuelta de grasa, y a partir de entonces los hombres pueden comer la carne de los
animales, y dejan para los dioses la grasa y los huesos.
Ante todos estos hechos, Zeus se irritó mucho no sólo con Prometeo, sino también con la
raza humana, por lo que se propuso castigarla. Así, con la ayuda de su hijo Hefesto formó una
mujer, a la que cada dios le hizo un regalo (regalos que son aquello que puede resultar perjudicial
para los hombres), por lo que esta mujer recibió el nombre de PANDORA. Finalmente Zeus le dio
vida y le entregó una caja que sería el regalo de bodas para el que se casara con ella.
Zeus le entregó Pandora a Prometeo, pero éste, receloso de los regalos de Zeus, no la aceptó.
Sin embargo Epimeteo21, en cuanto vio a la chica, se enamoró de ella y quiso casarse
inmediatamente. Prometeo intentó disuadir a su hermano, pero al comprobar que no lo conseguiría,
le advirtió que de todos modos nunca abriera la caja que Pandora llevaba como regalo de bodas.
Epimeteo le aseguró que así lo haría, pero al poco tiempo no pudo resistir la tentación, y animado
por Pandora abrió la caja. En ese momento todos los males que afectan a los hombres, que
precisamente era el contenido de la caja, se esparcieron por el mundo y aquí siguen hasta nuestros
días. Sólo quedó en la caja, después de que Epimeteo consiguiera cerrarla, la esperanza22.
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Sus descendientes pueden verse en el ciclo Micénico.
Véase el ciclo Troyano.
Véase el mito relacionado con éste y con su descendiente Belerofontes.
En otros mitos prodremos comprobar que los hombres son hijos de la tierra, y también descendientes de Deucalión, hijo, a su vez, de Prometeo.
Prometeo, significa, más o menos, “el que piensa antes”, y Epimeteo, “el que piensa después”.
El significado del hecho de que la esperanza quede encerrada, como mal, en la caja, es todavía hoy objeto de discusión.
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Más tarde Zeus también quiso aniquilar la raza humana (aunque también por otras razones a
las expuestas) ahogándola mediante un diluvio23.
Por su parte, a Prometeo, por la burla que le había hecho y por compartir los beneficios de
los dioses con los hombres, lo ató en una montaña del Cáucaso. Allí, cada día, aparecía un águila y
le devoraba el hígado a Prometeo, causándole grandes sufrimientos. Sin embargo el hígado volvía a
reproducirse por la noche, y al día siguiente sucedía lo mismo. Así ocurrió durante mucho tiempo
hasta que Prometeo fue liberado por Heracles, un hijo de Zeus. Éste lo permitió a condición de que
Prometeo le revelase a Zeus un secreto esencial para que mantuviera el poder, y que hacía
referencia a la Nereida Tetis24.
Finalmente hubo dos Titánides que tuvieron hijos con el propio Zeus:
Con MNEMÓSINE (que es la personificación de la memoria) Zeus se unió durante nueve
noches, y de esta unión nacieron la nueve MUSAS. Éstas son las que inspiran a los poetas y otros
artistas, en su trabajo, y suelen formar parte del cortejo de Apolo, dios de las artes, la música, etc.,
aunque suelen ser imaginadas bailando en diferentes montes25. En un principio las musas no tenían
una cualidad específica determinada, pero posteriormente cada una fue adscrita a un arte concreto, y
así tenemos: Calíope (Musa de la poesía épica), Clío (de la historia), Erato (de la lírica elegíaca y
amorosa), Euterpe (de la música), Melpómene (de la tragedia), Polimnia (del canto y la retórica),
Talía (de la comedia), Terpsícore (de la danza), y Urania (de la astronomía). A su vez, algunas de
las Musas también tuvieron hijos, pero de ello hablaremos en otro lugar.
Con TEMIS (que personifica la Justicia, entendida como el orden normal establecido o la
conducta natural que dioses y hombres deben seguir) engendró Zeus a la HORAS, diosas que
personifican tres estaciones del año, aunque generalmente se las relaciona con nociones y
actividades relativas a la fertilidad y la fecundidad, de ahí sus atribuciones y nombres: Irene (Paz),
Eunomía (Orden) y Dice (Justicia). Suelen ser representadas como tres bellas chicas que bailan, y
entre sus actividades destacaban las de abrir o cerrar las puertas del cielo a las nubes, y aparejar los
caballos del carro de Helios. Además son las que recibieron a la diosa Afrodita cuando, después de
nacer, salió del mar, y las que cuidaron a Pluto (la riqueza) cuando era un niño, especialmente
Irene.
3.2.- La Titanomaquia y la Gigantomaquia.
Cuando Zeus se rebeló contra su padre Crono e intentó arrebatarle el trono del cielo, todos
los Titanes (excepto Océano), y sus hijos, dirigidos por Atlas, se pusieron de parte del último. Fue
así como empezó la Titanomaquia, la lucha por el cielo, entre los Titanes y los dioses (Zeus y sus
hermanos).
Diez años duraba la guerra cuando Zeus, por indicación de Gea, liberó a los Hecantoquiros y
a los Cíclopes (que continuaban encerrados por Crono en el Tártaro), que inmediatamente se
pusieron de parte de los dioses. Además los Cíclopes entregaron a Zeus el rayo el trueno y el
relámpago, armas terribles con las que el dios pudo derrotar definitivamente a los Titanes.
Como castigo, Zeus encerró a los Titanes en lo más profundo del Tártaro y los rodeó con
una muralla de bronce y la Noche los envolvió con tres capas, y les puso como guardianes a los
23
Todo ello lo expondremos en el apartado dedicado a la estirpe de los hombres (3).
Véase sobre ello el mito relativo al nacimiento de Aquiles.
25
El término “Musa”, viene a significar, etimológicamente, “chica de la montaña”.
24
Tema V. Mitología. Pág. 9
Hecantoquiros. Sólo Atlas tuvo otro castigo: Éste fue desterrado a la parte más occidental del
mundo, junto al mar que ahora lleva su nombre, y allí fue obligado a aguantar sobre sobre sus
hombros todo el orbe de la tierra. Sólo una vez pudo descansar, cuando Heracles lo relevó durante
un corto espacio de tiempo26. Finalmente fue transformado en una cordillera de montañas, que
todavía tienen su nombre, en el norte de África.
También los Gigantes, nacidos de la sangre de Urano cuando fue castrado, declararon la
guerra a los jóvenes dioses olímpicos. Los gigantes pusieron en graves apuros a los dioses, aunque
finalmente éstos consiguieron vencerlos, si bien en esta ocasión contaron con la ayuda de un,
todavía, mortal, Heracles, que se enfrentó precisamente al más fuerte de ellos, Alcioneo. Éste podía
recobrar toda su fuerza en cuanto tocaba a su madre, la Tierra, por lo cual Heracles tuvo que
levantarlo del suelo y, mientras lo sostenía, lo ahogó (aunque esto mismo se cuenta de otro gigante,
Anteo), o bien lo sacó de la región en la que había nacido, con lo que perdía su fuerza, y allí lo
mató.
Finalmente, Gea instigó a su hijo Tifón, tenido con Tártaro, a atacar a los dioses como
venganza por haber matado a los Gigantes. Éste también era un Gigante, pero mucho más grande,
pues su cabeza llegaba al cielo y sus brazos se extendían de Oriente a Occidente. Su cuerpo tenía
alas, de sus ojos salía fuego, tenía cien cabezas de serpientes, y sus piernas eran un conjunto de
víboras. Ante su vista todos los dioses huyeron y sólo Zeus se dispuso a hacerle frente con la hoz
con la que Crono había mutilado a Urano, pero Tifón se la arrebató y le cortó los tendones a Zeus,
con lo que éste quedó indefenso y encerrado en una cueva. Sin embargo Hermes y Pan consiguieron
colocárselos de nuevo, con lo que Zeus volvió a la lucha, esta vez armado con el rayo. A pesar de
que Tifón le lanzaba continuamente montañas, Zeus hirió una y otra vez con el rayo al monstruo (y
le causó tanta sangre que el monte sobre el que estaba situado recibe todavía el nombre de Hemón,
“sangriento”), hasta que consiguió vencerlo y encerrarlo debajo de la isla de Sicilia. Se cuenta que
el volcán de esta isla, el Etna, está situado justo encima de la boca del monstruo, y entra en erupción
cuando el monstruo todavía lanza fuego.
Tras la guerra con los Titanes los dioses fijaron su residencia en el Olimpo, el más alto de
Grecia, y se repartieron el mundo. A Zeus le correspondió el cielo, a Posidón el mar, y a Hades el
mundo subterráneo. (En algunas versiones la tierra también correspondería a Zeus, aunque ésta
parece ser patrimonio de, o quedar repartida entre todos).
Más tarde Zeus se casó con su hermana Hera, pero, enamoradizo como era, también inició
sus andanzas amorosas por el cielo y la tierra, con lo que ...
Pero esto lo contaremos en el
siguiente capítulo.
26
Véase el duodécimo trabajo de Heracles.
Tema V. Mitología. Pág. 10
2.- LOS DIOSES OLÍMPICOS.
Después de destronar a su padre Cronos, y después de la terrible lucha que siguió, en lo que
hemos conocido como la Titanomaquia, entre los hermanos y partidarios de Cronos, los Titanes, y
Zeus y sus hermanos, éstos, tras su victoria, decidieron repartirse el nuevo mundo que iban a
gobernar.
Como hemos visto, Zeus, que había sido el principal artífice en la conquista del nuevo poder
se estableció como dueño del cielo y de todos los elementos que de él dependen. Posidón se
convirtió en soberano del mar y de las aguas. Y Hades se quedó con el mundo subterráneo y de todo
lo que hay bajo tierra, siendo así el soberano del mundo de los muertos. Finalmente, la superficie de
la tierra quedó como dominio conjunto de todos los dioses.
Estos dioses, y gran parte de sus descendientes, fijaron su residencia (tenida en unas
ocasiones como real, pero en otras como simbólica o simplemente ficticia) en las cumbres rodeadas
de nubes del monte más alto de Grecia, el monte Olimpo, de pronunciadísimas pendientes casi
inaccesibles para el hombre, por lo que los palacios de la cima, en los que viven los dioses, son
prácticamente invisibles para los hombres. De ahí que estos dioses, especialmente Zeus y sus
descendientes (pues Posidón y Hades tienen sus residencias preferidas en sus dominios
particulares), sean conocidos como Dioses Olímpicos.
El número de dioses en Grecia es amplísimo, e incluso varía según autores el número de
dioses olímpicos, que serían, por decirlo de alguna manera, los más importantes (con permiso de los
demás), aunque no necesariamente siempre los más objeto de culto. Sin embargo los dioses tenidos
como olímpicos más habitualmente por la mayor parte de los estudiosos son catorce: Zeus y sus
cinco hermanos, más otros ocho hijos de Zeus (en algunas versiones son doce, con las exclusión,
variable, de algunos de ellos).
Todos ellos se caracterizan por su inmortalidad y su gran poder, lo que no siempre les libra
del sufrimiento y del sometimiento a algunas fuerzas naturales, como el destino; es decir no son
omnipotentes. Pues otra característica muy importante de los dioses griegos es su antropomorfismo,
lo que implica una estrecha relación con los seres humanos y, sobre todo, que compartan muchas
peculiaridades con éstos.
Así, todos los dioses mantienen relaciones, en mayor o menor medida, con los hombres, no
sólo para que éstos les ofrezcan sacrificios para obtener su favor, sino también relaciones más
cercanas en muchas ocasiones: Tienen sus personajes favoritos a los que ayudan, pero también
castigan a otros que les resultan odiosos, también caprichosamente. E incluso mantienen relaciones
sexuales con muchos de ellos, de los que engendran un gran número de hijos, los llamados héroes o
semidioses, y que serán protagonistas de muchos episodios míticos. Es cierto que en muchas
ocasiones los humanos aparecen como juguetes o mero objeto de diversión para los dioses, pero
éstos también se involucran mucho en su vida y les afectan nuestros sentimientos.
También los dioses comparten muchos rasgos de humanidad. No sólo se les representa con
figuras humanas y tienen nuestros rasgos físicos, sino que psicológicamente también comparten
nuestros sentimientos, virtudes y defectos, si bien ellos son siempre jóvenes, más bellos (en general)
y poderosos.
Tema V. Mitología. Pág. 11
Estos rasgos también se reflejan en la estructura jerárquica que mantienen, asimilable a la de
la sociedad griega arcaica, aunque también contagiada de su flexibilidad posterior.
Según esto, se puede establecer un panteón griego con los dioses más importantes. Estos
son:
-
Zeus (Ζεύς): Es llamado padre de dioses y hombres. Es el más importante, y con él
están emparentados los demás dioses. Tiene el poder del mundo, aunque simbólicamente lo
comparte con sus hermanos Poseidón y Hades. Propiamente es el dios del cielo y tiene en su poder
el rayo, el trueno y el relámpago, así como la lluvia, y otros fenómenos atmosféricos. Es el protector
de los juramentos, de las leyes de la hospitalidad y de la justicia. De su unión con diosas nacieron
otros muchos dioses (Atenea, Apolo, Artemis, Hermes, Ares, Hefesto, Hebe, Perséfone, Las Horas,
Las Moiras, Las Musas, etc.), y con mujeres mortales muchos semidioses y héroes (como Dioniso,
que sí es un dios, Heracles, Minos, Helena, Perseo, y un larguísimo etcétera)27. Los mitos en los que
interviene son muchísimos, y de hecho no hay apenas ninguno en el que no aparezca de una manera
u otra.
-
Posidón (Πoσειδώv): Es hermano de Zeus
y el dios del mar, simbolizado por el
tridente, y bajo el cual tiene sus palacios y posesiones. Así mismo puede provocar los terremotos
(como dios de los caballos). Se le representa como un dios violento y frecuentemente poco amigo
de los hombres. Se le rendía culto en muchos lugares, pero en Atenas fue derrotado por Atenea.
Está casado con la nereida Anfitrite, pero también tuvo muchas amantes, de las que, en general,
nacieron seres monstruosos y malvados, entre los cuales podemos destacar a Polifemo (y otros
Cíclopes), Crisaor, Pegaso y el gigante Orión.
- Hades (Ἅιδης): Es también hermano de Zeus y el dios del mundo subterráneo, y, por
tanto, del Infierno y guardián de los muertos. Se le representa sombrío y triste. Como poseedor de
todo lo que hay bajo tierra (incluidas las riquezas) tiene el sobrenombre de Plutón ("el rico").
Cuando una persona moría y le eran tributados los correspondientes honores (ser quemado o
enterrado con una monedita bajo la lengua), su alma era guiada por Hermes hacia el infierno. Antes
de entrar debía pagarle al barquero Caronte para que lo ayudara a cruzar el río tras el cual estaba el
mundo de los muertos (este río era el Aqueronte, pero en otras versiones se trata de la laguna
Estigia, formada por aquél, el Piriflegetonte, el río de fuego, y el Cocito, el río de las lágrimas de los
vivos que lloran a sus muertos). Una vez allí, lo esperaba el perro Cerbero, que le impedía escapar,
y se situaba en el campo de Asfódelos, donde podía olvidar su vida pasada. A continuación pasaba a
ser juzgada por los jueces Minos, Radamantis y Éaco, quienes, según sus acciones, lo enviaban o
los Campos Elíseos o Isla de los Bienaventurados (si sus acciones fueron buenas) o, por el
contrario, al Tártaro, donde recibía el correspondiente castigo (allí estaban, por ejemplo, Tántalo,
Sísifo, Ixión o las Danaides). En alguna ocasión el alma de un muerto podía reencarnarse, pero para
ello debía beber antes de las aguas del río Leteo (el del olvido). A pesar de lo dicho, en épocas más
arcaicas, como aparece en la Odisea, el mundo de los muertos (situado en el extremo norte) no es
más que un mundo de sombras, común a todos, y de olvido.
Hades se casó con su sobrina Perséfone, hija de Deméter, después de haberla raptado (cf. los
misterios de Eleusis).
27
De algunos de éstos ya hemos hablado en capítulos anteriores, y otros aparecerán en los siguientes.
Tema V. Mitología. Pág. 12
-
Hera (Ἥρα):
Hermana y esposa de Zeus. Es la protectora del matrimonio, y
representa los derechos de la mujer como esposa. También protege los lugares públicos y es patrona
de los partos. En Homero aparece irritable y poco simpática, dedicada a perseguir a las amantes de
Zeus (cosa comprensible dadas las continuas infidelidades de su marido). No obstante, también
aparece en otros mitos, como el de la manzana de la discordia, que dará origen a la guerra de Troya,
o como protectora de Jasón en su viaje con los Argonautas. Con Zeus tuvo a Ares, a Hebe (la
juventud) y a Ilitía (diosa de los partos).
- Deméter
(Δημήτηρ): También hermana de Zeus. Es la diosa de los cereales y de la
fertilidad de la tierra, y por tanto se relaciona con el ciclo de la vegetación (y, este sentido, está
relacionada con el mundo subterráneo). Tuvo una hija con el propio Zeus, Perséfone, que fue
raptada por Hades y convertida en su esposa, pese a la oposición de Deméter (cf. los Misterios de
Eleusis). Con este mito está relacionado el hecho de que fue la misma Deméter la que enseñó a los
hombres la agricultura, de la que también es diosa.
- Hestia
(῾Εστία): Hermana también de Zeus. Es la mayor de los hijos de Crono y Rea.
Es la personificación del fuego del hogar. Carece de mitos propios, aunque era muy venerada en
todas las casas y templos.
- Atenea, Palas
(Ἀθηνᾶ, Πάλλας): Es la hija preferida de Zeus, nacida de su cabeza
tras tragarse a Metis (que se había convertido en una gota de agua). Es protectora de Atenas y diosa
de la guerra en su aspecto técnico. También es la diosa de las artes, de la artesanía en general y de la
cultura. Es, por tanto, una de las diosas más importantes de Grecia. También es llamada Παρθέvoς
("Virgen"). En muchos mitos aparece como protectora de varios héroes, aunque también puede ser
vengativa. Como diosa guerrera sus atributos son el casco y la lanza, pero también es protectora de
la paz y de las actividades que conlleva, por eso también tiene como atributo el olivo.
-
Apolo (᾿Απόλλωv): Es también uno de los dioses más importantes. Hijo de Zeus y
Leto, y hermano gemelo de Ártemis. Es llamado también Febo ("el de la luz"). Es el dios de la
música y de las artes, así como el de la luz (posteriormente fue asimilado a Helios, el sol), de la
medicina y del arte de la adivinación, de ahí que hubiera un oráculo dedicado a él en Delfos (Cf.
Oráculos). También está relacionado con la gimnasia y la desnudez (como representante de la
belleza masculina) y, como su hermana Ártemis, con la caza (con sus flecha también puede
provocar epidemias). Estuvo muchas veces enamorado, pero no siempre tuvo éxito, a pesar de su
belleza, pues muchas amantes lo rechazaron (como Dafne, Casandra, etc.). A pesar de ello también
tuvo varios hijos, muchos de ellos relacionados con la música o con la medicina, como Asclepio
(éste era médico, y tenía no sólo la facultad de sanar a todos los enfermos, sino también de resucitar
a los muertos; pero ante las quejas de Hades, pues el Infierno estaba quedándose vacío, Zeus lo
fulminó con su rayo). El mito de su nacimiento guarda relación con los celos de Hera, pues cuando
ésta se enteró de que Leto estaba embarazada por Zeus, la diosa pidió a la Tierra que impidiera a
Leto dar a luz. Por ello Leto andaba errante y no encontraba ningún lugar para tener a sus dos hijos,
hasta que encontró una isla flotante (Ortigia), que, por tanto, no pertenecía al ámbito de la Tierra.
Allí pudo al fin dar a luz, y la isla quedo fijada a la Tierra. A partir de ese momomento la isla se
consideró sagrada y cambió de nombre: Delos (“Brillante”), con lo que se convirtió en un centro de
culto para los griegos, sobre todo los jonios (cf. La liga de Delos), donde no se podía verter sangre.
Tema V. Mitología. Pág. 13
-
Artemis (῎Αρτεμις): Hermana gemela de Apolo. Es la soberana de los montes
y
diosa de las fieras salvajes (πότνια θηρῶν), aunque se la representa como cazadora. De la misma
forma, es la diosa de la virginidad, aunque también protege los partos. Suele estar por los bosques
de los montes y en sus fuentes acompañada por un cortejo de ninfas. Es protectora de éstas y de las
jóvenes vírgenes, pero también es muy celosa y vengativa, como lo demuestra el mito de Acteón,
un cazador que accidentalmente vio desnuda a la diosa, y ésta lo convirtió en ciervo, con lo que fue
devorado por sus propios perros. También el mito de Níobe, a la que, por celos por su fecundidad,
junto con su hermano Apolo, mató a sus hijos. Níobe lloró tanto por esta pérdida que terminó por
transformarse en roca, de la que todavía mana el agua de sus lágrimas. De modo semejante a su
hermano, a Ártemis se le asimiló a la Luna y a la diosa Hécate.
-
Hefesto (῞Ηφαιστoς):
Hijo de Zeus y Hera. Es el dios del fuego y del trabajo.
Aunque es un dios, se le representa feo y cojo. En realidad, según algunas versiones, Hefesto es hijo
sólo de Hera, al que tuvo en venganza por el nacimiento de Atenea (teóricamente sólo de Zeus). Por
ello Zeus (o tal vez la propia Hera al ver su fealdad) lo lanzó desde el Olimpo a la tierra, de ahí su
cojera. Es el que hace los palacios para los dioses y sus armas, aunque también para algunos
hombres, como Aquiles. Como herrero tiene una fragua, ubicada bajo el volcán Etna u otros
volcanes. Paradójicamente, se casó con la diosa de la belleza, Afrodita, aunque ésta le fue
constantemente infiel, como se ve en el episodio de la Odisea, en el que se cuentan los amores de
Ares y Afrodita y su descubrimiento por Hefesto.
-
Dioniso (Διόvυσoς):
Hijo de Zeus y Semele, una mortal, hija de Cadmo, rey de
Tebas (lo que es poco habitual en la mitología, y quizás por eso Dioniso es un dios un tanto
particular). Es el dios del vino, y por tanto también de la alegría, pero asimismo provoca los
sentimientos más irracionales del hombre. Llegó a ser muy importante en Grecia, y a él están
dedicadas principalmente las representaciones teatrales (cf.: Teatro, Dionisias). Es llamado también
Baco. En cierto modo provoca también la inspiración poética y la orgiástica, y los mitos en los que
aparece suelen estar en relación con ello. Está en conexión con el culto a la fertilidad de la tierra
(pero principalmente en su aspecto “salvaje” y exuberante), y como tal es representado con un falo
en las procesiones dedicadas a él. También están relacionadas con él algunas religiones mistéricas y
populares, como el Dionisismo
-
Ares (῎Αρης): Era hijo de Zeus y Hera (légitimo, por tanto). Dios de la guerra en su
aspecto más brutal e irracional, y también de la muerte violenta y de la sangre derramada (de ahí
que sus atributos sean el casco y la lanza). Gozaba de poca simpatía entre los griegos, y tenía pocos
lugares de culto (aunque en Atenas tenía una colina dedicada a él: El Areópago). Tampoco aparece
un muchos mitos. Generalmente los hijos que tuvo suelen ser seres malvados y monstruosos, o
personificaciones de diferentes aspectos de la guerra, como Fobos y Deimos. No obstante, una
excepción es la hija que tuvo con Afrodita: Harmonía.
- Hermes
(῾Ερμῆς): Hijo de Zeus y Maya (una de las Pléyades) Es el mensajero de los
dioses, junto con Iris. También es protector de la gimnasia y, en parte, de la música, y por ello
protege los gimnasios y pasa por inventor diversos instrumentos, como la lira y la flauta. Es el dios
del comercio, de los viajes y, en cierto modo, protector de los ladrones (ya nada más nacer robó
ganado a su hermano Apolo). También suele ser representado como protector de los hombres en
general, y en los caminos se colocaban piedras que lo representaban como protección para los
Tema V. Mitología. Pág. 14
caminantes. Se le representa siempre joven y con unas sandalias con alas y un sombrero y con un
“caduceo”, símbolo del poder de Zeus, y que resulta benéfico para los hombres (y por ello ahora es
el símbolo de las farmacias). Es también el que conduce las almas de los muertos (“psicopompo”)
hasta los límites del mundo de los muertos, pero él, como dios, no puede entrar allí.
-
Afrodita (᾿Αφρoδίτη): Hija de Zeus y de Dione en unas versiones, y de Urano al
brotar de la espuma en otras. Es la diosa del amor, de la belleza (es de las pocas diosas que se
representaban desnudas) y de la fecundidad, y se la relaciona con los jardines y las flores. Su animal
representativo es la paloma. Recibe los sobrenombres de Cipris y Citerea por los supuestos lugares
en los que nació. Su culto estaba extendido por muchos lugares, pues también es protectora de los
marineros. Participa en diferentes mitos, como el del juicio de Paris. Se la representa alegre y
bondadosa, aunque también puede ser muy vengativa. Es también de las pocas diosas que se
unieron a mortales, como Anquises, con el que tuvo al héroe troyano Eneas. De los varios hijos que
tuvo con dioses destaca Eros, el dios del amor, al que se le representa como a un niño o joven con
alas, que, indiscriminadamente, va lanzado flechas de oro que provocan el enamoramiento en
mortales e inmortales (pero también de plomo, que provocan el odio). De ahí que tanto a éste como
a su madre Afrodita se les considere los más poderosos de los dioses.
Tema V. Mitología. Pág. 15
3.- LA ESTIRPE DE LOS HOMBRES (ANTROPOGONÍA).
Muchos son los mitos griegos que hacen referencia al origen de la humanidad. Son muchos
y en ocasiones contrapuestos, si bien todos confluyen en un punto que más abajo indicaremos.
Los hombres están hechos a semejanza de los dioses, con quienes comparten, básicamente,
sus características físicas y psicológicas (aspecto que podría dar pie a la explicación inversa: que los
dioses están hechos a semejanza de los hombres). Pero los hombres están expuestos a las penurias
de la vida, a las enfermedades, etc., al contrario que los dioses, considerados siempre felices. Sin
embargo la diferencia esencial entre dioses y hombres es que éstos son mortales (βροτοί en griego),
mientras que los dioses son inmortales ἀθάνατοι o ἄμβροτοι).
De entre los relatos antropogónicos vamos a destacar tres, los más importantes, que han
tenido el máximo desarrollo posterior: El mito de las cinco edades del hombre; el mito pelásgico
de la creación; y el mito prometeico de la creación.
1.- LAS CINCO EDADES DEL HOMBRE.
Cuenta este relato (que aparece pormenorizado en la obra de Hesíodo “Los trabajos y los
días”) que los dioses crearon en primer lugar, cuando todavía reinaba Cronos, la raza humana de
Oro. Sin embargo, en otros lugares se cuenta, de forma quizás deliberadamente ambigua que la raza
de oro de los hombres tuvo el mismo origen que la de los dioses, y que ambos en un momento dado
decidieron separarse en un lugar llamado Mecona (que posteriormente será conocido como la
ciudad de Sición).
Sea como fuere, la estirpe dorada de los hombres vivía como los dioses, sin
preocupaciones, fatigas ni vejez, y el campo producía para ellos frutos diversos y en abundancia.
Finalmente morían sumidos en un sueño. Y tras su desaparición se conviritieron en demonios
(δαίμονες) bienhechores y protectores de los mortales.
A continuación los dioses crearon una segunda estirpe de plata, aunque ésta era peor. Éstos
vivían durante cien años en una continua infancia, ajenos a las preocupaciones, pero cuando crecían
vivían poco tiempo y llenos de sufrimientos, porque no habían aprendido a honrar a los dioses y se
entregaban a la violencia. No obstante, a éstos se les sigue llamando bienaventurados, “divinidades
subterráneas de rango inferior”.
Después creó Zeus una tercera generación: la estirpe de bronce. Ésta representa un
degradación con respecto a la anterior, pues sólo estaban interesados en la guerra, y con su gran
fuerza construían de bronce sus armas, casas, etc28. Éstos perecieron por sus propias obras, aunque
en algunas versiones se cuenta que fue el propio Zeus el que decidió aniquilar esta raza sepultándola
bajo un diluvio29.
Más tarde Zeus creó otra estirpe de hombres, pero como contrapunto a la anterior (e
interrumpiendo la progresiva degradación humana) ésta era más justa. Se trataba de la divina
28
Curiosamente, si pudiéramos adaptar la cronología mítica a la histórica, o prehistórica, los hombres de la estirpe de bronce pertenecerían al período
que los historiadores denominan también Edad del Bronce, que sitúa en el momento anterior al que los hombres aprendieron a trabajar y fundir el
hierro.
29
Este diluvio aparece en los tres mitos antropogónicos como forma de aniquilar a los hombres, a causa, generalmente de la depravación de éstos. Sin
embargo, la causa última o los motivos concretos que llevan a Zeus a enviar el diluvio difieren en sus particularidades en cada uno de los tres mitos.
Tema V. Mitología. Pág. 16
estirpe de los héroes. Los hombres de esta estirpe reciben el nombre de semidioses, pues eran
muchos de ellos hijos o descendientes de los dioses. A ella, que es la que nos ha precedido
inmediatemente, se refieren la mayoría de relatos y ciclos heroicos de los mitos griegos. En efecto,
muchos de ellos perecieron en Tebas y Troya, como refieren las conocidas leyendas sobre estas
ciudades. Pero a otros Zeus “determinó concederles vida y residencia lejos de los humanos, hacia
los confines de la tierra” donde “viven con el corazón libre de dolores en las Islas de los
Afortunados, junto al Océano”.
Finalmente apareció la estirpe de hierro, la nuestra30. En ella los hombres viven llenos de
fatigas y preocupaciones, aunque algunas alegrías se mezclan con sus males, pues domina el
desprecio, la violencia, la soberbia, la maldad y la injusticia. Y, al final, cuando Aidós y Némesis
(Αἰδώς y Νέμεσις, que podrían representar el sentimiento del honor y la justicia contra los excesos,
respectivamente), abandonen a los hombres, dejándolos solos con los sufrimientos, también Zeus
destruirá esta generación de hombres.
Como se puede comprobar, esta visión del mundo, aunque no concreta los detalles sobre la
aparición de los hombres sobre la tierra ni su destrucción (con la excepción del mencionado
diluvio), representa una continua degradación en la condición humana (sólo parcialmente
interrumpida por los héroes), que recoje el profundo pesimismo de su autor, Hesíodo (por otra parte,
y curiosamente, uno de los primeros autores de la literatura griega).
2.- PELASGO Y SUS DESCENDIENTES.
Otro mito sobre la creación del hombre es el que tiene como primer protagonista a Pelasgo.
Sobre éste, por otra parte, existen diferentes versiones sobre su nacimiento y origen, pues en
algunas de ellas aparece como hijo de Zeus y de diferentes mujeres, pero en especial de Níobe,
descendiente del dios-río Ínaco (situado en la región de Argos), pero considerada como la primera
mujer mortal que fue amada por Zeus.
Sin embargo, la versión más difundida es la que hace a Pelasgo como un descendiente de la
tierra (de Gea), nacido espontáneamente de ella.
Así, según esta tradición, Pelasgo fue el primer hombre al que, no obstante, siguieron otros
muchos, nacidos igualmente de la tierra. Pero fue Pelasgo el que enseñó a los demás a construirse
sus viviendas, fabricar su vestimenta, etc., por lo que es considerado el promotor del género
humano. Siguiendo esta tradición, los propios griegos llamaban pelasgos a los más antiguos
pobladores del suelo griego, anteriores incluso a ellos mismos, los propios griegos31.
Pelasgo se unió con una hija de Océano, Melibea (o, según otras versiones, con la ninfa
Cilene), con la que engendró a Licaón. Éste se convirtió en el rey de Arcadia (la región central de la
península del Peloponeso). Este Licaón tuvo con diferentes mujeres cincuenta hijos, los cuales
dieron nombre a las diferentes ciudades de Arcadia.
Parece ser que fue Licaón el que introdujo el culto a Zeus en Arcadia. Sin embargo, tanto él
como sus hijos adquirieron pronto fama de crueles y salvajes, por lo que Zeus quiso comprobar en
30
Del mismo modo que en la nota 28, la estirpe de hierro correspondería a la Edad del Hierro histórica, que se sitúa después del hundimiento de la
civilización micénica griega (aproximadamente en el siglo XII a.C.), en la que se enmarcaría la gran mayoría de los episodios míticos griegos.
31
Como veremos después, los griegos, helenos en su lengua, se consideraban descencientes de Helén, un hijo de Deucalión. Por otra parte, esta
tradición concuerda bastante bien con ciertos testimonios arqueológicos e históricos que consideran que los antiguos griegos, pueblos de origen
indoeuropeo, llegaron a lo que posteriormente sería conocido como Grecia a principios del IIº milenio a.C., y en este lugar se mezclaron con sus
habitantes autóctonos, de estirpe mediterránea, que podrían ser considerados como los pelasgos anteriormente mencionados.
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persona si esto era cierto. Así pues, el dios, disfrazado de mendigo, se presentó en la casa de
Licaón, al que le pidió hospitalidad. Licaón aceptó ofrecérsela, posiblemente porque sospechaba
que el mendigo era un dios y quería ponerlo a prueba. Para ello, ordenó que mataran a su hijo
pequeño y lo cocinaran para servírselo de comida a Zeus, y todo ello con la ayuda del resto de sus
hijos, excepto dos, Lebéado y Eleuter, que aterrorizados por las intenciones de su padre huyeron a
la región de Beocia.
El macabro festín le fue ofrecido al mendigo-Zeus, pero éste, al darse cuenta, apartó
bruscamente la mesa y fulminó con el rayo a sus anfitriones, o bien los convirtió en lobos, tanto a
Licaón32 como a sus hijos, excepto a uno33.
Pero no contento con esto, Zeus, convencido de la perversidad de los humanos, decidió
destruirlos a todos, por lo que decidió aniquilarlos mediante un diluvio del que ninguno de los
hombres pudiera salvarse.
Es precisamente este diluvio el punto de unión que, como consecuencia de la degenaración
humana, une las tres principales leyendas sobre el origen del hombre, tanto la anterior, como ésta,
como la siguiente, en la que quizás queda aclarado de modo más explícito no sólo el nacimiento del
hombre, sino también los motivos del castigo de Zeus a los hombres y las consecuencias de éste.
3.- PROMETEO Y LA CREACIÓN DE LOS HOMBRES.
Son muy comunes los mitos que hacen al titán Prometeo (hijo de Jápeto y hermano de
Epimeteo y Atlante, que, como vimos, tuvo una trascendental importancia en la Titanomaquia)
creador del género humano, pues según la versión más aceptada fue él el que formó a los hombres a
partir de arcilla y agua, de la misma manera que su hermano Epimeteo había creado a los animales.
Sea como fuere, y dado que los animales se habían quedado con diferentes características
que les ayudaran a conseguir su supervivencia (velocidad, garras, fuerza, alas, etc), Prometeo se va
a convertir en el gran benefactor del género humano, a pesar de acarrearse con ello la ira de Zeus,
como ya comentamos en el capítulo II (a pesar de lo cual vamos a dar aquí una explicación más
amplia, dada la trascendencia del episodio para este tema).
Así, en primer lugar, en el momento de decidir qué parte de las víctimas sacrificadas por los
hombres correspondía a los dioses, el astuto titán (que se había convertido en el árbitro de la
disputa, al gozar todavía del favor de Zeus por no haber ayudado al resto de titanes cuando lucharon
contra los dioses) cubrió los huesos de los animales con brillante y apetitosa grasa, mientras que la
carne la tapó con la piel. Hechas estas dos partes le dio a elegir a Zeus qué parte quería y éste,
obviamente se quedó con aquella que parecía mejor (por ello, a partir de entonces los hombres
comen carne y dejan para los dioses los huesos y la grasa). Pero descubierto el engaño, Zeus,
irritado, privó a los hombres de uno de los más preciados bienes de los dioses: el fuego. Éste era
símbolo de la inteligencia y de la capacidad creadora, por lo que los hombres, privados de él,
volvieron a quedar indefensos ante las fuerzas de la naturaleza.
32
El nombre de Licaón procede de , “lobo” en griego.
Existía una antigua leyenda relacionada con sacrificios humanos en Arcadia, que mantenía que si alguien hacía un sacrifico en el altar en el que
había muerto el hijo pequeño de Licaón, éste quedaba convertido en lobo, y sólo podría recobrar su forma humana natural si transcurridos nueve años
no había probado la carne humana.
33
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Pero de nuevo Prometeo ayudó a los hombres, y en esta ocasión se las ingenió para sacar del
Olimpo, a escondidas de Zeus, un poco de fuego oculto en una caña y entregárselo a los hombres,
con lo que éstos pudieron prácticamente equipararse a los dioses.
La consiguiente cólera de Zeus fue enorme e ideó terribles castigos no sólo para Prometeo,
sino también para sus criaturas, los hombres. Por ello encargó a Hefesto que encadenara a Prometeo
en una roca del monte Cáucaso, y allí llegaba cada día un águila que le devoraba el hígado, el cual
le volvía a crecer durante la noche. Prometeo sufrió pacientemente aquel tormento durante años y
años, pues conocía un secreto que podía poner en peligro el poder de Zeus. Al cabo del tiempo el
héroe Heracles (hijo de Zeus) mató al águila y liberó a Prometeo, y todo ello con el beneplácito del
propio Zeus, que no sólo quería favorecer, honrar y dar prestigio a su hijo, sino que también
estableció como condición que Prometeo contara al dios aquello que sabía, que no era otra cosa que
si Zeus engendraba un hijo con la nereida Tetis, éste podría destronarlo, pues el hijo que ésta tuviera
sería más fuerte que su padre. En aquel entonces Zeus estaba enamorado de la nereida, pero ante tal
advertencia desistió de unirse a ella y la casó con el mortal Peleo34 (con lo que su hijo sería también
un mortal).
De todos modos, como Zeus había jurado que nunca liberaría al Titán, para conseguir no
quebrantar este juramento obligó a éste a llevar un anillo hecho con las cadenas que lo sujetaban a
la roca, y este anillo llevaría atada una piedrecita que formaba parte de dicha roca.
Pero antes de que todo esto sucediera, Zeus también decidió castigar al género humano, y
encargó a su hijo Hefesto que creara un nuevo ser, una mujer, a la que todos los dioses dotaron con
diversos encantos (y perfidias), por lo que recibió el nombre de Pandora35. Zeus entregó a Pandora
a Prometeo para que se casara con ella, acompañada de una misteriosa caja, pero el titán era
demasiado inteligente y rechazó el regalo de los dioses. Sin embargo, su hermano Epimeteo, cuya
inteligencia no se igualaba a la de su hermano, se enamoró de Pandora y decidió casarse con ella, a
pesar de las advertencias de Prometeo de que no se fiara de los presentes que hacían los dioses.
Tras la boda, Pandora, llena de curiosidad convenció a Epimeteo para que abriera la caja que
le habían entregado los dioses. Pero en esta caja estaban contendidos todos los males que afectan a
los hombres, y una vez abierta se esparcieron por el mundo para siempre, pese a los intentos de
Epimeteo de cerrar inmediatamente la caja. Cuando lo consiguió, sólo quedó dentro la esperanza.
Sin embargo, ni siquiera así quedó contento Zeus, sino que también quiso destruir a la
totalidad de los hombres, para lo cual decidió aniquilarlos enviándoles un diluvio que los ahogara a
todos. Pero también en este momento Prometeo consiguió ayudar a los hombres, pues, conocedor
de las intenciones de Zeus, advirtió a su hijo Deucalión que tomara una serie de medidas ante el
inminente peligro. Pero esta historia forma parte ya del siguiente apartado.
4.- DEUCALIÓN Y EL DILUVIO.
Quizás debido a que la raza humana se había degradado y aquellos hombres de bronce
debían ser aniquilados, quizás porque los hombres sólo daban muestras de salvajismo y crueldad, o
quizás porque los hombres podían equipararse a los dioses (lo que implicaría que ningún dios es
necesario), Zeus decidió aniquilar al género humano mediante un diluvio. Y es aquí donde
34
La celebración de esta boda está en el origen de la guerra de Troya. Por otra parte, el hijo de Tetis y Peleo fue Aquiles, el más destacado guerrero
de esta leyenda, y uno de los más famosos héroes griegos.
35
En griego significa “regalo de todos”.
Tema V. Mitología. Pág. 19
confluyen las tres historias anteriormente descritas, en las que los hombres tienen un origen
aparentemente muy diverso, pero todas coinciden en este punto, punto de inflexión a partir del cual
surgirá, o resurgirá, la raza humana actual.
Diversas teorías modernas nos hablan de diferentes estratos en la historia cultural de la
humanidad (edad de piedra, edad de bronce, de hierro, etc.), y también en la historia genética
(desaparición de diferentes especies humanas, como el hombre de Neanderthal, etc.), e incluso en la
evolución geológica de la tierra (deshielos generalizados tras la última glaciación, la de Würm,
aparición de un clima más templado con el consiguiente “desplazamiento climático” en diferentes
zonas de la Tierra, y hasta, como consecuencia de ello, ascenso del nivel del mar, con lo que
muchas zonas costeras, llanas y aptas para el poblamiento humano, fueron anegadas y cubiertas por
las aguas).
Obviamente, los griegos ignoraban estas teorías, sin embargo quizás no fuera descabellado
pensar que en la memoria colectiva de la humanidad se habían mantenido, quizás mediante relatos
alegóricos cuyos orígenes se remontarían miles de años atrás, aquellos avatares que en la prehistoria
afectarían a muchos de los pueblos que más tarde emergerían como plenamente históricos.
Esto quizás aparezca más claramente con la leyenda del diluvio, tema recurrente en varias
culturas antiguas, no sólo relacionadas entre sí, lo que explicaría una influencia mutua, sino también
entre otras muy alejadas geográficamente. Posiblemente sea ello el recuerdo de un antiguo cambio
climático, en el que las temperaturas se suavizaron, se producirían lluvias generalizadas, ascendería
el nivel de lo ríos con los consiguientes desbordamientos, también ascendería el nivel del mar, etc.;
todo ello muy idóneo para ser interpretado por mentes que no comprendían plenamente lo que
ocurría como que la tierra era tragada por el mar o que la lluvia del cielo inundaba toda la tierra.
No obstante, aunque todo esto plantea hipótesis interpretativas muy interesantes, en el
ámbito de nuestro estudio nos ceñiremos al relato mitológico griego.
Zeus consideraba que toda la raza humana era terriblemente cruel, o que debido a la
insolencia de Prometeo toda ella era culpable, por lo que decidió, como dijimos, aniquilar al género
humano, pero a instancias del propio Prometeo (siempre favorecedor nuestro) no la destruyó
completamente, sino que consideró que todavía existía un hombre justo.
Este hombre no era otro que Deucalión, hijo del propio Prometeo (al que había engendrado
con la oceánide Clímene), y estaba casado con Pirra, que era hija precisamente de Epimeteo y
Pandora.
Así, poco antes de iniciarse el diluvio que Zeus había decidido enviar a la tierra para matar a
los hombres, Deucalión, que a la sazón era rey de Ftía, en Tesalia, fue advertido por su padre
Prometeo para que construyera un arca y se metiera en ella con su esposa Pirra, y con provisiones
para un determinado espacio de tiempo.
El diluvio dio comienzo y las tierras permanecieron sumergidas durante nueve días, mientras
que Deucalión y Pirra permanecían en el arca, que navegó a la deriva durante este período hasta que
llegó a la cima del monte Parnaso, el único que no había sido completamente inundado.
Cuando cesaron las lluvias y el nivel de las aguas descendió, Deucalión y Pirra bajaron del
arca y se dirigieron al oráculo de Temis, que estaba situado a las faldas de este monte (este oráculo
sería después conocido como el de Apolo, en Delfos), para preguntarle cómo conseguirían
compañeros con los que habitar la tierra, pues se sentían muy solos al haber perecido todos los seres
humanos.
Tema V. Mitología. Pág. 20
Llegados a este punto hay que advertir que, pese a todo, parece que no todos los seres
humanos murieron, pues en algunas leyendas otras personas, que también se consideraban justas,
fueron advertidas del peligro a tiempo y pudieron salvarse; asímismo en algunas ciudades los
habitantes fueron despertados antes de la inundación por los aullidos de unos lobos (quizás
descendientes de aquellos humanos que fueron convertidos en estos animales), o por los chillidos de
unas ocas que preveían la catástrofe, con lo que los hombres siguieron a los animales y pudieron
ponerse a salvo en las cumbres de las montañas. Esto explicaría el hecho de que los descendientes
de Deucalión, de los que después hablaremos, encontraran habitadas muchas de las tierras en las
que se fueron instalando.
El caso es que Temis (o según otras versiones Hermes, de acuerdo con la voluntad de Zeus)
aconsejó a Deucalión que para repoblar el mundo debían ir arrojando detrás de ellos los huesos de
su madre.
Y así, tras un primer momento de estupor, Deucalión acertó a entender que los huesos de su
madre no eran otra cosa que las piedras, que forman parte de la Tierra, primera madre de todos los
seres vivos.
Por tanto Deucalión fue lanzando piedras, de las que nacieron los hombres, mientras que de
las que lanzaba Pirra fueron naciendo las mujeres. No se especifica el número de piedras que éstos
lanzaron, pero debieron ser suficientes, pues la tierra volvió a repoblarse.
Por otra parte Deucalión y Pirra también tuvieron sus propios hijos, que fueron Helén,
Anfictión, Pandora, Protogenia y Tía (en otras versiones también Melantea, Melanto, Oresteo,
Prónoo y Maratonio). Muchos de ellos tuvieron descendencia, pero el más importante, o el que más
nos interesa a nosostros es Helén, antepasado de todos los griegos, y a los que dio nombre,
helenos36. De él hablaremo a continuación.
5.- DESCENDIENTES DE DEUCALIÓN.
De Deucalión y Pirra nacieron diferentes hijos cuyos descendientes dieron origen a
numerosos pueblos. Sin embargo, nosotros debemos destacar a Helén, el antepasado de los helenos.
Éste se estableció en Ftía, donde antes había reinado su padre, y se casó con una ninfa
llamada Orséis, con la que tuvo tres hijos: Doro, Juto y Eolo, cuyos desdencientes dieron origen a
su vez a las tres tribus o estirpes griegas, los Dorios, los Jonios y los Eolios.
Doro emigró primero al monte Parnaso, donde dió origen a la primera tribu doria, y
posteriormente al norte37.
Por su parte Juto, emigró a la región del Ática, en la que está situada Atenas, donde se ganó
el favor del rey Erecteo (desdendiente del dios Hefesto)38, y se casó con su hija, Creúsa, con quien
tuvo una hija y dos hijos: Diomede, Aqueo39, e Ión (aunque en varias versiones Ión sería hijo de
Creúsa y del dios Apolo, y fue adoptado por Juto), el cual dio nombre a los jonios, que serían así
considerados como origarios de Atenas, de donde se extenderían por varias regiones griegas.
36
La palabra “griegos” no corresponde a la denominación propia en idioma griego, sino al nombre que los romanos daban a éstos. Así el nombre
“griego” en lengua “griega” es Por otra parte, con este mito se consiguía dar unidad al conjunto de pueblos griegos, bastante dispersos
geográficamente y con multitud de dialectos según sus diferentes tribus o estirpes.
37
De los mitos relacionados con los dorios pueden verse más detalles en el tema relacionado con Heracles, y, más concretamente, con los
desdendientes de éste, los Heráclidas.
38
Esto puede verse más detalladamente en el ciclo ateniense.
39
De éste descenderían los miembros de otra tribu griega que en ocasiones, según diferentes criterios, aparece relacionada con los jonios: los aqueos.
Tema V. Mitología. Pág. 21
Finalmente, Eolo, que heredó el trono de su padre, con lo que se estableció definitivamente
en Tesalia, se casó con Enáreta y tuvo muchos hijos, que también se establecieron por diferentes
lugares de Grecia: Creteo, Sísifo, Atamante, Salmoneo, Deyón, Magnes, Perieres y Macareo; e
hijas: Cánace, Alcíone, Pisídice, Cálice y Perimede.
Muchos de ellos son protagonistas de mitos propios, pero prácticamente todos tuvieron una
amplia descendencia cuyos miembros (unidos entre ellos o con otros seres humanos y
especialmente con hijos o descendientes de dioses) aparecerán continuamente en casi todos los
ciclos míticos griegos, aunque en muchas ocasiones con unas correspondencias cronológicas
difícilmente adaptables.
Sin embargo, de todo ello haremos mención en los próximos capítulos, dedicados a los
diferentes conjuntos de sagas familiares, episodios míticos centrados en diferentes ciudades y
conjuntos de mitos que tienen como protagonista un héroe o semidiós, muchos de ellos relacionados
entre sí y con aparición de personajes que pertenecen a diferentes ámbitos y mitos, pero que se
agrupan en la forma antes dicha para, al menos, intentar dar un cierto grado de estructuración y
coherencia al complejísimo y variadísimo conjunto de mitos griegos, y a los que damos el nombre
de ciclos míticos.
Tema V. Mitología. Pág. 22
4.- OTROS DIOSES.
Como ya hemos mencionado en más de una ocasión el número de dioses de la mitología
griega es extensísimo y resulta imposible mencionarlos a todos en un lugar como éste.
Por ello, en este apartado nos ceñiremos a destacar unos pocos que, por una u otra razón,
aparecen o son protagonistas en algunos mitos. Algunos de ellos ya los hemos mencionado en
apartados anteriores, y también aparecerán en algunos de los ciclos míticos de los que hablaremos
en capítulos siguientes. Con todo, en éste sólo haremos menciones generalizadas o con algunas
referencias a ciertos mitos, sin seguir un orden concreto.
Como ya dijimos, las Musas son hijas de Mnemosine y Zeus (cf. Cosmogonía), y se les
suele situar en las laderas del monte Parnaso. Algunas de ellas tuvieron descendencia como el
músico Orfeo.
De las Horas y de las Moiras también hablamos en el apartado dedicado a la Cosmogonía,
pero además de éstas, también se mencionan como hijas de Zeus y Eurínome a las Gracias
(Χάριτες). Se llaman Eufrósine, Talía y Áglae. Suelen acompañar a diferentes dioses y reparten por
el mundo alegría, inspiración intelectual, etc.
También hemos mencionado en diferentes apartados todo lo relacionado con Perséfone, hija
de Deméter y esposa de Hades.
Los sátiros son seres mitad cabra y mitad hombre, y suelen acompañar al cortejo de
Dioniso. Se les suele representar como seres en continuo estado de excitación y perseguidores de las
Ninfas para conseguir sus placeres sexuales, aunque éstas no siempre están dispuestas a ello. Entre
los sátiros destacan Marsias, que fue deshollado vivo por desafiar a Apolo en una competición
musical, y Sileno, anciano sátiro acompañante de Dioniso y que siempre está borracho.
Mención aparte merece Pan, un dios de los bosques, hijo de Hermes en algunas versiones, o
de Dioniso y Afrodita en otras, también mitad cabra y mitad hombre. Su mito más destacable es el
relacionado con la ninfa Siringe, que, para evitar su acoso, fue transformada en caña. Pan, al darse
cuenta, cortó la caña en fragmentos de longitud desigual y los unió en escala, dando origen a la
flauta del mismo nombre. Con ella ahuyenta a los hombres que se adentran en los bosques,
provocándoles el miedo de Pan, el pánico.
Las Ninfas: Se trata de diosas (o semidiosas, pues algunas son mortales) de los campos, la
naturaleza, el mar, los ríos, etc. En general representan la fecundidad, y suelen habitar en grutas,
fuentes, árboles, el mar, ríos, etc., dependiendo de su origen, pues sus progenitores, siempre
divinos, son variados. Es habitual que aparezcan formando séquitos de diosas o coros. Como se ve,
forman distintos grupos, y entre éstos destacan:
- Melíades: Son hijas de la sangre de Urano, y habitan en los fresnos.
- Oréades: Ninfas de las montañas.
- Alseides: Ninfas de las florestas.
- Hamadriades: Ninfas de los árboles, y entre ellas, las Dríades, ninfas de las encinas.
Suelen morir cuando el árbol en el que habitan también muere o es cortado.
- Náyades: Son las ninfas de las fuentes y de las corrientes de agua. Suelen ser hijas de los
ríos o de Zeus.
Tema V. Mitología. Pág. 23
-
Oceánides: Se trata de las tres mil hijas del Titán Océano. Suelen considerarse madres
de otros dioses o semidioses.
- Nereidas: Son las cincuenta hijas del dios marino Nereo. Son ninfas del mar y
protectoras de los marineros. Entre ellas destacan Anfítrite, esposa de Posidón, Tetis, la
madre de Aquiles y Galatea, de la que se enamoró el cíclope Polifemo.
- Pléyades: Son siete hijas del Titán Atlas y de Pléyone (una Oceánide). Sus nombres son
Taigete, Electra, Alcíone, Astérope, Celeno, Maya y Mérope. Todas ellas se unieron a
dioses, excepto Mérope, que se casó con el mortal Sísifo. Posteriormente se convirtieron
en una constelación cuya aparición indica el comienzo de la primavera. De estas siete
estrellas, una brilla menos, precisamente Mérope.
- Híades: Son también hijas de de Atlas y Pléyone. Fueron las nodrizas de Dioniso cuando
éste era un niño. También fueron transformadas en una constelación, que anuncia el
período de lluvias (tal como indica su nombre).
- Helíades: Son hijas de Helios, y hermanas de Faetón. Cuando éste murió, las Helíades,
de tanto llorar su muerte, fueron transformadas en álamos, pero todavía siguen llorando,
y sus lágrimas son la resina de estos árboles.
Los ríos también suelen ser dioses, y generalmente se les representa antropomorfizados.
Suelen ser padres, con algunas ninfas o mortales, de numerosos héroes o semidioses. En algunos
mitos tienen cierto protagonismo, y destacan Ínaco, Aqueloo, Peneo o Escamandro.
Los dioses alegóricos representan elementos de la naturaleza o abstracciones. Ya
mencionamos algunos en el apartado dedicado a la Cosmogonía, pero además podemos mencionar,
entre otros, Himeneo (es el dios del matrimonio y de los cortejos nupciales), Pluto (es el dios de la
riqueza, y se le suele representar ciego), Morfeo (hijo de ὕπνος, el sueño; representa las formas que
toman los sueños), Fortuna (τύχη) (diosa de la buena suerte), Némesis (diosa de la venganza y que
castiga las extralimitaciones o la soberbia; etimológicamente sería “la que pone a cada uno en su
sitio”), Fama (es la diosa que cuenta todo lo que pasa; se le considera la diosa más rápida), Príapo
(era hijo de Dioniso, o Zeus, y Afrodita; es un dios agrícola, sobre todo de los vergeles; solía actuar
en contra de maleficios y proteger las cosechas; por ello es tenido como dios de la fecundidad, por
lo que se le representaba con un enorme falo siempre erecto, y con el resto del cuerpo deforme).
Etc., etc.
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5.- LOS CICLOS MÍTICOS.
Verdaderamente, una gran parte de los mitos griegos están relacionados entre sí, e
incluso diferentes miembros de una misma familia pueden aparecer en diferentes mitos. Pero a
pesar de esto, todos los mitos pueden clasificarse en diferentes grupos temáticos que reciben el
título de "ciclos míticos". Hay muchos ciclos, pero podemos destacar los más importantes, los más
amplios y más tratados por los escritores.
Además tenemos los ciclos relacionados con el nacimiento del mundo y de los dioses, así
como la lucha de éstos por el poder, y, cómo no, de sus relaciones entre ellos y con los mortales.
Como se puede comprobar el número y diversidad de mitos es enorme, y no debe olvidarse
la circunstancia de que muchos de ellos, si no todos, están interrelacionados e incluyen figuras y
personajes que se superponen entre ellos, de ahí el considerablemente gran tratamiento que tuvieron
los mitos en la literatura griega y también el elevado número de variantes existentes sobre diferentes
mitos o sobre algunos de sus aspectos.
El hecho de empezar su estudio por un ciclo o por otro es algo irrelevante. Todos los ciclos
están ralacionados a través de múltiples conexiones, y así podemos encontrar que diferentes dioses
aparecen en diferentes ciclos, muchas veces como consecuencia de diversas acciones en otros
ciclos, y también variados personajes aparecen en más de un ciclo, bien de una manera tangencial,
bien de una manera más o menos relevante. E incluso algunos personajes, que podríamos
denominar grandes héroes, tienen una importancia decisiva y un papel protagonista en más de un
ciclo. Por otra parte, muchos de los episodios de estos ciclos no se comprenden bien si no se tienen
en cuenta los sucesos acaecidos anteriormente en otros ciclos (o no terminan de comprenderse hasta
que no quedan aclarados por los acontecimientos que se desarrollarán en otros ciclos).
Además, hay otros relatos mitológicos que o no se relacionan con ningún ciclo, o lo hacen
de manera tangencial. E incluso hay otros que, aun perteneciendo a un ciclo concreto, se han
desarrollado tanto o tienen tal protagonismo y derivaciones, que convendría verlos aparte.
No en vano los diferentes ciclos, episodios y personajes que aparecen en la mitología griega
forman un entramado multidireccional (y a veces también complicadísimo) que, no obstante,
presenta una gran coherencia en sus situaciones, a pesar de (o gracias a) las numerosas y diversas
aportaciones de poetas, dramaturgos, mitógrafos y también filósofos y etnólogos, cuyos escritos
fueron ampliando más y más el ya de por sí globalizador sistema de los mitos griegos. Por ello
podemos decir que si los dioses y semidioses fueron hechos a semejanza de los hombres, los mitos
en los que aparecen se crearon como imitación de la vida (y, por qué no, de las posibles vidas
“vivibles”).
Así pues, aunque empezáramos por un ciclo, serían muchas las referencias que hiciéramos a
muchos otros, y algunas de las características de algunos de los personajes que en él aparecieran
serían desarrolladas en otros aspectos y completadas en los episodios que se desarrollaran de forma
más pormenorizada en estos otros ciclos.
Entre estos mitos destacarían el ciclo micénico, el tebano, el ateniense, el cretense, el tesalio
o el troyano, y además habría ciertos desarrollos mitológicos con entidad propia, como la
expedición de los Argonautas, la cacería del jabalí de Calidón, la guerra de Troya, el regreso de
Odiseo, los trabajos de Heracles, etc., etc. No obstante a continuación sólo nos limitaremos a hacer
Tema V. Mitología. Pág. 25
una breve alusión sobre su contenido, pues resultaría extraordinariamente prolijo desarrollarlos
aquí.
El ciclo micénico está relacionado con Ío, el mito de Perseo y Andrómeda, Heracles, etc.
pero también con los hijos de Pélope, y con Agamenón y Menelao, y con Clitemnestra y Helena, y
guarda, finalmente una estrecha relación con el de la guerra de Troya, y los sucesos tras ésta.
El ciclo tebano hace referencia a Cadmo y su descendencia. A Penteo y Dioniso, a Edipo, y
las posteriores guerras para conquistar la ciudad (lo que también lo relacionaría con la ciudad de
Argos).
El ciclo ateniense tiene relación, sobre todo, con Atenea y con el rey Egeo y su hijo Teseo,
por lo que también está muy relacionado con el ciclo cretense; pero también con las leyendas sobre
las amazonas y otros ciclos.
El ciclo cretense guarda relación con el rapto de Europa (lo que lo relacionaría con el
tebano), y con el rey Minos, el Minotauro, el laberinto, el relato sobre Dédalo e Icaro, y también
con Teseo y el ciclo ateniense.
El ciclo tesalio, muy complejo y variado, está relacionado sobre todo con el mito de Jasón y
la expedición de los argonautas, pero también con Peleo y Aquiles (y por tanto con la guerra de
Troya), y también con la raza de los Centauros. Además, tiene otras derivaciones que nos lleván
hasta Meleagro, Atalanta y la cacería del jabalí de Calidón. También podríamos incluir aquí los
mitos sobre Sísifo, e incluso el origen de la figura de Odiseo.
El ciclo troyano obviamente hace relación a la guerra de Troya, pero antes también a figuras
como Laomedonte, Ganimedes o Titono. También Heracles hace alguna aparición en él. Con todo,
como hemos dicho, lo más destacable es la guerra de Troya, llena de acontecimientos y héroes de
diferentes orígenes, por lo que actúa como crisol o punto de encuentro de práctimente todos los
otros ciclos, e incluso con el origen de Roma.
Por otra parte, en los desarrollos antes mencionados, la expedición de los Argonautas
consiste en una viaje para recuperar el vellocino de Oro (esto guardaría relación con el ciclo tebano)
por parte de Jasón en la nave Argo (guarda así una relación básica con el ciclo tesalio) a la lejana
región de Cólquide pero en esta expedición también participaron muchos héroes (muchos de ellos
padres de los que luego participaran en la guerra de Troya), por lo que también sirve como punto de
unión de muchos otros ciclos. En este viaje (y en su regreso) son actores principales Jasón y Medea,
pero hay un gran número de sucesos, peripecias, etc., muchos de ellos fantásticos.
En cuanto a la cacería del jabalí de Calidón, ésta consiste, como su propio nombre indica,
en la caza de dicho animal, enviado por Ártemis como castigo. También para ello se reunieron
muchos héroes de otros ciclos (o que después aparecerán en ellos). Su personaje principal es
Meleagro, y su madre Altea, cuya vida estaba unida a un tizón a medio quemar.
La guerra de Troya ya la hemos mencionado. Básicamente consistía en la expedición de
muchos reyes griegos hasta esta ciudad para recuperar a Helena, la mujer de Menelao, raptada por
Paris, el hijo del rey de Troya Príamo. Muchos son los sucesos ocurridos en ella, como la leyenda
del celebre caballo para entrar en ella. Y muchos son los héroes y heroínas participantes, por lo que
aquí sólo mencionamos algunos, como Héctor, Paris, Eneas, Hécuba, Casandra, Andrómaca;
Agamenón, Menelao, Aquiles, Patroclo, Áyax, Diomedes, Odiseo, etc., etc.
La Odisea narra el regreso de Odiseo (o Ulises) a su patria tras la guerra de Troya. Dicho
viaje estuvo lleno de aventuras, pues viajó errante por muchos lugares desconocidos, y se encontró
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con muchos personajes, muchos de ellos también fantásticos. Pero a pesar de ello consiguió llegar a
su patria, Ítaca, donde su mujer, Penélope estaba asediada por muchos pretendientes. Y tras este
regreso Odiseo se vengó de ellos. Por otra parte, los orígenes de Ulises están relacionados con el
ciclo Tesalio, y los de Penélope con el micénico.
Los trabajos de Heracles representarían en realidad una derivación del ciclo Micénico,
pues Heracles es biznieto del propio Perseo. Por ello hay muchos mitos relacionados con su
ascendencia, cómo fue engendrado, su infancia y por qué tuvo que realizar estos trabajos para su
primo Euristeo, y del mismo modo, cómo murió y qué consecuencias tuvo esto y cómo actuaron sus
descendientes. Además, junto con los célebres trabajos que enseguida mencionaremos, Heracles
llevó a cabo muchas otras hazañas o aventuras secundarias (como consecuencia o en relación con
estos trabajos, o no) que lo ponen en relación con otros muchos ciclos y mitos. Para terminar,
nombraremos estos doce trabajos, que son: El león de Nemea, La Hidra de Lerna, El jabalí de
Erimanto, La cierva de Cerinia, Las aves del lago Estinfalio, Los establos del rey Augias, El toro
de Creta, Las yeguas de Diomedes, El cinturón de la reina Hipólita, Los bueyes de Geriones, El
perro Cerbero, y Las manzanas de oro de las Hespérides.
Hemos decidido, finalmente, sólo nombrarlos sin desarrollarlos, pues tanto de éstos como
de otros muchos ciclos, mitos, leyendas, creencias y sus conexiones, relaciones, implicaciones e
influencias siempre conviene ir a las fuentes literarias y artísticas para conocer mejor y con mayor
profundidad su importancia y riqueza.
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6.- LAS RELIGIONES MISTÉRICAS
OFICIALES”. LOS ORÁCULOS.
Y
“NO
Junto a una religión que podríamos denominar oficial (no siempre opuesta a la popular),
caracterizada por los distintos cultos y festividades que las ciudades otorgaban a los dioses
(normalmente cada ciudad tenía un dios o un héroe protector), como fueron los festivales teatrales,
las competiciones gimnásticas, etc., encontramos otra religión paralela de tipo popular en la que
participaban las clases más bajas. Evidentemente el pueblo también participaba en el teatro y en el
deporte, pero se puede hablar de una serie de cultos en los que dichas clases más bajas participaban
de una forma mayoritaria en oposición a otros, considerados más "aristocráticos". Con todo estos
cultos podríamos decir que estaban relacionados con aspectos más irracionales de la mitología.
A./ Entre los cultos populares más destacables estaban las Religiones Mistéricas, que se
caracterizaban por la relación individual entre dioses y hombres, y la idea de liberación, sea terrena
o no. En ellas podían participar tanto hombres como mujeres y esclavos. Se cree que tenían un
origen pregriego. En común tenían la característica de guardar el secreto (de ahí su nombre) del
culto celebrado. Entre éstas destacaban:
a) Los Misterios de Eleusis. Éstos ya los vimos al tratar las fiestas religiosas en el Tema III.
b) Orfeo y el Orfismo. Se creía que su fundador fue Orfeo, hijo de la Musa Calíope. Era un
excelente cantor que participa en varios mitos, como el viaje de los Argonautas, y tenía la facultad
de encantar a la fieras con su música.
Las doctrinas órficas (que, como excepción a la religión griega, sí estaban recogidas en
libros sagrados) tienen relación con Dioniso y con el origen del mundo. En ellas se exponía la
leyenda de la muerte de Dioniso (aunque volverá a renacer de su corazón) devorado por los Titanes.
Luego éstos fueron abrasados por Zeus, y de sus cenizas nacieron los hombres, cuya naturaleza
estaba formada así por una parte divina y otra maléfica. De este modo el hombre debe liberarse de
la parte maléfica y purificarse por medio de los ritos órficos, según unos comportamientos morales,
que llevan aparejados unos premios o castigos, teniendo que ser superados estos últimos mediante
distintas reencarnaciones.
Otros mitos relacionados con Orfeo fueron su despedazamiento por parte de las Bacantes y
la llegada de su cabeza a Lesbos (patria de la lírica monódica). Y también la leyenda de Eurídice,
según la cual, ésta, esposa de Orfeo, muere y Orfeo decide bajar al Infierno a recuperarla
encantando a sus guardianes con su música. Finalmente esto le es concedido a condición de que no
se vuelva a ver a Eurídice antes de salir del Infierno. Pero Orfeo no puede resistir la tentación y se
vuelve, por lo que Eurídice regresa así al Infierno para siempre. En conexión con este mito se
trataba de la posible superación o liberación de la muerte.
c) Dioniso y el Dionisismo. Dioniso llegó a ser un dios muy importante en Grecia, siéndole
dedicadas, entre otras cosas, las representaciones dramáticas. Es el dios del vino y de las actividades
orgiásticas, estando también relacionado con la fertilidad de la vegetación y, por añadidura, de la
humana.
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La religión dionisíaca se dirigía a las clases más bajas, pero esto no fue obstáculo para que
también la polis adoptara su culto.
Está caracterizado como dios de la liberación y se le representa con acompañantes como las
Ménades o Bacantes, Silenos, Sátiros, y diversas ninfas. Su culto está relacionado con su
introducción en Grecia, narrada admirablemente por Eurípides en su tragedia "Las Bacantes". En
ella se cuenta cómo Dioniso, hijo de Zeus y Semele (una mortal), intenta introducir su culto en
Tebas, su ciudad natal. A ello se opone Penteo, su primo y rey de Tebas, argumentando que Dioniso
no era un dios y que sus seguidores estaban embebidos por el vino, la orgía, la locura, la danza y la
lujuria. Finalmente, Penteo es engañado por Dioniso y llevado a ver a las Bacantes, entre las que
estaban su madre y sus tías, donde es destrozado y devorado por éstas, enloquecidas por el dios.
De este mito se han dado muchas interpretaciones, debido a que Dioniso aparece como un
dios bondadoso ante quienes lo aceptan, y como liberador de los males del hombre, pero también
como un dios cruel ante quienes lo rechazan.
Por tanto, el entusiasmo y la locura son las notas predominantes de este dios. Dioniso se
apodera de sus seguidores, y mediante el vino y el éxtasis se llegaba incluso a una unión de carácter
místico.
B./ Otra de las características de la religión griega es la abundancia de Oráculos, lugares en
los que un dios respondía a los hombres sobre preguntas de distinto tipo.
El más importante de estos oráculos fue el de Apolo en Delfos. En él una pitonisa, sentada
en un trípode, tras escuchar la pregunta de un consultante, entraba en éxtasis inspirada por Apolo, el
cual emitía su respuesta profética a través de ella. Esta respuesta era a su vez interpretada y puesta
por escrito (o dicha de palabra) por unos sacerdotes. A cambio de estas respuestas se ofrecían
regalos y donativos a Apolo, con lo que se consiguió que Delfos fuera uno de los lugares más bellos
y ricos de la época (pues los donativos podían proceder de ciudades o de reinos enteros, incluso
bárbaros).
Es destacable el hecho de que las respuestas, dadas en versos hexámetros, nunca se
equivocaban, a causa de la deliberada ambigüedad de éstas.
Delfos tuvo una enorme importancia en Grecia, dado su prestigio, y llegó a ser considerado
el centro del mundo. Sin embargo, fue decayendo poco a poco debido a los avatares políticos,
llegando a ser clausurado en época cristiana. Era famosa la frase de su templo: γνῶθι σεαυτόν
("conócete a ti mismo"), que más que una invitación a la introspección era una representación de la
diferencia entre dioses y hombres.
Hubo otros muchos oráculos, algunos de carácter local y otros panhelénico, entre los que
podemos mencionar el de Asclepio en Epidauro (donde el dios aconsejaba el remedio de una
enfermedad a un paciente a través de los sueños) o el de Zeus en Dodona (donde unos sacerdotes
interpretaban los consejos de Zeus a través del sonido de las hojas de una encina movidas por el
viento).
Además en aquellos lugares en los que había un oráculo solían acumularse templos, y otras
construcciones, pues aparejados a éstos, muchas veces (por la cantidad de gente que acudía a ellos)
se celebraban también competiciones atléticas, festivales teatrales y musicales, etc.
Tema V. Mitología. Pág. 29