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DESARROLLO DE LAS CIVILIZACIONES E IMPERIOS EN
MESOPOTAMIA, EGIPTO Y VALLE DEL INDO
Contenido: Conocimiento de una civilización no occidental; sus principales
características y aportes al desarrollo de la humanidad.
Objetivo: Desarrollar capacidad de lectura y comprensión de textos bibliográficos,
comprender el valor de los documentos secundarios.
INDICACIONES
-
Leer atentamente el documento
Identificar ideas principales de cada párrafo
Identificar elementos topográficos y ubicarlos sobre un mapa
LECTURA DE DOCUMENTO
Por Maghan Keita
A menudo los historiadores escriben sobre historia mundial en términos del
desarrollo de las civilizaciones que fueron definidas por un imperio determinado.
¿Qué define a un imperio y qué sugiere la creación de un imperio? Las regiones
de Mesopotamia, Egipto (el valle del Nilo) y del valle del Indo son tres zonas ricas
que permiten analizar cómo pueblos e ideas se agrupan para dar lugar a
civilizaciones e imperios.
Imagine tres zonas escasamente pobladas pero con grandes reservas de
agua y muy fértiles, en una época anterior a la historia escrita. Dos de estas zonas
son valles fluviales y la tercera se encuentra situada entre dos ríos formando una
rica llanura. Imagine que a estas regiones llegan pueblos para establecerse allí y
dedicarse a cultivar plantas y domesticar animales. Estos territorios fluviales
favorecen la práctica de la agricultura y la ganadería y su éxito atrae hacia estas
zonas una migración humana y animal cada vez mayor. A medida que aumentan
estas poblaciones, también lo hacen sus necesidades, generando unas
formaciones sociales y político-económicas características de los espacios
urbanos antiguos y de los estados de Mesopotamia y los valles del Indo y del Nilo.
Las civilizaciones de Mesopotamia, Egipto y del valle del Indo se
caracterizan por una alta densidad de población, el desarrollo de procesos de
urbanización y por la innovación cultural, elementos que están relacionados con el
desarrollo del comercio y una mayor interacción cultural. Es decir, como imperios
estas civilizaciones pueden ser imaginadas como agrupamientos de personas,
bienes e ideas cuya existencia y dinamismo estaban basados en su movimiento e
intercambio.
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Profesora: Ana Henríquez Orrego
Las agrupaciones de personas, bienes e ideas sugieren diferenciación y
diversidad, características estas específicas de los imperios. La riqueza tanto
humana como material e intelectual de las regiones fue generando la necesidad
de una organización como resultado de la innovación, la comunicación y el
movimiento de las poblaciones.
Movimiento de personas
La formación inicial de estas civilizaciones se basó en el movimiento de
personas hacia unas llanuras y valles fluviales que les permitían vivir y
alimentarse, entornos que a menudo eran definidos por ellos como divinos y
generadores de vida. La transformación de estos valles y llanuras en lugares
capaces de alimentar a los diferentes pueblos que se asentaban en ellos fue uno
de los primeros actos de innovación e intercambio cultural. Un sencillo ejemplo de
este intercambio pueden ser las tecnologías de producción de alimentos. Una de
las primeras innovaciones fue la elección de los tipos de alimentos de una región,
así como los lugares de cultivo y las condiciones de cultivo de los mismos.
El uso del suelo y del agua en estos valles fue otro signo de innovación e
intercambio. A pesar de que no disponemos de una visión clara de las tecnologías
utilizadas en el valle del Indo, sabemos que en el caso de Mesopotamia la clave
para hacer cultivable el llamado Creciente Fértil fue la tecnología de irrigación. De
hecho, el regadío se convirtió en el factor clave de la civilización. Como
consecuencia de la necesidad de regadío, los códigos religiosos y legales de
muchas sociedades de Mesopotamia se basaron en el uso del agua.
Las civilizaciones de Egipto y del valle del Nilo estaban basadas en las ricas
capas de aluvión que las inundaciones anuales depositaban a lo largo de las
orillas del Nilo, en el delta y en los terrenos inundables. El uso de agua y la
periodicidad de las épocas de inundación obligó a una serie de innovaciones
tecnológicas tales como el calendario. Estas innovaciones culturales y
tecnológicas también hicieron posible el crecimiento de grandes poblaciones,
dando lugar a que algunas de estas poblaciones llegaran a formar centros
urbanos.
Las tecnologías agrícolas y ecológicas de estas sociedades atrajeron a
inmigrantes y viajeros que a menudo traían mercancías e ideas que aportaban a la
cultura de estas civilizaciones. Cada vez llegaban más personas y la densidad de
población iba aumentando. La capacidad de estas zonas para alimentar a su
población —capacidad que puede considerarse como riqueza— atraía cada vez a
más pueblos.
Algunos de estos pueblos entraban en estas zonas de forma pacífica,
mientras que otros utilizaban la fuerza para mantener o ampliar sus dominios
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Profesora: Ana Henríquez Orrego
geográficos y culturales haciendo gala de una actividad imperial. Esto daría lugar a
un modelo interesante de construcción de centros urbanos como protección frente
a las fuerzas invasoras, como se observa en los asentamientos amurallados del
valle del Indo y los de inicios de la cultura mesopotámica. Sin embargo, aunque
estos asentamientos amurallados repelían a los invasores, también los atraían.
Los valles fluviales y las llanuras, así como su riqueza agrícola, favorecían la
formación de ciudades. Las propias ciudades —tales como Harappa, en el valle
del Indo; Ur, en Mesopotamia; o Menfis, en Egipto— se convirtieron en un
exponente de la riqueza de estas regiones y en el emblema de sus respectivos
imperios, sirviendo como puntos clave para permitir la expansión del imperio o
resistir las amenazas de otras potencias.
A lo largo de los siglos estas tres civilizaciones se fueron desarrollando
gracias al movimiento, la mezcla y el asentamiento de poblaciones en estos ricos
valles y llanuras fluviales, al crecimiento de su población con el consiguiente
aumento de la densidad, y a la expansión de los asentamientos para formar
ciudades y más tarde también ciudades-estado, estados e imperios. De nuevo, se
garantizaba así el movimiento y el intercambio de personas, bienes e ideas; a
veces de forma pacífica y otras veces mediante la fuerza.
Intercambio de ideas y bienes
Las actividades históricas del valle del Indo, Mesopotamia y Egipto
demuestran que diferentes pueblos entraron y salieron de estas zonas, lucharon
por su espacio e intentaron controlar a otros pueblos y a sus bienes y recursos.
Esta interacción tuvo profundas consecuencias sobre la idea que las personas
implicadas tenían de sí mismas y de los demás, ya que sus ideas fueron puestas a
prueba, desafiadas y, en muchos casos, modificadas. Las ciudades de estas
regiones eran consideradas probablemente como símbolos de riqueza, por lo que
a menudo grupos de dentro y fuera de la región intentaron controlarlas. Las
ciudades de Mesopotamia, Egipto y el valle del Indo pueden analizarse en
términos de riqueza de población, entendiendo el término riqueza como la
capacidad de la población para producir bienes y servicios en cantidad, no sólo de
tipo agrícola, sino también relacionados con habilidades relativas al trabajo de los
metales, la cerámica o el comercio. Así, la riqueza significaba también un
excedente que permitía a las ciudades y zonas controladas por ellos mantener una
clase dirigente y administrativa y hasta tal vez un ejército. A menudo los
excedentes de productos eran intercambiados, proporcionando riqueza a la zona y
atrayendo a otros pueblos hacia ella. Tanto el valle del Indo como Mesopotamia y
Egipto experimentaron los resultados de una población rica y productiva.
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Profesora: Ana Henríquez Orrego
Esto se observa tanto en el movimiento de diferentes pueblos a través de
Mesopotamia, desde los acadios hasta los asirios y los caldeos, como en las
estructuras sociales, políticas y económicas que crearon. Las formas en las que
estos pueblos entraron en Mesopotamia y las formas en que se mezclaron y se
beneficiaron de ella indican movimiento e intercambio.
Nuevos patrones de lenguaje, tales como la sustitución inicial de la lengua
acadia por la sumeria, demuestran las innovaciones producidas por estos
movimientos e intercambios. El cambio de poder también fue uno de los
resultados clave de estos movimientos e intercambios, como sucedió cuando los
elamitas, que llegaron a continuación de los acadios, se hicieron con el control de
la vida urbana de Mesopotamia y se mezclaron con las poblaciones locales. El
conglomerado de pueblos, lenguas y culturas intervino en la creación de una
visión del mundo nueva, aunque limitada.
En el 700 a.C., la extensión del imperio asirio lo vinculó literalmente a los
egipcios a través de las actividades de búsqueda de un estado imperial. Esta
vinculación puede expresarse como interacción e intercambio. A través del
intercambio diplomático y la lucha militar se resolvieron los conflictos sobre las
fronteras del imperio y las zonas de control. Dentro de las actividades
diplomáticas, el matrimonio fue una forma muy visible que dio lugar a intercambios
entre las familias reinantes, uniéndolas política y económicamente.
La relación entre egipcios e hititas ilustra este punto. En el siglo XIII a.C.,
ambas partes lograron dar fin a sus hostilidades gracias a un tratado de paz en el
que el rey de los hititas ofrecía a su hija en matrimonio al faraón egipcio. Los
ejemplos de hititas y asirios indican que estos matrimonios formaban parte
habitual de la vida diplomática y política. Estos acuerdos a menudo producían el
cese de las hostilidades, una mayor estabilidad regional y un mayor intercambio
económico. Los matrimonios entre las clases gobernantes de estas sociedades
muestran una forma de conceptualización del mundo. Si se estudia la mezcla de
sociedades,
en
los
niveles
superiores
encontramos
documentación
de
interacciones que repudian las nociones modernas de raza, etnicidad, religión y
nacionalidad. Los matrimonios políticos y los rehenes reales proporcionaron una
forma de compartir cultura durante las divisiones y diferencias religiosas y étnicas
y han contribuido a escribir la historia de la humanidad. En este caso, en el mundo
antiguo existe documentación sobre estas relaciones que trascienden las nociones
modernas de divisiones culturales y étnicas.
Las uniones matrimoniales, desde el Tigris y el Éufrates hasta el valle del
Nilo, también revelan los mismos tipos de alianzas que tenían lugar desde la costa
mediterránea hasta el interior de Africa. Las interacciones entre Egipto y Nubia (a
menudo denominada Kush o civilización cusita) pueden ilustrar este punto.
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Profesora: Ana Henríquez Orrego
Heródoto escribe que las tropas egipcias del faraón Samético se exilaron a Nubia
y allí declararon su lealtad al trono cusita, siéndoles entregadas esposas nubias.
Flavio Josefo describe el conflicto de Egipto con Nubia durante el reinado de Seti,
y cómo la novia nubia de Moisés, la princesa Tharbis, resolvió el conflicto
entregando su ciudad a su futuro marido. Estos ejemplos sirven para mostrar la
dinámica mucho más amplia de movimiento e interacción que caracterizaba a esta
región.
El movimiento y la interacción también puede apreciarse en los choques de
ejércitos, lo que puede haber supuesto una innovación tecnológica y cultural. Así,
por ejemplo, muchos historiadores piensan que la confrontación entre hicsos y
egipcios dio lugar a la adopción por los egipcios de importantes innovaciones
militares. En este conflicto los egipcios descubrieron las ventajas de las armas de
hierro frente a las de bronce y la superioridad del carro como vehículo de asalto.
La interacción entre egipcios y nubios presenta muchas características
comunes. La similitud de los rasgos clave de estas dos sociedades ha dado lugar
a un importante debate sobre quién predominaba sobre el otro. La arquitectura
monumental de ambas regiones, en especial sus pirámides y templos, es
sorprendentemente similar. Los jeroglíficos de Nubia son una forma claramente
reminiscente de las formas egipcias y están consideradas como una derivación de
estas. Las instituciones reales en ambos estados y los órdenes religiosos que les
rodeaban son claramente similares, hasta el punto de que unas veces eran los
egipcios los que se sentaban en el trono nubio y otras veces los nubios los que
dirigían al pueblo egipcio. En los niveles superiores de ambas sociedades se
compartían fuertemente la cultura y las formas políticas. Toda esta actividad, en
sus diferentes manifestaciones, estaba dirigida a controlar el acceso a los
recursos, es decir, la riqueza de la zona.
El comercio entre los imperios
Dentro del movimiento y el intercambio que caracterizaba las civilizaciones
del Indo, Mesopotamia y el Nilo, los imperios emergentes imponían una estabilidad
que en ocasiones daba lugar a una mayor interacción entre los estados y los
pueblos debido a la seguridad inherente al imperio. El ejemplo más sorprendente
de este aumento de la interacción es el comercio. Muchos investigadores afirman
que la concentración de pueblos en determinadas áreas y los cambios de
densidad demográfica están relacionados con patrones de comercio. El
crecimiento urbano puede explicarse analizando los espacios donde el comercio
era posible y las formas en las que este comercio agrupaba a pueblos con sus
bienes y servicios. Estos espacios necesitaban una cierta autoridad que les
garantizase orden y seguridad. A partir de ahí podemos especular sobre el
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crecimiento del espacio urbano y sobre las instituciones y pueblos que los
administraban.
Los bienes y la seguridad que ofrecían estos espacios urbanos atrajeron a
comerciantes, los cuales no sólo viajaban de un lugar a otro transportando bienes
e ideas, sino que también a menudo se establecían en lugares distantes, creando
nuevas comunidades dentro de otras comunidades ya existentes. A veces,
algunos de estos comerciantes hacían de embajadores llevando información de
interés para el mantenimiento de buenas relaciones entre sus países de origen y
los adoptados por ellos a través del comercio. Estos comerciantes también
ayudaban a resolver asuntos que pudieran resultar problemáticos para sus
compatriotas. Muchos de estos comerciantes emigrados se establecían en sus
sociedades de adopción, añadiendo otro elemento de interacción y mezcla.
Bajo esta óptica, algunos de los estados que existieron en esta amplia zona
comprendida entre el Indo y el Nilo fueron conocidos como estados comerciales y
famosos por la reputación de sus mercaderes. La actividad comercial fue
simplemente un componente más que ayudó a aglutinar una zona hasta formar
una comunidad intercontinental.
Conclusión
Podríamos seleccionar cualquier aspecto esencial de una de estas tres
zonas y verlo reflejado de alguna forma en las demás. La razón de este reflejo, así
como sus diferencias, reafirma la idea de que el establecimiento de aquellos
imperios, y de las civilizaciones que los representaban, no se debió a la creación
de un espacio imperial independiente, sino más bien a una forma de ordenar la
interacción entre posibles espacios separados.
Las estructuras de estas civilizaciones (imperios, estados o ciudades) no frenaron
la interacción y el flujo de bienes, personas e ideas, sino que, por el contrario, lo
favorecieron dando lugar a las primeras formaciones de lo que se ha denominado
el mundo antiguo afro-eurasiático, es decir, la interacción entre los sistemas
fluviales del Indo, Mesopotamia y el Nilo.
Acerca del autor: Maghan Keita es profesor asociado de Historia en la
Universidad de Villanova. Entre sus numerosas obras se encuentran Riddling the
Sphinx: Race, the Writing of History, y America's Culture Wars.
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