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Mens sana in corpore sano
Monte Cronos. Historia Antigua y Mitología
Hoy he vuelto a estar en nuestro nuevo campo
de fútbol 7, de día, y he salido encantado de
nuevo de nuestras instalaciones deportivas.
He ido a otra cosa, pero me he pasado por allí y
me he parado a leer lo que dice en el monolito
donde pone el nombre del estadio en la entrada
principal, al pie de las escaleras. Dice esto:
Estadio universitario Monte Cronos.
“El Monte Cronos delimita el Valle Olimpia, en el que se encuentran las espléndidas ruinas de
Altis, donde desde el siglo VI a.d.J.C. se construyeron los templos de Zeus y Hera y otras
construcciones olímpicas”.
¡No es fantástico! ¡Estamos en un lugar Sagrado!
Y si el Monte Cronos era un lugar mítico para los antiguos griegos, el estadio también lo fue para
griegos y romanos, donde se laureaba a los campeones (se les colocaba una corona de laurel) y
durante toda su vida servían de ejemplo para los más jóvenes.
Para mí siempre ha sido un campo de fútbol un lugar medio sagrado. Cuando llegaba a los estadios
vacíos antes de que llegara el público, siempre tenía la impresión de estar en un lugar especial, que
me sigue impresionando todavía aunque no vaya a jugar un partido allí.
Y con el vestuario me ocurre algo parecido. Me enseñaron desde chico que ese es el verdadero
refugio del deportista. Y que se llega allí a prepararse para el juego, para la batalla, o para descansar
después de un gran esfuerzo. El rincón casi secreto donde el entrenador hablaba a media voz –para
que no lo oyeran fuera- con sus jugadores de la táctica a seguir. Es un lugar de reposo, de silencio,
de concentración. En algunos clubs no se les permite entrar ni a los directivos cuando el equipo está
allí preparándose. Y, en casi todos, además, se reza para que salgan bien las cosas, no para ganar,
sino para que nadie se lesione.
Por eso, para mi, si el estadio es la iglesia, el vestuario es la capilla. Y que conste que yo no soy
religioso. He pensado en esto al ver que el campo tiene nombre de un dios mitológico de la
antigüedad y de que hay una inscripción que recuerda a los dioses olímpicos.
Por favor un poquito de tranquilidad, a ver si se podemos bajar el tono de voz del vestuario, que
cuando alguien necesite hablar, que pueda entenderse. No digo que no se hable, pero más bajo, y
que si no se habla, mejor. Un proverbio chino dice que “No hables si no vas a mejorar el silencio”.
Y algo más; he visto a alguno con el cigarrillo en la mano dentro del vestuario…
Recapaciten y espérense unos minutitos a salir. Que somos deportistas. Un poquito de respeto a los
demás, y pensar que podemos servir de buen o mal ejemplo a los más jóvenes.
Espero que perdonéis estas palabras de reprobación pero no las puedo evitar. Al pensar que esto es
un lugar sagrado para algunos, lo he relacionado con nosotros. A mi me gustaría que poco a poco
fuéramos mejorando en cada cosa, y que todo estuviera perfecto, para disfrutar al máximo de este
rato de deporte. Nada más. Comprendo que muchos no han tenido desgraciadamente una buena
cultura deportiva, unas costumbres, unos buenos ejemplos y unos buenos maestros, pero todo puede
aprenderse con buena voluntad de mejorar.
Es lo bueno que tiene el deporte, además de mejorar físicamente y aprender a jugar al fútbol, se
puede mejorar en otras cosas como persona.
“Mens sana in corpore sano” que también decían los clásicos.
jj
El Monte Cronos (2ª parte)
También he mirado quién sería Cronos, el del monte, y he encontrado esto:
Cronos o Crono, dios de la mitología griega que se identifica con Saturno en la mitología romana.
Era el dios griego de las cosechas, y se le pinta con una hoz. Distinto de Chronos, que era el dios del
tiempo.
Cronos era una divinidad griega y uno de los titanes, hijo menor de Urano, el cielo y de Gea, la
tierra.
Fue el único entre todos sus hermanos en ayudar a su madre para vengarse de su padre, que odiaba a
sus hijos y los había encerrado en el Tártaro.
* El Tártaro eran las profundidades, la oscuridad. Era el lugar mítico que después se identificó con
el infierno.
Cronos, con la hoz que recibió de Gea, su madre, cortó los testículos de Urano. Este acto marcó la
separación del Cielo y la Tierra, inaugurando el principio del reinado de Crono.
Ya dueño del universo se casó con su propia hermana, Rea, y tuvo muchos hijos. Gea y Urano le
habían pronosticado que sería destronado por uno de sus hijos y él se apresuró a devorarlos a
medida que estos nacían. El único en escaparse fue Zeus, a quién Rea había escondido en Creta,
engañando a Crono y entregándole una piedra envuelta en pañales.
Cuando Zeus creció se rebeló contra su padre y lo destronó. Crono, derrotado, se vio obligado a
devolver la vida a los hijos que había devorado. A continuación fue arrojado al Tártaro.
Instaurándose desde entonces en el universo el reinado de Zeus, el Júpiter olímpico de los latinos.
Estatuas bordeando el
estadio olímpico de Roma.
Saturno (Cronos) devorando a
su hijo. De Francisco de Goya