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Política Social “Poverty is the squatter mother whose hut has been torn down by the government for reasons she cannot understand”. Habitante de un barrio marginal de Filipinas1 1.1 Introducción: Estrictamente hablando no hay definición única que permite acotar el término “política social” a un conjunto de conceptos que generen consenso y amplia aceptación. Este asunto no es reciente: Titmus ya se había referido al plantear que se trataba de un “problema insoluble”; y Montoro indica que no existe un listado único ni permanente de acciones en el ámbito de la política social. Este ultimo señala que hay cuestiones que, si bien pueden ser consideradas elementales hoy, en el futuro posiblemente dejen de serlo. Asimismo, enfatiza la amplitud del término “política social”, entendida como una preocupación colectiva que no solo concierne al Estado, sino a agentes no públicos, como organizaciones sin fines de lucro u organismos internacionales, que hacen que los limites entre lo privado y lo publico sean cada vez menos claros y precisos. No obstante, es evidente la importancia de una definición que permita acotar el campo de acción de la política social. Para Fernández, “[…] la utilidad del ejercicio puede resultar clara o manifiesta en la medida en que la aclaración de ese concepto puede permitirnos comprender mejor los márgenes de transformación o de ajuste que presentan esas prácticas, en el contexto histórico actual”. Este autor se refiere a este ejercicio a Marshall, quien ante la pregunta What is social policy? (¿Qué es la política social?) concluye que “[…] la política social usa el poder político para remplazar, completar o modificar operaciones del sistema económico, con el fin de alcanzar resultados que el sistema económico no lograría por sí mismo y, al haber esto, lo hace orientado por valores distintos a los de las fuerzas del libre mercado”. En la búsqueda del consenso, Montoro esboza una definición interesante en el sentido de asociar la política social al “[…] diseño y la ejecución programada y estructurada de todas aquellas iniciativas adaptadas para atender una serie de necesidades consideras básicas para la población con arreglo al baremo de civilización, definido en lo que denominamos como sociedades industriales avanzadas”. La práctica se ha encargado de dar forma a estas reflexiones, definiendo, según resume Beéar, os campos de actividad, el propósito a ser realizado, la situación social deseada, las propuestas de acción específica, las normas frente a determinadas problemáticas, los objetivos y los programas de acción – como son las políticas de educación, salud, generación de empleo, alfabetización y lucha contra la pobreza, entre otros -. 1 Programa de las Naciones Unidas para el desarrollo, PNUD (1997). 1 1.2 El concepto social de gasto público: Asimismo, el concepto mismo de política social ha sido cambiando en el tiempo, y con él las políticas de las que se ha valido. En este proceso de cambio, la visión de la pobreza como problema social ha sido un determinante fundamental, al igual que los conceptos de Estado social de derecho, a fines del siglo XIX, y de Estado de bienestar, en el siglo XX. Con el fortalecimiento del Estado de bienestar, el Estado participa en la provisión de bienes y servicios. La expresión más importante de este hecho es el gato social, entendido como el proceso orientado a la construcción de mecanismos que recorten las brechas entre los componentes de la sociedad. Si bien las causas que empujaron a las diferentes sociedades a plantearse esta temática fueron similares, los métodos que usaron sus Estados variaron significativamente. Sin embargo, podemos encontrar ciertas características que trascienden las distintas formas de ejecución del gasto social. Por otra parte, la política social puede tomar la forma de una intervención amplia en diferentes programas como educación, salud, vivienda, mantenimiento de rentas (por ejemplo, seguros contra el desempleo); o de intervenciones limitadas. Sala-i-Martín plantea que el gobierno influye sobre la economía por medio de diversos canales. Uno de ellos es el tamaño y el tipo del gasto público. ¿En qué gasta el gobierno? La respuesta a esa pregunta es clave en este capítulo, pues interesa a determinar cuánto de ese gasto se realiza en bienes y servicios denominados sociales. Sin embargo, los problemas no acaban con lograr una definición consensuada de política social, debido a que inmediatamente enfrentamos un segundo problema, el del gasto social. 1.2.1 Definición de gasto social: En la literatura no hay una definición convencional de gasto social que sea aplicable de manera indiscutible, o que genere consenso en materia de cuantificación y registro. Esto se debe, entre otras razones, a que el concepto está a lo que se entienda por política social. Esto, a su vez, se refleja en el total de recurso públicos asignados a funciones sociales. En un estudio realizado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) indica que “ […] es posible considerar que las cifras del gasto publico social […] sean razonablemente comparables”, a pesar de las diferencias metodológicas asociadas al registro contable del gasto y a la definición de gasto público social. La nota elaborada por la CEPAL indica: “En la mayoría de los países, la denominación de los sectores corresponde al sector descrito. Sin embargo, en algunos del ellos, comprende más áreas sociales. En el sector educación, Bolivia comprende educación, recreación cultura y religión; Brasil, educación, ciencia y tecnología; Costa Rica, educación, cultura, religión y recreación; Paraguay, educación y ciencia; y Perú, educación y cultura. En el caso de salud, en Argentina, Chile, Colombia, Cuba, Honduras, Nicaragua, Perú y Uruguay comprende las áreas de salud y nutrición; en Brasil, salud, alimentación y nutrición; y en la caso de El Salvador y Guatemala, salud y 2 asistencia social. En el sector seguridad social, Argentina, Colombia y Honduras comprenden seguridad, asistencia social y trabajo; Bolivia y Chile protección social; Brasil, seguridad y asistencia social, trabajo y capacitación; Cuba, Uruguay y la República Bolivariana de Venezuela, seguridad y asistencia social; Ecuador, seguridad social, bienestar social y trabajo; El Salvador y Guatemala, trabajo y previsión social; Jamaica y Trinidad y Tobago, seguridad social y bienestar; México, Panamá y Paraguay, seguridad social y trabajo; Perú, asistencia y previsión social; y República Dominicana, asistencia social y trabajo. En vivienda, en Argentina, Chile, Colombia, Cuba, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Paraguay y la República Bolivariana de Venezuela, comprende el área de vivienda , agua y saneamiento, Bolivia, vivienda y servicios comunitarios; En Brasil, vivienda y saneamiento; Ecuador, desarrollo urbano; México, vivienda, asistencia social y otros; Perú, vivienda, energía y saneamiento; Trinidad y Tobago, vivienda, servicios sociales y comunitarios; y por último, Uruguay, vivienda y servicios comunitarios”. ¿Cómo se define entonces gasto social? La revisión de la literatura lleva a concluir que existen tantas definiciones como instituciones o investigadores dedicados al tema. Ente las instituciones, la Organización para la cooperación y el desarrollo económico (OCDE), por ejemplo, define le gato social para sus propósitos de medición como la previsión de beneficios, por encargo de instituciones tanto públicas como privadas, a familias e individuos para proveer apoyo durante circunstancias en las que su bienestar se vea afectado por alguna eventualidad. Tales beneficios pueden ser transferencias de dinero o provisión de bienes y servicios, procurando que la provisión de los beneficios no constituya un pago directo por un bien o servicio particular, ni por un contrato o transferencia individual. Por su parte, la secretaria de Hacienda de la Nación (Argentina) considera la finalidad del gasto social como “las acciones inherentes a la prestación de los servicios de salud, promoción y asistencia social, seguridad social, educación y cultura, ciencia y técnica, trabajo, vivienda y urbanismo, agua potable y alcantarillado y otros servicios urbanos”. Asimismo, la Dirección Nacional de Presupuestos de Chile define las funcione sociales como todas aquellas actividades relacionadas con el suministro de servicios básicos sociales a la comunidad, y aclara que las funciones sociales se refieren primordialmente al papel redistributivo del Estado. En el caso de México, se define el gasto público como aquel que realiza el Estado en educación, salud, vivienda y otros programas para difundir la cultura, incentivar el deporte y combatir la pobreza. De manera similar, las definiciones son variadas entre los investigadores. Así, Vargas de Flood y Harriague consideran que los gastos públicos sociales son aquellos cuyos fines son proveer de servicios y bienes públicos sociales a los ciudadanos, así como los gastos destinados a programas especiales para reducir la pobreza y la inequidad. La acción del estado debe estar orientada a la consecución del bienestar de la sociedad. Sobre esto, Sen comenta que el bienestar debe valorarse en el plano de las capacidades y, en esta medida, el Estado debe estar en condiciones de proveer bienes y servicios que desarrollen y consoliden la adquisición de capacidades, pero no solo las que generan efectos en la capacidad productiva, sino también capacidades que se desprenden de otro tipo de elementos, como el acceso a la justicia, la seguridad la libertad de expresión, etc. 3 Cominetti y di Gropello consideran al gasto social como un indicador de política social que intenta medir aquellos recurso no recuperables que son canalizados hacia actividades relacionadas con el suministro de servicios básicos a la población. Estas actividades tienen incidencia en el corto y largo plazo sobre la situación socioeconómica de esta. Además, tienen un carácter compensatorio de los ingresos y programas de ayuda a grupos vulnerables de la población. En el Perú, para Shack y Salhuana, el gasto social sobrepasa los conceptos de distribución de ingreso y se concentra en las causas subyacentes que lo determinan. Aceptan la presencia de brechas en los niveles socioeconómicos, causadas por diferencias en las características de los seres humanos. Sin embargo, expresan que deben asegurarse condiciones mínimas de subsistencia en la sociedad. Para ellos, el gasto social es aquel que se destina a la formación de capacidades. Por su parte, Parodi concibe al gasto social como un indicador pertinente del grado en que se satisfacen las necesidades de la población en general, y de los pobres e particular. Incluye recursos públicos y privados. En situaciones de escasez de recursos, la ejecución de este tipio de gasto debe priorizar a los individuos más vulnerables de la sociedad. 1.2.2 Gasto social básico: Considerando la necesidad de lograr una definición única, la Cumbre Mundial para el Desarrollo Social, convocada por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en Copenhague en marzo de 1995, discutió entre otras cosas el establecimiento de criterios comunes para calcular el gasto social, y así facilitar su evaluación en el ámbito internacional. En dicha reunión se adoptó la resolución denominada Iniciativa 20/20, cuyo objetivo es lograr el acceso universal a servicios sociales básicos (SSB). Para ello, se estimó que es necesario que el 20 por ciento del gasto público total se asigne a la provisión de SSB. Bajo el criterio de corresponsabilidad entre los países desarrollados y en desarrollo en la provisión de SSB, se propuso que una proporción similar (20 por ciento) de la asistencia oficial para el desarrollo (AOD) sea dirigida a los SSB. Para la aplicación de esta iniciativa es necesario indicar los sectores que se incluyen dentro de los SSB, con el fin d3e establecer un criterio de medición estándar entre los distintos países. Ello fue tratado posteriormente con mayor detalle en una reunión celebrada en Oslo, donde se emitió la siguiente clasificación: a) Educación básica: enseñanza primaria y otros programas, desarrollo en la primera infancia, y educación básica para jóvenes y adultos. b) Atención primaria de salud: servicios de salud pública y servicios clínicos esenciales. c) Programas de nutrición: programas de alimentación directa, sistemas de información sobre la nutrición, programas contra la desnutrición por carencia de micronutrientes, seguridad alimentaria en el hogar, alimentación del niño y salud genésica y población. 4 d) Agua potable y saneamiento: tecnologías de bajo costo para el abastecimiento de agua, tecnologías de bajo costo para saneamiento y educación y capacitación en materia de higiene. e) Capacidad institucional para proveer los servicios anteriores. Sin embargo, la dificultad para lograr una aproximación exacta inclusive para el caso de los SSB, se pone de manifiesto en el trabajo de Ganuza, León y Sauma, quienes realizaron un estudio para América Latina desde la perspectiva de la iniciativa 20/20 y recopilaron aplicaciones para varios países de la región. Al intentar establecer los rubros de gasto correspondientes a los SSB, se notan marcadas diferencias de denominación entre los distintos países. El trabajo de Ganuza, León y Sauma no alude a la capacidad institucional de proveer servicios, pues ninguno de los países la toma como gasto social básico. La cumbre mundial de 1995 buscó, con el compromiso de los líderes de gobierno de 117 naciones, acuerdos para la solución de los graves problemas sociales del mundo actual, tomando como eje tres aspectos fundamentales de interés común: erradicación de la pobreza, fomento del empleo e impulso de la integración social de los grupos más desfavorecidos. Posteriormente, en 200, fue celebrado en Ginebra un periodo de sesiones de la Asamblea General de la ONU, en el cual los países miembros se comprometieron nuevamente a eliminar la pobreza, tratar el desempleo y promover la integración social. En ambas reuniones quedó claro que la acción de desarrollo social debe constituirse como prioridad en el diseño y la implementación de las políticas de gobierno, entre las que se cuentan la política económica y la política social. Fuente: “Política económica para países emergentes” Javier Silva – Ruete I edición, abril 2008 Pp. 337-344 5