Download Número 40 (Septiembre 2016) - Gran Priorato de España de la

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ATAVIS ET ARMIS
Revista del Gran Priorato de España de la Orden Militar y Hospitalaria
de San Lázaro de Jerusalén
Monasterio de Santo Domingo el Real de las MM. Dominicas.
C/Claudio Coello, 112, Bajo Izqda. 28006 Madrid
Edición al cuidado de la Cancillería
Madrid, Septiembre de 2016 · número 40
Retrato de Monseñor Castillejo Gorraíz, (1930-2016)
Protector Espiritual de la Encomienda de Andalucía,
por Rafael Cervantes Gallardo (óleo sobre lienzo)
ATAVIS ET ARMIS
AVISOS DE LA CANCILLERÍA
ATAVIS ET ARMIS
Consejo De Redacción
José María de Montells y Galán
Daniel García Riol
Manuel Tourón y Yebra
Alfredo Escudero y Díaz-Madroñero
Emilio Aleman de la Escosura
Rafael Portell Pasamonte
Consejo de Gobierno
del Gran Priorato:
Gran Prior,
el Marqués de la Lapilla
Prior,
el Marqués de Armunia
Canciller,
don Federico G. Escudero Feito
Vicecanciller,
don Manuel Pedro Bernáldez y Bernáldez
Vicecanciller,
don Gerardo López Cuevas
Hospitalario,
Dr. don Juan Ruiz de Burgos y Moreno
Coordinador de Encomiendas,
don Alfredo García Til
Fiscal,
doña María Rosa Rodrigo Martínez
Mariscal,
don Daniel García Ramos
Inquisidor de Causas,
don Emilio Aleman de la Escosura
Juez de Armas,
Dr. don José María de Montells y Galán
Maestro de Ceremonias,
Dr. don Manuel Tourón y Yebra
Guardasellos Mayor,
don Victoriano Ruiz Peris
Comendador de Andalucía,
don Iván de Arteaga y del Alcázar
Comendador de Cataluña,
doña Monserrat Roig Recasens
Comendador de la Encomienda
de Valencia,
don Juan Boluda San Ambrosio
Comendador Hereditario de El Acebuchal,
don Joaquín Cayuela Vergés
Edita
El Gran Priorato de España
Monasterio de Santo Domingo el Real
de las MM. Dominicas.
C/Claudio Coello, 112, Bajo Izqda.
28006 Madrid
Depósito Legal
M-5494-2005
NUEVA CONFIGURACIÓN DEL PATRONATO
DE LA FUNDACIÓN
Como consecuencia de la renuncia de don Federico Guillermo Escudero Feito a su cargo de Secretario y miembro del Patronato de la
Fundación San Lázaro, se ha elegido una nueva composición de los
cargos directivos que queda como sigue: Presidente, el Excmo. Sr. Don
Francisco de Borbón y Escasany, Duque de Sevilla.
Vicepresidente, El Excmo. Sr, Don Carlos Gereda de Borbón, Marqués de Almazán. Vocal 1º, el Excmo. Sr Don Diego Guillamón y Rodríguez de Requena. Vocal 2º, el Excmo. Sr. Don Juan Pedro de Soto y
Martorell, Marqués de la Lapilla. Vocal 3º, el Excmo. Sr. Don Iván de
Arteaga del Alcázar, Marqués de Armunia. Secretario, el Ilmo. Sr. Don
Manuel Pedro Bernáldez Bernáldez.
ORACION DE SAN LÁZARO
Señor Jesús que, por efecto de inmensa bondad y misericordia, nos
has llamado a conocerte y servir en la Milicia de los Caballeros Hospitalarios de San Lázaro, recibe ahora la expresión de nuestra gratitud
por tan gran favor.
Recuérdanos estar muy unidos entre nosotros en tu caridad y nuestro deseo de servirte por una rigurosa fidelidad a nuestro alto ideal de
caballería cristiana.
Que la Santísima Virgen, guardiana de la Unidad de la Fe, San Lázaro tu amigo y nuestro santo Patrón, que todos los santos, confesores y vírgenes, Protectores de nuestra Orden y hermanos de nuestra
Religión, nos consigan toda la luz y la fuerza para no faltar jamás a
ninguno de nuestros deberes de nuestra vocación, que aceptamos de
todo corazón.
Guárdanos sin miedo y sin reproche, siempre dispuestos a todas las
buenas obras.
Que la Unidad de la Iglesia, el apoyo de los cristianos orientales y
en particular los de Tu país, oh Jesús, que los pobres leprosos, los enfermos, los débiles, los prisioneros, los abandonados sean el objeto de
nuestras solicitudes, de nuestras preocupaciones, los beneficiarios de
nuestros cuidados y de nuestra caridad.
Así sea.
PRO UNITATE ECCLESIAE
Oremus:
Omnipotens et misericors Deus,
qui diversitatem gentium in unum populum per Filium tuum adunare voluisti,
concede propitius ut, qui christiano nomine gloriantur,
qualibet divisione reiecta, unum sint in veritate et caritate,
et omnes homines, verae fidei lumine illustrati,
in unam Ecclesiam fraterna communione conveniant.
Per Christum Dominum nostrum.
Amen.
NOTICIAS DEL GRAN PRIORATO
REORGANIZACIÓN DEL GOBIERNO DEL
GRAN PRIORATO DE ESPAÑA
D
urante el mes de mayo y primeros días
de junio se ha procedido a una restructuración del Consejo de Gobierno del Gran
Priorato tendente a agilizar los trabajos para hacer más visible la acción caritativa y social de
la Orden con la creación de dos Vicecancillerías,
una dedicada a la Administración y otra, a las
Finanzas, desempeñadas por nuestros hermanos
don Gerardo López Cuevas y don Manuel Pedro
Bernáldez y Bernáldez. Todas las labores del Consejo de Gobierno se estructuran en las siguientes
Comisiones: de Admisiones, Económica-Financiera, de Eventos y Protocolo, Hospitalaria, de Comunicación y de Relación con las Encomiendas.
En la Página 2 de esta misma revista, se publican
los integrantes de dicho Consejo de Gobierno que
han sido nombrados por el Gran Prior de España en perfecta comunión con los deseos del Gran
Maestre, el marqués de Almazán.
Además, el 7 de junio pasado, en el transcurso de
la Asamblea General Anual de la Asociación de
caballeros españoles se eligió una nueva Junta
de Gobierno que está integrada por los siguientes señores: Presidente: D. Juan Pedro de Soto
Martorell, Secretario: D. Manuel Pedro Bernáldez Bernáldez, Vocal 1º: D. Iván de Arteaga y del
Alcázar, Vocal 2º: D. Daniel García Ramos, Vocal
3º: María Rosa Rodrigo Martínez, Vocal 4º: Alfredo García Til, Vocal 5º: D. Victoriano Ruiz Peris,
aprobándose la Memoria de Actividades de 2015
por unanimidad de todos los presentes. Es de resaltar el nutrido grupo de caballeros de la Encomienda de Andalucía desplazados a Madrid para
asistir a la Asamblea, estableciéndose el quorum
en la primera convocatoria. En la actualidad, las
Comisiones establecidas por esta reorganización
trabajan a pleno rendimiento en la consecución
de sus objetivos.
Armas simples del Gran Priorato
por Fernando Martínez Larrañaga
3
LLAMAMIENTO EN SALÓN DEL TRONO
E
La asociación conservacionista Adepa, que lleva
años denunciando esta situación, ha presentado
dos denuncias en el juzgado de guardia en torno
a San Lázaro. La desidia de la administración se
pone de manifiesto en algunos hechos significativos. Por ejemplo, que el edificio permanece inscrito en el registro de la propiedad a nombre de
la Diputación de Sevilla dieciséis años después
de que se cediera.
Los restos más antiguos y peor conservados del
conjunto están en la entrada principal. Se trata
de la denominada Torre de los Gausines, edificada antes de la conquista cristiana de la ciudad
(1248), y según el profesor Cómez, encajada en el
bloque rectangular donde se abre la portada manierista. El historiador data la construcción de la
iglesia a finales del siglo XV y principios del XVI.
Actualmente la iglesia se utiliza como almacén
y su cubierta ha sido desmontada para evitar
filtraciones y derrumbes. La restauración de la
iglesia es una tarea urgente que no puede demorarse más y actuaciones como la construcción de
la nueva cafetería adosada a sus muros no hacen
más que demostrar el escaso tacto de la Junta de
Andalucía para con este bien.
¿Quedará algo cuando por fin se pueda acceder o
será demasiado tarde?
Junta de Andalucía, ayuntamiento, diputación o
estado tienen que tomar cartas en el asunto y actuar de una vez”.
l blog Salón del Trono que redacta nuestro hermano de manto, don Daniel García
Riol, se ha hecho eco de la iniciativa del
caballero lazarista don Manuel Morales de Jódar,
que ha circulado por las redes, muy pronto secundada por nuestro correligionario, don Luis
Valero Aranda, en orden a la restauración del
Hospital de San Lázaro de Sevilla. Este es el llamamiento:
Hospital San Lázaro de Sevilla
“Tenemos que hacer algo, Sevilla no se merece
tener un edificio tan singular para la ciudad en
tan lamentable estado. Al San Lázaro de Sevilla
no hay quien lo resucite. Los restos históricos del
hospital y muy especialmente, la iglesia de estilo
gótico-mudéjar permanecen arrinconados.
EL ÁNGEL CUSTODIO DE ESPAÑA
L
algaradas callejeras de anarquistas indignados…
Con este escenario, el rey Alfonso XIII, toda la
familia real y representantes del Gobierno que
presidía el conservador Eduardo Dato, asistieron
en Madrid a la entronización de una imagen del
Ángel Custodio de España, en un altar de la iglesia de San José, en Madrid.
a Historia, ya se sabe, parece repetirse. En
1920, España atravesaba una situación que
guarda notables paralelismos con la actual:
cambio en el Gobierno, deslegitimación de las
instituciones del Estado, precariedad económica,
irrelevancia en el plano internacional, el Ejército
en campañas de guerra en países musulmanes,
4
en la victoria de Las Navas de Tolosa, en 1212,
con la que comenzó el principio del fin de la
Reconquista, y en la que un misterioso pastor
guio a las tropas cristianas para emboscar a los
moros, y luego desapareció. En 1624, la obra El
Bernardo, que canta la Victoria de Roncesvalles,
contra Carlomagno y los musulmanes, dice así:
«Los demonios, que tratan de destruir a España,
muestran la insaciable sed que tienen de nuestra
perdición, y con qué gusto y facilidad la harían,
si el freno de la potencia divina no los detuviese,
significada por el Ángel Custodio de España, que
descubre cuan cortas fuerzas son las del infierno
para ofender a los que el cielo tiene por amigos»
Tal era la confianza que nuestros antepasados tenían en su fiel protección, que Fernando VII, tras
la guerra contra Napoleón y con el país desvencijado por la contienda, solicitó -y consiguió- que
el Papa León XII nombrase a tan celestial protector co-patrón de España, junto a la Inmaculada
Concepción y a Santiago Apóstol, y aprobase una
fiesta litúrgica con oficio propio.
En 1917, monseñor Leopoldo Eijo y Garay le escribió una Novena, en la que destaca esta oración: «Hoy, el ángel rebelde pretende seducir a
la nación con los halagadores desenfrenos de la
impiedad, para que renuncie a su histórica religiosidad, se aparte de Dios, apostate en su vida
de nación de las creencias de nuestros mayores,
y, laica y atea, busque sólo sus medros temporales, olvidando fines más altos. No permitas,
Ángel bendito, que nuestra España caiga en tan
funesta tentación; ilumina a todos tus protegidos, desbarata las intrigas de los impíos (...); alcanza del Señor la conversión de todos los que,
por error o por depravación, quieren acarrear a
España tan graves males y obtennos a todos, la
eterna salvación».
Unas palabras de total actualidad ante los ataques a la Religión que se están dando impunemente en nuestro país, so pretexto de una mal
entendida libertad de expresión. Recobrar la devoción por el Ángel Custodio debe ser un objetivo
prioritario para todos los lazaristas españoles.
Ángel Custodio
La imagen había sido trasladada desde el Cerro
de los Ángeles, y se había proyectado como modelo para un gran monumento nacional, que extendiese esta devoción, hoy casi olvidada. Cuando,
diez años después, estalló la persecución religiosa, las imágenes del Cerro fueron profanadas por
los republicanos, y la del Ángel Custodio -que
porta en su mano una corona, un escudo con blasones de los reinos de Castilla, León, Navarra y
Aragón, y que luce más de cien borbónicas flores
de lis en su capa; o sea, todo un desafío para los
fieles de la República- se salvó de las llamas porque los milicianos respetaron la iglesia al estar
dedicada a san José, «que era un obrero».
Pero la devoción al Ángel de España no nació el
siglo pasado, sino que hunde sus raíces en las
del nacimiento de la nación. Ya hay mención
de ella durante la invasión de las tropas francas de Carlomagno, en el siglo VIII, y también
5
GRAN CRUZ DEL MÉRITO HUMANITARIO PARA
DON ALFREDO GARCÍA TIL
E
l pasado 4 de junio se celebró en Barcelona la ceremonia para la imposición de
la Gran Cruz del Mérito Humanitario a
diversas personalidades, tanto españolas como
extranjeras.
Presidida por el Excmo. don Marino Perez Méler,
Comendador de la Religión de Cruz Verde y por
la Vicepresidenta y Dama Comendadora de nuestra Orden, recientemente nombrada Comendadora de Cataluña, Excma. Doña Montserrat Roig, se
impuso la placa de Gran Cruz y la banda correspondiente al Excmo. Don Alfredo García Til, Gran
Cruz de Justicia y Protector de las Encomiendas
del Gran Priorato de España y al Excmo. Don Bernardo Rodríguez Cánovas, Caballero de Gracia
de nuestro Hospital. Como se sabe, la Institución
del Mérito Humanitario fue creada en Barcelona
en 1999, como una asociación apolítica y sin áni-
mo de lucro, que galardona anualmente a todas
aquellas personalidades destacadas por sus valores humanos y sus actividades humanitarias.
En su Elenco figuran hombres y mujeres de gran
talla que han demostrado su entrega a los demás.
Nuestro hermano Alfredo García Til recibe su diploma
de manos del lazarista Marino Pérez Méler.
SAR DON SIXTO DE BORBÓN PARMA
E
n el número anterior de nuestra revista,
el Juez de Armas del Gran Priorato de
España publicó un artículo sobre las imitaciones de la Orden en la actualidad, en el que
se recogía la pretensión de SAR don Sixto de Borbón Parma, de encabezar un sedicente Hospital
de los pobres leprosos bajo el subterfugio de una
nueva observancia, llamada Obediencia de Jerusalén, falsa desde su nacimiento.
Montells denunciaba la naturaleza espuria de la
dicha escisión que, según él, satisface las ambiciones del Conde Piccapietra, expulsado de
la Orden por el duque de Brissac, poco antes
de los acontecimientos de Toronto, que dieron
como resultado la reunificación, bajo el Gran
Maestrazgo del duque de Sevilla. Recientemente, en el mes de abril de 2016, en el curso de los
actos auspiciados por Gran Priorato de Francia,
presididos por el Gran Maestre y en presencia
del Gran Maestre Emérito, el dicho príncipe de
El Gran Comendador en una charla informal con
don Carlos y don Sixto
6
Parma expresó su deseo de asistir para entrevistarse con el marqués de Almazán, Gran Maestre
legítimo.
Pese a que no se llegó a ningún acuerdo tangible, la reunión transcurrió en un ambiente de
gran cordialidad, lo que presagia nuevos con-
tactos para restablecer la unidad. Tal hecho demuestra, una vez más, la predisposición de don
Carlos Gereda de Borbón, marqués de Almazán,
al entendimiento con quienes de buena fe se han
separado del camino recto. Un Gran Maestre que
sabe escuchar a los demás y tomar decisiones.
NUEVO ARMORIAL DE LA ORDEN
P
constituirá el Armorial, propiamente dicho. Se
da la circunstancia que los escudos se presentan sobre maniquíes ecuestres al modo del libro
medieval del Toisón, lo que constituye un valor
añadido a una obra que se perfila como un libro
imprescindible. El dibujo que acompaña estas líneas es una buena muestra de lo que decimos.
or iniciativa de nuestro hermano en el
recuerdo a San Lázaro, don Fernando
Martínez Larrañaga, excelente heraldista y magnífico diseñador gráfico, se va a proceder a la confección de un nuevo Armorial de los
caballeros lazaristas españoles, que contempla
la creación de un Registro Armero en la Cancillería. La propia Cancillería expedirá un certificado
muy bellamente elaborado, con el Visto Bueno
del Juez de Armas del Gran Priorato, don José
María de Montells.
El origen de este género de obras se remonta
a finales del siglo XIII, periodo de apogeo del
uso del código heráldico en Europa Occidental,
apareciendo en forma de códices o libros manuscritos con repertorios completos o parciales
de blasones junto con ilustraciones, frecuentemente iluminadas, que reproducen las figuras
o conjuntos heráldicos, con los colores que les
pertenecen. Los armoriales, en particular los
considerados medievales, publicados hasta el
siglo XVI, son empleados por los especialistas
como fuente para el estudio historiográfico de
los usos heráldicos.
En la actualidad se va recuperando esta antigua
costumbre y son ya numerosos los repertorios
heráldicos que se publican. La Orden retomó estos usos con la publicación del Libro de Armería
y ahora se pretende publicar una nueva obra sobre el tema. Así, los certificados con las armas
de cada caballero se reunirán en un libro que
Armas ecuestres de don Pablo Franco Cejas
7
CENA BENÉFICA EN MARBELLA
E
l pasado 9 de julio, la Encomienda de Andalucía encabezada por su Comendador
el Excmo. Don Iván de Arteaga, marqués
de Armunia, se celebró la VI Cena de Gala que la
Orden celebra en Marbella, en el club de Mar del
Hotel Villapadierna.
La asistencia de Damas y Caballeros excedió con
mucho las más optimistas previsiones pues se
sobrepasaron los 270 asistentes. La magnífica
noche con una muy agradable temperatura y
presencia de lo más granado de la sociedad marbellí contribuyo al éxito de la gala.
Helena Olayua entrevista al Gran Maestre para la TV local
acompañado de una bella dama, el matrimonio
Fortuny y un largo etcétera.
Una vez más queremos agradecer a nuestros
patrocinadores todo el esfuerzo realizado para
el buen fin de la cena, empezando por Don Ricardo Arranz propietario del Hotel Villapadierna,
nuestra Dama Chon Gonzalez Byass, Cava Juve y
Camps, Pepsi Cola, Montserrat Roig, con regalos
a todos los asistentes, M. Zambrano y Francisco
Gómez, con sendos magníficos jamones especiales de Jabugo y Guijuelo, el espumoso de naranja
00 Burnaj, y un innumerable grupo de empresas
El marqués de Armunia en animada charla con
el marqués de Almazán
Durante la misma y después de la bendición por
parte de nuestro Capellán padre Don José López
Solórzano y de los brindis realizados por nuestro Gran Prior el Excmo. Don Juan Pedro Soto,
Marqués de la Lapilla y el Gran Maestre de la
Orden, Excmo. Don Carlos Gereda de Borbón,
Marqués de Almazán, se proyectó un video exponiendo los distintos programas humanitarios
que la Orden realiza en Hispanoamérica. Es de
destacar la asistencia del Duque de Sevilla, Gran
Maestre Emérito, junto a su esposa, del Coadjutor don Francisco de Borbón y von Hardenberg
Los señores de Arriaga
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que aportaron más de 150 regalos de un muy alto
valor, alguno superando los 2500 euros. Durante
el cóctel hubo una actuación de bailarines de Tango y en la Cena y actuó una cantante por gentileza del hotel y se contrató un afamado disjockey
que obligó a bailar hasta altas horas de la noche.
El beneficio de esta Gala como es habitual se repartirá entre Cáritas de Marbella, las Hermanitas
de los Pobres de Ronda y la Fundación Fontilles.
Damos las gracias a la labor sin la cual no hubiera sido posible la realización de esta Gala,
a la Dama Comendadora Nieves Schmaeing, al
Caballero Manuel de las Heras aportando entre
los dos, 135 invitados e innumerables regalos,
al Caballero David A. Cienfuegos y al Caballero
Giuseppe Sinisi y al coordinador Caballero Alfredo García Til. La venta de boletos del sorteo
lo realizaron cinco Damas asistidas por cinco
bellas señoritas, nietas de miembros de la Orden y futuras Damas. En suma, todo un éxito
tanto desde el punto de vista caritativo como
organizativo.
Los duques de Sevilla posan con Alfredo García Til
Nieves Schmaeing, junto a Helena Olaya
El Gran Maestre se dirige a los asistentes
La marquesa de Armunia junto a don Antonio de Fortuny
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OBITUARIO
MONSEÑOR DON MIGUEL CASTILLEJO GORRAIZ,
PROTECTOR ESPIRITUAL DE LA ENCOMIENDA DE
ANDALUCÍA
Por Luis Valero Aranda
E
l pasado día 13 de abril de 2016 fallecía
en Córdoba a la edad de 86 años el Excelentísimo Monseñor Don Miguel Castillejo Gorráiz, Prelado de Honor de Su Santidad,
Canónigo Emérito del Cabildo de la Catedral de
Córdoba y Honorario del de la Metropolitana de
Sevilla, Gran Cruz Eclesiástica de la Orden Militar y Hospitalaria de San Lázaro de Jerusalén,
Medalla de Honor de Oro del Gran Priorato de
España y Protector Espiritual de la Encomienda
de Andalucía.
Fue Don Miguel, ya en las postrimerías del siglo XX, un auténtico hombre del renacimiento,
quizá el último, pues compaginaba perfectamente todas las actividades que caracterizaban
a aquellos espíritus singulares, y así, lo mismo
dirigía un Consejo de Administración de la Entidad Financiera CajaSur que presidió durante
muchísimos años, o de cualquiera de las muchas
empresas que gestionó, que escribía los mejores tratados que sobre Averroes, el aquinatense
islámico como él lo llamaba, se han escrito por
estudioso alguno, o sus varias decenas de libros
publicados; que cantaba la Romanza del Canto a
Murcia de la zarzuela La Parranda, con la gran
voz de tenor que le adornaba, acompañándose él
mismo con los acordes al piano, o conversaba con
un sacerdote alemán entendiéndose ambos fluidamente en latín, que se multiplicaba como mecenas artístico desde el apoyo a una infinidad de
artistas individuales, músicos, pintores, o pequeños coros y grupos musicales, hasta la promoción de grandes masas corales operísticas y del
género chico zarzuelístico, orquestas, sociedades
filarmónicas, o macro conciertos de las mejores
instituciones y artistas mundiales, de modo gratuito, para poner la gran música al alcance del
gran público y las clases populares, y la tutela de
todo cuanto significase la tradición popular, Cofradías, folclore y festividades tradicionales. Don
Miguel estaba omnipresente haciendo auténticos
esfuerzos sobrehumanos de casi ubicuidad con
una especialísima particularidad, estuviese en
la más pequeña aldea o en los paraninfos de las
mejores universidades, se esforzaba exactamente lo mismo para que su intervención fuese lo
más acertada y lucida posible, daba igual el lugar
o el auditorio, los respetaba lo mismo a todos y
así se respetaba a sí mismo y a lo que representaba. Efectivamente, como se ha dicho hasta la
saciedad y era cierto, su influencia en la vida
económica, social, cultural de Córdoba y Andalucía, trascendiendo a muchas partes de España
y fuera de ella, era muy grande, tremenda, pero
también es cierto que se la ganó a pulso en su
afán por estar y transmitir en dichas actividades
los valores que cuando fue ordenado sacerdote
le fueron encomendados como ministro de la
Iglesia, porque, ante todo y sobre todo, en todas
sus actividades, obras y trabajos, don Miguel era
sacerdote, y así lo atestiguó y corroboró, con especial énfasis y como sello esencial de lo que fue
su vida, su gran amigo y profundo conocedor de
su persona y obra, el Eminentísimo Sr. Cardenal
Fray Carlos Amigo, Arzobispo Emérito de Sevilla,
en el funeral que por su eterno descanso presidió
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Monseñor Castillejo
el día 27 de Abril, catorce días después del fallecimiento de Monseñor Castillejo, en su querida
última iglesia cordobesa de La Merced.
Nacido en Fuente Obejuna en 1930, ingresó en
el Seminario de San Pelagio, ordenándose sacerdote en 1953. Su actividad pastoral comenzó en
Hornachuelos, destino que simultaneaba con el
encargo parroquial de San Calixto. Recibió pronto el arciprestazgo de Fuente Obejuna y el de Peñarroya-Pueblonuevo, produciéndose su traslado
a la capital cordobesa en 1965 tras tomar posesión del cargo de ecónomo de la Parroquia del
Sagrario de la Santa Iglesia Catedral de Córdoba.
Desempeñó desde siempre numerosos cargos:
consiliario diocesano del sector de Córdoba de los
equipos matrimoniales, delegado episcopal para
el Apostolado Seglar, prior de la Comunidad de
Curas Párrocos de Córdoba o Secretario General
de la Asamblea Conjunta de Obispos Sacerdotes.
Posteriormente fue investido, tras dura oposición,
Canónigo Penitenciario del Cabildo Catedralicio
de la Iglesia Catedral de Córdoba desarrollando
su labor como miembro de la Comisión de Hacienda y Obras Pías, así como Presidente de la
Comisión de Canto Litúrgico. Dicha investidura
llevó inherente la cualidad de Miembro Nato del
Patronato de Fundación del Monte de Piedad y
Caja de Ahorros de Córdoba. A partir de ese momento simultanearía su carrera eclesiástica con
sus funciones en CajaSur, entidad de la que fue,
como se ha dicho, largos años Presidente.
Asimismo, fue Presidente de la Comisión Diocesana Pro-Edificación de Nuevos Templos Parroquiales y miembro del Colegio de Consultores.
En abril de 1994 fue nombrado Prelado de Honor
de Su Santidad y miembro de la Fundación Juventud, Iglesia y Esperanza del Consejo de Laicos
del Vaticano; además de ser nombrado Canónigo
de Honor del Cabildo de la Santa Metropolitana
y Patriarcal Iglesia Catedral de Sevilla en 1998.
En el momento de su fallecimiento era, en cumplimiento de las normas canónicas, Canónigo
Penitenciario Emérito del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba y continuaba desarrollando
una intensísima labor social y cultural al frente,
como Presidente y alma mater, de su Fundación
Miguel Castillejo, ejemplo de gestión socio-cultural en la ciudad de Córdoba, desde su sede en el
Palacio de Las Doblas.
Doctor en Ciencias Sociales por la Universidad
Pontificia de Salamanca. Licenciado en Ciencias
Políticas y Económicas, por la Universidad Complutense de Madrid y Doctor en Filosofía y Letras, por la misma Universidad.
Doctor “Honoris Causa” por la Universidad de
Córdoba. Doctor “Honoris Causa” por la Universidad Nacional Federico Villarreal de Lima
(Perú) y Miembro Honorario del Claustro de la
Universidad del Pacífico de Lima (Perú).
11
Miembro Numerario de la Academia de Ciencias
Sociales y del Medio Ambiente de Andalucía. Ostentaba asimismo la Medalla al Mérito, otorgada
por el Ministro de Educación del Perú, por su
relevante trayectoria académica y profesional a
favor de la educación, la ciencia y la cultura. Entre otros muchos innumerables nombramientos
y distinciones, destacan los siguientes:
- Medalla de Oro al Mérito del Trabajo, otorgada
por acuerdo del Consejo de Ministros de 30 de
abril de 1999. - Gran Oficial de la Orden del Sol
Perú. - Medalla al Mérito del Ahorro. - Medalla de
Oro de la Cruz Roja Española. - Medalla de Oro de
la Universidad de Córdoba. - Medalla de Oro CL
Aniversario Facultad de Veterinaria y XXV Aniversario de la Universidad de Córdoba. - Numerario de la Real Academia de Ciencias, Bellas Letras
y Nobles Artes de Córdoba. - Académico de Honor
de la Real Academia Sevillana de Bellas Artes de
Santa Isabel de Hungría. - Capellán Mayor de la
Fundación Mar Océano. - Patrono de la Biblioteca
Colombina. - Consejero del Instituto de Estudios
Giennenses. - Miembro del Consejo Andaluz del
Patrimonio Histórico. - Numerario de la Academia
de Historia de la Iglesia (adscrita a la Facultad de
Teología de Valencia). - Hijo Predilecto de Fuente
Obejuna. - Vocal del Consejo Andaluz de Patrimonio Histórico. - Socio de Honor del Ateneo de
Sevilla. - Premio Extraordinario Averroes de Oro
- Ciudad de Córdoba 2005, a las Ciencias, Bellas
Letras y Nobles Artes. - Socio de Mérito de la Real
Sociedad Económica Sevillana de Amigos del
País. - Miembro de Honor de la Fundación Casa
Museo de Andrés Segovia. - Miembro de Honor
de la Orden de San Clemente, Sevilla. - Caballero
Gran Cruz de la Orden del Gran Almirante.
Capellán Prelado Lazarista durante veinticinco
años, ingresó como Gran Cruz Eclesiástica en el
año 1991 en una solemne ceremonia de cruzamiento celebrada en la Basílica de Santa María
la Mayor, de Morella presidida por el Cardenal
Suquía, Presidente de la Conferencia Episcopal
Española, en presencia del Cardenal Don Marcelo González Martín, Primado de España y
Gran Prior Eclesiástico de la Orden, y en la que
también fue investido con la misma Gran Cruz
Eclesiástica de San Lázaro Su Eminencia Reverendísima el Cardenal Don Vicente Enrique y
Tarancón, de tan grata memoria para los lazaristas de éste nuestro Gran Priorato de España,
del que fue Protector Espiritual. Desde entonces, don Miguel llevó a gala su condición de Lazarista y cuando la Orden tuvo a bien nombrarle
Protector Espiritual de la Encomienda de Andalucía, se volcó de nuevo de un modo activo y
encomiable con la religión lazarista ayudándola
en todo cuanto fue menester, como siempre, con
gran generosidad y amor a lo que nuestra muy
antigua y noble Institución ha significado y representa.
Su orgullo lazarista le llevó a dejar dicho que a su
muerte, revestido de Canónigo sólo figurase sobre su cuerpo presente su Gran Cruz de San Lázaro que llevó consigo hasta el último momento
antes de recibir cristiana sepultura. Descanse en
paz nuestro querido Caballero, Hermano, Capelán Prelado y Protector Espiritual de la Caballería Lazarista Andaluza; su gran familia lazarista
no le olvidará nunca.
El afecto que profesaba a la Orden, era similar
al que la Orden le profesaba a él, y como muestra queden aquí transcritas para la posteridad a
continuación las condolencias que nuestro Gran
Maestre, S.E. el Serenísimo Señor Don Carlos Gereda de Borbón, y nuestro Gran Prior Eclesiástio
S.E. Monseñor Michele Pennisi, Arzobispo de
Monreale, Sicilia, dirigieron a toda la milicia lazarista en tan triste momento.
Chorus angelorum te suscipiat, et cum Lazaro
quondam paupere æternam habeas réquiem. Hasta siempre Monseñor.
12
Madrid, April 14th 2016
Dear Confréres and Consoeurs, dear members in the Grand Magistral Council, dear
members of the Grand Priory of Spain (especially those in the Commandery of Andalucía):
It is with great grief and sadness that I have learned Monsignor Miguel Castillejo Gorráiz
passed away yesterday afternoon in Córdoba. He was the Spiritual Protector of the
Commandery of Andalucía of the Grand Priory of Spain.
Don Miguel Castillejo dedicated a great part of his life tending his Foundation in the city of
Córdoba (Andalucía). He was always helping those in need of support and today we
remember him as a true example of service and hospitaller spirit, which is the primary aim
of our Order.
Let us not forget that we are a Christian and ecumenical Order, but also let us not forget
that we must always remember the oath we made when we became a part of The Most
Ancient and Noble Military and Hospitaller Order of Saint Lazarus of Jerusalem: “Serviam”
(I shall serve).
Monsignor Castillejo was a true example of service. He greeted us with open arms at his
Foundation when we conducted the 2014 Grand Magistral Council meeting in Córdoba. He
always had a smile on his face and was willing to give everything he had to, what he
called, “My grand Lazarus family”.
Let him be an example to all of us. He has been, and always will be, one of the biggest
benefactors of our Order. May God and Saint Lazarus guide him forever and ever.
Atavis et Armis,
PS: I hereby attach a message written by our Ecclesiastical Grand Prior, Msgr. Michele
Pennisi, dedicated to Monsignor Castillejo. They met during the meetings in Córdoba.
Orden Militar y Hospitalaria de San Lázaro de Jerusalén
Monasterio de Santo Domingo el Real. c/ Claudio Coello, 112 bajo Izq. 28006 Madrid.
13
TOGETHER IN THE FAITH OF JESUS CHRIST RESURRECTED WE UNITE OUR
CONDOLENCES IN THE MILITARY AND HOSPITALLER ORDER OF SAINT LAZARUS
OF JERUSALEM FOR THE PASSING AWAY FROM THIS EARTHLY EXILE TOWARDS
THE HEAVINLY HOMELAND OF MONSIGNOR DON MIGUEL CAST
CASTILLEJO GORRÁIZ,
PRELATE OF HONOR OF HIS HOLINESS AND ECCLESIASTICAL GRAND CROSS OF
THE ORDER. I APPEAL OUR FATHER FULL OF MERCY TO AWARD HIS LOYAL
SERVANT, TO WHOM HE GAVE DURING HIS ETERNAL LIFE HIS WORD AND
SACRAMENTS, AN ETERNAL JOY IN THE LITURGY OF HEAVEN.
MONREALE APRIL 13TH 2016
+ MONS. MICHELE PENNISI
ARCHBISHOP OF MONREALE
ECCLESIASTICAL GRAND
D PRIOR OF THE MILITARY AND HOSPITALLER ORDER OF
SAINT LAZARUS OF JERUSALEM
Orden Militar y Hospitalaria de San Lázaro de Jerusalén
Monasterio de Santo Domingo el Real. c/ Claudio Coello, 112 bajo Izq. 28006 Madrid.
14
ILMO. SR. CORONEL DON JOSE LUIS ALEMÁN ARTILES
S
entimos comunicar que el día 17 de abril,
falleció en Madrid, víctima de una cruel
enfermedad, el coronel de Infantería don
José Luis Alemán Artiles, caballero del Hospital
de la Cruz Verde. Nacido en Agüimes, el 25 de
marzo de 1943, perteneciente a una familia de
militares (sus hermanos también lo son), era hijo
del General de Infantería, don Antonio Alemán
Ramírez, Laureado de San Fernando y Medalla
Militar Individual, por su heroica acción en combate, siendo cabo, en la que a pesar de haber sido
herido en el cuerpo y haber quedado ciego, siguió disparando con su ametralladora, hasta que
esta quedó inservible para luego enfrentarse a
5 carros de combate rusos con toda su dotación.
Nuestro hermano de manto, después de varios
destinos, finalizó su brillante carrera militar
como Profesor del Instituto de Historia y Cultura
Militar, organizando los cursos relacionados con
la Genealogía, la Heráldica y la Vexilología, además de la Historia Militar Española. Estaba en
posesión de la Encomienda y Cruz de San Hermenegildo, de la Cruz del Mérito Militar, Cruz
del Mérito Policial, de la Medalla de la Orden de
Cisneros, de la Orden de O´Higgins (Chile) de la
cruz de caballero de la Orden Imperial del Yugo y
las Flechas, Medalla de Paz de África, entre otras
muchas distinciones. Comendador de la Orden
de Carlos V, Gran Cruz de la Orden del Águila de
Georgia, fue también Canciller de la Maestranza
de San Fernando. De su primer matrimonio con
El Coronel don Jose Luis Alemán
Doña Isabel Fernández de Córdoba, deja dos hijos, don José Luis y doña Isabel. A sus familiares
y amigos, vaya el testimonio de nuestro cariño y
cercanía. Descanse en paz et cum Lazaro, quondam paupere, aeternam habeat requiem.
15
EXCMO. SR. DON ALFONSO GEREDA DE BORBÓN
E
s con hondo pesar como recibimos la noticia del fallecimiento en Buenos Aires el
pasado día 6 de mayo, don Alfonso Gereda de Borbón, caballero de nuestra Orden y un
auténtico ejemplo de caballero español. Su óbito
como consecuencia de un accidente cerebrovascular ha sido intensamente sentido en el seno de
la gran familia lazarista. Nacido en Montevideo
(Uruguay) el 6 de agosto de 1943, era licenciado
en Derecho y Dirección de Empresas por el ICADE. Alférez de Caballería, había recibido el sable
de honor como primero de su promoción. Vivía
en Argentina, donde dirigía una empresa de insumos para la industria petrolífera, aunque venía frecuentemente a Madrid, ciudad a la que se
sentía muy vinculado. Casado con doña Paloma
Álvarez de Estrada hija de los marqueses de Camarines, de la que posteriormente se separó. Sin
descendencia. Maestrante de Castilla y caballero
del Real Cuerpo de la Nobleza de Madrid, fue un
lazarista comprometido, muy querido por quienes le conocieron en justa correspondencia a su
generosidad y simpatía. Extremadamente cordial,
poseía el raro don de la cortesía. A su hermano
don Carlos, nuestro Gran Maestre, a su hermano
don Nicolás, a su madre doña María Luisa de Borbón y Pintó, a sus familiares y amigos, el testimonio de nuestra profunda tristeza et cum Lazaro,
quondam paupere, aeternam habeat réquiem.
Don Alfonso Gereda de Borbón
ILMO. SR. JOSÉ ANTONIO LÓPEZ DE VILARIÑO Y TORRE DE CASTRO
N
acido en Santiago de
Compostela el 13 de noviembre de 1932, falleció
en Madrid el 28 de abril pasado.
Economista, estudioso de sus
raíces familiares, era correspondiente del Instituto Balear de la
Historia, de la Sociedad Heráldica Española y de la Asociación
Iberoamericana de Heráldica y
Genealogía, de la cual ostentaba
su Orbe Hispánico de Honor. Fue
Prior de nuestra Orden durante
el mandato del Duque de Santo-
ña, dignidad a la que renunció
en carta al Gran Maestre. Era Señor Divisero Hijodalgo de Tejada,
Hermano Honorario Noble de la
Hermandad Mozárabe de Toledo,
Caballero Cubiculario Noble de
la Hermandad de San Ildefonso
y San Atilano de Zamora y Caballero de la Orden Pontificia
del Santo Sepulcro de Jerusalén;
A su viuda, doña María de la Paloma Ramos-Bocanegra, a sus
hijos y nietos, nuestras más sentidas condolencias et cum Lazaro,
16
Don José Antonio López de Vilariño
quondam paupere, aeternam habeat requiem.
ILMO. SR. DON JUAN RODRÍGUEZ RUBIO
H
ijo de don Juan Luis Rodríguez-Rubio y
Rodríguez-Rubio y doña Adelaida de los
Santos y Gordillo. Nace en la villa de Rota
(Cádiz) el 23 de octubre del año 1932. Cursa sus
estudios de bachillerato en la Academia Poullet
de el Puerto de Santa María y en el Colegio de
los Marianistas de Jerez de la Frontera, habiendo
fallecido el pasado 12 de junio de 2016 a los 83
años de edad.
Licenciado en Farmacia en la Universidad de
Granada. Colegial del Real Colegio Mayor Universitario de San Bartolomé y Santiago de Granada.
Fue también presidente del Círculo Monárquico
Universitario, recibiendo al príncipe don Juan
Carlos de Borbón en el palacio del marqués de
Cartagena. Funda con otros colegiales la Asociación Cultural y Social (ACYS), promoviendo labores sociales y la creación de colegios y colegios
mayores, entre los que se encuentran el Colegio
Mayor Gárnata y el Colegio Luz Mundi en Granada, y el Colegio Mayor Montseny de Barcelona.
En 1962 abre su oficina de farmacia en la villa de
Rota donde instala el primer laboratorio de análisis clínicos de la localidad.
En 1963 contrae matrimonio en Bilbao con la farmacéutica Doña María del Carmen Santos Martín. Padre de cinco hijos y 16 nietos.
Primer presidente de Cáritas en Rota, participa
en la creación de Cáritas Inter parroquial, habiendo recibido numerosos premios profesionales. Colegiado de Honor del Colegio Mayor Gárnata de Granada junto al Reverendísimo Señor
Arzobispo don Antonio Cañizares. Hermano de
la Hermandad de la Vera-Cruz, de la Hermandad del Santo Entierro, y de la Hermandad de
Nuestra Señora del Rosario de la villa de Rota.
Caballero de Justicia de la Orden Militar y Hospitalaria de San Lázaro de Jerusalén. Entre sus
familiares antepasados figura el doctor Ignacio
Rodríguez-Rubio y Alegre, abogado y Agregado
Honorario de la legación de Cuba en Francia,
Gran Cruz de la Orden de San Lázaro y Comendador de la Orden del Santo Sepulcro. Padre y tío
de los Caballeros de Justicia de la Orden de San
Lázaro, don Carlos Rodríguez-Rubio y Santos y
don Juan Jesús Rodríguez-Rubio y Rodríguez-Rubio, respectivamente. A ellos, a toda su familia y
amigos, les enviamos nuestro más sentido pésame, al tiempo que rogamos una oración por su
alma et cum Lazaro, quondam paupere, aeternam
habeat requiem.
Don Juan Rodríguez Rubio
17
COLABORACIONES
EL POBRE LÁZARO Y EL RICO EPULÓN: UNA PARÁBOLA PARA LA REFLEXIÓN LAZARISTA
Por Daniel García Riol
L
a riqueza y el valor doctrinal de los textos
evangélicos son extraordinarios. Todos los
días, y con especial énfasis los domingos
y en las solemnidades marcadas por la Iglesia,
tenemos la oportunidad de acercarnos a esos
cuatro manantiales purísimos que se unen para
dejar testimonio escrito de la Palabra de Dios: Lucas, Mateo, Marcos y Juan.
De este modo, las enseñanzas de Cristo, recogidas por el compenetrado tetramorfos, son luz
para el mundo e inspiración para los fieles.
San Lucas recoge, en su inspirado evangelio, una
aleccionadora parábola que recordamos muy
bien desde niños: la de “El rico Epulón y el pobre Lázaro”. Se encuentra en el capítulo 16, versículos 19 al 31, y es el único evangelista de los
cuatro que la recoge, poniéndola, además, en los
propios labios de Cristo.
La parábola relata la historia de dos
hombres y el destino de cada uno de
ellos: el pobre
Lázaro, lleno de llagas,
lamido por los perros y sin socorro
alguno, es llevado tras su muerte al
Seno de Abraham. El rico, que viste de
púrpura y lino fino y banquetea cada
día, sufre terribles tormentos en el
infierno, tras ser sepultado.
El Evangelio de San Lucas presenta en varias
ocasiones el tema de los pobres y los ricos; y las
exigencias morales y de caridad que deben ser
La parábola del pobre Lázaro y el rico Epulón
tenidas en cuenta por quienes aspiren a seguir
al único Maestro.
El rico de la parábola ha pasado a nuestra tradición cristiana con el nombre de Epulón, aunque
en el texto de Lucas sólo se habla de “un hombre
rico”. Parece ser que tal nombre fue añadido por
el arzobispo de Rávena, San Pedro Crisólogo, allá
por el siglo V de nuestra era. Recordemos también que “épulos” eran los convites sagrados a
cuyo cargo estaban los epulones, uno de los rangos dentro de los colegios sacerdotales romanos
de época pagana.
Hoy, nuestra Real Academia define epulón como
adjetivo con el que calificar al: “hombre que
come y se regala mucho.”
Pero el nombre de Lázaro sí aparece, siendo la
única de las parábolas en que esto sucede, pues
en las restantes, nunca se citan los nombres propios de los protagonistas.
18
Esta bella historia, puesta en labios del propio
Cristo, contiene preciosas enseñanzas que no
debemos olvidar y han de constituirse en objeto
de meditación para mejorar nuestra calidad de
acción cristiana.
En primer lugar, la referencia al seno de Abraham como el estado en que se encontraban las
almas de los santos antes de la resurrección de
Cristo. Allí, sin sentir dolor, sostenidos con la esperanza de la redención, disfrutaban de una condición beatífica. A estas almas, que estaban en
el seno de Abraham, liberó Cristo Nuestro Señor
al bajar a los infiernos y resucitar de entre los
muertos como recitamos en el Credo (Símbolo de
los Apóstoles).
El rico, sin embargo, va a parar a los
infiernos (“seol” o lugar de castigo).
El diálogo que mantiene con Abraham
es una escenificación didáctica para
grabar en los oyentes las enseñanzas
de la parábola, ya que, en sentido
El pobre Lázaro de Fedor Bronnikov
estricto, después de la muerte y resurrección no habrá lugar a penitencia
alguna.
Ni los impíos se arrepentirán
y entrarán en el Reino, ni los justos
pecarán y bajarán al infierno.
Un “abismo infranqueable” y cierto entre las dos
realidades previstas en los Novísimos. El alma
sobrevive tras la muerte y, por tanto, el Juicio y
la retribución ultraterrena son reales.
En segundo lugar, la parábola muestra, de forma
meridiana, la doctrina cristiana sobre las riquezas. No se afirma que Epulón hiciera nada malo,
sino que vestía muy bien y que celebraba diariamente espléndidos banquetes; pero a consecuencia de esa vida regalada no puede ver al prójimo
en Lázaro y es incapaz de oír la voz de Dios.
El mal uso de los bienes materiales es, en este
caso que nos ocupa, el criterio de juicio para entrar, o no, en el cielo. Un duro golpe, sin duda
para todos aquellos que interpretaban la prosperidad material en esta vida como premio a la
rectitud moral, y la adversidad, en cambio, como
castigo. Error muy extendido en la mentalidad
judía de tiempos de Cristo y posteriormente, por
ejemplo, como justificación moral de los reformados, desde el siglo XVI.
La parábola es así una invitación a la sobriedad
de vida y a la caridad, como bien claro lo dejó
el Concilio Vaticano II en el nº 27 de su Constitución Gaudium et Spes: “Cada uno, sin ninguna
excepción, debe considerar al prójimo como otro
yo, cuidando, en primer lugar, de su vida y de los
medios necesarios para vivirla dignamente, para
que no imiten a aquel rico que se despreocupó totalmente del pobre Lázaro”.
La conversión, por tanto, no ha de venir a raíz de
milagros, ni de muertos que vuelven a la tierra,
como le pide Epulón a Abraham en la parábola;
sino en el deseo de cumplir la voluntad de Dios
que todo judío conocía por la Ley y las Escrituras
y que todo hombre tiene inscrita en su corazón
como ley natural.
19
Aunque en el texto evangélico no lo explicita, desde fechas tempranas se asoció al «pobre Lázaro»
con un enfermo de lepra, a causa de la presencia
de llagas en su cuerpo. Así, por derivación de la
parábola del Evangelio de Lucas, Lázaro es considerado patrón de los mendigos, de los leprosos, y
de todos aquellos que padecen úlceras o enfermedades de la piel. Iconográficamente se lo representa acompañado por perros que le lamen las llagas,
confundiéndose en ocasiones con otro famosísimo
santo, San Roque, patrón de los afectados por la
peste, aunque no existe relación entre ambos.
Lázaro en San Clemente de Thaull
El pobre Lázaro comparte nombre y
cierta convergencia de temas teológicos (en su parábola se plantea el tema
de la resurrección y la vida ultraterrena) con
Lázaro de Betania, hermano
de Marta y María, amigo entrañable
de Jesús a quien éste resucita, bien lo
sabemos los lazaristas.
Debido a que el personaje de la parábola lleva
el mismo nombre que Lázaro de Betania, se confundió a ambos, lo que tornó a Lázaro de Betania
en protector de hospitales, leprosos, enfermeros
y sepultureros. Y, por supuesto, de nuestra querida Orden.
La iconografía cristiana ha mostrado a San Lázaro a lo largo de los siglos casi siempre en el momento de su resurrección: capiteles de San Juan
de la Peña (Huesca), iconos bizantinos, frescos
de Giotto, tablas de Juan de Flandes, lienzos de
Caravaggio, de Van Gogh, y un largísimo etcétera. En paralelo, las representaciones del mendigo
Lázaro de la parábola son también numerosas;
centrándose éstas en la recreación del cuerpo
llagado y purulento lamido por los perros, como
podemos admirar, por ejemplo, en las miniaturas
del alemán “Codex Aureus”.
Es muy posible que la homonimia de ambos Lázaros y el cruce de influencias orientales y occidentales en el mundo alto medieval europeo, comenzaran a tejer lentamente, la nueva visión de ese
San Lázaro martirizado en época romana, lacerado, asaeteado: “cada llaga, era una boca que publicaba la gloria y el poder de Dios”; nos recuerdan
las Actas de su martirio, como una representación
actualizada y cercana de los sufrimientos del pobre leproso de la parábola del Evangelio de Lucas.
De este modo comenzó a denominarse la lepra
como “mal de San Lázaro” o “enfermedad de San
Lázaro”, insistiéndose en la fusión de la dolencia del mendigo de la parábola con el personaje
histórico, amigo de Jesús y resucitado por Éste.
Valgan todas estas reflexiones para llegar a la
raíz de la cuestión: ¿cuál es nuestro papel como
damas y caballeros lazaristas del siglo XXI?. ¿Seremos Epulón, incapaces de ver el dolor ajeno,
estando como estamos tantas veces “en nuestras
cosas”? o ¿seremos instrumentos de caridad y
amor en nuestros días para socorrer a tiempo a
tanto Lázaro sufriente?
Elegimos ser lazaristas, y debemos, por tanto,
demostrarlo todos los días desde la oración y la
caridad. Seguimos una gloriosa enseña, blanca
como ha de ser la pureza de nuestra fe en Cristo
y verde como la esperanza que debemos saber
llevar a tantos hermanos sufrientes a causa de
la enfermedad, la pobreza o la marginación. La
tarea es ardua, pero contamos con la celestial
protección de San Lázaro y el infinito amor del
Señor de los señores, ante quien, hincados de hinojos, pedimos nos dé fuerzas para caminar por
la senda por Él trazada y que conduce al Reino.
20
EL DUCADO DE ANJOU Y DON FRANCISCO DE BORBÓN Y CASTELLVÍ
Por Rafael Portell Pasamonte
Vicedirector de la Academia Alfonso XIII
A
la muerte del conde de Chambord (Enrique V) el 24 de Agosto de 1883, la Casa
francesa de Borbón se dividió en dos ramas pretendientes al trono de Francia: 1ª Los
partidarios de Juan de Borbón y Braganza, conde
de Montizón y 2º Los partidarios de Luis Felipe
de Orleáns, conde de París, conocido como Felipe
VII por sus partidarios.
Pero ya antes el 3 de Octubre de 1868, Juan de
Borbón y Braganza había abdicado todos sus posibles derechos dinásticos en su hijo Carlos, que
sería reconocido como Carlos VII, por sus partidarios españoles.
En el mes de Diciembre de 1887, estando Carlos,
que había tomado el título de duque de Madrid,
viviendo en el palacio Loredán, en Venecia, ya
que había sido desterrado de España, recibió a
una delegación francesa, presidida por el príncipe Henry François de Valori, que le ofreció su
reconocimiento como rey de Francia “de iure”,
con el nombre Carlos XI.
El duque aceptó el mantener
San Luis,
sus derechos al trono de
basándose en ser descendiente agnado
de la
Casa de Francia, pero haciéndoles
saber, de forma clara, que el anhelo de
su vida, que había heredado de su padre
y de su abuelo, era el ser reconocido
Rey de España y que,
dado el caso, primaría en él esta Corona
a la de Francia.
como
Enrique V, Conde de Chambord
El 16 de Febrero de 1892, el papa León XIII ingiriéndose, sin ningún derecho, en la política interior francesa y sin ninguna justificación que
lo avalara, publicó la encíclica “Inter innumeras
sollicitudines” por la cual, el soberano pontífice recomendaba a los católicos franceses, fuese
cual fuese su causa monárquica: legitimistas,
bonapartistas y orleanistas, que se agruparan en
torno al reciente régimen republicano aceptándolo como la nueva fórmula de gobierno.
El duque de Madrid aceptó de buen grado la voluntad papal, lo cual le permitió encontrar una
excelente excusa para desinteresarse de los
asuntos franceses por los que nunca había estado verdaderamente interesado.
21
El Cisma Sevillano
Esta expresión fue acuñada por el escritor legitimista Stéphane Rials.
El príncipe de Valori rechazó tajantemente la iniciativa papal, al tiempo que tuvo palabras muy
duras, tanto contra León XIII como contra Carlos
de Borbón; este enfadado por la actitud de Valori, decidió alejarse y no tener más tratos con
él. Henri de Valori en vista de la actitud tomada
por Carlos, duque de Madrid, y sintiéndose despechado decidió buscar otro candidato posible.
Entonces pensó en Francisco de Paula de Borbón
y Castellví, de la línea de los duques de Sevilla,
(de aquí parte el nombre del cisma) como nuevo
pretendiente legitimista, que había combatido
valerosamente en el seno del ejército carlista antes de incorporarse al ejército regular español en
Cuba, pues no quería empuñar las armas contra
sus primos Carlos o Alfonso XII. Tenía, además,
a su favor el haber nacido en Francia, cuando sus
padres se encontraban exiliados.
Francisco de Paula no podía ser reconocido como posible sucesor al trono de
España como consecuencia del matrimonio de sus padres y tampoco podía
heredar el ducado de
Sevilla, que lo
había hecho su hermano y que, por si
fuera poco, este tenía descendencia.
En vista de todo esto, y sin tener nada que perder, decidió aceptar la oferta que le había hecho
el príncipe de Valori, por lo que con fecha de 30
de Junio de 1894 publicó un manifiesto en el que
se declaraba pretendiente al trono de Francia,
toda vez que el duque de Madrid era pretendiente al trono de España y el hijo de Alfonso XII, que
había nacido el 17 de Mayo de 1886, ya era rey de
España. Los legitimistas que le habían apoyado
le proclamaron con el nombre de Francisco III y
con el título de duque de Anjou.
Pronto surgieron declaraciones y manifestaciones públicas en su contra, como esta publicada
Carlos VII por Bonnant
en periódico “La Época” el 19 de Septiembre de
1894, firmado por “Un monárquico francés” y que
por su extensión solo destaco algunos párrafos:
“El Señor Puig (Clemente Puig y Leonor) no acaba
de distinguir entre título de la Casa de Borbón, que
es lo que NO es el ducado de Anjou, y título de la
Casa de Francia, que es lo que indiscutiblemente
es, El ducado de Anjou es título de la Casa de Francia, sea está representada por Borbones, como por
Orleáns, como por Valois, como por cualquiera de
los descendientes directos del trono capesino, que
perteneciendo a la misma raza, han tomado de sus
diferentes Estados, apellidos diferentes. Y como es
título de la Casa de Francia, y nada más que de la
Casa de Francia, ningún Príncipe de la Casa de
España, ni de la Casa de Nápoles, ni de la Casa
de Parma, todos descendientes de Felipe V, puede
aspirar a llevarlo…
22
Viviendo todavía Felipe V, de tal manera el ducado de Anjou volvió a la Corona francesa, que Luis
XIV dispuso de él tranquilamente; sin preocuparle
poco ni mucho la existencia de su augusto nieto,
lo dio a otro Príncipe de su Casa; como que era de
nadie más que suyo…
No he de terminar sin referirme a otro punto interesante de los que toca el Señor Puig en su carta, con
tanta desgracia como los anteriores, me refiero a
su empeño de que hayan de ser Príncipes los hijos
de las Infantas, aunque hayan nacido de matrimonios desiguales, y a los que hoy las mujeres de los
Príncipes disfruten de la calidad y rango de sus
egregios maridos…
El general Borbón, a quien, si no tengo el honor
de conocer personalmente, aprecio a fuer de buen
monárquico, en Francia y en todas partes, como
a un dignísimo general español, pariente de sus
reyes, tan estrechamente aliados a los míos y tan
merecedores del universal respeto, debo concluir
diciendo, que le felicito por su actitud sensata y
prudente en que veo por esos periódicos que ha
sabido colocarse rectificando las indiscreciones cometidas con su nombre por el Príncipe de Valori…”
Francisco de Paula no tardó en reaccionar y al día
siguiente se publicó en los diarios “El Bien Público” e “El Imparcial” entre otros, su carta de contestación, y por el mismo motivo que antes, entresaco
solamente algunos párrafos:
“Conste también, por última vez, que yo no he ido
a buscar a nadie, y que los legitimistas franceses,
dueños de sus personas y de sus opiniones, han venido a reconocerme como al jefe del partido, como
heredero legítimo de mi tío el conde de Chambord,
apoyados en la renuncia pública de D. Carlos y
en el tratado de Utrecht, que separa las coronas
de Francia y España, pero cuyo tratado no priva
a los descendientes de Felipe V de su herencia legítima en Francia, toda vez que el Parlamento de
Paris, nunca lo quiso reconocer y siempre se negó
a registrarlo…
Los legitimistas franceses han recogido la bandera
de Henri IV, que ningún Príncipe de la Casa de
Borbón levantó, antes me la han entregado, y yo,
lejos de desplegarla en actitud hostil contra la re-
pública francesa, la doblo, al contrario, con honor
y no mezclándome en nada, respeto las leyes españolas y francesas, saludando a Francia, que hoy
está tranquila y es feliz con su republica…
En cuanto al título de duque de Anjou, solamente
he pedido el “regium exaquatur” al gobierno, que
bien sabe no puede conceder títulos que no son de
su competencia; pero sin usarlo oficialmente…
Seguiré cumpliendo con mi deber, aumentándolo,
si es posible, mi inquebrantable deseo de servir al
Rey Alfonso XIII, y si en el porvenir, en Francia, mi
honor y mi dignidad me obligasen a obrar de otra
manera, antes presentaría noblemente la renuncia
de mi jerarquía militar, pero siempre sentiría con
toda mi alma, el separarme de un ejército al que
mi corazón tiene levantado un altar y con el cual
he defendido en Cuba la integridad santa de la
Patria…”
En las elecciones celebradas el 15 de
Abril de 1896 fue elegido Diputado a
la Cortes españolas por Barcelona y
poco después, el 7 de Junio de 1896,
puso una demanda judicial a la familia
Borbón-Orleáns por apropiarse indebidamente de las armas de Francia. El
tribunal, en sentencia de 28 de Junio de
1897, declaró la nulidad de la demanda
interpuesta, dictaminando que la familia
Orleáns era quien podía llevar el escudo de armas de los reyes de Francia.
La muerte repentina del príncipe de Valori el 17
de Febrero del año siguiente, sorprendió a unos
y otros. Casualmente, en esos momentos, Francisco de Paula, se encontraba encarcelado en el
penal de Santoña por orden de la Reina Regente
María Cristina de Habsburgo y Lorena por los
constantes quebraderos de cabeza que sus reivindicaciones le causaban.
La muerte de Valori, puso fin, de hecho, a las pretensiones al trono francés de Francisco de Paula,
que poco a poco se fue desentendiendo de sus aspiraciones francesas al comprobar la dificultad de
23
la empresa emprendida. El “Sevillismo”, debido a
su desinterés, solo sobrevivió pocos años más.
El Ducado de Anjou
Anjou es una región de Francia, entre Bretaña,
Maine Turena y Poitou. Su capital es Angers.
Está regada por el rio Loira.
Durante el Imperio Romano formó parte de diversas provincias de la Galia. En tiempos de Julio
César el territorio era llamado Andecavi o Andicavi. Más tarde ya a la caída del Imperio romano
conservó su carácter de distrito administrativo.
Se puede decir que este territorio fue gobernado
a partir de la Baja Edad media por tres familias:
La primera casa de Anjou, surgió de los
Vizcondes de Angers instalados en la
zona Roberto, hermano del rey Eudes.
Ya en el año 929, Foulques se hace
llamar Conde de Anjou. El más célebre
de los condes fue Foulques III Nerra,
que tuvo en jaque a todos los señores
Francia. FoulV, rey de Jerusalén, dio origen a
dos ramas; en la una se encuentran los
últimos reyes efectivos de Jerusalén y
en la otra, por el matrimonio de Godofredo V Plantagenet con la hija del Rey
Enrique V de Inglaterra, Matilde, fue
el origen de la dinastía Plantagenet.
feudales del centro de
ques
La segunda casa de Anjou tuvo su origen en la
reconquista a los ingleses por Felipe Augusto en
el año 1205. San Luis, rey de Francia en 1246
le concedió el condado a su hermano Carlos I,
quien conquisto Sicilia, pero se encontró como
adversario al reino de Aragón, a quien tuvo que
cedérsela después de las llamadas Vísperas Sicilianas (30 de Marzo de 1282).
La tercera casa de Anjou, surgió por Carlos de
Valois, hermano de Felipe IV “El Hermoso” que
al casarse con Margarita de Anjou-Sicilia, recibió
esta como dote Anjou y Maine. Carlos V de Anjou
legó sus derechos a Luis XI de Francia. La provincia de Anjou pasó a formar parte del territorio
real francés en 1481. El titulo reapareció en el siglo XVI siendo el primero en ostentarlo Enrique
III. Luis XIV “El Rey Sol” le concedió el ducado de
Anjou a su nieto Felipe, futuro rey de España con
el nombre de Felipe V.
Los Protagonistas
ENRIQUE DE ARTOIS Y
BORBÓN-DOS SICILIAS – Conde de Chambord
Enrique de Borbón, príncipe francés, duque de
Burdeos, conde de Chambord, fue el último representante de rama primogénita de los Borbones.
Nació en el Palacio de las Tullerias de Paris el 29
de Septiembre de 1820; hijo póstumo de Carlos
Fernando de Artois, duque de Berry, hijo de Carlos X de Francia y de María Carolina de Borbón
Dos Sicilias. Su tío-abuelo Luis XVIII le concedió
al nacer el título de duque de Burdeos, que apenas usó, prefiriendo usar el título de conde de
Chambord.
A causa de los movimientos revolucionarios que
se produjeron en Francia en 1830, el 2 de Agosto
de este año, Carlos X abdicó la corona de Francia
en él, marchando al exilio, al mismo tiempo que
su tío, Luis Antonio, duque de Angulema, renunciaba a sus derechos al trono.
Las Cámaras legislativas se opusieron a dar la
conformidad a la abdicación y el 7 de Agosto
nombraron nuevo rey a Luis Felipe I, que era Lugarteniente General del Reino y se dotó a Francia
de una nueva Constitución en 1830, en la cual, el
rey ya no era tal por la gracia de Dios, sino por la
voluntad de los franceses.
Enrique de Borbón fue considerado el jefe del
partido legitimista, aunque una parte de estos
monárquicos seguían considerando como rey a
Carlos X. A la muerte de este, en el año 1836,
se hicieron más acentuadas las diferencias entre
ambos bandos. Por un lado, los partidarios del
24
Carga de la caballería carlista por Ferrer Dalmau
duque de Angulema, designado como Luis XIX y
por el otro los partidarios del conde de Chamberí, designado como Enrique V.
En 1844 falleció el duque de Angulema por lo
que, el conde de Chambord se convirtió en el último miembro de la rama principal borbónica y
el único pretendiente legitimista a la corona de
Francia.
Tras la batalla de Sedán y la caída del Imperio de
Napoleón III, el 24 de Mayo de 1873, fue elegida
una nueva Asamblea General que contaba con
una mayoría monárquica, pero este mismo año,
Felipe de Orleáns. conde de Paris y nieto de Luis
Felipe I, también pretendió el trono francés. Pero
como Enrique V no tenía hijos que le sucedieran,
el conde Paris renunció a sus derechos a favor de
este, y así, de este modo, cuando muriera aquel,
reuniría el conde de Paris, las dos herencias monárquicas: la legitimista y la orleanista.
El nuevo gobierno francés estaba presidido por
Patricio Mac Mahón, duque de Magenta, conde
de Mac Mahón y mariscal de Francia, que no
ocultaba sus sentimientos monárquicos y decidido a implantar una restauración. Pero, entre
otras imposiciones, la Asamblea Nacional se
mostraba intransigente en cambiar la bandera
oficial tricolor por la antigua blanca de los Borbones. Por el contrario, Enrique, se mostró también intransigente en aceptar cualquiera de las
instituciones cuyo origen fuese la Revolución
Francesa, especialmente en lo concerniente a la
bandera.
“Franceses: Estoy entre vosotros. Me habéis abierto
las puertas de Francia, y no he podido renunciar a
la dicha de volver a ver mi patria.
Pero no quiero dar con una larga estancia nuevos
pretextos a la agitación delos espíritus, tan turbados en estos momentos. Dejo, pues, a Chambord,
que me regalasteis y cuyo nombre he llevado con
orgullo durante 40 años de destierro.
Al alejarme deseo deciros que no me separo de vosotros; la Francia sabe que le pertenezco.
No puedo olvidar que el derecho monárquico es
patrimonio de la nación, ni declinar los deberes
que el me impone hacia ella. Estos deberes los llenare, creed mi palabra de hombre honrado y de
rey.
Dios mediante, fundaremos juntos y cuando lo
queráis así, sobre las anchas bases de la descentralización administrativa, un gobierno conforme
a las necesidades del país.
Daremos por garantías a estas libertades públicas,
a las cuales tiene derecho todo pueblo cristiano,
el sufragio universal honradamente practicado, y
la intervención de las dos Cámaras; y continuaremos, restituyéndole su verdadero carácter, el movimiento nacional de fines del siglo último.
Una minoría, sublevada contra los votos del país,
hizo de aquel movimiento el punto de partida de
un periodo de desmoralización por la mentira, y
de desorganización por la violencia. Sus criminales atentados han impuesto la revolución a la nación que solo pedía reformas, y la han empujado
hacia el abismo, donde habría perecido ayer, sin el
heroico esfuerzo de nuestro ejército.
Soy y quiero ser de mi tiempo: rindo sincero homenaje a todas las grandezas; y sea cual fuere el color de la bandera bajo la cual marchaban nuestros
soldados, he admirado su heroísmo y dado gracias
a Dios de todo; por su bravura ha enriquecido el
tesoro de las glorias francesas.
No, no dejare, porque la ignorancia o la credulidad hayan hablado de privilegios, de absolutismo
o de intolerancia, y que se yo que más de diezmos,
derechos feudales, fantasmas, que la más audaz
25
mala fe ensaya resucitar a nuestros ojos, no dejare
digo, arrancar de mis manos el estandarte de Enrique IV, de Francisco I y Juana de Arco.
Con el se ha hecho la unidad nacional, a su sombra han conquistado nuestros padres, conducidos
por los míos, esa Alsacia y esa Lorena, cuya fidelidad es el mundo de nuestros reveses.
Con él fue vencida la barbarie en la tierra de África, testigo de los primeros hechos de armas de los
príncipes de mi familia: él es quien vencerá la nueva barbarie que amenaza al mundo.
Lo confían sin temor al valor de nuestro ejército;
él sabe que nunca siguió otro camino sino el del
honor.
Lo recibí como un deposito sagrado del anciano
rey, mi abuelo, que murió en el destierro; siempre
fue para mí inseparable del recuerdo de la patria
ausente; floto sobre mi cuna y quiero que de sombra a mi sepultura.
En los pliegues gloriosos de este estandarte sin
mancha os traeré el orden y la libertad
Franceses!
Enrique V no puede abandonar la bandera blanca
de Enrique IV.
ENRIQUE
Chambord, 5 de Julio de 1871
(Publicado en La Ilustración Española y Americana, número 20 - Madrid, 15 de julio de 1871
La mayoría de la opinión publica estaba orgullosa de su bandera tricolor, que representaba las
libertades conseguidas y rehusaban sustituirla
por la del absolutista régimen anterior. En 1875,
la Asamblea Nacional instauró de iure la Tercera
República, con lo que las aspiraciones monárquicas de una restauración se deshicieron completamente.
Enrique, conde de Chambord, falleció en su castillo de Frohsdorf (Austria), el 24 de Agosto de
1883, a causa de una enfermedad de aparato digestivo. En su testamento hizo donación al duque
de Madrid, de diversos archivos particulares, varios objetos de plata con las armas de Francia y
distintos collares y condecoraciones de ordenes,
tanto suyas como de sus antepasados.
Al fallecer, sin hijos, como se ha comentado anteriormente, la línea carlista de los Borbones españoles heredó los derechos de la corona francesa,
basándose en que la renuncia, en 1712, de Felipe
V de España a la corona francesa para sí y para
sus sucesores era nula y por consiguiente su sucesor fue su primo Juan de Borbón y Braganza,
descendiente de Luis XIV, y llamado por los carlistas Juan III.
JUAN DE BORBÓN DE BORBÓN Y BRAGANZA
(Juan III)
Infante de España por Real Decreto del 8 de Diciembre de 1817
Conde de Montizón.
Caballero de la Orden del Toisón de Oro.
Gran Cruz de la Orden de Carlos III
Pretendiente carlista al trono español
Jefe de la Casa de Borbón y pretendiente legitimista al trono de Francia
Nació en Aranjuez el 15 de Mayo de 1822.
Hijo segundo de Carlos María Isidro de Borbón
y de
María Francisca de Asís de Braganza
El 15 de Mayo de 1822 se celebró su bautizo y
con esta ocasión fue elegido caballero de la Orden del Toisón de Oro
A los once años tuvo que seguir sus padres al
destierro, primero a Portugal y luego a Inglaterra
y Francia.
En 1834 fue separado de la Orden del Toisón de
Oro
Cuando se dio por concluida su educación ingresó en el ejército del Piamonte. del que llegó a ser
general
En 1847 contrajo matrimonio con la archiduquesa María Beatriz de Austria-Este
En 1849 acompañó a su hermano en su frustrado
intento de penetrar en España.
En el año 1850 se produjo la ruptura con su esposa y con su propia familia, que no aceptaban
26
Vivió el resto de sus días en Brighton (Gran
Bretaña), retirado de la política y oculto bajo
el apellido Montagno, ya que el título de conde
Montizón lo utilizaba únicamente en la Europa
Continental.
Murió de un ataque al corazón en su residencia
británica el 21 de Noviembre de 1887
Fue enterrado en la iglesia católica del Sagrado
Corazón.
Años más tarde, su hijo Carlos, hizo trasladar sus
restos al panteón carlista de la catedral de San
Juan de Trieste
En su losa sepulcral puede leerse: “Ioannes III
Hispan rex”
CARLOS DE BORBÓN Y AUSTRIA – Carlos VII
Don Juan III
el moderado liberalismo de Juan y no le permitieron educar a sus hijos, que quedaron bajo la
tutoría de su esposa y de la princesa de Beira.
Cuando su hermano, el conde de Montemolin,
firmó la renuncia a la Corona en Tortosa el 23
de Abril de 1860, Juan, que se había instalado
en Londres, se dirigió a las cortes españolas y a
Isabel II, intimándole a que abandonara el trono
Al morir su hermano, el 31 de Enero de 1861 sin
sucesión, pasó a liderar el carlismo, autoproclamándose Rey un año después.
En 1864 la princesa de Beira proclamó rey al
hijo mayor de Juan, Carlos, entonces de dieciséis
años de edad.
El 3 de Octubre de 1868, en Paris, abdicó en su
hijo Carlos sus posibles derechos dinásticos.
“No ambicionando más que la felicidad de los españoles, es decir, la felicidad interior y prestigio
exterior de mi querida Patria, creo conveniente abdicar, y por la presente abdico mis derechos a la
Corona de España, a favor de mi hijo don Carlos
de Borbón y Austria-Este.”
Duque de Madrid
Conde de la Alcarria
Pretendiente carlista al trono de España
Pretendiente legitimista al trono de Francia
Nació el 30 de Marzo de 1848 a las seis y media
de la mañana, en una fonda de Leibach, antiguo
gobierno del reino de Iliria (Hoy Ljubljana).
Era hijo de Juan Carlos de Borbón y Braganza y
de la archiduquesa Maria Beatriz de Austria-Este.
Fue educado, por su madre en un ambiente de
sólidos principios morales, quien trataba de evitar en él la influencia liberal de su padre.
Su tío el duque Francisco de Módena le permitió
ingresar en el ejército, siendo nombrado teniente
de artillería el 19 de Marzo de 1859.
En 1867 contrajo matrimonio con Margarita de
Borbón, hija del duque de Parma.
Su padre abdicó en él sus derechos dinásticos en
el año 1868 y este mismo año presidió en Londres un Consejo, ya titulándose Carlos VII, donde
se trazó un plan político y administrativo, fijándose la línea de conducta a seguir. También se
acordó que usaría el título de duque de Madrid.
Tras una intentona fracasada en 1869, dio a
Cabrera la dirección del partido; pero el enten27
dimiento entre el joven pretendiente y Cabrera
duró poco, presentando este último su dimisión
y asumiendo entonces don Carlos personalmente
la dirección del partido en la junta celebrada en
Vevey el 18 de Abril de 1870, y en la que además
se recaudaron sumas considerables de dinero.
Después de largos preparativos estalló la insurrección el 14 de Abril de 1872, que era el comienzo de la tercera guerra carlista.
El 2 de Mayo de 1872, don Carlos, seguido de
unos pocos fieles, entre los que se encontraban
el marqués de Vallcerrato, su secretario Arjona y
Carlos Calderón, y a pie, entró en España por la
frontera de San Juan de Luz y Vera del Bidasoa.
La proclamación de Alfonso XII y el rápido reconocimiento del nuevo gobierno por el Vaticano dieron un golpe mortal a la causa carlista; la
lucha languideció, para concluir a comienzos de
1876.
Al terminar la guerra carlista marchó a Francia
y desde el puesto fronterizo, antes de abandonar
tierra española, lanzó la famosa exclamación
“¡Volveré para salvar a España! “. Nunca más volvió a pisar tierra española.
Al quedarse viudo, en el año 1894 contrajo un
segundo matrimonio con la princesa Berta de Rohán, lo que acabó de apartarle definitivamente
de la actividad política.
Murió en Varese (Italia) el 18 de Julio de 1909, de
un ataque de hemiplejia.
Su cadáver fue amortajado con el uniforme de
capitán general que había vestido durante la
guerra civil, adornado con el collar del Toisón de
Oro, la Placa de San Fernando, y las medallas de
Montejurra y Somorrostro, siendo inhumado en
la cripta de altar mayor de la catedral de Trieste.
FRANCISCO DE PAULA DE BORBÓN Y
CASTELLVI
Carlos VII por Carlos Vázquez
Teniente General del Ejército, Consejero del Tribunal Supremo de Guerra y Marina, Caballero
de la Orden del Toisón de Oro, Gran Collar de la
Orden de San Lázaro, Gran Cruz de la Orden del
Mérito Militar, Gran Cruz de San Hermenegildo,
Gran Cruz del Mérito Militar, Cruz de San Benito
de Avis.
Nació en Tolouse (Francia) el 29 de Marzo de
1853
Fue bautizado el 21 de Abril de 1853, imponiéndosele los nombres de: Francisco de Paula María
Trinidad Enrique Gabriel Rafael Edmundo Buenaventura.
Con la caída de Isabel II en 1868 ofreció sus servicios al Duque de Madrid, Don Carlos, que le dio
el mando de un regimiento.
En las guerras carlistas combatiendo en Cataluña, Valencia y Aragón, donde se le concedieron
dos Cruces Laureadas de San Fernando.
Al llegar la Restauración de Alfonso XII, no quiso
pelear contra él, pero tampoco contra el pretendiente carlista, por lo que embarcó con destino a
la isla de Cuba, lo que le valió el reconocimiento
28
Estampa francesa con la efigie de don Francisco de Borbón
del grado militar que había obtenido en las guerras carlistas y que era de Brigadier.
El 15 de Octubre de 1875 embarcó a bordo del vapor “Comillas”, rumbo a La Habana donde llegó
el 5 de Noviembre, donde se incorporó al Cuartel
General del general en Jefe, Conde de Valmaseda.
El 14 de Febrero de 1876 fue propuesto para el
mando de la 2ª Brigada de la división.
Por Real Decreto de 5 de Agosto de 1878 se le
concedió el empleo de Brigadier del Ejército.
El 27 de Marzo de 1879 se le nombró Jefe de la 1ª
Brigada de la 2ª División del Ejército de Castilla
la Nueva.
El 29 de Mayo de 1882 fue relevado del mando de
la citada Brigada, por lo que se trasladó a vivir a
Madrid. El 13 de Julio de 1882 se le autorizó a usar el
apellido Borbón.
El 4 de Marzo de 1892 fue ascendido al grado de
General de División. y este mismo año fue pretendiente al trono de Francia.
En las elecciones celebradas en el mes de Abril
de 1896 fue elegido Diputado por Barcelona.
El 8 de Febrero de 1899 se le nombró Comandante General de la 1ª División del 5º Cuerpo de
Ejército, siendo cesado del mismo el 21 de Junio
del mismo año, nombrándosele Comandante General de la 10ª División.
El 25 de Agosto de 1910 fue promovido al empleo
de Teniente General.
Con fecha 5 de Marzo de 1914 fue nombrado Capitán General de Baleares.
El 25 de Julio de 1916 fue nombrado Consejero
del Consejo Supremo de Guerra y Marina.
El 24 de Enero de 1927 fue nombrado Caballero
del Toisón de Oro, siendo investido por Alfonso
XIII en el Palacio Real de Madrid el 19 de Marzo
de 1928, con el collar que antes había pertenecido a don Antonio Maura.
Cuando se proclamó la II República española en
1931, se le permitía permanecer en España.
Al estallar la guerra civil se refugió en la Embajada de Chile con su familia para escapar de una
muerte cierta
Falleció en Madrid el 28 de Marzo de 1942
Está enterrado en el cementerio Sacramental de
San Isidro
(Patio 6 – Manzana R – Fila 3 – sepultura 26
29
LOS BORBONES DE ESPAÑA Y EL HOSPITAL DE LOS
POBRES LEPROSOS
Por José María de Montells
C
on demasiada frecuencia los adversarios
de la orden, obstinados e incultos, han ignorado la vinculación del Hospital con la
Casa Real de Borbón, singularmente con la Casa
de Borbón-Sevilla, segunda rama de los Borbones de España. No solo se afirma rotundamente
la desaparición del verdadero hospital de San
Lázaro en 1831, sino que se llega a discutir la
condición dinástica de los Borbón-Sevilla, inferida torticeramente de su aparente posición en España. Tales juicios denotan un desconocimiento
supino de los usos y costumbres de la Augusta
Casa de Borbón que se debe clarificar de una vez
por todas.
La Casa de Borbón-Sevilla tiene su
origen en el Infante don Francisco de
Paula, décimo cuarto hijo de S.M. el rey
don Carlos IV de España y descendiente
legítimo, de los reyes de Francia, Hugo
Capeto, Roberto I, Luis el Gordo, Luis
VII, Luis VIII, San Luis, Enrique IV,
Luis XIII o Luis XIV. Nacido en Aranjuez, el 10 de mayo de 1794 y fallecido
en Madrid, el 15 de agosto de 1865, el
Infante fue tan popular ya desde niño,
que su traslado a Francia por orden de
Napoleón, motivó el alzamiento madrileño del 2 de mayo de 1808 contra el
invasor.
El historiador galo, Christian Papet-Vauban (1)
describe así la situación: Después de la entrevista
de Bayona, Carlos IV, su esposa y sus hijos mayores, el príncipe de Asturias, futuro Fernando VII, y
el infante Carlos, futuro Carlos V de los carlistas,
son prisioneros de Napoleón. El infante Francisco
de Paula y su hermana se han quedado en el palacio real de Madrid. El mariscal Joaquín Murat
que manda el ejército francés organiza su partida
para Bayona.
En su hermoso libro, La Reina de Etruria, aparecido en 1928, el príncipe Sixto de Borbón Parma
(1896-1934) escribe: “En ese pequeño príncipe
los españoles veían al último superviviente de
sus infantes, el que encarnaba sus últimas esperanzas. No había que dejarle a ningún precio
irse de España”. Desde que la masa enloquecida
en las afueras de palacio viera salir al joven príncipe y a su hermana que lloran, empezará el motín.
La represión contra los patriotas españoles será
terrible, y es solamente el 3 de mayo que el infante
y la Reina de Etruria partirán hacia Bayona en
carrozas fuertemente custodiadas por las tropas
francesas.
Gracias a los acuerdos suscritos en Bayona por
Napoleón y la Familia Real española, don Francisco que contaba apenas catorce años de edad,
pasó a residir a Compiègne, en compañía de sus
padres y de Godoy. Luego fue trasladado a Roma
y a la restauración de Fernando VII, su hermano,
volvió a España, con veinte años. La educación en
Francia e Italia en años tan trascendentes para
forjar el carácter, hicieron de él, el príncipe más
atractivo de los que componían la Familia Real,
acrecentando su natural bondadoso y liberal.
Tras su regreso, le fueron concedidas algunas
encomiendas de las ordenes militares, que le reportaron excelentes y saneadas rentas. Al mismo
tiempo se le concedió el priorato de la orden de
San Juan de Jerusalén en Aragón y la castellanía
de Amposta. Fue también creado señor de la Albufera. Desde muy temprano pasó a formar parte
de la masonería, ya que su afición por el ocul30
tismo y lo esotérico, motivó una fatal atracción
hacia las logias carbonarias, llegando a desempeñar altas dignidades del Gran Oriente de España
y siendo excomulgado por el Papa Pío IX, a raíz
de la publicación de la encíclica Qui Pluribus. No
debe ocultarse que también sus intereses políticos (sus confesadas inclinaciones liberales nada
despreciables) le hicieron aproximarse a la masonería.
En 1816, ingresó como individuo de
honor en la Academia de Bellas Artes de San Fernando y fue agraciado,
además con la orden del Santo Espíritu,
la primera entre las ordenes reales de
Francia, para señalar así su pertenencia
a la Casa de Borbón, que había sido
puesta en entredicho por las Cortes de
Cádiz, en 1812, al excluirle, junto a su
hermana, de la sucesión al trono, ya
que se temía que el uno o la otra fueran
proclamados rey o reina por
en detrimento del deseado
Napoleón,
Asturias, don Fernando, aunque también
se especuló con el indecente parecido de
los infantes con
El infante Francisco de Paula de Borbón
(Museo del Romanticismo de Madrid)
Príncipe de
Godoy.
Especulación maledicente a todas luces falsa, ya
que el parecido del Infante con el Rey, su padre,
era realmente notorio. Para despejar toda duda,
un nuevo decreto de fecha 17 de julio de 1820,
les restablecerá en sus derechos y prerrogativas,
explicando las razones políticas de su exclusión
temporal. Como Capitán General, se le galardonó
así mismo en 1818 con la Real y Militar Orden de
San Fernando.
Según sus biógrafos más solventes (2) el Infante
don Francisco de Paula tuvo un brusco cambio
de carácter, al contraer matrimonio, en 1818, con
su sobrina, la impulsiva princesa Luisa Carlota
de las Dos Sicilias, ya que se convirtió en un títere, más o menos consentido, de los deseos de su
ambiciosa mujer.
La Infanta Luisa Carlota tuvo enseguida una gran
influencia en su marido Era ésta, hija del duque
de Calabria y de la Infanta doña María Isabel, hija
a su vez, la más pequeña, de Carlos IV y María
Luisa de Parma. De temperamento fuerte, vehemente y de ideas liberales. La revolución de 1820,
vino a poner al matrimonio en la primera línea de
las simpatías populares, pero una vez restaurado
el absolutismo, la situación de la pareja se hizo
tan difícil que el Infante pidió permiso al Gobierno
para poder pasar una temporada en París. A todo
esto, don Francisco había sido elegido Soberano
Gran Comendador del Gran Oriente, lo que equivalía a encabezar la masonería española. Pese a
ello, su hermano don Fernando no le incluyó en la
represión de masones y liberales, que le dictaba
su corazón de rey absoluto.
En 1829, fallecía la Reina y doña Luisa Carlota
vio el cielo abierto para mejorar su propia posición en Palacio, convenciendo al viudo Fernando
31
VII, para que contrajese un cuarto matrimonio,
con su hermana, la princesa María Cristina de
las Dos Sicilias, que le daría dos hijas, la futura
reina Isabel II y la Infanta doña Luisa Fernanda,
circunstancia esta que aprovechó Luisa Carlota
para intervenir cerca de su cuñado para que anulase la Ley Sálica de Felipe V que impedía las
hembras sentarse en el trono.
Declarada Princesa de Asturias, doña Isabel (merced a la tenacidad y sangre fría de Luisa Carlota
que llegó a arrancar la firma de Fernando VII en
su lecho de muerte) su tío el Infante don Carlos,
heredero legítimo del trono y jefe del tradicionalismo, protestó vivamente y se retiró a Portugal,
de donde no regresaría hasta el fallecimiento del
Rey y el estallido de la Guerra Civil de 1833 (3).
El matrimonio volcado en la conspiración para
instalar un régimen liberal, mediante la Reina
viuda y Regente y la Reina niña, había descuidado un tanto la educación de sus hijos.
En 1822 había nacido don Francisco de Asís, más
tarde Rey consorte de España; en 1823, don Enrique, duque de Sevilla, creador de la casa de Borbón-Sevilla, luego nacerían Luisa Teresa, Eduardo, Josefa, Fernando, María Cristina y Amalia,
todos creados Infantes por el anciano Rey don
Fernando, su tío. Es don Enrique, el fundador de
la rama, el que, de todos ellos, nos interesa más.
Siguiendo los pasos de sus progenitores (de su
madre, principalmente, de quién heredó su carácter) fue también un hombre muy consciente
de su nacimiento en el seno de la Casa Real de
Borbón, contradictorio y liberal, romántico hasta
el extremo, aventurero y ambicioso. No falta entre los historiadores, quien atribuya esa permanente insatisfacción que es la vida del Infante, al
disgusto de verse relegado por su prima la Reina,
a la hora de elegir esposo.
Como es sabido, Isabel II prefirió a su hermano
don Francisco de Asís y según esta interpretación simplista, don Enrique no habría podido
contener su decepción, que le llevaría a cometer
los más diversos excesos como protesta ante lo
que su sensibilidad herida percibía como una
injusticia.
Según una tradición oral de la familia
Borbón-Sevilla, que desvela Ricardo
Mateos (4) don Enrique, habría sido el
verdadero progenitor de Alfonso XII
(y no Puig Moltó, como se ha repetido
hasta la saciedad) fruto de una apasionada jornada de amor entre ambos
primos, ya que la
Reina, de acuerdo con
algunos testimonios, siempre se sintió
atraída por su pariente y cuñado, lo
que desmiente en parte, esa actitud rencorosa que se atribuye al Infante por
no haber sido el elegido para compartir
el trono.
Tampoco la caballerosidad y
bonhomía del primer Duque de Sevilla
concuerda mucho con esa opinión que le
presenta como un contumaz resentido.
No, no parece que sea ese el motivo de
su íntima rebeldía.
El Infante don Enrique había acompañado al
exilio a sus padres, cuando las relaciones entre
las hermanas, María Cristina y Luisa Carlota,
empeoraron como consecuencia de la boda secreta de la viuda de Fernando VII, con Agustín
Muñoz. En París, don Enrique, junto con su hermano don Francisco de Asís, ingresaría en el Liceo Henri IV, donde conocería, como compañero
de clase, a quien sería su asesino, el Duque de
Montpensier, hijo menor del rey de los franceses, Luis Felipe. Si Montpensier era brillante y
culto, más dado a la reflexión que a la aventura,
el Duque de Sevilla era todo lo contrario: Un joven inquieto e impulsivo al que repugnaba la
hipocresía y las buenas maneras del francés.
Ya desde aquella, se hizo evidente que eran dos
temperamentos opuestos.
Siguiendo los dictados de un carácter fuertemente independiente (recibido sin duda de su
madre), don Enrique abandonó París, junto a sus
hermanos mayores, y buscó refugio en la corte
de Bruselas hasta que la expulsión de la Reina
Regente por Espartero hizo posible la vuelta del
32
Infante don Francisco de Paula y su familia a Madrid. En 1842, don Enrique pidió su ingreso en la
Armada, renunciando al empleo de Capitán General que como Infante le correspondía. En 1845,
recibió el nombramiento de capitán de fragata.
Mientras tanto, en 1844, había muerto su madre,
la ambiciosa Luisa Carlota, que no llegaría a ver
el fruto de las maquinaciones que presidieron
sus últimos años: el matrimonio de su hijo Francisco de Asís, duque de Cádiz, con la reina Isabel
II en 1846.
Boda esta que alejó definitivamente a don Enrique del entorno real, ya que en su fuero interno
el Infante no solo se veía rechazado como pretendiente de la reina, sino que, para más inri, a
su adversario Montpensier, se le había facilitado,
de la manera más vergonzosa, a su entender, la
mano de la Infanta Luisa Fernanda, hermana menor de Isabel II.
Don Enrique de Borbón, duque de Sevilla,
litografía de J.J. Martínez
El Duque de Sevilla no lograba comprender como se había preferido al
hijo de un usurpador para esposo de
España, ni como su
remilgado hermano (al que en familia
se le llamaba Paquita) había llegado
a rey consorte. Tampoco entendía que
una infanta de
el desenfrenado comportamiento de su
padre (que nada más enviudar, se había
abandonado a toda suerte de fantasías
sexuales con señoritas de dudosa moralidad) le hubiera perjudicado seriamente.
Pese a ello, intentó cooperar
lealmente, pero su ambigua posición en
un intento revolucionario en Galicia en
1845, aconsejó al Gobierno expulsarlo
de España, en marzo de 1846, motivo
por el cual no asistió a la boda de su
hermano con la reina.
(5)
Exilado en Bayona, al poco viajó a París, Bruselas y Londres, donde, luego de entrevistarse con
Lord Palmerston, escribiría una protesta formal
contra la boda de Montpensier y la infanta, hecho, como hemos visto, que le había dolido profundamente. Por aquel entonces, hubo serias
conversaciones entre algunos ministros del Gobierno y ciertos conspiradores mejicanos, para
proclamarle emperador de México, quizá con
la secreta intención de alejarle de España, pero
don Enrique hizo oídos sordos al ofrecimiento.
Narváez también barajó su nombre como posible
rey de Ecuador, pero luego la hipotética corona le
fue ofrecida al marido de la Regente, el Duque de
Riánsares, que declinó la oferta, quedando todo
en agua de borrajas. Vuelto a Madrid, conoce a
una joven de la aristocracia valenciana, doña
Elena de Castellví y Shelly hija de los condes de
Castellá, dos años mayor que él, de la que se enamorará perdidamente.
Don Enrique es, a estas alturas, un apuesto joven, de vivos y penetrantes ojos azules, elegante,
con una romántica y atractiva aureola, hecha de
fogosidad y pasión, que cautivaría a las primeras
de cambio a la bella dama. Convencido su padre,
el Infante don Francisco de Paula, de lo excelente de la elección, también Isabel II se mostró
33
Todos los historiadores que han tratado la controvertida figura del primer
Duque de Sevilla, intentan explicarse
su momentánea adscripción revolucionaria (la de su manifiesto republicano
de 1848) como producto del resentimiento causado por la boda de la reina
con su hermano
Francisco de Asís. Yo
creo, más bien, que su imprevisible y
visceral naturaleza (enardecida hasta
la euforia por el derrocamiento de los
Orléans y su indudable y extremoso
liberalismo) le jugó una mala pasada,
que le supondrá ganarse las antipatías
de unos y de otros.
El duque de Montpensier, por Josefa Murillo de Vela
proclive a conceder su real licencia para que se
efectuase el enlace. Sin embargo, el gobierno,
queriendo preservar los derechos del Infante a
una eventual sucesión, se negó en rotundo a que
la reina accediese al matrimonio, a todas luces
desigual, ya que, siendo doña Elena de preclaro
linaje, no pertenecía al círculo de las familias soberanas, donde se instaba al duque a encontrar
esposa. En vano protestó don Enrique la falta de
consistencia doctrinal de las críticas, ya que, siguiendo las viejas leyes borbónicas de uso secular en su Casa y familia, la novia, por el hecho
de contraer matrimonio legítimo, es automáticamente igualada a su esposo (6). Dado que la
reina no quiso o no pudo otorgar su beneplácito,
don Enrique finalmente se casó, en contra de los
deseos del gobierno y contando con la bendición
papal, el seis de marzo de 1847, para luego establecerse en Bayona a la espera del perdón real.
Si a todo esto le añadimos una sincera preocupación social, que le acompañará toda su vida, podemos intuir sus motivaciones un tanto exaltadas.
Su hijo, don Francisco de Borbón y Castellví evocará al Infante (7) con estas esclarecedoras palabras: ....por estar mi padre, el desgraciado y noble
infante de España D. Enrique de Borbón, desterrado
voluntariamente a la sazón, por interesarse siempre, mientras tuvo un átomo de vida, por el prestigio
y el bienestar del pueblo español.... Don Enrique
aparecerá a los ojos de nuestros contemporáneos
como el prototipo del hombre romántico: generoso, agitador, esforzado, también confuso, inconveniente, exagerado. Un verdadero quijote, con sus
luces y sombras, que lucha sin concederse reposo
alguno por lo que cree justo. Así, ese mismo año
de 1848, el Duque quedaba destituido de los honores y privilegios de Infante, al mismo tiempo que
se le desposeía de los grados, empleos y consideraciones de los que disfrutaba.
Solo a la caída de la dictadura de Narváez, en
1851, se le autoriza a regresar a España. Después
de un sinnúmero de distintas vicisitudes, viajes
a Francia, enfrentamientos con su antagonista
Montpensier y reclamaciones al gobierno, la reina se dignaría firmar una real orden, en 1854,
por la que se le rehabilitaba, devolviéndole el uso
34
del título de Duque de Sevilla y el tratamiento de
Alteza. El 26 de diciembre de 1856, un real decreto le restablecía en su condición de Infante de
España, con todos los honores y preeminencias
correspondientes. Meses más tarde, en abril, se
le reintegraría a la Real Armada como supernumerario. En 1860, la reina concederá al Infante
don Enrique el ascenso a Teniente General de la
Armada. A finales de 1863, morirá de sobreparto, doña Elena de Castellví, su esposa y fiel compañera, que le había dado cinco hijos, de los que
nos ocuparemos más adelante. A todo esto, su
padre, el Infante don Francisco de Paula, ya un
provecto anciano, había casado con una seductora joven, doña Teresa de Arredondo y Ramírez de
Arellano, de acomodada familia murciana, que le
había dado un hijo en 1852, de nombre Ricardo
María. En 1864, fallecería su segunda esposa,
por lo que la reina, condolida, concedería al único vástago del matrimonio, el título de Duque de
San Ricardo.
Don Francisco de Paula moriría el 13
de agosto de 1864, su hijo, don Ricardo
María de Arredondo (ya que nunca se
le autorizaría el uso del apellido de su
padre) lo haría en
París, en el exilio
donde había acompañado a sus tíos los
reyes, en
1873, a los veintitrés años de
Me da a mí que a este don Francisco de Paula de Borbón y Borbón, casi
un desconocido, no se le ha hecho toda
edad.
la justicia que su bondadoso corazón
merecía.
Eclipsado por su primera espo-
sa, tuvo un protagonismo muy especial
en la sombra del reinado de su sobrina
Isabel, como padre del rey consorte. Su
verdadera historia está por hacer.
Quedaba, como hemos visto, don Enrique, viudo,
con cuatro hijos por criar (su hijo Luis había fallecido en vida de su madre) en medio de la gran
conmoción política que caracterizó los últimos
D. Alberto de Borbón y Castellvi,
al poco de la Guerra Carlista
años del reinado de Isabel II, siendo testigo indignado de las intrigas del Duque de Montpensier
para destronar a su cuñada y proclamar reina a
su propia esposa. Para combatirle, quiso presentarse a las elecciones como senador, por lo que el
Gobierno le desterró a Canarias. El fallecimiento
de su padre, le permitió volver junto a sus hijos
que habían quedado al cuidado de su hermano,
el rey consorte. Con el apoyo de la masonería y
los progresistas, don Enrique comenzó a verse a
sí mismo como posible candidato de una monarquía liberal, de ahí sus contactos con Prim, que
ya por aquella época aparecía como el caudillo
militar de una vasta conspiración contra una fórmula monárquica que se mostraba desprestigiada por sus errores y agotada políticamente.
Nuevamente, el Infante fue desterrado y desprovisto de sus títulos y privilegios. Establecido en
París, en penosas circunstancias, escribió a la
reina aconsejándola lealmente una alianza con
las fuerzas progresistas que revitalizasen la maltrecha monarquía y previniéndola contra las intrigas del Duque de Montpensier.
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al Príncipe de Asturias a educarse a Inglaterra
en los principios liberales y parlamentarios, lejos de las cortes conservadoras europeas.
En 1869, publica un folleto violentamente antimontpensierista, donde escribe con gruesos trazos una imagen de su oponente, muy próxima a
la realidad (8) En una carta de marzo de 1870,
don Enrique insultó abiertamente al que había
sido su enemigo desde la mocedad. Montpensier
al uso de la época, reaccionó retando al Infante
a un duelo a pistola a celebrar el día 12 del mismo mes de marzo en la Dehesa de los Carabancheles. Don Enrique volvió a España dispuesto a
enfrentarse con aquel odioso príncipe de Orléans
que tanto había contribuido al derrocamiento de
la monarquía borbónica y de paso, a saldar viejas
cuentas personales que arrastraban desde los lejanos tiempos del liceo.
Pese a que la verdad comúnmente
aceptada por todos los historiadores
recoge la muerte del Infante como
Don Enrique de Borbón, II duque de Sevilla
Efectivamente, olvidando su estrecho parentesco
con Isabel II, los Duques de Montpensier apoyarán con su cuantiosa fortuna el derrocamiento de
la reina de los tristes destinos por los elementos
ultraliberales del ejército. Triunfante la Revolución de 1868, la reina y don Enrique se encontrarán en el exilio parisino, donde el desposeído
Duque de Sevilla intentará que su prima abdique
en su hijo Alfonso, como solución de compromiso
para preservar el trono a favor de la dinastía.
Sin embargo, los revolucionarios ya se habían
pronunciado en contra de los Borbones, como
causantes de todos los males nacionales y sus
proyectos apuntaban a traer una dinastía foránea
y ajena a nuestra historia. Su sueño de encabezar
una monarquía progresista se había desmoronado. Es este momento de la vida del Infante, el que
más elocuentemente apoya la hipótesis de la paternidad secreta de quien sería después Alfonso
XII. Nada le preocupa más a don Enrique que la
educación del futuro rey y su situación inmediata. Por ello, trata, en vano, de que la reina envíe
consecuencia del desafío (al parecer,
tras tirotearse dos veces sin consecuencias,
Montpensier, con pasmosa
serenidad, alcanzó la cabeza del
Duque de Sevilla, que cayó fulminado
al instante) después de la publicación
del libro de Manuel Maribona (9) se
ha reabierto la incógnita de si verdaderamente don Enrique fue abatido
en el duelo o asesinado por sicarios a
Montpensier o por el propio
don Antonio de Orléans.
sueldo de
Según refiere el citado autor, las memorias de
la hija del Infante, María Olvido de Borbón, aseguran que salió don Enrique de su domicilio a
primeras horas del día, para dirigirse al lugar
del duelo, cuando se oyó un disparo y al salir
ella, para ver lo que ocurría, se lo encontró ya
cadáver. Una autopsia practicada a los restos del
Infante, al término de la Guerra Civil, comprobó
que la bala había entrado por la nuca y no por la
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Don Francisco de Borbón con su hija Blanca
sien derecha, como se especifica en toda la documentación oficial. Esta versión desmiente la
puntería de Montpensier (que era bastante torpe
para los trabajos mecánicos y para colmo, algo
miope) y coincide con sus conocidos métodos
amorales y arteros.
En la investigación abierta en 1870 hay, eso sí,
numerosas contradicciones al referirse a la herida que le causó la muerte, ya que mientras la
autopsia afirma que la bala penetró en su ojo
izquierdo, bajo el arco superciliar, rompiendo el
cráneo, en las numerosas descripciones de autores contemporáneos, e incluso de los testigos, se
insiste en puntualizar que el orificio que dejó la
bala fue precisamente en la sien derecha.
Sea como fuere, el Duque de Sevilla, con su
muerte, cerró el paso a las aspiraciones de proclamarse Rey de España al de Orléans. Antonio
Muñiz (10) pondría en boca del Infante esta frase
definitiva: Si yo le mato, no es Rey de España. Si el
me mata a mí, no es Rey tampoco. Muero contento.
Mi vida es poca cosa.
Montpensier fue condenado a un mes de destierro
y al pago a la familia de don Enrique de 30.000
pesetas, que los hijos del Duque se negaron a
aceptar. Se procedió a enterrarle en el cementerio
de San Isidro de Madrid, ya que El Escorial, que
le hubiera correspondido como Infante de España, le fue vedado, tras un multitudinario funeral
masónico. Quedaron sus hijos, en el exilio de París, huérfanos y sin recursos, al cuidado de su tío,
el rey consorte. Abandonados por todos, Francisco y Alberto, tuvieron que dormir al raso, en un
banco de los Campos Elíseos, mientras Enrique,
el mayor y Olvido, la pequeña, partían de Madrid
para reunirse con sus hermanos.
Yo, un príncipe de la Real Casa de Borbón, un descendiente directo de Enrique IV, de Luis XIV, de Felipe V y de Carlos IV y un nieto de aquel infante don
Francisco de Paula que provocó, siendo aún niño,
el heroico alzamiento del pueblo de Madrid de
1808 y la gloriosa guerra de la Independencia....,
me moría de hambre, no tenía más amparo que el
tesón de mi carácter y la pureza de mi alma unida
a la infinita clemencia de Dios, escribiría muchos
años más tarde, don Francisco de Borbón (11),
para describir aquellas penosas circunstancias.
Sería un tío lejano de los Borbón-Sevilla, el último duque soberano de Parma, Roberto de Borbón, hermano por tanto de doña Margarita de
Borbón-Parma (la reina de los carlistas), quien
se apiadase de la lamentable suerte de los hermanos, llevándoles a vivir con él a Niza, según el
testimonio del propio don Francisco (23). Fue la
benéfica influencia de este príncipe, uno de los
sobrinos predilectos del Conde de Chambord, la
que consiguiese que don Carlos VII se interesara por ellos y los incorporase a su ejército, como
primos suyos y príncipes de la Casa de Borbón.
El 16 de julio de 1873, montado sobre un brioso corcel blanco por el camino de las Ventas de
Zugarramurdi, entraba en España don Carlos
de Borbón. Vestía de capitán general con boina
blanca adornada con borla de oro, colgado del
cuello llevaba el Toisón. Le seguía una brillante
comitiva, entre otros los jóvenes Borbón y Castellví y Fernando Gurowsky y Borbón, nietos de
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la Infanta Luisa Carlota, como queriendo los tres
rectificar con su presencia, la actitud de la abuela (12) De la conducta de los hermanos Borbón y
Castellví, hay un testigo excepcional, la Infanta
portuguesa doña María Nieves de Braganza, valiente y corajuda esposa de don Alfonso Carlos,
que siempre tuvo fama de decir la verdad y no callar nada por mucho que la perjudicase. En marzo de 1873, los hijos del Infante se encuentran
luchando en Cataluña. Doña María de las Nieves,
los rememorará así:
Aquel día, al reunírsenos las tropas del coronel
don Gerónimo Galcelán nos encontramos con
nuestro primo don Alberto de Borbón que servía
en estas filas. Aún no conocíamos más que a su
hermano don Francisco de Borbón; los dos eran
muy buenos chicos y sumamente valientes. Alberto, sin tener la temeridad rayana en la locura de
don Francisco, cumplía con su deber con gran bizarría, distinguiéndose en cada combate. De don
Francisco se sabía que no había acción en la que
no hubiese tomado parte sin realizar un acto de
valor demente. Para él era desconocido el peligro,
parecía buscar las balas, pues tan en contacto se
ponía con ellas, pero estas huían de él (13).
El propio don Alfonso Carlos, en carta a su hermano, diría de ellos:...exponiendo sus vidas para
salvar prisioneros y haciéndose amar y respetar
por todos...(14) Su esposa para justificar un ascenso de don Alberto, escribiría: Alfonso nombró
comandante a don Alberto de Borbón por su comportamiento heroico en la acción de Prats y además jefe de nuestra Escolta de caballería, que se
reforzó inmediatamente, haciéndola más numerosa. Su hermano don Francisco ya era comandante
desde la toma de Berga, en la que se distinguió
inmensamente como en general en todos los combates en los que tomaba parte. Era, más que atrevido, temerario (15)
También don Francisco de Borbón se referirá a su
participación en la III Guerra Carlista: ¡Siete años
consecutivos de campaña activa en Cataluña, en el
Maestrazgo, en Valencia, en Aragón y la manigua
cubana....siempre a caballo o a pie, siempre en la
brecha y siempre en la primera línea de fuego dando
ejemplo en el combate y amparando a costa de mi
propia vida al vencido, al indefenso prisionero!
Yo, inconscientemente aguijoneado por mi amor
a España al creerla a punto de ser destruida por
la anarquía; aguijoneado por las penalidades del
destierro, que enervan el espíritu mas sereno, e
impulsado por los deberes que lealmente creía me
imponía mi apellido de Borbón..., he tomado parte
activa en esa tragedia horrible, fratricida, que se
llama la guerra civil, 1872-1875; pero cábeme la
honra y réstame el consuelo ante mi patria querida,
que obré siempre como cristiano y con la hidalguía
de un caballero (16)......jamás las tropas españolas
fueron crueles; siempre después de luchar como leones, fueron casi hermanos con los vencidos.
Lo cierto es que combatieron en los
Cataluña, Valencia y Aragón,
figurando don Enrique Pío en el Estado
Mayor de don Carlos. Todos los tres
frentes de
hermanos sirvieron en el ejército carlista
(contra el usurpador Amadeo de Saboya y la I República) donde alcanzaron
grados y honores. El más arrojado, don
Francisco, fue premiado por el soberano
con dos laureadas de San Fernando por
su valor ante el enemigo, que no le fueron reconocidas nunca por los gobiernos
de don
Alfonso XII, a quien quisieron
servir, luego de su proclamación, una
Carlos VII les liberase del
juramento de fidelidad a su persona.
vez que don
En 1875, los hermanos Borbón-Castellví agradecieron profundamente la regia deferencia de no
combatir a su primo carnal y por febrero regresaron a Francia (17) A la luz de la supuesta paternidad del Infante don Enrique del hijo de Isabel
II, don Alfonso, cabe pensar que no continuaron
al servicio de don Carlos, por no levantar armas
contra su propio hermano. También ese estrecho
parentesco secreto explicaría la amistad de don
Enrique Pío de Borbón y Castellví con Alfonso XII.
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D. Alberto de Borbón, coronel de Husares de la Princesa,
Cuba 1879
Si tal circunstancia, tan novelesca, fuese cierta
(18), se daría la paradoja de que el nuevo rey se
iba a casar con la hija del asesino de su verdadero padre.
Una vez llegados a Francia, tanto don Francisco
como don Alberto, obtuvieron el reconocimiento de sus grados militares (Brigadier y coronel,
respectivamente, en atención a las circunstancias que en ellos concurrían) y se enrolaron
para servir a España en la isla de Cuba, confirmando los empleos obtenidos en las acciones
de guerra contra los insurrectos independentistas, mientras don Enrique, el segundo Duque
de Sevilla, aceptaba la presidencia del Consejo
Heráldico de Francia y paseaba su noble figura
por distintas cortes europeas, donde fue recibido siempre como el príncipe de Borbón que era.
Casado en 1870, con doña Josefina de Paradé y
Sibie (que le dio tres hijas) a la muerte de Alfonso XII, padeció una cruel persecución política
por la reina Regente, que no le perdonó algunas críticas. Murió en alta mar, cuando volvía
de las Filipinas (donde había desempeñado el
puesto de Gobernador de Tabayas), en 1894. En
1889, firmó una reserva expresa de sus derechos a la sucesión de las coronas de España y
Dos Sicilias, que constituye en sí mismo todo un
manifiesto contra la injusticia de su situación
dinástica:
Yo, Enrique Pío de Borbón, Duque de Sevilla, jefe de
la rama fundada por el Infante de España don Enrique María Fernando de Borbón, Duque de Sevilla,
mi padre, declaro solemnemente delante de Dios y
de los hombres, reservar de la manera más formal
y absoluta todos los derechos eventuales a la corona de España y de las Dos Sicilias que yo, mis descendientes, mis hermanos, sus descendientes y mi
hermana, poseemos tanto desde el punto de vista de
la pragmática de sucesión masculina como desde el
de la femenina. Declaro mantenerlos para siempre,
plenos y enteros, para lo que pueda suceder, en fe de
ello lo firmo: Enrique Pío de Borbón, Duque de Sevilla. Maisons-Laffite, Francia, el 24 de Abril de 1889.
Este documento tan significativo muestra, una
vez más, que, pese a todos los desencuentros
con la Real Familia, los hijos de Infante son muy
conscientes de sus derechos y deberes como
miembros de la Casa de Borbón. Tan es así que,
a la muerte del II Duque, en 1894, su hermano
Francisco queda como jefe de su familia y como
tal se proclama Duque de Anjou, esto es: Jefe de
toda la Casa Capeta.
El gesto, tan típico de un hombre impulsivo y generoso, que suscitó severos
reproches de muy distintos sectores, no
ha sido interpretado todavía en su justa
medida y son muchos los historiadores que
lo consideran algo pueril o anecdótico.
No lo es en modo alguno. Don Francisco,
conocedor a la perfección de las leyes de
primogenitura que rigen la sucesión de
Francia, sabe que su derecho proviene tan
solo de la indolente actitud de Carlos VII
con respecto a la Jefatura de la Casa.
Tampoco ignora que tras una hipotética renuncia de don Carlos a sus derechos franceses, la
Jefatura pasaría a la rama alfonsina, pero tal
proclamación sería impensable para los partidarios de la monarquía en el país vecino, que no
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desean la coincidencia de las dos coronas en una
sola cabeza. Muchos legitimistas franceses, hartos de que la atención de don Carlos se centre
siempre en los asuntos españoles y posponga los
de Francia, se dirigen al príncipe don Francisco
como única tabla de salvación, ante las espurias
pretensiones de los Orléans que se muestran a
todos como los verdaderos sucesores del Conde
de Chambord. Entre los partidarios de don Francisco, destaca el Príncipe de Valori, que ha sido
despedido de Loredán (19) con cajas destempladas y actúa por venganza, pero también hay un
puñado de fieles monárquicos sinceramente
indignados. El general Borbón y Castellví vacila
entre lo que juzga su deber para con su Familia
y la caballerosa lealtad a quien fuera su primer
jefe militar.
Al final, le puede la sangre (el recuerdo de su infortunado padre) y se decide
por parar los pies al Conde de París,
El Teniente General don Francisco de Borbón y Castelví
en su ancianidad
luego del vano intento del propio don
Carlos (20), demandándole ante los
tribunales civiles por el uso indebido de
las armas plenas de
Francia. Los jueces
republicanos estimaron los argumentos
del general Borbón como irrelevantes
(ya que la monarquía había sido abolida)
y le condenaron a pagar las costas (21).
En España, como consecuencia de estos hechos,
se le impuso dos meses de arresto en el castillo de
Santoña y su iniciativa disgustó mucho a don Alfonso XIII, lo que no evitó que el general Borbón,
en un característico rasgo de su animoso carácter,
volviera a manifestar sus pretensiones en 1904.
También la reivindicación del trono galo, le enemistó con el Carlismo militante, movimiento con
el que había mantenido muy buenas relaciones
desde la mocedad. El asunto coleó hasta tal extremo que, en 1911, el Rey, nada dispuesto a
admitir los postulados de su primo, reconoció a
don Basilio de Anjou-Durassow-Schiskow, un caballero ruso no titulado, académico de la Rusa de
Arqueología, como Jefe de la Casa Real de Anjou
de Nápoles y Duque de Durazzo (22), haciendo
buena una genealogía que le hacía descender
directamente de Roberto de Valois, Príncipe de
Morea y de los reyes angevinos de Nápoles.
Tiempo después, para sellar la reconciliación con
el general Borbón, don Alfonso XIII, le concedió
el vellocino en 1927, imponiéndole el collar del
Toisón de Oro, que había sido de don Antonio
Maura (23). Capitán General de Castilla La Nueva y Baleares, donde realizó un meritorio trabajo
de fortificación de las islas, ingresó en la religión
de San Lázaro en 1930 como Gran Collar, siendo
su hijo Lugarteniente General de la Orden en España. Casado dos veces, tuvo amplia descendencia. Murió, ya de Teniente General, en Madrid
en 1942, en medio del cariño y la admiración de
quienes le conocieron.
Su hermano don Alberto, creado Marqués de
Santa Elena con Grandeza de España en 1878,
más tarde primer Duque de Santa Elena en 1917,
tuvo una brillante carrera militar en el Arma de
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caballería. Ingresó en el Hospital de la Cruz Verde como Gran Cruz de Justicia, con collar. Su descendencia también pagó el tributo de sangre en
la cruenta guerra civil que asoló España de 1936
a 1939. Del duque de Santa Elena desciende el
actual Gran Maestre de la Orden, don Carlos Gereda de Borbón, marqués de Almazán.
A la muerte del II Duque de Sevilla, heredará
el título su primogénita, doña María Luisa de
Borbón y Paradé, al parecer hija natural de una
relación de don Enrique Pío, anterior a su matrimonio y luego legitimada. Casada en Londres
con don Juan de Monclús y Cabanellas, no tuvo
descendencia. En 1919, renunciaría al título de
Duquesa de Sevilla a favor de su hermana menor
doña Enriqueta, con la anuencia de doña Marta,
siguiente en el orden sucesorio.
Doña Enriqueta de Borbón y Paradé, IV Duquesa
de Sevilla, casó con su primo don Francisco de
Borbón y de la Torre, hijo del Teniente General
don Francisco de Borbón y Castellví, XLIV Gran
Maestre de la Orden, aquende y allende los mares. En el hijo de ambos, don Francisco de Borbón
y de Borbón, se unirían las líneas primogénita y
agnada del primer Duque de Sevilla.
Poco pudo contribuir el nuevo Gran Maestre al
engrandecimiento del Hospital de la Cruz Verde en los primeros momentos de su elección, ya
que, sublevado el Ejército en España contra el
estado de cosas propiciado por el Frente Popular,
el Duque de Sevilla entendió que su deber estaba con sus compañeros de armas, abandonando
el cómodo exilio en París para incorporarse a la
lucha contra la Revolución.
Don Francisco de Borbón y de la Torre había padecido ya la persecución de las izquierdas. Teniente a los catorce años, capitán a los veintidós.
Ascendido por méritos de guerra a comandante
en 1914, (durante el conflicto bélico en Marruecos) su vida se halla vinculada muy estrechamente a la profesión militar. Inclinado por convicción íntima y por devoción familiar al sistema
monárquico, es el propio Alfonso XIII quién le
ordena prestar el juramento de lealtad a la República, al advenimiento de ésta en 1931.
Llegado el 10 de Agosto, cuando Sanjurjo intenta un cambio de situación, el Duque de Sevilla,
junto con su hermano el Marqués de Squilache y
otros oficiales leales al Rey y ajenos a la conspiración, es deportado a Villa Cisneros.
Una interpretación sectaria y sesgada de nuestra historia reciente ha presentado el llamado
Alzamiento Nacional como el típico cuartelazo
de orientación conservadora, favorecido por
una burguesía retrógrada e ignorante, que veía
peligrar sus pretendidos privilegios por la política socialmente avanzada de la República.
Nada más lejos de la realidad. Se ha mentido
tanto y tan impunemente que ahora aparecen
como novedades, los archisabidos crímenes de
la represión marxista. La Guerra Civil comenzaría con la Revolución de Asturias y es ésta
la que desencadenaría finalmente el enfrentamiento armado.
Como muy bien dice Pío Moa (24) Hoy resulta ya
imposible negar la evidencia de los documentos
del PSOE y de la Esquerra: esos partidos quisieron, organizaron y llevaron adelante la guerra civil en aquel año (1934), y Azaña replicó a la victoria electoral de la derecha en 1933 intentando dos
golpes de estado (así eran los que defendían la
democracia y las libertades según quieren hacer
creer los funcionarios de la historiografía). Estos
hechos pueden considerarse firmemente asentados, por más que algunos todavía se resistan a
admitirlo.
Siguiendo esa manipulación izquierdista de la
verdad histórica, que presenta los hechos no
como sucedieron, sino como les hubiera gustado
que hubieran sucedido, no han faltado personajillos (bien es cierto que norteamericanos poco
informados) que han acusado a la Orden de un
cierto alineamiento con el fascismo, por influencia directa de la supuesta ideología de su Gran
Maestre. Otra falacia inaceptable. Arguyen que
no hay más que mirar el escalafón de la Religión
para darse cuenta de ello. Tal afirmación no se
sostiene, ya que es la época la que se halla fuertemente atraída por los totalitarismos de toda
condición, no el Hospital ni el Gran Maestre.
41
El Duque de Sevilla es un profesional de
las armas que comprende que la Revolución desencadenada en España pone en
serio peligro la supervivencia de los valores superiores que han sido consustanciales a la existencia de la nación como
tal y obra en consecuencia.
Nada hay
en su biografía que pueda interpretarse
como simpatía por los totalitarismos que
Europa. Ascendido a general,
don Francisco de Borbón conquistó
Málaga a los revolucionarios,
el 7 de febrero de 1937.
dominan
Después de una brillante campaña, el Gran
Maestre terminó su carrera como soldado, de
Teniente General, con doce cruces rojas al Mérito Militar, amén de otras condecoraciones,
desempeñando cargos tan importantes como la
Capitanía General de Sevilla o el Gobierno Militar de Madrid. Tuvo también algunos sinsabores
derivados de sus firmes convicciones monárquicas que enturbiaron su pase a la reserva, ya que
por aquellas fechas preconizó, junto con otros
generales, la vuelta del rey (25). El Gran Priorato de España se vio fuertemente afectado por
los acontecimientos y numerosos caballeros de
la Religión fueron asesinados en el transcurso de
la contienda, así don Pablo Martínez de Anguita
y de Lara, en 1936, los marqueses de Squilache y
Balboa (hermanos del Gran Maestre), don José de
la Lombana y Carnicero, en 1938, el marqués de
Laconi y un largo etcétera que comprende a los
que murieron posteriormente como consecuencia de las heridas de guerra y aquellos otros torturados por los chequistas hasta la extenuación.
Que la Milicia lazarista prefiera olvidar aquellos
excesos revolucionarios se debe exclusivamente
al sentimiento caritativo e indulgente que siempre ha presidido la acción del Hospital, no, porque no se cebasen en ella, la crueldad y el sadismo del turbión revolucionario. Y creemos que es
bueno recordarlo ahora que se pretende borrar el
pasado y con él, a una gran parte de las víctimas
Don Francisco de Borbón, de coronel,
cuando era Lugarteniente General de la Orden
(haciéndolas pasar por verdugos) de aquella terrible confrontación fratricida.
Mientras los españoles dirimen sus disputas en
una nueva cruzada, la Orden, que se resiente de
los ataques vaticanistas de abril del 35 (26) despliega todo su potencial en el Oriente cristiano,
integrando en su seno a los Patriarcas más significativos, sin descuidar tampoco la incorporación
de prelados de la Iglesia Católica, cuya nómina es
impresionante (25) La ayuda a los necesitados,
a las minorías perseguidas y el mantenimiento
de la lucha contra la lepra son una constante en
esos años, en los que, tanto Otzenberger como
Bertrand de la Grassiere, administran la Orden
con singular acierto, dadas las circunstancias
tan difíciles por las que pasa el lazarismo.
Al terminar la Guerra Civil, el Gran Maestre, liberado en parte de sus obligaciones, se dedicó,
como ya es sabido, con renovadas fuerzas al Hospital de los pobres leprosos. Pero esa ya es otra
historia. Una historia que, pese a las dificultades,
ha estado siempre ligada a la Casa de Borbón,
gracias a los Borbones de España.
42
Notas
(1) En el prefacio del libro La descendencia de S.A.R. don Enrique de Borbón y de Borbón, Infante de España, Duque de Sevilla, International Academy of Our Lady of Mount Carmel, Lanzun, 2004.
(2) Ver el espléndido trabajo de Ricardo Mateos, Los desconocidos Infantes de España, Thassàlia, Barcelona, 1996. O consultar la
esclarecedora obra El Ducado de Sevilla, de Manuel Rodríguez de Maribona. Persevante Borgoña. Madrid. 1992.
(3) La denominada I Guerra Carlista. Ver el libro de José María de Montells, La otra dinastía. Colegio Heráldico de España y de las
Indias. Madrid. 1995.
(4) En la obra citada.
(5) No está nada clara la participación del Infante en los hechos que se le imputaron y le llevaron al exilio. Benito Pérez Galdós niega
tajantemente la implicación de don Enrique. (En Los Episodios Nacionales)
(6) Doctrina por la cual los Borbón-Sevilla son dinastas en Francia y no en España, ya que este matrimonio del Infante contraviene
la Pragmática de Carlos III. No obstante, el hijo de don Enrique, el II duque de Sevilla, hizo reserva expresa de sus derechos al
trono de España, en pública y solemne declaración, entendiendo con ello que la Pragmática citada era nula de pleno derecho.
En nuestros días, la boda del Rey Felipe VI cuando Príncipe de Asturias con doña Letizia, viene dar la razón a los que pensamos
que en las seculares costumbres nupciales de la Casa de Borbón no existe el matrimonio llamado morganático, que es de origen
alemán. (Véase La descendencia de S.A.R. don Enrique de Borbón....., ya citado).
(7) Ver su obra, La Guerra Moderna, delito de lesa humanidad, Madrid. 1926.
(8) Ver Los tres Orleans. Por los dos españoles. Madrid. 1869.
(9) Ver op. citada.
(10) Real Academia de la Historia. Colección Natalio Rivas, 5.
(11) Op. citada
(12) Op. citada
(13) Ana de Sagrera, La Duquesa de Madrid. Palma de Mallorca. 1969. (página 291)
(14) María de la Nieves de Braganza y Borbón. Mis memorias. Espasa-Calpe, Madrid. 1934. (página 90)
(15) Op. citada. (página 246)
(16) La Guerra Moderna, delito de lesa humanidad. (páginas 10 y 11)
(17) Ana de Sagrera. Op. citada. Página 422
(18) De realizarse en nuestros días, una prueba de ADN, que despejase la incógnita de la paternidad de Puigmoltó, señalado por
algunos historiadores como el auténtico progenitor de Alfonso XII, cabría la duda irresoluble de si el padre fue don Enrique o su
hermano, el rey consorte don Francisco de Asís.
(19) El Príncipe de Valori fue el representante del pretendiente en Francia durante muchos años. Loredán es el palacio veneciano que
sirvió de residencia habitual a don Carlos VII.
(20) El 23 de mayo de 1892, don Carlos dirigió una carta a Luis Felipe de Orléans, Conde de París, conminándole a que abandonase
el uso de las armas plenas de Francia, por corresponderle a él como primogénito de los Borbones. Sin embargo, el príncipe de
Orléans siguió ostentado dicho escudo sin brisura alguna.
(21) Ver Annuaire de la Noblesse de France, 1898, pags. 397 a 399
(22) Este asunto viene muy bien explicado en las discutidas memorias de Alexis de Anjou-Romanov-Doulgoruky, Yo, Alexis, bisnieto del
zar, Plaza y Janés, Barcelona. 1982, pag.220
(23) Ver la obra La insigne orden del Toisón de Oro de Alfonso Ceballos-Escalera y Gila, marqués de la Floresta y otros. Madrid, 1998 y
el artículo de José María de Montells, Nómina de los caballeros lazaristas que ingresaron en la insigne Orden del Toisón de Oro.
EMBLEMATA VI. CSIC. Zaragoza, 2000.
(24) Pío Moa. Más sobre el 34. Libertad digital. Madrid, 20 de Octubre de 2004.
(25) Ver Maribona. Op. Citada, pag. 220
(26) Osservattore Romano. 16 de Abril de 1935
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ESCAPARATE DE LIBROS
EL VIZCONDADO DE CAMPO GRANDE
por María del Carmen López Cerezano: Madrid,
Colegio Heráldico de España y de las Indias, 2015.
ISBN 978-84-89188-07-5. 308 páginas, con numerosas ilustraciones a todo color.
L
a doctora López Cerezano, farmacéutica, nos presenta un completo estudio histórico sobre esta
merced nobiliaria creada por el Rey Don Carlos IV en 1807, en cabeza del asturiano don Ramón
José de Jove y Hevia, Flórez y Arango (1740-1831), coronel de los Reales Ejércitos y regidor perpetuo de Oviedo y de Gijón. Sus densas páginas iluminan las trayectorias vitales de los seis sucesivos
vizcondes de Campo Grande, y de sus familiares y
deudos, desde el origen del linaje de Jove, allá por
el siglo XIV, hasta el último titular, nuestro llorado
amigo don Ramón Gutiérrez y Álvarez de la Tejera (1931-2014), consejero magistral del Cuerpo de
la Nobleza del Principado de Asturias; todas esas
noticias se nos presentan incardinadas en los grandes sucesos de la Historia de España. De su calidad
científica, bastará con señalar que más de la mitad
de la obra, 150 páginas nada menos, contienen la
transcripción literal y fotográfica de no menos de
veinte documentos originales, que sirven de base
al estudio. El aparato gráfico es igualmente estimable, ya que las imágenes suman varios cientos, y
en buena parte -retratos, casonas- son inéditas. Se
trata, pues, de un estudio histórico de interés, ya
que viene a hacer la historia de una Casa y de una
familia poco conocidas hasta ahora en los anales de
la hispánica Nobleza provincial (Marqués de la Floresta). (J.M.M.G.)
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DON FRANCISCO DE BORBÓN Y CASTELLVÍ.
EL HOMBRE, EL MILITAR
Prólogo del duque de Sevilla. Varios autores.
Edición de la Academia Internacional de Nuestra Señora del Monte Carmelo.
80 páginas, con numerosas ilustraciones a todo color.
N
uestro Gran Maestro Emérito, el duque de Sevilla, ha reunido en este volumen una serie de
escritos relativos a su bisabuelo, el Teniente General don Francisco de Borbón y Castellví, una
figura de nuestro Ejército, hoy poco conocida, pero extremadamente popular a principios del
siglo XX, no sólo por su ejecutoria heroica en cuantas guerras participó sino también por su pretensión al Trono de Francia, que aquí se explica pormenorizadamente.
Se trata de un libro interesantísimo, muy bien editado, con un extenso prólogo del propio duque de
Sevilla, que nos descubre el alegato que el general Borbón escribió contra la guerra, que él calificó de
crimen de lesa humanidad y su vida militar escrita en 1918, reveladora de sus meritorios hechos de
armas en la guerra carlista y en la guerra de Cuba.
Pero si todo esto es importante, no lo es menos, el
comportamiento realmente ejemplar de un príncipe de la Casa de Borbón vapuleado por la desgracia
y el destino. Hijo del infante don Enrique, I duque
de Sevilla tuvo que vencer la adversidad de quedar
huérfano a muy temprana edad. Se da la circunstancia, además, que el general ingresó en la Orden
por empeño de su hijo, el también general Borbón
y de la Torre, IV duque de Sevilla, Gran Maestre de
la Religión, por lo que el libro es doblemente atractivo. A su lectura, tan grata, se une un álbum iconográfico con algunas fotos inéditas, de gran valor
histórico. Una obra, en suma, imprescindible para
cualquier lazarista, con la ventaja añadida de poderse adquirir en la Cancillería de la Orden. Ocurre,
además, que en el presente número de Atavis, dos
de nuestros colaboradores se refieren al personaje
en sendos artículos. (J.M.M.G.)
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Armas del Caballero don Pascual Berbegal y Guerrero, blasonadas por el Juez de Armas don José María de Montells
y dibujadas por don Carlos Navarro Gazapo.