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ATAVIS ET ARMIS Revista del Gran Priorato de España de la Orden Militar y Hospitalaria de San Lázaro de Jerusalén Monasterio de Santo Domingo el Real de las MM. Dominicas. C/Claudio Coello, 112, Bajo Izqda. 28006 Madrid Edición al cuidado de la Cancillería Madrid, Septiembre de 2016 · número 40 Retrato de Monseñor Castillejo Gorraíz, (1930-2016) Protector Espiritual de la Encomienda de Andalucía, por Rafael Cervantes Gallardo (óleo sobre lienzo) ATAVIS ET ARMIS AVISOS DE LA CANCILLERÍA ATAVIS ET ARMIS Consejo De Redacción José María de Montells y Galán Daniel García Riol Manuel Tourón y Yebra Alfredo Escudero y Díaz-Madroñero Emilio Aleman de la Escosura Rafael Portell Pasamonte Consejo de Gobierno del Gran Priorato: Gran Prior, el Marqués de la Lapilla Prior, el Marqués de Armunia Canciller, don Federico G. Escudero Feito Vicecanciller, don Manuel Pedro Bernáldez y Bernáldez Vicecanciller, don Gerardo López Cuevas Hospitalario, Dr. don Juan Ruiz de Burgos y Moreno Coordinador de Encomiendas, don Alfredo García Til Fiscal, doña María Rosa Rodrigo Martínez Mariscal, don Daniel García Ramos Inquisidor de Causas, don Emilio Aleman de la Escosura Juez de Armas, Dr. don José María de Montells y Galán Maestro de Ceremonias, Dr. don Manuel Tourón y Yebra Guardasellos Mayor, don Victoriano Ruiz Peris Comendador de Andalucía, don Iván de Arteaga y del Alcázar Comendador de Cataluña, doña Monserrat Roig Recasens Comendador de la Encomienda de Valencia, don Juan Boluda San Ambrosio Comendador Hereditario de El Acebuchal, don Joaquín Cayuela Vergés Edita El Gran Priorato de España Monasterio de Santo Domingo el Real de las MM. Dominicas. C/Claudio Coello, 112, Bajo Izqda. 28006 Madrid Depósito Legal M-5494-2005 NUEVA CONFIGURACIÓN DEL PATRONATO DE LA FUNDACIÓN Como consecuencia de la renuncia de don Federico Guillermo Escudero Feito a su cargo de Secretario y miembro del Patronato de la Fundación San Lázaro, se ha elegido una nueva composición de los cargos directivos que queda como sigue: Presidente, el Excmo. Sr. Don Francisco de Borbón y Escasany, Duque de Sevilla. Vicepresidente, El Excmo. Sr, Don Carlos Gereda de Borbón, Marqués de Almazán. Vocal 1º, el Excmo. Sr Don Diego Guillamón y Rodríguez de Requena. Vocal 2º, el Excmo. Sr. Don Juan Pedro de Soto y Martorell, Marqués de la Lapilla. Vocal 3º, el Excmo. Sr. Don Iván de Arteaga del Alcázar, Marqués de Armunia. Secretario, el Ilmo. Sr. Don Manuel Pedro Bernáldez Bernáldez. ORACION DE SAN LÁZARO Señor Jesús que, por efecto de inmensa bondad y misericordia, nos has llamado a conocerte y servir en la Milicia de los Caballeros Hospitalarios de San Lázaro, recibe ahora la expresión de nuestra gratitud por tan gran favor. Recuérdanos estar muy unidos entre nosotros en tu caridad y nuestro deseo de servirte por una rigurosa fidelidad a nuestro alto ideal de caballería cristiana. Que la Santísima Virgen, guardiana de la Unidad de la Fe, San Lázaro tu amigo y nuestro santo Patrón, que todos los santos, confesores y vírgenes, Protectores de nuestra Orden y hermanos de nuestra Religión, nos consigan toda la luz y la fuerza para no faltar jamás a ninguno de nuestros deberes de nuestra vocación, que aceptamos de todo corazón. Guárdanos sin miedo y sin reproche, siempre dispuestos a todas las buenas obras. Que la Unidad de la Iglesia, el apoyo de los cristianos orientales y en particular los de Tu país, oh Jesús, que los pobres leprosos, los enfermos, los débiles, los prisioneros, los abandonados sean el objeto de nuestras solicitudes, de nuestras preocupaciones, los beneficiarios de nuestros cuidados y de nuestra caridad. Así sea. PRO UNITATE ECCLESIAE Oremus: Omnipotens et misericors Deus, qui diversitatem gentium in unum populum per Filium tuum adunare voluisti, concede propitius ut, qui christiano nomine gloriantur, qualibet divisione reiecta, unum sint in veritate et caritate, et omnes homines, verae fidei lumine illustrati, in unam Ecclesiam fraterna communione conveniant. Per Christum Dominum nostrum. Amen. NOTICIAS DEL GRAN PRIORATO REORGANIZACIÓN DEL GOBIERNO DEL GRAN PRIORATO DE ESPAÑA D urante el mes de mayo y primeros días de junio se ha procedido a una restructuración del Consejo de Gobierno del Gran Priorato tendente a agilizar los trabajos para hacer más visible la acción caritativa y social de la Orden con la creación de dos Vicecancillerías, una dedicada a la Administración y otra, a las Finanzas, desempeñadas por nuestros hermanos don Gerardo López Cuevas y don Manuel Pedro Bernáldez y Bernáldez. Todas las labores del Consejo de Gobierno se estructuran en las siguientes Comisiones: de Admisiones, Económica-Financiera, de Eventos y Protocolo, Hospitalaria, de Comunicación y de Relación con las Encomiendas. En la Página 2 de esta misma revista, se publican los integrantes de dicho Consejo de Gobierno que han sido nombrados por el Gran Prior de España en perfecta comunión con los deseos del Gran Maestre, el marqués de Almazán. Además, el 7 de junio pasado, en el transcurso de la Asamblea General Anual de la Asociación de caballeros españoles se eligió una nueva Junta de Gobierno que está integrada por los siguientes señores: Presidente: D. Juan Pedro de Soto Martorell, Secretario: D. Manuel Pedro Bernáldez Bernáldez, Vocal 1º: D. Iván de Arteaga y del Alcázar, Vocal 2º: D. Daniel García Ramos, Vocal 3º: María Rosa Rodrigo Martínez, Vocal 4º: Alfredo García Til, Vocal 5º: D. Victoriano Ruiz Peris, aprobándose la Memoria de Actividades de 2015 por unanimidad de todos los presentes. Es de resaltar el nutrido grupo de caballeros de la Encomienda de Andalucía desplazados a Madrid para asistir a la Asamblea, estableciéndose el quorum en la primera convocatoria. En la actualidad, las Comisiones establecidas por esta reorganización trabajan a pleno rendimiento en la consecución de sus objetivos. Armas simples del Gran Priorato por Fernando Martínez Larrañaga 3 LLAMAMIENTO EN SALÓN DEL TRONO E La asociación conservacionista Adepa, que lleva años denunciando esta situación, ha presentado dos denuncias en el juzgado de guardia en torno a San Lázaro. La desidia de la administración se pone de manifiesto en algunos hechos significativos. Por ejemplo, que el edificio permanece inscrito en el registro de la propiedad a nombre de la Diputación de Sevilla dieciséis años después de que se cediera. Los restos más antiguos y peor conservados del conjunto están en la entrada principal. Se trata de la denominada Torre de los Gausines, edificada antes de la conquista cristiana de la ciudad (1248), y según el profesor Cómez, encajada en el bloque rectangular donde se abre la portada manierista. El historiador data la construcción de la iglesia a finales del siglo XV y principios del XVI. Actualmente la iglesia se utiliza como almacén y su cubierta ha sido desmontada para evitar filtraciones y derrumbes. La restauración de la iglesia es una tarea urgente que no puede demorarse más y actuaciones como la construcción de la nueva cafetería adosada a sus muros no hacen más que demostrar el escaso tacto de la Junta de Andalucía para con este bien. ¿Quedará algo cuando por fin se pueda acceder o será demasiado tarde? Junta de Andalucía, ayuntamiento, diputación o estado tienen que tomar cartas en el asunto y actuar de una vez”. l blog Salón del Trono que redacta nuestro hermano de manto, don Daniel García Riol, se ha hecho eco de la iniciativa del caballero lazarista don Manuel Morales de Jódar, que ha circulado por las redes, muy pronto secundada por nuestro correligionario, don Luis Valero Aranda, en orden a la restauración del Hospital de San Lázaro de Sevilla. Este es el llamamiento: Hospital San Lázaro de Sevilla “Tenemos que hacer algo, Sevilla no se merece tener un edificio tan singular para la ciudad en tan lamentable estado. Al San Lázaro de Sevilla no hay quien lo resucite. Los restos históricos del hospital y muy especialmente, la iglesia de estilo gótico-mudéjar permanecen arrinconados. EL ÁNGEL CUSTODIO DE ESPAÑA L algaradas callejeras de anarquistas indignados… Con este escenario, el rey Alfonso XIII, toda la familia real y representantes del Gobierno que presidía el conservador Eduardo Dato, asistieron en Madrid a la entronización de una imagen del Ángel Custodio de España, en un altar de la iglesia de San José, en Madrid. a Historia, ya se sabe, parece repetirse. En 1920, España atravesaba una situación que guarda notables paralelismos con la actual: cambio en el Gobierno, deslegitimación de las instituciones del Estado, precariedad económica, irrelevancia en el plano internacional, el Ejército en campañas de guerra en países musulmanes, 4 en la victoria de Las Navas de Tolosa, en 1212, con la que comenzó el principio del fin de la Reconquista, y en la que un misterioso pastor guio a las tropas cristianas para emboscar a los moros, y luego desapareció. En 1624, la obra El Bernardo, que canta la Victoria de Roncesvalles, contra Carlomagno y los musulmanes, dice así: «Los demonios, que tratan de destruir a España, muestran la insaciable sed que tienen de nuestra perdición, y con qué gusto y facilidad la harían, si el freno de la potencia divina no los detuviese, significada por el Ángel Custodio de España, que descubre cuan cortas fuerzas son las del infierno para ofender a los que el cielo tiene por amigos» Tal era la confianza que nuestros antepasados tenían en su fiel protección, que Fernando VII, tras la guerra contra Napoleón y con el país desvencijado por la contienda, solicitó -y consiguió- que el Papa León XII nombrase a tan celestial protector co-patrón de España, junto a la Inmaculada Concepción y a Santiago Apóstol, y aprobase una fiesta litúrgica con oficio propio. En 1917, monseñor Leopoldo Eijo y Garay le escribió una Novena, en la que destaca esta oración: «Hoy, el ángel rebelde pretende seducir a la nación con los halagadores desenfrenos de la impiedad, para que renuncie a su histórica religiosidad, se aparte de Dios, apostate en su vida de nación de las creencias de nuestros mayores, y, laica y atea, busque sólo sus medros temporales, olvidando fines más altos. No permitas, Ángel bendito, que nuestra España caiga en tan funesta tentación; ilumina a todos tus protegidos, desbarata las intrigas de los impíos (...); alcanza del Señor la conversión de todos los que, por error o por depravación, quieren acarrear a España tan graves males y obtennos a todos, la eterna salvación». Unas palabras de total actualidad ante los ataques a la Religión que se están dando impunemente en nuestro país, so pretexto de una mal entendida libertad de expresión. Recobrar la devoción por el Ángel Custodio debe ser un objetivo prioritario para todos los lazaristas españoles. Ángel Custodio La imagen había sido trasladada desde el Cerro de los Ángeles, y se había proyectado como modelo para un gran monumento nacional, que extendiese esta devoción, hoy casi olvidada. Cuando, diez años después, estalló la persecución religiosa, las imágenes del Cerro fueron profanadas por los republicanos, y la del Ángel Custodio -que porta en su mano una corona, un escudo con blasones de los reinos de Castilla, León, Navarra y Aragón, y que luce más de cien borbónicas flores de lis en su capa; o sea, todo un desafío para los fieles de la República- se salvó de las llamas porque los milicianos respetaron la iglesia al estar dedicada a san José, «que era un obrero». Pero la devoción al Ángel de España no nació el siglo pasado, sino que hunde sus raíces en las del nacimiento de la nación. Ya hay mención de ella durante la invasión de las tropas francas de Carlomagno, en el siglo VIII, y también 5 GRAN CRUZ DEL MÉRITO HUMANITARIO PARA DON ALFREDO GARCÍA TIL E l pasado 4 de junio se celebró en Barcelona la ceremonia para la imposición de la Gran Cruz del Mérito Humanitario a diversas personalidades, tanto españolas como extranjeras. Presidida por el Excmo. don Marino Perez Méler, Comendador de la Religión de Cruz Verde y por la Vicepresidenta y Dama Comendadora de nuestra Orden, recientemente nombrada Comendadora de Cataluña, Excma. Doña Montserrat Roig, se impuso la placa de Gran Cruz y la banda correspondiente al Excmo. Don Alfredo García Til, Gran Cruz de Justicia y Protector de las Encomiendas del Gran Priorato de España y al Excmo. Don Bernardo Rodríguez Cánovas, Caballero de Gracia de nuestro Hospital. Como se sabe, la Institución del Mérito Humanitario fue creada en Barcelona en 1999, como una asociación apolítica y sin áni- mo de lucro, que galardona anualmente a todas aquellas personalidades destacadas por sus valores humanos y sus actividades humanitarias. En su Elenco figuran hombres y mujeres de gran talla que han demostrado su entrega a los demás. Nuestro hermano Alfredo García Til recibe su diploma de manos del lazarista Marino Pérez Méler. SAR DON SIXTO DE BORBÓN PARMA E n el número anterior de nuestra revista, el Juez de Armas del Gran Priorato de España publicó un artículo sobre las imitaciones de la Orden en la actualidad, en el que se recogía la pretensión de SAR don Sixto de Borbón Parma, de encabezar un sedicente Hospital de los pobres leprosos bajo el subterfugio de una nueva observancia, llamada Obediencia de Jerusalén, falsa desde su nacimiento. Montells denunciaba la naturaleza espuria de la dicha escisión que, según él, satisface las ambiciones del Conde Piccapietra, expulsado de la Orden por el duque de Brissac, poco antes de los acontecimientos de Toronto, que dieron como resultado la reunificación, bajo el Gran Maestrazgo del duque de Sevilla. Recientemente, en el mes de abril de 2016, en el curso de los actos auspiciados por Gran Priorato de Francia, presididos por el Gran Maestre y en presencia del Gran Maestre Emérito, el dicho príncipe de El Gran Comendador en una charla informal con don Carlos y don Sixto 6 Parma expresó su deseo de asistir para entrevistarse con el marqués de Almazán, Gran Maestre legítimo. Pese a que no se llegó a ningún acuerdo tangible, la reunión transcurrió en un ambiente de gran cordialidad, lo que presagia nuevos con- tactos para restablecer la unidad. Tal hecho demuestra, una vez más, la predisposición de don Carlos Gereda de Borbón, marqués de Almazán, al entendimiento con quienes de buena fe se han separado del camino recto. Un Gran Maestre que sabe escuchar a los demás y tomar decisiones. NUEVO ARMORIAL DE LA ORDEN P constituirá el Armorial, propiamente dicho. Se da la circunstancia que los escudos se presentan sobre maniquíes ecuestres al modo del libro medieval del Toisón, lo que constituye un valor añadido a una obra que se perfila como un libro imprescindible. El dibujo que acompaña estas líneas es una buena muestra de lo que decimos. or iniciativa de nuestro hermano en el recuerdo a San Lázaro, don Fernando Martínez Larrañaga, excelente heraldista y magnífico diseñador gráfico, se va a proceder a la confección de un nuevo Armorial de los caballeros lazaristas españoles, que contempla la creación de un Registro Armero en la Cancillería. La propia Cancillería expedirá un certificado muy bellamente elaborado, con el Visto Bueno del Juez de Armas del Gran Priorato, don José María de Montells. El origen de este género de obras se remonta a finales del siglo XIII, periodo de apogeo del uso del código heráldico en Europa Occidental, apareciendo en forma de códices o libros manuscritos con repertorios completos o parciales de blasones junto con ilustraciones, frecuentemente iluminadas, que reproducen las figuras o conjuntos heráldicos, con los colores que les pertenecen. Los armoriales, en particular los considerados medievales, publicados hasta el siglo XVI, son empleados por los especialistas como fuente para el estudio historiográfico de los usos heráldicos. En la actualidad se va recuperando esta antigua costumbre y son ya numerosos los repertorios heráldicos que se publican. La Orden retomó estos usos con la publicación del Libro de Armería y ahora se pretende publicar una nueva obra sobre el tema. Así, los certificados con las armas de cada caballero se reunirán en un libro que Armas ecuestres de don Pablo Franco Cejas 7 CENA BENÉFICA EN MARBELLA E l pasado 9 de julio, la Encomienda de Andalucía encabezada por su Comendador el Excmo. Don Iván de Arteaga, marqués de Armunia, se celebró la VI Cena de Gala que la Orden celebra en Marbella, en el club de Mar del Hotel Villapadierna. La asistencia de Damas y Caballeros excedió con mucho las más optimistas previsiones pues se sobrepasaron los 270 asistentes. La magnífica noche con una muy agradable temperatura y presencia de lo más granado de la sociedad marbellí contribuyo al éxito de la gala. Helena Olayua entrevista al Gran Maestre para la TV local acompañado de una bella dama, el matrimonio Fortuny y un largo etcétera. Una vez más queremos agradecer a nuestros patrocinadores todo el esfuerzo realizado para el buen fin de la cena, empezando por Don Ricardo Arranz propietario del Hotel Villapadierna, nuestra Dama Chon Gonzalez Byass, Cava Juve y Camps, Pepsi Cola, Montserrat Roig, con regalos a todos los asistentes, M. Zambrano y Francisco Gómez, con sendos magníficos jamones especiales de Jabugo y Guijuelo, el espumoso de naranja 00 Burnaj, y un innumerable grupo de empresas El marqués de Armunia en animada charla con el marqués de Almazán Durante la misma y después de la bendición por parte de nuestro Capellán padre Don José López Solórzano y de los brindis realizados por nuestro Gran Prior el Excmo. Don Juan Pedro Soto, Marqués de la Lapilla y el Gran Maestre de la Orden, Excmo. Don Carlos Gereda de Borbón, Marqués de Almazán, se proyectó un video exponiendo los distintos programas humanitarios que la Orden realiza en Hispanoamérica. Es de destacar la asistencia del Duque de Sevilla, Gran Maestre Emérito, junto a su esposa, del Coadjutor don Francisco de Borbón y von Hardenberg Los señores de Arriaga 8 que aportaron más de 150 regalos de un muy alto valor, alguno superando los 2500 euros. Durante el cóctel hubo una actuación de bailarines de Tango y en la Cena y actuó una cantante por gentileza del hotel y se contrató un afamado disjockey que obligó a bailar hasta altas horas de la noche. El beneficio de esta Gala como es habitual se repartirá entre Cáritas de Marbella, las Hermanitas de los Pobres de Ronda y la Fundación Fontilles. Damos las gracias a la labor sin la cual no hubiera sido posible la realización de esta Gala, a la Dama Comendadora Nieves Schmaeing, al Caballero Manuel de las Heras aportando entre los dos, 135 invitados e innumerables regalos, al Caballero David A. Cienfuegos y al Caballero Giuseppe Sinisi y al coordinador Caballero Alfredo García Til. La venta de boletos del sorteo lo realizaron cinco Damas asistidas por cinco bellas señoritas, nietas de miembros de la Orden y futuras Damas. En suma, todo un éxito tanto desde el punto de vista caritativo como organizativo. Los duques de Sevilla posan con Alfredo García Til Nieves Schmaeing, junto a Helena Olaya El Gran Maestre se dirige a los asistentes La marquesa de Armunia junto a don Antonio de Fortuny 9 OBITUARIO MONSEÑOR DON MIGUEL CASTILLEJO GORRAIZ, PROTECTOR ESPIRITUAL DE LA ENCOMIENDA DE ANDALUCÍA Por Luis Valero Aranda E l pasado día 13 de abril de 2016 fallecía en Córdoba a la edad de 86 años el Excelentísimo Monseñor Don Miguel Castillejo Gorráiz, Prelado de Honor de Su Santidad, Canónigo Emérito del Cabildo de la Catedral de Córdoba y Honorario del de la Metropolitana de Sevilla, Gran Cruz Eclesiástica de la Orden Militar y Hospitalaria de San Lázaro de Jerusalén, Medalla de Honor de Oro del Gran Priorato de España y Protector Espiritual de la Encomienda de Andalucía. Fue Don Miguel, ya en las postrimerías del siglo XX, un auténtico hombre del renacimiento, quizá el último, pues compaginaba perfectamente todas las actividades que caracterizaban a aquellos espíritus singulares, y así, lo mismo dirigía un Consejo de Administración de la Entidad Financiera CajaSur que presidió durante muchísimos años, o de cualquiera de las muchas empresas que gestionó, que escribía los mejores tratados que sobre Averroes, el aquinatense islámico como él lo llamaba, se han escrito por estudioso alguno, o sus varias decenas de libros publicados; que cantaba la Romanza del Canto a Murcia de la zarzuela La Parranda, con la gran voz de tenor que le adornaba, acompañándose él mismo con los acordes al piano, o conversaba con un sacerdote alemán entendiéndose ambos fluidamente en latín, que se multiplicaba como mecenas artístico desde el apoyo a una infinidad de artistas individuales, músicos, pintores, o pequeños coros y grupos musicales, hasta la promoción de grandes masas corales operísticas y del género chico zarzuelístico, orquestas, sociedades filarmónicas, o macro conciertos de las mejores instituciones y artistas mundiales, de modo gratuito, para poner la gran música al alcance del gran público y las clases populares, y la tutela de todo cuanto significase la tradición popular, Cofradías, folclore y festividades tradicionales. Don Miguel estaba omnipresente haciendo auténticos esfuerzos sobrehumanos de casi ubicuidad con una especialísima particularidad, estuviese en la más pequeña aldea o en los paraninfos de las mejores universidades, se esforzaba exactamente lo mismo para que su intervención fuese lo más acertada y lucida posible, daba igual el lugar o el auditorio, los respetaba lo mismo a todos y así se respetaba a sí mismo y a lo que representaba. Efectivamente, como se ha dicho hasta la saciedad y era cierto, su influencia en la vida económica, social, cultural de Córdoba y Andalucía, trascendiendo a muchas partes de España y fuera de ella, era muy grande, tremenda, pero también es cierto que se la ganó a pulso en su afán por estar y transmitir en dichas actividades los valores que cuando fue ordenado sacerdote le fueron encomendados como ministro de la Iglesia, porque, ante todo y sobre todo, en todas sus actividades, obras y trabajos, don Miguel era sacerdote, y así lo atestiguó y corroboró, con especial énfasis y como sello esencial de lo que fue su vida, su gran amigo y profundo conocedor de su persona y obra, el Eminentísimo Sr. Cardenal Fray Carlos Amigo, Arzobispo Emérito de Sevilla, en el funeral que por su eterno descanso presidió 10 Monseñor Castillejo el día 27 de Abril, catorce días después del fallecimiento de Monseñor Castillejo, en su querida última iglesia cordobesa de La Merced. Nacido en Fuente Obejuna en 1930, ingresó en el Seminario de San Pelagio, ordenándose sacerdote en 1953. Su actividad pastoral comenzó en Hornachuelos, destino que simultaneaba con el encargo parroquial de San Calixto. Recibió pronto el arciprestazgo de Fuente Obejuna y el de Peñarroya-Pueblonuevo, produciéndose su traslado a la capital cordobesa en 1965 tras tomar posesión del cargo de ecónomo de la Parroquia del Sagrario de la Santa Iglesia Catedral de Córdoba. Desempeñó desde siempre numerosos cargos: consiliario diocesano del sector de Córdoba de los equipos matrimoniales, delegado episcopal para el Apostolado Seglar, prior de la Comunidad de Curas Párrocos de Córdoba o Secretario General de la Asamblea Conjunta de Obispos Sacerdotes. Posteriormente fue investido, tras dura oposición, Canónigo Penitenciario del Cabildo Catedralicio de la Iglesia Catedral de Córdoba desarrollando su labor como miembro de la Comisión de Hacienda y Obras Pías, así como Presidente de la Comisión de Canto Litúrgico. Dicha investidura llevó inherente la cualidad de Miembro Nato del Patronato de Fundación del Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Córdoba. A partir de ese momento simultanearía su carrera eclesiástica con sus funciones en CajaSur, entidad de la que fue, como se ha dicho, largos años Presidente. Asimismo, fue Presidente de la Comisión Diocesana Pro-Edificación de Nuevos Templos Parroquiales y miembro del Colegio de Consultores. En abril de 1994 fue nombrado Prelado de Honor de Su Santidad y miembro de la Fundación Juventud, Iglesia y Esperanza del Consejo de Laicos del Vaticano; además de ser nombrado Canónigo de Honor del Cabildo de la Santa Metropolitana y Patriarcal Iglesia Catedral de Sevilla en 1998. En el momento de su fallecimiento era, en cumplimiento de las normas canónicas, Canónigo Penitenciario Emérito del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba y continuaba desarrollando una intensísima labor social y cultural al frente, como Presidente y alma mater, de su Fundación Miguel Castillejo, ejemplo de gestión socio-cultural en la ciudad de Córdoba, desde su sede en el Palacio de Las Doblas. Doctor en Ciencias Sociales por la Universidad Pontificia de Salamanca. Licenciado en Ciencias Políticas y Económicas, por la Universidad Complutense de Madrid y Doctor en Filosofía y Letras, por la misma Universidad. Doctor “Honoris Causa” por la Universidad de Córdoba. Doctor “Honoris Causa” por la Universidad Nacional Federico Villarreal de Lima (Perú) y Miembro Honorario del Claustro de la Universidad del Pacífico de Lima (Perú). 11 Miembro Numerario de la Academia de Ciencias Sociales y del Medio Ambiente de Andalucía. Ostentaba asimismo la Medalla al Mérito, otorgada por el Ministro de Educación del Perú, por su relevante trayectoria académica y profesional a favor de la educación, la ciencia y la cultura. Entre otros muchos innumerables nombramientos y distinciones, destacan los siguientes: - Medalla de Oro al Mérito del Trabajo, otorgada por acuerdo del Consejo de Ministros de 30 de abril de 1999. - Gran Oficial de la Orden del Sol Perú. - Medalla al Mérito del Ahorro. - Medalla de Oro de la Cruz Roja Española. - Medalla de Oro de la Universidad de Córdoba. - Medalla de Oro CL Aniversario Facultad de Veterinaria y XXV Aniversario de la Universidad de Córdoba. - Numerario de la Real Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba. - Académico de Honor de la Real Academia Sevillana de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría. - Capellán Mayor de la Fundación Mar Océano. - Patrono de la Biblioteca Colombina. - Consejero del Instituto de Estudios Giennenses. - Miembro del Consejo Andaluz del Patrimonio Histórico. - Numerario de la Academia de Historia de la Iglesia (adscrita a la Facultad de Teología de Valencia). - Hijo Predilecto de Fuente Obejuna. - Vocal del Consejo Andaluz de Patrimonio Histórico. - Socio de Honor del Ateneo de Sevilla. - Premio Extraordinario Averroes de Oro - Ciudad de Córdoba 2005, a las Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes. - Socio de Mérito de la Real Sociedad Económica Sevillana de Amigos del País. - Miembro de Honor de la Fundación Casa Museo de Andrés Segovia. - Miembro de Honor de la Orden de San Clemente, Sevilla. - Caballero Gran Cruz de la Orden del Gran Almirante. Capellán Prelado Lazarista durante veinticinco años, ingresó como Gran Cruz Eclesiástica en el año 1991 en una solemne ceremonia de cruzamiento celebrada en la Basílica de Santa María la Mayor, de Morella presidida por el Cardenal Suquía, Presidente de la Conferencia Episcopal Española, en presencia del Cardenal Don Marcelo González Martín, Primado de España y Gran Prior Eclesiástico de la Orden, y en la que también fue investido con la misma Gran Cruz Eclesiástica de San Lázaro Su Eminencia Reverendísima el Cardenal Don Vicente Enrique y Tarancón, de tan grata memoria para los lazaristas de éste nuestro Gran Priorato de España, del que fue Protector Espiritual. Desde entonces, don Miguel llevó a gala su condición de Lazarista y cuando la Orden tuvo a bien nombrarle Protector Espiritual de la Encomienda de Andalucía, se volcó de nuevo de un modo activo y encomiable con la religión lazarista ayudándola en todo cuanto fue menester, como siempre, con gran generosidad y amor a lo que nuestra muy antigua y noble Institución ha significado y representa. Su orgullo lazarista le llevó a dejar dicho que a su muerte, revestido de Canónigo sólo figurase sobre su cuerpo presente su Gran Cruz de San Lázaro que llevó consigo hasta el último momento antes de recibir cristiana sepultura. Descanse en paz nuestro querido Caballero, Hermano, Capelán Prelado y Protector Espiritual de la Caballería Lazarista Andaluza; su gran familia lazarista no le olvidará nunca. El afecto que profesaba a la Orden, era similar al que la Orden le profesaba a él, y como muestra queden aquí transcritas para la posteridad a continuación las condolencias que nuestro Gran Maestre, S.E. el Serenísimo Señor Don Carlos Gereda de Borbón, y nuestro Gran Prior Eclesiástio S.E. Monseñor Michele Pennisi, Arzobispo de Monreale, Sicilia, dirigieron a toda la milicia lazarista en tan triste momento. Chorus angelorum te suscipiat, et cum Lazaro quondam paupere æternam habeas réquiem. Hasta siempre Monseñor. 12 Madrid, April 14th 2016 Dear Confréres and Consoeurs, dear members in the Grand Magistral Council, dear members of the Grand Priory of Spain (especially those in the Commandery of Andalucía): It is with great grief and sadness that I have learned Monsignor Miguel Castillejo Gorráiz passed away yesterday afternoon in Córdoba. He was the Spiritual Protector of the Commandery of Andalucía of the Grand Priory of Spain. Don Miguel Castillejo dedicated a great part of his life tending his Foundation in the city of Córdoba (Andalucía). He was always helping those in need of support and today we remember him as a true example of service and hospitaller spirit, which is the primary aim of our Order. Let us not forget that we are a Christian and ecumenical Order, but also let us not forget that we must always remember the oath we made when we became a part of The Most Ancient and Noble Military and Hospitaller Order of Saint Lazarus of Jerusalem: “Serviam” (I shall serve). Monsignor Castillejo was a true example of service. He greeted us with open arms at his Foundation when we conducted the 2014 Grand Magistral Council meeting in Córdoba. He always had a smile on his face and was willing to give everything he had to, what he called, “My grand Lazarus family”. Let him be an example to all of us. He has been, and always will be, one of the biggest benefactors of our Order. May God and Saint Lazarus guide him forever and ever. Atavis et Armis, PS: I hereby attach a message written by our Ecclesiastical Grand Prior, Msgr. Michele Pennisi, dedicated to Monsignor Castillejo. They met during the meetings in Córdoba. Orden Militar y Hospitalaria de San Lázaro de Jerusalén Monasterio de Santo Domingo el Real. c/ Claudio Coello, 112 bajo Izq. 28006 Madrid. 13 TOGETHER IN THE FAITH OF JESUS CHRIST RESURRECTED WE UNITE OUR CONDOLENCES IN THE MILITARY AND HOSPITALLER ORDER OF SAINT LAZARUS OF JERUSALEM FOR THE PASSING AWAY FROM THIS EARTHLY EXILE TOWARDS THE HEAVINLY HOMELAND OF MONSIGNOR DON MIGUEL CAST CASTILLEJO GORRÁIZ, PRELATE OF HONOR OF HIS HOLINESS AND ECCLESIASTICAL GRAND CROSS OF THE ORDER. I APPEAL OUR FATHER FULL OF MERCY TO AWARD HIS LOYAL SERVANT, TO WHOM HE GAVE DURING HIS ETERNAL LIFE HIS WORD AND SACRAMENTS, AN ETERNAL JOY IN THE LITURGY OF HEAVEN. MONREALE APRIL 13TH 2016 + MONS. MICHELE PENNISI ARCHBISHOP OF MONREALE ECCLESIASTICAL GRAND D PRIOR OF THE MILITARY AND HOSPITALLER ORDER OF SAINT LAZARUS OF JERUSALEM Orden Militar y Hospitalaria de San Lázaro de Jerusalén Monasterio de Santo Domingo el Real. c/ Claudio Coello, 112 bajo Izq. 28006 Madrid. 14 ILMO. SR. CORONEL DON JOSE LUIS ALEMÁN ARTILES S entimos comunicar que el día 17 de abril, falleció en Madrid, víctima de una cruel enfermedad, el coronel de Infantería don José Luis Alemán Artiles, caballero del Hospital de la Cruz Verde. Nacido en Agüimes, el 25 de marzo de 1943, perteneciente a una familia de militares (sus hermanos también lo son), era hijo del General de Infantería, don Antonio Alemán Ramírez, Laureado de San Fernando y Medalla Militar Individual, por su heroica acción en combate, siendo cabo, en la que a pesar de haber sido herido en el cuerpo y haber quedado ciego, siguió disparando con su ametralladora, hasta que esta quedó inservible para luego enfrentarse a 5 carros de combate rusos con toda su dotación. Nuestro hermano de manto, después de varios destinos, finalizó su brillante carrera militar como Profesor del Instituto de Historia y Cultura Militar, organizando los cursos relacionados con la Genealogía, la Heráldica y la Vexilología, además de la Historia Militar Española. Estaba en posesión de la Encomienda y Cruz de San Hermenegildo, de la Cruz del Mérito Militar, Cruz del Mérito Policial, de la Medalla de la Orden de Cisneros, de la Orden de O´Higgins (Chile) de la cruz de caballero de la Orden Imperial del Yugo y las Flechas, Medalla de Paz de África, entre otras muchas distinciones. Comendador de la Orden de Carlos V, Gran Cruz de la Orden del Águila de Georgia, fue también Canciller de la Maestranza de San Fernando. De su primer matrimonio con El Coronel don Jose Luis Alemán Doña Isabel Fernández de Córdoba, deja dos hijos, don José Luis y doña Isabel. A sus familiares y amigos, vaya el testimonio de nuestro cariño y cercanía. Descanse en paz et cum Lazaro, quondam paupere, aeternam habeat requiem. 15 EXCMO. SR. DON ALFONSO GEREDA DE BORBÓN E s con hondo pesar como recibimos la noticia del fallecimiento en Buenos Aires el pasado día 6 de mayo, don Alfonso Gereda de Borbón, caballero de nuestra Orden y un auténtico ejemplo de caballero español. Su óbito como consecuencia de un accidente cerebrovascular ha sido intensamente sentido en el seno de la gran familia lazarista. Nacido en Montevideo (Uruguay) el 6 de agosto de 1943, era licenciado en Derecho y Dirección de Empresas por el ICADE. Alférez de Caballería, había recibido el sable de honor como primero de su promoción. Vivía en Argentina, donde dirigía una empresa de insumos para la industria petrolífera, aunque venía frecuentemente a Madrid, ciudad a la que se sentía muy vinculado. Casado con doña Paloma Álvarez de Estrada hija de los marqueses de Camarines, de la que posteriormente se separó. Sin descendencia. Maestrante de Castilla y caballero del Real Cuerpo de la Nobleza de Madrid, fue un lazarista comprometido, muy querido por quienes le conocieron en justa correspondencia a su generosidad y simpatía. Extremadamente cordial, poseía el raro don de la cortesía. A su hermano don Carlos, nuestro Gran Maestre, a su hermano don Nicolás, a su madre doña María Luisa de Borbón y Pintó, a sus familiares y amigos, el testimonio de nuestra profunda tristeza et cum Lazaro, quondam paupere, aeternam habeat réquiem. Don Alfonso Gereda de Borbón ILMO. SR. JOSÉ ANTONIO LÓPEZ DE VILARIÑO Y TORRE DE CASTRO N acido en Santiago de Compostela el 13 de noviembre de 1932, falleció en Madrid el 28 de abril pasado. Economista, estudioso de sus raíces familiares, era correspondiente del Instituto Balear de la Historia, de la Sociedad Heráldica Española y de la Asociación Iberoamericana de Heráldica y Genealogía, de la cual ostentaba su Orbe Hispánico de Honor. Fue Prior de nuestra Orden durante el mandato del Duque de Santo- ña, dignidad a la que renunció en carta al Gran Maestre. Era Señor Divisero Hijodalgo de Tejada, Hermano Honorario Noble de la Hermandad Mozárabe de Toledo, Caballero Cubiculario Noble de la Hermandad de San Ildefonso y San Atilano de Zamora y Caballero de la Orden Pontificia del Santo Sepulcro de Jerusalén; A su viuda, doña María de la Paloma Ramos-Bocanegra, a sus hijos y nietos, nuestras más sentidas condolencias et cum Lazaro, 16 Don José Antonio López de Vilariño quondam paupere, aeternam habeat requiem. ILMO. SR. DON JUAN RODRÍGUEZ RUBIO H ijo de don Juan Luis Rodríguez-Rubio y Rodríguez-Rubio y doña Adelaida de los Santos y Gordillo. Nace en la villa de Rota (Cádiz) el 23 de octubre del año 1932. Cursa sus estudios de bachillerato en la Academia Poullet de el Puerto de Santa María y en el Colegio de los Marianistas de Jerez de la Frontera, habiendo fallecido el pasado 12 de junio de 2016 a los 83 años de edad. Licenciado en Farmacia en la Universidad de Granada. Colegial del Real Colegio Mayor Universitario de San Bartolomé y Santiago de Granada. Fue también presidente del Círculo Monárquico Universitario, recibiendo al príncipe don Juan Carlos de Borbón en el palacio del marqués de Cartagena. Funda con otros colegiales la Asociación Cultural y Social (ACYS), promoviendo labores sociales y la creación de colegios y colegios mayores, entre los que se encuentran el Colegio Mayor Gárnata y el Colegio Luz Mundi en Granada, y el Colegio Mayor Montseny de Barcelona. En 1962 abre su oficina de farmacia en la villa de Rota donde instala el primer laboratorio de análisis clínicos de la localidad. En 1963 contrae matrimonio en Bilbao con la farmacéutica Doña María del Carmen Santos Martín. Padre de cinco hijos y 16 nietos. Primer presidente de Cáritas en Rota, participa en la creación de Cáritas Inter parroquial, habiendo recibido numerosos premios profesionales. Colegiado de Honor del Colegio Mayor Gárnata de Granada junto al Reverendísimo Señor Arzobispo don Antonio Cañizares. Hermano de la Hermandad de la Vera-Cruz, de la Hermandad del Santo Entierro, y de la Hermandad de Nuestra Señora del Rosario de la villa de Rota. Caballero de Justicia de la Orden Militar y Hospitalaria de San Lázaro de Jerusalén. Entre sus familiares antepasados figura el doctor Ignacio Rodríguez-Rubio y Alegre, abogado y Agregado Honorario de la legación de Cuba en Francia, Gran Cruz de la Orden de San Lázaro y Comendador de la Orden del Santo Sepulcro. Padre y tío de los Caballeros de Justicia de la Orden de San Lázaro, don Carlos Rodríguez-Rubio y Santos y don Juan Jesús Rodríguez-Rubio y Rodríguez-Rubio, respectivamente. A ellos, a toda su familia y amigos, les enviamos nuestro más sentido pésame, al tiempo que rogamos una oración por su alma et cum Lazaro, quondam paupere, aeternam habeat requiem. Don Juan Rodríguez Rubio 17 COLABORACIONES EL POBRE LÁZARO Y EL RICO EPULÓN: UNA PARÁBOLA PARA LA REFLEXIÓN LAZARISTA Por Daniel García Riol L a riqueza y el valor doctrinal de los textos evangélicos son extraordinarios. Todos los días, y con especial énfasis los domingos y en las solemnidades marcadas por la Iglesia, tenemos la oportunidad de acercarnos a esos cuatro manantiales purísimos que se unen para dejar testimonio escrito de la Palabra de Dios: Lucas, Mateo, Marcos y Juan. De este modo, las enseñanzas de Cristo, recogidas por el compenetrado tetramorfos, son luz para el mundo e inspiración para los fieles. San Lucas recoge, en su inspirado evangelio, una aleccionadora parábola que recordamos muy bien desde niños: la de “El rico Epulón y el pobre Lázaro”. Se encuentra en el capítulo 16, versículos 19 al 31, y es el único evangelista de los cuatro que la recoge, poniéndola, además, en los propios labios de Cristo. La parábola relata la historia de dos hombres y el destino de cada uno de ellos: el pobre Lázaro, lleno de llagas, lamido por los perros y sin socorro alguno, es llevado tras su muerte al Seno de Abraham. El rico, que viste de púrpura y lino fino y banquetea cada día, sufre terribles tormentos en el infierno, tras ser sepultado. El Evangelio de San Lucas presenta en varias ocasiones el tema de los pobres y los ricos; y las exigencias morales y de caridad que deben ser La parábola del pobre Lázaro y el rico Epulón tenidas en cuenta por quienes aspiren a seguir al único Maestro. El rico de la parábola ha pasado a nuestra tradición cristiana con el nombre de Epulón, aunque en el texto de Lucas sólo se habla de “un hombre rico”. Parece ser que tal nombre fue añadido por el arzobispo de Rávena, San Pedro Crisólogo, allá por el siglo V de nuestra era. Recordemos también que “épulos” eran los convites sagrados a cuyo cargo estaban los epulones, uno de los rangos dentro de los colegios sacerdotales romanos de época pagana. Hoy, nuestra Real Academia define epulón como adjetivo con el que calificar al: “hombre que come y se regala mucho.” Pero el nombre de Lázaro sí aparece, siendo la única de las parábolas en que esto sucede, pues en las restantes, nunca se citan los nombres propios de los protagonistas. 18 Esta bella historia, puesta en labios del propio Cristo, contiene preciosas enseñanzas que no debemos olvidar y han de constituirse en objeto de meditación para mejorar nuestra calidad de acción cristiana. En primer lugar, la referencia al seno de Abraham como el estado en que se encontraban las almas de los santos antes de la resurrección de Cristo. Allí, sin sentir dolor, sostenidos con la esperanza de la redención, disfrutaban de una condición beatífica. A estas almas, que estaban en el seno de Abraham, liberó Cristo Nuestro Señor al bajar a los infiernos y resucitar de entre los muertos como recitamos en el Credo (Símbolo de los Apóstoles). El rico, sin embargo, va a parar a los infiernos (“seol” o lugar de castigo). El diálogo que mantiene con Abraham es una escenificación didáctica para grabar en los oyentes las enseñanzas de la parábola, ya que, en sentido El pobre Lázaro de Fedor Bronnikov estricto, después de la muerte y resurrección no habrá lugar a penitencia alguna. Ni los impíos se arrepentirán y entrarán en el Reino, ni los justos pecarán y bajarán al infierno. Un “abismo infranqueable” y cierto entre las dos realidades previstas en los Novísimos. El alma sobrevive tras la muerte y, por tanto, el Juicio y la retribución ultraterrena son reales. En segundo lugar, la parábola muestra, de forma meridiana, la doctrina cristiana sobre las riquezas. No se afirma que Epulón hiciera nada malo, sino que vestía muy bien y que celebraba diariamente espléndidos banquetes; pero a consecuencia de esa vida regalada no puede ver al prójimo en Lázaro y es incapaz de oír la voz de Dios. El mal uso de los bienes materiales es, en este caso que nos ocupa, el criterio de juicio para entrar, o no, en el cielo. Un duro golpe, sin duda para todos aquellos que interpretaban la prosperidad material en esta vida como premio a la rectitud moral, y la adversidad, en cambio, como castigo. Error muy extendido en la mentalidad judía de tiempos de Cristo y posteriormente, por ejemplo, como justificación moral de los reformados, desde el siglo XVI. La parábola es así una invitación a la sobriedad de vida y a la caridad, como bien claro lo dejó el Concilio Vaticano II en el nº 27 de su Constitución Gaudium et Spes: “Cada uno, sin ninguna excepción, debe considerar al prójimo como otro yo, cuidando, en primer lugar, de su vida y de los medios necesarios para vivirla dignamente, para que no imiten a aquel rico que se despreocupó totalmente del pobre Lázaro”. La conversión, por tanto, no ha de venir a raíz de milagros, ni de muertos que vuelven a la tierra, como le pide Epulón a Abraham en la parábola; sino en el deseo de cumplir la voluntad de Dios que todo judío conocía por la Ley y las Escrituras y que todo hombre tiene inscrita en su corazón como ley natural. 19 Aunque en el texto evangélico no lo explicita, desde fechas tempranas se asoció al «pobre Lázaro» con un enfermo de lepra, a causa de la presencia de llagas en su cuerpo. Así, por derivación de la parábola del Evangelio de Lucas, Lázaro es considerado patrón de los mendigos, de los leprosos, y de todos aquellos que padecen úlceras o enfermedades de la piel. Iconográficamente se lo representa acompañado por perros que le lamen las llagas, confundiéndose en ocasiones con otro famosísimo santo, San Roque, patrón de los afectados por la peste, aunque no existe relación entre ambos. Lázaro en San Clemente de Thaull El pobre Lázaro comparte nombre y cierta convergencia de temas teológicos (en su parábola se plantea el tema de la resurrección y la vida ultraterrena) con Lázaro de Betania, hermano de Marta y María, amigo entrañable de Jesús a quien éste resucita, bien lo sabemos los lazaristas. Debido a que el personaje de la parábola lleva el mismo nombre que Lázaro de Betania, se confundió a ambos, lo que tornó a Lázaro de Betania en protector de hospitales, leprosos, enfermeros y sepultureros. Y, por supuesto, de nuestra querida Orden. La iconografía cristiana ha mostrado a San Lázaro a lo largo de los siglos casi siempre en el momento de su resurrección: capiteles de San Juan de la Peña (Huesca), iconos bizantinos, frescos de Giotto, tablas de Juan de Flandes, lienzos de Caravaggio, de Van Gogh, y un largísimo etcétera. En paralelo, las representaciones del mendigo Lázaro de la parábola son también numerosas; centrándose éstas en la recreación del cuerpo llagado y purulento lamido por los perros, como podemos admirar, por ejemplo, en las miniaturas del alemán “Codex Aureus”. Es muy posible que la homonimia de ambos Lázaros y el cruce de influencias orientales y occidentales en el mundo alto medieval europeo, comenzaran a tejer lentamente, la nueva visión de ese San Lázaro martirizado en época romana, lacerado, asaeteado: “cada llaga, era una boca que publicaba la gloria y el poder de Dios”; nos recuerdan las Actas de su martirio, como una representación actualizada y cercana de los sufrimientos del pobre leproso de la parábola del Evangelio de Lucas. De este modo comenzó a denominarse la lepra como “mal de San Lázaro” o “enfermedad de San Lázaro”, insistiéndose en la fusión de la dolencia del mendigo de la parábola con el personaje histórico, amigo de Jesús y resucitado por Éste. Valgan todas estas reflexiones para llegar a la raíz de la cuestión: ¿cuál es nuestro papel como damas y caballeros lazaristas del siglo XXI?. ¿Seremos Epulón, incapaces de ver el dolor ajeno, estando como estamos tantas veces “en nuestras cosas”? o ¿seremos instrumentos de caridad y amor en nuestros días para socorrer a tiempo a tanto Lázaro sufriente? Elegimos ser lazaristas, y debemos, por tanto, demostrarlo todos los días desde la oración y la caridad. Seguimos una gloriosa enseña, blanca como ha de ser la pureza de nuestra fe en Cristo y verde como la esperanza que debemos saber llevar a tantos hermanos sufrientes a causa de la enfermedad, la pobreza o la marginación. La tarea es ardua, pero contamos con la celestial protección de San Lázaro y el infinito amor del Señor de los señores, ante quien, hincados de hinojos, pedimos nos dé fuerzas para caminar por la senda por Él trazada y que conduce al Reino. 20 EL DUCADO DE ANJOU Y DON FRANCISCO DE BORBÓN Y CASTELLVÍ Por Rafael Portell Pasamonte Vicedirector de la Academia Alfonso XIII A la muerte del conde de Chambord (Enrique V) el 24 de Agosto de 1883, la Casa francesa de Borbón se dividió en dos ramas pretendientes al trono de Francia: 1ª Los partidarios de Juan de Borbón y Braganza, conde de Montizón y 2º Los partidarios de Luis Felipe de Orleáns, conde de París, conocido como Felipe VII por sus partidarios. Pero ya antes el 3 de Octubre de 1868, Juan de Borbón y Braganza había abdicado todos sus posibles derechos dinásticos en su hijo Carlos, que sería reconocido como Carlos VII, por sus partidarios españoles. En el mes de Diciembre de 1887, estando Carlos, que había tomado el título de duque de Madrid, viviendo en el palacio Loredán, en Venecia, ya que había sido desterrado de España, recibió a una delegación francesa, presidida por el príncipe Henry François de Valori, que le ofreció su reconocimiento como rey de Francia “de iure”, con el nombre Carlos XI. El duque aceptó el mantener San Luis, sus derechos al trono de basándose en ser descendiente agnado de la Casa de Francia, pero haciéndoles saber, de forma clara, que el anhelo de su vida, que había heredado de su padre y de su abuelo, era el ser reconocido Rey de España y que, dado el caso, primaría en él esta Corona a la de Francia. como Enrique V, Conde de Chambord El 16 de Febrero de 1892, el papa León XIII ingiriéndose, sin ningún derecho, en la política interior francesa y sin ninguna justificación que lo avalara, publicó la encíclica “Inter innumeras sollicitudines” por la cual, el soberano pontífice recomendaba a los católicos franceses, fuese cual fuese su causa monárquica: legitimistas, bonapartistas y orleanistas, que se agruparan en torno al reciente régimen republicano aceptándolo como la nueva fórmula de gobierno. El duque de Madrid aceptó de buen grado la voluntad papal, lo cual le permitió encontrar una excelente excusa para desinteresarse de los asuntos franceses por los que nunca había estado verdaderamente interesado. 21 El Cisma Sevillano Esta expresión fue acuñada por el escritor legitimista Stéphane Rials. El príncipe de Valori rechazó tajantemente la iniciativa papal, al tiempo que tuvo palabras muy duras, tanto contra León XIII como contra Carlos de Borbón; este enfadado por la actitud de Valori, decidió alejarse y no tener más tratos con él. Henri de Valori en vista de la actitud tomada por Carlos, duque de Madrid, y sintiéndose despechado decidió buscar otro candidato posible. Entonces pensó en Francisco de Paula de Borbón y Castellví, de la línea de los duques de Sevilla, (de aquí parte el nombre del cisma) como nuevo pretendiente legitimista, que había combatido valerosamente en el seno del ejército carlista antes de incorporarse al ejército regular español en Cuba, pues no quería empuñar las armas contra sus primos Carlos o Alfonso XII. Tenía, además, a su favor el haber nacido en Francia, cuando sus padres se encontraban exiliados. Francisco de Paula no podía ser reconocido como posible sucesor al trono de España como consecuencia del matrimonio de sus padres y tampoco podía heredar el ducado de Sevilla, que lo había hecho su hermano y que, por si fuera poco, este tenía descendencia. En vista de todo esto, y sin tener nada que perder, decidió aceptar la oferta que le había hecho el príncipe de Valori, por lo que con fecha de 30 de Junio de 1894 publicó un manifiesto en el que se declaraba pretendiente al trono de Francia, toda vez que el duque de Madrid era pretendiente al trono de España y el hijo de Alfonso XII, que había nacido el 17 de Mayo de 1886, ya era rey de España. Los legitimistas que le habían apoyado le proclamaron con el nombre de Francisco III y con el título de duque de Anjou. Pronto surgieron declaraciones y manifestaciones públicas en su contra, como esta publicada Carlos VII por Bonnant en periódico “La Época” el 19 de Septiembre de 1894, firmado por “Un monárquico francés” y que por su extensión solo destaco algunos párrafos: “El Señor Puig (Clemente Puig y Leonor) no acaba de distinguir entre título de la Casa de Borbón, que es lo que NO es el ducado de Anjou, y título de la Casa de Francia, que es lo que indiscutiblemente es, El ducado de Anjou es título de la Casa de Francia, sea está representada por Borbones, como por Orleáns, como por Valois, como por cualquiera de los descendientes directos del trono capesino, que perteneciendo a la misma raza, han tomado de sus diferentes Estados, apellidos diferentes. Y como es título de la Casa de Francia, y nada más que de la Casa de Francia, ningún Príncipe de la Casa de España, ni de la Casa de Nápoles, ni de la Casa de Parma, todos descendientes de Felipe V, puede aspirar a llevarlo… 22 Viviendo todavía Felipe V, de tal manera el ducado de Anjou volvió a la Corona francesa, que Luis XIV dispuso de él tranquilamente; sin preocuparle poco ni mucho la existencia de su augusto nieto, lo dio a otro Príncipe de su Casa; como que era de nadie más que suyo… No he de terminar sin referirme a otro punto interesante de los que toca el Señor Puig en su carta, con tanta desgracia como los anteriores, me refiero a su empeño de que hayan de ser Príncipes los hijos de las Infantas, aunque hayan nacido de matrimonios desiguales, y a los que hoy las mujeres de los Príncipes disfruten de la calidad y rango de sus egregios maridos… El general Borbón, a quien, si no tengo el honor de conocer personalmente, aprecio a fuer de buen monárquico, en Francia y en todas partes, como a un dignísimo general español, pariente de sus reyes, tan estrechamente aliados a los míos y tan merecedores del universal respeto, debo concluir diciendo, que le felicito por su actitud sensata y prudente en que veo por esos periódicos que ha sabido colocarse rectificando las indiscreciones cometidas con su nombre por el Príncipe de Valori…” Francisco de Paula no tardó en reaccionar y al día siguiente se publicó en los diarios “El Bien Público” e “El Imparcial” entre otros, su carta de contestación, y por el mismo motivo que antes, entresaco solamente algunos párrafos: “Conste también, por última vez, que yo no he ido a buscar a nadie, y que los legitimistas franceses, dueños de sus personas y de sus opiniones, han venido a reconocerme como al jefe del partido, como heredero legítimo de mi tío el conde de Chambord, apoyados en la renuncia pública de D. Carlos y en el tratado de Utrecht, que separa las coronas de Francia y España, pero cuyo tratado no priva a los descendientes de Felipe V de su herencia legítima en Francia, toda vez que el Parlamento de Paris, nunca lo quiso reconocer y siempre se negó a registrarlo… Los legitimistas franceses han recogido la bandera de Henri IV, que ningún Príncipe de la Casa de Borbón levantó, antes me la han entregado, y yo, lejos de desplegarla en actitud hostil contra la re- pública francesa, la doblo, al contrario, con honor y no mezclándome en nada, respeto las leyes españolas y francesas, saludando a Francia, que hoy está tranquila y es feliz con su republica… En cuanto al título de duque de Anjou, solamente he pedido el “regium exaquatur” al gobierno, que bien sabe no puede conceder títulos que no son de su competencia; pero sin usarlo oficialmente… Seguiré cumpliendo con mi deber, aumentándolo, si es posible, mi inquebrantable deseo de servir al Rey Alfonso XIII, y si en el porvenir, en Francia, mi honor y mi dignidad me obligasen a obrar de otra manera, antes presentaría noblemente la renuncia de mi jerarquía militar, pero siempre sentiría con toda mi alma, el separarme de un ejército al que mi corazón tiene levantado un altar y con el cual he defendido en Cuba la integridad santa de la Patria…” En las elecciones celebradas el 15 de Abril de 1896 fue elegido Diputado a la Cortes españolas por Barcelona y poco después, el 7 de Junio de 1896, puso una demanda judicial a la familia Borbón-Orleáns por apropiarse indebidamente de las armas de Francia. El tribunal, en sentencia de 28 de Junio de 1897, declaró la nulidad de la demanda interpuesta, dictaminando que la familia Orleáns era quien podía llevar el escudo de armas de los reyes de Francia. La muerte repentina del príncipe de Valori el 17 de Febrero del año siguiente, sorprendió a unos y otros. Casualmente, en esos momentos, Francisco de Paula, se encontraba encarcelado en el penal de Santoña por orden de la Reina Regente María Cristina de Habsburgo y Lorena por los constantes quebraderos de cabeza que sus reivindicaciones le causaban. La muerte de Valori, puso fin, de hecho, a las pretensiones al trono francés de Francisco de Paula, que poco a poco se fue desentendiendo de sus aspiraciones francesas al comprobar la dificultad de 23 la empresa emprendida. El “Sevillismo”, debido a su desinterés, solo sobrevivió pocos años más. El Ducado de Anjou Anjou es una región de Francia, entre Bretaña, Maine Turena y Poitou. Su capital es Angers. Está regada por el rio Loira. Durante el Imperio Romano formó parte de diversas provincias de la Galia. En tiempos de Julio César el territorio era llamado Andecavi o Andicavi. Más tarde ya a la caída del Imperio romano conservó su carácter de distrito administrativo. Se puede decir que este territorio fue gobernado a partir de la Baja Edad media por tres familias: La primera casa de Anjou, surgió de los Vizcondes de Angers instalados en la zona Roberto, hermano del rey Eudes. Ya en el año 929, Foulques se hace llamar Conde de Anjou. El más célebre de los condes fue Foulques III Nerra, que tuvo en jaque a todos los señores Francia. FoulV, rey de Jerusalén, dio origen a dos ramas; en la una se encuentran los últimos reyes efectivos de Jerusalén y en la otra, por el matrimonio de Godofredo V Plantagenet con la hija del Rey Enrique V de Inglaterra, Matilde, fue el origen de la dinastía Plantagenet. feudales del centro de ques La segunda casa de Anjou tuvo su origen en la reconquista a los ingleses por Felipe Augusto en el año 1205. San Luis, rey de Francia en 1246 le concedió el condado a su hermano Carlos I, quien conquisto Sicilia, pero se encontró como adversario al reino de Aragón, a quien tuvo que cedérsela después de las llamadas Vísperas Sicilianas (30 de Marzo de 1282). La tercera casa de Anjou, surgió por Carlos de Valois, hermano de Felipe IV “El Hermoso” que al casarse con Margarita de Anjou-Sicilia, recibió esta como dote Anjou y Maine. Carlos V de Anjou legó sus derechos a Luis XI de Francia. La provincia de Anjou pasó a formar parte del territorio real francés en 1481. El titulo reapareció en el siglo XVI siendo el primero en ostentarlo Enrique III. Luis XIV “El Rey Sol” le concedió el ducado de Anjou a su nieto Felipe, futuro rey de España con el nombre de Felipe V. Los Protagonistas ENRIQUE DE ARTOIS Y BORBÓN-DOS SICILIAS – Conde de Chambord Enrique de Borbón, príncipe francés, duque de Burdeos, conde de Chambord, fue el último representante de rama primogénita de los Borbones. Nació en el Palacio de las Tullerias de Paris el 29 de Septiembre de 1820; hijo póstumo de Carlos Fernando de Artois, duque de Berry, hijo de Carlos X de Francia y de María Carolina de Borbón Dos Sicilias. Su tío-abuelo Luis XVIII le concedió al nacer el título de duque de Burdeos, que apenas usó, prefiriendo usar el título de conde de Chambord. A causa de los movimientos revolucionarios que se produjeron en Francia en 1830, el 2 de Agosto de este año, Carlos X abdicó la corona de Francia en él, marchando al exilio, al mismo tiempo que su tío, Luis Antonio, duque de Angulema, renunciaba a sus derechos al trono. Las Cámaras legislativas se opusieron a dar la conformidad a la abdicación y el 7 de Agosto nombraron nuevo rey a Luis Felipe I, que era Lugarteniente General del Reino y se dotó a Francia de una nueva Constitución en 1830, en la cual, el rey ya no era tal por la gracia de Dios, sino por la voluntad de los franceses. Enrique de Borbón fue considerado el jefe del partido legitimista, aunque una parte de estos monárquicos seguían considerando como rey a Carlos X. A la muerte de este, en el año 1836, se hicieron más acentuadas las diferencias entre ambos bandos. Por un lado, los partidarios del 24 Carga de la caballería carlista por Ferrer Dalmau duque de Angulema, designado como Luis XIX y por el otro los partidarios del conde de Chamberí, designado como Enrique V. En 1844 falleció el duque de Angulema por lo que, el conde de Chambord se convirtió en el último miembro de la rama principal borbónica y el único pretendiente legitimista a la corona de Francia. Tras la batalla de Sedán y la caída del Imperio de Napoleón III, el 24 de Mayo de 1873, fue elegida una nueva Asamblea General que contaba con una mayoría monárquica, pero este mismo año, Felipe de Orleáns. conde de Paris y nieto de Luis Felipe I, también pretendió el trono francés. Pero como Enrique V no tenía hijos que le sucedieran, el conde Paris renunció a sus derechos a favor de este, y así, de este modo, cuando muriera aquel, reuniría el conde de Paris, las dos herencias monárquicas: la legitimista y la orleanista. El nuevo gobierno francés estaba presidido por Patricio Mac Mahón, duque de Magenta, conde de Mac Mahón y mariscal de Francia, que no ocultaba sus sentimientos monárquicos y decidido a implantar una restauración. Pero, entre otras imposiciones, la Asamblea Nacional se mostraba intransigente en cambiar la bandera oficial tricolor por la antigua blanca de los Borbones. Por el contrario, Enrique, se mostró también intransigente en aceptar cualquiera de las instituciones cuyo origen fuese la Revolución Francesa, especialmente en lo concerniente a la bandera. “Franceses: Estoy entre vosotros. Me habéis abierto las puertas de Francia, y no he podido renunciar a la dicha de volver a ver mi patria. Pero no quiero dar con una larga estancia nuevos pretextos a la agitación delos espíritus, tan turbados en estos momentos. Dejo, pues, a Chambord, que me regalasteis y cuyo nombre he llevado con orgullo durante 40 años de destierro. Al alejarme deseo deciros que no me separo de vosotros; la Francia sabe que le pertenezco. No puedo olvidar que el derecho monárquico es patrimonio de la nación, ni declinar los deberes que el me impone hacia ella. Estos deberes los llenare, creed mi palabra de hombre honrado y de rey. Dios mediante, fundaremos juntos y cuando lo queráis así, sobre las anchas bases de la descentralización administrativa, un gobierno conforme a las necesidades del país. Daremos por garantías a estas libertades públicas, a las cuales tiene derecho todo pueblo cristiano, el sufragio universal honradamente practicado, y la intervención de las dos Cámaras; y continuaremos, restituyéndole su verdadero carácter, el movimiento nacional de fines del siglo último. Una minoría, sublevada contra los votos del país, hizo de aquel movimiento el punto de partida de un periodo de desmoralización por la mentira, y de desorganización por la violencia. Sus criminales atentados han impuesto la revolución a la nación que solo pedía reformas, y la han empujado hacia el abismo, donde habría perecido ayer, sin el heroico esfuerzo de nuestro ejército. Soy y quiero ser de mi tiempo: rindo sincero homenaje a todas las grandezas; y sea cual fuere el color de la bandera bajo la cual marchaban nuestros soldados, he admirado su heroísmo y dado gracias a Dios de todo; por su bravura ha enriquecido el tesoro de las glorias francesas. No, no dejare, porque la ignorancia o la credulidad hayan hablado de privilegios, de absolutismo o de intolerancia, y que se yo que más de diezmos, derechos feudales, fantasmas, que la más audaz 25 mala fe ensaya resucitar a nuestros ojos, no dejare digo, arrancar de mis manos el estandarte de Enrique IV, de Francisco I y Juana de Arco. Con el se ha hecho la unidad nacional, a su sombra han conquistado nuestros padres, conducidos por los míos, esa Alsacia y esa Lorena, cuya fidelidad es el mundo de nuestros reveses. Con él fue vencida la barbarie en la tierra de África, testigo de los primeros hechos de armas de los príncipes de mi familia: él es quien vencerá la nueva barbarie que amenaza al mundo. Lo confían sin temor al valor de nuestro ejército; él sabe que nunca siguió otro camino sino el del honor. Lo recibí como un deposito sagrado del anciano rey, mi abuelo, que murió en el destierro; siempre fue para mí inseparable del recuerdo de la patria ausente; floto sobre mi cuna y quiero que de sombra a mi sepultura. En los pliegues gloriosos de este estandarte sin mancha os traeré el orden y la libertad Franceses! Enrique V no puede abandonar la bandera blanca de Enrique IV. ENRIQUE Chambord, 5 de Julio de 1871 (Publicado en La Ilustración Española y Americana, número 20 - Madrid, 15 de julio de 1871 La mayoría de la opinión publica estaba orgullosa de su bandera tricolor, que representaba las libertades conseguidas y rehusaban sustituirla por la del absolutista régimen anterior. En 1875, la Asamblea Nacional instauró de iure la Tercera República, con lo que las aspiraciones monárquicas de una restauración se deshicieron completamente. Enrique, conde de Chambord, falleció en su castillo de Frohsdorf (Austria), el 24 de Agosto de 1883, a causa de una enfermedad de aparato digestivo. En su testamento hizo donación al duque de Madrid, de diversos archivos particulares, varios objetos de plata con las armas de Francia y distintos collares y condecoraciones de ordenes, tanto suyas como de sus antepasados. Al fallecer, sin hijos, como se ha comentado anteriormente, la línea carlista de los Borbones españoles heredó los derechos de la corona francesa, basándose en que la renuncia, en 1712, de Felipe V de España a la corona francesa para sí y para sus sucesores era nula y por consiguiente su sucesor fue su primo Juan de Borbón y Braganza, descendiente de Luis XIV, y llamado por los carlistas Juan III. JUAN DE BORBÓN DE BORBÓN Y BRAGANZA (Juan III) Infante de España por Real Decreto del 8 de Diciembre de 1817 Conde de Montizón. Caballero de la Orden del Toisón de Oro. Gran Cruz de la Orden de Carlos III Pretendiente carlista al trono español Jefe de la Casa de Borbón y pretendiente legitimista al trono de Francia Nació en Aranjuez el 15 de Mayo de 1822. Hijo segundo de Carlos María Isidro de Borbón y de María Francisca de Asís de Braganza El 15 de Mayo de 1822 se celebró su bautizo y con esta ocasión fue elegido caballero de la Orden del Toisón de Oro A los once años tuvo que seguir sus padres al destierro, primero a Portugal y luego a Inglaterra y Francia. En 1834 fue separado de la Orden del Toisón de Oro Cuando se dio por concluida su educación ingresó en el ejército del Piamonte. del que llegó a ser general En 1847 contrajo matrimonio con la archiduquesa María Beatriz de Austria-Este En 1849 acompañó a su hermano en su frustrado intento de penetrar en España. En el año 1850 se produjo la ruptura con su esposa y con su propia familia, que no aceptaban 26 Vivió el resto de sus días en Brighton (Gran Bretaña), retirado de la política y oculto bajo el apellido Montagno, ya que el título de conde Montizón lo utilizaba únicamente en la Europa Continental. Murió de un ataque al corazón en su residencia británica el 21 de Noviembre de 1887 Fue enterrado en la iglesia católica del Sagrado Corazón. Años más tarde, su hijo Carlos, hizo trasladar sus restos al panteón carlista de la catedral de San Juan de Trieste En su losa sepulcral puede leerse: “Ioannes III Hispan rex” CARLOS DE BORBÓN Y AUSTRIA – Carlos VII Don Juan III el moderado liberalismo de Juan y no le permitieron educar a sus hijos, que quedaron bajo la tutoría de su esposa y de la princesa de Beira. Cuando su hermano, el conde de Montemolin, firmó la renuncia a la Corona en Tortosa el 23 de Abril de 1860, Juan, que se había instalado en Londres, se dirigió a las cortes españolas y a Isabel II, intimándole a que abandonara el trono Al morir su hermano, el 31 de Enero de 1861 sin sucesión, pasó a liderar el carlismo, autoproclamándose Rey un año después. En 1864 la princesa de Beira proclamó rey al hijo mayor de Juan, Carlos, entonces de dieciséis años de edad. El 3 de Octubre de 1868, en Paris, abdicó en su hijo Carlos sus posibles derechos dinásticos. “No ambicionando más que la felicidad de los españoles, es decir, la felicidad interior y prestigio exterior de mi querida Patria, creo conveniente abdicar, y por la presente abdico mis derechos a la Corona de España, a favor de mi hijo don Carlos de Borbón y Austria-Este.” Duque de Madrid Conde de la Alcarria Pretendiente carlista al trono de España Pretendiente legitimista al trono de Francia Nació el 30 de Marzo de 1848 a las seis y media de la mañana, en una fonda de Leibach, antiguo gobierno del reino de Iliria (Hoy Ljubljana). Era hijo de Juan Carlos de Borbón y Braganza y de la archiduquesa Maria Beatriz de Austria-Este. Fue educado, por su madre en un ambiente de sólidos principios morales, quien trataba de evitar en él la influencia liberal de su padre. Su tío el duque Francisco de Módena le permitió ingresar en el ejército, siendo nombrado teniente de artillería el 19 de Marzo de 1859. En 1867 contrajo matrimonio con Margarita de Borbón, hija del duque de Parma. Su padre abdicó en él sus derechos dinásticos en el año 1868 y este mismo año presidió en Londres un Consejo, ya titulándose Carlos VII, donde se trazó un plan político y administrativo, fijándose la línea de conducta a seguir. También se acordó que usaría el título de duque de Madrid. Tras una intentona fracasada en 1869, dio a Cabrera la dirección del partido; pero el enten27 dimiento entre el joven pretendiente y Cabrera duró poco, presentando este último su dimisión y asumiendo entonces don Carlos personalmente la dirección del partido en la junta celebrada en Vevey el 18 de Abril de 1870, y en la que además se recaudaron sumas considerables de dinero. Después de largos preparativos estalló la insurrección el 14 de Abril de 1872, que era el comienzo de la tercera guerra carlista. El 2 de Mayo de 1872, don Carlos, seguido de unos pocos fieles, entre los que se encontraban el marqués de Vallcerrato, su secretario Arjona y Carlos Calderón, y a pie, entró en España por la frontera de San Juan de Luz y Vera del Bidasoa. La proclamación de Alfonso XII y el rápido reconocimiento del nuevo gobierno por el Vaticano dieron un golpe mortal a la causa carlista; la lucha languideció, para concluir a comienzos de 1876. Al terminar la guerra carlista marchó a Francia y desde el puesto fronterizo, antes de abandonar tierra española, lanzó la famosa exclamación “¡Volveré para salvar a España! “. Nunca más volvió a pisar tierra española. Al quedarse viudo, en el año 1894 contrajo un segundo matrimonio con la princesa Berta de Rohán, lo que acabó de apartarle definitivamente de la actividad política. Murió en Varese (Italia) el 18 de Julio de 1909, de un ataque de hemiplejia. Su cadáver fue amortajado con el uniforme de capitán general que había vestido durante la guerra civil, adornado con el collar del Toisón de Oro, la Placa de San Fernando, y las medallas de Montejurra y Somorrostro, siendo inhumado en la cripta de altar mayor de la catedral de Trieste. FRANCISCO DE PAULA DE BORBÓN Y CASTELLVI Carlos VII por Carlos Vázquez Teniente General del Ejército, Consejero del Tribunal Supremo de Guerra y Marina, Caballero de la Orden del Toisón de Oro, Gran Collar de la Orden de San Lázaro, Gran Cruz de la Orden del Mérito Militar, Gran Cruz de San Hermenegildo, Gran Cruz del Mérito Militar, Cruz de San Benito de Avis. Nació en Tolouse (Francia) el 29 de Marzo de 1853 Fue bautizado el 21 de Abril de 1853, imponiéndosele los nombres de: Francisco de Paula María Trinidad Enrique Gabriel Rafael Edmundo Buenaventura. Con la caída de Isabel II en 1868 ofreció sus servicios al Duque de Madrid, Don Carlos, que le dio el mando de un regimiento. En las guerras carlistas combatiendo en Cataluña, Valencia y Aragón, donde se le concedieron dos Cruces Laureadas de San Fernando. Al llegar la Restauración de Alfonso XII, no quiso pelear contra él, pero tampoco contra el pretendiente carlista, por lo que embarcó con destino a la isla de Cuba, lo que le valió el reconocimiento 28 Estampa francesa con la efigie de don Francisco de Borbón del grado militar que había obtenido en las guerras carlistas y que era de Brigadier. El 15 de Octubre de 1875 embarcó a bordo del vapor “Comillas”, rumbo a La Habana donde llegó el 5 de Noviembre, donde se incorporó al Cuartel General del general en Jefe, Conde de Valmaseda. El 14 de Febrero de 1876 fue propuesto para el mando de la 2ª Brigada de la división. Por Real Decreto de 5 de Agosto de 1878 se le concedió el empleo de Brigadier del Ejército. El 27 de Marzo de 1879 se le nombró Jefe de la 1ª Brigada de la 2ª División del Ejército de Castilla la Nueva. El 29 de Mayo de 1882 fue relevado del mando de la citada Brigada, por lo que se trasladó a vivir a Madrid. El 13 de Julio de 1882 se le autorizó a usar el apellido Borbón. El 4 de Marzo de 1892 fue ascendido al grado de General de División. y este mismo año fue pretendiente al trono de Francia. En las elecciones celebradas en el mes de Abril de 1896 fue elegido Diputado por Barcelona. El 8 de Febrero de 1899 se le nombró Comandante General de la 1ª División del 5º Cuerpo de Ejército, siendo cesado del mismo el 21 de Junio del mismo año, nombrándosele Comandante General de la 10ª División. El 25 de Agosto de 1910 fue promovido al empleo de Teniente General. Con fecha 5 de Marzo de 1914 fue nombrado Capitán General de Baleares. El 25 de Julio de 1916 fue nombrado Consejero del Consejo Supremo de Guerra y Marina. El 24 de Enero de 1927 fue nombrado Caballero del Toisón de Oro, siendo investido por Alfonso XIII en el Palacio Real de Madrid el 19 de Marzo de 1928, con el collar que antes había pertenecido a don Antonio Maura. Cuando se proclamó la II República española en 1931, se le permitía permanecer en España. Al estallar la guerra civil se refugió en la Embajada de Chile con su familia para escapar de una muerte cierta Falleció en Madrid el 28 de Marzo de 1942 Está enterrado en el cementerio Sacramental de San Isidro (Patio 6 – Manzana R – Fila 3 – sepultura 26 29 LOS BORBONES DE ESPAÑA Y EL HOSPITAL DE LOS POBRES LEPROSOS Por José María de Montells C on demasiada frecuencia los adversarios de la orden, obstinados e incultos, han ignorado la vinculación del Hospital con la Casa Real de Borbón, singularmente con la Casa de Borbón-Sevilla, segunda rama de los Borbones de España. No solo se afirma rotundamente la desaparición del verdadero hospital de San Lázaro en 1831, sino que se llega a discutir la condición dinástica de los Borbón-Sevilla, inferida torticeramente de su aparente posición en España. Tales juicios denotan un desconocimiento supino de los usos y costumbres de la Augusta Casa de Borbón que se debe clarificar de una vez por todas. La Casa de Borbón-Sevilla tiene su origen en el Infante don Francisco de Paula, décimo cuarto hijo de S.M. el rey don Carlos IV de España y descendiente legítimo, de los reyes de Francia, Hugo Capeto, Roberto I, Luis el Gordo, Luis VII, Luis VIII, San Luis, Enrique IV, Luis XIII o Luis XIV. Nacido en Aranjuez, el 10 de mayo de 1794 y fallecido en Madrid, el 15 de agosto de 1865, el Infante fue tan popular ya desde niño, que su traslado a Francia por orden de Napoleón, motivó el alzamiento madrileño del 2 de mayo de 1808 contra el invasor. El historiador galo, Christian Papet-Vauban (1) describe así la situación: Después de la entrevista de Bayona, Carlos IV, su esposa y sus hijos mayores, el príncipe de Asturias, futuro Fernando VII, y el infante Carlos, futuro Carlos V de los carlistas, son prisioneros de Napoleón. El infante Francisco de Paula y su hermana se han quedado en el palacio real de Madrid. El mariscal Joaquín Murat que manda el ejército francés organiza su partida para Bayona. En su hermoso libro, La Reina de Etruria, aparecido en 1928, el príncipe Sixto de Borbón Parma (1896-1934) escribe: “En ese pequeño príncipe los españoles veían al último superviviente de sus infantes, el que encarnaba sus últimas esperanzas. No había que dejarle a ningún precio irse de España”. Desde que la masa enloquecida en las afueras de palacio viera salir al joven príncipe y a su hermana que lloran, empezará el motín. La represión contra los patriotas españoles será terrible, y es solamente el 3 de mayo que el infante y la Reina de Etruria partirán hacia Bayona en carrozas fuertemente custodiadas por las tropas francesas. Gracias a los acuerdos suscritos en Bayona por Napoleón y la Familia Real española, don Francisco que contaba apenas catorce años de edad, pasó a residir a Compiègne, en compañía de sus padres y de Godoy. Luego fue trasladado a Roma y a la restauración de Fernando VII, su hermano, volvió a España, con veinte años. La educación en Francia e Italia en años tan trascendentes para forjar el carácter, hicieron de él, el príncipe más atractivo de los que componían la Familia Real, acrecentando su natural bondadoso y liberal. Tras su regreso, le fueron concedidas algunas encomiendas de las ordenes militares, que le reportaron excelentes y saneadas rentas. Al mismo tiempo se le concedió el priorato de la orden de San Juan de Jerusalén en Aragón y la castellanía de Amposta. Fue también creado señor de la Albufera. Desde muy temprano pasó a formar parte de la masonería, ya que su afición por el ocul30 tismo y lo esotérico, motivó una fatal atracción hacia las logias carbonarias, llegando a desempeñar altas dignidades del Gran Oriente de España y siendo excomulgado por el Papa Pío IX, a raíz de la publicación de la encíclica Qui Pluribus. No debe ocultarse que también sus intereses políticos (sus confesadas inclinaciones liberales nada despreciables) le hicieron aproximarse a la masonería. En 1816, ingresó como individuo de honor en la Academia de Bellas Artes de San Fernando y fue agraciado, además con la orden del Santo Espíritu, la primera entre las ordenes reales de Francia, para señalar así su pertenencia a la Casa de Borbón, que había sido puesta en entredicho por las Cortes de Cádiz, en 1812, al excluirle, junto a su hermana, de la sucesión al trono, ya que se temía que el uno o la otra fueran proclamados rey o reina por en detrimento del deseado Napoleón, Asturias, don Fernando, aunque también se especuló con el indecente parecido de los infantes con El infante Francisco de Paula de Borbón (Museo del Romanticismo de Madrid) Príncipe de Godoy. Especulación maledicente a todas luces falsa, ya que el parecido del Infante con el Rey, su padre, era realmente notorio. Para despejar toda duda, un nuevo decreto de fecha 17 de julio de 1820, les restablecerá en sus derechos y prerrogativas, explicando las razones políticas de su exclusión temporal. Como Capitán General, se le galardonó así mismo en 1818 con la Real y Militar Orden de San Fernando. Según sus biógrafos más solventes (2) el Infante don Francisco de Paula tuvo un brusco cambio de carácter, al contraer matrimonio, en 1818, con su sobrina, la impulsiva princesa Luisa Carlota de las Dos Sicilias, ya que se convirtió en un títere, más o menos consentido, de los deseos de su ambiciosa mujer. La Infanta Luisa Carlota tuvo enseguida una gran influencia en su marido Era ésta, hija del duque de Calabria y de la Infanta doña María Isabel, hija a su vez, la más pequeña, de Carlos IV y María Luisa de Parma. De temperamento fuerte, vehemente y de ideas liberales. La revolución de 1820, vino a poner al matrimonio en la primera línea de las simpatías populares, pero una vez restaurado el absolutismo, la situación de la pareja se hizo tan difícil que el Infante pidió permiso al Gobierno para poder pasar una temporada en París. A todo esto, don Francisco había sido elegido Soberano Gran Comendador del Gran Oriente, lo que equivalía a encabezar la masonería española. Pese a ello, su hermano don Fernando no le incluyó en la represión de masones y liberales, que le dictaba su corazón de rey absoluto. En 1829, fallecía la Reina y doña Luisa Carlota vio el cielo abierto para mejorar su propia posición en Palacio, convenciendo al viudo Fernando 31 VII, para que contrajese un cuarto matrimonio, con su hermana, la princesa María Cristina de las Dos Sicilias, que le daría dos hijas, la futura reina Isabel II y la Infanta doña Luisa Fernanda, circunstancia esta que aprovechó Luisa Carlota para intervenir cerca de su cuñado para que anulase la Ley Sálica de Felipe V que impedía las hembras sentarse en el trono. Declarada Princesa de Asturias, doña Isabel (merced a la tenacidad y sangre fría de Luisa Carlota que llegó a arrancar la firma de Fernando VII en su lecho de muerte) su tío el Infante don Carlos, heredero legítimo del trono y jefe del tradicionalismo, protestó vivamente y se retiró a Portugal, de donde no regresaría hasta el fallecimiento del Rey y el estallido de la Guerra Civil de 1833 (3). El matrimonio volcado en la conspiración para instalar un régimen liberal, mediante la Reina viuda y Regente y la Reina niña, había descuidado un tanto la educación de sus hijos. En 1822 había nacido don Francisco de Asís, más tarde Rey consorte de España; en 1823, don Enrique, duque de Sevilla, creador de la casa de Borbón-Sevilla, luego nacerían Luisa Teresa, Eduardo, Josefa, Fernando, María Cristina y Amalia, todos creados Infantes por el anciano Rey don Fernando, su tío. Es don Enrique, el fundador de la rama, el que, de todos ellos, nos interesa más. Siguiendo los pasos de sus progenitores (de su madre, principalmente, de quién heredó su carácter) fue también un hombre muy consciente de su nacimiento en el seno de la Casa Real de Borbón, contradictorio y liberal, romántico hasta el extremo, aventurero y ambicioso. No falta entre los historiadores, quien atribuya esa permanente insatisfacción que es la vida del Infante, al disgusto de verse relegado por su prima la Reina, a la hora de elegir esposo. Como es sabido, Isabel II prefirió a su hermano don Francisco de Asís y según esta interpretación simplista, don Enrique no habría podido contener su decepción, que le llevaría a cometer los más diversos excesos como protesta ante lo que su sensibilidad herida percibía como una injusticia. Según una tradición oral de la familia Borbón-Sevilla, que desvela Ricardo Mateos (4) don Enrique, habría sido el verdadero progenitor de Alfonso XII (y no Puig Moltó, como se ha repetido hasta la saciedad) fruto de una apasionada jornada de amor entre ambos primos, ya que la Reina, de acuerdo con algunos testimonios, siempre se sintió atraída por su pariente y cuñado, lo que desmiente en parte, esa actitud rencorosa que se atribuye al Infante por no haber sido el elegido para compartir el trono. Tampoco la caballerosidad y bonhomía del primer Duque de Sevilla concuerda mucho con esa opinión que le presenta como un contumaz resentido. No, no parece que sea ese el motivo de su íntima rebeldía. El Infante don Enrique había acompañado al exilio a sus padres, cuando las relaciones entre las hermanas, María Cristina y Luisa Carlota, empeoraron como consecuencia de la boda secreta de la viuda de Fernando VII, con Agustín Muñoz. En París, don Enrique, junto con su hermano don Francisco de Asís, ingresaría en el Liceo Henri IV, donde conocería, como compañero de clase, a quien sería su asesino, el Duque de Montpensier, hijo menor del rey de los franceses, Luis Felipe. Si Montpensier era brillante y culto, más dado a la reflexión que a la aventura, el Duque de Sevilla era todo lo contrario: Un joven inquieto e impulsivo al que repugnaba la hipocresía y las buenas maneras del francés. Ya desde aquella, se hizo evidente que eran dos temperamentos opuestos. Siguiendo los dictados de un carácter fuertemente independiente (recibido sin duda de su madre), don Enrique abandonó París, junto a sus hermanos mayores, y buscó refugio en la corte de Bruselas hasta que la expulsión de la Reina Regente por Espartero hizo posible la vuelta del 32 Infante don Francisco de Paula y su familia a Madrid. En 1842, don Enrique pidió su ingreso en la Armada, renunciando al empleo de Capitán General que como Infante le correspondía. En 1845, recibió el nombramiento de capitán de fragata. Mientras tanto, en 1844, había muerto su madre, la ambiciosa Luisa Carlota, que no llegaría a ver el fruto de las maquinaciones que presidieron sus últimos años: el matrimonio de su hijo Francisco de Asís, duque de Cádiz, con la reina Isabel II en 1846. Boda esta que alejó definitivamente a don Enrique del entorno real, ya que en su fuero interno el Infante no solo se veía rechazado como pretendiente de la reina, sino que, para más inri, a su adversario Montpensier, se le había facilitado, de la manera más vergonzosa, a su entender, la mano de la Infanta Luisa Fernanda, hermana menor de Isabel II. Don Enrique de Borbón, duque de Sevilla, litografía de J.J. Martínez El Duque de Sevilla no lograba comprender como se había preferido al hijo de un usurpador para esposo de España, ni como su remilgado hermano (al que en familia se le llamaba Paquita) había llegado a rey consorte. Tampoco entendía que una infanta de el desenfrenado comportamiento de su padre (que nada más enviudar, se había abandonado a toda suerte de fantasías sexuales con señoritas de dudosa moralidad) le hubiera perjudicado seriamente. Pese a ello, intentó cooperar lealmente, pero su ambigua posición en un intento revolucionario en Galicia en 1845, aconsejó al Gobierno expulsarlo de España, en marzo de 1846, motivo por el cual no asistió a la boda de su hermano con la reina. (5) Exilado en Bayona, al poco viajó a París, Bruselas y Londres, donde, luego de entrevistarse con Lord Palmerston, escribiría una protesta formal contra la boda de Montpensier y la infanta, hecho, como hemos visto, que le había dolido profundamente. Por aquel entonces, hubo serias conversaciones entre algunos ministros del Gobierno y ciertos conspiradores mejicanos, para proclamarle emperador de México, quizá con la secreta intención de alejarle de España, pero don Enrique hizo oídos sordos al ofrecimiento. Narváez también barajó su nombre como posible rey de Ecuador, pero luego la hipotética corona le fue ofrecida al marido de la Regente, el Duque de Riánsares, que declinó la oferta, quedando todo en agua de borrajas. Vuelto a Madrid, conoce a una joven de la aristocracia valenciana, doña Elena de Castellví y Shelly hija de los condes de Castellá, dos años mayor que él, de la que se enamorará perdidamente. Don Enrique es, a estas alturas, un apuesto joven, de vivos y penetrantes ojos azules, elegante, con una romántica y atractiva aureola, hecha de fogosidad y pasión, que cautivaría a las primeras de cambio a la bella dama. Convencido su padre, el Infante don Francisco de Paula, de lo excelente de la elección, también Isabel II se mostró 33 Todos los historiadores que han tratado la controvertida figura del primer Duque de Sevilla, intentan explicarse su momentánea adscripción revolucionaria (la de su manifiesto republicano de 1848) como producto del resentimiento causado por la boda de la reina con su hermano Francisco de Asís. Yo creo, más bien, que su imprevisible y visceral naturaleza (enardecida hasta la euforia por el derrocamiento de los Orléans y su indudable y extremoso liberalismo) le jugó una mala pasada, que le supondrá ganarse las antipatías de unos y de otros. El duque de Montpensier, por Josefa Murillo de Vela proclive a conceder su real licencia para que se efectuase el enlace. Sin embargo, el gobierno, queriendo preservar los derechos del Infante a una eventual sucesión, se negó en rotundo a que la reina accediese al matrimonio, a todas luces desigual, ya que, siendo doña Elena de preclaro linaje, no pertenecía al círculo de las familias soberanas, donde se instaba al duque a encontrar esposa. En vano protestó don Enrique la falta de consistencia doctrinal de las críticas, ya que, siguiendo las viejas leyes borbónicas de uso secular en su Casa y familia, la novia, por el hecho de contraer matrimonio legítimo, es automáticamente igualada a su esposo (6). Dado que la reina no quiso o no pudo otorgar su beneplácito, don Enrique finalmente se casó, en contra de los deseos del gobierno y contando con la bendición papal, el seis de marzo de 1847, para luego establecerse en Bayona a la espera del perdón real. Si a todo esto le añadimos una sincera preocupación social, que le acompañará toda su vida, podemos intuir sus motivaciones un tanto exaltadas. Su hijo, don Francisco de Borbón y Castellví evocará al Infante (7) con estas esclarecedoras palabras: ....por estar mi padre, el desgraciado y noble infante de España D. Enrique de Borbón, desterrado voluntariamente a la sazón, por interesarse siempre, mientras tuvo un átomo de vida, por el prestigio y el bienestar del pueblo español.... Don Enrique aparecerá a los ojos de nuestros contemporáneos como el prototipo del hombre romántico: generoso, agitador, esforzado, también confuso, inconveniente, exagerado. Un verdadero quijote, con sus luces y sombras, que lucha sin concederse reposo alguno por lo que cree justo. Así, ese mismo año de 1848, el Duque quedaba destituido de los honores y privilegios de Infante, al mismo tiempo que se le desposeía de los grados, empleos y consideraciones de los que disfrutaba. Solo a la caída de la dictadura de Narváez, en 1851, se le autoriza a regresar a España. Después de un sinnúmero de distintas vicisitudes, viajes a Francia, enfrentamientos con su antagonista Montpensier y reclamaciones al gobierno, la reina se dignaría firmar una real orden, en 1854, por la que se le rehabilitaba, devolviéndole el uso 34 del título de Duque de Sevilla y el tratamiento de Alteza. El 26 de diciembre de 1856, un real decreto le restablecía en su condición de Infante de España, con todos los honores y preeminencias correspondientes. Meses más tarde, en abril, se le reintegraría a la Real Armada como supernumerario. En 1860, la reina concederá al Infante don Enrique el ascenso a Teniente General de la Armada. A finales de 1863, morirá de sobreparto, doña Elena de Castellví, su esposa y fiel compañera, que le había dado cinco hijos, de los que nos ocuparemos más adelante. A todo esto, su padre, el Infante don Francisco de Paula, ya un provecto anciano, había casado con una seductora joven, doña Teresa de Arredondo y Ramírez de Arellano, de acomodada familia murciana, que le había dado un hijo en 1852, de nombre Ricardo María. En 1864, fallecería su segunda esposa, por lo que la reina, condolida, concedería al único vástago del matrimonio, el título de Duque de San Ricardo. Don Francisco de Paula moriría el 13 de agosto de 1864, su hijo, don Ricardo María de Arredondo (ya que nunca se le autorizaría el uso del apellido de su padre) lo haría en París, en el exilio donde había acompañado a sus tíos los reyes, en 1873, a los veintitrés años de Me da a mí que a este don Francisco de Paula de Borbón y Borbón, casi un desconocido, no se le ha hecho toda edad. la justicia que su bondadoso corazón merecía. Eclipsado por su primera espo- sa, tuvo un protagonismo muy especial en la sombra del reinado de su sobrina Isabel, como padre del rey consorte. Su verdadera historia está por hacer. Quedaba, como hemos visto, don Enrique, viudo, con cuatro hijos por criar (su hijo Luis había fallecido en vida de su madre) en medio de la gran conmoción política que caracterizó los últimos D. Alberto de Borbón y Castellvi, al poco de la Guerra Carlista años del reinado de Isabel II, siendo testigo indignado de las intrigas del Duque de Montpensier para destronar a su cuñada y proclamar reina a su propia esposa. Para combatirle, quiso presentarse a las elecciones como senador, por lo que el Gobierno le desterró a Canarias. El fallecimiento de su padre, le permitió volver junto a sus hijos que habían quedado al cuidado de su hermano, el rey consorte. Con el apoyo de la masonería y los progresistas, don Enrique comenzó a verse a sí mismo como posible candidato de una monarquía liberal, de ahí sus contactos con Prim, que ya por aquella época aparecía como el caudillo militar de una vasta conspiración contra una fórmula monárquica que se mostraba desprestigiada por sus errores y agotada políticamente. Nuevamente, el Infante fue desterrado y desprovisto de sus títulos y privilegios. Establecido en París, en penosas circunstancias, escribió a la reina aconsejándola lealmente una alianza con las fuerzas progresistas que revitalizasen la maltrecha monarquía y previniéndola contra las intrigas del Duque de Montpensier. 35 al Príncipe de Asturias a educarse a Inglaterra en los principios liberales y parlamentarios, lejos de las cortes conservadoras europeas. En 1869, publica un folleto violentamente antimontpensierista, donde escribe con gruesos trazos una imagen de su oponente, muy próxima a la realidad (8) En una carta de marzo de 1870, don Enrique insultó abiertamente al que había sido su enemigo desde la mocedad. Montpensier al uso de la época, reaccionó retando al Infante a un duelo a pistola a celebrar el día 12 del mismo mes de marzo en la Dehesa de los Carabancheles. Don Enrique volvió a España dispuesto a enfrentarse con aquel odioso príncipe de Orléans que tanto había contribuido al derrocamiento de la monarquía borbónica y de paso, a saldar viejas cuentas personales que arrastraban desde los lejanos tiempos del liceo. Pese a que la verdad comúnmente aceptada por todos los historiadores recoge la muerte del Infante como Don Enrique de Borbón, II duque de Sevilla Efectivamente, olvidando su estrecho parentesco con Isabel II, los Duques de Montpensier apoyarán con su cuantiosa fortuna el derrocamiento de la reina de los tristes destinos por los elementos ultraliberales del ejército. Triunfante la Revolución de 1868, la reina y don Enrique se encontrarán en el exilio parisino, donde el desposeído Duque de Sevilla intentará que su prima abdique en su hijo Alfonso, como solución de compromiso para preservar el trono a favor de la dinastía. Sin embargo, los revolucionarios ya se habían pronunciado en contra de los Borbones, como causantes de todos los males nacionales y sus proyectos apuntaban a traer una dinastía foránea y ajena a nuestra historia. Su sueño de encabezar una monarquía progresista se había desmoronado. Es este momento de la vida del Infante, el que más elocuentemente apoya la hipótesis de la paternidad secreta de quien sería después Alfonso XII. Nada le preocupa más a don Enrique que la educación del futuro rey y su situación inmediata. Por ello, trata, en vano, de que la reina envíe consecuencia del desafío (al parecer, tras tirotearse dos veces sin consecuencias, Montpensier, con pasmosa serenidad, alcanzó la cabeza del Duque de Sevilla, que cayó fulminado al instante) después de la publicación del libro de Manuel Maribona (9) se ha reabierto la incógnita de si verdaderamente don Enrique fue abatido en el duelo o asesinado por sicarios a Montpensier o por el propio don Antonio de Orléans. sueldo de Según refiere el citado autor, las memorias de la hija del Infante, María Olvido de Borbón, aseguran que salió don Enrique de su domicilio a primeras horas del día, para dirigirse al lugar del duelo, cuando se oyó un disparo y al salir ella, para ver lo que ocurría, se lo encontró ya cadáver. Una autopsia practicada a los restos del Infante, al término de la Guerra Civil, comprobó que la bala había entrado por la nuca y no por la 36 Don Francisco de Borbón con su hija Blanca sien derecha, como se especifica en toda la documentación oficial. Esta versión desmiente la puntería de Montpensier (que era bastante torpe para los trabajos mecánicos y para colmo, algo miope) y coincide con sus conocidos métodos amorales y arteros. En la investigación abierta en 1870 hay, eso sí, numerosas contradicciones al referirse a la herida que le causó la muerte, ya que mientras la autopsia afirma que la bala penetró en su ojo izquierdo, bajo el arco superciliar, rompiendo el cráneo, en las numerosas descripciones de autores contemporáneos, e incluso de los testigos, se insiste en puntualizar que el orificio que dejó la bala fue precisamente en la sien derecha. Sea como fuere, el Duque de Sevilla, con su muerte, cerró el paso a las aspiraciones de proclamarse Rey de España al de Orléans. Antonio Muñiz (10) pondría en boca del Infante esta frase definitiva: Si yo le mato, no es Rey de España. Si el me mata a mí, no es Rey tampoco. Muero contento. Mi vida es poca cosa. Montpensier fue condenado a un mes de destierro y al pago a la familia de don Enrique de 30.000 pesetas, que los hijos del Duque se negaron a aceptar. Se procedió a enterrarle en el cementerio de San Isidro de Madrid, ya que El Escorial, que le hubiera correspondido como Infante de España, le fue vedado, tras un multitudinario funeral masónico. Quedaron sus hijos, en el exilio de París, huérfanos y sin recursos, al cuidado de su tío, el rey consorte. Abandonados por todos, Francisco y Alberto, tuvieron que dormir al raso, en un banco de los Campos Elíseos, mientras Enrique, el mayor y Olvido, la pequeña, partían de Madrid para reunirse con sus hermanos. Yo, un príncipe de la Real Casa de Borbón, un descendiente directo de Enrique IV, de Luis XIV, de Felipe V y de Carlos IV y un nieto de aquel infante don Francisco de Paula que provocó, siendo aún niño, el heroico alzamiento del pueblo de Madrid de 1808 y la gloriosa guerra de la Independencia...., me moría de hambre, no tenía más amparo que el tesón de mi carácter y la pureza de mi alma unida a la infinita clemencia de Dios, escribiría muchos años más tarde, don Francisco de Borbón (11), para describir aquellas penosas circunstancias. Sería un tío lejano de los Borbón-Sevilla, el último duque soberano de Parma, Roberto de Borbón, hermano por tanto de doña Margarita de Borbón-Parma (la reina de los carlistas), quien se apiadase de la lamentable suerte de los hermanos, llevándoles a vivir con él a Niza, según el testimonio del propio don Francisco (23). Fue la benéfica influencia de este príncipe, uno de los sobrinos predilectos del Conde de Chambord, la que consiguiese que don Carlos VII se interesara por ellos y los incorporase a su ejército, como primos suyos y príncipes de la Casa de Borbón. El 16 de julio de 1873, montado sobre un brioso corcel blanco por el camino de las Ventas de Zugarramurdi, entraba en España don Carlos de Borbón. Vestía de capitán general con boina blanca adornada con borla de oro, colgado del cuello llevaba el Toisón. Le seguía una brillante comitiva, entre otros los jóvenes Borbón y Castellví y Fernando Gurowsky y Borbón, nietos de 37 la Infanta Luisa Carlota, como queriendo los tres rectificar con su presencia, la actitud de la abuela (12) De la conducta de los hermanos Borbón y Castellví, hay un testigo excepcional, la Infanta portuguesa doña María Nieves de Braganza, valiente y corajuda esposa de don Alfonso Carlos, que siempre tuvo fama de decir la verdad y no callar nada por mucho que la perjudicase. En marzo de 1873, los hijos del Infante se encuentran luchando en Cataluña. Doña María de las Nieves, los rememorará así: Aquel día, al reunírsenos las tropas del coronel don Gerónimo Galcelán nos encontramos con nuestro primo don Alberto de Borbón que servía en estas filas. Aún no conocíamos más que a su hermano don Francisco de Borbón; los dos eran muy buenos chicos y sumamente valientes. Alberto, sin tener la temeridad rayana en la locura de don Francisco, cumplía con su deber con gran bizarría, distinguiéndose en cada combate. De don Francisco se sabía que no había acción en la que no hubiese tomado parte sin realizar un acto de valor demente. Para él era desconocido el peligro, parecía buscar las balas, pues tan en contacto se ponía con ellas, pero estas huían de él (13). El propio don Alfonso Carlos, en carta a su hermano, diría de ellos:...exponiendo sus vidas para salvar prisioneros y haciéndose amar y respetar por todos...(14) Su esposa para justificar un ascenso de don Alberto, escribiría: Alfonso nombró comandante a don Alberto de Borbón por su comportamiento heroico en la acción de Prats y además jefe de nuestra Escolta de caballería, que se reforzó inmediatamente, haciéndola más numerosa. Su hermano don Francisco ya era comandante desde la toma de Berga, en la que se distinguió inmensamente como en general en todos los combates en los que tomaba parte. Era, más que atrevido, temerario (15) También don Francisco de Borbón se referirá a su participación en la III Guerra Carlista: ¡Siete años consecutivos de campaña activa en Cataluña, en el Maestrazgo, en Valencia, en Aragón y la manigua cubana....siempre a caballo o a pie, siempre en la brecha y siempre en la primera línea de fuego dando ejemplo en el combate y amparando a costa de mi propia vida al vencido, al indefenso prisionero! Yo, inconscientemente aguijoneado por mi amor a España al creerla a punto de ser destruida por la anarquía; aguijoneado por las penalidades del destierro, que enervan el espíritu mas sereno, e impulsado por los deberes que lealmente creía me imponía mi apellido de Borbón..., he tomado parte activa en esa tragedia horrible, fratricida, que se llama la guerra civil, 1872-1875; pero cábeme la honra y réstame el consuelo ante mi patria querida, que obré siempre como cristiano y con la hidalguía de un caballero (16)......jamás las tropas españolas fueron crueles; siempre después de luchar como leones, fueron casi hermanos con los vencidos. Lo cierto es que combatieron en los Cataluña, Valencia y Aragón, figurando don Enrique Pío en el Estado Mayor de don Carlos. Todos los tres frentes de hermanos sirvieron en el ejército carlista (contra el usurpador Amadeo de Saboya y la I República) donde alcanzaron grados y honores. El más arrojado, don Francisco, fue premiado por el soberano con dos laureadas de San Fernando por su valor ante el enemigo, que no le fueron reconocidas nunca por los gobiernos de don Alfonso XII, a quien quisieron servir, luego de su proclamación, una Carlos VII les liberase del juramento de fidelidad a su persona. vez que don En 1875, los hermanos Borbón-Castellví agradecieron profundamente la regia deferencia de no combatir a su primo carnal y por febrero regresaron a Francia (17) A la luz de la supuesta paternidad del Infante don Enrique del hijo de Isabel II, don Alfonso, cabe pensar que no continuaron al servicio de don Carlos, por no levantar armas contra su propio hermano. También ese estrecho parentesco secreto explicaría la amistad de don Enrique Pío de Borbón y Castellví con Alfonso XII. 38 D. Alberto de Borbón, coronel de Husares de la Princesa, Cuba 1879 Si tal circunstancia, tan novelesca, fuese cierta (18), se daría la paradoja de que el nuevo rey se iba a casar con la hija del asesino de su verdadero padre. Una vez llegados a Francia, tanto don Francisco como don Alberto, obtuvieron el reconocimiento de sus grados militares (Brigadier y coronel, respectivamente, en atención a las circunstancias que en ellos concurrían) y se enrolaron para servir a España en la isla de Cuba, confirmando los empleos obtenidos en las acciones de guerra contra los insurrectos independentistas, mientras don Enrique, el segundo Duque de Sevilla, aceptaba la presidencia del Consejo Heráldico de Francia y paseaba su noble figura por distintas cortes europeas, donde fue recibido siempre como el príncipe de Borbón que era. Casado en 1870, con doña Josefina de Paradé y Sibie (que le dio tres hijas) a la muerte de Alfonso XII, padeció una cruel persecución política por la reina Regente, que no le perdonó algunas críticas. Murió en alta mar, cuando volvía de las Filipinas (donde había desempeñado el puesto de Gobernador de Tabayas), en 1894. En 1889, firmó una reserva expresa de sus derechos a la sucesión de las coronas de España y Dos Sicilias, que constituye en sí mismo todo un manifiesto contra la injusticia de su situación dinástica: Yo, Enrique Pío de Borbón, Duque de Sevilla, jefe de la rama fundada por el Infante de España don Enrique María Fernando de Borbón, Duque de Sevilla, mi padre, declaro solemnemente delante de Dios y de los hombres, reservar de la manera más formal y absoluta todos los derechos eventuales a la corona de España y de las Dos Sicilias que yo, mis descendientes, mis hermanos, sus descendientes y mi hermana, poseemos tanto desde el punto de vista de la pragmática de sucesión masculina como desde el de la femenina. Declaro mantenerlos para siempre, plenos y enteros, para lo que pueda suceder, en fe de ello lo firmo: Enrique Pío de Borbón, Duque de Sevilla. Maisons-Laffite, Francia, el 24 de Abril de 1889. Este documento tan significativo muestra, una vez más, que, pese a todos los desencuentros con la Real Familia, los hijos de Infante son muy conscientes de sus derechos y deberes como miembros de la Casa de Borbón. Tan es así que, a la muerte del II Duque, en 1894, su hermano Francisco queda como jefe de su familia y como tal se proclama Duque de Anjou, esto es: Jefe de toda la Casa Capeta. El gesto, tan típico de un hombre impulsivo y generoso, que suscitó severos reproches de muy distintos sectores, no ha sido interpretado todavía en su justa medida y son muchos los historiadores que lo consideran algo pueril o anecdótico. No lo es en modo alguno. Don Francisco, conocedor a la perfección de las leyes de primogenitura que rigen la sucesión de Francia, sabe que su derecho proviene tan solo de la indolente actitud de Carlos VII con respecto a la Jefatura de la Casa. Tampoco ignora que tras una hipotética renuncia de don Carlos a sus derechos franceses, la Jefatura pasaría a la rama alfonsina, pero tal proclamación sería impensable para los partidarios de la monarquía en el país vecino, que no 39 desean la coincidencia de las dos coronas en una sola cabeza. Muchos legitimistas franceses, hartos de que la atención de don Carlos se centre siempre en los asuntos españoles y posponga los de Francia, se dirigen al príncipe don Francisco como única tabla de salvación, ante las espurias pretensiones de los Orléans que se muestran a todos como los verdaderos sucesores del Conde de Chambord. Entre los partidarios de don Francisco, destaca el Príncipe de Valori, que ha sido despedido de Loredán (19) con cajas destempladas y actúa por venganza, pero también hay un puñado de fieles monárquicos sinceramente indignados. El general Borbón y Castellví vacila entre lo que juzga su deber para con su Familia y la caballerosa lealtad a quien fuera su primer jefe militar. Al final, le puede la sangre (el recuerdo de su infortunado padre) y se decide por parar los pies al Conde de París, El Teniente General don Francisco de Borbón y Castelví en su ancianidad luego del vano intento del propio don Carlos (20), demandándole ante los tribunales civiles por el uso indebido de las armas plenas de Francia. Los jueces republicanos estimaron los argumentos del general Borbón como irrelevantes (ya que la monarquía había sido abolida) y le condenaron a pagar las costas (21). En España, como consecuencia de estos hechos, se le impuso dos meses de arresto en el castillo de Santoña y su iniciativa disgustó mucho a don Alfonso XIII, lo que no evitó que el general Borbón, en un característico rasgo de su animoso carácter, volviera a manifestar sus pretensiones en 1904. También la reivindicación del trono galo, le enemistó con el Carlismo militante, movimiento con el que había mantenido muy buenas relaciones desde la mocedad. El asunto coleó hasta tal extremo que, en 1911, el Rey, nada dispuesto a admitir los postulados de su primo, reconoció a don Basilio de Anjou-Durassow-Schiskow, un caballero ruso no titulado, académico de la Rusa de Arqueología, como Jefe de la Casa Real de Anjou de Nápoles y Duque de Durazzo (22), haciendo buena una genealogía que le hacía descender directamente de Roberto de Valois, Príncipe de Morea y de los reyes angevinos de Nápoles. Tiempo después, para sellar la reconciliación con el general Borbón, don Alfonso XIII, le concedió el vellocino en 1927, imponiéndole el collar del Toisón de Oro, que había sido de don Antonio Maura (23). Capitán General de Castilla La Nueva y Baleares, donde realizó un meritorio trabajo de fortificación de las islas, ingresó en la religión de San Lázaro en 1930 como Gran Collar, siendo su hijo Lugarteniente General de la Orden en España. Casado dos veces, tuvo amplia descendencia. Murió, ya de Teniente General, en Madrid en 1942, en medio del cariño y la admiración de quienes le conocieron. Su hermano don Alberto, creado Marqués de Santa Elena con Grandeza de España en 1878, más tarde primer Duque de Santa Elena en 1917, tuvo una brillante carrera militar en el Arma de 40 caballería. Ingresó en el Hospital de la Cruz Verde como Gran Cruz de Justicia, con collar. Su descendencia también pagó el tributo de sangre en la cruenta guerra civil que asoló España de 1936 a 1939. Del duque de Santa Elena desciende el actual Gran Maestre de la Orden, don Carlos Gereda de Borbón, marqués de Almazán. A la muerte del II Duque de Sevilla, heredará el título su primogénita, doña María Luisa de Borbón y Paradé, al parecer hija natural de una relación de don Enrique Pío, anterior a su matrimonio y luego legitimada. Casada en Londres con don Juan de Monclús y Cabanellas, no tuvo descendencia. En 1919, renunciaría al título de Duquesa de Sevilla a favor de su hermana menor doña Enriqueta, con la anuencia de doña Marta, siguiente en el orden sucesorio. Doña Enriqueta de Borbón y Paradé, IV Duquesa de Sevilla, casó con su primo don Francisco de Borbón y de la Torre, hijo del Teniente General don Francisco de Borbón y Castellví, XLIV Gran Maestre de la Orden, aquende y allende los mares. En el hijo de ambos, don Francisco de Borbón y de Borbón, se unirían las líneas primogénita y agnada del primer Duque de Sevilla. Poco pudo contribuir el nuevo Gran Maestre al engrandecimiento del Hospital de la Cruz Verde en los primeros momentos de su elección, ya que, sublevado el Ejército en España contra el estado de cosas propiciado por el Frente Popular, el Duque de Sevilla entendió que su deber estaba con sus compañeros de armas, abandonando el cómodo exilio en París para incorporarse a la lucha contra la Revolución. Don Francisco de Borbón y de la Torre había padecido ya la persecución de las izquierdas. Teniente a los catorce años, capitán a los veintidós. Ascendido por méritos de guerra a comandante en 1914, (durante el conflicto bélico en Marruecos) su vida se halla vinculada muy estrechamente a la profesión militar. Inclinado por convicción íntima y por devoción familiar al sistema monárquico, es el propio Alfonso XIII quién le ordena prestar el juramento de lealtad a la República, al advenimiento de ésta en 1931. Llegado el 10 de Agosto, cuando Sanjurjo intenta un cambio de situación, el Duque de Sevilla, junto con su hermano el Marqués de Squilache y otros oficiales leales al Rey y ajenos a la conspiración, es deportado a Villa Cisneros. Una interpretación sectaria y sesgada de nuestra historia reciente ha presentado el llamado Alzamiento Nacional como el típico cuartelazo de orientación conservadora, favorecido por una burguesía retrógrada e ignorante, que veía peligrar sus pretendidos privilegios por la política socialmente avanzada de la República. Nada más lejos de la realidad. Se ha mentido tanto y tan impunemente que ahora aparecen como novedades, los archisabidos crímenes de la represión marxista. La Guerra Civil comenzaría con la Revolución de Asturias y es ésta la que desencadenaría finalmente el enfrentamiento armado. Como muy bien dice Pío Moa (24) Hoy resulta ya imposible negar la evidencia de los documentos del PSOE y de la Esquerra: esos partidos quisieron, organizaron y llevaron adelante la guerra civil en aquel año (1934), y Azaña replicó a la victoria electoral de la derecha en 1933 intentando dos golpes de estado (así eran los que defendían la democracia y las libertades según quieren hacer creer los funcionarios de la historiografía). Estos hechos pueden considerarse firmemente asentados, por más que algunos todavía se resistan a admitirlo. Siguiendo esa manipulación izquierdista de la verdad histórica, que presenta los hechos no como sucedieron, sino como les hubiera gustado que hubieran sucedido, no han faltado personajillos (bien es cierto que norteamericanos poco informados) que han acusado a la Orden de un cierto alineamiento con el fascismo, por influencia directa de la supuesta ideología de su Gran Maestre. Otra falacia inaceptable. Arguyen que no hay más que mirar el escalafón de la Religión para darse cuenta de ello. Tal afirmación no se sostiene, ya que es la época la que se halla fuertemente atraída por los totalitarismos de toda condición, no el Hospital ni el Gran Maestre. 41 El Duque de Sevilla es un profesional de las armas que comprende que la Revolución desencadenada en España pone en serio peligro la supervivencia de los valores superiores que han sido consustanciales a la existencia de la nación como tal y obra en consecuencia. Nada hay en su biografía que pueda interpretarse como simpatía por los totalitarismos que Europa. Ascendido a general, don Francisco de Borbón conquistó Málaga a los revolucionarios, el 7 de febrero de 1937. dominan Después de una brillante campaña, el Gran Maestre terminó su carrera como soldado, de Teniente General, con doce cruces rojas al Mérito Militar, amén de otras condecoraciones, desempeñando cargos tan importantes como la Capitanía General de Sevilla o el Gobierno Militar de Madrid. Tuvo también algunos sinsabores derivados de sus firmes convicciones monárquicas que enturbiaron su pase a la reserva, ya que por aquellas fechas preconizó, junto con otros generales, la vuelta del rey (25). El Gran Priorato de España se vio fuertemente afectado por los acontecimientos y numerosos caballeros de la Religión fueron asesinados en el transcurso de la contienda, así don Pablo Martínez de Anguita y de Lara, en 1936, los marqueses de Squilache y Balboa (hermanos del Gran Maestre), don José de la Lombana y Carnicero, en 1938, el marqués de Laconi y un largo etcétera que comprende a los que murieron posteriormente como consecuencia de las heridas de guerra y aquellos otros torturados por los chequistas hasta la extenuación. Que la Milicia lazarista prefiera olvidar aquellos excesos revolucionarios se debe exclusivamente al sentimiento caritativo e indulgente que siempre ha presidido la acción del Hospital, no, porque no se cebasen en ella, la crueldad y el sadismo del turbión revolucionario. Y creemos que es bueno recordarlo ahora que se pretende borrar el pasado y con él, a una gran parte de las víctimas Don Francisco de Borbón, de coronel, cuando era Lugarteniente General de la Orden (haciéndolas pasar por verdugos) de aquella terrible confrontación fratricida. Mientras los españoles dirimen sus disputas en una nueva cruzada, la Orden, que se resiente de los ataques vaticanistas de abril del 35 (26) despliega todo su potencial en el Oriente cristiano, integrando en su seno a los Patriarcas más significativos, sin descuidar tampoco la incorporación de prelados de la Iglesia Católica, cuya nómina es impresionante (25) La ayuda a los necesitados, a las minorías perseguidas y el mantenimiento de la lucha contra la lepra son una constante en esos años, en los que, tanto Otzenberger como Bertrand de la Grassiere, administran la Orden con singular acierto, dadas las circunstancias tan difíciles por las que pasa el lazarismo. Al terminar la Guerra Civil, el Gran Maestre, liberado en parte de sus obligaciones, se dedicó, como ya es sabido, con renovadas fuerzas al Hospital de los pobres leprosos. Pero esa ya es otra historia. Una historia que, pese a las dificultades, ha estado siempre ligada a la Casa de Borbón, gracias a los Borbones de España. 42 Notas (1) En el prefacio del libro La descendencia de S.A.R. don Enrique de Borbón y de Borbón, Infante de España, Duque de Sevilla, International Academy of Our Lady of Mount Carmel, Lanzun, 2004. (2) Ver el espléndido trabajo de Ricardo Mateos, Los desconocidos Infantes de España, Thassàlia, Barcelona, 1996. O consultar la esclarecedora obra El Ducado de Sevilla, de Manuel Rodríguez de Maribona. Persevante Borgoña. Madrid. 1992. (3) La denominada I Guerra Carlista. Ver el libro de José María de Montells, La otra dinastía. Colegio Heráldico de España y de las Indias. Madrid. 1995. (4) En la obra citada. (5) No está nada clara la participación del Infante en los hechos que se le imputaron y le llevaron al exilio. Benito Pérez Galdós niega tajantemente la implicación de don Enrique. (En Los Episodios Nacionales) (6) Doctrina por la cual los Borbón-Sevilla son dinastas en Francia y no en España, ya que este matrimonio del Infante contraviene la Pragmática de Carlos III. No obstante, el hijo de don Enrique, el II duque de Sevilla, hizo reserva expresa de sus derechos al trono de España, en pública y solemne declaración, entendiendo con ello que la Pragmática citada era nula de pleno derecho. En nuestros días, la boda del Rey Felipe VI cuando Príncipe de Asturias con doña Letizia, viene dar la razón a los que pensamos que en las seculares costumbres nupciales de la Casa de Borbón no existe el matrimonio llamado morganático, que es de origen alemán. (Véase La descendencia de S.A.R. don Enrique de Borbón....., ya citado). (7) Ver su obra, La Guerra Moderna, delito de lesa humanidad, Madrid. 1926. (8) Ver Los tres Orleans. Por los dos españoles. Madrid. 1869. (9) Ver op. citada. (10) Real Academia de la Historia. Colección Natalio Rivas, 5. (11) Op. citada (12) Op. citada (13) Ana de Sagrera, La Duquesa de Madrid. Palma de Mallorca. 1969. (página 291) (14) María de la Nieves de Braganza y Borbón. Mis memorias. Espasa-Calpe, Madrid. 1934. (página 90) (15) Op. citada. (página 246) (16) La Guerra Moderna, delito de lesa humanidad. (páginas 10 y 11) (17) Ana de Sagrera. Op. citada. Página 422 (18) De realizarse en nuestros días, una prueba de ADN, que despejase la incógnita de la paternidad de Puigmoltó, señalado por algunos historiadores como el auténtico progenitor de Alfonso XII, cabría la duda irresoluble de si el padre fue don Enrique o su hermano, el rey consorte don Francisco de Asís. (19) El Príncipe de Valori fue el representante del pretendiente en Francia durante muchos años. Loredán es el palacio veneciano que sirvió de residencia habitual a don Carlos VII. (20) El 23 de mayo de 1892, don Carlos dirigió una carta a Luis Felipe de Orléans, Conde de París, conminándole a que abandonase el uso de las armas plenas de Francia, por corresponderle a él como primogénito de los Borbones. Sin embargo, el príncipe de Orléans siguió ostentado dicho escudo sin brisura alguna. (21) Ver Annuaire de la Noblesse de France, 1898, pags. 397 a 399 (22) Este asunto viene muy bien explicado en las discutidas memorias de Alexis de Anjou-Romanov-Doulgoruky, Yo, Alexis, bisnieto del zar, Plaza y Janés, Barcelona. 1982, pag.220 (23) Ver la obra La insigne orden del Toisón de Oro de Alfonso Ceballos-Escalera y Gila, marqués de la Floresta y otros. Madrid, 1998 y el artículo de José María de Montells, Nómina de los caballeros lazaristas que ingresaron en la insigne Orden del Toisón de Oro. EMBLEMATA VI. CSIC. Zaragoza, 2000. (24) Pío Moa. Más sobre el 34. Libertad digital. Madrid, 20 de Octubre de 2004. (25) Ver Maribona. Op. Citada, pag. 220 (26) Osservattore Romano. 16 de Abril de 1935 43 ESCAPARATE DE LIBROS EL VIZCONDADO DE CAMPO GRANDE por María del Carmen López Cerezano: Madrid, Colegio Heráldico de España y de las Indias, 2015. ISBN 978-84-89188-07-5. 308 páginas, con numerosas ilustraciones a todo color. L a doctora López Cerezano, farmacéutica, nos presenta un completo estudio histórico sobre esta merced nobiliaria creada por el Rey Don Carlos IV en 1807, en cabeza del asturiano don Ramón José de Jove y Hevia, Flórez y Arango (1740-1831), coronel de los Reales Ejércitos y regidor perpetuo de Oviedo y de Gijón. Sus densas páginas iluminan las trayectorias vitales de los seis sucesivos vizcondes de Campo Grande, y de sus familiares y deudos, desde el origen del linaje de Jove, allá por el siglo XIV, hasta el último titular, nuestro llorado amigo don Ramón Gutiérrez y Álvarez de la Tejera (1931-2014), consejero magistral del Cuerpo de la Nobleza del Principado de Asturias; todas esas noticias se nos presentan incardinadas en los grandes sucesos de la Historia de España. De su calidad científica, bastará con señalar que más de la mitad de la obra, 150 páginas nada menos, contienen la transcripción literal y fotográfica de no menos de veinte documentos originales, que sirven de base al estudio. El aparato gráfico es igualmente estimable, ya que las imágenes suman varios cientos, y en buena parte -retratos, casonas- son inéditas. Se trata, pues, de un estudio histórico de interés, ya que viene a hacer la historia de una Casa y de una familia poco conocidas hasta ahora en los anales de la hispánica Nobleza provincial (Marqués de la Floresta). (J.M.M.G.) 44 DON FRANCISCO DE BORBÓN Y CASTELLVÍ. EL HOMBRE, EL MILITAR Prólogo del duque de Sevilla. Varios autores. Edición de la Academia Internacional de Nuestra Señora del Monte Carmelo. 80 páginas, con numerosas ilustraciones a todo color. N uestro Gran Maestro Emérito, el duque de Sevilla, ha reunido en este volumen una serie de escritos relativos a su bisabuelo, el Teniente General don Francisco de Borbón y Castellví, una figura de nuestro Ejército, hoy poco conocida, pero extremadamente popular a principios del siglo XX, no sólo por su ejecutoria heroica en cuantas guerras participó sino también por su pretensión al Trono de Francia, que aquí se explica pormenorizadamente. Se trata de un libro interesantísimo, muy bien editado, con un extenso prólogo del propio duque de Sevilla, que nos descubre el alegato que el general Borbón escribió contra la guerra, que él calificó de crimen de lesa humanidad y su vida militar escrita en 1918, reveladora de sus meritorios hechos de armas en la guerra carlista y en la guerra de Cuba. Pero si todo esto es importante, no lo es menos, el comportamiento realmente ejemplar de un príncipe de la Casa de Borbón vapuleado por la desgracia y el destino. Hijo del infante don Enrique, I duque de Sevilla tuvo que vencer la adversidad de quedar huérfano a muy temprana edad. Se da la circunstancia, además, que el general ingresó en la Orden por empeño de su hijo, el también general Borbón y de la Torre, IV duque de Sevilla, Gran Maestre de la Religión, por lo que el libro es doblemente atractivo. A su lectura, tan grata, se une un álbum iconográfico con algunas fotos inéditas, de gran valor histórico. Una obra, en suma, imprescindible para cualquier lazarista, con la ventaja añadida de poderse adquirir en la Cancillería de la Orden. Ocurre, además, que en el presente número de Atavis, dos de nuestros colaboradores se refieren al personaje en sendos artículos. (J.M.M.G.) 45 Armas del Caballero don Pascual Berbegal y Guerrero, blasonadas por el Juez de Armas don José María de Montells y dibujadas por don Carlos Navarro Gazapo.