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Centro Chiara Lubich
Movimiento de los Focolares
www.centrochiaralubich.org
Sierre, 18 de agosto de 1983
El amor al prójimo y las doce estrellas1
Queridísimos,
¿Recordáis las doce estrellas de san Juan de la Cruz? Según él, en quien es perfecto, en quien es
santo, brillan en sus almas doce estrellas que son: el amor a Dios, el amor al prójimo, la castidad, la
pobreza, la obediencia, la oración, el coro – o sea, la oración en común – la humildad, la mortificación, la
penitencia, el silencio y la paz.
Pues bien, en estos días he podido comprobar que, amando al prójimo, estas doce estrellas
resplandecen mucho más en nuestra alma. Y para convencernos mejor, vamos ‘a pasarles revista’, una a
una.
El amor a Dios. ¿Se hace más vivo este amor en nuestro corazón amando al prójimo? Claro que sí.
Os es familiar el ejemplo de la plantita, que cuanto mas ahonda sus raíces en la tierra, más se lanza hacia
el sol. Del mismo modo, cuanto más amamos al prójimo, más brilla en nosotros la estrella del amor a
Dios.
Segunda estrella: el amor al prójimo. Es precisamente lo que queremos vivir a fondo.
Tercera: la castidad. El mismo Estatuto del Movimiento dice que la mejor salvaguardia de la
castidad es el amor al prójimo. Y es compresible porque, si se ama, se piensa en los demás y no se
satisfacen las propias pasiones.
Cuarta estrella: la pobreza. Nosotros – como todos sabemos – no amamos la pobreza por sí
misma. La pobreza típica del Movimiento es precisamente la que nace del amor al prójimo. Somos
pobres, nos quedamos sólo con lo necesario porque damos a los demás, porque ponemos en común con
los demás, de distintas maneras, cuanto poseemos.
Quinta estrella: la obediencia. La primera obediencia se debe a Dios, al carisma que el Espíritu
Santo nos ha dado. Él nos dice que nuestro camino es precisamente amar al prójimo. Por lo tanto, al
practicar la caridad se perfecciona la obediencia.
Sexta estrella: la oración. Esta actitud del alma – lo sabemos – crece en perfección y se sublima
aumentando al unión con Dios. Pero esta a su vez se incrementa por el amor al prójimo.
Séptima estrella: el coro. El amor al prójimo es un estímulo para la oración en común. ¿Acaso no
experimentamos, cuándo amamos de verdad al hermano como a nosotros mismos, cuando somos uno con él, el
deseo y casi la exigencia de tenerlo unido a nosotros incluso en la oración?
Octava estrella: la humildad. La verdadera humildad es negación de uno mismo, desaparecer
completamente. Y esto se realiza perfectamente amando, viviendo por los demás.
Novena estrella: la mortificación. Amando al prójimo como Jesús quiere, no sólo vivimos mortificado,
sino muertos.
Décima estrella: la penitencia. La primera penitencia que Dios desea y quiere de nosotros es la que está
implícita en el amor al prójimo.
Undécima estrella: el silencio. Con el amor al prójimo se practica el silencio y se evitan las palabras
inútiles; primero porque, para hacerse uno, es necesario acallar todo en nosotros, y éste es el silencio más
sublime; segundo porque con el amor está presente en nuestro corazón el Espíritu Santo que lo infunde, el cual,
cuanto más amamos, con mayor fuerza habla en nosotros y nos dice, entre otras cosas: “esto no lo digas, eso
tampoco”.
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C.LUBICH, La vida, un viaje, Ciudad Nueva, Madrid 1994, pág. 120-123
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Centro Chiara Lubich
Movimiento de los Focolares
www.centrochiaralubich.org
Duodécima estrella: la paz. Amando al prójimo se conquista verdaderamente la paz. Ésta es un fruto del
Espíritu Santo, que está precisamente donde hay amor.
Amemos, pues. Amemos una y otra vez, amemos siempre. Que, en el firmamento de nuestra alma,
podamos admirar más luminosas estas doce estrellas. Si hacemos un examen del estado de nuestra alma,
veremos que es así. Esto es lo que os deseo de todo corazón.
Chiara Lubich
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