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alimentación El desayuno: el rey de las comidas Conviene seleccionar cuidadosamente los alimentos que se van a ingerir a primera hora de la mañana, así como controlar el tamaño de las raciones N os encanta desayunar, pero seleccionamos mal los alimentos que ingerimos a primera hora de la mañana. Según diversas investigaciones, la calidad nutricional de nuestros desayunos deja mucho que desear. La bollería está demasiado presente, cuando debería ser algo excepcional. La primera comida del día es vital. Ya lo dice el refrán: “desayuna como un rey, come como un príncipe y cena como un mendigo”. Pero conviene elegir correctamente los alimentos que se van a incluir. Una de las preguntas que más escuchan los nutricionistas es: “¿qué desayuno?”. Si se evitan los productos insanos, como bebidas azucaradas (refrescos), bollería y productos azucarados 22 o salados, lo único de lo que habrá que preocuparse es de no abusar del tamaño de las raciones (porque ello aumentará el riesgo de obesidad). En todo caso, vale la pena mirar de cerca algunos alimentos que suelen formar parte habitual de los desayunos. Zumo de fruta: Es muy habitual desayunar un zumo de fruta, sobre todo, casero. Sin embargo, su consumo habitual incrementa el riesgo de padecer obesidad, algo que no sucede al ingerir fruta fresca. Este riesgo se justifica por la rápida entrada en nuestro cuerpo de los azúcares presentes en la fruta exprimida, que parecen estimular los mecanismos de almacenamiento de grasa, además de no activar la saciedad de igual manera que lo hace un alimento sólido. Así pues, lo más recomendable es incluir cada día en el desayuno una pieza de fruta fresca. No hace falta que sea un tipo de fruta en concreto: todas comparten propiedades nutricionales y beneficios para la salud. La bollería está demasiado presente en nuestros desayunos, cuando debería ser excepcional Leche o lácteos: Leche, yogur o queso son tres de los alimentos más frencuentes en el desayuno. ¿Es imprescindible desayunar un lácteo? No, entre otros motivos porque, salvo la leche materna, no hay ningún alimento que sea del todo insustituible. Pero eso no significa que sean perjudiciales, como también cree cierto sector de la población. Los lácteos no elevan el riesgo cardiovascular ni tampoco el de cáncer u otras patologías crónicas. También es preciso saber que, pese a que muchas personas están convencidas de que “a más lácteos más salud ósea”, un estudio publicado en 2015 en la revista British Medical Journal por Mark J. Bolland y sus colaboradores no ha confirmado esta hipótesis. Tras una extensa revisión de la literatura científica, los autores concluyeron que “la ingesta dietética de calcio no está relacionada con el riesgo de fracturas (óseas) y no hay pruebas de que aumentar la ingesta de calcio las prevenga”. Sea como fuere, se pueden tomar lácteos en el desayuno, siempre que no se añada mucho azúcar o cacao azucarado en polvo (no más de una cucharadita). Galletas: La bollería (croissant, magdalenas, palmeras, etc.) no es un grupo de alimentos saludable. Las galletas, por su composición, forman parte de la categoría “bollería”, algo que reconoce el Ministerio de Sanidad. El consumo esporádico de galletas no supone riesgo alguno, pero al tratarse de un producto con muchos azúcares (ronda el 20% de su peso en azúcar), y además muy consumi- do, es preciso reservar las galletas para ocasiones especiales y no para el día a día. Máxime teniendo en cuenta que el exceso de peso infantil supera el 30% de la población, una cifra que se duplica en el caso de los adultos. Por tanto, se pueden sustituir las galletas por un saludable puñado de frutos secos. Cereales “de desayuno”: Pese a que su denominación comercial invita a pensar que hay que desayunar esta clase de cereales, la verdad es que en su mayoría son productos muy azucarados. Un análisis de EROSKI CONSUMER observó que casi todos los cereales de desayuno del mercado, y eso incluye a los integrales o ricos en fibra, tienen demasiado azúcar, nutriente que incrementa el riesgo de caries y obesidad. Si los cereales, además, son chocolateados, su cantidad de azúcar será todavía mayor. Una pista para detectar si los cereales tienen mucho azúcar es revisar que una ración (unos 35 gramos) no aporte más de 6,5 gramos de azúcar (o no más de 18,5 gramos de azúcar en 100 gramos). Pan: Es posible desayunar pan, pero convendría sustituir el pan blanco o las tostadas elaboradas con harina blanca por sus variedades integrales (y si el pan es “sin sal” mucho mejor). Los estudios confirman que los beneficios para la salud atribuibles a este simple cambio son notables. Como en el caso de los lácteos, es importante saber cómo acompañar este alimento. De igual manera que no conviene añadir mucho azúcar a la leche, es mejor no acompañar a menudo el pan con mantequillas o margarinas o con productos azucarados, como las mermeladas o las cremas untables de cacao. Se puede, por ejemplo, añadir un saludable chorrito de aceite de oliva virgen extra. Embutido: Un informe publicado por la Organización Mundial de la Salud a finales del año pasado determinó que el consumo habitual y elevado de cárnicos procesados, como sucede hoy en día en nuestro país, incrementa el riesgo poblacional de cáncer colorrectal. Por ello, es mejor dejar para un consumo ocasional el consumo de productos como jamón, chorizo o mortadela. Lo ideal es no superar los 20 gramos diarios de cárnicos procesados. Entonces, ¿qué se puede añadir a la tostada? Además de queso, pescado (por ejemplo, sardinas) o huevo (por ejemplo, tortilla), se puede acompañar el pan de ingeniosas propuestas como verduras (crudas, salteadas u horneadas), frutos secos (enteros o molidos), trozos de tomate o láminas de aguacate. Es cuestión de utilizar la imaginación y ampliar nuestro abanico de sabores. www.consumer.es 23