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PREHISTORIA Y EGIPTO
PREHISTORIA
MONUMENTOS MEGALITICOS, EDAD DE LOS METALES, CULTURA
MEDITERRÁNEA
Todo comienza cuando el hombre empieza a preocuparse de la decoración de su casa antes que
la misma casa. El hombre prehistórico, necesariamente un ser casi bestial, era capaz de concebir
el arte en la forma más perfecta, el alborear dela inteligencia lo conduce mas rápidamente hacia el
arte que hacia la técnica.
No conoció la Agricultura, así que no pudo hacerse sedentario y su constante movilidad le obligó a
carecer de casa estable. Las cuevas y árboles fueron sus primeros refugios. Entre el décimo y
octavo milenio antes de cristo, el hombre aprende a cultivar la tierra y fija su residencia en
determinados lugares. Este fue el momento de la aparición del Urbanismo y de la Arquitectura.
Había una arquitectura utilitaria o funcional; los silos, los almacenes, las murallas definían
claramente la ciudad agrícola, el pequeño núcleo que se abastece de los productos que cultiva a
su alrededor, que los guarda y conserva para un consumo escalonado y los defiende de las rapiñas
de otros pueblos.
Simultáneamente aparece otra arquitectura que es la mejor conservada y la que ha dado
personalidad a tan remoto periodo: es la Arquitectura megalítica. Grandes piedras, esto quiere
decir megalítico.
En la región francesa de Bretaña, y concretamente en la población de Morbihan, hay grandes
cantidades de estos antiguos restos arquitectónicos, por lo que es la lengua bretona la que se
permite el lujo de bautizar estos monumentos. Menhir o piedra larga se llama al más simple, el
enorme pedrusco alargado hincado en el suelo. Llegan a tener diez y más metros de altura.
El dolmen es como una cueva artificial hecha con losas verticales metidas en la tierra, y otra
horizontal formando la cubierta. Su función era claramente funeraria y así se prolongó durante
milenios, habiéndose halado en su interior enterramientos superpuestos de épocas muy diversas,
pero los años han ido desnudando los dólmenes hasta dejarlos convertidos en esta especie de
mesas para gigantes.
PREHISTORIA Y EGIPTO
Este tipo de mesas contienen las cámaras funerarias a las que llegaba por un pasillo de muros y
techo de losas pétreas. Según las cámaras sean rectangulares o alargadas, dispongan de corredor
o no, han sido clasificados por los ingleses como chamber tomb, en España se les llama cuevas.
Las cuevas prehistóricas son los antecedentes de los tesoros micénicos (tesoro de Atreo), donde
hay igualmente un corredor que conduce a la sala aboveda tumbal.
A veces los monumentos megalíticos no son piezas aisladas sino que llenan superficies de terreno
como los alineamientos o sucesión de menhires. El más notable de estos lo constituye el chorea
gigantum de Stonehenge, en el condado inglés de Wiltshire, cerca de Salisbury. Es un monumento
de indudable filiación solar orientado hacia los puntos cardinales y formado por dos grandes
círculos de piedras talladas, si bien toscamente, hincadas en el terreno y cubiertas superiormente
por otras en forma de dinteles.
Una fase mucho más evolucionada de la prehistoria megalítica se encuentra en las Islas del
Mediterráneo donde se dan origen las culturas del Fértil Creciente (Egipto y Mesopotamia) que
pudo albergar carácter pictórico (pueblos que desconocían la escultura) de asombrosa
personalidad.
En Mallorca y Menorca abundan los talayots, navetas y taulas. Los primeros son torres siempre de
piedra a hueso, con función de vigilia y observación, las navetas son sepulcros, muchos de ellos de
pisos y las taulas son losas apoyadas sobre pilares. Los monumentos funerarios y conmemorativos
eran un reflejo del concepto primitivo y mágico de su religión fundada en el terror a los elementos
desencadenados.
ORIENTE
La primera muestra de construcción la ofrecen los templos budistas, en donde aparecen tres tipos:
el templo al aire libre, que es un relicario en forma de túmulo a veces semiesférico, cubierto de
losas y coronado por artesanías de piedra. El segundo es la iglesia budista, que a pesar de tener
forma de basílica cristiana, está excavada en la roca igual el monasterio budista, con varias celdas
alrededor de un santuario también excavado en la roca y por último el templo brahmánico que está
formado por una vimana cuadrada, con un vestíbulo y una sala descubierta, una serie de torres
que la rodean junto con estanques y galerías, siendo su planta flexible y pudiéndose ampliar
indefinidamente. No utilizaron el arco ni la bóveda, sino el sistema prehistórico de la falsa cúpula
formada con hiladas horizontales de piedras, cada una de las cuales sobresale algo de la inferior,
con lo cual se consigue una aspecto formal de bóveda, pero no mecánico.
Con respecto a la arquitectura China, casi siempre se usa una sola solución: un sistema de pilares
de madera que actúa de columnas y un gran techo de grandes pendientes. Los muros son de pura
plementería, y por lo tanto no tienen función sustentante. Cuando deben construir un edificio se
PREHISTORIA Y EGIPTO
repite la estructura entredicha, También construían arcos triunfales de varios huecos rematados
por un gran dintel.
En Japón, en los edificios, las casas y los templos lo más importante es el exterior. La casa
tradicional japonesa se hace con siete troncos formando un techo a dos aguas. Dos triángulos con
las bases apoyadas en el suelo y unidos sus vértices por una cumbrera, que se cubría luego con
caña.
Los templos están rodeados de cedros por que el templo forma parte de la naturaleza, los jardines
alrededor de los templos son fundamentales, puesto que la naturaleza está considerada como
mediadora entre lo material los espiritual.
Las construcciones son esencialmente de madera para estar de acuerdo con la Naturaleza, y
aunque los pilares son leñosa muertos, para el japonés reviven al tener función de elementos
sustentantes de la techumbre. En donde el salón dorado es la dependencia más importante del
templo, que se completa con una alta torre que tiene función de mausoleo de Buda. El tejado está
cubierto siempre de musgo y destaca sobre las columnas escarlatas el tono verde si las tejas son
de barro, y de verde claro si son de planchas de cobre.
ARQUITETURA PREHISPÁNICA
El tiempo abarca, en lo prehispánico, desde el siglo XII antes de J:C hasta el XVII de la era
cristiana y los lugares principales estudiados son el Antiplano central mexicano, la Costa del Golfo
de México, La Costa del Pacífico, la región de Oaxaca, la península de Yucatán, Guatemala,
Honduras, Colombia y Perú.
En Ticomán, en el valle de México y en el periodo llamado preclásico superior, se dan las primeras
pirámides truncadas o basamentos en Cuicuila y Tlapacaya, la primera de cuatro pisos, planta más
o menos circular y diámetro de 135 metros. Tenía a su alrededor una necrópolis, un altar en lo alto
y su forma era mimética de los volcanes circundantes, siendo su construcción estimable entre el
siglo VI y el I a. de C.. En cambio las pirámide de Tlapacaya la pirámide está compuesta de
ángulos rectos y a pesar de estar en la falda de un volcán, no imita su forma sino que se inspira en
la abstracción geométrica.
Durante los siglos VI y V, dentro del periodo preclásico, en la Costa del Golfo, se dio la
arquitectura Olmeca con centros ceremoniales alrededor de un cuadrángulo rodeado de
plataformas y pirámides orientales según leyes solares. Tal es el caso de San Lorenzo de
Tenochtitlan, también las esculturas de la Venta (Tabasco) que por su tamaño son verdaderos
monumentos arquitectónicos.
En el periodo postclásico y en la costa del Pacífico mexicano se desarrolló la cultura Michoacán
que, desde el punto de vista arquitectónico, aportó la llamada pirámide yacata, en forma de T, en la
capital de los Tarascos, en Tzintzuntzán.
La gran arquitectura mexicana prehispánica es, la del periodo clásico de Teotihuacan, lugar del
nacimiento de los dioses, cerca de la capital de México., en donde están la pirámide del Sol con
235 metros de lado, 5 terrazas superpuestas y 65 metros de altura, y la de la Luna o de
Quetzalcoatl.
La cuidad no era solamente un centro ceremonial sino que contaba con gran número de casas
hechas de adobe y muchas posadas para alojamiento de los peregrinos. Allí se veneraba a Tlaloc,
dios dela lluvia, a Huehuetootl, dios de fuego; a Quetzalcoatl, la serpiente emplumada y a
Yacatecutli dios de los comerciantes.
PREHISTORIA Y EGIPTO
La pirámide llamada del sol, supuso el movimiento y colocación de un millón de metros cúbicos de
adobe, cuya superficie externa fue estucada y pintada de vivos colores. A cuatro metros de esta
capa había una costra de piedra que daba consistencia a la gran masa de barro.
En la zona de Oaxaca y en la segunda mitad del primer milenio de la era cristiana los zapotecas,
en pleno periodo clásico, hicieron la gran ciudad de Monte Albán, levantado sobre un cerro cuya
cima fue explanada para ubicar un gran centro religioso con una plaza ceremonial, la pirámide de
los Danzantes con tres templos encima , el observatorio astronómico y el juego de pelota.
En la costa del Golfo de México, entre los siglos II y III, en la zona de Veracruz, construyeron la
pirámide de El Tajín con siete terrazas y, a su alrededor, los palacios y el juego de pelota.
Los mayas se extendieron por un vasto territorio, una de las principales características más
relevantes de la cultura maya fue su profundo conocimiento de la astronomía, la astrología y las
matemáticas. Utilizaron en sus cálculos el sistema de base veinte o vigesimal y conocieron el
número cero y crearon el famoso calendario solar.
El área geográfica comprendida abarca de la península de Yucatán, Guatemala y Honduras. En
Yucatán está el centro de Uxmal con el llamado cuadrilátero de las monjas, que agrupa grandes
construcciones, entre ellas la casa del gobernador, el palacio de Adivino y otras muchas obras.
En el estado de Quintana Roo se ubica la ciudad de Coba y en Campeche la del Río Bec y la isla
de Jaina. En Chiapas está el conjunto merecidamente famosos de Palenque con el templo del sol
rematado de graciosa crestería lítica, el palacio y el templo de las inscripciones y la pirámide
funeraria.
Los mayas en Guatemala construyeron edificios monumentales en Piedras Negras, Uaxactún y
especialmente en Tikal, mientras en Honduras está el renombrado lugar arqueológico de Copán.
Dentro del periodo postclásico y en el Antiplano central, se construyó el centro monumental de
Tula, en el Estado de Hidalgo, con el templo, las columnas atlánticas y el bosque de pilares, y, en
Xochicalco, en el estado de Morelos el templo-pirámide de Quetzalcoatl y el juego de pelota.
En Tula, las pirámides son de altura media y tienen ubicado un templo en la parte superior, los
talantes tienen 480 metros de altura y su misión era la de actuar como montañas de puertas
adinteladas. En el templo de los guerreros los pilares tienen esculpidas figuras de soldados en las
cuatro caras mientras que las columnas de forma cilíndrica presentan relieves figurando serpientes.
Tanto las columnas como los pilares están compuestos por tambores superpuestos y sujetos
mediante espigas, es decir que no son monolíticos.
Los mayas dominados por los Toltecas construyeron en Yucatán Chichen-Itzá, con el cenote o
pozo sagrado, la pirámide de Kukulcán, el patio de las mil columnas, el templo de los guerreros, la
iglesia, el caracol, seguramente observatorio astronómico, la plataforma de los cráneos, el gran
juego de pelota y el templo de los jaguares.
En la ciudad y el estado de México se remozaron los centros de Tenochtitlán, Texcoco y
Tenayuca, con el templo pirámide y la serpiente de piedra que los circunda, y el de Cempoala en
Veracruz.
Tenochtitlan fue la ciudad militar y política, mientras que Texcoco a oriente del lago de este nombre
fue un núcleo intelectual.
Hay una figura histórica que ha entrado por derecho propio en el terreno de lo mítico debido a su
acción de gobierno. Se trata de Nezahualcoyotl, fallecido en 1472, poeta, estadista, legislador y
constructor de caminos y acueductos. Para Moctezuma el viejo hizo los legendarios jardines de
Texcoco, el centro religioso de Texcotzingo, con el gran acueducto, la presa de 16 km, que
PREHISTORIA Y EGIPTO
separaba Tenochtitlan del lago Texcoco y el acueducto que conducía las aguas de Chapultepec
hasta la ciudad.
En la costa septentrional los mochicas, en época más reciente, siglos I al III de J.c. ; cerca de
Trujillo levantaron la pirámide de Dacha del sol hecha con adobe, revocó de arcilla exterior y relieve
policromados.
Entre 1438 y 1532 se formó el importante imperio inca, extendido en la costa y la cordillera andina
entre Colombia y Chile con las interesantes carreteras con escalones para el tránsito de llamas y
las grandes ciudades fortaleza de Cuzco, Sacsahuamán y Machu Picchu, esta arquitectura
prehispánica, destacan entre ellas el sentido religioso ritual y el monumentalismo que la relaciona
con las obras del fértil creciente del Mediterráneo oriental.
PREHISTORIA Y EGIPTO
EGIPTO
Todo comienza en la prehistoria, en el periodo Paleolitico del anio 35.000 AC al 10.000 AC.
Los primeros asentamientos paleolíticos se localizan en las terrazas más elevadas del Valle. Se
han encontrado restos de una importante industria lítica. Las técnicas aplicadas a estos objetos
son muy similares a las desarrolladas en Europa en este período, en cuanto a tipología se pueden
poner en paralelo con restos encontrados en puntos de Africa alejados del Valle o en Asia Menor,
de lo que deducimos que los hombres del Paleolítico recorrieron grandes distancias y estuvieron
en contacto con los habitantes del Valle.
Los primeros asentamientos paleolíticos se localizan en las terrazas más elevadas del Valle. Se
han encontrado restos de una importante industria lítica. Las técnicas aplicadas a estos objetos
son muy similares a las desarrolladas en Europa en este período, en cuanto a tipología se pueden
poner en paralelo con restos encontrados en puntos de Africa alejados del Valle o en Asia Menor,
de lo que deducimos que los hombres del Paleolítico recorrieron grandes distancias y estuvieron
en contacto con los habitantes del Valle.
Cronológicamente la evolución de la industria lítica en Egipto es similar a muchos otros centros de
población del Paleolítico, las piezas más antiguas son hachas de mano de considerable tamaño
que irán evolucionando hasta los microlitos del Paleolítico final. Algunos de los yacimientos más
fecundos en restos de este período se encuentran en Khasgah, Kom Ombo (al norte de Asuán) y
Heluán (al sudoeste de Giza).
Durante el Neolitico (del 8.000 AC al 5.000 AC) el progresivo cambio climático influyó
decisivamente en la retirada de las comunidades sedentarias hacia los lagos y las mismas orillas
del Nilo, las tierras fértiles habitadas durante el Paleolítico medio e inferior sufrieron un proceso de
desertización
Entre los yacimientos más importantes neolíticos se encuentra el de Merimde-beni-Salameh,
situado en el margen sudoeste del Delta y próximo a éste. Aparecen chozas de paredes de caña
con soportes fijados en la tierra y utensilios de cerámica. Se ha observado que se desarrolló una
primaria forma urbanística (alineación de las cabañas) y la forma de ocupación del terreno será
(mezcla de las zonas de habitación con las destinadas a los enterramientos) similar a las
adoptadas en las primeras fases del Nagada I. Al contrario que los habitantes del sur, que desde
tiempos tempranos, adoptaron un sistema social jerarquizado, en Merimde-beni-Salameh no se
PREHISTORIA Y EGIPTO
han detectado signos de esta organización social, tanto las cabañas como los enterramientos son
pequeños y sin rastro de ostentación. Sus habitantes eran fundamentalmente agricultores, tanto la
cerámica como la fabricación de utensilios resulta limitada y tosca con respecto a la cultura
desarrollada en Alto Egipto.
Existe otro yacimiento neolítico en el ámbito geográfico del Bajo Egipto, se trata de Fayum A. Sus
habitantes son agricultores y ganaderos, pero muy dependientes aún de la caza y de la pesca.
Su producción cerámica es arcaizante, incluso comparada con la producida en Merimde.
El Neolítico en el Alto Egipto está representado por el yacimiento de El-Baradi, cuya cultura se
desarrolla en los años anteriores al 4000 a.C. Entre los avances más destacados de los
badarienses se encutra en uso del horno para la producción de alfarería, en este campo se
consigue un alto desarrollo llegando a unos asombrosos niveles de perfección téctina. Las piezas
de cerámica badarienses son características por la bicromía ornamental, se decoran a base de dos
colores contrastados (negro y rojo de brillo casi metálico) e incisiones continuadas (ondas).
Además de la magnífica cerámica, en el yacimiento de El-Badari se han encontrado pequeños
utensilios fabricados con dientes de los grandes mamíferos del entorno (hipopótamos) y de marfil
procedente del sur de Egipto.
La especialización conseguida por la cultura badariense anticipa el desarrollo de Nagada I y
agudiza las diferencias evolutivas con el Bajo Egipto.
El mayor problema que presenta este período es establecer una cronología razonablemente
unificada. Algunos autores creen que pudo desarrollarse paralelamente al Badariense. Sin
embargo, la opinión más generalizada entre los especialistas es que Nagada I es la consecuencia
evolutiva del Badariense, cultura representada por el yacimiento de El-Badari (finales del Neolítico).
Aún teniendo en cuenta ambas teorías, un hecho reconocido por todos los especialistas es que
ambas manifestaciones, Badariense y Nagada I, son culturas específicas del Sur, Nagada I sólo
tendrá desarrollo en el Alto Egipto al norte de la actual Luxor; las diferencias evolutivas entre el Alto
y el Bajo Egipto ya se pusieron de manifiesto al tratar el Neolítico y seguimos insistiendo en ello por
las consecuencias que tendrán en el período histórico (proceso de unificación política).
PREHISTORIA Y EGIPTO
Durante el periodo predisnástico medio entre el 4000 AC y el 3500 AC, la zona situada en la
margen izquierda del Nilo era muy rica en materiales, lo que contribuyó decisivamente a la
evolución de la cerámica, destacando la especialización de las técnicas que se materializa en la
fabricación de pasta vítrea (uso ornamental) y en la creación de objetos, sofisticados, de cobre y
aleaciones con oro y plata.
La alfarería será el capitulo más destacado en la cultura de Nagada I no sólo por la perfección
técnica, comparable con culturas muy posteriores, sino por la innovación tipológica e iconográfica.
Surge la decoración naturalista y geométrica, articulada esta última a base de incisiones rellenas
de pasta blanca sobre fondos oscuros; se mantienen, de forma paralela, las piezas bicromas
(negro y rojo) ya conocidas desde el Badariense. En cuanto a la tipología, no podemos dejar de
sorprendernos ante la variedad y riqueza de formas , testimonio de la imaginación desplegada por
los alfareros egipcios ya desde tiempos predinásticos. Las formas ornamentales son igualmente
extraordinarias, se reproducen figuras animales, repertorio alusivo a la fauna del entorno, esta
iconografía incluye también figuración humana con escenas de caza en un medio acuático.
Las paletas cosméticas (utensilios para moler los pigmentos como la malaquita, verde, y el khol,
negro, que eran la base para el maquillaje de los ojos), adquieren mayor complejidad, pasan de las
sencillas formas geométricas a formas antropomorfas, estos bellos objetos tenían un uso cotidiano
y práctico pero también ritual, estas últimas son las más interesantes ya que presentan los
primeros signos de escritura jeroglífica, según algunos historiadores (Gardiner) será en estos
momentos cuando se inicia el desarrollo de la escritura en Egipto.
El último grupo de objetos amratienses que debemos destacar es el integrado por las pequeñas
esculturas y los utensilios labrados. Los materiales empleados abarcan un amplio espectro, desde
la blanda calcita (alabastro) cuyas propiedades permiten trabajos sencillos y de fácil ejecución,
hasta las rocas eruptivas de estructura micro o macrocristalina de gran dureza (diorita), con estas
rocas se fabricaron vasos de paredes sorprendentemente finas, piezas que tuvieron un claro
sentido ritual-funerario, estos bellos objetos son muy escasos debido a la enorme dificultad de
fabricación.
Entre los utensilios labrados en piedras duras hay que citar las hachas troncocónicas y discoidales,
cuyo uso desaparece al final del período Amratiense, sin embargo el signo jeroglífico que identifica
este objeto permanecerá en época histórica con valor fonético.
Entre el 3.500 AC y el 3.000 AC el yacimiento arqueológico de esta cultura se encuentra en el
margen occidental, a 26 Km. de Luxor. Será el núcleo de uno de los primeros proto-estados del
Valle. El cementerio, situado detrás del centro de población, es el más grande que se ha
conservado de esta época, existe otra pequeña necrópolis asociada a las familias de gobernantes
de Nagada, lo que permite pensar en una sociedad estructurada de forma jerárquica, base
fundamental del planteamiento social-político de toda la cultura del Antiguo Egipto.
Nagada II es la última etapa del período predinástico, se experimenta un considerable avance
técnica, económico y social que culminará con el proceso de unificación.
Cronológicamente Nagada II coincide con la cultura representada por el yacimiento de Meadi
desarrollada en el Bajo Egipto, más evolucionada que las últimas fases de Merimde-beni-Salameh.
En el norte se verá por primera vez el cobre, la producción cerámica es abundante y bastante
depurada. Los restos arqueológicos de Meadi, por su grado de evolución, hacen pensar que fue un
punto de paso en las rutas comerciales de los habitantes del sur en su camino hacia Sinaí y
Palestina; otra explicación, planteada por los especialistas como respuesta al yacimiento de Meadi,
es que pudo ser una provincia de la cultura Nagada II, en todo se sabe que será la avanzada
PREHISTORIA Y EGIPTO
cultura Geerzense la que terminará por imponerse en todo el territorio egipcio, llevando a cabo el
proceso de unificación política.
A diferencia de sus predecesores, los hombres del Geerzense mantuvieron frecuentes contactos
con culturas del exterior, se relacionaron con los habitantes del entorno mediterráneo y con
pueblos como los libios. Estos contactos influirán en su ya floreciente sociedad, se producirá un
mayor refinamiento en el desarrollo artístico, una buena prueba de la sofisticación que alcanzó el
arte geerzense el magnífico repertorio cerámico que conservamos.
Los egipcios del Geerzense usaron un tipo de arcilla que daba como resultado una piezas
cerámicas de tonos amarillentos y grises, no presentan decoración incisa con pasta blanca
(cerámica Nagada I) que será sustituida por pigmentos rojos. Los motivos ornamentales siguen el
gusto por la naturaleza, es muy frecuente la decoración de grandes vasijas con procesiones de
animales, desde estos momentos y proyectándose en época histórica la decoración anomalística
es de corte naturalista, en el arte egipcio no encontraremos una tendencia a la figuración de
animales fantásticos como ocurre en las culturas orientales contemporáneas. Los motivos
vegetales también están presentes en los objetos cerámicos, al igual que las figuras animales son
plantas reconocibles en el entorno natural: ramas de palmera, plátano salvaje, aloe, etc.
Es quizá, el repertorio antropomorfo lo que más llama nuestra atención, será frecuente encontrar la
representación de barcos, muy adaptados a la pieza de cerámica, con una gran atención por el
detalle incluyendo a los tripulantes. Es interesante observar como las formas humanas ya
presentan algunos convencionalismos que serán constantes en gran parte del arte faraónico. Las
figuras son de canon estilizado, los hombros se ven de frente, mientras que las piernas aparecen
de perfil, las cabezas son aún formas muy básicas indicadas a través de un simple círculo, en
algunas ya se puede ver un ojo. Las formas femeninas alzan los brazos por encima de la cabeza,
el busto y las caderas se marcan de forma significativa, siguen manteniendo las piernas de perfil y
el busto de frente.
La labor escultórica merece una mención especial, destaca por su refinamiento. Los vasos tallados
en durísimas rocas, como la diorita, granito o basalto, alcanzan una gran perfección y mayor
difusión que en períodos anteriores. Las características de estas hermosas piezas como su gran
resistencia y riqueza cromática hacen pensar en un uso ritual, posiblemente fueron objetos que
formaban parte de los ajuares funerarios, utensilios dignos de ser usados por el individuo en la vida
que debía emprender tras la muerte (las raíces de las creencias mágico-religiosas egipcias se
remontan a tiempos remotos).
Dentro del capítulo escultórico se deben incluir las paletas cosméticas, las formas adoptadas en el
período anterior se complican, existen algunos ejemplos donde dos animales se enfrentan o
entrecruzan sus cuellos. El material más frecuente es la pizarra con incrustaciones de hueso para
los ojos.
Los restos pictóricos (pintura mural) no han sobrevivido en gran número, sin embargo, debemos
destacar los conservados en una tumba (n° 100) de Hieracómpolis, la construcción era de ladrillo y
adobe decorada con una serie de frescos, debió pertenecer a un monarca de finales del período
predinástico (ya existía una fuerte jerarquía social). Lo que nos sorprende de estas pinturas no es
tanto los rasgos formales, todavía sin definir claramente, sino algunos de los motivos iconográficos
que se proyectarán en època histórica. En primer lugar encontramos la representación del
vencedor, que con una maza golpea a sus enemigos situados a sus pies (este motivo es
fundamental en la Paleta de Narmer, ya dentro del período histórico); es segundo motivo a
destacar es el gobernante situado debajo de un dosel, que aparecerá en escenas, más tardías,
relacionadas con la fiesta sed o jubileo del faraón.
La transición del período predinástico al histórico transcurre de una forma algo ambigua. Los
historiadores no han podido plantear hipótesis claras y concretas sobre el hecho más destacado de
la Historia de Egipto, nos referimos al proceso de unificación del Alto y Bajo Egipto. El argumento
más aceptado se basa en el dominio del Sur sobre el Delta. El proceso de unificación no deja de
PREHISTORIA Y EGIPTO
ser una consecuencia lógica en unas comunidades en las que el nacimiento del Estado estaba a
punto de producirse, aunque a diferentes ritmos; en el Alto Egipto posiblemente existía una mayor
confianza y unidad, mientras que el Delta estaba dividido en pequeñas comunidades
independientes.
El primer gran centro de poder tras la unificación política de Egipto se estableció en Hieracómpolis,
situada en la región más meridional del Alto Egipto fue un importante será un importante enclave
urbano, así lo atestiguan las ricas tumbas encontradas en el amplio yacimiento arqueológico que
es actualmente. Fue cuna de la monarquía egipcia, constituye un núcleo de población más
reducido del existente durante el período predinástico pero con una mayor densidad y actividad.
En esta época destaca una pieza excepcional, tanto por
calidad y significado como estado de conservación, se trata de
la Paleta del Rey Narmer. Fechada dentro de la dinastía I
(2920-2770 a.C). El nombre del Rey Narmer se ha encontrado
en diversos lugares desde el Delta hasta Abidis, se le
considera el unificador del Alto y el Bajo Egipto, lo que parece
testimoniar la paleta cosmética conmemorativa que lleva su
nombre. Es la primera pieza de carácter monumental del arte
egipcio, aunque su tamaño no sobrepase los 66 cm. de alto su
mensaje es lo suficientemente solemne para aceptar esta consideración.
El anverso recoge tres registros desarrollados horizontalmente, en el más importante (superior)
aparece el rey Narmer tocado con la doble corona (Alto y Bajo Egipto), acompañado de su séquito
se dispone a inspeccionar en grupo de hombres decapitados que representan al ejército enemigo.
En el registro central aparecen dos animales fantásticos enfrentados que enlazan su largo cuello
formando el lugar destinado a la mezcla de los afeites; el registro inferior supone una nueva
manifestación de poder del Estado emergente, en la escena se representa a un toro (símbolo del
vencedor) pisoteando a un hombre bardado (símbolo del ejercito enemigo); el remate de la paleta
consiste en dos cabezas de vaca vistas de frente, entre ellas aparece el nombre del nuevo
monarca de las dos tierras en escritura jeroglífica.
En el reverso sobresale la figura del rey, ocupando gran parte de la composición. En esta ocasión
lleva la corona del Alto Egipto, de forma que ya no queda duda sobre su origen y reforzando la
teoría de que la unificación de las dos tierras supuso un conflicto bélico donde la cultura del sur,
más desarrollada, se impuso a las comunidades del Delta. El Rey Narmer golpea a un hombre que
cae a sus pies y representa a los pueblos del Bajo Egipto, escena que es explicada a través del
criptograma que aparece al lado; el registro inferior está ocupado por dos figuras humanas, bien
adaptadas a la forma de la pieza, que posiblemente representan dos ciudades.
La importancia de esta pieza es excepcional no sólo como documento histórico, sino como fuente
fundamental para las artes plásticas desarrolladas en las siguientes etapas, en sus relieves ya
aparecen definidos con claridad algunos convencionalismos presentes en todo el arte egipcio:
perspectiva jerárquica (los personajes de mayor importancia siempre aparecen con mayor tamaño),
ley de frontalidad (torso de frente y piernas y cabeza de perfil) y disposición de la narración en
registros bien diferenciados. El arte egipcio buscará y creará unos ideales que se van a repetir
constantemente, no existe la idea de espontaneidad en el arte oficial que tendrá un carácter ritual,
las creencias mágicas-religiosas son consustanciales a la sociedad egipcia por lo que la
producción artística buscará unos modelos que satisfagan las necesidades simbólicas de la
religión, aunque hay una vertiente naturalista en el arte egipcio, supondría un error considerar que
se busca la belleza por la belleza en el arte, para encontrar esta concepción artística tendremos
que esperar la llegada de la Antigüedad Clásica. La Paleta de Narmer inaugura la vertiente oficial
del arte egipcio.
PREHISTORIA Y EGIPTO
Una las manifestaciones más importantes de las primeras dinastías se encuentran las estelas
funerarias, se consideran los primeros monumentos de gran escala y tendrán una importante
proyección en el arte faraónico. Entre estas grandes esteras debemos destacar la perteneciente al
Rey Wadji de la Dinastía I (2920-2770 a.C); el relieve se podría considerar como la esencia de la
monarquía primitiva egipcia, el nombre del faraón Wadji aparece escrito con el signo jeroglífico de
la cobra, por encima se encuentra la figura del dios halcón Horus (a los faraones se les
consideraba la personificación del dios Horus), como base para las figuras se representa un
versión estilizada de la arquitectura del palacio real. La composición es muy equilibrada, en general
es una pieza de excepcional calidad artística comparable a piezas muy posteriores.
La estela de Wadji procede de las excavaciones de Abydos, situada en la orilla oeste cerca de la
moderna Beni Mansur a unos 168 Km. de Luxor. Los restos más antiguos se remontan al período
predinástico, fue un importante centro de culto, el templo de Osiris en Abydos se mantuvo activo
hasta época grecorromana. Las excavaciones arqueológicas (dirigidas por Petrie) han sacado a luz
numerosas tumbas reales y pertenecientes a altos dignatarios y nobles, vinculadas en su mayoría
a la Dinastía II (2770-2649 a.C). La riqueza y sofisticación de los ajuares funerarios indican el
grado de perfección que ya habían alcanzado las artes suntuarias y la escultura egipcias
El desarrollo urbanístico es uno de los rasgos que caracteriza los primeros momentos del período
dinástico, hecho íntimamente ligado al surgimiento del Estado. Hieracompolis será en principal
núcleo de la nueva monarquía, situada en el límite meridional del Alto Egipto. Se ha constatado la
existencia de comunidades desde tiempos predinásticos, durante el Imperio Antiguo seguirá
manteniendo su importancia convirtiéndose en ciudad amurallada, posteriormente experimentara
un declive poblacional, pero su templo seguirá manteniendo su importancia. Junto a Hieracómpolis
debemos destacar los yacimientos de Abydos y Saqqara como centros de gran importancia
arqueológica en el estudio de los edificios y tumbas de estos momentos.
El primer monarca de la Dinastía III (2649-2575 a.C) fue el faraón Zoser (Horus Netjerikhet Djser),
al que debemos uno de los más impresionantes y monumentales conjuntos funerarios de la historia
de Egipto. Zoser fue heredero del último monarca de la Dinastía II Manetón, pero con el nuevo
faraón se marca un período histórico diferenciado, hecho que se debe sin duda a la construcción
del excepcional conjunto funerario. La primera diferencia importante con respecto a tumbas
anteriores es el uso de la piedra, Zoser plantea un verdadero monumento para la eternidad.
PREHISTORIA Y EGIPTO
El gran conjunto funerario se construyó en Saqqara, cerca de la capital de Imperio Antiguo: la
ciudad de Menfis (a 3 Km. del río en la orilla oeste y a unos 25 Km. del actual El Cairo). Menfis
conservará su importancia administrativa y será un importante centro económico durante épocas
posteriores, su origen se remonta a la Dinastía I según los restos arqueológicos encontrados en
torno a la ciudad.
El conjunto de Zoser constituye un punto de partida para el desarrollo posterior de la arquitectura
funeraria; en las múltiples construcciones de las que consta el conjunto encontramos ya algunos de
los elementos característicos de la arquitectura ritual egipcia. La gran novedad de este gran
monumento es, sin duda, el material empleado, es el primer recinto funerario construido
enteramente con piedra; la intención de Zoser fue construirse una morada para la eternidad, este
rasgo y la existencia de numerosos edificios anexos a la gran pirámide escalonada indican que ya
existía un complejo corpus religioso.
El recinto mide 278 m x 545 m, estaba acotado por un muro cuya altura original se ha estimado en
unos 10 m, este impresionante muro estaba articulado con bastiones y saledizos dispuestos a
distancia regular, recordando a las fachadas de los edificios palaciegos de la I y II dinastía (estos
palacios sólo los conocemos a través de relieves). El ritmo del muro queda interrumpido por una
serie de portales falsos (la entrada auténtica se encuentra en la esquina sudoeste) que dan la
impresión de estar abiertos al recinto. El estado de conservación tanto del muro como del resto del
conjunto era lamentable, se restauró casi en su totalidad usando en la medida de lo posible el
material original y completando la labor con caliza procedente de Tura, cantería situada en la orilla
opuesta y explotada para la construcción original del conjunto funerario.
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Presidiendo el recinto funerario de Zoser se eleva la gran pirámide escalonada, con una base de
125 m x 109 m. y una altura de más de 60 m., desvinculada del resto de los edificios domina el
entorno. Está formada por seis escalones irregulares, como si fueran una superposición de
mastabas. Los bastos bloques de piedra fueron cubiertos por un revestimiento de caliza de mejor
calidad. Bajo la estructura piramidal se abre la cámara funeraria a la que se accede a través de un
pozo, está construida con granito rojo procedente del lejano Asuán, en el límite de Nubia. Por
encima de la cámara funeraria se diseñaron una serie de corredores laberínticos, probablemente
destinados a evitar la profanación de la cámara mortuoria, en uno de ellos se han encontrado tres
relieves que ofrece una visión del faraón ocupado en diversas labores rituales, estas escenas
estaban destinas a la contemplación única del faraón en su vida en el más allá. Todavía
encontramos una cámara más, también subterránea, era la dedicada a contener el inmenso ajuar
funerario que Zoser debía disfrutar en su vida de ultratumba, entre las piezas conservadas del
tesoro del faraón cabe destacar las numerosísimas vasijas talladas en rocas de gran dureza,
algunas pertenecientes a monarcas anteriores según se desprende de las inscripciones
jeroglíficas.
El resto de los edificios del recinto tienen una función mágica-ritual vinculada a la monarquía. El
portal de acceso daba paso a un corredor cubierto con losas de piedra, cuyos muros estaban
articulados con columnas fasciculadas adosadas a los lados, los fustes de las columnas adquieren
formas que nos recuerdan a elementos naturales (como los troncos de palmera), este hábito
constructivo está relacionado con la tradición anterior que usaron materiales más frágiles como la
madera; los nichos formados por los huecos entre las columnas estaban destinados a albergar
estatuas del rey, entre ellas destaca una que contiene una inscripción con el nombre del genial
arquitecto Imhoped, creador del monumental conjunto y del que nos ocuparemos más tarde. El
corredor que acabamos de describir desemboca en un amplio patio, conocido como patio de la
aparición real , desde aquí tenemos una vista directa de la gran pirámide. Adyacente a éste se
encuentra el patio de la fiesta sed o ceremonia de jubileo, el ritual ser se celebraba a los 30 años
de mandato de un faraón (así ocurrió durante el Imperio Antiguo, la fiesta sed estuvo sujeta a
modificaciones posteriormente), la ceremonia tenía como finalidad rejuvenecer al faraón,
proporcionarle vitalidad y fuerzas renovadas. En este espacio (patio de la fiesta ser) se encuentran
reproducidos los elementos básicos de la ceremonia del jubileo.
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Santuarios dedicados a las divinidades que debían ser testigo de la coronación del rey. En
ocasiones estos santuarios estaban consagrados a divinidades concretas como la diosa-buitre de
El-Kab, instalada en el edificio que representaba el Bajo Egipto o la diosa-cobra Uadyet vinculada
con el Delta (los santuarios podían estar consagrados a otras divinidades). Estos edificios de
pequeñas proporciones reproducen, al igual que todos los elementos del conjunto, parte de la vida
ritual cortesana, Su presencia aquí garantiza la continuidad de estos ritos en el más allá. Parece
que el origen de los santuarios son las antiguas construcciones de carácter efímero en el contexto
de la fiesta sed, con el tiempo se convirtieron en otro símbolo de la unificación política de los dos
egiptos bajo el mandato de un único rey-dios. Cada santuario posee un estilo arquitectónico propio,
en uno de ellos aparece ya la típica cornisa que caracterizará a la arquitectura templaria posterior.
Casa del Norte y Casa del Sur, estas edificaciones se encuentran cerca de los santuarios y siguen
el mismo esquema constructivo aunque de mayor tamaño. Representan los palacios del rey en las
dos tierras, como así parecen confirmar las formas de los capiteles de las columnas adosadas a las
fachadas, evocan las planta heráldicas del norte (papiro) y del sur (lirio).
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Una vez analizado el patio de la fiesta sed, debemos destacar una de las mayores innovaciones
que presenta este conjunto, se trata de las incorporación de la tumba sur . Como faraón de las dos
tierras los monarcas anteriores a Zoser se hacían construir dos tumbas, la real donde descansaría
eternamente y una tumba simbólica normalmente ubicada en Abydos y que representaba su
morada eterna en las tierras del sur. Con Zoser las dos tumbas aparecen por primera vez en
mismo recinto. Lógicamente la tumba sur carece del esplendor de la gran pirámide escalonada, se
trata de una simple mastaba encajada en gran parte en el muro meridional del recinto. Más
interesante es una cercana capilla que conserva un friso decorado con un relieve, en bulto
redondo, de urcei (serpiente símbolo del poder faraónico) iconografía que tendrá un gran difusión
en el arte faraónico posterior.
La profundidad simbólica y la magnífica ejecución el impresionante complejo funerario de Zoser se
debe al ingenio de su arquitecto, Imhotep. Además de organizar y dirigir las obras del recinto
funerario ostentaba un importante cargo en el entorno del faraón, era su visir y gran sacerdote del
dios-sol Ra. El respeto y la admiración que despertó en vida queda reflejado en una inscripción en
la peana de una estatua del rey Zoser donde el nombre del arquitecto queda unido al del propio
faraón. Este personaje no sólo fue un excepcional arquitecto, también fue considerado como un
gran erudito en astrología y medicina. Algunos historiadores ven en Imhotep una de las claves del
asentamiento y definición de las bases religiosas y culturales sobre las que se levantaría la cultura
del Antiguo Egipto.
Es indudable que en el momento que se inicia la Dinastía IV, Egipto es un próspero y fecundo
Estado, con un gobierno centralizado cuya máxima autoridad ostenta en rey. Durante la dinastías
anteriores, especialmente la Dinastía III, se han fomentado unos signos de poder transmitidos a
través de las artes plásticas, éstos legitimaban al rey como supremo gobernante de amplios
territorios, esta imagen será la que cambie con el advenimiento de la Dinastía IV.
Con la Dinastía IV la tipología funeraria experimentará algunos cambios destinados a vincular al
soberano con el dios-sol Ra, esta nueva visión se proyectará y perpetuará con la Dinastía V. El
dios-sol empieza a despertar el interés por los teólogos egipcios, se le considerará como fuerza
superior y tanto las pirámides como la aparición del título Hijo de Ra , son símbolos de la nueva
identidad que adquiere el faraón.
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La primera pirámide auténtica de la historia de Egipto se relaciona con el faraón Snofru, primer rey
de la Dinastía IV, es la pirámide de Meidum; además de esta, Snofru construyó otras dos pirámides
en Dahshur, una de ellas no tiene la forma perfecta piramidal, es la llamada pirámide romboidal.
Los hechos más importantes del reinado de Snofru (2575-2551) quedaron recogidos en la Piedra
de Palermo (una de las fuentes más importantes de este perírodo), en este documento se refleja a
enorme riqueza que llegó a acumular Snofru, poseedor, a título personal, de cuatro o cinco fincas
en cada nomo. La actividad constructiva durante los años de su reinado fue muy intensa, como
demuestran las expediciones que este monarca realizó al Sinaí y Libia en busca de materiales
nobles.
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La construcción de esta pirámide se atribuye a Snofru, los estudiosos se han basado en algunas
inscripciones que datan de la Dinastía XVIII (1550-1070 a.C), que designan a este monarca como
constructor del conjunto funerario del que forma parte la pirámide. Sin embargo, la existencia de
las pirámide de Dhshur, atribuidas igualmente a Snofru, hacen dudar de que fuera éste el único
promotor de los tres monumentos. Algunos historiadores piensan que fue Huni, predecesor de
Snofru y último soberano de la Dinastía III, el promotor de la tumba de Meiden.
La estructura del conjunto funerario se aleja considerablemente de los planteamientos que Imhotep
desarrolló en el recinto de Zoser en Saqqara. Aquí, será la gran pirámide, ya en su forma perfecta,
la que impone su presencia en todo el conjunto funerario; han desaparecido los patios y los
símbolos que indicaban en poder terrenal absoluto del faraón. La gran pirámide se elevaba
(actualmente su aspecto es de una gran torre, ha sufrido un gran deterioro) a una altura de 105 m.,
su centro estaba constituido por una mastaba sobre la que se levantó la estructura piramidal. Se
desconoce el arquitecto, no se han conservado las inscripciones en ninguna zona del conjunto
funerario. El proyecto responde originalmente a una estructura escalonada (siguiendo el modelo de
Imhotep), posteriormente se terminó de rellenar el espacio entre los escalones, dando lugar a la
estructura definitiva; el material empleado en esta acción fue seguramente de origen local, ya que
la piedra de buena calidad era la difícil de transportar desde el sur; los lados de la pirámide se
cubrieron con una caliza de factura más delicada.
La misma importancia de la pirámide la adquieren los templos ligados a ésta, serán parte
fundamental en los ritos funerarios, que definen y consolidan en estos momentos, manteniéndose
durante todo el Imperio Antiguo. Los templos se sitúan uno en el lado Este de la pirámide anexo a
ésta y el otro el los límites del desierto donde acaba en fértil valle. Ambos estarán comunicados por
una impresionante galería cubierta (en la cubierta de la galería se practicaba una hendidura como
sistema de iluminación). El Templo del Valle a menudo estaba en contacto con el Nilo a través de
un canal, de esta forma el cuerpo del faraón dejaba el Palacio Real emprendiendo un viaje por el
río que habría de conducirle a su morada eterna. Desde el Templo del Valle, a través de la gran
galería y ya fuera de la vista de los espectadores, el faraón era conducido hasta el templo
mortuorio, situado al Este de la pirámide, donde se practicaban ritos funerarios como "la partura de
boca"; este pequeño templo, apenas una capilla, estaba destinado a la presentación de ofrendas.
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Desde el templo mortuorio el cadáver del faraón era conducido a la cámara funeraria en el interior
de la tumba, ésta sería su morada definitiva.
El cenotafio, que simbolizaba la tumba del faraón en las tierras del sur, vuelve a aparecer en este
conjunto funerario, se trata de una pequeña pirámide construida en el lado sur del recinto.
Dahshur se encuentra a unos 26 km. al sur de Giza, esta localidad dio nombre a una de las
necrópolis más importantes del Imperio Antiguo.
La pirámide romboidal es el monumento más significativo de este entorno. La particular pendiente
que presenta se debe a un cambio en el diseño efectuado cuando la construcción estaba en un
punto avanzado. Llegó a adquirir una altura de 105 m. Su estado de conservación es muy bueno,
incluso ha sobrevivido gran parte del recubrimiento exterior, consistente en grandes losas de caliza
inclinadas hacia el interior para conseguir mayor estabilidad. La pirámide presenta dos accesos,
uno en el lado norte orientada hacia la estrella Polar, como todas las tumbas de similares
características en el Imperio Antiguo, el otro situado en el lado oeste se desconoce su función o
significado.
Vinculado a la pirámide romboidal se encuentra el Templo del Valle del faraón Snofru, de
estructura rectangular está precedido por un pequeño atrio conectado, a su vez, con la galería
cubierta. El acceso de entrada, situado en el lado meridional, daba paso a un corto pasillo a cuyos
lados se dispusieron cuatro habitaciones, dos en cada extremo, que servían para depositar
ofrendas. El pasillo central conducía a un amplio descubierto, al fondo de éste una doble fila de
cinco pilares daba paso a la cabecera del templo, articulada con seis hornacinas en las que
posiblemente se colocaran estatuas del faraón. Este será el diseño básico de todos los templo
mortuorios del Imperio Antiguo.
La Pirámide Roja se alza en la misma localidad de Dahshur, igualmente atribuida al faraón Snofru.
Parece que es la primera tumba concebida desde un principio con una forma piramidal auténtica,
aunque su aspecto final presenta un grado de inclinación demasiado bajo, que la hace aparecer
como una construcción algo achatada.
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Giza es el actual nombre de un popular barrio de El Cairo, situado al norte de Saqqara. En esta
meseta se elevan las tres grandes pirámides de la Dinastía IV, junto con sus templo funerarios y
una amplia necrópolis.
La elección de este lugar se debe al faraón Keops (Horus Meddjedw, rey Khenemukufw) (25512528). Hijo de Snofru y Heteferes, continuará la tradición funeraria iniciada por su padre, construirá
la pirámide de mayores dimensiones de la historia de Egipto, verdadero emblema del esplendor del
Imperio Antiguo.
Los datos conservados sobre el reinado de Keops es muy escasa, apenas unas líneas de sus
anales, conservados en El Cairo. El Papiro de Turín le atribuye un reinado de 23 años, dato poco
probable teniendo en cuenta la grandiosidad de la tumba que construyó. Gracias a este
impresionante monumento Keops llegó a ser una personalidad legendaria, su mito le hace
aparecer como el más cruel de los monarcas de egipcios, la leyenda habla del elevado coste
humano que requirió la construcción de su tumba, en esta forma recoge Herodoto la historia de
este faraón. Sin embargo, si hacemos un análisis más objetivo de los datos, podemos llegar a la
conclusión de que Keops no fue un soberano más cruel que sus antecesoras, al igual que no
podemos pensar que la riqueza material y el trabajo humano invertidos en la gran pirámide fueran
superiores a los recursos empleados por el anterior faraón, Snofru, en sus diversas construcciones.
La gran pirámide de Keops alcanza unas dimensiones asombrosas: 230 m de lado y 146 m de
altura (originalmente). El paso del tiempo y los continuos saqueos han hecho que pierda parte de
su esplendor; los sillares de caliza del revestimiento exterior han desaparecido casi en su totalidad,
ya que la pirámides han sido objeto de expolio, reutilizando su material pétreo a lo largo de siglos,
fueron utilizadas prácticamente como canterías para las construcciones de El Cairo.
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La Pirámide de Kefren se construyó en un terreno elevado, por lo que la impresión de sobrepasar
en altura la de Keops, en realidad sus dimensiones son algo inferiores a ésta, alcanza una altura
de 143,5 m. y 214 m. de lado; su estado de conservación es algo mejor que el de la gran pirámide,
las capas de revestimiento, un hermoso granito rojo, han sobrevivido en gran medida. La estructura
interior es simple.
Lo más interesante de las construcciones ligadas a Kefrén es, sin duda, el Templo del Valle,
conservado casi intacto es uno de los ejemplo más armoniosos de la arquitectura del Imperio
Antiguo tanto por la sencillez de formas y nobles materiales como por sus cuidadas proporciones.
Gruesos muros de caliza forman el núcleo del paramento, revestidos de losas de granito rojo
procedente del lejano Asuán (Nubia), cortados con singular maestría forman una superficie
sorprendentemente regular. La cámara central está dispuesta en forma de T, a ella se accede a
través de dos vanos exteriores flanqueados por dos leones guardianes (esfinges), la cubierta de la
cámara funeraria fue igualmente monumental, los elementos sustentantes son grandes pilares de
granito rojo que sostienen pesados elementos arquitravados; el pavimento es de una magnífica
caliza blanca que contribuye a la armonía entre las formas y los colores; el sistema de iluminación
se articula a través de uno cortes practicados en la parte superior del muro a la altura del techo,
permiten la entrada de haces de luz dirigidos hacia el brillante paramento, este sistema producía
unos efectos lumínicos muy adecuados para la celebración de rituales religiosos
PREHISTORIA Y EGIPTO
La última y más pequeña de las pirámides de Giza pertenece al faraón Micerinos (2490-2494
a.C), fue probablemente hijo de Kefrén. Se eleva a una altura de 65,5 m. y 105 m. de lado; si bien
sus dimensiones son más reducidas que las anteriores estaba destinada a ser la de mayor belleza
ya que se pensó cubrir la totalidad de su superficie con granito rosado de extraordinaria calidad,
material que la haría brillar con luz propia. El proyecto no se llevó a cabo, quizá por la relativa
brevedad del reinado de Micerino o por la falta de medios materiales, hay que tener en cuenta que
las obras funerarias de los faraones anteriores arrastraron un importantísimo coste material y
humano. Sin embargo, la producción artística del reinado de Micerino cobrará un importante
papel en el capítulo escultórico que analizaremos más adelante.
Tras el reinado de Micerinos la falta de documentación ha impedido a los estudiosos una
investigación en profundidad . Se conoce el nombre del sucesor de Micerinos, Horus
Shepseskhet, rey Shepseskaf, hijo del anterior y último rey de la Dinastía IV. Sobre este
monarca nos informa la Piedra de Palermo, se consignan aquí algunos hechos de su reinado como
la coronación del nuevo faraón. Sobre su conjunto funerario no se sabe mucho, se menciona en el
Canon de Turín una construcción en forma de sarcófago que se terminó en ladrillo, indicativo de la
falta de recursos al que se había llegado en estos momentos.
Se creyó en un principio que la Esfinge se atribuía al faraón Kefrén como parte de su conjunto
funerario en Giza, nuevos estudios determinaron que la antigüedad de la misma variaría entre
10.000 AC y 300.000 AC (solo su cabeza, el resto del cuerpo posiblemente fue hecho durante el
reinado de este faraón), se encuentra emplazada hacia el sur de la pirámide de este soberano, y
por eso se creyó primero que había sido construida por Kefren. Se aprovechó una gran masa de
piedra existente, fue realizada extrayendo el material pero también se añadieron bloques ya
cortados para adaptarlos a la forma del cuerpo. La imagen del León guardián era ya una tipología
conocida y dominada por los escultores egipcios, lo novedoso en esta titánica obra fue la
sustitución de la cabeza del león por la de algún faraón, antiguamente se intento relacionar con
Kefren esta cabeza, pero recientemente al superponer contornos y medidas tomadas de esculturas
de dicho faraón se logro comprobar que la imagen de la Esfinge no tenia relación con las facciones
de Kefren. A que faraón corresponde es todavía una incógnita.
Otro rasgo importante, que adoptarán los faraones de las Dinastías V y VI, será la donación de
tierras a los dioses, especialmente al dios solar Ra y a los "Espíritus de Heliópolis". Esta nueva
actitud tendrá consecuencias graves para el Estado egipcio, cuyo patrimonio real se verá reducido
de forma considerable.
Para algunos autores, la nueva orientación teológica responde a la necesidad de ligar la monarquía
al dios creador del mundo (Ra), consolidando el título faraónico de "Hijo de Ra" (Sa Ra), se
fomenta la idea de que el faraón es engendrado por el propio Ra y la reina gobernante. La
importancia que cobra el culto solar irá en detrimento de la imagen del faraón. Es importante
constatar que ya a finales de la Dinastía V surgirá otro culto rivalizando con el del dios Ra, se trata
del dios Osiris que sufrió la muerte y experimentó la resurrección. La aparición de Osiris en la
practicas religiosas permitía pensar que el faraón sufriría el mismo proceso, de esta forma tras su
muerte no sólo se uniría con el dios solar que lo había engendrado, también se convertía en el
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nuevo Osiris, reinando sobre los muertos mientras que su hijo o sucesor se convertía en la
encarnación de Horus y reinaba sobre los vivos.
Los templos solares fueron edificados en el desierto, en la localidad de Abu Gurab situada al norte
de Saqqara, excavados en 1898 y 1899. Las inscripciones hablan de seis templos pertenecientes a
la Dinastía V, aunque sólo se conservan dos de ellos.
Templo del Sol de Abu Ghurab - Saqqara (en la actualidad)
Los templos de Abu Gurab siguen un mismo modelo, cuyas referencias están ya en la
arquitectura templaria de la dinastía anterior. El culto solar requería un espacio abierto, de forma
que el templo se centra en un amplio patio donde se instalan los elementos fundamentales del rito:
la piedra Beben, un gran obelisco de proporciones macizas coronado por un pequeño remate
dorado, el obelisco se colocaba sobre un gran pedestal que contribuía a aumentar la sensación de
grandiosidad. El segundo elemento importante en el ritual era el gran altar, también a cielo
descubierto, se enfrentaba al obelisco, estaba realizado con materiales nobles como el granito. El
recinto estaba amurallado; en paralelo a los muros corrían unos corredores cubiertos, muy
interesantes por el despliegue iconográfico de sus relieves que veremos más adelante. El acceso
al patio principal se realizaba a través de un vestíbulo que conectaba directamente con la galería
porticada que unía el Templo Solar con el más pequeño Templo del Valle.
El resto de los conjuntos funerarios de Abusir siguen los mismos esquemas, será el último faraón
de la Dinastía V el que rompa con esta tradición. El Horun Wadjetawi, rey Wenis (Unas), eligió un
emplazamiento diferente para su tumba, volvió a la antigua necrópolis de Saqqara. La importancia
de la tumba de Unas radica en la aparición de un vasto conjunto de relieves con jeroglíficos, hoy
conocidos como los "Textos de las pirámides". Su valor histórico es enorme, recogen referencias
religiosas e históricas trasmitidas por la tradición oral y que se remontan a los lejanos tiempos
predinásticos. Se ha pensado que estos textos formaban parte de los libros sagrados que los
sacerdotes empleaban en los ritos funerarios. La idea de incorporarlos en sus monumentos
funerarios fue seguida por los faraones de la Dinastía VI y por muchos otros egipcios de sangre
real a lo largo del tiempo. Unas habían guardado la tradición de enterrarse con textos mágicos que
ayudasen al difunto en el más allá, hecho que demuestra la superstición que envolvió a toda la
sociedad del Antiguo Egipto.
La Dinastía VI será la última del Imperio Antiguo. Muchos investigadores están de acuerdo en la
falta de continuidad dinástica a la muerte de Pepi II (2246-2152 a.C). Se desataría una lucha por el
poder entre diferentes personajes, pero la falta de documentación hacen imposible el estudio en
profundidad de este momento de transición.
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De la Dinastía VI cabe destacar la huella artística que dejó su último monarca Pepi II. Su conjunto
funerario, ubicado en Sakkara, es el último escalón de la arquitectura funeraria del Imperio Antiguo.
Una rampa daba acceso a una amplia terreza que servia de preámbulo al Templo del Valle, unido
éste al Templo Funerario por una calzada. La tumba propiamente dicha, consistía en una pirámide
que en su interior sigue una organización semejante a las de los monarcas anteriores de esta
dinastía. Un corredor daba acceso a unas estancias que contenían los "Textos de las Pirámides",
existía una falsa Puerta Real. El estado totalmente ruinoso de las tumbas de los monarcas de la
Dinastía VI, hace imposible una mejor exposición de la arquitectura funeraria de estos momentos.
Egipto quedó dividido de nuevo tras la caída de la Dinastía VI y la disolución del Imperio Antiguo.
Tendrá que pasar más de un siglo para que se produzca un nuevo proceso de unificación u
pacificación del país, que dará como resultado el siguiente período de explendor en el Antiguo
Egipto.
De nuevo será el sur el que tome la iniciativa de la unificación. El príncipe tebano Mentuhotep II
conseguirá vencer la oposición de las fuerzas de Heracleópolis, el centro más importante del Bajo
Egipto desde la decadencia del Imperio Antiguo. Mentuhotep II acabó unificando las dos tierras,
siendo el Alto Egipto el más beneficiado con este proceso, ya que obtuvieron la valiosa fertilidad
del Delta.
En un principios los soberanos de la Dinastía XI gobernaron con la autoridad total de los
vencedores, la disolución de la primera dinastía del Imperio Medio se debió a una serie de
dificultades relacionadas con la producción agraria.
Tebas será el gran centro económico y administrativo de la nueva dinastía, sus soberanos tomarán
su nombre en honor a Montu, dios local de Menfis. Durante el reinado de Mentuhotep
Nebhepetre (2061-2010 a.C), Tebas cobrará su expledor definitivo.
El proyecto arquitectónico más importante del primer faraón de la Dinastía XI, AmenHotep
NebHetb Ra será su propio conjunto funerario, recuperando de esta forma la tradición constructiva
de tumbas espectaculares iniciada en el esplendor del Imperio Antiguo.
El emplazamiento elegido será escenario de impresionantes construcciones posteriores, se trata
de los acantilados de Deir el-Bahari, en la orilla occidental del Nilo. La tipología del conjunto
funerario es novedosa, se disponen dos niveles de planta cuadrada sostenidos en todo su
perímetro por columnas octogonales lisas; se accedía a través de rampas. Destaca el elemento
central sobre el segundo nivel, es una gran estructura piramidal que cumplía la función de gran
altar. La tumba propiamente dicha se encuentra en la excavada en la roca, bajo el vestíbulo detrás
del patio.
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Ante el gran templo funerario se plantó un bosquecillo de tamariscos y sicomoros que estaban
destinados a suavizar el rocoso paisaje. Desgraciadamente este impresionante conjunto funerario
nos ha llegado en un estado completamente ruinoso.
La Dinastía XII recupera las formas funerarias del Imperio Antiguo, quizá con el deseo de alcanzar
el esplendor conocido en aquella época.
Amenemhat I, escogió un emplazamiento funerario cercano a la nueva capital, en la localidad de
el-Lisht, a 2 km. al sudoeste de Ith-tawy y a unos 56 km. al sur de El Cairo. La estructura del
conjunto está basada en los modelos del Imperio Antiguo, esto significa que se edifica una
pirámide central y diversos edificios en su entorno, funciones rituales como la celebración del
jubileo del faraón. Aunque estructuralmente se siguen modelos antiguos, la forma de la pirámide
está inspirada en un ejemplo cercano, en el monumento de Mentuhotep Nebhepetre en Deir elBahari.
Sesostris I se inclinó por las tumbas construidas por los poderosos faraones de la Dinastía IV, la
vuelta a modelos pasados para revitalizar el presente es una de la características de la cultura
egipcia, cuyo comportamiento artístico gira en torno a la creación y desarrollo de unos modelos
ideales.
La importante pirámide de Sesostris I se eleva a una altura de 61 m. y 105 m. de diámetro. La
masa central se contenía mediante ocho muros dispuestos de forma radial; el exterior se cubrió
con perfectos sillares de caliza; el acceso a la pirámide se realizaba a través de un corredor que
partía desde la capilla de ofrendas, de esta forma la pirámide carecía de aberturas exteriores.
Dahshur será el lugar elegido por Amenemhat II (1929-1892 a.C) para la construcción de un
conjunto funerario que no aporta ninguna novedad.
Sesostris II (1897-1878), levantó una magnífica pirámide funeraria cerca de la entrada al oasis de
el-Fayum; la cámara funeraria acogía un impresionante sarcófago de granito rojo. El entorno de la
pirámide sirvió de enterramiento para diversos miembros de la familia real, de cuyas tumbas se han
recuperado algunas de la piezas de orfebrería más bellas de este período.
Las pirámides de los siguiente faraones: Sesostris III (1878-1841 a.C) y Amenemhat III (18441797), se levantaron el Dahshur siguiendo el modelo de la tumba de Amenmhat II.
Los templos edificados por los monarcas de la Dinastía XII fueron muy numerosos, sin embargo, se
han conservado muy pocos ejemplos, el deterioro progresivo y fundamentalmente la intervención
de los faraones del Imperio Nuevo han contribuido a la desaparición de éstos, la reutilización del
material de unos templos para la construcción de otros no era considerada una acción irrespetuosa
ya que el material se reinvertía en una construcción sagrada, pero para los arqueólogos y los
estudiosos a supuesto una tarea laboriosa la reconstrucción de algunos de estos monumentos. La
Capilla Sed de Sesostris I en Karnac fue reutilizada por Amenofis III para la cimentación de su
templo y reconstruida en nuestro siglo. Se trata de un bello edificio de proporciones equilibradas;
recoge un interesante programa iconográfico representando la acogida que deparan los dioses al
faraón en una eterna ceremonia de jubileo. Además de esta espléndida capilla, Sesostris I ordenó
la construcción de un gran templo en Heliópolis, del que tan sólo se conserva el obelisco que se
situaba en la entrada. En el Delta, en la localidad de Bubatis, se han encontrado restos (varias
columnas) de un templo, de carácter monumental, elegido por Sesostris III. La construcción de
Amenemhat III ha tenido mejor fortuna, se han conservado en pie algunas de las capillas de su
templo construido en Medinet Maadi en El-Fayum; las paredes aparecen con una abundante labor
de relieve, los jeroglíficos hacen referencia a Amenemhat III, Amenemhat IV y a faraones
posteriores. Por último debemos mencionar los restos encontrados en Coptos, Medamud (Alto
Egipto) Y las excavaciones realizadas en Tanis (importantísimo yacimiento arqueológico
encontrado en 1934 que fue residencia y última morada de los faraones de las Dinastías XXI y
XXII) han revelado la existencia de diversos templos correspondientes al Imperio Medio.
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Actualmente la idea de un invasión no es aceptada en un sentido estricto. Por un lado, queda
constancia del horror con que los egipcios, de épocas posteriores, contemplaron la idea del
asentamiento y dominio en una parte del país de un pueblo de procedencia asiática, por otra parte
los restos arqueológicos indican claramente que los Hicsos no fueron rechazados categóricamente
por el pueblo egipcio durante el tiempo que estuvieron conviviendo con ellos, de hecho la mezcla
entre asiáticos y egipcios fue una realidad.
La presencia de población asiática se remonta a los tiempos más remotos de la cultura egipcia,
será durante el Imperio Medio cuando se produce un aumento de este colectivo, especialmente
dentro del ejército. Un lento pero constante proceso de inmigración debió reforzar la presencia
Hicsa en el Delta. Quizá animados por la debilidad y decadencia del gobierno del Delta, grupos
militares Hicsos irrumpieron en esta zona, creando un Estado vasallo pero en gran medida
independiente. El dominio Hicso en el Delta se prolongará durante un siglo aproximadamente,
tomando Menfis como centro principal y asumiendo muchos de los ritos y tradiciones egipcias. Sus
aportaciones a la cultura y forma de vida de los egipcios fueron enormemente enriquecedoras.
La definición de una tipología templaria en la Dinastía XVIII es un hecho importante, ya que tendrá
una continuidad hasta el final de la cultura faraónica. Este nuevo modelo de templo responde a
unos conceptos esencialmente simbólicos, sus diferentes elementos son una recreación de las
fases de la creación del mundo según la mitología egipcia. La creación del mundo gira en torno al
dios Amón, que tendrá un importante culto durante todo el Imperio Nuevo, especialmente en su
forma Amón-Ra (equiparable al antiguo culto solar del Imperio Medio), por tanto su imagen se sitúa
en el centro neurálgico del templo: el santuario (naos), el acceso estaba restringido al faraón y la
alta jerarquía eclesiástica. Anexas al santuario se construían la salas destinadas a acoger las
riquísimas ofrendas que el faraón depositaba en honor al dios. Precediendo el santuario se
disponía
un
vestíbulo
porticado
y
un
ante
patio
flanqueado
por
pílonos.
Estos elementos componían básicamente el conjunto arquitectónico, delimitado por un muro
normalmente de adobe y articulado a través de ondulaciones que simbolizaban el primigenio lago
origen del universo.
PREHISTORIA Y EGIPTO
El esplendor adquirido por las dinastías del Imperio Nuevo tendrá un amplio reflejo en la ciudad de
Tebas y en el templo de Amón en Karnac que se convertirá en el principal centro espiritual de
Egipto. Las continuas intervenciones en Karnac durante la dilatada Dinastía XVIII, convirtieron el
templo en un auténtico laberinto, reservado al faraón y la alta jerarquía sacerdotal.
El eje principal está orientado en paralelo al curso del Nilo (a unos 600 m. del templo), en él se
alinean los primeros pílonos (puertas de acceso a las diferentes salas trazadas en un eje
longitudinal) que comprenden del I al VI, este primer eje terminaba en un embarcadero que fue
ocupado posteriormente por una avenida de esfinges de Ramsés II.
Cruzando el pílono I nos encontramos con un gran patio en el que se construyeron diversos
edificios al final de la Dinastía XVIII y en época Ptolomáica (Templo de las Estaciones de Ramses
III y el templo de descanso de Seti II); a continuación se abre el pílono II que da paso a la gran
sala hipóstila, este impresionante espacio arquitectónico está considerado como una de las
grandes obras monumentales de la arquitectura del Antiguo Egipto, se encuentra situada entre el
pílono II (correspondiente a Horemheb-Ramesidas) y el pílono III (obra de Amenofis III), alberga un
total de 134 columnas de diferentes medidas, las mayores poseen capiteles campaniformes
(abiertos) y las menores están rematadas por unos bellísimos capites cerrados, todas ellas
presentan inscripciones jeroglíficas, su función era sostener una estructura adintelada, hoy
desaparecida, de dimensiones igualmente monumentales.
PREHISTORIA Y EGIPTO
La necesidad de un nuevo templo dedicado a Atón en Karnak, fue planteada pronto por Amenofis
IV. El templo dedicado a Atón se ubicó en un emplazamiento donde se habían celebrado los ritos
de Jubileo de anteriores faraones, de esta forma se vinculaba la fiesta sed al dios que se
identificaba con el propio faraón (hijo de Atón). Como ya hemos mencionado, la estructura básica
del templo se modificó completamente, ya no fueron necesarios los santuarios, únicamente se
dispusieron amplios espacios abiertos con altares para las ofrendas, las tradiciones anteriores
estaban profundamente arraigadas en la sociedad egipcia, acostumbrados a rendir culto a una
figura antropomórfica se tuvo que instalar una figura del propio faraón que sustituía a la de la
divinidad.
Amenofis IV escogió la localidad de Karnak para construir su templo solar, ya que este enclave era
el centro espiritual más importante de Egipto, su construcción fue levantada al Este de del templo
de Karnak, se usaron sillares de buena cantería (tala tatos) que a la muerte de Akhenatón fueron
reutilizados, por se explica la total desaparición del Templo de Atón en Karnak. La misma suerte
corrieron otros templos edificados por este faraón, que fue considerado como hereje por las
dinastías siguientes. Actualmente podemos obtener una visión de como fueron los templos de
Akhenatón a través de las reconstrucciones llevadas a cabo por los especialistas y basadas en las
representaciones conservadas en las tumbas de los nobles de el-Amarna.
PREHISTORIA Y EGIPTO
La estructura templaria contenía una sala con un gran número de pilares construidos con talatatos
(alcanzaban unos ocho metros de altura), todos ellos decorados con relieves cuyo tema principal
consistía en representaciones de la reina Nefertiti sola o con alguna de sus hijas, la reina aparece
en actitud ofertante y su absoluto protagonismo nos habla de la importante papel que debió ocupar
en la corte.
Todo el conjunto templario (patios, sala de pilares y almacenes para el depósito de las ofrendas)
está delimitado por un muro, decorado en su parte interior con relieves de gran tamaño. La
iniciativa constructiva de Akhenatón, como iremos comprobando, es imparable, además del templo
construido en Karnak se piensa que pudo haber edificado otros monumentos en esta misma
localidad, también se le atribuye la construcción de templos solares en Menfis, Luxor, Heliópolis y
Medamud.
Entre el cuarto y quinto año de su reinado Akhenatón decide fundar una nueva capital, sede de la
nueva ideología religiosa.
Akhenatón debió pensar que era necesario nueva ciudad desligada de la tradición existente en
centros tan antiguos como Tebas o Menfis. El lugar elegido por el soberano se hallaba a medio
camino entre Menfis y Tebas, una extensión amplia que comprendía tierras de cultivo y una franja
despoblada, al Este, donde se llevó a cabo la mayor parte de la construcción urbana. El gran
proyecto urbanístico del faraón quedó registrado en unas tablillas esculpida en los montículos a
ambos lados del Nilo, son las conocidas como "Tablillas de Demarcación", en ellas queda
PREHISTORIA Y EGIPTO
expresada la idea de que fue el propio Atón quien guió al soberano hasta el lugar adecuado para
levantar la nueva Ajetatón "Horizonte del Disco Solar".
La ciudad de Ajetatón ofrece una oportunidad única para el estudio del urbanismo del Antiguo
Egipto ya que su abandono no implicó la destrucción del tejido urbano.
El primer aspecto que nos interesa destacar es la separación de las tierras destinadas a la
producción agrícola, situadas a la orilla oeste del río donde la población no debió ser muy
numerosa, y la zona urbana en la orilla oriental, donde se desarrollaron los grandes edificios
oficiales, palatinos y religiosos. Las tierras de cultivo eran suficientes para el abastecimiento de la
ciudad, dato curioso ya que supone un calculo equilibrado entre los medios de producción y la
población a sostener, asegurando de esta forma la independencia de la ciudad.
La ciudad no obedece a un trazado previo, fue creciendo de forma natural en torno a los
principales edificios, construidos en un punto focal (ciudad central). La vía principal de la población
era una larga avenida que comunicaba la "ciudad central" con la "ciudad del norte", donde se
levantó un segundo Palacio Real de menores proporciones y de carácter fortificado, posiblemente
residencia habitual del faraón, en torno al palacio existía un grupo de casas destinadas a los altos
funcionarios. En su extremo norte se hallaba un gran edificio administrativo junto con grandes
almacenes que aseguraban el suministro de la ciudad norte.
Akhenatón debió tener mucha fe en que sus ideas teológicas y la ciudad creada a sus propósitos
se proyectarían en el tiempo, por eso hizo construir su tumba en Ajetatón y fomentó el
enterramiento de los funcionarios de la corte en este entorno. La ciudad contiene sus propias
necrópolis, las tumbas excavadas en la roca se dividen en dos grupos al norte y al sur de la ciudad
central, en todas ellas sorprenden por la abundancia de paneles decorativos donde el propietario
de la tumba aparece como un personaje secundario, siendo los verdaderos protagonistas los
miembros de la familia real.
La tumbas de Akhenatón y su familia constituyen un nuevo Valle de los Reyes. En las estelas de
demarcación Akhenatón hace constar que construiría su tumba y la de su familia dentro de los
límites de la ciudad, escogió para ello un lugar bastante apartado, a unos 10 Km. al Este de la
ciudad principal. El ambicioso conjunto funerario nunca llegó a completarse, siendo la propia tumba
de Amenofis IV la más completa, que sigue los modelos de las tumbas reales del Valle de los
Reyes en Tebas. Sin embargo, el proyecto funerario de Akhenatón se diferencia en el carácter
comunitario de la tumba, de acuerdo a las excavaciones arqueológicas se ha podido deducir que
Akhetatón proyectó una tumba familiar, la importancia de la familia real como unidad se presenta
ante nosotros a través de las numerosas escenas conservadas con este motivo, hecho sin
precedentes hasta el reinado de Amenofis IV cuyo apego familiar se pone de manifiesto en este
proyecto funerario.
PREHISTORIA Y EGIPTO
El período amárnico será excepcional en las artes plásticas tanto por su calidad como por la gran
producción de piezas escultóricas y pictóricas que decoraron las numerosas construcciones de
Amenofis IV. Las imágenes del faraón y su familia son las que predominan, dejando la escultura
cortesana relegada, debemos pensar que la tradición egipcia había estado llena de imágenes
divinas que servían de referencia a los fieles, con la instauración del nuevo sistema religioso esas
imágenes se suprimen, siendo reemplazadas por la figura del faraón, de esta forma se explica la
abundancia y monumentalidad de la escultura áulica.
La iconografía sufrirá un cambio importante, el valor que primará en la escultura de Amenofis IV
será la expresión, los artesanos egipcios dieron muestra de su gran habilidad en la adopción de las
nuevas ideas. La mayor aportación iconográfica de Amenofis IV fue la configuración de una imagen
representativa de Atón, surge así el conocido símbolo del disco solar, extiende sus rayos acabados
en pequeñas manos, único rasgo antropomorfo, esta imagen estará presente en todas las
creaciones del soberano.
La iconografía sigue girando en torno al faraón y su familia, la gran mayoría de las escenas están
presididas por el idiograma de Atón. Nos parece interesante señalar que escenas típica como la
representación de la fiesta sed o los ritos de coronación no están presentes en el repertorio
amárnico. Estéticamente encontramos rasgos expresivos equiparables a la escultura de busto
redondo, el faraón y su familia aparecen con las misma peculiaridades físicas.
Dentro de una primera fase de las artes plásticas en el reinado de Amenofis IV, debemos destacar
los restos de veintiocho colosos procedentes de su templo de Karnak (hoy desaparecido), en ellos
podemos encontrar los rasgos de gran expresividad que caracterizan estos primeros momentos.
Se nos presenta a un faraón de rasgos exagerados, tanto en el rostro como en la anatomía,
sobresalen los gruesos labios, promitentes pómulos y la barbilla puntiaguda, el estomago abultado,
resaltado por su desnudez, es igualmente un rasgo que reclama nuestra atención. Creemos que
este profundo cambio estético bien pudiera estar relacionado con el sentido simbólico implícito en
el nuevo sistema religioso. Debemos señalar, aunque nos parezca una teoría poco probable, que
algunos estudiosos han querido ver en estas imágenes un reflejo del especto real del faraón,
achacando estas peculiaridades físicas a algún tipo de deformación patológica.
Tutankhamón (1334-1325) o Tutankhatón (como se lo llamó al principio) sucedió a Amenofis IV
(Akhenatón) a la edad de ocho años, estuvo bajo la tutela de Ay, que había sido uno de los
hombres más poderosos durante el reinado del faraón anterior. En nuevo monarca y su corte
permanecieron en el-Amarna unos años, pero trasladó de nuevo la capital a Menfis de forma
definitiva, aquí iniciaría una política de reconciliación con las tradiciones anteriores, iniciativa, que a
juzgar por la corta edad del monarca, debieron tomar los jefes militares y los altos dignatarios. Del
corto reinado de Tutankhamón no se destaca ningún hecho militar importante, ni nos ha dejado
huella de un reinado de explendor, por el contrario su reinado es el límite de la decadencia de la
Dinastía XVIII, pero Tutankhamón es, sin lugar a dudas, el faraón egipcio que más tinta ha hecho
correr por parte de estudiosos e historiadores, esto se debe al increíble hallazgo de su tumba casi
intacta.
El descubrimiento de la tumba de Tuntankhamon supuso en hito en la historia de la egiptología, se
trata de la única tumba hallada en su estado original. El descubrimiento tuvo lugar en 1922, a cargo
de Howard Carter, director de la excavación patrocinada por Lord Carnavon. Después de más de
seis años de trabajo, Carter encontró las gradas que conducían a la puerta de la tumba, que
encontraron sellada, los trabajos se prolongaron otros cuatro años más, en los que llevaron a cabo
un intenso y profundo análisis de los asombrosos hallazgos.
A pesar del gran descubrimiento que supuso, debemos señalar que la tumba de Tuntankhamon es
relativamente modesta, se construyó en el período de decadencia de la Dinastía XVIII y
Tutankhamon nunca fue un faraón poderoso, su muerte, acaecida a una edad temprana, nos habla
de un reinado efímero donde el soberano nunca llegó a asumir las riendas del Estado.
PREHISTORIA Y EGIPTO
La estructura de la tumba responde al modelo vigente en el-Amarna, un corredor conducía a una
antecámara (Sala de la Realeza Eterna), a continuación se abría otra pequeña estancia que daba
paso a la cámara funeraria, por último se encontraba la "Sala de la Restauración del Cuerpo".
La cámara funeraria era sin duda la más importante, en ella se depositó la momia del faraón,
encerrada en un rico sarcófago. También se encontraron en esta cámara los objetos suntuarios y
mobiliarios de mayor valor artístico, como los tres armarios de nobles madera y oro que formaban
parte del ajuar del difunto.
El ajuar funerario, a pesar de la modestia de la tumba, constituye uno de los grandes tesoros de la
arqueología de la Antigüedad. En la antecámara se encontraron tres lechos dorados flanqueados
por parejas de dioses y otros cuatro más modestos, todos ellos dispuestos para el uso del faraón
en su vida de ultratumba. Ya ante la puerta de la cámara funeraria, aparecieron dos estatuas, de
tamaño natural, de Tutankhamon presentaban aplicaciones de oro, mientras que el cuerpo estaba
ennegrecido con pez, estaban preparadas para albergar el alma (ka) del soberano, ambas
ostentan los símbolos del poder, el color negro de las imágenes aluden a la resurrección, no en
vano el limo fertilizador de la tierra que deposita regularmente el Nilo es de este color negruzco, se
trata de una característica iconográfica presente en la tradición funeraria anterior a Amenofis IV y
que se relaciona con el culto a Osiris (resucitado tras su muerte), el culto a este dios de los
muertos es el mito funerario más importante en la religión egipcia. Según la descripción de Carter,
estos eran algunos de los objetos más importantes hallados en la antecámara, pero se encontraron
muchos más objetos de gran riqueza como muebles, pequeñas estatuas, vasos de alabastro, etc.
Entre las piezas mobiliarias más destacadas se hallaba el impresionante trono de Tutankhamon,
considerado como de las piezas más ricas del arte suntuario de la Antigüedad. Su estructura es de
madera noble y toda la superficie se encuentra cubierta de materiales preciosos como el oro
(trabajado con la técnica del repujado) o incrustaciones de piedras semipreciosas y vidrios
policromados. El respaldo acoge una escena del faraón junto a la reina, cobijados ambos bajo los
rayos benefactores del dios solar Atón, iconografía que demuestra que la idea de Amenofis IV
siguieron ejerciendo una cierta influencia en el reinado de Tutankhamon, la escena conserva algo
de la cotidianidad que los artista de Amenofis IV habían desplegado en las representaciones de elAmarna.
PREHISTORIA Y EGIPTO
Aunque el inventario de la antecámara es mucho más extenso de lo detallado aquí, debemos pasar
a la cámara funeraria propiamente dicha. Al acceder a ella, no sin enormes dificultades, los
excavadores de Carter encontraron el armario destinado a contener los vasos canópicos
(contenedores de los órganos vitales del difunto, extraídos durante el proceso de momificación).
Presentaba una estructura cuadrada, flanqueada por estatuillas de madera dorada que
representaban a divinidades protectoras, estaba revestido con láminas de oro trabajadas en
relieve, las escenas representaban al faraón en compañía de las divinidades encargadas de la
conservación de los órganos vitales. La estructura se hallaba cobijada por un baldaquino que
posiblemente sigue modelos arquitectónicos; tanto la estructura como el baldaquino estaban
rematados por un friso de Uraeus (cobra protectora, símbolo de la fuerza y la destrucción). Al abrir
el armario se encontró uno más pequeño, realizado en alabastro, contenía los vasos canópicos.
El sarcófago del faraón se hallaba a continuación del armario canópico. En realidad se trataba de
tres féretros distintos, el más rico y suntuoso es de oro repujado y estaba salvaguardado por los
otros dos mayores de madera también adornados con aplicaciones de oro, esmaltes y piedras
semipreciosas. Los sarcófagos representan la imagen portando los símbolos del poder real: tocado
faraónico (nemos) con la cabeza de buitre y la cobra en la frente, la barba postiza y el báculo y el
flagelo que cruza sobre el pecho. La momia estaba envuelta en un rico sudario acompañado de
amuletos de carácter profiláctico y pequeñas láminas de oro con inscripciones jeroglíficas en las
que los dioses acogían al faraón como parte integrante del panteón divino.
Las líneas de investigación actuales no han podido aclarar donde está el límite entre la Dinastía
XVIII y la XIX, algunos historiadores consideran a Horemheb (1319-1307 a.C) como el último
monarca de la Dinastía XVIII, pero dentro de la historia del arte los que debemos destacar es que
su tumba marcó el modelo para todos los soberanos de la Dinastía XIX, concentradas en el Valle
de los Reyes.
El reinado de Ramses I (1307-1306 a.C) fue tan breve que las construcciones que pudiera haber
llevado a cabo son prácticamente inexistentes. Su sucesor Seti I (1306-1290 a.C) dirigió sus
intereses constructivos hacia Abydos, importante centro espiritual y de peregrinación desde los
lejanos tiempos del Imperio Antiguo, allí se encontraba la tumba mítica de Osiris, dios de los
muertos. Allí construyó un cenotafio (falsa tumba), siguiendo el modelo de las tumbas reales de la
Dinastía XVIII, lugar donde debía celebrarse la resurrección simbólica del monarca.
Seti I adopta una estructura distinta a la tradicional, sustituyendo el santuario único por una serie
de estancias dedicadas a dos tríadas divinas y una a el mismo, equiparándose de esta manera al
rango de los dioses. En la capilla en honor al faraón la iconografía de la decoración mural alude a
la natural posición que el soberano ocupa entre los dioses, nuevamente vemos como el arte es un
vehículo para la consolidación del poder real. Junto a su propia capilla, se construyó una sala
dedicada a Osiris, divinidad que como hemos mencionado anteriormente estaba estrechamente
vinculada a Abydos; la decoración mural de ésta alude a los misterios del dios y al alumbramiento
de su heredero Horus, en la escena también está presente Isis (esposa sagrada de Osiris, quien
hizo posible la resurrección de éste).
PREHISTORIA Y EGIPTO
Siguiendo la tradición de los soberanos de la Dinastía XVIII, Seti I también proyectó una ambiciosa
ampliación del gran templo de Karnak. Su idea era construir una gran sala hipóstila, de la que ya
hemos hablado. Las obras fueron concluidas por Ramses II, el resultado final fue el impresionante
bosque pétreo que constituye actualmente uno de los núcleos centrales del templo.
El prolongado reinado de Ramses II (1290-1224 a.C) ha sido considerado por los historiadores
como el último momento de esplendor en la historia del Antiguo Egipto. Su labor constructiva fue
inmensa, se hizo cargo de muchas de las obras iniciadas por su padre Seti I y realizó otras muchas
por propia iniciativa, aún así parece que sus obras no le parecían suficientes y no dudó en hacer
grabar su nombre en monumentos construidos por soberanos anteriores, práctica que no fue
exclusiva de Ramses II. La producción arquitectónica llevada a cabo por Ramses II ha hecho
pensar a los estudiosos que Egipto atravesaba por un momento de prosperidad.
Entre las numerosas construcciones del monarca, debemos señalar su templo funerario
(Rameseum) construido paralelamente al de su padre, en las cercanías del Valle de los Reyes. Su
estado de conservación es lamentable, como ocurrió con muchos monumentos fue usado como
cantera desde la antigüedad, ya los Ptolomeos reutilizaron el material arquitectónico del Ramseum.
Afortunadamente hemos conservado descripciones griegas de su aspecto original. A pesar de su
estado, no ha sido difícil identificar los diversos elementos que lo constituían, había un primer
pilono de acceso que daba paso a un patio descubierto, tras el cual un segundo pilono abría a el
PREHISTORIA Y EGIPTO
vestíbulo o segundo patio también descubierto, rodeado éste de columnas y pilares osiríacos. A
continuación se hallaba la hipóstila, con la misma estructura que en Karnak pero
considerablemente más modesta. El segundo tramo estaba constituido por tres amplias salas
dedicadas a las barcas sagradas de Amón, Mut y Khons, disposición que ya hemos visto en el
templo funerario de Hatshepsut en Deir el-Bahari. En la parte posterior del templo se construyeron
unos enormes almacenes de adobe que presentan un curioso sistema de cubierta abovedada. Sin
embargo, los elementos que más llaman nuestra atención son las veintinueve columnas
papiliformes, aún en pie, y el monumental coloso sedente que hoy yace, en el lugar donde cayó, a
la entrada del templo , esta impresionante escultura pudo alcanzar una altura de diecisiete metros.
Se trata de dos templos, uno dedicado a Horakhte y el otro en honor a Hathor. El primero estaba
orientado al Este; la fachada monumental, tallada en al roca, hacia las funciones del tradicional
pilono, en ella se instalaron cuatro colosos sedente de Ramses II que nos son estatuas exentas
sino un gigantesco altorrelieve, entre ellos se encuentra al puerta de acceso y un nicho destinado a
la imagen del dios titular del templo Re-Horakhte acompañado de Mat y User, estas tres
divinidades componían el primer nombre del faraón: Usermare, rastro que nos habla de la
personalidad egocéntrica de Ramses II. Las imágenes del faraón estaban acompañadas por
estatuas, de menor escala, de su esposa principal Nerfertari y sus hijos.
La única puerta de acceso conduce a una primera sala hipóstila con pilares osiríacos adosados, ya
desde este punto se pueden divisar las cuatro figuras sedentes de las divinidades (Amón, Ptah,
Re-Horakhte y el propio Ramses) que descansan en el santuario situado al fondo de la
construcción, estas imágenes fueron colocadas estratégicamente para que la luz solar las
alumbrara directamente durante determinados días del año. El santuario está decorado con
relieves muy descriptivos sobre las campañas militares emprendidas por Ramses II, conservados
en un magnífico estado, presentan la policromía original casi intacta, suponen una importante
fuente documental para el conocimiento de la vida militar de estos momentos.
PREHISTORIA Y EGIPTO
A continuación de éste, Ramses II mandó edificar otro templo de similares características
dedicado a Hathor y en honor a su esposa Nefertari. Siguiendo el mismo modelo la fachada se taló
en la roca, pero aquí las esculturas monumentales se encuentran entre contrafuertes tallados con
inscripciones jeroglíficas. Los dos colosos de Nefertari se encuentran flanqueados por dos del
faraón, un total de seis colosos que permanecen en pie. En la sala hipóstila se tallaron pilares
hathoricos y el santuario acoge una imagen de la diosa en su forma animal (vaca) acompañada por
una imagen del faraón, como ocurre en el templo de Deir el-Bahari (Dinastía XVIII).
Al igual que en arquitectura, la obra escultórica realizada por Ramses II sobrepasa con mucho la
producción de los restantes soberanos de la Dinastía XIX. De su padre Seti I se conserva una
magnífica escultura realizada en diorita de gran dureza, muestra al faraón en actitud ofertante, su
plegaría está dirigida a Osiris para que se muestre favorable a las obras que había emprendido en
Abydos.
Como hemos señalado, el carácter de Ramses II le impulsó a construir gigantescas obras
arquitectónicas, de forma que no nos sorprende que sus escultores se afanaran en la realización
de numerosos colosos, tipología que ya hemos visto en la Dinastía XVIII (colosos de Memnón).
Empezaremos contabilizando los cuatro impresionantes colosos del templo de Abu Simbel, uno de
ellos presenta graves daños, se trata en realidad de figuras en altorrelieve. Debemos mencionar
también un coloso, en posición erguida, en Menfis que actualmente permanece caido, alcanza una
altura de diez metros a pesar de la parte mutilada de la parte inferior de las piernas. Aún debemos
mencionar un coloso más, se encuentra en uno de los patios del templo de Karnak, en esta
ocación la imagen monumental del faraón está acompañada por la de una de sus hijas, esta
iconografía es frecuente en estos momentos, como otros muchos monumentos esta estatua a
sufrido el paso del tiempo, presentan daños considerables en el rostros del faraón, el lugar original
de este coloso no fue este, otra vez vemos una imagen descontextualizada.
Dentro del repertorio iconográfico de Ramses II podemos encontrar las más variadas topologías,
en este sentido señalamos una escultura, el faraón infante aparece protegido por un halcón; en
otra pequeña escultura, también conservada en El Cairo, vemos al Ramses postrado recogiendo
una rodilla bajo el cuerpo y estirando la otra pierna en una extraña postura, entre las manos sujeta
un pequeño pedestal sobre el que se encontraba la ofrenda (hoy desaparecido); también abundan
las representaciones de Ramses II junto diferentes dioses, en estos conjuntos Ramses II se
equipara a las divinidades, un buen ejemplo es el conjunto procedente de Abun Simbel, donde el
faraón se encuentra entre Amón y Mut.
Entre los faraones de la Dinastía XX destaca Ramses III (1182-1151 a.C), segundo soberano de
la última gran dinastía del Egipto Antiguo, será el último monarca que emprenda campañas
militares, su modelo de actuación fue su homónimo Ramses II, llego incluso a copiar textos enteros
pertenecientes a éste para atribuírselos a él mismo.
El papiro Harris, uno de los documentos más importantes conservados del Antiguo Egipto, detalla
las numerosas donaciones e iniciativas que Ramses III llevó a cabo, debemos suponer que la
situación socio-económica del país atravesaba un buen momento, factor esencial para comprender
la actividad arquitectónica desplegada por Ramses III.
Como fue habitual desde la Dinastía XVIII, Ramses III procede a la realización de una ampliación
en el gran templo de Karnak, este faraón añade un templo completo, de pequeñas dimensiones,
situado frente a la capilla de Seti II en el muro sur, su función era albergar las barcas sagradas.
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Su templo funerario será construido en la parte sur de la necrópolis, junto al edificio construido por
Hatshepsut y Tutmés III. El perímetro del templo estaba acotado por un muro de adobe, que le
daba aspecto de fortificación y que ya hemos visto en otros monumentos anteriores. Los
principales elementos del templo siguen fielmente el modelos ya utilizado por Ramses II, se
dispusieron dos pilonos de entrada precedidos por dos patios, a continuación se abría la sala
hipóstila y en última instancia se encontraba el santuario. La decoración de este monumento nos
remite directamente a los modelos iconográficos desarrollados por Ramses II. Algunos de los
elementos originales de este edificio lo constituyen la puerta-torre que contribuye al aspecto
fortificado y el palacio anexo al templo, el palacio fue construido en el lado sur del primer patio,
este edificio pude tener un sentido simbólico ya que aparece una gran ventana que nos recuerda a
la "Ventana de las Apariciones" muy repetida en las representaciones de Amenofis IV. La
estructura del este edificio nos remite de nuevo a la tipología ya empleada por Ramses II en el
palacio, también de carácter simbólico, que construyó en el Ramseum.
La producción escultórica de Ramses III, al igual que la escultura, se asemeja mucho a lo realizado
por Ramses II, de forma que la tipología preferida por el primero será el coloso,
desafortunadamente no se han conservado en un buen estado, pero aún se puede admirar
algunos de los colosos tebanos en sus lugares originales. Sin embargo, la imagen más completa
conservada de este faraón es la de su sarcófago, actualmente en Cambridge, porta los símbolos
del poder como báculo y en flagelo cruzados sobre el pecho, junto a la figura del faraón, labrada en
un bajorrelieve, aparecen las imágenes de divinidades protectoras.
Otra de las interesantes manifestaciones escultóricas correspondientes a Ramses III son los
relieves del templo de Medinet Habu. La iconografía está igualmente tomada de las imágenes de
Ramses II. Encontramos escenas referidas a diferentes rituales, algunas de las escenas son de
gran interés por ser inusuales en edificios dedicados a funciones religiosas, nos referimos a
escenas profanas que también se encontraron en la tumba de esta faraón.
Durante el reinado de los últimos faraones de la Dinastía XX se produjeron hechos significativos
que señalan claramente la disolución del orden socio-político del Antiguo Egipto. Entre estos
acontecimientos se encuentra el sistemático saqueo de las tumbas tebanas, muchos de estos
fueron llevados a cabo por altos dignatarios lo que nos indica la profunda crisis en la se encontraba
esta legendaria cultura.
PREHISTORIA Y EGIPTO
BIBLIOGRAFÍA
Bassegoda Nonell, J. Historia de Arquitectura
EDITIA MEXICANA 3era. ed
España, 1989. 17-69 p.p.
ENCICLOPEDIA
Arte y Esplandor del mundo Egipto
Traductor: González, Margarita
Edit. Promesa
México, 1985