Download Los ecosistemas forestales y el secuestro de carbono ante el
Document related concepts
Transcript
60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 1 Los ecosistemas forestales y el secuestro de carbono ante el calentamiento global José Alberto Pardos Madrid, junio 2010 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 2 La responsabilidad por las opiniones emitidas en esta publicación corresponde exclusivamente al autor de las mismas. Catálogo general de publicaciones oficiales http://www.060.es Prohibida la reproducción, incluso parcial, sin autorización del Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA). Autor de foto de portada: José Manuel García del Barrio © 2010 INIA Edita: Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria Ministerio de Ciencia e Innovación ISBN: 978-84-7498-529-0 ISSN: 1575-6106 NIPO: 475-10-008-7 Depósito Legal: MA 927-2010 Preimpresión, impresión y encuadernación: I.G. Solprint S.L. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 3 AGRADECIMIENTOS Mi agradecimiento a la Dirección del INIA por el interés mostrado ante este trabajo, que ha culminado en su publicación como Monografía de la Serie Forestal gracias al esmero y dedicación puestos en su edición por Ricardo Alía y Gregorio Montero. Asimismo, a los doctores Cipriano Aragoncillo, Ricardo Alía, Pilar Pita, Mª Carmen Muñoz, Marta Pardos y Miguel Angel Zavala por su información y sugerencias, que me han permitido enriquecer y mejorar el texto. También, de forma especial, a Felipe Bravo y Roque González Sualleiro, cuya revisión del manuscrito me ha conducido a subsanar errores, precisar algunos conceptos, ampliar el contenido y, en suma, introducir sustanciales mejoras en el mismo. Mi agradecimiento, asímismo, a Jesús de Miguel, por su acierto y buen hacer en la realización de material gráfico; agradecimiento extensivo a las personas del Servicio de Publicaciones del INIA y de la empresa de impresión y encuadernación del trabajo. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 4 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 5 PRólOGO los ecosistemas forestales y el secuestro de carbono ante el cambio global El cambio climático supone uno de las principales alteraciones al funcionamiento de los ecosistemas. Los ecosistemas forestales, entre ellos, destacan por albergar gran parte de la biodiversidad terrestre, y ser su correcto funcionamiento esencial para el mantenimiento de dicha diversidad. En los últimos años, muchos investigadores han realizado numerosos estudios intentando aclarar como el cambio global afecta en una triple vertiente: impacto habido en los ecosistemas, adaptación de los ecosistemas forestales ante las perspectivas de cambio global y mitigación del incremento de gases de efecto invernadero. Sin embargo, falta un análisis de toda esta bibliografía que ponga en perspectiva los distintos estudios temáticos, que analice las distintas visiones y que proponga una integración entre estos estudios para los especialistas en los distintos campos, pero también para el técnico encargado de la gestión forestal. Esta monografía va en este camino. Para ello, el Profesor Pardos, realiza una exhaustiva revisión bibliográfica sobre las publicaciones realizadas en el mundo, y más concretamente en España, aportando una sistematización de la información en distintos capítulos que nos ofrece una visión sobre los distintos aspectos del cambio climático y su relación con los bosques. Gracias a su especialización en fisiología forestal, se ofrece una visión funcional de dichos efectos sobre los bosques y sus componentes, lo que permite una mayor profundidad en las explicaciones e interpretaciones. El capítulo 1 del libro describe los cambios en el clima, indicando las evidencias existentes así como las predicciones sobre los cambios futuros. Nos permite de una forma sencilla comprender la magnitud del cambio al que se verán sometidos nuestros bosques. En el Capítulo 2, se analiza el carbono en los ecosistemas terrestres, dando una visión completa de cuales son los balances en los distintos compartimentos y se analiza el papel como sumideros y fuentes de carbono. El Capítulo 3 se enfoca a los árboles y los bosques ante el incremento de CO2 en la atmósfera. En el se presenta una completa revisión de los efectos que tiene el cambio global en los niveles anatómico, morfológico y fisiológico de los árboles. Constituye una revisión de dichos efectos que justifica por si solo la lectura del libro. El Capítulo 4 analiza la modelización y simulación de efectos en los bosques y la vegetación, a través de la revisión de los distintos tipos de modelos utilizados y el resumen de sus principales características. El Capítulo 5, enfocado al sector forestal en la mitigación del cambio climático, constituye un magnifico análisis de cómo 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 6 la gestión forestal puede contribuir a paliar los efectos del cambio climático a través de distintas actividades forestales: productos forestales, forestación, y la selvícultura. Por último el Capítulo 6, los montes españoles y el cambio climático, analiza la situación en nuestro país, con unas peculiaridades marcadas respecto a otros países de la UE. Esta monografía complementa algunas de las publicadas por el INIA relacionadas con este tema, como La captura del carbono y la gestión forestal (Monografía Forestal nº 9, por Luis Díaz Balteiro y Carlos Romero), y la Producción de biomasa y fijación de CO2 por los bosques españoles, (Monografía Forestal nº 13, por Gregorio Montero, Ricardo Ruiz-Peinado y M. Muñoz). Consideramos que esta nueva monografía ofrece una perspectiva actual sobre el tema a través de los distintos capítulos 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 7 INDICE Resumen . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .11 Abstract . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .13 1. los cambios en el clima, un referente de la vida . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .15 1.1. Evolución temporal y repercusiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .15 1.2. Mediciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .19 1.3. Modelos e incertidumbres . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .22 2. El carbono en los ecosistemas terrestres . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .25 2.1. Los gases de efecto invernadero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .25 2.2. Balance de carbono . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .27 2.2.1. Sumideros y fuentes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .27 2.2.2. Contenidos y secuestro de carbono . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .30 2.2.3. Flujos de CO2 y producción primaria neta en los bosques . . . . . . . . . . . . . . .36 2.2.4. El carbono en el suelo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .41 2.3. Potencial de captura de carbono . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .46 2.4. Análisis comparativo de los datos presentados . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .47 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 8 3. los árboles y los bosques ante el incremento de CO2 en la atmósfera . . . . . . .53 3.1. Respuestas en los diferentes tipos de bosques . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .53 3.2. Comportamiento a niveles inter-específico, inter- e intra-poblacional . . . . . . . . . . . . . .58 3.3. Interacciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .61 3.3.1. Contaminación atmosférica, ozono y lluvia ácida . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .62 3.3.2. Insectos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .65 3.3.2.1. Visión general . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .65 3.3.2.2. Plagas forestales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .66 3.3.3. Hongos patógenos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .68 3.3.4. Asociaciones simbióticas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .70 3.3.4.1. Micorrizas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .70 3.3.4.2. Fijación de nitrógeno . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .72 3.3.5. Fauna mayor . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .73 3.4. Incendios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .74 3.5. Efectos a nivel morfológico, fisiológico y anatómico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .78 3.5.1. Aspectos generales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .78 3.5.2. Incremento de CO2, cambios térmicos y fotosíntesis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .82 3.5.3. Crecimiento y biomasa, reparto y asignación. Otros efectos . . . . . . . . . . . . .85 3.5.4. Fotosíntesis y luz . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .91 3.5.5. Fotosíntesis y aclimatación al incremento de CO2 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .92 3.5.6. Respiración en oscuridad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .97 3.5.7. Relaciones hídricas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .98 3.5.8. Disponibilidad y uso de nitrógeno . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .103 3.5.9. Anatomía y propiedades de la madera . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .107 3.5.10. Rodales forestales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .110 3.6. Conclusiones preliminares . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .116 4. Modelización y simulación de efectos en los bosques y la vegetación . .119 4.1. Aspectos generales y tipos de modelos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .119 4.2. Modelos de fenología . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .121 4.3. Modelos gap . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .122 4.4. Modelos de crecimiento y basados en procesos fisiológicos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .124 4.5. Miscelánea de modelos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .127 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 9 5. El sector forestal en la mitigación del cambio climático . . . . . . . . . . . . . . .129 5.1. Introducción: Modelos y planificación de recursos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .129 5.2. Aprovechamientos y productos: Secuestro y emisiones de carbono . . . . . . . . . . . . . . . .132 5.2.1. Aspectos generales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .132 5.2.2. Emisiones de carbono . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .134 5.2.3. Captura de carbono y productividad forestal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .137 5.2.4. Deforestación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .142 5.3. Forestación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .144 5.3.1. Consideraciones previas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .144 5.3.2. La repoblación forestal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .146 5.3.3. Plantaciones forestales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .149 5.4. Selvicultura y economía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .155 5.5. Conclusiones preliminares . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .165 6. los montes españoles y el cambio climático . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .169 6.1. Sostenibilidad y producción de los montes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .169 6.2. Incremento de CO2 y alteraciones del clima . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .170 6.3. Estudios fitoclimáticos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .170 6.4. Respuestas en los ecosistemas a las perturbaciones y prácticas de manejo en el sector . . . . . .174 6.5. Vulnerabilidad a los cambios y captura versus emisión de CO2 . . . . . . . . . . . . . . . . . . .178 6.6. Captura de carbono en los montes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .181 6.6.1. Inventarios y biomasa arbórea . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .181 6.6.2. Contenido, secuestro y flujo de carbono en el suelo, la masa arbórea y los rodales forestales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .182 6.7. Conclusiones preliminares . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .189 7. Reflexión final y comentarios a los capítulos precedentes a modo de epílogo . . . . . 195 Referencias bibliográficas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .199 Anexo de acrónimos, abreviaturas y unidades utilizadas . . . . . . . . . . . . . . . . .249 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 10 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 11 RESUMEN El presente trabajo pretende ofrecer una visión panorámica de los efectos del incremento de CO2 en la atmósfera (en relación con el calentamiento global y favorecido antrópicamente) sobre el secuestro de carbono en los ecosistemas forestales y el comportamiento e interacciones de sus diversos componentes. Tras una referencia introductoria a la necesidad de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, firma del protocolo de Kyoto, sucesivos informes del PICC y recalcar el papel de los bosques como reservorios y sumideros de carbono, se dedica un capítulo a subrayar la incidencia de las variaciones del clima en la vida y su relación con los niveles de CO2; se mencionan diversas formas de medición para la reconstrucción de periodos climáticos pasados (destacando el papel de las mediciones dendrocronológicas) y el desarrollo de modelos de predicción, subrayándose las incertidumbres que entrañan. El segundo capítulo, después de aludir a las características de los tres gases de efecto invernadero más destacables (dióxido de carbono, óxido nitroso y metano), está dedicado al balance de carbono en los bosques. Se analiza su doble papel, de sumideros al absorber el CO2 y de fuente al producirse éste en diversas circunstancias (incendios, aprovechamientos). Se aportan datos bibliográficos sobre contenido en carbono de diversos biomas, flujos de carbono y producción primaria; se comparan datos de su capacidad de captura en vegetación y suelo en diferentes ecosistemas, destacando el importante papel de éste último como reservorio de carbono. En el siguiente capítulo, “los árboles y los bosques frente al incremento de CO2” se pasa revista a los cambios térmicos e hídricos que pueden derivarse del incremento de CO2 en los bosques templados, boreales y tropicales; también, al diferente comportamiento entre especies y niveles intraespecíficos (procedencias, poblaciones) y a sus predecibles desplazamientos en latitud y altitud. Los efectos e interacciones del incremento de CO2 sobre la polución atmosférica (con énfasis en su controvertido efecto sobre los daños causados por el ozono); su incidencia sobre las relaciones parásito- hospedador y el comportamiento social de los insectos en algunas plagas forestales, los hongos parásitos (enfermedades) y micorrícicos, la fijación de nitrógeno y un apunte sobre la fauna mayor, conformen un segundo bloque de este capítulo. A continuación, se contemplan las previsibles (y en algunas situaciones ya perceptibles) repercusiones del calentamiento global en la extensión, frecuencia e intensidad de los incendios forestales, destacándose la especial virulencia que pueden alcanzar en el ámbito de clima mediterráneo. En un amplio y pormenorizado quinto bloque se tratan aspectos concernientes a la estructura (efectos morfológicos y anatómicos) y funciones fisiológicas (fotosíntesis y cambios térmicos, aclimatación al 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 12 incremento de CO2 e interacción con la disponibilidad de nitrógeno y agua, entre otros condicionantes) de los árboles, haciendo referencia a una diversidad de especies y situaciones recogidas de la base bibliográfica utilizada. El cuarto capítulo se ha dedicado a la modelización. Se dan características generales de los modelos de fenología, modelos gap y modelos de crecimiento y modelos basados en procesos, para terminar nombrando una serie de modelos usados en el ámbito forestal, cuya aplicación se pormenoriza con ejemplos de trabajos publicados, a los que se dedica el capítulo siguiente, “el sector forestal en la mitigación del cambio climático”. En este quinto capítulo, tras una introducción sobre el uso de modelos en la planificación de recursos forestales (mas allá de la obtención de bienes tradicionalmente considerados tangibles) se pasa revista al secuestro de carbono por los bosques, su vinculación a la productividad forestal y a la categoría y uso de los productos obtenidos; también, a las emisiones de carbono y a las devastadoras consecuencias de la deforestación. Se continúa con un segundo bloque dedicado a la forestación, con sus dos vertientes, una de repoblación forestal, más relacionada (aunque no necesariamente en exclusividad) con la conservación y protección de recursos ambientales (la propia masa arbórea junto con las externalidades derivadas de su existencia) y la otra, en cuya naturaleza predomina el fin productivo, de la que son exponente las plantaciones con especies de crecimiento rápido para producción de pasta de celulosa y biomasa con fines energéticos. El papel jugado por la selvicultura en la potenciación de la capacidad de secuestro de carbono y los aspectos económicos implicados cierran este capítulo. En un sexto capítulo, bajo el título “Los montes españoles y el cambio climático” se recogen un buen número de aportaciones que, en relación directa o indirecta con el tema objeto central del presente trabajo, figuran en publicaciones de carácter nacional (y en algún caso, internacional) en forma de artículos en revistas, en actas de grupos de trabajo de la SECF, actas de reuniones científico- técnicas de la propia SECF y de otras asociaciones y plataformas de exposición de este tipo de actividades. Tras una información sobre la relación incremento de CO2 y alteraciones de climas locales, se enumeran y comentan aspectos sobre la dilatada y fecunda muestra de trabajos sobre fitoclimatología en España, se subraya el binomio sostenibilidad – producción de los montes y se incide en las respuestas de los ecosistemas a las prácticas de manejo y a las perturbaciones (incendios, plagas forestales), para terminar con referencia a los trabajos realizados sobre estimación cuantitativa de biomasa arbórea y su contenido de carbono en los montes, su condición de sumideros y su posible futura reconversión (parcial) en emisores si las condiciones de cambio climático (aumento térmico, descenso en el agua disponible, propensión a mas incendios) alcanzan valores críticos. Finaliza el trabajo con unas consideraciones generales sobre lo anteriormente expuesto, a modo de reflexión. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 13 ABSTRACT This work shows a general vision about the effects of CO2 increment in the atmosphere (related to global warming and anthropically favoured) on carbon sequestration in forest ecosystems and the behaviour and interactions of their components. A short reference to the necessity to diminish GEG emissions, the Kyoto protocol, the IPCC reports and the role of woods as carbon sinks and reservoirs do introduce the subject. Climate variations as life determinants and their relationship with temporal CO2 levels; the different measurement methodologies applied to reconstruct ancient climate periods (with emphasis in dendrochronology) and mathematical models as tools to predict future climatic conditions are integrated in the first chapter. After a reference to GEG (CO2, NO2, CH4) characteristics, a second chapter deals with carbon balance in the woods. Their double role as carbon sinks and sources (under disturbances) is analized. Some data taken from the bibliography on carbon content in different biomas, carbon fluxes and primary production are included. Carbon sequestration in soil (specifically emphasized) and vegetation are compared for different ecosystems. Trees and forests under the increment of CO2 are the broad subject of the following chapter. A first block of topics contains: Thermic and hydric changes predicted in temperate, boreal and tropical forests; behaviour of some species, provenances and populations and predictable migrations. A second block deals with the interaction of CO2 with pollution (with emphasis in ozone); host-parasite relationships, behaviour of forest pests and diseases, symbiosis relationships (nitrogen fixation and mycorrhizas), mayor fauna. The consequences of global warming on forest fires, with special reference to the Mediterranean ecosystems integrate another block. The different behaviour of main forestry trees under several ecological conditions is used to give a biological perspective to the response to CO2 and temperature increment through their effects on the morphology (growth), anatomy (wood) and physiology (photosynthesis, nitrogen and water availability). The fourth chapter is devoted to modelling. General characteristics of the different kinds of models (phenology, gap, growth, processes- based models) are shown. This information is complemmented in the following chapter (“The forest sector at the Climatic Change mitigation”) with references to works in modelling focused on the predictable responses to CO2 and temperature increment in forestry. A reference to models in forest resources planning (further that production of tangible goods) introduces the fifth chapter. This introduction is followed by a block about carbon sequestration 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 14 in connexion to forest productivity and the value and use of forest products; carbon emissions and deforestation are also discussed. A second block regards to forestation in two ways: one more closely related to forest ecosystems protection and biodiversity conservation (including externalities) and the other one with higher connexion with production (specially wood), the plantations with fast growing species for pulp industry and biomass as energy source being the main objective. The role of sylviculture and the economical approaches engaged in the potential for carbon sequestration in managed forests are the following topics. The last chapter is specifically devoted to “Forest (los montes, word with a bigger meaning in Spain than the usual one given to forest) and climate change in Spain”. Scientific and technical papers, some monographs and meeting presentations in relation with this subject (most of them edited by the Spanish Society of Forest Science) have been picked up. Some references on works which deal with phytoclimate, forest sustainability-production-management, disturbances (fires, pests) are followed by those concerning carbon content in the Spanish forests, the estimation of their CO2 sink capacity and the possible change to carbon source under the higher risk of fires linked to temperatures increase and rainfall decrease. Some general observations on the subjects dealt with along the exposition end the work. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 15 1. Los cambios en el clima, un referente de la vida 15 1. lOS CAMBIOS EN El ClIMA, UN REfERENTE DE lA vIDA 1.1. Evolución temporal y repercusiones La expresión “cambios en el clima”, integrada en el título dado a este capítulo, requiere una precisión previa a fin de distinguir entre las escalas de tiempo que caracterizan y definen el cambio climático y la variabilidad climática (Losada, 2009). Los cambios que ocurren a escala de 100.000 años, es decir los que han ocurrido durante el Pleistoceno, en concreto los periodos glaciares e interpluviales de la última glaciación (acaecida ininterrumpidamente entre 13.000 y 9.000 años atrás) entrarían en la definición estricta de cambio climático. Se hablaría de variabilidad climática para designar las alteraciones a escala de ciclos de unos 1.100 años, con un clima estable (sólo con pequeñas fluctuaciones de 10 a 15 %) en el que se ha desarrollado la vida en los últimos nueve mil años. El crecimiento de estalagmitas milenarias ha permitido leer la variabilidad de las lluvias monzónicas del verano asiático, que se relacionan con la variabilidad solar, la temperatura en el hemisferio norte, la evolución de los glaciares y los cambios culturales en China (Springer et al, 2008). El clima ha sido importante hilo conductor del asentamiento del ser humano, factor decisivo en la desaparición de civilizaciones y condicionante del cambio del nomadismo al sedentarismo; en consecuencia, determinante principal de la alimentación del hombre y, en último término, de la agricultura. Unas condiciones climáticas más cálidas, con precipitaciones mayores, hicieron posible el inicio del cultivo del maíz en Centro América, el del trigo y otros cereales en Oriente Próximo (actual Siria), el del arroz en Extremo Oriente (China) y el del sorgo en África, dando entrada al Neolítico. La domesticación de estas y otras especies taxonómicamente próximas, pero realizada en zonas geográficamente distantes, se ha considerado como la primera, y más radical, revolución verde (García Olmedo, 1998). Hasta nuestros días, la producción agraria se ha visto afectada por el clima, y cualquier cambio climático exigirá una adaptación a las nuevas condiciones y el consiguiente desarrollo de nuevos sistemas de producción científicamente asentados (Reilly, 1999). También la distribución de las especies arbóreas forestales ha cambiado continuamente con el clima, cambios evidentes en los bosques de Europa desde la última glaciación. Sin embargo, los modelos de simulación bioclimática dinámica aplicados a masas escandinavas de Picea abies evidencian que actualmente existe una relación mas estrecha que en el pasado entre cambios en el clima y la contracción del 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 16 16 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” límite norte de su rango de distribución, relación mayor que la existente con los rangos de expansión que vienen limitados por la dispersión de la semillas (Bradshaw et al, 2000). Hoy en día, el estudio experimental del clima y los resultados, análisis y conclusiones derivados del inmenso aporte de los registros meteorológicos configuran la ciencia del clima, que ocupa la atención de prestigiosas instituciones nacionales e internacionales. Sus investigaciones hacen posible un detallado conocimiento del clima pasado y, a través de una combinación de análisis empírico y aplicación de modelos numéricos, la previsión del clima futuro. Diversos programas internacionales, como GARP (Global Atmospheric Research Program) y TOGA (Tropical Ocean-Global Atmosphere evidencian los esfuerzos aplicados con tal propósito (Lamb, 2002). La preocupación sobre un calentamiento global ligado al incremento atmosférico de CO2 ha traspasado las fronteras del ámbito académico y suscita el interés y preocupación de la Sociedad en general (Weart, 2008). El Centro de predicción climática de NOAA (National Oceanic Atmospheric Administration) en EEUU facilita el índice climático NOA (North Atlantic Oscillation) que permite realizar predicciones de tiempo y clima; y suministra en la RED información sobre el clima esperable en periodos inferiores a 10 años (su escala de variabilidad). El sistema Tierra nunca está en estado de equilibrio absoluto. La historia del último milenio se ha analizado en función de los sucesivos cambios climáticos En el actual periodo interglacial la temperatura de la superficie terrestre ha variado a corto plazo (1-100 años) y a largo plazo (100-1000 años) en respuesta a factores externos, o a través de oscilaciones internas del sistema atmósfera-océano (Fagan, 2008). El modelo paleoclimático de Mann et al (1999) mantenía la existencia de una temperatura relativamente estable en el hemisferio norte durante el último milenio hasta la revolución industrial, patrón conocido como “bastón de jockey”, tomado como modelo del informe del PICC (Metz et al, 2001). Un nuevo modelo elaborado en el ámbito del mismo grupo científico (Rutherford et al, 2005) incorpora los datos provenientes de los avances técnicos recientes y lleva a concluir que dicha estabilidad no ha sido realmente tal y que han existido oscilaciones, como el Periodo Cálido Medieval (900 a 1200 d.C.) y la Pequeña Edad del Hielo (1500 a 1850 d.C.) (Fagan, 2009). Los registros de temperatura de los últimos 100 años deben interpretarse, por tanto, dentro de una perspectiva temporal mayor, que incluya los últimos 1000 años. En consecuencia, se trata de variaciones naturales a las que está superponiéndose el actual calentamiento de origen antrópico (Benito, 2008). Si se toma como referencia la temperatura media global en superficie del periodo 1961 a 1990, puede observarse una tendencia a que su tasa de aumento sea progresivamente mayor conforme avanza el tiempo y se reduce el periodo de años considerado, como se muestra en la figura 1.1 (PICC, 2007). En el análisis que lleva acabo Füssel (2009) sobre los riesgos de un cambio climático por acciones antropogénicas a la vista de las investigaciones publicadas desde el cuarto informe del PICC (2007), este autor llega a una serie de evidencias que substancia con diferentes referencias: Se mantiene el “palo de hockey” en contra de las críticas hechas al mismo (Wahl y Ammann, 2007), el aumento de la temperaturas medias no puede adscribirse a la actividad solar (Lockwood y Froehlich, 2008), el futuro será substancialmente más cálido que las previsiones hechas en el referido PICC para el siglo XXI, a corto plazo los déficit de agua en el suelo serán más acusados y, a largo plazo, mas frecuentes, con mayor fuerza en el Mediterráneo (Sheffield y Wood, 2008); también, las emisiones y las concentraciones de CO2 se han acelerado desde 1,30% por año en la década de 1990, a 3,30 % en 2000-2006, siendo buena parte de dicha aceleración atribuible a un crecimiento acelerado de la economía mundial y al descenso en la eficiencia del océano como sumidero (Canadell et al, 2007). 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 17 1. Los cambios en el clima, un referente de la vida 17 figura 1.1. Variación de la temperatura global en superficie respecto a la media del periodo 1961 a 1990 y temperaturas medias globales estimadas (IPCC, 2007) Asimismo, en paralelo con el aumento de temperatura, los niveles atmosféricos de CO2 han experimentado un incremento notable. Su concentración en la atmósfera, calculada en 200 ppmv (en volumen) al término de la última glaciación se ha incrementado gradualmente hasta alcanzar 280 ppmv al inicio de la revolución industrial del siglo XIX (en 9.000 años) y se han superado a finales del último siglo (en menos de siglo y medio) los 360 ppmv (Ciais, 1999), con tendencia a superarse en años venideros la concentración de 380 ppmv alcanzada actualmente (figura 1.2) (PICC, 2007). figura 1.2. Evolución del contenido atmosférico en CO2 en los últimos decenios. La concentración actual alcanza 380 ppm (IPCC, 2007) 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 18 18 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” En el último tercio del siglo XX, la expresión “calentamiento global” usada en el ámbito científico para designar ese progresivo aumento de temperatura salta a la Sociedad a través de los medios de comunicación y se habla de “cambio climático”; expresiones, sin duda, no correctamente identificables. La creación en 1988 del Panel Intergubernamental para el Cambio Climático (PICC) por los países pertenecientes a la Unión Meteorológica Mundial y las Naciones Unidas expresa la preocupación generalizada (aunque también por algunos rechazada) ante las variaciones registradas en algunas variables climáticas. En el tercer informe (PICC, 2001) se concluía que el clima estaba cambiando y que la mayor parte del calentamiento observado era probable que fuese causado por la emisión de gases de efecto invernadero. De hecho, se mantiene el concepto elaborado en la Cumbre de Río, según el cual “el cambio de clima se atribuye directa o indirectamente a la actividad humana, que se suma a la variabilidad natural del clima”. El cuarto informe (PICC, 2007) hace referencia a “cambio en el clima a lo largo del tiempo debido a variabilidad natural o resultado de la actividad humana”. Se hace, por tanto, más categórico, como lo atestigua el inequívoco calentamiento de la Tierra, con un aumento de temperatura del aire de 0.74º C y de las aguas de los océanos, el derretimiento del hielo y la nieve, el descenso del permafrost y el ascenso del nivel del mar, con una probabilidad > 90% de que las emisiones de gases de efecto invernadero sean las responsables de dichos hechos. Asimismo, se prevé un aumento térmico de 0,20 ºC por década; un aumento de temperatura de 2,00 ºC a 4,50 ºC si la concentración de CO2 se mantuviese en 550 ppmv, siendo muy improbable que la respuesta sea menor de 1,50 ºC. Incluso, las predicciones de los escenarios SRES (Special Report Emission Scenarios) del PICC pueden haberse quedado cortas a la vista del incremento de la tasa anual (por encima del 3 %) de las emisiones de CO2 para la década 2000 a 2010. Ello puede indicar una tendencia inversa (Sheehan, 2008); hipótesis, que de confirmarse, puede tener potenciales implicaciones en la política climática global (van Vuuren y Riahi, 2008). El calentamiento global y sus presuntos y diversos efectos a nivel geográfico (reducción en la masa de glaciares, ascenso del nivel de las aguas en costas) y biológico (alteración de pautas de conductas y ciclos de desarrollo en animales y plantas) viene siendo objeto continuo de atención por los medios de comunicación. Las predecibles repercusiones económicas, aun en el marco de las incertidumbres que suscita el tema, y teniendo muy presente las connotaciones políticas implicadas (no hay que olvidar la naturaleza intergubernamental del PICC), han dado lugar a un debate abundante a raíz de la publicación del Informe STERN (2006) por encargo del gobierno del Reino Unido al economista Nicholas Stern. En el informe se alerta sobre la contracción de la economía mundial (20%), la amenaza de extinción de las especies vivas (40%) y la emigración (200 millones de personas) por efecto de las inundaciones y sequía que provocaría el cambio climático en 2050 si no se interviene en las emisiones de CO2; intervención que sólo supondría un 1% del PIB mundial y que, de no llevarse a cabo, se expondría a una recesión que alcanzase el 20% del PIB global. En España, Terceiro (2009) analiza las repercusiones del cambio climático bajo una perspectiva económica y sustenta la necesidad de realizar inversiones públicas en la mitigación de sus efectos. Sin embargo, el papel asignado al incremento de CO2 en el aumento de temperatura para algunos científicos carece de suficiente evidencia; rechazan las conclusiones del informe STERN y relacionan la información derivada de los informes del PICC a intereses ajenos al ámbito científico. Cabe aludir en este sentido a las sucesivas comunicaciones científicas de Carter et al (2006 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 19 1. Los cambios en el clima, un referente de la vida 19 y 2007, entre otras muchas) y exposiciones orales de este investigador de James Cook University (www.youtube.com/watch?=FOLKze-GGcl). Aunque en ellas se reconoce la influencia de las actividades humanas en el clima, sostienen que no se ha identificado una señal humana distinta (de calentamiento o de enfriamiento) que se identifique con el sistema climático natural; y que, aunque muchos científicos anticipen que es más probable un calentamiento antropogénico, no existe evidencia sólida de que éste sea peligroso. Hacen notar (en referencias a las temperaturas y sus fluctuaciones en periodos de tiempo pasados de muy diferentes longitud) que la relación entre incremento de la concentración de GEI (Gases de Efecto Invernadero) y de temperatura es logarítmica y que no ha habido aumento en ésta desde 1998 a pesar del incremento de CO2 en 15 ppm (4%). En el ámbito de la controversia suscitada, el Director del PICC, Dr Pachauri (premio Nobel de la Paz 2007), haciendo referencia a la historia que ha llevado a la creación del Panel, y tras el séptimo informe elaborado en 2007, en Wallace Worth Public Lecture (2008, youtube.com/watchpopul) reafirma el carácter inequívoco de las predicciones, subrayando que en la elaboración del informe se han tenido en cuenta 2500 revisores expertos, 800 autores contribuyentes, 450 autores coordinadores y 130 países implicados. Es oportuno, sin embargo, añadir que la existencia de ciclos climáticos en torno a 1.100 años, evidencia que las condiciones de cambio climático que dieron entrada al Neolítico e hicieron posible la Agricultura, se repiten en la actualidad reflejándose en un ascenso global de la temperatura. Este fenómeno climático cíclico es inevitable (Losada, 2009). Los efectos provocados por las emisiones de gases de efecto invernadero se sumarían al mismo. Estas emisiones, a tenor de la tendencia actual, y si no se detienen, pueden alcanzar niveles que superen umbrales climáticamente críticos para la humanidad (o parte de la misma). De ahí, la necesidad de poner especial énfasis en el análisis, el diseño y la implementación de sistemas de observación de la Tierra y de las estrategias más convenientes para manejar los riesgos de las respuestas a un potencial umbral climático crítico (Keller et al, 2008). Cabe, finalmente, subrayar que, a decir de los expertos (Bosetti y van der Zwaan, 2009), el año 2009 probablemente será recordado por los políticos responsables en clima como el año en el que en el debate sobre el cambio climático pasará de cuestionarse si deben emprenderse acciones para su mitigación a determinar la extensión de las mismas, con un papel fundamental de la investigación en conceptos innovadores y la implementación práctica de opciones limpias. La captura y almacenamiento de CO2 es una tecnología de mitigación importante a la que debe unirse la reducción de emisiones por deforestación y degradación de los bosques, conocida como REDD. 1.2. Mediciones Las tecnologías actuales, tales como la extracción de muestras de hielo y sedimentos, la geoquímica de isótopos y los avances en estadística posibilitan el análisis del clima pasado en prolongadas escalas de tiempo y el conocimiento detallado de los repetidos periodos de glaciaciones e interglaciaciones durante los 750.000 últimos años. En la datación climática de periodos de tiempo más reducidos, el contenido en isótopos de oxígeno y las variaciones en uranio y torio en estalagmitas y corales son eficaces medios para estudiar la variabilidad del clima tropical, influido por el monzón y el fenómeno de El Niño. A escalas de tiempo más cortas, se pueden pre- 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 20 20 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” decir, con meses de antelación, temperaturas y precipitaciones para algunas regiones en algunas estaciones y de hecho puede hablarse de una auténtica “revolución del clima” (Lamb, 2002), especialmente manifiesta a partir de los cambios científicos y tecnológicos acaecidos en las últimas cuatro décadas. La parametrización de fuerzas primarias como son las variaciones solares, la actividad volcánica y las variaciones de los aerosoles y “gases traza” atmosféricos se ha aplicado, también, para elaborar modelos de simulación del clima y se ha puesto de manifiesto su importancia al explicar las variaciones de temperatura a escalas de tiempo prolongadas. La reconstrucción de las temperaturas anuales durante los últimos tres siglos, a partir de un modelo de balance energético basado en la acción de dichas fuerzas primarias, y su comparación con las derivadas del registro de los anillos de crecimiento radial del tronco de los árboles en varias estaciones del hemisferio norte en tres continentes, muestra la similitud en las tendencias de baja frecuencia entre las dos series de tiempos, y apoya la validez de ambos modelos en la simulación de la variación térmica (D`Arrigo et al, 1999). La anchura de los anillos de crecimiento de los árboles y, particularmente, la variación de la densidad de la madera tardía (madera de verano en el hemisferio norte) se han usado para reconstruir climas pasados sobre 1000 años y hacer conjeturas sobre el calentamiento producido en décadas pasadas. Sin embargo, se han obtenido divergencias en las reconstrucciones de temperaturas en las décadas recientes al usarse modelos lineales; divergencias achacables a que la tasa máxima de crecimiento se alcanza asintóticamente para una determinada temperatura y que, al sobrepasarse cierta temperatura, puede reducirse el crecimiento (Loehle, 2009). Para mitigar el problema, este autor propone tener en cuenta diversas limitaciones en relación con las características, por ejemplo fisiográficas, de los lugares de medición. La madera tardía es también un buen indicador de la sequía estival y como tal se ha utilizado en Pinus nigra corsicana para la modelización de las respuestas a las precipitaciones (Lebourgeois, 2000). En un trabajo posterior (Lebourgeois et al, 2004), se muestra que los modelos climáticos reflejan entre 18 y 26% de la variabilidad de los anillos de crecimiento en un añoso rodal de Quercus petraea (>300 años), con dependencia del balance hídrico y temperaturas en invierno para la madera temprana, y una mayor vinculación del comienzo del periodo vegetativo con la madera tardía. La influencia de la densidad del rodal, y en el caso de tratarse de una masa mixta contestar a la pregunta de qué especie podría dar un mejor registro de la evolución del clima con la medición de los anillos de crecimiento, se trata en el trabajo de Hurteau et al (2007), en el que se concluye que pies aislados proporcionan registros mas precisos; y que, bajo condiciones de densidad alta, en masas mezcladas, las especies tolerantes a la sombra, responden mejor a las fluctuaciones anuales que las intolerantes. Aspecto de interés práctico concierne al muestreo de los árboles y la necesidad de hacerlo (o no) con representación de todas las clases diamétricas. En el trabajo de Chin et al (2008) con Pinus contorta en Alberta (Canadá) se concluye que los pies de todas las clases diamétricas responden de igual forma al clima, lo que indica que es suficiente muestrear los de mayor diámetro en el rodal para obtener información rigurosa sobre las relaciones clima-crecimiento. La combinación de la anchura de los anillos de crecimiento con el análisis del ∂ 13 C es utilizada por Brooks et al (1998) en bosques boreales canadienses de Picea mariana y Pinus banksiana (cuyo límite norte está controlado por las temperaturas y el límite sur por el agua), y pone en evidencia que la correlación de dichos parámetros con las variables climáticas (temperatura 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 21 1. Los cambios en el clima, un referente de la vida 21 y agua) es diferente en ambas especies, lo que refuerza el concepto de que las especies responden individualmente al cambio climático. El uso de la discriminación isotópica del carbono (∂ 13 C ) como señal climática de poblaciones de Pinus sylvestris y Pinus nigra en los Alpes franceses, muestra que para ambas especies en lugares xéricos la señal tiende a estar dominada por la conductancia estomática y, en consecuencia, ∂13 C registra mejor las variaciones en la humedad del aire y las variables que controlan la humedad del suelo; mientras que en lugares mas fríos y húmedos la señal ∂13 C tiende a estar dominada por las variables que controlan la tasas de asimilación, principalmente la irradiación y la temperatura estivales. Los autores del trabajo (Gagen et al, 2006) subrayan el potencial de producir reconstrucciones de variaciones complejas de temperatura y precipitaciones en una climatología regional a partir de una sola población. Las correlaciones entre ∂13 C y ∂18 O en los anillos de crecimiento con las precipitaciones y la temperatura en se han usado también para poner en evidencia cambios climáticos regionales. En Australia, en masas de Callitris collumellaris, en una cronología entre 1919 y 1999, la relación entre ∂13 C y ∂18 O pasó de ser negativa hasta 1955, a siempre positiva después de 1976, lo que sugiere un aumento del control estomático de la fotosíntesis en las últimas décadas (Cullen et al, 2008). Cabe también mencionar, como método prometedor en el estudio de climas pasados, el uso de los ratios de ∂2 H (isótopo estable del hidrógeno) en los anillos de crecimiento, calibrados según temperatura y humedad (Keppler et al, 2007). La estabilización de la concentración atmosférica de CO2 en valores que permitieran detener o retrasar el aumento de temperatura para no superar un umbral conducente a daños catastróficos derivados de aquella ha sido objetivo de especial atención en los modelos de simulación aplicados. Sin embargo, el parcial incumplimiento de los límites de emisión marcados en el protocolo de Kyoto hace prever un aumento en años sucesivos superior a los límites establecidos en este. Usando el modelo de clima global HADCM2 (Cullen, 1993), se sostiene (Arnell et al, 2002) que si para el año 2170 se estabilizara la concentración de CO2 en 550 ppm, se retrasaría el aumento de la temperatura presumible en 2050 durante 100 años, y se reduciría el estrés por falta de recursos hídricos; asimismo se evitarían impactos por riesgos de enfermedades y hambrunas en el tercer mundo. Los autores, concluyen que la estabilización a 550 ppm parece necesaria. Abundantes registros de temperatura y precipitaciones en muy diversas regiones del Planeta revelan sustanciales cambios en sus valores medios, especialmente en los últimos cincuenta años, cambios cuya relación con el aumento de emisiones antropogénicas de CO 2 a la atmósfera adquiere carta de naturaleza. A este respecto, cabe mencionar los compendios de cambios de clima regional en Oceanía (Gillespie y Burns, 2000) y Este Asiático (Chang et al, 2003); y, de especial interés para España, en el Mediterráneo (Giupponi y Schechter, 2003). En esta obra de revisión, se pone énfasis en los indicadores de evaluación de daños, la diferente capacidad adaptativa al cambio climático en función del grado de desarrollo regional y los previsibles mayores impactos negativos en los países en desarrollo; asimismo, se hace referencia a la vulnerabilidad de las zonas costeras, los efectos sobre los recursos hídricos con específicas referencias a España y la aplicación de un modelo estocástico para evaluar los impact os de la sequía bajo diferentes escenarios climáticos en el sur de la Península Ibérica. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 22 22 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” Asimismo, existe por una parte una percepción de que los impactos sobre el clima por el CO2 liberado por uso de combustibles sólo persistirán algunos centenares de años. Sin embargo la revisión de los modelos aplicados para la parametrización de la absorción de carbono por la Tierra y los Océanos conduce a Archer y Brovkin (2008) a concluir que las emisiones persistirán en la atmósfera durante milenios y que los componentes del sistema como láminas de hielo, el nivel del mar, la temperatura del océano y los hidratos de metano se verán fuertemente afectados durante prolongados periodos de tiempo y que los impactos sobre el clima persistirán mucho más de lo que pueda imaginarse. 1.3. Modelos e incertidumbres Con anterioridad a la elaboración de los primeros mapas de circulación del aire, por los años 1940, ya los meteorólogos sospechaban que cambios bruscos en el patrón de circulación del aire en al atmósfera podía ser la causa principal de los cambios en el clima. La capacidad técnica de toma de datos y el desarrollo de sistemas informáticos para su procesado han supuesto un avance enorme en el conocimiento del clima y ha permitido desarrollar modelos climáticos. Sin embargo, a pesar de la copiosa información derivada del ingente número de datos climáticos obtenidos y modelos de simulación aplicados hasta nuestros días, siguen existiendo incertidumbres científicas y socio-económicas, cuyo grado aumenta al pasar de una escala global a una regional, y que condicionan la toma de decisiones a nivel técnico y político, de ahí la importancia de su cuantificación (Mann et al, 1999; Rutherford et al, 2005). Los cambios en el clima contienen un nivel de incertidumbre intrínseco dado el componente estocástico de los factores determinantes del sistema clima y la falta de conocimiento de su estado inicial, por lo que su predicción requiere un enfoque probabilístico. La mejor herramienta para su estudio son los modelos climáticos consistentes en programas informáticos con los que se resuelven numéricamente el conjunto de ecuaciones que expresan las leyes y principios que rigen el sistema climático usados en la predicción del tiempo, con cambios en sus límites, resolución y parámetros físicos (Mc Guffie y Henderson - Sellers, 2005). Los modelos climáticos globales permiten reproducir la distribución a gran escala de las principales variables climáticas y simulan aceptablemente los grandes rasgos del cambio climático observado, los cuales en gran parte coinciden cuantitativamente con los previsibles en el cambio climático futuro; si bien a escalas espaciales pequeñas se encuentran diferencias entre observaciones y resultados, así como discrepancias en los propios modelos globales (de Castro, 2008). Los modelos de circulación global, MCG, (General Circulation Models, GCM) o modelos de circulación global atmósfera-océanos (MCGAO) incorporan los efectos antropogénicos (aumento de concentraciones de gases con efecto invernadero) a las causas naturales y posibilitan la simulación del cambio climático predecible en periodos de 100 o mas años (Fagan, 2008). Los modelos regionales (RCM) son también modelos climáticos a menor escala que proporcionan mayor sensibilidad en la representación del clima. En conjunción con modelos MGC, los “modelos anidados” RCM-MGC” suministran estimaciones, geográfica y físicamente consistentes, del cambio climático regional para los requerimientos del análisis del impacto climático. Usan una malla sobre todo el globo terráqueo con una resolución horizontal de 250 a 600 km, 10 a 20 capas verticales en la atmósfera y hasta 30 en el océano (PICC, 2008). La aplicación de dos modelos RCM anidados con dos modelos MCG a 18 simulaciones de clima sobre EEUU y 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 23 1. Los cambios en el clima, un referente de la vida 23 Méjico pone en evidencia una mayor sensibilidad en la caracterización del clima actual y una mayor credibilidad para el futuro respecto al modelo MGC, si bien presentan sesgos dependientes de las regiones, sesgos que se propagan en las proyecciones futuras y deben tenerse en cuenta (Liang et al, 2007). Los modelos climáticos son viables para valores globales medios de los cambios y un número limitado de variables (por ejemplo, temperatura). En cualquier caso, llevan asociada gran incertidumbre, en parte debida a los escenarios climáticos elegidos y, también, al propio proceso de modelización, ya que los climas no son lineales; y su predicción requiere información complementaria sobre variabilidad y rango de variables climáticas adicionales como precipitaciones, radiación solar, vientos. La capacidad operatoria de los actuales superordenadores ha hecho posible el desarrollo de técnicas de regionalización que mejoran la información de los modelos MCG y proporcionan mayor detalle climático predictivo a escalas temporal y espacial (Giorgi, 2005). Por otra parte, la variabilidad interanual del incremento de la fracción de CO2 que permanece en la atmósfera no puede explicarse sólo por las variaciones en el uso de combustibles fósiles y parece reflejar cambios en los ecosistemas terrestres, con una conexión a los modos de tiempo y clima a gran escala, que suponen un desafío a la ciencia globalmente (Moore, 2008). Las incertidumbres epistémicas se originan del conocimiento incompleto de los procesos que influencian los sucesos y pueden reducirse con un mejor conocimiento del clima. El análisis de las fuentes de incertidumbre es objeto de una investigación interdisciplinaria con la que se pretende dar respuesta a preguntas sobre la naturaleza del clima pasado y futuro y sus sensibilidad a las acciones naturales y antropogénicas; preguntas sobre los impactos climáticos en los ecosistemas, en la economía y la sociedad y sobre las opciones y estrategias para la gestión de ecosistemas, sistemas económicos y sociales para responder a los cambios y reducir la vulnerabilidad a los mismos (Wanner et al, 2006). 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 24 24 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 25 2. El carbono en los ecosistemas terrestres 25 2. El CARBONO EN lOS ECOSISTEMAS TERRESTRES Se inicia este capítulo con una breve información sobre los principales gases (metano y óxidos de nitrógeno) que, presentes en la atmósfera junto con el dióxido de carbono, absorben y emiten radiaciones dentro del espectro de la radiación infrarroja térmica emitida por la superficie terrestre, fenómeno conocido como efecto invernadero. A continuación, se muestran algunos datos sobre sumideros y fuentes de carbono y el contenido y captura de carbono en suelo y vegetación de distintos tipos de ecosistemas terrestres, para pasar a tratar sobre los flujos de carbono y la producción primaria en diferentes bosques, con un apartado específico sobre el contenido y medición del carbono en el suelo, para terminar aludiendo a la capacidad potencial del secuestro de carbono. 2.1. los gases de efecto invernadero El dióxido de carbono y otros gases con efecto invernadero afectan directamente a los procesos biológicos en los árboles y, en general, a la ecología de los ecosistemas forestales (Karnosky et al, 2001). A partir del inicio de la revolución industrial del siglo XIX, la concentración de los gases de efecto invernadero (GEI) en la atmósfera se ha incrementado sustancialmente, con mucha mayor intensidad en los últimos decenios (Figura 2.1), debido a la intensificación de las emisiones, mayoritariamente antropogénicas. La tasa anual de incorporación a la atmósfera del carbono (acumulado durante largos periodos de tiempo en los bosques fosilizados del Carbonífero) se ha calculado en 1-2 µmol mol-1 año-1. Si dicha tasa se mantiene, se prevee superar con creces el valor actual (380 ppmv) y alcanzar una concentración atmosférica de CO 2 de 650-700 µmol mol-1 para el año 2075 (Kirschbaum, 2000). Dicho incremento provocaría un aumento de la temperatura terrestre global que, previsiblemente, si no disminuyen las emisiones, puede llegar a ser de 1,0 a 4,5ºC para el año 2100, en función de las tasas de emisión y otros factores condicionantes (Kirschbaum, 2003). 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 26 26 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” figura 2.1. Evolución de los contenidos en dióxido de nitrógeno, dióxido de carbono y metano en el último milenio (IPCC, 2001) El carbono es reciclado entre la atmósfera y los océanos y la biosfera terrestre en forma de compuestos orgánicos e inorgánicos, mayoritariamente como dióxido de carbono. El valor medio, referido al periodo 1989-1998, del carbono incorporado anualmente a la atmósfera (flujo de carbono) es de 3,30 ± 0,20 Gt año-1 (1Gt = 1015 g), valor derivado de la diferencia entre las emisiones, 6,30 ± 0,60 Gt año-1, (mayoritariamente procedentes de la quema de combustibles fósiles y cementeras) y la absorción por los océanos, 2,00 ± 0.8 Gt año-1 y la biosfera terrestre, 0,70 ± 1,00 Gt año-1, con una permanencia de la molécula de CO2 en la atmósfera de 2,50 años (Schimel et al, 1996). En el capítulo de emisiones también hay que incluir las debidas a cambios de uso de la tierra (en su mayor parte por deforestación), estimadas por Houghton et al (2001) para el periodo 1989-1998 en 1,70 ± 0,80 Gt año-1. Estos rangos tienen un cierto grado de incertidumbre dadas las limitaciones inherentes a su determinación y a la variación en los intercambios entre la atmósfera y los océanos y la biosfera terrestre en respuesta a variaciones climáticas. Asimismo, los autores anteriormente citados dan las cifras de 760 Gt, 2000 Gt, 500 Gt y 39000 Gt respectivamente para los contenidos de carbono en atmósfera, suelos y detritus, vegetación y océanos, respectivamente. Estas cifras muestran que el contenido de carbono terrestre es inferior a la décima parte del oceánico. Sin embargo, el flujo de carbono de la superficie terrestre con la atmósfera es algo mayor que con los océanos; y representa el 90% del flujo anual entre la atmósfera y 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 27 2. El carbono en los ecosistemas terrestres 27 la Tierra, de ahí el papel primordial que los ecosistemas terrestres, especialmente los bosques, juegan en el ciclo de carbono. El metano ha experimentado también un sustancial incremento en su concentración atmosférica, desde 700 ppbv de los tiempos preindustriales a 1700 ppbv, incremento mayormente ocasionado por las emisiones antropogénicas, como el cultivo de arroz, la cría de ganado, y la quema de biomasa (10% de las emisiones según Houghton et al, 1999) entre otras fuentes, las cuales representan el 70% de aquella (Prather et al, 1995). Las emisiones anuales, estimadas en unos 550 M t año-1, contrarrestadas con su destrucción, tuvieron en 1996 una tasa de incremento anual, en descenso, de 4 ppbv año-1 (Dluglokencky et al, 1998). Las plantas son la última fuente de carbono orgánico que determinados microorganismos utilizan para procesarlo en metano. Los sistemas forestales de montaña son normalmente sumideros de metano, ya que las tasas de consumo exceden a las de producción, aunque en algunos bosques puede revertirse esa tendencia en función del contenido en agua y convertirse en fuentes de metano (Megonigal y Guenther, 2008). Por otra parte, se ha sugerido la existencia de una producción abiótica de metano por tejido aeróbico (Keppler et al, 2006); aunque se probara experimentalmente, tendría un efecto de poca cuantía en el contenido atmosférico global de metano. El óxido nitroso (NO2), también con sustanciales incrementos en la atmósfera, tiene un origen natural (procesos biológicos en los suelos) y, principalmente antropogénico (cultivos, quema de biomasa, ganado), con valores de emisión anual estimados en 14 Mt N (Prasad, 1997). Al contrario que el CO2, el metano y el óxido nitroso no son absorbidos en el ecosistema; incluso los óxidos de nitrógeno pueden tener un efecto reductor en la absorción de CO2. Los datos suministrados por la Organización Meteorológica Mundial en Noviembre de 2008 revelan incrementos de 0,50 %, 0,34% y 0.25 % respectivamente en las concentraciones atmosféricas de los tres gases mencionados. 2.2. Balance de carbono 2.2.1. Sumideros y fuentes En el ecosistema biosfera terrestre es necesario distinguir entre el carbono almacenado en el ecosistema (árboles, vegetación subsidiaria, suelo y productos obtenidos) expresado en toneladas (o en gigatoneladas) por hectárea y el flujo de carbono, que es la corriente de carbono entre las existencias de carbono (contenido) en el ecosistema y la atmósfera. Asimismo, la expresión “sumidero de carbono” se refiere a la existencia de un flujo neto de carbono desde la atmósfera al sistema, mientras que la expresión “fuente de carbono” significa un flujo en sentido inverso, desde el sistema a la atmósfera. Su diferencia algebraica se refleja en el balance de carbono. En latitudes medias del hemisferio norte, dada la alta proporción de tierras a mares no parece que los océanos sean un sumidero de carbono importante, y sí lo son la vegetación y el suelo; y, por tanto, cabe pensar que los bosques templados y boreales comprendan la mayor parte del denominado “sumidero desaparecido” (Cannell, 1995). El análisis de la distribución latitudinal de fuentes y sumideros durante el periodo 1980-1996 mediante “modelos de inversión” (PICC, 2001) revela absorción de CO2 en latitudes mayores de 30º Norte y en los trópicos (entre 30º N y 30º S); y una absorción prácticamente nula en latitudes inferiores a 30º S. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 28 28 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” La absorción neta de carbono por los ecosistemas terrestres (principalmente los sistemas forestales) es el resultado de la diferencia entre el carbono absorbido (1,60 – 4,80 Gt C año-1) y el emitido a la atmósfera por cambios de uso de la tierra (1,40 – 3,00 Gt C año-1), diferencia positiva (0,20 – 1,80 Gt C año-1), aunque lejos de 6,30 Gt C año-1 emitidas por quema de combustibles fósiles (House et al, 2003); cantidades que, según otras fuentes (Marland et al 2007) ascienden a 7,00 Pg C año-1 para la quema de combustibles fósiles y 1-2 Pg C año-1 por deforestación tropical (1 Pg = 1 Gt). Valores medios, que al tener amplios márgenes de error (no siempre explicitados), conducen a diferencias en los datos dados por los diferentes autores que producen cierta confusión (compárense estos valores con loa transcritos anteriormente). La evaluación del ciclo del carbono y su emisión y absorción por cambios en el uso de la tierra en los tres últimos siglos, han sido revisadas en el estudio de Van Minnen et al, (2009). La aplicación del modelo IMAGE 2 (Integrated Model to Assess the Global Environment) junto con la base de datos HYDE (History Database of the Global Environment) pone de manifiesto las diferencias entre regiones en relación con el periodo de años considerado y las discrepancias con las cifras consignadas en estudios anteriores. Los resultados muestran altas emisiones en Europa y Norte América al final del siglo XIX (0,17 PG C año-1 en 1900 y un descenso a 0,130,15 Pg C año-1 para 1980 y 1990); en contraposición, en las regiones tropicales (especialmente América del Sur y África) las mayores emisiones se producen hacia 1980 para luego descender. Estos valores son más bajos que los consignados por Houghton (2003) y similares a los dados por House et al (2003). 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 29 2. El carbono en los ecosistemas terrestres Biomas 29 Superficie (106 km2) vegetación (Gt C) Suelo (Gt C) Total Densidad Total (Gt C) (t C ha-1) Bosques templados (EEUU, Europa, China, Australia) 10,38 59,00 100,00 159,00 153,00 Bosques boreales (Rusia, Canadá, Alaska) 13,72 88,00 471,00 559,00 407,00 Bosques tropicales (Asia sin China, África, Sudamérica) 17,55 212,00 216,00 428,00 275,00 Sabanas tropicales 22,50 66,00 264,00 33000 146,00 Pastizales templados 12,50 9,00 295,00 304,00 243,00 Tundra, pastos alpinos 9,50 6,00 121,00 127,00 134,00 Desiertos/semidesiertos 45,50 8,00 191,00 199,00 164,00 Ciénagas/z.pantanosas 3,50 15,00 225,00 240,00 686,00 Cultivos 16,00 3,00 128,00 131,00 82,00 Total 151,15 466,00 2.011,00 2.477,00 164,00 Tabla 2.1: Superficie y contenido en carbono en suelo y vegetación de diferentes biomas (Basado en datos de WBGU, 1998) Los bosques cubren una superficie de 41,70 x 106 km2 (27 % de la superficie terrestre) con proporciones de 25%, 33% y 42% respectivamente para los bosques templados, boreales y tropicales (tabla 2.1) y contienen el 77% de la biomasa viva. Se estima que el 80% del carbono que vegetación y suelos intercambian con la atmósfera corresponde a los bosques. Estos, al incorporarse el carbono en el crecimiento de los árboles, actúan como sumideros (2,30 Gt C año-1 en términos muy amplios) y juegan un papel importante en el balance de carbono, contribuyendo a reducir el contenido en la atmósfera del CO 2 procedente de las emisiones antropogénicas. Los bosques pueden ser, también, fuentes de carbono cuando sufren perturbaciones, por ejemplo muerte y corta de árboles, daños por agentes bióticos o abióticos, tales como plagas y enfermedades, incendios, tormentas, aludes y otros daños (Pregitzer y Euskirchen, 2004). Las emisiones netas anuales de carbono por cambio de uso de la tierra ascendieron a 2,00 a 2,40 Gt C año-1 en los años 1980, lo que suponía 23 a 27 % de la emisiones antropogénicas; valores reducidos a 1,70 ± 0,80 Gt C año-1 para el periodo 1989-1998 según Houghton et al (1999). Es la deforestación, especialmente la que ha tenido (y tiene) lugar en los trópicos, la mayor fuente de emisión de carbono: en 1980 supuso el 80% del carbono liberado a la atmósfera por biota y suelos (entre 1,80 y 5,70 Gt C año -1); cantidad que podría llegar a 9 Gt C año-1 (casi dos veces las emisiones fósiles) en nuestro siglo XXI 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 30 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” 30 si la deforestación aumenta en proporción al crecimiento de la población (Winjum et al, 1992). No obstante se ha constatado una tendencia a la reducción del flujo de CO2 tierra-atmósfera, que puede indicar una disminución en la deforestación. 2.2.2. Contenidos y secuestro de carbono Un inventario preciso del contenido en carbono en los bosques, dado por el Panel Intergubernamental de Cambio Climático distingue cinco acervos: biomasa aérea (vuelo), biomasa subterránea (raíces vivas), madera muerta, mantillo y hojarasca (litter, forest floor, en la terminología inglesa) y materia orgánica del suelo. La madera muerta incluye biomasa no viva (árboles caídos, tocones, raíces muertas). Los residuos leñosos caídos y muertos, y los tocones, configuran otro acervo de carbono (DDW, down and dead woody en la literatura inglesa) que se ha propugnado sea tenido en cuenta en la estimación de inventarios nacionales de gases con efecto invernadero (Woodall et al, 2008). Resulta difícil, si no se explicita, saber si en los datos dados en la bibliografía se integran (y cómo) todas estas partidas de carbono, pues generalmente, las grandes cifras sólo distinguen entre vegetación y suelo. En general, las cifras consignadas en la bibliografía manejada no hacen tan prolija distinción, como se refleja en los valores consignados en los párrafos que siguen. El contenido en carbono de los bosques es el mayor de todos los ecosistemas terrestres; está estimado en 1.640 Pg C por Sabine et al (2004) y es equivalente a un 220% del carbono atmosférico; cifra que difiere notablemente de los 1.146 Gt C para el conjunto de bosques boreales, templados y tropicales, cantidad deducible de la tabla 2.1 (Dixon, 1994; WBGU, 1998), aunque se aproxima más si se incluyen las sabanas tropicales (1.476 Gt C). Otras estimaciones (Waring y Schlesinger, 1985) dan los valores de 740 Gt C y 570 Gt C, respectivamente, para el carbono acumulado respectivamente en vuelo y suelo de los bosques del mundo, cuya suma (1.310 Gt C) se sitúa en un valor intermedio entre los dos valores últimos citados (tabla 2.2). Cabe pensar que las posibles restricciones que se apliquen a la denominación de bosque en cuanto a extensión, fracción de cabida cubierta y otras consideraciones (la inclusión, o no, de las sabanas), superficies quemadas o repobladas, pueden dar lugar a estas discrepancias; y, también, tener presente que las masas forestales que han alcanzado una edad media almacenan carbono a tasas mayores que las añosas. Clase Contenido total en C (Gt) 1 Gt=1 Pg fuente Ecosistemas terrestres 2.200,00 Dixon, 1994 Ecosistemas terrestres 2.477,00 Watson et al, 2000 Total de Bosques 1.640,00 Sabine, 2004 Total de Bosques 1.310,00 Waring y Schalesinger , 1985 Ecosistemas forestales 1.342,00 FAO, 2001 Bosques, templados, boreales, tropicales y sabanas tropicales 1.476,00 Watson et al, 2000 Tabla 2.2: Contenidos totales de carbono en ecosistemas y bosques de la Tierra citados en el texto 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 31 2. El carbono en los ecosistemas terrestres 31 El potencial de secuestro de carbono de un sistema forestal depende del contenido inicial en carbono orgánico, de las tasas de crecimiento y edad del rodal, de la capacidad biológica inherente al lugar y, finalmente, de la utilización de los productos que se obtengan. La proporción de carbono acumulado en suelo y vegetación varía entre ecosistemas y tipos de bosques. En latitudes elevadas, con clima frío, la materia orgánica se descompone lentamente; así, en los bosques boreales el carbono acumulado en el suelo llega al 80-90% del total, mientras que en el trópico, las temperaturas más suaves aceleran su descomposición y el carbono se reparte a partes iguales entre suelo y vegetación. El contenido de carbono (Gt C) en vegetación y suelos (en 100 cm de profundidad) y la superficie ocupada por los diferentes biomas, mostrados en tabla 2.1, basados en WBGU (German Advisory Council on Global Change, 1998) revelan apreciables diferencias entre tipos de bosques. Existe un contenido de carbono en el suelo mayor que en la vegetación para todos los biomas, salvo en los bosques tropicales en los que el contenido en la vegetación se iguala con el del suelo y sobrepasa con mucho al de la vegetación de cualquier otro bioma. Cabe, también, destacar la mayor cantidad de carbono en la vegetación por unidad de superficie de cualquier tipo de bosque en comparación con los otros biomas. figura 2.2. Contenido total en carbono (2200 Gt) y porcentajes del mismo en los diferentes ecosistemas (Tomado de FAO, 2001, según Dixon et al, 1994) Estas cantidades sufren pequeñas modificaciones en otras fuentes bibliográficas: por ejemplo en FAO (2001), tomando como fuentes Dixon (1994) y Schlesinger (1991) se da la cifra de 2200 Gt para el contenido total de carbono terrestre, con porcentajes de 26, 20, 10, 8 y 7 % para los bosques boreales, tropicales, pastizales templados, sabanas tropicales y bosques templados, respectivamente; un 9 % del carbono acumulado en suelo y vegetación se asigna a terrenos agrícolas (frente al 5,28% asignado en la Tabla 2.1, antes mencionada) y el resto se reparte entre la tundra, tierras pantanosas y desiertos (Figura 2.2). En la misma revisión de FAO (2001), el diagrama de barras de los contenidos en carbono por hectárea en el vuelo de los principales biomas 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 32 32 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” (Figura 2.3) muestra el gran valor del bosque tropical en comparación con los otros tipos de bosques y las tierras de cultivo. Cabe hacer notar que para el ecosistema bosque (vuelo + suelo) son los bosque boreales los que muestran esa primacía, al rebasar con creces el contenido en carbono en el suelo a cualquier otra formación. Las discrepancias en las cifras, en el caso de que sean acusadas, cabe interpretarlas como que no se refieren exactamente a los mismos conceptos por falta de precisión en la terminología empleada. figura 2.3. Contenidos en carbono (t ha-1) en el vuelo de diferentes tipos de vegetación (IPCC, 2000) Winjum et al (1993) hacen una evaluación del contenido de carbono en los bosques de 12 naciones clave del mundo con una superficie total de 2,90 x 109 hectáreas, que abarcan el 59 % de los bosques naturales, estimándose como una buena representación de los biomas forestales boreales, templados y tropicales. Se asume que la cantidad media de carbono almacenado viene dada por MCS= Σ (C ha-1) rodal en pie turno-1, siendo C ha-1 = volumen de madera x 1,60 (factor de conversión para obtener la biomasa total) x densidad de la madera x 0,50 (proporción de carbono) y no incluyendo el carbono almacenado en el suelo ni en los productos obtenidos. Asimismo, con la condición de que se lleven a cabo prácticas selvícolas para implementar y mantener el bosque, con la inclusión de la forestación de áreas potenciales estimadas en el trabajo (variables entre las naciones objeto del análisis) y que el sistema sea sostenible y no hubiera reducción en el secuestro de carbono en consecutivos turnos de corta, los autores obtienen un valor de 137,46 Gt C para el carbono almacenado en la superficie total considerada, que supone una media de 47,40 t C ha-1, si bien con un rango muy variable de medianas entre 15 y 126 t C ha-1. Dicho valor medio es un 55% de 86,10 t C ha-1 calculadas para la vegetación del conjunto de los tres tipos de bosques considerados anteriormente; valor, no obstante, que entra en el enorme rango dado por los autores y que refleja, una vez más, los enormes márgenes de error a que inevitablemente dan lugar estas mediciones. Los datos mostrados por Karjalainen et al (2000) para los bosques europeos cifran en 19.978 x 106 t el carbono almacenado, de ellas 7927 x 106 en la biomasa de los árboles, con un incremento anual de 900 x 106 t año-1 , un incremento anual total de 0,90 x 109 t año-1, un contenido medio de 53,20 t C ha-1 (prácticamente igual que la cifra obtenida en el trabajo citado anteriormente) y un valor máximo de 157 t C ha-1 para los pinares de Suiza . Otros datos posteriores (Karjalainen et al, 2003) referidos a 27 países europeos y 128,50 M ha de superficie dan un contenido en carbono de 12.096 Tg (biomasa + suelo), lo que supone 94,14 t ha-1. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 33 2. El carbono en los ecosistemas terrestres 33 Si se admite como referencia de la superficie de los bosques de Europa (incluida Rusia) la cifra de 10.013.940 km2 (FAO, 2007), y como contenido de carbono almacenado el valor dado anteriormente (19.978 x 106 t), se obtiene un contenido medio de 19,91 t ha-1, claramente inferior a los 53,20 t C ha-1. Esta disparidad puede achacarse a diferencias en la superficie forestal considerada, pero no tanto al incremento realmente habido por forestación en dichos años. En el mismo último trabajo reseñado, se da un valor de 130 t C año-1 para el secuestro total anual de carbono en los bosques de Europa, de ellas 101 t C año-1 en el arbolado y 28 t C año-1 en el suelo. Con una tasa de crecimiento de 3-4 m3 se asume un secuestro de carbono por ha de 1,40 t C ha-1 año-1. Cifras sensiblemente mayores dan Walle et al (2001) para el contenido en carbono en un bosque belga de haya y roble: 154,30 t C ha-1 para el arbolado (con 51,10% en el tronco), 134,80 t C ha-1 para la materia orgánica del suelo y 35,70 t C ha-1 para la hojarasca; cuyo total se refleja en la tabla 2.5. La distribución del contenido en carbono (45% en la vegetación, 50% en el suelo y 5% en el humus) en el hayedo Fougères, en el oeste de Francia, según datos obtenidos por Lecointe et al (2006), se añaden a los ya consignados para formaciones arbóreas de bosques templados, con los que muestran cierta similitud. Debe tenerse presente que los bosques gestionados (como son los europeos) tiene un contenido en carbono menor que los no alterados, aunque siempre en función del lugar y tipo de manejo; y sin olvidar las grandes diferencias que se encuentran al pretender comparar resultados entre situaciones, tipos de bosques, países y autores. En todo caso, el modelo CO2 FIX permite estimar el stock de carbono de un bosque y puede servir de referencia (en la WEB: www. efi.int/portal/research/projects/). El cálculo del contenido en carbono a nivel regional en el caso de existir una gran heterogeneidad espacial de los espacios forestales (por ejemplo unas superficies con cubiertas arbóreas dominantes y otras en turberas o simplemente espacios degradados, con matorral) requiere llevar a cabo un mosaico mixto de ambos tipos de bosque con mediciones en diferentes puntos de los mismos. En el trabajo de Weishampel et al (2009), con mediciones en una red de parcelas que cubrían 1 km2, en el caso de una cubierta arbórea dominante el 50% del carbono correspondía a la vegetación y el 30-40 % al suelo. Este último porcentaje ascendía a 90-99% en las turberas, con un contenido total de carbono de 1286 ± 125 Mg C ha-1, frente a un rango de 153± 19 a 197 ± 23 Mg C ha-1 (según especies) en el caso de formaciones arbóreas dominantes. Estas cifras evidencian que las turberas, a pesar de su baja producción, almacenan gran cantidad de carbono a lo largo de cientos de miles de años. De hecho, el carbono de las turberas se estima globalmente en un tercio del carbono orgánico total de la Tierra (Gorham, 1991). En la última década se han prodigado los trabajos en los que se proporcionan valores de los contenidos en carbono en grandes superficies (países o amplias masas forestales de los distintos continentes) basados en datos de los inventarios forestales nacionales y aplicando ecuaciones alométricas. También en algunos casos, esta metodología se ha completado con el cálculo del Índice de Vegetación de la Diferencia Normalizada (NDVI). En los párrafos que siguen se recogen algunos trabajos seleccionados. En China, para los bosques del Noreste del país, Tan et al (2007) utilizando datos de tres inventarios forestales (1984 a 1998) y datos (1982-1989) de índices de vegetación (NDVI) obtenidos mediante satélite, estiman un contenido total de 2,10 Pg C para la biomasa forestal, con una densidad de 44,65 Mg C ha-1 para la biomasa forestal con un incremento anual del 7% (0,0082 Pg C), que atribuyen al calentamiento global y a las actividades de forestación. También en China, en una extensa 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 34 34 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” zona subtropical, en 149 rodales de bosques de frondosas perennifolias, masas mixtas y monoespecíficas de Pinus massoniana y Cunninghamia lanceolata, se estimó la biomasa y la productividad primaria (4,41-8,35 t ha-1 año-1 ), el contenido en carbono (36,00-57,07 t C ha-1, en Tabla 2.3) y se sugiere que los bosques de frondosas perennifolios tienen gran potencial para la mitigación de las emisiones de CO2 por lo que la promoción de la sucesión de bosques de coníferas en frondosas perennifolias puede aumentar los sumideros de carbono en los bosques subtropicales del país (Zhang et al, 2007). En EE.UU., Woodbury et al (2008), para el periodo 1990 a 2005, dan para el sector forestal (incluyendo bosques y productos de la madera) un secuestro de carbono de 162 Tg C año-1, (1 Tg = 1012 g), lo que supone 10% de las emisiones del país en 2005 (con los mayores secuestros en el Pacífico NE); y representa entre 65 y 91% de todas los sumideros. Si bien el modelo espacial de contenido en carbono es similar al del flujo de carbono, los mayores contenidos de carbono no eran los mismos que los que tenían tasas de secuestro mayores con excepción del correspondiente a los árboles. En Méjico (Návar, 2009), se muestrearon un total de 872 árboles, pertenecientes a 40 especies de bosques templados y 39 del bosque tropical seco del noroeste del país para calcular el contenido en carbono, usando ecuaciones alométricas aplicadas a datos del inventario forestal para estimar la biomasa y deducir el contenido en carbono para sus diferentes componentes En conjunto se dan valores medios de 130 ± 4,20 Mg C ha-1 y 73 ± 7,10 Mg C ha-1 (1 Mg = 106 g) para la biomasa total y la biomasa aérea respectivamente. Las mediciones in situ de los contenidos y los flujos de carbono y el balance neto del ecosistema en una masa de Picea rubens y Abies fraseri a altitudes elevadas en Great Smoky Mountains National Park dieron los siguientes valores: para el bosque, 403 Mg C ha-1, casi la mitad en el suelo; los árboles en pie, predominantemente Picea, una media de 126 Mg C ha-1, con gran variación (CV= 39%); madera muerta, mayormente abeto, 61 Mg C ha-1; una tasa de secuestro en 10 años de 2.700 kg C ha-1 año-1; con incrementos sustanciales en 1998-2003 (3.110 kg C ha-1 año-1) respecto al quinquenio anterior (2.180 kg C ha-1año-1); un flujo de carbono del suelo de 1000 a 1.450 kg C ha-1 año-1. Se concluye que el sistema de árboles añosos estaba próximo a un flujo neutro de carbono (Van Miegro et al, 2007). En los bosques (frondosas y coníferas) de Carolina del Sur, Piedmont, durante 69 años (19342005), en una superficie de 2,80 x 106 ha, usando el inventario forestal y ecuaciones de regresión alométricas (Hu y Wang, 2008), la cantidad de carbono acumulada en la biomasa forestal aérea ha pasado de 57,36 Tg C a 139,20 Tg C por efecto del crecimiento y expansión de la masa forestal, lo que supone una tasa anual de 1,19 Tg C año-1 para la superficie total, que equivale a 425 g C ha-1 año-1 La influencia del desarrollo de un rodal arbóreo en el contenido de carbono en suelo, vuelo y parte subterránea, y vegetación accesoria, ha sido también objeto de estudio. En el trabajo de Taylor et al, (2007), con 24 poblaciones canadienses de Picea rubens, en una cronosecuencia de 140 años, se usa una función logística con cuatro parámetros no lineales para ajustar el contenido en carbono de cada lugar. La cantidad de carbono almacenado sigue un patrón sigmoidal, aumentando desde 94,40 Mg C ha-1 para la clase de menor edad hasta un máximo de 247 Mg C ha -1 para la clase de edad entre 81 y 100 años. Los autores subrayan la mayor influencia del carbono contenido en vuelo y raíces sobre la dinámica de su almacenamiento en el ecosistema y la proyección de los resultados en los planes de gestión forestal en el contexto de los bosques como potenciales sumideros de carbono. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 35 2. El carbono en los ecosistemas terrestres 35 La aportación de los residuos leñosos al mantillo es sensiblemente menor que la de las hojas, pero no deja de tener importancia en el ciclo de carbono y en el contenido en carbono de los sistema forestales. Así los reflejan los resultados encontrados por Vávrova et al (2009) al medir su contenido en tres bosques de pino silvestre en zonas de turbera desecada, con valores medios de incorporación anual de 5,70 – 15,60 g m-2 para la materia orgánica de los residuos leñosos y 92 -152 g m-2 para los provenientes de acículas, respectivamente; con un efecto ligeramente negativo de las claras sobre la acumulación de los restos leñosos. La estimación del contenido en carbono en un bosque tropical de Colombia, da un valor medio de 383,70 Mg C ha-1 (59% en suelo, 29 % en vuelo, 10% en biomasa de raíces, 2% en necromasa) en bosques primarios y 228,20 ± 13,10 Mg C ha-1 (84% en el suelo, 9% en el vuelo, 5% en biomasa de raíces) en bosques secundarios. Los autores (Sierra et al, 2007) concluyen que los valores de biomasa del vuelo conducen a subestimar el contenido total de carbono en el ecosistema. Cabe aludir, con un ejemplo, a los trabajos en los que se estudia la dinámica del carbono consecuencia del establecimiento de plantaciones forestales como parte del análisis del balance de carbono en los ecosistemas forestales. En plantaciones de Populus deltoides y P. deltoides x P. nigra, en llanuras aluviales (antes dedicadas a pastos) con un espaciamiento de 1 m x 1 m, a los 5 años se obtuvieron valores medios de biomasa respectivamente de 66,30 y 36,90 Mg C ha-1 , (sin diferencias en los patrones de asignación de carbono entre ambas) y pérdidas de carbono en el suelo y valores del carbono secuestrado en ambas plantaciones en un rango de 11,40 a 33,50 Mg C ha-1 (Dowell et al, 2008). La penetración o invasión natural de los árboles en zonas anteriormente ocupadas por pastizales u otras formaciones no boscosas y el aumento de la fracción de cabida cubierta a lo largo del tiempo es otro aspecto que reviste importancia a fin de estimar el secuestro de carbono que entraña el proceso de extensión del bosque cuando se calcula el “presupuesto” de carbono de un país. Con tal objetivo, se ha procedido a la reconstrucción de la estructura del bosque mediante series temporales y utilizando rodales de Pinus ponderosa generados por efecto de dicha penetración en Colorado (USA) para calcular la acumulación de carbono a través del tiempo. Las tasas de acumulación aumentan exponencialmente con el aumento de tamaño y la fracción de cabida cubierta, con diferencias marcadas por la pendiente y las condiciones de suelo, con una variabilidad acusada entre parcelas (0,09 a 0,70 Mg C ha -1año-1 durante el periodo 1980-2001 (Hicke et al, 2004). El secuestro de carbono en repoblaciones efectuadas sobre suelos objeto de anterior aprovechamiento de carbón por minería en superficie en los Apalaches ha sido objeto de atención por Amichev et al (2008). Los autores muestran la existencia de menor secuestro de carbono (118 a 148 Mg C ha-1) respecto a rodales ajenos a la minería (210 Mg C ha-1), con clara dependencia positiva de la calidad de estación y negativa con la edad del arbolado; resultados que parecen evidentes. Los efectos de los diversos usos de la tierra en el secuestro de carbono han sido también objeto de estudio, con especial atención en el trópico. En el trabajo de Kirby y Potvin (2007), al comparar tres clases de uso de la tierra (bosque manejado, sistema agroforestal y pastizal) en el trópico se encuentran sustanciales diferencias en el contenido en carbono de los tres ecosistemas (335 Mg C ha-1, 145 Mg C ha-1 y 46 Mg C ha-1 respectivamente), lo que evidencia que la protección de los bosques evitando su conversión en pastizal tiene un efecto muy positivo en el potencial de secuestro de contenido en carbono. Sin embargo, 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 36 36 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” dado que las especies que más contribuyen son también las más apreciadas para su aprovechamiento maderero, los autores son mas favorables al sistema agroforestal, como mejor equilibrio entre el secuestro de carbono y el mantenimiento de la biodiversidad, que a las plantaciones de monocultivo de teca. En todo caso, la incertidumbre de los análisis en la estimación del carbono secuestrado en los diferentes biomas es patente. En el análisis comparativo de las incertidumbres sobre los valores dados para el secuestro de carbono en un bosque templado (Picea abies en Centro Europa) y un bosque tropical en América Central, Nabuurs et al (2008), usando el modelo CO 2FIXV.2 (véase el capítulo sobre modelización), muestran que el contenido en carbono, la densidad de la madera y el crecimiento corriente son los factores con mayor influencia, con una desviación típica doble en el bosque tropical secundario respecto al bosque templado en el contenido en carbono para la densidad de la madera y el crecimiento corriente, y una desviación diez veces mayor en la incertidumbre para la tasa de mortalidad, hechos que deben ser tenidos en cuenta a efectos de valoración comparativa. figura 2.4. Absorción terrestre global de carbono y flujos a la atmósfera, expresados en Gt C año-1 (PPB, PRODUCCIÓN PRIMARIA BRUTA; PPN, PRODUCCIÓN PRIMARIA NETA; PPNE, PRODUCCIÓN PRIMARIA NETA del ECOSISTEMA; PNB, PRODUCCIÓN NETA del BIOMA (Modificado de Watson et al, 2000, según Steffen et al, 1998). 2.2.3. flujos de CO2 y producción primaria neta en los bosques El potencial de secuestro de carbono de una masa forestal dependerá de la composición de especies, su estructura y clases de edad y de las características de la estación, incluyendo clima, suelos y gestión. En términos muy amplios, con carácter general, la absorción global de carbono da lugar a una productividad primaria bruta (PPB) global de carbono estimada en 120 Gt C año-1 (Figura 2.4, basada en datos tomados de Steffen et al ,1998); cantidad que incluye la fotorrespiración en plantas C3. La productividad primaria neta (PPN), diferencia entre PPB y la res- 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 37 2. El carbono en los ecosistemas terrestres 37 piración mitocondrial (autotrófica), devuelve a la atmósfera 60 Gt C año-1. La otra mitad se incorpora como productividad primaria neta del ecosistema (PPNE) (o intercambio neto del ecosistema, mostrado como negativo). En su descomposición (respiración heterotrófica) se emiten a la atmósfera unos 50 Gt C año-1; con ello quedan 10 Gt C año-1 retenidos a medio plazo, cantidad de la que se liberan a la atmósfera alrededor de 9 Gt C año-1 por causas diversas (perturbaciones varias, cortas de madera). La cantidad restante, ±1 Gt C año-1, calculada como producción neta del bioma (PNB), representaría la producción de materia orgánica de una región que contuviera un amplio rango de biomas y se considera un valor apropiado para el balance neto de carbono para grandes superficies y prolongados periodos de tiempo (Steffen et al, 1998). Si bien la relación entre PPB y PPN depende del ecosistema, dado el grado de incertidumbre de los valores de PPN motivado por la dificultad de su medición, en un trabajo posterior (Gifford, 2003) se da para PPN un valor medio de 0,47 ± 0,05 t C año-1 para un rango de ecosistemas; y más variables todavía son los valores dados para el cociente PPB/PNE derivados de los datos obtenidos de las mediciones “eddy covariance”. Sin embargo, es predecible que la tasa de incremento de la productividad primaria neta no sea en el futuro la misma que en el pasado. Ello, unido al hecho de que la respiración aumenta exponencialmente al elevarse la temperatura, puede conducir a una situación en la que los ecosistemas terrestres pasen de ser sumideros a fuentes de carbono, proceso que puede acelerarse por diversas alteraciones en los mismos (WBGU, 1998). Esta situación se vuelve a comentar en los capítulos 5.2 y 6. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 38 38 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” figura 2.5. Contenido en vuelo, raíces y suelo (t C ha-1) y flujos (t C ha-1 año-1) de C en un bosque templado mixto de Carya y Quercus en Tennesee (EEUU). PPB, producción primaria bruta; CCV, contenido de C en el vuelo; CCS , contenido de C en el suelo; INCV, incremento neto de C en el vuelo; INCR, incremento neto de C en las raices; ▲CCS, incremento de C en el suelo; RA, respiración autotrófica; RH, respiración heterotrófica; Rh, respiración de las hojas; RL, respiración del leño; RR, respiración de las raíces; DV, desfronde del vuelo; DR, desfronde de las raíces; T, traslocación vuelo a raíces (Modificado de Watson et al, 2000). Con datos provenientes de la red EUROFLOX y de diversos autores recogidos por Watson et al (2000), para Norte América se da un rango de intercambio neto de carbono en el ecosistema (INE) de 2,50 a 7,00 t C ha-1 año-1, en función de sitio, composición de especies y grado de manejo de las masas forestales. En la figura 2.5 se muestra gráfica y numéricamente un conjunto de datos (contenidos, t C ha-1 en árboles y suelo; flujos (respiración), t C ha-1 año-1; y producción primaria, t C ha-1) que conforman el balance neto de carbono en un bosque mixto de Carya y 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 39 2. El carbono en los ecosistemas terrestres 39 Quercus, en Tennessee (EEUU), como ejemplo de bosque de zonas templadas. Estos valores de producción primaria neta anual, y los recogidos en los párrafos siguientes (procedentes de otros trabajos referenciados en la bibliografía consultada) se muestran conjuntamente en la tabla 2.3. Clase roducción Primaria Neta (t C ha-1 año-1 ) fuente Bosques (valor medio global) ±1,00 Steffen et al, 1998 Bosques (valor medio global) 0,47 Gifford et al, 2003 Bosques boreales (Suecia) 0,16-0,23 Smith et al, 2008 Bosques Minesota (EEUU) 2,60-2,90 Weishhampel et al, 2009 Bosque europeos 2,50-7,00 EUROFLOX Bosque tropical amazónico (vuelo) 3,10 Deducido de datos de Watson et al, 2000 Bosque templado de frondosas, Tennessie, EEUU (vuelo) 1,70 Deducido de datos de Watson et al, 2000 Bosque de coníferas boreales (vuelo) 1,10 Deducido de datos de Watson et al, 2000 Bosques boreales de frondosas 0,70 -2,70 Barr et al, 2002 Bosques templados de frondosas 0,60 -2,40 Barr et al, 2002 Pinus sylvestris, Bélgica 3,10-3,80 Sampson et al 1981 0,42 Hu y Wang, 2008 Pinus ponderosa, Colorado, EEUU 0,09 – 0,70 Hicke et al, 2004 Plantaciones de Populus 7,38-13,20 Dowell et al, 2008 Carolina del Sur, Piedmont Tabla 2.3: Valores de producción primaria neta (t C ha-1 año-1) en los trabajos citados en el texto (uniformizadas las unidades de los trabajos citados a t C ha-1 año-1) Comparando estos valores con los de un bosque tropical húmedo en Amazona y un bosque boreal de Picea en Canadá (tomados de los mismos autores), se pone de manifiesto que mientras el carbono almacenado en el vuelo en el bosque templado suma 79 t C ha-1, en el bosque tropical húmedo se eleva a 217 t C ha-1 y en el bosque boreal se reduce a 55 t C ha-1, orden relativo que se mantiene para los valores del carbono en la biomasa de raíces. Es, por el contrario, en el bosque de coníferas donde las bajas temperaturas y una menor respiración heterotrófica, conducen a un mayor almacenamiento de carbono en el suelo, 390 t C ha-1, frente a las formaciones de frondosas del bosque tropical, con 162 t C ha-1, y sólo 56 t C ha-1 en el bosque templado. Los valores registrados de producción primaria bruta anual (PPB) son respectivamente 16,80 t C ha-1año-1, 30,40 t C ha-1 año-1 y 9,60 t C ha-1 año-1 y los de productividad primaria neta del vuelo 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 40 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” 40 3,10 t C ha-1año-1, 1,70 t C ha-1año-1 y 1,10 t C ha-1 año-1. Los valores de producción primaria neta del vuelo en bosques canadienses, calculada mediante un modelo basado en el inventario forestal (CBM-CF2) que incorpora diferentes tipos de alteraciones de la masa (fuegos, insectos, aprovechamientos) varían entre 72 y 293 g C m-2 año-1 (0,72- 2,93 t C ha-1año-1) dependiendo del tipo ecoclimático, tipo de bosque, edad y productividad de la estación (Li et al, 2002); y en cuyo rango se sitúa el valor medio dado anteriormente para bosques boreales de Picea. No muy diferentes de los valores consignados en el párrafo anterior son los valores dados por Barr et al (2002) - 0,70-2,70 t C ha-1 año-1 y 0,60 -2,40 t C ha-1 año-1 respectivamente- para la productividad primaria neta anual del ecosistema (PPNE), (calculada a partir de la medición de los flujos de CO2 por la técnica de “eddy-covariance”) para dos bosques de frondosas, boreal y templado. A pesar de tener rangos de variación similares, contrastan sus respuestas interanuales en el control de PPNE por efecto de la subida de la temperatura al inicio de primavera: un incremento de la fotosíntesis y aumento de PPNE, sin apenas efecto sobre la respiración en el bosque boreal; y aumento de la temperatura del suelo y de la sequía, que promueve la respiración y reduce la fotosíntesis, en el bosque templado. En todo caso, y a pesar de que ya en 2001 se constataba (Baldocchi et al, 2001) la existencia de mas de 200 estaciones en diferentes países con estaciones de medición de los flujos de intercambio gaseoso por “eddy-covariance”, las fuentes de incertidumbre que arrojan los datos registrados han sido objeto de amplia discusión (Grace y Zhang, 2006). En dicho rango se sitúan los datos dados por Sampson et al (1981) para el intercambio neto del ecosistema (INE entre 3,10 y 3,80 t C ha-1 año-1) en un pinar de P. sylvestris de 70 años de edad en Bélgica con absorción mayoritaria de carbono en primavera y verano y liberación neta en otoño e invierno. El valor de PPB (18,90-19,70 t C ha-1) es muy superior al consignado anteriormente para bosques de coníferas boreales, respecto a los cuales también muestra mayor actividad respiratoria en el suelo (25-27% de PPB) y una respiración heterotrófica que supone un 32% de la emanación de carbono del suelo, diferencias muy marcadas por las temperaturas. El mismo grupo científico, años mas tarde (Janssens et al, 1999) obtiene valores de 248 t C ha-1 para el carbono total de un rodal de la misma especie y edad, un 42% del mismo corresponde a la fitomasa, de la cual las raicillas suponen solamente un 2%. Datos adicionales de la productividad primaria neta (PPN) en distintos biomas debidos a Saugier et al, (2003), con la peculiaridad de insertar de forma específica e independiente las formaciones boscosas mediterráneas, son los mostrados en la tabla 2.4. Bioma Bosque Bosque Bosque Bosque Tundra Sabana Desiertos Agricultura tropical templado mediterráneo boreal tropical y pastizales PPN t C ha-1 año-1 12,50 7,70 5,00 1,90 0,90 5,40 1,20 3,10 Tabla 2.4: Valores de la productividad primaria neta (PPN) en t C ha-1 año -1 (Saugier et al, 2003) 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 41 2. El carbono en los ecosistemas terrestres 41 Cabe hacer mención a los ecosistemas de transición, típicos de bosques boreales y templados, con gran heterogeneidad, que incluyen zonas de frondosas en mezcla y otras de coníferas en turberas, éstas con altos contenidos de carbono. Valores de referencia pueden ser los calculados por Weishampel et al (2009) para áreas de la antedicha condición en Minesota (EEUU), en un rango para valores medios de 153 Mg C ha-1 para formación de frondosas y 197 Mg C ha-1 para coníferas (50%, vegetación; 35-40%, suelo; resto, detritus vegetal) en zonas de mayor elevación, sensiblemente menores que las 1.286 Mg C ha-1 (90-99%, suelo), valor medio dado por estos autores en turberas con aliso y “picea negra” (Picea mariana). Los valores medios de producción primaria neta en las zonas de bosque asciende a 2,60-2,90 Mg C ha-1 año-1; 2,80 Mg C ha-1 año-1 para turberas con cubierta forestal y 1,50 Mg C ha-1 año-1 para turberas abiertas; valores altos para las turberas abiertas a pesar de su baja producción, al haber acumulado carbono durante miles de años. Todas las cifras reseñadas muestran las claras diferencias existentes en el secuestro, flujos de carbono y productividad de los diferentes tipos de bosques, diferencias ligadas a las existentes en la longitud y factores climáticos que caracterizan su periodo vegetativo. A ellas, a largo plazo, se suman las diferencias inherentes a la capacidad de crecimiento de la especie, el grado de madurez de los rodales y las posibles alteraciones que puedan sufrir los ecosistemas, todos ellos factores condicionantes de los flujos de carbono medidos en los diferentes ecosistemas. El uso de los inventarios forestales nacionales (ya mencionado) para estimar los contenidos en carbono y la productividad primaria neta de los ecosistemas forestales a gran escala mediante muestreo y aplicación de ecuaciones alométricas se ha complementado (o sustituido) con la aplicación de modelos de procesos (por ejemplo, el modelo de productividad CO 2FIX) que integran datos NDVI obtenidos con sensores remotos con los que se mide la radiación fotosintéticamente activa absorbida por el dosel vegetal y se relaciona con la productividad en biomasa. Con esta tecnología Smith et al (2008) han obtenido valores para la productividad primaria neta de bosques boreales de coníferas en Suecia en un rango de 0,16-0,23 kg C m-2 año-1, y que en su conjunto supone 6-9% de toda la PPN de los bosques boreales y 0,30 a 0,40 % de la productividad global en los bosques de la Tierra. Las posibilidades, ventajas y problemas implicados en su aplicación a los bosques de Italia, con la incorporación de técnicas eficientes para el procesado de los datos NDVI, han sido también objeto de análisis por Chirici et al (2007). 2.2.4. El carbono en el suelo En el epígrafe precedente (2.2.3.) se han dado algunos datos generales sobre el contenido en carbono y el flujo de CO2 desde el suelo a la atmósfera en los grandes tipos de bosques. En lo que sigue, se precisan algunos conceptos y se amplia la información con referencia a investigaciones específicas referentes a la medición de ambos valores componentes, el papel y significación de la respiración, y los efectos que los diferentes factores de la biosfera ejercen sobre aquellos. La expresión “carbono en el suelo” se refiere, en sentido estricto, al contenido en su materia orgánica (carbono orgánico) y no comprende el carbono contenido en la hojarasca y mantillo (litter o forest floor en la terminología inglesa). El carbono orgánico del suelo constituye aproximadamente dos tercios del carbono secuestrado en los ecosistemas terrestres, con un contenido global de 1.500 Pg C. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 42 42 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” Los suelos forestales acumulan carbono en cantidad superior a la vegetación, con un contenido global estimado en 787 Pg (Houghton, 2003), pero pueden llegar a ser fuentes de CO2 si la tasa descomposición de la materia orgánica supera a la de producción primaria neta. El contenido de carbono orgánico del suelo de los bosques es, por tanto, un buen indicador de su gestión sostenible; y existe un amplio debate sobre si las cortas implicadas en los aprovechamientos forestales afectan, y en qué medida, al contenido de carbono de los suelos (Houghton, 2003; Hedde et al, 2008). Asimismo, la forestación de suelos agrícolas y el manejo de las plantaciones forestales pueden mejorar el contenido de carbono en la materia orgánica del suelo (Lal, 2005) . El contenido de carbono orgánico en el suelo resulta de la diferencia entre la aportación de restos orgánicos de los seres vivos y su pérdida por la actividad respiratoria en el suelo causante del flujo de CO2 a la atmósfera; que, en el ciclo global de carbono, ocupa el segundo lugar en magnitud. Se ha estimado en 60 a 80 % del carbono fijado en la fotosíntesis de un dosel arbóreo (Valentini et al, 2000). El conocimiento de la concentración de CO2 y la respiración (autotrófica y heterotrófica) en el suelo y su evolución ante el calentamiento global se consideran, por tanto, vitales para predecir respuestas al cambio climático. La concentración de carbono orgánico de un suelo está bien correlacionada con su color y las tablas de colores de Munsell dan una primera aproximación. Para su cuantificación a gran escala suele recurrirse a extrapolaciones de mediciones puntuales y modelos productivos. Aplicados a suelos forestales de Canadá, Tremblay et al (2002) desarrollaron modelos para estimar el contenido en carbono orgánico usando variables climáticas a largo plazo y variables edáficas básicas, con los que construyeron mapas de acumulación de carbono orgánico en el suelo forestal (<30 cm) y en el suelo mineral. Los resultados permiten concluir a los autores que el grosor del suelo forestal combinado con el color del horizonte mineral, la textura y el pH son indicadores útiles de la gestión sostenible para la acumulación de carbono orgánico en suelos forestales de montaña. Se han usado diferentes metodologías para medir las tasas de respiración anual en el suelo de los diferentes bosques; y también para cuantificar (separadamente de la respiración de los microorganismos del suelo por descomposición de la materia orgánica) la respiración de la rizosfera. A las metodologías usuales que conllevan escisión o exclusión de raíces y marcaje con 14C, se une la medición in situ en cámaras. Tal es así el sistema de cámaras múltiples conectadas en paralelo a un único analizador equipado con distribuidor de muestras con 16 canales, usado por Liang et al (2003) para mediciones en un bosque de Pinus densiflora, con el cual se consigue una buena correlación entre los valores del flujo de CO2 a la atmósfera y la temperatura en superficie del suelo. También se usa el sistema, mas simple, provisto de una cámara, un cromatógrafo de gases y una unidad de flujo de aire, descrito por Fu et al (2008) y aplicado con alto grado de eficiencia en la medición en Acacia mangium de la respiración continua de las raicillas. En el trabajo de Ngao et al (2006) se incide en las ecuaciones de calibración de cinco sistemas de medición dinámica del flujo de carbono mediante cámara cerrada y se comparan las diferentes metodologías y las diferencias encontradas en los parámetros puestos en juego en su aplicación a la medición de las tasas respiratorias anuales de dos hayedos de Francia. En bosques de Japón in situ y, en paralelo, incubando muestras de suelo, Ishizuka et al (2006) registran valores de emisiones de CO2 en el suelo de 3,10 a 10,60 Mg C ha-1 año-1 Encuentran que el flujo de carbono del suelo guarda una relación exponencial con el aumento de la temperatura del suelo y los autores sugieren que dicho aumento puede hacerse más intenso en climas fríos dado el alto contenido de compuestos orgánicos existentes. La medición de la pérdida de carbono a partir de restos 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 43 2. El carbono en los ecosistemas terrestres 43 leñosos de haya y picea, mediante métodos estáticos (sosa) y dinámicos (IRGA) conduce a Hermann et al (2008) a recomendar el uso de un analizador de gases en el infrarrojo (IRGA), al obtener mejores resultados y mayor operatividad. Díaz Pinés et al (2008) aplican la técnica del “trenching” para separar los componentes de la respiración en un suelo de los Alpes calizos del Tirol austriaco con una masa principal de Picea abies. Sus resultados muestran que, al menos a los 15 meses, no se había producido alteración en las raíces respecto a controles y, en consecuencia, que el método es aplicable satisfactoriamente para valorar la contribución de la respiración heterótrofa y autótrofa del suelo. El contenido de carbono en el suelo, los flujos de CO2 y la respiración edáfica en dos toposecuencias de suelos de origen volcánico de Méjico son objeto de la comunicación de Pajares et al (2005) El planteamiento de que el secuestro del carbono atmosférico en la materia orgánica del suelo pudiera contribuir significativamente a los esfuerzos de adhesión al protocolo de Kyoto, y dado que la respiración en el suelo es importante componente de la producción neta del ecosistema, ha dado lugar al desarrollo de buen número de investigaciones en las que se han estudiado los efectos de muy diversos factores (temperatura, humedad y textura del suelo, relación de carbono a nitrógeno, masa radicular, tipo de bosque, especies) sobre el contenido y flujo de carbono del suelo y sobre su evolución espacial y temporal, de los que son muestra los trabajos a que se hace referencia a continuación. En el marco de estudios sobre el secuestro de carbono (Freibauer et al, 2004, entre otros) reviste importancia evaluar el tiempo de duración del secuestro, o longevidad esperada del mismo, dependiente de la tasa de acumulación, y el nivel máximo de carbono alcanzado; es decir el nivel de saturación del suelo, cuando ya no acumula mas carbono, que es función del tiempo y del tipo de suelo. Estas estrategias de secuestro de carbono dependen de los ecosistemas manejados. En pastizales se han estimado tiempos de secuestro de 33 años, y mucho menores en cultivos, aunque variables según la intensidad y tipo de las prácticas agronómicas aplicadas (fertilización, riego, enmiendas, intensidad de rotación de cultivos, tipo de labranza). Por ello, aunque la saturación de carbono de la fracción mineral del suelo requiere mayor conocimiento, la estima de los parámetros mencionados resulta de utilidad ante posibles cambios de uso de la tierra que pueden conducir a variaciones en el secuestro de carbono en el suelo y, por tanto, influir en la mitigación del dióxido de carbono atmosférico (West y Six, 2007). Los cambios de uso de la tierra (forestaciones versus deforestaciones), los incendios forestales, las variaciones de temperatura y precipitaciones, otras características edáficas (por ejemplo, la textura del suelo), tanto a escala temporal como espacial, la heterogeneidad del territorio, la condición de tratarse de masas de coníferas o frondosas, son todos ellos factores con efectos sobre el contenido y flujo de carbono desde los suelos a la atmósfera. Abundantes trabajos, a algunos de los cuales se hace referencia en lo que sigue, han abordado su cuantificación bajo diferentes condiciones ambientales y analizado su evolución en el tiempo. Ello reviste especial importancia en los bosques boreales, donde el carbono contenido en el suelo es cinco veces mayor que el contenido en la vegetación y supone 16 a 24 % del carbono de los suelos de la Tierra (PICC, 2001). En el trabajo de Billings et al (1998) se analiza el comportamiento de dos bosques boreales, uno de llanura y otro de montaña, con dos escenarios de agua disponible (uno, con las precipitaciones caídas en el lugar; otro, impidiendo artificialmente su llegada al suelo) durante un periodo de dos años. Los resultados muestran una disminución de las concentraciones de carbono 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 44 44 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” en el perfil del suelo en ambas situaciones así como una reducción de los flujos de CO2 en superficie, con tasas de descenso de 0,10-0,53 g m-2 h-1 en el bosque de llanura y de 0,10-0,95 g m-2 h-1 en el bosque de montaña durante el estío, al descender el agua en el suelo; situación previsible ante un calentamiento global. La temperatura es, también, factor determinante del contenido y dinámica del carbono orgánico de los suelos. La aplicación de un modelo exponencial con la temperatura como variable se ha aplicado para medir los flujos de carbono del suelo en 23 fechas durante 5 años en un bosque boreal de frondosas. Los resultados muestran una tasa anual de emisión de carbono de 660 ± 54 g C m-2 año-1, de la cual 58% correspondía a los horizontes de “suelo forestal”. La respiración de las raíces contribuía con un 40% y el 17% era el flujo asociado con la exudación de las raíces y las micorrizas (Fahey et al, 2005). La variación de la temperatura a lo largo de un gradiente altitudinal (1.500 a 1.900 m) en una masa mixta de Picea rubens y Abies fraseri en los Apalaches no se reflejaba en una tendencia paralela de variación del contenido total en carbono (166-241 Mg ha-1), aunque sí en su acumulación en el suelo forestal (16,30-35,90 Mg ha-1) que decrecía significativamente con la altitud, con la que también disminuía la tasa de descomposición de acículas y la tasa de renovación de carbono. Asimismo, el flujo de carbono desde el suelo (1.020-1.830 kg C ha-1 año-1) estaba negativamente correlacionado con la temperatura media anual del suelo y el número de gradosdía al año por encima de 5ºC. Estos resultados sugieren que las elevaciones mayores pueden ser las más susceptibles al calentamiento global (Tewksbury y Miegroet, 2007). En los bosques de montaña, si bien la productividad se beneficiará del aumento de temperatura, en los suelos este aumento unido al almacenamiento de carbono y nitrógeno provocará la movilización de materia orgánica con la formación de gases de efecto invernadero, lo cual puede reducir el efecto de secuestro de carbono (Jandl et al, 2008). En ecosistemas de coníferas de montaña mediterránea con limitaciones estivales de agua, la respiración en el suelo durante el estío (que comprende una gran proporción del flujo de carbono terrestre) está directamente relacionada con la precipitación de invierno (lluvia y nieve); pero perturbaciones del ecosistema tales como claras y fuegos, al reducir la densidad de la masa arbórea, provocan un aumento de la humedad del suelo y la temperatura, y se rompe esa relación, al menos temporalmente. Ello hace sugerir que los modelos que describen el flujo de carbono debían incorporar la historia de los eventos de perturbaciones y sus efectos (Concilio et al, 2009). La modelización de la respiración en el suelo de varios tipos de bosque (coníferas y frondosas) en la región de los Grandes Lagos de E.E.U.U., en función del carbono, el nitrógeno y la masa radicular (Martin et al, 2009), muestra grandes diferencias espaciales, entre y dentro de cada tipo de formación arbórea, derivadas de diferencias en la humedad del suelo, masa radicular y relación C:N. Las tendencias entre los valores de respiración y la masa radicular y la relación C:N, en contra de resultados previamente descritos, no fueron rectilíneas sino curvilíneas, con una respuesta que declina para una relación C:N mayor de 25, valor en que la inmovilización del nitrógeno por parte de las bacterias limita el nitrógeno libre en el suelo. La textura del suelo, ligada a la heterogeneidad del paisaje, es otro factor edáfico condicionante del secuestro y contenido de carbono del suelo. El reconocimiento del papel de los bosques añosos de la Amazonia en el ciclo de carbono ha conducido a mediciones del intercambio neto de CO2 en los ecosistemas, muy condicionado por las variaciones espaciales (heterogeneidad del paisaje) y temporales (variables climáticas) existentes en el flujo de CO2 del suelo; las cuales, a nivel regional, introducen incertidumbre en los modelos predictivos. Los resultados 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 45 2. El carbono en los ecosistemas terrestres 45 de Sotta et al (2006) muestran flujos de carbono mayores (21%) en suelos arenosos (3,93 ±0,06 micromol CO 2 m-2 s-1) que en suelos arcillosos (3,08 ±0,07 micromol CO2 m-2 s -1), sin diferencias entre sitios por la temperatura del suelo; una contribución importante de hojarasca (20%); asimismo destacan la importancia de la humedad del suelo como factor determinante de las variaciones temporales en el flujo de carbono. Todas estas variaciones ejercen influencias significativas al extrapolar el flujo de carbono a áreas extensas y deben tenerse en cuenta. Los restos leñosos que quedan en el suelo tras el desfronde, incendios y restos de corta juegan un papel nada desdeñable, tanto como potencial fuente de carbono como por su capacidad de retención de carbono dada su baja superficie y alto contenido en lignina. En un bosque de frondosas, Gough et al (2007) al estudiar la aportación específica de los residuos gruesos de madera (CWD, Coarse Woody Debris) en el contenido de carbono y compararlo con otras aportaciones, obtienen un valor de 2,20 Mg C ha -1, muy inferior a 104,10 Mg C ha-1 en el suelo y a 71,70 Mg C ha-1 en el vuelo leñoso, respectivamente, aunque mayor que 1,80 Mg C ha-1 en las hojas. La respiración en CWD también es mucho menor (0,21 Mg C ha-1 que en las otras fuentes de emisión de carbono y representa una pequeña, aunque no desdeñable, proporción de la respiración media del ecosistema (1,53 Mg C ha -1 año-1). En este marco, cabe citar diversos trabajos sobre los efectos de los incendios acaecidos en el tiempo y la recuperación a los mismos (Knohl et al, 2002; Bond- Lamberty et al 2004; Manieses et al, 2005) cuyos resultados se han incluido en el epígrafe de Incendios (3.5). Los factores que condicionan la variación estacional y espacial (a corta distancia) del flujo de CO 2 del suelo fueron objeto de estudio en una plantación de Salix viminalis , en la que se registraron valores de 723 g C m -2 año-1 a 149 g C m-2 año-1 en una plantación de turno corto aplicando dos modelos- exponencial y logístico- a los datos disponibles, con la temperatura a 5 cm de profundidad como variable independiente. Los modelos explicaban 85 y 86% respectivamente de la variabilidad, y la incorporación de otras variables (concentración de carbono, índice de área foliar, pH del suelo, biomasa de raíces) no mejoraron estos porcentajes. El modelo logístico proporciona un mejor ajuste para una misma plantació n si existe cierta sequía. Los efectos del cambio de usos de la tierra en el ciclo de carbono, usando como base de datos la respuesta del contenido de carbono orgánico revelan el impacto de forestaciones y reforestaciones que han tenido lugar en siglo y medio (1868-2005) en las Ardenas Belgas, con una tasa media de secuestro anual de 0,16 t C ha -1 año-1 (Stevens y Van Wesemael, 2008). Las simulaciones para el periodo 1990-2005 muestran un descenso en el contenido de carbono a causa de un descenso en el secuestro en los bosques de coníferas y a una reversión de plantaciones de coníferas a bosques de frondosas. El secuestro de carbono en el suelo resulta pequeño en comparación con el capturado por la biomasa, resultado claramente diferente del que, con carácter general, se obtiene en bosques boreales. Cabe, también hacer mención a la influencia de la especie en el contenido en carbono orgánico del suelo y carbono de la hojarasca. Las diferencias entre coníferas y frondosas, se muestran en el estudio de Schulp et al (2008), que obtienen valores para haya y alerce de 11,10 Mg C ha -1 y 29,60 Mg C ha-1, respectivamente, en el contenido en carbono orgánico del suelo y 53,30 Mg C ha-1 y 97,13 Mg C ha-1 para el carbono en la hojarasca; diferencias que los autores consideran relevantes a efectos de su consideración en el inventario de carbono en los Países Bajos. La capacidad de secuestro y evolución del contenido en carbono en suelos de sistemas agroforestales es también objeto de estudios que revelan los notables beneficios que entrañan respecto a los sistemas agrícolas, pues en ellos el carbono procedente del desfronde puede 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 46 46 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” compensar la pérdida generada en el suelo por descomposición microbiana y fúngica de la materia orgánica en comparación con sistemas exclusivamente agrícolas, a lo que se añade la continua absorción de CO2 atmosférico en los primeros. Izaurralde et al (2007) al comparar la influencia a largo plazo de la erosión del suelo en el ciclo de carbono en tres pequeñas cuencas con Quercus alba, Q. velutina y Carya como vegetación natural, con cultivos de maíz y soja (una hectárea), con y sin laboreo, aplicando el modelo EPIC (calculador del impacto de la erosión sobre la productividad) muestra que bajo un sistema de labranza la cuenca era una fuente de carbono a la atmósfera, mientras que si no se practicaba aquella, se comportaba como un sumidero de carbono atmosférico. Se plantea como hipótesis que la cantidad de carbono que por efecto de la erosión es depositado dentro o fuera de la cuenca, es comparable en magnitud con los cambios inducidos vía manejo de la producción primaria neta y los procesos de descomposición heterotrófica vía respiración microbiana. El incremento en el secuestro de carbono consecuencia del aumento de producción en suelos marginales o semiáridos al ser convertidos en regadíos es objeto de argumentación contradictoria. Los costes de dicha conversión en términos de emisión de CO2 a la atmósfera son elevados, tanto por el uso de combustibles en las estaciones de bombeo como si se trata de suelos calizos, por la precipitación de CO3Ca y liberación de CO2 a que conduce la presencia de agua. Asimismo, con las técnicas dirigidas a generar un balance positivo en la retención de carbono (cual es el caso de la aplicación de fertilizantes nitrogenados), en el transporte y aplicación pueden producirse emisiones de carbono a la atmósfera superiores a las retenciones esperadas (Schlesinger, 1999). En contraposición, la aplicación de técnicas de preparación del suelo conservadoras y la regeneración de la vegetación natural en tierras abandonadas puede contribuir positivamente al secuestro de carbono por el suelo. Tema marginal, pero que dada su actualidad cabe mencionar, es la capacidad de reacción del CO2 con las peridotitas, abundantes en muchas zonas de la Tierra, con las que el CO2 reacciona y origina caliza y mármol, pudiendo así retenerse el CO2 producido antrópicamente, siempre que se canalice desde sus lugares de emisión a las zonas abundantes en peridotitas y se inyecte a la considerable profundidad a la que se encuentran estas. 2.3. Potencial de captura de carbono El balance de carbono en los bosques experimenta variaciones anuales dependientes del clima y nivel de aprovechamiento, de ahí la importancia de evaluar periódicamente el contenido en carbono tanto en la biomasa vegetal como en el suelo y en la hoja rasca. En un estudio realizado en Finlandia para el periodo 1922 a 2000 (Liski et al, 2006), partiendo de datos del inventario forestal se han aplicado modelos estadísticos para evaluación del contenido en carbono de la biomasa y la modelización dinámica para el suelo y hojarasca. Se ha evidenciado un incremento del 29%, un 79% del cual correspondía a la biomasa y el resto al suelo y hojarasca; pro porción favorable al contenido en la biomasa respecto a datos de otros autores y bosques (especialmente boreales) que dan proporciones en sentido inverso (Tabla 1). Con el objetivo de evaluar el potencial de almacenamiento de carbono por la vegetación natural, Schaphoff et al (2006) analizan las diferencias entre cinco modelos de circulación general (GCMs) para un escenario común de incremento de las emisiones; y, a su vez, a cinco escenarios 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 47 2. El carbono en los ecosistemas terrestres 47 de clima se aplica un modelo de proceso biogeoquímico global, el modelo LPJ-DGVM, LundPostdam-Jena Dynamic Global Vegetation Model, para el estudio dinámico del carbono almacenado en suelo y vegetación. En todos los modelos GCMs ensayados en un escenario de clima común se mostraron limitaciones a la absorción de carbono, que se estabilizaba o decrecía a final del siglo. Para las cinco simulaciones, los resultados muestran una moderada absorción adicional de carbono por la biosfera, pequeños cambios en el suelo y, tras un aumento inicial continuado, una caída de la absorción anual en la segunda mitad del siglo. En tres de los escenarios de clima analizados se produce una retroalimentación entre clima y biosfera, que resulta en fuente de carbono; en otro, se produce una respuesta neutra, y sólo uno resulta favorable como sumidero de carbono. Se concluye que, a escala regional, extensas zonas del bosque boreal se convertirían en una fuente de CO2 con migración de la vegetación hacia el Norte; mientras que en el Ártico el aumento de las temperaturas daría lugar a periodos vegetativos más largos con aumento de la productividad neta (en estrecha dependencia de la disponibilidad de nitrógeno) y del almacenamiento de carbono. Los autores dan un rango de -106 a +201 Gt de carbono almacenado para final del siglo, que refleja una gran incertidumbre para el futuro de carbono en la biosfera dadas las diferencias en las proyecciones climáticas. La competitividad del secuestro biológico de carbono desde un punto de vista de una estrategia dinámica y múltiple es analizada en el trabajo de Carl y Sands (2007). Se integran dos modelos económicos: en uno se provee una representación detallada del sector forestal en EEUU junto con las posibilidades de mitigación definidas por el modelo GHG –FASOMGHG (véase capítulo 4); el otro es un modelo de segunda generación (SGM), que abarca energía y otras posibilidades no forestales de mitigación, GHG. En los resultados obtenidos destacan como factores clave la disponibilidad de terreno y la efectividad del coste respecto a otras opciones. Se concluye que, a corto plazo, con precios bajos de CO2, el secuestro de carbono en los ámbitos agronómico y forestal constituirá un puente importante para el futuro; y a precios más altos, la forestación y los biocombustibles estarán entre las opciones terrestres más dominantes para paliar las emisiones. A largo plazo, las opciones del sistema energético que reduzcan las emisiones serán las predominantes. Procede subrayar que los modelos de simulación del clima revelan que con la persistencia de un calentamiento continuo no se mantendrían los valores de absorción de carbono citados. Asimismo, se reduciría el carbono almacenado en la biosfera terrestre y podría llegar a saturarse hacia mitad de siglo (Cramer et al, 2001), e incluso convertirse en fuente de carbono (Cox et al, 2000). El secuestro de carbono en los bosques tiene, por tanto, una vida finita, con una tasa de absorción en disminución que alcanza el equilibrio y cesa la absorción tras un periodo de tiempo, estimado en unos 80 años para los bosques de coníferas del sur de USA; pero constituye un puente hasta la aplicación de nuevas tecnologías en el sector energético 2.4. Análisis comparativo de los datos presentados Los valores de los contenidos totales en carbono en los bosques de la Tierra y en los ecosistemas en general (Tablas 2.1 y 2.2), los contenidos en carbono en bosques y masas forestales concretas y por unidad de superficie de los mismos (Tabla 2.5) y los valores de producción primaria de carbono neta anual (Tablas 2.3 y 2.4) consignados en los párrafos anteriores, ponen de manifiesto la existencia de ciertas diferencias cuantitativas en los datos mostrados en los diferentes trabajos recogidos. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 48 48 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” Así, la cantidad total de carbono asignada a los bosques de la Tierra oscila entre dos valores, máximo y mínimo, 1.640 y 1.310 Gt, muy diferentes entre sí, con un valor intermedio de 1.476 Gt según las fuentes de referencia. Tal disparidad hace pensar en la dificultad de obtención de datos fidedignos en países con falta de inventarios periódicos de las existencias forestales y diferencias en las superficies de bosque consideradas. Cabe, también pensar que con el transcurso de los años, las evaluaciones hayan sido más rigurosas, las forestaciones han aumentado y, en consecuencia, presumir que el valor más elevado, 1.640 Gt C, de fecha mas reciente, se aproxime más a la realidad. Los 23 valores consignados para el contenido de carbono por unidad de superficie (Tabla 2.5) muestran valores muy diferentes entre si. Cabe agruparlos en tres tramos: contenidos muy inferiores a 100 t C ha-1, (bosques templados, valores medios de bosques europeos y regiones concretas de China); contenidos entre 100 y 250 t C ha-1 (algunos bosques de coníferas, bosque tropical secundario y sistema agroforestal); y contenidos superiores a 300 t C ha-1 (bosques tropical, un Parque Nacional de EE.UU. y un bosque europeo de frondosas). Asignar unos caracteres comunes a los integrantes de cada tramo, que los diferencien de los otros dos, resultaría poco fiable; aún así, los valores sensiblemente mayores de los bosques tropicales marcan una clara diferencia del resto. La estructura de las masas arbóreas (fracción de cabida cubierta y clases de edad), las especies que las forman, los aprovechamientos de madera (y leñas) y agentes destructores (fuegos) a que han estado sometidos, las repoblaciones de que han sido objeto, podrían justificar las diferencias encontradas. En cualquier caso, a la heterogeneidad de las muestras referenciadas, se une su escaso número como exponente de cifras globales. La agrupación, artificial, en tres tramos (< 1, 1 a 3, > 3 t C ha-1 año-1) de los 14 bosques a cuya producción primaria neta en carbono se hace referencia en un apartado anterior y enumerados en la tabla 2.3, muestra que los valores mas bajos se registran en bosques boreales y algunas formaciones arbóreas de baja fracción de cabida cubierta; valores intermedios (1-3) corresponden a bosques boreales y templados, en Europa y Norteamérica, tanto de coníferas como de frondosas; los valores más altos se alcanzan también como valores medios y “específicos” de bosques de zonas templadas, en los bosques tropicales y los registros más altos (>3) corresponden a plantaciones de especies de crecimiento rápido. En principio, todos los valores de PPN (producción primaria neta) consignados anteriormente son muy bajos si se comparan con los consignados en la bibliografía sobre productividad de los sistemas forestales. Jarvis y Leverenz (1983) dan rangos de 12 a 24 Mg ha-1 año-1 (1 Mg = 106 g) para las tasas de producción de biomasa seca en bosques templados, valores mucho más bajos (< 3) para bosques boreales y 6 a 12 Mg ha-1 año-1 para valores medios de plantaciones en Gran Bretaña. Por otra parte, marcan límites potenciales de 20 a 53 Mg ha-1 año-1 para un conjunto de coníferas y de 22 a 41 Mg ha-1 año-1 para otro conjunto de frondosas. Asimismo, Mooney (1983) da una valor de 2,60 Mg ha-1 año-1 para la acumulación de biomasa en el vuelo de la encina en Francia y 1,30 Mg ha-1 año-1 para la del chaparral en California, como referencias de la productividad en bosques de perennifolias de clima mediterráneo, valor obviamente muy inferior a los reseñados anteriormente para plantaciones de frondosas y coníferas. Hay, no obstante que tener en cuanta, que el valor de la productividad referida a contenido en carbono es la mitad del valor de materia seca, por lo que estos valores deben dividirse por dos; aún así, son superiores a muchos de los consignados en la tabla 2.3. Cabe hacer notar que algunos de los rangos dados por los autores reseñados en esta tabla son muy amplios; también, que en unos casos los valores dados se refieren a la incorporación de carbono al vuelo, a los pies enteros, otros al ecosistema y, que en este último caso, no siempre se consideran los mismos (y todos) los sumideros. Todo ello, conduce a insistir en la incertidumbre de las cifras y, sobre todo, en el amplio rango de respuestas y la dificultad (y 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 49 2. El carbono en los ecosistemas terrestres 49 el riesgo) de hacer comparaciones y deducir de ellas conclusiones generales a partir de datos específicos. Los valores de contenido en carbono en el suelo pueden referirse sólo a la materia orgánica (acepción mas correcta) o incorporar también restos no descompuestos o parcialmente descompuestos de materia viva (véase apartado 2.2.4); de aquí las disparidades que pueden tener las cifras si no se especifica. La cifra de 1.640 Gt C como cifra global para los bosques coincide prácticamente con la cifra dada en la Tabla 2.1 para los ecosistemas terrestres (1.619 Gt C) excluyendo los cultivos. Para los valores unitarios de contenido por hectárea el rango de cifras es muy amplio, desde 56,00 a 390,00 t C ha-1, pero las diferencias están parcialmente justificadas si atendemos a la naturaleza de los bosques: los valores mayores corresponden a los bosques boreales (hasta 390 t C ha-1), especialmente si se trata de masas claras sobre turberas; valores intermedios corresponden a bosques tropicales (desde 123 hasta 226 t C ha-1) y los valores más bajos, en el rango 56,00 a 134,80 t C ha-1, a los bosques templados, si bien algún valor (en Apalaches) supera con creces este rango. Los valores del flujo de carbono del suelo a la atmósfera (por respiración) se sitúan en un rango también muy amplio, 1,00 a 13,87 t C ha-1 año-1 (Tabla 2.5, columna derecha) con los valores más altos para bosques amazónicos de edad madura (10,91-13,87 t C ha-1 año-1). Una estima del flujo de los tres biomas de bosques en la Tierra basado en la superficie en hectáreas que ocupan (tabla 2.1) y en los valores de respiración por hectárea (heterotrófica y autotrófica ) en el suelo, consignados en los tres bosques representativos de los mismos (apartado 2.2.3) conduce al siguiente valor: 109 x (1,04 x (8+0.8) + 1,37 x (4,50 + 1,40) + 1,76 x (9,70+ 6,80))= 46,27 Gt C año-1 , cantidad superior (y que se une) al valor de 1,40 – 3,00 Gt C año-1 de emisión de carbono dado por House et al (2003) (véase apartado 2.2.2.) por cambios en los usos de la Tierra. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 50 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” 50 Clase Total C (Gt) t C ha-1 flujo suelo atmósfera tC ha-1 año-1 fuente Bosques (global) 1.640,00 Sabine et al, 2004 Bosques (global) 1.310,00 Waring y Schlesinger, 1985 Bosques boreales 471,00 343,77-390,00 Watson et al, 2001 Bosques templados 100,00 56,00-96,15 8,00 Watson et al, 2001 Bosques tropicales 216,00 123,30- 162,00 Watson et al, 2001 Doce bosques (div. biomas) 15,00-126,00 Winjum et al, 1993 19,98 53,20 Karjalainen et al, 2000 Bosques europeos Pinares suizos 157,00 Karjalainen et al, 2000 27 p. de Europa, 128,50 Mha 12.096 94,14 Karjalainen et al, 2003 Haya-roble, Bélgica 134,80 Walle et al, 2001 Bosque mixto, S.C. EEUU 139,20 Hu y Wang, 2008 Picea rubens, Canadá 94,40- 247,00 (s. edad) Taylor et al, 2007 P. rubens, A. fraseri, EEUU 403,00 1,00- 1,45 Van Miegro et al, 2007 3,10 – 10,60 Ishizuka et al 2006 Bosques en Japón Bosque boreal, frondosas 6,60 ± 0,54 Fahey et al, 2005 P. rubens, A. fraseri, Apalaches 166,00-241,00 1,02-1,83 Tewksbury y Miegoet, 2007 Bosque de frondosas, China 104,10 Gough et al, 2007 B. frondosas, norte China 44,65 Tan et al, 2007 China (zona subtropical) 36,00-57,07 Zhang et al, 2007 Plantación de Salix viminalis 1,49-7,23 Bosques añosos Amazónicos 10,91-13,87 Sotta et al 2006 arios arios B. tropicales (1 * y 2 **) 383,70* Sierra et al, 2007 228,20** B. Trópico: bosque (con manejo* 335* Kirby y Potvin, 2007 agroforestal **, pastizal ***) 145** 46*** Méjico (una región concreta) 130,00 Navar, 2009 Haya m.o+hojarasca (P. Bajos) 64,40 Schulp et al 2008 Alerce m.o+hojarasca (P. Bajos) 126,73 Schulp et al 2008 Tabla 2.5: Contenidos de carbono total y por unidad de superficie, y flujo del carbono emitido a la atmósfera, en diferentes ecosistemas forestales. Todos los valores consignados en esta tabla se han expresado en Gt C los contenidos totales, en t C ha-1 los unitarios y en t C ha-1 año-1 los flujos de carbono, tras la conversión de las unidades de los trabajos originales en sus equivalentes para facilitar la comparación de los contenidos. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 51 2. El carbono en los ecosistemas terrestres 51 figura 2.6. Evolución temporal (en %) de los trabajos sobre Balance de Carbono consignados en la bibliografía consultada Cabe finalmente hacer mención a la proporción (en %) de trabajos consignados en los diferentes epígrafes del subcapítulo 2.2 “Balance de carbono” (Figura 2.7) y su evolución temporal, expresada por su porcentaje en cada uno de los cinco quinquenios rastreados desde 1985 a 2009 (Figura 2.6). Aun con la consciencia del sesgo imputable a la restrictiva bibliografía manejada, resulta evidente el gran incremento de trabajos a partir del año 2000; también puede colegirse la mayor abundancia de trabajos sobre contenido y secuestro de carbono en árboles y ecosistemas (38%) y, específicamente, en el suelo (35,50 %). figura 2.7. Porcentaje de trabajos en los cuatro apartados en que se ha dividido el capítulo 2.2. consignados en la bibliografía consultada 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 52 52 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 53 3. Los árboles y los bosques ante el incremento de CO2 en la atmósfera 53 3. lOS áRBOlES y lOS BOSqUES ANTE El INCREMENTO DE CO2 EN lA ATMóSfERA Los bosques ocupan globalmente entre 27 % (PICC, 2000) y un tercio de la superficie terrestre (FAO, 1997), si bien contienen el 77% de la biomasa viva (PICC, 2000). Al constituir comunidades de vida larga, los cambios en la concentración atmosférica de CO2 y la elevación de temperatura tendrán (ya tienen) impactos sobre los mismos. El conocimiento de los efectos potenciales del cambio climático sobre la estructura, composición, ciclo de carbono, agua y nutrientes en árboles y ecosistemas, requiere una compleja investigación en la que se apoyen las estrategias de manejo para una gestión sostenible. En el marco GCTE (Global Change and Terrestrial Ecosystems), bajo los auspicios de IUFRO, se elaboró un plan estratégico con representación de un rango representativo de tipos de bosques para investigar los impactos del cambio global en los bosques gestionados (Landsberg et al, 1995). La complejidad del clima afecta a los diferentes niveles jerárquicos de los ecosistemas y da lugar a un conjunto de respuestas desde el nivel molecular al ecosistema en su conjunto. Estas respuestas entrañan efectos sobre las funciones fisiológicas del árbol y su plasticidad fenotípica, y la consiguiente “evolución rápida” con su extensión al nivel de comunidad e interacciones entre diferentes organismos, y teniendo presentes los efectos de retroalimentación; todo lo cual debe integrarse en modelos mecanísticos que permitan progresar en la capacidad de predicción ante el cambio climático (Valladares, 2008). En este apartado, tras aludir a los cambios climáticos previstos y los efectos de carácter general sobre los diferentes biomas, se tratan aspectos más específicos sobre los efectos del incremento de CO2 en el comportamiento de las especies arbóreas forestales a niveles interespecífico, intere intrapoblacional, en las interacciones con la contaminación atmosférica, otros integrantes del ecosistema (insectos, hongos y fauna mayor), su incidencia en los incendios y, en un capítulo más extenso, sobre aspectos funcionales y estructurales de los árboles. 3. 1. Respuestas en los diferentes tipos de bosques Los bosques juegan un papel primordial en el ciclo de carbono al absorber y retener CO2 atmosférico, el cual en parte fluye de nuevo a la atmósfera en los procesos de respiración autotrófica (en la vegetación) y heterotrófica (en el suelo). La quema de combustibles fósiles y los cambios 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 54 54 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” en el uso de la tierra (principalmente la deforestación) conducen a un incremento sustancial y creciente del contenido de CO2 en la atmósfera que, no obstante, se calcula en menos de la mitad de las emisiones al ser retenido en buena parte en mares y océanos y en la biosfera terrestre. La biosfera terrestre absorbe alrededor de un tercio de la entrada anual de CO2 a la atmósfera, una parte significativa de la misma en los ecosistemas forestales de latitudes medias del hemisferio Norte, siendo la vegetación, y mayoritariamente las reservas de materia orgánica del suelo, los mayores sumideros de CO2 (Keeling et al, 1996), si bien se convierten en fuentes de carbono atmosférico cuando sufren alteraciones (Eamus, 1996). La ordenación de la tierra, incrementando las áreas forestales y la densidad de las existencias de carbono, los pertinentes tratamientos selvícolas y la ordenación de los montes, pueden contribuir a compensar las emisiones. Los cambios climáticos acaecidos a lo largo de la historia han llevado consigo variaciones en la concentración atmosférica de CO2 y cambios en los biomas forestales y, consecuentemente, en el carbono almacenado en los mismos. La tasa de cambio en la concentración atmosférica de CO2 desde la primera revolución industrial, hacia 1850, hasta época reciente (2000), ha pasado de 280 a 370 ppmv, (hecho excepcional en el marco histórico), lo que unido a la deposición industrial de nitrógeno, puede tener un efecto fertilizante e incrementar el crecimiento y la productividad en muchas masas forestales. Los expertos se preguntan, sin embargo, si se mantendrán dichos incrementos, pues con el tiempo los árboles pueden aclimatarse y producirse una regulación a la baja que pudiera conducir a falta de efectos positivos en el crecimiento a largo plazo. La previsión de alcanzar 700 ppmv de CO2 antes de final de siglo, si no se reducen las emisiones, afectará de forma similar a toda la Tierra, al contrario de lo que sucede con la temperatura y la disponibilidad de agua, que muestran diferencias marcadas entre ecosistemas. El secuestro de carbono está controlado (Ward y Strain, 1999) molecular-, fisiológica- y ecológicamente- con respuestas moleculares (transcripción de los genes) y fisiológicas; estas últimas a nivel primario (fotosíntesis, respiración y transporte), a nivel secundario (relaciones hídricas) y a nivel terciario (crecimiento, reproducción y fenología). Las implicaciones ecológicas y socioeconómicas del progresivo aumento de temperatura ligado al incremento atmosférico de CO2 son muy importantes (IPCC, 2001, Gitay et al, 2002). A largo plazo, aún con divergencias en los modelos de simulación propuestos, es posible un aumento de temperatura mayor que el inicialmente predicho, por lo que en las predicciones climáticas es importante considerar no sólo las futuras emisiones sino la posible reacción de los sumideros de carbono, entre ellos los bosques, al aumento de temperatura (Sarmiento, 2000). Los principales cambios esperables hacia final del siglo XXI, de acuerdo con las predicciones hechas por el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC, 2001, 2007) pueden resumirse en los siguientes hechos: doble concentración atmosférica de CO2, aumento de la temperatura media global de 1,5 a 4,5 ºC, incremento global de la precipitación de 3 a 5 %, elevación media del nivel del mar en unos 45 cm. Los cambios clave para el crecimiento de los bosques serán el aumento de temperatura en altitudes elevadas y los cambios de precipitaciones en altitudes bajas. Los aumentos de temperatura unidos a la reducción de precipitaciones, al disminuir la humedad del suelo, reducirán el crecimiento y aumentará la posibilidad de producirse incendios, con la consiguiente pérdida de cubierta forestal. Los cambios en el uso de la tierra han conducido a la deforestación de bosques tropicales, con una tasa anual de 15,50 M ha año-1, lo que ha provocado en el periodo 1850-1980 la emisión a la atmósfera de 100 Gt de carbono, la tercera parte de las emisiones antropogénicas. En contraposición, el incremento de 1,30 M ha de superficie de masa forestal por plantaciones y una 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 55 3. Los árboles y los bosques ante el incremento de CO2 en la atmósfera 55 mayor tasa de crecimiento por prácticas selvícolas en regiones templadas de Europa y Norte América, han supuesto un aumento de los sumideros de carbono. La suma algebraica de todos estos efectos combinados proporciona un valor de 1 a 3 Gt para el carbono absorbido anualmente por los bosques del mundo (Malhi et al, 1999). Las predicciones indican que el cambio climático tendrá profundos efectos sobre la distribución, función y productividad de los diferentes tipos de bosques, con riesgos exacerbados de pérdida de biodiversidad, especialmente en bosques de montaña con nubes permanentes; y aunque las masas forestales persistirán a corto plazo, al prolongarse éste, las respuestas dependerán de una serie de factores y circunstancias. La capacidad de adaptación específica a las nuevas condiciones en las respuestas fisiológicas a los cambios en temperatura y humedad del suelo, el efecto moderador de la dinámica de nutrientes (por ejemplo, deposición de nitrógeno), la interacción de las mayores condiciones de sequía con la mayor propensión a incendios e intensidad de insectos defoliadores (en especial en bosques boreales), el incremento de la susceptibilidad a patógenos, los cambios en su distribución geográfica (mayor posibilidad de ascender en altitud en zonas montañosas con clima más frío que a desplazarse a latitudes menores), la fragmentación del hábitat y las actividades humanas, constituyen variados aspectos implicados en las respuestas al cambio climático (FAO, 2001, IPCC, 2007). Asimismo, los cambios en las cubiertas forestales pueden inducir efectos de retroalimentación modifi cando las temperaturas en superficie. Los bosques, al tener un albedo menor que otros ecosistemas, y tener los árboles mayores sistemas radicales que las otras formaciones vegetales, tienen mas acceso al agua del suelo, pueden absorber más energía solar, calentarse mas, y perder mas agua por evaporación, que puede conducir a su enfriamiento. En el trópico, la evaporación domina y el efecto neto de los bosques es enfriar y humedecer la atmósfera. A mayores latitudes los efectos del albedo son mas importantes y conducen a calentamiento local (FAO, 2001). Los bosques boreales se consideran especialmente vulnerables al cambio climático a largo plazo, y de forma más inmediata si se superan los umbrales críticos de perturbaciones (fuegos, insectos) parcialmente ligadas al mismo. En la región boreal se producirían los mayores aumentos de temperatura, hasta 4ºC en invierno y 2,50 a 3ºC en verano, respecto a 1970. Si se reduce la humedad del suelo en verano aumentará la sequía y la propensión a fuegos. Los modelos apuntan mayoritariamente a una probable reducción en la superficie forestal, hasta 36%; aunque, también, a una extensión de la misma, hasta 16%. (FAO, 2001). El reciente calentamiento ha producido un avance hacia el norte de la línea límite del arbolado y la esperada invasión de la taiga en la tundra se ha confirmado por satélite (IPCC, 2007). Un modelo de circulación global (GCM) se ha aplicado al análisis de las respuestas a las temperaturas y precipitaciones mensuales predichas para 2080 en el crecimiento en grosor de Acer sacharum, Picea glauca y Abies balsamea; la primera, especie dominante en zonas rocosas de montaña, y las otras dos en valles del ecotono bosque boreal- frondosas en Ontario (Canadá), teniendo en cuenta la sensibilidad de estas especies al clima pasado. Los resultados evidencian un descenso en el crecimiento potencial del abeto y el mayor potencial de crecimiento en el arce, que localizado en el límite norte del área estudiada, se beneficiaría del calentamiento previsto, lo que facilitaría su expansión a latitudes mas altas (Goldblum y Rigg, 2005). La aplicación de tres modelos de circulación global (CGM2, HADCM3 y ECHAM4) a un escenario de cambio climático (A2 SRES) ha servido para mostrar el impacto de la subida de temperaturas en la productividad de Pinus contorta en Alberta (Canadá). Los efectos del aumento de temperatura en grados-día > 5ºC eran de 18%, 38% y 65% para 2020, 2050 y 2080 respecti- 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 56 56 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” vamente. El índice de sequía (cuyo incremento fue proporcional al aumento de temperatura) se usó para predecir el rango potencial futuro y la productividad. El calentamiento incrementaba el rango potencial hasta 67% para 2020, pero descendía a valores de 34 a 58 % para 2080; cambios muy a tener en cuenta en la planificación forestal a largo plazo (Monserud et al, 2008). Los bosques templados estarán mayormente afectados por el calentamiento a latitudes altas, con un incremento de temperatura de 2,60ºC a mitad de siglo XXI respecto a 1970, y por las precipitaciones en las latitudes más bajas, con mortandad significativa. Pueden producirse también desplazamientos en dirección norte hasta de 5 km por año y una expansión de la superficie disponible para el crecimiento del bosque templado de 7 a 58 %. El alto nivel de fragmentación de muchas masas forestales puede conducir a pérdidas locales importantes con impacto sobre la fauna (FAO, 2001). Los cambios en la productividad por efecto del incremento CO2 pueden verse moderados por la dinámica de nutrientes, composición de especies y otros factores del ecosistema. Cabe, también, esperar un desplazamiento de los bosques en dirección norte con unas tasas de migración de mas de 1 km año-1, muy superiores a los valores medios de 200-300 m año-1 reflejados en los registros paleoecológicos y una mortandad y sustitución de especies en las áreas más meridionales (IPCC, 2007). En el ámbito de los bosques templados, el bosque mediterráneo, y en general los ecosistemas mediterráneos que no llegan a alcanzar en muchas situaciones la denominación de bosques, estará entre los biomas más afectados. Con cambios espacialmente complejos en las precipitaciones y exacerbación de la sequía en algunas zonas puede originarse: pérdida de biodiversidad, con reducción de los rangos geográficos de endemismos y, en general, de la riqueza de especies (60 a 80% en la Europa mediterránea); expansión del desierto y de pastizales a expensas de árboles y matorrales si el aumento de temperatura supera 2ºC y un aumento de los incendios ante el incremento de la concentración atmosférica de CO 2. Su efecto fertilizante, contrariamente, podría reportar beneficios en los lugares en que no decrezcan las precipitaciones, pero con previsible descenso en la producción primaria si se acentúa la sequía; en especies tolerantes a la sequía (Pinus halepensis) ya se han registrado cambios en el desarrollo reproductivo (IPCC, 2007). La repercusión del cambio climático tiene especial importancia en los bosques objeto de aprovechamiento maderero al proveer información al gestor forestal con la que adaptar la planificación del aprovechamiento de los recursos y el cálculo de costes y beneficios. Así, en bosques mixtos templados de California, se ha predicho un cambio en la dominancia de las resinosas a favor de las frondosas (Lenihan et al, 2003). Ello puede acarrear la pérdida de la condición de bosques en extensas masas arbóreas definidas por una posibilidad de 1,40 m3 ha-1año-1. La predicción del crecimiento usando el modelo CACTOS (Wensel et al, 1986), bajo una planificación estandar para la industria en California, con el fin de predecir el crecimiento en 30 años de rodales forestales formados por una mezcla de coníferas (mayoritarias) y frondosas, es objeto de estudio por Battels et al (2008). Bajo dos intensidades de emisión de gases (una en ascenso hasta alcanzar 30 Gt año-1 y otra con una emisión menor de 10 Gt año-1), dos modelos de clima global y tres regímenes de gestión selvícola, se predice un incremento en la susceptibilidad por causa de mortalidad en todos los escenarios contemplados, con disminución de la probabilidad de supervivencia entre los años 2002 y 2100 y una pérdida de productividad bajo las condiciones de emisión de GEI mas severas; así como un descenso del 19% en el incremento en volumen maderable en rodales maduros para 2100 y un aumento del 25% en plantaciones. Las implicaciones de estos resultados en la gestión de los aprovechamientos de madera son, asimismo, analizadas en este trabajo. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 57 3. Los árboles y los bosques ante el incremento de CO2 en la atmósfera 57 El debate sobre los posibles efectos del cambio climático sobre la producción primaria en ecosistemas tanto naturales como artificiales condujo a un trabajo de estimación de la producción primaria bruta (PPB) en bosques de frondosas (con Fagus sylvatica como especie principal) en Italia Central (Rodolfi et al, 2007). La integración de los valores de la fracción de radiación absorbida y fotosintéticamente activa (FAPAR), derivada de las diferencias en los índices de vegetación obtenidos por satélite (NDVI) a un modelo paramétrico simplificado (C-FIX), junto con datos meteorológicos (temperatura y radiación), puso de manifiesto que el aumento de temperatura de las últimas décadas ha tenido un efecto positivo sobre la productividad en ecosistemas de montaña. En los bosques tropicales, los cambios en el régimen de precipitaciones serán más importantes que los debidos a cambios en la temperatura, estimados con un valor medio de 2ºC. Asimismo, se predice una mayor vulnerabilidad al fuego, con una pérdida de especies, aunque con un gran margen de variabilidad de su potencial, en un rango desde una reducción del 30 % a una expansión del 38%. Asimismo, en los bosques de montaña con nieblas permanentes, que se les supone los precursores de los efectos del cambio climático, se presume un desplazamiento altitudinal de las nubes a razón de 2m por año. En lugares “calientes” (noreste del Amazonas, África tropical) la pérdida de diversidad será especialmente acusada. El contraste entre el predecible decremento (10,60 %) en el crecimiento relativo de una conífera subtropical de montaña (Pinus hartwegii) al término de su vida, ante el incremento de temperatura de 0,60 ºC, y el incremento de 24,50 % en una especie del bosque tropical húmedo (Diospyros digyna), sugiere la implicación del factor precipitaciones en las respuestas y la previsible condición de sumidero de carbono de algunos bosques tropicales húmedos mejicanos ante el cambio climático (Ricker et al, 2007). Las sabanas y pastizales, dominados por una mezcla espacial y temporalmente variable de especies herbáceas y formas arbóreas, son también un importante acervo de carbono. El posible impacto de fertilización con el incremento de CO2 favorecería a árboles y especies herbáceas C3, mientras que el aumento de temperatura sería beneficioso para las especies C4, las cuales por el contrario no obtendría beneficio del efecto fertilizante de CO2. En conjunto, es presumible un descenso del secuestro de carbono al incrementarse la respiración del suelo, por cambios en el régimen de incendios, mayor variabilidad y reducción (10%) de las precipitaciones. Asimismo, ante el aumento de CO2 las sabanas pueden experimentar cambios hacia una mayor dominancia de la vegetación arbórea y pérdida de biodiversidad (IPCC, 2007). Los bosques muy fragmentados, las formaciones boscosas de rivera, las plantaciones lineales como cortavientos, son componentes ecológicamente importantes, para cuyo análisis no resultan adecuados los modelos forestales en uso. La adaptación del modelo SEEDSCAPE, un «gap model» modificado, se ha diseñado para analizar los efectos del cambio climático en cortavientos simulando la dinámica de los mismos con diferente riqueza de especies y densidades (dada la importancia de la luz) y usando datos climáticos regionales y modelos de circulación regionales anidados (RegCMs). Entre los resultados mostrados por los autores (Guo et al, 2004) cabe destacar el largo periodo de tiempo (70 a 80 años) de simulación para alcanzar un estado estable, tanto bajo condiciones actuales como con un ascenso térmico, el cual reduciría la biomasa del vuelo y su variación espacial, pero aumentaría la dominancia, especialmente en montaña, favoreciéndose la biomasa producida por unidad de superficie al aumentar el número de especies y la densidad de plantación. La magnitud de las emisiones de CO2 sobre el cambio climático y su impacto en el sector forestal mundial ha sido objeto de estudio relacionando modelos de dinámica del clima, procesos 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 58 58 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” en los ecosistemas y economía forestal con el fin de evaluar las potenciales respuestas del sector a las emisiones de CO2. El desarrollo de los modelos TEM (Terrestrial Ecosystem Model), que estiman mensualmente los flujos de carbono y nitrógeno y sus contenidos en diversos ecosistemas terrestres, y del modelo CINTRAFOR (un Global Trade Model) que simula “cosechas” (madera producida) y precios de la madera en cargadero y productos en mercado y calcula los beneficios económicos derivados de diferentes alternativas de crecimiento, evidencia la importancia de las asunciones hechas respecto a clima y factores económicos. En conjunto, el efecto de un clima más cálido es un mayor suministro de fibra, menores precios y mayor consumo de productos de la madera. La adicional producción de madera es menor que el aumento del stock de madera en monte al limitar el descenso de precios el incremento económico producido. Este, además, tiene importantes efectos de distribución regional (Pérez- García et al 2002). 3.2. Comportamiento a niveles interespecífico, intraespecífico e interpoblacional El cambio climático afecta la biodiversidad a diferentes niveles biológicos, desde los ecosistemas a los genes. Ante el calentamiento global se producen restricciones en los rangos de distribución de algunas especies (incluso su extinción), especialmente las de montaña y altitudes elevadas, y cambios diferenciales en las interacciones insectos-plantas. La diversidad genética puede alterarse, con variaciones en la distribución de las especies y, asimismo, con movimientos espaciales inter- e intrapoblacionales. A nivel intraespecífico han tenido lugar adaptaciones evolutivas a las nuevas condiciones climáticas y la dispersión ha evolucionado en los márgenes de sus rangos. Los cambios genéticos rápidos observados modulan los efectos locales del cambio climático pero existe escasa evidencia de que dichos efectos puedan llegar a mitigar los efectos negativos a nivel de especie (Parmesan, 2006). A decir de los expertos se necesita predecir qué especies acabarán constreñidas a refugios, cuales serán susceptibles de extinción por pérdida de diversidad genética y cuales otras construirán una nueva diversidad si se extienden o se fragmentan sus rangos ecológicos. Con dicho fin se requerirá la integración de estudios de filogeografía con filocronología, datos paleontológicos y geoecológicos y de la ciencia climática, en especial teniendo en cuenta las escalas de cambio climático distintas de los ciclos glaciales- interglaciales, inducidos orbitalmente; estudios que ayudarán a tomar decisiones con vistas a la conservación genética de las especies afectadas (Barnowsky, 2008). En otros capítulos, al tratar de la incidencia de las variaciones climáticas en los ecosistemas forestales y hacer referencia específica a las especies afectadas, se distinguen las diferencias existentes. En lo que sigue, se muestran algunos ejemplos de previsibles repercusiones del cambio climático a nivel biogeográfico y respuestas comparativas entre especies, y se hacen algunas consideraciones sobre el comportamiento a nivel poblacional y familiar, con referencias a casos recogidos en la bibliografía consultada. La aplicación de dos escenarios de emisión y tres modelos climáticos (Parallel Climate Model, Hadley CM3 Model y Geophysical Fluid Dynamics Laboratory Model) al análisis del hábitat potencial de 134 especies arbóreas del este de EEUU ha llevado a Iverson et al (2008) a predecir un desplazamiento en dirección noreste hasta de 800 km para la condición de cambio mas extrema (mas calor y mas emisiones). Se estima que 66 especies se verían favorecidas y 54 perde- 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 59 3. Los árboles y los bosques ante el incremento de CO2 en la atmósfera 59 rían al menos un 10% de su hábitat. Se destaca el retroceso específico de “piceas” y abetos y el avance de los robles y pinos del sur. A los efectos biogeográficos a que conducen los cambios en la actual distribución de las especies derivados del calentamiento global se suma la repercusión que puedan tener en la producción de madera y en las estrategias de forestación. La aplicación del modelo LANDIS (Scheller et al, 2004) al análisis de los cambios potenciales en especies arbóreas de las montañas del noreste de China (la gran suministradora de madera en el país) muestra un incremento en superficie de especies del sureste de la zona (Pinus koraiensis, Betula costata) y una reducción en especies del noreste (Larix gemelinii, Abies nephrolepis, Picea koraiensis, Picea jezoensis, Betula davurica). Globalmente, el incremento de 11,2% en la superficie objeto de aprovechamiento forestal, respecto a la actual, no se refleja de forma lineal al simular las plantaciones que optimizan el cambio producido, y requiere un análisis más complejo (Bu et al, 2008). En un trabajo posterior del mismo grupo se dan datos específicos de los nada despreciables decrementos en superficie (cifrados en millones de hectáreas) predichos por la simulación de un ascenso térmico en dos especies de alerce y la desaparición de una tercera (Leng et al, 2008). El análisis comparativo ente Pinus uncinata y Larix decidua, sobre el reparto y asignación de carbono de nueva fijación y de carbono almacenado, mostró el papel relevante de éste último en la elongación del tallo y que cualquier alteración en la disponibilidad de carbono (incremento de CO2, defoliación) produce cambios en los tejidos leñosos y, en particular, el carbono almacenado tiene mayor importancia en el pino de lo que pudiera haberse pensado dada su condición de especie perennifolia frente a la de caducifolia del alerce (Von Felten et al, 2007). En un amplio trabajo Rehfeldt et al (2001), con 125 poblaciones de Pinus contorta en 16 escenarios de cambio climático, analizan las respuestas en productividad. Se asume que los efectos del cambio climático se gobiernan por la plasticidad fisiológica en la generación presente y los ajustes evolutivos a largo plazo proveen adaptabilidad para optimizar la productividad en generaciones futuras. Las respuestas plásticas directas a corto plazo resultaron geográficamente complejas con repercusiones a través de las diferentes poblaciones incluso con fluctuaciones de temperatura de ± 1ºC. Se concluye que los ajustes evolutivos mejorarán los impactos negativos a corto plazo y aumentarán los positivos. En general los ajustes soportan incrementos de productividad. Los ajustes a largo plazo requerirían una a tres generaciones en latitudes nórdicas, que se prolongarían de seis a doce en el sur, lo que supondría 200 a 1200 años. Un clima más cálido puede proporcionar ventajas adaptativas en algunas especies. Así se muestra en el mayor crecimiento, regeneración y densificación de poblaciones de Pinus sibirica y Larix sibirica en zonas de Siberia con suficiente precipitaciones consecuencia del ascenso de temperaturas (Kharuk et al, 2009). El regenerado se ha propagado en la tundra alpina a razón de 1,00 a 2,00 m año-1, superándose en 10 a 80 m los límites altitudinales históricos. Al efecto sobre el balance de carbono se unirá el decremento del albedo, lo que puede incrementar el calentamiento. Suscita especial interés científico el comportamiento de las poblaciones localizadas en el límite geográfico de las especies, las cuales pueden acusar más intensamente los efectos del cambio climático que aquellas otras situadas en el corazón de su rango de distribución. En la Península Ibérica, poblaciones de haya, robles de hoja caediza, de los pinos silvestre y negro y del pinabete pueden considerarse de dicha condición. De ahí el especial interés en analizar su respuesta al calentamiento y posible disminución del agua disponible (Gracia et al, 2004). Un ejemplo concreto lo muestran tres poblaciones pirenaicas de Abies alba, en las que se ha detec- 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 60 60 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” tado una tendencia de aumento térmico en el último tercio del siglo pasado, unido a sequías estivales más acusadas. Estos hechos están estrechamente relacionadas con registros de menor crecimiento radial durante el periodo vegetativo siguiente y, también, aunque en menor grado, con el final de dichas precipitaciones, con extensión del estrés hídrico del final del estío al comienzo del otoño (Macías et al, 2006). Asimismo, el reciente calentamiento ha cambiado las relaciones clima- crecimiento, con mayor sincronía entre lugares y una mayor variación interanual. Los autores enfatizan que la intensificación del estrés hídrico puede afectar el crecimiento de las poblaciones muy fragmentadas como las estudiadas. Cabe añadir que en la búsqueda de refugios más compatibles con la nueva situación, aumente la actual fragmentación, cuando no se produzca una pérdida de genotipos; hecho que puede extenderse a las poblaciones de Abies pinsapo, constreñidas a un particular microclima de la Bética peninsular. Por otra parte, dado que la plasticidad de las especies ante cambios en la concentración de CO2 está genéticamente determinada, cabe esperar variación de comportamiento a nivel intraespecífico (procedencias, familias y clones) en el desarrollo, el crecimiento, la fenología y las respuestas a agentes externos ante el incremento de CO2 en la atmósfera, como evidencian los ejemplos que siguen. En un experimento en el cual se comparan en cámaras abiertas el comportamiento de especies (Pinus sylvestris, Picea abies y Betula pubescens), procedencias de las dos coníferas y clones de la frondosa, en sus respuestas al incremento de CO2 y a su acción combinada con ozono, durante cuatro años, los autores concluyen que el efecto del incremento de CO2 y el de la combinación CO2 + O3 dependía de la especie y procedencia, con menor sensibilidad en las de origen más nórdico. Asimismo, los efectos del incremento de CO2 resultaron ser mayores en los clones de abedul de crecimiento más lento que en los de mayor crecimiento, con igual respuesta (mayor sensibilidad) respecto al efecto negativo del O3 (Van Hatalo et al, 2003). En brinzales de Pinus banksiana, a nivel de familia, el incremento de CO2 (x2), en combinación con el de temperatura (+4ºC) y diferentes concentraciones de nitrógeno, condujo a un aumento generalizado de biomasa, aunque no de altura; con diferencias significativas entre genotipos pero manteniéndose el mismo rango entre familias que bajo concentración normal de CO2, lo que sugiere que la condición de especie con capacidad de crecimiento rápido permanece sin modificaciones, al menos en el estado de brinzal, al elevarse la concentración de CO2. Los efectos del incremento de CO2 sobre la fenología han sido también estudiados. En Picea sitkensis y en clones de Populus se acorta el periodo vegetativo, si bien en la conífera se retrasa la apertura de las yemas en primavera y se adelanta su formación en otoño (Kramer, 1995). La comparación, en invernadero, de los efectos del incremento de CO2 en dos procedencias de Picea mariana de diferente latitud sobre la fenología y la resistencia a bajas temperaturas, mostró un adelanto en la formación de las yemas (mayor en la procedencia mas nórdica) y en la tolerancia a las bajas temperaturas al comienzo del otoño. Resultaron también evidentes en ambas procedencias el descenso de parámetros fotoquímicos durante el endurecimiento y su recuperación al salir del mismo; un aumento del gradiente de difusión de CO2 y un descenso de la fotorrespiración. Las diferencias en la tasa fotosintética durante las diferentes estaciones del año, al determinar las variaciones interanuales, deben tenerse en cuenta al evaluar el carbono en estos sistemas forestales (Bigras y Bertrand, 2006). La sensibilidad fenológica a la temperatura entre especies y entre poblaciones dentro de una misma especie ha sido también estudiada según gradientes altitudinales en diversas fron- 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 61 3. Los árboles y los bosques ante el incremento de CO2 en la atmósfera 61 dosas en Francia por Vitasse et al (2009). Sus resultados, con correlaciones significativas entre apertura de las yemas y temperatura, les hacen sugerir que la sensibilidad de una población al calentamiento global puede ser estable para una determinada especie a pesar de su posible adaptación local. Los resultados de dos experimentos conjuntos, uno en laboratorio y otro en campo, con dos poblaciones de Acer saccharum, una del norte y otra del sur, evidenciaron la existencia de un potencial de aclimatación fisiológica a la temperatura en la fotosíntesis y la respiración, pero un bajo grado de adaptación genética (Gunderson et al, 2000). Así, parte del potencial de aclimatación a una temperatura 4ºC por encima del nivel natural de temperaturas fluctuantes pudo contrarrestarse por diferencias en las relaciones hídricas; y, a largo plazo, en condiciones de campo, oscurecerse por la inherente variabilidad en las tasas de fotosíntesis y respiración. El comportamiento de dos procedencias de Picea abies, latitudinalmente distintas, sometidas a incremento de CO2 (40 y 70 Pa) en combinación con fertilización nitrogenada (3,60 mM y 15,70 mM) fue distinto en crecimiento en altura, tiempo de formación de las yemas y tolerancia al frío. Se puso de manifiesto que el incremento de CO2 influencia el desarrollo de la tolerancia a bajas temperaturas (aumentó de -10 a -35º C) y que esta respuesta difiere entre procedencias según el nitrógeno disponible (Dale y Johnsen, 2004). La sombra de la incertidumbre de las predicciones ante el cambio climático planea con fuerza en el trabajo de Xu et al (2009), que simulan las respuestas de 13 especies bajo 27 posibles condiciones climáticas aplicando el modelo Landis-II y el modelo forestal de procesos PnET-II (Aber y Federer, 1992) en el periodo 2000 a 2400. Los autores estiman una incertidumbre máxima hacia el año 2200, tiempo en que los bosques puedan estar más afectados por perturbaciones y mortalidad natural. Destacan, asimismo, la mayor incertidumbre de las predicciones de temperaturas respecto al PAR, al incremento de CO2 y a las precipitaciones en orden decreciente. 3.3. Interacciones En este apartado se hace referencia a trabajos sobre los efectos de las posibles interacciones del incremento de CO2 y temperatura con los polutantes atmosféricos (ozono, lluvia ácida), los insectos en general y las plagas forestales en particular, las enfermedades (hongos) y otros agentes de pertubación de los ecosistemas; las relaciones simbióticas (micorrizas y fijación de nitrógeno). Se hace también una alusión (sólo indirectamente se relaciona con el tema central tratado) a la “fauna mayor” (mamíferos, peces y otros animales partícipes de algunos ecosistemas terrestres). La interacción del incremento de CO2 y temperatura con los incendios cabría haberse incluido en este apartado. No obstante, el específico papel ecológico que desempeñan los incendios en los ecosistemas forestales (en muchos casos de perturbación, aunque en otros como factor integrado en el proceso evolutivo del ecosistema) les confiere un tratamiento independiente. En cualquier caso, cabe subrayar que los incendios forestales, junto con las plagas y los aprovechamientos de madera pueden desempeñar un papel significativo en la modificación del funcionamiento de un ecosistema; de ahí que se planteen estudios en que se comparan sus respuestas. En el trabajo de Chertov et al (2009), la aplicación del modelo EFIMOD (Chertov et al, 2003) a varios escenarios de perturbación (incremento de temperaturas, incidencia de plagas de insectos, incendios) en un bosque boreal de Picea mariana, se pone en evidencia que la inexistencia de 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 62 62 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” perturbaciones favorece la condición de sumidero de carbono del bosque en mayor grado que si se producen fuegos o se practican cortas de madera. Los regímenes de fuegos repetidos son siempre fuentes de carbono, aunque la condición de fuente o sumidero de un factor depende de su grado de perturbación y su frecuencia: a mayor frecuencia decrece el carbono retenido por el ecosistema. 3.3.1. Contaminación atmosférica. Ozono y lluvia ácida Ante las alarmas sobre el estado de los bosques disparadas en los años sesenta del siglo XX y su posible relación con el cambio climático, se aprobó y puso en marcha un “Programa de Cooperación Internacional para la Evaluación y Seguimiento de los Efectos de la Contaminación Atmosférica en los Bosques” (ICP-FORESTS) con participación de 35 países europeos, Canadá y Estados Unidos. Se ha llevado a cabo el seguimiento del estado de los bosques desde 1986 y emitido diversos informes (CEC-CEPE, 1995) en los que se ha puesto de manifiesto que la contaminación atmosférica predispone al deterioro de los árboles en zonas muy extensas, aunque la amplitud de los efectos sigue siendo incierta; y que la sequía y los posteriores ataques de insectos perforadores son factores principales, junto con la contaminación, de la defoliación. La evaluación con carácter anual de la defoliación y la decoloración del follaje en especies arbóreas en las parcelas establecidas al efecto (nivel I) ha permitido conocer la evolución y posible deterioro de las masas forestales, datos a los que se unen la posible identificación de agentes causantes. De las trece especies arbóreas analizadas en la Red Europea, con carácter general el deterioro mas grave se ha observado en haya y robles albar y pedunculado, cuya defoliación ha ido en aumento desde 1988. En el ámbito mediterráneo, la encina, el alcornoque y el eucalipto (la especie menos dañada) experimentaron también un aumento considerable de daños. En España, contrasta el estado de la copa y el porcentaje de árboles dañados de Pinus halepensis (que no ha dejado de deteriorarse desde 1991, primer informe), con el de Pinus pinaster, que presentó una situación sanitaria muy equilibrada y un porcentaje de árboles dañados que no superaba el 10% (CEC-CEPE, 1995). En el mismo contexto, se han detectado pérdidas de acículas con presencia previa de moteado clorótico en masas de Pinus halepensis de las provincias españolas de Teruel y Castellón, no atribuible a parásitos y que se han achacado a la acción del ozono, acción superpuesta a las condiciones climáticas (marcada sequía estival) y edáficas (Calatayud, 2000). La interacción del ozono y el CO 2, y el efecto negativo del primero sobre la fotosíntesis y producción primaria, han suscitado el interés científico ante el incremento atmosférico de CO2. Felzer et al (2005) analizan el efecto del ozono troposférico sobre el secuestro de carbono por la vegetación para el periodo 1860-1995 utilizando simulaciones con aplicación del modelo biogeoquímico TEM (Raich et al, 1991). Dichos autores muestran que los mayores daños se dieron en el sureste y medio-oeste de USA, este de Europa y este de China, con las mayores reducciones (41%) en el almacenamiento de carbono por efecto del ozono entre 1950 y 1995, en el este de Europa. En los escenarios para el siglo XXI, la aplicación del modelo de sistemas globales integrados desarrollado por el MIT (Massachussets Institute of Technology) resulta en un efecto negativo mayor. Algunas regiones se convertirán de su- 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 63 3. Los árboles y los bosques ante el incremento de CO2 en la atmósfera 63 mideros en fuentes de carbono con descensos de 0,40 Pg C año-1. Los autores concluyen que estabilizar la concentración de CO2 a 550 ppm sin considerar los efectos del ozono supondría un aumento de costes de 6 a 21%; pero dicha estabilización reduciría a su vez la emisión de otros gases que causan ozono, con beneficios adicionales de 5 a 25%. Este efecto de retroalimentación no se ha incluido en la estimación de costes. Investigaciones más puntuales se han llevado a cabo con diferentes especies arbóreas. En el estudio de la interacción entre aumento de CO2 y presencia de polutantes atmosféricos en Populus y Picea, alguno resultados obtenidos (Saxe et al, 1998) muestran que no parece que el incremento de CO2 mejore los efectos negativos del ozono sobre el aparato fotosintético (disminución en la eficiencia de la carboxilación y la tasa fotosintética), así como tampoco los efectos disruptivos del ozono sobre las membranas celulares, contradiciendo la hipótesis de que el CO2 actuaría como amortiguador de dichos efectos. En Pinus sylvestris de 20 años de dad, expuestos a la acción conjunta de incremento de CO2 y ozono en cámaras abiertas, Kainulainen et al (1998) sólo al tercer año encontraron mayor concentración de almidón en las acículas del año expuestas a doble concentración de CO2, pero ningún efecto significativo sobre las concentraciones en monoterpenos y ácidos resínicos. En ningún caso el incremento de ozono (ambiente x 2) tuvo efectos sobre el almidón y los compuestos secundarios estudiados. Existen resultados contrarios a estos. En cualquier caso, la especie, el estado nutritivo, el tiempo de exposición y la aclimatación juegan un papel determinante en la respuesta. En este sentido se muestran los resultados encontrados en brinzales de Picea abies y Fagus sylvatica, tras aclimatarse un año a CO2 (concentración ambiente y doble) y posteriormente exponerse durante tres años a combinaciones factoriales de elevado contenido en ozono y CO2 (Liu et al, 2004). En ambas especies el incremento de CO2 contrarresta los efectos negativos del ozono sobre los contenidos en azúcares y almidón. El haya mostró alta sensibilidad en plantación pura, aunque ésta quedó muy reprimida en plantación en mezcla con picea; mientras que en ésta última, las perturbaciones por el ozono no se vieron afectadas por el tipo de competencia, intra- o interespecífica. El abedul (Betula pendula) viene siendo objeto de sucesivos trabajos sobre el efecto del incremento de CO2 sobre plantas expuestas en cámaras abiertas en campo a diferentes concentraciones de CO2 y fumigadas con O3. Con material clonal, la aplicación de 2xCO2 (respecto a ambiente) incrementó la superficie foliar y retrasó la abscisión de las hojas; y 2xO3 (respecto a ambiente) disminuyó la masa de raíces y ramas, el tamaño de las hojas e indujo abscisión foliar temprana. Aunque se encontraron interacciones significativas entre 2xCO2 y 2xO3, con diferencias interclonales, en conjunto se obtuvieron respuestas similares a la acción conjunta de 2xCO2 y 2xO3, y de 2xCO2, lo que indica que las plantas sólo respondieron a 2xO3 bajo CO2 ambiente, reflejando según los autores (Riikonen et al, 2004) la disponibilidad de mayor cantidad de carbohidratos para destoxificarse y reparar daños debidos al ozono aprovechando el incremento de dióxido de carbono. En otro trabajo, el grupo anteriormente citado (Repo et al, 2004) utiliza mediciones de los espectros de impedancia eléctrica para obtener información sobre las propiedades fisicoquímicas de la membrana celular (orgánulo celular reconocidamente sensible al ozono) en condiciones experimentales semejantes al trabajo anterior. Los resultados muestran daños en la membrana celular bajo 2xO 3 y aumento de la resistencia intercelular bajo 2xCO 2, lo que sugiere cambios en la composición del simplasto. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 64 64 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” En clones de Betula pendula de siete años, expuestos durante tres años a incrementos de CO 2 y O3 en cámaras abiertas, se midieron diferentes parámetros fotosintéticos. Se tuvo como referencia el nivel de 10 ppm h-1 dado como crítico, expresado como la suma de las diferencias entre las concentraciones de ozono por hora y el umbral de 40 ppb (AOT40, Accumulated Exposure Over a Threshold of 40 ppb) calculado para las horas de luz (con radiación > 50 W.m -2) del periodo vegetativo (Fuhrer et al, 1997). El efecto interactivo entre CO 2 y O3 fue variable y la dosis alta de O3 (doble respecto al nivel del ambiente y 2-3 veces mayor que el nivel crítico) apenas tuvo significación sobre la fotosíntesis, con pequeñas variaciones en algunos parámetros fotoquímicos (Riikonen et al, 2005). En un experimento semejante con Liriodendron tulipifera, el O 3 (x1,50 ambiente) condujo a la reducción de parámetros de intercambio gaseoso (tasa fotosintética a saturación, Asat, y conductancia estomática, (gs) respecto a controles, efecto menor con la edad, mientras que el efecto combinado CO 2 + O3 incrementó el valor de Asat. Los autores (Rebbeck et al, 2004) sugieren que el incremento de CO2 minimiza los efectos negativos del ozono al disminuir la conductancia estomática y, así, reducir su absorción. En un trabajo posterior del mismo grupo (Riikonen et al, 2008), ampliado a Populus tremuloides, se muestra que el aumento de CO 2 retrasa la abscisión de las hojas y el aumento de O3 la acelera. El aumento de CO2 aumenta la proporción de mono- a di- y oligosacáridos en las yemas del chopo, lo que puede indicar un retraso en la aclimatación al frío; mientras que la dosis alta de O 3 provocó el descenso de almidón (16%) en yemas de abedul y redujo el tamaño en chopo (relacionable con el retraso de su desarrollo en primavera). En general, cabe concluir efectos beneficiosos del aumento de CO 2 sobre los efectos negativos derivados del incremento de O3, con potencial para alterar el metabolismo de carbono en las yemas pasado el invierno. Otros trabajos evidencian la complejidad y aparente contradicción de las respuestas, y la dificultad de su interpretación. Niveles elevados de CO 2, al interaccionar con el ozono, exacerbaron en Populus tremuloides (Wustman et al, 2003) los efectos dañinos del ozono aumentando los daños a nivel celular y reduciendo la resistencia a infecciones; mientras que en pino silvestre se atenuaban sus efectos negativos (Ultrainen et al, 2000, entre otros). Las predicciones en condiciones naturales son más inciertas, dada la participación de otros factores ambientales (temperatura, humedad atmosférica relativa y del suelo). A ello se añaden las diferencias en la estructura de las poblaciones, su estado y edad, posibles cambios que experimenten las plagas y enfermedades por efectos del cambio climático y su relación con los cambios en la fenología de los árboles (Karnosky et al, 2003). En relación con la interacción del CO 2 con emisiones de SO2 y NOx (lluvia ácida) cabe hacer referencia al trabajo de Paoletti y Manes (2003) en el cual se muestra como el enriquecimiento de CO 2 a corto plazo no alivió el efecto negativo de la lluvia ácida en Quercus ilex, y asimismo quedó inhibido el reparto de biomasa que provoca dicho enriquecimiento. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 65 3. Los árboles y los bosques ante el incremento de CO2 en la atmósfera 65 3.3.2. Insectos 3.3.2.1. visión general Los efectos de las variaciones de temperatura y aumento de CO2 sobre determinados grupos, mayormente parásitos, han sido objeto de estudios con aplicación de modelos para simular su predecible comportamiento en aspectos que conciernen a las poblaciones de los insectos (puestas, dietas alimenticias, relaciones sociales). También existen abundantes trabajos referentes a los árboles hospedadores (defoliación, alteración del xilema, respuestas fisiológicas) en su capacidad de generar defensas ante los ataques del insecto (o tras la acción combinada de hongo e insecto), de los que son una muestra los reseñados a continuación. En el marco de las relaciones árbol- insecto, los trabajos son variados, tanto en términos de respuesta del hospedante como del parásito. La composición química de los tejidos vegetales es de singular importancia para la protección frente a insectos, lo que hace predecible que se produzcan cambios en el reparto de asimilados y en el metabolismo de los hospedantes con producción de metabolitos que frenen el ataque del insecto, tal como tiene lugar con el aumento de terpenoides en coníferas, o con la producción de taninos, fenoles y glicósidos fenólicos, agentes protectores frente a insectos fitófagos. Cabe, también, aludir (marginalmente) a la importancia de la emisión de isopreno por los vegetales, dada su contribución a los episodios de ozono en la troposfera. El factor incremento de CO2 está presente en buen número de trabajos experimentales sobre el comportamiento de hospedantes y parásitos. En general, los cambios que se produzcan en las cualidades defensivas de los árboles en respuesta al incremento de CO2, (por ejemplo, el aumento en la producción de taninos condensados) pueden modificar la incidencia de plagas y enfermedades. Los trabajos relatados posteriormente reflejan estas circunstancias En el ámbito global, dejando para un apartado posterior lo concerniente a plagas forestales, cabe subrayar los efectos del cambio climático sobre los lepidópteros en general, como una preocupante muestra del riesgo de pérdida de biodiversidad; que, para muchas especies, se traduce en un desplazamiento hacia el norte. En este sentido, se ha detectado la presencia en la Península Ibérica de mariposas africanas y dentro de la Península, desplazamientos del sur al norte, o hacia altitudes mas elevadas. En el Atlas sobre los riesgos de cambio climático para las mariposas europeas de Settele et al (2008), con un amplio número de datos tomados en campo, los autores concluyen que un incremento de 2,40 º C hará que deje de ser habitable la mitad de los hábitat para 147 especies y con un incremento de 4,10 º C el 95% del espacio ocupado por 70 especies de mariposas dejará de ser viable para su supervivencia. Los autores destacan la alarmante reducción en latitudes medias y bajas de Aglais urticae, confinada al norte del continente europeo y la posible desaparición de Zerynthia rumina endémica de la Península Ibérica y sur de Francia. Los efectos del cambio climático sobre la incidencia de los insectos en las plantas, con especial repercusión en las especies exóticas, son analizados en el trabajo de Cannon (2004) en referencia a los resultados de la experimentación llevada a cabo con algunos áfidos en el Reino Unido, que pueden convertirse en serias plagas. También subraya los posibles cambios en la distribución de especies de Lepidoptera, Ortoptera y Odonata en respuesta a estíos más calurosos que pueden favorecer la colonización de nuevos hábitat, señalando que es esperable que las plagas migratorias respondan con mayor rapidez a los cambios de clima que las plantas hospedantes. En cual- 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 66 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” 66 quier caso, señala el autor, las predicciones a largo plazo son inciertas dado el conjunto de factores (fenómenos climáticos, procesos en el ecosistema, actividades humanas) que intervienen en las respuestas. 3.3.2.2. Plagas forestales Los insectos causan importantes daños en los ecosistemas forestales, que en los bosques boreales se traducen en cuantiosas pérdidas de madera; de ahí el interés de investigar sobre los efectos del cambio climático en las relaciones insecto-árbol y la profusión de trabajos, de los que pueden servir de ejemplo los relatados a continuación. Fleming y Volney (1995) usaron el lepidóptero tortrícido Choristoneura fumiferana, parásito de las yemas de Picea, como caso ilustrativo para analizar los sistemas de irrupción de defoliadores en bosques boreales ante plausibles escenarios de cambio climático. Dichos autores subrayan la importancia de la selección natural en la respuesta de los insectos, que ya podía estar afectando sus ciclos biológicos; y cuestionan la adecuación de los modelos de equilibrio para los sistemas bosque-plaga. En un trabajo posterior, con la misma especie como modelo, Fleming y Candau (1998) se ratifican en que el calentamiento global afecta los ciclos biológicos de los insectos; y arguyen que a nivel de especie las acciones de preservación pueden tener efectos colaterales no requeridos, ser inefectivas en términos de costes y ecológicamente insostenibles. Posteriormente Volney y Fleming (2000) insisten en los predecibles efectos del cambio global en la frecuencia e intensidad de la irrupción de las plagas, particularmente en los márgenes de las áreas de distribución de los hospedantes; y recalcan que la incorporación de los efectos de las plagas en los modelos predictivos de cambio climático presenta problemas dada la naturaleza de las interacciones entre plagas y productividad forestal, la dificultad de escalar los resultados y, posteriormente, la dificultad de verificar y validar los modelos aplicados. En el Informe de Montoya y López Arias (1998) sobre el estado de las masas forestales en España, en el marco del Programa antes citado (ICP-Forests), se acompañan observaciones sobre la posible relación de su deterioro con el estrés hídrico, cambios térmicos y los ataques de poblaciones de insectos (Lymantria dispar en un alcornocal), presencia de cecidias y erinosis foliar en encina, proliferación del xilófago Cerambyx en una repoblación de piñonero en mezcla con encina, daños del perforador Tomicus piniperda en repoblados de pino rodeno, daños de Coroebus florentinus en una dehesa mixta de alcornoque y encina, entre otros. El posible efecto favorecedor de un aumento de temperatura sobre las poblaciones de insectos folívoros ha conducido a aplicar modelos de ecosistemas dinámicos para analizar los impactos de defoliación. En poblaciones de abedules del norte de Europa, la aplicación del modelo GUESS (General Ecosystem Simulator) (Smith et al, 2001) a un incremento de temperatura estival ha revelado que junto a una reducción del índice de área foliar se produce una disminución de la producción primaria neta, lo cual se relaciona con un efecto secundario sobre la competencia entre especies, sugiriendo cambios en la estructura poblacional y, en consecuencia, en las predicciones de la futura composición del bosque (Wolf et al, 2008). La inclusión en el modelo PICUS V1.41 de un submodelo para la mortalidad de los pies de Picea abies inducida por el perforador de la corteza Ips typographus permitió simular la incidencia del ataque del insecto sobre la producción de madera y carbono durante 100 años bajo condiciones de cambio climático y varios escenarios de manejo de la masa arbórea (Seidl et al, 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 67 3. Los árboles y los bosques ante el incremento de CO2 en la atmósfera 67 2008). Los resultados indican un incremento del daño causado por el insecto bajo el escenario de aumento de temperatura, con pérdidas en volumen de madera hasta de 219% en comparación con el escenario base, y una reducción del carbono almacenado (hasta de 41 t C ha-1) para las estrategias de manejo activo del bosque. En contraposición, las condiciones de cambio climático simulado, sin ataque del insecto, ocasionaban incrementos del carbono almacenado en los 100 años hasta de 31,60 t C ha-1. El dióxido de carbono modula el comportamiento de los insectos y, en general, el aumento de CO2 afecta a su comportamiento social, así como a su fisiología y órganos sensores. Así, en sus nidos puede tener efectos deletéreos y al cambiar las defensas de las planta, y aumentar la ratio carbono a nitrógeno, se reduce la calidad de la dieta alimenticia que, por otra parte, puede compensarse con el aumento de biomasa (Guerenstein y Hildebrand, 2008). También puede verse afectada la producción de huevos por el insecto con el incremento de CO2: en pino silvestre aumenta la cantidad de las puestas durante el día, se reduce su tasa de fotosíntesis y se hace más débil como sumidero de CO2 (Schroder et al, 2005). Diferentes parámetros fisiológicos medidos en respuesta a la interacción del incremento de CO2 y el agua disponible, y su repercusión sobre el comportamiento del insecto Malacosoma distria en Populus tremuloides y Acer sacharum, ponen de manifiesto una alteración del proceso de alimentación de los insectos en el estado larvario, con una influencia marcada de la disponibilidad de agua en la respuesta al CO2, con diferencias entre ambas especies de árboles; lo cual es, a su vez, reflejo del diferente uso que los fitófagos hacen de los hospedantes (Roth et al, 1997). En esta misma línea se insertan trabajos en los que se estudia el efecto de la dieta alimenticia sobre el desarrollo de los insectos. Las larvas de Lymantria dispar alimentadas con material con alta ratio carbono a nitrógeno respondieron en dependencia de la fuente del material; así, mientras que en Populus tremuloides las tasas de consumo se incrementaron en un 86%, no se vieron afectadas las tasas de crecimiento de las larvas (Kinney et al, 1997). En Populus tremuloides aumenta la concentración de metabolitos secundarios implicados en la resistencia al parásito, así como la abundancia de ceras cuticulares, al hacerlo la de CO2 atmosférico. Dicho aumento reduce también la masa de pupas femeninas de coleópteros defoliadores de la especie, en particular si el aumento de CO2 se combina con la acción del ozono; y conduce a la mayor abundancia de áfidos y de sus enemigos naturales, respuestas que son también sinergiadas por la acción combinada de dióxido de carbono y ozono (Percy et al, 2002). Estos cambios en las defensas no permiten predecir la dinámica poblacional a largo plazo de las plagas forestales. No obstante, si pueden modificarse las respuestas de los árboles al incremento de CO2 y ello conducir a la reducción de algunas plagas al producirse cambios en el comportamiento de los insectos que parasitan las plantas (Percy et al, 2002). En un contexto forestal, se han detectado fluctuaciones interanuales en las poblaciones de algunos lepidópteros en masas de frondosas (Acer sacharum y Betula alleghanenesis) de EE.UU., muy superiores a las usuales, significativas en términos negativos con la temperatura mínima en invierno y en términos positivos con la integral térmica en el estío; fluctuaciones que se relacionan con efectos directos sobre el desarrollo de los insectos, efectos indirectos sobre la susceptibilidad a sus enemigos naturales y(o) efectos sobre las interacciones plantainsecto (Reynolds et al, 2007). El estudio de los efectos combinados del aumento de CO2 y la folivoría llevado a cabo en Acer sacharum y Populus tremuloides, cultivados en cámaras abiertas, seis meses después de eliminar las hojas, puso de manifiesto que la defoliación no tuvo efecto significativo ni en el 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 68 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” 68 nivel de CO2 ni en las especies (Volin et al, 2002). Aunque con efectos significativos en la interacción entre ambos tratamientos para algunos de los caracteres medidos, los datos no apoyan la hipótesis de que el incremento de CO2 altere sustancialmente las respuestas a la folivoría; sin embargo, de los resultados infieren los autores que las tasas de crecimiento en el estado de regeneración de ciertas frondosas de clima templado pueden responder sólo moderadamente a un incremento (x2) de CO2. La amplia distribución mundial de coníferas está en parte asociada a que han evolucionado sistemas de defensa frente a parásitos y herbívoros, como es la producción y secreción de sustancias resinosas ricas en terpenoides y fenoles; metabolitos, con efectos de defensa frente a insectos perforadores y fitófagos respectivamente. El aumento de temperaturas favorece en pino silvestre las concentraciones de terpenos, lo que se ha asociado con la termotolerancia a la fotosíntesis; por el contrario, el incremento de CO2 reduce dichas concentraciones (Sallas et al, 2003); respuestas que, ante un cambio climático, pueden condicionar el comportamiento de las masas de coníferas boreales. Las diferencias en los contenidos en lignina y celulosa frente al contenido en almidón encontrados en raíces finas y gruesas en Pinus palustris al incrementarse el nivel de CO2, sugiere efectos sobre los folívoros que las consumen y sobre las acciones de los hongos de la rizosfera (Runion et al, 1999). También hay evidencia de que el incremento de la relación carbono a nitrógeno en los tejidos de la planta, en respuesta al incremento de CO2, puede también aumentar su consumo (Lincoln et al, 1993). La rápida colonización de masas de Pinus ponderosa en British Columbia (Canadá) por el perforador Dendroctonus ponderosae durante las últimas décadas, en áreas inadecuadas anteriormente para este escolítido, se relaciona con el calentamiento del oeste del continente y vaticina un incremento del rango de hábitat benignos para la especie, con una expansión hacia el norte y este y a altitudes mayores (Carrol et al, 2003). Los riesgos que puede entrañar un previsible aumento de temperatura en la intensidad de la plaga del defoliador Neodiprion sertifer, en masas de Pinus sylvestris en Finlandia, son analizados por Virtanen et al (1996) con una perspectiva temporal hasta el año 2050. Dado que en el modelo aplicado, temperaturas mínimas inferiores a -36 º C (valor crítico para la muerte de los huevos) explican el 33% de la variación en la irrupción de la plaga, predicen un incremento de la frecuencia de las plagas en el este y norte del país ante los incrementos de temperatura esperables. 3.3.3. Hongos patógenos Las condiciones de temperatura y humedad son, junto con el estado de desarrollo y vigor de las plantas, factores determinantes del parasitismo y daños causados por hongos en los árboles y las masas forestales; circunstancias, todas, que pueden favorecer la conversión del ataque en epifitia cuando conducen a una mortandad masiva en zonas de cierta extensión. Muchos patógenos han coevolucionado con sus hospedantes y pueden, o no, ser dañinos para ellos a largo plazo, pero el calentamiento global puede alterar su “coexistencia” y conducir a consecuencias desastrosas, lo que plantea la necesidad (respecto a hongos patógenos y a insectos) de una más detallada monitorización y evaluaciones de los eventos climáticos (Logan et al, 2003). 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 69 3. Los árboles y los bosques ante el incremento de CO2 en la atmósfera 69 El trabajo de Woods et al (2005) puede considerarse como una llamada de alerta al respecto. La enfermedad denominada “banda roja” de las acículas de pinos, causada por Dothistroma septosporum se introdujo con Pinus radiata en plantaciones en el hemisferio sur. Nativa en plantaciones del hemisferio norte, sólo ahora ha adquirido la condición de epifitia en pinares de Pinus contorta en British Columbia (Canadá), hecho debido a un cambio en las condiciones climáticas. Los autores han encontrado una relación mecanística entre la tendencia del clima (incremento de las precipitaciones estivales, pero no de la temperatura) y la interacción patógeno- hospedante, lo que conduce a plantearse si la epidemia se relaciona con el cambio climático. En España la “banda roja” es citada por primera vez en Galicia, en 1974, de donde se extendió por todo el norte peninsular. Es detectada dos décadas más tarde en masas de Pinus halepensis de las Sierras de Segura y Cazorla, lo que muestra como los hongos van colonizando territorios y favorecidos por cambios climáticos infectan nuevos hospedantes que pueden llegar a hacerse mas susceptibles a los parásitos en la nueva situación (Muñoz, comunicación personal, 2008). La detección del hongo Sirococcus strobilinus en masas de Pinus halepensis en circunstancias de lluvias, nieblas y temperaturas bajas durante la brotación, inusuales en esta especie, constituye otro ejemplo de los posibles efectos del cambio climático. Referencia específica a algunos trabajos científicos llevados a cabo en España sobre el tema se consignan en el apartado seis. Otro ejemplo de predecibles impactos negativos del cambio climático es el estudio de simulación del rango potencial en Francia de Phytophtora cinnamomi, patógeno de especies de Quercus, en el que se combinan datos fisiológicos que predicen la supervivencia invernal del patógeno con las temperaturas (en un rango de 0,50 a 5º C) en un escenario climático regionalizado derivado de un modelo de circulación global con el cual se comparan los periodos 1968-1998 y 2070-2099. Los resultados predicen mayores tasas de supervivencia del patógeno con un potencial de extensión del rango de la enfermedad desde la costa atlántica hacia el este (Bergot et al, 2004). En el trabajo de Saxon et al (2004) se muestran los resultados de los efectos del CO2 sobre la resistencia a una roya y, posteriormente, a la acción de un insecto. El incremento de CO2 atmosférico (x 2) en combinación con dos niveles de concentración de nitrógeno en el suelo (0,02 y 0,20 mg N g-1) aplicados a brinzales de tres familias de Pinus elliotii (con diferente resistencia a la roya Cronartium quercuum) dio lugar a diversas alteraciones en su metabolismo (fenoles y taninos condensados), dependientes y diferentes entre los tratamientos, con interacciones entre si. Posteriormente, se alimentaron artificialmente larvas del parásito himenóptero Neodiprion lecontei con acículas de los pinos sometidos a los tratamientos mencionados. Los efectos, globalmente, se tradujeron en variaciones en el crecimiento y desarrollo de los insectos. Aún cuando se incrementaron las tasas de consumo de las larvas bajo 2xCO2, su tasa de crecimiento descendió, al igual que con baja fertilización de nitrógeno; también, se produjo dicho descenso en los genotipos más resistentes a la roya. Estos resultados evidencian la complejidad de respuestas en los insectos consecuencia de las alteraciones metabólicas que los cambios de nitrógeno y CO 2 producen en el hospedante y que distan mucho de conocerse. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 70 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” 70 3.3.4. Asociaciones simbióticas 3.3.4.1. Micorrizas En el ámbito de las relaciones simbióticas entre árboles y otros organismos, los efectos sobre las micorrizas revisten especial interés (Fotografía 3.1). Cabe pensar que una mayor disponibilidad de carbohidratos derivada del incremento de CO2 repercutiera favorablemente en la asociación micorrícica al poder contrarrestar los costes de asimilados asociados al mantenimiento de las micorrizas. De hecho, en Pinus echinata y Quercus alba, sobre suelo no fertilizado, una atmósfera enriquecida en CO2 produjo un incremento en las micorrizas (O´Neill et al 1987). Asimismo, se beneficiaría el hospedante en la absorción de nutrientes minerales del suelo, reduciendo las diferencias relativas en las concentraciones de carbono y nitrógeno inducidas al aumentar el CO2 (Ward y Strain, 1999). En algunos estudios, la colonización de hongos micorrícicos reduce las tasas de degradación de las raíces en el suelo; y la biomasa de los hongos, en las raíces y en el micelio externo, se ve afectada negativamente por el cambio global Nilsson et al (2009). fotografía 3.1. Raicillas micorrizadas en Pinus En otros estudios se han evidenciado aumentos en la biomasa del micelio micorrícico, aunque no se ve afectado el crecimiento de la planta, y se ha sugerido que el incremento de CO2 ejerciera su efecto a través de su influencia sobre los procesos que afectan a la disponibilidad de azufre para la síntesis de proteinas que contienen aminoácidos azufrados, en mayor medida que sobre los procesos que afectan a nitrógeno y fósforo, al ser las proteinas el mayor sumidero de azufre orgánico en la mayoría de las plantas. El aumento de la colonización de micorrizas arbusculares asociado con cambios en la producción de raíces en Robinia pseudoacacia por efecto del incremento de CO2, ha sido también objeto de estudio (Olesniewicz y Thomas, 1999). Resultados, que no obedecen al patrón generalizado de que la fertilización con nitrógeno reduce la presencia de micorrizas, son los mostrados por Tingey et al (2005) en plantas de Pinus ponderosa cultivadas en rizotrones durante cuatro años y sometidas a tres dosis de fer- 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 71 3. Los árboles y los bosques ante el incremento de CO2 en la atmósfera 71 tilización nitrogenada en un experimento factorial con tres concentraciones de CO 2. El incremento en CO2 afectó positivamente la extensión de las raíces y no tuvo efecto sobre las micorrizas, lo contrario que el aporte de nitrógeno, que incrementó la extensión e intensidad de las micorrizas, aunque no tuvo efecto sobre la extensión de las raíces; resultado que, en cierto modo, contradice el supuesto de que con un aporte de nitrógeno la planta no requiere gasto energético para la producción de la simbiosis micorrícica. En un estudio sobre la competencia por el nitrógeno entre brinzales de pino silvestre y diversos hongos micorrizógenos asociados al mismo, bajo dos atmósferas de CO 2 (700 ppm frente a 350 ppm), se mostró que el incremento de CO2 daba lugar a un mayor aumento del crecimiento de las raíces micorrizadas que de las hifas externas del hongo, resultado contradictorio con el anteriormente reseñado; también, disminuía la relación tallo a raíz. Asimismo, los resultados evidencian que la limitación progresiva de nitrógeno inducida por la micorriza tiene el potencial de generar una retroalimentación negativa con el crecimiento de la planta al incrementarse el CO 2 disponible (Alberton et al, 2007). Los resultados de un experimento sobre los efectos de una atmósfera con concentración elevada de CO2 y dos concentraciones de NH4+ en el substrato sobre los compuestos nitrogenados en micorrizas de Amanita muscaria – Picea abies (Turnau et al, 2001) pusieron de manifiesto que con +N/- CO2 el hongo tenía un suministro de carbono bajo, en parte por la síntesis de aminoácidos en las raicillas no micocrrícicas. Al incrementarse el nivel de CO2 se restablecía el equilibrio entre los compuestos nitrogenados y el glicógeno que se almacena en el manto micorrícico. El incremento de respiración heterotrófica que se produce en los suelos al aumentar el contenido atmosférico de CO2 está bien sustentado experimentalmente (véase apartado 2.2.2). El papel de las micorrizas y su aportación a dicha respiración ha sido objeto de un trabajo de Fransson et al (2007), que cultivaron artificialmente siete especies de ectomicorrizas de Pinus sylvestris en placas Petri bajos dos ambientes de CO2 y mostraron mayor valor medio de la pérdida respiratoria de carbono para la mayoría de las especies al incrementarse el CO2. Asimismo, los resultados muestran cambios en la producción de biomasa y asignación de carbono (tallo-raíz) en dependencia de la especie de hongo al incrementarse el CO2, si los nutrientes no son limitantes. Junto a trabajos, como los expuestos, con brinzales en condiciones controladas muy restrictivas, se han llevado a cabo experimentos en cámaras abiertas y en rodales forestales equipados de sistemas de incorporación y medición de CO 2 (véase el apartado3.5.1). Un ejemplo del primer caso es el trabajo de Wiemken et al (2001), con plantas de haya y “picea” cultivadas cuatro años en cámaras abiertas, con un factorial de dos suelos (calizo y silíceo), dos niveles de aporte de nitrógeno y dos concentraciones de CO 2. Los resultados muestran que el incremento de CO2 tuvo un efecto positivo sobre las micorrizas, mayor en suelo calizo sin aporte de nitrógeno; asimismo, el aporte de nitrógeno redujo la biomasa de micorrizas en el suelo calizo y la incrementó en el silíceo, poniendo de manifiesto la influencia del suelo en las respuestas al incremento de CO2, lo que puede explicar resultados aparentemente contradictorios en algunos trabajos. En un rodal experimental (FACTS-1, Forest–Atmosphere Carbon Transfer and Storage) de Pinus taeda en Duke Forest Carolina, EEUU, bajos dos concentraciones de CO 2, (ambiente y + 200 ppm), las muestras de ectomicorrizas tomadas en ambas situaciones evidenciaron que no se producía aumento en la riqueza y diversidad de micorrizas 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 72 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” 72 (72 filotipos de 411 muestras) pero se alteraba la abundancia relativa de algunos taxa. Asimismo, la variación natural en las tasas de mineralización de nitrógeno fue determinante en la estructura de la comunidad de micorrizas. Los resultados obtenido han conducido a los autores (Parrent et al, 2006) a predecir que para una concentración de CO2, comparable a la predecible para el año 2050, cambiará la composición y estructura de la comunidad de ectomicorrizas, aunque se mantendrá su diversidad; en contraste, concentraciones elevadas de nitrógeno en el suelo afectarán negativamente dicha diversidad. La forma de nitrógeno NH4+ o NO 3- , y la especie, tienen influencia en la absorción de nitrógeno en raíces micorrícicas de Pinus taeda y Liquidambar styraciflua. Sin embargo, los resultados de Constable et al (2001) con plantas de estas especies muestran que la predicción del status de nitrógeno cuando se someten a una atmósfera con alto contenido en CO2 sólo es posible si se tiene información sobre la asignación de biomasa a las raicillas y otros ajustes del sistema radical. 3.3.4.2. fijación de nitrógeno La fijación de nitrógeno por los árboles forestales de climas templados está muy restringida a unas pocas especies (algunas leguminosas, el aliso, la casuarina y alguna más). Sin embargo, tiene interés tenerlas en cuenta porque con ellas se acumula en el suelo mas carbono que en bosques similares sin árboles fijadores de nitrógeno, bien porque se acumula más carbono recientemente fijado o porque se reduce en menor grado el carbono fijado en el suelo en épocas anteriores. En este sentido, en un estudio comparativo entre el carbono secuestrado en el suelo de un eucaliptal y de un bosque de árboles fijadores de nitrógeno, Resh et al (2002) han mostrado la mayor retención de carbono en el segundo caso, lo cual reviste interés en el marco de su uso en forestación para mitigar las emisiones de carbono. Otros trabajos tratan de los efectos del incremento de CO2 en la relación simbiótica y la implicación en ella de la fertilización nitrogenada. En un experimento hecho con Alnus glutinosa en cámaras abiertas, con dos regímenes de CO2, con y sin fertilización nitrogenada, los resultados muestran que en ambos casos los aumentos en crecimiento y fotosíntesis por el aumento de CO2 resultaron similares. La mayor masa de nódulos fijadores de nitrógeno en plantas no fertilizadas en comparación con plantas fertilizadas (en ambos casos expuestas a un incremento de CO2) revela una mayor estimulación de la enzima nitrogenasa (evidenciada con 15N); de lo cual cabe deducir que la capacidad de fijación de nitrógeno en los alisos, en condiciones naturales (frecuentemente con limitaciones en la disponibilidad de nitrógeno en el suelo) se beneficia del aumento de CO2 (Temperton et al, 2003). La comparación de los efectos de la fertilización mineral (15 NH 415NO 3) respecto a la fijación de nitrógeno en dos atmósferas de CO 2 en Robinia pseudoacacia de un año de edad revela que la absorción de nitrógeno no se vio afectada por el incremento de CO2, pero si lo fue la fijación de nitrógeno, (principalmente por incremento de la fijación específica, expresada en mg N mg-1 nódulo) y la masa seca de los nódulos (Feng et al, 2004). El incremento en la absorción de carbono, acoplado con el aumento en la fijación de nitrógeno por efecto del incremento de CO 2, indica que el aumento de crecimiento puede 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 73 3. Los árboles y los bosques ante el incremento de CO2 en la atmósfera 73 no estar restringido por la limitación de nitrógeno, lo que está en concordancia con la conclusión apuntada en el trabajo con aliso anteriormente reseñado. 3.3.5. fauna mayor El cambio climático «sentido» en los últimos decenios ha dado lugar a cambios bruscos en la distribución y abundancia de especies, incluso a la posible extinción de especies, estimada para 2050 en algunas regiones entre 15 y 37% según el escenario de calentamiento previsible (Thomas et al, 2004). Cabe aludir muy someramente, con algunos ejemplos, a los indicios de alteraciones en el comportamiento y desarrollo, y a posibles pérdidas poblacionales, de aves y mamíferos integrantes de ecosistemas forestales, detectados por observaciones de naturalistas y amantes de la naturaleza en general (y en algunos casos, reflejados en trabajos científicos) que han llegado a la Sociedad en nuestros días. El impacto del cambio climático amenaza poblaciones de ungulados (Ovibus moschatus (caribú) y Rangifer tarandus (musk-oxen) en el Artico (Gunne, 1996). Asimismo, los efectos sobre el salmón en aguas dulces en el Pacífico Norte son otro ejemplo de los efectos negativos del calentamiento global (Bearnish, 1996). En bosques de NorteAmérica se han detectado y evaluado 15 respuestas al cambio climático en diferentes mamíferos herbívoros y patógenos (Ayres y Lombardero, 2000) Efectos opuestos se vaticinan en Gran Bretaña ante una subida de temperaturas, beneficiosas para ciervos y ardillas cuya mortalidad provocada por inviernos fríos y húmedos se verá reducida, a la vez que se verán beneficiados por una mayor producción de semilla y una brotación mas temprana de la vegetación que les sirve de alimento (Broadmeadow, Forestry Commission 2009). En los ecosistemas nórdicos es aspecto de especial interés evaluar los efectos del calentamiento atmosférico comparativamente respecto a los daños mediados por los folívoros. En el estudio de Niemela et al (2001) se muestra que los efectos directos del calentamiento pueden ser menos dramáticos y cualitativamente diferentes de los efectos mediados por los herbívoros (por ejemplo, el reno) y el fuego durante 50 a 200 años próximos. Aunque los animales representan una pequeña cantidad del flujo de carbono para el ecosistema, son controladores críticos de la estructura y función actuales y futuras del ecosistema a través de la dispersión de las semillas y las interacciones tróficas y no pueden ignorarse. Por otra parte, el desplazamiento altitudinal y latitudinal del límite del bosque y de las plantas asociadas pueden alterar la disponibilidad de alimento de herbívoros como el reno, alterar su fisiología y conducir a cambios en los sistemas de pastoreo con repercusiones socio-económicas (Turunen et al, 2009) traducibles a otros sistemas silvopastorales de montaña. El desplazamiento a zonas mas frías de especies de la fauna africana, la debilidad de la fauna autóctona en la Península Ibérica y la variación de su densidad poblacional, así como el incremento de los incendios forestales y la repetición del fenómeno de la seca, fruto de observaciones personales, constituyen indicios de cambio climático (Montoya Oliver, 1995), que llevan al autor a proponer estrategias forestales de control de edad y densidad poblacionales, control genético (adaptación y diversidad) con especial atención a las especies en peligro de extinción. Años mas tarde (1998) el mismo autor, basándose en observaciones personales, reflexiona sobre los efectos previsibles del cambio climático sobre el comportamiento migratorio 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 74 74 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” de ciertas aves (codorniz, estornino pinto, paloma torcaz, pato azulón) y la flexibilidad genética y el éxito biológico frente al cambio climático. Cabe aludir, también, a la monografía “Al borde del extinción” (Jimenez Pérez y Delibes, 2006) en la que se pasa revista a experiencias españolas e internacionales sobre la recuperación de fauna y se dan recomendaciones al respecto, sin duda de interés frente al cambio climático. 3.4. Incendios La superficie mundial afectada por incendios en el periodo 2001-2004, usando datos del sensor MODIS (que permiten calcular el área quemada mensualmente) se ha estimado en 2,97 - 3,74 x 106 ha; y es responsable de la emisión a la atmósfera de 2- 3 Pg de carbono (Giglio et al, 2006). De hecho, los incendios son parte integral de la ecología de muchos bosques y configuran su estructura con sus efectos sobre la mortalidad y regeneración (conos serótinos, brotes de cepa), las relaciones suelo-planta, la incidencia de plagas y enfermedades y la sucesión de las especies (Bowman, 2005; Flannigan et al., 2005). Los incendios forestales son tema del proyecto FOMFIS (Forest Fire Management & Fire Prevention System) con participación de nueve países y financiado por la CEE (1999) con el objetivo de integrar en un único sistema computarizado soluciones tecnológicas que usen la misma plataforma informativa. Por otra parte, en las Actas de la Conferencia Internacional sobre Incendios Forestales celebrada en Sevilla (2007) se recoge una amplia información sobre los incendios forestales, sus causas, medidas de prevención y de combate. Aportaciones específicas sobre el manejo de los combustibles en los montes cobran especial interés (Xanthoupoulos, 2006). El aumento de temperaturas y la alteración del régimen de precipitaciones, con intensificación de los periodos secos, como predecibles alteraciones del clima, cabe presumir conduzcan a patrones diferentes en la magnitud y frecuencia de los incendios en muchos ecosistemas forestales, con especial incidencia en los de clima mediterráneo (Vélez, 2000). Estos, a su vez, generan unos efectos de retroalimentación entre biosfera y atmósfera, lo que significará una doble contribución negativa al cambio climático (IPCC, 2007). En los incendios forestales se emiten grandes cantidades de CO2 a la atmósfera junto con metano y producción de aerosoles, emisiones que son muy variables en el espacio y el tiempo (entre años) e inciertas, dadas las características de los incendios (cambios en su severidad y frecuencia). Ello hace problemática la eficacia de cuantificación de los flujos de carbono (Wiedinmyer y Neff, 2007). Se ha estimado en 4 a 6 % de las emisiones antropogénicas, con valores para el periodo 2002-2006 de 213 ± 50 Tg CO 2 año-1 en los 48 Estados “Lower 48” y 80 ± 89 en Alaska, (Wiedinmyer et al, 2006), cifras que denotan su incertidumbre y variabilidad. Los modelos de simulación de incendios suministran información de utilidad para la previsión y puesta en marcha de posibles actuaciones de prevención (selvícolas, fuegos prescritos), detección (establecimiento de redes de vigilancia informatizadas) y combate del fuego (sistemas aéreos y terrestres). El análisis de la evolución temporal de los incendios durante prolongados periodos de tiempo, y su relación con los factores climáticos permitirán un mejor ajuste de las predicciones que proporcionan los modelos. Asimismo, los contenidos en carbono de ecosistemas incendiados son datos que complementan la información derivada de la simulación de incendios futuros y de 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 75 3. Los árboles y los bosques ante el incremento de CO2 en la atmósfera 75 la cronosecuencia de incendios pasados. La utilización conjunta de estas tres fuentes de información (que se ejemplifican en lo que sigue) permitirá una valoración más rigurosa del papel desempeñado por los incendios forestales en el cambio climático y las acciones de gestión forestal con las que puedan reducirse sus efectos negativos. Cabe, en primer lugar, afirmar que en el análisis de los predecibles efectos de los incendios en los montes se han puesto en juego diversidad de modelos, globales y regionales. Los “modelos de circulación general” (MCG o GCMs) proveen medios para proyectar el futuro cambio climático y peligros de fuegos. En ellos se vaticina un aumento de temperatura media de 0,80 ºC a 3,50ºC para el año 2100 si no disminuyen los niveles atmosféricos de CO2; cambio superior al acaecido durante 10.000 años y con cifras mas altas en latitudes elevadas, si bien las variaciones en las precitaciones son mas variables entre los diversos modelos (IPCC, 2007). Stocks et al (1998) aplican a bosques de Rusia y Canadá cuatro modelos MCG al periodo 1980-89, considerando la temperatura media mensual, la humedad relativa, la velocidad del viento y las precipitaciones bajo dos situaciones de concentración atmosférica de CO2: 1xC y 2xC. Se predice un inicio más precoz de los fuegos y aumentos en las potenciales superficies quemadas, con fuegos extremos y violentos. Se propone mayores medidas de protección en especial en zonas de mayor valor. Frente a estos modelos, los propios autores argumentan en pro de una mayor efectividad de los modelos a escala regional (RCMs) dada su mayor resolución; y, especialmente ventajosos si se aplican anidados con los modelos MCG (Liang et al, 2007). Su aplicación, lleva a los autores a predecir que un incremento de incendios resultará en veranos más secos y cálidos, pudiendo dar lugar a un efecto de retroalimentación con mayor liberación de carbono a la atmósfera en los ecosistemas forestales boreales, que se sumaría a la quema de biomas en el mundo, causante del 40% del CO2 y del 38% del ozono troposféricos, junto con otros gases de efecto invernadero. La simulación de los incendios por influencia de cambios meteorológicos debe tener en cuenta no sólo estos, sino también los factores ligados al lugar, tales como topografía, carga de combustible y disposición espacial, cuya complejidad hace difícil modelizar la extensión del fuego en el contexto de un cambio climático. Para obviar estas dificultades, se ha propuesto la aplicación de la física estadística, que permite una predicción tentativa de los incendios. El modelo SOCFUS (Self-Organised Critical Fuel Sucession Model) desarrollado por Pueyo (2007) utiliza observaciones empíricas de un registro histórico de incendios y realiza predicciones para la respuesta de la distribución estadística de la extensión de los incendios en una región forestal boreal ante el cambio climático, dentro de un límite de tiempo y rango de variación climática. Se concluye que la respuesta inmediata es mas aguda de lo pensable, con la concentración de incendios de mayor extensión en pocos lugares de cambio climático. En Australia, Pitman et al (2007) usan el índice de peligro de fuego forestal FFDI (Mc Arthur, 1967) con dos escenarios de emisión, alta y baja, dos periodos y cuatro lugares y muestran la existencia de un aumento de riesgo de incendios a escala regional, derivado del aumento de temperaturas y reducción de la humedad atmosférica. En todas las simulaciones hechas para 2050 y 2100, se obtiene un incremento del valor medio de la densidad de probabilidad de riesgo de incendio del 25% en 2050 respecto al valor actual, y un complemento adicional del 20% para 2100, incluso para emisiones bajas. El estudio de la evolución temporal del flujo de carbono tras un incendio tiene interés dado que los incendios provocan un descenso de la respiración de las raíces, que estimativamente se calcula en el 45 a 50% del flujo de CO2 del suelo (Knohl et al, 2002). En una cronosecuencia 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 76 76 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” de incendios en rodales de Picea mariana se mostró (Bond-Lamberty et al, 2004) la correlación entre los valores anuales del flujo de CO2 y la temperatura del suelo a 2 cm de profundidad, la influencia del año del incendio y la progresiva recuperación de la respiración de las raíces que, tras el incendio, era menor del 5% del flujo de carbono, alcanzaba 40% del flujo a los 21 años de edad del rodal, para volver a descender fuertemente a valores de 5-15 % en rodales de 152 años; valores que los propios autores consideran subestimados. También en un bosque de Picea mariana en Canadá se midieron la productividad primaria neta (PPN) y los restos leñosos en una cronosecuencia de incendios forestales. Se aplicó un modelo de balance de masa, que en capas orgánicas profundas del suelo persisten durante milenios. Se estimó que entre 10 y 60% de este carbono deriva de biomasa leñosa. Estas cifras se ven afectados por el intervalo entre incendios, la tasa de de descomposición de la madera y la cantidad de PPN (Manieses et al, 2005). El análisis de los regímenes térmico e hídrico en 350 estaciones meteorológicas del este de la Península Ibérica en el periodo 1950 a 2000 y los registros de incendios para la misma área, con datos históricos entre 1874 y 1968 y de décadas mas recientes entre 1968 y 2000 es abordado por Pausas (2004). Se muestra una tendencia ligera de descenso de la lluvia en estío y un claro aumento de temperatura anual y estival para el periodo 1950 a 2000, lo que sugiere condiciones de mayor sequía para la vegetación lo que acarrea descenso en la humedad del combustible e incremento en la posibilidad de producirse un fuego. De hecho, los incendios forestales aumentaron tanto en número como en superficie quemada durante el último siglo, aunque en la últimas tres décadas hay un aumento del número de incendios sin tendencia clara en la superficie quemada. En este periodo la variabilidad interanual es alta y muestra una relación significativa e inversa con la lluvia. Los futuros escenarios climáticos basados en modelos de circulación global (GCM) predicen veranos más calidos y secos para el mediterráneo y el IPCC también predice aumento de riesgo de incendios en el área mediterránea. En el estudio de Piñol et al (1998), los índices de probabilidad de incendios pronostican un aumento de los mismos en bosques de Pinus halepensis con el incremento de las temperaturas máximas y la disminución de la humedad relativa diarias, y una correlación muy significativa con el número de incendios y superficie quemada en los periodos analizados, lo que sugiere una relación entre dicho incremento y un clima cambiante, aunque no se descarta la implicación e influencia de otros factores de origen antrópico. En el estudio de Moriondo et al (2005) se usa el Hadley Center Regional Circulation Model (RCM) como entrada al índice meteorológico canadiense de fuegos forestales (FWI) para dos escenarios climáticos. Los resultados indican los parámetros meteorológicos que implican mayor riesgo y subrayan la gran incidencia de riesgo en zonas boscosas extensas entre las que cita los Pirineos en Esapaña. En los dos estudios anteriormente mencionados los autores subrayan que si las tendencias observadas continúan, y la predicción del IPCC sobre aumento de los fuegos en el área mediterránea, unido a la predecible duplicación de la concentración de atmosférica de CO2, se cumple, la prevención de incendios forestales y las políticas de lucha contra incendios requieren primacía. El estudio de Quereda et al (2000) se enmarca en la misma línea de incendios y cambio climático,y en él se analiza la evolución de las temperaturas medias anuales con datos de dos redes meteorológicas de observatorios mediterráneos de la Península Ibérica durante el periodo 1870 a 1996, en un caso, y de 1940 a 1996 en el otro. Los resultados muestran que no ha habido cambios sistemáticos en la temperatura, lo que conduce a asumir que no debe rechazarse la estabilidad tér- 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 77 3. Los árboles y los bosques ante el incremento de CO2 en la atmósfera 77 mica en el mediterráneo español durante el periodo considerado. Si bien se evidencia una tendencia de incremento de la temperatura media anual de 0,71 ºC para el siglo y de 0,90 ºC para el periodo de 127 años, el calentamiento no es uniforme, con un rango de 0,05 a 1,20 ºC; y se sugiere que el aumento de 0,57 ºC en la segunda mitad del siglo veinte puede ser el resultado de un efecto urbano. Dicho incremento es mas acusado en las temperaturas mínimas que en las máximas, de ahí una reducción del rango diurno de temperatura, mas acusado en las estaciones urbanas. Aspecto complementario y relevante es el análisis de los efectos de los incendios forestales sobre la evolución del contenido en carbono de un ecosistema forestal y la cuantificación de las emisiones de carbono y su posible incremento, máxime si como muchos sugieren el calentamiento global aumentará la superficie y la intensidad de los incendios. En los párrafos siguientes se muestran algunos trabajos sobre el tema. En una cronosecuencia de 72 años se ha estudiado la pérdida y recuperación de los acervos de carbono en vuelo, madera muerta en pie y apeada, y suelo, en rodales de Pinus banksiana que se habían quemado entre uno y 72 años antes. Los resultados dan valores desde 59 Mg C ha-1 para un rodal de 4 años hasta 110 Mg C ha-1 para un rodal de de 72 años. Los contenidos en carbono disminuyen inicialmente cuando la descomposición de la madera muerta excede a la producción del regenerado para después crecer asintóticamente con el desarrollo del rodal, y se ajustan a la ecuación siguiente: C (Mg ha-1)= 112,20-39,60 x edad0.351 x exp (-0,053 x edad1,039) con R2 = 0,97. Los rodales de comportan como una fuente débil de carbono a la atmósfera por 6 años tras el incendio y el ecosistema alcanza después una productividad neta de 1,60 Mg ha-1 año-1 a los 16 años. Los autores (Rothstein et al, 2004) atribuyen el posterior cambio de fuente a sumidero a que en estos ecosistemas xéricos los fuegos dejan poco sustrato respirable en el horizonte orgánico horizontal y al hecho de que esta especie se restablece rápidamente tras los incendios merced a la producción de piñas serótinas. Se concluye que si bien se mantienen como sumideros netos a lo largo de la cronosecuencia, la productividad neta había descendido a 0,12 C Mg ha-1 año-1 al final de la misma y el secuestro de carbono en ecosistemas maduros de la especie está dirigido primariamente por el crecimiento del vuelo y no por la acumulación de carbono en los detritus. En bosques canadienses, repartidos en ecozonas, se ha calculado en 1,30 kg C m-2 la emisión media de carbono derivada de la quema de 2,60 kg m-2 de combustible para todos los incendios, con una variación entre ecozonas de 1,80 a 3,90 kg m-2 y un total de emisiones anuales de 27±6 Tg C año-1, lo que representa alrededor del 18% de las emisiones del sector energético en al país (Amiro et al, 2000). También en bosques canadienses, la aplicación del índice meteorológico de incendio (CFFWI) para simular el peligro de incendio (Amiro et al, 2004) pone de relieve un incremento de los incendios, aunque con marcada variabilidad geográfica, ante el aumento de temperatura de 1 a 3ºC previsto para 2100 por los modelos de circulación general (GCM). Estos resultados concuerdan con los derivados de los datos paleoecológicos y del GCM referidos a 6000 años atrás, época de clima más cálido que el actual y que puede ser análogo al futuro (Flanningan et al, 2001). La predicción de incendios bajo tres escenarios de cambio climático (1 x CO2, en 1975-85; 2 x CO2, en 2040-49; 3x CO2, en 2080-89) simulados por el modelo canadiense de clima regional CRCM, con índices anuales de tiempo basados en DSR y estimando los datos empíricos de iniciación de incendios por rayos en 588 lugares del bosque boreal mixto en Alberta, vaticina un aumento de 1,5 de iniciación de fuegos para 2040-2049 y de 1,8 para 2080-89, respecto a las 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 78 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” 78 condiciones de 1975-5-; aumentos que son independientes de cambios en la actividad de tormentas con aparato eléctrico (Krawchuk et al, 2009). La cuantificación de los cambios a los que los incendios y los tratamientos subrrogados (claras, fuegos prescritos) dan lugar en los contenidos de carbono en el suelo reviste interés en el marco del papel de los bosques en el calentamiento global. En bosques de coníferas del oeste de EEUU, Boerner et al (2008), aplicando métodos de meta-análisis, evaluaron en 185 ±8 Mg C ha-1 (45%, vegetación, 38%, materia orgánica del suelo; 10%, suelo forestal; 7% madera muerta) el contenido en carbono. El contenido de carbono no varió significativamente a nivel global después de los tratamientos preventivos contra incendios aunque sí se produjeron al año pérdidas significativas, que ascendieron a 16-32 Mg C ha-1 en lugares determinados, que se recuperaron por absorción de carbono (12 Mg C ha-1) en años sucesivos. Los autores subrayan la diferente respuesta en la absorción y contenido en carbono de los bosques de coníferas, que requieren por tanto tratamientos diferentes en la gestión de los incendios En un análisis del potencial de los fuegos prescritos como medio de mitigar las emisiones de CO2 Narayan et al (2007) concluyen que sólo son aconsejables cuando los incendios forestales adquieren gran magnitud. Dado que en la cuenca mediterránea los incendios supusieron el 94% de la superficie incendiada de Europa en el periodo 1975-2000 (Xanthopoulos, 2006), es en los países mediterráneos donde con los fuegos prescritos pueden reducirse las emisiones de 11 Mt C año-1 por incendios en Europa a 6 Mt C año-1 Con objetivos y planteamientos similares, aplicados a masas mixtas de roble (Quercus y Carya spp., como especies principales) y arce (Acer rubrum), los fuegos prescritos causaron un incremento de la mortalidad en robles y arce, aunque no fueron significativos los efectos sobre la producción primaria neta del vuelo (233 Mg ha-1), mientras que las claras redujeron aquella de forma significativa (de 560 a 386 g C m-2 año-1) aunque transitoria, sin efectos a largo plazo en la absorción de carbono por el vuelo para ninguno de los dos tratamientos (Chiang et al, 2008). Cabe, finalmente, subrayar la existencia de una relación directa entre la intensidad del incendio y la cantidad de carbono que se emite a la atmósfera, la cual depende (entre otros factores) de la cantidad de biomasa (en peso seco) que se prende. Por otra parte, la acumulación de biomasa arbórea es un buen indicador del efecto de mitigación del CO2 que se asigna al bosque. Ello supone una contraposición (sumidero/fuente) que es singularmente manifiesta en clima mediterráneo con masas poco intervenidas con gran combustibilidad. Alcanzar el difícil equilibrio entre ambos efectos contrapuestos exige una gestión activa. Con tal propósito Agee et al (2005) proponen, entre otras, mantener los pies mas altos, disminuir la densidad de copas y aumentar su altura, practicar claras bajas, manejar y reducir el material vegetal combustible de la superficie del suelo y llevar a cabo fuegos prescritos., 3.5. Efectos a nivel morfológico, fisiológico y anatómico 3.5.1. Aspectos generales El aumento en la concentración atmosférica de CO2 puede tener influencia en muchos procesos biológicos de los vegetales a diferentes niveles de organización, que den lugar a cambios en 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 79 3. Los árboles y los bosques ante el incremento de CO2 en la atmósfera 79 su estructura y función; de ahí la importancia del estudio de sus efectos en los mismos. No obstante, las dificultades en términos de costes, capacidad de maniobra, tiempo requerido y necesidad de aislar los efectos de las variables estudiadas de otras que los confundan, han obligado a concentrar la investigación experimental en el ámbito forestal en plantas de condición juvenil o partes (ramas y raíces) de árboles adultos, tratando de extrapolar los resultados obtenidos a niveles de organización superior. Ello obliga a preguntarse sobre el grado de certidumbre y fiabilidad conseguidos al escalar las respuestas obtenidas en mediciones hechas a nivel de órgano a la planta entera, del brinzal al árbol, de este al rodal, a la población o a la masa forestal, por no decir a la región, al país o a todo un continente. En lo que sigue, tras unas breves consideraciones generales sobre el papel del carbono en términos fisiológicos en los árboles y en los ecosistemas forestales, y las técnicas para la medición de la absorción del CO2 en los árboles, se pasa somera revista a las respuestas a nivel fisiológico, con sus implicaciones a nivel bioquímico y ecológico, incluyendo también aspectos anatómicos en relación con el xilema secundario y las propiedades de la madera. Se hace especial referencia a la información dada en las revisiones de Saxe et al (1998), Jarvis (1998) y Ward y Strain (1999), junto con la procedente de trabajos publicados mayoritariamente en el último decenio. Los bosques influyen en, y son influidos por, el CO2 atmosférico. Dada la larga vida y gran tamaño (en consecuencia, una gran acumulación de biomasa) que pueden alcanzar los árboles, el conocimiento de sus respuestas fisiológicas al incremento progresivo de carbono en la Tierra reviste especial importancia para evaluar la capacidad de secuestro de carbono; y ante los cambios predecibles en su concentración atmosférica, tomar posibles medidas de mitigación y adaptación a las nuevas circunstancias. El carbono representa entre 40 y 50% de la biomasa leñosa seca de las plantas. Su incorporación a éstas tiene lugar por fijación del CO2 atmosférico en forma de azúcares merced a la energía luminosa. Una parte de aquellos se usa con fines de mantenimiento de su estructura y funciones, y la otra en el crecimiento (producción primaria neta, PPN). Sólo una parte del crecimiento permanece como integrante de los tejidos vegetales por algún tiempo, pues la mayoría de PPN pasa al desfronde, y con participación del resto de componentes biológicos de las cadenas tróficas el carbono se recicla en el ecosistema y parte vuelve a la atmósfera con la respiración (Taiz y Zeiger, 1998). En la figura 2.4 (ya citada y comentada en el capítulo 2) se muestra la cuantía de la absorción de carbono por la biosfera terrestre y las sucesivas porciones reemitidas a la atmósfera en los procesos de respiración, descomposición tras el desfronde y alteraciones por causas naturales y antropogénicas, que conducen a un valor estimado en ± 1 Gt C año-1 para la incorporación final de carbono en la producción neta del conjunto de biomas a largo plazo. Existen diferencias en la capacidad de fijar y almacenar carbono entre los estados juvenil y adulto, con respuestas diferentes entre especies y condiciones de crecimiento, más marcadas en plantas jóvenes y, a veces, contrarias a las del estado adulto. Sin embargo, un buen número de trabajos, particularmente en una primera época, han sido hechos con brinzales de poca edad, cultivados en envases que restringen el desarrollo del sistema radical, con un rango de condiciones ambientales limitado (en ocasiones controladas), en periodos de tiempo cortos (meses) y, además, con caracteres morfológicos muy influenciados por su condición juvenil y la ontogenia. De ahí la incertidumbre a que puede dar lugar la extrapolación a árboles maduros de los resultados obtenidos en plantas de menor edad y, aún mayor, a periodos prolongados de tiempo. No obstante, en el último decenio se van incorporando más datos de mediciones a nivel de árboles y rodal. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 80 80 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” figura 3.1. Representación esquemática del Sistema UPS (J.I. Pontailler y E. Dufrêne) para mediciones de intercambio gaseoso en bolsas de plástico sostenidas, por un armazón metálico, que encierran las ramas del árbol. En el estudio de los efectos del aumento atmosférico de CO2 se han usado diversas técnicas de exposición al CO2 (Pontailler y Barton, 1998): Sistemas formados por cuvetas portátiles o simples bolsas en cuyo interior quedan las ramas objeto de la medición sin separarse del árbol (Figura 3.1), de poco coste, y fácil manejo, en las que se alcanza una temperatura superior a la exterior y en las que la asunción de la autonomía de la rama queda en entredicho; 2, cámaras de crecimiento bajo condiciones controladas de CO2, temperatura, disponibilidad de agua y luz, pero que sólo permiten el manejo de plantas de corta edad y en las que resulta difícil conseguir altas irradiancias; 3, cámaras cerradas de mayor volumen (hasta 60 m3) con paredes translúcidas, instaladas en el monte, con recirculación del aire y buen control de las variables ambientales (Figura 3.2 izq.); 4, cámaras abiertas (sin techo) para árboles individuales (figura 3.2 der.) o para varios árboles, que posibilitan la prolongación del experimento durante mas años y unas condiciones de temperatura y humedad mas próximas a las reales del lugar, con un cierto grado de control; 5, sistemas al aire libre que permiten la actuación mediante un sistema de difusores que lanzan CO2, e IRGA, en un rodal del bosque o de una plantación y (por ejemplo, el anillo FACE, Free-Air CO2 Enrichment), mejor ajustados a la realidad, pero de manejo complejo y coste mucho 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 81 3. Los árboles y los bosques ante el incremento de CO2 en la atmósfera 81 mas elevado (Figura 3.3). Con todos estos sistemas se pueden medir las tasas de fotosíntesis, respiración y transpiración y calcular parámetros de crecimiento, que, en algunos casos, se complementan con análisis foliar y edáfico, agua disponible y análisis bioquímico. figura 3.2. Cámaras con armazón metálico recubiertas con una lámina de cloruro de polivinilo para medidas fisiológicas en árboles en campo. A la izquierda, fotografía de cámara de ECOCRAFT (tomada de INCO International Cooperation, July 1997). A la derecha esquema de cámara abierta de Dalibor Janous, Jiri Kalina (ILE), inspirado en fotografía (H.Saxe, New Phytolog. ,1998, 139). Las mediciones de la absorción de CO2 mediante la tecnología conocida como “eddy covariance” (Figura 3.4), de frecuente aplicación para el seguimiento temporal (y espacial) en árboles y rodales en campo, son ampliamente utilizadas aunque no dejan de ser cuestionadas, dadas las incertidumbres que se presentan en los datos de flujo obtenidos, que pueden constreñir su aplicación a los modelos fisiológicos (Hollinger y Richardson, 2005). En términos de equifinalidad, insensibilidad e incertidumbres Medlyn et al (2005) analizan las problemáticas comparaciones (demasiado simplistas a su entender) a que pueden llevar los datos obtenidos. También, Misson et al (2007) usando datos meteorológicos y de flujos obtenidos por “eddy covariance” procedentes de diez estaciones de la red FLUXNET muestran que la medidas nocturnas bajo el dosel son problemáticas en masas arbóreas abiertas al producirse una fuerte capa de inversión del flujo, menor en masas densas; asimismo los flujos respiratorios nocturnos están positivamente relacionados con la productividad primaria del ecosistema, todo lo cual debe tenerse en cuenta al manejar y comparar masas estructuralmente diferentes. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 82 82 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” figura 3.3. Representación esquemática de la vista aérea de un anillo FACE con emisores y medidores de CO2 (eddy covariance) en una masa forestal (basada en fotografía de G. Hendrey en un pinar en Duke Forest, NC, EEUU en H. Saxe, New Phytolog. 1998, 139:395-436). figura 3.4. Esquema del dispositivo UPS (J.I. Pontailler y E. Defrêne) para medición de intercambio gaseoso (eddy covariance), modificado de P.G. Jarvis Edit., European Forest and Global Change (1998). 1, relé; 2, ventiladores; 3, sondas de temperatura y humedad relativa;4, conducto flexible; 5, extractor de aire. 3.5.2. Incremento de CO2, cambios térmicos y fotosíntesis Existen abundantes evidencias que conducen a afirmar que en un escenario de aumento de la temperatura (implicado en el cambio climático) y sobre una base global, la fotosíntesis se vería más afectada positivamente que la respiración. Este efecto se atribuye al aumento de CO2, al calentamiento de áreas originariamente demasiado frías para la fotosíntesis y a la deposición antropogénica de nitrógeno (nitratos y amoniaco que actúan como fertilizante); a lo que pueden 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 83 3. Los árboles y los bosques ante el incremento de CO2 en la atmósfera 83 unirse un incremento de precipitaciones y la influencia positiva de la gestión forestal (Grace y Zhang, 2006). Un aumento de CO2 en la atmósfera incrementa el gradiente entre atmósfera y hoja y favorece la función carboxilasa (frente a la actividad oxigenasa) del enzima rubisco (RuBP) responsable de la fijación de CO2; se reduce la fotorrespiración y, en consecuencia, se produce un aumento inicial de la tasa fotosintética (Farquhar y Sharkey 1982). El efecto del incremento de CO2 se hace mayor al aumentar la temperatura; por otra parte, la temperatura óptima de la fotosíntesis se eleva al incrementarse la concentración de CO2 (Taiz y Zeiger, 1998). El aumento medio de CO2 en la atmósfera se ha estimado en 1,80 % anual (Stefen et al, 1998). Junto con el aumento de temperatura, una mayor concentración atmosférica de CO2 afecta el crecimiento y fisiología de las especies arbóreas, aunque con un amplio rango de respuestas. Ambos tienen influencia en muchos procesos biológicos a diferentes niveles de organización; de ahí la importancia del estudio de sus efectos desde el nivel molecular hasta el ecosistema. Las diferentes especies han desarrollado adaptaciones a su hábitat térmico. En las especies perennifolias (con hojas de vida superior a un año) ello implica la aclimatación a los cambios estacionales de temperatura. En general, si una planta se aclimata a temperaturas más altas, se observan temperaturas óptimas de fotosíntesis también más altas (Larcher, 1995). En las plantas C3, a concentraciones bajas de CO2, la fotosíntesis está limitada por la actividad de la enzima rubisco. En concentraciones altas de CO2, la regeneración del sustrato de la enzima es la principal limitación a la fotosíntesis; y, ya que dicha regeneración aumenta al hacerlo la temperatura, la tasa de asimilación de carbono también aumenta con la temperatura. De hecho, aunque con variaciones entre especies, la fotosíntesis puede funcionar hasta temperaturas próximas a los 50º C. Dado que en las previsiones de calentamiento atmosférico de los bosques no se alcanzaría dicha temperatura, la fotosíntesis no quedaría negativa y significativamente afectada por el aumento de temperatura “per se”, si bien la capacidad de adaptación sería diferente entre especies (Taiz y Zeiger, 1998). El efecto de la temperatura está asociado a la longitud del periodo vegetativo en mayor grado que a la radiación recibida en las diferentes latitudes y altitudes, y se traduce en un efecto sobre la producción primaria neta. En general, ésta aumenta al hacerlo la temperatura, especialmente en los sistemas con baja temperatura media anual, por lo que un calentamiento atmosférico incrementaría el crecimiento en los bosques nórdicos, aunque podría tener un efecto negativo si hubiera limitaciones hídricas. Los modelos que reflejan la dependencia de la concentración de CO2 en las plantas con metabolismo C3, ponen de manifiesto que la tasa de fotosíntesis, especialmente a temperaturas altas, no se satura con el actual nivel atmosférico de CO2 y continuará aumentando con las mas altas concentraciones de CO2 previsibles al final del siglo sin haberse alcanzado la saturación (Kirschbaum, 2000). Si bien los primeros estudios evidenciaban una mayor respuesta fotosintética al incremento de CO2 en frondosas que en coníferas (en plantas no sometidas a estrés), en ambos casos el incremento se sitúa entre 50-70%, aunque hay datos muy variables entre especies dentro de cada grupo y con las condiciones de medición. En unas especies se muestra una regulación a la baja de la fotosíntesis, mientras que en otras se produce un aumento en su capacidad fotosintética tras haber sido sometidas las plantas a un incremento de CO2. Incluso, se ha cuestionado que la fotosíntesis y la respiración sean buenos índices para predecir la incorporación de carbono en los tejidos. En cualquier caso, las respuestas en términos de crecimiento dependen de la especie y la época del año. En general, es el periodo vegetativo la estación más susceptible a la estimulación de la 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 84 84 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” fotosíntesis por incremento de CO2. Durante el periodo de reposo vegetativo (invierno) la fotosíntesis es prácticamente inexistente en los caducifolios y se discute su existencia en Coníferas. Las respuestas entre especies y condiciones de habitación son, en todo caso, muy variables. Así, en biomas templados, al doblarse la concentración de CO2 se han registrado incrementos de 5-8º C en la temperatura óptima de fotosíntesis, frente a no detectarse variación alguna en dicha temperatura óptima (Saxe et al, 1998). Diversos estudios (Eamus, 1996) evidencian un mayor efecto positivo del incremento de CO2 al aumentar la temperatura que al descender ésta, si bien la información sobre la interacción incremento de CO2 y temperaturas bajas es mucho menor que la existente respecto a la interacción incremento de CO2 y temperaturas altas. Existe evidencia de que con luz a saturación, si se dobla la concentración de CO2, la tasa fotosintética se incrementa en 54% a 20ºC, y el aumento es mayor, llegando a un 73%, a 30ºC (Long, 1991). Estos resultados evidencian que interviene la luz como tercer factor condicionante de la respuesta. A temperaturas por debajo de 18ºC se han registrado efectos negativos en la tasa de crecimiento de algunas especies al aumentar la concentración de CO2 (Idso et al, 1987), aunque también existen resultados que muestran su escasa o nula influencia, incluso efectos en sentido contrario. Los efectos negativos a temperaturas bajas se han relacionado con la falta de respuesta de la enzima rubisco, el descenso en su contenido y la falta de correlación con la disminución de la tasa fotosintética con luz a saturación. También, aunque el modelo rubisco prediga un descenso en la tasa de fijación de carbono por unidad de área foliar al descender la temperatura, cabe que con el incremento de CO2 se produzcan cambios en el reparto y asignación de fotosintetizados y cambie la eficiencia en el uso del carbono, lo que contribuya a incrementar la tasa de crecimiento a temperaturas bajas (Eamus, 1996). Los resultados de Overdieck et al (1998) sobre la posible interacción de la temperatura y el CO2, con datos referentes a pino silvestre, haya y arce apoyan, con carácter general, la hipótesis de que al elevarse la temperatura, el incremento del crecimiento y la productividad por efecto del incremento de CO2, es escaso. En el arce la interacción temperatura x CO2 es más evidente que en el haya; en el pino silvestre, la asimilación neta anual total aumenta 58% si ambos factores lo hacen, frente al 40% de aumento si sólo se incrementa el dióxido de carbono, y disminuye al 10% si sólo aumenta la temperatura. Los resultados ponen en evidencia el carácter determinante de la especie en las respuestas. Una percepción, sustentada por algunos trabajos, lleva a afirmar que en brinzales de especies boreales los efectos del incremento de CO2 sobre los parámetros estudiados son (y previsiblemente serán) pequeños, en comparación con los debidos a la elevación de temperatura. En este sentido se enmarcan los resultados de Sallas et al (2003) con brinzales de Pinus sylvestris y Picea abies cultivados durante 50 días en cámaras climáticas con un tratamiento factorial de dos niveles de temperatura y otros dos de CO2. En ellos, se ratifica el efecto positivo de la elevación de temperaturas sobre el incremento de la biomasa aérea y los compuestos nitrogenados (mostrados en otros trabajos) en comparación con el escaso efecto del incremento de CO2 sobre el crecimiento, y su efecto nulo sobre la enzima rubisco. Una pauta encontrada en algunos experimentos evidencia, también, efectos sobre la fenología (Saxe et al, 1998): en Picea abies, el incremento de CO2 retrasa la apertura de las yemas y adelanta su entrada en durmancia (dormición), en suma, reduce el periodo vegetativo; mientras que la acción combinada de CO2 y temperaturas bajas (4ºC) adelanta la apertura, aunque en menor extensión que sólo el aumento de temperatura. Asimismo, en Fagus sylvatica en campo, el in- 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 85 3. Los árboles y los bosques ante el incremento de CO2 en la atmósfera 85 cremento de CO2 no tiene efecto sobre la apertura de las yemas. Por otra parte, el endurecimiento frente a heladas no parece esté influenciado significativamente por el incremento de CO2. En un trabajo con Picea abies en condiciones similares a las descritas por Slaney et al (2007) en 3.5.3, el mismo grupo (Hall et al, 2009), muestra que a la respuesta al adelanto en la iniciación y elongación del tallo por efecto del incremento de temperatura, descrita en el trabajo anterior, se suma el cambio de valores negativos en la tasa de asimilación neta (TAN) a valores positivos, efecto térmico que deja de sentirse, alcanzado el punto de compensación de la asimilación neta de carbono. Por otra parte, sólo más avanzado el periodo vegetativo, se expresa el efecto del incremento en CO2 con un aumento del 30% en TAN, sin encontrarse efectos interactivos entre los incrementos de temperatura y CO2. Estos resultados llevan a concluir que bajo el clima predicho en el norte de Suecia para 2100, en los brotes anuales de la especie se produciría un adelanto de 20 a 30 días en la asimilación de carbono respecto a las condiciones actuales, lo que contribuiría significativamente a la asimilación del dosel. 3.5.3. Crecimiento y biomasa, reparto y asignación. Otros efectos. En la mencionada revisión de Saxe et al (1998) se constata un incremento de la biomasa al aumentar con el tiempo la concentración de CO2: un 130% en coníferas y un 49 % en frondosas bajo condiciones de crecimiento óptimas durante casi un año. La estimulación de la fotosíntesis fue similar en ambos grupos, con incrementos en torno a 50-60 %. Existe, asimismo, la percepción de un aumento en la producción anual de biomasa por unidad de superficie foliar, lo que implica la reducción del área foliar específica al aumentar el número de capas del parénquima y su tamaño en relación con un aumento en el contenido en almidón. Existe también alguna evidencia del mayor grosor de los anillos de crecimiento del tronco así como del mayor tamaño y número de los vasos (en Quercus robur), y del mayor grosor de la pared celular (en Prunus avium); cambios que pueden repercutir en la calidad de la madera. Ello sin dejar de tener en cuenta la dificultad de desvincular estos hechos de las variaciones climáticas normales, competencia entre árboles, disponibilidad de nitrógeno y otras causas. Las respuestas de brinzales de Castanea sativa de dos años, bajo dos niveles de CO2 y dos niveles nutricionales, muestran efectos positivos en la biomasa (+20%) al incremento de CO2, con y sin fertilización, pero con diferencias en su reparto, con asignación más favorable a las raíces en plantas no fertilizadas, y al tallo, en plantas fertilizadas. Si bien en ambos casos el enriquecimiento en CO2 redujo significativamente la concentración en nitrógeno en ambos órganos, el aumento de biomasa compensó esta reducción y el contenido total de nitrógeno en planta no sufrió cambio alguno (Kohen et al, 1992). Los resultados de Maillard et al (1999) con plántulas de Juglans regia, a 22º C de temperatura, sometidas a atmósferas de 550 ml CO2 l-1 y 800 ml CO2 l-1 muestran un efecto positivo de la concentración más alta de CO2 sobre la asimilación de carbono y nitrógeno, con un aumento final de la relación contenido de carbono a nitrógeno, mayor en raíces y tallos que en hojas, lo que sugiere una dilución del nitrógeno, así como un crecimiento mayor en raíces que en tallos. Asimismo, el incremento de CO2 conduce en éstos últimos a un descenso de la respiración. Dado que el crecimiento está relacionado directamente con la superficie foliar total y la duración de las hojas y la estructura del dosel (entre otros factores), sólo si aumentan aquellos (lo que no 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 86 86 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” sucede indefinidamente) podrá seguir aumentando la tasa de crecimiento absoluto a nivel de rodal y bosque. Hay que tener muy presente que los resultados con brinzales no son aplicables estrictamente a estados más avanzados del desarrollo de los árboles, en los que puede producirse una regulación fisiológica a la baja de la fotosíntesis, aunque posiblemente no suficiente para anular enteramente las ganancias fotosintéticas. A ello se añadiría la complejidad estructural del árbol adulto con la inherente competencia entre la abundancia de sumideros. Se plantea si la estimulación inicial del crecimiento provocada por el incremento de CO2 observada en experimentos a corto plazo, perdurará con el tiempo. Para ello Idso (1999) comparó las respuestas en Pinus taeda y Citrus aurantium al ser sometidas plantas de ambas especies durante cuatro años, en cámaras abiertas, a un incremento de +300 ppm de CO2, con el comportamiento de una población de Quercus ilex contigua a una fuente natural de CO2 que generaba una concentración ambiental de 650 ppm de CO2. Asimismo, incorpora en el trabajo datos de otros autores con especies forestales en diferentes condiciones de cultivo. La respuesta del incremento de biomasa al enriquecimiento con CO2 evidencia unos porcentajes muy elevados de incremento inicial, que superan el 200 % al final del primer año en el pino, y a final del segundo año en el naranjo, una estimulación inicial en la encina al quinto año y, posteriormente, una disminución acusada de la tasa de crecimiento en las tres especies a lo largo del tiempo registrado. (y=271,07x-0,6919, con R2=0,9248). La curva de ajuste de todos los datos manejados muestra que tras el fuerte incremento inicial se produce un brusco descenso que hace predecir que el tiempo de estimulación no superaría los cinco años en plantas en envase. Sin embargo, aunque la estimulación en las encinas era cuantitativamente menor, era previsible que se mantuviera un incremento del 25% a los 30 años; incluso un incremento del 10% transcurrido un siglo en una atmósfera que contuviera un complemento de 300 ppm respecto a la actual. El resultado evidencia el compromiso entre ambos extremos. En principio, cabría colegirse una cierta contradicción entre el efecto positivo del CO2 que reflejan estos resultados con la escasa respuesta al incremento de CO2 en brinzales de Pinus sylvestris y Picea abies (Sallas, 2003) referenciada en el apartado anterior (3.5.2). En él se compararon entre si los efectos (más altos) del incremento de temperatura con los efectos (más bajos) del incremento de CO2 en especies boreales. Se trata, por tanto, de un contexto diferente, con diferencias extensibles a tratarse de especies de biomas diferentes (de climas boreales frente a templados). En este mismo sentido se configura el trabajo de Jach y Ceulemans (1999) con brinzales de Pinus sylvestris, en los que el incremento producido el primer año no se continúa en el segundo, respuesta achacable a la regulación a la baja o a modificaciones en la asignación de biomasa y a la fenología. En brinzales de Pinus taeda plantados en un antiguo campo agrícola con buenas condiciones nutricionales, mantenidos durante 19 meses en cámaras abiertas con presiones parciales de CO2 de 0, 15 y 30 Pa, se produjo también una respuesta temprana de incremento de la biomasa de 111% y 233% para 15 y 30 Pa respectivamente (Tissue et al, 1996). Al mantener la presión de CO2 de 30 Pa se redujo el incremento en biomasa a un 111%, con tasas más altas de fotosíntesis, a pesar de la reducción de la enzima rubisco (que indica un ajuste fotosintético al aumento de CO2) y de la concentración de nitrógeno en hojas. La mayor asimilación de carbono estimuló a nuevos sumideros de carbono a través de la mayor biomasa producida, la ramificación secundaria y la producción de hojas nuevas. A pesar del incremento producido, se produjo una posterior reducción en biomasa en términos relativos. Este resultado pone en evidencia la complicación que entrañan las predicciones sobre la magnitud del almacenamiento de carbono bajo futuras condiciones de CO2. Los resultados obtenidos con árboles de 3-4 m de altura en cámaras abiertas muestran también gran diversidad de respuestas. Los valores obtenidos con 30 especies en 28 experimentos controlados ofrecen rangos de incremento de biomasa de 0,50 a 4 veces, con media de 1,32 al doblar la concen- 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 87 3. Los árboles y los bosques ante el incremento de CO2 en la atmósfera 87 tración de CO2 (Jarvis, 1995). En los resultados obtenidos en el proyecto ECOCRAFT se registró un aumento de la superficie y biomasa foliar (con producción de mayor número de capas de células de tejido de parénquima en empalizada) y de biomasa en el tallo, en todas la especies ensayadas; y en mayor grado en la raíz en Fagus sylvatica y Betula. En Picea y Populus se produjo también aumento en el tallo, con diferencias entre especies en el grado de aclimatación. La fenología quedó afectada acortándose el periodo de crecimiento con el incremento de CO2, si bien con diferencias entre especies en el adelanto o retraso del comienzo del periodo vegetativo. También fueron marcadas las diferencias entre las plantas en estado juvenil y adulto, con respuestas al incremento de CO2 mas acusadas en plantas jóvenes incluso en ocasiones de efecto contrario a las encontradas en el estado adulto (Jarvis, 1998). La medición de los flujos de agua y carbono por “eddy covariance” junto con la de otros parámetros morfológicos, bajo diferentes condiciones de clima y manejo (incluyendo aclareos) en un hayedo joven en el Noreste de de Francia, llevan a los autores (Granier et al, 2008) a concluir que el incremento de biomasa anual estaba bien correlacionado con la duración del periodo de reducción en el agua disponible y por la sequía del año anterior. En diez años los valores acumulados de las observaciones de flujos netos de carbono e incremento de biomasa resultaron próximos. A escala anual, la productividad primaria neta calculada a partir de dichos flujos y las medidas biológicas mostraban una buena correlación. Es también abundante la información que concierne a especies de crecimiento rápido, normalmente en plantaciones artificiales, cuyos menores turnos de corta dan mayor consistencia a los resultados a corto plazo. En plantas en envase, o en plantaciones experimentales en campo, en todo caso de corta duración, el incremento de la concentración atmosférica de CO2 conduce a aumentos substanciales de biomasa, como los que evidencian diferentes ensayos con Populus sp. Así, en clones de híbridos de Populus sp la fotosíntesis aumentaba dos a tres veces al pasar la concentración de CO2 de 350 a 700 ppmv, lo que podría traducirse en un substancial aumento del crecimiento y de la biomasa producida (Jarvis, 1995). En los clones I-214 (P. x euroamericana) y Lux (P. deltoides) Tognetti et al (1999b) mostraron un aumento de biomasa aunque con desigual reparto: mayor volumen del tronco en el clon I-214 y mayor ramificación en el clon Lux; junto con efectos en ambos clones sobre la fotosíntesis a saturación de luz y la eficiencia en la transpiración instantánea. También en Populus alba, P. nigra y P. x euroamericana, a espaciamientos reducidos (1 m x 1 m), en cultivos intensivos, con 550 ppm de CO2, en comparación con la concentración atmosférica normal, se obtuvieron incrementos en el índice volumétrico del tronco (mas causados por el aumento del área basimétrica que de la altura) entre 54% y 79%, en función del genotipo, con una estimulación del número de ramas silépticas del 35% en P. nigra (Cafalpietra et al, 2001). Posteriormente, el mismo grupo científico (Cafalpietra et al, 2003) obtuvo incrementos de biomasa aérea entre 15 y 27 % en alguna de las especies (P. x euroamericana) y de 22 a 38 % de biomasa radicular en otras; y mas tarde, en un trabajo posterior en el que se incluye un clon de Populus alba, Liberloo et al (2004) ratificaron la dependencia de la especie y de la fertilización nitrogenada en las respuestas positivas al incremento de CO2. En la misma línea, el grupo anteriormente reseñado (Liberloo et al, 2005), compara los resultados de los efectos del enriquecimiento en CO2 (tratamiento FACE) y de la fertilización en chirpiales de clones de las tres especies de Populus antes citadas. El aumento en el número de brotes por cepa, el incremento del índice de área foliar (IAF, LAI) y la producción foliar anual son respuestas positivas al incremento de CO2. La fertilización no influyó en el crecimiento. Las tasas de crecimiento absoluto y relativo sólo se incrementaron durante el primer año; hecho achacable a una declinación ontogénica y a la fuerte competencia en la plantación. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 88 88 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” En un trabajo posterior del mismo grupo (Gielen et al, 2005), con planteamientos similares, en una plantación con densidad alta, en tres genotipos de Populus se obtienen incrementos simulados de productividad primaria bruta de 22 y 11 % en el segundo y tercer año respectivamente para el tratamiento FACE e incrementos en la productividad primaria neta de todos los genotipos de 21 % el segundo año y 26% el tercero (que se justifican por el aumento de tamaño de los contenidos de carbono y tasas de renovación de madera bajas). Aunque se registra más carbono incorporado “de novo” al suelo en FACE, este tratamiento no condujo a un aumento significativo de la productividad neta del ecosistema, achacable a un efecto de cebado del suelo. Los resultados de Sigurdsson et al (2001) en Populus trichocarapa de 4 años sometidos a un incremento de CO2, durante 3 años, muestran un aumento en la biomasa total del 47 % sólo con aporte alto de nitrógeno, mientras que el incremento en raíces sólo se produjo con bajo nivel de nitrógeno. El índice de productividad del dosel (cantidad de porción leñosa aérea por unidad de área foliar, IPD) aumentó un 12% al incrementarse el CO2 también solamente con alto nivel nutritivo, pero disminuyó (respecto a CO2 ambiente) si este era bajo dado el incremento en la asignación a las raíces. En otros trabajos (Körner et al, 2005), a tenor de los resultados obtenidos en un bosque de frondosas con árboles de gran altura (hasta 35 m) expuestos a un incremento artificial de CO2, en los que no se obtienen incrementos de biomasa ni mayor acumulación de carbono, se mantiene que sigue siendo una cuestión abierta los efectos de aumento por incremento de CO2, cuestionando así, la extensión de los resultados obtenidos con plantas de menor edad y altura a árboles maduros en rodales en monte. Aspecto que suscita gran interés es el posible efecto del incremento de CO2 en la asignación de biomasa (y del contenido en nitrógeno) entre sumideros. Existen evidencias experimentales de su alteración en dependencia de las condiciones ambientales, de modo que una baja disponibilidad de agua y nutrientes incrementa la relación raíz a tallo al aumentar el CO2 atmosférico, en estrecha relación con la activación del reparto a corto plazo de asimilados a las raíces, especialmente a los ápices. Esta respuesta de las raíces al CO2 tiene importancia para el almacenamiento de carbono en los ecosistemas forestales al afectar la absorción de agua y nutrientes (Lee et al, 1998). Los trabajos a los que se alude en los párrafos que siguen inciden en estos hechos. En un estudio de patrones de reparto y asignación de carbono en brinzales de Quercus robur, cultivados en atmósfera con elevada concentración de CO2 y reducción del agua disponible, incorporando 13CO2 Vivin y Guehl (1997) mostraron que junto al efecto positivo sobre la fijación de carbono, que fue más acusado con buen suministro de agua, disminuía la ratio de biomasa de raíces a tallo. Asimismo, a largo y corto plazo la asignación de carbono a las raíces no quedaba alterada con el incremento de CO2 y las raíces finas disponían de más carbono para el crecimiento y desarrollo con independencia del agua disponible. Un enfoque fisio-anatómico muestra el trabajo de Cernusak et al (2005) con Eucalyptus globulus al comparar el contenido en 13C de la savia elaborada en el floema de las hojas con el existente en los sumideros a los que suministra. Los resultados revelan que las ratios de los isotópos de carbono (13C/ 12C) en la savia floemática no difieren de la ratio en el xilema de nueva formación, pero sí se produce un descenso del 13C del 2 por mil en los tejidos de nueva formación de las hojas. Ello ha sugerido que el enriquecimiento de 13C en los sumideros no se deriva de un proceso que tenga lugar en los propios sumideros. En Quercus robur, Maillard et al (2001) estudiaron los efectos combinados del incremento de CO2 y dos regímenes de fertilización nitrogenada en el reparto de carbono y nitrógeno utilizando 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 89 3. Los árboles y los bosques ante el incremento de CO2 en la atmósfera 89 C y 15N. Los resultados muestran que hubo alteración en el reparto de C y N entre tallo y raíz por efecto de la fertilización con nitrógeno, pero no como respuesta al CO2. Se produjo una mayor asignación de carbono y nitrógeno de nueva incorporación a las raíces con el nivel mas bajo de aporte de nitrógeno. En brinzales de Quercus suber la combinación factorial de dos concentraciones de CO2, dos irradiancias y dos regímenes hídricos muestra que el incremento de CO2 bajo condiciones de restricción en el agua disponible y alta irradiación tiene un efecto en términos relativos mayor, mejorando los caracteres morfológicos (altura, diámetro, número de hojas, superficie foliar y fracciones de biomasa) que en condiciones de buen suministro de agua y baja iluminación. Globalmente, la tasa de asimilación neta y la tasa de crecimiento relativo resultaron mayores con valores altos de luz y agua, pero sin diferencias entre tratamientos de CO2 (Pardos et al, 2006). Estos resultados reflejan la existencia de interacciones entre luz, agua y CO2, mostrando que el nivel de un tercer factor es determinante en las respuestas al incremento de CO2. Las respuestas de brinzales de Pinus sylvestris, mantenidos durante cuatro años en cámaras abiertas con +400 ppm de CO2 respecto al ambiente, evidencian incrementos de la fotosíntesis bruta anual (simulada con el modelo MAESTRO) a pesar de una significativa regulación a la baja. El exceso de carbono absorbido se localizó primeramente en tejidos poco longevos (acículas y, mayormente, raicillas), lo que explicaba que no se detectaran diferencias en la biomasa leñosa respecto al control. Los autores sugieren (Janssens et al, 2005) que la aceleración del crecimiento del tallo tuvo lugar sólo durante los dos primeros años y que los turnos de las especies forestales no se acortarían significativamente en respuesta al incremento de CO2, aunque es posible que se aumentaran las entradas de carbono al suelo. Los anillos de crecimiento son también referencia de las respuestas al aumento del CO2 que se han detectado en el siglo XX en bosques austriacos de Pinus nigra. Los anillos de crecimiento han sido más anchos que lo esperado en función de la disponibilidad de agua, con la cual normalmente mostraban una fuerte correlación positiva. Se deduce de ello una disminución en la sensibilidad del crecimiento en grosor a las precipitaciones en primavera-estío. Ello se interpreta en términos de un aumento en EUA (eficiencia en el uso del agua) consecuencia de una estimulación de la fotosíntesis por el incremento de CO2 y un descenso de la conductancia estomática (gs= agua transpirada/ gradiente de concentración hoja-atmósfera) consecuencia del incremento de la concentración atmosférica de CO2 (Leal et al, 2008). El efecto positivo del aumento de temperatura sobre el crecimiento en longitud en ramas de Pinus sylvestris y negativo por el incremento de CO2, pero en este caso positivo sobre su crecimiento en diámetro, junto con un aumento en la mortalidad de las ramas bajo ambos incrementos, son resultados dados por Volanen et al (2005) tras cinco años de simulación en cámara climática de las previsibles futuras condiciones climáticas del este de Finlandia. Los predecibles aumentos de temperatura y/o CO2 pueden alterar los tiempos de apertura de las yemas y el crecimiento en longitud del tallo y, en consecuencia, modificar la adecuación de las especies a sus hábitat actuales o previsibles para la forestación. En árboles maduros de Picea abies se estudiaron durante tres años los efectos combinados de dos concentraciones de CO2 - ambiente y 700 ppm- y otras dos de temperatura -actual e incrementos de 3ºC en verano y 5ºC en invierno (condiciones predecibles en el lugar de estudio), sobre la apertura y desarrollo de las yemas y la elongación del tallo (Slaney et al, 2007). La temperatura aceleró el desarrollo de las yemas y anticipó en dos a tres semanas tanto su iniciación como su terminación. Asimismo hubo una buena correlación entre la elongación del tallo y la suma de grados día superiores a 0ºC. Por el contrario estos procesos 13 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 90 90 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” no se vieron afectados por el incremento de CO2. Estos resultados muestran cierta concordancia con los anteriormente citados para Pinus sylvestris y sugieren un mayor efecto de la temperatura que del CO2, y dianas diferentes entre ambos factores. Inversamente, cambios en la fenología pueden utilizarse para sustentar las observaciones de aumento de temperatura relacionadas con el calentamiento global. Así, Linkosalo et al (2009), usando modelos de tiempo térmico convierten las tendencias fenológicas (avance en la apertura de las yemas o en la floración en primavera) observadas durante 160 años en varias frondosas (álamo, abedul, serbal, aliso, cerezo) en tendencias de temperatura y sugieren que el incremento de temperatura media en primavera en Finlandia ha sido de 1,8 ºC por siglo, muy próxima al valor de 1,5 ºC indicado por los registros de temperatura. El efecto que pueda tener una concentración elevada de CO2 sobre la aclimatación a temperaturas bajo cero y una posible modificación del endurecimiento de las plantas a las mismas es tema de gran importancia en los sistemas boreales, pero los resultados obtenidos son poco concluyentes dada la influencia de la especie en las respuestas obtenidas. En un trabajo con plántulas de Picea mariana Bertrand y Bigras (2006) mostraron que la concentración de CO2 a 710 ppm (doble de la normal) daba lugar a mayor tolerancia a temperaturas bajo cero sólo al comienzo del otoño; y si bien la concentración de azúcares solubles aumentaba con un tratamiento de endurecimiento (descenso progresivo de fotoperiodo y temperatura), al incrementarse el nivel de CO2 se obtenían niveles mas bajos en la concentración de crioprotectores (sacarosa, rafinosa) y aminoácidos. Se concluye que el nivel mas bajo de reservas en carbono y nitrógeno no se traduce en un descenso de la tolerancia a las heladas. El estudio de los efectos del incremento de CO2 en combinación con el nitrógeno disponible sobre la concentración de compuestos fenólicos solubles y lignina es objeto del trabajo de Booker y Maier (2001) con Pinus taeda irrigados, fertilizados y crecidos con tres concentraciones de CO2 (ambiente, +175, +350 ppm). Los resultados muestran un descenso en la concentración de nitrógeno en hojas y un incremento del 11% en fenoles solubles totales con los incrementos de CO2, aunque no sobre la lignina. El análisis de la medida en que el incremento de CO2 y/o la deficiencia nutricional pueda provocar una disminución de la demanda de carbono para el crecimiento y mantenimiento de las plantas y puede canalizarse a fabricar metabolitos secundarios implicados en la defensa frente a patógenos es un tema de gran interés. Reviste interés la posible alteración de las emisiones de monoterpenos en especies forestales por el incremento de CO2 ya que puede acarrear impactos sobre la estructura y función de los ecosistemas al alterar la calidad del aire, la formación de fotooxidantes, y compuestos GEI; y, también, interferir en las interacciones parásito-planta ligadas a dicha emisión. En brinzales de Quercus ilex de un año el incremento de CO2 (700 microl l-1) dio lugar a una mayor emisión de monoterpenos ( x 1,80) que resultó bien correlacionada con la producción de hojas mas gruesas, con mayor contenido en celulosa, lignina y nitrógeno, y mayor biomasa foliar (50%) y superficie total (Staudt et al, 2001). Los resultados anteriormente expuestos se contraponen (parcialmente) con los mostrados por Loreto et al (2001) con la misma especie. Ante el mismo incremento de CO2 (700 pppm) encuentran inhibición en la misión de monoterpenos (68%), así como en la actividad de la monoterpeno sintasa, si bien los resultados son los opuestos para el limoneno. Los autores sugieren que el efecto per se del incremento de CO2 no es aparente si la sequía, como sucede en el Mediterráneo, está presente. Cabe también aludir a la falta de efectos significativos sobre la concentración (Kainulainen et al, 1998), o emisión de monoterpenos encontrados en algunas coníferas. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 91 3. Los árboles y los bosques ante el incremento de CO2 en la atmósfera 91 Otros efectos del incremento de CO2 y/o temperaturas que atañen a otros procesos fisiológicos tales como la germinación (incremento de etileno) y senescencia, se ven potenciados en las especies (no leñosas) ensayadas. 3.5.4. fotosíntesis y luz Las tasas fotosintéticas de los árboles que crecen con irradiancias bajas suelen incrementarse si se eleva la concentración de CO2, aunque el grado de aumento depende del estado nutricional, la época del año, la especie y otros factores bióticos y abióticos Sin embargo a largo plazo se produce una regulación a la baja, comúnmente asociada con una reducción en la actividad de la enzima rubisco y la concentración de nitrógeno foliar (Herrick y Thomas, 1999). El descenso estacional gradual de la fotosíntesis a saturación de luz en un ambiente enriquecido en CO2 es también indicativo de la regulación a la baja de la fotosíntesis, patrón seguido por algunas especies (por ejemplo, en castaño), pero no por otras (por ejemplo, en haya, cuya tasa alcanza aumentos de 1,56) (Besford et al, 1996). En el estudio de los efectos derivados de la interacción sombra x CO2 es bien conocido el hecho de que al incrementarse la concentración de CO2 se produce una disminución del punto de compensación de la luz (PCL)y una mayor eficiencia máxima de los quanta de radiación al reducirse la fotorrespiración. Asimismo, el incremento de CO2 y la sombra causan un reparto mayor del nitrógeno foliar en la maquinaria cosechadora de la luz. Al efecto provocado por la variación en la intensidad del flujo de fotones se uniría el provocado por la calidad de la radiación, dada la significativa interacción existente entre CO2 y luz roja versus luz del rojo lejano (Taiz y Zeiger, 1998). Entre 1 a 3 % de quanta de luz absorbidos por los pigmentos fotosintéticos de la hoja se emite como fluorescencia, pero bajo estrés esta emisión aumenta y puede dañarse el fotosistema PII. La relación fluorescencia variable a media (Fv / Fm) medidas en hojas adaptadas a la oscuridad refleja la eficiencia de PII (Taiz y Zieger, 1998). El incremento en CO2 conduce a valores de Fv / Fm diferentes respecto a las mediciones hechas en atmósfera normal de CO2; asimismo se registran diferencias entre especies e inciden también en las respuestas las condiciones hídricas de las plantas. En los clones Robusta y Beaupré de híbridos de Populus el incremento de CO2 origina diferencias en la eficiencia cuántica: un aumento en el clon Beaupre y una disminución en el clon Robusta, al igual que en Picea abies. En Quercus ilex apenas se diferencian los valores (algo menores al incrementarse el CO2), tanto en primavera como en otoño, aunque con valores algo mas altos en otoño en condiciones óptimas; sin embargo, con elevada irradiación y estrés hídrico (condiciones características de condiciones mediterráneas) la relación Fv / Fm descendió durante el día al incrementarse el contenido atmosférico de CO2, especialmente en Quercus ilex. Los autores (Besford et al, 1998) concluyen que en climas mediterráneos, ante el aumento de CO2 se produce un incremento en la susceptibilidad a la fotoinhibición. En plantas de Eucalyptus bien regadas el valor de Fv / Fm se redujo, pero desaparecía el efecto bajo estrés hídrico. El conocimiento de las respuestas de los brinzales al incremento de CO2 bajo las condiciones lumínicas que genera el dosel arbóreo, reviste singular importancia para la consecución de la regeneración natural (o ayudada artificialmente) de las masas forestales. A tales efectos, Springer y Thomas (2007) estudian el comportamiento de cuatro frondosas en un sotobosque de un pinar, tras siete años de exposición a un aumento adicional de 200 µl mol-1 CO2 durante el fotoperiodo. Durante el primer año de exposición sólo se mostraron fluctuaciones estacionales en la aclimatación de la fotosíntesis 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 92 92 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” al incremento de CO2 en las medidas de la tasa fotosintética, las curvas de respuesta a la luz, la fluorescencia de la clorofila y la concentración de nitrógeno foliar. Se produjo un aumento de la fotosíntesis en todas las especies, en el mayor grado con el valor de irradiancia próxima a la saturación. El aumento de CO2 aumentó la eficiencia del transporte electrónico pero el rendimiento cuántico no se vio afectado. Contrariamente a la hipótesis no hubo evidencia de limitación progresiva de nitrógeno a nivel de hoja y no se produjo pérdida en la mejora de la fotosíntesis. Cabe preguntarse si un posible aumento en el área foliar compensó la regulación a la baja de la fotosíntesis. La relación masa a superficie foliar (g m-2, masa foliar específica, MFE) aumentó al enriquecerse el CO2 ambiental. Ello condujo a un descenso en las concentraciones de nitrógeno, rubisco y clorofila en las hojas, que tuvo un efecto de dilución. En todo caso, las variaciones entre especies fueron grandes y no puede generalizarse un patrón de respuesta. Si el aumento de CO2 afecta diferencialmente a las distintas especies y grupos funcionales (por ejemplo, tolerantes versus intolerantes a la sombra), las diferencias pueden tener un potencial significativo para alterar la composición de los rodales forestales, a lo que se unirían los cambios térmicos que se produjeran. En este contexto cabe incluir el trabajo de Kubiske et al (2002) en el que Populus tremuloides (dosel superior e inferior) y Acer sacharum (esta especie, con y sin la sombra de la anterior) se expusieron a una combinación factorial de dos concentraciones de CO2 y nitrógeno en cámaras abiertas durante tres años, con el objetivo de comparar la aclimatación fotosintética al incremento de CO2 en relación con el grado de sombra. Los resultados mostraron que la interacción CO2 x sombra fue en gran medida debida a diferencias en el área foliar específica (AFE, m2 g-1) entre hojas de sol y de sombra; con una mayor aclimatación al incremento de CO2 en hojas de sol que en hojas de sombra en el arce. Los autores concluyen que la aclimatación fotosintética producida puede ser modificada por la luz y rechazan la hipótesis de que la aclimatación a una concentración alta de CO2 sea mayor en hojas tolerantes que en hojas intolerantes a la sombra. El aumento de las tasas de fotosíntesis en respuesta al incremento de CO2,, encontrada por Herrick y Thomas (2003) en Liquidambar styraciflua, en el marco de un experimento FACE en Duke Forest (EEUU) revela asimismo una apreciable diferencia entre hojas de sol y de sombra (un 60% de estimulación de la misma en plantas al sol frente a sólo un 3% a la sombra en el periodo vegetativo), lo que concuerda con las diferencias que muestran otros parámetros fisiológicos. En contraste con esta respuesta, el aumento de CO2 no afectó la longevidad de las hojas, las fechas de emergencia y abscisión, ni apenas el número de hojas por tallo durante el periodo vegetativo. 3.5.5. fotosíntesis y aclimatación al incremento de CO2 A corto plazo muchas especies arbóreas muestran incrementos en la fotosíntesis en respuesta al enriquecimiento de CO2. Pero, el aumento inicial (en horas a días) de la tasa fotosintética no se mantiene por mucho tiempo, produciéndose una disminución de la misma conocida como regulación a la baja o aclimatación fotosintética; de modo que las mediciones a corto plazo pueden sobrestimar el potencial de asimilación de carbono. La mejor evaluación de posibles cambios en la capacidad de carboxilación consecuencia de elevadas concentraciones de CO2, con posibles ajustes fotosintéticos en un periodo de crecimiento a largo plazo, es a partir del análisis comparativo de las curvas A/ci (tasa fotosintética respecto a concentración interna de carbono) construidas en plantas bajo condiciones de CO2, normales y con concentraciones elevadas, con niveles de luz (PPFD) a saturación (Besford et al, 1998). Tras una porción 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 93 3. Los árboles y los bosques ante el incremento de CO2 en la atmósfera 93 inicial lineal determinada por la tasa de saturación del sustrato RuBP (ribulosa 1.5-bisfosfato), la función de respuesta a la carboxilación se hace curvilínea, lo que se interpreta como una limitación fotosintética por la capacidad de transporte electrónico y la consecuente reducción en la tasa de regeneración del sustrato. En hojas maduras (pero no en las jóvenes) se han hecho buenas predicciones de las tasas de fotosíntesis a saturación de luz a concentraciones elevadas de CO2 (1200 mmol. mol-1) asumiendo la saturación del sustrato. Ello sugiere, según dichos autores, que la fotosíntesis puede estar limitada por el sustrato en hojas jóvenes expuestas a concentraciones altas de CO2. En la mayoría de las especies estudiadas se reduce la pendiente inicial de las curvas de A/ci, lo que refleja una disminución en la eficiencia de la carboxilación, con independencia del suministro de nutrientes; si bien los árboles mejor nutridos muestran valores mayores de eficiencia que los peor nutridos. La regulación a la baja se manifiesta en especies arbóreas de zonas templadas. En algunas, tanto frondosas (cerezo, abedul, castaño, chopo) como resinosas (varias especies de Picea), al doblar la concentración de CO2, de 350 a 700 ppm, se incrementa la tasa fotosintética entre dos y tres veces; aumento que, proporcionalmente, para alguna especie (cerezo) es incluso mayor en condiciones de restricción del aporte de agua (Besford et al, 1996). Con el paso del tiempo, la eficiencia en la carboxilación disminuye, mientras que en otras (por ejemplo en el clon Robusta de Populus x euroamericana) aumenta, o no experimenta variación significativa; y en algunas especies mediterráneas ensayadas (Quercus ilex, Phillirea) no desciende incluso después de varios años de exposición a niveles altos de CO2. Existe, asimismo, un paralelismo entre las variaciones en la “actividad rubisco” y el contenido en clorofila, el cual también decrece cuando lo hace rubisco, lo que sugiere que los complejos proteinas- clorofilas de los tilakoides experimentan una regulación a la baja al incrementarse la concentración atmosférica de CO2. En especies cultivadas, la explicación más común de la regulación a la baja de la fotosíntesis es la reducción en el contenido y actividad de la enzima y la capacidad de regeneración del sustrato (RuBP) con reducción de la carboxilación (Besford et al, 1998). Otros resultados muestran que al menos no siempre se ha detectado una regulación a la baja de la fotosíntesis. Cabe pensar que a nivel de planta entera y de rodal se produzcan retroalimentaciones limitantes debidas a la sombra mutua y a la competencia por recursos; también que la regulación a la baja opere a través de cambios en la conductancia y densidad estomática, la anatomía foliar y el reparto de nitrógeno (Scarascia- Mugnozza et al, 1996). A nivel fisiológico, la regulación a la baja se ha relacionado con una disminución en la fuerza de los sumideros que consumen fotosintetizados y una baja disponibilidad de nutrientes Al aumentar la producción de biomasa, se incrementa la demanda del nitrógeno necesario para la síntesis de enzimas en general (y por tanto de las enzimas implicadas en la fotosíntesis), que puede llegar a ser limitante en suelos con baja disponibilidad de nitrógeno. La regulación a la baja puede también producirse por desequilibrio entre sumideros y fuentes de carbono: la acumulación de carbohidratos en las hojas puede conducir a una expresión reducida de los genes fotosintéticos que resulta en una disminución de la capacidad fotosintética. El aumento de almidón y, también, un desequilibrio entre fuente y sumidero debido a una restricción en la disponibilidad de nutrientes o a restricciones en el desarrollo de la raíz se consideran también posibles causas de la regulación a la baja (Ward y Strain, 1999). Rey y Jarvis (1998) al analizar los resultados obtenidos con abedules crecidos durante cuatro años con concentraciones de CO2 de 350 y 700 ppm, encuentran que las tasas fotosintéticas aumentan y se mantienen durante los cuatro años en las condiciones de incremento de CO2, aunque 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 94 94 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” la capacidad fotosintética queda reducida en comparación con las plantas en CO2 del ambiente. Esta regulación a la baja muestra marcado efecto estacional y puede ser una respuesta positiva para maximizar los recursos y permitir al árbol usar los nutrientes en procesos más limitantes sin grandes efectos en la asimilación neta en el árbol. Dicha reducción va acompañada de la acumulación de almidón en las hojas, probablemente responsable de la reducción en la actividad de rubisco (27 %) y otros componentes fotosintéticos (clorofila, concentración de nitrógeno por área foliar). Sin embargo, el fenómeno no ocurre de forma consistente, por lo que los cambios se relacionan con la ontogenia, la fenología y las condiciones impuestas en su crecimiento (respiración, nutrición, tamaño de envases). En Fagus sylvatica, el incremento de CO2 en plantas con estrés nutritivo causó descenso en la capacidad de carboxilación (Vm) el primer año. En condiciones de buen suministro de nitrógeno el incremento de CO2 no afectó a Vm transcurridos tres años y la tasa máxima de transporte electrónico (Jm) sufrió una aclimatación al alza. El mantenimiento de la relación Jm /Vm con valores mas altos en las plantas enriquecidas con CO2 indica que la aclimatación fotosintética existió siempre, con un descenso de la conductancia estomática. El aumento de almidón y de otros carbohidratos no estructurales en respuesta al incremento de CO2 es ampliamente reconocida (Kinney et al, 1997, Saxe et al, 1998). La aplicación de técnicas microscópicas de alta resolución ha permitido una precisa caracterización de los gránulos de almidón, que no sólo se acumulan sino que aumentan de tamaño en acículas del año al doblar (700 ppm) la concentración atmosférica de CO2 a la que se sometió Picea abies (Cabálkova et al, 2008). Los efectos de la disponibilidad de agua y nitrógeno sobre la regulación a la baja de la capacidad fotosintética inducida por el incremento de CO2 y la susceptibilidad a la fotoinhibición son también objeto de estudio. Los resultados de Kitao et al (2008) en Betula platyphilla muestran que si bien al elevar el CO2 aumenta el riesgo de fotoinhibición, también aumenta la concentración interna de carbono y se reduce la capacidad de carboxilación respecto a las plantas control. A largo plazo la sequía alivia de dicho riesgo y aumenta la capacidad de carboxilación (menor regulación a la baja) y se reduce la concentración interna de carbono. En todo caso, el rango de susceptibilidad a la fotoinhibición en la especie es muy estrecho ante diferentes combinaciones de disponibilidad de agua y CO 2. En el alcornoque, la medición de tasas fotosintéticas similares en atmósfera de 350 ppm y 700 ppm de CO2 al cabo de catorce meses puso de manifiesto una regulación de la fotosíntesis a la baja y una menor actividad de rubisco (Faria et al, 1996). Sin embargo, un choque térmico a 45ºC condujo a mayores tasas de absorción de carbono evidenciando una protección de las hojas de los efectos a corto plazo frente a temperaturas elevadas y una recuperación posterior más rápida. El aumento en el acerbo de azucares y almidón con altos nivel de CO2 sugiere que la regulación a la baja de la fotosíntesis puede estar asociada con una baja demanda de asimilados. También disminuyó el contenido en clorofila, explicable según los autores por un efecto de dilución por acumulación de almidón que da lugar a una descenso de la superficie foliar específica. Estos resultados son muy acordes con los mostrados anteriormente en abedul por Rey y Jarvis (1998). También es cuestionable cuánto tiempo pueden las especies mantener un crecimiento máximo y en qué medida pueden manipularse los recursos para hacerlo posible. De hecho, las mayores tasas de fotosíntesis constatadas al incrementarse el nivel de CO2 con el paso del tiempo sufren un descenso alcanzando valores por debajo de los registrados en atmósfera de CO2 (360 ppm), lo que evidencia una regulación a la baja de la fotosíntesis. Esta viene asociada a un estado nutritivo pobre o a una acumulación de almidón y, se expresa más al final del periodo vegetativo. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 95 3. Los árboles y los bosques ante el incremento de CO2 en la atmósfera 95 En brinzales de Pinus ponderosa en cámaras al aire con 30 y 70 Pa de CO2, bien regadas, sin limitaciones de crecimiento radicular, al final del sexto año la fotosíntesis neta aumentó un 53% a pesar de la reducción con el tiempo de la capacidad fotosintética, acompañada de la reducción de clorofila, de la concentración de rubisco y de nitrógeno. La tasa de carboxilación aumentó en mayor grado que la disminución producida en la velocidad máxima de carboxilación (Vc max), la tasa potencial a saturación de luz del transporte de electrones (Jmax) y el contenido y la actividad de rubisco. Una respuesta positiva del ajuste fotosintético fue la redistribución de nitrógeno dentro del sistema fotosintético para equilibrar los procesos limitantes y no limitantes. Los resultados ponen de manifiesto que los árboles sin limitaciones de crecimiento de las raíces pueden mostrar ajustes fotosintéticos tras su exposición a concentraciones elevadas de CO2 durante largos periodos de tiempo. Estas respuestas de ajuste pueden ser útiles para predecir los influjos de carbono en los ecosistemas terrestres y mejorar los modelos de respuestas al cambio climático (Tissue et al, 1999). El mismo grupo (Tissue et al, 2001) llevó a cabo un experimento con Pinus radiata en las condiciones experimentales anteriormente descritas para analizar el efecto de la edad de las acículas. Al cuarto año se observó regulación a la baja en acículas de más de un año, pero no en las del año, lo que sugiere una reducción en la fuerza del sumidero al aumentar la edad de las acículas. La fotosíntesis neta aumentó 79%, pero no afectó significativamente a la capacidad fotosintética ni a la actividad y concentración de rubisco. Los autores concluyen que la aclimatación fotosintética al incremento de CO2 esta regulada por la fuerza del sumidero a nivel de hoja y de planta entera y que la respuesta no está basada primariamente por la duración de la exposición al incremento de CO2 (Besford et al, 1996). En un experimento posterior, el mismo grupo (Tumbull et al, 2002) incide en la misma especie concluyendo que las implicaciones de las respuestas dependientes de la edad residen en que los árboles de más edad (en los que la contribución de las acículas más viejas a la biomasa fotosintética es mayor que en árboles jóvenes) pueden llegar a estar, progresivamente, mas aclimatadas a concentraciones mas elevadas de CO2. Los efectos de la edad de las acículas (del año y con un año de edad) son también estudiados en Pinus sylvestris por Jach y Ceulemans (2000), cuyos resultados indican la existencia una aclimatación al enriquecimiento con CO2, con efectos interactivos entre edad de las acículas, estacionalidad y CO2, sugiriendo que la regulación a la baja pueda ser el resultado de la reducida concentración de nitrógeno referida a superficie foliar. Los efectos combinados de la edad y la posición de las acículas en un rodal maduro de Pinus taeda, expuesto al enriquecimiento de CO2 (sistema FACE), son el objetivo del trabajo realizado por Crous y Ellsworth (2004). Se midieron las tasas de fotosíntesis en dos clases de acículas en la porción superior e inferior de la copa desde el segundo al sexto año de exposición. La mejora fotosintética fue considerable (+60% según clases edad y situación) con una estimulación del 33% mayor en las acículas del periodo vegetativo que en las de más de un año en el quinto y sexto año. Se encontró una regulación a la baja de rubisco y de la capacidad de transporte electrónico en las acículas de la porción superior, más expuestas al sol; reducción de la fotosíntesis que, al afectar a las acículas de un año, puede tener consecuencias importantes en el balance de carbono en el dosel, al ser aquellas las mayores contribuyentes al mismo. Estos últimos resultados, al igual que otros anteriores evidencian la importancia de la edad de las acículas (también de su posición) en las respuestas al incremento de CO2, dadas las diferencias en sus atributos morfológicos y capacidad fisiológica. El hecho de que las especies arbóreas puedan aclimatarse a altos niveles de CO2 dejando de producirse efectos positivos en el crecimiento a largo plazo es refrendado experimentalmente y se ha comprobado que plantas que viven en la proximidad de fuentes naturales de CO2 muestran 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 96 96 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” una capacidad fotosintética reducida en comparación con poblaciones de la misma especie en otros hábitats, evidenciando una selección en el tiempo (Idso, 1999). Se ha razonado que esta aclimatación se produce porque se acumulan azúcares (glucosa y fructosa) que conducen a la reducción de los transcriptos de genes implicados en la fotosíntesis y en el almacenamiento y utilización de carbohidratos. De hecho, en la mayoría de los casos la elevación de CO2 conduce a un aumento de carbohidratos no estructurales entre 25 y 130 %, que puede conducir a una inhibición por retroalimentación de la fotosíntesis. Asimismo, se considera que es el almidón (con cambios estacionales acusados como se ha mostrado anteriormente sucede en abedul) el factor que más contribuye a dicha aclimatación. Sin embargo esta hipótesis es cuestionada y la regulación a la baja se ha relacionado con otros factores que restringen el crecimiento, como el volumen de sustrato que limita el desarrollo de las raíces. Ziska y Bunce (2006) revisan las posibles causas de la aclimatación a la baja y destacan la acumulación de azúcares y la expresión de los genes, la insuficiente absorción de nitrógeno, la limitación en la capacidad de regenerar el sustrato (RuBP) y los efectos directos sobre la fotosíntesis por aumento de sacáridos, sin descartar un efecto por cambio temporal en la ontogenia de la hoja. En el trabajo de Eguchi et al (2008) se compara la aclimatación al incremento de CO2 en dos especies de abedul (B. platyphylla y B. maximowicziana) y una de aliso (A. hirsuta) con plantas de dos años, en dos suelos (poco y muy fértil), durante dos años con el sistema FACE. Los resultados evidencian una clara diferencia entre especies marcada por la fertilidad del suelo. Se produjo regulación a la baja de la fotosíntesis en B. platyphylla para ambos suelos, en B. maximowicziana en suelo no fértil y en el aliso en suelo fértil. Ello sugiere a los autores una reducción del nitrógeno y de la enzima rubisco en suelo no fértil en el caso de los abedules por falta de nutrientes, mientras que para el aliso se interpreta en términos de una acumulación de almidón que restringe la difusión del CO2 al cloroplasto. La mayor tasa de fotosíntesis medida en el aliso se relaciona asimismo con su capacidad fijadora de nitrógeno. Reviste, también, interés conocer si un incremento de la tasa de fotosíntesis con niveles más altos de CO2 se mantiene en generaciones sucesivas. Con tal objetivo Greenep et al (2003) compararon las respuestas de plantas de Pinus radiata generadas a partir de yemas (vitroplantas) tomadas de un pino de cuatro años con los brinzales de origen al ser sometidos ambos grupos a altas concentraciones de CO2. No se encontraron diferencias de regulación a la baja con incrementos en las tasas de fotosíntesis en acículas jóvenes y viejas, concluyéndose que la regulación a la baja está relacionada con el tamaño de la planta más que con la edad o duración de la exposición, y que el aumento de las tasas de fotosíntesis puede mantenerse siempre que la fuerza del sumidero sea capaz de usar el exceso de fotosintetizados. Se sugiere que es improbable que la capacidad de un incremento de la tasa de fotosíntesis con niveles más altos de CO2 se pierda en generaciones sucesivas. Sin embargo cuando aumenta el tamaño del dosel y tienden a igualarse la proporción de follaje maduro y yemas en desarrollo, la acumulación de carbohidratos en el follaje fuente es posible que tenga un efecto de retroalimentación que dé lugar a una regulación a la baja. En cualquier caso, para entender el crecimiento futuro a concentraciones más altas de CO2, son relevantes las medidas en árboles completos o en el dosel de árboles aclimatados a dichas concentraciones, pues constituirán éstas el escenario del futuro. Cabe insistir en que las medidas de fotosíntesis y respiración en hojas (o en ramas aisladas) no se espera que sirvan para una buena predicción de la incorporación de carbono, dado el conjunto de factores (cambios en los carbohidratos no estructurales, la edad de las hojas, la estructura del árbol, el reparto de biomasa, los factores ambientales) que pueden modificar las respuestas. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 97 3. Los árboles y los bosques ante el incremento de CO2 en la atmósfera 97 3.5.6. Respiración Los valores de respiración consignados para especies forestales en respuesta a incrementos de CO2 hacen referencia a la respiración mitocondrial, normalmente medida en condiciones de oscuridad. Dicha respiración presenta intensidades mucho más bajas a la luz que en oscuridad y resulta difícil su cuantificación a la luz por los problemas metodológicos que entraña su determinación dada la participación adicional de la fotorrespiración. Por ello, la respuesta al incremento de la concentración atmosférica de CO2 en la respiración mitocondrial bajo luz es problemática. Los resultados de los efectos del incremento de CO2 en la respiración mitocondrial (en oscuridad) son controvertidos, con registros de aumentos y disminuciones, ambos unas veces rápidas (en minutos) y otras lentas (en días) y ello en relación con el contenido en carbohidratos y proteínas. En general, incrementos moderados de CO2 conducen a corto plazo a un incremento de la tasa respiratoria, rápido y reversible, mientras que a largo plazo la tasa respiratoria disminuye, aunque los resultados no son universales. Por otra parte, la respiración no aumenta proporcionalmente al aumento de biomasa que se produce en respuesta al incremento de CO2 (Ziska y Bunce, 2006). Existen evidencias experimentales de que al doblarse la concentración atmosférica de CO2 se reduce la respiración mitocondrial, hasta 15 a 20%, con gran variación entre especies, estados de desarrollo (en especial al pasar el cambio de la fase vegetativa a la generativa) y edad de las hojas. Puede producirse, contrariamente, un aumento en algunas especies. Posibles mecanismos implicados en la reducción de la respiración son la inhibición de enzimas implicadas en el transporte electrónico mitocondrial y de otras enzimas en respuesta al carbono inorgánico disuelto. El análisis es complicado ya que la tasa respiratoria responde a diversos factores internos de la planta, por ejemplo la concentración de nitrógeno, que es menor en plantas crecidas con alto CO2 (Ward et al, 1999). A largo plazo, las diferencias entre especies son manifiestas, aunque se producen respuestas en ambos sentidos (aumento y reducción), o no producirse alteración de la respiración al incrementarse el CO2. La época del año de la medición y el órgano de la planta responden también de forma diferente (Mousseau, 1998). La respiración en hojas supone la mitad de la respiración de la planta entera. Mientras que en hojas y raíces finas el nitrógeno es útil para su predicción, en tallos y raíces gruesas la respiración se correlaciona bien con la biomasa (Ryan et al, 1996). Otra visión de los efectos del incremento de del incremento de CO2 sobre la respiración en oscuridad se muestra en el trabajo de Amthor (2000). El autor plantea el estudio del efecto a corto plazo de elevar la concentración de CO2 en nueve frondosas sometiéndolas a 40 y 80 Pa. Los resultados evidencian efectos muy pequeños (entre 5,60 % de decremento a 0,50% de estimulación de la tasa respiratoria para 40 Pa), con valores similares en todas las especies, lo cual sugiere que no se traduzca en efectos (o insignificantes) en el balance de carbohidratos. En plantas jóvenes, los tallos son mas sensibles al incremento de CO2 que las raíces (dada la alta concentración de CO2 en la rizosfera) y, en todo caso, sin apreciarse pautas definidas con carácter general (Mousseau, 1993). A corto plazo, el incremento de CO2 tiene un efecto inmediato de reducción de la respiración en oscuridad, común a las especies ensayadas, tal como se ha mostrado en Castanea sativa, Prunus y varios clones de Populus híbridos, en los cuales dicha reducción se manifiesta a los pocos minutos de someter las plantas a una concentración de CO2 de 700 ppm, siendo la respuesta reversible. A plazo más largo, en un rodal de haya joven, el incremento de CO2 condujo a un aumento del 75% en la biomasa total y del 52% en la respiración conjunta de hojas, tallos y raíces/suelo. Referida a materia seca la respiración en el dosel de hojas disminuyó un 28%, la del tallo aumentó un 40% y la respiración en el suelo (referida a materia seca de raíces) se redujo en 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:37 Página 98 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” 98 13% respecto a los valores en atmósfera con contenido de CO2 normal. Estos resultados indican que al aumentar la concentración de CO2 queda afectada la asignación de carbono, especialmente a los sumideros principales (Mousseau, 1998). Los efectos directos de la temperatura sobre la respiración revisten especial interés. Las tasas respiratorias aumentan en respuesta a incrementos a corto plazo de la temperatura. A largo plazo cabría suponer que se perdería en respiración una porción mayor del carbono fijado, con lo que habría menos carbono disponible para el crecimiento y éste disminuiría al aumentar la temperatura. Sin embargo, aunque en diversas especies al aumentar la temperatura se produce un incremento de la relación tasa respiratoria a tasa fotosintética, dicha relación desciende con el tiempo. Ello conduce a sugerir que con carácter general la relación tasa respiratoria a tasa fotosintética permanece prácticamente constante en un rango de temperaturas y, en consecuencia, el aumento de la temperatura global derivada del cambio climático no conduciría significativamente al aumento de pérdidas de carbono en la respiración (Saxe et al, 1998). Los efectos conjuntos de variación de temperatura e incremento de CO2 han sido investigados en Pinus sylvestris. En árboles de 20 años, expuestos a un doble tratamiento (AT, aumento de temperatura en +2.6ºC respecto a ambiente; AC, incremento de + 350 ppm de CO2 a temperatura ambiente y ATC, incremento de ambos) durante cinco años se estudió la respiración de la parte aérea). Entre los resultados obtenidos cabe destacar que el patrón estacional en crecimiento, concentración de carbohidratos y tasas respiratorias fue el mismo para todos los trtamientos si bien la respiración de mantenimiento se redujo en AC y se incrementó en AC+ AT (Zha et al, 2001). El efecto de la edad de la hoja fue mayor que cualquier otro sobre su respiración. Un ligero aumento en AC del coeficiente de temperatura (Q10) y descenso en AT y ATC, indica aclimatación de la respiración a la temperatura (Zha et al, 2002). En un trabajo posterior del mismo grupo (Zha et al, 2005) se dan los valores de tasa respiratoria, normalizados a 15ºC respecto a condiciones control (6.55 mol m -2 año-1) fueron 7,50, 7,69 y 7,90 mol m-2año-1. Los incrementos de la respiración total anual respecto al tratamiento control fueron de 15, 18 y 21 %. Se concluye que la respiración de mantenimiento estuvo más afectada por el incremento del CO2 atmosférico que la respiración de crecimiento. Asimismo se sugiere que el incremento en la respiración fue parcialmente debido al incremento de la tasa de crecimiento. Griffin et al (2004) han estudiado la influencia de la estructura del órgano (hoja) en la respuesta al incremento de CO 2 (aumento de la presión parcial de CO2 de 65 Pa frente a 36 Pa) en el aparato mitocondrial y la respiración por unidad de hoja en acículas de Pinus radiata. Se registra un incremento en el número de mitocondrias por unidad de citoplasma en toda la acícula y variaciones en su tamaño a lo largo de ella, con un incremento de la respiración por unidad de hoja, mayor en el extremo (+25%) y una progresiva disminución basipétala hasta de un -25%. Los resultados evidencian que una relación compleja debe determinar la asociación entre estructura y función respiratoria a nivel de acícula. 3.5.7. Relaciones hídricas La vida de las plantas y su productividad primaria dependen de la disponibilidad de agua. Ante las previsibles fluctuaciones del agua disponible derivadas del cambio climático, pueden producirse situaciones de sequía en el suelo que causen perturbaciones a nivel hidráulico (pérdidas de conductividad del agua en el interior de la planta) y a nivel de señales químicas, tanto en el control estomático por el ácido abscísico, como en la inhibición del crecimiento de las hojas por el etileno (Davies, 2006). 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 99 3. Los árboles y los bosques ante el incremento de CO2 en la atmósfera 99 El déficit de agua (sequía) modifica los parámetros hídricos y reduce la productividad. Afecta con desigual intensidad a las especies según estén adaptadas a regímenes con regularidad temporal en la disponibilidad de recursos hídricos o con variabilidad temporal, o incluso variabilidad espacial (por ejemplo, la textura del suelo), como muestran Pereira et al (2006) a la vista del comportamiento de diversas especies arbóreas. Por otra parte, las plantas sujetas a sequía pueden llegar a ser mas susceptibles al ataque de insectos, de lo cual es exponente los daños sufridos por el ataque de Phoracantha semipunctata en Eucalyptus globulus en el SO de la Península Ibérica (Toval, comunicación personal) La capacidad de adaptación a la sequía es extensible al nivel de comunidad de especies como se pone de manifiesto en la distribución de los principales grupos de leñosas mediterráneas y sus estrategias para la optimización de tan escaso e irregular recurso (Valladares et al, 2004). El potencial hídrico es un buen referente del status hídrico de las plantas y puede medirse con la “cámara de presión o de Scholander, que se muestra en la Fotografía 3.2. fotografía 3.2. Composición fotográfica de rodales de pino silvestre y rebollo y cámara de Scholander para mediciones in situ del potencial hídrico en la copa de los árboles. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 100 100 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” Los modelos de circulación global (MCG) pronostican un aumento de temperatura, en paralelo al de la precipitación global (IPCC, 2007). En tal caso, un incremento medio predicho de 2,2 ºC sería insuficiente para atender a la demanda de transpiración de muchos ecosistemas a no ser que el cierre estomático parcial redujera las tasas transpiratorias. Ante el efecto del aumento conjunto de temperatura y del CO2 atmosférico, la respuesta final a ambos factores dependerá de sus tasas relativas y del ajuste fisiológico a las mismas. En términos relativos, aumentos grandes de temperatura conducirán al aumento de la tasa transpiratoria, mientras que aumentos grandes de CO2 conducirán a aumentos más pequeños, incluso a reducciones de la transpiración. En todo caso, las simulaciones asumen similares aumentos de las temperaturas máxima y mínima y no está claro que el rango de temperaturas diurnas sea el mismo. Cabe pensar que en algunas regiones mejorará la productividad mientras que en otras empeorará; y que, en todo caso, se producirán cambios ecológicos al cambiar las condiciones a que están adaptados los ecosistemas. En la mayoría de las plantas C3, el incremento de la concentración de CO2 afecta por espacios de tiempo cortos a la regulación estomática, reduce la conductancia estomática con un cierre estomático parcial y consiguientemente la transpiración, y aumenta la eficiencia en el uso del agua (Mott, 1990, entre otros). En general, las respuestas al CO2 son menores en árboles (del orden del 20%) que en plantas de uso agronómico y hierbas, en las que pueden alcanzar un 40% (Larcher, 1995). La proximidad de una fuente natural de CO2 ha mejorado los efectos negativos de la sequía en plantas cultivadas en envases dispuestas en cámaras abiertas. En Quercus pubescens el flujo de agua por superficie se reduce, aunque los efectos beneficiosos se pierden durante los periodos más secos. También parece que árboles de la misma especie del área mediterránea no muestran un comportamiento hidráulico diferente respecto a plantas crecidas en atmósfera de CO2 no enriquecido (Tognetti et al, 1999 a). En conjunto, el incremento de CO2 afecta las relaciones hídricas al acumularse carbohidratos solubles. En el abedul el potencial hídrico se hace menos negativo, el potencial osmótico más negativo y en consecuencia la turgencia aumenta. También hay evidencia de reducción en la conductancia estomática (21%) (Rey y Jarvis, 1998), lo cual tendría como resultado una mejora en la eficiencia en el uso del agua (EUA); pero al ser las células más grandes no se altera el índice estomático. Ello no necesariamente implica mayor tolerancia a la sequía, la cual depende de un conjunto de factores que afectan al equilibrio entre la demanda y el suministro de agua, entre otros la conductancia hidráulica. A escala europea, en el marco del proyecto EUROFLUX se estableció la primera red para el seguimiento y análisis comparativo del intercambio de gases en los ecosistemas forestales y dentro del mismo se llevó a cabo el taller “Water flux Regulation in Forest Stands”, esencial para integrar la información sobre flujos y biogeoquímica desde la escala de sitio a la de continente (Tenhunen et al, 1998). Las técnicas de medición del flujo de savia por impulsos de calor o calor constante en árboles individuales (Granier, 1994), contando con medidas climáticas, posibilitaron cuantificar la conductancia a nivel del dosel y escalar los valores de flujo de savia y estimar la transpiración en un rodal teniendo en cuenta la distribución de clases de edad. Las respuestas difieren entre grupos taxonómicos y entre formas de vegetación, con un gradiente negativo de herbáceas a leñosas, así como de frondosas a coníferas. En estas últimas se producen las reducciones mas bajas de conductancia al aumentar el CO2, es decir son el grupo taxonómico con menor sensibilidad al incremento de CO2 (Ellsworth et al, 1995). El rango de reducciones es muy amplio (del 10 al 70% en la conductancia estomática) en función de la especie. En abedul y haya se registró un descenso (8 a 16%) en la densidad de estomas y no encontró efecto aparente en clones de Populus. Incluso en experimentos a largo plazo se ha 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 101 3. Los árboles y los bosques ante el incremento de CO2 en la atmósfera 101 mostrado una falta de sensibilidad estomática al incremento de CO2 (Scarascia-Mugnozza y de Angelis, 1998). Se ha apuntado que en los casos de reducción de la conductancia, la causa fuera mas bien una restricción en las raíces y un aumento de la ratio superficie foliar a peso planta que el efecto directo del incremento de CO2. No se descarta que los efectos positivos del incremento de CO2 sobre la superficie foliar sean al menos tan importantes al determinar la transpiración del dosel como negativos los efectos directos del CO2 sobre la apertura estomática (Saxe et al, 1998). Las mediciones de conductancia estomática llevadas a cabo durante cuatro años en la porción superior de la copa de árboles maduros en un rodal con diferentes frondosas (Carpinus betulus, Fagus sylvatica, Quercus petraea) muestran un descenso generalizado de la conductancia (en torno a 10%, hasta 25%) por efecto del incremento de CO2, con diferencias acusadas entre especies y árboles dada la heterogeneidad de las condiciones lumínicas. El descenso fue menor que el esperado. Se apunta que pudo producirse un efecto de retroalimentación de la humedad del suelo sobre las relaciones hídricas del dosel consecuencia del elevado nivel de CO2 (Keel et al, 2007). La respuesta de la transpiración bajo sequía edáfica y déficit en la presión de vapor, respecto a condiciones no limitantes y dos concentraciones de CO2, ha sido también objeto de trabajos experimentales. En Populus deltoides, Engel et al (2004) encontraron un aumento de crecimiento con el incremento de CO2. A nivel de hoja, las tasas transpiratorias son equivalentes para ambas concentraciones de CO2 cuando el agua en el suelo no era limitante. A nivel de dosel, durante el estrés hídrico, las tasas transpiratorias fueron, también, equivalentes para ambos niveles de CO2, lo que indicaba la reducción de los flujos bajo alto CO2. El cambio de transpiración equivalente a nivel de hoja a transpiración equivalente a nivel de dosel al aumentar la sequía sugiere que las tasas de uso del agua estaban controladas primariamente por el contenido de agua en el suelo si éste era bajo y por la demanda atmosférica si era alto. Asimismo, cambios en el déficit de presión de vapor tienen un efecto menor que el contenido de agua en el suelo bajo ambos niveles de CO2. Se admite ampliamente que la productividad neta (PNE) de los ecosistemas boreales de coníferas aumenta con la temperatura, lo cual permite compensar en parte la elevación de la concentración de CO2 causante del calentamiento. En este contexto, Grant et al, (2009), comparan cambios en el intercambio de CO2 medidos por “eddy-covariance“ con los simulados con un modelo de ecosistema de procesos ECOSYS, bajo el incremento de temperatura anual que tuvo lugar durante 2004-2006 en algunas masas de Picea mariana en Canadá. Los resultados muestran que dicho aumento en PNE, aunque dependiente de la magnitud del incremento de temperatura, puede variar estacionalmente. Si bien se registra un aumento del PNE en primavera, se produce un descenso en el estío por efecto del descenso de la conductancia estomática en el dosel bajo un mayor déficit de la presión de vapor. Dicho descenso es modulado por la restricción hidráulica a la absorción de agua impuesta por la baja conductividad axial en raíces y copa, que fuerza un descenso en el potencial hídrico en el equilibrio entre la absorción de agua y la transpiración. Estos resultados añaden complejidad a la relación entre aumento de CO2, calentamiento y PNE. Los efectos sobre el uso del agua del incremento de CO2 son también analizados en combinación con los del ozono. Los resultados del incremento en un 40% de los niveles atmosféricos de CO2 y de ozono, por separado y en combinación, sobre el uso de agua en masas puras de álamo y mixtas de álamo y haya, ponen de manifiesto una similitud en ambas formaciones arbóreas. Los resultados muestran que los árboles de mayor tamaño, que crecen con + CO2, usan más agua; mientras que a pesar del efecto negativo de + O2 sobre el tamaño de los árboles, en 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 102 102 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” tal caso no se reduce el uso del agua. Estos resultados sugieren (Uddling et al, 2008) que los efectos acumulativos de +CO2 y + O2 sobre la estructura del rodal para determinar su uso del agua ante futuras condiciones atmosféricas cambiantes pueden ser mas importantes que las esperadas respuestas de cierre estomático. Los aspectos morfológicos y anatómicos de los órganos, e hidráulicos del sistema conductor en relación con la transpiración, ante el incremento de CO2, han sido también objeto de atención. A tales efectos Saxe et al (1998) hacen una serie de consideraciones que se reflejan en los párrafos siguientes. La ratio de biomasa de raíces finas a superficie foliar usualmente aumenta al hacerlo el CO2 lo que les confiere mayor capacidad de absorción de agua bajo sequía. Asimismo, es posible que la vía hidráulica del tallo se modifique al aumentar el CO2 y alterarse el balance entre la superficie foliar (en aumento) y el desarrollo vascular del tallo (a lo largo del periodo vegetativo) con posible diferencias entre especies con maderas de poros en anillo y las de porosidad difusa. El aumento de la superficie foliar y la falta de una reducción apreciable en la conductancia estomática implicaría un riesgo de estrés hídrico y nutritivo. Pataki et al (1998) encontraron que en Pinus taeda el flujo de agua por unidad de superficie de albura no variaba al elevar la concentración de CO2 respecto al nivel normal, aunque aumentaba el monto de agua transpirada al incrementarse la superficies foliar y de albura. Por otra parte, en una población de Quercus pubescens próxima a una fuente natural de CO2 el flujo de agua por unidad de superficie de albura se reducía aunque los efectos tenían un componente estacional y se perdían en condiciones de sequía (Tognetti et al, 1999 a y b). El hecho de que la transpiración, a nivel de individuo, no disminuya necesariamente al reducirse la conductancia estomática por efecto del incremento de CO2, puede explicar por qué tampoco tenga que disminuir la conductancia hidráulica o el lumen de los vasos. En este contexto se desarrolla el trabajo de Eguchi et al (2008) con abedul (xilema con anillos difuso-porosos) y roble (anillos porosos) de cuatro años de edad, al analizar las respuestas al incremento de CO2 del flujo de agua y la estructura hidráulica en hojas de sombra y sol bajo distintos tipos de suelo. Los resultados muestran que, con independencia del suelo y especie, en las hojas de sol el incremento de CO2 disminuye el flujo de agua, la conductividad hidráulica específica y la superficie total ocupada por el peciolo de las hojas, lo que no sustenta el aserto anterior; sin embargo, en las hojas de sombra estos parámetros no se ven afectados. El exceso (redundancy) de vasos o traqueidas confiere más seguridad en el transporte hidráulico frente a fallos cuando algunos vasos resultan no operativos por embolismo. Cuando se supera un umbral de embolismo por sequía la rama afectada se seca. Se ha definido el índice de vulnerabilidad como el cociente entre el diámetro medio del vaso y su frecuencia por mm2 de albura. Ante el aumento de los niveles de estrés hídrico vinculados al cambio climático debería producirse una selección de especies con mayor exceso de vasos y/o más vasos resistentes a la cavitación (Ewers et al, 2007). Esto explicaría la presencia de estos caracteres en muchas especies de climas más fríos y más áridos. Sin embargo, según el modelo propuesto por los autores, la cantidad óptima de exceso depende de la probabilidad de embolismo de los conductos individuales y del umbral del embolismo global del órgano, de modo que sólo si la primera es inferior a la segunda, un aumento del exceso de vasos será positivo para la supervivencia. Y si las plantas se exponen a niveles de estrés por encima del umbral de supervivencia, más que por tolerancia al estrés (que seleccionaría por alto exceso de vasos), los autores afirman que la mejor estrategia sería producir muchos individuos con bajo exceso, aumentando la probabilidad de que unos pocos individuos sobrevivieran. Se trataría de una estrategia típica de las plantas ru- 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 103 3. Los árboles y los bosques ante el incremento de CO2 en la atmósfera 103 derales (efímeras, de desiertos y lugares secos, que producen muchas semillas y tienen alta mortalidad) de evitación del estrés más que de la tolerancia al mismo. El exceso beneficiaría a los tallos gruesos si el estrés no es muy severo; pero si lo fuera, la segmentación del eje (tallo) permitiría que uno o más segmentos sobreviviesen en situaciones mésicas y se desarrollen como arbustos en lugares xéricos. 3.5.8. Disponibilidad y uso del nitrógeno El efecto del aumento de CO2 sobre el nitrógeno es crucial al ser éste, comúnmente, factor limitante para la productividad de los bosques. La diferente fertilidad del suelo condiciona la magnitud de la mejora de la fotosíntesis al incremento de CO2 y la respuesta en incremento de biomasa es menor en plantas deficitarias en nutrientes. Sin embargo, no siempre las respuestas de fotosíntesis al incremento de CO2 son diferentes con niveles de fertilidad diferentes, e incluso la eficiencia en el uso del nitrógeno, expresada por la relación tasa máxima de fotosíntesis a contenido de nitrógeno en hoja (Amax: Nhoja) puede resultar mayor en condiciones de baja fertilidad; ello evidencia la necesidad de estudios en campo a largo plazo (Tissue et al, 1996). Los resultados experimentales sobre los efectos del incremento de CO2 en la disponibilidad de nitrógeno en el suelo son contradictorios: en unos, el incremento de carbono en exudados, mantillo y rizodeposición, aumenta el nitrógeno disponible y en otros, lo diminuye. Si las plantas asimilan más carbono al aumentar la concentración de CO2, producen más hojarasca, más materia orgánica derivada de la misma se incorpora al suelo e inmoviliza nutrientes, lo que reduce su disponibilidad por la planta cuyo status nutritivo declinará. Pero las temperaturas elevadas aumentan la tasa de descomposición de la materia orgánica y la mineralización del nitrógeno, y como dicha tasa aumenta más que la producción primaria neta, los nutrientes estarán más disponibles en la mayoría de los casos, aunque a expensas de la disminución de la materia orgánica del suelo (Saxe et al, 1998). Una conocida respuesta al aumento de CO2 es la producción de hojas con una relación C:N mayor, aunque también hay evidencia de que los ecosistemas forestales puedan atender a la mayor demanda de nitrógeno ligada a la mayor disponibilidad de CO2 disminuyendo sus pérdidas en el desfronde e incrementando su fijación (en su caso) y mineralización (Perry, 1994). Respecto a otros nutrientes minerales, se produce una reducción inicial, pero hay evidencia de su atenuación con el tiempo, al ser contrarrestada por una mayor eficiencia de las raíces en la exploración y absorción de iones. Estos cambios en las hojas se manifiestan posteriormente en una disminución de la tasa de descomposición de la hojarasca en el suelo dada su dependencia de la concentración de nitrógeno, ratio C:N, lignina y ratio lignina: nitrógeno. En muchos bosques europeos, la deposición atmosférica de contaminantes nitrogenados (óxidos de nitrógeno) ha conducido a una mayor disponibilidad de nitrógeno, lo cual ha propiciado un aumento de la tasa de crecimiento y conducido a analizar su interacción con el calentamiento global y sus efectos sobre el secuestro de carbono (Spiecker et al, 1996). En coníferas, cuya absorción de nitrógeno preferente es NH4+, el incremento de CO2 puede aumentar los carbohidratos y servir éstos de fuente de energía para reducir NO3- (procedentes de la polución) favoreciendo su absorción. La repercusión de la interacción deposición de nitrógeno x incremento de CO2 en los bosques de coníferas puede tener gran importancia. La acción combinada de incremento de CO2 y nitrógeno disponible sobre la producción de biomasa y la tasa de crecimiento relativo, analizada en brinzales de tres frondosas (chopo, roble 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 104 104 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” y arce), pone en evidencia una respuesta positiva independiente (en buen grado) de ambos tratamientos, pero con mejor respuesta en alguna de las especies para diferentes parámetros de crecimiento cuando concurren concentraciones altas de ambos, carbono y nitrógeno. Estos resultados apuntan a la posible influencia de la disponibilidad de nutrientes en el impacto del incremento en CO2 en las comunidades forestales (Kinney y Lindroth, 1997). La estimulación del crecimiento por aumento de CO2, mayor en suelos fértiles (con mas nitrógeno) que en suelos infértiles, en híbridos de Populus (Curtis, 1996) refuerza los resultados anteriores; mientras que para Pinus sylvestris, Kellomaki y Wang (1997) no obtuvieron diferencias entre ambas situaciones, tal vez por tratarse de experimentos de corta duración. Los resultados de Mäkipäa et al (1999) al aplicar un modelo gap a un pinar de P. sylvestris en Finlandia, con dos escenarios de temperatura y precipitaciones (condiciones actuales frente a incrementos de +4º C de temperatura y +10% de agua disponible) y una deposición de nitrógeno de 6 a 12 kg ha-1, apoyan la anterior argumentación. Dichos autores estiman un incremento en el contenido de carbono (10%) en la vegetación y un decremento (30%) en el suelo ante los cambios del clima. En consecuencia con estos valores, en los 100 años del turno, el efecto combinado de deposición de nitrógeno y cambio de temperatura y precipitaciones conduciría a una disminución del contenido medio de carbono en el ecosistema para tasas de deposición anual de nitrógeno inferiores a 12 kg ha-1 y sólo aumentaría ligeramente si el aporte alcanzaba 24 kg N ha-1. Con un objetivo similar - el análisis del efecto sobre la disponibilidad de nitrógeno - se sometieron a un incremento de CO2 a tres especies de Populus durante tres años según el protocolo FACE seguido por Calfapietra et al (2001). Los resultados muestran para las tres especies un aumento significativo en la eficiencia en el uso de nitrógeno (mayor producción primaria neta por unidad de absorción anual de nitrógeno) y una disminución en la concentración de nitrógeno en tejidos, pero sin cambios en la absorción de nitrógeno acumulada durante los tres años. Asimismo, en un trabajo posterior en la misma línea, se encontró un descenso del nitrógeno en el suelo respecto al control y, en consecuencia, una potencial reducción en su disponibilidad (Calfapietra et al, 2007). El balance entre suministro de carbono y nitrógeno tiene, también, efectos importantes sobre el reparto y asignación de fotoasimilados en la planta, que repercuten en el crecimiento de los diferentes órganos. Un bajo suministro de nutrientes y alto de carbono estimula el crecimiento de las raíces y apenas tiene efecto en la parte aérea, mientras que un aumento en el suministro de ambos estimula el desarrollo de la pare aérea. Si al incrementarse el CO2, no se mantiene la aportación de nutrientes (circunstancia que cabe pensar se produjera en los bosques) se produce una disminución de la concentración de nutrientes en la planta; y, en general, el contenido en la enzima rubisco (el mayor componente nitrogenado de las hojas) disminuye, referido a peso seco o área foliar (Tissue et al, 1997). Las propias reservas internas de nitrógeno en la planta afectan la respuesta al aumento de CO2 y, asimismo, dicho aumento puede influir en capacidad de la planta para producir reservas nitrogenadas, como se pone en evidencia en brinzales de Fagus sylvatica de tres años cultivados en arena, sin y con aporte de nitrógeno durante un año, y expuestos después a concentración atmosférica y doble de CO2 (Dyckmans y Flessa, 2002). Esta última, con independencia de las reservas de nitrógeno incrementó la absorción acumulativa de carbono por la planta (30%) y causó un cambio de asignación de carbono a las raíces, más pronunciado en las plantas sin aporte de nitrógeno. En estas, con el aumento de CO2 decreció la asignación de nitrógeno en el tallo y aumentó en las raíces. En las plantas con suministro de nitrógeno, no se vio afectado el reparto de carbono en respuesta al incremento de CO2. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 105 3. Los árboles y los bosques ante el incremento de CO2 en la atmósfera 105 También cabe que, ante el incremento de CO2, una respuesta de aumento de la biomasa radicular no vaya ligada a mayores tasas de absorción de nutrientes ni a una mayor concentración en planta, como Shinano et al (2007) han mostrado en alerce (Larix kaempferi); lo que se relaciona con la colonización ectomicorrícica como factor importante de la absorción de nutrientes en los árboles. Los efectos del incremento de CO2 en relación con el reparto y concentración de nitrógeno en la planta ha sido estudiado en Pseudotsuga menziesii micorrizada por Hobbie (2001) en un experimento factorial (2 x2) con CO2 y temperatura. Los resultados muestran que con el incremento de CO2 desciende el contenido (%) de nitrógeno en hoja referido a peso, pero no referido a área foliar, mientras que el aumento de temperatura incrementa a ambos valores. Los hongos micorrícicos muestran modelos de reparto de nitrógeno similares en todos los tratamientos de temperatura y CO2. Se concluye que sólo la planta, pero no el hongo, responde en el reparto de nitrógeno al aumento de temperatura y CO2 . En otros trabajos experimentales se comparan las respuestas obtenidas en diferentes especies. También se complementan las mediciones de nitrógeno con las de otras variables y parámetros fisiológicos (temperatura, tiempos de respuesta, tasas de fotosíntesis, índices de carboxilación, conductancia estomática, eficiencia en el uso del agua, desarrollo ontogénico del órgano medido) de lo que son ejemplos los reseñados en lo que sigue. La abundancia de los datos registrados y la complejidad de las relaciones entre las variables y parámetros analizados, no siempre entendidos bajo el prisma fisiológico, dan lugar a resultados de oscura interpretación con incertidumbre en las conclusiones, que exigen nuevas aportaciones. Los resultados de la medición en campo, en ramas de Picea abies, de las tasas fotosintéticas a saturación de luz (Amax), sometidas a un incremento de CO2 (+ 350 ppm), a corto y largo plazo, frente a concentración ambiente, bajo diferentes niveles de nitrógeno, evidenciaron una respuesta instantánea al incremento de CO2 , con un valor de Amax 20% mayor que a largo plazo, revelando una regulación fotosintética a la baja (Roberntz, 2001). El incremento relativo de Amax (15 a 90%) respecto a CO2 ambiente aumentó con la temperatura y disminuyó con el status de nitrógeno, aunque la fotosíntesis absoluta aumentaba. Para ambos tratamientos, la temperatura óptima de fotosíntesis aumentó con el incremento de CO2 y con el status de nitrógeno. En brinzales de Betula papyrifera se investigaron (Zhang et al, 2006) los efectos interactivos de la concentración de CO2 (360 y 70 ppm) y dos regímenes (alto y bajo) de suministro de nitrógeno, fósforo y potasio bajo condiciones controladas durante cuatro meses. El incremento de CO2 mejoró la tasa de fotosíntesis neta, la eficiencia en el uso del agua, y de nitrógeno y fósforo, y redujo la conductancia estomática y la tasa de transpiración; también afectó a parámetros fotoquímicos. La regulación de la fotosíntesis ante el incremento de CO2 fue notoria con la nutrición elevada. La depresión fotosintética con baja disponibilidad de nutrientes se atribuyó a limitación bioquímica o a un aumento de la resistencia mesofílica más que a una limitación estomática. Hubo también respuestas positivas nutricionales al aumentar la disponibilidad de nutrientes. En un trabajo posterior, el mismo grupo (Cao et al, 2007), con la misma especie, dos concentraciones de CO2 y cinco regímenes de suministro de nitrógeno (10 a 290 mg N l-1), evidenciaron que la substancial regulación a la baja (hasta 57%) con el aumento de CO2 disminuía al aumentar la concentración de nitrógeno en hoja excepto para concentraciones muy altas; para las cuales la tasa fotosintética y la eficiencia en el uso del agua decrecían. La mayor eficiencia en el uso del agua y el descenso en la transpiración y conductancia estomática tuvieron lugar para todos los tratamientos con nitrógeno. Asimismo, se produjeron cambios con el tiempo en las concentraciones de nitrógeno en respuesta al aumento de CO2. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 106 106 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” El Pinus taeda, que ocupa vastas extensiones en EEUU y es ampliamente utilizado por la industria celulósica, es objeto de abundantes trabajos sobre los efectos del cambio climático, especialmente en relación con aspectos nutricionales (dado que la fertilización nitrogenada forma parte de las prácticas selvícolas de las masas forestales de la especie) de los que son muestra los reseñados a continuación. En árboles de Pinus taeda de 13 años, sometidos en cámaras abiertas durante 28 meses a la acción combinada de dos dosis de fertilización nitrogenada y dos concentraciones de CO2, se midieron parámetros de crecimiento, intercambio gaseoso y contenido en nutrientes. Los resultados pusieron de manifiesto que el aumento en el crecimiento por efecto del incremento de CO2 dependía del aporte de nitrógeno, aunque las interacciones entre CO2 y fertilización, y entre tratamientos y posición en el dosel, tenían escaso efecto en los parámetros fisiológicos medidos. Los autores destacan el descenso del punto de compensación de la luz y la ausencia de regulación a la baja ante el aumento de CO2; aunque, cabe argumentar que el tiempo transcurrido no fue grande. Sugieren, también, que los cambios en la disponibilidad de nitrógeno y CO2 pueden alterar la estructura del dosel con mayor retención del follaje y copas más profundas en los bosques de la especie (Maier et al, 2002). Los efectos del incremento en la disponibilidad de nitrógeno (N) en el suelo, unido al enriquecimiento de CO 2 en parcelas al aire (FACE), a que se expuso durante nueve años un pinar de Pinus taeda, se tradujeron en escasos o nulos cambios en los parámetros morfológicos y fisiológicos medidos (conductancia estomática, relación de superficie a masa foliar, longitud de las acículas), falta de interacción significativa entre los dos tratamientos sobre la tasa de fotosíntesis (A), aumento del intercepto A/N, aunque no de la pendiente de la relación de las diferentes clases de edad (Reich et al, 2006). El aumento inicial de crecimiento (40%) con el incremento de CO2 desapareció a los tres años, pero se recuperó tras la fertilización, lo que subraya y corrobora la importancia de los límites que puede imponer la fertilización del suelo al secuestro de carbono en una atmósfera enriquecida en CO2 (Oren, 2001), como también lo corroboran los resultados de algunos de los trabajos antes reseñados. En una investigación con el mismo modelo y especie (enriquecimiento de CO2 en Pinus taeda de nueve años en parcelas al aire, con protocolo FACE), Crous et al (2008) encontraron una reducción (37%) en los valores de las ratios capacidad fotosintética de la hoja y tasas máximas de carboxilación y transporte electrónico respecto a la concentración de nitrógeno foliar en acículas de un año de edad, pero no en las del año en curso; asimismo, encontraron un descenso (15%) en la asignación de nitrógeno a la enzima rubisco. Estos resultados se interpretan como un ajuste en los pinos expuestos a un elevado nivel de CO2 en suelos de fertilidad baja. La fertilización con nitrógeno en el noveno año restauró dichas relaciones. Se concluye que las relaciones fotosíntesis-nitrógeno se pueden alterar en acículas maduras tras exposición prolongada (más de 5 años) a atmósfera con elevado nivel de CO2. El efecto combinado del aumento de CO2 con la adición de nitrógeno, por una parte en plántulas de Quercus ilex dispuestas en cámaras abiertas y por otra parte de Quercus virginiana (Tognetti y Johnson, 1999 a y b) dio lugar a una profusa variación de respuestas tanto entre las dos especies como en función de dosis e interacción de los tratamientos aplicados: estimulación de la fotosíntesis con independencia del tratamiento con nitrógeno y aumento de la biomasa con el incremento de CO2 en función de la dosis de nitrógeno en ambas especies. También se produjo una disminución de la concentración foliar en nitrógeno con el incremento de CO2 con independencia de la dosis de nitrógeno en la encina; respuestas contrapuestas en la respiración en oscuridad y disminución de la conductancia estomática, y consiguiente incremento en la eficiencia 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 107 3. Los árboles y los bosques ante el incremento de CO2 en la atmósfera 107 en el uso del agua, en la sabina. Todo lo cual conduce a concluir que el nitrógeno disponible en el suelo ejercerá un cierto control en el establecimiento y crecimiento de dichas especies al aumentar la concentración atmosférica de CO2. En un contexto semejante los resultados de Vizoso et al (2008) con plantas de Quercus robur sometidas durante dos años a 2 x CO2 y a dos dosis de fertilización nitrogenada, llevan a concluir que en tal situación se incrementa la capacidad de removilización de carbono y nitrógeno, se producen metidas múltiples del tallo que dan lugar a un aumento de superficie foliar y a la subsiguiente adquisición de carbono en un bucle de retroalimentación positivo. La repercusión de la forma de suministro de nitrógeno, NH4+ o NO3-, en los efectos del incremento de CO2, a través de posibles cambios en el sistema radical, es analizada por Bauer y Berntson (2001) en plantas de Betula alleghaniensis y Pinus strobus durante 15 semanas. Los resultados muestran diferencias entre ambas especies. El abedul responde al aumento de CO2 (2 x 400 microlitros l-1) con incremento del crecimiento (mayor con NH4+) y menor ratio raíz/tallo en biomasa, mayor longitud de la raíz, menores o iguales tasas de absorción de nitrógeno (con NH4+ y NO3-) y reducción de la actividad nitrato reductasa en hojas (aunque no referida a planta). En pino no se produce respuesta en el incremento de la producción de biomasa, no se producen cambios en la arquitectura de la raíz, se incrementan las tasas de absorción de nitrógeno y no queda afectada la actividad de la nitrato reductasa. La mayor respuesta en abedul al nivel alto de CO2 con nitrógeno en forma de NH4+ y la producción de cambios en la arquitectura de la raíz concuerda con la predicción de los modelos mecanísticos de absorción de nutrientes que sostienen que las respuestas al incremento de CO2 son mas importantes cuando NH4+ es la forma dominante de nitrógeno disponible (Rengel, 1993). Asimismo, la falta de respuesta cuando NO3- es la forma dominante conduce a inferir que, en ambas especies, las respuestas fisiológicas en la raíz tienen menos importancia. Reviste también interés la competencia interespecífica en la absorción de nitrógeno edáfico ante el incremento de CO2 de frondosas y resinosas en mezcla frente a las respuestas de las especies aisladas. En plantas de Pinus taeda y Liquidambar styraciflua, dispuestas en cámaras abiertas, con dos concentraciones de CO2 y agua disponible, se puso de manifiesto que ante el incremento de CO2, en el pino mejoró el efecto negativo generado en el cultivo en mezcla respecto al monocultivo, produciéndose un incremento de la biomasa y el contenido en nitrógeno, lo que sugiere una ventaja competitiva del pino al crecer en mezcla con la frondosa en suelos forestales poco fértiles (Friend et al, 2000). En contraste con lo dicho, las consecuencias ecológicas del cambio climático son potencialmente más serias. La distribución de muchas especies tiende a estar limitada a un rango mas estrecho de condiciones ambientales y pueden llegar a ser inadecuadas y conducir a un deterioro de los bosques o de algunas especies en particular. 3.5.9. Anatomía y propiedades de la madera El aprovechamiento de la madera y productos derivados proyecta la atención de los investigadores no sólo en los efectos del incremento de temperatura y CO2 sobre el crecimiento en volumen (positivos si van acompañados de disponibilidad de nitrógeno), sino sobre sus características anatómicas; lo que tiene especial interés si se investiga con bajo suministro de nutrientes, situación representativa de condiciones “casi naturales”. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 108 108 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” Las respuestas biomecánicas (densidad de la madera, resistencia a la fractura y al doblamiento) en árboles de 6/7 años de Picea abies y Fagus sylvatica, tras 4 años con alta concentración de CO2 en combinación con un tratamiento de nitrógeno, en dos tipos de suelos, revelan una reacción diferente al incremento de CO2 entre genotipos y en función del tipo de suelo y la disponibilidad de nitrógeno (Beissman et al, 2002). En este contexto se enmarca el trabajo de Kilpelainen et al (2003) con árboles de 15 años de pino silvestre, durante 3 años, en cámaras abiertas, con bajo suministro de nitrógeno y expuestos a un incremento factorial de temperatura y concentración atmosférica de. Se midieron un buen número de parámetros anatómicos del xilema. Los resultados muestran que si bien el crecimiento radial absoluto fue mayor para las tres posibles combinaciones de temperatura y CO2, respecto a controles, en ningún caso incrementó significativamente el grosor de la madera temprana y tardía de los anillos de crecimiento, si bien su interacción resultó significativa sobre la densidad de la madera temprana. Por separado, el incremento de CO2 aumentó la densidad de la madera tardía y el de la temperatura, la longitud de las fibras y la concentración de lignina, mientras que disminuyó la de hemicelulosas. El mismo grupo, con la misma especies, en un trabajo posterior (Kilpelainen et al, 2005) muestra un aumento de los anillos de crecimiento (madera temprana y tardía) de 66 y 47% a temperatura ambiente y con elevación de la misma respectivamente, al duplicarse la concentración de CO2 respecto a la atmosférica. La densidad de la madera (y de la madera temprana) y la longitud de la fibra también aumentaron en respuesta al incremento de temperatura, y la composición química de la madera (reducción de la concentración de celulosa) se vio afectada por el incremento de CO2. Años más tarde, los resultados del mismo grupo investigador (Kilpelainen et al, 2007) con un similar planteamiento experimental (árboles de 20 años, durante 4-6 años) muestran la producción de anillos de crecimiento con mayor anchura al incrementarse el CO2, y traqueidas con pared más gruesa (en madera tardía y temprana) al aumentar la temperatura, pero más delgada con el aumento de CO2. Se concluye que la anatomía del xilema, en conjunto, está más afectada por el aumento de temperatura que por el incremento de CO2; y que los cambios encontrados en los perfiles de densidad de la madera de los anillos de crecimiento pueden afectar al uso de la madera y deben ser tenidos en cuenta, si bien los resultados están referidos a madera juvenil y resulta arriesgado su extrapolación a árboles maduros comercialmente aprovechables. Los resultados de los efectos del incremento de CO2 con dos regímenes nutritivos, aplicados a Larix sibirica, cultivados en cámara climática (Yazaki et al, 2001) muestran un incremento en el crecimiento en grosor y longitud del tallo con un aporte de nitrógeno alto, estimulado al incrementarse el CO2. La anchura de los anillos anuales, el número de células en las filas radiales y el diámetro de las traqueidas aumentó, disminuyendo el grosor de su pared, al incrementarse el CO2. En un trabajo posterior con Larix kaempferi, el mismo grupo (Yazaki et al, 2004) en paralelo con un incremento en la tasa de asimilación, encontraron una mayor crecimiento basal del tallo al incrementarse CO2 (de forma mas acusada con el nivel de nitrógeno mas alto), un aumento en el lumen celular, sin diferencias significativas en la anchura de los anillos, grosor de la pared celular y número de traqueidas. Estos resultados les llevaron a concluir que la mayor capacidad de fijación de carbono no se proyecta en cambios en el crecimiento del tallo, aunque se produzcan cambios en su patrón temporal, cambios reflejados por los hechos anatómicos mencionados así como un incremento en el lumen celular. Los efectos del incremento de CO2 (ambiente y 560 ppm) y O3 (ambiente y x 1,5) sobre diferentes propiedades de la madera a que se sometieron durante cinco años plantas de chopo temblón y abedul (Kostiainen et al, 2008) muestran respuestas, unas iguales y otras diferentes, tanto entre 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 109 3. Los árboles y los bosques ante el incremento de CO2 en la atmósfera 109 ambas especies como entre tratamientos. El incremento de CO2 dio lugar a mayor diámetro del tallo, a la disminución del contenido en almidón y al descenso de los ácidos urónicos (hemicelulosas) en ambas especies; el incremento de O3 condujo a un diámetro menor de los vasos y al incremento del contenido en almidón en ambas especies; la acción conjunta de ambos incrementos dio lugar a la disminución en el abedul y al aumento en el chopo de los extractivos solubles en acetona. Asimismo, las respuestas fueron diferentes de las obtenidas a los tres años de edad (antes del cierre de copas), lo que sugiere un cambio en la expresión de los genes en relación con el diámetro, que da lugar a diferencias en la estructura y componentes químicos de la madera; diferencias que tienen implicaciones ecológicas e industriales. Lou et al (2005) estudiaron los efectos a nivel anatómico del incremento de CO2 (con el sistema experimental EUROFACE), en combinación con la fertilización nitrogenada, en resalvos de clones de Populus x euroamericana, P. alba y P. nigra) tras haber expuesto las plantas a dichos tratamientos durante tres años previos al resalveo. Los resultados indican efectos sobre la estructura de la madera específicamente ligados al clon y al parámetro estudiado, por ejemplo aumento de madera de tensión, reducción en la longitud de las fibras, reducción en el grosor de la pared celular; efectos que, para el conjunto de los clones, entrañan una disminución del 5 al 12 % de la superficie de dicha pared. Estos resultados abogan por la conveniencia de anticiparse a los efectos negativos de los escenarios futuros de cambio climático. En el trabajo de Watanabe et al (2008) se estudian también los efectos del incremento de CO2 y la fertilización nitrogenada en Quercus mongolica y Alnus hirsuta. En el roble (que no fija nitrógeno) el incremento de nitrógeno dio lugar a vasos más anchos en la madera temprana, con mayor conductancia hidráulica, pero careció de efecto el incremento de CO2, mientras que en el aliso los dos tratamientos produjeron efectos interactivos con aumento de la densidad de los vasos. Sin embargo, la estructura de la madera no resultó marcadamente alterada en términos de transporte del agua, aunque se indujeron cambios en parámetros fisiológicos, tal como la conductancia estomática, y morfológicos (reparto de biomasa entre órganos). La producción de madera de tensión (característica de muchas frondosas) y su repercusión en la capacidad conductora del xilema se analizaron en Quercus ilex (especie de porosidad difusa) bajo dos niveles de CO2 (Gartner et al, 2003). Los resultados muestran que la formación de madera de tensión en tallos inclinados, al término de año y medio, era común a ambos tratamientos; lo cual, contrariamente a lo esperado, no tuvo efectos significativos sobre la conductividad específica y la vulnerabilidad al embolismo. Este resultado se relaciona con el hecho de que la especie usa células diferentes para el soporte mecánico y para la conducción de agua, por lo que la alteración de las células implicadas en una acción mecánica no tiene efectos en el transporte de agua. Cabe, también, hacer referencia en este apartado a la posible repercusión del incremento de CO2 sobre la lignificación en órganos de la planta, otros que el tronco del árbol, como son hojas y raíces, dado que la lignificación marca un proceso importante del desarrollo, y que crecimiento y desarrollo dependen de la asignación de los recursos de carbono disponibles para la producción de lignina. Los resultados de los efectos del incremento de CO2 sobre la concentración de lignina en plantas son controvertidos. En la misma línea se inserta el trabajo de Blaschke et al (2002) con plantas de haya expuestas a dos concentraciones de CO2 y nitrógeno. Los resultados llevan a concluir que el aumento a largo plazo de la producción de biomasa en hojas y raíces, consecuente del incremento de CO2, modifica la calidad de los tejidos, con cambios en función de su estado de desarrollo y disponibilidad de nutrientes: al elevarse el CO2, la concentración de lignina aumentaba con nitrógeno limitante y no estaba afectada con buen suministro de nitrógeno, aunque la cantidad de lignina era en ambos casos mayor al serlo el crecimiento por efecto del incremento de CO2. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 110 110 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” 3.5.10. Rodales forestales 3.5.10.1. Consideraciones de carácter general La mayor parte de la experimentación con especies arbóreas se ha practicado con brinzales o pies en estado juvenil cuya transición a la madurez entraña cambios importantes; y la extrapolación a árboles maduros entraña riesgos, a los que no son ajenos los problemas derivados de la competencia. Cabe señalar como diferencias destacables entre ambos niveles ontogénicos: las mayores resistencias al movimiento del agua, las mayores demandas de nutrientes y carbono, así como de nutrientes que se transportan y almacenan tanto diaria como estacionalmente, la mayor masa respiratoria de tejidos estructurales, las diferencias en la madera producida y en las demandas reproductivas, la configuración del dosel y la extrapolación de las mediciones de intercambio gaseoso de la hoja al dosel. Aunque raramente los árboles compiten por el CO2 de no ser en doseles muy cerrados, la disponibilidad de CO2 puede alterar las interacciones entre árboles e indirectamente alterar su competencia por otros recursos. La información a escala de hoja y árbol debe integrarse a nivel de ecosistema, incluyendo las interacciones y competencia entre especies e incorporando los datos obtenidos en modelos que tengan en cuenta los suelos y climas regionales en la predicción de los efectos del cambio climático en los montes. La cuestión substancial es si los ecosistemas forestales almacenan más carbono al incrementarse el CO2, cuál es la cuantía del secuestro y cómo se distribuye en los diferentes tipos de vegetación y zonas latitudinales. En los bosques templados del hemisferio norte la vegetación terrestre es un sumidero neto de carbono y lo seguirá siendo si los aprovechamientos forestales no superan a la posibilidad, como viene sucediendo en Europa y Norte América (Spiecker et al, 1996); certidumbre que, con mayores reservas, puede extenderse a los bosques del trópico. A nivel de ecosistema la mayor proporción de carbono se almacena en el suelo y los troncos de los árboles suponen del 20 al 40 % del total de carbono de la fracción no almacenada en el suelo, aunque los datos existentes no permiten, al decir de los expertos, afirmar de forma categórica que la capacidad de almacenar grandes cantidades de carbono en la madera se vaya a incrementar al hacerlo el CO2 atmosférico. De hecho, los resultados mostrados en el apartado anterior (3.5.10) reflejan la variedad de respuestas (algunas de signo contrario) al incremento de CO2 en los diferentes componentes estructurales de la madera. El aumento del carbono almacenado en la madera puede no conducir a un almacenamiento neto de carbono en el ecosistema si el desarrollo ontogénico se acelera y aumentan las tasas del reciclado interno en el árbol. En todo caso, se requiere un mejor entendimiento de la dinámica del carbono en las raíces, los procesos de retroalimentación raíz a tallo y la incorporación al suelo. En cualquier caso, los estudios sobre el impacto del aumento de CO2 y la temperatura sobre el crecimiento y fisiología de los árboles en masas forestales evidencian un amplio rango de respuestas. La condición de especies de crecimiento rápido o lento y los usos de la madera producida determinan en buena parte su eficacia en el secuestro de carbono, como lo reflejan muchos de los trabajos referenciados anteriormente. Los restos de las cortas se reoxidan in situ durante diez o más años, se produce CO2, lo que también sucede a corto plazo si la madera se utiliza en la fabricación de productos como el papel y otros productos celulósicos. A largo plazo, si en el sistema global de uso de energía el CO2 li- 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 111 3. Los árboles y los bosques ante el incremento de CO2 en la atmósfera 111 berado se reasimilase en el crecimiento de nuevas plantaciones, los bosques templados podrían jugar un papel importante en la política energética. A nivel de bosque las consecuencias del cambio global son complejas y no bien entendidas, pues procesos adicionales a los efectos directos del incremento de CO2 pueden dar lugar a retroalimentaciones negativas. Así, un aumento de temperatura puede favorecer la mineralización de nitrógeno y la respiración y ocasionar pérdidas de carbono, aunque la retroalimentación negativa puede estabilizar el sistema (Jarvis, 1995). Un aumento de la concentración atmosférica de CO2 podría, en principio, tener un efecto fertilizante sobre las masas forestales, aumentar el crecimiento y, en consecuencia, incrementarse el secuestro de carbono. Los expertos se preguntan, sin embargo, si se mantendrían dichos incrementos, pues con el tiempo los árboles pueden aclimatarse y producirse una regulación a la baja que condujera a la falta de efectos positivos en el crecimiento a largo plazo (véase 3.5.5). Un abundante número de investigaciones llevadas a cabo (entre otros Rey y Jarvis,1998; Crous et al, 2008, ya citados), y en desarrollo, pretenden dar respuestas científicas a estos interrogantes, así como al grado de repercusión de la disponibilidad de agua (Keel et al, 2007), nutrientes (Reich et al, 2006), competencia entre individuos (Friend et al, 2000) en los procesos fisiológicos y bioquímicos implicados en el crecimiento y en las propiedades tecnológicas de la madera (Lou et al,2005; Kilpelainen et al, 2007; Kostiainen et al, 2008); en la regeneración natural (o ayudada artificialmente) de las masas forestales (Springer y Thomas, 2007). También, a fin de evaluar el potencial de las plantaciones forestales (Lou et al, 2005) y de las prácticas selvícolas en la prolongación de la vida del carbono orgánico (biomasa), y en general, de la gestión forestal (Grace y Zhang, 2006), así como en los múltiples usos de productos de la madera, con la consiguiente reducción de la cantidad de CO2 emitido a la atmósfera por descomposición de la materia orgánica. El incremento de CO2 podría alterar las tasas transpiratorias del dosel y conducir al agotamiento del agua en el suelo con repercusión importante en el clima local y el ciclo hidrológico. Por otra parte, la reducción en la evapotranspiración a que pudiera llevar la mayor concentración de CO2 conduciría, según los modelos biosfera- atmósfera, a una amplificación del aumento de temperatura derivado del efecto invernadero. No obstante, a escala regional, una supresión de la transpiración por un efecto de retroalimentación estimularía la transpiración al aumentar el gradiente de vapor de hojas a la atmósfera. Por otra parte, dado que el aumento de la superficie foliar por incremento de CO2 sólo va acompañado de un mínimo grado de apertura estomática, la disminución de la evapotranspiración resultaría menor de lo presumible; pero en todo caso, el agotamiento del agua del suelo causaría mayor frecuencia de situaciones expuestas a la sequía (Saxe et al, 1998). En un intento de dar respuestas de carácter general a las cuestiones planteadas con los resultados obtenidos en la experimentación y predecir comportamientos futuros se han desarrollado los modelos de predicción, en los que se trata de integrar los procesos e ir progresando en la escala espacial desde los efectos a nivel de hoja a región. Los modelos de vegetación global (GVM) ponen énfasis en determinar dónde pueden vivir las plantas (modelos biogeográficos), o simulan los ciclos de carbono y nutrientes en los ecosistemas (modelos biogeoquímicos). El proceso Vegetation/Ecosystem Modeling & Analysis Project (VEMAP, VEMAP Members, 1995) compara tres modelos biogeográficos (MAPSS, BIOME2 y DOLY) y otros tres biogeoquímicos (TEM, CENTURY y BIOME-BGC) y concluye que todos tienen capacidad semejante para simular el ambiente actual, pero muestran diferencias bajo climas alternativos, incluso produciendo respuestas en la vegetación de signo opuesto. Los modelos de nueva generación BIOME3 y MAPSS simulan la distribución de vegetación en la Tierra (bos- 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 112 112 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” ques, sabanas, matorrales, pastos y desiertos) basándose en la vegetación actual y en los procesos hidrológicos y fisiológicos bajo un ciclo estacional medio del clima, mostrando las consecuencias potenciales de un cambio climático; pero sólo se pueden inferir efectos a corto plazo, de uno a diez años. En el ámbito forestal, BIOME3 permite simular el efecto directo sobre la productividad y la eficiencia en el uso del agua; con el modelo MAPSS se alcanza el mismo objetivo mediante la reducción de la conductancia estomática (al incrementare el CO2) incorporando indirectamente el efecto productividad (IPCC, 1996). Los cambios en el reparto de biomasa derivados del enriquecimiento en CO2 influyen en la captura de luz, el uso del agua, la absorción y uso de nutrientes, y la ecología funcional de las cuencas (Eamus, 1996). De ahí la importancia de los modelos sobre el control del reparto y asignación de biomasa para hacer estimaciones válidas para predecir las respuestas de la vegetación al cambio climático. Los modelos alométricos ajustan ecuaciones a los datos de tal modo que aquellas sean una buena descripción de estos. Los modelos de equilibrio funcional enfatizan la importancia del funcionamiento diferencial de tallos y raíces. Los modelos mecanísticos, tipo Thornley, se basan en tres hechos: el crecimiento de tallos y raíces depende de sus concentraciones en carbono y nitrógeno; el movimiento de carbono y nitrógeno lábil entre ambos órganos depende de sus concentraciones en ellos; los compuestos estructurales y lábiles se tratan separados. Las concentraciones de nitrógeno en planta (N planta/peso planta), la concentración foliar específica de nitrógeno (N hojas /superficie foliar), la masa foliar específica (peso hojas/superficie hojas) y la productividad del nitrógeno (incremento en peso de planta/nitrógeno planta) generalmente aumentan por enriquecimiento del CO2 y constituyen parámetros útiles para predecir la regulación a la baja, o hacia arriba, de la fotosíntesis. Las mediciones de los flujos de CO2 en los ecosistemas pueden servir para testar las predicciones de los modelos a corto plazo, aunque las tendencias a largo plazo predichas por estos modelos tienen mayor grado de incertidumbre. Aunque las diferentes clases de modelos se tratan con mayor amplitud en los siguientes apartados (4 y 5) se alude aquí específicamente al modelo MAESTRO (Wang y Jarvis, 1990) por su estrecha vinculación con temas tratados en este capítulo. El modelo MAESTRO es un modelo ecológico y tridimensional, que permite simular la penetración y absorción de radiación solar en cualquier posición del dosel, así como los flujos de CO2 y agua cada hora medidos por el método de “eddy covariance”. La temperatura, la radiación incidente y la humedad del aire son las tres principales variables meteorológicas. Los flujos se integran diariamente para todo el dosel, y dadas las características del rodal se refieren las predicciones a la unidad de superficie del bosque. Se ha parametrizado para Picea sitchensis usando mediciones hechas durante largo tiempo en ramas envueltas en bolsas con concentraciones de CO2 ambiente y el doble de la ambiental (Figura 3.5). Las simulaciones hechas con MAESTRO demostraron la importancia de la temperatura en el control de la respuesta de la fotosíntesis y el efecto de la regulación a la baja, particularmente al final del periodo vegetativo. Este y otros aspectos concernientes a la aplicación del modelo están detalladamente expuestos en la revisión hecha por Friend et al (1998). La validación del modelo, hecha para algunos bosques, ha dado buenos resultados especialmente en lo que se refiere a los cambios de flujos CO2, de negativos a positivos al amanecer, y viceversa al anochecer, poniendo de manifiesto su utilidad para predecir los flujos de carbono durante el periodo vegetativo y el balance anual de carbono en rodales jóvenes. El modelo MAESTRO fue revisado en 1997 por Medlyn para su aplicación en el proyecto ECOGRAFT y rebautizado con el nombre de MAESTRA con el que es más conocido. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 113 3. Los árboles y los bosques ante el incremento de CO2 en la atmósfera 113 figura 3.5. Evolución de los flujos de CO2 en varios días consecutivos medidos en un rodal de Picea sitchensis (-----) y de flujos simulados (-----) con el modelo MAESTRO en Gran Bretaña (Adaptado de Jarvis, 1995). 3.5.10.2. Mediciones y prospecciones En un rodal forestal, el flujo de CO2 medido en un plano por encima del dosel arbóreo es el resultante neto, o suma algebraica, de todos los flujos de CO2 en el sistema (F = FH – FT – FR ± FE/S ), donde: F, flujo neto de CO2; FH, flujo del follaje (fotosintético/ respiratorio); FT , flujo del tronco; FR , flujo respiratorio de las raíces y FE/S, flujo entrante o saliente del almacenado en la columna de aire entre el suelo y el plano horizontal por encima del dosel de copas (Figura 3.6). Las mediciones del flujo neto de CO2 (F) se llevan a cabo mediante la técnica de “eddy covariance” (Baldocchi et al, 2001), con la que se mide el movimiento de aire que lleva CO2 a través de un plano por encima del dosel e integra el transporte de CO2 en el tiempo. Para ello utiliza un anemómetro de respuesta rápida, un IRGA (analizador de gases en el infrarrojo) y un registro automatizado de datos con un software apropiado. Integrado en el tiempo determinará si actúa como fuente o sumidero de CO2 como resultado del calentamiento global. De esta ecuación se puede despejar el flujo FH del follaje, el flujo (fotosintético/respiratorio) de interés desde el punto de vista de la eficiencia fisiológica en la asimilación de CO2 por el dosel forestal. Dicha asimilación dependerá de la superficie del rodal, especies, edad y actividad fisiológica, clima y sistema selvícola practicado. Las emisiones de CO2 dependerán de la respiración de crecimiento y de mantenimiento de los árboles, producción de hojarasca y descomposición de la materia orgánica; procesos todos afectados por el cambio climático. Los trabajos a los que se hace referencia a continuación constituyen ejemplos de respuestas en rodales en monte de diferentes especies forestales y predicciones de producción. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 114 114 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” figura 3.6. F, flujo neto de CO2; FH, flujo del follaje (fotosintético/ respiratorio); FT, flujo del tronco ; FR , flujo respiratorio de las raíces y FE/S , flujo entrante o saliente del almacenado en la columna de aire entre el suelo y el plano horizontal por encima del dosel de copas (Adaptado de Jarvis, 1995). Las tasas de absorción de CO2 medidas en una masa de repoblación de Picea sitchensis en Gran Bretaña usando el modelo MAESTRO (Jarvis, 1995) fueron similares a las registradas en algunos cultivos agrícolas de plantas C3 en ambientes similares, poniéndose de manifiesto el aumento hiperbólico de la tasa fotosintética con la densidad de flujo fotosintéticamente activo, aumento que es menor cuanto mayor es el déficit de la presión de vapor como resultado del incremento de la respiración y el cierre estomático. Ello reviste mucha importancia en rodales forestales, pues cuando los árboles envejecen la respiración puede superar a la fotosíntesis y producirse una pérdida neta de carbono. Mediciones hechas de febrero a marzo muestran variaciones entre un máximo de 0.008 mmol. m2 s-1 en la tasa fotosintética neta, alcanzado a mediodía, y una pérdida neta por respiración de – 0.003 mmol. m2 s-1 por la noche (figura 3.6). La radiación solar es la principal variable que determina la absorción de CO2 y la temperatura es la variable que determina la pérdida nocturna. La relación entre la absorción de CO2 y PPFD es hiperbólica con una tendencia a saturarse a 1,00 mmol. m2s-1 al aumentar la respiración y producirse cierre estomático por aumento de DPV. Existe evidencia del papel de sumideros con absorción neta positiva de CO2 a lo largo de periodos de tiempo más prolongados medida en rodales de diversas especies forestales. No obstante, se requiere la realización de mediciones en periodos de tiempo prolongados y en rodales que cubran un rango de estados de desarrollo. En el trabajo de Tissue et al (1997), se exponen las respuestas obtenidas en una parcela circular de 30 m de diámetro de un pinar de P. taeda en Duke Forest, NC, EEUU, al someter el dosel arbóreo a una exposición controlada de CO 2 de 660 mmol mol-1, insuflado mediante torres situadas en su periferia, en comparación con una parcela control. La aplicación del sistema FACE, con la medición de los flujos de CO2 atmosférico mediante la técnica de “eddy covariance”, hicieron posible con unas mínimas alteraciones microambientales llevar a cabo mediciones con distintos tiempos de exposición y edad de las plantas, que se evidencian en la variación de resultados, aun- 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 115 3. Los árboles y los bosques ante el incremento de CO2 en la atmósfera 115 que con un efecto común de aumento fuerte de la tasa fotosintética salvo en el caso de una baja nutrición nitrogenada. Los modelos de simulación aplicados muestran un amplio rango de respuestas y revelan la incertidumbre de las predicciones. Años mas tarde, en el análisis hecho por Wang et al (2006) se aplicó el modelo G´DAY al mismo bosque de Pinus taeda (DUKE Forest), para estimar la productividad primaria neta, la absorción de nitrógeno y la eficiencia en su uso, bajo diferentes escenarios, a los 4, 20 y 100 años. Los autores concluyen que las predicciones para 100 años sin considerar las retroalimentaciones sobre la planta del nitrógeno del suelo se sobreestiman. Para evitarlo proponen la fusión del modelo con los datos basados en observaciones (Fusion Model-Data de Raupach et al, 2005), que aplican al modelo G´DAY, cuyo uso, sostienen los autores del trabajo, es aplicable a otros modelos, como CENTURY. En el estudio comparativo de las respuestas obtenidas en buen número de especies, Sherwood (1999) ponen de manifiesto la existencia de un compromiso entre una respuesta sostenida en el tiempo y otra, también significativa, pero de corta duración, lo que ha conducido a defender la respuesta a largo plazo, sin dejar cerradas las especulaciones a la posibilidad de una regulación a la baja de la fotosíntesis, que acabe anulando a largo plazo el efecto fertilizante del enriquecimiento atmosférico de CO2 frente a la posibilidad de que persista en algún grado. Ante la escasez de datos a largo plazo, abundantes especulaciones han tratado de responder a las preguntas sobre si las respuestas iniciales de estimulación del crecimiento al aumento del CO2 atmosférico se mantendrán o irán disminuyendo y acabarán por desaparecer; en suma, cual serán las consecuencias a largo plazo de dicho aumento para la productividad de los árboles. La respuesta combinada a las variaciones de CO2, agua y nutrientes se ha estudiado con el modelo CenW de crecimiento genérico. Se deduce que no hay una sensibilidad única de la productividad de las plantas al aumento de temperatura y concentración de CO2 y que las respuestas dependen de las circunstancias, variando desde ser negativas hasta obtener incrementos del 50% en respuesta a doblar la concentración de CO2. En suma, el conocimiento de los procesos que suceden en los ecosistemas no es suficiente para hacer predicciones futuras comprometidas (Kirschbaum, 1999, 2000). Reviste interés el planteamiento hecho por Gesler et al (2007) sobre el riesgo a que pueden estar sometidos los nuevos bosques mixtos que se están creando en Centro Europa (también en el Sur) al reintroducir el haya en plantaciones monoespecíficas de coníferas, ante los cambios de clima previstos que entrañan incremento de precipitaciones en primavera y mayor frecuencia de sequía en verano especialmente en suelos livianos con poca retención de agua y en llanuras propensas al encharcamiento. El embolismo del xilema que pudiera derivarse de la sequía, por una parte, y la falta de oxígeno y la menor disponibilidad de carbohidratos y nitrógeno a que pudiera conducir el encharcamiento del suelo, por otra, podrían no compensar los beneficios del incremento de CO 2. Se subraya la necesidad de testar y seleccionar procedencias adaptadas a tales condiciones y ensayar prácticas selvícolas beneficiosas en las nuevas condiciones ambientales. El trabajo de Duursma et al (2009) firmado por quince investigadores, fruto de las mediciones hechas durante 25 años en un gradiente desde el norte de Finlandia al sur de Francia en seis rodales de coníferas (Pinus sylvestris (2), P. sylvestris/Picea abies (1), P.sylvestris/Quercus robur (1), Picea abies (1) y Pinus pinaster (1) ha supuesto un avance importante en el análisis (modelo basado en procesos, MBP) de la contribución de las tres fuentes de variación – clima ( temperatura anual media, -1 a +13 ºC), estructura del rodal (ín- 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 116 116 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” dice de área foliar-IAF-, 4 a 22 m2 m-2) y fisiología (densidad de flujo de fotones fotosintéticamente activos)- en la variación de la producción primaria bruta (PPB). Los resultados (simplificados) muestran las buenas predicciones de PPB con MBP en comparación con mediciones tradicionales en el marco de la UE; dichas predicciones están fuertemente relacionadas con la diferencia en la temperatura media anual o la suma de temperaturas medias diarias superiores a 5ºC entre los rodales muestreados manteniendo su estructura constante. Si se enfrenta la información detallada de la estructura de los rodales y se mantiene constante el clima las predicciones se explican por el IAF o la radiación interceptada. Es importante, también, el rendimiento cuántico del transporte electrónico y los parámetros la sensibilidad de la capacidad fotosintética al ciclo térmico anual, aunque los autores reconocen que es escaso el conocimiento sobre su variación entre lugares. Se concluye que los resultados son muy prometedores para la construcción de un modelo sensible para la predicción del PPB a partir del clima y de la estructura del dosel. Cabe concluir q ue, aunque los progresos fruto del gran número de experimentos llevados a cabo han sido considerables, se requiere mayor experimentación a largo plazo bajo condiciones naturales (cuestionada por su alto coste) como propugnan los sistemas americanos FACE (a los que se hace referencia en algunas de los trabajos comentados) y el trabajo llevado a cabo en seis países de la UE anteriormente expuesto. Las respuestas de las especies arbóreas más importantes deben estudiarse a niveles de variabilidad intraespecífica (procedencias, familias, clones). La complejidad del dosel respecto a las respuestas estomáticas al incremento de CO 2, su interacción con el ambiente luminoso (muy variable), la temperatura del suelo y el aire, la limitación de nutrientes, las micorrizas, la presencia de contaminantes, hongos e insectos, constituyen, junto con la necesidad de un conocimiento más profundo de la interacción entre el aumento de CO 2 y la maquinaria bioquímica de los árboles, en especial la regulación de rubisco, son aspectos importantes que requieren respuestas mas sustentadas y profundas. 3.6. Conclusiones preliminares En las figuras 3.8 a 3.12 se muestra la evolución temporal quinquenal entre 1985 y 2009 (en términos porcentuales) de los trabajos integrados en los epígrafes 3.1 a 3.5 del capítulo “Los árboles y los bosques frente al incremento atmosférico de CO2“; y en la figura 3.7, el diagrama de barras muestra los valores correspondientes a cada epígrafe para el conjunto del periodo total. En los marcos de la clasificación de temas adoptada y de la bibliografía consultada, se aprecia un despegue generalizado en el número de trabajos publicados hacia la mitad de la década de los años noventa del siglo pasado, con incrementos que persisten hasta la actualidad para las respuestas sobre tipos de bosques (3.1), nivel genético (3.2) e incendios (3.4) y con un descenso en el último quinquenio para interacciones (3.3). En los cuatro casos, estas cifras (aun sin perder de vista el sesgo implicado en la selección de la bibliografía consultada) indican un interés general en todos los temas del capítulo 3, con bastante homogeneidad en su evolución temporal. Resulta anómalo el descenso para 3.5 en el quinquenio 2000-2004, dado el interés creciente que suscita la investigación de los aspectos básicos de biología integrados en este apartado, que cabe interpretar como falta de representatividad de estos temas en la información bibliográfica 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 117 3. Los árboles y los bosques ante el incremento de CO2 en la atmósfera 117 analizada, achacable a una mayor presencia en revistas de investigación básica colaterales al ámbito forestal; máxime tras el enorme impulso dado al final de la década de los años noventa al desarrollo de tecnologías que posibilitaron mediciones bioquímicas y fisiológicas, que luego encontraran cierta ralentización a nivel forestal. En cualquier caso, en conjunto destaca el número de aportaciones en el amplio marco de fisiología y anatomía con 57,50%, seguido del variado bloque de interacciones con 21,30%. La multiplicidad de variables puestas en juego al estudiar los efectos del incremento de CO2 a niveles de estructura, y sobre todo de función, ha aconsejado dividir el apartado 3.5 en once epígrafes, que integran aspectos (y variables) mas directamente relacionados con el título que los encabeza. No obstante, las interrelaciones entre dichas variables y la frecuente inclusión de dos o más de ellas en algunos trabajos descabala la división efectuada; que, aún así, se ha mantenido. Los efectos del incremento de CO2 y el ascenso de temperatura en la morfología con particular incidencia sobre el crecimiento (generalmente positivos) y la asignación de asimilados, en número abundante en las primera etapas, dieron paso a estudios en la frontera fisiología-bioquímica. En éstos, la radiación luminosa y, singularmente, la regulación a la baja de la fotosíntesis, han constituido centro de atención de las investigaciones, cuyos resultados generales (permanencia en el tiempo de los efectos versus aclimatación fotosintética, apuntan a destacar el papel determinante de la especie, el periodo de respuesta (días, meses, años) y la edad y condiciones de manejo (brinzales juveniles en envases, condiciones nutritivas, árboles maduros en campo). Los trabajos sobre respiración (mitocondrial, en oscuridad) siguen ocupando la atención de los investigadores y manteniéndose los interrogantes (efectos positivos frente a negativos o sin efectos aparentes). Las interacciones disponibilidad de agua (en términos restrictivos) y de nitrógeno (fertilización nitrogenada y su forma química), por separado o en un diseño factorial, ante concentraciones atmosféricas de CO2 superiores (normalmente dos veces la ambiental) han sido (y son) objeto de buen número de trabajos con coníferas y frondosas de diferentes biomas. Aún con las grandes diferencias cuantitativas encontradas el nitrógeno y el agua repercuten positivamente (posiblemente son los factores más influyentes junto con la temperatura) en las respuestas y condicionan en buena parte los efectos del incremento de CO2. El mayor número de trabajos sobre ecofisiología forestal en árboles adultos y rodales forestales en conexión con el cambio climático, en los últimos años, hace pensar que el previsible incremento en la capacidad instrumental de las mediciones y la abundancia y precisión en la toma de datos sobre el clima, conducirá a un conocimiento mas riguroso y preciso del comportamiento de los bosques ante el cambio climático. Las diferencias en las respuestas ante el incremento de CO2 (y mayormente de la temperatura) a niveles interespecíficos (3.2) han merecido también interés en los trabajos publicados, en claro aumento en los últimos años, y que se refleja especialmente en las poblaciones situadas en los bordes de sus áreas geográficas. Los resultados de las aportaciones científicas sobre la interacción del nivel atmosférico de CO2 con los diferentes elementos enumerados en el apartado 3.3. ponen de relieve la importancia que el incremento de CO2 tiene sobre los polutantes atmosféricos, las poblaciones de insectos y hongos de los ecosistemas forestales y sus relaciones con el estado sanitario de los rodales forestales, de lo que se deriva la necesidad de impulsar los trabajos en tan amplio y diverso campo. Cabe, finalmente, aludir a las publicaciones sobre los efectos muy negativos del ascenso de las temperaturas en unión del incremento de CO2 sobre los incendios forestales. Los trabajos revisados ponen de manifiesto su repercusión sobre el decaimiento, supervivencia e, incluso, posible desaparición de masas forestales y sustitución de especies, de forma mas acusada en los 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 118 118 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” países de clima mediterráneo. Los resultados abogan por la toma de medidas que eviten o reduzcan los previsibles daños. El aumento de publicaciones con el paso de los años revela el interés y preocupación que despierta el tema y la necesidad de poner en práctica las medidas aconsejadas. figura 3.7. Porcentaje de trabajos sobre los diferentes apartados incluidos en “Los árboles y los bosques frente al incremento de CO2 en la atmósfera” figura 3.8. Evolución temporal (en %) de los trabajos sobre respuestas en tipos de Bosques ante el incremento de CO2 figura 3.9. Evolución temporal (en %) de los trabajos sobre comportamiento a “Nivel inter e intraespecífico ante el incremento de CO2” figura 3.10. Evolución temporal (en %) de los trabajos sobre “Interacciones ante el incremento de CO2” figura 3.11. Evolución temporal (en %) de los trabajos sobre “Incendios ante el incremento de CO2” figura 3.12. Evolución temporal (%) de los trabajos sobre efectos a “Nivel fisiológico y anatómico ante el incremento de CO2” 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 119 4. Modelización y simulación de efectos en los bosques y la vegetación 119 4. MODElIzACIóN y SIMUlACIóN DE EfECTOS EN lOS BOSqUES y lA vEGETACIóN 4.1. Aspectos generales y tipos de modelos La predicción de los efectos del incremento de CO2 y de los cambios en las variables climáticas (en especial la temperatura) sobre los ecosistemas terrestres ha conducido al desarrollo y aplicación de un amplio abanico de modelos. El análisis de las interacciones entre el clima y la vegetación, con implicación de otras variables del medio (recursos hídricos, radiación luminosa, factores edáficos) y su repercusión en la producción de biomasa y la productividad del sistema, es objetivo central de los modelos. En el sector forestal, se incorporan aspectos específicos que atañen a su condición de formaciones mayoritariamente arbóreas, en su casi totalidad intervenidas por el hombre, y objeto de obtención de bienes con fines económicos (sustancialmente madera) y servicios (ambientales y sociales). Los modelos de las interacciones entre la vegetación y el clima global puede basarse en correlaciones empíricas entre clima y patrones de vegetación. La inclusión de datos sobre aspectos fenológicos que condicionan los patrones del desarrollo, la incorporación de datos sobre parámetros del crecimiento de los árboles y, particularmente, de medidas fisiológicas (base del desarrollo y el crecimiento) en diversos modelos en un marco forestal o adaptados al mismo, permiten la simulación de respuestas de los bosques al aumento de temperatura y al incremento del CO2 atmosférico. También son objeto de análisis (y simulación mediante modelos matemáticos) las respuestas ante el calentamiento global del manejo forestal (con especificidad de las prácticas selvícolas) y los aprovechamientos (mayoritariamente madereros); asimismo, pueden incorporarse las repercusiones de los productos obtenidos y de las plantaciones forestales en el secuestro de carbono. En este apartado, en lo que sigue se llevan a cabo unas consideraciones sobre la escala de actuación, las formas de vida, la temperatura como variable casi omnipresente, el paisaje y las incertidumbres en la aplicación de los modelos. A continuación, se hace mención de los modelos de proyección más ecológica (modelos de fenología, modelos gap) y los modelos de crecimiento y de procesos. La combinación de ambos ha conducido, también, a la denominación de modelos mixtos. La escala de aplicación de los modelos puede ser el bioma, o tipo funcional de plantas, considerado como unidad de vegetación y mostrarse las grandes formas de vegetación y su estacio- 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 120 120 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” nalidad; por ejemplo, las formaciones arbóreas frente a los pastizales. También, pueden tomarse como unidades de crecimiento a los árboles individualmente considerados y analizar la sucesión forestal, tal como se hace en los modelos gap. Los modelos pueden aplicarse a formas de vida que muestran características fisiognómicas y respuestas migratorias similares. En el modelo “Ecología de la vegetación en equilibrio (EVE en sus siglas en inglés) se predicen 110 formas de vida en función de las temperaturas medias mensuales, precipitaciones y humedad relativa. Acoplado al modelo de circulación general (MCG, o GCM en sus siglas en inglés) y aplicado a dos escenarios de concentración atmosférica de CO2 (actual y doble) vaticina grandes efectos de retroalimentación en los ecotonos del bosque boreal, con migración del bosque hacia la tundra, motivada por el calentamiento derivado del incremento de CO2. También se muestra la invasión del bosque boreal más meridional por pastizales, mientras que la desertificación de los pastizales subtropicales es revertida por el aumento de las lluvias monzónicas (Bergengren et al, 2001). A pesar de su incertidumbre, las tendencias generales previstas por los modelos para la evaluación de los efectos del cambio climático sobre los bosques se consideran aceptables, si bien las predicciones pueden tacharse de mostrar un sesgo alarmista al no tenerse en cuenta en los modelos procesos básicos que gobiernan la respuesta dinámica de las poblaciones arbóreas y que podrían reducir el nivel catastrofista de las predicciones. Entre dichos procesos cabe destacar (Loehle, 1996): el crecimiento de las especies basado sólo en el observado pero no en el habido en su nicho fundamental, el papel de la longevidad de las especies en un régimen de perturbación ambiental, el de la propagación vegetativa de muchas especies que incremente su persistencia y ralentice la invasión de otras especies que se extiendan por influencia del cambio climático, la capacidad de tolerancia a fluctuaciones climáticas a largo plazo, la condición – en muchos casosde bosques gestionados en los que los árboles no alcanzan su madurez biológica, la existencia de especies tolerantes al fuego que ocupan nichos únicos de los que difícilmente pueden ser desplazadas por otras especies o de aquellas que crecen en situaciones edáficas singulares. Las temperaturas son la variable omnipresente en todos los modelos. Una función de respuesta parabólica basada en las temperaturas registradas en un rango geográfico (común a diversos modelos de simulación), puede exagerar los efectos negativos del calentamiento; para evitarlo, en el trabajo de Loehle (2000) se propone sustituirla por una función de respuesta a la temperatura expresada en grados-día de crecimiento, según la cual la tasa de crecimiento aumenta exponencialmente con la temperatura hasta alcanzar un “plateau” (asíntota). Esta función se incorpora al modelo de dinámica forestal SORTIE, modelo estocástico que describe la competencia entre especies en términos de respuestas de los árboles, individualmente, por efecto de la luz, incluyendo patrones de crecimiento, reproducción y mortalidad (Pacala et al, 1996). Su aplicación a un ecotono en el que solamente variara la temperatura, condujo a predecir la ausencia de mortandad (en contraste con la predicción del modelo parabólico) y una gran estabilidad del ecotono con una migración en dirección norte menor de 100 m en 100 años. Cabe, también, hacer referencia a los efectos del clima en el paisaje. La simulación que genere composiciones de paisaje ante posibles combinaciones de escenarios climáticos de temperatura y humedad y regímenes de incendios es aplicable para determinar si el futuro cambio climático tiene un efecto sobre la dinámica del paisaje. Con tal objetivo Keane et al (2008) aplican el modelo LANDSUM de sucesión del paisaje y comparan la composición del paisaje a lo largo del tiempo usando medidas globales de similitud y superficie ocupada por la vegetación dominante, como indicador del cambio de composición. Los resultados muestran que las series de tiempo simulado usando escenarios climáticos predichos difieren de la series de tiempo 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 121 4. Modelización y simulación de efectos en los bosques y la vegetación 121 histórico y, en consecuencia, para la gestión del paisaje ante un cambio climático proponen un uso conjunto de ambas. A continuación se distinguen diferentes tipos o clases de modelos, las características que definen cada clase y se incluyen modelos concretos en ellas. Sin embargo, dicha asignación, aún basada en la información bibliográfica manejada, ofrece interrogantes que podrían justificar cambios de asignación; también, modelos que podrían encuadrarse en más de un tipo; incluso la denominación dada a alguna clase podría ser diferente, o no expresar totalmente las características de un modelo determinado. Estas precisiones no afectan a la validez y eficacia relativa de los modelos referenciados. 4.2. Modelos de fenología Dada la influencia de los factores climáticos en los ritmos estacionales y anuales de los fenómenos biológicos, la fenología desempeña un papel importante en el desarrollo y crecimiento de los árboles, de ahí la utilidad de los modelos fenológicos en la predicción del potencial incremento de carbono secuestrado en los bosques ante el aumento de temperatura. En el modelo dinámico se asume que el estado de desarrollo en cada momento se determina integrando la tasa de desarrollo con el tiempo y aquella se produce cuando la temperatura del aire alcanza un valor crítico. En el modelo térmico, dicha apertura se produce cuando las temperaturas medias diarias u horarias acumuladas sobrepasan un cierto umbral, siendo por tanto la temperatura de primavera el principal factor que determina la apertura de las yemas. Aunque se asume una relación lineal entre desarrollo de la yema y la temperatura, existen otros factores condicionantes (la existencia de un ciclo anual de los árboles con periodos de actividad y durmancia, las temperaturas bajas que rompen la durmancia, el control fotoperiódico (Kramer, 1995). Los modelos aplicados para simular un cambio climático por subida de temperaturas evidencian, junto a otros posibles efectos sobre procesos de crecimiento, una aceleración de la apertura de las yemas y un adelanto temporal para el máximo nivel de fotosíntesis en primavera. La aplicación del modelo FORGRO (ForGro-Forest Growth Model, (Mohren et al, 1993), muestra respuestas mas rápidas para el “modelo pino” que para el “modelo haya” y una estrecha relación entre la duración del periodo fotosintético y las productividades primarias bruta y neta (PPB y PPN) en pino, lo que indica un efecto importante de la fenología (Leinonen y Kramer, 2002). La regulación ambiental de los procesos fenológicos varía también mucho entre procedencias intraespecíficas, en especial en especies de áreas de distribución extensas, por lo que las predicciones deben tener esta circunstancia en cuenta. El papel de la fenología en procesos fisiológicos implicados en el desarrollo ha sido objeto de muy diversos estudios, entre los que cabe subrayar los debidos a Morin y Chuine (2005) con el desarrollo del modelo PHENOFIT. Aplicado a dos especies arbóreas de NorteAmerica, distribuidas en ocho climas diferentes, revela el alto efecto que tienen la resolución (espacial y temporal) de los datos climáticos y su clase sobre las predicciones del modelo y se destaca la importancia de la variabilidad de las temperaturas diarias y los datos del clima a altitudes y latitudes elevadas en la modelización de los procesos biológicos que configuran la distribución de la especies. Al mismo grupo se deben buen número de trabajos sobre fenología en especies arbóreas, entre los que cabe mencionar la revisión sobre fenología y cambio climático en la que se discuten la aplicación de recientes avances de observaciones por satélite. Los datos de los índices 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 122 122 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” de vegetación NDVI y EVI como índices de la productividad, del sensor MODIS para medición de LAI y SMA de los datos de reflectancia, han permitido escalar entre las respuestas de diferentes especies a los recientes cambios climáticos y los cambios bruscos en la productividad de los ecosistemas con implicaciones en el ciclo global de carbono (Cleland et al, 2007). 4.3. Modelos gap Los “forest gap models” son un caso especial de modelos demográficos basados en árboles individuales usados en ecología forestal (Botkin, 1993), que se ha tratado de aplicar al estudio de los impactos del cambio climático sobre la dinámica de la estructura, biomasa y composición de un bosque a largo plazo. Los modelos de sucesión forestal o modelos gap estudian y evalúan las alteraciones en el equilibrio entre especies y los cambios a largo plazo como una función de la competencia y las perturbaciones, y constituyen, por tanto, herramientas para evaluar los impactos del cambio global en los bosques. Los modelos gap son simuladores de la dinámica poblacional (demografía) en unidades de suelo equivalentes a la proyección de la copa de un gran árbol, de modo que la muerte de un individuo conduce a un cambio en las condiciones ambientales de la unidad y da lugar a una dinámica del gap. El desarrollo del rodal se simula calculando el establecimiento, crecimiento y muerte de los árboles individualmente considerados. En el modelo original JABOWA (Northeastern Forest Growth Simulator) de Botkin et al (1972), modificado en versiones posteriores (JABOWA II) por Botkin (1993), el establecimiento, crecimiento y muerte de los árboles se modela como un proceso a la vez determinístico y estocástico. El diámetro del árbol es la variable de estado y la competencia entre individuos se restringe a la luz. La dinámica se simula con un paso de tiempo de un año y conducido por factores intrínsecos (de crecimiento respecto al máximo posible y mortalidad) y extrínsecos (temperatura estival, humedad del suelo y efectos del ganado) y el incremento anual de biomasa se considera proporcional a la luz que recibe. La extrapolación en el espacio y en el tiempo de las ecuaciones desarrolladas en los modelos gap exige tener en cuenta el aumento implícito de escala. Aunque es posible escalar hasta 30000 km2 de superficie si no se producen alteraciones como fuegos o plagas de insectos, y temporalmente pueden aplicarse a periodos hasta de siglos o pocos milenios, deben tenerse en cuenta ciertas restricciones: Posibles retrasos migracionales, por ejemplo por disponibilidad limitada de propágulos y posible retroalimentación del contenido de CO2 atmosférico. La extrapolación a largo plazo (100 años) de los efectos ecológicos de los diferentes escenarios de clima puede basarse en los cambios predichos con el modelo de circulación general (MCG) (que si las señales son a gran escala se considera inapropiado), en la simulación a partir de modelos climáticos regionales, en métodos estadísticos de reducción de escala o en los cambios esperados en las frecuencias de los patrones de tiempo sinóptico. Los resultados muestran que pueden obtenerse grandes diferencias en la composición forestal dependiendo del método usado para derivar el escenario climático, ya que la localización del sitio en el espacio climático y la sensibilidad de los bosques actuales a los parámetros climáticos pueden ser diferentes. Aun así, parece evidente que algunos bosques son enteramente sensibles a los cambios climáticos previstos (Bugmann et al, 2000). Se han formulado abundantes modificaciones al modelo original con objeto de paliar sus aspectos más débiles y fuertemente criticados, tanto respecto al crecimiento (estructura del 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 123 4. Modelización y simulación de efectos en los bosques y la vegetación 123 dosel) como, sobre todo, respecto al establecimiento de nuevas plantas y mortalidad (relaciones entre unidades de suelo en la dispersión de semillas y constancia de la mortalidad con la edad). En la revisión de los modelos gap hecha por Bugmann (2001), en la que se basan los párrafos siguientes, se subrayan las modificaciones propuestas y su implicación en los modelos de los procesos fisiológicos. La validación de las predicciones es un serio inconveniente. El comportamiento de los modelos debe ser testado frente a series de datos de observaciones biológicas de las que no se dispone. En todo caso, el valor de los modelos ecológicos, incluyendo los gap, es que aun no pudiendo predecir el futuro, sí pueden ayudar a entender los procesos y patrones en la naturaleza permitiendo explorar las consecuencias de un conjunto de asunciones establecidas explícitamente (matemáticamente), las cuales son demasiado complejas para ser exploradas por otros métodos. Los resultados muestran que pueden obtenerse grandes diferencias en la composición forestal dependiendo del método usado para derivar el escenario climático: la localización del sitio en el espacio climático y la sensibilidad de los bosques actuales a los parámetros climáticos puede ser diferente (Bugmann et al, 2000). Ya Botkin (1972) cuyo trabajo ha sido la base de los “gap models” afirmaba que “la complejidad de un ecosistema forestal hace difícil cualquier intento de sintetizar el conocimiento de la dinámica del bosque o de percibir las implicaciones de la información y asunciones respecto al crecimiento del bosque”. La aplicación y testado de los modelos gap están constreñidos en los bosques europeos por que la mayoría de ellos han sido objeto de manejo y aprovechamiento humanos. Seis modelos gap aplicados a cinco bosques europeos no sometidos durante varios cientos de años a tratamientos selvícolas, representantes de regiones climáticas diferentes y partiéndose de los datos suministrados por los inventarios forestales han conducido a evaluar su grado de aplicabilidad en la predicción de la composición de especies, estructura y función (Badeck et al, 2001). Se concluye que todos los modelos dan buenos resultados en la predicción de los tipos funcionales de árboles, la mitad de ellas con la predicción correcta de las especies dominantes bajo el cambio climático; y las desviaciones representaban un cambio brusco a especies más tolerantes a la sequía. La predicción de una mayor sensibilidad en la composición y biomasa de los bosques templados y boreales de frondosas a cambios en las precipitaciones, con veranos más secos, y los debidos a cambio en la temperatura en la vegetación alpina son resultados concluyentes. Los modelos desarrollados para bosques alpinos se comportan mejor aplicados a los mismos que para bosques boreales y viceversa. Los autores subrayan la necesidad de mejorar las bases de datos edáficos y de profundidad de las raíces de los árboles, dada la alta sensibilidad de las predicciones de los modelos a los parámetros edáficos en los bosques propensos a sequía; y abogan por la necesidad de estudios mas detallados sobre competencia por la luz, agua y nutrientes, de ahí la importancia de los modelos basados en la fisiología. También se considera esencial que las comparaciones de los datos futuros se hagan con patrones temporales reconstruidos de cientos de años. Aún así, los efectos del incremento de CO2 a largo plazo son difíciles de incorporar en los modelos gap al estar basados en una ecuación de incremento anual de diámetro y resultan más apropiados los modelos basados en procesos con implicación de parámetros fisiológicos. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 124 124 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” 4.4. Modelos de crecimiento y basados en procesos fisiológicos Con la denominación que preside este apartado se han incluido modelos de crecimiento, presididos por la medición de parámetros directamente determinantes del crecimiento (entre otros, morfológicos) y que apuntan a la producción (biomasa, madera) y modelos de procesos, con una mayor implicación de mediciones de variables y cálculo de parámetros directamente implicados en procesos biológicos (fisiología y ecofisiología del crecimiento y desarrollo); en cualquier caso, de problemática distinción. Además, también cabría incluir en los modelos de procesos los modelos fenológicos al estar los procesos biológicos determinados también por la fenología. El estudio de los impactos del clima en el intercambio de energía y materia, el efecto de la fertilización derivada del incremento de CO2, el almacenamiento de carbono y los cambios en el balance hídrico en los ecosistemas forestales se ha llevado a cabo mediante modelos que incluyen el flujo de CO2 en el dosel arbóreo y las variables y parámetros de crecimiento (Cannell et al, 1998). El modelo DEWAR se desarrolló en Gran Bretaña (Dewar, 1991; Dewar et al, 1992) para su aplicación a plantaciones forestales de coníferas y frondosas; integra datos de crecimiento y estima el contenido en carbono en biomasa, suelo y productos de la madera. CO2FIX es un modelo simple que registra datos de crecimiento y convierte el incremento volumétrico neto anual, y parámetros adicionales, en contenidos y flujos de carbono anuales de la cadena forestal madera- suelo- ecosistema. Se desarrolló en el marco del proyecto CASFOR (Carbon Sequestration in Afforestation and Sustainable Forest Management) llevado a cabo por un grupo coordinado por Alterra, en Wageningen (Holanda) con implicación de diversas instituciones (Wageningen CATIE y EFI) (Mohren, 1990; Mohren et al, 1999). Las predicciones de productividad forestal descansan en tablas de rendimientos empíricos limitadas a las condiciones que han prevalecido durante el desarrollo de los árboles y no pueden anticipar la aclimatación fisiológica bajo condiciones cambiantes; y el uso efectivo de los modelos basados en procesos dependerá de la calidad y cantidad de datos requeridos para su calibración y de que la incertidumbre inherente se restrinja repitiendo el proceso de desarrollo y testado del modelo. Se ha intentado sustituir las formulaciones del modelo original de los modelos gap por submodelos basados en funciones fisiológicas como la fotosíntesis (ecuaciones de Farquhar) y la respiración, incluyendo más específicamente aspectos de competencia por nutrientes y agua (transpiración como estima del agua disponible), índices de sequía y equilibrios de energía (por ejemplo, el algoritmo Penman-Monteith). Se ha sustituido el diámetro normal por componentes importantes de los acervos de carbono, tales como biomasa foliar, albura, raíces finas, y las variables dimensionales (altura total y de la copa y la biomasa del tronco) por relaciones alométricas que expresan matemáticamente procesos de reparto entre órganos. Aplicados a 30 especies y condiciones de Europa Central (Pinus silvestris y Picea abies entre otras) se han barajado 480 parámetros dependientes de la especie para manejar el modelo. Las preguntas de cuanta fisiología y grado de detalle son necesarios en un modelo gap y cuántos son realmente disponibles requieren una respuesta precisa y se ha propuesto una combinación de análisis en vez de una única fuente de datos (Pitelka et al, 2001). El modelo FORGRO (Forest Growth Model) es un modelo de crecimiento forestal de balance de carbono basado en funciones fisiológicas (Mohren et al, 1993). El modelo incluye fotosíntesis, respiración, fenología, hidrología, nutrientes, crecimiento y desarrollo de la estructura forestal. La unidad básica espacial es una hectárea y el intervalo de tiempo de simulación un día. Se ha 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 125 4. Modelización y simulación de efectos en los bosques y la vegetación 125 aplicado para modelizar los ciclos de agua, carbono y nutrientes en “picea” (Mohren et al, 1995) y en diversas frondosas (abedul, haya y roble albar) en diversos escenarios de cambio climático (Kramer et al, 1994; Kramer y Mohren, 1996). El modelo TEM (Terrestrial Ecosystem Model), del que ya existen cuatro versiones (Mc Guire et al, 1992; Mc Guire et al, 1999, entre otros), es un modelo biogeoquímico, basado en procesos del suelo y la vegetación que describe la dinámica del carbono y del nitrógeno en plantas y suelos de los ecosistemas, usando información sobre clima, suelos, vegetación disponibilidad de agua y parámetros específicos de suelo y vegetación. El modelo calcula la producción primaria neta como diferencia entre carbono capturado como producción primaria bruta y carbono respirado a la atmósfera. El modelo FOREST-BGC, originalmente desarrollado para simular el desarrollo de un rodal forestal a lo largo de un ciclo de vida (Running y Gower, 1991), es un modelo basado en procesos que requiere datos diarios de clima y condiciones de vegetación y localidad para estimar flujos de carbono, nitrógeno y agua en el ecosistema; incluye como variables de estado los ciclos de nitrógeno y materia orgánica en el suelo, los principales procesos fisiológicos en los árboles y sus componentes en ciclos diarios y anuales, así como las fluctuaciones climáticas como temperatura, radiación fotosintéticamente activa (PAR) y precipitaciones; también, incorpora datos sobre el reparto de carbono en tallos, hojas y raíces. Una generalización del modelo FORESTBGC para biomas múltiples es el modelo BIOME-BGC (Biogeochemical Cycles). El modelo CENTURY simula la dinámica a largo plazo de carbono, nitrógeno, fósforo y azufre en suelo y vegetación, e incluye como variables de estado la producción primaria neta, la respiración, el contenido en nutrientes y lignina y los contenidos de carbono en los diferentes órganos de los árboles, así como la respiración, temperatura, humedad y nutrientes en suelo, además de precipitaciones, temperaturas medias máxima y mínima en la atmósfera, y la producción forestal neta (Luckay y Larocque, 2002). El modelo FINNFOR (Kellomaki et al, 1993) es un modelo fisiológico que simula el efecto del incremento de CO2 en la fotosíntesis. Se ha utilizado para predecir el crecimiento y la producción de madera en bosques boreales, para la optimización dinámica de los mercados de madera. Años mas tarde, el mismo grupo científico (Matala et al, 2003) comparó las predicciones de dicho modelo con un modelo estadístico (MITT). Aplicados ambos modelos a rodales de pino silvestre, “picea” y abedul encontraron coincidencia en términos de crecimiento relativo, con independencia de la especie, más estabilidad en las predicciones en el modelo estadístico, pero mayor sensibilidad en las condiciones iniciales y manejo en el modelo FINNFOR al estar basado en procesos fisiológicos. Las altas temperaturas y prolongadas sequías estivales de los ecosistemas mediterráneos hacen poco adecuados los modelos de procesos desarrollados para bosques templados y boreales en los mismos. El modelo GOTILWA+ (Gracia et al, 1997, 1999) es eficaz para describir los bosques mediterráneos al centrarse especialmente en los problemas del agua y la sequía, como expresa el acrónimo que lo designa (Growth of Trees is Limited by Water). En la revisión de Keenan et al (2008) sobre modelos ecofisiológicos se hace referencia a las ventajas e inconvenientes de estos modelos poniendo como ejemplo la aplicación del modelo GOTILWA+ en bosques europeos siguiendo un transecto latitudinal (Gracia et al, 1999). La simulación del crecimiento y rendimiento se basa en modelos empíricos, basados en condiciones locales, que se basan en suponer que las condiciones ambientales son las mismas que en el pasado; y en modelos de procesos que pueden contemplar los efectos de los factores cli- 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 126 126 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” máticos y edáficos en los procesos fisiológicos, si bien están limitados por la estructura compleja de los modelos. La incorporación del cambio climático exige una combinación de modelos, por ejemplo la integración de modelos gap con modelos de procesos, o con modelos GIS, o con datos del inventario. Esta clase de modelos se ha aplicado a los bosques boreales, caracterizados por la brevedad del periodo vegetativo y el escaso nitrógeno disponible en el suelo, y en los que los valores actuales de bajas temperaturas de verano, aumentarán con el cambio climático; lo cual con la predicción de que para el año 2100 se haya doblado la concentración de CO2, llevará a un aumento del crecimiento. En el trabajo de Nuutinen et al (2006) se aplica un modelo mixto para describir la respuesta del crecimiento en volumen del tronco al incremento de CO2 en pino silvestre, picea y abedul al doblarse la concentración de CO2, poniendo en juego las peculiaridades de estos ecosistemas antes mencionadas. Cabe incluir en este grupo el modelo MAIDEN de Misson et al (2004) basado en procesos y que, aplicado a datos ecofisiológicos y dendroecológicos de un rodal de Quercus petraea , revela que el déficit de la presión de vapor es el factor mayor en el control de la transpiración en estos ecosistemas; el modelo muestra también que el incremento de la copa está principalmente controlado por la temperatura ya que afecta la fenología de la apertura de las yemas y, en consecuencia, el periodo vegetativo. En los ecosistemas con limitación de agua la vegetación ejerce un importante control en la escorrentía; también los incendios inciden (negativamente) en la misma. En tales casos es útil usar modelos que acoplen procesos cíclicos hidrológicos y biogeoquímicos con controles múltiples y simultáneos, cuya influencia relativa pueda variar de año en año. El modelo RHESSys (Regional Hydro-Ecosystem Simulation System) de Tague y Band (2004) permite explorar como el agua y los contenidos y flujos de carbono y nitrógeno interaccionan a escala de cuenca (pequeña y media) bajo un rango de climas. Aplicado a sistemas de tipo mediterráneo (chaparral) lleva a concluir a Tague et al (2009) que bajo un escenario de incremento de CO2 es muy probable que la biomasa se incremente, lo cual conduzca a una reducción de la escorrentía; sin embargo, el impacto de un incremento en la frecuencia de los incendios sería mucho menor. El modelo CASTANEA es un modelo para ecosistemas forestales basado en procesos fisiológicos, completado con el modelado de la asignación de carbono y acoplado a un modelo del suelo. El modelo permite el cálculo de la productividad primaria neta y el intercambio neto en el ecosistema. La parametrización del modelo está descrita para un rodal de haya en Hesse (Francia) por Dufrêne et al (2005). Ha sido, también, aplicado para simular los efectos del aumento de temperatura (3,10 ºC) y descenso de precipitaciones en el estío (-27 %) en seis rodales de diversos ecosistemas franceses representativos de áreas climáticas oceánicas, continentales y mediterráneas (Davi et al, 2006) para el periodo 1960 a 2100. Los resultados muestran, en todos los casos, que los ecosistemas permanecen como sumideros de carbono con un incremento de la producción primaria bruta media de 13 g C m-2, si bien con diferencias acusadas en la evolución temporal de los parámetros medios entre especies y zonas climáticas. La excepcional absorción de carbono en los seis rodales mencionados durante la primavera de 2007 (40 a 130 g C m-2, salvo en el bosque mediterráneo) ha conducido a la ulterior utilización del modelo para eliminar el efecto del factor estacionalidad en los parámetros climáticos y biológicos sobre los flujos estivales de carbono a lo largo del gradiente latitudinal de la estaciones de medición (Delpierre et al, 2009). 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 127 4. Modelización y simulación de efectos en los bosques y la vegetación 127 4.5. Miscelánea de modelos La asignación de los modelos usados en el sector forestal a las clases de modelos reseñadas en los párrafos anteriores no siempre resulta tarea fácil y se crea cierta confusión al compartir algunos modelos características de dos o más clases; a los que se añade el que un mismo modelo pueden aplicarse con objetivos diferentes. Por ello, se complementa la información sobre modelos aplicados al sector forestal dada en este apartado con la que figura en el capítulo 5 “El sector forestal en la mitigación del cambio climático”. En él, los modelos descritos (algunos ya citados en 4) se relacionan con los objetivos a los que se aplican y con referencia a casos específicos en los que se han usado, tal como se enumera a continuación: En 5.1. Introducción: EFISCEN, CO2FIX, EFI-GTM, GAYA-JLP, GDAY, CENTURY, CBM-CFS3. En 5.2. Aprovechamientos y productos forestales En 5.2.1.Aspectos generales: GORCAM, CGT En 5.2.3.Captura de carbono y productividad forestal: FAUSTMAN, BIOME-BGC, FOREST –BGC, CENTURY 4.0, FORCARB, RSPS, En 5.3.2. Repoblación forestal: FASOM, FASOMGHG, GORCAM, CO2FIXv.3.1, En 5.3.3. Plantaciones forestales: DEWAR, CEN W, En 5.4. Selvicultura y economía: CBM-CFS2, CO2FIX, GAYA-JLP, STANDCARB, CBMCFS3, FINNFOR, Sohngen, Full CAM, FORSKA. En 5.5. Montes y cambio climático (España): GOTILWA+, PHENOFIT, otros (Zavala) 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 128 128 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 129 5. El sector forestal en la mitigación del cambio climático 129 5. El SECTOR fORESTAl EN lA MITIGACIóN DEl CAMBIO ClIMáTICO 5.1. Introducción: Modelos y planificación de recursos Los bosques de la Tierra tienen una enorme capacidad de absorción y retención del CO2; y en la actualidad es ampliamente reconocido que los ecosistemas forestales pueden ayudar a reducir los impactos del cambio climático con un secuestro de carbono anual global estimado en 2 PG C (Richards y Stokes, 2003). Sin embargo, las dificultades sobre la cuantificación precisa de su contenido y permanencia en los bosques, así como otros aspectos socio-económicos conflictivos sobre los programas de forestación a gran escala, han limitado las actividades forestales en el marco de las políticas del cambio climático. La mayor participación del sector forestal, y de la gestión que implica ante “el cambio global” son una oportunidad para reducir las emisiones derivadas de la degradación y deforestación en los trópicos, beneficio que se uniría a los derivados del secuestro de carbono y otras externalidades (Canadell y Raupach, 2008), de los que participan los bosques de otras latitudes. La planificación de los recursos forestales implica criterios económicos, ambientales y sociales en la toma de decisiones, para cuya optimización en función de los objetivos pretendidos se han desarrollado diferentes procedimientos teóricos (Díaz Balteiro y Romero, 2008b). El papel de los ecosistemas forestales en la mitigación del CO2 atmosférico ha conducido a incorporar el secuestro de carbono en la planificación temporal de los aprovechamientos por aplicación de modelos GP - Goal Programming- (Díaz Balteiro y Romero, 2003), modelos MAUT – Multi-Atribute Utility Theory- (Fürsteneau et al (2007) y modelos CP – Compromise Programming - (Krcmar et al, 2005) en la planificación territorial. El uso de la tierra (forestación frente a deforestación), los bosques (conservación, crecimiento y aprovechamiento) y los productos forestales (de primera y segunda transformación) constituyen potenciales sumideros versus fuentes de CO2 a la atmósfera. La simulación de los diferentes escenarios climáticos y acciones puestas en juego hace posible cuantificar el secuestro de carbono teniendo en cuanta el crecimiento y las posibles opciones de gestión. Solamente algunos “modelos del sector forestal” son modelos económicos e incluyen las actividades concernientes al suministro de madera en rollo y fibra y las industrias forestales de demanda de la madera en rollo y de las astillas para la fabricación de pasta de celulosa y tableros. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 130 130 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” El modelo EFISCEN (European Forest Scenario Model) es un modelo matricial a gran escala, basado en un modelo desarrollado para rodales regulares por la Universidad Sueca de Ciencias de la Agricultura (Sallnäs, 1990). El modelo requiere datos básicos del inventario forestal, simula el crecimiento y estado de los bosques bajo regímenes de gestión selvícola (claras) y de cortas definidos por el usuario, e introduce datos sobre producción de madera en rollo, aunque no incorpora datos económicos; resulta adecuado para el análisis estratégico de superficies mayores de 10.000 ha y plazo de 20 a 50 años. Es un modelo en constante desarrollo que ha incorporado nuevos datos en sus ediciones EFISCEN 2, 3 y 4; ha sido aplicado al cálculo de flujo y contenido en carbono en todos los países europeos (Nabuurs et al, 2000). Sus ventajas y limitaciones respecto a otros modelos son discutidas en EUROCARE (2002). En una línea semejante, con datos del inventario forestal nacional y sin incorporar datos económicos, cabe encuadrar el modelo CO2FIX en sus sucesivas versiones (1,2 y 3), en las que el crecimiento y el rendimiento constituyen ejes del modelo. La versión CO2FIXv.1 es un modelo de dinámica del ecosistema (Mohren et al, 1990) con el que se cuantifican los stocks y flujos de carbono, que se calculan para una unidad de rodal de una hectárea, La unidad forestal puede ser una masa irregular o multiespecífica, pero homogénea. Se incluye la dinámica del suelo usando el modelo YASSO. En la versión CO2FIXv.2 (Nabuurs et al, 2002) el crecimiento corriente anual se convierte en carbono acumulado anualmente y en flujo de carbono en la cadena productos de madera- suelo- ecosistema, con especificación de volumen, crecimiento y densidad del rodal, mortalidad, peso específico de la madera y uso final del aprovechamiento. El modelo CO2FIX2.0 puede aplicarse a distintos tipos de bosques, tales como sistemas agroforestales y en montes entresacados con mortalidad entre cortas. El modelo EFI-GTM (Maarit et al, 2004) fue desarrollado en el Instituto Forestal Europeo (EFI) por Moiseyev y Solberg (2001) a partir del modelo industrial global GTM (Global Trade Model) de Kallio et al (1987). Es un modelo económico del sector forestal global que incluye actividades forestales, industria, demanda de productos y comercio internacional forestal. Es un modelo intertemporal y regional en el que cada país europeo se considera una región; a ellos se añaden regiones de otros continentes; en total suman 61 regiones, con 36 productos forestales y con una demanda anual basada en los datos de FAO; el suministro de madera es función del precio y crecimiento de la masa forestal y se consideran tres tipos de tecnología para cada país europeo. El modelo calcula la producción periódica, el consumo, las cantidades importadas y exportadas y los precios de los productos así como la capacidad de inversiones periódicas de la industria forestal para cada región. La fuente de carbono y aspectos concernientes a los gases de efecto invernadero (GEI) no figuran en el modelo y tienen que integrarse en él de diversas formas (EUROCARE, 2002). Su carácter global, su base económica teórica y su proyección al comercio internacional y uso final de los productos forestales son aspectos muy positivos. El modelo GAYA-JLP desarrollado en la Universidad de Agricultura de Noruega (Hoen y Solberg 1994) es un modelo de optimización económica y ámbito más reducido que el anterior. Comprende dos submodelos: uno, de fijación y emisión de CO2, y otro, de planificación de la gestión forestal que liga al primero. El modelo integra datos del inventario nacional, simula tratamientos, y los cálculos y proyecciones económicas se basan en el árbol medio de cada rodal y el número de pies por hectárea. Cubre las fuentes de carbono y otros gases GEI, y se focaliza en el análisis económico y de política forestal de las estrategias selvícolas y del aprovechamiento maderero (con periodo base de cinco años para el rodal forestal) a escala de país, regiones dentro del mismo y desciende al nivel de la propiedad forestal (Gobbakken et al, 2008). 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 131 5. El sector forestal en la mitigación del cambio climático 131 En cualquier caso, los diferentes modelos de crecimiento forestal muestran diferencias sobre los efectos del aumento de temperatura y CO2, tanto a corto como a largo plazo, achacables a la complejidad de los procesos fisiológicos a los que afectan en forma directa; como a largo plazo, por los efectos indirectos sobre el suelo y descomposición de la hojarasca de los ecosistemas forestales; diferencias que analizan Medlyn et al (2000) con el modelo GDAY (Generic Decomposition & Yield). Se trata de un modelo de ecosistemas genérico, que simula los flujos de nitrógeno asociados con la transferencia de carbono y los debidos a deposición atmosférica, fijación, absorción, etc. asociados con la transferencia de carbono entre plantas y suelo, usando un modelo fisiológico de asimilación de carbono por el dosel arbóreo y el modelo CENTURY para la descomposición del suelo y ciclo de nitrógeno. La aplicación del modelo GDAY al análisis de las respuestas al aumento de temperatura y CO 2, en periodos de tiempo de décadas, bajo clima frío y templado, revela que en los procesos del suelo dominan las respuestas a largo plazo y que, bajo ambos escenarios, el incremento del 20% en la producción primaria neta bajo x 2 CO2 no persiste a largo plazo; mientras que si lo hace, aunque en menor cuantía (10-15%), la respuesta a un aumento de 2ºC en la temperatura, reflejando un incremento de la mineralización de nitrógeno y de su absorción por la planta. El modelo CBM-CFS3 (Operational-Scale Carbon Budget Model) ha sido desarrollado por Natural Resources Canada como herramienta de contabilidad del carbono de los bosques (Seguimiento, Cuantificación y Sistema de Información). Es una estructura de modelización para simular la dinámica de los contenidos en carbono según el protocolo de Kyoto, para cuyo objetivo utiliza la misma información usada para la planificación del manejo forestal (Kurz et al, 2009). Cabe, también, incluir en este capítulo, una cuestión de singular importancia en la “política del secuestro de carbono”, los denominados en la literatura en inglés “forest set-asides”, espacios forestales que de forma permanente se excluyen de la producción de madera en orden a suministrar beneficios ecológicos, los cuales incluyen la captura de carbono. En español, podrían traducirse como “montes protectores” dando a esta denominación un significado mas amplio del tradicionalmente asignado a dicha denominación en el sector forestal de nuestro país. La importancia radica en que si la figura de “forest-asides” se extiende a una gran superficie forestal puede hacer muy costoso el secuestro de carbono y causar pérdidas importantes al restringirse otras formas de gestión forestal. Este tema es abordado por Sun y Sohngen (2009) que aplican el modelo económico de Sohngen y Mendelsohn (2003) a tres escenarios, con diferente amplitud en la dedicación de los espacios forestales al secuestro de carbono y su compatibilidad o exclusión (“forest-asides”) con otros usos tradicionales del bosque, (incluyendo la reforestación en las masas que fueran aprovechadas) en el periodo comprendido entre 2005 y 2105. Sus resultados muestran que la dedicación de 300 M ha (5% del bosque global) a “los bosques protectores”, en un marco de un amplio rango de opciones de manejo óptimo llevaría en 2105 a un secuestro entre 106 y 128 Pg C. La alternativa de dedicar toda la superficie forestal disponible (3,20 x 103 M ha) a “forest-asides”, conduciría a pérdidas a corto plazo (estimadas en 47 a 52%); y, al final de los cien años, a una disminución del 17% del carbono secuestrado en el conjunto de bosques. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 132 132 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” 5.2. Aprovechamientos y productos: Secuestro y emisiones de carbono 5.2.1. Aspectos generales El secuestro de carbono en los ecosistemas terrestres a través de procesos naturales es una vía complementaria a las diversas acciones conducentes a reducir el aumento de CO2 atmosférico. La biosfera terrestre absorbe alrededor de 1 Gt C año-1 neto, equivalente a un sexto de las emisiones antropogénicas, y el carbono almacenado en los ecosistemas terrestres se estima equivalente a 2.000 ± 500 años de absorción neta (Houghton et al, 2001). Las emisiones de CO2 por cambios en el uso de la Tierra (mayoritariamente por cortas extensivas de árboles para madera y leñas) y su transformación en cultivos agrícolas (cuyo progresivo escaso rendimiento conduce a su abandono y al desequilibrio de los ecosistemas afectados) suponen cantidades importantes de carbono en la atmósfera con un incremento acelerado en el último medio siglo en todo el mundo (Figura 5.1), cifradas por Houghton (1999) para los años ochenta del siglo pasado en 2,00 -2,70 Gt año-1, equivalentes a 23-27% de las emisiones antropogénicas. La magnitud de las emisiones de CO2 y su impacto en el sector forestal mundial han sido objeto de estudios relacionando modelos de dinámica del clima, procesos en los ecosistemas y economía forestal con el fin de evaluar las potenciales respuestas del sector a las emisiones de CO2. Aunque los bosques no estaban incluidos explícitamente como sumideros dentro de los mecanismos flexibles conducentes al cumplimiento de los compromisos adquiridos en el protocolo de Kioto, se plantea la necesidad de definir y cuantificar su papel en la mitigación del cambio climático. Ello exige la estimación de costes de su gestión encaminada a conservar y secuestrar el carbono (Lewis et al, 1996). Una referencia útil para valorar la capacidad de mitigación del clima por secuestro de carbono de los bosques son los datos dados por Depro et al (2008) al comparar dos escenarios en los bosques públicos de EEUU (el 20% del total de la superficie forestal): no efectuar cortas de aprovechamiento frente a una política de cortas similar a la que se aplicaba en 1980. En el primer escenario se produciría un incremento en el carbono secuestrado por los bosques de 17-29 M t C año-1 entre 2010 y 2050, lo que supondría absorber 1,50% del total de emisiones de gases con efecto invernadero del país, frente a un pérdida de secuestro de 27-35 M t C año-1 respecto a la actual política de cortas. Los autores estiman que el valor económico del carbono secuestrado (a precio de mercado) es sustancial respecto al beneficio derivado del aprovechamiento de la madera. Se contempla la posibilidad de transferir créditos de emisión de CO2. La tarea de generar un esquema de comercio efectivo de emisiones de carbono que incluya el sector forestal es difícil dada su complejidad. La provisión de créditos de compensación de emisiones por actividades humanas medibles y verificables constituye un desafío al sector forestal por su peculiar condición de sistema en el que se manejan recursos renovables que entrañan crecimiento, aprovechamiento, oxidación y renovación, procesos que discurren a tasas diferentes. Circunstancias a las que hay que añadir el uso eficiente de la biomasa forestal como biocombustible y el de los productos de madera de segunda transformación de larga vida, con capacidad de desplazar a otros materiales de construcción que requieren combustibles fósiles para su producción. La inclusión del propietario forestal, el industrial (serrería, fábrica de celulosa) y el constructor o usuario del producto 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 133 5. El sector forestal en la mitigación del cambio climático 133 (por ejemplo, ahorro energético por sustitución de otros materiales) provee un marco útil para analizar como funcionan los créditos de carbono bajo las diferentes alternativas de contabilidad y como pueden verse afectados otros servicios ambientales que prestan los ecosistemas forestales, algunos competitivos entre si (Lippke y Pérez-García, 2008). La emergencia del mercado global de créditos de carbono ha impulsado inversiones en actividades forestales en los bosques tropicales húmedos que revierten o reducen las emisiones de carbono. La cuantificación del carbono almacenado en suelo y vegetación, usando el inventario forestal, ecuaciones alométricas para estimar la biomasa arbórea y técnicas destructivas para la hojarasca y vegetación accesoria, han conducido a estimar la densidad media del carbono en el bosque indígena, en plantaciones de frondosas y de coníferas en el bosque tropical húmedo del este de Africa en 330 ± 65 Mg C ha-1, 280 ± 77 Mg C ha-1 y 250 ± 77 Mg C ha-1 respectivamente. La distribución de densidades en cada formación y la variación entre plantaciones sugiere que pueden incrementarse dichos contenidos con prácticas de manejo; y se pueden revertir las cifras de pérdida neta de carbono debidas a deforestación dado que el valor de los créditos de carbono conseguidos superan los gastos de manejo y protección del bosque (Glenday, 2006). El carbono capturado en la madera (y otros productos forestales), una vez efectuada la saca del monte, tiene un periodo de tiempo de secuestro muy variable dependiente de su utilización: muy corto, si se usan los productos como combustibles primarios, hasta periodos de centenares de años, tal como la madera usada en algunos monumentos históricos. Por otra parte, los trabajos de aprovechamiento forestal (corta y saca) y procesado de los productos extraídos del monte entrañan, como contrapartida, una emisión de CO 2, que globalmente es considerable. La cuantificación del carbono secuestrado en monte, de su pérdida por deforestación y del emitido a la atmósfera en el procesado de productos forestales es necesaria para valorar el papel de los bosques y sector forestal en la mitigación de las emisiones antropogénicas de CO2. El modelo GORCAM (Graz / Oak Ridge Carbon Accounting) desarrollado por Joanneum Research (Graz, Austria) y Oak Ridge National Laboratory (EEUU) sirve a Schlamadinger y Marland (1996, 1998) para analizar los mecanismos (almacenamiento de carbono en la biosfera y en los productos forestales y el uso de estos como biocombustibles o para fabricar materiales) que afectan al flujo neto de carbono en la atmósfera en 16 escenarios de uso de la tierra. Los resultados llevan a los autores a predecir que en largos intervalos de tiempo (100 años) el carbono almacenado en la biosfera alcanzará una situación de equilibrio si no se produce un secuestro ulterior, de modo que la mitigación de las emisiones dependerá de la extensión en el uso de la madera aprovechada como producto energético o para producir materiales de larga duración. Además, el beneficio neto de carbono secuestrado por reforestación y conservación de la masa forestal será mayor que el derivado de su aprovechamiento y del uso de productos obtenidos. No obstante, como mostraron Marland y Marland (1992) cuanto mayor es el horizonte temporal mayor es también la posibilidad de que el aprovechamiento de la masa forestal origine el mayor beneficio en carbono, especialmente si las condiciones de productividad forestal y eficiencia en el uso de productos obtenidos son altas. El modelo CINTRAFOR Global Trade Model (CGTM) desarrollado por CINTRAFOR (Centre for International Trade in Forest Products) es un modelo económico de los mercados mundiales de productos forestales que permite evidenciar la importancia de las asunciones hechas respecto a clima y factores económicos. Se simulan cosechas y precios de la madera en cargadero y productos en mercado, calculando los beneficios económicos derivados de diferentes alternativas de crecimiento condicionadas por los flujos de carbono y nitrógeno. En conjunto (y dentro de unos límites geográficos y térmicos) el efecto de un clima mas cálido podría traducirse en 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 134 134 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” mayor suministro de fibra, menores precios y mayor consumo de productos de la madera. La adicional cosecha producida es menor que el aumento del stock en monte al limitar el descenso de precios el incremento de bienestar económico producido; incremento que tiene importantes efectos de distribución regional (Pérez- García, 1994; Pérez- García et al, 2002). 5.2.2. Emisiones de carbono El flujo de CO2 de la superficie del suelo a la atmósfera es una fuente natural de emisión de carbono; refleja el efecto combinado de la respiración (autotrófica y heterotrófica) y está influenciado por las condiciones ambientales, densidad de raíces y poblaciones microbianas. Dicho flujo representa la mayor pérdida de CO2 en los bosques. Los aprovechamientos forestales tienen importantes efectos sobre el flujo de CO2 y, en función del grado de alteraciones que conllevan, pueden aumentar la emisión de carbono, disminuirla o apenas alterarla. En definitiva, el aprovechamiento maderero de los bosques puede cambiar el balance neto fuente- sumidero de carbono en relación con la atmósfera, de ahí la importancia de los cambios derivados de las cortas de madera en el inventario de las emisiones de carbono a nivel nacional. De hecho, los cambios de uso de la Tierra, que tienen como antecedente la deforestación, son una fuente importante de emisiones de carbono a la atmósfera, que se han incrementado ostensiblemente a partir de mediados del siglo XX en todos los continentes (Figura 5.1.). figura 5.1. Evolución temporal (1850 a 1990) de las emisiones de carbono por cambio de uso en la Tierra (Tomado de FAO, 2001, según Houghton, 1999). Se han aplicado dos métodos para llevar a cabo el inventario de emisiones utilizando datos de productos forestales (FAO, 1997): Evaluación de los efectos de los aprovechamientos (cortas y comercialización de productos obtenidos) sobre los flujos de carbono desde y a la atmósfera (método del flujo atmosférico) y evaluación de los cambios en el carbono almacenado en los bosques y en los acervos de productos madereros de vida larga (>5 años) (método del cambio 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 135 5. El sector forestal en la mitigación del cambio climático 135 de existencias). Se tienen en cuenta las emisiones de carbono a la atmósfera derivadas del consumo industrial y de uso como fuente calorífica de la madera en rollo, la oxidación de residuos en el bosque, la fabricación de productos de madera de primera y segunda transformación y las derivadas de aprovechamientos de años anteriores. Aunque técnicamente ambos métodos son igualmente válidos para el cálculo de las emisiones de carbono y no hay diferencias entre ambos a escala global y para países en que no se produzcan importaciones y exportaciones de madera, si las hay si estas se producen. El método de flujo atmosférico sigue la filosofía usada para los combustibles fósiles y favorece la exportación de madera frente a su uso en el país de origen, mientras que el método de cambio de stock no distingue en el uso (doméstico o para exportación) y es similar al esquema usado por el PICC y sigue la filosofía aplicada a los productos agrícolas. En el trabajo de Winjum et al (1998), las emisiones de CO 2 derivadas de los aprovechamientos forestales a nivel mundial se estimaron para 1990 en 980-981 Tg C año-1 (casi 1 Pg C), valor obtenido usando como referentes cuatro países en desarrollo (58%) y otros cuatro desarrollados (42% restante). Del valor total, la mitad procedía de la madera usada como combustible, el 30% de otros usos de vida corta y el resto de los residuos (ramas, ramillos, hojas, tocones) originados en el desfronde, muerte de los árboles, y en su caso de las cortas, y su posterior descomposición. Esta cantidad representa un 16% (6,10±0,50 Pg C año -1) del carbono que se emitía anualmente dichos años en el uso de combustibles fósiles e industria del cemento. Los supuestos técnicos en relación con las especies (frondosas, coníferas y masas mezcladas) y regiones (boreales, templadas, tropicales) consideradas permitieron establecer los correspondientes factores de conversión de biomasa y evaluar las emisiones/ retenciones correspondientes en cada caso, cuya exposición detallada figura en el trabajo referenciado. El secuestro de carbono por los productos maderables de vida larga se valoró en 139 Tg año -1. Aunque en este trabajo no se tuvo en cuenta el crecimiento posterior dada la inconsistencia de algunos de los datos disponibles, en una primera aproximación la absorción de carbono debida al incremento anual en volumen de árboles comerciales se estimó entre 274 Tg C año -1 para Estados Unidos y en 7,70 Tg C año-1 para Nueva Zelanda a mediados de la década de 1980, valores suficientes para compensar con creces (2 a 3,40 según el método seguido) las emisiones de carbono producidas en el aprovechamiento maderero. Cabe concluir que el sector forestal se comporta como sumidero de carbono si se excluyen las emisiones derivadas de la deforestación por cambios en el uso de la tierra, evaluadas en el trópico en 1,60 ± 1,20 Pg C año-1. En la reunión de expertos de PICC en Senegal (1998) se distinguieron tres procedimientos para la cuantificación de emisiones de carbono en el aprovechamiento de productos forestales: la cuantificación de los flujos de carbono anuales desde y a la atmósfera, los cambios en las existencias de carbono en un país (que incluyen consumo, importaciones y exportaciones de productos forestales) y los cambios en producción ( que conciernen al crecimiento en términos de incremento de la madera producida anualmente en sus bosques). Los flujos dan las diferencias entre existencias y producción. Cabe preguntarse (Lim et al, 1999) cual de los tres procedimientos provee incentivos para la gestión de los bosques. Bajo perspectivas técnicas y científicas las diferencias no son globalmente grandes, pues generarán el mismo intercambio neto de carbono con la atmósfera; pero diferirán significativamente a nivel nacional, pues los flujos o cambios en el stock de carbono se contabilizan de forma diferente entre países que producen y países que consumen. Las diferencias entre países son apreciables en producción y consumo, lo que conduce a diferentes incentivos para conservar o incrementar el contenido de carbono almacenado en los bosques, el uso de pro- 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 136 136 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” ductos importados, combustibles de madera y minimización de residuos. Estas diferencias influencian los incentivos para mejorar la gestión forestal y el uso de productos de madera y biocombustibles Los autores antes mencionados analizan los procedimientos para cuantificar el carbono generado en los aprovechamientos forestales como parte de los inventarios de gases con efecto invernadero procedentes de emisiones antropogénicas por fuentes y eliminación de sumideros requeridos a 180 países por el FCCC. En su análisis se refleja que los valores anteriormente citados representaron en términos de emisión de carbono el 16% de las emisiones de las grandes fuentes emisoras (combustibles fósiles y producción de cemento) con un valor de 28% para los países desarrollados y sólo un 5% para los países en desarrollo; en términos de secuestro alcanzaron el 2% de las mismas, cifras que presentaban amplias variaciones entre países desarrollados y países en desarrollo. En los efectos de un aprovechamiento forestal sobre el flujo de CO2 hay que tener en cuenta no sólo la propia cosecha de madera (con y sin residuos de la corta), sino también la eliminación de la materia orgánica de la superficie del suelo y la compactación del suelo que lleva acarreadas. En el trabajo de Fleming et al (2006) se cuantifican las respuestas a una serie de tratamientos que contemplan estos aspectos a los tres a cinco años del aprovechamiento de una masa de Pinus banksiana. El flujo aumentó exponencialmente con la temperatura del suelo, en el grado mas alto para el rodal no cortado, y en el menor grado en el rodal cortado con eliminación de la superficie orgánica del suelo, lo que puso de manifiesto una reducción en la respiración edáfica. Dicha eliminación, tras el aprovechamiento, tenía mayor impacto sobre la emisión de CO2 que la propia corta a hecho, provocando la reducción del flujo de CO2 (calculado a 10ºC sin limitaciones de humedad en el suelo) en un 45% respecto a la corta, reducción que se incrementaba en un 25 % si, además, se compactaba el suelo. Los cambios en el flujo de carbono tras una corta por entresaca en una masa regular de Pinus densiflora de 42 años en Corea muestran un incremento en las emisiones de carbono del suelo (0,52 g C m-2 h-1 en el rodal cortado) respecto al rodal no cortado (0,37 g C m-2 h-1) , que se relacionan con los efectos combinados de acenso de temperatura y pH y baja materia orgánica y humedad del suelo, factores que favorecen la actividad microbiana (Kim, 2008). Los aprovechamientos de madera son un agente importante de perturbación medioambiental; de modo que la corta de rodales añosos, aun con su sustitución por plantaciones, supone un descenso en el contenido en carbono y un aumento en las emisiones de CO2 hasta que la nueva masa comience a actuar como sumidero neto de carbono, tiempo estimado para los bosques de coníferas sub-boreales en 10 años y algo menor para frondosas. La medición del intercambio neto de CO2 en el ecosistema por la técnica de “eddy-covariance” en unión de la aplicación de la relación de Bowen, durante varios años después de una corta a matarrasa (Fredeen et al, 2007) mostró que en un bosque sub-boreal de Picea todavía a los seis años de la corta el ecosistema era emisor de carbono (+336 a +487 g C m-2) y ya a los ocho años se convertía en sumidero (-189 a -52 g C m-2). La evaluación de las emisiones de CO2 derivadas del uso de combustibles fósiles en actividades selvícolas (preparación del terreno y fertilización) debe tenerse en cuenta para asegurarse de que se produce un balance neto positivo desde la plantación hasta el aprovechamiento de la madera. El carbono secuestrado en el suelo y en la madera y derivados durante 100 años (estimado por simulación) comparado con las emisiones de carbono derivadas de las prácticas selví- 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 137 5. El sector forestal en la mitigación del cambio climático 137 colas (utilizando como referencia datos de emisiones - < 3 Mg C ha-1 - en plantaciones de pinos del sur de EEUU en turnos de 25 años), muestra (Markewitz, 2006) que las ganancias en la acumulación de carbono (16 Mg C ha-1 en 100 años) y las derivadas del incremento obtenido en madera para papel (tambien 16 Mg C ha-1 ) pueden equilibrarse con las emisiones de carbono. Asimismo, las emisiones de carbono pueden alcanzar 35 Mg ha-1 con crecimiento acelerado. Si se capturan los beneficios conjuntos de acumulación de carbono en el suelo, incremento en el contenido en la fibra para papel y en el contenido en la madera de sierra, se superarían las emisiones debidas a un incremento de actividades selvícolas. En el trabajo de Bonilla et al (2001) se comparan los resultados de emisión de gases con efecto invernadero, ligados al consumo de gasoil agrícola con el grado de mecanización agraria en Castilla- León. Los resultados muestran un descenso en las emisiones a pesar del incremento en la mecanización lo que evidencia un menor consumo medio de combustible y una mejora tecnológica en los motores. Si importantes son las emisiones de carbono que se producen en las operaciones de corta y desembosque, lo son también las implicadas en las operaciones de preparación del suelo, establecimiento y manejo de las plantaciones como muestran Dias et al (2007) en plantaciones de eucalipto y pino pinaster en Portugal. Los autores estiman las emisiones en el año 2000, en 67 Gg CO2 año-1 y 51 Gg CO2 año-1, respectivamente, de las cuales el 40% corresponden a operaciones de corta y desembosque. Se sugiere que el uso de operaciones menos agresivas (por ejemplo, eliminación de la vegetación subsidiaria con desbrozadora en vez de arado de discos, 97 kg CO2 ha-1 frente a 128 kg CO2 ha-1; escarificación del suelo con surcos en vez de subsolado, 70 kg CO2 ha-1 frente a 117 kg CO2 ha-1) y la regeneración natural en vez de la plantación, reducirían las emisiones considerablemente. La importancia de que los balances de carbono (secuestro frente a emisión) tras operaciones selvícolas (las mencionadas u otras) sean positivos resulta clave en la defensa de las prácticas forestales en un marco general del papel del sector forestal en la mitigación del CO2 atmosférico; de ahí la necesidad de incrementar este tipo de investigaciones, aunque sin duda costosas en tiempo y financiación. Cabe aludir a la comunicación de González Alonso et al (2005) que presentan tres posibles aplicaciones de la teledetección en la estimación de las emisiones de CO2, teniendo en cuenta la relación entre el NDVI y los datos del inventario forestal, la cartografía forestal actualizada y la elaboración de un mapa de biomasa forestal a escala media. 5.2.3. Captura de carbono y productividad forestal El incremento en biomasa de los árboles y en el carbono almacenado o, alternativamente, la producción de un ciclo más rápido de carbono en el ecosistema ante el aumento de la concentración atmosférica de CO2, han sido (y son) objeto de continua atención experimental, focalizada en el incremento en la producción primaria neta, su duración y su reparto entre los posibles sumideros. La mayor asignación al tronco (maderable) que a otros órganos (no siempre evidente) será más beneficiosa en términos productivos; aunque, en cualquier caso, en principio, todo incremento tendría efectos positivos. Sin embargo, Norby et al (2005), en un rodal de Liquidambar styraciflua, con un dosel cerrado, tras tres años de someterlo al enriquecimiento de CO2 al aire libre (sistema FACE), encuentran un incremento del 21% (sin disminución en el tiempo) en la 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 138 138 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” producción primaria neta, pero la mayor parte del carbono extra se repartió en la producción de hojas y raíces finas. Ello supone una reducción del potencial del rodal a capturar el carbono adicional resultante del incremento atmosférico de CO2 al traducirse en un ciclo mas rápido del carbono en el sistema (las hojas y las raíces finas tienen una vida, en general, corta) y no en un incremento del contenido de carbono en la madera. En todo caso, y aún con las incertidumbres planteadas y la necesidad de mayor aporte de datos experimentales a nivel de rodal, la captura o secuestro de carbono por los bosques debe formar parte de los beneficios externos (externalidades) de los mismos; de ahí la conveniencia de incluirlo en los modelos de gestión forestal junto con la producción de bienes tangibles (por ejemplo, madera) (Englin y Callaway, 1995). La estimación de costes de gestión de los bosques encaminada a conservar y secuestrar el carbono es requisito para definir el papel de los bosques en la mitigación del cambio climático. En dicha estimación procede incluir el inventario forestal como un stock de capital (conservación y fijación de car bono), la integración de consideraciones biológicas, sociales y económicas propias de la región y los impactos de las posibles alternativas de política forestal. En este contexto se pueden cuantificar los costes totales por año teniendo en cuenta los costes, como rentas anuales, de la tierra, del volumen de biomasa (maderable o total) existente, de la gestión forestal y, con valor negativo, del crecimiento. El procedimiento, aplicado por Lewis et al (1996) en Estados Unidos proporciona los costes por tonelada de carbono, bien en términos de incremento de carbono en los ecosistemas forestales, bien en los productos obtenidos, mostrando diferencias entre las potencialidades climáticas y sociales. La aplicación de sensores remotos es otra vía de fuente de datos para estimar los contenidos y flujos de carbono en bosques extensos. Las imágenes del Landsat se han utilizado con tal objetivo. Los valores mostrados por Krankina et al (2005) para la biomasa forestal de bosques del NO de Rusia son del mismo orden de magnitud (0.36 y 0.34 Mg C ha -1 año-1) para sensores remotos y con los datos del inventario forestal. Sin embargo, al considerar el intercambio neto de carbono, el 19% de la superficie considerada es fuente neto de carbono, de modo que el efecto sumidero se reduce considerablemente a 0,08 Mg C ha -1 año-1, valor que incluso podía ser menor si declinan las tasas de crecimiento. En la cuantificación del carbono capturado en una masa forestal frecuentemente se aplica el valor de 50% para el contenido en carbono referido a materia seca partiendo de los datos de volumen de madera dados por los inv entarios forestales. Con el fin de implementar el protocolo de Kyoto con una mayor precisión, se ha utilizado el algoritmo de Burschel (1993) para calcular el contenido en carbono en el vuelo de un rodal forestal. Viene dado por: C = V 7 x FE x D x C%, y FE= VVT/ V7, siendo V7= el volumen de madera a 7 cm de diámetro sin corteza; FE, el factor de expansión, relación entre el volumen verde total (VVT) y V7, dependiente de la especie, diámetro normal, altura y clase edad; D es la densidad básica de la especie (kg peso seco por m 3 de volumen en verde) y C % el porcentaje de carbono en la biomasa. Las condiciones de crecimiento de la estación pueden hacer que la aplicación de este algoritmo al volumen de madera a partir de los datos de los inventarios forestales de lugar a diferencias apreciables respecto a la realidad. Joosten y Schulte (2002), usando ecuaciones de regresión optimizadas aplicadas a una muestra de árboles apeados para tal fin, evidencian que el crecimiento difiere del registrado en las tablas de crecimiento (la ratio altura a diámetro normal difería hasta 30% del 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 139 5. El sector forestal en la mitigación del cambio climático 139 valor de las tablas); asimismo, existen cambios en la densidad básica de la madera, ligados al grosor de los anillos anuales y en el porcentaje de contenido en la madera de copa (resultado de una mayor proporción de madera de compresión y de madera juvenil), al no tener en cuenta cambios en las prácticas de cultivo, deposición de nitrógeno y otras causas. En porcentaje, el valor obtenido para el carbono en la madera (50,42 %) resultó muy en consonancia con los referenciados en la literatura. Sin embargo el porcentaje de contenido en la madera de copa (< 7 cm) era 0.75 % mayor que en el tronco, resultado de una mayor proporción de madera de compresión y de madera juvenil). Los autores proponen aplicar una regresión para calcular el crecimiento en volumen de cada árbol y derivar de él el contenido en carbono para evitar la variación de12 a 13 % entre el carbono así calculado y el derivado del modelo. Aspecto puntual, pero que puede adquirir importancia en determinados lugares, es el impacto negativo que causa el viento al tirar el arbolado y, en consecuencia, alterar los contenidos y flujos de carbono, para cuyo cómputo riguroso debe tenerse en cuenta. Thürig et al (2005) aplican a tales efectos el modelo de escenario forestal MASSIMO y el modelo YASSO para el carbono en el suelo adaptados a los bosques en Suiza. La estimación del coste de mitigación de los niveles atmosféricos de CO2 a través de la forestación es abordada mediante modelos econométricos que permiten comparar los beneficios del uso forestal de la tierra respecto a otras formas de uso. También, hacen posible valorar la inclusión de externalidades compatibles (y complementarias) de la producción de bienes tangibles (madera) en la gestión forestal, entre ellas el papel del bosque en las emisiones antropogénicas de carbono. En el trabajo de Plantinga y Mauldin (2001) se simulan subsidios para la forestación que impliquen aumento de la superficie forestal y reducciones del CO 2 atmosférico, y se derivan las mediciones del coste medio de los programas de forestación (subsidio dividido por el carbono total secuestrado) sin tener en cuenta el aprovechamiento de madera que se produzca. Se concluye que el cambio climático puede tener un gran efecto potencial sobre los costes de repoblación. El modelo FAUSTMAN, extendido a externalidades ambientales por Hartman- Trang, es aplicado a bosques de Pseudotsuga por Englin y Callaway (1995) para determinar el turno óptimo de un rodal arbóreo que maximice el valor actual neto de los beneficios que reporta el aprovechamiento forestal en mercado en un caso, e incluyendo también el secuestro de carbono y otras externalidades (fauna, caza, pesca, paisaje, aguas), en el otro; así como el carbono liberado a la atmósfera en la corta y a consecuencia de la descomposición de los restos de corta en monte. En el modelo inicial se llevan a cabo ajustes correspondientes a la inclusión del valor actual del carbono secuestrado en la madera en cada corta, el incremento del flujo de carbono que se secuestra al crecer los árboles y el carbono liberado a la atmósfera en la corta y a consecuencia de la descomposición de los restos de corta en monte. Se consideran dos casos: en uno, se maximiza el beneficio sin tener en cuenta las externalidades; en el otro, se contempla sólo el efecto de mitigación del cambio global por secuestro de carbono. Los resultados muestran que las diferencias entre los turnos óptimos para el secuestro de carbono conducen a diferencias en las otras externalidades. Concluyen que tanto el efecto de una política de secuestro de carbono como el de optimización de las otras externalidades dependerá de la tasa de descuento empleada, si bien en la mayoría de las situaciones aquellas varían menos del 10% entre situaciones. A altas tasas de descuento aplicadas (10%) las externalidades asociadas con los rodales mas viejos (45-50 años) son favorecidas bajo un regimen de secuestro de carbono, mientras que disminuyen si se asocian con rodales jóvenes (25 años). Si bien estos resultados no son aplicables a bosques añosos, esta limitación del estudio no es grave dado que estos son pobre candidatos para la aplicación de políticas de secuestro de carbono. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 140 140 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” El modelo BIOME-BGC estima, respectivamente, en 3,80 Pg C año-1 y en 118 Pg C la producción primaria neta anual y el contenido en carbono de EEUU en las condiciones actuales, con incrementos del 11% en PPN y del 7% en el carbono almacenado en un escenario en que se doble la concentración de CO2. La aplicación del modelo BIOME-BGC a un bosque de Picea schrenkiana en el NE de China, simulando un aumento de CO2 y temperatura (Su et al, 2007) revela un incremento en PPN (26.4% a 37.2 %) al doblarse la concentración de CO2 y aumentar ambas variables climáticas; también, aunque en menor grado (hasta 18.6 %) al incrementarse solamente la temperatura y las precipitaciones, con mayor contribución del incremento de precipitaciones que de las temperaturas, lo que revela la influencia de las condiciones locales en las respuestas al cambio climático. En un estudio que concierne a un bosque de Picea mariana en Canadá se analizaron dos modelos basados en procesos – FOREST –BGC, perteneciente al grupo fisiológico y CENTURY 4.0, que ilustra una aproximación al ecosistema (Luckay y Larocke, 2002). El clima del lugar objeto de estudio es continental con inviernos fríos (mínimas de -30ºC) y estíos templados (25ºC). Se supone un incremento de CO2 de 350 a 700 ppm en 100 años, acompañado de un aumento de temperatura media de 6,1 ºC y un descenso de precipitaciones de 10% Ambos modelos CENTURY 4.0 y FOREST-BGC predicen incrementos de biomasa al aumentar el CO 2 al final del periodo considerado, pero difieren en su magnitud. Para CENTURY se calcula la producción en 88.500 kg C ha-1 (un 23% más que el control) y casi el doble (158.000 kg C ha-1) para FOREST-BGC con el incremento de CO2. La combinación de éste con el aumento de la temperatura conduce a un decremento en el carbono secuestrado de 14% para CENTURY y un incremento de 28% para FOREST. En hojas, para el escenario control los valores son próximos (4.800-4.900 kg C ha-1) y los incrementos al hacerlo CO2 difieren (27 y 71% respectivamente respecto a los controles), mientras que la acción combinada de aumento de CO 2 y temperatura, produjo descensos en el carbono secuestrado, más acentuados en el modelo FOREST. Las diferencias mas acusadas entre ambos modelos se muestran, por tanto, en el impacto conjunto de aumento de CO2 y temperatura. El contenido de carbono en la hojarasca dan valores 10 a 25 veces más altos en FOREST. En ambos modelos, los mayores incrementos fueron para aumento solamente de CO2 y los mayores descensos para aumento de temperatura solamente. Los efectos de las precipitaciones fueron inapreciables. En suma, ambos modelos tienen coincidencias y el contenido final generado es consistente en ambos y entre ambos. Las cantidades en madera y follaje predichos por FOREST para el incremento de CO2 son mayores que por CENTURY. La combinación, más realista, de aumento de CO2 y temperatura condujo a resultados divergentes, con descenso en CENTURY e incremento en FOREST. Estos efectos interactivos sobre los procesos fisiológicos no se consideran bien documentados y no son fácilmente identificables. El modelo FORCARB es un modelo de simulación empírico, que se formuló en EEUU para caracterizar la dinámica del carbono en sistemas forestales y analizar el flujo de carbono sobre la producción de madera. El modelo usa datos de TAMM (Timber Assessment Market Model) y de ATLAS (Agregated Timberland Assessment System), que proporcionan estimaciones del inventario forestal cada diez años, que incluyen datos sobre región, tipo de bosque y propiedad, con cuantificación del carbono en el suelo, arbolado y vegetación subsidiaria. La aplicación del modelo FORCARB-ON al futuro almacenamiento de carbono en los productos (madera en pie, en cargaderos, energía y emisión) en el aprovechamiento de bosques de Ontario (Canadá) proyectados para el periodo 2001-2100, muestra un incremento anual (3,60 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 141 5. El sector forestal en la mitigación del cambio climático 141 Mt C año-1 para madera en pie y en cargadero, y 1,20 Mt C año-1 para combustible con fines energéticos, cantidades a las que se añadiría 0,10 Mt C año-1 por el crecimiento en los bosques. Estos datos muestran que los aprovechamientos regulados en los bosques de Ontario evidencian la condición de sumideros estables de carbono de los propios bosques y de los productos aprovechados en los mismos (Chen et al, 2008). Jong et al (2007) aplican el modelo CO2FIX V3.1 para calcular los flujos de carbono en bosques mixtos e irregulares, de roble y pino, bajo tres escenarios (gestión usual, conservación de los robles, y conservación de los robles junto con uso bioenergético de los pinos). Los resultados muestran un potencial de mitigación al cabo de 20 años de 8,20 a 19,30 t C ha-1 para el escenario de conservación de los robles, entre 21,60 y 42,90 t C ha-1 para el escenario conjunto (conservacion y aprovechamiento energético), con un flujo anual de 1,36 t C ha-1, mientras que con la sola conservación de los robles se detendría la acumulación de carbono al cabo de 40 años. Los sistemas agroforestales en los trópicos tienen gran importancia para la fijación de carbono dada la gran superficie que ocupan y las posibilidades de mejorar la gestión técnica, que acarrea junto al incremento de su capacidad de secuestrar carbono los beneficios derivados de la protección contra fuegos, conservación de la productividad del suelo y el uso de madera como combustible en vez de otras fuentes energéticas (Kürsten y Burschel, 1993). Se ha estimado en 3 a 25 t ha-1, que puede llegar a 60, incluso se da la cifra de 95 para el carbono secuestrado en los sistemas agroforestales en los trópicos. El carbono almacenado en la madera tras su empleo depende de la vida media del producto obtenido y puede variar entre una tonelada y 100 t C ha-1. En todo caso, el mayor potencial de secuestro de carbono mediante forestación reside en los trópicos tanto por la gran extensión de terreno existente como por la potencial elevada tasa de crecimiento. En el análisis comparativo de los contenidos de carbono hechos por García- Oliva et al (2006) en tres ecosistemas forestales se dan los siguientes contenidos: 190 MgC ha-1 en un bosque tropical húmedo en Cuba con el 62% en el vuelo, 150 Mg C ha-1 en un bosque templado en España con el 75% en el suelo y 82,60 Mg C ha-1 en un bosque de frondosas de hoja caediza en Méjico con 51% Mg C ha-1 en el suelo, cifras en alguna medida comparables a los mostrados en 2.2 (tabla 1) y figura 5.1. Los autores subrayan que los bosques tropicales no pueden garantizar el carbono secuestrado si los programas forestales no consideran la protección de la biomasa del vuelo, en contraste con los datos del bosque templado que evidencian un mayor secuestro de carbono en el suelo y, en consecuencia, una menor vulnerabilidad a los programas forestales. En la asunción de que con el aumento de temperatura el incremento de productividad producido conducirá a la reducción del turno en los países escandinavos, Weslien et al (2009) simulan los efectos sobre la producción de madera, secuestro de carbono, calidad del agua y residuos leñosos (CWD) bajo la combinación de tres escenarios climáticos y cinco niveles de productividad mediante modelos de ecosistema. Concluyen que en cada escenario climático, el aumento de productividad acarrea incrementos del carbono secuestrado en parte aérea y radical, y reducción en la acumulación de CWD, y carece de efectos sobre el nitrógeno, que se pierde por escorrentía; mientras que en cada nivel de productividad simulado el calentamiento climático conduce a reducciones en el secuestro de carbono en raíces y CWD, y aumento en el nitrógeno perdido por escorrentía. La inclusión del carbono secuestrado en el bosque y en los productos forestales (con la reducción de las emisiones por la sustitución de otros materiales por la madera) incrementa sustancialmente el 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 142 142 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” papel del sector forestal en la mitigación del CO2 atmosférico. La aplicación del modelo de gestión forestal Remsoft Spatial Planning System (RSPS) para maximizar el carbono en el bosque, la biomasa y los productos obtenidos en una hipotética masa forestal de 30.000 ha en New Brunswick, Canadá, durante 300 años conduce a Hennigar et al (2008) a concluir que considerar sólo la masa forestal y no, también, los productos obtenidos y el carbono en la materia orgánica muerta, subestima la contribución del bosque al secuestro de carbono. Maximizar durante el periodo 1 a 200 años la cosecha suponía 3,16 m3 ha-1 año-1 de madera y 0,126 t C ha-1 año-1 frente a 0,98 m3 ha-1 año-1 y 0,228 t C ha-1 año-1 respectivamente si se maximiza el bosque. Si se maximizan bosque y productos la cosecha y el carbono secuestrado resultan 173% y 5% mayores que si sólo se contempla el bosque; valores que suben a 218% y 6%, respectivamente, si también se maximizan los beneficios de sustitución (se evitan la emisión de 0,26 t C por m3 de madera usada). Asimismo, la estructura inicial de la masa en los años 1 a 50 da lugar a tasas de secuestro de 0,31, 0,10 y -0,14 t ha-1 año-1 cuando se maximiza el carbono almacenado por rodales jóvenes, regulares (de la misma edad) y viejos respectivamente. Estos resultados evidencian que la inclusión de los productos forestales puede maximizar la contribución del sector forestal a la reducción del CO2 a escala operativa. 5.2.4. Deforestación La deforestación y la degradación de los ecosistemas forestales constituyen causas importantes del calentamiento global registrado en el último siglo y representan el 17% de la emisión de GEI a nivel mundial (IPCC, 2007); si bien, no son comparables la configuración y estado de los bosques boreales y templados con las de los bosques tropicales. Desde el siglo pasado, la superficie arbolada de los bosques boreales, y mayormente, de los templados del hemisferio norte, ha aumentado merced a las repoblaciones masivas. También, se han incrementado las existencias maderables por unidad de superficie en las masas de tradicional aprovechamiento maderable. Afirmación confirmada, en lo que a Europa concierne, por la existencia de una tendencia general de incremento de productividad registrada en muchas masas forestales del norte, centro y sur del continente europeo, con una predicción de aumento de superficie de un 6% para 2080 (Karjalainen et al, 2002). Ello es achacable a la aplicación de técnicas de manejo forestal y concurrencia de otros factores (aumento atmosférico de CO2, deposición de nitrógeno). Estos hechos contrastan con lo sucedido en zonas en que se han producido importantes pérdidas en superficie y en existencias, tanto por incendios (en el sur) como por polución atmosférica (en el centro). Los trabajos integrados en una monografía sobre las tendencias del crecimiento en los bosques europeos publicada por el “European Forest Institute” (Spiecker et al, 1996) recogen aspectos concernientes a estos hechos y circunstancias. En contraposición, los bosques tropicales han sufrido, y sufren, talas masivas. Las pérdidas de carbono acumuladas históricamente se han cifrado en 182-199 Pg (Canadell et al, 2004) y las emisiones para el siglo XXI en 40 a 100 Pg C (Valentini, 2003). La deforestación y degradación de las regiones tropicales y subtropicales, con superficies de corta estimadas en millones de hectáreas anuales, representa en torno a un cuarto de las emisiones antropogénicas de CO2 (IPCC, 2007). Esta deforestación conlleva una pérdida considerable del carbono almacenado en la biomasa y en los suelos afectados, que resultan parámetros clave en el debate sobre el ciclo de carbono y el cambio climático. El carbono atmosférico proveniente de la deforestación en los trópicos se cifraba en 1990 entre 1,10 ± 0.30 Gt C año-1 y 1,60 ± 0.40 Gt C año-1 (Achard et al, 2004; Houghton, 2005, respectivamente); 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 143 5. El sector forestal en la mitigación del cambio climático 143 en cifras que habrán aumentado dado el decremento en la tasa de uso agrario -forestal y agrícolaentre 1990 y 2000, estimada en 6,90 Mha año-1 (FAO, 2001). Su importancia es notoria en comparación con las emisiones procedentes de la quema de combustible fósiles e industria del cemento, estimadas en 6,30 ± 0,40 Gt C año-1, referidas a la década 1990-1999 (Prentice et al, 2001). Una representación esquemática (Figura 5.1) de la evolución de las emisiones de carbono a la atmósfera por cambios en el uso de la tierra en los diferentes continentes o agrupaciones de países (Houghton, 1999) muestra que la tasa de incremento de las emisiones se ha elevado considerablemente en el último medio siglo, especialmente en los continentes con bosques tropicales. La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) hace suyas la conclusiones del Eliasch Review (Eliasch, 2008) al afirmar que si no se detiene la destrucción de bosques es poco probable lograr la estabilización atmosférica de GEI a un nivel tal que se eviten los peores efectos del cambio climático. En la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP14) celebrada en Poznan (Polonia, diciembre 2008) la UICN (2008) recomienda la puesta en práctica de mecanismos de REDD (reducción de emisiones por deforestación y degradación en países en desarrollo). Se trata de un mecanismo complementario que incluye la evitación de la deforestación entre las metas de la reducción de emisiones, como parte de un régimen post 2012 que complemente, pero que no debilite ni substituya, objetivos ambiciosos de reducción de emisiones. Entre sus recomendaciones cabe destacar la instancia a las Partes a exigir la identificación de las causas de la deforestación y degradación, a incluir la restauración de tierras forestales degradadas en los futuros mecanismos de REDD y a proveer financiamiento adicional para el desarrollo de capacidades en los países candidatos para REDD. Estos hechos muestran la importancia que suscita la detención de la deforestación en los trópicos como medio para la mitigación del carbono atmosférico en el contexto forestal, que se proyecta en informes y estudios econométricos. En el trabajo de Kinderman et al (2008) se hace un análisis de estimación de los costes en la reducción de emisiones de CO2 por evitación de la deforestación en los trópicos. Lubowski et al (2006) estiman el secuestro de carbono en relación con la puesta en marcha de mecanismos de REDD. Ya se ha mencionado que los inventarios de biomasa y carbono se basan en su estimación mediante modelos alométricos. También la teledetección suministra datos sobre algunas variables independientes para estimar el contenido en carbono de la vegetación en combinación con medidas directas sobre el terreno, pero ambos procedimientos están limitados en muchos países (principalmente aquellos con mayor riesgo de deforestación). Por ello debe existir un acuerdo sobre las herramientas, métodos y operatividad que cada país ponga en juego para lograr el necesario rigor y exactitud de las estimaciones del contenido en carbono para sustentar un programa para el secuestro de carbono tal como REDD. Con tal propósito Anderson et al (2009) plantean los objetivos específicos que deben tener presente los científicos y políticos implicados en la consecución de inventarios nacionales de carbono con fines de valoración económica del secuestro potencial de carbono y las posibles transacciones comerciales derivadas del mismo. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 144 144 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” 5.3. forestación 5.3.1. Consideraciones previas Las contribuciones de la forestación y las actividades agroforestales a la captura de carbono, expresadas en porcentaje, muestran la gran potencialidad de las zonas tropicales (61%) y de las zonas templadas (33%) según FAO, 2001 (Figura 5.2). figura 5.2. Contribución potencial de forestación y actividades agroforestales a la captura de carbono (Tomado de FAO, 2001, según Dixon, 1993) El uso de la vegetación como sumidero de carbono se ha propugnado en términos de que permite comprar tiempo, jugando un papel de puente hasta que estén disponibles nuevas tecnologías limpias con las que se reduzcan o anulen las emisiones de CO2. Sin embargo, aunque los beneficiosos papeles desempeñados por la vegetación y el establecimiento de nuevas plantaciones no se cuestionan en términos de preservación de la biodiversidad, producción forestal y otros efectos positivos, el papel de mitigación del cambio climático asignado a la vegetación presenta serias limitaciones que, en opinión de algunos especialistas, no justifican la noción de que los árboles pueden comprar el tiempo, entendiendo que sólo bajo determinadas condiciones pueden jugar un papel en minimizar los impactos del cambio climático. En tal sentido, resultados derivados de la aplicación de modelos para describir los cambios en la concentración de carbono atmosférico en función de las emisiones, tasas de absorción y almacenamiento por los sumideros para un horizonte de 100 años, conducen a argumentar que la plantación de árboles sólo sería beneficiosa para reducir los impactos del cambio climático si los impactos más severos fueran los relacionados con el efecto acumulativo del aumento de temperatura; pero si los impactos mas severos fueran otros, las plantaciones reportarían mayores beneficios si se retrasaran lo mas posible hasta el momento en que se esperara acaeciesen aquellos (Kirschbaum, 2003). En todo caso, como mensaje simple, es válido concluir que el aumento de los contenidos de carbono en los ecosistemas forestales es útil. La forestación puede jugar un papel importante en la mitigación de emisiones de CO2. Si bien, el secuestro de C en los bosques tiene una vida finita, con una tasa de absorción en disminución, que alcanza el equilibrio tras un periodo de tiempo (estimado en unos 80 años para los bosques 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 145 5. El sector forestal en la mitigación del cambio climático 145 de coníferas del sur de USA), constituye un puente hasta la aplicación de nuevas tecnologías en el sector energético. Los árboles absorben grandes cantidades de carbono, si bien en dependencia de la especie, el clima, el suelo y la selvicultura aplicada. Tras su primeros años de vida, para los que se ha estimado una incorporación de carbono que no supera 1,90 Mg C ha-1 año-1, se alcanza el máximo (estimado en 3 a 4,90 Mg C ha-1 año-1 ) en la etapa de mayor crecimiento y desarrollo de la copa; posteriormente, en su madurez, al disminuir la tasa de crecimiento, la incorporación de carbono en su biomasa disminuye, llegando a una etapa final en la que la respiración del rodal puede exceder a la fotosíntesis y convertirse en fuente de carbono (Perry,1994). Asimismo, la incorporación de carbono al suelo derivada de la forestación en terrenos otrora agrícolas mejora su anterior capacidad de captura, especialmente si se lleva a cabo una adecuada preparación del terreno, se usan especies de alta productividad primaria neta y, si se trata de plantaciones con especies de crecimiento rápido, se añaden fertilizantes nitrogenados que puedan compensar el mayor requerimiento de nitrógeno derivado del efecto fertilizante del incremento de CO2 (Lal, 2005). La biosfera terrestre absorbe alrededor de un tercio de la entrada anual de carbono a la atmósfera (Keeling et al, 1996), una parte significativa de la misma en los ecosistemas forestales de latitudes medias del hemisferio Norte, siendo la vegetación y mayoritariamente las reservas de materia orgánica del suelo, los mayores sumideros de CO2. La ordenación de la tierra, incrementando las áreas forestales y la densidad de las existencias de carbono, los pertinentes tratamientos selvícolas y la ordenación de los montes, pueden contribuir a compensar las emisiones de CO2. Asimismo, un aumento de la concentración atmosférica de CO2 podría, en principio, tener un efecto fertilizante sobre las masas forestales, aumentar el crecimiento y, en consecuencia, incrementarse el secuestro de carbono. Los expertos se preguntan, sin embargo, si se mantendrían dichos incrementos, pues con el tiempo los árboles pueden aclimatarse y producirse una regulación a la baja que pudiera conducir a falta de efectos positivos en el crecimiento a largo plazo (Karnosky, 2003). En el Protocolo de Kyoto (UNFCCC, 1997) se reconoce que la eliminación de CO2 de la atmósfera es un medio válido para mitigar el cambio climático. En su Artículo 3.1 del Anexo I se acuerda reducir las emisiones de gases de efecto invernadero a unos niveles que se mantengan en el periodo 2008-2012 y se incluye una lista de actividades forestales y de cambio de uso de la tierra que pueden usarse para ayudar a cumplir los valores marcados sobre las emisiones de CO2. En dicho Protocolo se señala Enero de 1990 como la fecha base para tener en cuenta el posible papel de los bosques en la mitigación de los efectos de las emisiones. Asimismo, en los países referenciados en el Anexo citado, se permite convertir terreno no forestal en forestal para contribuir a la mitigación de emisiones de CO2. Se precisan los conceptos de “afforestation” (forestación) frente a “reforestation” (reforestación), el primero aplicado a la plantación (o siembra) de un terreno que no ha tenido bosque en los 50 años anteriores, frente al segundo que se refiere al caso de que durante dicho periodo de tiempo hubiera existido una masa arbórea en la misma. En España, el lenguaje técnico forestal ha utilizado tradicionalmente el término “repoblación forestal” con carácter amplio, englobando forestación y reforestación, reservando el término reforestación para la reintroducción del arbolado en terrenos poblados hasta época reciente (SECF, 2005). Asimismo, para las plantaciones con especies de crecimiento rápido y turno corto (choperas, eucaliptares), objeto de prácticas selvícolas de aplicación común en los 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 146 146 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” cultivos agrícolas, se usa también la designación de “cultivos forestales”, o simplemente “plantaciones forestales”, nombre usado con tal propósito en lo que sigue para marcar las diferencias apuntadas, aún cuando el término plantación tiene una connotación mas general. La forestación plantea fijar la mínima fracción de cabida cubierta con arbolado que define una masa forestal, cantidad variable entre países. En Europa varía entre un 10% en España, Francia y algunos países mediterráneos, y llega al 30 % en Austria y Hungría; mientras que en los continentes americano y africano, un límite mínimo del 10% en muchos países excluiría de la calificación de bosque a extensiones muy grandes. Además de tener en cuenta dicha fracción de cabida cubierta, el tamaño mínimo en superficie en hectáreas y la anchura mínima en metros, son complementarios. A efectos del uso de la tierra y actividades forestales bajo la directiva marcada por el protocolo de Kyoto, en la reunión de Marruecos (UNFCC, 2002) se acordó una definición de bosque que incorpora junto a su extensión mínima características del vuelo y su potencial en la madurez (Verchot et al, 2007). En un documento posterior de SBSTA (UNFCC, 1998) se especifica que los sumideros de carbono pueden implementarse añadiendo la cantidad de carbono secuestrado por actividades de reforestación y forestación (repoblación forestal) y sustrayendo las pérdidas por deforestación, iniciadas desde 1990, medidas como “cambios en el carbono almacenado durante el periodo acordado en el Protocolo”. En el documento de FAO (2001), ya citado, haciendo referencia a Brown (1996) se dan los valores de 38 Gt C secuestrado para los 50 años siguientes (30,60 Gt por forestación y reforestación) y 7,00 Gt por plantaciones agroforestales (Figura 5.2). Se añade que en el trópico podrían capturarse 11,50 a 28,70 Gt C adicionales a través de una regeneración asistida de unos 217 millones (supuestamente de hectáreas) de terrenos degradados. 5.3.2. la repoblación forestal Los proyectos de repoblación forestal pueden ser un complemento de las actividades forestales disponibles para mitigar el cambio climático y ser incluidos en el CDM (Clean Development Mechanism) como una opción de bajo coste. Sin embargo se plantean incertidumbres sobre la adicionalidad de tales proyectos y resulta difícil determinar los beneficios netos en carbono y los provechos forestales obtenidos Los modelos de circulación general (MCG) pueden usarse para predecir los previsibles grandes cambios en la distribución y productividad de las especies arbóreas (por ejemplo, Iverson y Prasad, 2001). Reviste interés la aplicación de la moderna teoría de portfolio desarrollada por Markowitz a las incertidumbres de mercado para seleccionar una mezcla de orígenes de semillas de uso en las repoblaciones que minimice la varianza y la covarianza, en suma el riesgo de inadaptación de los conjuntos de semillas seleccionadas, a lo largo de los escenarios de cambio climático que se consideren (Crowe y Parker, 2008). Se utilizan las respuestas de crecimiento en ensayos de procedencias para emparejarse con los diferentes escenarios climáticos para su entrada en el modelo portfolio. Los diferentes componentes de la solución se comportan de diferente manera bajo los diferentes futuribles y cada componente se adecua para explotar el nicho que proporciona uno o más de dichos futuribles. Dado que todos los escenarios se presumen igualmente probables, no se requiere que se expliciten. Sin embargo, la estrategia, según los propios autores, es menos apropiada para especies de amplia ecología. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 147 5. El sector forestal en la mitigación del cambio climático 147 Los impactos en el bienestar y el mercado de políticas alternativas para el secuestro de carbono en EEUU se han analizado con el modelo económico FASOM (Forest & Agricultural Sector Optimization Model) desarrollado por EPA (Environmental Protection Agency), (Alig et al, 1997). El sector forestal del modelo FASOM consiste en tres bloques: funciones de demanda de productos forestales, superficie y dinámica de bosques, y tecnología de productos y costes. Su integración con las posibilidades de mitigación de gases de efecto invernadero (GEI) mediante un modelo de segunda generación, SGM, desarrollado por JGCRI (The Joint Global Change Research Institute), ha dado lugar al modelo FASOMGHG (Mc Carl y Sands, 2007). En él se integran una representación detallada del sector forestal en USA y otras posibilidades de mitigación GHG no forestales para analizar la competitividad del secuestro biológico de carbono desde un punto de vista de una estrategia dinámica y múltiple. Resultan factores clave la disponibilidad de terreno y la efectividad del coste respecto a otras opciones. Se concluye que, a corto plazo, con precios bajos de CO2 el secuestro de carbono en los ámbitos agronómico y forestal constituirá un puente importante para el futuro; a precios más altos, la forestación y los biocombustibles estarán entre las opciones terrestres más dominantes para paliar las emisiones. A largo plazo, las opciones del sistema energético que reduzcan las emisiones serán las predominantes La restauración de zonas mineras degradadas (muy pobres en carbono), mediante forestación, reviste especial interés. En un estudio llevado a cabo por el Instituto Politécnico de Virginia, se da un valor medio de 217 Mg ha-1 de carbono secuestrados por el suelo en plantaciones forestales sobre antiguas zonas mineras, tras 20-55 años; que si bien es menor que los 285 Mg ha-1 registrados en bosques naturales, representa un gran potencial de almacenamiento de carbono, al que pueden unirse beneficios derivados del aprovechamiento forestal de las plantaciones si se desarrolla un tecnología adecuada al peculiar ecosistema (Litinsky et al, 2006). Estudios semejantes, llevados a cabo por otros centros de investigación norteamericanos, conducen a estos autores a cifrar en 290 Tg C año-1 el potencial de secuestro en los suelos de EE.UU., cifra a la que se añadiría el secuestro inherente a la biomasa vegetal. Cuestión de especial importancia es hasta qué punto el aprovechamiento de la madera y el secuestro de carbono en la misma daría lugar a un secuestro neto cuando el bosque se corta y se hace una nueva plantación que almacena carbono. En este sentido, reviste interés cuantificar el flujo de carbono de un ecosistema - emisión o secuestro- transcurridos algunos años de la plantación de un rodal tras su corta, la cual provoca cambios en su microclima que afectan a la respiración en el suelo y, en consecuencia, al flujo de carbono En una región sub-boreal, con una vegetación natural de matorral y hierbas, tras la corta a matarrasa de un bosque de “piceas” y posterior plantación, la medición, a los cinco años, del flujo de CO2 mediante el balance de energía de la relación de Bowen y , también, mediante mediciones directas del flujo en el vuelo y en el suelo, mostró que los principales componentes del flujo fueron la emisión por respiración en el suelo (+338 g C m-2) y la absorción fotosintética de la vegetación accesoria (- 375 g C m-2) que tras la senescencia se convirtió en fuente emisora; hechos que dada la escasa absorción fotosintética del vuelo (- 48 g C m-2) hacen ver el cambio del lugar de sumidero a fuente de CO2 (Pypker y Fredeen, 2001). Según Harmon et al (1990) se requerirían prolongados periodos de tiempo para contestar afirmativamente a la cuestión planteada en el párrafo anterior; periodo que cifra en 250 años para un bosque de Pseudotsuga. Sin embargo, otros planteamientos consideran que debe tenerse en cuenta la menor descarga de carbono a la atmósfera al sustituir los combustibles fósiles por madera, con lo que aumenta el valor asignado al carbono secuestrado. En cualquier caso hay que elegir entre dos estrategias: plantar y mantener los árboles por largos periodos de tiempo 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 148 148 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” para almacenar carbono, o cosechar para combustible y replantar y evitar emisiones de carbono por combustibles fósiles, es decir reciclar el carbono. Existen cuatro factores determinantes: la cantidad de biomasa viva en el lugar y momento, la productividad esperada, la eficiencia en la sustitución del combustible fósil y el periodo de tiempo elegido; una premisa subyacente es el terreno como factor limitante (Marland y Marland, 1992). En todo caso, sólo tiene en cuenta la parte aérea y no se consideran cambios en el clima. Asumida una función de crecimiento en la aplicación del modelo, se concluye que en los bosques con altas tasas de crecimiento la saturación del carbono en la biomasa se produce pronto y que la absorción es mínima si la biomasa inicial es grande. Asimismo, con el tiempo la saturación se produce con tasas de crecimiento progresivamente mas bajas. En consecuencia, si se contemplan los rodales forestales como estrategia para reducir emisiones por combustibles sólidos, hay que tener en cuenta, con que rapidez secuestran el carbono, cómo cambia su tasa de crecimiento con el tiempo y qué biomasa máxima soportan. Según el modelo, suponiendo un stock máximo soportable por el rodal de 150 t C ha-1, a los 30 años, incluso los bosques más productivos crecen lentamente y convergen a la saturación; al final de 50 años, árboles con tasas mayores de 8 t C ha-1 año-1 se saturan, y lo hacen a los 100 años si tienen tasas mayores de 3 t C ha-1 año-1, pero continúan absorbiendo carbono si el crecimiento fuera menor. En el supuesto de una cosecha a los 50 años, cuando el stock de carbono es de 40 t ha-1, y con una eficiencia de 0,75 al sustituir el combustible fósil por la madera, si la biomasa inicial es grande y la tasa de crecimiento baja, la emisión de CO2 en las acciones implicadas en el aprovechamiento de la madera no se compensa dado el lento crecimiento; si la eficiencia es menor, la compensación es todavía mas baja. Al comparar con la situación de dejar crecer a los árboles y almacenar carbono, resulta más efectivo en términos de secuestro de carbono, aprovechar los árboles y usar eficientemente. Si el stock es grande, y también la tasa de crecimiento, el aprovechamiento a 50 años también resulta más efectivo (la productividad entra dentro del rango que comprende el valor mínimo de turno corto estimado como rentable, 5,60 t C ha-1 año-1). Con el aprovechamiento reducido a 30 años y la sustitución de los combustibles fósiles sólo puede considerarse para gran productividad. La efectividad relativa de reciclar el carbono, frente a almacenarlo depende de la eficiencia con que se use la madera cortada y si dicha eficiencia es baja (por ejemplo, 0,375) sólo si la tasa de crecimiento es muy alta el uso de la madera como combustible secuestrará más C que dejar que crezcan los árboles. La perspectiva temporal es otro factor importante. Si es de 30 años, el aprovechamiento sólo será oportuno con una alta productividad y buena eficiencia de uso. Con 100 años, serán más favorables los turnos mayores en las plantaciones energéticas con baja eficiencia; también influye el stock inicial máximo soportable (Izaurralde et al (2007). Las estrategias de manejo de la tierra y la utilización de biomasa para secuestrar carbono y producir bioenergía han sido objeto de análisis con el modelo GORCAM (Schlamadinger y Marland, 1996) El modelo permite cuantificar los contenidos (suelo, vegetación, productos de madera, reciclado) y flujos de carbono (desde y a la atmósfera) derivados de las decisiones de gestión forestal. Se barajan cifras de captura de carbono de 5,20 t C ha-1 en un escenario de 100 años, para la producción de biocombustibles en terreno agrícola con especies a turno de corta de 20 años Estos mismos autores lo han usado para la evaluación de créditos emisión- reducción de CO2 del protocolo de Kyoto para poner en evidencia que un proyecto forestal que dé lugar a la máxima reducción de créditos según el Protocolo, no necesariamente produce el máximo beneficio para las emisiones netas de CO2 a la atmósfera. El trabajo en Science (Marland et al, 2007), en el que se analizan los beneficios en carbono de bosques y combustibles completa un abundante repertorio de comunicaciones científicas sobre el tema del mismo grupo investigador. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 149 5. El sector forestal en la mitigación del cambio climático 149 En algunos casos, tras un incendio, la regeneración natural no es viable y se recurre a la repoblación forestal. Tal es el caso de algunos ecosistemas boreales con otrora cubierta arbórea de Picea mariana, cuya forestación les convertiría en potenciales captores de carbono. Con el uso del método de análisis del ciclo vital para calcular las emisiones de gases con efecto invernadero (GEI) y con la aplicación del modelo CO2FIXv.3.1 para el cálculo del balance de carbono entre dos escenarios, la línea base (masa natural con índice de sitio 9 a los 50 años) y la repoblación (con índice 6 a los 25 años), se estimó el carbono en el ecosistema. Para 70 años después de la plantación se obtuvo un balance de 77,0 t C ha-1 , con una tasa de secuestro neto de 1,10 t C ha-1 año-1. La integración de las incertidumbres daba valores de 1,30 t CO2 equivalentes ha-1 y tasas medias de secuestro de 0,20 a 1,90 t C ha-1 año-1. Minimizar las incertidumbres maximizaría el potencial de secuestro de carbono (Gaboury et al, 2009). 5.3.3. Plantaciones forestales Los proyectos de plantaciones forestales pueden ser un complemento de las actividades forestales disponibles para mitigar el cambio climático y ser incluidos entre los CDM como una opción de bajo coste. Sin embargo se plantean incertidumbres sobre la adicionalidad de tales proyectos y resulta difícil determinar los beneficios netos en carbono y los provechos forestales obtenidos y es cuestionable la inversión en plantaciones de turno corto frente a plantaciones con especies de turno largo; a largo plazo las plantaciones bioenergéticas son mas beneficiosas, si bien las de turno largo proporcionan productos de mayor precio y otras externalidades compensatorias, aunque de difícil evaluación. En todo caso, las plantaciones con especies de crecimiento rápido, con densidades altas y turnos cortos han despertado especial interés, al unirse a su papel productivo y su contribución a reducir las cortas en bosques naturales (o domesticados), su contribución a la mitigación del carbono atmosférico. El carbono acumulado en las plantaciones forestales y su evolución temporal deben tenerse en cuenta en la evaluación del secuestro de carbono en los ecosistemas terrestres. En ellas, la acumulación de materia orgánica en el suelo, el 58% de la cual es carbono, está estrechamente relacionada con el clima, la vegetación y el tipo de suelo. En una cronosecuencia de 50 años de plantaciones de Pinus resinosa sobre antiguos campos agrícolas en Canadá, los valores medios de las tasas de acumulación de carbono, en Mg C ha-1 año-1, en 348 localidades, tras 22 años, ascendieron a 1,66 ± 0,03 en la biomasa, 0,56 ± 0,07 en el suelo forestal, 0,86 ± 0,47 en suelos limosos y -0,18 ± 0,24 en suelos arenosos (entre 0 y 100 cm de profundidad), con una acumulación total de carbono en las plantaciones de 51,40 ± 4,80 Mg C ha-1. Estos resultados muestran que al menos durante las dos primera décadas los suelos actuaron como sumideros de carbono, particularmente los suelos limosos en comparación con los arenosos, sin diferencia sustanciales en cuanto a drenaje (Ouimet, 2007). En un estudio paralelo se estudió el efecto de la labranza en tierras de barbecho plantadas con Picea glauca sobre el contenido de carbono durante 50 años. No se resgistraron diferencias entre tratamientos control y arado del suelo. Durante este periodo, el carbono acumulado en la plantación fue de 75 Mg ha-1, con la mayor tasa de acumulación de carbono en el vuelo entre 10 y 35 años, con 12 Mg ha-1 de carbono acumulado hasta los 22 años en los árboles de mayor edad en el periodo considerado por el protocolo de Kyoto (2008-2012). El suelo fue una fuente de carbono, principalmente hasta que la plantación alcanzó los 22 años, aunque globalmente con una pérdida de 0.80 % durante los 50 años. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 150 150 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” En plantaciones de pino silvestre sobre tierras marginales en la región Povolgie (Rusia) se obtuvo una tasa de carbono secuestrado en el vuelo durante 50 años de 80 t C ha-1, con un crecimiento en el equilibrio de 54 t C ha-1 y unos porcentajes de 46%, 21 % y 33% para el carbono retenido en el vuelo, porción inferior del rodal y productos maderables (Kurbanov et al, 2007). Los modelos elaborados para estimar el carbono almacenado en plantaciones forestales tienen en cuenta la especie, el turno, el rendimiento (posibilidad en m3 ha-1 año-1) y el régimen de claras. En el modelo de Dewar (1991) el carbono fijado viene representado por el aumento de biomasa de los materiales leñosos y no leñosos durante un periodo correspondiente al turno de corta, a la que hay que restar la porción que se incorpora al suelo por el desfronde y residuos de cortas durante y al final del turno, así como en las claras; biomasa que en el suelo se incorpora a la materia orgánica y en parte forma CO2. Se asume (Cannell et al,1995) que los periodos de vida de los productos forestales obtenidos son equiparables a los turnos de corta, y de hecho, al reducir a la mitad o doblar dichos tiempos respecto al turno, apenas obtienen diferencias ya que el carbono almacenado en los productos de la madera sólo representa el 16% del total de carbono. Sin embargo, el paso de una clase de rendimiento a otra superior en la madera producida supone un notable aumento en el secuestro de carbono. Así, en Picea sitchensis el aumento de la posibilidad de 6 a 24 m3 ha-1 año-1 representa pasar de 2,50 a 5,60 Mg C ha-1 año-1 en el contenido en carbono (Dewar et al, 1992). Aplicado el modelo a un abanico de plantaciones y especies en Gran Bretaña (Dewar et al, 1992) desde plantaciones de Salix y Populus a turnos de 8 y 26 años respectivamente, a masas de haya y roble con turnos de 92 y 95 años respectivamente, se han obtenido los siguientes rangos para los valores de carbono almacenado por ha: 40-80 Mg en los árboles, 525 Mg en la hojarasca, 70-90 Mg en la materia orgánica del suelo y 0-40 Mg en los productos forestales obtenidos, asumiendo un tiempo de vida igual al turno; con una tasa de almacenamiento de carbono de 2-5 Mg C ha-1 año-1 en la mayoría de las plantaciones. En las plantaciones aclaradas se redujo en 15 % el carbono retenido por los árboles, resultaron mas bajas las incorporaciones de carbono en hojarasca y suelo; y durante le primer turno la acumulación de carbono fue mas lenta. Los valores estimados para la biomasa de ramas y raíces, tasas de descomposición de la hojarasca y materia orgánica y de producción/ muerte de raíces finas fueron, en opinión de los propios autores, críticos e inciertos. Los autores concluyen que si el objetivo es almacenar carbono a corto plazo y mantenerlo a plazo largo las plantaciones de Populus, a espaciamiento pequeños (2,70 m), turnos de 26 años en suelos fértiles, constituyen la mejor opción. A medio plazo (50 años) sin tener en cuenta la tasa inicial de almacenamiento, serían recomendable plantaciones de coníferas de especies como Picea sitchensis de rendimiento alto; y a largo plazo (100 años), roble y haya y plantaciones de coníferas constituirían la mejor opción. En ningún caso se recomiendan las plantaciones de turno muy corto (10 años). El mismo modelo conduce a los autores (Dewar et al (1992) a estimar el contenido en carbono en la biomasa arbórea, los productos obtenidos de la misma y el suelo (incluyendo la hojarasca), en dos plantaciones de Picea sitchensis una sometida a claras y la otra sin claras, con un espaciamiento inicial de 2m y una posibilidad de 14 m3 ha-1año-1, a lo largo de un periodo de cinco turnos de 50 años. Es patente la pauta de máximos y mínimos en alternancia, correspondientes respectivamente a los tiempos inmediatamente anterior y posterior a las cortas, con valores menores en la plantación aclarada (Figura 5.3). Una pauta semejante obtienen los autores al comparar dos plantaciones, una de Populus y otra de Quercus durante un periodo de 300 años, si 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 151 5. El sector forestal en la mitigación del cambio climático 151 bien las líneas resultantes para los contenidos en carbono son más agudas y en mayor número dada la diferencia de los turnos y los máximos de contenido en carbono en ambas especies (Figura 5.4). figura 5.3. Cambios predecibles en el contenido en carbono (Mg C ha-1) en dos plantaciones de Picea sitchensis durante varios turnos de 50 años cada uno: plantación objeto de una clara (línea en rojo) y plantación no aclarada (línea en azul) (Modificada de Dewar R.C. et al, Tree Physiol. 11, 1992) figura 5.4. Cambios predecibles en dos plantaciones, una de Quercus (línea en azul) y otra de Populus (línea en rojo) (Modificado de Dewar R.C. et al, Tree Physiol. 11, 1992) 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 152 152 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” Los efectos de la densidad inicial, la calidad de la estación y la intensidad de las claras sobre el contenido en carbono de la biomasa aérea en un turno de corta fueron estudiados por Balboa- Murias et al (2006) en rodales monoespecíficos y regulares de Pinus pinaster y P. radiata en España. En pino radiata los resultados muestran un rango en los secuestros de carbono desde 3,40 Mg ha-1 año-1, con baja densidad inicial, pobre calidad de la estación e intensidad de clara de 35%, frente a 5,90 Mg C ha-1 año-1 para alta densidad de plantación, alta calidad de la estación e intensidad de clara del 15 %.; valores que descendieron en Pinus pinaster de 2,30 a 4,60 Mg C ha-1 año-1, respectivamente. Estos resultados evidencian una influencia notable de la especie, calidad de la estación e intensidad de claras, a tener en cuenta , junto con la prolongación del turno, si el principal objetivo pretendido con la plantación es la producción de biomasa y el secuestro de carbono. En el trabajo de Van Vliet et al (2003) se analizan seis proyectos de plantaciones en Brasil como casos de estudio, muy diferentes en productividad y se aplica un modelo para calcular los balances de gases de efecto invernadero y beneficios y costes bajo un amplio rango de variables y contemplando bases reales sobre fluctuaciones de precios y tasas de descuento, sistemas de creditación de carbono y modalidades de CDM. Se estima un coste real para el secuestro y sustitución del carbono inferior a 3 dólares por tonelada de carbono evitada, si bien las posibles fluctuaciones mencionadas pueden dar lugar a variaciones hasta de 200 % en los créditos de carbono y el valor neto actual, lo que hace que el beneficio adicional del proyecto derivado de los créditos de carbono de estos proyectos sea difícil de evaluar. De hecho, los seis proyectos contemplados no serían elegibles en el marco CDM, de aquí que debe mantenerse una aptitud crítica en el uso de proyectos de plantación bajo CDM. Sin embargo, hay que tener muy en cuenta que los resultados, y las consideraciones derivadas del manejo de especies de turno largo o mediano son difícilmente extrapolables a las plantaciones de eucaliptos a turnos cortos (9-10 años) para las que se requieren mediciones específicas, aunque pueden utilizarse como referentes para las pautas a seguir. Una investigación ecofisiológica en la que se evalúan las tasas de secuestro de carbono por las plantaciones mediante la medición de flujos de carbono por la técnica de ”eddy covariance”, resulta muy recomendable para una mejor compresión de la vulnerabilidad del balance de carbono y para validar modelos ante el cambio climático, tal como se ha venido desarrollando por el consorcio EUROFLUX para diferentes especies y masas forestales en Europa (Aubinet et al, 2003). Las plantaciones monoespecíficas con material seleccionado, con crecimientos medios entre 10 y 20 M3 ha-1 año-1 (que en la Península Ibérica, con material clonal superan estos valores) permiten que el 5% del bosque que suponen las plantaciones en el sur de Europa, cubra el 30% de demanda de madera en rollo (Barreiro, 2003). A dicho beneficio de protección de los bosques naturales se une el derivado del secuestro de carbono (Hoen y Solberg, 1994). Este se prolonga durante la vida útil de los productos manufacturados con madera y otras materias primas forestales (Cannell y Dewar, 1995). El modelo CEN W, desarrollado por Kirchsbaum (1999) es un modelo basado en procesos en el que se describe la fotosíntesis con asunciones simples sobre la percepción de la luz y se simula la ganancia de carbono ligada a la eficiencia en el uso del agua y el ciclo del nitrógeno en el suelo, ésta a través de una versión modificada del modelo CENTURY. El modelo CEN W se ha usado por Simioni et al (2008). para simular los efectos de los cambios (disminución de precipitaciones en 20% en la década de los años 1970) y aumentos de temperatura y CO2 predichos en un rango de condiciones climáticas y tratamientos selvícolas 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 153 5. El sector forestal en la mitigación del cambio climático 153 (fertilización y claras) en dos periodos de 30 años (1945-75 y 1975-2005) en siete plantaciones de Pinus radiata en Australia, usando mediciones de área basimétrica y humedad del suelo. Los resultados muestran aumentos en la producción de madera y en el intercambio de carbono en el ecosistema en el segundo periodo estudiado en tres lugares, sin cambios en otros tres y con efectos negativos en uno. El cambio vino determinado por el tipo de suelo (disminución del crecimiento en suelo arenoso) y por la interacción del incremento de CO2 con los cambios en las precipitaciones (positivos o negativos según la dirección del cambio Algunas especies de eucalipto se han venido utilizando en plantaciones a turnos muy cortos y marcos de plantación reducidos para la producción de biomasa, a cuyo objetivo se une el interés de su condición adicional de sumideros de carbono ante el aumento de su concentración atmosférica. En Grecia se ha estudiado el efecto de la densidad de plantación (de 12.500 a 40.000 plantas por ha) y el turno de corta (tres ciclos de uno y dos años) en conjunción con las condiciones edáficas (fertilidad y disponibilidad de agua) en la producción de biomasa de E. globulus y E. camaldulensis. Se ha puesto de manifiesto la mayor producción de E. camaldulensis bajo condiciones de sequía, la mejor respuesta de E. globulus a la fertilidad del suelo y la mejor adaptación de E. camaldulensis a densidades altas. Asímismo, un turno de dos años resultó favorable a E. globulus y dos turnos de un año a E. camaldulensis, con reducción de brotes por m2 al tercer año. El reparto de biomasa fue dependiente de los factores puestos en juego y la densidad de plantación no afectó significativamente a los parámetros de calidad de la madera, con mayor densidad, longitud y cantidad de fibras en E. globulus (Dalianis, 1998). Los resultados de Arroja et al (2006) sobre el secuestro de carbono en plantaciones de Eucalyptus globulus en Portugal son muestra del interés despertado por el papel de las plantaciones en el secuestro de carbono y las posible formas de valorarlo en términos del comercio internacional. Los autores calculan el carbono en función de su contenido en la madera apeada y los productos obtenidos de la misma (pasta de celulosa y papel) por un lado, y mediante los cambios en el flujo atmosférico de carbono derivados de las acciones y procesos industriales implicados para su obtención, su vida media y tasa de deterioro. El carbono secuestrado anualmente en el ecosistema forestal se reparte de la siguiente forma: 70 a 68% se libera a la atmósfera en la descomposición y procesado de la madera, el 28% es secuestrado en la madera y productos obtenidos y 2-4% es el incremento neto anual en el contenido almacenado en monte y productos. El carbono neto secuestrado (estimado mediante el cálculo del contenido en carbono en la madera y productos derivados) varía entre 39 y 72 Gg C año-1. El valor obtenido con el cálculo a través de la estima del flujo atmosférico es muchísimo mayor (621 a 654 Gg C año-1). La diferencia corresponde a la cantidad exportada en forma de madera, pasta y papel, que no genera emisiones en el ámbito nacional pero cuyo contenido en carbono es considerable, incluso el papel, aun siendo un producto de vida corta. Se subraya la importancia de usar factores de conversión de volumen de madera a masa específica propios de la especie, incluso de la procedencia dentro de la especie, pues al poder variar aquella entre 570 y 849 kg m3, los valores de carbono secuestrado también lo hacen. Los propios autores subrayan las grandes diferencias concernientes al proceso del computo de carbono secuestrado y concluyen que su aplicación dependerá de si el país es exportador (mas favorable el flujo de carbono atmosférico) que si es importador de madera y productos derivados. La producción de pasta de celulosa es el objetivo principal de las plantaciones de eucalipto con material genéticamente mejorado. El papel complementario del secuestro de carbono de las plantaciones en términos económicos puede unirse a la consecución de créditos de emisión de CO2. En el estudio realizado por Whitock et al (2007) sobre plantaciones de Eucalyptus globulus 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 154 154 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” llevadas a cabo en Australia entre 2004 y 2012 se estima en alrededor de 146 t CO2 ha-1 (toneladas equivalentes a CO2 por hectárea), de las cuales 62 t CO2 ha-1 eran comercializables en 2012 y otras 30 t CO2 ha-1 en 2016 según protocolos de Kyoto. En un análisis de sensibilidad hecho por estos autores, la correlación de los objetivos de la mejora genética, con y sin réditos, por el secuestro de carbono tenía un valor medio de 0,93 y no descendía de 0,86; y puso de manifiesto que los réditos derivados del secuestro de carbono no tienen significación cuando dichos objetivos están basados en el peso económico de la densidad básica de la madera y el volumen en pie en el momento de la corta. El mayor potencial de secuestro de carbono mediante forestación reside en los trópicos tanto por la gran extensión de terreno existente como por la potencial elevada tasa de crecimiento. En los trópicos, la superficie de tierras agrícolas con potencial agroforestal se ha evaluado en 356499 millones. Por otra parte, se han dado valores medios de capacidad de secuestro de C entre 60 t ha-1 para América y Asia y 30 para África (Houghton et al, 1991), cifras mayores que las calculadas por Kursten y Burschel (1993) para América Central, con valores medios de 3 a 25 t ha-1 con valores excepcionales de 60 t ha-1 . En plantaciones para producir biomasa se ha valorado la productividad de Eucalyptus saligna y Leuceana leucocephala. En plantaciones densas de estas dos especies, con 1.378 y 3.800 pies por ha, en turnos de 2,50 y 5 años, se produce un almacenamiento de 27 y 28,90 t C ha-1 respectivamente, con una mitigación de CO2 de 3,60 y 2,00 t C ha-1 año-1, respectivamente (Kursten y Burschel, 1993). La captura de carbono en plantaciones de eucalipto en el trópico húmedo de Méjico es analizado por Seppánen (2002) bajo un planteamiento económico. Los resultados indican que dados los gastos operativos solamente con una productividad muy alta (40 m3 ha-1 año-1) cifrada entre 320 y 610 t C ha-1 en un periodo de siete años, podría conseguirse un nivel de beneficio financiero de la venta de bonos de carbono. En los trópicos, al considerar también los otros agrosistemas (bosques secundarios, cosechas anuales, otros), el carbono acumulado y conservado incluyendo los productos de la madera, la materia orgánica del suelo da lugar a un rango de 14 a 110 t C ha-1 y a una reducción mínima en las emisiones de CO2 en 50 años de 20 t C ha-1. Los autores concluyen que el almacenamiento de carbono en las masas forestales tiene menor significación que otros efectos de mitigación de carbono de los agrosistemas forestales, como la sustitución de fuentes de energía, reducción de fertilizantes, sustitución de materiales, siendo el más importante la propia conservación de los ecosistemas (Kursten y Burschel, 1993). La preparación del suelo (grada de discos o aplicación de un herbicida) como práctica selvícola en suelos de sabana, previo a la plantación de eucalipto, al año de la plantación resultó en una disminución del contenido de carbono en el suelo, diferencia entre la pérdida por respiración heterotrófica (505 y 456 g C m -2 para cada tratamiento respectivamente) y la ganancia por aporte de los residuos de la sabana (428 g C m-2); sin diferencias entre ambos tratamientos (658 g C m-2) aun que con mejor crecimiento de las plantas por efecto de la preparación con grada de disco (Nouvellon et al, 2008). Tema polémico, al que procede aludir por poder afectar a plantaciones forestales comerciales (especialmente con especies de crecimiento rápido) es el uso de plantas transgénicas. Más de treinta especies arbóreas forestales, entre ellas varias pertenecientes a los géneros Populus y Eucalyptus, han sido transformadas mediante Agrobacterium y mediante transformación biolística, y posteriormente regeneradas. La incorporación de genes de tolerancia a factores abióticos (se- 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 155 5. El sector forestal en la mitigación del cambio climático 155 quía, temperaturas bajas, salinidad) o bióticos, y de genes que modifiquen la biosíntesis de la lignina, bien para producción de biomasa con fines energéticos (producción de lignina) o, para celulosa (reducción de la lignina), se complementa con el papel de estas especies en el secuestro de carbono. Ante la incertidumbre científica que frena el uso de árboles transgénicos, se requieren datos biológicos obtenibles a gran escala durante periodos de tiempo que alcancen el turno de la especie (van Frankenhuyzen y Beardmore, 2004). Los aspectos económicos que entrañan las plantaciones en tierras agrícolas marginales con fines energéticos, en sustitución de combustibles fósiles o para la obtención de productos de madera (papel), son abordados por van Kooten et al (1999) referidos a plantaciones de Populus híbridos en tierras de pastos y forrajes en Alberta (boreal) y British Columbia (pradera) adecuadas para la forestación. Con vólumenes de 242,80 m3 y 185,80 m3 al término de un turno de 15 años, el carbono total (biomasa y suelo) almacenado ascendía a 117,50 t C ha-1 y 105,50 t C ha-1, respectivamente, cantidades que descendían a 86,10 t C ha-1 y 73,10 t C ha-1, si se aplicaba una tasa de descuento social del 4%. El ahorro de carbono por hectárea y año (suma del carbono retenido y del carbono que se emite a la atmósfera por quema de la madera) ascendía a 5,378 t C ha-1 año-1 y 3,966 t C ha-1 año-1, en ambos supuestos, respectivamente. Con costes mínimos de plantación de 2170 $ ha-1 y de menos de 20 $ m3 para la absorción de carbono, los autores concluyeron que la opción de uso de las plantaciones para combustible no es viable. Sin embargo, si puede serlo para la obtención de productos en los que permanece el carbono secuestrado por largo tiempo: la plantación del chopo híbrido en 2,30 x 106 ha de tierras agrícolas marginales equivaldría a un secuestro de 9,90 Mt C año-1, lo que supondría 19,60 % del compromiso de Kyoto para Canadá. La integración de variables biológicas y económicas en un modelo de costes- beneficios de la forestación como herramienta del secuestro de carbono se aplica (Kinney et al, 2006) a tres posibles estrategias con plantaciones de chopo y otras frondosas y coníferas con crecimientos esperados de 12-14, 5-7 y 5-7 m3 ha-1 año-1 respectivamente, con cinco acervos de carbono. Se concluye que el rendimiento potencial del lugar, ratio de biomasa a carbono y densidad de la madera, entre las variables biológicas, y la disminución de los costes de establecimiento y de las oportunidades agrícolas, entre las económicas, tienen la mayor relevancia. La duración de la hojarasca, la tasa de descomposición de los productos forestales, la edad en la que la mortalidad de la población alcanza su máximo, por una parte, y los precios de la bioenergía y de la pasta de celulosa por otra, son factores con poca influencia en el precio del carbono que permita cubrir los gastos producidos. Menor importancia tienen la proporción de los productos forestales en el conjunto de aprovechamientos y en el desarrollo de un coeficiente de sustitución de carburantes fósiles. 5.4. Selvicultura y economía Los bosques tienen el mayor potencial para almacenar y reciclar carbono de todos los biomas, por tanto su gestión debe tener importantes implicaciones para la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera. La cantidad de carbono almacenada en un bosque varía en función de muchos factores, siendo el crecimiento de la masa arbórea un buen referente de la misma. A nivel mundial, se ha cifrado en 900 millones de toneladas por año la tasa de incremento del carbono en la biomasa arbórea, frente a las 3.200 Mt de incremento anual en la atmósfera. Para los bosques de Europa, se ha evaluado en 19.978 Mt C el contenido total, 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 156 156 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” del que 7.927 Mt corresponden a la biomasa arbórea, con un valor medio de 53,20 t C ha-1. Asimismo se ha evaluado el secuestro de carbono en los mismos en 130 Mt C año-1, de las que 101 Mt C año-1 corresponderían al arbolado (Karjalainen et al, 2000). Cabe preguntarse si, a efectos del secuestro de carbono atmosférico, es o no beneficiosa la gestión. En principio, el aprovechamiento de una masa forestal reduce la cantidad de carbono almacenado en la misma, mientras que si no se producen cortas y se practican medidas de protección que eviten perturbaciones dicho contenido se incrementa. Las prácticas selvícolas, tales como las claras y la sustitución de especies, afectan también al flujo neto de carbono a y desde los bosques, aunque su cuantía y signo es incierto, con diferencias en parte debidas a las condiciones iniciales de las operaciones (Dewar, 1991; Kauppi et al, 1992). Con el objetivo de optimizar el crecimiento y el rendimiento bajo un cambio climático en bosques boreales, García- Gonzalo et al (2007a), aplicando un modelo basado en procesos a un ecosistema forestal boreal, encuentran que la estructura de una masa forestal y la gestión aplicada ejercen un efecto sobre el contenido medio de carbono en el ecosistema. La supresión de las claras incrementa dicho contenido, la distribución inicial de las clases de edad incrementa la producción (hasta un 20%) y en mucho menor cuantía (3%) el contenido en carbono del ecosistema. Asimismo, el cambio climático (incremento de temperatura y de precipitaciones previsible en bosques boreales) incrementaría tanto la productividad forestal como el contenido en carbono. El efecto de diferentes métodos de aprovechamiento (C, control, sin cortar; E, entresaca; CH, corta por aclareo) sobre el contenido en carbono en un bosque de Missouri (EEUU) tras ocho años de las cortas es investigado por Li et al (2007). Los contenidos de carbono en Mg C ha-1 en los tratamientos C, E y CH fueron respectivamente 182, 170 y 130 Mg C ha-1. Los aprovechamientos condujeron a una reducción del contenido en carbono de los pies remanentes de 93% y 31% para CH y E respectivamente, y a un incremento del contenido en los residuos leñosos de 176 % y 50% respectivamente, comparados con el control. Otros resultados mostraron diferencias entre tratamientos respecto al reparto de carbono entre los diferentes componentes del ecosistema y de las correlaciones entre la concentración de nitrógeno y carbono en el suelo y la densidad del dosel remanente. Se subraya el mayor contenido de carbono en el vuelo y la importancia de la dinámica de los residuos de la corta en la retención de nitrógeno. Existen, sin embargo, datos que muestran que los bosques gestionados, sometidos a aprovechamientos controlados, pueden mantener contenidos de carbono mas elevados que si no se aprovechan y sufren perturbaciones. La aplicación del modelo de evaluación del carbono del sector forestal canadiense (CBM-CFS2) aplicado a bosques boreales lleva a Price et al (1997) a concluir que la supresión de las perturbaciones naturales y su sustitución por un aprovechamiento sostenible máximo (con turnos superiores a 50 años) conduce a un aumento del contenido en carbono del ecosistema estimado en 25% y 35% (suelo y biomasa) después de 50 y 100 años respectivamente; resultado que se justifica por el hecho de que el intervalo histórico entre perturbaciones (por ejemplo incendios) es menor que el turno de corta, cuya extensión aumenta mas el carbono almacenado y puede justificar inversiones adicionales en protección. En EE.UU. los modelos elaborados predicen un secuestro de carbono por los bosques de 10 a 50 t C año-1, dado el incremento en el inventario merced a la selvicultura aplicada. La aplicación del modelo CO2FIX (Karjalainen et al, 2000) a una masa forestal con un turno de 100 años evidencia un máximo de 500 t C ha-1 de carbono acumulado al final del turno, pro- 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 157 5. El sector forestal en la mitigación del cambio climático 157 duciéndose un descenso tras cada corta y volviendo a alcanzar dicho máximo tras el turno siguiente; mientras que en la masa mantenida sin cortar asciende el stock hasta un techo de unas 600 t C ha-1 a los 200 años, el cual se mantiene. No obstante, como contrapartida, el procesado de los productos obtenidos requiere menos energía que otros productos industriales (por ejemplo, fabricación de cemento), mantienen el carbono secuestrado hasta su destrucción y pueden usarse para generar energía. Los tratamientos selvícolas, dado su significativo potencial en el secuestro de carbono, puede tener importantes repercusiones económicas, aunque al no estar sujetos a transacciones de mercado resultan de difícil valoración. Se han aplicado modelos que integran la fijación y la emisión de CO 2. Se simulan los posibles tratamientos (clareos, claras, fertilización, regeneración natural frente a plantación) y se aplican funciones de evaluación del crecimiento de la biomasa bajo los mismos, para después evaluar la reducción marginal del CO 2 atmosférico (Hoen y Solberg, 1994). La aplicación del modelo GAYA-JLP a un bosque de Picea abies en Noruega, condujo a estos investigadores a concluir que la fertilización en los primeros cinco años del turno, al aumentar el crecimiento libera de los clareos e incrementa la fijación neta de CO 2, aunque bajo las condiciones de estación y los supuestos económicos planteados, el beneficio en términos económicos viene limitado por la tasa real de interés. El impacto del cambio climático puede condicionar la transformación de plantaciones de pinos en masas mixtas de coníferas y frondosas. El tema ha sido estudiado en Alemania mediante una extensión del modelo gap FORSKA, desarrollado para simular la dinámica natural de los bosques boreales en Escandinavia (Prentice et al, 1993). Se simularon (Lindner, 2000) tres escenarios de manejo forestal: 1, maximizar la producción de madera; 2, composición forestal bien adaptada climáticamente; y 3, maximizar la diversidad de especies. Se aplicaron a una zona de tierras bajas sin limitaciones por sequía, en la que el proyectado cambio climático afectaría la vitalidad y productividad de las especies. Los resultados subrayan la importancia de la estrategia de manejo con especies de turno largo (110 años o más), que puede llegar a tener mayor impacto que el clima cambiante sobre la simulada composición de especies. El turno determina fuertemente el proceso de adaptación bajo condiciones ambientales cambiantes; las cuales, sin embargo, apenas tienen efecto sobre la composición de las especies en los primeros 50 años de simulación. Asimismo, si bien el escenario de máxima productividad favorece al haya, si el estrés de sequía aumenta, se favorecen las especies mas tolerantes a la misma y el haya pierde fuerza competitiva, por lo que no se considera buena elección para sustituir monocultivos de pino silvestre en la zona. En diversos trabajos (Romero et al, 1998, entre otros) se analiza el turno óptimo para la producción de madera y secuestro de carbono. Tanto la consecución de ambos objetivos a la vez como el secuestro de carbono como prioritario requieren un turno óptimo mayor que si sólo se contempla para producción de madera. La importancia del turno (con una variación de 30 años respecto al turno de 90 años recomendado) en la gestión del secuestro de carbono en bosques finlandeses de Pinus sylvestris y Picea abies es analizada por Liski et al (2001) mediante aplicación combinada de cuatro modelos para calcular los contenidos y flujos de carbono y el uso de la energía primaria en la cadena forestal desde el rodal hasta el producto manufacturado. Los resultados muestran que en la cadena forestal se almacena la mayor cantidad de carbono en pino silvestre cuando se prolonga el turno y en picea cuando aquel se acorta, pero las emisiones de carbono en el aprovechamiento y manufactura de productos derivados aumentan al acortarse el turno, con lo cual en conjunto, para 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 158 158 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” ambas especies en sus respectivas estaciones, la prolongación del turno es favorable para el secuestro de carbono. Ello acarrearía disminución de los aprovechamientos y de los ingresos por ellos. La información sobre biomasa forestal viene limitada al volumen maderable de interés comercial. De ahí la necesidad de desarrollar “factores de expansión” para modelizar y monitorizar los cambios en el contenido de carbono en la biomasa total de los árboles cunado se llevan a cabo determinadas prácticas selvícolas. En este contexto se desarrolla el trabajo de Skovgaard et al (2006) al estudiar la distribución de biomasa y carbono en rodales regulares de Picea abies (56 años) en Dinamarca sometidos a diferentes regímenes prolongados de claras. Los resultados muestran un decremento del contenido en carbono a nivel de ecosistema así como en follaje, ramas, tronco, y raíces al intensificarse el grado de las claras, sin producirse variación apreciable en términos porcentuales entre dichos compartimentos con los distintos regímenes de claras. El contenido total de carbono en el suelo no variaba con las claras, al compensarse los efectos opuestos entre el carbono en la superficie del suelo y el carbono mineral. En el trabajo de Bravo et al (2008) se estudian dos estrategias selvícolas en dos pinares (rodales de P. sylvestris en el norte de la Península Ibérica y de P. pinaster en Gredos) simulando dos turnos de corta (largo y corto), con cortas a matarrasa precedidas de una clara y con regeneración natural y diversas calidades de estación, evaluándose las diferentes alternativas sobre la base del valor esperado según el diferente uso dado a la tierra (LEV, Land Expectation Value). Los resultados muestran un mayor impacto del precio del carbono secuestrado en P. pinaster, y para ambas especies cambios en la tasa de descuento tienen un efecto menor en el valor de LEV. Asimismo, la proporción del contenido en carbono en la corta final respecto al total de carbono fijado (en la biomasa) era mayor para los escenarios de turno largo, si bien el turno corto dio lugar a los valores más altos del incremento medio anual de carbono fijado (mayor en P. sylvestris) con independencia de la calidad de la estación. Si importante es evaluar el efecto de las prácticas selvícolas en el contenido en carbono en la biomasa arbórea, no lo es menor conocer su influencia en el contenido en el suelo, especialmente en bosques boreales. En el trabajo de Nilsen y Strand (2008) se analiza el efecto de varios regímenes de claras (mas y menos intensas que las preconizadas en la práctica forestal en Noruega) en rodales de Picea abies de 22 años a los 32-33 años de practicarse aquellas. Los resultados muestran un descenso del contenido en carbono respecto al control en los rodales con claras de mayor intensidad que en el control; apenas incremento en la vegetación accesoria, un descenso no significativo en la hojarasca y sin diferencias en el humus y suelo mineral, no sólo en el contenido en carbono sino también en el contenido en nitrógeno. Los autores concluyen que el tiempo transcurrido (32 años) fue demasiado corto para apreciar diferencias debidas a las claras. Resultados diferentes respecto al contenido de carbono en el suelo son los mostrados por Diochon et al (2009) al analizar una cronosecuencia de 100 años tras las cortas en un bosque boreal de Picea rubens, con edad de corta de 125 años. Los resultados evidencian un descenso progresivo del contenido en carbono del suelo (capa orgánica y 50 cm de suelo mineral) tras la corta, alcanzándose un valor mínimo de 71,40 Mg C ha-1(aproximadamente el 50% del medido en el bosque inmediatamente antes de la corta) a los 32 años, con una recuperación hasta el valor inicial (161,50 ± 6,50 Mg C ha-1) a los 100 años de la corta. Los autores subrayan la importancia del carbono contenido en el suelo mineral por debajo de los 20 cm dada su estabilidad y cierta insensibilidad al manejo selvícola, al valorar el potencial de secuestro de carbono en masas con manejo intensivo, específicamente el turno. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 159 5. El sector forestal en la mitigación del cambio climático 159 La concentración de CO2 en el suelo (0 a 35 cm de profundidad) en dos suelos (arcilloso y arenoso) en Nova Scotia, Canadá, transcurridos dos años y medio de la corta a matarrasa de un rodal, en comparación con un rodal no aprovechado, mostró gran variabilidad dentro de cada lugar, aunque en suelo arcilloso con valores medios significativamente mayores en el rodal cortado (5.690 ppmv) que en el rodal con la cubierta arbórea (2.345 ppmv); sin diferencias entre tratamientos en el suelo arenoso (2.835 y 2.345 respectivamente); y una correlación cuadrática significativa con la temperatura y el contenido volumétrico de agua en el suelo para el suelo arenoso, lo que sugiere un control de la textura del suelo sobre la dinámica de la concentración de CO2 en estos lugares (Bekele, 2007). Los suelos secos pueden comportarse no sólo como de fuentes de CO2 sino, también, asimismo, como sumideros de metano. Los efectos de una clara en un pinar de Pinus ponderosa sobre estos hechos ha evidenciado un descenso (un valor medio de 34 mg C m-2 h-1) en la emisión de CO2 en los meses de estío y una falta de respuesta en el metano. Se sugiere que la reducción en el flujo de CO2 se debe a que el descenso en la respiración autotrófica en las raíces fue mayor que la estimulación de la respiración heterotrófica, mientras que la masa de suelo forestal no se vio suficientemente afectada para provocar la oxidación del metano (Sullivan et al, 2008). En masas naturales frente a plantaciones de coníferas, y en masas naturales de coníferas respecto a frondosas, en New Brunswick (Canadá), se estudió la dinámica del carbono en parcelas de diferentes clases de edad. Los resultados muestran valores medios de 115 t C ha-1 y 130-142 t C ha-1 para clases de edad de 40-80 y > 80 años respectivamente para frondosas y de 90 t C ha-1 y 88-94 t C ha-1 respectivamente para coníferas; y, en conjunto, rangos de 50109 t C ha-1, 92-138 t C ha-1 y 79-145 t C ha-1 a edades de 50, 100 y 150 años respectivamente, con un descenso para muchos rodales al pasar de 100 a 150 años. A 100 años, en las plantaciones de coníferas se obtuvieron valores de 94-135 t C ha-1, frente a 92-1117 t C ha-1 y 127138 t C ha-1 en los rodales naturales de coníferas y frondosas respectivamente (Neilson et al, 2007) . El modelo STANDCARB, desarrollado por Harmon et al (1996, http://www.fsl.orst.edu/lter/pubs/modelsfr.htm) es aplicado por Harmon y Marks (2002) a un espacio dominado por una masa mixta irregular de Pseudotsuga menziesii y Tsuga heterophylla para simular la acumulación de carbono por efecto de diversos tratamientos (condiciones iniciales, tasas de establecimiento de los árboles, turno, nivel de utilización de los árboles, detritus, carbono almacenado en los productos forestales). Los resultados, expresados en porcentaje respecto al potencial máximo de carbono almacenado a nivel de territorio, indican contenidos de 15% en campos agrícolas frente a 93% en el bosque protegido de incendios; pérdidas netas de carbono por perturbaciones y por conversión de bosques añosos a otras formas de gestión y un efecto opuesto por conversión de sistemas agrícolas en forestales. Asimismo, el turno (+) y la cantidad de biomasa aprovechada y la cantidad de detritus quemado (-) fueron, en orden creciente, los factores mas cruciales en el desarrollo de un sistema de almacenamiento de carbono óptimo. El carbono de los productos forestales sólo supuso 15-25% del total por lo cual se concluye que un suministro adecuado de madera no resulta incompatible con un sistema que aumenta su contenido. Las estrategias dirigidas al uso del bosque como elemento de mitigación del carbono atmosférico requieren evaluar los impactos directos sobre el sistema forestal e indirectos a través de los productos y sustitución energética con el uso de la biomasa cosechada. En este contexto, se hicieron predicciones con el modelo CBM-CFS3 del sector forestal canadiense para simular los 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 160 160 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” cambios del contenido de 24 rodales de Picea rubens en una cronosecuencia de 240 años, comparando cortas a matarrasa con cortas parciales (Taylor et al, 2008). Los resultados muestran un incremento de carbono en el ecosistema de 308,90 a 327,30 Mg C ha-1 con la corta parcial y una disminución a 305,80 Mg C ha-1 con la corta más intensa; en contraposición, la madera mercantilizable fue de 115,60 Mg C ha-1 y 132,40 Mg C ha-1 respectivamente, lo que evidencia la necesidad antes apuntada, de evaluar los impactos de las diferentes opciones posibles, diferentes en cada caso, para optimizar los resultados de la decisión adoptada. El modelo EFISCEN ha sido usado para hacer predicciones del desarrollo de los bosques europeos bajo distintos escenarios con el fin de armonizar estrategias de gestión (Nabuurs et al, 2001). Es asimismo aplicado por Cienciala et al (2008) para predecir el contenido en carbono y la producción de madera en bosques de Chequia hasta 2060 bajo tres escenarios climáticos y tres prácticas de manejo de la masa arbórea. Los resultados predicen un ligero aumento de carbono en el suelo, que se estabilizará al cabo de unas décadas a un valor de 8,10 kg m-2, al mismo tiempo que se alcance un valor de 10,20 kg m-2 para la biomasa total. Se concluye que es razonable pensar que el carbono del suelo no sea una fuente de carbono por efecto del manejo forestal bajo las actuales condiciones de gestión en la república checa. El uso de los bosques y la plantación de árboles como parte de una estrategia para enfrentarse al cambio climático son ampliamente aceptados. Sin embargo, en una escala de décadas, al alcanzar la madurez, disminuye la eficacia de los árboles como sumideros de carbono. Por tanto, con fines de reducción del carbono atmosférico y como alternativa a la conservación de los bosques, se plantea beneficiarse de la alta tasa de absorción de carbono de los rodales forestales jóvenes, llevar a cabo su aprovechamiento a turno corto y prolongar el secuestro de carbono en los productos maderables de larga duración; a lo que se sumaría el carbono secuestrado en los combustibles fósiles no usados al ser sustituidos por el uso con fines energéticos de productos forestales de corta duración (Marland y Marlans, 1992). Con este propósito, los autores antes mencionados desarrollaron un modelo en el que se pone de manifiesto que la absorción de carbono es menor cuanto la biomasa inicial es mayor. Si las tasas de crecimiento son altas se producirá una saturación temprana en la absorción de carbono, mientras que con tasas bajas la saturación será más progresiva. Comparando la saturación en la absorción de carbono por una masa forestal bajo el supuesto de un stock de carbono máximo soportable de 150 Mg C ha-1 y para dos valores de biomasa inicial de carbono de 50 y 100 Mg C ha-1 (A y B respectivamente) resulta que los bosques mas productivos todavía seguirían absorbiendo carbono a los 30 años, a los 50 años se habrían saturado si la tasa de crecimiento fuera superior a 8 Mg C ha-1 año-1 y a los 100 años la absorción de carbono habría cesado para tasas de 3 Mg C ha-1 año-1. Si además se compara el carbono secuestrado en los productos obtenidos y el efecto de substitución de combustibles fósiles con el almacenamiento de carbono en el bosque no aprovechado, dichos autores concluyen que la estrategia mas efectiva para minimizar las emisiones de CO2 a la atmósfera dependerá de la disponibilidad de suelo, de la cuantía de biomasa considerada, de la tasa de crecimiento de la especie y de la eficiencia de la cosecha. Aunque sin permitir un detalle cuantitativo, el modelo confirma que para una masa forestal elevada y baja tasa de crecimiento, la mejor elección es mantenerla, y se preconiza la gestión prolongada de la misma con el fin de la acumulación de carbono. Si, por el contrario, puede anticiparse una productividad alta, plantaciones y cortas recurrentes para uso de productos de larga duración y suministro energético pueden contribuir eficazmente a minimizar las emisiones netas de CO2. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 161 5. El sector forestal en la mitigación del cambio climático 161 Dadas las incertidumbres que acompañan a las características del clima futuro en el desarrollo de estrategias adaptativas al mismo a nivel regional, es útil evaluar a largo plazo las consecuencias del manejo del bosque, en términos selvícolas, sobre su productividad bajo los previsibles nuevos escenarios climáticos. En este contexto se enmarca el trabajo de García-Gonzalo et al (2007b), los cuales basándose en datos tomados en terreno y obtenidos del inventario forestal, y simulando tres escenarios de clima (uno de ellos el actual) que cubren 100 años, analizan los efectos sobre el carbono almacenado en árboles y suelo en rodales de pino silvestre, “picea” y abedul del bosque boreal finlandés sometidos a seis regímenes de claras. En el estudio se utiliza un modelo basado en procesos (FINNFOR) diseñado para simular los impactos del cambio climático sobre la fotosíntesis y sus efectos sobre el crecimiento y producción de madera (Matamala et al, 2003). En el régimen sin claras el valor medio de carbono almacenado en los 100 años se estimó en 154 Mg C ha -1, el 48% del mismo correspondiente a los árboles; en el tratamiento de claras básico el carbono en el ecosistema fue un 45% menor, mientras que al aumentar la intensidad de las claras, con un aumento del área basimétrica del 15% y 30%, el carbono almacenado subió un 3% y 6% respectivamente; aumentos que se hicieron mayores al incrementar de nuevo la clara. Los autores concluyen que con independencia del escenario climático, al aplicar los regímenes de claras respecto a las prácticas selvícolas de uso común en la zona, se produce un aumento del 11% de carbono en el ecosistema y alcanza el 14% en la madera producida. En la comparación respecto a las condiciones climáticas actuales bajo los regímenes de claras, sólo se obtiene un incremento medio de carbono del 1% en el ecosistema, valor que alcanza el 12% referido a la madera producida. Bajo todos los regímenes de claras el carbono almacenado por hectárea alcanzó el valor mayor con “picea” y el más bajo en el abedular. Los efectos del manejo forestal en la estructura de hayedos del límite suroeste de Europa, analizados mediante mediciones llevadas a cabo en 58 rodales (Merino et al, 2007), reflejan sustanciales variaciones en los contenidos en carbono, con rangos de 220 a 770 Mg ha -1, (50 a 97% en la biomasa del vuelo), con contenidos de 500-600 en rodales con pies de gran volumen. Winjum et al (1992) calcularon la cantidad de carbono secuestrado en t C ha-1 asumiendo que el sistema es sostenible sin reducción en un número indefinido de turnos de corta, y lo expresaron como el sumatorio del carbono incorporado anualmente durante el turno, (calculado a partir de la biomasa anual) dividido por aquel. La evaluación de la productividad se basó en 1.678 datos de 94 naciones (entre las que no figura España), con una superficie de bosques de 3,80 x 109 has. Aproximadamente un 93 % de la superficie total mundial. Los valores medios obtenidos en un periodo de 50 años fueron de 16,66 y 71 t ha-1 para las latitudes boreales, tropicales y templadas respectivamente. Al distinguir entre forestación, masas con gestión selvícola y sistemas agroforestales, los valores más altos corresponden a forestación en latitudes boreales y templadas y a sistemas agroforestales en las tropicales. El cálculo de las medias ponderadas para cada una de las superficies asignadas en el estudio a los tres tipos de bosque (en realidad los autores distinguen entre reforestación, aforestación y regeneración natural) conducen para el periodo considerado un secuestro de carbono entre 50 y 100 Gt C, lo que supone una parte importante de las emisiones de carbono antrópicas, estimadas en 1988 en 6 a 8 Gt año-1 (300 a 400 Gt C en los 50 años considerados). Un modelo de optimización dinámica de los mercados de madera permite predecir las cosechas y el manejo de bosques industriales de 46 ecosistemas y tipos de manejo en 9 regiones del globo (Sohngen y Mendelsohn, 1998; Sohngen y Sedjo, 2000, Sohngen y Mendelsohn , 2003). Los resultados muestran que se espera un incremento futuro en el carbono almacenado en los bosques, aunque la mayor demanda conduzca a mayores precios y cosechas. El modelo 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 162 162 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” predice un aumento de 184 Tg (1012 gramos) por año, con un rango amplio de 108 a 251 Tg durante los próximos 50 años. Ello representa sólo el 3% de las emisiones de carbono procedentes de la quema de combustibles fósiles (6200 Tg año-1), aunque cabe prever un aumento consecuencia de una mayor actividad del mercado. La mayor demanda de madera acarrea mayores precios, mayor intensidad de los aprovechamientos, manejo silvícola y genético mas intenso. Todo ello implica mayores emisiones de carbono en los aprovechamientos forestales, en especial en bosques boreales y tropicales, pero también un mayor secuestro de carbono en los productos de la madera y viceversa. Estas emisiones (entre 25 y 45 Tg C durante los próximos 50 años) se prevee se compensen con la fijación de carbono en las nuevas plantaciones, en especial en regiones subtropicales, con un incremento entre 102 y 126 Tg año-1. Por regiones, se predice que los bosques y productos forestales serían fuentes de carbono en Norteamérica (que pudieran revertirse a partir de 2025) y Rusia, mientras que en Europa y China las predicciones apuntan a que sean sumideros netos de carbono. En la conversión de terrenos agrícolas a forestales en Europa se estima (Kauppi et al, 1992) un incremento de C de 0,12 Pg entre 1971 y 1990, que se incrementará en 0,08 Pg anual. Los sistemas agroforestales constituyen un medio importante de fijación de CO2 especialmente en los trópicos dada la gran superficie que sustentan, estimada entre 356 y 499 x106 has (Houghton, 1997). El tamaño de los árboles, su edad y el número de pies por ha, muy variable, (desde 35 a varios centenares cuando su aprovechamiento es silvopastoral, con producción de frutos, ramón y sombra para el ganado, hasta varios miles de árboles por ha en las plantaciones destinadas a la producción de leña y otros productos forestales, (por ejemplo, secreciones), determinan la cantidad de carbono fijado, que muestra un amplio rango. En Centro América y según el sistema agroforestal, su forma de manejo y el turno de corta, se dan cifras entre 3 y 25 t ha-1, llegándose en algún caso a las 60 t ha-1 (Kürsten y Burschel, 1993). A estas cifras hay que añadir el secuestro de carbono del producto forestal, de muy poca duración si se destina a leñas, pero que se prolonga varios años si se usa para postes y madera de construcción, lo cual da un enorme rango en la evaluación del carbono retenido, entre 1 y 100 t ha-1. Las cosechas de productos forestales (predominantemente cortas de diferente condición) afectan el ciclo de carbono entre los ecosistemas forestales y la atmósfera, alterando el equilibrio fuente- sumidero entre los recursos forestales y la utilización de los productos obtenidos. Las alteraciones producidas se dan por una parte, contribuyendo a aumentar las emisiones de CO2 debidas al uso industrial de combustibles fósiles; por otra, en sentido opuesto, reteniendo el carbono en la madera, o productos derivados de la misma durante cierto tiempo. Se distinguen productos forestales de vida, o uso, a corto plazo (inferior a 5 años), en los que su utilización implica la emisión de CO2 a la atmósfera en dicho periodo, de los que el más representativo y de vida mas corta suele ser la leña usada como combustible, frente a los productos denominados de vida larga, cuyo uso se prolonga por mas de 5 años, durante los cuales el carbono permanece secuestrado; periodos de tiempo que pueden prolongarse durante decenios, e incluso excepcionalmente siglos (pensemos en los retablos y sillería de nuestras catedrales). Las proporciones de las cuatro grandes clases de productos forestales considerados por FAO- madera de aserrío, madera en rollo para otros usos industriales, paneles fabricados con productos de madera y papel y cartón,- cuya utilización se considera de vida larga son respectivamente de 0,80, 0,90, 0,70 y 0,60 (Row y Phelps, 1996), valores realmente muy apreciables. Estos datos evidencian la importancia que en la realización de inventarios de gases con efecto invernadero tiene la información de los cambios en los stocks de madera derivados de los aprovechamientos forestales y del uso y comercialización de los productos obtenidos. De ahí que en 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 163 5. El sector forestal en la mitigación del cambio climático 163 la revisión de los principios adoptados en la conferencia de Kyoto sobre Cambio Climático se incluyera información precisa, verificable y comparable internacionalmente de los cambios en los productos madereros (Houghton et al, 1996). Información que sirva para la evaluación del carbono (emisión frente a secuestro) implicado en dichos cambios. Se han propuesto tres procedimientos para dicha evaluación (Lim et al, 1999). En uno, se calculan los cambios en la madera almacenada en los países afectados (productor y consumidor, que pueden ser el mismo o distintos) teniendo en cuenta las importaciones y exportaciones. En otro, se evalúan los cambios en los bosques y en los productos de madera en el país donde se produce esta, aunque se exporte y consuma en otro. En un tercer procedimiento, se calculan los flujos de carbono con la atmósfera; se produce la absorción de CO2 por los bosques del país productor y la emisión en el país consumidor, sea o no el productor. Bajo una perspectiva global, técnica y científicamente las diferencias entre los tres procedimientos no son grandes, al generar el mismo intercambio de carbono con la atmósfera; aunque las diferencias si revisten importancia a escala nacional. Sin embargo, el método de evaluación tiene importantes implicaciones en la política forestal al tener influencia sobre los incentivos para mejorar la gestión forestal y el uso de productos forestales de forma acorde con los objetivos de lucha contra el cambio climático. Así, aplicando el método de flujos de carbono, un país que importe madera como fuente energética en la industria en sustitución de combustibles fósiles, no se beneficiaría de la reducción en la emisión de carbono al no usar estos, incluso aunque la madera se produzca bajo una gestión sostenible; por el contrario quedaría beneficiado el país exportador, en comparación con una evaluación basada en los cambios de producción forestal o de la cantidad de productos forestales almacenados. El sistema MELA se diseñó en 1970 para el análisis de la producción regional y nacional de madera en Finlandia. Se trata de un sistema operativo usado como componente de la planificación en la práctica forestal que integra simulación y optimización, con modelos empíricos a nivel de árbol, en los que los impactos del cambio climático se introducen mediante variables de transferencia derivadas de usar el modelo fisiológico FINNFOR (Matala et al, 2005). En un estudio llevado a cabo por este grupo (Matala et al, 2005) se optimiza el manejo forestal para resolver regionalmente problemas de producción sostenible de madera bajo un escenario de aumento de 4ºC de temperatura, incremento de 350 a 700 ppm en CO2 para el año 2100 y para un aumento inmediato y permanente, aplicando los datos de parcelas muestrales del inventario de Finlandia y el modelo MELA. Se contemplan seis escenarios con diferencias en clima y manejo forestal. En las simulaciones, el incremento de crecimiento causado por el cambio climático resultaba en un moderado aumento de la producción sostenible de madera a escala regional. Se detectaron cambios en la optimización del manejo forestal durante el periodo analizado de 30 años. Aumentó la proporción de claras requeridas en comparación con las practicadas bajo las condiciones climáticas actuales. Se evidencia que las variables de transferencia ofrecen medios de verter los resultados de los estudios fisiológicos a la práctica forestal y, en consecuencia, con vistas a la planificación de medidas de ajuste y mitigación ante el cambio climático. Los bosques del mundo secuestran y conservan más carbono que todos los demás ecosistemas terrestres e implican el 90% del flujo de carbono entre la atmósfera y la superficie terrestre. De los 3600 x 106 ha de bosques, sólo un 10% son gestionados. En un estudio preliminar, se eligieron 12 naciones representativas de biomas forestales boreales, templadas y para evaluar el potencial y los costes de manejo forestal para secuestrar carbono. Sólo se consideraba el carbono almacenado en la parte aérea de los árboles, en un sistema forestal sostenible, sin reducción de rendi- 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 164 164 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” miento en turnos sucesivos , de acuerdo con el concepto de valor medio de carbono almacenado CA =∑C/ha ÷ turno , en que C/ha es volumen del [tronco x ha] x 1,6 (factor de conversión para obtener la biomasa total por ha) x densidad de la madera x 0,5 (asumiendo que el 50% de la biomasa es carbono ). Se asume que no hay incremento neto de carbono secuestrado tras la corta y que el carbono secuestrado en los productos de madera retorna a la atmósfera. El rango de carbono almacenado (CA) es de 15 a 126 Mg C ha-1 y el coste por Mg C entre 2 y 31 dólares. Globalmente dichas naciones tenían un potencial de 25,70 Pg C si se implementaban prácticas de forestación, regeneración natural y agroforestería. Con unos costes iniciales de 33 dólares/Mg C. Estos resultados deben manejarse con cautela dadas las diferencias entre naciones en la cifras obtenidas y la capacidad de implementar prácticas selvícolas, así como las fluctuaciones económicas (Winjum et al, 1993). La simulación de los efectos de diferentes intensidades de aprovechamiento de madera sobre el potencial de almacenamiento de carbono (masa forestal +madera extraida de la misma –emisiones de la madera descompuesta) en una gran superficie de bosque canadiense de coníferas (428.000 ha) se analizaron mediante un modelo de programación lineal utilizando valores de tablas de carbono de árboles en pie y periodos de residencia de carbono en los productos leñosos. Un escenario que maximizaba el secuestro de carbono durante 80 años suponía un incremento de 3 t C ha-1 en comparación con el aprovechamiento usual. Si se doblaba la madera cosechada se reducía en 5 t C ha-1 el carbono secuestrado. Todos los escenarios resultaban en fuentes netos de carbono tras los 80 años (Neilson, 2008). Los resultados expuestos apuntan a afirmar que mejores prácticas de gestión forestal tienen el potencial de incrementar el secuestro de carbono en los bosques y plantaciones forestales, reducir las concentraciones de CO2 en la atmósfera y poder obtener un beneficio dinerario a través de los mercados económicos de reducciones de emisión de carbono y compra de créditos de emisión definidos en el protocolo de Kyoto. Sin embargo, al revisar los análisis económicos llevados a cabo surgen incertidumbres sobre los cálculos para el secuestro de la tonelada de carbono y se cuestiona la efectividad de los costes de forestación y gestión forestal si se ignora el tiempo de secuestro de carbono al totalizar los beneficios derivados del mismo; aspectos críticos a los que se unen las barreras para el análisis económico informativo de costes e impedimentos que se presenten cuando se supera el nivel de rodal y se escalan los resultados al nivel de territorio (Boyland, 2006). La incorporación de los efectos de las prácticas selvícolas de gestión forestal, ligadas a la especie, a los efectos derivados de las condiciones del medio físico, productividad a tiempo real y clima puede dar una estimación más precisa de los cambios en el contenido en carbono y nitrógeno en los sistemas forestales. En este contexto se inserta el trabajo de Waterworth y Richards (2008) que incorpora las bases de datos de prácticas de manejo forestal en bosques australianos en el modelo Full CAM (Full Carbon Accounting Model) para la estimación de gases con efecto invernadero en sistemas basados en el territorio; y relaciona los datos de gestión con los obtenidos por control remoto, su aplicación y mejoras planificadas. En el marco de un manejo forestal con fines múltiples, a nivel de unidad de gestión forestal en un bosque de Picea abies en Austria, Seidl et al (2007) aplican el modelo PICUS v1.4, modelo híbrido, basado en un modelo gap con las ventajas de estimar la productividad en base al concepto de eficiencia en el uso de la radiación usando estructuras dimensionales de 10 m x 10 m. Se analizan los efectos de tres estrategias de manejo (conversión en un masa mixta, para dar mas estabilidad y resiliencia; transformar la masa regular en una masa irregular con rodales estructurados 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 165 5. El sector forestal en la mitigación del cambio climático 165 verticalmente y control, sin manejo) sobre la producción de madera, productos no maderables para bioenergía y secuestro de carbono, junto con el análisis de la interrelaciones con la producción de madera e indicadores de biodiversidad. Los resultados muestran la existencia de complejas interrelaciones entre los servicios y funciones de la unidad forestal, en la que el secuestro de carbono puede ser una mercancía adicional como vía para mitigar el CO2 atmosférico; con sustanciales cantidades de carbono almacenadas en los tres tratamientos puestos en juego; sin embargo, limitaciones biológicas y sociales podrían constituir frenos a esta posibilidad. En todo caso, el estudio destaca la importancia de desarrollar estrategias de gestión forestal que contemplen las múltiples demandas de los bosques en el futuro. La incorporación del beneficio derivado de la captura de carbono en la definición del número óptimo de rotaciones de dos plantaciones de eucalipto (España y Brasil) con tres situaciones respecto al pago del secuestro de carbono es abordado por Díaz-Balteiro y Rodriguez (2008). Los resultados evidencian que si bien la longitud total del ciclo permanece estable en ambos escenarios, los subsidios por el secuestro de carbono dan lugar a resultados diferentes. La idea de crear “bancos de carbono” en los cuales, a semejanza de los depósitos bancarios, los propietarios forestales depositen el carbono que se secuestre en sus bosques a cambio de un pago anual, y que aquellos que necesitan “préstamos de carbono” puedan comprárselo, puede reportar beneficios a los propietarios de masas arbóreas de pequeña extensión, de diferentes tipos, clases de edad y estrategias de manejo, que de esta forma tendrían mayor acceso al mercado de carbono y, asimismo, recibir el valor corriente en vez del que representa el valor capitalizado de los futuros beneficios del carbono secuestrado (Bigsby, 2009). 5.5. Conclusiones preliminares La agrupación en quinquenios de los cerca de 200 trabajos referenciados en éste capítulo 5 muestra un acusado despegue en el número de publicaciones científicas al comienzo de los años noventa del siglo pasado y una reactivación, cuya tendencia se mantiene (incluso se acrecienta) durante el primer decenio del siglo XXI (Figura 5.5). La división de este capítulo, aunque subjetiva, muestra (Figura 5.6) un cierto equilibrio entre el número relativo de publicaciones recogidas en los tres apartados con temas mas específicos (ya que 5.1 es más bien una introducción a los mismos): 29 % en Aprovechamientos y productos (5.2), 34 % en Forestación (5.3) y 28% en Selvicultura y Economía (5.4). figura 5.5. Frecuencia relativa (%) de trabajos de los cuatro subcapítulos en que se ha dividido el capítulo 5 consignados en la bibliografía consultada 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 166 166 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” figura 5.6. Evolución temporal (en %) de los trabajos sobre “El sector forestal en la mitigación del cambio climático” consignados en la bibliografía consultada Globalmente, los datos aportados ratifican cuantitativamente el papel de los bosques en el secuestro de carbono atmosférico (1,60-4,80 Gt año-1), de lo que cabe inferir su contribución a la mitigación de las emisiones antropogénicas por el uso de combustibles fósiles y cementeras. No obstante, también existen sustanciales emisiones debidas a la deforestación (mayoritariamente en los trópicos), con rangos de estimación muy variables: 1,60 ± 1,20 Gt C año-1, 2,00-2,70 C Gt año-1, 1,40-3,00 Gt C año-1 según las fuentes. A ello se une (en menor cuantía) las emisiones inherentes a los aprovechamientos forestales, mayormente madera (0,980- 1,00 Gt año-1). Estas emisiones son en parte compensadas por el secuestro de carbono en las nuevas forestaciones, en las cuales deben también evaluarse las posibles emisiones derivadas del uso de combustibles fósiles en las tareas de preparación del suelo y fertilización. El desarrollo del buen número de modelos mencionados (fenología, modelos gap, modelos de crecimiento y procesos fisiológicos) aplicados a ecosistemas forestales de muy diversa condición, bajo diferentes escenarios climáticos (incremento de CO2 y temperatura, disminución de precipitaciones) es prueba del interés del sector forestal en disponer de herramientas de simulación que sirvan para predecir a largo plazo el comportamiento de los ecosistemas forestales tratando de reducir lo mas posible los efectos de las incertidumbres inherentes al clima. La diversidad de situaciones geográficas y productivas (tipos de suelo, especies y variación intraespecífica, estructura y estado de desarrollo, tiempo transcurrido tras la corta), la intensidad de las claras, la modificación (hasta supresión) del régimen de cortas, las fertilizaciones y otras posibles enmiendas), en los bosques y plantaciones a los que se aplican los modelos, las perturbaciones imprevista (incendios, vientos, contaminación) hacen problemático el análisis comparativo de los resultados sobre contenidos en carbono y tasa de capacidad de secuestro obtenidos con los diferentes modelos por los diferentes autores. A ello hay que añadir la dificultad de obtener una información comparable entre los procedimientos de medición usados (inventarios forestales, imágenes Landsat, medición del contenido en carbono y del flujo respiratorio del suelo a la atmósfera) y el grado de certidumbre en la extrapolación de resultados del estado juvenil al adulto y de pies aislados y pequeños rodales a poblaciones y masas arbóreas, en la uniformidad y precisión de los valores de la densidad básica de la madera. Algunos resultados, con simulaciones a corto y largo plazo (hasta de 200 años) muestran un aumento de la producción primaria neta e incrementos en los contenidos (ecosistema, biomasa 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 167 5. El sector forestal en la mitigación del cambio climático 167 arbórea o madera en pie) y flujos de carbono con el incremento de y/o de la temperatura en masas forestales de muy diversa condición. Sin embargo, en algunos casos estos incrementos son contrarrestados por las emisiones ligadas a los aprovechamientos de madera con lo cual el efecto sumidero de la masa forestal se reduce y puede llegar a anularse. Algunos modelos incluyen, además, aspectos económicos que tienen en consideración actividades industriales, precios, demanda de los productos y comercio nacional e internacional; todo ello apuntando a la optimización económica de los recursos (mayoritariamente madera) bajo diferentes supuestos climáticos y operativos en las masas forestales. De hecho, el secuestro de carbono (y, en algunos casos, otras externalidades) se incorpora a los tradicionales beneficios y servicios asignados a los montes, incluyéndose en modelos de planificación temporal de los aprovechamientos forestales; y la conservación de las masas forestales y las plantaciones forestales se convierten en importante moneda de trueque en la comercio global de créditos de carbono. Cabe añadir que el valor del carbono secuestrado por un bosque se incrementa al sustituir por madera algunos materiales de construcción cuya fabricación implica emisiones de CO2. Las forestaciones, con una elevada potencialidad en zonas templadas (31%) y tropicales (44%), revisten especial importancia para el secuestro de carbono. Se han dado valores medios de 1,90 Mg C ha-1 año-1 hasta máximos de 3,00 a 4,90 t C ha-1 año-1 hasta cierre de copas; y siempre sin olvidar las grandes variaciones ligadas a las causas anteriormente mencionadas. La corta de un rodal y su sustitución por una nueva plantación (reforestación) con la implicación del matorral en el secuestro de carbono (repoblación forestal), la eficiencia en la sustitución de un combustible fósil por la biomasa forestal cortada, la saturación de carbono en el cómputo absorción/ emisión de CO2 en la nueva biomasa, dependiente de la tasa de crecimiento de la especie que, a su vez, condicionará la efectividad de la edad de corta en términos de carbono secuestrado, la integración de incertidumbres (incendios, plagas), son todos ellos condicionantes del valor de las forestaciones en el secuestro de carbono. Las plantaciones forestales (forestaciones propiamente dichas) son un complemento muy útil para mitigar el cambio climático e incluirse en los protocolos CDM que permiten a los países industrializados (países A) invertir en proyectos en países en desarrollo para compensar emisiones en los propios. Se han desarrollado buen número de cronosecuencias, con aplicación de diferentes modelos, para la valoración simulada del secuestro de carbono con diversas especies de Pinus, Picea, Populus, Salix, Eucalyptus, también, Fagus y Quercus, mayoritariamente en países tropìcales. El rango de turnos aplicados es muy grande (8 a 95 años) y se obtienen valores para las tasas de acumulación de carbono en la biomasa entre 0,18 Mg C ha-1 año-1 y 5,90 Mg C ha-1 año-1 según especie, turno, densidad poblacional e intensidad de claras, fertilidad del suelo y otros factores. También se incluyen cifras sobre contenido en carbono en el ecosistema, incluyendo el suelo, y sobre los volúmenes de madera cosechados al término del turno. En la representación gráfica de las cronosecuencias del contenido en carbono en los árboles a lo largo de varios turnos se muestra como pauta general el ascenso hasta alcanzar el máximo y un brusco descenso a cero con la corta, cuya imagen en un espejo corresponde a la cronosecuencia del contenido en los productos. Un variado conjunto de factores que pueden incluirse en el amplio marco de las prácticas selvícolas, se utilizan en los trabajos referenciados en conexión con sus posibles efectos sobre el secuestro de carbono. Los efectos de la densidad inicial, la práctica de claras, la longitud del turno, diferentes formas de aprovechamiento (cortas a matarrasa y cortas por entresaca) y la pos- 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 168 168 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” terior regeneración tras la corta, diferentes intensidades de aprovechamiento, la sustitución de especies, la transformación de repoblados de coníferas en masas mixtas, posible perturbaciones, son incluidos en los modelos utilizados para simular la acumulación de carbono bajo diferentes escenarios climáticos. Los resultados obtenidos no siguen una pauta común y a la dispersión de valores encontrados se suman efectos contrarios, con efectos positivos con incrementos de crecimiento y contenido en carbono, frente a decrementos relativos en otros. La categoría y fines de los productos obtenidos en las cortas deben ser también componentes de la valoración del secuestro de carbono. Así, la vida y uso (por ejemplo madera para celulosa frente a madera para mobiliario) de los productos obtenidos condiciona las emisiones posteriores de CO2, lo cual repercute en la realización de inventarios de gases con efecto invernadero. Los cambios en los stocks de madera y la exportación y consumo de madera permiten determinar los flujos de carbono y los equivalentes en la absorción de CO2 en el país productor o la emisión en el consumidor. La incorporación en los modelos de parámetros vinculados a los mercados de madera es también objeto de atención en algunos trabajos. Una mayor demanda al conducir a la elevación de los precios, acarrea mayor intensidad de los aprovechamientos y consecuentes mayores emisiones de carbono en los mismos. En términos generales, cabría afirmar que mejores prácticas de gestión forestal tienen el potencial de incrementar el secuestro de carbono en los bosques y las plantaciones forestales, el importante papel de mitigar los niveles atmosféricos de CO2 y obtener un beneficio dinerario a través de los mercados de reducciones de emisión y compra de créditos definidos en el protocolo de Kyoto. La creación de bancos de carbono, a semejanza de los depósitos bancarios, es una iniciativa digna de tenerse en cuenta. En cualquier caso, el valor en el mercado (nacional e internacional) de los créditos de carbono y los productos obtenibles (madera y otras externalidades) y sus posibles fluctuaciones, tendrán que tenerse en cuenta; valoración que entrañará mas dificultad y riesgo si se proyecta a largo plazo. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 169 6. Los montes españoles y el cambio climático 169 6. lOS MONTES ESPAñOlES y El CAMBIO ClIMáTICO 6.1. Sostenibilidad y producción de los montes La sostenibilidad de los montes arbolados ha estado tradicional y mayoritariamente vinculada a la producción de madera. Sin embargo, cuando los servicios ambientales adquieren importancia prioritaria cabe medir la sostenibilidad forestal en un contexto de uso múltiple. Con tal objetivo se han desarrollado índices sintéticos de sostenibilidad y un sistema de indicadores de sostenibilidad que condicionan las alternativas de manejo (Díaz Balteiro et al, 2008a). Entre estos indicadores adquiere singular interés el carbono neto capturado en los sistemas forestales como complemento de otras utilidades mas directamente relacionadas con la producción. En el trabajo de Díaz Balteiro y Romero (2004) se aborda la integración de la captura de carbono en la gestión forestal a través del estudio económico de tres casos de forestación (Populus x euroamericana, Pinus radiata y P. sylvestris) y la construcción de un modelo basado en técnicas de optimización multicriterio aplicado al emblemático Pinar de Navafría (P. sylvestris) representativo de una “masa permanente”. El Plan Forestal Español (2004) estima la superficie forestal (montes) nacional en 26.273.235 ha, de las cuales un 56 % se considera arbolado (fracción de cabida cubierta, FCC > 5%), con un 39.60% de coníferas, un 29.10 % de frondosas y el resto con masas mixtas. La superficie cubierta por matorral y arbolado (FCC < 5%) supone un 35% del terreno forestal, que se completa con el 9% considerado pastos forestales no arbolados. La producción mayor corresponde a la madera, con 18.000.000 m3 (con corteza), a la que siguen en cuantía las leñas, el corcho y otros productos (frutos, resina, hongos, plantas medicinales). Dicha producción, no transformada, suponía 1.200 millones de euros al año. A estos beneficios hay que añadir los activos ambientales de protección y conservación de la biodiversidad (cerca de nueve millones de hectáreas de la Red Natura 2000 tienen condición de terrenos forestales) y el valor del uso recreativo de los montes, estimados en rentas anuales de 1.220 y 640 millones de euros respectivamente. El ganado sustentado en los montes, la caza y la pesca continental son, asimismo, importantes productos ligados al ámbito forestal, cuya valoración no se incluye en la cifra anterior. La abundante documentación existente aporta más información de carácter general, con mayor profusión de detalles sobre el sector forestal español, a la que el lector interesado puede recurrir. Por ello se estima que no ha sido procedente incorporarlas en este capítulo. Baste hacer alusión aquí a una serie de obras y documentos a las que se remite al lector interesado: el Atlas Forestal Español (TRAGSA, 2002), los Inventarios Forestales Nacionales (DGCONA, 1986-1995; 1997- 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 170 170 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” 2007), el Mapa Forestal de España (Ruiz de la Torre, 2004), la Forestación de Tierras Agrícolas (DGMR, 2006) y los diversos estudios monográficos específicos sobre el sector forestal en las Comunidades Autónomas, junto a los Anuarios Estadísticos del Ministerio, publicaciones de La Dirección General de la Naturaleza y Dirección General de la Biodiversidad. 6.2. Incremento de CO2 y alteraciones en el clima Existe una percepción bastante generalizada de que los países mediterráneos sufren una cierta alteración del clima en forma de ascenso de temperaturas estivales y cambios en el régimen pluviométrico; cambios estrechamente relacionados en el ámbito científico (IPCC, 2005) con los registros de incremento de CO2 en la atmósfera causados por las emisiones antropogénicas. En algunos de los apartados anteriores, especialmente en el capítulo 1.1., y más explícitamente en el presente capítulo referido al territorio español, los resultados mostrados apoyan esta percepción. La relación causa a efecto entre calentamiento global y aumento antropogénico de CO2 no es, sin embargo, compartida con carácter total; postura a la que se ha hecho referencia en 1.1., y sobre la cual en los dos párrafos siguientes se recogen dos referencias de la literatura española sobre el tema. La comunicación de título “El aumento antropogénico del CO2 atmosférico: Maldición o bendición” (Font, 1998) revela el escepticismo de su autor (compartido por otros expertos en clima), el cual, basándose en consideraciones climáticas, argumenta sobre el alcance de un límite en el calentamiento de la atmósfera inferior al predicho por el IPCC (1995) y subraya la incertidumbre de los modelos climáticos y alude a la implicación de las respuestas fisiológicas de las plantas al incremento de CO2. El análisis de las desviaciones acumuladas de temperaturas y precipitaciones (respecto a valores medios) de las series climáticas de 30 años en varias estaciones meteorológicas españolas durante largos periodos (hasta desde mediados del siglo XIX en el caso de las temperaturas medias, y hasta desde principios del siglo XX para las precipitaciones) llevado a cabo por Sanz Donaire (2008) muestra la existencia de una cierta aleatoriedad en su evolución y no permite deducir, según el autor, que se esté produciendo un cambio climático. 6.3. Estudios fitoclimáticos Los ecosistemas forestales se enfrentan al cambio climático bajo una doble y opuesta perspectiva. Por una parte, la regresión del medio, bajo condiciones climáticas poco favorables para la regeneración, con pluviometrías irregulares, especialmente en las amplias zonas de clima mediterráneo, hace pensar que el descenso de las precipitaciones, en paralelo con el aumento estival de las temperaturas, previsibles como mayores efectos del cambio climático en el sur del continente europeo (Thibault, 2007), conduzcan a situaciones limitantes para el crecimiento de algunas especies arbóreas en los lugares que actualmente ocupan. La plasticidad fenotípica, más presente en especies longevas (por ejemplo, en especies de los géneros Pinus y Quercus) será determinante en la adaptación a los cambios ambientales a corto plazo, y la mayor capacidad de dispersión y existencia de variabilidad genética intraespecífica lo será a más largo plazo. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 171 6. Los montes españoles y el cambio climático 171 Una abundante bibliografía en lengua española sobre estudios fitoclimáticos, unos de ámbito geográfico global del país y otros de estudios regionales más específicos se relacionan directa o indirectamente con el cambio climático y sus posibles repercusiones en los montes de España. En primer lugar, cabe destacar dos obras mayores, con amplia repercusión en los estudios posteriores sobre fitoclima y, en general, como referencia bioclimática a trabajos forestales, que son los “Diagramas Bioclimáticos” de Montero de Burgos y González Rebollar (1983) y el “Atlas Fitoclimático de España. Taxonomías” de Allué Andrade (1990). Este último autor realiza posteriormente varios estudios que incorporan nuevos aspectos conceptuales sobre fitoclima. La Sociedad Española de Ciencias Forestales (SECF) viene dando acogida a trabajos sobre fitoclima, con énfasis en el deterioro de los montes y el cambio climático, con referencias a tiempos pasados (que puedan servir para análisis futuros), al estado actual (con la apreciación en la vegetación de síntomas del cambio climático) y a predicciones futuras. En lo que sigue se pasa sucinta revista a los trabajos publicados en los Cuadernos de la SECF números 2 (1995), 7 (1998) y 12 (2001) dedicados monográficamente al tema, así como una enumeración de las presentaciones sobre el tema realizadas en el Cuarto Congreso Forestal Español celebrado en Zaragoza (2005) y el Quinto Congreso celebrado en Ávila (2009), ambos organizados por la SECF en colaboración con las correspondientes CCAA. Datos palinológicos sirven a Ruiz del Castillo (1995) para dar una visión general de los principales cambios en los sistemas forestales españoles durante los últimos cinco mil años. Se destacan los avances y regresiones de los bosques y se subraya su gran sensibilidad a los cambios climáticos; aunque también su persistencia y capacidad de recuperación en unos tipos de clima y vegetación comparables a los actuales y sometidos a una intervención humana creciente. El análisis antracológico es aplicado como indicador del cambio climático por Bocio et al (1998) para reconstruir la vegetación ancestral de la vegetación que en la Edad de Bronce ocupaba la Hoya de Guadix-Baza, consistente en formaciones de encina y coscoja entremezcladas con pinares abiertos de pino carrasco. En el trabajo de Manrique y Fernández Cancio (1995) se presentan reconstrucciones de fitoclimas en los últimos 465 – 520 años en los sistemas Ibérico y Central de la Península Ibérica con la información climática de los anillos de crecimiento de los árboles, utilizando polinomios de frecuencias de 15 años de los climas fríos y los climas lluviosos. Las predicciones basadas en métodos de series temporales hacen sospechar un cambio climático, aunque ninguno de los datos disponibles permite a los autores afirmar que el proceso sea irreversible. Seis años más tarde el mismo grupo (Candela et al, 2001) en base a análisis dendrométricos lleva cabo un análisis de variables climáticas del Centro y Sur de la Península Ibérica, desde el siglo XII a la actualidad. Los resultados, razonablemente comparables con los datos históricos disponibles, muestran un incremento de la variabilidad en temperaturas y precipitaciones semejante al que tuvo lugar con la Pequeña Edad Glacial (siglos XV y XVI). Los mismos autores antes citados Fernández Cancio y Manrique (1998) presentan una modificación metodológica sobre la reconstrucción de dendroclimas y la longitud de las series reconstruidas. Allué Andrade (1995) describe una serie de indicadores fitológicos que integran intervalos de clima de distinta amplitud; presenta un mapa indicativo de la situación climática española anterior al cambio, así como de las características actuales en cuantía, cualidad y causalidad; analiza aspectos metodológicos y fitológicos ante un empeoramiento del clima; destaca el papel de las diagnosis fitoclimáticas y la necesidad de que las técnicas de amortiguación de los efectos del cambio deben regirse por principios de polivalencia, diversificación, versatilidad y reversibilidad. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 172 172 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” La aplicación del modelo de idoneidad climática de Allué Andrade (1995) es aplicado por Cámara (1998) a las estaciones meteorológicas disponibles desde el año 1970 para conocer su idoneidad respecto al ámbito fitoclimático de Pinus halepensis y realizar una prognosis del cambio climático. El análisis dendrométrico es utilizado por García González et al (1998) como indicador ecológico para comparar las respuestas de Quercus robur a dos situaciones geográficas con diferente orientación, que marcan diferente disponibilidad hídrica. Los efectos demográficos de la sequía del verano de 1994 en seis poblaciones de encina en la cordillera prelitoral Catalana, son analizados por Lloret y Siscart (1995). La repetición de situaciones semejantes, posibles ante la tendencia al aumento del estrés hídrico en la región mediterránea, sugiere un incremento de las formaciones arbustivas en detrimento de la encina en áreas ocupadas por esta especie. La influencia de la sequía como componente importante de los incendios forestales (fenómeno generalizado y duradero en el área mediterránea) es analizada por Vélez (1995) en la doble vertiente de factor que prolonga la época de peligro de incendios y la aparición de condiciones propicias para la ignición y como condicionante de la defensa contra incendios, al influir negativamente en las medidas de prevención y extinción. En la comunicación de Montoya R. (1995) se registran y analizan los datos obtenidos en la zona de máximo déficit hídrico en España, tras la sequía de 1994 en el marco de La Red Europea de seguimiento de daños en los bosques (Nivel 1). Los resultados muestran daños importantes (debilitamiento y hasta muerte) en las masas forestales, con porcentajes elevados en encina y alcornoque y, también, en los pinos silvestre y laricio; en contraposición, el quejigo y la sabina albar resultaron las especies menos dañadas. Años más tarde (1998), el mismo autor aporta nuevos datos en forma de tablas y figuras sobre la evolución de daños detectados en los años 1994,1995 y 1996. Los efectos de la sequía sobre encinares adehesados de la Sierra Morena Occidental son objeto de estudio por Navarro et al (1998) mediante imágenes LANDSAT-TM. Los autores ponen de manifiesto la utilidad de los índices de vegetación NDVI y SAVI, mediante análisis temporales, en la evaluación de los cambios en la vegetación. Un aporte de datos climáticos (precipitaciones, días de nieve y helada) en los últimos decenios, la alusión a la reciente incidencia de tornados, y datos sobre la evolución de la vegetación en base al 1º y 2º inventarios forestales nacionales en la provincia de Soria sirven de reflexión (Lucas, 2001) sobre la incidencia del posible cambio climático en las masas forestales sorianas. La conveniencia de tener presente las consecuencias de un cambio climático en la dinámica de la vegetación y su influencia en la viabilidad de las especies arbóreas y los bosques, con vistas a la conservación del patrimonio forestal español, y las estrategias de gestión forestal mas adecuadas para la planificación de los trabajos de forestación y reforestación, son analizadas por García del Barro et al (2001), que subrayan la importancia de la estructura genética de las poblaciones, el conocimiento de la autoecología de las especies y la ecología de los ecosistemas y del paisaje. García López et al (2001) exponen una metodología de diagnosis fitoclimática basada en estimaciones factoriales territoriales, que aplican a la obtención de un mapa fitoclimático digital de la provincia de Burgos; lo que puede suponer una mejora de la cartografía territorial basada en un sistema anterior (Allué Andrade, 1990). En esta línea, García López et al (2001) hacen un resumen del estado actual de conocimientos sobre fitoclimatología con especial referencia a la 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 173 6. Los montes españoles y el cambio climático 173 nueva herramienta informática FITOCLIMO-AL´2000 y sus aplicaciones al estudio de la dinámica fitoclimática; que, en un futuro conducirá a la visualización en pantalla de un auténtico Mapa Dinámico Digital del Cambio (García López y Allué Camacho C., 2001). El mismo grupo (Gonzalo et al, 2001), a partir de la diagnosis fitoclimática de Allué Andrade realiza un proceso de homologación fitoclimática en base a los quejigares de la provincia de Burgos con el resto de la Península Ibérica; y Allué Camacho C. (2001) realiza una caracterización fitoclimática de procedencias de encinar (Quercus ilex L. subs Ballota). Sus resultados son coherentes desde el punto de vista fitogeográfico y compactos desde el territorial. Pereira et al (1998) aplican las metodologías antes mencionadas a la caracterización fitoclimática de la sabina albar. Posteriormente, el mismo grupo realiza un estudio semejante en los alcornocales peninsulares (Pereira y Fernández Cancio, 2001) y un estudio fitoclimático de algunas especies del género Cistus con el objetivo de analizar su versatilidad frente a fenómenos de estabilidad climática Gil et al (2001). Por otra parte, Romera et al (2001), aplican métodos estadísticos multivariantes a diferentes Bases de Datos de DGCONA y Mapa Forestal de España, Mapas de Regiones de Procedencia y Mapas del Inventario Nacional Forestal para establecer los límites fitoclimáticos de Pinus nigra en España en las condiciones climáticas actuales; y subrayan la gran diversidad de dominios bioclimáticos que ocupa la especie y la posibilidad de producirse cambios no uniformes ni unidireccionales bajo condiciones de cambios en temperatura y precipitaciones. Los resultados de Olano y Peralta (2001), derivados de la aplicación de modelos lineales generalizados, muestran que las precipitaciones, seguidas de la orientación e insolación, son los principales factores determinantes de la distribución de algunas especies en matorrales basófilos de Navarra. Se concluye que este tipo de modelos permite conocer los parámetros que determinan la distribución de una especie en un área determinada (de ahí su utilidad en la elaboración de cartografía) y facilita su aplicación en la determinación de cambios en la distribución de especies ante un escenario de cambio climático. Génova et al (2005) analizan las relaciones entre clima y crecimiento en los pinsapares de Sierra de Grazalema y Sierra de Las Nieves. García López et al (2005) tratan de la caracterización fitoclimática y las potencialidades de los hayedos en la Península Ibérica. Gordo et al (2005) plantean las consecuencias del cambio climático en la producción de piñas en P. pinea. En dos comunicaciones presentadas por García López et al (2005) se ensaya un método de estudio de la relación entre los ámbitos de existencia fitoclimática y la competencia interespecífica en seis coníferas y en diez frondosas del ámbito forestal español; y el mismo grupo presenta una metodología para la regionalización de variables climáticas y factores fitoclimáticos a partir de técnicas de análisis geoestadístico. En un análisis dendrológico con maderas subfósiles, presentado por García Calvo et al (2005) se informa acerca de los eventos históricos y condiciones ambientales en que se han desarrollado los pinares naturales de la Sierra de Gredos. Manrique y Fernández Cancio (2005) presentan un sistema informático para la generación de datos climáticos a partir de cualquier punto del país conocidas sus coordenadas y su altitud. Llorente et al (2005) utilizan el Mapa Forestal de España para el estudio del hábitat climático de frondosas acompañantes en Castilla León. La anchura de los anillos de crecimiento radial del tronco de árboles de Pinus pinaster del Centro de la Península Ibérica es correlacionada por Bogino y Bravo (2008 a) con la temperatura y precipitaciones para el periodo 1952 a 2000. Los resultados muestran una fuerte asociación entre dicho crecimiento y la disponibilidad de agua; asimismo, se detecta un cambio en dicha asociación al comienzo de la década de 1980, y se subraya la utilidad de la especie en conexión 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 174 174 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” con el cambio climático. En otro trabajo, utilizando muestras de madera representativas del crecimiento radial de árboles de la misma especie, con edades entre 72 y 162 años, en rodales del Este de la Península Ibérica (Albacete, Cuenca, Teruel y Valencia), Bogino y Bravo (2008 b) estudian la correlación entre el grosor de los anillos de crecimiento y los índices NAO (North Atlantic Oscillation) y SOI (Southern Oscillation Index), considerados las mayores fuentes de variación interanual del tiempo meteorológico y del clima. Los resultados revelan una correlación negativa con el índice NAO para dos de los lugares y un cambio del valor del índice SOI a través del tiempo en uno de ellos, aunque la variabilidad que explican es menor que la que suministran otras variables climáticas. Los propios autores subrayan las diferencias con las correlaciones positivas con el índice NAO encontradas por otros autores para poblaciones boreales de P. sylvestris. Un método para la evaluación de los posibles efectos que un cambio en el clima pueda tener sobre la diversidad fitoclimática en Castilla y León y la vulnerabilidad de sus ecosistemas forestales; un método sobre la composición y estructura de cubiertas forestales, con el estudio de la dinámica de los índices de idoneidad fitoclimática para el periodo 1936-2006; un avance sobre la caracterización y potencialidades fitoclimáticas de los encinares de Quercus ilex L. subs ballota partiendo de puntos de muestreo del II Inventarios Forestal Nacional; y, un cuarto trabajo sobre la caracterización y potencialidades fitoclimáticas del roble americano (Quercus rubra) en la España peninsular, son trabajos presentados por García López y Allué (2009 a,b,c,d) en el Congreso celebrado en Ávila. A ellos se suman una comunicación sobre un nuevo modelo fitoclimático para la España peninsular basado en tipos funcionales y análisis geoestadístico factorial regionalizado, y un estudio sobre los rangos óptimos para los hayedos españoles con respecto a seis parámetros climáticos de temperaturas y precipitaciones (Gastón et al, 2009). 6.4. Respuestas en los ecosistemas a las perturbaciones y prácticas de manejo en el sector La evolución de las plagas y enfermedades es un sistema de alerta de variaciones climáticas en el medio y el incremento de temperaturas favorece su desarrollo y su impacto altera el equilibrio planta-sistema, pudiendo extender altitudinalmente su área actual (por ejemplo, la procesionaria del pino), o en el caso de insectos perforadores (p.e. Ips acuminatus, I. sexdentatus) y defoliadores (por ejemplo, Diprion pini), completar dos (o tres) ciclos completos en un año. La penetración de parásitos exógenos al medio, procedentes de otras zonas geográficas, derivada del comercio internacional, constituye un peligro añadido. Gracia et al (2004) citan algunos ejemplos al respecto. La entrada en montes de Pinus pinaster en Portugal del nematodo del pino, Bursaphelenchus xylophilus, inoculado en los árboles a través de heridas por insectos cerambícidos del género Monochamus y causante de marchitamiento, provoca la alerta de su penetración en masas de España (Pérez G. et al, 2008). En su trabajo, estos autores formulan un modelo de riesgo basado en el aumento de las temperaturas estivales (al que se une el estrés hídrico), la susceptibilidad de la especie (mayor en P. pinaster, P. sylvestris y P. nigra) y, en menor escala, la composición de los rodales. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 175 6. Los montes españoles y el cambio climático 175 fotografía 6.1. Pinus halepensis con abundantes macroblastos retorcidos y ya secos por infección de Sirococcus strobilinus facilitada por condiciones climatológicas anormales. (Fotografía tomada de MUÑOZ, C., 1997. Sirococus strobilinus Preuss, un hongo responsable de la muerte de brotes en Pinus halepensis Miller. Bol. San. Veg., Plagas, 23, 595-606). Los daños causados en masas naturales y de repoblación de Pinus halepensis por el hongo Sirococcus strobilinus Preuss (= Sirococcus conigenus), detectado en España por primera vez en la década de los noventa del pasado siglo (Muñoz, 1997), derivan en la muerte progresiva de los brotes anuales, que prendidos secos en el árbol han dado lugar al término “soflamado” (Fotografía 6.1). Su origen parece relacionarse con temperaturas estivales inferiores a las normales, acompañadas de humedad y nubosidad, durante la brotación en la zonas afectadas (Muñoz, 1999); todo lo cual sugiere una relación con el cambio climático. También dicho incremento de temperatura puede acortar la vida media de las hojas y, en conjunción con la sequía, acelerar la dinámica foliar en las especies perennifolias, como evidencian Gracia et al (2001) al comparar encinares del Montseny y de la provincia de Sevilla. En el Inventario Ecológico y Forestal de Cataluña (Gracia et al, 1992) se refleja una reducción de 2,60 a 1,90 años en la vida media de las hojas de perennifolios, lo que se traduce en un incremento en la producción de hojarasca el cual, a su vez, repercute en un aumento de las tasas respiratorias en el suelo y, por ende, en la emisión de carbono a la atmósfera, ambos cuantificados en el citado trabajo. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 176 176 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” La pérdida de densidad del dosel arbóreo por aumento de la temperatura es objeto del trabajo de Sanz-Ros et al (2008), que vaticinan un incremento en la transparencia del dosel de copas si la temperatura estival aumenta, con la consiguiente pérdida de vigor vegetativo y mayor propensión a ataques de hongos e insectos en amplias zonas boscosas del norte de la España peninsular; efectos negativos a los que se sumarían los derivados del aumento de la ya per se errática distribución de las precipitaciones en los ecosistemas mediterráneos. En el bosque mediterráneo la dinámica de las raíces finas se verá igualmente afectada por la disminución de precipitaciones, y su densidad, biomasa y longevidad quedarán sensiblemente reducidas como ponen de m anifiesto, con alusión específica a la encina, López et al (1998, 2001a y 2001 b). En el trabajo ya citado, Gracia et al (2004) argumentan, bajo un enfoque fisiológico con datos de las reservas de almidón en corteza y madera, sobre los efectos negativos del aumento de la sequía estival (a la que abocan las predicciones del cambio climático en el sur de Europa) en el consumo de carbohidratos de rese rva (almidón) en las raíces de las especies sometidas a resalveo, concluyendo que las hará más vulnerables. Ello tendrá que replantear su manejo en aras de evitar su desaparición, consideración que cabe extender a otras formaciones boscosas en las que la demanda hídrica asociada al aumento de temperatura y evapotranspiración supere el umbral de supervivencia y demande actuaciones selvícolas que, por ejemplo, reduzcan la fracción de cabida cubierta. Especial repercusión tendrá en la reducción de la reserva de agua en el bosque mediterráneo (Gracia et al, 2002). El aumento de las temperaturas puede, en contrapartida, alargar la duración de las hojas en caducifolios, adelantando la brotación y retrasando la senescencia y caída si no se presentan problemas de sequía estival, como puede ya observ arse sucede con los plátanos de sombra y otros árboles ornamentales en parques y calles de algunas ciudades españolas. Las relaciones entre la anchura de los anillos de crecimiento del tronco, en especial de la madera tardía, con el clima han sido también tratados en el epígrafe 1.1. y en párrafos precedentes. Cabe incluir aquí, la referencia al trabajo de Bogino y Bravo (2008a) en el que la aplicac ión de un análisis de componentes principales a las relaciones entre el crecimiento radial del tronco en bosques ibéricos de Pinus pinaster y variables climáticas para el periodo 1952-2005 mostró la existencia de una correlación positiva con las precipitaciones del periodo previo a la estación vegetativa y con las lluvias estivales en la propia estación, acusándose asimismo un cambio en la asociaci ón clima y crecimiento a partir de la década de 1980. Clima (y su posible cambio) y crecimiento vegetativo y reproducción , han sido también objeto de presentación de las comunicaciones en el 5º Congreso Forestal Español (Ávila, 2009) que se enumeran en lo que sigue. Bogino et al (2009) analizan el efecto del clima a partir de 18 cronologías de árboles de Pinus pinaster y P. sylvestris seleccionados en los sistemas Ibérico y Central utilizando mediciones de ∂ 13 C en los anillos de crecimiento. El mismo grupo (Olivar et al, 2009) evalúa los efectos del clima en el crecimiento radial de Pinus halepensis atendiendo a las diferencias entre clases de pies dominantes y dominados en plantaciones de la especie en lugares de especial estrés hídrico como factor limitante del crecimiento. La variabilidad geográfica en el crecimiento (series de la anchura de los anillos anuales) de Pinus pinaster en respuesta a la variabilidad ambiental; y el análisis del crecimiento, también radial, en poblaciones gallegas de Quercus robur en un amplio rango altitudinal de la especie, son dos comunicaciones presentadas por Rozas et al (2009 a, b). La producción anual de piña en Pinus pinea en la comarca cordobesa de Villaviciosa, las pautas 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 177 6. Los montes españoles y el cambio climático 177 de vecería y la influencia de factores climáticos en la variación interanual a lo largo de 11 años fue objeto de la comunicación presentada por Contreras et al (2009). Los patrones reproductivos (producción de bellota) y el crecimiento radial son examinados por los autores en relación con el incremento de la sequía y la práctica del resalveo en Quercus ilex y Q. humilis. Los resultados indican la influencia del clima y el resalveo en ambos procesos. Cabe aludir, también, a trabajos dirigidos a obtener información sobre la dinámica de la vegetación esclerófila y de la arbórea (poblaciones mixtas de Pinus halepensis y Quercus ilex) mediante modelos de aplicación en el área Mediterránea, en condiciones proclives a experimentar cambios térmicos e hídricos. Así, respecto a la vegetación esclerófila , en el trabajo de Zavala (2004) se hace una interpretación funcional del intercambio gaseoso de la planta entera y se propone un algoritmo basado en la asunción de que la conductancia estomática debe conducir a una estrategia que maximice la ganancia de carbono a largo plazo y evite la mortalidad de las plantas. En el segundo caso citado, los resultados de Zavala y Zea (2004), aplicando un modelo de simulación espacial, muestran que la persistencia de las poblaciones de pino carrasco pueden explicarse con independencia del compromiso colonización- competencia, o entre sombra y tolerancia a la sequía, y subrayan la necesidad de contar con modelos de dinámica forestal como herramientas de diagnosis para la gestión sostenible. El análisis de los modelos fenológicos en la predicción del comienzo y alcance del pico de la estación polínica de Quercus en España es otro aspecto con implicaciones en el cambio climático (García- Mozo et al, 2008). En el marco de las perturbaciones y decaimiento de los bosques en España con posible relación con el cambio climático, inciden varios trabajos presentados en el 5º Congreso Forestal Español (Ávila, 2009). Sánchez Peña et al (2009a,b) recogen la informació n generada sobre el estado de salud de los bosques en España, analizan los principales agentes nocivos identificados y exponen el procedimiento CENDANA, mecanismo público interactivo de información que permite la consulta y uso de datos. Gil Pelegrín et al (2009) reflexionan sobre el tema con referencia específica a la muerte masiva en encinares y alcornocales ligada a la sequía y al incremento crónic o de la aridez; así como al decaimiento de pino silvestre y pinabete, especies en su límite meridional de distribución geográfica en los sistemas montañosos de la Península Ibérica. En este mismo contexto, en el trabajo de Sánchez-Salguero et al (2009) se evalúa la relación entre crecimiento radial y clima en repoblaciones de pino silvestre y pino laricio en el Sureste Peninsular utilizando serie s climáticas de datos mensuales de temperatura y humedad para analizar e interpretar las causas del decaimiento de los árboles. En el marco de los posibles efectos de las prácticas selvícolas ante un cambio climático, cabe mencionar el modelo basado en procesos de reciclado de nutrientes diseñado por Blanco et al (2005) que aplican a dos escenarios de claras en masas de Pinus sylvestris en Navarra; los resultados destacan la sensibilidad del nitrógeno y fósforo a la sobreexplotación y la fuerte dependencia del lugar (estación) en el mantenimiento de la sostenibilidad del ecosistema. Para finalizar este epígrafe, una alusión a los incendios. Los incendios de origen natural (no antropogénico), junto a su condición de factor implicado en el proceso de regeneración de masas arbóreas bajo clima mediterrá neo, presentan su cara negativa como agente de perturbación tras la domesticación de los bosques por el hombre. En el capítulo 3.4, dedicado a los “Incendios ante el incremento atmosférico de CO 2”, se trata el tema y se incluyen algunas referencias a trabajos en los montes españoles. Cabe, aquí, aludir también a la emisión 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 178 178 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” de CO2 que se genera en los incendios forestales y llamar la atención sobre la necesidad de llevar a cabo una cuantificación de los mismos. Cabe mencionar dos comunicaciones presentadas en el ámbito de los incendios forestales en el 5º Congreso Forestal Español (Ávila, 2009). En un estudio llevado a cabo durante dos años en pinares de repoblación e n el Parque Natural de Sierra Nevada, tras un incendio acaecido en 2005 y tres tratamientos selvícolas postincendio, se analizó la variabilidad estacional del flujo de carbono del suelo a la atmósfera (Marañón-Jimenez et al, 2009). También la emisión de CO2 y el efectos del resalveo, practicado tras un incendio, en un encinar de Quercus ilex (procedente de regeneración natural) en Almodovar del Pinar (Cuenca) es objeto de estudio por López Serrano et al (2009). 6.5. vulnerabilidad a los cambios. Captura versus emisión de CO2. Existe un valor intrínseco de los ecosistemas como reservorio de carbono y, en dependencia de su condición y estado, de su capacidad de fijar carbono atmosférico; y, en consecuencia, de contribuir a la mitigación de las emisiones antropogénicas, en especial mediante la forestación de terrenos baldíos y plantaciones con especies de crecimiento rápido. La valoración del papel mitigador de las emisiones atmosféricas de CO2 por los ecosistemas forestales obliga a cuantificar, estimativamente, la potencialidad de fijación de carbono en los mismos. La cuantificación de existencias en las masas forestales, su evolución en las últimas décadas y la determinación a partir de dichos datos de la biomasa arbórea constituyen puntos de partida junto con la incorporación del carbono edáfico y el ligado a la vegetación no arbórea para la estimación del secuestro de carbono en los ecosistemas forestales. En un apartado anterior (2.2.3) se ha aludido a la posible inversión de sumidero en fuente a que puede conducir la subida de temperaturas en ecosistemas terrestres. La posibilidad de que los ecosistemas forestales españoles se trasformen en emisores netos de carbono, es contemplada en el documento “Conclusiones de la evaluación preliminar de los principales impactos en España por efecto del cambio climático” (Moreno, 2005). La reserva hídrica del suelo puede verse negativamente afectada en el periodo estival y en lugares con déficit hídrico, presentes en buena parte de los ecosistemas forestales de España, la subida de temperatura y la mayor demanda evaporativa conducir a pérdida de arbolado, incluso a su sustitución por vegetación arbustiva y matorrales. Ante tal perspectiva, en el informe sobre el sector forestal ya mencionado (Gracia et al, 2005) se plantea la posibilidad para la segunda mitad del siglo XXI, tras un aumento inicial de la producción primaria neta en su primera mitad, de que los bosques se transformen en emisores netos de carbono. En dicho informe se presentan los resultados obtenidos al utilizar el modelo GOTILWA+ (Gracia et al, 1999, Sabaté et al, 2004) en forma de mapas de estimación de la producción primaria neta desde 1990 hasta 2080 en periodos de treinta años (Figura 6.1), en los que se aprecia su disminución en buena parte del territorio español. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 179 6. Los montes españoles y el cambio climático 179 figura 6.1. Estimación de la producción primaria neta del ecosistema en los bosques de la Península Ibérica en cuatro escenarios (1990, 2020, 2050, 2080) por aplicación del modelo GOTILWA+. Los valores negativos indican un comportamiento como sumidero neto de carbono, desde moderado (en amarillo y verde) a fuerte (en azul y negro). Los valores positivos indican un comportamiento como fuente neta de carbono (en anaranjado y rojo). Los resultados muestran que en la Península Ibérica tras un comportamiento del efecto sumidero, hacia la mitad de siglo se invertiría la situación para convertirse en emisor (Gracia, en Evaluación de los impactos en España por efecto del cambio climático, Edit. J.M. Moreno, Mº de Medio Ambiente, 2005). Asimismo, en el trabajo mencionado se subraya la mayor vulnerabilidad de las poblaciones con su límite meridional en las partes más altas de los sistemas montañosos, en particular de las especies con variabilidad genética reducida y procedencia de área restringida; y mayor vulnerabilidad, también, a las perturbaciones a fuegos y agentes bióticos, con incrementos de plagas y patógenos. Todo ello podrá generar cambios poblacionales y sustitución de especies, por otras más termófilas y más tolerantes a la sequía, incluso su desaparición. Se destaca la posible sustitución del pino rodeno por el pino carrasco, la del alcornoque y el quejigo por la encina; las amenazas sobre las poblaciones de pinsapo, pino silvestre de la Sierra de Baza, “pino laricio” de las Sierras Béticas y de pino negro de Gúdar, o la dificultad de regeneración de los pinares de piñonero de los arenales de la Meseta Norte. Se subrayan, también, los peligros que se ciernen sobre las formaciones arbóreas de ribera, cuya vulnerabilidad se hará mayor al verse especialmente afectadas por la mayor irregularidad de las precipitaciones, a cuyos efectos negativos se unirán en las olmedas los derivados de la grafiosis. La adaptación a estos cambios climáticos exige medidas de gestión en los ecosistemas forestales que eviten, o al menos permitan paliar, los efectos negativos mencionados. En el documento repetidamente citado, los resultados del análisis del crecimiento de la masa forestal en varios escenarios de cambio climático en combinación con escenarios alternativos de ges- 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 180 180 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” tión, aplicando dos modelos de circulación atmosférica general (ECHAM14 y HAdCM2) en un pinar de pino silvestre y un encinar evidencian la importancia de disminuir el área basimétrica, en mayor grado que ampliar la intensidad de las claras o prolongar el turno de corta. Se subraya, asimismo, el peculiar comportamiento de los bosques mediterráneos frente a los boreales y templados; en los primeros la respuesta al incremento de temperatura en el crecimiento y, en consecuencia en el carbono almacenado en el sistema, dependerá del agua disponible. También, a la vista de los resultados obtenidos en el encinar de Prades (Tarragona) sobre los efectos de la intensidad del resalveo en diversos parámetros fisiológicos, se preconiza la conversión del monte bajo en monte alto. Se incluyen a continuación varias comunicaciones presentadas en el 5º Congreso Forestal Español (Ávila, 2009) que cabe incluir en este apartado. Matías Resina et al (2009), ante la reducción del 30% en la precipitación de primavera y verano prevista para las próximas décadas en el bosque mediterráneo analizan los efectos sobre la regeneración de ocho especies forestales en varios escenarios climáticos, efectos a tener en cuenta en la toma de decisiones sobre la gestión forestal. Fernández- Marín et al (2009), ante la pregunta sobre si la capacidad de adaptación al estrés climático en Quercus mediterráneos radica en su plasticidad fenotípica o en la variación genotípica, utilizando parámetros de fotoprotección y funcionamiento fotosintético en hojas y de crecimiento en grosor de pies de encina, concluyen que en la gran plasticidad de la encina coexisten mecanismos dependientes de la procedencia de las poblaciones con otros intrínsecos determinados genotípicamente. Cotillas et al (2009) se preguntan sobre si la gestión forestal podrá mitigar los efectos del incremento de la sequía en los montes mediterráneos y, centrándose en los resultados encontrados en una investigación de cuatro años en un monte bajo de Quercus ilex y Quercus cerrioides, apuntan una serie de medidas selvícolas. Domínguez et al (2009), en el ámbito del proyecto LIFE+ BOSCOS “Gestión forestal sostenible en los montes de Menorca en un contexto de cambio climático”, preconizan que la planificación forestal a escala de paisaje, e incluso de finca forestal, deben incluir elementos de gobernanza para garantizar la efectividad a largo plazo de los objetivos del proyecto. Murua et al (2009), en el contexto de los bosques como sumideros de carbono, valoran distintas formulaciones ligadas a una gestión forestal mas avanzada y subrayan la necesidad de colaboración de los propietarios forestales en la gestión de las masas forestales. En la comunicación de Sabaté et al (2009) se ofrece una perspectiva sobre las preguntas planteadas en distintos proyectos de investigación en relación con los impactos del cambio climático sobre los bosques mediterráneos y subrayan el papel crucial de la disponibilidad de agua y al aumento de temperatura como factores limitantes de la capacidad de maniobra para la gestión en dichos ecosistemas. Cabe finalmente hacer referencia al trabajo de Sanchez Peña y García Díaz (2009) que pasan revista a los sumideros forestales de carbono en los países desarrollados en el protocolo de Kyoto y a la reducción de emisiones por deforestación y degradación de los bosques en el periodo post-2012 y hacen un análisis de los sumideros como medio para alcanzar los objetivos de reducción en los países Anexo I en post-2012, que completan con una referencia a cuestiones transversales y unas conclusiones finales. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 181 6. Los montes españoles y el cambio climático 181 6.6. Captura de carbono en los montes 6.6.1. Inventarios y biomasa arbórea Los inventarios forestales constituyen base de partida para estimar la biomasa forestal (Brown, 2002) y a partir de ella cuantificar el secuestro de carbono, calculado con carácter general como el 50% de su peso seco. En nuestro país, en vías de finalización del tercer Inventario Forestal Español, la tesela mínima cartografiada en el tercer inventario, con carácter general, es de 6,50 has; en ella, se consignan las tres especies arbóreas con mayor presencia, su importancia relativa, estado desarrollo y cobertura del dosel (Villanueva y Vallejo, 2002). La aplicación informática BASIFOR 1.0 (Río et al, 2001) y BASIFOR 2.0 (Bravo et al, 2005) simplifica las tareas de acceso y cálculo con las bases de datos del Inventario. La estimación de la biomasa se lleva a cabo mediante los datos obtenidos de árboles (normalmente apeados) representativos de las parcelas elegidas, siguiendo una metodología descrita por Montero et al (2005), que han elaborado ecuaciones para el cálculo de las distintas fracciones del árbol (fuste, tipos de ramas, hojas y raíces) y, por otra parte, de la biomasa arbórea total. Una de las operaciones de toma de material en monte se muestra en la fotografía 6.2. A partir de dichos datos se deducen numéricamente, en función de la densidad básica específica de cada madera o del contenido en agua de las otras fracciones, la materia seca y de ésta el carbono presente para cada una de las 32 especies arbóreas forestales más importantes en España. Se ha admitido el 50 % de la biomasa seca como valor del carbono almacenado, del que se deriva el CO2 fijado por peso de biomasa vegetal. También se ha estimado la biomasa de diferentes tipos de matorral mediterráneo y desarrollado modelos de regresión en función de la edad (Navarro y Blanco, 2006). fotografía 6.2. Extracción del tocón y raíces gruesas (dcha) y pesado de biomasa de las distintas fracciones de biomasa (izqda) en un pinar (Tomado de “Producción de biomasa y fijación de CO2 por los bosques españoles”, G. Montero et al, 2005). 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 182 182 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” 6.6.2. Contenido, flujo de carbono y secuestro en el suelo, la masa arbórea y los rodales forestales. La evaluación de los recursos edáficos requiere su inventario. La cuantificación del contenido en carbono orgánico de los suelos, componente esencial de su fertilidad, es necesario para calcular el potencial de su captura, su evolución en respuesta a alteraciones de uso y de ambiente y establecer posibles compensaciones por la misma. Su gran variabilidad queda reflejada al comparar los menos de 4 kg m-2 medidos en zonas del Valle del Ebro con los 30 kg m-2 que llegan a alcanzarse en suelos forestales de Galicia (Moreno et al, 2005). En 2001, partiendo de bases de datos de perfiles edáficos seleccionados, Rodríguez Murillo estimó aproximadamente en 3,70 Pg (1 Pg = 1 G t) el contenido en carbono de los suelos peninsulares de España, lo que supone 7,60 kg C m-2. Junto a estudios de ámbito regional (Macías et al, 2001, entre otros), cabe destacar el trabajo de Rovira et al (2007) en el que se describe detalladamente una metodología para cuantificar con mayor precisión el contenido en los suelos peninsulares. Los autores partieron de datos de suelos de la Universidad de Barcelona y de perfiles edáficos de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Montes de Madrid. Se distinguieron nueve tipos de vegetación (formaciones arbóreas de coníferas, frondosas y mixtas), así como otras comunidades sin estrato arbóreo o muy disperso; tipos, que se cruzaron con los tipos climáticos, con base en la clasificación de Allué Andrade (1990). En último término se tuvo en cuenta el posible efecto del tipo de material geológico parental (caliza, esquistos, granitos y otros) sobre la acumulación de carbono en el suelo. La necesidad de disponer de mapas digitalizados para la información obtenida no fue siempre posible, por lo que se tenía que recurrir a una adaptación de las cartografías disponibles. El contenido en carbono edáfico en la Comunidad Valenciana sirve a los autores como ejemplo de la aplicación de la metodología desarrollada y concluyen haciendo ver la dificultad de incluir en un modelo matemático la incidencia de los incendios o uso previo del suelo; asimismo sugieren, teniendo en cuenta dichos datos regionales, que la estimación del carbono edáfico global hecha por Rodríguez Murillo (2001) para la España Peninsular no vaya a sufrir cambios sustanciales. En el trabajo de Charro et al (2008) se aplica el modelo RothC a datos climáticos y edáficos de masas de repoblación de Pinus halepensis de diferentes edades en Valladolid y Palencia para simular la capacidad de secuestro de carbono en el suelo durante 100 años. Los resultados muestran un incremento progresivo del contenido anual de carbono orgánico con la edad del arbolado (2,92 t C ha-1 a los cinco años, que alcanzarían 8,34 t C ha-1 a los 100 años) con unas tasas anuales en disminución con la edad de los árboles. Con un objetivo similar, Guerrero et al (2008) aplican la espectroscopía en el infrarrojo cercano para la estimación de carbono orgánico y respiración basal en suelos forestales de la provincia de Alicante. Se explicita la obtención de las funciones de calibración que relacionan la información espectral con el carbono orgánico y respiración edáfica mediante el uso de regresiones múltiples y se discuten aspectos concernientes a la calibración y validación de los resultados. El contenido en carbono orgánico de suelos calizos forestados con pino carrasco y encina, otrora dedicados a cultivo de cereales o clasificados como “ de erial a pastos” no se correlacionó con el uso anterior del suelo ni con los años de cambio de uso, en mediciones hechas a los doce años de la plantación (Jiménez et al, 2008). En un trabajo similar, en terrenos anteriormente dedicados al cultivo de maíz forrajero o pradera, las plantaciones forestales de pino radiata y eucalipto dieron lugar a una captura media de carbono en la biomasa aérea de pinos de 40 años de 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 183 6. Los montes españoles y el cambio climático 183 9 Mg C ha-1 año-1 y de 17 Mg C ha-1 año-1 para eucalipto de 25 años, con contenidos de 200 a 420 Mg C ha-1 en el pino, comparable al contenido en eucalipto a los 10 a 25 años de edad. El carbono acumulado en el mantillo, a partir de los cinco años de la repoblación, alcanzó valores máximos de 50 Mg C ha-1 para el pino y de 19 Mg C ha-1 para el eucalipto, similares estos últimos a los observados en bosques de algunas frondosas europeas (Pérez Cruzado et al, 2007). En dos transectos, uno altitudinal de pino albar, y otro alrededor del ecotono entre rebollo y pino albar, en la sierra de Guadarrama, se midió mensualmente la respiración del suelo con un IRGA y diferentes parámetros edáficos (Inclán et al, 2008). Los resultados evidenciaron una variación estacional en la respiración con mínimos en invierno (aprox. 1,3 µmol CO2 m-2 s-1 en ambos transectos) y máximos en primavera (aprox. 6,50 µmol CO2 m-2 s-1 en el transecto altitudinal y aprox. 5,00 µmol CO2 m-2 s-1 en el transecto ecotono), en estrecha relación con la variación de temperatura y humedad del suelo; y, en condiciones edáficas y climáticas similares, la variación era función de la especie. La estimación del carbono almacenado a nivel de rodal se lleva a cabo mediante la aplicación de un modelo. Un modelo de amplia utilización es CO2 FIX que simula el carbono almacenado anualmente en la biomasa, la materia orgánica y la cadena de productos forestales (Masera et al, 2003). En el ámbito del proyecto MEDEFLU (Red Europea EUROFLUX), en Marzo y Junio de 1999, mediante la técnica de “eddy-covariance” se midieron los flujos diarios de CO2, vapor de agua y energía en una zona de pinar (Pinus halepensis) con matorral y otra de sólo matorral en el Parque Nacional de la Albufera (Valencia) (Sanz et al, 2001). Los resultados estimaron en 89 g C m-2 año-1 la fijación anual de carbono del ecosistema en el área de matorral con arbolado; el flujo máximo medio de CO2, medido a mediodía, en el arbolado sólo alcanzó 6 µmol C m-2 s-1 frente a 20 µmol m-2 s-1 en un arrozal contiguo. Una metodología para la cuantificación del secuestro de carbono por la biomasa arbórea forestal aplicable a los montes españoles es objeto de estudio por Sánchez Peña y Martínez Saavedra (2001), que partiendo de los inventarios forestales nacionales, hacen oportunas consideraciones sobre la valoración del carbono capturado en forestación y reforestación; y a la luz del Protocolo de Kioto, Sánchez Peña y Sanz Sanchez (2001) proponen actuaciones de carácter general en el ámbito territorial conducentes a optimizar la condición de sumidero de carbono de la vegetación y, en particular, de los bosques. El proceso de su cuantificación en los sistemas forestales propuesto por el Ministerio de Medio Ambiente es analizado por Martínez de Saavedra y Sánchez Peña (2002). En el amplio trabajo elaborado por Macías y Rodriguez Lado (2003) se calculan (y comparan) las variaciones del carbono secuestrado debidas a reforestación, forestación y deforestación en los montes gallegos, con los datos suministrados por Martínez de Saavedra y Sánchez Peña antes citados y los aportados por la Junta de Galicia; y, asimismo se calculan las variaciones de la superficies forestal en Galicia en base a los datos de los inventarios nacionales II y III. Con estos últimos se calculan valores sobre la fijación de carbono derivada de la gestión forestal del eucalipto en Galicia (cultivo y corta) y se determina la productividad y fijación de carbono en las masas de Pinus pinaster (con datos complementarios de Pinus radiata, Castanea sativa, Eucalyptus sp., y “otras frondosas” sin especificar. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 184 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” 184 Eficiencia Posibilidad media (t C ha-1 año-1) (m-3 ha-1) Superficie (ha) t C año -1 Eucalyptus globulus 229.970 1.181.421 5,14 Pinus pinaster 284.332 450.041 1,58 Pinus radiata 77.412 86.066 1,11 Castanea sativa 94.384 94.384 0,52 Especie 12,80 Tabla 6.1: Capacidad de secuestro de carbono en la biomasa forestal por especies madera- bles referida al año 2000 (Macías y Rodriguez Lado, 2003). En la Tabla 6.1 tomada del informe de Macías y Rodriguez Lado (2003) se muestra la capacidad de secuestro de carbono en la biomasa forestal referida al año 2000 en especies maderables en Galicia. Los propios autores indican que es sorprendente la baja eficiencia de P. radiata frente a P. pinaster y estiman que en el primero puede alcanzarse 2 t C ha-1 año-1. El secuestro de carbono en los suelos es también objeto de análisis en este trabajo, en el que se hace también referencia a aportaciones científicas anteriores sobre el carbono en los suelos de Galicia. En un estudio con poblaciones seminaturales de Quercus robur en Galicia, Balboa et al (2006) utilizan ecuaciones de regresión para predecir la biomasa e inferir el contenido en carbono en el vuelo, raíces, mantillo y suelo mineral a partir de los datos tomados en campo en cuatro parcelas, con 81 pies por parcela de edades entre 80 y 140 años. Los valores medios, en porcentaje, del contenido en carbono en dichas fracciones fueron respectivamente de 40,10, 8 y 42 por ciento, con un rango amplio de valores absolutos del contenido en carbono: 82 a 243 Mg ha-1 para la biomasa total de los árboles y 62 a 194 Mg ha-1 para el vuelo. La fijación de carbono en la biomasa arbórea de los sistemas forestales de España ha sido cuantificada por Montero et al (2005) con la metodología antes apuntada. En el capítulo 9. Sector Forestal (Gracia et al, 2005) del documento “Evaluación Preliminar de los Impactos del Cambio Climático en España” (Oficina Española de Cambio climático, 2005) se cifra el carbono acumulado en el terreno forestal arbolado en 2,05 x 109 t de CO2, con un incremento anual de fijación de CO2 calculado en 4x107 t, cantidad equivalente a un 10% del dióxido de carbono emitido a la atmósfera en España. En el referido documento, asignando un valor de 22,80 $ a la tonelada de carbono fijada (Fanhauser, 1994) el carbono acumulado se evaluaría en 125.400 x 106 $ y el incremento anual en 250,60 x 106 $. El grupo de investigación del IMIDRA (Martinez et al 2005) evalúa la tasa de asimilación de CO2 en especies riparias leñosas en las riberas del río Henares y estiman el contenido en carbono de bosque natural ripario mediante ecuaciones de predicción de biomasa. El carbono fijado por especies arbóreas forestales en Andalucía es tratado por Montero et al (2005). Enriquez et al (2005) exponen una metodología sobre estimación de CO2 en sumideros forestales. En el trabajo de Fernández- Getino et al (2008) se evalúa el contenido en carbono en la biomasa aérea y radical en rebollares de la provincia de Orense partiendo de funciones de estimación de biomasa obtenidas a partir de las existencias del Tercer Inventario Nacional (Montero et al, 2005); y del contenido en el suelo por muestreo y determinación por combustión en húmedo de la materia orgánica y posterior aplicación de un modelo, en función de variables de estación, masa y parámetros 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 185 6. Los montes españoles y el cambio climático 185 edáficos, desarrollado con tal fin. Los resultados muestran gran variación en los contenidos en carbono por hectárea, en función del número de pies, altura, área basimétrica y diámetro cuadrático medio. Los valores medios estimados de las 16 parcelas muestreadas ascendieron a 38,46 kg ha-1 para la biomasa total y 28,57 kg ha-1 para la parte aérea; valores extremadamente bajos. La especie, las características del rodal y la calidad de la estación, así como las prácticas selvícolas determinan el crecimiento. La intensidad de aplicación que permita cada situación redundará en un incremento en la acumulación de biomasa y, en consecuencia de carbono, en las masas forestales, incremento cifrado entre 0,3 y 0,7 Mg C ha-1 año-1 (Gracia et al, 2004). En la Monografía ya reseñada (Bravo, 2007) se muestra la influencia de diferentes alternativas de claras en la cantidad de carbono fijado por unidad de superficie de monte en un masa de pino negral. En un trabajo posterior, Bravo et al (2007) aplicaron la metodología mencionada a las parcelas elegidas, comparando los datos del segundo y tercer inventario nacional, para determinar las existencias en ambos inventarios y las ganancias o entradas (crecimiento, nuevos pies y parcelas inventariadas) y pérdidas o salidas (mortalidad, aprovechamientos) de carbono, expresadas en miles de toneladas de CO2 fijado para los dieciséis macizos forestales considerados. Asimismo, para ambos inventarios, en este trabajo se muestran los porcentajes de fijación de CO2 correspondientes a las especies arbóreas, entendidas como más significativas para cada macizo y, para cada una de ellas, el balance entre secuestro y liberación en el periodo de años comprendido entre ambos inventarios -IFN2 realizado entre 1986 y 1996; IFN3, entre 1997 y 2006- (Figura 6.2). El monto total de carbono secuestrado en la masa arbórea de los montes españoles referido al inventario IFN3 y expresado en toneladas de CO2 supera los 6,70 x 108 toneladas, cifra no comparable con el valor, mucho mayor, dado por Gracia et al (2004), al referirse sólo a carbono fijado por el arbolado. Solamente en dos casos- macizo Galaico e Islas Canarias- se ha producido una ligera disminución en el periodo entre ambos inventarios; en contraposición, en los montes vascos se ha producido un incremento que supera el 60%; globalmente, el CO2 fijado en Pirineos, referido a IFN3 alcanza el valor máximo, de cuantía próxima a 190 millones de toneladas. Por especies, se superan los 100 millones de toneladas para pinares de silvestre y hayedos, con valores también elevados, superiores a 60 millones de toneladas, para encinares y rodenales. Una estimación cuantitativa de las existencias de carbono y predicciones de fijación de CO2 en la vegetación leñosa de Aragón (de condición agrícola y forestal, incluyendo especies arbóreas y matorrales), partiendo de los datos del Inventario Forestal y de las consideraciones y supuestos de trabajos anteriores (Montero et al, 2005; Bravo, 2007), ha sido el objetivo del amplio Informe Técnico de Notivol (2009) auspiciado por el Departamento de Medio Ambiente del Gobierno de Aragón. En el ámbito forestal, el autor considera varios escenarios de manejo selvícola para simular la evolución de las masas de algunas de las especies arbóreas (Pinus y Quercus) e infiere su diferente capacidad de acumulación de carbono. En términos cuantitativos la cantidad global de CO2 equivalente asciende a 206 Mt, de ellas 150 Mt corresponden a la vegetación arbórea superior y el 77% de ésta es de condición forestal. Asimismo, para los montes aragoneses el autor estima las tasas de fijación para los distintos estratos forestales, y calcula el valor medio para la tasa de fijación en 2,26 t CO2 equiv ha-1 año-1, con un rango de variación de 0,50 a 9,0 t CO2 equiv ha-1 año-1, lo que supondría una absorción total de 3,43 t CO2 equiv año-1. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 186 186 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” figura 6.2. Cuantificación de la fijación de CO2 (103 t CO2) en la biomasa arbórea de los montes existentes en el área señalada en los dos recuadros de la parte superior de la figura (Tomado de “El papel de los bosques españoles en la mitigación del cambio climático”, F. Bravo, edit., Fundación “Gas Natural” 2007). En una revisión sobre la captura y contenido de carbono en pinares mediterráneos Río et al (2008), con resultados de cronosecuencias y diferentes regímenes de gestión en montes en la Península Ibérica muestran el contenido en carbono y el proceso seguido para su determinación. Cabe destacar el incremento producido en P. sylvestris con la edad, el efecto positivo de las claras intensas en P. pinaster y la ventaja de las estructuras regulares sobre las irregulares en P. pinea. Se subraya, asimismo, la importancia de los restos leñosos muertos y la aplicación de modelos que permitan su precisa cuantificación en términos predictivos para poder entender la dinámica del contenido en carbono en los mismos. El interés suscitado por las plantaciones forestales en la mitigación del CO2 atmosférico (sobre el que se ha dado información de carácter mundial en el apartado 5.3.3) ha llevado en España a los trabajos de Valero et al (2005) y Valero y Picos (2003). En el primero, la biomasa aérea y su contenido en carbono se han estimado aplicando relaciones estadísticas predeterminadas a los datos de diámetro y altura de 85 árboles muestreados en ocho plantaciones comerciales de eucalipto en primer turno en Galicia. En el segundo trabajo mencionado se hace 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 187 6. Los montes españoles y el cambio climático 187 referencia a la aplicación del modelo CO2FIX que permite simular el contenido y evolución del carbono en un eucaliptal cultivado en una antiguo terreno agrícola, poniendo en juego diferentes escenarios en los tratamientos selvícolas, duración (corta, media y larga) de los productos fabricados y reciclado. En la figura 6.3 tomada del mismo trabajo, se muestra la evolución y simulada del contenido en carbono acumulado y el equilibrio alcanzado. figura 6.3. Evolución del contenido en carbono (mediante aplicación del modelo CO2 Fix, v1.2) en una plantación de 15 hectáreas de eucalipto en Galicia con un turno de 15 años y equilibrio alcanzado con una cosecha anual sostenible a partir del año decimosexto. (Tomado de Valero y Picón, 2003) En el extenso “Estudio de la influencia de la Selvicultura en la fijación de carbono en plantaciones de eucalipto en Galicia” (Cátedra ENCE, 2002), tras plantear “el problema del carbono” y aludir a los modelos de estimación del carbono fijado en el ámbito forestal (con especial referencia al modelo CO2FIX) y a la implicación de la selvicultura de Eucalyptus globulus y de la situación forestal gallega, se detalla la determinación de parámetros para la cuantificación de biomasa y contenido en carbono y se concluye con los resultados de las mediciones llevadas a cabo. Entre ellos, cabe aludir a los valores del potencial de captura de carbono en la biomasa y el suelo en plantaciones de E. globulus en diferentes escenarios de turno (12 y 18 años) y superficie (12 y 18 ha) y 3 o 4 rotaciones (tabla 6.2). Superficie (ha) 12 12 18 Año Turno Rotaciones Biomasa (t C ha-1 ) Biomasa (eficiencia) (t C ha-1 año-1 ) Suelo (eficiencia) (t C ha-1 año-1 ) 12 12 18 3 4 3 215,74 255,46 279,10 5,99 5,32 5,16 6,30 5,20 Tabla 6.2: Simulación del almacenamiento de carbono en plantaciones de Eucalyptus globulus en diferentes escenarios de turno y rotaciones por aplicación del modelo CO2FIX a los datos de campo aportados (Adaptado a datos de Cátedra ENCE, 2003) 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 188 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” 188 Los datos evidencian que si bien la capacidad de almacenamiento de carbono tanto en suelo como en biomasa aérea aumenta por unidad de superficie (ha) de suelo y biomasa al aumentar el turno y el número de rotaciones, sin embargo la incorporación anual de carbono (eficiencia) disminuye al aumentar el turno. Los valores de eficiencia simulados para turnos de 18 años coinciden con el valor dado para eucaliptales gallegos por Macías y Rodriguez Lado (2003) anteriormente citado, lo que indica una buena estima del modelo. En el informe se hacen también unas consideraciones sobre el coste por tonelada de carbono fijado y se subrayan los beneficios medioambientales añadidos a la productividad maderera de las plantaciones de eucalipto. En esta misma línea, también en Galicia, Solla- Gullón et al (2007) estudian el efecto sobre la acumulación de carbono en la biomasa arbórea, mantillo y suelo (a 0-5 cm, 5-15 cm y 15-30 cm) en 25 pares de parcelas de anterior uso agrícola sobre granitos, esquistos y pizarras, en la mitad de las cuales se habían plantado eucaliptos y en la otra mitad se había abandonado su uso agrícola. Los resultados muestran acumulaciones de carbono muy superiores en las plantaciones de eucalipto, con valores medios superiores a 17 Mg ha-1 año-1 en la biomasa y a 1 Mg ha-1 año-1 en el mantillo; si bien, se producen también pequeñas pérdidas de carbono en el suelo, mayoritariamente a partir de los quince años de la plantación en suelos de esquistos y pizarras (tabla 6.3). Componente del sistema Biomasa arbórea Mantillo Suelo Edad, < 10 años Edad, 10-15 años Edad, > 15 años Carbono (t C ha-1 ) 75,00 5,40 -1,10 Carbono (t C ha-1 ) 191,90 18,40 -1,20 Carbono (t C ha-1 ) 254,70 17,90 -0,03 Tabla 6.3: Ganancia o pérdida de carbono en los diferentes componentes (suelo-mantillo-biomasa arbórea) tras el cambio de uso de agrícola a forestal en función de la edad del arbolado (Adaptado de Solla- Gullón et al, 2007). A continuación se enumeran una serie de comunicaciones presentadas en el 5º Congreso Forestal Español (Ávila, 2009) con relación directa o indirecta con el título de este apartado y que abarcan desde el contenido en carbono en suelo, masas forestales y plantaciones, arbolado urbano y madera, hasta alternativas sobre sistemas forestales y la biomasa forestal en la mitigación de emisiones de carbono, tanto por su implicación directa (sumideros) como indirecta (uso de productos derivados de la madera como fuente energética substitutiva). Díaz-Pinés et al (2009) estudian las emisiones de GEI en suelos con formaciones de Pinus sylvestris y Quercus pyrenaica en la Sierra de Guadarrama y analizan la biomasa edáfica de los mismos, destacando una mayor tasa de emisión de CO2 en el pinar y una mayor masa microbiana en el rebollar. Jiménez et al (2009) estudian el efecto de la variabilidad ambiental (altitud, temperatura, precipitaciones y otras variables) sobre el contenido en carbono orgánico en suelos carbonatados y silíceos del noreste de la provincia de Granada y establecen correlaciones entre las variables estudiadas, tipo de suelo y contenido en carbono. Ordoñez et al (2009) cuantifican y representan gráficamente el carbono acumulado en las formaciones arbóreas y arbustivas de condición forestal en la Comunidad Autónoma de Aragón a partir de datos del Inventario Forestal Nacional; tema al que se ha aludido anteriormente con mas detalle en refe- 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 189 6. Los montes españoles y el cambio climático 189 rencia al trabajo de Notivol (2009). Pérez-Cruzado et al (2009) presentan un diagrama de manejo de la densidad para las plantaciones de Eucalyptus nitens en el norte de España mediante el cual puede calcularse la biomasa por hectárea y el carbono acumulado en la misma en distintas alternativas de calidad y edad de corta. Con un turno de 22 años se obtiene un contenido de carbono en biomasa de 116 Mg C ha-1, que desciende a 90,50 Mg C ha-1 si el turno se baja a 12 años, en ambos casos con calidad media. Castaño y Bravo (2009) analizan el contenido en carbono duramen, albura y corteza en masas naturales de Quercus petraea en el valle de la Castillería, norte de Palencia, y su variación en función de la altura del árbol. Garrido et al (2009) estiman el carbono secuestrado en el arbolado urbano de la ciudad de Palencia, que presentan una tasa entre 34 y 63 kg CO2 año-1 según especie, con un total de 4.100 Mg C acumulados para los 12.820 árboles inventariados. En las Actas mencionadas se recogen también los siguientes trabajos reseñados en lo que sigue. Campos Palacín et al (2009) comparan los costes de mitigar emisiones de carbono en la regeneración natural facilitada y la reforestación en encina y alcornoque en cuatro localidades de España y Túnez, estiman los precios de referencia del carbono (euros t CO2-1) y aportan argumentos para justificar un cambio en las ayudas a plantaciones forestales por ayudas a facilitar la regeneración natural de masas envejecidas. Cisneros et al (2009) presentan los principales aspectos prácticos que debería incluir un proyecto de “Uso de la Tierra, Cambio de Uso y Selviculura” y muestran algunos resultados del proyecto SUM2006-0023-C05 en que se plantea el análisis de diferentes alternativas agrícolas y forestales como herramienta para mejorar el efecto sumidero en terrenos agrícolas de Castilla y León. El sistema forestal dehesa como sumidero de carbono es contemplado en el marco del proyecto SUM2006-00034 por Roig y Rubio (2009), que presentan algunos resultados obtenidos en el ámbito del proyecto, cuyo objetivo general es cuantificar los stocks de carbono y la capacidad de las dehesas de actuar como sumidero de GEI. La producción de biomasa, el manejo selvícola y la capacidad de adaptación en monocultivos de especies de Pawlonia con el consiguiente beneficio de la fijación de carbono son objeto del trabajo de Martínez García et al (2009). En la comunicación de Hernández et al (2009) se abordan aspectos científico/técnicos del proceso de digestión enzimática de material lignocelulósico obtenido a partir de biomasa forestal para la obtención de bioetanol. Cabe aludir, finalmente, a “las plataformas de modelización” desarrolladas en España, como herramientas a tener en cuenta ante el cambio climático: SILVES, modelo de simulación de claras en masas de Pinus sylvestris (Río y Montero, 2001), SIMANFOR, Sistema de Apoyo para la Simulación de Alternativas de Manejo Forestal Sostenible (Bravo et al, 2009) y GesMO Simulador de crecimiento y producción de masas forestales (Rojo et al, 2004). 6.7. Conclusiones preliminares La publicación de los “Diagramas Bioclimáticos” de Montero de Burgos y González Rebollar (1983) y el “Atlas Fitoclimático de España. Taxonomías” de Allué Andrade (1990) constituyen el punto de arranque de los trabajos sobre fitoclima en lengua española que, publicados mayormente por la SECF, se citan en el apartado 6.3. Trabajos cuyo número ha ido creciendo hasta alcanzar el 30% de las publicaciones científico-técnicas del sector forestal consignadas en la bibliografía manejada y que de forma directa o indirecta, están relacionadas con el cambio climático (Figura 6.5). 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 190 190 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” figura 6.4. Evolución temporal quinquenal en el periodo 1985 a 2009 de literatura en español sobre Los Montes y el Cambio Climático. Al estudio del fitoclima, bien entrados los años noventa, comienzan a unirse trabajos sobre otros aspectos ligados al cambio climático, que se han integrado en las categorías que dan título a los cinco apartados descritos en este capítulo (Figura 6.5). En conjunto, el número de trabajos quinquenales ha ido aumentando (Figura 6.4) con un total que ronda los 150, en su mayor parte presentaciones en reuniones o simposios, publicados en la Actas de los mismos. figura 6.5. Porcentajes de trabajos sen los diferentes apartados incluidos en “Los montes y el cambio climático” Cabe destacar, por su número (36 % del total) e importancia, dada su estrecha vinculación al papel de los bosques y la gestión forestal en la mitigación del CO2 atmosférico, los trabajos sobre captación de carbono que se reseñan en 6.6. En la tabla 6.4 se muestran los datos de contenidos en carbono en suelo, biomasa arbórea aérea y radical y las tasas de secuestro de carbono en el arbolado, junto a algún otro dato (mantillo, flujo respiratorio del suelo) correspondientes a los trabajos comentados en el apartado 6.6. Tanto los rangos de valores dados por los diversos autores para la misma situación, como las cifras comparativas entre trabajos muestran grandes diferencias (que reflejan la dificultad de las mediciones y los errores que sin duda entrañan) además de las inherentes a especies, localidad, época de medición, edad de los árboles, espesura y otras variables. En cualquier caso, constituyen un apreciable conjunto de datos que se irán precisando y aumentando en años venideros. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 191 6. Los montes españoles y el cambio climático t C *, t CO2 ** t C año-1 ******* 191 Situación Referencia 6,70 x 108 * Carbono en montes de España Gracia et al, 2004 2,05 x 109 * Carbono t. forestal en España t C ha-1 *** t C ha-1 año-1 **** t CO2, equiv ha-1 ***** t CO2 ha-1 año-1 ****** 4 x 10 ******* Incremento anual (O.C. Climático, 2005) 40,00 *** Suelo (Valle del Ebro) Moreno et al (2005) 300,00 *** Suelo (Galicia) Moreno et al (2005) 76,00 *** Suelos peninsulares Rodriguez Murillo (2001) 5,20-6,30**** Suelo de eucaliptal Cátedra ENCE, 2003 7 17-50 *** 2,92-8,34 *** mantillo Suelo orgánico en pinar de Pinus halepensis, según edad Charro et al (2008) 62,00- 194,00 *** Biomasa aérea, Quercus robur (Galicia) Balboa et al (2006) 82,00 – 243,00 *** Biomasa total, Quercus robur, (Galicia) Balboa et al (2006) 17,20-53,20 *** Biomasa aérea en rebollar 146,90 *** Biomasa de raíces en rebollar 2,40- 327,00 *** Biomasa eucaliptal (Galicia) Macías y R.Lado (2003) 75, 00- 254,70*** 17,00 **** 1,00 **** Biomasa arbórea, según edad Biomasa eucaliptal mantillo Solla- Gullon et al, 2007 Arbolado pinar (40 años) mantillo secuestro en el arbolado Pérez Cruzado et al, 2007 Eucalyptus nitens en turnos de 12 y 22 años, Galicia P.Cruzado et al (2009) 200,00 – 420,00 *** 50,00 *** 9,00 **** 90,50 - 116,00*** Tabla 6.4: Contenido total de carbono en montes de España (t C), contenidos en t C ha-1 ** (o en CO2 equivalente ****) en suelo, mantillo, biomasa aérea, raíces, biomasa total, rodal; tasas de secuestro en t C ha-1 año-1 *** y en t CO2 ha-1 año-1 ***** en diferentes situaciones de localidad, especie y otros condicionantes. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 192 192 0,038*** 0,028 *** “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” Biomasa total Biomasa de parte aérea Fernández- Getino et al (2008) 17,00 **** secuestro en eucaliptal de 25 años Pérez Cruzado et al, 2007 1,11 **** Pinus pinaster, Galicia Macías y R. Lado (2003) 0,5 **** Castanea sativa, Galicia Macías y R. Lado (2003) 5,16-5,99 *** Biomasa eucaliptal Cátedra ENCE, 2003 0,30- 0,70 *** En incremento de biomasa Gracia et al, 2005 Montes de Aragón Notivol, 2009 0,89 **** Fijación de carbono, en matorral con arbolado de Pinus halepensis Sanz et al, 2001 2,00 **** Secuestro, Pinus radiata Macías y R. Lado (2003) Flujo respiratorio en suelo, según transecto y época en pinar/rebollar, Guadarrama (Inclán et al, 2008) 0,50 - 9,00 ***** 18,00- 90,20 ****** Tabla 6.4: Contenido total de carbono en montes de España (t C), contenidos en t C ha-1 ** (o en CO2 equivalente ****) en suelo, mantillo, biomasa aérea, raíces, biomasa total, rodal; tasas de secuestro en t C ha-1 año-1 *** y en t CO2 ha-1 año-1 ***** en diferentes situaciones de localidad, especie y otros condicionantes. Son también relevantes los datos enmarcados en el apartado 6.5, “Perturbaciones y manejo”, que suman el 18,50 % de las referencias manejadas en el capítulo 6. Se evidencian los efectos de la subida de temperatura y disminución de precipitaciones en una pérdida de biomasa foliar y radicular y decaimiento generalizado con mortandad en algunas especies de Quercus y Pinus, cambios fenológicos (p.e., con retraso en la caida otoñal de las hojas), desplazamientos espaciales (altitudinales) y sustituciones de especies, alteraciones en las pautas de comportamiento de plagas y enfermedades de las especies forestales, aparición como plaga de especies que sólo eran presenciales, cambios en los hábitos de aves migratorias y alarmantes perspectivas respecto a una mayor incidencia e intensidad de los incendios forestales. Estas perturbaciones pueden llegar a alcanzar niveles dramáticos si la disminución de precipitaciones y subida de temperatura en las zonas de clima mas acusadamente mediterráneo llegan a ser tales que la absorción de carbono se reduce a niveles en los que las masas forestales puedan pasar de ser sumideros a convertirse en fuentes netas de carbono, tal como cabe deducirse de las referencias insertas en el apartado 6.5. En cualquier caso, ante la información presentada en este capítulo , “Los montes en España y el cambio climático”, globalmente cabe concluir que la recuperación de terrenos degradados y desarbolados mediante la repoblación forestal; la ampliación de los turnos de corta (en especial para especies de crecimiento rápido); la conversión de la condición de monte bajo en monte alto para algunas especies arbóreas; la reducción de la fracción de cabida cubierta; la conveniencia de prospectar y utilizar material vegetal con patrones de almacenamiento de carbono genéticamente mejorados; la realización de inventarios forestales nacionales periódicos, que incorporan 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 193 6. Los montes españoles y el cambio climático 193 factores de expansión de biomasa; la gestión selvícola basada en la diversidad inter e intraespecífica; el análisis económico de las repercusiones del cambio en las industrias de la madera y la búsqueda de nuevos productos manufacturados con la misma, son opciones de adaptación a la nueva situación que deben ser intensamente exploradas en los ámbitos científico y técnico. Los efectos sobre la caza (cambios en las áreas de distribución y en la etología de las especies, especialmente en las migratorias), la actividad micológica, los sectores corchero y resinero, la producción de piñas, las plantas melíferas y medicinales, deben ser también objeto de atención específica. Todo ello con el objetivo de amortiguar los efectos negativos (en su caso) del cambio climático en los ecosistemas forestales; y promover los efectos positivos de amortiguación del CO2 en los ecosistemas (cuando sea posible), y con el mayor uso y aplicaciones de productos de los montes y servicios que proporcionan estos. Especial mención merecen “las plataformas de modelización” desarrolladas en España, que comprenden modelos de aplicación al manejo de masas arbóreas con posible aplicación a la toma de decisiones ante los efectos del cambio climático. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 194 194 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 195 7. Reflexión final y comentarios a los capítulos precedentes a modo de epílogo 195 7. REflExIóN fINAl y COMENTARIOS A lOS CAPíTUlOS PRECEDENTES A MODO DE EPílOGO El acopio de información a la que en cualquier ámbito imaginable, espacial y temporal, tenemos acceso los habitantes de los países desarrollados, era impensable unas décadas atrás; información no sólo en magnitud, y sobre cualquier tema, sino con capacidad de obtención en periodos de tiempo mucho menores que los requeridos para leerla y, no digamos, para asimilarla si ofrece cierta complejidad conceptual. Así, tardar 0,32 segundos en saber, a través de un buscador, que disponemos de 871.000 entradas sobre el secuestro de carbono, de las que diez se nos muestra de inmediato y a partir de ellas podemos devanar la madeja, nos puede parecer normal por lo usual, a no ser que pensemos en ello. Si comparamos la cifra anterior con la suma de las cerca de 800 citas bibliográficas reseñadas en esta revisión, que representan el 0,09 % del total de dichas entradas, parece un porcentaje muy escaso. Todavía sigue siéndolo (no llega a doblarse) si reducimos la búsqueda al secuestro de carbono en los bosques; que, a su vez, volvería a reducirse si se contemplasen también los productos forestales y los aspectos comerciales concomitantes; y, aún así, el número obtenido seguiría siendo enorme, con acceso inabordable para el autor y, en ningún caso, pretendido por él. En este trabajo se ha tratado de cubrir un amplio espectro de aspectos que conciernen a los ecosistemas forestales frente al cambio climático y sus respuestas ante el incremento de CO2, con referencias a trabajos preferentemente publicados en revistas científicas de ámbito forestal, o sobre la naturaleza con proyección en el mundo vegetal, así como a revisiones previas, con el propósito de dar una información global, y presumiblemente actualizada, a técnicos, gestores, estudiantes universitarios, extensible en aspectos concretos a algunos sectores de la investigación. Con estas premisas, y si la elección de las fuentes bibliográficas ha sido oportuna, procede preguntarse qué conclusiones pueden derivarse de la información expuesta y qué perspectivas pueden alentar. En los apartados 2.4, 3.6, 5.5 y 6.7 se muestra la evolución en el tiempo del número de publicaciones a las que se hace referencia en los capítulos 2, 3, 5 y 7 respectivamente, se explicitan los porcentajes relativos de los trabajos incluidos en cada epígrafe de los distintos apartados y se subrayan algunos resultados, aquellos que a la vista de la bibliografía manejada tienen mayores visos de generalización, aun con la incertidumbre y variabilidad de respuestas existentes. La información recogida sobre contenido en carbono y producción primaria neta en ecosistemas forestales, así como sobre emisiones vinculadas al sector forestal, revela la publicación en 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 196 196 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” las ultimas tres décadas de gran número de trabajos, mayoritariamente referidos a países del primer mundo. Los datos mostrados referidos a cantidad por unidad de superficie (se han mantenido en el texto las unidades dadas por los autores, reflejando las conversiones entre ellas) muestran cierta similitud en las cifras, que se distancian en función de las diferencias en las variables climáticas y edáficas que rigen los ecosistemas y posiblemente por el diferente rigor en las medidas. Cabe pensar que los datos actuales se irán ampliando especialmente en naciones como China, naciones componentes de la antigua URSS y de América Central y Sur América. En cualquier caso, los datos presentados ratifican que los bosques representan el mayor cúmulo de carbono en la Tierra, destacando la importancia de los suelos forestales como sumideros; y la gran reserva de carbono orgánico en el suelo de los bosques boreales, en contraste con el mayor contenido en la biomasa para los bosques tropicales. Uno de los aspectos más ampliamente investigado, y que sin embargo da pié a mayor número y entidad de interrogantes, concierne al capítulo que ha tratado de los efectos del incremento atmosférico de CO2 sobre el comportamiento de los árboles, (individuales y mayormente a nivel de rodal) en sus funciones fisiológicas (nutrición, críticamente nitrogenada, disponibilidad de agua, la debatida cuestión de la regulación a la baja de la fotosíntesis y otros aspectos funcionales), así como estructurales (morfología, anatomía y repercusión en la formación y características del xilema). La respuesta mas generalizada apunta a que los efectos del incremento de CO2 sobre todos estos factores pueden conducir a aumentar la producción primaria neta, por un efecto de fertilización al disponer de mas carbono, y por ende a contribuir a la mitigación del carbono atmosférico, si los demás factores implicados no limitan su asimilación. En cualquier caso, la clase de bioma determinará en buena medida la respuesta, de modo que, por ejemplo, una elevación de temperatura favorecerá el crecimiento en los bosques boreales, mientras que unida a un descenso de precipitaciones puede tener efectos negativos en zonas templadas y, en mayor grado, en el Mediterráneo. La especie, la estructura del rodal y la edad de los pies (los rodales envejecidos pueden pasar de ser sumideros a fuentes de carbono) y los factores de estación jugarán un papel determinante, aunque los resultados expuestos indican una cierta homogeneidad interespecífica dentro del mismo grupo taxonómico de ámbito superior, aun con posibles diferencias entre procedencias en especial en las situadas en los bordes del área de la especie. A tenor de la pauta temporal en la publicación de trabajos científicos en los dos últimos decenios, cabe presumir que aumente la experimentación en monte a nivel de rodal y que, por otra parte, las mejoras en las tecnologías de cuantificación del intercambio gaseoso, componentes hidráulicos y nutricionales permitan ampliar los tamaños muestrales y se obtengan informaciones más abundantes y valores medios con menores márgenes de error. Un razonamiento paralelo podría hacerse respecto a la incidencia del calentamiento global sobre las interacciones con los otros elementos y factores del ecosistema tratados en los apartados 3.2 y 3.3. Los resultados y previsiones mostradas conducen a subrayar la importancia que revestirá la elevación de temperaturas sobre el comportamiento de algunas plagas forestales y, en general, sobre la flora y fauna silvestres, con la alteración de los equilibrios en los ecosistemas; y, también, sobre los incendios forestales, a cuyo previsible aumento en frecuencia e intensidad, conducente a la destrucción de masas arbóreas (y no arbóreas), se unirían los impredecibles efectos en la regeneración natural de las mismas. Se han desarrollado buen número de modelos, unos específicos para el sector forestal y otros, procedentes de las ciencias ecológicas y económicas, y en algunos casos se han simulado respuestas a diferentes escenarios de cambio climático a periodos de tiempo de 50 a 100 o mas años. En la enumeración de buen número de modelos rastreados en la bibliografía consultada 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 197 7. Reflexión final y comentarios a los capítulos precedentes a modo de epílogo 197 a los que se hace referencia en el apartado 4, en el cual se ha intentado subrayar sus diferencias encuadrándolos en diferentes tipos o clases, no siempre claramente definitoria de dichas diferencias como se expresa en el texto. La modelización ha sido y sigue siendo objeto de atención por parte de grupos científicos de muchos centros de investigación, especialmente de EE.UU., Canadá y Europa, algunos formando consorcios y aplicando estrategias comunes (por ejemplo el sistema de control EUROFLEX), como se refleja en la mayor parte de los trabajos presentados, especialmente en el apartado 5. La incertidumbre, al igual que en los modelos climáticos, preside los vaticinios, a la que se añade la falta de experiencia prolongada sobre el comportamiento de las especies ante situaciones nuevas y, también, la incertidumbre sobre la evolución de los mercados de la madera y productos derivados y de las implicaciones de nuevas tecnologías. Sin embargo, globalmente, los resultados mostrados en los diferentes apartados del capítulo 5, “El sector forestal en la mitigación del cambio climático” apuntan a considerar que en el marco de las estrategias encaminadas a maximizar el secuestro de CO2 en los ecosistemas terrestres, la primera acción es conservar los bosques existentes (mayormente en el trópico húmedo) no reduciendo su área actual, lo que tiene especial repercusión en los bosques maduros, que contienen grandes cantidades de carbono tanto en los árboles como en el suelo, aun cuando pueda alcanzarse el hipotético estado de equilibrio entre su condición de sumidero y fuente en árboles añosos. La otra cara de la moneda es la deforestación, que incide negativamente tanto en la captura de carbono como en el secuestro del mismo: las superficies de corta estimadas en millones de hectáreas anuales, representan en torno a un cuarto de las emisiones antropogénicas de CO2 (IPCC, 2007); en el apartado 5.2.4. se suministran datos específicos que lo refrendan. Con efectos a medio plazo, son recomendables acciones conducentes al aumento de la productividad con una gestión sostenible (vuelo y suelo) y la práctica de cortas de entresaca para evitar exponer grandes superficies del suelo a la oxidación. Asimismo, maximizar la eficiencia en la obtención de productos maderables reduciendo los residuos y produciendo productos de larga duración que prolonguen el secuestro del carbono, lo que hacen en mayor medida las frondosas de madera de alta densidad que las coníferas. La vida prolongada de la madera y corcho y su uso en sustitución de otros materiales de construcción con mayores emisiones de CO2, sobrepasan ampliamente dichas emisiones y, por tanto, los aprovechamientos sostenibles de los bosques son también formas positivas de mitigación A largo plazo si en el sistema global de uso de energía el CO2 liberado se reasimilase en el crecimiento de nuevas plantaciones los bosques templados podían jugar un papel importante en la política energética. La forestación es factor importante en la captura del carbono, como muestran algunos de los datos presentados. La mayor tasa de captura y producción de biomasa en las especies de crecimiento rápido tendrá, en algunos casos, un periodo de secuestro mas corto dado la menor vida útil de los productos (por ejemplo papel y cartón). Los resultados sobre los efectos de los tratamientos selvícolas sobre el secuestro de carbono evidencian signos positivos, aun con diferencias respecto a especies, estructura de las poblaciones y características edáficas del lugar, que pueden sinergiar, o por el contrario reducir, los efectos positivos del incremento de CO2. No obstante, los datos disponibles se refieren a plantaciones de corta edad y periodos de medición reducidos, lo que obliga a investigaciones más prolongadas que ratifiquen los resultados y permitan conclusiones más sólidas. En todo caso, como se ha expresado por algunos autores, las plantaciones forestales compran tiempo y la condición de especies de crecimiento rápido o lento y los usos de la madera producida determinan en buena parte su eficacia en el secuestro de carbono. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 198 198 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” Cabe añadir que la idea de que a largo plazo la sustitución de productos y del tipo de energía como estrategias para el cambio climático son más viables que la propia captura de carbono (ya que esta tiene un potencial finito para un área determinada), debe también tenerse presente. El uso de productos de la madera en sustitución de acero y cemento supone entrar en la edad de las energías renovables; en tal caso, es importante, a decir de los expertos, conocer cual va a ser su acreditación en el esquema de comercio de emisiones y exige entrar en la contabilización de los inventarios nacionales de gases de efecto invernadero. El capítulo sexto se ha titulado “Los montes españoles y el cambio climático”. En él se han recogido un buen número de referencias bibliográficas, mayoritariamente en trabajos publicados en revistas y otros medios de investigación técnica y científica nacionales. Cabe destacar el aporte de datos y resultados concernientes a estudios sobre modelización con vistas al manejo forestal sostenible y los estudios sobre fitoclima (con larga y fecunda tradición en el ámbito forestal español). También sobre los ecosistemas forestales ante los cambios de temperatura y precipitaciones (producidos y predecibles) y, asimismo, las aportaciones científicas a nivel ecológico y fisiológico de algunas especies forestales arbóreas ante dichos cambios; cuyos datos y resultados en conjunto, con carácter provisional, no son muy halagüeños para el sector. Constituye la cara más positiva de la moneda la información dada en el capítulo sobre el secuestro de carbono en la biomasa de las principales especies arbóreas, con datos basados en los inventarios forestales y muestreos específicos llevados al efecto y en la que se cuantifica la potencia de mitigación del carbono en los ecosistemas forestales españoles, comparándola con las emisiones antropogénicas. Los progresos en el conocimiento del clima a los que se ha aludido, con el soporte de más avanzadas aplicaciones informáticas y en general de las TIC, y la ampliación de la red de parcelas de medición en las masas forestales, proporcionarán información mas completa y precisa para desarrollar en un futuro próximo modelos mas complejos que reduzcan algunas de las incertidumbres actuales y permitan llevar a cabo predicciones mas rigurosas. Ello exigirá sustanciales aportaciones económicas y coordinación y cooperación entre todos los países, especialmente en la toma de datos en campo. Las necesarias implicaciones políticas pueden complicar la situación y desbaratar las predicciones técnicas. Un final esperanzador nos obliga a rechazar este supuesto y propende al optimismo. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 199 Referencias bibiográficas 199 REfERENCIAS BIBlIOGRáfICAS ABER J. D., FEDERER C.A. 1992. A generalized, lumped-parameter model of photosynthesis, evapotranspiration, and net primary production in temperate and boreal forest ecosystems. Oecologia 92:463-474. ACHARD F., EVA H.D., STIBIG H.J., BELWARD A., 2004. Improved estimates of net carbon emissions from land cover change in the tropics for the 1990´s. Glob Biogeochem. Cycles 18: GB2008, doi: 10.1029/2003GB002142. AGEE J.K., SKINNER C.N., 2005. Basic principles of forest fuel reduction treatments. For. Ecol. Manag.211, 83-96. ALBERTON O., KYPER T.W., GORISSEN A., 2007. Competition for nitrogen between Pinus sylvestris and ectomycorrhizal fungi generates potential for negative feedback under elevated CO 2. Plant and Soil 296, 1-2, 159-172. ALIG R., ADAMS D., MCCARL B., CALLAWAY J.M., WINNETT S., 1997. Assessing effects of mitigation strategies for global climate change with an intertemporal model of the U.S. forest and agriculture sectors. Environmental and Resource Economics 9(3): 259-274. ALLUE ANDRADE J.L., 1990. Atlas fitoclimático de España. Taxonomías. INIA. ALLUE, ANDRADE J.L., 1995. El cambio climático y los montes españoles. Cuadernos de la SECF, nº2, pp 35-64. AMICHEV B.Y., BURGER J.A., RODRIGUEZJ.A., 2008. Carbon sequestration by forests and soils on mined land in the Midwestern and Appalachian coalfields of the U.S. For. Ecol. Manag. 256, 1949-1959. AMIRO B.D., TODD J.B., WOTTON K.A., LOGAN M.D., FLANNINGAN B.J., STOCKS B.J., MASON J.A., MARTELL D.L., HIORSCH K.G., 2000. Direct carbon emissions from Canadian forest fires, 1959-1999. Can. J. For. Res. 31, 512-525. AMIRO B.D., LOGAN K.A., WOTTON B.M., FLANNIGAN M.D., TODD J.B., STOCKS B.J., MARTELL D.L., 2004. Fire weather index system components for large fires in the Canadian boreal forest.Intern. J.Wildland Fire 13(4):391-400. AMTHOR J.S., 2000. Direct effect of elevated on structural in situ leaf respiration in nine temperate deciduous tree species is small. Tree Physiol. 20,139-144. ANDERSSON K., EVANS T.P., RICHARDS K.R., 2009. National forest carbon inventories: policy needs and assessment capacity. Climatic Change 93: 69-101. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 200 200 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” ARCHER D., BRODKIN V., 2008. The millennial atmospheric lifetime of anthropogenic CO2. Climatic Change 90, 283-297. ARNELL N.W., CANNELL M.G.R., HULME M., KOVATS R.S., MITCHEL J.F.B., NICHOLLS R.J., PARRY M.L., LIVERMORE M.T.J., WHITE A., 2002. The consequences of CO2 stabilization for the impacts of climate change. Climatic Change 53, 413-446. D´ARRIGO R., JACOBY G., FREE M, ROBOCK A., 1999. Northern hemisphere temperature variability for the past three centuries: Tree-ring and model estimates. Climatic Change 42, 663-675. ARROJA L., DIAS A.C., CAPEL I., 2006. The role of Eucalyptus globulus forest and products in carbon sequestration. Climatic Change 74, 123-140 AUBINET M., GRELLE A., IBRON A., RANNIK U., MONCIEFF J., FOKEN T., KOWALSKI A.S., MARTIN P.H., BERBIGIER P.H., BERNHOIFER C., VALENTINI R., VESALA T., 2000. Estimates of the net carbon and water exchange of forests: the EUROFLUX technology. Adv. Ecol. Res. 30, 113-175. AUBINET M., R. CLEMENT J.A., ELBERS T., FOKEN A., GRELLE A., IBROM J., MONCRIEFF K., PILEGAARD U., RANNIK REBMANN C., 2003. Methodology for data acquisition, storage, and treatment. En: Fluxes of Carbon, Water and Energy of European Forests, Edit: R. Valentini, pp 9-35. AYRES M.P., LOMBARDERO M.J., 2000. Assessing the consequences of global change for forest disturbance from herbivores and pathogens. The Science of the Total Environment 262,3, 263-286. BADECK F.W., LISCHKE H., BUGMANN H., HICKLER T., HÓNNINGER K., LASCH P., LEXER M.J., MOUILLOT F., SCHABER J., SMITH B., 2001. Tree species composition in European pristine forest: Comparison of stand data to model predictions. Climatic Change 51, 307-407. BALBOA M., ROJO A., ÁLVAREZ J.G., MERINO A., 2006. Carbon and nutrient stocks in mature Quercus robur L. stands in NW Spain. Ann. For. Sci. 63, 557-565. BALBOA-MURIAS M.A., RODRIGUEZ-SOALLEIRO R., MERINO A., ALVAREZ-GONZÁLEZ J.G., 2006. Temporal variations and distribution of carbon stocks in aboveground biomass of radiata pine and maritime pine stands under different silvicultural alternatives. For. Ecolog. Manag. 237, 29-38. BALDOCCHI D., FALGE E., GU L., OLSON R. et al, 2001. FLUXNET: A new tool to study the temporal and spatial variability of ecosystem-scale carbon dioxide, water vapour and energy flux densities. Bull. Am. Meteorol. Soc. 82, 2415-2434. BARNOWSKY A.D., 2008. Climatic Change, refugia and biodiversity: where do we go from here? An editorial comment. Climatic Change 86, 29-32. BARR A.G., GRIFFIS T.J., BLACK T.A., LEE X., STAEBLER R.M., FUENTES J.D., CHEN Z., MONGENSTERN K., 2002. Comparing the carbon balances of boreal and temperate deciduous forest stands. Can. J. For. Res. 32, 813-822. BARREIRO O., 2003. La gestión forestal sostenible en las especies de crecimiento rápido y su selvicultura. Actas XII Congreso Forestal Mundial, area B, pp 354. BATTAGLIA M., SANDS P.J., 1998. Process- based forest productivity models and their application in forest management. Forest Ecol. Manag. 102, 13-32. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 201 Referencias bibiográficas 201 BATTLES J.J., ROBARDS T., DAS A., WARING K., GILLES J.K., BIGING G., SCHURR F., 2008. Climatic Change impacts on forest growth and tree mortality: a data-driven modelling study in the mixed-conifer forest of the Sierra Nevada, California. Climatic Change 87, S193S 213. BAUER G.A., BERNSTON G.M., 2001. Ammonium and nitrate acquisition by plants in response to elevated concentration: the roles of root physiology and architecture. Tree Physiol. 21, 137-144. BEARNISH R.J., 1996. The Defenses of anadromous fish to climate change in the North Pacific: The impact of climate change on salmon in fresh water. En: Human Ecology and Climate Change, Edits.: D. Lawrence y D.R. Jonhson. F., BEISMANN H., SCHWEINGRUBER F., SPECK T., K., KÖRNER C., 2002. Mechanical properties of spruce and beech wood grown in elevated CO2. Trees 16, 511-518. BEKELE A., KELLMN L., BELTRAMI H., 2007. Soil profile CO2 concentrations in forested and clear cut sites in Nova Scotia, Canada. For. Ecolog. Manag. 242, 587-597. BENITO G., 2008. Cambios climáticos en el Pleistoceno, Holoceno. En: Simposio “Evaluación crítica de las previsiones sobre el cambio climático: Una perspectiva científica”. Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. Fundación Ramón Areces, Abril 2008. BERGENGREN J.C., THOMPSON S.L., POLLARD D., DECONTO R.M., 2001. Modelling, global climate-vegetation interactions in a doubled world. Climatic Change 50, 31-75. BERGOT M., CLOPPET E., PEARMAUD V., DÉQUÉ M., MARAIS B., DESPREZ-LOSTAU M.L., 2004. Simulation of potential range expansion of oak disease caused by Phytophtora cinnamomi under Climatic Change. Global Change Biology 10, 9, 1539-1552. BERTRAND A., BIGRAS F.J., 2006. Atmospheric carbon dioxide enrichment reduces carbohydrate and nitrogen reserves in overwintering Picea mariana. Scandinavian For. Res. 21: 3-13. BESFORD B., MOUSSEAU M., SCARASCIA-MUGNOZZA G., 1996. Biochemistry, physiology and biophysics. En: P. Jarvis (Edit.), ECOGRAFT. The likely impact of rising CO2 and temperature on European Forest. Final Report., pp 29-77. BESFORD B., MOUSSEAU M., MATTEUCI G., 1998. Biochemistry, physiology of photosynthesis. En: P.G. Jarvis (Edit.), European forests and global change, Cambridge Univ. Press, pp 29-78. BIGRAS F.J., BERTRAND A., 2006. Responses of Picea mariana to elevated CO2 concentration during growth, cold hardening and dehardening: phenology, cold tolerance, photosynthesis and growth. Tree Physiol. 26, 875- 888. BIGSBY H., 2009. Carbon banking: Creating flexibility for forest owners. For. Ecolog. Manag. 257, 378-383. BILLINGS S.A., RICHTER D.D., YARIE J., 1998. Soil carbon dioxide fluxes and profile concentrations in two boreal forests. Can. J. For. Res. 28, 1773.1783. BLANCO J.A., ZAVALA M.A., BOSC J., CASTILLO F.J., 2005. Sustainability of forest management practices: Evaluation through a simulation model of nutrient cycling. Forest Ecolog. Manag. 213, 209-228. BLASCHKE L., FORSTRETER M., SHPPARD L.J., LEITH I.K., MURRAY M.B., POLLE A., 2002. Lignification in beech (Fagus sylvatica) grown at elevated concentrations of CO 2: interaction with nutrient availability and leaf maturation. Tree Physiol. 22, 469-477. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 202 202 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” BLENNOW K., OLOFSSON E., 2008. The probability of wind damage in forestry under a changed wind climate. Climatic Change 87, 347-360. BOCIO I., RODRIGEZ-ARIZA M.O., VALLE F., 1998. Los estudios antracológicos como indicadores del cambio climático. Cuadernos de la SECF, nº 7, pp 45-50. BOERNER R.E.J., HUANG J., HART S.C., 2008. Fire, thinning and the carbon economy: Effects of fire and fire surrogate treatments on estimated storage and sequestration rate. For. Ecolog. Manag. 255, 3081-3097. BOGINO S., BRAVO, F., 2008 a. Growth responses of Pinus pinaster Ait. to climatic variables in central Spanish forests. Ann. Sci. For. 65, 1-13. BOGINO S., BRAVO F., 2008 b. SOI and NAO impacts on Pinus pinaster Ait. Growth in Spanish forests. TRACE-tree Rings in Archeology, Climatology and Ecology, 6, 25-31. BOGINO S., BRAVO F., FERNÁNDEZ NIETO M.J., 2009. Clima y crecimiento forestal en ambientes mediterráneos: Pinus pinaster y Pinus sylvestris en España. Actas 5º Congreso Forestal Español, Ávila, pp 9. BOND-LAMBERTY B., WANG C., GOWER S.T., 2004. Contribution of root respiration to soil surface CO 2 flux in a boreal black spruce chronosequence. Tree Physiol. 24, 1387-1395. BONILLA L.M., de la FUENTE J., DIEZ E., 2001. Influencia de la mecanización agraria en el cambio climático. Cuadernos de la SECF, nº 12, 119-124. BOOKER F.L., MAIER C.A., 2001. Atmospheric carbon dioxide, irrigation, and fertilization effects on phenolic and nitrogern concentrations in loblolly pine (Pinus taeda) needles. Tree Physiol. 2001, 609-616. BOSETTI V., VAN DER ZWAAN B., 2009. Targets and technologies for climate control. Climatic Change 96: 269-273. BOTKIN D.B., JANAK J.F., WALLIS J.R., 1972. Some ecological consequences of a computer model of forest growth. J. Ecol. 60, 849-872. BOTKIN D.B., 1993. Forest Dynamics: An ecological Model. Oxford University Press , pp. 309. BOWMAN, D., 2005. Understanding a flammable planet – climate, fire and global vegetation patterns. New Phytologist 165, 341-345 BOYLAND M., 2006. The economics of using forest to increase carbon storage. Can. J. For. Res. 36, 2223-2234. BRADSHAW R.H.W., HOLMQUIST B.H., COWLING S.A., SYKES M.T., 2000. The effects of climate change on the distribution and management of Picea abies in southern Scandinavia. Can. J. For. Res. 30, 1992-1998. BRAVO F., ORDOÑEZ A.C., RÍO M., 2005. Aplicación informática para el manejo de base de datos del Segundo y del Tercer Inventario Forestal Nacional. Disponible en www.basifor.es BRAVO F., (Edit.) 2007 El papel de los bosques españoles en la mitigación del cambio climático. Fundación Gas Natural, Barcelona, pp 315. BRAVO F., BRAVO-OVIEDO, A., DÍAZ-BALTEIRO L., 2008. Carbon sequestration in Spanish Mediterranean forest under two management alternatives: A modelling approach. Eur. J. Forest. Res. 127 (3), 225-234. BRAVO F., RODRIGUEZ F., ORDOÑEZ A.C., 2009. SIMANFOR: Sistema de apoyo para la simulación de alternativas de manejo forestal sostenible. Disponible en www.simanfor.es 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 203 Referencias bibiográficas 203 BROADMEADOW, M. (Edit.), 2009 . Climate change. Impacts on UK Forests. Forestry Commission Publications, Bulletin 125. BROOKS J.R., FLANAGAN L.B., EHLERINGER J.R., 1998 Responses of boreal conifers to climate fluctuations: indications from tree – ring wide and carbon isotope analyses. Can. J. For. Res. 28, 525-533. BROWN S., SATHAYE J., CANNELL M., KAUPPI, P.E., 1996. Mitigation of carbon emissions to the atmosphere by forest management. Commonwealth Forestry Review U. K. 75(1) p. 8091. BROWN S., 2002. Measuring carbon in forests: current status and future challenges. Environmental Pollution 116, 3, 363-372. BUR., H.E., HONG S., HU Y., CHANG Y., LARSEN D.R. 2008. Using the LANDIS model to evaluate forest harvesting and planting strategies under possible warming climates in Northeastern China. For. Ecol. Manag. 254, 407-419. BUGMANN H., LINDNER M., LASCH P., FLECHSIG M., EBERT B., CRAMER W., 2000. Scaling issues in forest succession modelling. Climatic Change 44:265-289 BUGMANN H., REYNOLDS J., PITELKA L.F., 2001. How much physiology is needed in forest gap models for simulating long-term vegetation response to global change? Climatic Change 51: 249-250. BUGMANN H., 2001. A review of forest gap models. Climatic Change 51: 259-305. BURSCHEL P., KÚRSTEN E., LARSON B.C., 1993. Die Rolle von Wald und Forstwirstschaft im Kohlenstoffahaushalt-Eine Betrachtung fúr Bunesrepublick Deutschland, Forstl. Forschungsberitche München, 126, pp 135. CABÁLKOVA J., PRIBYL J., SKALÁDAL P., KULICH P., CHMELÍK J., 2008. Size, shape and surface morphology of starch granules from Norway spruce needles revealed by transmission electro microscopy and atomic force microscopy: effects of elevated CO2 concentration. Tree Physiol. 28, 1539-1599. VON CAEMMERER S., FARQUHAR G.D. , 1981. Planta 153. CALATAYUD V., MUÑOZ C., HERNÁNDEZ R., SANZ M.J., PEREZ-FORTEA V., SOLDEVILLA C., SANCHEZ G., 2000. Seguimiento de daños en acículas de Pinus halepensis en localidades de Teruel y Castellón (España). Ecología, 14, 129-139. CALFALPIETRA C., GIELEN B., SABATTI M., DE ANGELLIS P., SCARASCIA-MUGNOZZA G., CEULEMANS R., 2001. Growth performance of Populus exposed to free air carbon dioxide enrichment during the first growing season in the POPFACE experiment. Ann. For. Sci. 58, 819-828. CALFAPIETRA C., GIELEN B., GALEMA A.N.J., LUKAC M., DE ANGELIS MOSCATELLI M.C., CEULEMANS R., SCARASCIA-MUGNOZZA G., 2003. Free-air CO 2 enrichment (FACE) enhances biomass production in a short-rotation poplar plantation. Tree Physiol. 23, 805-814. CALFALPIETRA C., DE ANGELIS P., GIELEN B., LUKAC M., COTRUFO M.F., 2007. Increased nitrogen-use efficiency of a short- rotation polar plantation in elevated CO2 concentration. Tree Physiol. 27, 1153-1163. CAMARA A., 1998. Comportamiento y posibles aplicaciones de Pinus halepensis Mill en España frente al cambio climático. Cuadernos de la SECF, nº 7, pp 51-60. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 204 204 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” CAMPOS PALACÍN P., CAPARROS A., OVANDO P., 2009. Estimación del precio de referencia del carbono con la regeneración facilitada y la forestación de la encina y el alcornoque en montes mediterráneos. Actas 5º Congreso Forestal Español, Ávila, pp 14. CANADELL J.G., CIAIS P., COX P., HEIMANN M., 2004. Quantifying, understanding and managing the carbon cycle in the next decades. Climatic Change 67, 147-160. CANADELL J.G., LA QUERE C., RAUPACH M.R., FIELD C.B., BUITENHUIS E.T., CIAIS P., CONWAY T.J., GILLETT N.P.,HOUGHTON R.A., MARLAND G., 2007. Contributions to accelerating atmospheric CO2 growth from economic activity, carbon industry and efficiency of natural sinks. Proc. Natl Acad. Sci. 104 (47), 18866-18870. CANADELL J.G., RAUPACH M.R., 2008. Managing forests for climate change mitigation. Science 320 (5822): 1456-1457. CANDELA V., MANRIQUE E., FERNÁNDEZ CANCIO A., GENOVEVA M., 2001. Análisis de la variabilidad climática de los últimos siglos en España a partir de reconstrucciones dendroclimáticas. Comparación con la situación actual. Cuadernos de la SECF, nº 12, 77-81. CANNELL M.G.R., 1995. Forest and the Global Carbon Cycle in the Past, Present and Future. EFI, Research Report 2, 66 pp. CANNELL M.G.R., DEWAR R.C., 1995. The carbon sink provided by plantation forests and their products in Britain. Forestry, 68: CANNELL M.G.R., CRICKSHANK M.M., MOBBS D.C., 1996 Carbon storage and sequestration in the forests of Northen Ireland. Forestry 69: 155-165. CANNNELL, M.G.R, THOMLEY, J.H.M.,, MOBBSS, D.C., FRIEND, A.D., 1998. UK Conifer Forests may be growing faster in response to increased N deposition, atmospheric CO2 and temperature. Forestry 71:277-296. CANNELL M.G.R., MILNE,R., HARGREAVES K.J., BROWN T.A.W., CRICKSHANK M.M., BRADLEY R.I., SPENCER T., HOPE D., BILLET M.F., ADGER W.N., SUBAK S. , 1999. National inventories on terrestrial carbon sources and sinks: the U.K. experience. Climatic Change 42: 505-530. CANNON R.J.C., 2004. The implications of predicted climate change for insect pests in the U.K., with emphasis on non indigenous species. Global Change Biology, 4, 7, 785-786. CAO B., DANG QING-LAI, ZHANG S., 2007. Relationship between photosynthesis and leaf nitrogen concentration in ambient and elevated CO2 in white birch seedlings. Tree Physiol. 27, 891-899. CARL B.A., SANDS, R.D., 2007. Competitiveness of terrestrial greenhouse gas effects. Are they a bridge to the future? Climatic Change 80:109-126. CARROL A.L., TAYLOR S.W., RÉGNIERE, J., SAFRANYK, 2003. Effects of climate change on range expansion by the mountain pine beetle in British Columbia. Mountain Pine Beetle Symposium: Challenges and solutions, Kelowna, B.C., Natural Resources Canada, Forest Service, Information Report, 298 p. CARTER, R. M., C. R. DE FREITAS, I. M. GOKLANY, D. HOLLAND, AND R. S. LINDZEN, 2006. ‘The Stern Review: A Dual Critique—Part I: The Science’, World Economics 7 (4): 167–198. CARTER, R. M., C. R. DE FREITAS, I. M. GOKLANY, D. HOLLAND, AND R. S. LINDZE, 2007. Climate Science and the Stern Review. World Economics 8 (2): 161-182. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 205 Referencias bibiográficas 205 CASTAÑO J., BRAVO F., 2009. Contenido de carbono en la madera de Quercus petraea. Actas 5º Congreso Forestal Español, Ávila, pp 9. CASTRO DE M., 2008. Modelos climáticos globales y su viabilidad. En: Simposio Evaluación crítica de las previsiones sobre el cambio climático: Una perspectiva científica. Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. Fundación Ramón Areces, Abril 2008. CÁTEDRA ENCE, 2002. Estudio de la influencia de la selvicultura en la fijación de carbono de un eucaliptal tipo en Galicia. Universidad de Vigo, pp112. CERNUSAK L.A., FARQUHAR G.D., PATE J.S., 2005. Environmental and physiological controls over oxygen and carbon isotope composition of Tasmanian blue gum, Eucalyptus globulus. Tree Physiol. 25(2):129-136. CHANG C.C., MENDELSHON R., DAIGEE S., Edits, 2003. Global warming in the Asian Pacific. CHARRO, E., HERNANDEZ, S., MARTÍN, J., MOYANO, A., RUIZ, N., 2008. Estimación del secuestro de carbono en suelos bajo masas forestales de Pinus halepensis en Castilla y León (España). Cuadernos de la SECF, nº 25, pp 125-130. CHEN J., COLOMBO S.J., TER-MIKAELIAN M.T., HEATH L.S., 2008. Future carbon storage in harvested wood products from Ontario´s Crown forests. Can. J. For. Res. 38, 1947. CHERTOV O., KOMAROV A., KOLSTRÖM M., PITKÄNEN S., STRANDMAN S., ZUDIN S., KELLOMÄKI S., 2003. Modelling the long-term dynamics of populations of communities of trees in boreal forest based in competition for light and nitrogen. Forest Ecol. Manag. 176, 355-369. CHERTOV O., BHATTI J.S., KOMAROV A., MIKHAILOV A., BYKHOVETS S., 2009. Influence of climate change, fire and harvest on the carbon dynamics of black spruce in Central Canada. For. Ecol. Manag. 257, 941- 950. CHIANG J-M., Mc EWAN R.W., YAUSSY D.A., BROWN K.Y., 2008. The effects of prescribed fire and silvicultural thinning on the aboveground carbon stocks and net primary production of overstory trees in an oak-hickory ecosystem in southern Ohio. For.Ecol. Manag. 255, 1584-1594. CHIN S., HOGG E.H., LIEFFERS V.J., HUANG S., 2008. Potential effects of climate change on the growth of lodgepole pine across diameter size classes and ecological regions. For. Ecol. Manag. 256, 1692-1703. CHIRICI G., BARBATI A., MASELLI F., 2007. Modelling of Italian forest net primary productivity by the integration of remotely sensed and GIS data. For. Ecolog. Manag. 246, 285.295. CHURKINA G., RUNNING S., 2000. Investigating the balance between timber harvest and productivity of global coniferous forest under global change. Climatic Change 47, 167-191. CIAIS P., 1999. Restless carbon pools. Nature 398, 111-112. CIENCIALA E., EXNEROVÁ Z., SCHELLHAAS, M-J., 2008. Development of forest carbon stock and wood production in the Czech Republic until 2060. Ann. For. Sci. 65, 603-612. CISNEROS O., MODREGO P., RUEDA J., ÁGREDA T., ÁGUEDA B., ALONSO R., GORDO J., SOMBRERO A., DE BENITO A., TENORIO J.L., ZAMBRANA E., WALTER I., DE ANDRÉS F., PICOS J., BARREAL E., VALERO E., RAMOS A., FERNÁNDEZ L., 2009. Evaluación de diferentes alternativas de forestación y agricultura como sumideros de carbono en Castilla y León. Actas 5º Congreso Forestal Español, Ávila, pp 10. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 206 206 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” CLELAND E.E., 2007. CHUINE I., MENZEL A., MOONEY H.A., SCHWARTZ, M.D., 2007. Changing plant phenology in response to climate change. Trends in Ecolog. Evol. 22(7): 357- 365. CLINT J. SPRINGER C.J.,THOMAS R.B., 2007. Photosynthetic responses of forest understory tree species to long-term exposed to elevated carbon dioxide concentration at the Duke Forest FACE experiment. Tree Physiology 27, 25-32. CONCILIO A., CHEN J., MA S., NORTH M., 2009. Precipitation drives interannual variation in summer soil respiration in a Mediterranean-climate mixed-conifer forest. Climatic Change 92,109-122. CONSTABLE J.V.H., BASSIRIRAD H., LUSSENHOP J., ZEHRIHUN A., 2001. Influence of elevated CO2 and mycorrhizae on nitrogen acquisition: contrasting responses in Pinus taeda and Liquidambar styraciflua. Tree Physiol. 21, 83-91. CONTRERAS E., PRADES C., MARTÍN R., 2009. Análisis del ciclo de producción de piña de Pinus pinea L. en la comarca de Villaviciosa de Córdoba y de la influencia de factores climáticos en la variación interanual. Actas 5º Congreso Forestal Español, Ávila, pp 9. COTILLAS M., ESPELTA J.M., SABATÉ S., 2009. ¿Puede la gestión forestal mitigar los efectos de un incremento de sequía en los montes mediterráneos? El caso de los bosques de encina y roble en el contexto del cambio climático. Actas 5º Congreso Forestal Español, Ávila, pp 12. COX P.M., BETTS R.A., JONES C.D., SPALL S.A., TOTTERDELL I.J., 2000. Acceleration of global warming due to carbon-cycle feedbacks in a couple climate model. Nature 408, 184-187. CRAMER W., BONDEAU A., WOODWARD F.I., PRENTICE I.C., YOUNG-MOLLING C., 2001. Global response of terrestrial ecosystem structure and function to CO2 and climate change: results from six dynamic global vegetation models. Global Change Biology 7, 357-373. CROUS, K.Y., ELLSWORTH, D.S., 2004. Canopy position affects photosynthetic adjustments to long-term elevated CO2 concentration (FACE) in aging needles in a mature Pinus taeda forest. Tree Physiol. 24, 961-970. CROUS K.Y., WALTERS M.B., ELLSWORTH D.S., 2008. Elevated CO2 concentration affects leaf photosynthesis–nitrogen relationships in Pinus taeda over nine years in FACE. Tree Physiol.28, 607-614. CROWE K.A., PARKER W.H., 2008. Using portfolio theory to guide reforestation and restoration under climate change scenarios. Climatic Change 89, 355-370. CULLEN M.J.P., 1993. The unified forecast/climate model. Meteor. Mag. 122, 81-94. CULLEN L.E., ADAMS M.A., ANDERSON M.J., GRIERSON P.F., 2008. Analyses of ∂13C y ∂18O in tree rings of Callitris collumellaris provide evidence of a change in stomatal control of photosynthesis in response to regional changes in climate. Tree Physiol. 28, 1525-1533. CURTIS P.S., 1996 A meta-analysis of leaf gas exchange and nitrogen in trees grown under elevated carbon dioxide. Plant, Cell and Environment 19: 127-137. D´ARRIGO R., JACOBY G. , FREE M., ROBOCK A., 1999. Northern hemisphere temperature varaibility for the past three centuries: Tree-ring and model estimates. Climatic Change 42, 663-675. DALE L.S., JOHNSEN O., 2004. CO2 enrichment, nitrogen fertilization and development of freezing tolerance in Norway spruce. Trees 18, 10-18. DALIANIS C., 1998., Effect of irrigation and nitrogen fertilization rates on growth in poplar plantations for biomass production. Report Project CEE. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 207 Referencias bibiográficas 207 DAVI H., DUFRÊNE E., FRACOIS C., LE MAIRE G., LOUSTAU D., BOSC A., RAMBAL, S., GRANIER A., MOORS E., 2006. Sensitivity of water and carbon fluxes to climate changes from 1960 to 2100 in European forest ecosystems. Agric. & Forest Meteor. 141, 1, 35-56. DAVIES W.J., 2006. Responses of plant growth and functioning to changes in water supply in a changing climate. En: Edit: J.I.L. Morison y M.D. Morecroft, Plant Growth and Climate Change. Blackwell Pub., pp 96-117. DELPIERRE N., SOUDANI K., FRANCOIS C., KÖSTNER B., PONTTAILLER J.-Y., NIKINMAA E., MISSON L., AUBINET M., BERNHOFER C., GRANIER A., GRÜNWALD T., HEINESCH B., LONGDOZ B., OURCIVAL J.-M., RAMBAL S., VESALA T., DUFRENE E. 2009. Exceptional carbon uptake in European forests during the warm spring of 2007: a data-model analysis. Global Change Biology 15, 6, 1455-1474. DELWORTH T.L., MAHLMANN J.D., KNUTSON T.R., 1999. Changes in heat index associated with CO2 -induced global warming. Climatic Change 43, 369-386. DEPRO B.M., MURRAY B.C., ALIG R.J., SHANKS A., 2008. Public land, timber harvests, and climate mitigation: Quantifying carbon sequestration potential on U.S. public timberlands. For. Ecol.Manag. 255, 1122-1134. DEWAR R.C., 1991. Analytical model of carbon storage in the trees, soils and wood products of managed forests. Tree Physiol. 8: 239- 258. DEWAR R.C., CANNELL M.G.R., 1992. Carbon sequestration in the trees, products and soils of forest plantations using UK samples. Tree Physiol. 11: 49-71. DGCONA, 1986-1995. Segundo Inventario Nacional Forestal. Mº de Agricultura, Pesca y Alimentación. DGCONA/ DGB, 2002-2007. Tercer Inventario Nacional Forestal. Dieciocho provincias, Ministerio de Medio Ambiente. DIAS A.C., ARROJA L., CAPELA I., 2007. Carbon dioxide emissions from forest operartions in Portuguese eucalypt and maritime pine stands. Scand. J. For. Res. 22, 422-432. DÍAZ BALTEIRO L., ROMERO C., 2003. Forest management optimisation models when carbon capture is considered: a goal programming approach. Forest Ecol. Manag. 174, 447-457. DÍAZ BALTEIRO L., ROMERO C., 2004. La captura del carbono y la gestión forestal. Monografía nº9, INIA, pp 80. DÍAZ BALTEIRO L., ROMERO C., 2008a. Making forestry decisions with multiple criteria: A review and an assessment. For. Ecolog. Manag. 255, 322-341. DÍAZ BALTEIRO L., ROMERO C., 2008b. Producción de madera y sostenibilidad. En: Edit.: C. Romero, Caracterización de la industria forestal en España. Fundación BBVA, pp 285-304. DÍAZ BALTEIRO L., RODRIGUEZ L.C.E., 2008. Influence of carbon sequestration in an optimal set of coppice rotations for Eucalyptus plantations. En: Bravo F., LeMay V., Jandl R., von Gadow K., (Edits), Managing Forest Ecosystems: The Challenge of Climate Change, Springer, pp 119-135. DÍAZ-PINÉS E., SCHINDLBACKER A., JANDL R., RUBIO A., 2008. El trenching como método de separación de los componentes de la respiración de suelos forestales. Cuadernos de la SECF, nº 7, 161-166. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 208 208 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” DÍAZ-PINÉS E., GODINO M., SCHINDLBACHER A., KITZLER B., PFEFFER M., JANDL R., RUBIO A., 2009. Emisión de gases de efecto invernadero y biomasa microbiana edáfica en el suelo de un ecotono Pinus sylvestris-Quercus pyrenaica del Sistema Central. Actas 5º Congreso Forestal Español, Ávila, pp13. DYCKMANS J., FLESSA H., 2002. Influence of tree internal nitrogen reserves on the response of beech (Fagus sylvatica) trees to elevated atmospheric carbon dioxide concentration. Tree Physiol. 22, 41-49. DIXON R.K.,. BROWN S., HOUGHTON, R.A., SOLOMON, A.M., TREXLER, M.C., WISNIEWSKI, Y.J., 1994. Carbon Pools and Flux of Global Forest Ecosystems. Science, 263, pp. 185-190. DGCONA, 2004. Plan Forestal Español. Ministerio de Medio Ambiente, Madrid, pp. 134 + Anexos. DGCONA, (J. VILLANUEVA, coordinador), 1995. Segundo Inventario Forestal Nacional (IFN2). Ministerio de Medio Ambiente. DGMR, 2006. Forestación de Tierras Agricolas. Mº de Agricultura., Pesca y Alimentación, pp 375. DIOCHON A., KELLMAN L., BELTRAMI H., 2009. Looking deeper: An investigation of soil carbon losses following harvesting from a managed northeastern red spruce (Picea rubens Sarg.) forest cronosequence. For. Ecol. Manag. 257, 413- 420. DLUGOKENCKY E.J., MASARIE K.A., LANG P.M.,TANS P.P. , 1998. Continuing decline in the growth rate of the atmospheric methane burden. Nature 393, 447-450. DOMÍNGUEZ G., ESCANDELL R., TRUYOL M., CANALS A., 2009. Disminución de la vulnerabilidad frente al cambio global a través de la planificación forestal a escala del paisaje. El proyecto LIFE+BOSCOS en Menorca (2009-2013). Actas 5º Congreso Forestal Español, Ávila, pp 9. DOWELL, R.C., GIBBINS, D., RHOADS, J.L., PALLARDY, S.G., 2008. Biomass production physiology and soil carbon dynamics in short-rotation – grown Populus deltoides and P.deltoides x P. nigra hybrids. For. Ecol. Manag. 257, 134-142. DUFRÊNE E., DAVI H., FRANCOIS C., LE MAIRE G., LE DANTEC V., GRANIER A., 2005. Modelling carbon and water cycles in a beech forest. Part I: Model description and uncertainty analysis on modelled NEE. Ecological Modelling 185, 2-4, 407- 436. DUKES J., 2006. Hotter and weedier? Effects of climate change on the success of invasive species en Global Climate Change and Biodiversity, RE Green, M Hartley, L Miles, J Scharlemann, A Watson and O Watts (eds), Assessing the Vulnerability of Social-Environmental Systems. Annual Review of Environment and Resources vol. 31, pp. 365-394. DUURSMA R.A., KOLARI P., PERÄMAKI M., PULKKINEN M., MÄKELÄ A., NIKINMAA E., HARI P., AURELA M., BERBIGIER P., BERNHOFER CH., GRÜNWALD T., LOUTAU D., MÖLDER M., VERBEECK H., VESALA T. , 2009. Contributions of climate, leaf area index and leaf physiology to variation in gross primary production of six coniferous forests across Europe: a model- based analysis. Tree Physiol. 29, 621-639. EAMUS D., 1996. Tree responses to CO2 enrichment: CO2 and temperature interactions, biomass allocation and stand-scale modelling. Tree Physiol. 16, 43-47. EASTAUGH C., 2008. Adaptations of forests to Climatic Change: A multidisciplinary review. IUFRO Occasional Paper, pp 83 EDWARDS, 2008 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 209 Referencias bibiográficas 209 EGUCHI N., KARATSU K., UEDA T., FUNADA R., TAKAGI K., HIURA T., SASA K., KOIKE T., 2008. Photosynthetic responses of birch and alder saplings grown in a free air enrichment system in northern Japan. Trees 22, 437-447. EGUCHI N., MORIL N., UEDA T., KOIKE T., 2008. Changes in petiole hydraulic properties and leaf water flow in birch and oak saplings in a CO2 enriched atmosphere. Tree Physiol. 2008, 287-295. EHLERINGER J., MOONEY H.A., 1983. Productivity of Desert and Mediterranean- ClimatePlants. En: Enclyclopedia of Plant Physiology, Edits. O.L.Lange, P.S. Nobel, C.B. Osmond, H. Ziegler, volume 12D, 205-232. ELIASCH, J., 2008. Climate Change: Financial Global Forests. The Eliasch Review, Government Report. Climatic Change Office, UK, pp 250. ELLSWORTH D.S., OREN R., HUANG C., PHILLIPS N., HENDREY G.R., 1995. Leaf canopy responses to elevated CO2 in a pine forest under free-air CO2 enrichment. Oecologia 104, 139-146. ENGEL V.C., GRIFFIN K.L., MURTHY R., PATTERSON L., KLIMAS C., POTOSNAK M., 2004. Growth CO2 concentration modifies the transpiration response of Populus deltoides to drought and vapor pressure deficit. Tree Physiol. 24, 1137-1145. ENGLIN J., CALLAWAY J.M., 1995. Environmental impacts of sequestering carbon through forestation. Climatic Change 31, 67-78. ENRIQUEZ E., MARTINEZ DE SAAVEDRA J., SANCHEZ G., 2005. Inventario nacional de gases de efectos invernadero: Metodología de estimación del CO2 de los sumideros forestales. IV Congreso Forestal Español,Resúmenes de Conferencias y Ponencias, p 315. ENTING, MANSBRIDGE 1991 EUROCARE, 2002. Overview of existing forestry and forest sector models. European Centre for Agricultural, Regional and Environmental Policy Research. EWERS F.W., EWERS J.M., JACOBSEN A.L., LÓPEZ PORTILLO J. , 2007 Vessel redundancy modelling safety in numbers. IAWA Journal 28(4): 2007: 373-388. FAGAN B., 2008. La Pequeña Edad del Hielo. Gedisa, Barcelona. FAGAN B., 2009. El Gran Calentamiento. Gedisa, Barceona. FAHEY, T., TIEMEY, G., FITZHGH R., WILSON G., SICCAMA T., 2005. Soil respiration and soil carbon balance in a northen harwood forest ecosystem. Canad. J.For Res.35, 244FALGE E., BALDOCCHI D., TEHUNEN, J., AUBINET, M., et al, 2002. Seasonality of ecosystem respiration and gross primary production as derived from FLUXNET measurements. Agric. For. Meteorol. 113, 53-74. FANKHAUSER R., 1994. The social cost of greenhouse gas emissions: an expected value approach. The Energy Journal 15(2): 157-184. FAO, 1997. State of the world forests. FAO, Roma, 200 pp. FAO, 2001. Climate Change and Forests, State of the World Forests. FAO Corporate Document, 21pp. FAO, 2007. Situación de los bosques en el ftp://ftp.fao.org/docrep/fao/009/a0773s/a0773s04.pdf mundo. Europa, pp 24-34. FARIA T. WILKINS D., BESFORD R.T., VAZ M., PEREIRA J.S., CHAVES M.M., 1996. Growth at elevated CO2 leads to down-regulation of photosynthesis and altered response to high temperature in Quercus suber seedlings. J.Experim. Bot. 47(304), 1755-1761. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 210 210 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” FARQUHAR G.D., SHARKEY T.D., 1982. Stomatal conductance and photosynthesis. FLUXNET measurements. Rev Plant Physiology 33, 317-345. FARQUAHR G.D., VON CAEMMERER S., 1982. Modelling of photosynthetic response to environment. En: LANGE, O.L., NOBEL, P.S., OSMOND, C.B., ZIEGLER, H. (Edits.), Encyclopedia of Plant Physiology, Vol 12B, 549-587. FARQUHAR, G.D., VON CAEMMERER S., BERRY, J.A., 2001. Models of Photosynthesis. Plant Physiol, 2001, 125, 42-45 VON FELTEN S., HÄTTENSCHWILER S., SAURER M., SIEGWOLF R., 2007. Carbon allocation in shoots of alpine tree-line conifers in a CO2 enriched environment. Trees 21, 283294. FELZER B., REILLY J., MELILLO J., KICKLIGHTER D., SAROFIM M., WANG C., PRINN R., ZHUANG Q., 2005. Future effects of ozone on carbon sequestration and climate change policy using a global biogeochemical model. Climatic Change 73: 345-373. FENG Z., DYCKMANS J., FLESSA H., 2004. Effect of elevated carbon dioxide concentration on growth and N2 fixation of young Robinia pseudoacacia. Tree Physiol. 24, 323-330. FERNÁNDEZ CANCIO, A., MANRIQUE, E., 1998. Nuevas aportaciones metodológicas para la investigación del clima y del fitoclima del último milenio. Cuadernos de la SECF, nº 7, pp 19-43. FERNANDEZ-GETINO A.P., RUIZ-PEINADO R., MONTERO G., SANCHEZ- PALOMARES O., 2008. Estimación del CO2 fijado en suelo y árboles de los rebollares de Quercus pyrenaica en la provincia de Ourense. Cuadernos de la SECF, nº 25, pp 179-184. FERNÁNDEZ-MARÍN B, CAMAREO J.J., OLANO J.M., ESTEBAN R., ARROYO S.J., BECERRIL J.M., GARCÍA-PLAZAOLA J.J., 2009. Evaluación de la capacidad de adaptación al estrés climático en Quercus mediterráneos: ¿ plasticidad fenotípica o variación genotípica? Actas 5º Congreso Forestal Español, Ávila, pp10. FISCHLIN A., MIDGLEY G.F., ., PRICE J.T., LEEMANS, R., GOPAL, B., TURLEY, C., ROUNSEVELL, M.D.A., DUBE, O.P., TARAZONA, J., VELICHKO, A.A., 2007: Ecosystems, their properties, goods, and services. Climate Change 2007: Impacts, Adaptation and Vulnerability. Contribution of Working Group II to the Fourth Assessment Report of the Intergovernmental Panel on Climate Change. Edits.: M.L. Parry, O.F. Canziani, J.P. Palutikof,P.J. van der Linden and C.E. Hanson. Cambridge University Press, Cambridge, 211-272. FLANNINGAN M., CAMPBELL, I., WOTTON, M., CARCAILLET, C., RICHARD, P., BERGEREN, Y., 2001. Future fire in Canada´s boreal forest: paleoecology results and general circulation model- regional climate model simulations. Can. J. For. Res. 31, 854-864. FLANNIGAN M.D., AMIRO B.D., LOGAN K.A., STOCKS B.J. , WOTTON B.M. 2005, Forest fires and climate change in the 21st century. Mitigation and Adaptation Strategies for Global Change vol. 11, pp. 847-859 FLEMING R.A., VOLNEY, W.J.A., 1995. Effects of climate change on insect defoliator population processes in Canada´s boreal forest: Some plausible scenarios. Water, Air & Soil Pollution 82, 1-2, 445-454. FLEMING R.A., J.N. CANDAU, 1998. Influences of climate change on some ecological processes of an insect outbreak system in Canada´s boreal forests and the implications for biodiversity. Environmental Monitoring and Assessment 49, 2-3, 235-249. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 211 Referencias bibiográficas 211 FLEMING R.L., LAPORTE M.F., HOGAN G.D., HAZIETT P.W., 2006. Effects of harvesting and soil disturbance on soil CO2 efflux from a jack pine forest. Can. J. For. Res. 36, 589-600. FONT I., 1998. Aumento antropogénico del CO2 en una atmósfera enriquecida en CO2: maldición o bendición. Cuadernos de la SECF, nº 7, pp 13-17. FRANKENHYZEN VAN K., BEARDMORE T., 2004. Current status and environmental impact of transgenic forest trees. Can. J.For. Res. 34, 1163-1180. FRANSON P.M.A., ANDERSON I.C., ALEXANDER I.J., 2007. Does carbon partinioning in ectomycorrhizal pine seedlings under elevated CO2 vary with fungal species. Plant & Soil 29, 1-2, 323-333. FREDEEN A.L., WAUGHTAL J.D., PYPKER T.G., 2007. When do replanted sub-boreal clearcuts become net sinks for CO2. For Ecolog. Manag. 239, 210-216. FREIBAUER A., ROUNSEVELL M.D.A., SMITH P., VERHAGEN J., 2004 Carbon sequestration in agricultural soils of Europe. Geoderma 122, 1-23. FRIEND, A., KELLOMÄKI, S., KRUJIT, B., 1998. Modelling leaf, tree and forest responses to increasing atmospheric CO2 and temperature. En: European forests and global change, Edit.: P.G. Jarvis, Cambridge Univ. Press, pp 293-346. FRIEND A.L., JIFON J.L., BERRANG P.C., SEILER J.R., MOBLEY J.A., 2000. Elevated atmospheric CO2 and species mixture alter N acquisition of trees in stand microcosms. Can. J. For. Res. 30, 827-836. FU S., ZHOU, L., SHEN J., ZHANG W., 2008. A simplified system for measuring rhizosphere respiration of fine roots in situ. For. Ecol. Manag.255, 3360-3364. FUHRER, J.,, SKÄRBY, L. & ASHMORE, M.R., 1997. Critical levels for zone effects on vegetation in Europe. Environm. Pollut. 97:91-106. FÜRSTENEAU C., BADECK F.W., LASCH P., LEXER M.J., LINDNER M., MOHR P., SUCKOW F., 2007. Multi-use forest management in consideration of climate change and the interests of stakeholder groups. Eur. J. For. Res. 126, 225-239. FÜSSEL H.-M. , 2009. An updated assessment of the risks from climate change based on research published since the IPCC Fourth Assessment Report. Climatic Change 97, 469-482. GABOURY S., BOUCHER J.F., VILLENEUVE C., LORD D., GAGNON R. 2009. Estimating the net carbon balance of boreal open woodland afforestation:A case-study in Québec’s closed-crown booreal forest. For. Ecolog. Manag. 257, 483-494. GAGEN M., MC CARROLL D., EDOUARD J.L., 2006. Combining ring depth, density and stable carbon isotope proxies to enhance the climate signal in tree-rings: an example from the southern French Alps. Climatic Change 78, 363-379.. GARCÍA CALVO D., GÉNOVA M., GÓMEZ MANZANEQUE F., 2005. Los estudios dendrocronológicos en maderas subfósiles como informadores de la historia forestal. Resúmenes 4º Congreso Forestal Español, pp150. GARCIA DEL BARRIO J.M., SANCHEZ PALOMARES O., ALÍA R., 2001. Ecología forestal y cambio climático. Cuadernos de la SECF, nº 12, pp 23-28. GARCÍA GONZÁLEZ L., 1998. Influencia de la orientación en la respuesta bioclimática de Quercus robur L.: Un ejemplo del empleo de años característicos como indicadores ecológicos. Cuadernos de la SECF, nº 7, 91-100. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 212 212 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” GARCÍA GONZALO J., PELTOLA H., BRICEÑO-ELIZONDO E., KELLOMÄKI S., 2007. Changed thinning regimes may increase carbon stock under climate change: A case study from a Finnish boreal forest. Climatic Change 81, 431-454. GARCÍA GONZALO J., PELTOLA H., ZUBIZARRETA, A., KELLOMÄKI, S. 2007. Impacts of forest landscape structure and management on timber production and carbon stocks in the boreal forest ecosystem under changing climate. For. Ecolog. Manag. 241, 243-257. GARCÍA LÓPEZ J.M., GONZALO J., ALLUÉ CAMACHO C. 2001. El paradigma del calentamiento del planeta. Diagnosis fitoclimática digital mediante técnicas de estimación factorial. Aplicación a la provincia de Burgos. Cuadernos de la SECF, nº 12, 39-46. GARCÍA LÓPEZ J.M., ALLUÉ CAMACHO C. 2001, Aplicaciones de la fitoclimatología en situaciones de continuum digital. Cuadernos de la SECF, nº 12, 57-68. GARCÍA LÓPEZ J.M., ALLUÉ C., GONZALO J., 2005. Fitoclimatología y competencia interespecífica. Aplicación a la determinación de ámbitos factoriales de existencia de alta viabilidad fitoclimática para diez frondosas forestales peninsulares. Resúmenes 4º Congreso Forestal Español, pp145. GARCÍA LÓPEZ J.M., ALLUÉ CAMACHO C., 2009. Cambio climático y sus posibles efectos sobre la diversidad y vulnerabilidad de los ecosistemas forestales de Castilla y León. Actas 5º Congreso Forestal Español, Ávila. GARCÍA LÓPEZ J.M., ALLUÉ CAMACHO C., 2009. Dinámica fitoclimática y su relación con la composición y estructura de formaciones arbóreas forestales. Actas 5º Congreso Forestal Español, Ávila, pp 9. GARCÍA LÓPEZ J.M., ALLUÉ CAMACHO C., 2009. Caracterización y potencialidades del roble americano (Quercus rubra L.) en la España peninsular. Actas 5º Congreso Forestal Español, Ávila, pp 9. GARCÍA LÓPEZ J.M., ALLUÉ CAMACHO C., 2009. Avance sobre caracterización y potencialidades fitoclimáticas de los encinares de Quercus ilex L subs ballota (Desf.) Samp. en la España peninsular. Actas 5º Congreso Forestal Español, Ávila, pp 10. GARCIA-MOZO, H., CHUINE I., AIRA M-J., BELMONTE J., BERMEJO D., DIAZ DE LA GUARDIA C., ELVIRA B., GUTIERREZ M., RODRIGUEZ-RAJO J., RUIZ L., DEL MAR TRIGO M., TORMO R., VALENCIA R., GALAN C., 2008. Regional phenological models for forcasting the start and peak of the Quercus pollen season in Spain. Agric. & For. Manag. 148(3), 372-380. GARCÍA OLIVA F., HERNÁNDEZ G., GALLARDO J., 2006. Comparison of ecosystem C pools in three forests in Spain and Latin American. Ann. For. Sci. 63, 519. GARCÍA OLMEDO F., 1998. La tercera revolución verde. Plantas con luz propia. Temas de Debate, pp 209. GARRIDO F., BRAVO F., ORDOÑEZ A., 2009. Evaluación del carbono fijado por el arbolado urbano en la ciudad de Palencia. Actas 5º Congreso Forestal Español, Ávila, pp13. GARTNER B.L., ROY J., HUC R., 2003. Effects of tension wood on specific conductivity and vulnerability to embolism of Quercus ilex seedlings grown at two atmospheric CO2 concentrations. Tree Physiol. 23, 387-395. GASTON A., GARCIA VIÑAS J.I., ROPERO C., 2009. El hábitat climático de los hayedos en España: aplicación de modelos aditivos generalizados a los datos del Inventario Forestal Nacional. Actas 5º Congreso Forestal Español, Ávila, pp 9. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 213 Referencias bibiográficas 213 GEHL R.J., RICE C.W., 2007. Emerging technologies for in situ measurement of soil carbon. Climatic Change 80, 43-54. GÉNOVA M., MUÑOZ E., 2005. Caracterización de los pinsapares desde la perspectiva dendroecológica : Determinación de las relaciones entre el crecimiento y el clima. Resúmenes 4º Congreso Forestal Español, pp 121. GESLER A., KEITEL C., KREUZWIESER J., MATYSSEK R., SEILER W., RENNENBERG H., 2007. Potential risks for European beech (Fagus sylvatica L.) in a changing climate. Trees 21, 1-11. GIELEN B., CALFAPIETRA C., LUKAC M., CEULEMANS R., SCARASCIA-MUGNOZZA G.E. 2005. Net carbon storage on a poplar plantation (POPFACE) after three years of freeair CO2 enrichment. Tree Physiol. 25, 1399-1408. GIFFORD R.M., 2003. Plant respiration in productivity models: conceptualisation , representation and issues for global terrestrial carbon- cycle research. Funct. Plant Biol. 30, 171-186. GIGLIO., van der WERF G.R., RANDERDON J.T., COLLATZ G.J., KASIBHATIA P., 2006. Global estimation of burned area using MODIS active fire obervations. Atmospheric Chemistry and Physics 6, 957-974. GIL P.M., PEREIRA I., FERNÁDEZ CANCIO A., SARDINERO S., 2001. Aportaciones al estudio fitoclimático de algunas especies del género Cistus en la España peninsular. Cuadernos de la SECF, nº 12, 91-98. GIL PELEGRIN E., PEGUERO-PINA J.J., SANCHO D., 2009. La sequía y el decaimiento forestal en la Península Ibérica: ¿Una explicación sencilla para un fenómeno complejo? Actas 5º Congreso Forestal Español, Ávila, pp 15. GILLESPIE A., BURNS W., (edits.), 2000. Climate change in the South Pacific: Impacts and response in Australia, New Zealand and Small Islands States. Kluwer Academic. GIORGI F., 2005. Climatic Change prediction. Climatic Change 73, 239-265. GITAY H., SUAREZ A., WATSON R.T., 2002. Climate change and biodiversity: IPCC Technical Paper V. Intergovernmental Panel on Climate Change. Geneva. 77 pp. GIUPPONI C., SCHECHTER M., 2003. Climate Change in the Mediterranean. Socio-economic Perspectives of Impacts, Vulnerability and Adaptation, Edward Elgar Publishing. GLENDAY, J., 2006. Carbon storage and emissions offset potential in an East African tropical rainforest. For. Ecolog. Manag. 235, 72-83. GOBAKKEN T., LEXEROD N., EID T., 2008. A forest simulator for bio-economic analyses based on models or individual trees. Scandinavian J. Forest Research. GOLDBLUM D., RIGG, L.S., 2005. Tree growth response to climate change at the deciduous –boreal forest ecotone, Ontario, Canada. Can. J.For. Res. 35, 2709-2718. GONZALEZ ALONSO et al, 2005. Aplicaciones de la detección en el desarrollo del protocolo de Kyoto. IV Congreso Forestal Español, Resúmenes de Conferencias y Ponencias, p 117. GONZALO J., GARCIA LÓPEZ J.M., ALLUÉ CAMACHO C., 2001. Caracterización fitoclimática de procedencias de Quercus faginea en el centro-sur peninsular. Cuadernos de la SECF, nº 12,69-75. GONZALO J., 2009. Modelo fitoclimático funcional para la España peninsular: Análisis geoestadístico factorial aplicado. Actas 5º Congreso Forestal Español, Ávila, pp 13. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 214 214 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” GOUGH C.M., VOGEL C.S., KAZANSKI C., NAGEL L., FLOWER C.E., CURTIS P.S. 2007. Coarse woody debris and the carbon balance of a north temperate forest. For. Ecolog. Manag. 244, 60-67. GRACE J., ZHAN JG, R., 2006. Predicting the effect of climate change on global plant productivity and the carbon cycle. En: Plant Growth and Climate Change Edit: J.I.L. Morrison y M.D. Morecroft., Blackwell Pub., pp 187-208. GRACIA C.A., ABRIL M., BARRANTES O., BURRIEL J.A., IBAÑEZ J.J., SERRANO M.M., VAYREDA, J., 1992. Inventari Ecològic i Forestal de Catalunya. Mètodes. Department d´Agricultura, Ramaderia i Pesca. Generalitat de Catalanya, Barcelona, 104 pp. GRACIA C.A., SABATE, S., TELLO, E., 1997. Modelling the response to Climatic Change of Mediterranean forest managed at different thinning intensities: effects on growth and water fluxes. En: Impacts of global change on tree pyisiology and forest ecosystems (Edits: Mohren, G.M.J., Kramer, K., Sabate, S.), Kluwer Acad. Publ. pp 243-252. GRACIA, C. A., TELLO E., SABATE S., BELLOT J., 1999. GOTILWA+: An integrated model of water dynamics and forest growth. Ecology of Mediterranean evergreen oak forests. En: Rodà F., Retana J., Bellot J., Gracia C. A. (eds.), Ecology of Mediterranean Evergreen Oak Forests. Springer, pp. 163–178. GRACIA C.A., SABATÉ S, LÓPEZ B., SANCHEZ, A., 2001. Presente y futuro del bosque mediterráneo: balance de carbono y cambio global. En: Ecosistemas mediterráneos: Análisis funcional Edits. Zamora R. y Pugnaire F. . CSIC y AEET, pp 351-372. GRACIA C.A., SABATÉ S., SÁNCHEZ, A. 2002. El cambio climático y la reducción de la reserva de agua en el bosque mediterráneo. Ecosistemas 2002/2 GRACIA C., GIL L., MONTERO G., 2004. Impactos sobre el Sector Forestal. En: Evaluación preliminar de los impactos en España por Efecto del Cambio Climático. Ministerio de Medio Ambiente y Universidad de Castilla-La Mancha. pp 399-435. GRACIA C., PLA E., SÁNCHEZ A., SABATÉ S., 2005. GOTILWA+: Un modelo de crecimiento forestal basado en procesos ecofisiológicos. Cuadernos de la Sociedad Española de Ciencias Forestales.18:21-28. GRACIA C., SÁNCHEZ A., PLA E., SABATÉ S., LEXER M.J., JÄGER D., 2005. Adaptive Forest Management Strategies. In: Management of European forests under changing climatic conditions. Seppo Kellomäki and Sanna Leinonen (Edits.) Tiedonantoja/Research Notes No. 163. Faculty of Forestry, University of Joensuu, Finland. pp 160-252 GRANIER A., ANFODILLO T., SABATNI M., COCHARD H., DREYER E., TOMASI M., VALENTINI R., BRÉDA N., 1994. Axial and radial water flow in the trunks of oak trees: a quantitative and qualitative analysis. Tree Physiol.14, 1383-1396. GRANIER A., BRÉDA N., LONGDODOZ B., GROSS P., NGAO, J., 2008. Ten years of luxes and stand growth in a young beech forest at Hesse, Nort-eastern France. Ann. For. Sci. 65, 704-716. GRANT R.F., MARGOLIS H.A., BARR A.G., BLACK T.A., DUNN A.L., BERNIER P.Y., BERGERON O., 2009. Changes in net ecosystem productivity of boreal black spruce stands in response to changes in temperature at dirunal and seasonal time scale. Tree Physiol. 29, 1-17. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 215 Referencias bibiográficas 215 GREENEP M., TURNBULL H., WHITEHEAD D., 2003. Response of photosynthesis in second-generation Pinus radiata trees to long-tem exposure to elevated carbon dioxide partial pressure. Tree Physiol 23, 569-576. GRIFFIN K.L., ANDERSON O.R., TISSUE D.T., TURBULL M.H., WHITEHEAD D., 2004. Variations in dark respiration and multicondrial numbers within needles of Pinus radiata grown in ambient or elevated CO2 partial pressure. Tree Physiol. 24, 347-353. GUERENSTEIN P.G., HILDEBRAND J.G., 2008. Roles and effect of environmental carbon dioxide in insect life. Ann. Rev. Entomology 53, 161-169. GUERRERO C., ZORNOZA R., PÉR BEJARANO A., MATAIX-SOLERA J., GÓMEZ I., GARCÍA-ORENES F., 2008. Uso de la espectroscopía en el infrarojo cercano (NIR ) para la estimación rápida del carbono orgánico y la respiración basal en suelos forestales. Cuadernos de la SECF, nº 25, 99 209-214. GUNDERSON C.A., NORBY R.J., WULLSCHLEGER S.D., 2000. Acclimation of photosynthesis and respiration to simulated climatic warming in northen and southern populations of Acer sacharum: laboratory and field evidence. Tree Physiol. 20, 87-96. GUNNE A., 1996. Responses of artic ungulates to climate change. En: Human Ecology and Climate Change, Edits.: D. Lawrence y D.R. Jonhson. GUO Q., BRANDLE J., SCHOENEBERGER M., BUETTNER D., 2004. Simulating the dynamics of linear forests in Great Plains agroecosystems under changing climates. Can. J. For Res. 34, 2564-2572. HALL M., RÄNTFORS M., SLANY M., LINF S., WALLIN G., 2009. Carbon dioxide exchange of buds and developing shoots of boreal Norway spruce exposed to elevated or ambient CO2 concentration and temperature in whole-tree chambers. Tree Physiol. 29, 467-481. HANSEN, L., BIRINGER J., 2003. Building resistance and resilience to climate change in natural systems. Berlin, WWF Climate Change Program. HARMON M.E. 1990 Effects on carbon storage of conversion of old-growth forests to young forests. Science 247, 699-701. HARMON M.E., MARKS, B., 2002. Effects of silvicultural practices on carbon stores in Douglas-fir-western hemlock forests in the Pacific Northwest, U.S.A.: results from a simulation model. Can. J. For. Res. 32, 863-877. HEDDE M., AUBERT M., DECAËN S., BUREAU, F., 2008. Dynamics of soil carbon in a beechwood chronosequence forest. For. Ecol. Manag. 255, 193-202. HENNIGAR C.R., Mac LEAN D.A., AMOS-BINKS L.J., 2008. Novel approach to optimize management strategies for carbon stored in the forests and wood products. For. Ecolg. Manag. 256, 786-797. HERMANN S., BAUHUS, J., 2008. Comparison of methods to quantify respirational carbon loss of coarse woody debris. Can. J. For. Res. 38, 2738-2748. HERNÁNDEZ G., MARTIN J.A., MATA J.A., MARTIN R., TERRÓN M.C., CARBAJO J.M., SANTOS S., EUGENIO M.E., VILLAR J.C., GONZÁLEZ A.E., 2009. Tratamientos combinados de la biomasa forestal para la obtención de bioetanol. Actas 5º Congreso Forestal Español, Ávila, pp 15. HERRICK J.D., THOMAS R.B., 1999. Effects of CO2 enrichment on the photosynthetic light response of sun and shade leaves of canopy sweetgum trees (Liquidambar styraciflua) in a forest ecosystem Tree Physiol 19: 779-786 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 216 216 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” HERRICK J.D., THOMAS R.B., 2003. Leaf senescence and late-season net photosynthesis of sun and shad leaves of overstory sweetgum (Liquidambar styraciflua) grown in elevated and ambient carbon dioxide concentrations. Tree Physiol. 23, 109-118. HICKE J.A., SHERIFF R.L., VEBLE T.T., ASNER G.P., 2004. Carbon accumulation in Colorado ponderosa pine stands. Can. J. For Res. 34, 1283-1295. HOBBIE E.A., OLSZYK D.M., RYGIEWICZ P.T., TINGEY D.T., JOHNSON M.G., 2001. Foliar nitrogen concentrations and natural abundance of 15N suggest nitrogen allocation patterns of Douglas –fir and mycorrhizal fungi during development in elevated carbon dioxide concentration and temperature. Tree Physiol. 21, 1113-1122. HOEN, H.F., SOLBERG, B., 1994. Potential and economic efficiency of carbon sequestration in forest biomass through silvicultural management. For Sci 30(3): 429-451. HOLLINGER D.Y., RICHRDSON A.D., 2005. Uncertainty in eddy covariance measurements and its application to physiological models. Tree Physiol. 25, 873-885. HOUGHTON R.A., 1991. Tropical deforestation and atmospheric carbon dioxide. Climate Change 1999-118. HOUGHTON, R.A. (Edit.), 1996. Revised 1996 IPPC Guidelines for National Greenhouse Gas Inventories. IPPC ISBN 92-64-14378-5. HOUGHTON R.A. ,1997. Terrestrian carbon storage. Global lessons from Amazonian research. Ciencia e Cultura, 49, 58-72. HOUGHTON R.A., 1999. The annual net flux of carbon to the atmosphere from changes in land use. Tellus 50B, 298-213. HOUGHTON J.T., DING Y., GRIGGS D.J., NOGUER M., van der LINDEN P.J., DAI X., MASKELL K., JONHSON C.A., (Edits.), 2001. Climate Change 2001: The Scientific Basis: Contribution of Working Group I to the Third Assessment Report of the Intergovernmental Panel on Climate Change. HOUGHTON R.A. 2003. Revised estimates of the annual net flux of carbon to the atmosphere from changes in land use and land management 1850-2000. Tellus B 55 B:378-390. HOUGHTON R.A., 2005. Aboveground forest biomass and the global carbon balance. Global Change Biology 11:945-958. HOUSE J.I., PRENTICE I.C., RAMANKUTTY N., HOUGHTON R.A., HEIMANN M., 2003. Reconciling apparent inconsistences in estimates of terrestrial CO2 sources and sinks. Tellus 55b, 345-363. HU H., WANG G., 2008. Changes in forest biomass carbon storage in the South Carolina Piedmont between 1936 and 2005. For. Ecolog. Manag. 255, 1400-1408. HUETE A.R., 1988. A soil-adjusted vegetation index (SAVI). Remote sensing of environment 25 (3), 295-309. HURTEAU M., ZALD H., NORTH M., 2007. Species-specific response to climate reconstruction in upper-elevation mixed-conifer forests of the western Sierra Nevada, California. Can. J. For. Res. 37, 1681-1691. IDSO S.B., KIMBALL B.A., ANDERSON M.G., MAUNEY J.R., 1987. Effects of atmospheric enrichment on plant growth: the interactive role of air temperature. Agric. Ecosyst. Environ. 20, 1-10. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 217 Referencias bibiográficas 217 IDSO S.B, 1999. The long term response of trees to atmospheric CO2 enrichment. Global Change Biology 5:493-495. INCLAN R., DE LA TORRE, D., SANCHEZ LEDESMA, M.D., BOLAÑOS, M., FERNÁNDEZ, A.M., MORANTE, R., CARDEÑA, A., RUBIO, A. 2008. Flujos de CO2 del suelo en rebollares y pinares de pino albar de la Sierra de Guadarrama. Cuadernos de la SECF, nº 25, pp 221-228. IPCC, 1996a. IPCC Special Report on The Regional Impacts of Climate Change An Assessment of Vulnerability. IPCC,1996b. Climate change impacts on forests. En: Climate change 1995: Impacts Adaptations and Mitigation of Climate Change : scientific Technical analyses. Edits: Watson, R,T., Zinyowera, M.C., Moss, R.H.. Cambridge University Press, 879 pp. IPCC, 2001. Third Report. IPCC, 2007. Fourth Report. IPCC, 2008. Data Distribution Centre. DDC Home Page, 26.XI. 2008 ISHIZUKA S., SAKATA T., SAWATA S., IKEDA S., TAKENAKA C., TAMAI N., SAKAI H., MSHIMIZU T., KAN-NA K., ONODERA S., TANAKA N., TAKASHASHI M., 2006. High potential for increase in CO2 flux from forest soil surface due to global warming in cooler areas of Japan. Ann. For . Sci. 63, 573-537-546. IVERSON L.R., PRASAD A.M., 2001: Potential changes in tree species richness and forest community types following climate change. Ecosystems 4, 186-199. IVERSON L.R., PRASAD A.M., 2005: Potential redistribution of tree species habitat under five change scenarios in the eastern US. For. Ecolog. Manag. 155, 205–222. IVERSON L.R., PRASAD A.M., MATTHEWS S.N., PETERS M., 2008. Estimating potential habitat for 134 eastern US tree species under six climate scenarios. For. Ecolog. Manag. 254, 390-406. IZAURRALDE R.C., WILLIAMS J.R., POST W.M., THOMSON A.M., MC GILL W.B., OWENS L.B., LAL T., 2007. Long-term modelling of soil C erosion and sequestration at the small watershed scale. Climatic Change 80, 73-90. JACH M.E., CEULEMANS R., 1999. Effects of elevated atmospheric CO2 on phenology, growth and crown estructure of Scots pine (Pinus sylvestris) seedlings after two years of exposure in the field. Tree Physiol. 19, 321-327. JACH M.E., CEULEMANS R., 2000. Effects of season, needle age and elevated atmosphere on photosynthesis in Scots pine (Pinus sylvestris). Tree Physiol. 20, 145-157. JANDL R., WIESER G., HAGEDORN F., SCHINDLBACHER A., 2008. Greenhouse-gas emissions from temperature mountain forests. En: Bravo F., LeMay V., Jandl R., von Gadow K., (Edits), Managing Forest Ecosystems: The Challenge of Climate Change, Springer, pp 4160. JANSSENS I.A., SAMPSON D.A., MEIRESONNE L., RIGUZZI F., OVERLOOP S., CEULEMNANS R., 1999. Above- and below ground phytomass and carbon storage in a Belgian Scots pine stand. Ann. For. Sci. 56, 81-90. JANSSENS I.A, MEDLYN B.,GIELE B., LAUREYSENS I., JACH, M.E., VAN HOVE D., CEULEMANS R., 2005. Carbon budget of Pinus sylvestris saplings after four years of expossure to elevated atmospheric carbon dioxide concentration. Tree Physiol, 25, 325-337. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 218 218 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” JARVIS, P.G., LEVERENZ, J.W., 1983. Productivity of temperate, Deciduous and Evergreen Forests. En: Enclyclopedia of Plant Physiology, Edits. O.L.Lange, P.S. Nobel, C.B. Osmond, H. Ziegler, volume 12D,233-280. JARVIS, P.G. 1995. The role of temperate trees and forests in CO2 fixation. Vegetatio 121: 157174. JARVIS, P.G. (Edit.), 1998. European Forests and Global Change. Cambridge University Press, 380 pp. JASTROW J.D., AMONETTE J.E., BAILEY V.L., 2007. Mechanism controlling soil carbon turnover and their potential application for enhancing carbon sequestration. Climatic Change 80, 5-23. JIMENEZ MORALES M.N., FERNÁNDEZ-ONDOÑO E., BRUNO F., RIPOLL M.A., LORITE J., 2008. Contenido de carbono orgánico en forestaciones sobre suelos calizos. Cuadernos de la SECF, nº 25, pp 247-253. JIMENEZ M.N., FERNÁNDEZ-ONDOÑO E., NAVARR F.B., RIPOLL M.A., GALLEGO E., 2009, Efecto de la variabilidad ambiental sobre el contenido en carbono orgánico de suelos carbonatados y silíceos en forestaciones de tierras agrarias. Actas 5º Congreso Forestal Español, Ávila, pp10. JIMENEZ PEREZ I., DELIBES M., 2006. Al borde de la Extinción. EVREN, Valencia. JONG B.H., MASERA O., OLGUÍN M., MARTINEZ R., 2007. Greenhouse gas mitigation potential of combining forest management and bioenergy substitution: A case study from Central Highlands of Michoacan, Mexico. Forest Ecol.Manag. 242, 398-411. JOOSTEN R., SCHULTE A., 2002. Possible effects of altered growth behaviour of Norway spruce (Picea abies) on carbon accounting. Climatic Change 55, 115-129. JOYCE L.A., BIRDSEY R., (Edits), 2000. The impact of climate change on America´s forests: a technical document supporting the 2000 USDA Forest Service RPA Assessment. Gen. Tech.Rep. RMRs-GTR-59. Fort Collins, CO: U.S. Department of Agriculture, Forest Service, Rocky Mountain Research Station, pp 133. KAINULAINEN P., HOLOPAINEN J.K., HOLOPAINEN T., 1998. Influence of elevated CO2 and O3 concentrations on Scots pine needles: changes in starch and secondary metabolites over three exposure years. Oecologia 114, 4, 455-460. KALLIO M., DYKSTRA D.P., BINKLEY C.S., (Edits), 1987. The Global Forest Sector: An analytical Perspective. John Wiley & Sons, N.Y. KARJALAINEN T.A. et al, 2000. Carbon sequestration in forests. EFI News, 1/00, 7. KARJALAINEN T.A, PUSSINEN J., LISKI G.J., NABUURS M., ERHARD T., EGGERS M., SONTAG M., MOHREN G.M.J., 2002. An approach towards an estimate of the impact of forest management and climate change of the European forest sector carbon budget: German as a case study. Forest Ecol. Manag. 162, 87-103. KARJALAINEN T.A., PUSSINEN A., LISKI J., NABUURS J., EGGERS T., LAPVETELÄINEN, KAIPAINEN T., 2003. Scenario analysis of the impact of forest management and climate change on the European forest sector carbon budget. Forest Policy and Economics 5,2, 141-155. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 219 Referencias bibiográficas 219 KARNOSKY D., CEULEMANS R., SCARASCIA-MUGNOZZA G., INNES J.L., 2001. The Impact of Carbon Dioxide and Other Greenhouse Gases on Forest Ecosystems. IUFRO Research Series nº8, pp 352. KARNOSKY D.F, PERCY K.E., THAKUR R.C., HONRATH, R.E., 2003. Air pollution and global change. En: Air Pollution, Global Change and Forests in the New Milennium Edits.: Karnosky D.f., Percy K.E., Chappelka A.H., Simpson C., Pikkarainen J. Elsevier, pp 1-42. KARNOSKY A.D., 2008. Climatic Change, refugia and biodiversity: where do we go from here? An editorial comment. Climatic Change 86, 29-32. KAUPPI P.E., MIELKAINEN K., KUSELA K., 1992. Biomass and carbon budget of European forest, 1971 to 1990. Science 256: 70-74. KEANE, R.E., HOLSINGER, L.M., PARSONS, R.A., GRAY, K., 2008. Climate change effects on historical range and variability of two large landscapes in western Montana, USA. For. Ecol. Manag. 254, 375-389. KEEL S.G., PEPIN S., LEUZINGER S., KÖRNER C., 2007. Stomatal conductance in mature deciduous forest trees exposed to elevated CO2. Trees 21, 151-159. KEELING C.D., CHIN J.F.S., WHORF T.P., 1996. Increased activity of northern vegetation inferred from atmospheric CO2 concentrations. Nature 381, 218-221. KEELING C.D., WHORF T.P., 1999. Atmosphere CO2 records from sites in the SIO air sampling network. En: Trends . A compendium of Data in Global Change. Oak Ridge National Laboratory TN, USA. KEENAN T., SABATÉ S., GRACIA C., 2008. Forest eco-physiological models and carbon sequestration. En: Bravo F., LeMay V., Jandl R., von Gadow K., (Edits), Managing Forest Ecosystems: The Challenge of Climate Change, pp 41KELLER K, YOHE G., SCHLESINGER M., 2008. Managing the risks of climate thresholds: uncertainties and information needs. Climatic Change 91, 5-10. KELLOMAKI S., VAISANEN H., STRANDMAN H., 1993. FinnFor: a model for calculating the response of boreal forest ecosystem to climate change. University of Joensuu. Faculty of Forestry.Research Note 6:1-120. KELLOMAKIS S., WANG, Y., 1997. Effects of elevated O3 and CO2 concentration on photosynthesis and stomatal conductance in Scots pine. Plant Cell Envoronm. 20,995-1006. KELLOMÄKI S., 2003. Wood properties of Scots pine (Pinus sylvestris) grown at elevated temperature and carbon dioxide concentration. Tree Physiol. 23, 839-897. KELLOMÄKI S., 2007. Elevated temperature and CO2 concentration affects on xylem anatomy of Scots pine. Tree Physiol. 27 (9), 1329- . KEPPLER F., HAMILTON J.T.G., BRASS M., RÖCKMAN T., 2006. Methane emissions from terrestrial plants under aerobic conditions. Nature 439, 187-191. KEPPLER F., HARPER D.B., KALIN R.M., MEIER-AUGENSTEIN W., FARMER N., DAVID S., SCHMIDT H-L, BROWN G., HAMILTON J.T.G. , 2007 Stable hydrogen isotope ratios of lignin methoxyl groups as a paleoclimate proxy and constraint of the geographical origin of wood. New Phytol 176: 600-609. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 220 220 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” KHARUK V.I., RANSO K.J., IM S.T., DVINSKAYA M.I., 2009. Response of Pinus sibirica and Larix sibirica to climate change in southern Siberian alpine forest-tundra ecotone. Scandin. J. For Res. 24, 130-139. KILPELÄINEN A., PELTOLA H., RYYPPÖ A., SAUVALA K., LAITINEN K., KELLOMÁKI S., 2003. Wood properties of Scots pines (Pinus sylvestris) grown at elevated temperature and carbon dioxide concentration. Tree Physiology 23, 889-897. KILPELÄINEN, A., PELTOLA, H., RYYPPÖ, A., KELLOMÄKI, S., 2005. Scots pine responses to elevated temperature and carbon dioxide concentration: growth and wood properties. Tree Physiol. 25, 75-83. KILPELÄINEN A., ZUBIZARRETA A., LUOSTARINEN K., PELTOLA H., 2007. Elevated temperature and CO2 concentration effects on xylem anatomy of Scots pine. Tree Physiol.27, 1329-1338. KIM, C., 2008. Soil CO2 efflux in clear-cut and uncut red pine (Pinus densiflora S. et Z.) stands in Korea. For. Ecolog. Manag. 255, 3318-3321. KINDERMANN, G., M. OBERSTEINER, B. SOHNGEN J. SATHAYE, K. ANDRASKO, E. RAMETSTEINER, B. SCHLAMADINGER, S. WUNDER, R. BEACH. 2008. “Global cost estimates of reducing carbon emissions through avoided deforestation”. Proceedings of the National Academy of Sciences. 105(30): 10302–10307 KINNEY K.K., LINDROTH R.L., JUNG S.M. , NORDHEIM E.V., 1997. Effects of CO2 and NO3- availability on deciduous trees: phytochemistry and insect performance. Ecology 78 215-230. KINNEY K.K., LINDROTH R.L., 1997. Responses of three deciduous tree species to atmospheric CO2 and soil NO3- availability. Can. J. For. Res. 27, 1-10. KIRBY K.R., POTVIN, C., 2007. Variation in carbon storage among tree species: Implications for the management of a small-scale carbon sink project. For. Ecolog. Manag. 2007, 208-221. KIRSCHBAUM M.U.F., 1999. Cen W, a forest growth model with linked carbon, energy, nutrient and water cycles. Ecological Modelling, 118, 1, 17-59 KIRSCHBAUM M.U.F., 2000. Forest growth and species distribution in a changing climate. Tree Physiol. 20: 309-322, 2000 KIRSCHBAUM M.U.F., 2003. Can trees buy time? An assessment of the role of vegetation sinks as part of the global carbon cycle. Climatic Change 58: 47-71. KITAO M., LEI T.T., KOIKE T., KAYAMA M., TOBITA H., MARUYAMA Y., 2008. Interaction of drought and elevated concentration photosynthetic down-regulation and susceptibility to CO2 photoinhibition in Japanese white birch seedlings grown with limited N availability. Tree Physiol.27, 727-735. KNOHL A., KOLLE O, MINAYEVA T.Y., MILYUKOVA I.M., VYGODSKAYA N.N., FOKEN T., SCHULZE E.D., 2002. Carbon dioxide exchange of a Russian boreal forest after disturbance by wind throw. Global Change Biology, 8: 231-246. KOHEN A.E.I., ROUHIER H., MOUSSEAU M., 1992. Changes in dry weight and nitrogen partitioning induced by elevated CO2. Ann. Sci. For. 49, 83-90. KOOTEN van G.C., KRCMAR-NOZIC E., STENNES B., van GORKOM R., 1999. Economics of fossil fuel substitution and wood product sinks when trees are planted to sequester carbon on agricultural lands in western Canada. Can. J. For. Res. 29, 1669-1678. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 221 Referencias bibiográficas 221 KÖRNER C., ASSHOFF R., BIGNUCOLO O. et al, 2005. Carbon flux and growth in mature deciduous forest trees exposed to elevated CO2. Science Magazine 309, 5739, pp 1360-1362. KOSTIAINEN K., KAAKINEN S., WARSTA E., KUBISKE M.E., NELSON N.D., SOBER J., KARNOSKY D.F., SARANPÄÄ P., VAPAAVOURI E., 2008. Wood properties of trembling aspen and paper birch after five years of exposure to elevated concentrations of CO2 and O3. Tree Physiol. 28 (5), 805-814. KOVLOV M.V., 2008. Losses of birch foliage due to insect herbivory along geographical gradients in Europe: a climate- driven pattern? Climatic Change 87, 107-117. KRAMER R.K., 1995. Modelling comparison to evaluate the importance of phenology for the effects of climate change on growth of temperate-zone deciduous trees. Climate Research 5 (2), 119-130. KRAMER K., MOHREN G.M.J., 1996. Sensitivity of FORGro to Climatic Change scenarios: a case study on Betula pubescens, Fagus sylvatica and Quercus robur in the Netherlands. Climatic Change 34, 2,231-237. KRANKINA O.N., HARMON M.E., COHEN W.B., OETTER D.R., OLGA Z., DUANE M.V. 2004. Carbon stores, sinks and sources in forest of Northwestern Russia: Can we reconcile forest inventories with remote sensing results? Climatic Change 67, 257-272. KRAWCHUK M.A., CUMMING S.G., FLANNIGAN M.D., 2009. Predicted changes in fire weather suggest increases in lightning fire initiation and future area burned in the mixedwood boral forest. Climatic Change 92, 83-97. KRCMAR E., van KOOTEN G.C., VERTINSKY I., 2005. Managing forest and marginal agricultural land for multiple tradeoffs: compromising on economic, carbon and structural diversity objectives. Ecol. Model. 185, 451-468. KUBISKE M.E., ZAK D.R., PREGTZER K.S., TAKEUCHI Y., 2002. Photosynthetic acclimation overstory Populus tremuloides and understory Acer sacharum to elevated atmospheric concentration: interactions with shade and soil nitrogen. Tree Physiol. 22, 321-329. KURBANOV E., VOROBYOV O., GUBAYEV A., MOSHKINA L., LEZHNINB S. , 2007. Carbon sequestration after pine afforestation on marginal lands in the Povolgie region of Russia: A case study on the potential for a joint implementation activity. Scand. J. For Res. 22, 488-499. KÜRSTEN E., BURSCHEL P., 1993. CO2 mitigtion by agroforestry. Water, Air and Soil Pollution 70, 533-544. KURZ W.A., DYMOND C.C.J.,., WHITE T.M., STINSON G., SHAW C.H., RAMPLEY G.J., SMITH C., SIMPSON MB.N., NEILSON E.T., TROFYMOW J.A., METSARANTA, APPS M.J., 2009. CBM-CFS3: a model of carbon-dynamics in forestry and land-use change implementing IPCC standards. Ecological Modelling 220(4): 480-504. LAL R., 2005. Forest soils and carbon sequestration. For. Ecolog. Manag. 220 (1-3), 242-258. LAMB P.J., 2002. The climate revolution: A Perspective. Climatic Change 54, 1-9. LANDSBERG J.J., LINDER S., MC MURTRI R.E., 1995. Effects of global change on managed forests. A strategic plan for research on managed forest ecosystems in a globally changing environment. GCTE Report nº 4. IUFRO occasional paper 1, 1995. LARCHER W., 1995. Physiological Plant Ecology. Springer, pp 506. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 222 222 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” LASCH D.F., Mc NULTY P.L., Wu J., SMITH B , 2001 Regeneration in gap models: priority issues for studying forest responses to climate change. Climatic Change 52: 475-508. ojo LEAL S., EAMUS D., GRABNER M., WIMMER R., CHERUBINI P., 2008. Tree rings of Pinus nigra from the Vienna basin region (Austria) show evidence of change in climatic sensitivity in the late 20th century. Can J. For. Res. 38, 744- . LEBOURGEOIS F., 2000. Climatic signals in earlywood, latewood and total ring width of Corsican pine in western France. Ann. For. Sci. 57: 155-164. LEBOURGEOIS, F. COUSSEAU, G., DUCOS, I., 2004. Climate-tree-growth relationships of Quercus petraea Mill. stand in the Forest of Bercé (“Futaie des Clos”, Sarthe, France). Ann. For. Sci. 61, 361. LECOINTE S., NYS C., WALTER C., FORGEARD F., HET S., RECENA, P., FOLLAIN S., 2006. Estimation of carbon stocks in a beech forest (Fougères-W. France): extrapolation from the plots to the whole forest. Ann. For. Sci.63, 139- . LEDERMAN L.M., 1991. The privilege and obligation of being a physisct. Physics Today, April, 11. LEE H.S.J., OVERDIECK D., JARVIS, P.G., 1998. Biomass, growth and carbon allocation. En: European Forests and Global Change (Edit.: J. Jarvis), pp126-191. LENG W., HE HONG S., BU R., DAI L., HU Y., WANG X., 2008. Predicting the distribution of suitable habitat for three larch species under climate warming in Northeastern China. For. Ecolog. Manag. 254, 410-428. LEINONEN I., KRAMER K., 2002. Application of phenological models to predict the future carbon sequestration potential of boreal forests. Climatic Change 54, 99-113. LENIHAN J.M., DRAPEK D., BACHELET D., NEILSON R.P., 2003. Climate change effects on vegetation distribution, carbon and fire in California. Ecol. Appl. 13, 1667. LEWIS D.K., TURNER D.P., WINJUM J.K. , 1996 An inventory-based procedure to estimate economic costs of forest management on a regional scale to conserve and sequester atmospheric carbon. Ecological Economics 16:35-49. LI Z., APPS M.J., BANFIELD E., KURZ W.A., 2002. Estimating net primary production of forest in the Canadian Prairie Provinces using an inventory-based budget model. Can. J.For. Res. 32,161-169. LI Q., CHEN J., MOORHEAD D.L., DEFOREST J.L., JENSEN R., HENDERSON R., 2007. Effects of timer harvest on carbon pools in Ozark forest. Can. J. For. Res. 37, 2337-2348. LIANG N., INOUE G., FUJINUMA Y., 2003. A multi-channel automated chamber system for continuous measurement of forest soil CO2 efflux. Tree Physiol. 23, 825-832. LIANG X-Z., KUNKEL K. E., MEEHL G.A., JONES R.G., WANG J.X.L., 2007. Regional climate models downscaling analysis of general circulation models present climate biases propagation into future change projection. Geophysis. Res. Lett. 35. LIBERLOO M., GIELEN, G., CALFAPIETRA C., VEYS C., PIGLIACELLI R., SCARASCIAMUGNOZZA G., CEULEMANS R., 2004. Growth of a poplar short rotation coppice under elevated atmospheric CO2 concentration (EUROFACE) depends on fertilization and species. Ann. For. Sci. 61, 299. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 223 Referencias bibiográficas 223 LIBERLOO M., DILLE S.Y., CALFAPIETRA C., MARINERI S., LUO Z.B., DE ANGELIS P., CEULEMANS R., 2005. Elevated CO2 concentration, fertilization and their interaction: growth stimulation in a short-rotation polar coppice (EUROFACE). Tree Physiol. 25,179189. LIM B., BROWN S., SCHALAMADINGER B., 1999. Carbon accounting for forest harvesting and wood products: review and evaluation of different approaches. Envir. Sci. & Police 2, 207-216. LINCOLN D.E., FAJER E.D., JOHNSON R.H., 1993. Plant insect herbivores interaction in elevated CO2 environments. Trees 8, 64-68. LINDNER M., 2000. Developing adaptive forest management strategies to cope with climate change. Tree Physiol. 20, 299-307. LINKOSALO T., HÄKKINEN R., TERHIVUO J., TUOMENVIRTA H., HARI P., 2009. The time series of flowering and leaf bud burst of boreal trees (1846-20059 support the direct temperature observations of climatic warming. Agric & Forest Meteorology 149, 374: 453461. LIOZON R., BADECK F-W., GENTY B., MEYER S., SAUGIER B., 2000. Leaf photosynthetic carcateristics of beech (Fagus sylvatica) saplings during three years of exposure to elevated CO2 concentration.Tree Physiol. 20, 239-247. LIPPKE B., PÉREZ-GARCÍA J., 2008. Will either cap and trade or a carbon emissions tax be effective in monetizing carbon as an ecosystem service. For. Ecolog. Manag. 256, 21602165. LISKI J., PUSSINEN A., PINGOUD K., MÁKIPÁÁ R., KARJALAINEN T., 2001. Which rotation length is favourable to carbon sequestration? Can. J. For. Res. 31, 2004-2013. LISKI J., LEHTONEN A., TARU P., PELTONIEMI M., EGGERS T., MUUKKONEN P., MÄKIPÄÄ R., 2006. Carbon assimilation in Finland´s forests 1922-2004. an estimate obtained by combination of forest inventory data with modelling of biomass, litter and soil. Ann. For. Sci. 63, 687. LITINSKY J.T., KLARA S.M., MC ILVRIED H.G., SRIVASTAVA R.D., 2006. An overview of terrestrial sequestration of carbon dioxide: The United States Department of Energy´s Fossil Energy R& D Program. Climatic Change 74, 81-95. LIU X., KOZOVITS A.R., GRAMS T.E.E., BLASCHKE H., RENNENBERG H., MATYSSEK R., 2004. Competition modifies effects of enhanced ozone/ carbon dioxide concentrations on carbohidrate and biomass accumulation in juvenile Norway spruce and European beech. Tree Physiol. 24, 1045-1055. LOCKWOOD M., FROELICH C., 2008. Recent oppositely directed trend in solar climate forcings and the global mean surface air temperature. II. Different reconstructions of the total solar irradiance variation and dependence on response time scale. Proc. R. Soc. Lond, Serie A- Math Phys. Eng. Sci. 464 (2094), 1367- 1385. LOEHLE C, Le BLANC C., 1996. Model-based assessments of Climatic Change effects on forests: a critical review. Ecol. Modelling 90, 1-31. LOEHLE, C., 2000. Forest ecotone response to climate change. Sensitivity to temperatura response functional forms. Can. J. For. Res. 30, 132- 1645. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 224 224 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” LOEHLE C., 2009. A mathematical analysis of the divergence problem in dendroclimatology. Climate Change 94, 3-4, 233-245. LOGAN J.A., RÉGNIERE J., POEWLL J.A., 2003. Assessing the impacts of gobal warming on forest pest dynamics. Frontiers in Ecology and the Environment, 1(3): 130-137. LONG S.P., 1991. Modifications of the response of photosynthetic productivity to rising temperature by atmospheric concentrations: has its importance been underestimated? Plant, Cell and Environment 14, 729-739. LÓPEZ B, SABATÉ S., GRACIA C., 1998. Fine roots dynamics in a Mediterranean forest: Effects of drought and stem density. Tree Physiol. 18, 601-606. LÓPEZ B., SABATÉ S., GRACIA C., 2001 a. Fine root longevity of Quercus ilex. New Phytol. 11(3), 437-441. LÓPEZ B., SABATÉ S., GRACIA C., 2001 b. Annual and seasonal changes of fine roots biomass of a Quercus ilex L forest. Plant & Soil 230, 125-134. LÓPEZ-SERRANO F., RUBIO E., MOYA D., ODI M., CERRO A., HERA J., ANDRÉS M., GARCÍA-MOROTE A., LUCAS M., TORRES E., GONZÁLE J., CALERA A., BALBONTIN C., MATEO J.F., 2009. Efecto del resalveo en la respiración (CO2) del suelo en un bosque de Quercus ilex L, regenerado tras incendio. Actas 5º Congreso Forestal Español, Ávila, pp 13. LORETO F., FISCHBACH R.J., SCHNITZLER J-P., CICCIOLI P., BRANCALEONI E., CALFAPIETRA C., SEUFERT G., 2001. Monoterpene emission and monoterpene synthase activities in the mediterranean evergreen oak Quercus ilex L., grown at elevated CO2 concentrations. Global Change Biology 7, 6, 709-717 LOSADA M.A., 2009. Variabilidad climática, procesos litorales y evolución de costas. RAI, Madrid. Seminario. LOU Z.B., LANGENFELD-HEYSER R.,CALFAPIETRA C., POLLE A., 2005. Influence of free air CO2 enrichment (EUROFACE) and nitrogen fertilisation on the anatomy of juvenile wood of three poplar species after coppicing. Trees 19, 109-118. LUBOWSKI R., PLANTINGA A.,STAVINS R., 2006. Land-use change and carbon sinks: Econometric estimation of the carbon sequestration supply function. J. Environm. Economics and Management. 51: 135-152. LUCAS J.A., 2001. La influencia de los factores climáticos en las masas forestales de la provincia de Soria. Cuadernos de la SECF, nº 12, 11-22. LUCKAY N., LAROCQUE, G.R., 2002. Challenges in the application of existing process-based models to predict the effect of climate change on C pools in forest ecosystems. Climatic Change 55: 39-60. LYTINSKI J.T., KLARA S.M., Mc ILVREID H.G., SRIVASTAVA R.D., 2006. An overview of terrestrial sequestration of carbon dioxide: the United States development of energy. R&D program. Climatic Change 74, 81-95. LLORET F., SISCART D, 1995. Los efectos demográficos de la sequía en poblaciones de encina. Cuadernos de la SECF nº2, pp77-82. MAARIT A., KALLIO I., MOISEYEV A., SOLBERG B., 2004. The global forest sector model EFI-GTM. The model structure. EFI Internal Report 15. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 225 Referencias bibiográficas 225 MC ARTHUR, A.G.,1967. The Mc Arthur Forest Fire Danger Index. CSIRO, Australia. MC CARTHY J.J. et al, (Edits.) Climatic Change 2001-Impacts, Adaptation and Vulnerability. Cambridge University Press, 1032 pp. MC CARL, B.A. y GILLIG D., 2003. Notes on Biomass Assumptions in FASOMGHG. Department of Agricultural Economics, Texas A&M University, College Station. MC CARL B.A., SANDS R.D., 2007. Competitiveness of terrestrial greenhouse gas offsets: are they a bridge to the future? Climatic Change 80, 109-126. MC CARL B.A., METTING F.B., RICE C., 2007. Soil carbon sequestration. Climatic Change 80, 13. MC GUFFIE K., HENDERSON-SELLERS A. 2005. A Climatic Modelling Premier, John Wiley & Sons. MC GUIRE A.D., MELILLO J.M., JOYCE L.A., KICKLIGHTER D.W., GRACE A.L., MOORE III B., VOROSMARTY C.J., 1992. Interactions between carbon and nitrogen dynamics in estimating net primary productivity for potential vegetation in North America. Global Biogeochemical Cycles 6, 101-124. MC GUIRE A.D., SITCH S., CLEIN J.S., DARGAVILLE R., ESSER G., FOLEY J, HEIMANN M, JOOS F, KAPLAN J, KICKLIGHTER DW, MEIER RA, MELILLO JM, MOORE III B., PRENTICE I.C., RAMANKUTTY N., REICHENAU T., SCHLOSS A., TIAN H., WILLIAMS L.J., WITTENBERG U., 2001. Carbon balance of the terrestrial biosphere in the twentieth century: analyses of CO2, climate and land-use effects with four process-based ecosystem models. Global Biogeochemical Cycles 15(1), 183-206. MC KENNEY D.W., YEMSHANOV D., FOX G., RAMIAL E., 2006. Using bioeconomic models to assess research priorities: a case study on afforestation as a carbon sequestration tool. Can. J.For. Res. 36, 886-990. MACÍAS F., 2001. Los suelos como sumideros de carbono: Materia orgánica de los suelos de Galicia. XX Reunión Nacional de la Sociedad Española de la Ciencia del Suelo, pp 118-121. MACÍAS F., RODRIGUEZ LADO L, 2003. Primera aproximación al cálculo de sumideros de carbono en sistemas forestales y suelos de Galicia de acuerdo con el protocolo de Kioto. Departamento de Edafología y Química Agrícola, Universidad de Santiago de Compostela, pp 151. MACÍAS M., ANDREU L., BOSCH O., CAMARERO J.J., GUTIERREZ E, 2006. Increasing aridity is enhancing silver fir (Abies alba, Mill.) water stress in its south-western distribution limit. Climatic Change 79, 289-313. MAIER C.A., JOHSEN K.H., BUTNOR J., KRESS L.W., ANDERSON P.H., 2002. Branch growth and gas exchange in 13-year-old loblolly pine (Pinus taeda) trees in response to elevated carbon dioxide concentration and fertilization. Tree Physiol. 22, 1093-1106. MAILLARD P., DELÉENS E., CASTELL F., DAUDET F.A., 1999. Source–sink relationships for carbon and nitrogen during early growth of Juglans regia L. seedlings: analysis at two elevated concentrations. Ann. For. Sci. 56, 59-69. MAILLARD P., GUEHL J-M., MULLER J-F., GROSS P., 2001. Interactive effects of elevated concentration and nitrogen supply on partitioning of newly fixed 13C and 15N between shoot and roots of pedunculate oak seedlings (Quercus robur). Tree Physiol. 21, 163-172. MÄKIPÁÁ R., KARJALAINEN T., PUSSINEN A., KELLOMÁKI S., 1999. Effects of climate change and nitrogen deposition on the carbon sequestration of a forest ecosystem in the boreal zone. Can .J. For. Res. 29, 1490-1501. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 226 226 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” MALHI Y., BALDOCCHI D.D., JARVIS P.G., 1999. The carbon balance of tropical, temperate and boreal forests. Plant Cell Environ. 22, 715-740. MANIESES K.L., HARDEN J.W., BOND-LAMBERTY B.P., O´NEILL K.P., 2005. Woody debris along an upland chronosequence in boreal Manitoba and its impact on long-term carbon storage. Can. J. For. Res. 35, 472-482. MANN M.E., BRADLEY R.S., HUGHES M.K., 1999. Northern hemisphere temperatures during the past millennium: Inferences, uncertainties and limitation. Geophysical Research Letters 26, 759-762. MANRIQUE E., FERNÁNDEZ CANCIO A., 1995. El papel de la dendroclimatología en el estudio del cambio climático actual. Cuadernos de la SECF nº2, pp 21-34. MARAÑÓN-JIMENEZ S., CASTRO J., KOWALSKI A.S., SERRANO-ORTIZ P., RUIZ B., SÁNCHEZ-CAÑETE E.P. ZAMORA R., 2009. Efecto de los tratamientos forestales postincendio sobre los flujos de CO2 de respiración del suelo. Actas 5º Congreso Forestal Español, Ávila, pp 13. MARKEWITZ D., 2006. Fossil fuel carbon emissions from silviculture: Impacts on net carbon sequestration in forests. For Ecolog. Manag. 236, 153-161. MARLAND G., MARLAND S., 1992. Should be stored carbon in tress? Water, Air and Soil Pollution 64, 181-195. MARLAND G., OBERSTEINER M., SCHLLAMADINGER B., RIGHELATO R., SPRACKLEN D.V., 2007. The Carbon Benefits of Fuels and Forests. Science, Vol. 318. no. 5853, pp. 1066 – 1068. MARTIN J.G., BOLSTAD P.V., RYU S.-R., CHEN J., 2009.Modelling soil respiration based on carbon, nitrogen and root mass across diverse Great Lakes forests. Agric. & Forest Meteorol.149, 10, 1722-29. MARTIN J.G., BOLSTAD P.V., RYU S-R., CHEN J., 2009. Modelling soil respiration based on carbon, nitrogen and root biomass across diverse Great Lake Forests. Agricul. & For. Meteorol.149, 10, 1722-1729. MARTÍNEZ GARCÍA E., LUCAS M.E., ANDRÉS M., LÓPEZ F.R., GARCÍA MOROTE F.A., DEL CERRO A., 2009. Adaptación de las especies del género Pawlonia para su uso como cultivos forestales en el ámbito mediterráneo. Actas 5º Congreso Forestal Español, Ávila, pp 13. MARTINEZ M.F., MARTINEZ T., MANZANERA J.A., 2005. Asimilación de CO2 de especies riparias leñosas en las riberas del Henares. Resúmenes 4º Congreso Forestal Español, pp 117. MARTÍNEZ SAAVEDRA J., SÁNCHEZ PEÑA G., 2002. El proceso de cuantificación nacional de los sistemas sumideros de carbono en los sistemas forestales españoles. Actas, III Congreso Forestal Español, Granada , pp 25-28. MASERA O., GARZA-CALIGARIS J.F., KANNINEN M., KARJALAINEN T., LISKI J, NABUURS G.J., PUSSINEN A., de JONG B.J. 2003. Modelling carbon sequestration in afforestation, agroforestry and forest management projects: the CO2 FIX V.2 Approach. Ecological Modelling 164:177-199. MATALA J., HYNYNEN J., MIINA J, OJANSUU H., PELTOLA H., SIEVÁNEN R., VAISÁNENH., KELLOMAKI S., 2003. Comparison of a physiological model and a statistical model for prediction of growth and yield in boreal forests. Ecollogical Modelling 161, 1-2, 95-116. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 227 Referencias bibiográficas 227 MATALA, R., GONZALEZ-MELER M.A., JASTROW J.D., NORBY, R.J., SCHLESINGER W.H., 2005. Impacts of Fine Root Turnover on Forest NPP and Soil C Sequestration Potential. Science Magazine 302, nº 5649, pp 1385-1387. MATIAS RESINA L., ZAMORA R., CASTRO J., 2009. Efecto del cambio climático sobre ls regeneración del bosque mediterráneo. Actas 5º Congreso Forestal Español, Ávila, pp11. MEDLYN B.E., MC MURTRIE R.E., DEWAR R.C., JEFFREYS M.P., 2000. Soil processes dominate the long–term response of forest net primary productivity to increase temperature and atmospheric CO2 concentration. Can. J. For. Res. 30, 873-888. MEDLYN B.E., ROBINSON A.P., CLEMENT R., Mac MURTRIE R.E., 2005. On the validation of models of forest CO2 exchange using eddy covariance data: some perils and pitfalls. Tree Physiol. 25, 839-857. MEGONIGAL J.P., y GUENTHER A,B., 2008. Methane emissions from upland forest- soils vegetation. Tree Physiol. 28, 483-490. MERINO A., REAL C., ALVAREZ-GONZALEZ J., RODRIGUEZ-GUITIAN M.A., 2007. Forest structure and C stocks in natural Fagus sylvatica forest in southern Europe: The effects of past management. For. Ecolog. Manag. 250, 206-214. METZ B. et al (Edits.), 2001. Climate Change - Mitigation. Cambridge University Press. Press, pp 752. MISSON L., 2004. MAIDEN: A model for analyzing ecosystem processes in dendroecology. Can. J.For. Res. 34, 888-898. MISSON L., BALDOCCHI D.D., BLACK P.D., BLANKEN P.D., GOLDSTEIN A.H., 2007. Partitioning forest carbon fluxes with overstory and understory eddy-covariance measurements: A synthesis based on FLUXNET data. Agric. For. Meteor. 144 (1/2), 14-31. MOHREN G.M.J.,GOLDEWIJK C.G.M., 1990. CO2FIX: A dynamic model of the CO2 fixation in forest stands. “De Dorschkamp”, Report 624, pp35. MOHREN G.M.J., BARTELINK H.H., JORRITSMA I.T.M., KRAMER K., 1993. A processbased growth model (FORGro) for analysis of forest dynamics in relation to environmental factors. En: European Forest Reserves, Proceedings. Edits.: Broekmeyer M.E.A., Vos W., Koop H. The Netherlands PUDOC-DLO, 273-280. MOHREN G.M.J.,GOLDEWIJK C.G.M., 1990. CO2FIX: A dynamic model of the CO2 fixation in forest stands. “De Dorschkamp”, Report 624, pp35. MOHREN, G.M.J.; VAN DE VEEN J.R..; VAN GRINSVEN, H.J.M. 1995. Forest growth in relation to site conditions: application of the model FORGRO to the Solling spruce site. Ecological-Modelling. 1995, 83: 1-2, 173-183; MOHREN G.M.J., GARZA J.F., MASERA O., KANNINEN M., KARJALAINEN T., NABUURS G.J., 1999. CO2FIX for windows: A dynamic model of the CO2 fixation in forest stands. UNAM, CATIE, EFI, Wageningen, pp 27. MOISEYEV A., SOLBERG B., 2001. Sensitivity of scenario analysis of the European forest sector using a partial equlibrium model. Scandinavian Forest Economics 37, 88-100. MOLLICONE D., ACHARD F., FEDERICI S., EVA H.D., GRASSI G., BELWRD A., RAES F, SEUFERT G., STIBIG H.-J., MATTEUCCI G., SCHULZE E.-D., 2007. An incentive mechanism for reducing emissions from conversion of intact and non-intact forests. Climatic Change 83, 477-493. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 228 228 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” MONNI S., PELTONIEMI M., PALOSNO T., LEHTONEN A., MÄKIPÄÄ,R., SAVOLAINEN I., 2007. Uncertainty of forest carbon stock changes- implications to the total uncertainty of GHG inventory of Finland. Climatic Change 81, 391-413. MONSERUD R.A., YANG Y., HANG S., TCHEBAKOVA N., 2008. Potential change in lodge pine site index and distribution under Climatic Change in Alberta. Can.J. For. Res. 38, 342352. MONTERO DE BURGOS J.L, GONZÁLEZ REBOLLAR J.L., 1983. Diagramas bioclimáticos. ICONA, Madrid. MONTERO G., RUIZ PEINADO R., MUÑOZ M., 2005. Producción de biomasa y fijación de carbono por parte de los bosques españoles. Monografía INIA, Serie Forestal, nº 13, Madrid. MONTOYA OLIVER J.M., 1995. Efecto del cambio climático sobre los ecosistemas forestales españoles. Cuadernos de la SECF nº2, pp 65-76. MONTOYA OLIVER J.M., 1998. Efectos previsibles del cambio climático sobre las especies migratorias. Cuadernos de la SECF nº 7, pp 101-107. MONTOYA, R., 1995. Red de seguimiento de daños en los montes. Daños originados por la sequía en 1994. Cuadernos de la SECF nº2, pp 83-97. MONTOYA, R., 1998. Evolución de los daños producidos por la sequía de 1994 y 1995. Cuadernos de la SECF nº 7, pp 79-89. MONTOYA, R., LOPEZ ARIAS M. 1998. La Red Europea de Seguimiento de Daños en los Bosques (NIVEL I). España, 1987-1996. Parques Nacionales, 557 p. MOORE B., 2008. The global Terrestrian Observing System: Existing observations and perspectives for the future. En: Simposio “Evaluación crítica de las previsiones sobre el cambio climático: Una perspectiva científica”. Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. Fundación Ramón Areces, Abril 2008. MORENO J.M. (Edit.), 2005. Principales conclusiones de la evaluación preliminar de los impactos en España por efecto del cambio climático. Ministerio de Medio Ambiente, 39 pp. MORIN X., CHUINE I., 2005. Sensitivity analysis of the tree distribution model PHENOFIT to climatic input characteristics. Implications for climate impact assessment. Global Change Biology 9, 1493-1503. MORIONDO M., GOOD P., DURAO R., BINDI M., GIANNAKOPOULOS C., CORTE-REAL J., 2006. Potential impact of climate change on fire risk in the Mediterranean area. Climate Research 31, 85-95. MOTT K.A., 1990. Sensing of atmospheric CO2 by plants. Plant, Cell, Environm. 13, 731-737. MOUSSEAU, M. 1993. Effects of Elevated CO2 on Growth, Photosynthesis and Respiration of Sweet Chestnut (Castanea sativa Mill.). Vegetatio 104/105:413-419. MOUSSEAU M. 1998. Is dark respiration rate changed? En: European forests and global change, Edit. P.G. Jarvis, Cambridge University Press, pp 79-93. MUÑOZ, C., 1997. Sirococus strobilinus Preuss, un hongo responsable de la muerte de brotes en Pinus halepensis Miller. Bol. San. Veg. Plagas, 23, 595-606. MUÑOZ, C., 1999. Tipificación de los daños producidos por Sirococus conigenus Cannon & Minter en los brotes de Pinus halepensis. Localización del hongo y características de sus alislamientos. Bol. San. Veg. Plagas 25, 557-571. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 229 Referencias bibiográficas 229 MURUA J.R., ALBIAC J., AZPITARTE J., MANDIOLA E., 2009. Incentivos para una gestión forestal sostenible y refuerzo del papel de los bosques como sumideros de CO2. Actas del 5º Congreso Forestal Español, Ávila, pp 14. NABUURS G.J., SCHELHAAS M.J. et al, 2000. Validation of the European forest information scenario. Model (EFISCEN) and a projection of Finnish forest. Silva Fennica 34, 2: 169179. NABUURS G.J, PÄLVINEN R., SCHANZ H., 2001. Sustainable management regimes for Europe´s forests – a projection with EFISCEN until 2050. Forest Policy and Economics 3(3/4); 155-173. NABUURS G.J., GARZA-CALIGARIS J.F., KANNINEN M., KARKALAINEN T., LAPVETELAINEN T., LISKI J., MASERA O., MOHREN G.M.J., OLGIN M., PUSSINEN A., SCHELHAAS M.J., 2002. CO2FIXV2.0; Manual of a model for quantifying carbon sequestration in forest ecosystems and wood products. Wageningen, Alterra, Green World Research. Alterra – report 445, 44p. NABUURS G.J., van putten b., KNIPPERS T.S., MOHREN G.M.J., 2008. Comparison of uncertainties in carbon sequestration estimates for a tropical and a temperate forest. For. Ecolog. Manag. 256, 237-245. NARAYAN C., FERNANDES P.M., van BRUSSELEN J., SCHUCK A., 2007. Potential for CO2 emissions mitigation in Europe through prescribed burning in the context of the Kyoto Protocol. For. Ecolog. Manag. 251, 164-171. NÁVAR J., 2009. Allometric equations for tree species and carbon stocks for forests of northwestern Mexico. For. Ecolog. Manag. 257, 427-434. NAVARRO R., FERNANDEZ REBOLLO P., CHANFREUT M.R., GONZÁLEZ DUGO M.P., 1998. Efecto de la sequía sobre encinares adehesados. Una aproximación a su evaluación mediante análisis de imágenes LANDSAT-TM. Cuadernos de la SECF nº 7, pp 69-78.2 NAVARRO R., BLANCO P., 2006. Estimation of aboveground biomass in shrubland ecosystems of southern Spain. Investigación Agraria, Sistemas y Recursos Forestales, vol 15 (2): 197-207. NEILSON E.T. Mac LEAN, D.A., MENG, F.R., ARP, P.A., 2007. Spatial distribution of carbon in natural and managed stands in a industrial forest in New Brunswick, Canada. For. Ecolog. Manag. 2007, 148-160. NEILSON, E.T., Mac LEAN D.A., MENG FAN-RUI, HENNIGAR C.R., ARP P.A., 2008. Optimal on- and off-site forest carbon sequestration under existing timber supply constraints in northern New Brunswick. Can. J. For. Res. 38, 2874-2884. NEILSON E.T., Mac LEAN D.A., MENG Fan-Rui, ARP P.A., 2008. Spatial distribution of carbon in natural and managed stands in an industrial forest in New Brunswick, Canada. For. Ecolog. Manag. 253, 148-160. NELSON D.W., SOMMERS L.E., 1996. Total carbon, organic carbon, organic matter. En: Sparks D.L. et al (Edit.) . Methods of soil analysis. NGAO J., LONGDOZ B., PERRIN D., GAËLLE V., GRANIER A., 2006. Cross-calibration functions for soil CO 2 efflux measurement systems. Ann. For. Sci. 63, 477- 485. NIEMELA P., CHAPIN III F.S., DANELL K., BRYANT J.P., 2001. Herbivory-mediated responses of selected boreal forests to Climatic Change. Climatic Change 48, 427-440. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 230 230 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” NILES J.O., SCHWARZE, R., 2001., The value of careful C accounting in wood products. Climatic Change 49, 371-376. NILSEN P., STRAND L.T., 2008. Thinning intensity effects on carbon and nitrogen stores and fluxes in a Norway spruce (Picea abies (L.) Karst.) stand after 33 years. For. Ecolog. Manag. 256, 201-208. NILSSON L.O., GUNDERSEN P., VESTERDA L., WALLANDER H., 2009. The symbiosis between mycorrhizal fungi and plant roots- effects on forest soil C sequestration. Climate Change: Global risks, Challenges and Decisions. IOP Conf. Series: Earth and Environmental Sciences 6(2009) 042024. NORBY, R.J., HANSON, P.J., O´NEILL, E.G., TSCHAPLINSKI, T.J.,JONHSON D.W., 2005. Net productivity of a - enriched deciduous forest and the implications for carbon storage. Ecological Applications 12, 1261-1266. NOTIVOL E., 2009. Informe final del estudio sobre la funcionalidad de la vegetación leñosa de Aragón como sumidero de CO2: Existencias y potencialidad (Estimación cuantitativa y predicciones de fijación).Gobierno de Aragón, Departamento de Medio Ambiente, pp 90. NOUVELLON Y., EPRON D., KINANA A., LACLAU J.P., 2008. Soil CO2 effluxes, soil carbon balance and early tree growth following savannah afforestation in Congo: Comparison of two site preparative treatments. For. Ecolog. Manag. 255, 1926-1936. NUUTINEN T., MATALA J., HIRVELÄ H., HÄRKONEN K., PELTOLA H., VÄISÄNEN,H., HELLOMÄKI S., 2006. Regionally optimized forest management under changing climate. Climatic Change 79, 315-333. OFICINA ESPAÑOLA DE CAMBIO CLIMÁTICO, 2005. Evaluación Preliminar de los Impactos en España por Efecto del Cambio Climático. Ministerio de Medo Ambiente. OLANO JM., PERALTA J., 2001. Modelos predictivos de distribución de especies comunes en matorrales basófilos de Navarra: Aplicación a distintos escenarios climáticos. Cuadernos de la SECF, nº 12, 47-56. OLESNIEWICZ K.S.,THOMAS R.B., 1999. Effects of mycorrhizal colonization on biomass production and nitrogen fixation of black locust (Robinia pseudoacacia) seedlings grown under elevated atmospheric carbon dioxide. New Pysiol. 142, 133-140. OLIVAR J., BOGINO S., SPIECKER H., BRAVO F., 2009. Influencia del clima en el crecimiento radial de Pinus halepensis de diferentes clases sociales e identificación de las variables climáticas mas importantes. Actas 5º Congreso Forestal Español, Ávila, pp10. O´NEILL E.G., LUXMOORE R.J., NORBY R.J., 1987. Increases in mycorrhizal colonization and seedling growth in Pinus echinata and Quercus alba in an enriched CO2 atmosphere. Can J. For. Res. 17, 878-883. O´NEILL B.C., 2008. Learning and climate change: an introduction and overview. Climatic Change 89, 1-6. O´NEILL B.C., MELNIKOV N.B., 2008. Learning about parameter and structural uncertainty in carbon cycle models. Climatic Change 89, 23-44. ORDOÑEZ C., BRAVO F., NOTIVOL E., 2009. Cuantificación y representación geográfica del carbono acumulado en las masas forestales de la Comunidad Autónoma de Aragón a partir de datos del IFN. Actas 5º Congreso Forestal Español, Ávila, pp10. OREN R., ELLWORTH, K.H., JONHSEN, K.H., 2001. Soil fertility limits C sequestration by forest ecosystems in a CO2–enriched atmosphere. Nature 411, 469-472. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 231 Referencias bibiográficas 231 OUIMET R., TREMBLAY S., PÉRIÉ C., PRÉGENT, G., 2007. Ecosystem carbon accumulation following farmland afforestation with red pine in southern Quebec. Can. J. For Res. 37, 1118-1133. OVERDIECK D., KELLOMAÄKI S., WANG K.Y., 1998. Do the effects of temperature and CO2 interact? En: European Forests and Global Change (Edit.: J. Jarvis), pp 236-273. PACALA S., CANHAM C., SAPONARA J., SILANDER J., KOBE R., RIBBENS E. 1996. Forest models defined by field measurements. Estimation, error analysis and dynamics. Ecological Monographs 66: 1-44. PACHAURI, R.K., 2008. Our vulnerable earth 2008. Climate Change, the IPCC and the Role of Generation Green. Wallace Woth Public lecture. PAJARES S., COVALEDA S., GALLARDO J.F., ETCHEVERS J.D., PRAT C., 2005. Calidad edáfica en dos toposecuencias del Eje Neovolcánico mejicano. En: Congresso florestal nacional : as florestas e as gentes. (Edits. : Silva R. y Pascoa F. 5, Viseu (Portugal). PAOLETTI E., MANES F,. 2003. Effects of elevated carbon dioxide and acidic rain on the growth of holm oak. En: Air Pollution, Global Change and Forests in the New Millenium. (Karnosky D.F., Percy K.E., Appelka A.H.,Simpson C., Pikkarainen J., eds). Developments in Environmental Science 3, Elsevier, pp. 375-390. PARDOS, M., PUERTOLAS, J., ARANDA, I., PARDOS, J.A., 2006. Can CO2 enrichment modify the effect of water and high stress on biomass allocation and relative growth rate of cork oak seedlings?. Trees 20, 713-724. PARMESAN C., 2006. Ecological and evolutionary responses to recent climate change. Annual Review of Ecology, Evolution and Systematics 37, 637-669. PARRENT J.L., MORRIS W.F., VILGALYS R., 2006. CO2 - enrichment and nutrien availability alter ectomycorrhizal fungal communities. Ecology 87(9): 2278-2287. PATAKI D.E., OREN R., TISSUE D.T., 1998. Elevated carbon dioxide does not affect average canopy stomatal conductance of Pinus taeda L. Oecologia 117, 47-52. PATTERSON D.T., WESTBROCOOK J.K., JOYCE R.J.V., LINGREN P.D., ROGASIK J., 1999. Weeds, insects and diseases. Climatic Change 43, 711-727. PAUSAS J.G., 2004. Changes in fire and climate in the eastern Iberian Peninsula (Mediterranean basin). Climatic Change 63, 337-350. PERCY, 2002. Altered performance of forest pests under atmospheres enriched by CO2 and O3. Nature 20, 403- 407. PEREIRA I., FERNÁNDEZ CANCIO A., MANRIQUE E., 1998. Ámbito fitoclimático de existencia de Juniperus thurifera L. y separación entre sus taxones. Cuadernos de la SECF, nº 7, pp 61-67. PEREIRA I., FERNÁNDEZ CANCIO A., 2001. Aportaciones al conocimiento fitoclimástico de los distintos tipos de alcornocales españoles. Cuadernos de la SECF, nº 12,83-89. PEREIRA J.A., CHAVES M.M., CALDEIRA M.C., CORREIA A.V., 2006. Water availability and productivity. En: Plant Growth and Climate Change, Edit:.J.I.L. Morrison, M.D. Morecroft. Blackwell Pub., pp 118-145. PÉREZ G., DÍEZ J.J., IBEAS F., PAJARES J.A., 2008. Assessing pine kilt disease risk under a climate change scenario in Northwestern Spain. En: Bravo F., LeMay V., Jandl R., von Gadow K., (Edits), Managing Forest Ecosystems: The Challenge of Climate Change, Springer, pp 269-282. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 232 232 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” PÉREZ CRUZADO C., MANSILLA P., RODRIGUEZ-SOALLEIRO R., MERINO A., 2007. Captura de carbono en terrenos agrícolas reforestados en el norte de España. Cuadernos de la SECF nº 25, pp 357-362. PÉREZ-CRUZADO C., RODRIGUEZ-SACOSTA L.M., FERNÁNDEZ-RIVAS E., MERINO A., RODRIGUEZ-SOALLEIRO R., 2009. Diagramas de manejo de la densidad para plantaciones de Eucalyptus nitens Maid. En el norte de España con evaluación del carbono fijado en biomasa arbórea. Actas 5º Congreso Forestal Español, Ávila, pp13. PEREZ-GARCÍA J., 1994. An analysis of proposed domestic climate warming mitigation program impacts on international forest products markets. CINTRAFOR WP50, pp 26. PEREZ-GARCÍA J., JOYCE L.A., MC GUIRE A.D., XIAO X., 2002. Impacts of climate change on the global forest sector. Climatic Change 54, 439-461. PERRY D.A., 1994. Forest Ecosystems. The Johns Hopkins University Press, pp 649. PIÑOL J., TERRADAS J., LLORET F., 1998. Climatic warming, wildfire hazard and wildfire occurrence in coastal eastern Spain. Climatic Change 38, 345-357. PITELKA L.F., BUGMANN H., REYNOLDS J.F., 2001. How much physiology is needed in forest gap models for simulating long-term vegetation response to global change? Introduction. Climatic Change 51, 251-257. PITMAN A.J., NARISMA G.T., MC ANENCY J., 2007. The impact of climate change on the risk of Forest and grassland fires in Australia. Climatic Change 84, 383-401. PLANTINGA A.J., BIRDSEY R.A., 1997. Carbon fluxes resulting from U.S. private timberland. Climatic Change 23, 37-53. PLANTINGA A.J., MAULDIN T., 2001. A method for estimating the cost of CO2 mitigation through afforestation. Climatic Change 49, 21-40. PONTAILLER J.Y., BARTON C.V.M., 1998. How can we study impacts on trees and forest?. En: European Forests and Global Change (Edit.: J. Jarvis), pp 1-28. POTTER C., GROSS P., KLOOSTER S., FLADELAND M., GENOVESE V., 2008. Storage of carbon in U.S. forests predicted from satellite data, ecosystem modelling, and inventory summaries. Climatic Change 90, 269-282. PRASAD S.S., 1997. Potential atmospheric and sinks of nitrous oxide. J. Geophysical Research 102, 21527-21537. PRATHER M., DERWENT R., EHALT D., FRASER P., SANHUESA E., ZHOU X., 1995. Other trace gases and atmospheric chemistry. En: Climate change 1994: Radiative forcing of climate change and an evaluation of the IPCC IS92 emission scenarios. Edits. :Houghton J.T.et al. Cambridge University Press, pp 73-126. PREGITZER K.S., EUSKIRCHEN E.S. 2004. Carbon Cycling and Storage in World Forests: Biome Patterns Related to Forest Age.” Global Change Biology 10, 12, 2052-2077. PRENTICE I.C., SYKES M.T., CRAMER W., 1993. A simulation model for the transient effects of climate change on forest landscapes. Ecol. Model. 65, 51-70. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 233 Referencias bibiográficas 233 PRENTICE I.C., G.D. FARQUHAR M.J.R. FASHAM M.L. GOULDEN M. HEIMANN V.J., JARAMILLO H.S. KHESHGI C., LE QUERE R.J. SCHOLES A., WALLACE, D.W.R., 2001. The carbon cycle and atmospheric carbon dioxide. En: Climate Change 2001: The Scientific Basis. Contribution of Working Group I to the Third Assessment Repor tof the Intergovernmental Panel on Climate Change. Edits.: J.T. Houghton,Y. Ding, D.J. Griggs,M. Noguer, P.J. van der Linden, X. Dai, K.Maskell and C.A. Johnson, Cambridge University Press, Cambridge, 183-237. PRICE D.T., HALLIWELL D.H., APPS M.J., KURZ W.A., CURRY S.R., 1997. Comprehensive assessment of carbon stocks and fluxes in a boreal cordilleran forest management unit. Can. J. For. Res. 27, 2005-2016. PRICE D.T., ZIMMERMANN N.E., VAN DER MEER P.J., LEXER M.J., LEADLEY P., JORRITSMA R.T.M., SCHABER J., CLARK D.F., LASCH P.L., MCNULTY S., WU J., SMITH B., 2001. Regeneration in gap models: priority issues for studying forest responses to climate change. Climatic Change 52, 475-508. PUEYO S., 2007. Self-organised critically and the responseof wildland fires to climatic change. Climatic Change 82, 131-161. PYPKER T.G., FREEDEN A.L., 2001. The growing season carbon balance of a sub-boreal clearcut 6 years after harvesting using two independent approaches to measure ecosystem CO2 flux. Can. J. For. Res. 32, 852-862. QUEREDA J., GIL A., PÉREZ A., OLCINA J., RICO A., MONTÓN E., 2000. Climatic warming in the Spanish Mediterranean: Natural trend or urban effect. Climatic Change 46, 473-483. RABADE J.Mª. (Coord.) , 2002. Atlas Forestal de España. TRAGSA, pp 455. RAICH J.W., RASTETTER E.B., MELILLO JM., 1991.Potential net primary productivity in south America: Application of a global model. Ecological Application 4, 399-429. RAUPACH M.R., RAYNER P.J., BARRET D.J., DE FRIES R., HEIMANN R., OJIMA D.S., QUEGAN S., SCHUMLLIUS C., 2005. Model data synthesis in terrestrial carbon observations: methods, data requirements and data uncertainty specifications. Global Change Biol,, 11, 378-397. REBBECK J., SCHERZER A.J., LOATS K.V., 2004. Foliar physiology of yellow-poplar (Liriodendron tulipifera L.) exposed to O3 and elevated CO2 over five seasons. Trees 18, 253263. REHFELDT G.E., WYCOFF W.R., YING C.C., 2001. Physiological plasticity, evolution and impacts of a changing climate on Pinus contorta. Climatic Change 50, 355-376. REICH P.B., HOBBIE S.E., LEE T., ELLWORTH D.S., WEST J.B., TILMAN D., KNOPS J.M.H., NAEEM S., TROST J., 2006. Nitrogen limitation constraints sustainability of ecosystem response to CO2. Nature 440, 922-925. REILLY J.M.,1999. Climatic Change and Agriculture: The state of the scientific knowledge. Climatic Change 43, 645.650. RENGEL, Z., 1993. Mechanistic simulation models of nutrient uptake: A review. Plant & Soil, 2, 161-173. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 234 234 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” REPO T., OKSANEN E., VAPAAVUORI E. 2004. Effects of elevated concentrations of ozone and carbon dioxide on the electrical impedance of leaves of silver birch (Betula pendula) clones. Tree Physiol. 24, 833-843. RESH S.C., BINKLEY D., PARROTTA J.A., 2002. Greater soil carbon sequestration under nitrogen-fixing trees compared with Eucalyptus species. Ecosystems 5 (3), 217-231. REY A., JARVIS P.G., 1998. Long-term photosyntetic acclimation to increased atmospheric CO2 concentration in young (Betula pendula) trees. Tree Physiol. 18, 441-450. REYNOLDS L.V., AYRES M.P. SICCAMA T.G., HOLMES R.T., 2007. Climatic effects on caterpillar fluctuations in northern hardwood forests. Can. J. For. Res. 37, 481. 491. RICHARDS K., STOKES C., 2003. A review of forest carbon sequestration cost studies: a dozen years of research. Climatic Change 63, 1-2, 1- 48. RICKER M., GUTIERREZ-GRACIA G., DLY, D.C., 2007. Modeling long-term tree growth curves in response to warming climate: test cases from a subtropical mountain forest and a tropical rainforest in Mexico. Can. J. For. Res. 37, 977-989. RIIKONEN J.A., LINDSBERG M-M. HOLOPAINEN T., OKSANEN E., LAPPI J., PELTONEN P., VAPAAVUORI E., 2004. Silver birch and climate change: variable growth and carbon allocation responses to elevated concentrations of carbon dioxide and ozone. Tree Physiol. 24, 1227-1237. RIIKONEN J.A., HOLOPAINEN T., OKSANEN E., VAPAAVUORI E., 2005. Leaf photosynthetic characteristics of silver birch during three years of exposure to elevated concentrations of CO2 and O3 in the field. Tree Physiol. 25, 621-632. RIIKONEN J.A., KETS K., DARBAH J., KARNOSKY F., 2008. Carbon gain and bud physiology in Populus tremuloides and Betula papyrifera grown under long-term exposure to elevated concentrations of CO2 and O3. Tree Physiol. 28, 243-254. RÍO M., MONTERO G., 2001. Modelo de simulación de claras en masas de Pinus sylvestris. Monografía INIA, Serie Forestal 3, pp 114. RÍO M., ORDOÑEZ A.C., BRAVO F., 2001. BASIFOR 1.O: Aplicación informática para el manejo de base de datos del Segundo Inventario Forestal Nacional. Disponible en www.basifor.es RIO M., BARBEITO I., BRAVO-OVIEDO A., CALAMA R., CAÑELLAS I., HERRERO C., BRAVO F., 2008. Carbon sequestration in Mediterranean forests. En: Bravo F., LeMay V., Jandl R., von Gadow K., (Edits), Managing Forest Ecosystems: The Challenge of Climate Change, Springer, pp 221- 246. ROBERNTZ P., 2001. Atmospheric carbon dioxide concentration, nitrogen availability, temperature and the photosynthetic capacity of current –year Norway spruce shoots. Tree Physiol. 21 931-940. ROBERTS G., 2008. Policies and instruments for the adaptation of forests and the forest sector to impacts of climate change as indicated in United Nations framework convention on climate change national reports. IUFRO Occasional Paper nº 22, pp 123. RODOLFI A., CHIESI M., TAGLIAFERRI G., CHERUBINI P., MASELLI F., 2007. Raccolte di germoplasma in Italia: isole culturali ellenofone della Puglia (popolazioni appartenenti a 4 taxa del Fagus Eurasiatico (F. sylvatica). Agroalimentare - Consiglio Nazionale delle Ricerche. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 235 Referencias bibiográficas 235 RODRIGUEZ MURILLO, 2001, Organic carbon content under different types of land use and soil in peninsular Spain. Biology and Fertility of soils. Biol. Fert. Soils 33, 53-61 ROIG S, RUBIO A., 2009. El sistema agroforestal dehesa como sumidero de carbono: hacia un modelo conjunto de la vegetación y el suelo. Actas 5º Congreso Forestal Español, Ávila, pp 9. ROJO A., GONZÁLEZ J.M., CASTEDO F., DIÉGUEZ U., ALVAREZ J.G., 2004. El simulador de crecimiento y producción de masas forestales GesMO, una herrramienta de apoyo para la toma de decisiones en la gestión forestal. II Simposio Iberoamericano de Gestión y Economía Forestal. Barcelona. ROMERA E., FERNÁNDEZ CANCIO A., GRAU J.M., BAUTISTA R., 2001. Límites y clasificación fitoclimática de Pinus nigra Arnold. Cuadernos de la SECF, nº 12, 99-108. ROMERO C., ROS V., DIAZ BALTEIRO L, 1998. Optimal forest rotation age when carbon captured is considered: theory and applications. J. Oper. Res. Soc. 49, 121-131. ROTH S., Mc DONALD E.P., LINDROTH R.L., 1997. Atmospheric CO2 and soil water availability. Consequences for tree- insect interaction. Can. J.For.Res. 27, 1281- 1290. ROTHSTEIN D.E., YERMAKOV Z., BUELL A.L., 2004. Loss and recovery of ecosystem carbon pools following stand- replacing wildfire in Michigan jack pine forest. Can. J. For. Res. 34, 1908- 1918. ROVIRA P., ROMANYA J., RUBIO A., ROCA N., ALLOZA J.A., VALLEJO R. 2007. Estimación del carbono orgánico en los suelos peninsulares españoles. En: Bravo, F (coordinador) El papel de los bosques españoles en la mitigación del cambio climático. Fundación Gas Natural, Barcelona, pp 315. ROW C., PHELPS R.B., 1996. Wood carbon flows and storage after timber harvest. En: Forest and Global Change. Edits.: R.N. Sampson, D. Hair. American Forests. ROZAS V., GONZÁLEZ GARCÍA A., LAMAS S., GARCÍA GONZÁLEZ I., 2009. Clima y crecimiento de Quercus robur L. en Galicia: Variación geográfica del crecimiento y respuesta a factores climáticos limitantes en su límite suroeste de distribución. Actas 5º Congreso Forestal Español, Ávila, pp14. ROZAS V., LAMAS S., GONZÁLEZ GARCÍA A., GARCÍA GONZÁLEZ I., 2009. Patrón geográfico del crecimiento de Pinus pinaster Ait. y su respuesta a la variación climática en Galicia. Actas 5º Congreso Forestal Español, Ávila, pp11. RUIZ DE LA TORRE J., 2004. Mapa Forestal de España. 106 volúmnes + 4 mapas. MMA, Madrid RUIZ DEL CASTILLO J., 1995. Los cambios climáticos en la perspectiva de los últimos cinco milenios. Cuadernos de la SECF nº2, pp 9-20. RUNION G.B., ENTRY J.A., PRIOR S.A., MITCHEL RJ, ROGERS H.H. , 1999. Tissue chemistry and carbon allocation in seedlings of Pinus palustris subjected to elevated atmospheric CO2 and water stress. Tree Physiol. 19, 329-335. RUNNING S.W., GOWER S.T., 1991. FOREST-BGC, a general model of forest ecosystem processes for regional applications. II. Dynamic carbon allocation and nitrogen budgets. Tree Physiol. 9, 147-160. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 236 236 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” RUTHERFORD S., MANN M.E., OSBOND T.J., BRADLEY R.S., BRIFFA K.R., HUGHES M.K., JONES P.D., 2005. Proxy- based Northern Hemisphere Surface Temperature Reconstructions: Sensitivity to methodology, Predictor Network, Target Season and Target Domain. Journal of Climate 18, 2308-2329. RYAN M.G., HUBBARD R.M., PONGRACIC S., RAISON R.J., MC MURTRIE R.E., 1996. Foliage, fine-root, woody tissue and stand respiration in Pinus radiata in relation to nitrogen status. Tree Physiol. 16, 333-343. SABATÉ S., GRACIA C y SÁNCHEZ A. 2002. Likely effects of climate change on growth of Quercus ilex, Pinus halepensis, Pinus pinaster, Pinus sylvestris and Fagus sylvatica forests in the Mediterranean Region. For. Ecolog. Manag. 5906:1-15. SABATÉ .S., GRACIA C., PLA E., SÁNCHEZ A., VAYREDA J., 2004. Aplicación del modelo GOTILWA+ para el análisis de los efectos del Cambio Climático y la Gestión Forestal en el balance de carbono y agua en los bosques. Cuadernos de la Sociedad Española de Ciencias Forestales. 18:13-20. SABATÉ S., ESPELTA J.M., GRACIA C.A., CLRAMUNT B., COTILLAS M., KEENAN T., SÁNCHEZ B., VAYREDA J., PLÁ E., 2009. Impactos del cambio climático sobre los bosques mediterráneos analizados en el marco de distintos proyectos de investigación. Actas 5º Congreso Forestal Español, Ávila. SABINE C.L., HEIMANN M., ARTXO P., GRUBERN., VALENTINI R., 2004. Current status and past trends of the global carbon cycle. En: Integrating humans, climate and the natural world, Edit: CB Field y M.R. Raupach, Island Press, W.C. SALLAS L., LUOMALA E-M., UTRIAINEN J., KAINULAINEN P., HOLOPAINEN, J.K., 2003. Contrasting effects of elevated dioxide concentration and temperature on rubisco activity, chlorophyll fluorescence, needle ultrastructure and secondary metabolites in conifer seedlings. Tree Physiol. 23, 97-108. SALLNAS O., 1990. A matrix growth model of the Swedish forest. Studia Forestalia Suecica, nº 183, 23p. SAMPSON D.A., JANSSENS, I.A., CEULEMANS, R., 2001. Simulated soil CO2 efflux and net ecosystem exchange in a 70-year-old Belgian Scots pine stand using the process model SECRETS. Ann. For. Sci. 58, 31-46. SANCHEZ HUMANES B., ESPELTA J.M., CAMARERO J.J., SABATÉ S., 2009. 2009. Patrones reproductivosen Quercus mediterraneos: efecto del clima, del incremento de sequía y del resalveo sobre la producción de bellotas. Actas 5º Congreso Forestal Español, Ávila, pp13. SANCHEZ PEÑA G., MARTINEZ-SAAVEDRA J., 2001. Proceso de contabilización de los sumideros de CO2 en los sistemas forestales españoles. Cuadernos de la SECF, nº 12, 29-34. SANCHEZ PEÑA G., SANZ SANCHEZ M.J., 2001. El marco institucional: significado e implicaciones del Protocolo de Kioto en los bosques. Cuadernos de la SECF, nº 12, 35-38. SANCHEZ PEÑA G., GARCÍA DÍAZ C., 2009a. Bosques y cambio climático tras Kioto: El nuevo marco regulador a partir del 2012. Actas 5º Congreso Forestal Español, Ávila, pp11. SANCHEZ PEÑA G., TORRES B., PRIET M., MARTINEZ SAAVEDRA J., 2009. Evolución de la vitalidad de los bosques españoles y en Europa: 1987-2008, más de 20 años del seguimiento de los bosques en Europa. Actas 5º Congreso Forestal Español, Ávila, pp 12. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 237 Referencias bibiográficas 237 SANCHEZ-SALGUERO R., NAVARRO-CERRILLO R.M., CAMARERO J.J., FERNÁNDEZ CANCIO A., LARA J., 2009. Causas climáticas del decaimiento selectivo de pinares en el sureste de España. Actas 5º Congreso Forestal Español, Ávila, pp 13. SANZ M.J., CAMARA P., COSIN S., MOORS E., ELBERS J., DOLMAN H., 2001.Variabilidad estacional de flujos de carbono en un pinar de Pinus halepensis Miller. Cuadernos de la SECF, nº 12, 109-117. SANZ DONAIRE J.J., 2008. Una geografía física o ambiental de España. En: La Economía (Edits.: J. Velarde, J.MªSerrano, España Siglo XXI (Edits.: S. del Campo y J.F. Tezanos), pp 721-764. SANZ-ROS A.V., PAJARES J.A., DÍEZ J.J., 2008. Influence of climatic variables on crown condition in pine forests of Northern Spain. En: Bravo F., LeMay V., Jandl R., von Gadow K., (Edits), Managing Forest Ecosystems: The Challenge of Climate Change, Springer, pp 103-116. SARMIENTO F.O., 2000. Human impacts in man-aged trop andean landscapes: Breaking mountain paradigms. Ambio 29(7): 423-431. SAUGIER B., ROY J., MOONEY H.A., 2003. Estimations of global terrestrial productivity: converging toward a single number? En: Terrestrial Global Productivity. Edits. : J. Roy, B. Saugier, H.A. Mooney), pp 543-557. Academic Press,. SAXE H., ELLSWORTH D.S., HEATH J., 1998. Tree and forest functioning in an enriched CO2 atmosphere. New Phytol. 139, 395-436. SAXON M.E., DAVIS, M.A., PRTCHARD S.G., RUNIO G.B., PRIOR S.A., STELZER H.E., ROGERS H.H., DUTE R.R., 2004. Influence of elevated CO2, nitrogen, and Pinus elliottii genotypes on performance of the redheaded pine sawfly, Neodiprion lecontei. Can.J. For. Res. 34, 1007-1017. SCARASCIA-MUGNOZZA G., DE ANGELIS P., MATTEUCI G., VALENTINA R., 1996. Long-term exposure to elevated CO2 in a natural Quercus ilex L. Community: net photosynthesis and photochemical efficiency of PS II at different levels of water stress. Plant, Cell & Environment 19, 643-654. SCARASCIA-MUGNOZZA G., DE ANGELIS P., 1998. Is water used more efficiently? En: European forests and global change, Edit. P.G. Jarvis, Cambridge University Press, pp 192-214. SCHABER F., SMITH B., 2001. Tree species composition in European pristine forest: Comparison of stand data to model predictions. Climatic Change 51: 307-407 SCHAPHOFF S., LUCHT W., GERTEN D., SITCH S., CRAMER W., PRENTICE C., 2006. Terrestrial biosphere carbon storage under alternative climate projections. Climatic Change 74, 97-122. SCHELLER R.M., MLADENOFF D.J., 2004. A forest growth and biomass module for a landscape simulation model, LANDIS: Design, validation and application. Ecological Modelling 180: 211-229. SCHIMEL D., ALVES D., ENTING I., HEIMANN M., JOOS F., RAYNAUD D., WIGLEY T., 1996. Radiative forcing of climate change En: Climate change 1995. Contribution of the group Ito the second assessment report of the IPCC. Edit: Houghton J.T. et al , Cambridge University Press, pp 65-131. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 238 238 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” SCHLAMADINGER B., MARLAND G., 1996. The role of forest and bioenergy strategies in the global carbon cycle. Biomass & Bioenergy 10(5/6), 275-300. SCHLAMADINGER B., MARLAND G., 1998. The Kyoto Protocol: provisions and unresolved issues relevant to land-use change and forestry. Environm Sci. & Policy 1, 313-327. SCHLESINGER W.H. 1991 Biogeochemistry: An analysis of global change. Academic Press, San Diego. 443 pp. SCHLESINGER W.H., 1999. Carbon sequestration in soils. Science 284 (5423), 2095. SCHRODER, R., FORSTREUTER M., HILKER, M. , 2005 A plant notices insect deposition and changes its rate of photosynthesis. Plant Phys. 138: 470-477. SCHULP C.J.E., NABUURS G.J., VERBURG P.H., de WAAL R.W., 2008. Effect of tree species on carbon stocks in forest floor and mineral soil and implications for soil carbon inventories. For. Ecolog. Manag. 256, 482-490. SCHUSTER G., SMITS, W., ULLAL J., 2009. Los pensadores de la jungla. Edit. Ullman. SECF, 2005. Diccionario Forestal. Sociedad Española de Ciencias Forestales. Mundi Prensa, Madrid, pp 1314. SEIDL R, RAMMER W., JÄGER D., CURRIE W.S., LEXER M.J., 2007. Assessing trade-offs between carbon sequestration and timber production within a framework of multi-purpose forestry in Austria. For. Ecolog. Manag. 248, 64-79. SEIDL R., RAMMER W., JÄGER D., LEXER M.J., 2008. Impact of bark beetle (Ips typographus) disturbance on timber production and carbon sequestration in different management strategies under climate change. For. Ecol. Manag. 256, 209-220. SEPPÄLÄ R., BUCK A., KATIL P., 2009. Adaptation of Forest and People to Climatic Change. A Global Assessment Report. IUFRO World Series nº 22, pp 224. SEPPÁNEN P., 2002. Secuestro de carbono a través de plantaciones de eucalipto en el trópico húmedo. Foresta Veracruzana 4(2): 51-58. SETTELE J., Kudrna O., Harpke A., , I., van Swaay C., Verovnik R., Warren M., Wiemers M., Hanspach J., Hickler T., Kühn E., van Halder I., Veling K., Vliegenthart A., Wynhoff I., Schweiger O., 2008. Climatic Risk Atlas of European Butterflies, Biorisk 1, Special issue. SHEEHAN P., 2008. Climate change and global growth: A new framework for policy. Seminar Paper, Centre for Strategic Economic Studies, Victoria University. SHEFFIELD J., WOOD E.F., 2008. Projected changes in drought occurrence under future global warming from multi-model, multi-scenario , IPCCAR4 simulations. Clim. Dyn. 31(1), 79-105. SHERWOOD B., IDSO S.B., 1999. The long- term responses of trees to atmospheric CO2 enrichment. Global change biology 5:493-495. SHINANO T., YAMAMOTO T., TAWARAYA K., MASARU T., KOIKE T., OSAKI M., 2007. Effects of elevated atmospheric CO2 concentration on the nutrient uptake characteristics of Japanese larch (Larix kaempferi). Tree Physiol. 27, 97-104. SHUGART H.H., SMITH T.M., 1996. A review of forest patch models and their application to global change research. Climatic Change 34, 131-153. SIERRA C.A., DEL VALLE J.I., ORREGO S.A., BENJUMEA, J.F., 2007. Total carbon stocks in a tropical forest landscape of the Porce region, Colombia. Forest Ecol. Manag. 243, 299309. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 239 Referencias bibiográficas 239 SIGURDSSON B.D., THORGEIRSSON H., LINDER S., 2001. Growth and dry matter partitioning of young Populus trichocarpa response to carbon dioxide concentration and mineral nutrient availability. Tree Physiol. 21, 941-950. SIMIONI G., RITSON P., Mc GRATH J., KIRSCHBAUM M.U.F., COPELAND B., DUMBRELL I., 2008. Predicting wood production and net ecosystem carbon exchange of Pinus radiata plantations in south-western Australia: Application of a process-based model. For. Ecol. Manag. 255, 901-912. SKOVSGAARD J.P., STUPAK I., VESTERDAL L., 2006. Distribution of biomass and carbon in even-aged stands of Norway spruce (Picea abies (L.) Karst): A case study on spacing and thinning effects in northen Denmark. Scandin. J. For, Res. 21, 470-488. SLANEY M., WALLIN G., MEDHURST J., LINDER S., 2007. Impact of elevated carbon dioxide concentration and temperature on bud burst and shoot growth of boreal Norway spruce. Tree Physiol. 27, 301-312. SMEETS E.M.W., FAAIJ A.P.C., 2007. Bioenergy potentials from forestry in 2050. An assessment of the drivers that determines the potentials. Climatic Change 81, 353-390. SMITH P., SMITH J.U., POWLSON, D.S., MC GILL, W.B., J.T.M. ARAH, WHITMORE, A.P., 1997. A comparison of the performance of nine soil organic matter models using data sets from seven long-term experiments. Geoderma 81(1-2), 153-225. SMITH B., 2001. LPJ-GUESS- an ecosystem modelling framework. Department of Physical Geography and Ecosystems Analysis. INES, Sölvegatan 12, 22362 Lund, Sweden. SMITH B., KNORR, W., WIDLOWSKI, J.L., PINTY, B., GOBRON, N., 2008. Combining remote sensing data with process modelling to monitor boreal conifer forest carbon balances. For Ecolog. Manag. 255, 3985-3994 SOCIEDAD ESPAÑOLA DE CIENCIAS FORESTALES, 2005. Diccionario Forestal. SECTMundi Prensa, pp 1314. SOHNGEN B., MENDELSOHN R. 1998. Valuing the impact of large scale ecological change in a market- the effects of Climatic Change on U.S. timber. Amer. Econ. Review 88(4), 686710. SOHNGEN B., MENDELSOHN R., 2003. An optimal control model of forest carbon sequestration. Amer. J. Agric. Econ. 85, 448-457. SOHNGEN B., SEDJO R., 2000. Potential carbon flux from timber harvests and management in the context of a global timber market. Climatic Change 44, 151-172. SOLLA-GULLÓN, F., MANSILLA-SALINERO, P., PÉREZ-CRUZADO, C., ÁLVAREZ-ÁLVAREZ, P., RODRÍGUEZ- SOALLEIRO, R., MERINO, A., 2007. Secuestro de C en plantaciones de Eucalyptus spp establecidas en terrenos agrcícolas en el norte de España. Boletín del CIDEU 4, 49-57, ISSN 1885-5237. Unidad de Gestión Forestal, Escola Politécnica Superior, Lugo. SOHNGEN B., MENDELSOHN R., 2003. An optimal control model of forest carbon squestration. Am.J. Agric. SOTTA E.D., VELDKAMP E., GUIMARÃES B.R., PAIXÃO R.K., RUIVO M.L.P.,. ALMEIDA S.S., 2006. Landscape and climatic controls on spatial and temporal variation in soil efflux in an Eastern Amazonian Rainforest, Caxiuanà, Brazil. For. Ecolog. Manag. 237, 5764. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 240 240 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” SPIECKER H., MIELIKÄINEN K., KÖHL M., SKOVSGAARD J.P., (Edits), 1996. Growth trends in European forests. Springer, 372 pp. SPRINGER C.J.,THOMAS R.B., 2007. Photosynthetic responses of forest understory tree species to long-term CO2 enrichment at the Duke Forest FACE experiment. Tree Physiology 27: 25-32. SPRINGER, G. S., ROWE, H.D., HARDT, B., EDWARDS, R.L.,CHENG, H. , 2008. Solar forcing of Holocene droughts in a stalagmite record from West Virginia in east-central North America. Geophys. Res. Lett., 35, L17703, doi:10.1029/2008GL034971. STAUDT M., JOFFRE R., RAMBAL S., KESSELMEIER J., 2001. Effect of elevated CO2 on monoterpene emission of young Quercus ilex trees and its relation to structural and ecophysiological parameters. Tree Physiol. 21, 437-445. STEFEN W., NOBLE J., CANADELL M., APPS M., SCHULZE E.-D., JARVIS,, D., BALDOCCHI, D.,VALENTINI, R. 1998. The terrestrial carbon cycle: Implications for the Kyoto protocol. Science 280, 1393-139. STERN, N., 2006. The Stern Review on the Economics of Climate Change. HM Treasury, Cabinet Office, Office of Climate Change, pp 700. STEVENS A., VAN WESEMAEL, B., 2008. Soil organic carbon stock in the Belgian Ardennes as affected by afforestation and deforestation from 1868 to 2005. For. Ecolog, Manag. 256, 1527-1539. STIGLITZ J.E., 2005. Cleaning up economic growth. Project Syndicate Print Commentary. STOCKS B.J., FOSBERG M.A., LYNHAM, T.J., MEARNS B.M., WOTTON B.M., YANG Q., JIN J-Z, LAURENCE K., HARTLEY G.R., MASON J.A., Mc KENNEY D.W., 1998. Climate change and forest fire potential in Russian and Canadian boreal forests. Climatic Change 38, 1-13. STRENGERS B.J., VAN MINNEN J.G., EICHKOUT B., 2008. The role of carbon plantations in mitigating climate change: potentials and costs. Climatic Change 88, 342-366. STYKES M.T., PRENTICE I.C., LAARIF F., 1999. Quantifying the impact of global climate change on potential natural vegetation. Climatic Change 41, 37-52. SU H., SANG W., WANG Y., MA K., 2007. Simulating Picea schrenkiana forest productivity under climatic changes and atmospheric CO2 increases in Tianshan Mountains, Xinjiang Autonomous Region, China. For. Ecolog. Manag. 246, 273-284. SUBAK S., 1999. National inventories of terrestrial carbon sources and sinks: The U.K. experience. Climatic Change 42: 505-530. SULLIVAN B.W., KOLB T.E., HART S.C., KAYE J.P., DORE S., MONTES-HELU M., 2008. Thinning reduces soil carbon dioxide but not methane flux from southern USA ponderosa pine forests. For. Ecolog. Manag. 255, 4047-4055. SUN B., SOHNGEN B., 2009. Set-asides for carbon sequestration: implications for permanence and leakage. Climatic Change 96:409-419. TAGUE C., BAND L., 2004. Regional hydroecological simulation system: An object-oriented approach to spatially distributed modelling of carbon, water and nutrient cycling. Earth Interactions 8:19, 1-42. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 241 Referencias bibiográficas 241 TAGUE C., SEABY I., HOPE A., 2009. Modelling the eco-hydrologic response of a Mediterranean type ecosystem to the combined impacts of projected climate change and altered fire frequencies. Climatic Change 93: 137-155. TAIZ L., ZEIGER E., 1998. Plant Physiology. 2nd Edit. Sinauer Associates, Massachusets. TAN K., PIAO S., PENG C., FANG J., 2007. Satellite-based estimation of biomass carbon stocks for northeast China´s forests between 1982 and 1999. For. Ecolog. Manag. 240, 114-121. TAYLOR A.R., WANG J.R., CHEN H.Y.H., 2007. Carbon storage in a chronosequence of red spruce (Picea rubens) forest in central Nova Scotia, Canada. Can. J. For. Res. 37, 2260-2269. TAYLOR A.R., WANG J.R., CHEN H.Y.H., 2008. Effects of harvesting intensity on carbon stocks in eastern Canadian red spruce (Picea rubens) forests: An exploratory analysis using the CBM-CFS· simulation model. For. Ecol. Manag. 2008, 3632-3641. TEMPERTON V.M., GRAYSTON S.J., JACKSON G., BARTON C.V.M., MILLARD P., JARVIS P.G., 2003. Effects of elevated carbon dioxide concentration on growth and nitrogen fixation in Alnus glutinosa in a long-term experiment. Tree Physiol. 23, 1051-1059. TENHUNEN J.D., VALENTINI R., KÓSTNER B., ZIMMERMANN R., GRANIER A., 1998. Variation in forest gas exchange at landscape to continental scales. Ann. For. Sci. 55, 1-11. TERCEIRO J., 2009. Ecomomía del cambio climático. Editorial Taurus. TEWKSBURY C.E., VAN MIEGROET H., 2OO7. Soil organic carbon dynamics along a climatic gradient in a southern Appalachian spruce-fir forest. Can J. For Res. 37, 1161-1172. THIBAULT H.L., 2007. Climate change and energy in the Meditrerranean. Energaïa, Montpellier, pp 18. THOMAS C.D., CAMERON A., GREEN R.E., WILLIAMS S.E., 2004. Extinction risk from climate change. Nature 427, 145-148. THURIG E.,PALASUO T., BUCHER J., KAUFMANN E., 2005. The impact of windthrow on carbon sequestration in Switzerland: A model- based assessment. For. Ecol. Manag. 210, 13, 337-350. TINGEY D.T., JOHNSON M.G., PHILLIPS D.L., 2005. Independent and contrasting effects of elevated CO2 and N-fertilization on root architecture in Pinus ponderosa. Trees 19, 43-50. TISSUE D.T., WRIGHT S.J. 1995. Effect of seasonal water availability on phenology and the annual shoot carbohydrate cycle of tropical forest shrubs. Functional Ecology 1995 9, 518-527. TISSUE D.T., THOMAS R.B., STRAIN B.R., 1996. Growth and photosynthesis of loblolly pine (Pinus taeda) after exposure to elevated CO2 for 19 months in the field. Tree Physiol. 16, 9-59. TISSUE D.T., THOMAS R.B., STRAIN B.R., 1997. Atmospheric CO2 enrichment increases growth and photosynthesis of Pinus taeda: a 4 year experiment in the field. Plant Cell Environ. 20: 1123-1134. TISSUE D.T., GRIFFIN K.L., BALL T., 1999. Photosynthetic adjustment in field-grown ponderosa pine trees after six years of exposure to elevated CO2. Tree Physiol. 19, 221-228. TISSUE D.T., GRIFFIN, K.L TUNBULL M.H., WHITEHEAD D., 2001. Canopy position and needle age affect photosynthetic response in field-grown Pinus radiata after five years of exposure to elevated carbon dioxide partial pressure. Tree Phisiol. 21, 915-923 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 242 242 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” TOGNETTI R.A, LONGOBUCCO F, MIGGLIETTA F & RASCHI, A., 1999 a. Water relations, stomatal response and transpiration of Quercus pubescens trees during summer in a Mediterranean carbon dioxide spring. Tree Physiol. 19, 261-270. TOGNETTI R.A., LONGOBUCCO F., RASCHI, A.,1999 b. Seasonal embolism and xylem vulnerability in deciduous and evergreen Mediterranean trees influenced by proximity to a carbon dioxide spring. Tree Physiol. 19, 271-277. TOGNETTI R.A., LONGOBUCCO F., RASCHI A., MIGLIETTA F., FUMAGALLI I., 1999. Responses of two Populus clones to elevated atmospheric CO2 concentration in the field. Ann. For. Sci. 56, 493-500. TOGNETTI R.A., JOHNSON J.D., 1999 a. Responses to elevated atmospheric CO2 concentration and nitrogen supply of Quercus ilex seedlings from a coppice stand growing at a natural CO2 spring. Ann. For. Sci. 56, 549-561. TOGNETTI R.A., JOHNSON, J.D., 1999 b. The effect of elevated atmospheric CO2 concentration and nutrient supply on gas exchange, carbohydrates content and phenolic concentration in live oak (Quercus virginiana Mill.) seedlings. Ann. For. Sci. 56, 379-388. TREMBLAY S., OUIMET R., HOULE D., 2002. Prediction of organic carbon content in upland forest soils of Quebec Canada. Can. J. For Res. 32, 903-914. TREMBLAY S., PÉRIÉ C., OUIMET R., 2006. Changes in organic carbon storage in a 50 year white spruce plantation chronosequence established on fallow land in Quebec. Can. J. For. Res. 36, 2713-2723. UICN, 2008. Reducción de emisiones por deforestación y degradación (REDD) en países en desarrollo. Documento de posición. UICN pp 4. TUMBULL M.H., TISSUE D.T., GRIFFIN K.L., ROGERS G.N.D., WHITEHEAD D., 2002. Photosynthetic acclimation to long-term exposure to elevated CO2 concentration in Pinus radiata D. Don is related to age of needles. Plant, Cell & Environment 21, 10, 1019-1028. TURNAU K., BERGER A., LOEWE A., EINIG W., HAMPP R., CHALOT M., DIZENGREMEL P., KOTTKE I., 2001. Carbon dioxide concentration and nitrogen input affect the C and N storage pools in Amanita muscaria-Picea abies mycorrhizae. Tree Physiol. 21, 93-99. TURUNEN M., SOPPELA P., KINNUNEN H., SUTINEN M.-L., MARTZ F., 2009. Does climate change influence the availability and quality of reindeer forage plants? Polar Biology 32, 6, 813-832. UDDLING J., TECLAW R.M., KUBISKE M.E., PREGITZER K.S., ELLWORTH D.S., 2008. Sap flow in pure aspen and mixed aspen-birch forests exposed to elevated concentrations of carbon dioxide and ozone. Tree Physiol. 28, 1231-1243. ULTRAINEN J., JANHUNEN S., HELMISAARI H.S., HOLOPAINEN T. 2000. Biomass allocation, needle structural characteristics and nutrient composition in scots pine seedlings exposed to elevated CO2 and O3 concentration. Trees 14: 475-484. UNFCC, United Nations Framework Convention on Climate Change, 1997, 1998, 1999, 2007 (Copenhagen), 2009 (Bonn). VALENTINI R., MATTEUCCI, G., DOLMAN A.J., 2000. Respiration as the main determinant of carbon balance in Europen forests. Nature 404, 861-865. VALENTINI R., 2003. Edit Fluxes of carbon, Water and Energy of European Forests. Ecological Studies, pp232. Springer. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 243 Referencias bibiográficas 243 VALERO E., GUTIÉRREZ DEL OLMO, PICOS J., CISNEROS O., BARCIA G., 2003. Biomass and Carbon Storage of Galician Eucalyptus Plantations. En Actas das Comunicaçioes 5º Congreso Florestal Nacional, Viseu, Maio de 2005. VALERO E., PICOS J., 2003. Selviculture and product manufacturing influence in Galician Eucalyptus plantation carbon balance. An approach using CO2FIX model. En: The role of Forests for mitigating greenhouse gas emissions. Fifth Plenary Meeting of COST 21, Thessaloniki (Greece). VALLADARES F., VILAGROSA A., PEÑUELAS J., OGAYA R., CAMARERO J.J., CORCUERA L., SISÓ, S., GIL PELEGRIN, E., 2004. Estrés hídrico: Ecofisiología y escalas de la sequía. En: Ecología del bosque mediterráneo en un mundo cambiante (Edit.:F. Valladares), Mº Medio Ambiente, Madrid, pp 163-190. VALLADARES F., 2008. A mechanistic view of the capacity of forests to cope with climate change. En: Bravo F., Le May V., Jandl R., von Gadow K., (Edits), Managing Forest Ecossystems: The Challenge of Climate Change, Springer, pp 15-40. VAN de WALLE I., SAMSON R., LOOMAN B., VERHEYEN K., LEMEUR R., 2007. Temporal variation and high-resolution spatial heterogeneity in soil CO2 efflux in a short-rotation tree plantation. Tree Physiology 27, 837-848. VAN HATALO M., BÄCK J., HUTTUNEN S., 2003. Differential impacts of long-term CO2 and O3 exposure on growth of northern conifer and deciduous tree species. Trees 17, 211220. VAN MIEGRO H., MOORE P.T., TEWKSBURY C.E., NICHOLAS N.S., 2007. Carbon sources and sinks in high-elevation spruce-fir forest of the Southern USA. For. Ecolog. Manag. 238, 249-260. VAN MINNEN J.G., KLEIN K., STEHFEST E., EICKHOURT B., VAN DRECHT G., LEEMANS R., 2009. The importance of three centuries of land-use change for the global and regional terrestrial carbon cycle. Climatic Change 97: 123-144. VAN VLIET O.P.R., FAAIJ A.P.C., DIEPERINK C., 2003. Forestry projects under the clean development mechanism. Climatic Change 61, 123-156. VAN VUUREN D.P., RINHI K., 2008. Do recent emission trends imply higher emissions forever?. Climatic Change 91, 237-248. VÁVROVÁ P., PENTTILA T., LAIHO R., 2009. Decomposition of Scots pine fine woody debris in boreal conditions: implication for estimating carbon pools and fluxes. Forest Ecol. Manag. 257, 401-412. VÉLEZ R., 1995. El peligro de incendios forestales derivado de la sequía. Cuadernos de la SECF nº2, pp 99-109. VÉLEZ R., 2000. Los incendios forestales en la Cuenca mediterránea. En: R. Vélez (Edit.), La Defensa contra Incendios Forestales. Mc Graw Hill, 3.1-3.52. VEMAP MEMBERS, 1995. Vegetation/ecosystem modelling and analysis project: Comparing biogeography and biogeochemistry models in a continental-scale study of terrestrial ecosystem responses to climate change and doubling. Global Biogeochemical Cycles 4, 407-437. VERCHOT L.V., ZOMER R., VAN STRAATEN O., MUY B., 2007. Implications of country-level decisions on the specification of crown cover in the definition of forests for land-area eligible for afforestation and reforestation activities in the CDM. Climatic Change 81, 415-430. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:38 Página 244 244 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” VILLANUEVA J.A., VALLEJO R. 2002. El Banco de Datos de la Naturaleza y el Inventario Forestal Nacional. DGIONA VIRTANEN T., NEUVONEN S., NIKULA A., VARAMA M., NIEMELAE P., 1996. Climate change and the risks of Neodiprion sertifer outbreaks on Scots pine. In: Climate Change, Biodiversity and Boreal Forest Ecosystems. Silva Fennica 30, 2-3, 169-177. VITASSE Y., DELZON S., DUFRÈNE E., PONTAILLER J-Y., LOUVET J-M., KREMER A., MICHALET R., 2009. Leaf phenology sensitivity in European trees: Do within species populations exhibit similar responses? Agric. & Forest Meteorology 149 5, 735-744. VIVIN P., GUEHL J.M., 1997. Changes in carbon uptake and allocation patterns in Quercus robur seedlings in response to elevated CO2 and water stress: an evaluation with 13C labelling. Ann. For. Sci 54, 597-610. VIZOSO S., GERANT D., GUELH J.M., JOFFRE R., CHALOT M., GROSS P., MAILLARD P., 2008. Do elevation of CO2 concentration and N fertilization alter storage and remobilization of C and N in pedunculate oak saplings? Tree Physiol. 28 (11), 1729-1739. VOLANEN V., PELTOLA H., ROUVINEN I., KELLOMÄKI S., 2006. Impacts of long-term elevation of atmospheric carbon dioxide concentration and temperature on the establishment, growth and mortality of boreal Scots pine branches. Scandin. J. Forest Res. 21, 115-123. VOLIN J.C., KRUGER E.L., LINDROTH R.L., 2002. Responses of deciduous broadleaf trees to defoliation in a CO2 enriched atmosphere. Tree Physiol. 22, 435-448. VOLNEY W.J.A., FLEMING R.A., 2000. Climate change and impacts of boreal forest insects. Agriculture, Ecosystems & Environment 82, 1-2, 23, 283-294. WAHL E.R., AMAMM C.M., 2007. Robustness of the Mann, Bradley, Hughes reconstruction of Northern Hemisphere surface temperatures: Examination of criticisms based on the nature and processing of proxy climate evidence. Climatic Change 85 (1-2), 33-69. WALLE I.V., MUSSCHE S., SAMSON R., LUST N., LEMEUR R., 2001. The above– and belowground carbon pools of two mixed deciduous forest stands located in East- Flanders (Belgium). Ann. For. Sci. 58: 507-517. WALSH B., 2008. Deforestation. Paying countries to save their trees. TIME 172, 24: 45- 47. WANG Y.P., JARVIS P.G., 1990. Description and validation of an array model MAESTRO. Agric. For. Meteorol. 51 : 257-280. WANG Y-P., Mc MURTRIE R., MEDLYN B., PEPPER D., 2006. Issues in modelling plant ecosystem responses to elevated CO2: interactions with soil nitrogen. En: Plant Growth and Climate Change, Edit:.J.I.L. Morison y M.D. Morecroft. Blackwell Pub., pp 165-186. WANNER H., GROSJEAN M., RÖTHLISBERGER R., XOPLAKI E., 2006. Climate variability, predictability and climate risks: a European perspective. Climatic Change 9, 1- 7 WARD J.K., STRAIN B.R., 1999. Elevated CO2 studies: past, present an future. Tree Physiol. 19, 211-220. WARING, R.H., W.H. SCHLESINGER. 1985. Forest Ecosystems: Concepts and Management. Academic Press, San Diego, 338pp. WARING R., RUNNING S.W., 1998. Forest Ecosystems: Analysis at Multiple Scales. Academic Press, N.Y, 370 pp. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:39 Página 245 Referencias bibiográficas 245 WATANABE Y., TOBITA H., KITAO M., KOIKE T., 2008. Effects of elevated CO2 and nitrogen on wood structure related to water transport in seedlings of two deciduous broad-leaved tree species. Trees 22, 403-411. WATERWORTH R.M., RICHARDS, G.P., 2008. Implementing Australian forest management practices into a full carbon accounting model. For. Ecolog. Manag. 255, 2434-2443. WATSON R.T., NOBLE I.R., BOLIN B., RAVINDRANATH N.H., VERARDO D.J., DOKKEN D.J. (Edits.) 2000. Land Use, Land-Use Change and Forestry. Cambridge University Press, pp 377. WBGU, 1998. The accounting of biological sinks and sources under the Kyoto protocol: A step forwards or backwards for global environmental protection? Special Report, German Advisory Council on Global Change (WBGU), pp 75. WEART S., 2008. The Discovery of global warming. Harvard University Press, 2nd Edition. WEISHAMPEL P., KOLKA R., KING J.Y., 2009. Carbon pools and productivity in a 1-km2 heterogeneous forest and peatland mosaic in Minnesota, USA. For. Ecolog. Manag. 257, 747754. WENSEL L.C., BIGING G.S., 1987. The CACTOS System for individual-tree growth. Proceedings IUFRO Forest Growth Modelling and Prediction Conference. WESLIEN J., FINER L., JONSSON J.A., KOIVUSALO H., LAUREN A., RANIUS T., SIGURDSSON B.D., 2009. Effects of increased forest productivity and warmer climates on carbon sequestration, run-off water quality and accumulation of dead wood in a boreal landscape: A modelling study. Scandin. J. For. Res. 24, 333-347. WEST T.O., SIX J., 2007. Considering the influence of sequestration duration and carbon saturation on estimates of soil carbon capacity. Climatic Change 80, 25-41. WHITOCK S., DUTKOWSKI G., BRUCE G., APIOLAZA L., 2007. Integrating revenues from carbon sequestration into economic breeding objectives for Eucalyptus globulus pulpwood production. Ann. For. Sci. 64, 239- . WIEDINMYER C.,QUAYLE B., GERON C., BELOTE A., MC KENZIE D., ZHANG X., O´NEILL S., WYNNE K.K., 2006. Estimating emissions from fires in North America for Air Quality Modelling. Atmospheric Environment 40, 6931-6940. WIEDINMYER C., NEFF J.C., 2007.Estimates of CO2 from fires in the United States: implications for carbon management. Carbon Balance and Management 2:10, pp 7. WIEMKEN V., LACZKO, E., INEICHEN K., BOLLER, 2001. Effects of elevated carbon dioxide and nitrogen fertilization on mycorrhizal fine roots and the soil micorbial community in beech-spruce ecosystems on siliceous and calcareous soil. Microbial Ecology 42 (2): 126135. WINJUM J.K., DIXON R.K., SCHROEDER P.E. , 1992. Estimating the global potential of forest and agroforest management practice to sequester carbon. Water, Air and Soil Pollution 6,1-2, 213-227. WINJUM J.K., DIXON R.K., SCHROEDER P.E. 1993 Forest management and carbon storage: an analysis of 12 key forest nations. Water, Air and Soil Pollution 70: 239-257 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:39 Página 246 246 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” WINJUM J.K., BROWN S., SCHALAMADINGER B., 1998. Forest harvests and wood products: Sources and sinks of atmospheric carbon dioxide. Forest Science 44(2), 272-284. WOLF A., KOZLOV M.V., CALLAHAN T.V., 2008. Impact of non-outbreak insect damage on vegetation in northern Europe will be greater than expected during a changing climate. Climatic Change 87, 91-106. WOODALL C.W., HEATH L.S., SMITH J.E., 2008. National inventories of down and dead woody material forest carbon stocks in the United States: Challenges and opportunities. For. Ecol. Manag. 256, 221-228. WOODBURY P.B., SMITH J.E., HEATH L.S., 2007. Carbon sequestration in the U.S. forest sector from 1900 to 2010. For. Ecolog. Manag. 241, 14-27. WOODS A., COATES, K.D., HAMANN, A., 2005. Is an unprecedented Dothistroma needle blight epidemic related to climate change? BioScience 55(9), 761-769. WUSTMAN B.A. et al, 2003. Effects of elevated CO2 and O3 on aspen clones of varying O3 sensitivity. En: Air Pollution, Global Change and Forests in the New Millenium. Edits.: D.F. Karnosky, K.E. Percy, A.H. Chappelka, C. Simpson & J. Pikkarainen. Developments in Environmental Science 3, Elsevier, pp 391-409. XANTHOPOULOS G., CABALLERO, D., et al, 2006. Forest Fuels Management in Europe. En: Edits.: Andrews, Patricia L.; Butler, Bret W., Fuels Management-How to Measure Success: Conference Proceedings RMRS-P-41. Fort Collins, CO: U.S. Department of Agriculture, Forest Service, Rocky Mountain Research Station. p. 29-46. XU C., GERTNER G.Z., SCHELLER R.M., 2009. Uncertainties in the response of a forest landscape to global Climatic Change. Global Change Biology 15, 1, 116-131. YAZAKI K., FUNADA R., MORI S., MARUYAMA Y., ABAMOV A.P., KAYAMA M., MARUYAMA Y., KOIKE T., 2001.Growth and annual ring structure of Larix sibirica grown at different carbon dioxide concentrations and nutrient supply rates. Tree Physiol 21, 1223- 1229. YAZAKI K., ISHIDA S., KAWAGISHI T., FUKATSU E., MARUYAMA Y., KITAO M., TOBITA H., KOIKE T., FUNADA R., 2004. Effects of elevated CO2 concentration on growth, annual ring structure and photosynthesis in Larix kaempferi seedlings. Tree Physiol. 24, 951-959. ZAVALA, M.A., 2004. Integration of drought tolerance mechanisms in Mediterranean sclerophylls: a functional interpretation of leaf gas exchange simulators. Ecolog. Model. 176, 211-216. ZAVALA, M.A., ZEA, E., 2004. Mechanisms maintaining biodiversity in Mediterranean pineoak forests: insights from a spatial simulation model. Plant Ecolog. 171, 197-207. ZHA TIAN-SHAN, RYYPPÖ AWANG KAI-YUN,, KELLOMÄKI S., 2001. Effects of elevated carbon dioxide concentration and temperature on needle growth, respiration and carbohydrate status in field-grown Scots pines during the needle expansion period. Tree Physiol. 21, 12791287., ZHA T. WANG KAI-YUN, RYYPPÖ A., KELLOMÄKI S., 2002. Impact of needle age on the response of respiration in Scots pine to long-term elevation of carbon dioxide concentration and temperature. Tree Physiol 22, 1241-1248. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:39 Página 247 Referencias bibiográficas 247 ZHA T., KELLOMÄKI S., WANG KAI-YUN, RYYPPÖ A., 2005. Respiratory responses of Scots pine stems to 5 years of exposure to elevated CO2 concentration and temperature. Tree Physiol. 25, 49-56. ZHANG S., DANG QUIG-LAI, 2006. Effects of carbon dioxide concentration and nutrition on photosynthetic functions of white birch seedlings. Tree Physiol. 26, 1457-1467. ZHANG J., GE Y., CHANG J., SHUQUAN Y., 2007. Carbon storage by ecological service forests in Zheijiang Province, subtropical China. Forest. Ecol. Manag. 245, 64-75. ZISKA L.H., BUNCE, J.A., 2006 Plant responses to rising atmospheric carbon dioxide. En: Plant Growth and Climate Change, Edit:.J.I.L. Morison y M.D. Morecroft. Blackwell Pub., pp 17-47. 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:39 Página 248 248 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:39 Página 249 Anexo 249 ACRóNIMOS y ABREvIATURAS A, tasa de fotosíntesis (µmol CO2 . m-2 s-1 ) AFE, área foliar específica (inverso de MFE) AOT40, Accumulated Exposure Over a Threshold of 40 ppb (en polución atmosférica) Asat, tasa fotosintética a saturación. CDM, Clean Development Mechanism (disposición en el protocolo de Kyoto que permite a los países industrializados (países A) invertir en proyectos en países en desarrollo para compensar emisiones en los propios) CEC-CEPE, Informe sobre “ Evaluación y Seguimiento de los Efectos de la Contaminación Atmosférica en los Bosques” en el marco del Programa ICP-Forests. CFFWI, Canadian Forest Fire Weather Index CGM, (en español MCG), General Circulation Models CO2, dióxido de carbono CH4, metano CRCM, Canadian Regional Climatic Model CWD, Coarse Woody Debris (inglés, residuos gruesos de la madera en monte) C3, especies C3, cuya fijación de carbono para formar azúcares se realiza a través de compuestos de tres átomos de carbono C4, especies C4, cuya fijación de carbono para formar azúcares se realiza a través de compuestos de cuatro átomos de carbono DSR, Dynamic Source Routing ECOCRAFT, European Collaboration on CO2 Responses Applied to Forests and Trees (proyecto de investigación sobre los efectos del incremento de CO2 y temperatura en la salud de los bosques llevado a cabo por 13 instituciones europeas de nueve países). EFI, European Forestry Institute δ13C, discriminación isotópica del carbono EFISCEN, European Forest Information Scenario Model EVI, Enhanced Vegetation Index 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:39 Página 250 250 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” EUA, Eficiencia en el Uso del Agua (tasa de fotosíntesis/ tasa de transpiración) EUROFLUX (proyecto), Long term carbon dioxide and water vapour fluxes of European forests and interactions with the Climate System FACE, Free Air CO2 Enrichment (sistema o anillo FACE) EPIC, calculador del impacto de la erosión sobre la productividad EUROFACE, aplicación del sistema FACE en Europa FAPAR, Fracción de Radiación Fotosintéticamente Activa (en inglés) FCCC, Framework Convention on Climatic Change FDDI, Forest Fire Danger Index (Australia) FLUXNET, red de mediciones de intercambio gaseoso (eddy covariance) en bosques europeos FOMFIST, Forest Fire Management and Fire Prevention System FWI, Índice meteorológico para fuegos forestales del Servicio Canadiense GARP, Global Atmospheric Research Program GEI (=GEG), Gases de Efecto Invernadero GESMO, Simulador de crecimiento y producción de masas forestales GHG, Greenhouse Effect Gases GVM, General Vegetation Models gs, conductancia estomática HadCM2 , modelo global para el análisis del cambio climático IAF, (LAI en inglés), Índice de Área Foliar ICP Forests, International Co-Operative Programme on Assessment and Monitoring of Air Pollution Effects on Forests IFN, Inventario Forestal Nacional IMIDRA, Instituto Madrileño de Investigación y Desarrollo Rural, Agrario y Alimentario INE, intercambio neto de carbono en ecosistema INIA, Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria. IPCC (en español PICC), Intergovernamental Panel of Climatic Change IPD, índice de productividad del dosel IRGA, Analizador de Gases en el Infrarrojo (en inglés) IUFRO, Unión Internacional de Organizaciones de Investigación Forestal LAI, índice de área foliar (IAF, en español) LEV, Land Expectation Value LUCF, Land Use Change Forestry MAESTRO, (ver modelos) MBP, modelo basado en procesos MCG (en inglés GCMs), Modelos de Circulación Global MCGAO, Modelos de Circulación Global Atmósfera Océano MCR (en inglés RCM), Modelos de Circulación Regional MIT, Massachussets Institute of Technology 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:39 Página 251 Anexo 251 MFE, Masa Foliar Específica MODIS (sensor y datos): Espectrorradiómetro de imágenes de resolución moderada (Moderate Resolution Imaging Spectroradiometer) NAO, North Atlantic Oscillation (fuente de variación interanual del tiempo meteorológico y del clima) NDVI, Índices de Vegetación de la Diferencia Normalizada (obtenidos por satélite) NO2, óxido nitroso O3, ozono Pa, pascal , MPa, megapascal, unidades de presión PCL, Punto de Compensación de la Luz (radiación lumínica a partir de la cual la fotosíntesis neta es positiva) PIB, Producto Interior Bruto PICC (en inglés IPCC), Panel Intergubernametal del Cambio Climático PII, fotosistema 2 PPB, Productividad (producción) Primaria Bruta PPN, Productividad (producción) Primaria Neta PPNE, Productividad (producción) Primaria Neta del Ecosistema PNB, Producción Bruta del Ecosistema PPN, Producción Neta del Ecosistema RAI, Real Academia de Ingeniería RCM, Regional Circulation Models RCM-MGC (en inglés), Modelos anidados MCR en MGC REDD, Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación Roth C, modelo matemático para predecir los flujos de entrada y salida de carbono en un suelo RuBP, enzima rubisco (ribulosa 1,5 bisfosfato carboxilasa) SAVI, Soil – Adjusted Vegetation Index SBSTA, Subsidiary Body for Scientific and Technological Advice (of the United Nations Framework Convention on Climate Change) SECF, Sociedad Española de Ciencias Forestales SGM, Modelos de 2ª generación (en inglés) SMA, Spectral Mixture Analysis SIMANFOR, Sistema de Apoyo para la Simulación de Alternativas de Manejo Forestal Sostenible SOI, Southern Oscillation Index, fuente de variación interanual del tiempo meteorológico y del clima TAN, tasa de asimilación neta TEM, Terrestrial Ecosystem Model TIC, Tecnologías de la Información y Comunicaciones TNC, Trust Nature Conservancy TOGA, Tropical Ocean Global Atmosphere 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:39 Página 252 252 “Ecosistemas forestales y el secuestro del carbono” UICN, Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza UNFCC, United Nations Framework Convention on Climate Change VITROPLANTAS, término usado para designar plantas obtenidas por micropropagación (in vitro) WBGU, German Advisory Council on Global Change 60587OT_LIBRO_OK:60587OT_LIBRO 01/06/10 15:39 Página 253 Anexo 253 UNIDADES UTIlIzADAS y EqUIvAlENCIAS 1 tonelada (t) 1 megatonelada (Mt) 1 gigatonelada (Gt) 1 megagramo (Mg) 1 gigagramo (Gg) 1 teragramo (Tg) 1 petagramo (Pg) 1 kilómetro cuadrado (km2) 1 centímetro cuadrado (cm2) 1 megahectárea (Mha) 1 MPa 1 t CO2 0,273 t C kilogramos (kg) 103 kg 109 kg 1012 kg 103 kg 106 kg 109 kg 1012 kg 102 hectáreas (ha) 106 ha 106 pascales 1 t ha-1 100 g m-2 106 gramos (g) 106 g 1012 g 1015 g 106 g 109 g 1012 g 1015 g toneladas (t) 1t 106 t 109 t 1t 103 t 106 t 109 t 106 metros cuadrados (m2) 10-2 m2 1010 m2