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Historia, legitimación y relaciones interétnicas en el Mapa de Huamantla1 David Charles Wright Carr Universidad de Guanajuato Ponencia presentada en el 53° Congreso Internacional de Americanistas, Universidad Iberoamericana, 23 de julio de 2009, México, D.F. Publicada en Memorias del 53° ICA. Ed. digital. México: Universidad Iberoamericana, 2010. Versión actualizada el 18 de febrero de 2012. El Mapa de Huamantla Sobreviven nueve fragmentos del Mapa de Huamantla en dos acervos: la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia, en la Ciudad de México, y la Staatsbibliothek zu Berlin.2 En el presente trabajo he conservado los números asignados en el primero de estos acervos para los fragmentos 1 a 6. Los dos fragmentos en la biblioteca de Berlín se designan por tradición el Fragmento Humboldt III y el Fragmento Humboldt IV; en el presente estudio éstos se llaman fragmentos 7 y 8. Un trozo pequeño y con pocos signos pictóricos, integrado como refuerzo en el primer folio del Códice de Iztapalapa en la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia, se llama aquí el fragmento 9. Figura 1. Reconstrucción hipotética del Mapa de Huamantla.3 El Mapa de Huamantla fue pintado sobre un enorme rectángulo de papel de amate, cuya superficie presenta un color café amarillento de baja saturación. Hoy tiene varias lagunas, debidas al desgaste del soporte, la pérdida de algunas secciones y la acción de los insectos.4 En los fragmentos que quedan hay manchas producidas por la humedad y los hongos.5 El soporte no lleva imprimación; los signos pictóricos fueron pintados 1 Este trabajo es una versión actualizada, reestructurada y abreviada de Wright, 2005: I, 433-478; II, 245-251. Mapa de Huamantla, c 1567-1598. 3 La relación espacial entre los fragmentos se basa en Aguilera (1984: 35). Las imágenes son fotografías digitales del facsímil hecho por el autor del presente trabajo, pegando las láminas de un facsímil impreso (Aguilera [editora], 1984) en hojas de papel de amate, a una escala similar a la del manuscrito original. La flecha que indica el Norte fue agregada por el autor. 4 Aguilera (editora), 1984. Las roturas son notorias en la edición facsimilar. Los agujeros producidos por insectos se pueden observar en las láms. 3, 32 y 49. Véase también Huerta/Berthier, 2001: 46. 5 Aguilera (editora), 1984: láms. 1, 2, 4, 24, 27-41, 44, 45, 49, 50; Wiedemann/Boller, 1996: 1040, 1041. 2 directamente sobre el papel. Donde la superficie no presenta deterioro, los signos se encuentran en buen estado de conservación.6 Según el caballero milanés Lorenzo Boturini Benaduci, el manuscrito tenía “algo más de ocho varas” de largo y “dos varas y quarta” de ancho cuando fue descubierto.7 Una vara castellana equivale a unos 84 centímetros,8 por lo que el tamaño original de este documento era de más de 672 por aproximadamente 189 centímetros, cifras que podemos redondear en 700 por 190 centímetros. La superficie total era de unos 13.30 metros cuadrados. Las medidas de Boturini son confirmadas por las sumas de las dimensiones de los fragmentos existentes: tomando en cuenta la propuesta de ordenamiento que hace Carmen Aguilera (figura 2), el manuscrito medía por lo menos 691 centímetros de largo por 190 de ancho.9 Figura 2. Esquema mostrando los números de los fragmentos que se conservan del Mapa de Huamantla.10 Origen del mapa Toda la evidencia disponible indica que este manuscrito fue pintado en el pueblo otomí de Huamantla, en la falda nororiental del volcán La Malinche, en el estado de Tlaxcala. El signo toponímico de Huamantla ocupa un lugar prominente en el mapa.11 El nombre del pueblo en náhuatl es Cuauhmantlan, “junto al bosque”.12 No hay indicios claros sobre la fecha de elaboración del Mapa de Huamantla. El estilo conservador sugiere una fecha no muy alejada de la Conquista, aunque hay que recordar que se trata de una región que durante décadas quedó al margen de la penetración española. No hay contrastes estilísticos importantes en el interior del manuscrito, con la excepción de unos pocos signos que carecen de colores, por lo que el periodo de elaboración parece haber sido corto.13 La historia de Huamantla nos ayuda a precisar cuándo fue pintado este 6 Huerta/Berthier, 2001. Boturini, 1999: II, 38, 39 (§ XX, no. 2). 8 Vázquez, 1983: 545; Villasana/McLean, 1941: 84-87. 9 Aguilera, 1984: 35. 10 Dibujo digital del autor, basado en Aguilera, 1984: 35. 11 Una glosa alfabética en náhuatl identifica el pueblo; véase el apéndice, glosa hua04.09. 12 El nombre otomí de Huamantla, en la variante moderna del pueblo vecino de Ixtenco, es Xunuxi (Lastra, 1997: 340, 430). Este topónimo es etimológicamente opaco. 13 Aguilera (1984: 10, 11, 47) afirma que hay cuatro estilos en el Mapa de Huamantla. Después de comparar los signos de los cuatro estilos que propone Aguilera, sin embargo, llego a la conclusión que el manuscrito presenta una gran homogeneidad estilística, con pocas excepciones. Una de éstas es el conjunto de signos del 7 2 documento. La presencia de una capilla cristiana y un fraile franciscano, son relevantes. Sabemos que la fundación del convento de San Luis en Huamantla fue aprobada en 1567, tres años después de la solicitud hecha por el cabildo indígena de Tlaxcala ante las autoridades de la Orden de Frailes Menores.14 Una glosa alfabética en náhuatl, pintada en letras grandes debajo de la escena de Conquista en el fragmento 5, nos ayuda a precisar la fecha de elaboración: “nica hualacico marq[ue]s / yepohualxihuitli ypa omatlac / tli ypa [ilegible] xihuitli”, “Llegó aquí el marqués hace setenta y […] años”.15 Considerando el rango posible de 71 a 79 años, y el hecho de que Cortés llegó a la provincia de Tlaxcala y luchó contra los otomíes que la defendían en 1519, la fecha de la glosa sería de 1590 a 1598. Así es que el manuscrito debe ser del último tercio del siglo XVI. El Mapa de Huamantla permaneció en su lugar de origen hasta que fue adquirido por Boturini durante su recorrido por la provincia de Tlaxcala, entre 1736 y 1743. El caballero reunió una colección extraordinaria de manuscritos indígenas, incluyendo varios manuscritos tlaxcaltecas, entre ellos dos manuscritos pictóricos de Huamantla.16 Éstos se describen en el Catálogo del museo histórico indiano, escrito por Boturini y publicado en 1746. El primer manuscrito está perdido; el segundo evidentemente es el Mapa de Huamantla, ya que coinciden las medidas, los signos pictóricos y las glosas toponímicas: 2 Otro Mapa muy grande de una pieza, y maltratado à los dos lados, de papel gruesso Indiano. Tiene de largo algo màs de ocho varas, y de ancho dos varas y quarta, y trata con toscas Pinturas de las crueles guerras de la Gentilidad entre diferentes Pueblos, cuyos nombres son Hecatèpec, Huyatèpec, Amoltèpec, Nièntlah, Tzatzaquàlan, Hueymètlan, Coltèpec, Antlacaltèpec, Tepechàlla, Xiquipilco, Achalàlan, Zayutèpec, Teconhùac, Totolhuitzòcan, Yahueyòcan, Zacatzòtlah, Mazapìla, y despues de haver demostrado con unos rios de sangre, assi lo cruento de la guerra, como de los prisioneros sacrificados, apunta la llegada del gran Cortès, y de los Padres de San Francisco en Quauhmanco. Notese, que este Mapa, y el antecedente estaban enterrados en una caxa baxo las ruinas de una antigua Ermita de la jurisdiccion de Huamàntla, Provincia de Tlaxcàllan, y de allì los hice sacar, y solo se pueden interpretar en un todo en ocasion, que se consulten los Manuscritos de la Historia general.17 Esta descripción es útil por presentar transcripciones de varias de las glosas alfabéticas que hoy están perdidas, además de los datos sobre el hallazgo del manuscrito. Fray Agustín hombre español y la casa, al lado de los signos de Tenochtitlan en el fragmento 2. En este caso la diferencia principal es la falta de color en el interior de los contornos. La representación del español presenta semejanzas notables con la representación de Cortés en la escena de conquista y tributación del fragmento 5; por otra parte, las figuras de los indígenas de esta escena son del mismo estilo que las del resto del manuscrito. Es más divergente el estilo de los dos guerreros con escudos y macanas, así como el conjunto emblemático arcoflecha que se encuentran a la izquierda (es decir, al noroeste) del signo “agua-incendio” en el fragmento 5. Estas figuras parecen haber sido agregados después de la terminación del resto del manuscrito, al parecer por un pintor que quiso copiar el estilo de los demás signos pictóricos. 14 Celestino/Valencia/Medina (editores y traductores), 1984: 214, 413, 414; Gibson, 1967: 48. Sobre la construcción del convento, véanse Kubler, 1972: II, 458; McAndrew, 1965: 515, 516. 15 Véase el apéndice, glosa hua05.05. 16 León-Portilla, 1974. 17 Boturini, 1999: II, 38, 39 (§ xx, nos. 1, 2). 3 de Vetancurt menciona “once hermitas en Barrios diferentes” del pueblo de Huamantla.18 Tal vez fue en alguna de éstas donde se desenterró el Mapa de Huamantla. Contamos con datos complementarios sobre la proveniencia de este manuscrito, en la Historia del origen de las gentes que poblaron la América Septentrional, que llaman la Nueva España, escrita por Mariano Fernández de Echeverría y Veytia: Viendo pues los indios la desecha tormenta que corrian de sus escrituras, y la eficacia y actividad con que buscavan estas pinturas los ministros que no eran muy advertidos para quemarlas, procuraron ocultar algunas de ellas, especialmente aquellas que contenian repartimiento de tierras, y les servian de títulos de sus posesiones, y las que hallavan de tributos, y eran como nóminas de los tributarios de las provincias y pueblos, y por esta causa son de estas especies la mayor parte de los que se encontraron y han llegado hasta nuestros dias. Pusieron tanta diligencia en ocultarlos que muchos no se contentaron con encerrarlos en arcas y alhacenas, sino que los sepultaron debajo de tierra y en los huecos de las paredes, dejando con gran sigilo la noticia á sus descendientes, del lugar en que estavan, y de este modo halló muchos de los que recogió el Caballero Boturini, que me aseguró havia sacado un caxon de ellos del hueco encubierto de un paredon antiguo en el pueblo de Huamantla, cuya noticia tuvo de uno de los descendientes, del que los ocultó allí: y en el año de mil setecientos cinquenta y ocho estando yo en dicho pueblo me lo certificaron algunas personas que fueron testigos de este hallazgo, y me mostraron el paredon viejo de donde los sacó.19 Glosas En algún momento antes de la adquisición del manuscrito por Boturini, alguien agregó glosas alfabéticas en una variante peculiar de la lengua náhuatl, en las cuales se interpretan algunos de los signos pictóricos. La evidencia histórica contenida en el mismo manuscrito, avalada por evidencia independiente, señala que sus creadores provenían de la zona nuclear de los otomíes en el Posclásico Tardío, al noroeste del valle de México. Hoy el único lugar en el oriente de Tlaxcala donde se conserva el otomí es Ixtenco, pueblo vinculado con los fundadores de Huamantla por sus tradiciones orales. Su habla muestra afinidades con el otomí de Toluca, más que con las variantes del Mezquital o de la Sierra Madre Oriental.20 Si bien las fuentes históricas señalan a Huamantla como un pueblo otomí,21 es probable que los nobles de este pueblo hablaran náhuatl como segundo idioma. Sabemos que los jefes militares otomíes quienes vivían en la periferia del antiguo territorio tlaxcalteca se casaban con las hijas de los señores nahuas que dominaban esta provincia en el Posclásico Tardío.22 Después de la Conquista los gobernantes otomíes de esta región estaban subordinados a los integrantes del cabildo indio de Tlaxcala, cuyas sesiones se llevaban a cabo en náhuatl. No es extraño que las glosas del Mapa de Huamantla estén escritas en náhuatl, tomando en cuenta la ausencia en la provincia de Tlaxcala de una tradición de escritura alfabética en otomí. Hay documentos en náhuatl procedentes de Huamantla e Ixtenco, escritos por 18 Vetancurt, 1982: III, 80 (Teatro mexicano, parte 4, tratado 2, capítulo 47). Fernández de Echeverría y Veytia, 1848: 163. 20 Véanse Grimes (editora), 1996: 98; Lastra, 1993: 85; Lastra, 1997: 11, 12; Newman/Weitlaner, 1950: 2. 21 Ciudad Real, 1976: I, 92; Muñoz, 1984: 83. 22 Muñoz, 1984: 179-183. 19 4 personas cuya lengua materna evidentemente no era náhuatl.23 También hay que tomar en cuenta que las interpretaciones públicas de este manuscrito pudieron haberse hecho en náhuatl, con el fin de reclamar derechos políticos ante los gobernantes nahuas de la ciudad de Tlaxcala, o ante las autoridades españolas, por medio de intérpretes nahuas. Es posible que las glosas hayan sido agregadas durante una reunión de esta naturaleza. Un examen cuidadoso del excelente facsímil publicado por Carmen Aguilera24 produjo una cosecha de 32 glosas alfabéticas. De éstas, 10 son legibles, 15 son parcialmente legibles y 7 son ilegibles. En el apéndice del presente trabajo hay versiones paleográficas, transcripciones fonémicas, análisis morfémicos y traducciones al castellano de las 25 glosas que son total o parcialmente legibles. La mayor parte de las glosas del Mapa de Huamantla son pequeñas, escritas con una pluma finísima en una letra itálica nítida y bien formada, con los caracteres poco encadenados. Por sus características caligráficas parecen ser de la segunda mitad del siglo 25 XVI o del XVII. La tinta de las glosas, de un color café claro, es mucho más tenue que la tinta negra de los signos pictóricos.26 La mayor parte de las glosas consta de frases cortas, aunque hay una, parcialmente legible, que abarca cinco renglones; se encuentra cerca del signo toponímico de Cuauhmantlan (Huamantla).27 Hay una glosa con características distintas a las demás, en el fragmento 5, abajo de una representación del triunfo de Hernán Cortés. Si bien comparte con las otras glosas el color café claro de su tinta, se destaca por su tamaño mayor y por el espesor de sus trazos, que parecen haber sido hechos con pincel.28 Cartografía El rectángulo del Mapa de Huamantla abarca desde los cerros que se encuentran al noroeste del valle de México hasta el oriente de Tlaxcala, en las faldas nororientales del volcán La Malinche (figura 3). Destacan, por la escala relativa de los signos pictóricos, la cueva primordial, en el extremo noroccidental del espacio cartográfico, y el pueblo de Huamantla, en la parte sudoriental. Así hay dos polos importantes que determinan la orientación, la escala y el alcance geográfico del mapa. El elemento pictórico de mayor jerarquía en el fragmento 6 es la cueva de los orígenes. La narración migratoria, que estructura buena parte del relato plasmado en este documento, empieza aquí. Es posible que los otomíes de Huamantla ubicaran esta cueva dentro del antiguo señorío de Chiapan Tepetícpac, hoy Chapa de Mota,29 como lo hacían los otomíes 23 Mark David Morris, comunicación personal, 2001, 2002. Sobre los manuscritos de los Archivos Históricos de Ixtenco, véase Hernández/Reyes, 1997. 24 Aguilera (editora), 1984. La resolución en este facsímil es mayor a la de las fotografías que me proporcionaron las bibliotecas donde se encuentran los fragmentos originales. 25 Sobre las diversas clases de escritura en los manuscritos españoles y novohispanos, véanse Bribiesca, 1991: I, 57-58; II, documentos 1-4; Colomera, 1862: 171, 172; García Martínez, 2004: 51-53; Pezzat, 1990: 83-107; Ramírez Montes, 1990: v-viii, 82; Villasana/McLean, 1941: 154-177. 26 Huerta y Berthier (2001: 54) examinaron una de las glosas del fragmento 6 con un microscopio. Encontraron partículas de negro de humo, con las mismas características que el pigmento empleado en los colores negro y gris de los signos pictóricos. 27 Apéndice, glosa hua.03.05. 28 Apéndice, glosa hua.05.05. 29 Así piensa Aguilera (1984: 33-35). Gerhard (1986: 394) consigna el topónimo náhuatl “Te[pe]ticpac” asociado con Chapa de Mota. Tepeticpac significa “sobre la cabeza [cumbre] del cerro”. Hay dos variantes del nombre otomí del pueblo en el Códice de Huichapan (c 1632: 2v, 12v, 26v, 25r, 27v): Anyänt’oho, “la 5 de Querétaro en el siglo XVI.30 El hecho de que otras narraciones migratorias indígenas empiecen en una cueva, aunado a la secuencia narrativa del Mapa de Huamantla y la orientación de las huellas de pie que marcan las rutas migratorias, refuerzan la colocación hipotética de este fragmento en el extremo noroccidental del espacio cartográfico. Figura 3. Mapa del centro de México, mostrando el área geográfica representada en el Mapa de Huamantla.31 El fragmento 1 representa el nordeste del valle de México. Descontando los injertos que contiene, cuyos signos pictóricos están fuera de su contexto original, se representan tres señoríos y un conjunto de signos que relata la creación del Sol en Teotihuacan. Estos elementos permitieron a Aguilera determinar la relación de este fragmento con los demás. El gran rectángulo formado por los fragmentos 2 y 5 representa una porción del paisaje centromexicano. Destaca, en su esquina poniente, un conjunto de signos geográficos: un cuerpo de agua rodea una isla donde crece un nopal. Hacia el Este y el Sudeste hay una serranía que incluye un volcán humeante. Estos signos representan la parte central del valle cabeza [cumbre] del cerro”, y Amayänt’oho, “lugar de la cabeza [cumbre] del cerro”. Carrasco (1998: 28) comenta sobre las etimologías de los nombres en náhuatl y otomí de este señorío. 30 Ramos, 1582: 10r. 31 Dibujo digital del autor. El mapa se creó usando un atlas digital (New millennium world atlas, 1998) para generar los relieves topográficos, los elementos hidrográficos y las divisiones estatales. Los demás elementos fueron agregados con los programas Corel PHOTO-PAINT 8 y CorelDRAW 8. 6 de México y la cordillera volcánica que lo separa del valle poblano-tlaxcalteca. Hay signos que representan cerros individuales, con volutas y la barra en sus bases, aunque la forma o el color de sus cimas puede variar; algunos incorporan signos adjetivos, expresando nombres de lugares específicos. El signo del río que se encuentra hacia el sudeste, a juzgar por su ubicación y contexto, debe ser el río Zahuapan, que atraviesa el centro de Tlaxcala de Norte a Sur. A esta parte del mapa le falta, debido a su deterioro, la región de los cuatro señoríos que se fusionaron en el pueblo de Tlaxcala después de la Conquista.32 Después de los fragmentos 2 y 5, siguiendo una lectura del Noroeste hacia el Sudeste, hay una laguna en el mapa. De esta parte sólo sobrevive el fragmento 8, según la reconstrucción hipotética de Aguilera. En seguida hay otro gran rectángulo, casi intacto, formada por los fragmentos 3, 4 y 7. En esta sección se plasma la región al nordeste del volcán La Malinche. En el centro hay un gran signo toponímico que representa el señorío de Huamantla, rodeado por signos toponímicos de menor escala, varios de ellos pintados en las orillas del mapa. Así el autor colocó el signo de su propio señorío en el centro del espacio cartográfico rectangular, con los pueblos y cerros limítrofes en las orillas.33 El Mapa de Huamantla contiene una abundancia de signos toponímicos. Cualquier persona que se interese en estos signos debe partir del estudio pormenorizado de Aguilera, quien logró asociarlos con lugares específicos.34 Varios signos toponímicos se acompañan de un signo arquitectónico y una representación de un señor sentado en un banco (o en un asiento de estera, en dos casos) con una flor en la mano.35 Otros signos toponímicos se asocian con un señor sin edificio. Así mismo hay conjuntos de signos que expresan la idea de asentamientos humanos con una mayor complejidad. Un conjunto relativamente sencillo tiene un edificio, una sementera con un hombre trabajándola y varias plantas y animales en sus alrededores. Hay casos de signos toponímicos rodeados de varios edificios, cada uno con un señor, y a veces una sementera. En algunos conjuntos el elemento central es una capilla o iglesia cristiana, con los edificios, señores y sementeras dispuestas alrededor. El conjunto más complejo es el que rodea el signo toponímico de Huamantla, con un núcleo que incluye una capilla, un claustro y un fraile franciscano, con algunos subconjuntos en sus alrededores. A primera vista estos conjuntos parecen ser representaciones sintéticas de pueblos, pero es más probable que la intención de los escribanos-pintores fuera representar las estructuras políticas de la región. De acuerdo con esta interpretación, los edificios con los señores sentados al lado serían las sedes gubernamentales de los señoríos y los barrios. Esta interpretación encuentra apoyo en el hecho de que los barrios eran las células básicas a partir de las cuales se construían los señoríos, mientras las palabras en otomí y en náhuatl para “barrio” a menudo contienen un morfema que significa “casa”.36 32 Ocotelolco, Tizatlan, Quiyahuiztlan y Tepetícpac (véase Gibson, 1967). Este recurso es común en los manuscritos cartográficos centromexicanos del siglo XVI y probablemente refleja la tradición prehispánica (véanse Boone, 2000: 77-82; Leibsohn, 1995; 2000; Mundy, 1996; Robertson, 1994: 179-189; Russo, 2005). 34 Aguilera, 1984: 31, 33-40; 1997. 35 Sobre las flores y su relación con la nobleza centromexicana, véanse Acosta (Joseph), 1985: 188 (libro 4, capítulo 27); Sahagún, 1974-1982: IX, 27, 28; 1979: II, 266v-267v (libro 8, capítulo 9). Carrasco (1987: 82, 83) proporciona referencias a otras fuente que hablan del uso de las flores por los otomíes. Aguilera (1984: 21, 22) analiza los signos florales del Mapa de Huamantla e intenta relacionarlos con especies botánicas. 36 Wright, 2008. 33 7 Historia El espacio cartográfico del Mapa de Huamantla sirve de marco para una narración histórica, expresada por medio del lenguaje visual de la escritura centromexicana, sistema de comunicación que se encuentra sobre la borrosa frontera entre las categorías semánticas europeas de “escritura” y “artes visuales”.37 El tema principal es la migración de un grupo de otomíes, durante la época Prehispánica, desde su tierra de origen entre los cerros al noroeste del valle de México hasta su asentamiento definitivo en la falda nororiental del volcán La Malinche. Se insertan en este marco los sucesos que impactaron en su vida colectiva: las confrontaciones bélicas con otros grupos indígenas, el paso de Hernán Cortés por la región y el establecimiento de un convento franciscano en el pueblo de Huamantla. La migración empieza en una cueva, en el fragmento 6, en el borde noroccidental del mapa. La cueva se expresa mediante un gran arco verde, cubierto por una retícula negra con circulitos que representan la superficie de la Tierra. Dentro de la cueva vemos la imagen de una mujer con dos rectángulos rojos pintados en la mejilla, una falda, un huipil con una retícula roja con puntos que también evocan la superficie terrestre, un penacho de plumas y un escudo. Enfrente de ella vemos un hombre con dos bandas negras pintadas en el rostro, un taparrabo, una bufanda, una flor y una flecha. Es probable que esta pareja represente a los dioses Padre Viejo (relacionado con el fuego, el Sol y los gobernantes) y Madre Vieja (asociada con la Tierra, la Luna y la vía láctea).38 En la misma cueva se representan dos personajes de menor jerarquía, con taparrabos rojos. Uno de ellos enciende un fuego; frente a su rostro está la glosa calendárica o antroponímica “chi cuey ytzcuintli” (“8 perro”). El otro tiene pintura roja en la parte inferior del rostro, así como dos bandas verticales del mismo color —atributo que lo relaciona con el Sol— y una bandera; arriba de su cabeza leemos “xuchiltonal” (“día flor”, “día florido”, “verano florido”, “Sol florido” o “calor florido del Sol”). Otra glosa en náhuatl reza “nicah toquizyahnoztoc” (“Aquí, dentro de la cueva, el lugar [o tiempo] de nuestra salida”).39 Huellas de pies salen de la cueva, indicando el inicio de la migración. Cerca de esta cueva hay otra. En su interior hay un hombre con el cuerpo flexionado, el rostro sin color y el ojo abierto. Hay vestigios de una tercera cueva. Estas cuevas parecen estar relacionadas con la tradición, recogida en Querétaro en 1582, sobre el origen de la humanidad en “unas cuebas que estan en un pueblo que se dize Chiapa que agora tiene en encomienda Antonio de la Mota hijo de conquistador que esta dos leguas del de Xilotepec hazia el mediodia”.40 Es posible que los otomíes de Huamantla hubieran fusionado la tradición centromexicana de la cueva primordial, llamada en varias fuentes Chicomóztoc, “en las siete cuevas”, con la cueva sagrada de Chiapan. Tal 37 Sobre la naturaleza de la escritura pictórica centromexicana, véase Wright, 2005: I, 277-347. Un análisis de los signos gráficos pictóricos del Mapa de Huamantla muestra que 689 de los 704 signos (el 97.87 %) son semasiográficos, es decir, expresan ideas, sin estar ligadas necesariamente con alguna estructura lingüística en un idioma determinado. No hay casos claros de glotogramas (signos que expresen palabras, morfemas, sílabas o fonemas), aunque hay 15 signos que podrían estar en esta categoría. Las hipótesis sobre la posible naturaleza glotográfica de estos signos incluyen lecturas en otomí y en náhuatl (Wright, 2005: I, 469-478). 38 Carrasco (1987: 136) relaciona a Madre Vieja con la Luna. Aguilera (1979; 2001: 11-92) dice que el numen lunar de los mexicas era masculino. Seler (1990-1998: IV, 155) señala los vínculos entre la Madre de los Dioses y la Luna en el Códice Borgia. Brundage (1988: 8, 162-164, 224 [nota 12]) asocia a la diosa mexica Tlazoltéotl con la Luna y con Ix Chel, diosa lunar maya. Véase también González Torres, 1981: 85-101. 39 Apéndice, glosas hua06.01, hua06.04 y hua06.05. 40 Ramos, 1582: 10r. 8 conflación pudo haber sido un elemento clave en un sistema ideológico que fortalecía la identidad étnica y la legitimación dinástica de distintos grupos de otomíes. La ruta de los otomíes hacia Tlaxcala se manifiesta en el Mapa de Huamantla como un camino de huellas de pies. Después de salir de la cueva, los ancestros de los señores de Huamantla pasan por dos pueblos, identificados por Aguilera como Xochitlan (cerca de Tula de Allende) y Zacapechco (un cerro al sur de Chiapan).41 En este momento la ruta migratoria sale del fragmento 6 y la volvemos a encontrar en el fragmento 1, en Teotihuacan, identificado por dos basamentos escalonados, pintados con color gris para indicar su estado arruinado.42 Ahí vemos una representación de un sacrificio por fuego y el surgimiento del dios solar. Estamos todavía en el tiempo cosmogónico: esta escena presenta similitudes notables con la tradición centromexicana sobre la transformación del dios Nanahuatzin en el Quinto Sol, en la hoguera divina de Teotihuacan.43 Los migrantes otomíes penetran en lo que hoy es el noroeste del estado de Tlaxcala, cruzando a la vez el brumoso umbral entre el tiempo primordial y la memoria histórica, en los fragmentos 2 y 5. Pasan por un lugar identificado por una glosa como Yahualoyocan (“lugar rodeado”).44 Ahí hay un conjunto de signos pictóricos que expresa una batalla: un gran signo “agua-incendio”, compuesto de dos bandas trenzadas, una de agua y otra de tierra incendiada. Este signo es flanqueado por guerreros armados con escudos y macanas o con arcos y flechas. Hay dos posibles interpretaciones de esta escena. Por un lado, podría ser la expresión de un suceso histórico en la migración de los otomíes rumbo al oriente de Tlaxcala, una batalla librada para ganarse el derecho de pasar adelante o de establecerse definitivamente en la región. Por el otro, esta escena podría representar el hecho de que había una frontera de guerra entre los señoríos del valle de México y los del noroeste de Tlaxcala. De la misma manera, pero con cinco escenas de batalla, se marca la frontera sudoriental del territorio tlaxcalteca. Sabemos que los otomíes tenían el papel, dentro de la confederación tlaxcalteca, de defender las fronteras.45 Puede ser que los conjuntos de signos marciales expresen las zonas de guerra en los límites territoriales de la confederación tlaxcalteca, más que hechos históricos específicos. La primera hipótesis supone la sincronía de esta fase de la migración y el encuentro bélico. La segunda toma en cuenta el hecho de que la estructura del Mapa de Huamantla es esencialmente espacial; los sucesos registrados en una zona específica del espacio cartográfico no necesariamente son contemporáneos. Después de pasar por el terreno donde se representa la referida batalla, el camino de huellas llega al signo pictórico de un cerro de cima negra, tal vez Tliliuhquitépec, “en el cerro negro”, que durante el Posclásico Tardío era un señorío autónomo o semiautónomo de cierta importancia, habitado por otomíes. Se encontraba cerca de la frontera entre el Acolhuacan, o dominio tetzcocano, y los territorios de la confederación tlaxcalteca.46 Cerca de ahí, en un lugar identificado como “Antlacaltepech” (hoy Atlangatepec),47 hay una 41 Aguilera, 1984: 35, 37. En este manuscrito los edificios intactos invariablemente presentan superficies blancas. 43 Véanse las tres versiones alfabéticas de esta narración: (1) Leyenda de los Soles (Bierhorst [traductor y editor], 1992: 90, 91; 1998: 147-149; Tena [traductor y editor], 2002: 180-184; Velázquez [traductor y editor], 1992: 121, 122); (2) libro 3 del Códice florentino (Sahagún, 1974-1982: IV, 1; 1979: I, 202r [libro 3, capítulo 1]); (3) libro 7 del Códice florentino (Sahagún, 1974-1982: VIII, 3-8; 1979: II, 228v-233r [libro 7, capítulo 2]). 44 Apéndice, glosa hua05.01. 45 Muñoz, 1984: 179. 46 Sobre Tliliuhquitépec, véase Davies, 1968: 68, 73, 74, 152, mapa 3. 47 Apéndice, glosa hua05.02. 42 9 representación de un sacrificio humano por flechamiento ante la diosa Serpiente Mujer.48 Enseguida los migrantes atraviesan el río Zahuapan y continúan su camino hacia el sudeste, según leemos en las huellas de pies que marcan la ruta. El fragmento 8 contiene parte de la ruta migratoria. De ser correcta la propuesta de Aguilera sobre la colocación de este fragmento con relación a los demás, este trayecto representaría una desviación en el camino de los migrantes hacia el Oriente, hasta el pueblo identificado por Aguilera como Cuauhpechco. De ahí el camino dobla hacia el Noroeste.49 Finalmente llegan los migrantes a las tierras al nordeste del volcán La Malinche, región que se representa en los fragmentos 3 y 4. El camino se divide en tres. Una rama pasa por Tecóac (o Tecoactzinco) y llega a un pueblo identificado por una glosa como Hueimetlan (“gran lugar de magueyes”).50 Otra rama termina en un pueblo sin glosa, ubicado entre Tecóac y Huamantla. La tercera llega a Cuauhmantlan (“junto al bosque”, hoy Huamantla)51 y continúa hacia la frontera sudoriental de la provincia de Tlaxcala, donde se libra una serie de batallas, marcadas por una hilera de cinco signos agua-incendio. Los signos agua-incendio corren de un lado del mapa a otro, cerrando el espacio dominado por el signo de Huamantla y marcando una frontera que se defendía con las armas. Más allá de la hilera de signos agua-incendio, había una franja de unos 66 centímetros, antes de llegar al final del manuscrito, en su extremo sudoriental. Sólo se conserva la mitad de esta franja, en el fragmento 7. Ahí podemos ver cómo el camino de huellas que sale del pueblo de Huamantla pasa por una de las escenas de batalla y se dirige al pueblo de Yahualyocan, “lugar redondo/rodeado”.52 De este pueblo sale el camino rumbo a Zacateotlan, “lugar del dios de la gramínea”.53 De Zacateotlan el camino se dirige de vuelta a Huamantla. Un tercer pueblo, ubicado al nordeste de Zacateotlan, es identificada en una glosa como “Mazap […]”, “[…] venado”,54 leída por Lorenzo Boturini en el siglo XVIII como “Mazapìla”, posiblemente Mazapillan, “lugar del venadito”.55 Estos tres señoríos — Yahualyocan, Zacateotlan y Mazapillan— han sido ubicados por Carmen Aguilera en el estado de Puebla, al sudeste del volcán La Malinche.56 Evidentemente la extensión de la ruta migratoria hacia estas tierras tiene la intención de documentar la situación política en la frontera del territorio dominado por Huamantla. Las glosas alfabéticas asociadas con Yahualyocan, Zacateotlan y Mazapillan incluyen información adicional que posiblemente se refiere a los fundadores de sus dinastías gobernantes.57 Quizá se trate de una expresión de las redes de vínculos dinásticos que cimentaban los lazos políticos entre los señoríos de la región. Los signos que corresponden a estas glosas muestran los señores Halcón (en Yahualyocan), Jaguar (en Zacateotlan) y Pedernal (en Mazapillan), sentados enfrente de sus palacios, con flores en las manos y signos antroponímicos encima de sus cabezas. 48 Sobre esta deidad, llamada Cihuacoatl en náhuatl, véanse Aguilera, 2000; Brundage, 1988: 168-171; González Torres, 1988: 143, 144. 49 Aguilera (1984: 35, 37, 38, 52) basa esta identificación en una lectura de un signo pintado (“Cuauhpechco, ‘Lugar del cobertizo de madera’”), sin el respaldo de una glosa. 50 Apéndice, glosa hua04.05. 51 Apéndice, glosa hua04.09. 52 Apéndice, glosa hua07.03. 53 Apéndice, glosa hua07.01. 54 Apéndice, glosa hua07.02. 55 Boturini, 1999: II, 38 (§ XX, no. 2). 56 Aguilera, 1984: 39, 40, 52. 57 Apéndice, glosas hua07.01, hua07.02 y hua07.03. 10 Los cinco signos “agua-incendio” en la parte suroriental del mapa forman el núcleo de una estructura icónica guerrera. De estos signos parten siete caminos de sangre, ejecutados con pinceladas cargadas de pintura roja. Tres de estas rutas se extienden hacia el Noroeste, atravesando la falda del volcán La Malinche y la llanura de Huamantla. Cuatro se dirigen al Sudeste: uno se pierde, por el estado fragmentario del manuscrito, y tres terminan en los pueblos de Yahualyocan, Zacateotlan y Mazapillan. De esta manera los caminos de sangre forman un sistema a través de una amplia porción del mapa. Al final de cada camino (excepto el que quedó trunco) encontramos conjuntos similares de signos, que constan de un guerrero triunfante, su rostro pintado con las bandas rojas características de los otomíes,58 armado con escudo y macana, arrastrando por el pelo a un cautivo de piel blanca (el color parece deberse a su estado desangrado). Sin asociarse directamente con los caminos de sangre, pero colocados cerca de ellos, hay cinco conjuntos guerrero-cautivo con las mismas características: dos de ellos se dirigen hacia Huamantla y tres más están colocados cerca de los guerreros con cautivos, asociados con caminos de sangre. En cuatro casos los guerreros triunfantes entregan sus cautivos a hombres con gorros rojos, quienes les reciben, tomándoles de la mano. Tres de estos señores de gorro rojo se encuentran cerca de los caminos de sangre que atraviesan la planicie de Huamantla; uno se ubica al sudeste de la frontera de guerra, en el pueblo de Zacateotlan. El punto culminante de esta estructura icónica se encuentra al noroeste del signo de Huamantla, cerca del término de un camino de sangre: un hombre yace sobre un altar formado de círculos, probablemente piedras; tiene una gran incisión en el tórax, de la cual brota un grueso chorro de sangre. Esto se encuentra al lado de una escena de la entrega de un cautivo a un hombre de gorro rojo. Toda esta estructura parece indicar que participaban guerreros de diferentes pueblos en las guerras, llevando los prisioneros a sus pueblos respectivos para sacrificarlos. En tres casos los guerreros llevan sus prisioneros hacia pueblos con capillas cristianas, identificadas por las cruces en sus interiores. Dos guerreros se dirigen a Huamantla, donde se representan una capilla y un edificio que parece ser el convento. Esto suscita el problema de la sincronicidad o no de los sucesos expresados en espacios contiguos del espacio cartográfico. La coexistencia de las guerras, el sacrificio de los cautivos y el culto cristiano parece anacrónica, aunque sabemos que las prácticas rituales de los indígenas del centro de México, incluyendo los sacrificios humanos, sobrevivieron durante varias décadas después de la Conquista.59 Pero no tenemos evidencia histórica de actividades bélicas en esta región después de la Conquista. Parece que aquí se yuxtaponen sucesos de distintos periodos. La estructura de signos guerreros abarca la región inmediata a Huamantla. El límite noroccidental de esta estructura es marcado por una hilera de signos pictóricos de diversas categorías, incluyendo cinco representaciones de escudos junto a macanas, aparentemente marcando otra frontera que se defendía con las armas. Hacia el Noroeste, cerca de los límites entre el valle poblano-tlaxcalteca y el valle de México, hay dos más conjuntos escudo-macana. El primero se encuentra cerca del signo del cerro negro (Tliliuhquitépec), en un lugar identificado como Atlangatepec, y se asocia con la un sacrificio humano por 58 Vemos la misma pintura facial en el signo toponímico de Otompan, “lugar de los otomíes”, en el Códice mendocino (Berdan/Anawalt [editoras], 1992: 3v). 59 Para un caso de idolatría entre los otomíes de la región de Huamantla, véase Gruzinski, 1988: 107-124; 1989: 89-104. Para otro en un pueblo otomí del sur del Valle del Mezquital, véanse Arias, 1997: 323-350; Publicaciones del Archivo General de la Nación, 2002: 1-16. Este proceso ha sido comentado por Carrasco (1987: 95, 97, 110, 135, 165, 166, 174, 177, 205, 207, 211, 219, 225, 318). Para un tercer caso, en un pueblo otomí no identificado, véase Ramos, 1582: 6v. 11 flechamiento. El segundo se encuentra junto al volcán Popocatépetl, del lado poblano, cerca de un signo toponímico de un árbol. Este signo es asociado por Aguilera con el pueblo de Huejotzingo (Huexotzinco, “pequeño/venerado/estimado lugar de sauces”).60 Hay dos conjuntos más de signos guerreros. Ambos fueron ejecutados con una línea de contorno relativamente delgada, sin colores en su interior, y contienen los mismos elementos: un guerrero parado, armado con escudo y macana. Al lado de uno de estos guerreros se pintó, también sin colores, un arco y una flecha, con el sentido metafórico de guerra o conquista. Aparte de la ausencia de colores, ambos conjuntos comparten rasgos que los distinguen de los demás signos de guerreros en este manuscrito: sus taparrabos carecen de nudo y sus macanas carecen de filos de obsidiana. Parece que estos signos fueron agregados al manuscrito en algún momento posterior a la ejecución de los demás signos. Cada uno de estos guerreros se encuentra junto a la base de un cerro, cerca del gran signo “agua-incendio” del fragmento 5. Esta concentración de signos marciales, en el paso entre el valle de México y Tlaxcala, subraya la importancia estratégica de esta zona. Destaca, en la esquina oriental del fragmento 5, una escena que representa el paso de Hernán Cortés por el oriente del valle de Tlaxcala. En ella dos jinetes españoles con picas decapitan a siete indios. Seis de éstos yacen en el suelo, pálidos y con los ojos cerrados, entre chorros de sangre; uno todavía se encuentra en pie y con el ojo abierto, con la cabeza separada del cuerpo. La parte central de la escena muestra a un hombre español, vestido con zapatos rojos, capa roja con borde azul, gola y sombrero rojo. Seguramente representa a Hernán Cortés.61 Éste se para sobre un cerro, en cuyo interior se representa un octavo indígena decapitado. Abajo hay veinte círculos cuyo significado no es evidente. Varios indígenas le entregan tributos: cuatro mujeres extienden copas con agua; cuatro hombres traen pavos y dos de ellos cargan pacas de forraje en sus espaldas; un hombre ofrece un sartal de cuentas. Encima de la escena hay más tributos: recipientes con círculos blancos (¿tamales, tortillas o huevos?) y pavos, así como más pacas de forraje. Aquí se fusionan distintos momentos en una sola escena: mientras los conquistadores decapitan a los indios, sus caballos toman agua de recipientes de barro o piedra y Cortés recibe los tributos. Esta escena guarda bastante semejanza con lo que narran los cronistas de la Conquista, sobre la entrada de Cortés en los dominios de la confederación tlaxcalteca y su lucha con los otomíes que defendían las fronteras. Esto sucedió en septiembre de 1519. Hubo una batalla cerca de Quimichocan,62 en el cual los guerreros indígenas impresionaron a los europeos con sus habilidades marciales. Los españoles tomaron el señorío de Tecóac,63 avanzaron hasta Tzompantzinco y establecieron un campamento, desde el cual emprendieron una serie de campañas contra los pueblos cercanos, antes de hacer las paces con los señores del núcleo de la confederación de Tlaxcallan.64 La escena referida del 60 Davies, 1968: 66-150; Gerhard 1986: 144-146. Una glosa lo identifica como “marq[ué]s” (apéndice, glosa hua05.05), título otorgado a Cortés. 62 Hay un Cerro Quimichco, a 10 km al noroeste de Huamantla (Carta topográfica, 2000: E1403). 63 Hay un pueblo llamado Tecóac (o Francisco Villa) a sólo 8 km al norte de Huamantla (Carta topográfica, 2000: E1403). Sigue siendo polémica la ubicación del Tecóac prehispánico (Aguilera, 1984: 37, 39; Davies, 1968: 67, 151, mapa 3; García/Merino, 1989: 154; Gibson, 1967: 8; Sahagún, 1974-1982: XIII, 27 [nota 2]). 64 Aguilar, 1980: 70-75; Cortés, 1963: 30-32 (2a. relación); Díaz del Castillo, 2001: 51r-60r (capítulos 62-73); Durán, 1967: II, 528, 531 (Historia de las Indias); Muñoz, 1984: 104, 105, 185; Sahagún, 1974-1982: XIII, 2728; 1979: III, 421v-422v (libro 12, capítulo 10). 61 12 Códice de Huamantla se relaciona con estos sucesos. Los paralelos entre la versión pintada y una narración verbal en náhuatl, plasmada en el Códice florentino, son notables.65 En el fragmento 2, junto a la isla de Tenochtitlan, se representa una casa de techo plano con un hombre español enfrente, de manera análoga a las casas que representan las sedes gubernamentales de los señoríos y barrios de los indígenas. El español viste zapatos, jubón, cinturón, collar y sombrero negro. La casa tiene un rasgo distintivo que no tienen las casas señoriales indígenas: un basamento de sillares. Parece que la intención fue expresar el asentamiento del poder español en la Ciudad de México. El hombre podría ser Hernán Cortés, como primer gobernador de la Nueva España, o un virrey. El hecho de que los signos que expresan el poder español no tengan colores y que tuvieron que colocarse al lado de la isla, sugieren que estos elementos fueron agregados después de los demás signos, actualizando el relato y agregando profundidad cronológica a esta parte del manuscrito. En el fragmento 3, dentro de una zona que colinda con el gran signo toponímico de Huamantla en el fragmento 4, vemos las representaciones de dos edificios de estilo europeo. La primera representa una iglesia o capilla, con un vano que remata en un arco, con una cruz latina en su interior; en la parte superior sobresale un volumen rectangular, tal vez la base de una torre o espadaña. El segundo signo arquitectónico representa un edificio de dos pisos, con un vano rectangular en la planta baja, un arco y tres vanos cuadrados en la planta alta. Cada edificio se levanta sobre un basamento con dos hileras de sillares de piedra. Entre estos edificios hay una representación antropomorfa, de un hombre vestido con un hábito gris y un cordón en su cintura, identificándolo como franciscano. Extiende sus manos hacia la iglesia. Se trata de una representación del primitivo conjunto conventual de Huamantla. Es probable que el signo antropomorfo sea una representación pictórica de fray Pedro Meléndez, quien dirigió la obra del convento a partir de 1569.66 El manuscrito como reflejo de la cultura El Mapa de Huamantla refleja la mentalidad, la cultura y las preocupaciones políticas de sus creadores. Su aspecto y su contenido son consistentes con lo que hemos podido entender acerca del desarrollo de este pueblo otomí durante el último tercio del siglo XVI, cuando surgió como la principal cabecera regional del oriente de la provincia de Tlaxcala.67 El estilo del manuscrito cabe dentro de la tradición plástica y gráfica del centro de México. Representa, junto con el Tonalámatl de Aubin, una variante regional de esta tradición.68 Esto es comprensible cuando consideramos la relativa homogeneidad cultural de los diversos grupos étnicos y lingüísticos que convivían en los valles centrales de México en tiempos de la Conquista. No había rasgos estilísticos que distinguían a los manuscritos pintados por otomíes de los que producían sus vecinos y parientes nahuas. Sabemos por el Mapa de Huamantla que los habitantes otomíes de la falda oriental del volcán La Malinche —al menos una parte importante de ellos— procedían de la región al noroeste del valle de México. La migración descrita en este manuscrito es confirmada en otros documentos del siglo XVI, que vinculan este movimiento con la expansión del poderío de los señoríos nahuas que se establecieron en el valle de México durante el Posclásico 65 Sahagún, 1974-1982: XIII, 27-28 (libro 12, capítulo 10); 1979: III, 421v-422v. Aguilera, 1984: 15, 16. 67 Ciudad Real, 1976: I, 92; Muñoz, 1984: 72, 83; Rendón Garcini, 2000; Trautmann, 1997b: 49. 68 Véanse Barlow, 1995: 471; Boone, 1996: 191; Nicholson, 1967: 81, 82. 66 13 Tardío, desplazando a varios grupos de otomíes. Los señores de Huamantla conservaban el recuerdo de sus orígenes. Como otros grupos del centro de México, los hechos históricos se enlazan con los tiempos cosmogónicos de una manera continua y fluida. Las fuentes alfabéticas señalan que al final de la época Prehispánica el señorío predominante del oriente de la provincia de Tlaxcala fue Tecóac. Huamantla surgió como cabecera regional, décadas después de la Conquista, aprovechando la desarticulación de las estructuras políticas anteriores. Los señores de Huamantla tuvieron que consolidar su dominio sobre los habitantes de esta región. Competían con el cabildo indio de Tlaxcala, la cabecera de la provincia, que ejercía su soberanía sobre los demás pueblos de su jurisdicción. El tercer factor político fueron los colonos españoles, quienes llegaron en números importantes a Huamantla y ejercieron presiones que influyeron en los equilibrios y desequilibrios de la política regional. Una parte importante del proceso del surgimiento de Huamantla fue el establecimiento de un convento franciscano en el pueblo, detonando la formación de un núcleo urbano con palacio señorial, arquitectura religiosa y mercado. A lo largo del periodo Novohispano, los otomíes de Huamantla se esforzaron por conseguir su autonomía frente a Tlaxcala. Los colonos españoles aprovecharon esta situación para aumentar su control del pueblo y de las tierras productivas en sus alrededores.69 La creación del Mapa de Huamantla se inserta en esta red de tensiones políticas. Los gobernantes otomíes plasmaron las bases de su poder en este manuscrito. El género cartográfico-histórico, que privilegia la expresión del espacio geográfico sobre las consideraciones cronológicas, fue elegido para expresar una versión oficial del origen del grupo, su llegada al territorio tlaxcalteca y las batallas que libraron para ganarse un lugar en su nuevo entorno político. La escena del paso sangriento del ejército de Cortés, incluyendo la derrota de las fuerzas armadas de Tecóac, habla del establecimiento de un nuevo orden político que justificaba el surgimiento de una nueva cabecera regional. El convento franciscano, las capillas y la representación del fraile ocupan lugares prominentes en la composición. El signo toponímico de Huamantla domina la composición en el centro de la porción sudoriental del mapa. Es especialmente relevante el enorme tamaño de este manuscrito. No fue pintado sólo para guardar la memoria histórica. Los escribanos nativos crearon una obra calculada para impresionar, como pieza central en las declamaciones de las tradiciones orales que legitimaban el poder de los gobernantes otomíes de Huamantla. Apéndice. Glosas en náhuatl del Mapa de Huamantla Los fragmentos del Mapa de Huamantla tienen 32 glosas, de las cuales 7 son ilegibles. Las 25 restantes están escritas en náhuatl. Para cada una de estas glosas se presenta un análisis con los siguientes elementos: (1) una versión paleográfica; (2) una transcripción fonémica, modernizando la glosa según la ortografía creada por J. Richard Andrews, ajustando las palabras según las formas canónicas registradas en los principales diccionarios del náhuatl novohispano del centro de México; (3) la descomposición de los vocablos en sus morfemas constitutivos; (4) el análisis de los morfemas; y (5) la traducción al castellano.70 Cada glosa se identifica con una clave alfanumérica. La primera glosa, por ejemplo, se identifica con la clave “hua01.01”, con la siguiente información: las letras “hua” se refieren 69 Gibson, 1967; Rendón Garcini, 2000; Trautmann, 1997a; 1997b; 1997c; 1997d. Un versión preliminar de este apéndice aparece en Wright, 2007: 216-225. En esta obra el lector encontrará una explicación detallada del método empleado para traducir las glosas. 70 14 al manuscrito, el Mapa de Huamantla; los dos dígitos que siguen indican el número del fragmento; los últimos dos dígitos expresan el número consecutivo asignado a la glosa. Glosa hua01.01 nicah [roto] |nicān| […] |nicān| […] adverbio locativo: “aquí”71 Aquí […] Glosa hua01.02 [ilegible] Glosa hua03.01 nica mentla [ilegible] |nicān metlān| […] |nicān| (|metl| – |tl|) + |tlān| […] adverbio locativo: “aquí” · sustantivo: “con/en/entre/junto a/lugar de” Aquí es Metlan, “lugar de magueyes” […]. “maguey” · sufijo locativo: Glosa hua03.02 nica [ilegible] |nicān| […] |nicān| […] adverbio locativo: “aquí” Aquí […]. Glosa hua03.03 nicah Amoltepech |nicān amōltēpec| |nicān| (|amōlli| – |li|) + (|tēpetl| – |tl|) + (|co| – |o|) adverbio locativo: “aquí” · sustantivo: “amole”72 · sustantivo: “cerro” · sufijo locativo: “a/dentro de/en/en el tiempo de/por/sobre” Aquí es Amoltepec, “en el cerro de amoles”. Glosa hua03.04 [ilegible] Glosa hua03.05 A [ilegible] dequ [ilegible]/[ilegible] tz [ilegible]/[ilegible] nica [ilegible]/[ilegible] yn nicah/[ilegible] hual [ilegible] panamont [?] [ilegible] 71 Nican se relaciona con la partícula interrogativa can |cān|, “¿dónde?/¿adónde?”; el sufijo locativo -can |cān|, “donde/en/en el tiempo de/lugar de/por”; y el adverbio cana |canah|, “en algún lugar”. 72 Amolli o “amole” se refiere a las plantas que se aprovechaban como jabón (Santamaría, 1992: 63, 64). 15 |a […] equi […] tz […] nicān […] in nicān […] hual […] panamont [?] […]| [La falta de legibilidad de esta glosa hace imposibles el análisis morfémico y la traducción.] Glosa hua04.01 pinauiztli |pīnāhuiztli| |pīnāhuiztli|73 sustantivo: “el escarabajo agorero” Pinahuiztli, “el escarabajo agorero”. Glosa hua04.02 [ilegible] Glosa hua04.03 Auh nica te [ilegible] |auh nicān te| […] |auh| |nicān| (|tetl| – |tl|) [?] […] conjunción copulativa: “y” · adverbio locativo: “aquí” · sustantivo usado como adjetivo: “de piedra” [?] Y aquí es Te […], “[…] de piedra” [?].74 Glosa hua04.04 [ilegible] Glosa hua04.05 Ueymetlan |hueimetlān| |huei| + (|metl| – |tl|) + |tlān| sustantivo usado como adjetivo: “grande” · sustantivo: “maguey” · sufijo locativo: “con/en/entre/junto a/lugar de” Hueimetlan, “gran lugar de magueyes”. Glosa hua04.06 [ilegible] Glosa hua04.07 [ilegible] tlan [ilegible] […] |tlan| […]; (2) […] |tlān| […] 73 Las vocales largas se han restaurado suponiendo una relación con la palabra pinahua |pīnāhua|, “tener vergüenza” (Karttunen, 1992: 196; Molina, 1998: II, 82r). Karttunen (1992: 196) registra la voz |pīnāhuiztli|, pero la glosa por error con la palabra “vergüenza”, citando a Molina. En el vocabulario de Molina (1998: II, 82r) encontramos “Pinauiliztli. verguença” y “Pinauiztli. cierto escaravajo q[ue] tenian por aguero”. 74 Probablemente Tecoac, “en la serpiente de piedra” (o Tecoactzinco, “pequeño/venerado/estimado lugar de la serpiente de piedra”), por el contexto de la glosa. 16 […] |tlan| […]; (2) […] |tlān| […] posposición: “al lado de/cerca de/con/debajo de/en/en compañía de/en el interior de/entre/junto a”; (2) sufijo locativo: “con/en/entre/junto a/lugar de” […] tlan […], “[…] al lado de/cerca de/con/debajo de/en/en compañía de/en el interior de/entre/junto a […]”; (2) […] tlan […], “[…] con/en/entre/junto a/lugar de […]”. Glosa hua04.08 [ilegible] tli […] |tli| […] |tli| sufijo absolutivo para raíces nominales que terminan en consonantes aparte de |l| [Algún sustantivo cuya raíz termina en una consonante que no sea |l|]. Glosa hua04.09 quamantla |cuauhmāntlān| (|cuahuitl| – |itl|) + |mān| + |tlān| sustantivo: “bosque/árbol/madera/palo” · sufijo locativo: “donde se extiende(n) sobre una superficie” · sufijo locativo: “con/en/entre/junto a/lugar de” Cuauhmantlan, “junto al bosque”. Glosa hua05.01 nica yahualloyuhca |nicān yahualoyohcān| |nicān| (|yahualoā| – |ā|) + |yoh| + |cān| adverbio locativo: “aquí” · verbo: “rodear” · sufijo concreto: “algo que tiene la cualidad de” · sufijo locativo: “donde/en/en el tiempo de/lugar de/por” Aquí es Yahualoyocan, “lugar rodeado”. Glosa hua05.0275 nicah Antlacaltepech Auh cen […] |nicān ātlāncatēpec auh cen| […] |nicān| (|ātl| – |tl|) + |tlān| + |ca| + (|tēpetl| – |tl|) + (|co| – |o|) |auh| |cen| […] adverbio locativo: “aquí” · sustantivo: “agua” · sufijo locativo: “con/en/entre/junto a/lugar de” · Posposición: “con/con la ayuda de/de/gracias a/por/por medio de/porque” · sustantivo: “cerro” · sufijo locativo: “a/dentro de/en/en el tiempo de/por/sobre” · conjunción copulativa: “y” · número: “uno/enteramente” Aquí es Atlancatepec, “en el cerro del lugar junto al agua” y un […]. Glosa hua05.03 [borrado] zoyahtepec [?] [borrado] 75 Se generó una discusión interesante en torno a esta glosa entre los nahuatlatos de la lista de correo electrónico Nahuat-l (Archives of Nahuat-l, sin fecha: 8-10 feb. 2002). 17 |zōyātēpec| [?] (|zōyātl| – |tl|) + (|tēpetl| – |tl|) + (|co| – |o|) sustantivo: “palma” · sustantivo: “cerro” · sufijo locativo: “a/dentro de/en/en el tiempo de/por/sobre” Zoyatepec [?], “en el cerro de la palma” […]. Glosa hua05.04 [ilegible] Glosa hua05.05 nica hualacico marq[ue]s / yepohualxihuitli ypa omatlac / tli ypa [ilegible] xihuitli76 |nicān huālahcico marquez yēpōhualxihuitl īpan ommahtlactli īpan […] xihuitl| |nicān| |huālahci| + |co| |marquez| (|yēi| – |i|) + (|pōhualli – |li|) + |xihuitl| |ī| + |pan| |om| + |mahtlactli| |ī| + |pan| […] |xihuitl| adverbio locativo: “aquí” · verbo: “llegar” · pseudosufijo propositivo pretérito/presente: “venir con el propósito de (verbo)” · sustantivo prestado del castellano: “marqués” · número: “tres [veces]” · número: “veinte” · sustantivo: “año” · prefijo posesivo 3a. persona singular: “su (de él/ella/ello)” · posposición: “acerca de/con/de/dentro de/durante/en/en el lugar de/en el tiempo de/en la superficie de/por/sobre” · prefijo numeral para sumar · número: “diez” · prefijo posesivo 3a. persona singular: “su (de él/ella/ello)” · posposición: “acerca de/con/de/dentro de/durante/en/en el lugar de/en el tiempo de/en la superficie de/por/sobre” · […] · sustantivo: año Llegó aquí el marqués hace setenta y […] [(3 x 20) + 10 + (ilegible)] años. Glosa hua06.01 nicah toquizyahnoztoc |nicān toquīzayān ōztōc| |nicān| |to| + |quīza| + |yān| (|ōztōtl| – |tl|) + (|co| – |o|) adverbio locativo: “aquí” · prefijo posesivo 1a. persona plural: “nuestro” · verbo: “salir/emerger” · sufijo locativo: “en el lugar donde habitualmente se (verbo)/en el tiempo cuando habitualmente se (verbo)” · sustantivo: “cueva” · sufijo locativo: “a/dentro de/en/en el tiempo de/por/sobre” Aquí, dentro de la cueva, el lugar (o tiempo) de nuestra salida. Glosa hua06.02 [ilegible] h Auh [roto] […] |h auh| […] […] |auh| […] conjunción copulativa: “y” […] y […]. 76 Usualmente la raíz xihui lleva el sufijo absolutivo -tl (Karttunen, 1992: 324; Molina, 1998: II, 159v). 18 Glosa hua06.03 [roto] [borrado] pilhuan […] |pilhuān| […] (|pilli| – |li|) + |huān| [el primer término debe ser un prefijo posesivo; de otra manera no se justificarían ni el uso del sufijo posesivo -huan ni la posposición -huan] · sustantivo: “señor” · sufijo plural posesivo: “mis/tus/sus [de él/ella]/nuestros/sus [de ustedes]/sus [de ellos/ellas]” [-huan también podría ser aquí una posposición: “con/en compañía de/y”] […] [mis/tus/sus/nuestros] señores; (2) […] con el señor. Glosa hua06.04 xuchiltonal |xōchitōnal| (|xōchitl| – |tl|) + (|tōnalli| – |li|)77 sustantivo: “flor” · sustantivo: “día/verano/Sol/calor del Sol” Xochitonal, “día flor/día florido/verano florido/Sol florido/calor florido del Sol”. Glosa hua06.05 chi cuey ytzcuintli |chicuēi itzcuīntli| |chiuc| + |ēi| |itzcuīntli| prefijo numeral: “cinco [más]” · número: “tres” · sustantivo: “perro” Chicuey itzcuintli, “8 perro” [día del tonalpohualli; considerando el contexto de esta glosa, puede ser un antropónimo o una fecha]. Glosa hua06.06 nicah mocenhu [borrado] |nicān mocēhu| […] |nicān| |mo| + (|cēhui| – |i|) […] adverbio locativo: “aquí” · prefijo reflexivo · verbo: “calmarse/hacer descansar a otro/enfriarse” [es imposible determinar el número del verbo por la falta de legibilidad] Aquí descansó/descansaron […]. Glosa hua07.01 Auh nicah zacateotlah yn toconcol / yntocah ocenllotli |auh nicān zacateōtlān in tococōl ītōcā ōcēlōtli| |auh| |nicān| (|zacatl| – |tl|) + (|teōtl| – |tl|) + |tlān| |in| |to| + |co| + (|cōlli| – |li|) |ī| + (|tōcāitl| – |itl|) |ōcēlōtli| 77 La palabra tonalli ha perdido su sufijo absolutivo. Esto ocurre en algunos antropónimos y nombres de dioses que se componen de dos sustantivos (por ejemplo, Tenoch, Cipactonal y Xochiquetzal), aunque lo usual en los sustantivos compuestos es que el segundo término conserve el sufijo absolutivo (por ejemplo, Quetzalcoatl) (véanse Berdan/Anawalt, editoras, 1992: 2r; Sahagún, 1974-1982: I, 112-122). 19 conjunción copulativa: “y” · adverbio locativo: “aquí” · sustantivo: “gramínea” · sustantivo: “dios” · sufijo locativo: “con/en/entre/junto a/lugar de” · partícula ubicua · prefijo posesivo 1a. persona plural: “nuestro” · reduplicación del CV inicial de la palabra siguiente · sustantivo: “abuelo/antepasado” · prefijo posesivo 3a. persona singular: “su (de él/ella)” · sustantivo: “nombre” · sustantivo: “jaguar/ocelote” Y aquí es Zacateotlan, “lugar del dios de la gramínea”; el nombre de nuestro antepasado es Ocelotl, “el jaguar (u ocelote)”. Glosa hua07.02 nica mazap [ilegible] / yntoca [ilegible] |nicān mazāp […] ītōcā […]| |nicān| (|mazātl| – |tl|) […] |ī| + (|tōcāitl| – |itl|) […] adverbio locativo: “aquí” · sustantivo: “venado” · […] · prefijo posesivo 3a. persona singular: “su (de él/ella)” · sustantivo: “nombre” […] Aquí es Mazap […], “[…] venado”, el nombre de […].78 Glosa hua07.03 nica yahuayohca yntoca cuitli [?] yn toconcol |nicān yahualyohcan ītōcā cuixtli in tocōcōl| |nicān| (|yahualli| – |li|) + |yoh| + |can| |ī| + (|tōcāitl| – |itl|) |cuixtli| |in| |to| + |cō| + (|cōlli| – |li|) adverbio locativo: “aquí” · sustantivo: “asentadero de olla hecha de cestería”79 · sufijo concreto: “algo que posee la cualidad de” · sufijo locativo: “donde/en/en el tiempo de/lugarde/por” · prefijo posesivo 3a. persona singular: “su (de él/ella)” · sustantivo: “nombre” · sustantivo: “milano/gavilán/halcón” · partícula ubicua · prefijo posesivo 1a. persona plural: “nuestro” · reduplicación del CV inicial del sustantivo siguiente · sustantivo: “abuelo/antepasado” Aquí es Yahualyocan, “lugar redondo/rodeado”; el nombre de nuestro antepasado es Cuixtli, “el halcón”.80 Glosa hua08.01 [ilegible] Glosa hua08.02 [ilegible] zanm [?] [ilegible] […] |zanm| [?] […] [La falta de legibilidad de esta glosa hace imposibles el análisis morfémico y la traducción.] 78 En el siglo XVIII Boturini leyó “Mazapìla” en una glosa, probablemente ésta, del Mapa de Huamantla (Boturini, 1999: II, 38, 30 [§ xx, no. 2]). 79 En el vocabulario de Molina (1998: II, 31v) hay varias palabras que empiezan con “yaual”, relacionadas con la idea de “redondez” y “rodear”. 80 “Cuitli” parece ser una variante de cuixtli, que a su vez es variante de cuixin, “halcón”. Cuixtli es un nombre común en los registros parroquiales de los pueblos otomíes del Mezquital (Christensen, 2003: 19). 20 Referencias ACOSTA, Joseph de. Historia natural y moral de las Indias en que se tratan de las cosas notables del cielo / elementos / metales / plantas y animales dellas / y los ritos / y ceremonias / leyes y gobierno de los indios. 2a. reimpresión de la 2a. ed. Edmundo O’Gorman, editor. México: Fondo de Cultura Económica, 1985. AGUILAR, Francisco de. Relación breve de la conquista de la Nueva España. Jorge Gurría Lacroix, editor. México: Instituto de Investigaciones Históricas, Universidad Nacional Autónoma de México, 1980. AGUILERA, Carmen. “Coyolxauhqui y la Vía Láctea”. Ciencia y Desarrollo (Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología). 1979, no. 24, p. 6-10. ________. 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