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Tema 8. LA ACCIÓN MORAL Y LAS TEORÍAS ÉTICAS
1. DEFINICIÓN DE ÉTICA Y MORAL: EL PROBLEMA DE LA AUTONOMÍA
PERSONAL.
1.1. Definición de moral.
Moral proviene etimológicamente de la palabra latina “mos, moris”, que significa
costumbre. El conjunto de normas, usos y leyes que el hombre percibe como obligatorias en
conciencia. Es decir, la moral es el conjunto de normas o reglas de acción que rigen nuestra
conducta y que provienen de la sociedad.
Aspecto social:
Las morales, puesto que forman parte de la vida humana concreta, teniendo su fundamento
en las costumbres, son muchas y variadas (la cristiana, la musulmana, la moral de los indios
hopi, etc.) y se aceptan tal como son. La moral es, por tanto, un hecho social. Toda sociedad
posee un código de costumbres-normas que rige la conducta de los individuos. Pero estas
costumbres o normas no requieren sanción o castigo alguno en su incumplimiento.
Aspecto personal:
La moral tiene, por otra parte, una dimensión personal, por cuanto los individuos no aceptan
todas las normas sociales: Existen muchas normas y valores en una sociedad, y los individuos se
ven obligados a elegir. En una sociedad moderna no existe unanimidad en los valores y normas
morales, hay que elegir, por lo tanto se debe reflexionar y tomar una decisión dependiendo de
cada situación vital.
1.2. Definición de ética.
Ética proviene etimológicamente de la palabra griega “ethos”, que significa carácter, y hace
referencia a lo propio, incluido todo lo relacionado con el ámbito de la administración de la
casa. Siguiendo su significado etimológico, podríamos decir que la ética nos ayuda a
administrar los recursos de nuestro temperamento y de nuestra fortuna para llegar a ser felices.
En la actualidad, la ética es la rama de la filosofía cuyo objeto de estudio es la moral. La ética se
define como una reflexión crítica acerca de la moral, mientras que la moral es un “hecho”, es
decir, es algo que está dado (normas, valores) en la sociedad.
En definitiva, la ética es a la moral lo que la teoría es a la práctica:
La moral es un tipo de conducta, una praxis
La ética es una reflexión filosófica, una teoría.
1.3. El problema de la autonomía moral.
Tal y como hemos definido los términos ética y moral, cabría pensar que la moral es
resultado del proceso de interiorización de las normas de nuestra cultura (proceso de
socialización). Por tanto, la moral no tendría que ver con la libertad personal, es decir, la moral
nos vendría dada de forma acrítica e irreflexiva.
Por otra parte, la ética sólo tendría sentido si el hombre fuera libre, autónomo y pudiera
reflexionar sobre las normas y valores, fundamentándolas o criticándolas, distanciándose de las
imposiciones sociales.
Por tanto, el problema de la ética es el problema de la autonomía o libertad personal, porque
si todo está determinado por el proceso de aprendizaje social (moral) la ética no tendría sentido.
2. Las normas y valores morales.
2.1. Definición de norma moral.
Las normas morales son reglas que controlan la conducta de los individuos de una determinada
cultura. Las normas morales, a diferencia de las normas o leyes del derecho, no son explícitas y
coercitivas, sino que se captan en las valoraciones y jerarquías del contexto social. Es decir, los
valores anteceden a las normas y son su fundamento.
2.3. Definición de valor moral.
Los valores morales son cosas, objetos, acciones o relaciones entre personas que captamos
intuitiva y emocionalmente como deseables. Los valores morales se caracterizan por su
pretensión de universalidad y objetividad. Por ejemplo: la justicia, la veracidad, el dinero…
3. LOS CONCEPTOS DE AUTONOMÍA Y HETERONOMÍA MORAL.
3.1. Autonomía moral.
Autonomía tiene su raíz etimológica en las palabras griegas “auto”, que significa “uno
mismo”, y “nomos”, que significa ley, norma. Por tanto, desde un punto de vista etimológico,
autonomía significa darse las normas a uno mismo.
El significado moderno de autonomía es el siguiente: autonomía moral quiere decir que el
sujeto libre y racional es capaz de darse las normas morales a sí mismo, eligiéndolas
racionalmente sin coacciones ni influencias sociales.
La autonomía moral es un concepto de la ética formal kantiana (siglo XVIII). Según Kant,
las éticas formales son las únicas autónomas. Por otra parte, las éticas materiales son todas
heterónomas.
3.2. Heteronomía moral.
Heteronomía tiene su raíz etimológica en las palabras griegas “hetero”, que significa “el
otro”, y “nomos”, que significa ley, norma. Por tanto, desde un punto de vista etimológico,
heteronomía significa que las normas nos las dan los otros.
El significado moderno de heteronomía es el siguiente: heteronomía moral quiere decir que
no somos libres a la hora de elegir las normas, sino que nos vienen dadas por el proceso de
socialización, es decir, las normas las interiorizamos y aprendemos desde la sociedad, primero
desde la familia y luego desde las instituciones.
4. LIBERTAD Y DETERMINISMO.
Hemos dicho que la autonomía moral se basa en la creencia en la libertad del sujeto.
La libertad es la base de la moralidad. Es decir, donde no hay libertad no hay responsabilidad
moral. Si definimos libertad como la posibilidad de elegir entre distintas opciones a la hora de
actuar, tendremos que concluir que los animales no son morales, pues no pueden elegir hacer lo
que hacen al estar determinados por sus instintos.
Sin embargo, hay teorías que niegan dicha libertad. A estas teorías se les denominan
deterministas.
Algunos tipos de determinismos son los siguientes:
a. Determinismo socio-cultural: la ética y la moral serían resultado del proceso de
enculturación e interiorización inconsciente y acrítica de valores y normas. P.e: en el
sociologismo de J. Dewey, la ética y la moral se reducen a sociología.
b. Determinismo biológico: el ser humano es fruto de su herencia genética, y la libertad es
sólo una ficción. P.e: la sociobiología de Wilson.
c. Determinismo mecanicista: el universo es una máquina donde todo se encuentra
predeterminado. El ser humano forma parte del mecanismo, por tanto la libertad sólo
sería una ficción. P.e: Spinosa.
d. Determinismo psicológico. Hay dos tendencias:
- La Psicoanalítica (S. Freud): la moral es sólo la represión social interiorizada (súperyo) que controla las pulsiones y canaliza la libido (ello) para fines más elevados
(trabajo, arte) del “yo”.
- La conductista: el ser humano es sólo el lugar vacío entre los estímulos externos y las
respuestas. P.e: Skinner. Según Skinner, no somos libres. Los hombres no tienen
capacidad de deliberación, actuamos de forma inmediata. La educación recibida ha
potenciado que ante determinados estímulos, reaccionemos siempre de la misma
manera.
IV. PRINCIPALES TEORÍAS ÉTICAS.
1. Introducción: criterios de clasificación de las principales teorías éticas.
Las teorías éticas son los diferentes intentos de justificación de las normas y prácticas
morales.
Criterios de clasificación de las distintas teorías éticas:
a. Según el origen y fundamentación de las normas morales. Así, para algunos autores las
normas morales proceden de la naturaleza humana fijada por Dios; en cambio, para otros,
las normas proceden de la sociedad, del diálogo, del pacto racional.
En función de este criterio podemos clasificar las teorías éticas en:
Éticas convencionales (sofistas) y
Éticas iusnaturalistas (St. Tomás)
b. Según el modo de determinar la bondad o la maldad de las acciones humanas. Así, para
algunos autores la bondad viene definida por el objeto de las acciones: algo es bueno o
malo en sí mismo, por ejemplo “matar” es malo es sí mismo porque está prohibido en los
mandamientos. En cambio, para otros autores, la bondad de las acciones depende sólo de
la intencionalidad de la voluntad del sujeto: algo es bueno o malo dependiendo del
porqué lo elijamos, por ejemplo “matar” es malo porque no es algo que la mayoría
desinteresadamente eligiera como deseable.
Según este criterio se pueden clasificar las teorías éticas en:
Éticas materiales (Aristóteles) y
Éticas formales (Kant)
Podemos establecer, por tanto la siguiente clasificación:
Éticas de los fines o
teleológicas
Éticas materiales
Ética aristotélica.
Las Escuelas Helenísticas
Utilitarismo y pragmatismo
El iusnaturalismo de Tomás de
Aquino
Ética de los valores Max Scheler
Teorías éticas
Éticas Formales o
deontológicas
Ética formal kantiana.
Ética analítica.
Revisiones críticas del
formalismo.
2. Resumen de algunas de las principales teoría éticas.
Sócrates y después Platón reflexionaron sobre la posibilidad de encontrar un criterio
racional con el que distinguir la verdadera virtud (areté, excelencia) de su mera apariencia. El
intelectualismo moral al que llegaron por distintos caminos estos dos filósofos griegos
afirmaba que sólo conociendo qué es el bien, qué es la virtud y cómo se define cada una de ellas
se podría llegar a serlo en la vida práctica. Sólo el ignorante puede obrar mal.
Esta postura fue duramente criticada por Aristóteles, el primer autor que hizo un tratado
sistemático de ética en sus obras Ética a Nicómaco y Ética a Eudemo. Para el estagirita, el
conocimiento de qué sea el bien o la virtud no garantiza en absoluto que uno sea bueno y
virtuoso en la vida ordinaria. Únicamente a través del ejercicio y la práctica de las virtudes
podrán convertirse éstas en un hábito de la conducta.
El teleologismo aristotélico se aplicará también al ámbito de la praxis: todo en la naturaleza
tiende a un fin. Ahora bien, el fin y máximo bien del hombre que ha de ser deseado por sí
mismo y no como medio para otra cosa es la felicidad (eudaimonía), que consistirá en el
cumplimiento de nuestra propia esencia mediante la realización de las actividades que nos son
propias: la contemplación, el ejercicio de la inteligencia teórica. La ética aristotélica se
denomina eudemonista, porque está dirigida a la consecución de la felicidad.
En la época helenística aparece otro tipo de sistematización ética en la que la felicidad se
adquiere a través del placer. Para Epicuro este placer consiste en la ausencia de dolor, por lo
que su ética hedonista propondrá un sabio cálculo entre los placeres que nos permita alcanzar
el máximo de placer y el mínimo de dolor.
En la Edad Media las teorías éticas buscan una conciliación con la doctrina moral cristiana. En
Tomás de Aquino tal armonización se lleva a cabo sobre la base de la ética aristotélica, dando
lugar a un eudemonismo en el que el máximo bien (felicidad) se identificaba con Dios. Éste es
el que da la ley eterna y establece los contenidos de la verdadera moral como una ley natural en
los hombres. La ley natural contiene principios normativos, que se hallan en nosotros como
inclinaciones naturales (hábitos) y de los cuales el primero es "ha de hacerse el bien y evitarse el
mal".
El giro que experimentó la filosofía en los siglos XVI y XVII al instalarse toda reflexión en el
interior del sujeto, teñirá toda la reflexión ética. Ahora la pregunta por el ser deja paso a la
pregunta por la propia conciencia, lugar desde el cual accedemos a lo real. En contraposición al
racionalismo, el empirista Hume creyó imposible establecer ningún juicio moral a través de la
razón. Esta facultad se muestra incapaz de juzgar la bondad o maldad de las acciones humanas.
La moral se basa y se origina en una emoción o sentimiento de aprobación o desaprobación que
sentimos al realizar una acción, dependiendo de la utilidad que tenga para la sociedad en general
y no sólo para el individuo. Se puede resumir en su famosa frase: “la razón es esclava de las
pasiones”. El emotivismo ético de Hume denunció lo que él llamó "falacia naturalista", esto es,
el derivar ilícitamente del "ser" el "deber ser". Su utilitarismo, que busca realizar la máxima
felicidad para el mayor número de personas será ampliamente desarrollado en el siglo XVII y
XIX por autores como J. Bentham y J. S. Mill.
Las éticas que hemos visto hasta ahora son heterónomas, es decir, la obligación moral se nos
impone como algo proveniente del exterior (Dios) o de nuestra propia naturaleza (esencia), no
elegida por nosotros. También pueden ser clasificadas estas éticas de materiales, es decir,
establecen un contenido de la acción moral que se explicita en forma de imperativos hipotéticos,
del tipo: "si quieres X debes hacer Y", donde X representa el bien, fin o valor determinado (el
bien, la felicidad, el placer, Dios) que está a la base de la moralidad.
Kant dará un "giro copernicano" a la ética que dejará de ser material y heterónoma para
convertirse en una ética formal y autónoma. En su Crítica de la razón práctica, Kant parte de
un hecho moral, que es un hecho de razón: todos tenemos conciencia de ciertos mandatos que
experimentamos como incondicionados o como imperativos categóricos, que revisten la forma
"Debes hacer X". Este imperativo es una ley universal a priori de la razón práctica que no
manda hacer nada concreto, ni prescribe ninguna acción: no nos dice qué debemos hacer (ética
material), sino cómo debemos obrar (ética formal) para que nuestro comportamiento pueda ser
universalizable y convertirse en ley para todo ser racional. La ética formal kantiana busca su
justificación en la propia humanidad del sujeto al que obliga, excluyendo toda condición.
La formulación del imperativo categórico como criterio para saber si una máxima (y una
acción) será moral o no es como sigue: "obra sólo según la máxima tal que puedas querer al
mismo tiempo que se convierta en ley universal". Sólo obrando bajo tal imperativo nuestra
voluntad será autónoma, esto es: se determinará a sí misma para obrar, independientemente de
lo dado o de lo legal. La voluntad, al ser ley para sí misma, se identifica con la libertad.
La ética kantiana influyó enormemente en todas las teorías éticas posteriores, pudiéndose
considerar como formales las éticas de Hare, el procedimentalismo dialógico de Kohlberg,
Apel, Habermas o Rawls.
El procedimentalismo ético no recomienda ningún contenido moral concreto, sino que intenta
descubrir los procedimientos que permiten legitimar todas aquellas normas que provienen de la
vida cotidiana. Como procedimientos sólo serán válidos aquellos que manifiesten la praxis
racional desde una perspectiva de igualdad y universalidad. Esta praxis racional es, sin embargo,
dialógica, y ha de llevarse a cabo a través del diálogo entre todos los afectados por dichas
normas.
Para Habermas el criterio para saber si una norma es correcta ha de fundarse en dos
principios:
El principio de universalización, que reformula dialógicamente el imperativo
kantiano de la universalidad, y que es expresado así: "Una norma será válida cuando
todos los afectados por ella puedan aceptar libremente las consecuencias y efectos
secundarios que se seguirían, previsiblemente, de su cumplimiento general para la
satisfacción de los intereses de cada uno".
El principio de la ética del discurso: "Sólo pueden pretender validez las normas que
encuentran (o podrían encontrar) aceptación por parte de todos los afectados, como
participantes en un discurso práctico".
La racionalidad inherente al diálogo es comunicativa y ha de satisfacer intereses
universalizables.
La ética del discurso no pretende sólo fundamentar racional y dialógicamente lo moral, sino
que busca también su aplicación en la vida cotidiana. Así, actualmente, encontramos la "ética
aplicada" a muy diversos ámbitos de lo social: bioética o ética médica, genética, ética de la
ciencia y la tecnología, ética económica, ética de la empresa, ética de la información, ética
ecológica. Todas ellas se encuentran actualmente en un continuo proceso de fundamentación y
reelaboración debido a que los valores propios de cada actividad y la actividad misma no están
cerrados sino que se desarrollan progresivamente.