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Por amor al arte
Enlace No 14
La música clásica, poco se escucha. Cuando mas se oye, es como fondo musical… en
las notas luctuosas; “fulanito de tal a muerto….” ¿Será por eso que a tanta gente la
música clásica le suena a funeral? Cada cultura, cada país, tiene su música. La música
clásica es una música europea. El chiste de esa música es poner a tocar al mismo tiempo
un montón de instrumentos diferentes. Por eso una orquesta es un ejemplo de las
maravillas que pueden hacer los hombres cuando cooperan entre si.
La orquesta nacional reúne a los mejores músicos de la escuela, que hay en el país.
Profesores con a veces 17 años de vivir estudiando un instrumento. La verdad es que
quien toca en la Orquesta lo hace por gusto, por placer. Como dicen por ahí: “por amor
al arte” si tuvieran que vivir de eso ya se hubieran muerto de hambre. Para poder comer
hay que matar el chivito.
Como la sobre vivencia es la madre de la ciencia, se juntan en grupitos –dúos, cuartetos
o quintetos-, para amenizar cenas de matrimonios, encuentros en institutos culturales o
fiestas de embajadas. Tacan en bodas y en celebraciones, o arman el grupo musical o el
mariachi.
Amenizan los viernes y los sábados el baile de los restaurantes o la mesa de tragos de
cualquier pollo frito… Con un par de estas actuaciones consiguen lo mismo que tocando
todo un mes en la orquesta. Así hacen los violinistas Carlos Quintana y Luis Sandino o
lo otros trompetistas Sergio Gadea y José Ramón Silva del Mariachi Cocibolca, o el
flautista Edmundo Gonzáles o el trompetista Edwin Torres, que toca en Dimensión
Costeña y en Kawibe… ¡y tantos otros! Tocar en cualquier parte y desvelarse, es la
forma de vida habitual de muchos de los músicos de nuestra Orquesta Nacional.
Danilo Arauz, trompetista, es el caso tipico. Toca casi todas las noches de la semana en
un restaurante y los fines de semana, en un baile. “Si las cosas mejoran en la Orquesta –
decia-, yo renunciaria a esto de estar tocando por las noches. Esta vida es jodida, es
dura. Aquí venis a soportar el estado de animo de muchas personas que disfrutan en la
noche… Nunca faltan bolos, pleitos mujeres que se encuentran con sus maridos en ese
momento…. Aquí pasas de todo para ganarte un dinero.
La música queda en un segundo plano… Vas tocar… tu trabajo queda en nada. Aquí lo
importante son los tragos, la mujer las pasiones….” Por eso algunos como Sixto Cajina,
el único violinista Nicaragüense que hay en el país, se fue de la orquesta y ahora arregla
relojes en el Huembes: “Podría estar tocando en otro país, en cualquier orquesta pero no
sirvo para vivir fuera de Nicaragua.
Las veces que me fui, a los tres días estaba aguevado… No puedo vivir sin mi familia y
mi gente. En este oficio gano tres veces lo que ganaba en la orquesta por eso me fui”.
Quien sabe si hay solución. Peor con la situación económica que estamos viviendo.
Francisco Jarquín, el joven director de la orquesta, nos contaba: “en nuestra orquesta
deberíamos a empezar a rescatar nuestros compositores, nuestro folklore. Deberíamos
interpretar clásicamente todo tipo de música. En el aspecto económico… yo te hablaría
de dos maneras diferentes: Primero, como nicaragüense, soy conciente la grave
situación por la que posamos.
Ahorita, para mi es mas importante poner 10 hospitales en este país, hacer producir la
tierra que mantener una orquesta. Pero ahora te voy a hablar como músico: mi vida es la
música ¡ He pasado tantos años estudiándola practicándola! Yo me he sentido muy mal
desde que dos colegas músicos, Roberto Ceas y Victoria de Ceas, violinistas, tuvieron
que emigrar a Costa Rica por la difícil situación económica que pasa la orquesta. Yo
desde ese momento me siento muy mal. No quisiera que otros se fueran… no quisiera
quedar como general sin soldados”. ¿A que ustedes, si los vieron alguna vez en algún
concierto, nunca se habían imaginado la vida difícil que llevan…. “por amor al arte”?