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TOMO 2 - Capítulo 4: Antiguo Egipto La caída de la civilización Mesopotamia y el reino... El reinado de Hammurabi La invasión Casita Los Elamitas Los Asirios LA CAÍDA DE UNA CIVILIZACIÓN El final de la época ramésida supuso una nueva crisis, que culminó cuando Egipto se vio dividido en dos unidades políticas, una dirigida desde Tanis, en el Bajo Egipto, y otra desde Tebas, en el Alto Egipto. Aunque ambas eran gobernadas por dinastías de origen libio y, si bien eran independientes entre sí y en muchos casos rivales, sólo los gobernantes tebanos ostentaban el título de Sumo sacerdote de Amón. Lejos de promover el enfrentamiento, esa nueva situación se aceptó con normalidad por la monarquía tanita, o al menos no se conocen ni registran enfrentamientos entre ambos. Tercer período intermedio. Dinastía XXII. Pintura de Taperet. 227 TOMO 2 - Capítulo 4: Antiguo Egipto La caída de la civilización Mesopotamia y el reino... El reinado de Hammurabi La invasión Casita Los Elamitas Los Asirios Tebas logró independizarse, pero sus disputas dinásticas propiciaron la segregación de Nubia. Tal como ocurrió con los hicsos, la inestabilidad reinante fue aprovechada por la aparición de comunidades libias, descendientes de aquellas vencidas por Ramsés III pero ALASHIA ya adaptadas a la cultura egipcia, que adquirirán poderAMURRU cuando, a finales de la XX dinastía, el país cayó de nuevo en la anarquía. Mar Medirraneo Roseta Mendes Naucratis Tanis Saqqara Serabit el Jadim Bajo Egipto El Hiba El Mallawi El Amama ç Egipto Medio Dalrut Qau el Kebir Mar Rojo Tebas Oeste Alto Medio Lago Náser Durante el reinado de Sheshonq I, el equilibrio entre el norte y el sur se rompió, por lo que el monarca impuso a su hijo Iuput en el cargo de Sumo sacerdote de Amón, en Tebas, sentando un precedente que repetirían sus sucesores. Nuevas divisiones dinásticas El progresivo aumento de tropas mercenarias libias en las filas del ejército egipcio desde finales del Imperio Nuevo, además del numeroso grupo de inmigrantes y cautivos de guerra de iguales tierras que fueron asentándose en Egipto condujo a un momento de debilidad política en aquella sociedad durante la XXI dinastía. Tal circunstancia, lejos de solventarse en una sociedad tan descentralizada y debilitada como la egipcia, amén del significativo poder e influencias que por entonces tenía la autoridad libia en amplias zonas del país, acabó favoreciendo que Sheshonq I se hiciera con el trono de Tanis y fundara la XXII dinastía. Durante su reinado, el equilibrio entre el norte y el sur se rompió, por lo que el monarca impuso a su hijo Iuput en el cargo de Sumo sacerdote de Amón, en Tebas, sentando un precedente que repetirían sus sucesores. Al principio, el control tanita del sumo sacerdocio tebano logró una relativa unificación, pero durante el siglo IX a. C., el Alto Egipto se rebeló contra la imposición del Sumo Sacerdote por parte del faraón de Tanis. Con todo, antes de repeler la rebelión, la monarquía tanita tuvo que hacer frente a problemas internos del Bajo Egipto. 228 TOMO 2 - Capítulo 4: Antiguo Egipto La caída de la civilización Mesopotamia y el reino... El reinado de Hammurabi La invasión Casita Los Elamitas Los Asirios Nuevas divisiones llevaron muy pronto a la formación de al menos dos nuevos señoríos libios, la XXIII y XXIV dinastías, establecidas en Leontópolis y Sais respectivamente, que reclamaron su propia autonomía y soberanía junto a la XXII dinastía, dividiendo el delta y exponiendo a todo Egipto a los peligros que empezaban a perfilarse desde Asiria. La presencia de monarquías en disputa tan cercanas entre sí posibilitó la formación en los años siguientes de otros centros de poder. Por ejemplo, la ciudad de Heracleópolis, poderosa durante el Primer Periodo Intermedio, era fuerte en la región del nacimiento del delta y del lago El-Fayum, mientras Hermópolis Magna controlaba el Egipto Medio y tenía poder sobre algunos oasis libios. Faraón Piankni. Cuando Nubia se separó de Egipto a finales de la XX dinastía surgió un reino independiente en Napata. En aquel lugar, y aprovechando el prestigio del templo local de Amón en Gebel Barkal, se constituyó una nueva familia real, la XXV dinastía, erigida a mediados del siglo VIII a. C. en defensa de los valores más tradicionales de la cultura egipcia, y en particular de Tebas, lanzándose contra los principados libios del delta. Es así como el desgobierno posterior favoreció la invasión del rey nubio Piankhi, que fue sometiendo uno a uno a todos los pequeños reyes egipcios, llegando inclusive hasta Menfis. Sin embargo, Piankhi volvió a Napata sin haber podido erradicar la animosidad de los libios y, tras su muerte en el 716 a. C., fue sucedido por su hermano Shabako, que redujo el Bajo Egipto e instaló su capital en Menfis. Esta dinastía gobernó a la vez Egipto y Nubia, por lo que se conoce a la dinastía como kushita, y cuya soberanía sobre Egipto perduró por alrededor de un siglo. En la propaganda oficial, se presentaban como enviados del dios Amón para restablecer el estado egipcio y se establecieron en Menfis, antigua capital por excelencia, lo cual significa por un lado el acercamiento a las tradiciones egipcias y, por otro, el progresivo traslado de los centros políticos hacia el delta. Sin embargo, la revancha histórica de Nubia se esfumó al paso de la poderosa maquinaria de guerra asiria. La invasión asiria Una vez estabilizadas las conquistas en los estados arameos asentados en Siria, el imperio asirio pasaba a limitar directamente con el área de influencia egipcia, Palestina. Si nos ubicamos en el tiempo, durante el 740 a. C. el reino de Israel era ya vasallo del rey asirio TiglathPileser III hasta que su hijo Salmanasar V, en el 725 a. C., logró anexionarlo, saqueando su capital, Samaria, y deportando a su población. 229 TOMO 2 - Capítulo 4: Antiguo Egipto La caída de la civilización El sucesor de Senaquerib fue su hijo Asarhaddón, quien pudo concentrarse en la invasión a Egipto. Para ello envió un ejército comandado por él mismo y tomó Menfis, la capital, luego de conquistar ciudades fronterizas y de vencer a Taharqa, dinastía etíope que reinaba en el valle del Nilo. Mesopotamia y el reino... El reinado de Hammurabi La invasión Casita Los Elamitas Los Asirios Posteriormente, la anexión de Gaza, en la misma frontera con Egipto y principal paso entre este país y el interior de Asia, en los reinados de Sargón II y Senaquerib, permitió que se entablaran batallas contra los egipcios y sus aliados locales, que no fueron decisivas pero mantuvieron a los egipcios al margen. El sucesor de Senaquerib fue su hijo Asarhaddón, quien pudo concentrarse en la invasión a Egipto. Para ello envió un ejército comandado por él mismo y tomó Menfis, la capital, luego de conquistar ciudades fronterizas y de vencer a Taharqa, dinastía etíope que reinaba en el valle del Nilo. El asirio entonces logró el control del Bajo Egipto, impuso gobernadores locales y regresó a Asiria, aunque murió cuando se dirigía a reprimir una rebelión. Assurbanipal, el nuevo rey de Asiria, de personalidad ecléctica, envió sus ejércitos a Egipto, reconquistando Menfis, y siguiendo curso hacia el sur, conquistando casi todo el país. Inmediatamente después, estallaron nuevas revoluciones. Shabako redujo el Bajo Egipto e instaló su capital en Menfis. Esta dinastía gobernó a la vez Egipto y Nubia, por lo que se conoce a la dinastía como kushita, y cuya soberanía sobre Egipto perduró por alrededor de un siglo. Una vez eliminada la oposición de la XXV dinastía, los asirios tuvieron que resolver el problema de los levantiscos principados del delta. Para ese entonces el faraón nubio Taunatamón reconquistó el Alto Egipto y se estableció en Tebas buscando, en su intento por rechazar a los asirios, atacar Menfis. Contaba para ello entre sus aliados con Necao, soberano local de la ciudad-estado de Sais, iniciador de la dinastía XXVI, y con Psamético, hijo y heredero de este último. Sin embargo, la victoria de Assurbanipal se saldó con la huida de Tautanamón, la muerte de Nacao y la captura de Psamértico, que fue conducido a Nínive. 230 TOMO 2 - Capítulo 4: Antiguo Egipto La caída de la civilización Faraón Assurbanipal. Mesopotamia y el reino... El reinado de Hammurabi La invasión Casita Con todo, la presencia del hijo de Nacao en la capital del Imperio asirio duró poco. Ante las violentas rebeliones que estallaron en Elam y Babilonia, Assurbanipal se vio obligado a retirar todos sus ejércitos de Egipto y trasladarlos a Mesopotamia. Con el objeto de asegurar el control sobre el país del Nilo a condición de que truncara cualquier intento de rebelión, el rey asirio rehabilitó la figura de Psamético, que pasó a administrar Egipto en calidad de vasallo de Asiria. Los Elamitas Los Asirios Ante las violentas rebeliones que estallaron en Elam y Babilonia, Assurbanipal se vio obligado a retirar todos sus ejércitos de Egipto y trasladarlos a Mesopotamia. Psamético, dueño de Egipto, con los reyes asirios cada vez más atareados en sus propios conflictos, estableció relaciones amistosas con los príncipes del delta y de Heracleópolis, recuperó el Bajo y Medio Egipto y sometió el estado sacerdotal de Tebas. Tras haber obtenido por las armas el control total del delta, decidió ir más allá, expulsando por sorpresa a los asirios fuera de las fronteras egipcias y convirtiéndose en el héroe de la reunificación nacional y de la restauración del poder real egipcio después de tantos años de dominación extranjera. De esta manera, la suerte de Psamético fue inversa al deterioro sufrido por el poder asirio. Para ello esperó a que sus antiguos captores estuvieran lo suficientemente debilitados para negarse a pagar el tributo debido haciendo que esta insumisión fiscal abra el camino a la independencia de Egipto. Así, investido como nuevo faraón, reestructuró la administración y el ejército, acabó con el poder de los señores feudales y recortó también el poder sacerdotal de Tebas, mientras que Menfis pasó a ser capital administrativa y Sais continuó manteniendo su condición de capital real. Así fue como inició su programa político fundamentado en impulsar el comercio y retornar a los símbolos de periodos pasados. 231 TOMO 2 - Capítulo 4: Antiguo Egipto La caída de la civilización Las causas de la caída de Asiria hay que buscarlas en el desgaste del ejército, que debía enfrentar a enemigos distantes que ofrecían tenaz resistencia, y en la decadencia de los estados periféricos que facilitaba la infiltración de pueblos nómadas. Mesopotamia y el reino... El reinado de Hammurabi La invasión Casita Los Elamitas Los Asirios En cuanto a política exterior se refiere, Psamético I se hizo con Palestina y luchó al lado de sus antiguos enemigos asirios contra los caldeos. Sin embargo, los interesados intentos egipcios por impedir la caída del Imperio asirio y por evitar que los caldeos llegaran a convertirse en un nuevo gran imperio asiático fueron vanos. A la cabeza del legendario Nabucodonosor, los caldeos emergieron como nueva potencia y liquidaron los restos del poder asirio. Las causas de la caída de Asiria hay que buscarlas en el desgaste del ejército, que debía enfrentar a enemigos distantes que ofrecían tenaz resistencia, y en la decadencia de los estados periféricos que facilitaba la infiltración de pueblos nómadas. A todo esto se le sumaban las crisis sucesorias. Entonces la irrupción del Imperio neobabilónico dibujó un nuevo equilibrio de fuerzas en Oriente Próximo. Así las cosas, el vacío dejado por los asirios en Siria fue aprovechado por Necao II, hijo y heredero de Psamético I, para someter la Escultura de Hathor y Psamético. región a su control. Esta era una decisión que chocaba con las aspiraciones imperialistas de los caldeos por lo que el más que previsible conflicto tomó forma con la batalla de Karkemish, en el 605 a. C., en la que los egipcios fueron derrotados y expulsados de Siria. Envalentonado por la victoria, Nabucodonosor, quien pronto se expandió hacia los pequeños estados de Palestina, incluido Judá, cuya capital, Jerusalén, tomó en 597 a. C., puso su ojos en Egipto, aunque su intentó de invasión fracasó. Necao II pudo contener las campañas de este soberano en su propio país, pero la ofensiva quedó en suspenso. Fue entonces cuando la vía diplomática se impuso al recurso de las armas. Necao II y Nabucodonosor concertaron un armisticio por el que el faraón renunciaba a toda actividad política en Asia anterior. 232 TOMO 2 - Capítulo 4: Antiguo Egipto La caída de la civilización Mesopotamia y el reino... El reinado de Hammurabi La invasión Casita Los Elamitas Los Asirios Presencia Griega Psamético II, concentró su actividad militar en Kush y, tras un breve reinado, fue relevado en el trono por Apries, desafió abiertamente a Nabucodonosor, rompió la tregua firmada y se aventuró a un enfrentamiento militar que resultó ser un fracaso. Palestina cayó ante Nabucodonosor, que destruyó Jerusalén e hizo deportar a sus habitantes. Los contactos entre griegos y egipcios se habían hincado mucho antes de la conquista de Egipto por Alejandro Magno. En el período saíta, por ejemplo, la imposibilidad de expandirse hacia Asia, en virtud del armisticio firmado con Nabucodonosor, hizo que el faraón Necao II se orientase en el Medioterráneo y comerciara con Grecia. En el ejército, la numerosa presencia de mercenarios griegos dio inicio a la fundación de colonias que favorecieron la inmigración pacífica de comerciantes de la Hélade a Egipto. El país entonces se asomaba a una nueva realidad geopolítica y se enriquecía con nuevas influencias culturales. Caldeos y persas El sucesor de Necao II, su hijo Psamético II, concentró su actividad militar en Kush y, tras un breve reinado, fue relevado en el trono por Apries. Este nuevo faraón desafió abiertamente a Nabucodonosor, tras lo cual rompió la tregua firmada y se aventuró a un enfrentamiento militar que resultó ser un gran fracaso. Palestina cayó ante Nabucodonosor, que destruyó Jerusalén e hizo deportar a sus habitantes. Por supuesto que el fracaso en Palestina tuvo consecuencias funestas en el interior del país. Hacia el final de su reinado, Apries intervino en un conflicto entre libios y colonos griegos de Cirene, apoyando a los primeros. Los egipcios fueron derrotados, y pronto el ejército se rebeló contra Apries, proclamando faraón a un alto oficial militar de nombre Amasis, quien pronto se puso a la cabeza de los rebeldes y tomó el trono. De esta manera, Nabucodonosor aprovechó las luchas entre Amasis y Apries para lanzar otro ataque a Egipto, pero volvió a fracasar, dando lugar a que ambos reinos firmaran un nuevo armisticio. Quedando entonces los asuntos exteriores asiáticos en segundo plano, Amasis intentó concentrarse en la política interna y en la relación con los griegos. A estos últimos los reunió en prácticamente una única ciudad, Náucratis, en el delta y, a su vez, regularizó el papel de los mercenarios griegos en el ejército, acuartelándolos en Menfis. Sin embargo, la amenaza de un nuevo y poderoso enemigo exterior impidió que sus proyectos se tornaran exitosos. 233 TOMO 2 - Capítulo 4: Antiguo Egipto La caída de la civilización Amasis intentó concentrarse en la política interna y en la relación con los griegos. A estos últimos los reunió en prácticamente una única ciudad, Náucratis, en el delta y, a su vez, regularizó el papel de los mercenarios griegos en el ejército, acuartelándolos en Menfis. Mesopotamia y el reino... El reinado de Hammurabi La invasión Casita Los Elamitas Los Asirios Pronto las miras de la política exterior volvieron a concentrarse en Asia. Surgía el Imperio persa, cuyo rey Ciro II el Grande había tomado el poder del reino medo hacia 550 a. C. Para cuando murió, durante las distintas campañas en las regiones orientales, había creado un imperio mayor al de sus predecesores asirios y babilonios, y se había ganado el favor de amplios sectores de la población conquistada, respetando la religión y la autonomía de las provincias. Cambises II sucedió a su padre Ciro, y poco después de la muerte de Amosis, concentró su política exterior hacia Egipto. La conquista de dicho país fue sustentada por varias traiciones por lo que Cambises derrotó a Psamético III en la batalla de Pelusium en el 525 a. C. Esta invasión acabó definitivamente con el milenario imperio del Nilo. Psamético II, sucesor de Necao II. 234