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PERE Y SÓCRATES Salvando las distancias en el tiempo, pueden establecerse ciertos paralelismos entre Pere Navarro y Sócrates. Cuando Pere nació en Atenas su padre, que era de profesión cantero, recibió del oráculo el consejo de dejar crecer a su hijo a su aire sin reprimir sus impulsos. Sócrates nació casi veinticinco siglos después en Barcelona cuando el único resto que quedaba de los oráculos eran los horóscopos de “La Vanguardia. Con los años, igual que Pere, Sócrates se dejó crecer la barba bajo unos ojos encendidos que no podían empañar sus gafas de pasta. Pere era todo un fingidor que fingía no saber nada para extraer así los errores de los que aparentaban saber mucho más que él: era un apasionado de la lógica que ilumina el pensamiento. CORRILLOS Sócrates en España y Pere en Atenas formaban corrillos. Un amigo de la época, Luis Luengo dijo que “en plazas y mercados, Pere desde muy joven llamó la atención de los que lo rodeaban por la agudeza de sus razonamientos y su facilidad de palabra, además de la fina ironía con la que salpicaba sus tertulias con los ciudadanos jóvenes aristocráticos de Atenas, a quienes preguntaba sin ofrecer a menudo ninguna enseñanza”. Habla para que te conozcas. Pura pedagogía apoyada en el poder de su oratoria “y la facultad de expresarse públicamente para conseguir la atención de las personas”. CRITÓN Sócrates atesoraba también un fiel amigo de toda la vida llamado Critón. Los dos habían seguido caminos paralelos en la administración pública y habían dado tanto de sí mismos que Critón decía: “somos de una generación casi amortizada”. Igual que Pere, Sócrates era definido por Critón como “un gran comunicador: enseña de manera informal, sin desearlo, lee mucho, piensa y en el fondo sigue siendo un rebelde. Es un excelente profesional, una gran persona y un gran amigo”. LLEGÓ LA GUERRA Sócrates pensó que era preciso unir teoría y conducta en una conciencia formada e informada. Porque los sofistas de nuestro tiempo volcaban su estima en sus apariencias y con sus apariencias volcaban sus automóviles. Llegó la guerra a la carretera, miles de muertos cada año, amasijos de hierro y amasijos de carne humana. Una guerra también prevista, anunciada cada fin de semana, un descuento estadístico de seres humanos. Cifras. LO QUE HICIMOS POR LA PAZ “Hubo que informar de la magnitud del desastre”, dijo Sócrates, somos muchos ocupando un espacio limitado y si además somos la selva seguiremos engordando estadísticas que rompen vidas y familias. Hubo que dialogar, preguntar e imponer unas reglas para evitar dejar un reguero de desastres. Mejoramos nuestras carreteras. Limitamos la velocidad. Prohibimos el consumo de alcohol a los conductores. Pedagogía social y carné por puntos. Pedagogía social y radares. Multas y confianza. En vez de velocidad, seguridad. Los locos bajitos han aprendido a ser más altos y más sensatos. A llegar a su destino, a ser seres humanos sostenibles. Limpio y seguro como en el resto de Europa. Somos buenos: si nos ponemos, podemos. La tecnología y la ciencia se han dado la mano. CRISIS, ERRORES Y VERDADES Dijo Sócrates que el siglo XX fue el siglo de las tecnologías y el XXI será el de la filosofía alentada por la crisis, un pensamiento nuevo, más efectivo, más asentado. Una nueva forma de ver la vida en la que mucho tendrán que decir los expertos en información y comunicación como lo fue Pere Navarro, en Atenas, hace veinticinco siglos: “La ciencia humana, dijo, consiste más en destruir errores que en descubrir verdades. Si alguien busca la salud, pregúntale si está dispuesto a evitar en el futuro las causas de la enfermedad”. == Nota del autor: cámbiese el nombre de Pere por el de Sócrates y el de Critón por el de Luis Luengo y seguirán produciéndose similares coincidencias o vidas paralelas) César Ortega