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AFECTACIÓN NEUROLÓGICA EN UN PERRO CON ENTEROPATÍA CRÓNICA CON PÉRDIDA DE PROTEÍNAS Patricia Álvarez 1 , Francesca Samarani1 , Cristian De La Fuente1 , Sònia Añor1 , Marta Planellas1 1) Hospital Clínic Veterinari de la Universitat Autònoma de Barcelona INTRODUCCIÓN Y CASO CLÍNICO / INTRODUCTION AND CASE REPORT La enteropatía con pérdida de proteínas (EPP) es un síndrome que engloba diferentes enfermedades intestinales que cursan con pérdida de albúmina a través de la mucosa intestinal1. La enfermedad inflamatoria intestinal (EII) es la etiología más común dentro de la enfermedad crónica intestinal canina2. Su presentación clínica es muy variable y dependiente de la localización y extensión de las áreas afectadas así como de la gravedad de las mismas3. En respuesta a esta patología se desarrolla un cuadro clínico gastrointestinal inespecífico caracterizado por diarrea persistente, crónica o intermitente y pérdida de peso y masa muscular1. Las manifestaciones neurológicas de esta enfermedad son muy raras y normalmente no son atribuibles a dicha entidad, por lo tanto son complicaciones que suponen un reto diagnóstico. A continuación se describe un caso con enteropatía con pérdida de proteínas con sintomatología neurológica2. DESCRIPCIÓN / DESCRIPTION Un perro macho no castrado de 8 años de edad y raza Pinscher se presenta con un cuadro de curso crónico no progresivo de 1 mes de evolución, con desorientación, marcha en círculos hacia la derecha y déficits visuales del lado izquierdo. En este intervalo de tiempo sufrió dos episodios agudos con estas características, tras el primer episodio se recuperó completamente en pocas horas, mientras que en el segundo permanecieron las secuelas descritas. En la anamnesis, el propietario expone el carácter deprimido del paciente. Al examen físico general se aprecia una condición corporal baja 3/9 BCS, mal aspecto del pelaje y dolor abdominal difuso de carácter leve. El examen neurológico (EN) refiere estado mental deprimido, marcha en círculos hacia la derecha, y ausencia de respuesta de amenaza y visión en ojo izquierdo. El resto del EN fue normal así como el examen oftalmológico lo que hace sospechar en una lesión en prosencéfalo derecho. El protocolo de pruebas diagnósticas incluyeron: hemograma completo normal, bioquímica con marcada hipoproteinemia 3,16 g/dl (5,6-7,5) e hipoalbuminemia 1,27 g/dl (2,6-3,39), tiempo de protrombina parcial activada y tromboplastina parcial dentro de la normalidad, urianálisis sin alteraciones y leve proteinuria, UPC 0,7 (< 0,5). En el estudio ecográfico se observó leve efusión abdominal y cambios intestinales compatibles con enfermedad inflamatoria intestinal (aumento de la ecogenicidad de la mucosa y múltiples áreas puntiformes focales). Se realizó una resonancia magnética de 0,2T con imágenes potenciadas en T2, T1 y secuencias de inversión-recuperación (FLAIR; Fig. 1). Se evidenciaron múltiples lesiones intraxiales principalmente en la sustancia gris del lóbulo piriforme y parietal del hemisferio cerebral derecho así como, del núcleo caudado derecho. Estas lesiones, globalmente bien definidas, mostraban una señal hiperintensa en T2/FLAIR e iso a hipointensa en T1 en comparación con la señal normal de la sustancia gris, y no presentaban captación de contraste. El análisis del líquido cefalorraquídeo fue normal. El diagnóstico diferencial principal según los hallazgos de las pruebas y el cuadro clínico fue accidente cerebrovascular múltiple sin poder descartar totalmente neoplasia o menos probablemente proceso inflamatorio-infeccioso. Para definir la inflamación intestinal y la sospecha clínica se realizó una endoscopia que confirmó el diagnóstico de enteritis y colitis linfoplasmocitaria difusa de carácter moderado. Se amplió el estudio del panel de coagulación con antitrombina III 146,57 % (85-120%) y dímeros D 0,98 µg/ml (< 0,25) resultando ambos elevados y determinación de vitamina B12 < 150 ng/L (275-590) disminuida y ácido fólico dentro de la normalidad. Se define como diagnóstico definitivo una enfermedad inflamatoria intestinal (EII) linfoplasmocitaria moderada con pérdida de proteínas asociada a una lesión central posiblemente de origen vascular. Se instauró la siguiente pauta de tratamiento para la EII: Prednisona ( Prednisona 5mg® 1 mg/Kg/q12h/po), cobalamina (Optovite® 100µg/Kg/1xsemana/sc) sucralfato (Urbal® 500mg/q8h/po durante 10 días) y famotidina (Pepcid 10 mg® ½ compr/q24h/po durante 10 días) por la evidencia de erosiones y ulceras en cuerpo gástrico así como petequias y erosiones en colon y metronidazol (Metronidazol B. Braun®-15 mg/Kg/q12h/iv). En los siguientes controles médicos se observó mejoría clínica del paciente: mejor aspecto general, sin evidencia de signos gastrointestinales y corrección analítica del nivel de proteínas totales en plasma, 5,7 g/dL (5,6-7,5), y albúmina, 3,27 g/dl (2,6-3,39). El EN continuó señalando ausencia de respuesta de amenaza y visión del ojo izquierdo, pero con mejoría del estado mental y sin marcha en círculos. Se adjuntó a la terapia modificación dietética mediante una dieta altamente digestible (Gastroenteric Low fat Advance®) y pauta de reducción progresiva de la medicación inmunosupresora en los siguientes meses (Prednisona 5 mg® de 1 mg/kg/q12 horas a 0,7 mg/Kg/q12 horas a 1 mg/Kg/q48h/po). DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES / DISCUSSION AND CONCLUSION Las manifestaciones extraintestinales de la EII pueden desarrollarse durante el transcurso de la enfermedad o bien como único hallazgo clínico precediendo al habitual cuadro gastrointestinal4. En algunos perros, el intestino grueso puede compensar la pérdida de agua intestinal manifestando heces normales a pesar de padecer una enteropatía en el intestino delgado. En medicina humana, aproximadamente un 3% de los pacientes con EII desarrollan alteraciones neurológicas, lo que supone un reto diagnóstico de relevancia3. La mayoría de las complicaciones neurológicas reportadas en personas son accidentes cerebrovasculares (0,12-4% total pacientes con EII) 3. En el caso descrito se define una manifestación atípica de EII canina por la presentación de signos neurológicos exclusivamente. En los perros con EPP y EII se han documentado complicaciones vasculares secundarias e hipercoagulabilidad mediante estudios de tromboelastografía4. Los pacientes con EPP que engloban EII desarrollan un estado proinflamatorio de fase aguda que conduce a un estado de hipercoagulabilidad3. Adicionalmente se acompaña de anormalidad en la calidad y cantidad de plaquetas y factores de coagulación, hipofibrinolisis y reducción de la activación de proteína C3. La idea general errónea en un paciente con EPP es asociar exclusivamente el problema coagulativo a un déficit de Antitrombina III sérica, proteína que se encuentra disminuida en consecuencia a la pérdida no selectiva de proteínas plasmáticas a través de la barrera intestinal, resultando en riesgo de hipofibrinolisis o trombosis4. Del mismo modo, se ha demostrado que tras una buena respuesta al tratamiento, el paciente permanece en un estado de hipercoagulabilidad persistente, aunque la patogenia no está bien definida4. El estudio de coagulación de nuestro paciente mostró como únicas alteraciones el aumento de la concentración de antitrombina III 146,57 % (85-120%), así como de la concentración de dímeros D 0,98 µg/ml (< 0,25). La elevación en la concentración de Dímeros D es significativamente relevante y es considerado el test más útil en perros para detectar enfermedad tromboembólica5. Por otro lado, la elevación de antitrombina III es contradictoria respecto a lo descrito en pacientes con EPP. Por esto, es importante destacar en este caso el carácter multifactorial de la EII respecto a sus complicaciones vasculares. Igualmente sería necesario completar el estudio del panel de coagulación mediante pruebas de función plaquetar entre otras para definir mejor el problema vascular. Este estudio permite incluir al clínico la sintomatología neurológica como posible presentación de una enteropatía crónica, incluso sin signos gastrointestinales. BIBLIOGRAFÍA /BIBLIOGRAPHY 1. Bonagura John D., Twed David C.: Chapter 132, Protein Losing Enteropathy. En Elsevier Saunder(ed): Kirk’s Current Veterinary Therapy X; 2014: 540-544. 2. Peterson PB, Willard MD. Protein-losing enteropathies. Vet Clin Small Anim 2003; 33:1061–1082. 3. Casella G, Tontini GE, Bassotti G, et al. Neurological disorders and inflammatory bowel diseases. World J Gastroenterol 2014;20:8764–8782. 4. Goodwin L V, Goggs R, Chan DL, et al. Hypercoagulability in Dogs with Protein Losing Enteropathy. J Vet Intern Med 2011: 273–277. 5. Garosi L, McConnell JF, Platt SR, et al. Results of Diagnostic Investigations and Long-Term Outcome of 33 Dogs with Brain Infarction (2000-2004). J Vet Intern Med 2005; 19: 725–731.