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Grecia tiene el Gobierno del futuro: BCE más
extrema derecha
Andy Robinson
Tomado de www.rebelion.org
Supe, en seguida, que algo nada agradable iba a salir del nuevo gabinete
supuestamente tecnócrata formado el viernes por el todavía vicepresidente del
Banco Central Europeo (BCE) Lucas Papademos, cuando el taxista que me
llevaba al aeropuerto dejó de escuchar la radio y comentó, casi a gritos: “¡Por
fin! Un ministro de transporte que entenderá a los taxistas”.
No todos los taxistas son racistas en Atenas, pero éste tenía toda la pinta.
Además escuchaba uno de esos programas musicales de la radio griega en los
que el locutor pone canciones folclóricas y, luego, empieza a cantar estrofas
para demostrar que tiene buena voz y que se sabe toda la letra. Tras elogiar al
nuevo ministro, el taxista, añadió: “No tengo nada en contra de los inmigrantes
pero algo hay que hacer”.
El ministro en cuestión es Makis Voridis, uno de los líderes históricos del
partido ultra nacionalista, auténticamente ortodoxo y auténticamente griego,
Laos. Antes de hacerse militante de Laos -que quiere decir algo así como
movimiento ortodoxo popular-, Voridis formó su propio partido Elliniko Metopo
(Frente helénico)- y Jean Marie Le Pen lo reconoció como gemelo griego del
Frente Nacional francés. Le Pen asistió a la boda del nuevo ministro del
gobierno de la troika.Voridis se conoce por sus declaraciones abiertamente
racistas contra albaneses, afganos, pakistaníes, rumanos, albaneses, y
gitanos, los que sufren lo peor de la crisis en Atenas.
Según un artículo en Ekathimerini, Voridis, en su juventud, lideró un grupo de
jóvenes de ultraderecha armados con barras de hierro en un ataque contra
estudiantes de la escuela de derecho. Será ministro de Infraestructuras y
transporte en el gabinete de coalición -liderado por el hombre del BCE- que
adoptará el polémico acuerdo de créditos y austeridad alcanzado con la troika
en Bruselas el pasado 26 de octubre.
Pensé en mi última visita a Atenas en mayo cuando, tras el robo y
apuñalamiento mortal de un “padre de familia griego”, como se le calificó a la
víctima en la prensa, se produjo una reacción visceral de xenofobia jamás vista
en la capital griega. Grupos de matones vinculados al grupo de extrema
derecha Chrisi Avigi -Alba de Oro- pararon autobuses y dieron palizas a todos
los no griegos que encontraron. Recordé una cena a la que me invitaron en la
que Eugenia Dragasakis, dirigente del partido de izquierdas Siriza, me dijo:
“Tengo una amiga negra que iba en un autobús; la separaron del resto; solo se
salvó porque pudo demostrar que era griega”. Según un sondeo realizado
después, uno de cada cuatro atenienses consideraba justificados los ataques
indiscriminados contra inmigrantes.
De modo que seleccionar un gobierno en Grecia no es un tramité técnico. No
es cómo formar al sub comité sobre operaciones de liquidez en el mercado
interbancario. En Atenas, se juegan vidas humanas y no sólo las ventanillas de
descuento que -de cuando en cuando- deshielan la sangre en Francfort. Según
la prensa griega, Papademos quería que el gabinete fuera plural para poder
contar con el apoyo disciplinado de todos los partidos al último plan de los
ortodoxos (monetarios y sin barba) del norte. La izquierda -tanto el viejo y
sectario Partido Comunista, como el ecléctico Siriza-, se negó a participar. Así
que ahora tienes a Pasok, Nueva Democracia -homólogo griego al PP- y Laos.
Es lógico pensar que el líder de Nueva Democracia Antonis Samaras, insistiría
en la inclusión de Laos en el gabinete para protegerse de los ataques desde
fuera de un partido que ha ganado mucho apoyo con sus críticas a los planes
de austeridad socialistas y la pérdida de soberanía griega. Giorgos
Karatzaferis, líder de Laos, antiguo dirigente de Nueva Democracia que salió
para formar su propio partido auténticamente griego y ortodoxo, es un político
astuto. Entiende muy bien que acompañar a la izquierda en el rechazo a la
austeridad y añadir a la mezcla una propuesta como la deportación de todos
los indocumentados, es una receta ganadora. Tanto Karatzaferis como
Samaras, han optado por mantenerse personalmente al margen del nuevo
gobierno para poder criticar los ajustes impuestos desde fuera en la campaña
antes de las elecciones en febrero.
La coincidencia en el mismo Gobierno de un banquero central y un fascista
debe entrar ya en Wikipedia como el inicio de una nueva fase de la vertiginosa
y descontrolada involución del proyecto europeo. Ya de por sí, resultaba una
señal que el ámbito de lo tolerable se había ensanchado hasta límites
inimaginables cuando se decidió imponer al hombre de Fráncfort para poner en
marcha un plan de ajustes rechazado por dos de cada tres griegos. Y, encima
en la ciudad en la que hace 2.500 años, el poder del pueblo se expresó por
primera vez mediante asambleas del “polis” ateniense. El Markozy, un
monstruo de dos cabezas que ni Homero se habría imaginado, hizo los
preparativos con su agresivo ultimátum a los griegos ¿dentro o fuera del euro?
¡Decidan ya!-, tras la osadía de Papandreu de convocar un referendum. Pero,
en esta crisis, Europa no deja de superarse en lo grotesco. Ha logrado
combinar en este nuevo gobierno de Papademos la fría tecnocracia de
Fráncfort con la hoguera y las cruces ortodoxas del ascendente fascismo
griego.
Edición N° 00281 – Semana del 18 al 24 de Noviembre de 2011