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Transcript
Acerca de ¿Cuándo empieza la vida y cuál el
significado biológico del embrión?
Por Nicolás Jouve, Dr. en Biología, Catedrático Emérito de Genética.
Presidente de CiViCa. Temas de formación sobre Bioética desarrollados en
pocas palabras. Publicado en CiViCa el 19 de Enero de 2016. Se adjunta en
PDF.
Un tema central de la Bioética es el del inicio de la vida. Se
trata de un tema que se debe abordar desde la perspectiva
de la ciencia. En Biología decimos que la fase embrionaria
es la primera etada del desarrollo de un ser vivo. Pero
vayamos por partes y tratemos de responder a las
preguntas básicas ¿qué son realmente los embriones? Y
¿cuándo empieza la vida?
¿Qué son los embriones?
El diccionario de la Real Academia de la Lengua Española da
hasta tres definiciones del término embrión: «Ser vivo en
las primeras etapas de su desarrollo, desde la fecundación
hasta que el organismo adquiere las características
morfológicas de la especie»; «en la especie humana,
producto de la concepción hasta fines del tercer mes del
embarazo» y «principio no desarrollado de algo». En
resumen, lo que nos está diciendo el diccionario de la Real
Academia de la Lengua Española es que el embrión
constituye la etapa inicial de la vida.
Si nos vamos a los diccionarios científicos especializados,
encontramos en todos ellos definiciones parecidas a las
anteriores. Así, Abercrombie, Hickman y Johnson, definían
al embrión en su «Diccionario de Biología» como «el animal
en proceso de desarrollo a partir del huevo fecundado»,
mientras que Solomon y otros autores señalan en su
tratado de Biología que el embrión «es el organismo
multicelular en la fase inicial de la vida, antes de que salga
del huevo, semilla o cuerpo materno, definición que
aplicada a la especie humana se extiende hasta el término
del segundo mes del desarrollo, después de lo cual se
denomina feto». Por su parte, Rigomar Rieger y otros
autores, en el «Glosario de Genética y Citogenética»
definen el embrión de los animales como «el organismo
joven que surge de la célula huevo fecundada». Por citar
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algo más de uso generalizado en la sociedad actual, la
enciclopedia digital Wikipedia nos señala igualmente que
«El embrión de un animal es la etapa inicial de desarrollo
de éste mientras se encuentra en el huevo o en el útero de
su madre. En el ser humano, el término se aplica hasta el
final de la séptima semana desde la concepción
(fecundación). A partir de la octava semana, el embrión
pasa denominarse feto».
Es importante señalar que estas definiciones se ciñen
estrictamente al aspecto natural de los embriones, se
refieren al organismo, que es a su vez la denominación
apropiada para referirse al ser que vive y existe. Por otra
parte, de modo muy significativo, la mayoría de las
definiciones anteriores son anteriores a la tecnología de la
reproducción humana asistida.
Desde que se empezaron a aplicar estas tecnologías que
permiten producir embriones humanos en el laboratorio por
FIV, se trataron de distinguir esos embriones de los
procedentes de la fecundación natural, y se les ha
disfrazado con otras denominaciones de ningún valor
biológico, como “preembriones”…
De este modo, en el artículo 3º de la Ley española de
Investigaciones Biomédicas se señalan dos etapas en el
desarrollo embrionario y se habla del «preembrión» como
«el embrión constituido in vitro formado por el grupo de
células resultante de la división progresiva del ovocito
desde que es fecundado hasta 14 días más tarde», y del
embrión como «la fase del desarrollo embrionario que
abarca desde el momento en el que el ovocito fecundado se
encuentra en el útero de una mujer hasta que se produce el
inicio de la organogénesis, y que finaliza a los 56 días a
partir del momento de la fecundación, exceptuando del
cómputo aquellos días en los que el desarrollo se hubiera
podido detener».
Estas definiciones no son correctas ya que, en primer lugar
se recurre al artificio de distinguir como diferentes dos
etapas en lo que es una misma vida, utilizando un término
inexistente en biología como lo es el preembrión. En
segundo lugar, se oculta el auténtico significado biológico
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de los embriones y se hace de forma intencionada para
poder justificar su manipulación e incluso destrucción para
su polémica y discutible utilización en la investigación
biomédica.
Lo que parece claro es que la artificialidad de la producción
de los embriones no altera ni su naturaleza biológica ni la
existencia en ellos de una vida humana en estado naciente.
Tan embriones son los de procedencia natural como los
obtenidos por la fecundación de un óvulo y un
espermatozoide en el laboratorio, pues la naturaleza
biológica del embrión no se la otorga el método por el que
se produzca tal fusión, sino su potencial de desarrollo hacia
un individuo adulto de la especie humana tras su
implantación.
La primera realidad biológica de la vida de una especie con
reproducción sexual es el cigoto, ya que el cigoto es un
ente vivo en el que ya existe la información genética
necesaria para su desarrollo, hasta que en su fase adulta
alcance la capacidad de reproducción.
La fecundación es el big-bang de la vida.
Tras la fecundación y mientras se trata de una realidad
unicelular, el cigoto es uno y un todo por ser la realidad
corporal del ser que existe en ese momento. Si hablamos
de la especie humana, el cigoto humano, resultante de la
fusión de un óvulo humano con un espermatozoide
humano, que recibe genes humanos, es la primera realidad
biológica de una vida humana.
Antes del cigoto no podemos hablar de vida pues antes de
que se forme el cigoto lo que hay son gametos, que no
poseen ni la dotación cromosómica ni la información
genética suficiente para organizar un organismo ni de
forma autónoma ni dependiente del entorno. Un gameto
tiene una vida limitada a unas pocas horas, a lo sumo días,
y posee una finalidad en sí mismo, la fecundación, pero no
puede asignársele entidad de ser vivo. El cigoto es un
embrión unicelular que en cuanto empieza a dividirse y
proliferar da paso a las sucesivas etapas embrionarias de
dos, cuatro, ocho, dieciséis células, la mórula o el
blastocisto, que alcanza el centenar de células.
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El embrión (desde la fecundación hasta el final de la
séptima semana) y el feto (a partir de la octava semana)
son las fases sucesivas del desarrollo de un ser humano,
que crece y se va formando sin solución de continuidad en
el claustro materno, con una información genética propia,
distinta a la del padre y la madre, y sin formar parte de la
sustantividad ni de ningún órgano de la madre, aunque
dependa de ésta para su propio desarrollo.
El suponer que una célula es equivalente a un ser vivo, que
a veces esgrimen quienes lo que desean es reducir la
importancia del cigoto o el embrión en sus primeras etapas
de desarrollo, es un grave error que no resiste un análisis
científico riguroso. En primer lugar desatiende el concepto
biológico
de
«organismo»,
que
como
ya
vimos
anteriormente es el que caracteriza individualmente a los
seres pluricelulares en su doble vertiente espacial y
temporal, y no solo a una u otra de sus partes
componentes, en uno u otro momento de la vida. Un
cigoto, un embrión en cualquiera de sus fases, un feto, un
bebé o un adulto son organismos. Un conjunto de células,
una parte del todo, no constituyen un organismo, sino que
son una parte de él. Además de ser un reduccionismo
absurdo, la equiparación de una parte al todo supone una
pérdida del sentido de la existencia de la vida en su
totalidad espacio-temporal.
Tampoco es correcto decir que un mebrión es un
conglomerado de células. El embrión es un organismo
dinámico que crece y se desarrolla d forma continua
gradual y coordinada. Es algo que existe y obedece a un
proceso continuo de vida que acaba de empezar. Reducirlo
a un conglomerado de células es perder la perspectiva
temporal inherente a toda forma de vida. El embrión hay
que verlo desde la perspectiva del desarrollo corporal en
crecimiento continuo hacia la consecución de una forma
cada vez más compleja y que en su fase adulta alcanzará la
capacidad reproductiva.
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