Download Alain Dumerger, Croisades et croisés au Moyen Âge

Document related concepts

Cruzadas wikipedia , lookup

Primera Cruzada wikipedia , lookup

Quinta Cruzada wikipedia , lookup

Pedro de Amiens el Ermitaño wikipedia , lookup

Ejército cruzado wikipedia , lookup

Transcript
Alain Dumerger, Croisades et croisés au Moyen Âge
Flammarion, coll. Champs, 409 p., 2006
Luis Fernández Gallardo
Universidad Complutense de Madrid
1
Alain Dumerger, reputado especialista en el estudio de las órdenes
militares, en especial de los Templarios, ofrece en este libro una síntesis
de las cruzadas. Pero no se trata de una síntesis más, de las numerosas
y valiosas que han escrito las más destacadas autoridades en la materia,
entre las que destacan las de Hans E. Mayer y Jonathan Riley-Smith,
articuladas en torno al desarrollo de las ocho cruzadas, sino que se
propone ofrecer una visión global de dicho fenómeno histórico, que se
contempla desde los más diversos ángulos de análisis.
2
En la primera parte del libro se aborda el estudio de la idea de cruzada. En el
sermón de Urbano II pronunciado en Clermont se reconoce, frente a aquellos
estudiosos que privilegian el testimonio de Foucher de Chartres, que silenciaba
la apelación a Jerusalén, la resuelta voluntad del papa de liberar las iglesias de
Oriente y Jerusalén. Tras una breve exposición sobre la evolución de Bizancio
hasta el momento de la primera cruzada, se aborda la imagen que se tenía
de Jerusalén en la Cristiandad, que oscilaba entre la celestial y la terrenal. Se
señala la tendencia a la espiritualización de la Jerusalén terrestre debido a las
peregrinaciones, que a lo largo del siglo xi experimentaron un gran desarrollo,
tomando un carácter colectivo. Su conquista por los selyúcidas (1073), a pesar
de la actitud tolerante de éstos hacia los peregrinos cristianos, dio lugar a
un aumento considerable de la inseguridad debido a los enfrentamientos
con los fatimíes. Los cristianos percibían un peligro ante los «sarracenos»,
sin distinguir entre unos y otros: se impuso, por tanto, la necesidad de una
escolta armada para los peregrinos, dando lugar a la peregrinación armada,
lo que hacía posible el planteamiento de la guerra santa. Se sugiere, de este
modo, la posibilidad de que sobre Urbano II influyera Pedro el Ermitaño, quien
fue en peregrinación en 1093-1094, y a su regreso pudo informar al papa de la
situación en Tierra Santa.
3
En la exposición sobre la génesis de la idea de cruzada, el autor se
acoge al planteamiento de Flori, quien, frente a la tesis que deriva la
Atalaya. Revue d'études médiévales romanes, no 11, avril 2009
COMPTES RENDUS DE LECTURE
guerra santa de la guerra justa, invierte los términos: la imposibilidad de
decidir la guerra santa impuso el recurso a la noción de guerra justa. La
idea de guerra santa no podía aparecer en Occidente sino en el marco
de una teocracia, la monarquía pontificia, como la que se configura con
la reforma gregoriana a partir del siglo xi. A la zaga de Flori se sigue un
proceso de sacralización de la guerra, en el que destacan jalones como las
guerras de Carlomagno contra los pueblos paganos, los milites sancti Petri,
armados por el papado para su defensa en el siglo xi, los movimientos
de paz, desarrollados en Francia a lo largo del siglo xi1. Mas faltaba para
la aparición de la guerra santa la recompensa espiritual del combatiente.
Y es que la sacralización de la guerra no había tenido la correspondiente
sacralización del guerrero. Esto tiene lugar en la segunda mitad del siglo xi
en Civitate y en España.
4
Urbano II fue más allá de la coyuntural petición de auxilio de Alexis I,
al pretender la liberación y reconquista de territorios otrora cristianos,
retomando un objetivo ya propuesto por Gregorio VII. Para ello se establece
la guerra santa, que utilizaba la ideología de los movimientos de la paz
de Dios. Pero Urbano II aspiraba asimismo a la unión con los griegos y así
imponerles la supremacía de Roma. En este punto, Alain Dumerger rechaza
el planteo de John France, que veía en la llamada de Urbano II solo un
proyecto político.
5
En la respuesta al llamamiento de Urbano II, Alain Dumerger distingue
dos movimientos: uno espontáneo, liderado por Pedro el Ermitaño, y
otro oficial, organizado por el papado. En la toma de Maarat, camino de
Jerusalén, se sitúan los célebres episodios de antropofagia2, testimonio
para Alain Dumerger de las fuertes tensiones sociales que agitaron la
primera cruzada. La violencia desatada tras la conquista de Jerusalén
era el resultado natural de toda la actividad predicadora, incluidos los
llamamientos del papado, que precedió a la primera cruzada; era la
consecuencia de la demonización del sarraceno, tema, a su vez, solidario
de la mácula horrenda de la ciudad santa en poder de los infieles. Tras
su conquista, la cruzada deviene peregrinación y penitencia, lo que Alain
Dumerger califica como inflexión en las propósitos de Urbano II. La toma
de Jerusalén supuso la conquista y ocupación de un territorio, en el que se
constituyeron estados cuya defensa sería a partir de entonces el objetivo
principal de la cruzada.
6
Fiel a la metodología de Flori, atento al análisis léxico, Alain Dumerger
muestra la tardía aparición de la expresión cruce signatus. Peregrinatio
y peregrinus eran los términos más comunes para designar cruzada y
cruzado. Éstos aparecieron tardíamente (mediados del siglo xiii) y antes
en vernáculo que en latín3. Esta dificultad para denominar la cruzada es la
1 Proceso histórico que, a su vez, expuso ya C. Erdmann, Die Enstehung des
Kreuzzugsgedankens, Stuttgart, 19552.
2 No en vano ocupan casi treinta páginas en la selección de fuentes árabes reunidas
por A. Maalouf, Las cruzadas vistas por los árabes, Madrid, 2003, p. 65-91.
3 Con respecto a la aparición del término en castellano conviene hacer una precisión
a la exposición de Alain Dumerger. El Poema de Fernán González (hacia 1250) ofrece
un temprano testimonio del término « cruzado », que aparece como adjetivo referido
a « pueblo » [coplas 255d, 473d, 476d, etc. (ed. R. Menéndez Pidal, Reliquias de la
poesía épica española, Madrid, 1951)] o bien como sustantivo (477c), para designar a
Atalaya. Revue d'études médiévales romanes, no 11, avril 2009
COMPTES RENDUS DE LECTURE
prueba de su novedad. Para captar la esencia de la cruzada, Alain Dumerger
recurre a una imagen culinaria: la mayonesa, que requiere ingredientes que
por sí solos no la hacen. Los ingredientes de la cruzada serían: un contexto
de reforma eclesiástica, la idea de liberación de las iglesias orientales, la
guerra santa, la peregrinación penitencial, la remisión de los pecados y
Jerusalén. Todos ellos son necesarios, mas ésta última es esencial.
7
La segunda parte aborda el estudio del cruzado. Éste debía seguir
una serie de ritos que conforman una liturgia; ésta, que podía adquirir
dimensiones espectaculares, cumplía una doble función: movilizar la
opinión y asegurar el encuadre espiritual del cruzado. El sermón aseguraba
la difusión de la bula de cruzada; si en un principio dependía del carisma
del predicador, a partir del siglo xiii se sistematizó y cambió en la dirección
de una espiritualidad cristocéntrica. Frente al control del papado, hubo, a
su vez, «predicaciones salvajes»; tal vez la de Pedro el Ermitaño fuera de
este tipo. La respuesta del fiel a la predicación se formalizaba en el voto
y la recepción de la cruz, que se integraba en la liturgia de la cruzada,
revelando el fuerte vínculo entre cruzada y peregrinación. El voto podía
conmutarse. Con el control de la redención, la predicación dio lugar así al
desarrollo de la burocracia de la cruzada.
8
El análisis de los preparativos y realización del viaje (rutas terrestre y
marítima) nos introduce en los aspectos materiales de las cruzadas,
que se ilustran con el relato de Joinville sobre el itinerario de San Luis,
ofreciendo una vívida y animada estampa de la vida cotidiana. Cruzado y
peregrino no se distinguían netamente; les diferenciaba solo el armamento
del primero. Las cruzadas han reunido combatientes y no combatientes,
guerreros y «pobres». Algunos cruzados-peregrinos se quedaban en Tierra
Santa haciendo profesión religiosa. Alain Dumerger plantea que a fines del
Medievo la peregrinación sustituyera a la cruzada. Cualquiera podía ser
cruzado. Se destaca el papel de los vínculos familiares y vasalláticos en la
movilización de la cruzada entre los nobles. La espiritualidad popular de la
cruzada es sencilla, si no simplista, resalta la cruz y la figura de Cristo, y
asume tendencias escatológicas y profécticas.
9
La parte tercera trata los aspectos institucionales. La bula de cruzada,
cuyo modelo es la promulgada por Eugenio III, Quantum praedecessores
(1145-1146), presenta un doble carácter de promulgación y codificación,
que define la esencia de este tipo documental, en que se plasma la
iniciativa papal4. Además de ésta hay otras: imperial y real, que como
los castellanos que luchaban contra los moros. Llama la atención su uso sistemático
y su subordinación para la caracterización del pueblo castellano, que en el verso
siguiente halla su más elocuente expresión: « Los pueblos castellanos, essas gentes
cruzadas » (513a). El monje de Arlanza se apropiaba, de este modo, del ideal de
cruzada, que en aquel entonces, con la séptima (1248-1254), encabezada por el rey
San Luis, alcanzaba un punto álgido, convirtiéndola en el rasgo identitario esencial
de Castilla. El castellano se revela, por tanto, más temprano que otras lenguas en
la adopción del neologismo, que inmediatamente adapta a su propia circunstancia.
En documentación del reinado de Alfonso X se halla extendido el término (ver
testimonios en CORDE. Corpus Diacrónico del Español [http://www.rae.es] s. v.
cruzada).
4 Para Mayer, en cambio, la bula de cruzada obedecería antes a la presión de la
predicación (H. E. Mayer, Historia de las cruzadas, Madrid, 2001, p. 53).
Atalaya. Revue d'études médiévales romanes, no 11, avril 2009
COMPTES RENDUS DE LECTURE
de Federico II, se desvían de su propósito originario, y popular, para
Alain Dumerger más próximas al espíritu genuino de la cruzada, aunque
«técnicamente» no fueran tales.
10
Alain Dumerger distingue varios modos de financiación de la cruzada.
Privada, cuyas fuentes son el propio capital del cruzado, consistente
generalmente en bienes raíces, el crédito, y, para los más pobres, los fondos
reunidos por las cofradías. Autofinanciación, mediante limosnas y colectas.
Financiación institucional, con el desarrollo de una fiscalidad específica.
11
La Iglesia aseguraba una protección material al cruzado, otorgándole ciertos
privilegios, y una recompensa espiritual: la indulgencia. Para Alain Dumerger,
Urbano asoció en Clermont indulgencia de peregrinación y guerra santa; los
cruzados, por su parte, tendieron a considerar que la indulgencia borraba
no solo la penitencia, sino la culpa, planteamiento que asumieron asimismo
algunos canonistas, cuya doctrina se fijó en el IV Concilio de Latran.
12
En la parte cuarta se analiza la extensión de la idea de cruzada a otras
situaciones. Sobre la segunda cruzada, Alain Dumerger niega que fuera
concebida como empresa global, aunque en su desarrollo vino a serlo. La
Reconquista5 sería una guerra santa, no una cruzada, aunque experimentara
su influencia, especialmente en ciertas ocasiones, como la campaña
que culminó en las Navas de Tolosa (1212). En cuanto a la Alemania
oriental, se trataría de una guerra misionera antes que de cruzada. Como
«desviaciones» de la cruzada se consideran aquellas que se apartaron
del objetivo inicial de Tierra Santa. El uso que hizo Inocencio III de las
instituciones de la cruzada en la guerra contra los herejes albigenses,
guerra santa, supone asimismo un desvío consciente del ideal de
cruzada. Asimismo, se incluyen en esta categoría las cruzadas «políticas»,
emprendidas por el papado contra los Staufen. Y es que la cruzada se
define e institucionaliza en relación con Tierra Santa, tal y como revela la
doctrina conciliar y pontificia. Para Alain Dumerger, la aplicación de la idea
de cruzada a otras situaciones supone su empobrecimiento.
13
La parte quinta aborda lo que Alain Dumerger denomina «experiencias» de
la cruzada: políticas, económicas, culturales. Alain Dumerger mantiene un
concepto restrictivo del «estado cruzado», referido exclusivamente a los que
surgieron de las cruzadas de Oriente. En el análisis de las cruzadas como
empresas guerreras adquieren un destacado protagonismo las órdenes
5 Conforme al principio del análisis del vocabulario, al que se atiene Alain Dumerger,
hay que constatar que el uso del término reconquista es muy tardío. Conforme a
los testimonios ofrecidos por CORDE. Corpus Diacrónico del Español [http://www.
rae.es] s. v. reconquista, se documenta por vez primera este término en 1511, en la
traducción castellana de Tirant lo Blanc, con el sentido genérico de recuperación de
una plaza perdida anteriormente. Habrá que esperar a fines del siglo xviii para que
el vocablo adquiera significación histórica. A Cadalso, en su Defensa de la nación
española contra la carta persiana LXXVIII de Montesquieu (1768-1771), corresponde
el mérito de su introducción. Mas es J. A. Llorente, en su Discurso sobre el orden
de procesar en los tribunales de la Inquisición (1797), el primero en otorgarle
pleno valor histórico al referirse a los «ocho siglos que duró la reconquista». En
la documentación medieval el término más cercano es conquista, en la expresión
«santa conquista» [ver al respecto A. Arranz, «El episcopado y la guerra contra el
infiel en las Cortes de la Castilla Trastámara», La Monarquía como conflicto en la
Corona Castellano-Leonesa (c. 1230-1504), Madrid, 2006, p. 256].
Atalaya. Revue d'études médiévales romanes, no 11, avril 2009
COMPTES RENDUS DE LECTURE
militares, consideradas como «vectores privilegiados de intercambios
entre el frente y la retaguardia» (p. 189): de hombres, mercancías y
productos, y moneda. Proporcionaron un ejército permanente, a la vez
que, en lo que respecta a los Templarios, «un verdadero manual de arte
militar» (190). Las órdenes surgidas de las cruzadas no se implicaron
en la Reconquista española, aunque tuvieron una presencia destacada
en Aragón; sometidas a la corona, carecían de la autonomía gozada en
Tierra Santa. Las cruzadas movilizaron una corriente migratoria, que tuvo
más importancia en el siglo xii. En Oriente, el reagrupamiento familiar fue
una práctica extendida. La colonización franca fue intensa en Palestina;
tuvo un carácter espontáneo. La cuestión de la repoblación tiene un
papel esencial en la Reconquista. La cruzada abrió nuevas posibilidades
comerciales: apertura del Mar Negro a los italianos, control del Bósforo
por los venecianos, vínculos con Rusia meridional. A la cuestión de si se
desarrollaron imperios coloniales a raíz de las cruzadas, Alain Dumerger
se limita a constatar la explotación colonial de Venecia y Génova. Entre los
aspectos humanos, destaca el del cautiverio. La ejecución de prisioneros
era una práctica corriente entre cristianos y, sobre todo, musulmanes,
más sistemáticos y selectivos al respecto. Tal diferencia se explica por
las expectativas de conversión del enemigo que mantenían los primeros.
La actitud de los cruzados hacia los prisioneros era ruda, pues ni se
planteaban la cuestión del cautiverio, ni se había desarrollado aún la ética
caballeresca. Entre musulmanes y bizantinos eran corrientes el intercambio
y el rescate de prisioneros. Mas los cruzados acabaron incorporando la
realidad del cautiverio a su horizonte mental: se propusieron imitar a Cristo
en su cautividad, a la vez que se desarrolló en la liturgia la plegaria por los
cautivos. En este contexto surgen instituciones específicas para la redención
de cautivos: en este punto el Islam llevaba ventaja a la Cristiandad. En el
siglo xiii surgen las órdenes de trinitarios y mercedarios con esta finalidad.
14
Junto a la movilización entusiasta, las cruzadas suscitaron críticas. Alain
Dumerger resalta la necesidad de reunir un corpus de opiniones en
diferentes tipos de fuentes sobre las cruzadas que permitiría evaluar su
impacto. Los motivos de crítica son diversos: destacan las relativas a las
malas prácticas, conversiones forzosas y, sobre todo, su financiación, el
mal uso de los fondos recaudados.
15
La parte sexta versa sobre la alteridad: la percepción del «otro». Alain
Dumerger rebate la visión unilateral de las cruzadas, afirmando que la
cruzada es un hecho religioso surgido de los problemas de una sociedad
occidental en vísperas de un pujante desarrollo y no una guerra imperialista
para conquistar el mundo; su eje es Jerusalén y la peregrinación. La guerra
santa cristiana, componente de la cruzada, no es el equivalente de la
yihad islámica, sino que se elaboró en función de circunstancias que no se
limitan a la guerra con el Islam, ni han comenzado con ésta. Las cruzadas
y la Reconquista crearon una situación inédita: grupos considerables de
musulmanes pasaron a ser súbditos de príncipes cristianos. Los cruzados
empezaron matando a los infieles, pero pronto matizaron su actitud, hasta
aceptar su existencia como «dimmíes» «a la inversa», dando lugar a un tipo
de comunidad caracterizada por la sumisión, la protección y la segregación.
No se trataría de «tolerancia», sino de mantenimiento del principio de
rechazo de la violencia para la conversión. El conocimiento del «otro»
Atalaya. Revue d'études médiévales romanes, no 11, avril 2009
COMPTES RENDUS DE LECTURE
progresó considerablemente a lo largo del siglo xiii, pero se mantuvo un
curioso desdoblamiento: a la vez que avanza el esfuerzo por conocer al
otro, se mantienen los estereotipos de demonización del infiel. Para Alain
Dumerger la conversión no era uno de los objetivos de la cruzada, pero sí
de la Reconquista6 y de las guerras misioneras del Este; mas Inocencio IV
elaboró una política misionera, que le confirió a la cruzada esta dimensión.
Las relaciones entre griegos y latinos se caracterizó por una hostilidad y
desconfianza mutuas que no impidió acuerdos. A su vez, el establecimiento
de los occidentales en Oriente y la creación de los estados latinos planteó
un nuevo problema: las relaciones entre latinos de Oriente y de Occidente,
quienes se denominaron mutuamente «poulains» y «fils d´Hernaud»,
que expresaban desconfianza y antagonismo. Los largos períodos de paz
permitían relaciones e intercambios, que generaron el respeto mutuo.
Hubo así una convergencia entre cristianos y musulmanes en determinadas
fiestas religiosas y prácticas rituales. En cuanto a intercambios culturales,
Alain Dumerger destaca la transmisión de la medicina árabe. Todo ello
le permite definir la sociedad cristiana de Oriente como una sociedad de
frontera cultural.
16
En la parte séptima se contrastan ideales y realidad, desde la convicción de
que el estudio de las cruzadas no puede detenerse en 1291. La idea de una
unión con los mongoles contra el Islam no era una utopía, como demuestra
la presencia de una legación mongola en el Concilio II de Lyon (1274); a
su vez, el proyecto primitivo de San Luis era una acción coordinada con
los mongoles. Mas problemas tanto logísticos, las dificultades para el
avituallamiento de la caballería mongola, como políticos, la situación del
kan, impidieron la ofensiva del grueso de las tropas mongolas contra el
Islam: solo participaron reducidos contingentes (1300-1302). De este modo,
el sueño de la reconquista de Jerusalén se desvanecía. La pérdida de
Jerusalén (1244) dio lugar al surgimiento de los tratados De recuperatione
Terrae sanctae. Se pueden clasificar en tres categorías: tratados de clérigos
que combinan cruzada y acción misionera (destaca Raimundo Lulio);
tratados de hombres con experiencia en Oriente (maestres de órdenes
militares, comerciantes...); propagandistas del rey de Francia. Versan
sobre los medios para llevar a cabo la empresa (financiación, rutas),
distinguiendo entre passagium particulare (operación de alcance limitado)
y passagium generale (gran cruzada internacional ordenada por el papa),
diferencia que remite a objetivos. Condición previa para llevar a cabo tal
proyecto era la unión de los cristianos (griegos y latinos) y de las órdenes
militares (a ésta última se oponían intereses nacionales).
17
La lucha contra los turcos se llevó a cabo en condiciones y terrenos
diversos. Combatir la piratería interesaba especialmente a Rodas, Génova,
Venecia y Bizancio. Los reinos occidentales y el papado reaccionaron
en términos de recuperación de Tierra Santa, socorro a los griegos o
defensa del reino de Hungría. Las interferencias entre estas empresas
eran continuas y exigen ser tratadas con relación a la cruzada. Así, las
6 Resulta muy discutible que figurara la conversión como objetivo del avance
reconquistador. Solo con los Reyes Católicos, merced a los buenos oficios de
Hernando de Talavera, se observa un proyecto misionero de la población conquistada
(ver al respecto F. Márquez Villanueva, Investigaciones sobre Juan Álvarez Gato,
Madrid, 1960, p. 109-124).
Atalaya. Revue d'études médiévales romanes, no 11, avril 2009
COMPTES RENDUS DE LECTURE
ligas navales contra la piratería, que unieron a Venecia, Rodas, Francia,
Bizancio y el papado (1332) o a Venecia y Roma (1343) se valieron de
las instituciones de cruzada. En cuanto a la ayuda occidental a Bizancio,
el papado la subordinó a la unión de las iglesias; mas cuando ésta se
iniciaba, ya era demasiado tarde para contener a los turcos. La penetración
turca afectaba asimismo a los Balcanes, el rey Segismundo de Hungría
apeló al socorro occidental, que respondió con un cruzada (1396). Alain
Dumerger resuelve la cuestión de si tales empresas son cruzadas afirmando
la continuidad a lo largo de los siglos xiv y xv del ideal de cruzada,
que las habría marcado profundamente con su espíritu. Y es que si la
cruzada habría muerto de hecho, permanecía presente en espíritu. Éste se
mantendrá donde menos se esperaría, con el consiguiente empobrecimiento
de su contenido.
18
La resistencia de los lituanos a la expansión teutónica dio lugar a la
movilización de la caballería occidental: a partir de 1337 comienza la moda
de las «cruzadas de Prusia», denominadas entonces «viaje a Prusia», con
idénticas recompensas espirituales que las de Tierra Santa. La rebelión
husita dio lugar a la organización de cinco cruzadas, situación análoga a
las emprendidas contra los albigenses. Para castellanos y portugueses –los
aragoneses participaron en mayor medida en las cruzadas– la Reconquista
no era una coartada para eludir la lucha en Tierra Santa. La gran empresa
de la guerra de Granada fue llevada a cabo «en un ambiente de cruzada»,
una guerra santa encabezada por los Reyes Católicos, príncipes investidos
de esta misión directamente por Dios. La palabra clave de este proyecto
es la unidad, lo que ofrece un evidente paralelismo con la cruzada. Para
Alain Dumerger la reconquista es una «obra de purificación» (otro rasgo
análogo a la cruzada), que conduciría al concepto de pureza de sangre.7
La expansión atlántica y el descubrimiento de América, aunque sus
motivaciones fueran básicamente económicas, estaban asimismo imbuidas
de espíritu de cruzada.
19
La conclusión se plantea como el retorno a una definición, neta delimitación
conceptual de la cruzada, para lo cual se hace un balance de las
planteamientos «tradicionalista» y «pluralista». La primera, representada por
Hans E. Mayer, sostiene que la cruzada es una peregrinación armada para
liberar los Lugares Santos y ayudar a los cristianos de Oriente, tiene valor
penitencial, sancionado por el otorgamiento de la indulgencia plenaria. La
segunda, representada por J. Riley-Smith, concibe la cruzada como guerra
santa contra quienes son considerados enemigos, tanto exteriores como
interiores, para recuperar bienes de la Cristiandad o defender la Iglesia
o el pueblo cristiano. Alain Dumerger considera ambas concepciones
«demasiado estáticas» (p. 331). La pluralista destaca la autoridad que
decide la cruzada, las instituciones y los objetivos (defensa de la fe, la
Iglesia, el papado); allí donde se encontrara uno de estos elementos habría
cruzada. Mas deja de lado dos elementos esenciales: la peregrinación y
7 Aquí convendría hacer una precisión: el fenómeno de la limpieza de sangre no
deriva directamente del propio avance reconquistador, sino de las específicas
circunstancias del grupo social de los conversos, que aumentó súbitamente a raíz
del pogrom de 1391 (ver E. Mitre Fernández, Los judíos de Castilla en tiempo de
Enrique III. El pogrom de 1391, Valladolid, 1994 y, sobre todo, E. Benito Ruano, Los
orígenes del problema converso, Madrid, 2001).
Atalaya. Revue d'études médiévales romanes, no 11, avril 2009
COMPTES RENDUS DE LECTURE
el movimiento espontáneo, la respuesta. A su vez, al alargar el ámbito de
la cruzada, viene a absorber la guerra santa. Finalmente, obvia el análisis
léxico, que pone de manifiesto, sin embargo, que el papa, aun abusando
de las instituciones de cruzada, siempre diferenció netamente los diferentes
campos de aplicación de aquéllas, estableciendo una jerarquía en cuya
cúspide se situaba Jerusalén. La crítica a la concepción «tradicionalista» se
basa en que se atiene rígidamente a los principios enunciados en Clermont,
obviando que la cruzada «vive su propia vida» (p. 334).
20
Para Alain Dumerger la cruzada es una empresa decidida por el papado
y que afecta a todos los fieles; asocia y amalgama guerra santa y
peregrinación penitencial con el objetivo de devolver Jerusalén a los
cristianos; la remisión de los pecados concierne a quien pronuncia el voto
y toma la cruz; ha generado prácticas e instituciones que se han extendido
a ámbitos de guerra santa sin referencia directa o indirecta a Jerusalén. La
cruzada se ha salvado por la perduración de la idea, utilizada incluso por
el Estado Moderno, que, a su vez se convirtió en mito.
21
El libro de Alain Dumerger ofrece una amplia síntesis que abarca un
planteamiento histórico global, presentando una visión totalizadora de las
cruzadas, desde los aspectos institucionales hasta los relativos a la vida
cotidiana. Alain Dumerger ha logrado mantener un hilo conductor en su
exposición, sin caer en la dispersión de observaciones a que se prestaba el
tratamiento de tan variadas cuestiones. Mantiene, a su vez, un ponderado
punto de vista sobre el concepto de cruzada, que le permite analizar
las transformaciones que ésta experimentó en su historia. Se ofrece
una selecta bibliografía que no olvida la aportación de la historiografía
española al tema. Las notas, a su vez, ofrecen una buena referencia de la
base documental del libro, básicamente bibliográfica, como no podía ser
de otra manera en una obra de síntesis. Nos hallamos, pues, ante una
importante aportación al estudio de las cruzadas, cuyo interés reside sobre
todo en el esfuerzo por relacionar los más variados aspectos de la realidad
histórica que confluyen en su desarrollo.
Atalaya. Revue d'études médiévales romanes, no 11, avril 2009