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Señales de avivamiento
por J. I. Packer
Traducción por: Makarena Vives
A primera vista, las características de los movimientos de avivamiento
varían extensamente; tal vez como resultado de diferentes escenas,
de hecho pareciera que Dios se deleita en la variedad. Sin embargo,
en un análisis más profundo, hay factores constantes que podemos
reconocer en todos los avivamientos bíblicos y post-bíblicos,
cualesquiera sean sus escenarios históricos, raciales y culturales. Son
cinco y los describiré a continuación:
Conciencia de la Presencia de Dios: La primera característica, que es
fundamental en el avivamiento, es la percepción de que Dios se ha
acercado maravillosamente en Su santidad, misericordia y poder. Esto
se siente como el cumplimiento de la oración de Isaías 64:1y 2: “¡Oh,
si rompieses los cielos, y descendieras, y a tu presencia se
escurriesen los montes… para que hicieras notorio tu nombre a tus
enemigos, y las naciones temblasen a tu presencia!”. Dios “viene”,
“visita” y “se acerca” a Su pueblo y revela Su majestad. El efecto que
causa es el mismo que causó en Isaías: cuando vio “al Señor sentado
en un trono” y escuchó a los ángeles cantar “Santo, santo, santo”, con
fuerza clamó “¡Ay de mí! Que soy muerto; porque siendo hombre
inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios
inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos.” (Is. 6:15). Es con esta anhelante manifestación abrazadora de la Presencia
de Dios que comienza el avivamiento, y por la continuación de ella que
el avivamiento es sostenido.
Responsabilidad con la Palabra de Dios: La percepción de la
Presencia de Dios imparte nueva autoridad a Su verdad. El mensaje
de las Escrituras, que tal vez antes estaba haciendo sólo un impacto
superficial, ahora escudriña a cada uno de sus oidores y lectores en lo
más profundo de su ser. La declaración de que “la Palabra de Dios es
viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra
hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y
discierne los pensamientos y las intenciones del corazón” (Heb. 4:12)
se verifica una y otra vez. El mensaje de Dios (el llamado del
Evangelio al arrepentimiento, la fe y la santidad, a la oración y la
adoración, el testimonio y la alabanza) se autentifica sin ambigüedad a
la conciencia de los hombres, y no hay lugar para medias tintas en la
respuesta.
Sensibilidad al pecado: Una conciencia profunda de las cosas
pecaminosas y de cuán pecaminosos somos es la tercera
característica a notar de un avivamiento. Ningún brote de interés
religioso o emociones merece el nombre de avivamiento si en su
corazón no hay una profunda percepción del pecado. Dios viene y el
consecuente impacto de Su palabra hace a los cristianos mucho más
sensibles al pecado de lo que eran antes: las conciencias se ablandan
y hay una profunda humillación. La perversidad, la fealdad, la
inmundicia y la culpa del pecado se ven y se sienten con nueva
viveza.
Bajo las condiciones de un avivamiento las conciencias son tan
revividas que la convicción de pecaminosidad de cada persona se
hace fuerte y terrible, y hasta puede incluir agonías mentales más allá
de lo imaginable hasta que pasen. El Evangelio del perdón a través de
la cruz de Cristo se hace tan amado como nunca antes, mientras la
gente ve su necesidad de éste de manera mucho más clara.
Pero la convicción de pecado es un medio, no un fin: el Espíritu de
Dios convence de pecado con el fin de presentar el arrepentimiento, y
una de las características más llamativas de los movimientos de
avivamiento es la profundidad de arrepentimiento a la que tanto santos
como pecadores son guiados. El arrepentimiento, como sabemos,
básicamente es no gemir y tener remordimiento sino volverse y
cambiar.
Los oidores de Pedro en el día del Pentecostés estaban
“compungidos de corazón”, lo que literalmente significa causar con un
golpe violento una vívida imagen de una experiencia profundamente
penosa. Destrozada, la congregación clamó “Hermanos, ¿qué
haremos?”. Pedro les mostró el camino de la fe, el arrepentimiento y el
discipulado a través de Jesucristo, y tres mil de ellos lo tomaron
(Hechos 2:37-41). El avivamiento siempre incluye una fuerte
percepción de la propia pecaminosidad, que guía a un arrepentimiento
profundo y a abrasar de corazón al Cristo glorificado, amoroso y
perdonador.
Vida en comunidad: Una iglesia avivada está llena de la vida, el gozo y
el poder del Espíritu Santo. Con la llegada del Espíritu, viene la
compañía de Cristo al centro de nuestra a alabanza y devoción: el
Cristo glorificado se nos revela, se hace conocido, amado, servido y
exaltado. Marcas recurrentes de un pueblo que experimenta un
avivamiento son el amor y la generosidad, la unidad y el gozo, la
convicción y la audacia, un espíritu de alabanza y oración, una pasión
para alcanzar y ganar a otros. En esa forma está el poder divino con
sus predicadores, un poder que no tiene nada que ver con la
elocuencia natural.
Un testimonio fructífero: El avivamiento siempre trae un desborde
evangelístico y ético al mundo. Cuando Dios reaviva a la iglesia, la
nueva vida fluye desde ella para la conversión de los de afuera y la
renovación de la sociedad. Los cristianos se vuelven intrépidos en el
testimonio e incansables en el servicio a su Salvador. Proclaman por
dicho y obra el poder de la nueva vida, ganan almas y surge una
comunidad de conciencias conforme a los valores cristianos. Además,
en tiempos de avivamiento Dios actúa en forma rápida, Su trabajo se
acelera. La Verdad se propaga y la gente es regenerada y crece en
Cristo con una rapidez sorprendente.
Estos son a grandes rasgos los patrones por los cuales los
movimientos genuinos de avivamiento se identifican. Los cristianos en
consecuencia del avivamiento viven en la Presencia de Dios (coram
Deo), se ocupan en Su Palabra, sienten una aguda preocupación por
el pecado y la justicia, se gozan en la seguridad del amor de Cristo y
en su salvación, son constantes en la alabanza espontánea y no se
cansan de testificar y servir, alimentando estas actividades por la
oración y la adoración. La gran pregunta es si el avivamiento se
muestra en verdad en la vida de los cristianos de manera individual o
en las comunidades, si esta cualidad de la vida cristiana está o no.