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Fe y razón en la obra de Marsilio Ficino: ¿reconciliación posible? Ênio José da Costa Brito1 CARVALHO, Talyta Cristina de. Fe y razón en el Renacimiento: el concepto de Dios en la obra filosófica de Marsilio Ficino. Disertación de la maestría en Ciencias de la Religión presentada en la Pontificia Universidad Católica de São Paulo. São Paulo, 2010. La historia ha presenciado una relación tensa entre la fe y la razón. Períodos marcados por el diálogo son substituidos por períodos polémicos de intensos debates. Talyta Cristina de Carvalho vuelve al tema y, para estudiarlo, hace un retroceso histórico al período medieval. Elige la obra filosófica de Marsilio Ficino (1433-1499), conocido comúnmente como ciudadano florentino, pero que, en verdad, nació en Figline, en el Valle del Arno, el 19 de octubre de 1433. Ficino, una de las figuras más significativas de la cultura italiana, vivió un cambio de época con todos sus desafíos, tensiones y esperanzas. Intrigada con una acusación corriente hecha a Marsilio Ficino, de haber paganizado al Cristianismo al establecer un diálogo entre la visión cristiana y la visión griega de mundo, Carvalho elige una nervadura de la obra ficiniana, el concepto de Dios, para verificar la hipótesis de la paganización. El concepto de Dios estudiado por ella es presentado por el autor en el Libro II de la Teología platónica.2 Formula con claridad su desafío: “[...] Si el concepto de Dios en Ficino no fuera el concepto del Dios cristiano, tendremos entonces, la confirmación de la hipótesis 1 2 Profesor titular del Programa de Estudios Posgraduados en Ciencias de la Religión de la Pontificia Universidad Católica de São Paulo y líder del Grupo de Investigación El Imaginario Religioso Brasileiro. FICINO, Marsílio. Platonic Theology. Massachusetts: Harvard University Press ,2001. Vol. I. Ciberteologia - Revista de Teologia & Cultura - Ano VII, n. 34 179 [paganización del Cristianismo]; por otro lado, si el Dios encontrado en Ficino fuera el Dios cristiano, la hipótesis habría sido, por lo tanto, invalidada”.3 El lector tiene en sus manos una disertación muyo bien planeada y realizada con precisión quirúrgica, que en ningún momento pierde su enfoque. Una bibliografía seleccionada y pertinente respalda su investigación. El tema a su vez es desafiante, y actual. Hay pocos estudios sobre el concepto de Dios en la obra de Marsilio Ficino. Además, se puede decir que la concepción moderna del hombre fue lentamente generada no período medieval. Una rápida mirada al movimiento renovador ocurrido en el siglo XII revela trazos seminales del perfil del hombre moderno, trazos esos reafirmados en los siglos XIII y XIV y confirmados en el siglo XV. El siglo XVIII termina de fijar esos trazos, que serán la matriz de las concepciones contemporáneas del hombre en los siglos XIX y XX.4 La problemática discutida por Carvalho se ubica en el corazón de esa dinámica. Se sabe que el escenario intelectual del siglo XV era el de las disputas filosóficas, o sea, aún muy influenciado por la escolástica. Y ese trabajo fue la forma que Ficino encontró para combatir, de manera sistemática, los averroístas y los alejandrinos en la disputa acerca del alma: estos últimos declaraban que la filosofía era incapaz de probar los principios centrales de la fe, como la inmortalidad del alma, por ejemplo.5 A lo largo de la lectura, creé una imagen para visualizar el texto: la de un río rectificado, el cual, para facilitar la navegación hasta la desembocadura, exigió la construcción de tres esclusas para transponer los desniveles del agua: una esclusa histórica, otra filosófica y, finalmente, una esclusa teológica. En el comentario, visitaré esas tres esclusas, tejiendo comentarios y relevando tópicos para un posible diálogo con la autora. Esclusa histórica 3 4 5 CARVALHO, Talyta Cristina de. Fe y razón en el Renacimiento: el concepto de Dios en la obra filosófica de Marsílio Ficino. Disertación de maestría en Ciencias de la Religión presentada en la Pontificia Universidad Católica de São Paulo. São Paulo, 2010. A partir de ahora, será citado como Fe y razón en el Renacimiento. Disertación defendida públicamente el 1o de diciembre de 2010. Participaron de la mesa examinadora los profesores Luiz Felipe de Cerqueira y Silva Pondé (orientador), Fernando José Amed y Ênio José da Costa Brito. Cf. VAZ, Henrique de Lima. Teología medieval y teología moderna. In: Escritos de filosofía. Problemas de frontera. São Paulo: Loyola, 1986. p. 78-79. CARVALHO, Fe y razón en el Renacimiento, p. 11. Ciberteologia - Revista de Teologia & Cultura - Ano VII, n. 34 180 El primero capítulo, titulado “Filosofía del Renacimiento: cuestiones controvertidas”, tiene como primera intencionalidad ofrecerle al lector una red teórica limpia de ruidos y preconceptos, teniendo en cuenta una comprensión más adecuada de la visión de la filosofía de Dios en Marsilio Ficino. El capítulo coloca en pauta cuestiones relacionadas con el Renacimiento, el humanismo, la filosofía del Renacimiento, la religión en el Renacentismo, y convoca a especialistas, como Jacob Burckhardt y Jean Delumeau,6 para tratar la temática relacionada al Renacimiento. Para discutir el acento humanista de la filosofía del período renacentista, se vale de la visión de autores como Paul Oskar Kristeller, Eugenio Garin y Hans Baron.7 Burckhardt ve al Renacimiento como el período histórico en el cual ocurrió un desarrollo del individuo y el descubrimiento del mundo y del hombre, contraponiéndose a la idea corriente del mero “redespertar de la Antigüedad”; para Delumeau, el Renacimiento fue un “momento de contradicciones” sin la ruptura tan decantada con la Edad Media. Después del análisis de esos y de otros pensadores que buscan una comprensión más profunda del Renacimiento, la autora apunta a un dado consensual: “Lo que es notorio en ese campo de estudios es la concepción de que el Renacimiento fue un período de transición con una cultura que le fue particular y que, de alguna forma, lanzó las semillas de un nuevo momento en la historia de la civilización, que quedó conocido como Modernidad”.8 Dos cuestiones ocupan una posición destacada cuando se trata de la filosofía del Renacimiento: la cuestión del antropocentrismo y del humanismo. Para Kristeller, no hay novedad del punto de vista histórico/filosófico con relación a la perspectiva antropocéntrica. Él no niega el acento antropocéntrico ocurrido en el período, sino la novedad del mismo.9 Cuanto a la espinosa cuestión relacionada con el concepto de humanismo en la filosofía del Renacimiento, recuerda que el problema comienza con el propio término. La 6 7 8 9 BURCKHARDT, Jacob. La cultura del Renacimiento en Italia. São Paulo: Companhia das Letras, 2003. DELUMEAU, Jean. La civilización del Renacimiento. Lisboa: Editorial Estampa, 1994. v. I. KRISTELLER, Paul Oskar. Renaissance Concepts of Man and Other Essays. New York: Harper & Row Publishers, 1972. BARON, Hans. The Crisis of the Early Italian Renaissance. New Jersey: Princeton University Press, 1966. CARVALHO, Fe y razón en el Renacimiento p. 19. Ibid., p. 21. Ciberteologia - Revista de Teologia & Cultura - Ano VII, n. 34 181 palabra “humanismo” fue creada en el siglo XIX, en 1808, por el educador alemán F. J. Niethammer, para indicar el énfasis que se daba al estudio de los clásicos latinos y griegos en la Enseñanza Fundamental y Media en contraposición a la enseñanza más técnica.10 Carvalho toma la posición de Kristeller: [...] el humanista [del período del Renacimiento] es un estudioso de los clásicos, no institucionalizado (en la medida en que puede ser tanto un tutor que enseña las studia humanitatis como un estudiante de esas disciplinas) y que posee preocupaciones de orden literaria. El filósofo, a su vez, también es un estudioso de los clásicos (de ahí la confusión), mas que, por lo menos en algún momento, estuvo dentro de una institución de enseñanza (preferentemente una universidad) y hace su lectura de los clásicos motivado por cuestiones principalmente metafísicas (aunque no solamente).11 Carvalho justifica la construcción de esa esclusa histórica recordando que, en razón que los estudios en esa área son escasos en nuestro país [...], no podríamos partir directamente a la discusión de Marsilio Ficino sin antes aclarar las principales categorías y terminologías utilizadas en el campo de estudios del Renacimiento, así como presentar las controversias y cuestiones que acostumbran permear los trabajos relacionados a ese período histórico.12 Una sólida investigación histórica lastra las discusiones presentadas en el capítulo, que concilia erudición y claridad al encaminar las diversas controversias en torno de los principales conceptos. Sin embargo, un lector poco afecto a los temas trabajados en el capítulo quisiera recibir algunas informaciones para situarse mejor en las temáticas discutidas. Algunas notas de pie de página podrían solucionar. A título de ejemplo, hago algunas sugerencias. En la página 18, en el segundo párrafo, al discutir la relación de la Edad Media con la Antigüedad, hace referencia al “Renacimiento Carolingio o al primer Renacimiento”. Pues bien, el Renacimiento Carolingio solo ocurrió gracias a la preservación de un tesoro cultural, a pesar de las guerras y destrucciones ocurridas a lo largo del tiempo. Si hubiese ocurrido un hiato total 10 11 12 Ibid., p. 23. Ibid., p. 29. Ibid., p. 15-16. Ciberteologia - Revista de Teologia & Cultura - Ano VII, n. 34 182 entre el mundo antiguo y el mundo medieval, los monjes irlandeses convocados en el siglo IX por Carlos Magno nada podrían haber hecho. A ese primer Renacimiento le siguieron los de los siglos XII y XIII. Sin embargo, solo la del siglo XIV se apropió del nombre.13 Para Vaz, a partir del siglo XII, finalmente, cuando la Edad Media comienza a organizarse política, social y económicamente en la incipiente sociedad urbana y en los primeros Estados nacionales, ya podía mostrar en sus escuelas, que se preparan para ser las primeras universidades, una vigorosa vida intelectual.14 Cuando abre la cuestión acerca de la continuidad o de la ruptura, ahora entre Edad Media y Renacimiento, puede ofrecer al lector un dato importante. El pecado original de muchos pensadores que defienden la ruptura radical entre Edad Media y Renacimiento, que absolutizan el énfasis antropológico del Renacimiento, está en el hecho de no distinguir entre dimensión sacra y dimensión teológica presentes en la civilización medieval. Esta distinción es basilar para una adecuada comprensión de las relaciones entre el mundo medieval y el mundo moderno. Se rotula a la Edad Media como civilización sagrada en el sentido pleno, lo que no es verdad. Estudios e investigaciones más recientes han mostrado que buena parte de la población de la Edad Media vivía inmersa en un mundo sagrado, pero las elites letradas, responsables por la elaboración de una teología elaborada bajo la égida de la razón griega, se distanciaban de esa visión de mundo. La teología medieval ostentaba en su agenda cuestiones que involucraban al universo, el contenido de la fe, una fe siempre interrogante, y el propio Dios. Impresionan al estudioso del siglo XXI las cuestiones que marcaron profundamente la reflexión teológica medieval: “¿Cur Dios homo?” [“¿Por qué Dios se hizo hombre?”]; “¿cur homo?” [“¿Por qué el hombre?”], y “¿cur homo Dios?”.15 Al abrir la discusión sobre la filosofía Renacentista, página 34, hace referencia a los averroístas sin haber introducido la figura de Averroes (1126-1198). Ese grande comentador de Aristóteles hizo dos grandes opciones intelectuales en la vida: la de elegir a 13 14 15 Cf. VAZ, Teología medieval y teología moderna, p. 78. Ibid. Cf. Ibid., p. 82. Ciberteologia - Revista de Teologia & Cultura - Ano VII, n. 34 183 Aristóteles como modelo de una filosofía racional y la de rechazar como opinión o mito todas las afirmaciones incompatibles con el aristotelismo más literal y estricto.16 ¿Por qué la insistencia en esa breve presentación? La razón es simple: la Falsafa, la filosofía árabe, solo recientemente comienza a ser estudiada entre nosotros gracias a trabajos precursores como el de Miguel Attie Filho, Rosalie Helena de Souza, Cecília Cintra Cavaleiro de Macedo y algunos otros investigadores.17 Ya al final del capítulo primero, en la página 44, trae una cita de Kristeller en la cual hay una referencia al siglo XII. Quiero recordar que el siglo XII ocupa un lugar propio en la historia de la filosofía medieval. Comprenderlo bien es percibir las especificidades y los ritmos de la filosofía medieval. Estamos ante un siglo marcado por numerosos cambios: crecimiento demográfico y urbano; nuevas formas de poder señorial; modificaciones introducidas en las formas de vida religiosa; regreso a la vida monástica; creación de instituciones escolares (claustrales, catedralicias, comunales, personales); cambios en el contenido de las artes; gusto y reflexiones sobre el contenido de la fe. El siglo XII es un período de renovación con fuerte consciencia de continuidad, en el cual la vida intelectual se vuelve compleja. Una palabra antes de finalizar la visita a la primera esclusa. Carvalho realizó un sugestivo rescate de categorías importantes para la continuidad de la investigación, rescate posible porque los interlocutores con los cuales dialogó recolocan esos conceptos dentro de la visión de mundo en el cual fueron generados. En el conjunto, sentí la falta de una explicitación mayor del substrato teológico presente en las entrelíneas de la operación de rescate realizada por la autora. No se puede 16 17 “Comentador por excelencia de Aristóteles, como lo conocerá la Edad Media, y uno de los pensadores cuya influencia en todo el curso de la filosofía occidental posterior es de las más amplias y profundas, aunque frecuentemente implícita. Él inaugura, con efecto, en el mundo cultural islámico esencialmente religioso, un tipo de racionalismo que, trasplantado en suelo cristiano y multiplicado ahí bajo mil formas, irá a ser una de las constantes de la cultura occidental moderna.” VAZ, Henrique de Lima. Fisionomía del siglo XIII. In: Escritos de filosofía. Problemas de frontera. São Paulo: Loyola, 1986. p. 15. Ver: ATTIE FILHO, Miguel. Falsafa. La filosofía entre los árabes; una herencia olvidada. São Paulo: Palas Athena, 2002. Los sentidos internos en Ibn Sina (Avicena). Porto Alegre: Editora PUCRS, 2000. PEREIRA, Rosalie Helena de Souza. Avicena; el viaje del alma. Una lectura gnóstico-hermética de Havy Yaqzan. São Paulo: Perspectiva/Fapesp, 2002. MACEDO, Cecília Cintra Cavaleiro de. Metafísica, mística y lenguaje en la obra de Schlomo Ibn Gabiron (Avicebron): un abordaje bergsoniano. Tesis de doctorado en Ciencias de la Religión presentada en la Pontificia Universidad Católica de São Paulo. São Paulo, 2006. Ciberteologia - Revista de Teologia & Cultura - Ano VII, n. 34 184 olvidar que, en aquel período histórico, la filosofía es sirva de la teología y la teología debe ser entendida como una forma de cultura de la Edad Media. Capítulo importante no solo para una comprensión más densa del período medieval, sino como también para ayudar a superar visiones reductivas del período medieval, tan presentes aún en nuestro medio. Esclusa filosófica En el segundo capítulo, titulado “La filosofía de Marsilio Ficino, una metafísica de tributos a la tradición”, se tiene la presentación de los principales conceptos de la filosofía del autor estudiado. Sin embargo, antes de presentar los conceptos propiamente dichos, la autora pasa por los siguientes tópicos: “Biografía: vida familiar e influencias paternas”; “La Academia Platónica de Florencia – Un debate inacabado” y “El platonismo de Marsilio Ficino”. Luego, pasa a la exposición de la ontología de Marsilio Ficino, explicando los conceptos de ser, pensamiento, jerarquía y causalidad. En las palabras de la autora: “Por último, hicimos una discusión ontológica que partió de Parménides y pasó por las herencias conceptuales de Ficino, a saber, Platón, Aristóteles y Santo Tomás de Aquino, fiándonos siempre que sea posible en la propia letra del filósofo cuya teoría era presentada”.18 El epígrafe elegido para ilustrar el capítulo es una auténtica estrella guía para la lectura del mismo: El neoplatonismo es esencialmente un método para ascender a una realidad inteligible y una construcción o descripción de esa realidad. El error mayor que se puede cometer es el de creer que esa realidad tiene por función esencial explicar lo sensible: el neoplatonismo trata, antes que nada, de pasar de una región donde el conocimiento y la felicidad son imposibles a una región donde son posibles [...] (Émile Bréhier).19 Todo epígrafe tiene una doble función: la de aclarar y anticipar el texto que él antecede y, al mismo tiempo, crear un enigma para el lector. El epígrafe elegido por la autora cumple bien el papel que le es propio. 18 19 CARVALHO, Fe y razón en el Renacimiento, p. 75. Ibid., p. 47. Ciberteologia - Revista de Teologia & Cultura - Ano VII, n. 34 185 A lo largo de la lectura del capítulo segundo, una cuestión retornó con insistencia: ¿cuáles son los elementos cristianos de la filosofía de Marsilio Ficino? Pienso que una primera pista es pensar en una nueva intuición espiritualista de lo real de ese filósofo platónico. Se puede apuntar, también, la concepción de creación y las características del Uno ficiniano. Para Ficino, las cosas “ex Deo manant”, pero esa emanación no es platónica “stricto sensu”. El Dios cristiano crea el mundo y lo ama como su criatura. Se puede agregar, también, que el ser finito se salva del absoluto desvalor al cual había sido llevado por la metafísica clásica y pasa a ser visto como criatura de Dios, digno del amor. Los seres finitos deben amarse en Dios y el vínculo de su amor, la caridad, se coloca como a ley que es el fundamento del Reino de Dios. En el capítulo, la cuestión de la relación razón y fe ya se presenta de modo explícito. Por lo tanto, mirar el contexto en el cual Ficino intentará establecer nexos entre ambas puede ser interesante para el lector. El proceso de disolución de la escolástica medieval iniciado con Duns Scotus (1265-1308) encontró en el pensamiento de Guilherme de Ockhan (c. 1288-c. 1348) su desarrollo final, con la tesis de la separación no solo entre la fe y la razón, como entre la filosofía y la teología. Hecho recordado muy bien por la autora en varios momentos de la disertación. Sería importante puntuar que tal separación se extiende también a los poderes del papa y del emperador, de la Iglesia y del Estado. Apuntar para esta segunda dimensión al de la separación es llamar la atención para el posicionamiento político tan presente en la época y en el pensamiento de Guilherme de Ockham. Para él, ese posicionamiento político corona naturalmente la desagregación teórica de los fundamentos que sustentaban el mundo medieval. El reflejo de esa separación en la relación fe y razón es instantáneo. Las verdades de la revelación, objeto de la teología, tiene la fe como único fundamento, siendo inútil el recurso a la razón para reforzarlas o aclararlas. Carvalho recuerda bien que: el conflicto de Marsilio Ficino era de orden moral y religioso. Ficino tenía muy poco en cuenta la trayectoria autónoma de que la filosofía comenzara a trazar en relación a la religión [teología] en los comienzos del Renacimiento. Según el filósofo, la solución que evitaría las Ciberteologia - Revista de Teologia & Cultura - Ano VII, n. 34 186 consecuencias desastrosas de ese recorrido de disociación se daba en el restablecimiento de Platón.20 Profundamente cristiano, pero cansado de los esquemas aristotélicos en los cuales se fortaleciera la escolástica, ve en el retorno a la filosofía platónica y al neoplatonismo la posibilidad de salvar la teología. Sentimiento, por señal, compartido por muchos en el período. Ficino toma valientemente ese camino. A diuturna meditación de los textos platónicos lo llevó a una madurez espiritual. Una de sus actividades en la Academia fue la traducción de la obra platónica. Esclusa teológica En el tercer capítulo, “El Dios de Marsilio Ficino”, la autora realiza un trabajo artesanal, minucioso, marcadamente analítico, estableciendo puentes con el capítulo segundo (“La filosofía de Marsilio Ficino – una metafísica de tributos a la tradición”). El capítulo proporciona un contacto directo con el texto de Ficino, llevando al lector a sentir un poco del sabor y del saber del texto medieval. Ilustra las cuestiones con bellos pasajes. Para ejemplificar, traemos una en la cual Ficino discute cómo y por qué Dios actúa, y, para explicar que Dios actúa por medio de su entendimiento solo si su voluntad lo consiente, él presenta cinco pruebas. La cita es tomada de la quinta prueba: [...] El fin es algo bueno y mueve la causa en movimiento. Pero nada puede pertenecer a la misma orden de Dios excepto Dios. Dios no es esclavo del bien fuera de sí mismo. Ya que el bien universal nunca es esclavo de un bien particular. Además, Dios no es movido por otros. Si la finalidad de Dios es su propia bondad, Dios, en su manera propia, desea y ama su propia bondad. Pero una vez que Dios es intelectual y su bondad es inteligible, él la ama con un amor intelectual. Ese amor incluye la voluntad. Dios, por lo tanto, se quiere a sí mismo. Se quiere a sí mismo como su propio fin y como el fin de todo. Pero la actividad con relación a las cosas que son dirigidas para el fin salta de la voluntad para el fin. Entonces, la voluntad divina, como dice Plató en el, Timeo es el inicio de todas las cosas creadas.21 20 21 Ibid., p. 12. Ibid., p. 102. Ciberteologia - Revista de Teologia & Cultura - Ano VII, n. 34 187 El texto corona una reflexión desarrollada por la autora en la cual comenta “que Dios actúa creativamente no para satisfacer necesidad alguna de la naturaleza o entendimiento. Dios crea las cosas por imposición de su voluntad”.22 Como mostramos, las cuestiones van siendo ilustradas con bellos pasajes de Ficino, que aquí y allí merecen un comentario más amplio para explicitar el rico contenido de las mismas. Carvalho presenta el camino a ser andado: “[...] nuestro abordaje del concepto de Dios, deberá seguir el recorrido efectuado por el propio filósofo en el Libro II de la Teología platónica, de modo que nos fiaremos casi que exclusivamente en la propia letra del autor”.23 Dos temas presentes en el capítulo llaman la atención del lector. Primero, el tema antropológico, relacionado con la visión de ser humano de Ficino. ¿Sería el ser humano un microcosmos? Cuando se piensa en la función del alma para Ficino, la pregunta hecha antes es pertinente. Él comprende el alma como “copula mundi”, “vera universorun connexio”, omnipresente, justamente porque todo existe en el cosmos animado. El alma humana, partícipe de la naturaleza divina, del alma universal, está colocada entre lo eterno y el tiempo. Discutiendo la teoría del pecado, Carvalho afirma que no se puede atribuir al autor la idea que hay en el hombre una potencialidad infinita para la perfectibilidad. Afirmación que nos trae de vuelta a la temática antropológica. El segundo tema instiga más, ya que se relaciona con la concepción misma de Dios. Los sub ítems del capítulo nos dan el recorrido: “Una defensa del monoteísmo”; “La omnipotencia divina”; “Un Dios generoso”; “La voluntad de Dios”; “Un Dios libre y necesario” y “Dios es perfecto”. En la línea de Kristeller, la autora toma la idea que en la discusión sobre los conceptos de perfección, bondad y Dios, Ficino lleva su visión ontológica hasta las últimas consecuencias. No obstante, también es posible notar un movimiento circular en la reflexión [de Ficino]: lo que surge como premisa en el comienzo retorna como conclusión al final: la realidad 22 23 Ibid. Ibid., p. 86. Ciberteologia - Revista de Teologia & Cultura - Ano VII, n. 34 188 encuentra el fundamento y la justificación de su existencia en el bien, ese bien surge como causa suficiente tanto de la realidad como de lo que apenas es posible, en la medida en que Dios es el autor de todo bien en el mundo mientras que la realidad, su bondad perfecta también es la causa de su propia existencia perfecta.24 Tema que despierta la curiosidad del lector, que le gustaría preguntar: ¿en qué el Dios [concepción de Dios] de Ficino se distingue del Uno, del “Dios” platónico, neo-platónico? Entre otros puntos, se puede recordar que el Dios de Ficino es persona, que en su infinitud conoce el todo en sí, siendo causa primera. El “Dios” platónico es el Uno simplicísimo, absolutamente impersonal. El “Dios” neo-platónico permanece feliz en su soledad, no cuida del mundo que él creó. El Dios de Ficino ama a sus criaturas, las ilumina, les concede a ellas la gracia y él mismo se encarna, volviéndose el Hombre-Dios. Se puede recordar, también, que, para Plotino, el amor es ascendente, lleva al hombre a Dios. Para Ficino, es también descendiente, de Dios a los hombres. Puntuaciones finales El largo curso recorrido por Talyta Cristina de Carvalho llega a la desembocadura habiendo ambientado histórica, filosófica y religiosamente el período del Renacimiento, con sus escuelas filosóficas, pasando, enseguida, por los hechos destacados de la carrera intelectual de Ficino y su trabajo intelectual en la Academia Platónica de Florencia, priorizando sus reflexiones ontológicas. Su lector, habiendo pasado por las esclusas histórica y filosófica, está apto para ser alzado por la tercera esclusa y navegar por las aguas teológicas. De la inmensidad teológica Carvalho elige temas destacados del pensamiento ficiniano, como la teoría del pecado, la redención, la cristología, la visión del hombre, finalizando con el concepto de Dios. Teniendo llegado a la desembocadura, es hora de recoger los frutos de la navegación: la filosofía ficiniana es fundamentalmente cristiana, se fundamenta en la revelación, recurre a la razón solo para exponer el contenido de la fe. “En una filosofía cristiana, el monoteísmo se establece como el principio de los principios, y tal concepción exige lógicamente que, se hay solo un Dios, todo debe referirse a él”,25 nos recuerda Carvalho. 24 25 Ibid., p. 102. Ibid., p. 113. Ciberteologia - Revista de Teologia & Cultura - Ano VII, n. 34 189 El concepto de Dios en Ficino es el del Dios cristiano, del Dios bíblico, el Dios de Moisés. Ficino, en un diálogo profundo con la filosofía griega, no paganiza el Cristianismo. Talyta Carvalho, en su disertación, concilia rigor académico y perspectiva didáctica con rara habilidad, además de abrir numerosas ventanas para futuras investigaciones, dando también, una contribución significativa a los estudios de filosofía de la religión. Fe y razón en el Renacimiento: El concepto de Dios en la obra filosófica de Marsilio Ficino merece ser leído por todos aquellos que se interesan por conocer un poco más de la filosofía de la religión y les gusta pensar sobre cuestiones que habitan los corazones y mentes humanas. Traducción: Gilmar Saint’ Clair Ribeiro Ciberteologia - Revista de Teologia & Cultura - Ano VII, n. 34 190