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LOS AUSTRIAS
UNED SENIOR
AULA DE XÀTIVA
CURSO DE GEOGRAFÍA E HISTORIA
2012-2013
TEMA 3: El reinado de Carlos I (2ª Parte).
En este tema se propone el análisis de los tres hechos más
relevantes del reinado del monarca:
-El problema político-religioso del Imperio.
-Las consecuencias de las conquistas americanas.
-La abdicación del Imperio; transformación de un ideario
político.
Martin Lutero, un monje agustino, clavó en la puerta de la
iglesia del palacio de Wittenberg sus 95 tesis el último día de
octubre de 1517. Cuestionaba fundamentalmente los aspectos
materiales de la jerarquía católica y en concreto, la venta de
indulgencias. Inicialmente no puso en duda la autoridad papal,
pero lo que en principio parecía una más de las múltiples
corrientes dentro del cristianismo, pronto adquirió un carácter
revolucionario.
El problema radicaba en el rechazo de Lutero al poder terrenal
de la Iglesia, por lo que defendió el gobierno secular y la
separación de los ámbitos espiritual y material. Consecuencia de
esto, se expoliaron bienes eclesiásticos que se consideraban no
vinculados a la función de la Iglesia, éste fue el nexo entre lo
espiritual y lo religioso en la reforma Luterana, ya que las
numerosas propiedades rústicas y urbanas de la Iglesia pasaron
a formar parte de patrimonios privados, básicamente de los
príncipes de los territorios que apoyaron la reforma y también
de numerosos miembros de la baja nobleza alemana,
empobrecida desde los últimos tiempos de la Edad Media. Con
este mecanismo, la reforma pudo conseguir aliados seculares
que la defendieron de los ataques del papado y del emperador,
que en un primer momento no valoraron el peligro que se cernía
sobre sus poderes. Desde 1521, con la excomunión de Lutero se
inició una reacción enérgica que no consiguió resolver el
problema debido a la estructura política del Imperio.
En 1521, Carlos I convocó la Dieta de Worms a la que Lutero
acudió. Carlos se reafirmó en su postura a favor de la Iglesia
Católica y Lutero en sus tesis. En 1529 Carlos convoca la Dieta de
Spira y trata de evitar el apoyo de los nobles al luteranismo, sin
éxito y en 1530 convoca la de Augsburgo, en la que se produce la
ruptura definitiva, todo ello en un contexto de agitación y
violencia por la “guerra de los Campesinos” en Alemania.
Los príncipes luteranos (no todos) se sublevaron contra el
emperador, coaligándose en la liga de Esmalcalda. Carlos
respondió creando una coalición formada por aquellos que
todavía lo reconocían como jefe del Imperio, algunos de los
príncipes que le ayudaron eran luteranos aunque su ejército,
como era ya habitual, estaba formado predominantemente por
tropas españolas, católicas. En 1547, ya fallecido Lutero, Carlos
vence a la liga de Esmalcalda en Muhlberg y ocupa todos los
territorios luteranos, incluida la Sajonia de Federico III, que fue el
gran protector de Lutero.
Como era previsible, la solución militar no resolvió el problema,
además Francia intervino atacando ciudades del este del Imperio
y Carlos hubo de retirarse. Definitivamente, el Imperio estaba
abocado a sufrir una transformación en profundidad, se había
establecido el pretexto perfecto para justificar las acciones
particulares de un grupo de Electores que no deseaban seguir la
política del emperador, sembrándose la larga serie de luchas
llamadas “de religión” en Europa, que finalizaran al término de la
guerra de los 30 Años, con la paz de Westfalia, nada menos que
en 1648.
De forma provisional, el conflicto se resolverá en el Imperio
mediante la paz de Augsburgo, en 1555. En este acuerdo entre
Carlos y los príncipes sublevados, se establecía la libertad de
culto del príncipe, debiendo mantenerse todos sus súbditos en
la religión que el príncipe profesara, de modo que no existió
libertad de culto sino división de cultos.
El desarrollo de los acontecimientos en el Imperio y,
probablemente, el propio paso del tiempo, desencadenaron un
cambio de rumbo en el ideario político de Carlos. Al haberse
truncado las expectativas de unidad de la Fe, que él debía regir
bajo su cetro y al haberse erosionado gravemente su autoridad
en el Imperio, Carlos identifica la raíz del problema y su solución
desde un punto de vista muy empírico; traspasa el Imperio a su
hermano Fernando, abdicando del título de Rey de Romanos en
1555 y en 1556, traspasa todos sus dominios hispánicos, los
italianos y los patrimoniales de Flandes a su hijo Felipe, habido
con su esposa Isabel de Portugal. De esta manera, con las
llamadas “abdicaciones de Bruselas” cede sus poderes
terrenales, desembarazándose de las obligaciones de gobierno.
Desde este momento es cuando podemos hablar propiamente
de Monarquía Hispánica, para definir el conjunto de territorios
que Felipe estaba destinado a gobernar ya que tuvieron su
núcleo central en España.
Este conglomerado político-institucional tenía como centro a
Castilla y a los reinos hispánicos que fueron su fuente
demográfica, política y económica y será desde entonces cuando
esta monarquía se convierta en el reino dominante en Europa
durante siglos.
Carlos acabará sus días en Yuste, donde residió al volver de
Bruselas tras abdicar. Morirá en 1558 de paludismo. Tras su
muerte, el ideal político de la monarquía universal desaparece
de la mentalidad europea, nunca nadie estará tan cerca de
conseguir esta utopía como él lo estuvo. Desde entonces, una
Europa de naciones irá progresivamente tomando forma como
realidad política pragmática, en un recorrido sembrado de
guerras que acabará por separar completamente la religión de
los asuntos de gobierno.
La tercera cuestión que hemos señalado al inicio de este tema
tiene que ver con éxito de la conquista y colonización de América
en tiempos de Carlos I. En 1521 Cortés tomó el reino Azteca y en
diversas partes de América se habían ido instalando los
españoles de manera que hacia 1555, coincidiendo con las
abdicaciones de Carlos I, la monarquía controlaba gran parte del
nuevo continente.
Estos nuevos territorios produjeron como aportación principal a
la economía de la metrópoli, metales preciosos. Con estos
fondos, se financiaba parcialmente la puesta en práctica de las
teorías políticas de los gobernantes de la Península. Como es
lógico, la acuñación de moneda con estos metales, a pesar de
que en buena parte, salía de España e iba casi directamente a
cancelar préstamos de la monarquía, significó la puesta en
circulación de abundante moneda.
Al haber mucha moneda circulando, ésta perdía valor y los
precios subían. Se generó una fuerte inflación.
Pero además, la población española estaba creciendo desde
principios de siglo de forma clara y la producción de los medios
materiales necesarios para su subsistencia (ropa, construcción,
alimentos, etc.) no estaban creciendo a la misma velocidad.
Como es lógico, esto producía un agravamiento de la inflación.
Este proceso derivó en un deterioro muy acusado de las
condiciones de vida en España. Los salarios estaban
relativamente bajos y los precios muy altos. Este proceso se ha
denominado “Revolución de los Precios” y actualmente es
objeto de estudio, como es lógico, pero no solo se estudia hoy,
sino que fue identificado ya en tiempos de Carlos I por una serie
de pensadores especializados en economía que intentaron poner
soluciones a un problema que finalmente, resolvería la propia
política, al enviar fuera de España a gran parte de su población
masculina (a América y a Europa).
La Escuela de Salamanca, liderada por Francisco de Vitoria,
teorizó sobre la realidad económica desde un punto de vista
religioso, pero también pensando en macromagnitudes,
proponiendo soluciones parciales, junto a los arbitristas, al
problema inflacionario en que se halló involucrada la sociedad
española del siglo XVI. Si bien no tuvo continuidad en el s. XVII, sí
representa el nacimiento del pensamiento económico moderno.