Download Padre.Nuestro

Document related concepts
no text concepts found
Transcript
PADRE NUESTRO
Introducción
Nuestra imagen de Dios colorea nuestras actitudes hacia la vida, las personas y los
acontecimientos. Dios, encarnado en Jesucristo, camina con nosotros a lo largo de la historia.
La Palabra se hizo hombre para revelarnos el rostro de Dios, que es Padre y Madre. Su
relación con Dios como “Abba”– Papá, fue íntima a través de toda su vida terrena; y se
convirtió en fuente de alegría, seguridad y fuerza, hasta en los momentos más obscuros de su
Pasión. Su confianza en el amor del Padre, le dio fuerzas para abrazar su voluntad: “Padre, no
sea lo que yo quiero, sino lo que tú quieras”. (Cf. Mc 14,36, Mt 26,40).
María de la Pasión experimentó cómo Dios la guiaba a través de las personas y los
acontecimientos. Obtuvo su fuerza de la Palabra de Dios y de la Presencia Eucarística. El
amor la hizo capaz de aceptar la voluntad del Padre, y de superar las dificultades, para vivir ya
en el reino del amor, la verdad y la justicia.
En esta primera década del tercer milenio, estamos llamadas a revisar nuestra misión en
mundo destrozado por las divisiones y la violencia. Como Franciscanas, estamos llamadas a
devenir instrumentos de paz y reconciliación, a aceptar las diferencias como un
enriquecimiento, a trascender las barreras del miedo y del prejuicio, para crear una familia
global, donde todos/as podamos vivir como hermanos y hermanas, hijos/as de un mismo
Padre. La meditación de algunos textos de María de la Pasión nos ayudará a ahondar el
alcance de esta oración por excelencia, que crea en nosotras un corazón filial y fraterno.
PADRE NUESTRO

Dios es mi Padre, Él está siempre conmigo y todo lo que El posee es mío. Si quiero estaré
siempre con Él y todo lo que poseo será suyo.
Veo en mí, de un modo que me resulta imposible explicar, la libertad del amor, que no es otra
cosa que Dios mismo. Veo la perfección, lo bello, el amor que me hace partícipe de Dios en la
medida en que yo soy amor. ¡En la tierra y en el cielo! Veo muy bien cómo estoy en el Padre
por su conocimiento, que es el Verbo, y por el Espíritu Santo, que es su manifestación. Veo
en mí esta Trinidad viviente, que me ha dado la existencia y me la conserva. Y de una manera
más sensible aún, la veo en mí por la Eucaristía. El Verbo Encarnado, el conocimiento del Ser
del amor, manifestado al mundo y encarnado por él. Todo esto tiene el esplendor de una
sencillez y de una belleza que seduce y fascina mi alma, pero explicar esta paternidad de Dios
engendrando en mí el amor, que deseo siempre creciente, me resulta imposible.
La verdad es que estamos llamadas al amor, que Él está siempre con nosotros y que todo lo
que Él posee nos pertenece. Esta es la gran verdad.
Veo a Dios en mí de una manera irresistible. ¡Cuánto desearía que esta presencia creciera
siempre más! Esto depende de mí.
Procuraré que también mis hijas participen copiosamente en esta herencia paterna y, para ello,
yo seré madre de las almas de quienes mi padre celeste es el Padre celestial. Haré todo lo
1
posible para que, incluso las más miserables, lleguen a comprenderlo y correspondan al amor
de su Padre divino; tendré presente que el amor únicamente se hace comprensible por el amor.
Alma mía, si tú lo comprendieras, ¡cuál no sería tu abandono! Entonces podrías repetir como
Francisco: MI Padre y mi Todo.
NS: 289, Me habla en….# 11, 29 enero 1888

¿Somos de esas almas que el amor de sí mismas y de las cosas terrenas detiene? Si fuese así,
veamos en este momento la mirada de Jesús fija en nosotras. Nos llama en su seguimiento,
para reproducir la perfección del Padre celestial: “sed perfectos
como es perfecto vuestro Padre celestial”. Quiere nuestra
perfección. Levantémonos y sigamos a Jesús como Mateo;
compartamos la vida mortificada del Señor.
Divino Maestro, ven a buscar tu oveja descarriada. Siguiéndote a
ti, camino, verdad y vida, encontraré la verdadera felicidad.
Quiero vivir bajo tu cayado y déjame guiar por ti. (MD:574).

El Evangelio y los apóstoles, se expresan y actúan siempre según la justicia, la verdad y el
amor: sin política y sin rodeos. Lo mismo sucede en san Francisco. Nuestro seráfico Padre
nos dice las cosas como Jesús nos las decía y nos manda observarlas sin glosa. Los prudentes
del siglo que emplean mil medios humanos, con frecuencia ilegítimos, para lograr sus deseos
y salvaguardarse, en general son decepcionados. Los que llegan a hacer grandes cosas son los
humildes, los mansos los que van a Jesús a decirle que están cansados y agobiados, pero que
quieren, por él, conocer al Padre.
Sabemos el camino que escogió Jesús: el de la Pasión y del abandono al Padre. El que sigue el
camino de los humildes y de los sencillos, sufre las pruebas en paz. Lleno de fortaleza y de
consuelo, experimentará la verdad de estas palabras: “mi yugo es suave y mi carga ligera”.
Señor, tú que conoces el corazón de todos los hombres, haz que yo sea verdaderamente
elegida para seguir el camino franciscano que es el del Evangelio; haz que me gloríe de haber
sido escogida para formar parte de los sencillos, los pequeños, los mansos, los humildes, y
que me haga acreedora de la elección a una vocación tan santa. (MD: 175)
En lo más profundo de nosotros mismos,
el Espíritu del Hijo clama incesantemente:
¡Abbá! ¡Padre!
Dios que actúa sin cesar en nosotros
transformándonos,
nos invita a entrar en comunión son él
y en él, con todos nuestros hermanos.
Acogiendo su presencia,
nuestra vida se convierte en oración.
(Const. 8)
2
VENGA TU REINO

Sí, es un misterio es un misterio divino, es el Cordero de paz que quita el pecado del mundo.
Adorémosle en el seno de María y digámosle con ella y como ella: ven, Señor Jesús; ven y
haz la paz entre el cielo y la tierra. Me atrevo a pedírtelo porque mi vocación es continuar la
misión de mi Madre Inmaculada y repetir contigo sin cesar: Padre nuestro que estás en los
cielos, venga tu Reino”. (MD: 39)

El que tiene el secreto del anonadamiento de Jesús Niño y de Jesús Eucaristía, tiene también
el del menosprecio de las agitaciones estériles del mundo; el del menosprecio de las
agitaciones estériles del mundo; por consiguiente, conoce la sabiduría de la paz. Si sabemos
aprender y profundizar los misterios que penetró nuestro beato, estaremos como él, más cerca
del cielo que de la tierra: “donde está tu tesoro allí está tu corazón “. Si le imitamos
participaremos del reposo de Dios y gozaremos del don divino de la paz. Es tan precioso, que
fue el saludo preferido de Jesús durante su vida, hacia aquellos a quienes deseaba un bien
particular. La medida del menosprecio y del anonadamiento de sí mismo es la medida de la
paz.
…tú que sabes que el reino de Dios está dentro de nosotros mismos y que las cosas externas
no llegan a ocasionar turbación a este reino, cuando el alma ve en todas las cosas, la voluntad
del Padre celestial, concédenos tu humilde abandono. (MD: 332)

En Portugal, a pesar de que gritan contra los jesuitas, nuestros padres y nosotras somos los
más maltratados. Es uno de esos misterios incomprensibles de los que nuestro tiempo ofrece
muchos ejemplos. Los franciscanos no tienen dinero, no tienen el apoyo del mundo, por eso
se les golpea con tanta osadía. Pero el Señor ha dicho: “En esto conocerán que sois discípulos
míos”. Lo mismo da, a Dios no se le engaña.
Hagamos el mes de María con mucho fervor para lograr que venga el Reino de Dios: éste será
el de la verdad y de la caridad. (JO: 529, Abril 1900)

Cuando estamos en estado de gracia, ¿no somos templos de la Santísima Trinidad? Sólo
tenemos que hacer una cosa: unirnos a la voluntad de Dios que habita en nosotras, hacer que
nuestra voluntad sea una con la suya. Pero el espíritu de la mentira trata de engañarnos sin
cesar; sabe bien que el reino de Dios está dentro de nosotros y su ocupación constante es
hacer que lo busquemos en las cosas humanas y externas, en las fantasías de nuestra
imaginación, en nuestros deseos y la necesidad incesante de movimiento y de inestabilidad,
en nuestra sed insaciable de felicidad y de amor. Siempre buscamos en el exterior y en las
cosas humanas esta verdadera felicidad, esta unión con Dios que está dentro de nosotras y que
nadie nos podría quitar si comprendiésemos su ser, su conocimiento y su deleite,
correspondientes a las tres Personas de la Santísima Trinidad, que son un solo y único Dios.
Por mi parte, a medida que pasa el tiempo, mayor es la sed que tengo de entrar en este reino
interior que llevamos por todas partes y que es independiente de todo lo que pasa.
(JO: 315, 31 de julio 1897)

¡Tengamos confianza! Hay algo que me dice al corazón que Dios avanza hacia una efusión de
su reino.
3
Digamos como oración jaculatoria esta frase del Pater tan querida: “Venga tu reino” Y sobre
todo, que nuestra fidelidad atraiga, como María, este reino a la tierra. (JO: 659, 29 enero
1902)

… me ha impresionado una frase de san Pablo que da plenamente razón a mi modo de
comprender las cosas de Dios: “ni los impuros, ni los idólatras, ni los avaros heredarán el
Reino de Dios”. En efecto todo apego es un robo hecho a este Dios único, a quien debemos
adorar y amar únicamente.
Comprendamos de una vez, por qué san Francisco ha sido tan amado de Dios, incluso antes
de recobrar el estado primitivo precedente al pecado original. Fue porque su divisa era: “Mi
Dios y mi todo”, y porque ninguna idolatría ni de sí mismo ni de las criaturas ni de cosa
alguna creada, le quitaba ni siquiera la mínima parcela de su corazón.
Realmente, leyendo esto que te escribo… tú podrías decirme lo que decían aquellos que
rodeaban a nuestro Señor: “Este lenguaje es duro de escuchar”. Y yo te respondo con una
frase de la segunda meditación, que la madre de san Melitón dirigió a su hijo: “Hija mía, sufre
un poco más. Cristo está a la puerta y él te ayudará”. (JO: 590, 10 marzo 1901)

El reino de Dios lo alcanzaré por María… Este reino que yo deseaba tanto… hubiese querido
arrancarlo del corazón de Dios y de los hombres, pero me sentía tan pobre! ¿Qué hacer?
Exclamaba mi alma. Y de pronto pensé que María no había hecho nada por sí misma: “Toma
al Niño y a su Madre”, dijo el Ángel… Esta palabra: toma, expresa muy bien que María no
tenía voluntad y se abandonaba. Tómame, pues, Padre, y condúceme adonde quieras para la
salvación y el reino de Dios. Ni siquiera preguntaré adónde voy. (NS: 9, 28 de agosto 1882)
HÁGASE TU VOLUNTAD

En cuanto a mí… me complazco en repetir las dos últimas palabras de nuestro Señor en la
cruz: “Padre celestial, en tus manos pongo esta alma querida” Esta es para Él. La otra es para
mí: “Todo está cumplido”.
Hubiese deseado tanto verlo sacerdote [su sobrino Fr. François-Marie], recibir de sus manos
el Santísimo Cuerpo de nuestro Señor: pero los designios de Dios han sido otros. Los adoro,
reconociéndome muy indigna. Quizá no podía ofrecer mayor sacrificio por la Iglesia, las
almas, la Orden y el Instituto.
Rezad por él y también por mí que trato de unirme a María al pie de la cruz, repitiendo con
ella: “Todo está cumplido”. (JO: 500, 5 febrero 1900)

Debemos comprender mejor que nadie, que “la mies es mucha y los obreros pocos”. Pidamos
al Dueño de la mies que envíe obreros dispuestos a ir como corderos en medio de lobos.
Pero sobre todo, debemos dejar que el Dueño de la mies actúe en nosotras. En este abandono
a la voluntad de Dios está la esencia misma del Evangelio y, en consecuencia, el espíritu
franciscano. Allí encontraremos la clave de nuestra vocación misionera, la valentía de los
apóstoles y la bendición poderosa que hace se realicen plenamente los designios de Dios.
(MD: 137)
4

Imitemos mejor a María: si nuestra voluntad es una con la de Dios, Jesús habitará en nuestro
corazón, que será un tabernáculo digno del Esposo, y la Santísima Trinidad reposará en este
santuario de amor. (MD: 228, NS 101. “Me habla en el corazón…” # 210)
[…] El himno de alabanza esté siempre en vuestros labios, alabadlo en toda la amplitud de
su poder, dejad que este poder se ejerza sobre vosotras sin que la voluntad lo dificulte.
Alma mía, comprende hoy el secreto de los santos: servirte de todas las criaturas para
unirte al creador y abandonarte en todo a su divina voluntad. (MD: 288)
… tú que sabes que el reino de Dios está dentro de nosotros mismos y que las cosas externas
no llegan a ocasionar turbación a este reino, cuando el alma ve en todas las cosas la voluntad
del Padre celestial, concédenos tu humilde abandono (MD: 332)

Al abrazar la vocación religiosa, también nosotras dijimos de todo corazón: “Señor, ¿qué
quieres que haga? Y Dios respondió a nuestra petición: “aléjate del mal y haz el bien”.
¿Hemos sido siempre fieles a su consejo divino? Veamos el pasado. Volviendo a nuestra
promesa, ¿no hemos dejado el bien para hacer lo que no lo era? ¡Oh ingratitud! ¡Oh locura!
En adelante queremos entrar resueltamente… en el camino recto y verdadero. Viviendo de la
voluntad de Dios, le pediremos cada día y en cada instante: “Señor, hágase tu voluntad”. Que
nuestro amor llegue hasta renunciar a toda imperfección para alimentarse de tu beneplácito.
Para ser buena misionera hay que ser discípula del Corazón de Jesús, del Cordero divino
inmolado; entonces podremos conducir a los paganos y a los herejes a la fe, a los pecadores a
la penitencia y a los enemigos a la paz y a la concordia. (MD:374)

Secreto de Nazaret, cautivas mi alma; allí, oh Jesús mío, eres realmente “un rey oculto; Dios
de Israel nuestro Salvador”, allí eres víctima por nosotros. Tu vida entera decía al Padre:
“Sacrificio y oblación no quisiste; pero me has formado un cuerpo. Holocaustos y sacrificios
por el pecado no te agradaron. Entonces dije: ¡He aquí que vengo – pues de mí está escrito en
el rollo del libro – a hacer Oh Dios tu voluntad!
A todas las lamas, tu Corazón divino hacía oír estas palabras: “Dichoso el hombre que me
escucha velando ante mi puerta cada día, guardando las jambas de mi entrada. Aleluya”.
Nuestra vida está oculta con Cristo, en Dios. Haz que podamos decir en verdad, después de
esta meditación: ¡Nuestra vida está oculta con Cristo en Dios. Aleluya! (MD: 717)

Me he detenido en “que tu voluntad se cumpla y no la mía”. Me parece que penetro cada vez
más en la Pasión de Jesús. Todo lo que leo de mi Seráfico Padre y de su espíritu me ayuda
mucho. Y ahora beso con amor la cruz que me punza el corazón… y a cada rasgo de la Pasión
quiero decir siempre: “Gracias por habérmelo enviado sin preguntarme si yo lo quiero”. (NS
115: 10 octubre 1883, “Me habla…” Nº 65)

“Mi corazón está pronto ¡Oh Dios de mi corazón, para hacer tu santa voluntad”. “Mi Dios es
hermoso, mi Dios es grande, mi Dios es feliz. ¡Qué importa la miseria de su sierva! Ejercitad
vuestro poder sobre mí, beneplácito del amor; yo sufro, pero soy feliz de ser vuestra víctima.
(NS: 202, 14 junio 1885. “Me habla…” Nº 101)

“El amor para estar en su lugar debe poder dar y tomar libremente todo lo que no sea El. He
visto que se apoya en esto toda la santidad de mi seráfico Padre, la ciencia de la verdadera
felicidad. (NS 139. “Me habla…” Nº 42, 28 de enero 1884)
5

Actualmente tengo que decidir graves cuestiones para las partidas. Testigo me es Dios que no
tengo voluntad propia; no tengo sino un deseo: conocer la voluntad de Dios para cumplirla. Y
esto no es siempre fácil. Con frecuencia hay tantos pros y contras que, hasta con la mayor
voluntad, no siempre se ve claro. En estos casos me gusta mucho decirle al Señor estas
palabras: “Señor haz que vea; Señor ¿qué quieres que haga?” Cuando hemos rezado mucho y
actuamos en consecuencia estamos mucho más tranquilas. (JO: 39, 5 feb. 1896)

Cuánto desearía, hija mía, obtener para ti que fueses fiel como ella lo fue desde la cuna hasta
la Asunción. Su gran secreto consistió en poseer su alma por la paciencia, esta paciencia que
Dios nos hace vislumbrar al decirnos: “Los mansos poseerán la tierra”. No se puede llegar a
esta paciencia sobrenatural sino conformándose en todo a la santa voluntad de Dios.

Ahonda en esta voluntad y que la luz del Espíritu Santo te la manifieste tan claramente, que
no puedas dejar de cumplirla. Es cierto que cuando Dios, en su bondad, nos manifiesta una
perfección cualquiera o una falta cualquiera, amamos tanto lo bello y detestamos tanto el mal
– incluso bajo la forma de imperfección – que no podemos menos de huir del mal y realizar lo
que es bueno y hermoso. (JO: 458, 9 septiembre 1899)

Cf. En este folleto p. 6: JO: 315, 31 de julio 1897

Para realizar el designio de amor del Padre,
la comunión de todos los hombres en él.
Cristo se hizo obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.
El Espíritu nos introduce
en su movimiento de obediencia filial.
En la fe, ponemos como él
nuestra voluntad en la del Padre:
don de nosotras mismas
que puede llegar hasta la renuncia total:
aportando la actitud de María,
enteramente disponible a Dios.
Acogemos las llamadas del Señor
a través de las mediaciones:
entre ellas, las Constituciones, las responsables
y la comunidad, son específicas de la obediencia religiosa.
Puesto que hemos sido llamadas
a vivir un mismo carisma,
buscamos juntas y personalmente
la voluntad de Dios sobre nosotras
escuchando al Espíritu que actúa en cada una
para realizar la comunión y la unidad.
A través de las decisiones,
nos adherimos a la voluntad de Dios en una actitud
permanente de conversión.
Constituciones 67 – 68 – 69 – 70
6
“DANOS HOY NUESTRO PAN DE CADA DÍA”

Dame mi pan de cada día, cuando pareces abandonarme, mi pan cotidiano de sumisión, de
paciencia, de abandono. (NS: 257, “Me habla en el corazón…” 71, 10 octubre 1886)

Coman cada día, hijas mías, el pan que nuestro Dios da a nuestra alma”. Cuando decimos: “el
pan de cada día dánosle hoy, pedimos, con el alimento del cuerpo, sobre todo el del alma.
Dios nunca rehúsa ese pan y hay que comerlo tanto cuando está seco y amargo, como cuando
está blando y agradable, porque Dios nos da siempre lo que es mejor para nuestra alma y
porque desearlo es el gran secreto de la santidad”. (Biografía: “La muy Reverenda Madre
María de la Pasión”, capítulo XXV, edición mexicana, p.430, edición paraguaya p. 458)

Lo mejor es vivir día a día descubriendo que el pan cotidiano que la bondad de Dios nos ha
destinado para el presente, es siempre lo mejor. (JO:296, 23 junio 1897)

Aprendamos a decir bien: “Padre nuestro que estás en los cielos, danos hoy nuestro pan de
cada día” y si buscamos primero el Reino de Dios y su justicia, todo lo demás se nos dará por
añadidura. (JO: 117, 1 de junio 1896)
La contemplación de Cristo
que, siendo rico, se hizo pobre,
para enriquecernos con su pobreza
nos lleva a la dependencia filial del Padre
-sumo bien y fuente de todo bien –
y a la desapropiación de todo por él.
(Const. 52)
“PERDONA NUESTRAS OFENSAS”

Amemos a Santiago que tuvo los sentimientos de Pedro y escogió la parte de los gentiles. Fue
el segundo de lis apóstoles a quien el Señor resucitado se manifestó.
Su virtud fue tan grande que en Jerusalén todo el mundo la llamaba el Justo, y podemos
penetrar en su caridad viéndole en el momento de su muerte elevar las manos al cielo, rezar
por sus verdugos y exclamar con el Redentor: “Padre, perdónales, porque no saben lo que
hacen”.
Para llegar a soportar las injurias hay que ser mortificado, saber sufrir. Los sacrificios de toda
clase y la oración nos preparan para la caridad heroica. (MD: 298)

Profundicemos este Evangelio (Mt 5,20-24) y que nos sugiera enérgicas soluciones. No
guardemos nunca en nuestro corazón un resentimiento a propósito de nuestras hermanas ni de
nadie, menos aún de nuestras superioras. ¿Qué importa dar el primer paso aunque seamos
nosotras las ofendidas? En la India, donde en muchos puntos están en vigor las costumbres de
la Iglesia primitiva, siempre es el más joven quien pide perdón al de más edad, aunque sea
éste el culpable.
7
La madre de la Fundadora del Instituto, no permitía nunca que sus hijos se durmiesen con el
más pequeño resentimiento en el corazón. Había que reconciliarse antes.
Nosotras, Franciscanas, es decir, seráficas y menores, ¿nos atreveríamos a comulgar con
algún rencor, alguna ofensa, sin pedir perdón? No lo hagamos nunca. Con una humildad
digna del fundador de los Menores, una caridad digna de san Francisco el seráfico, dejemos
nuestra ofrenda delante del altar, y vayamos primero a reconciliarnos con nuestro hermano,
o nuestra hermana: luego volvamos y presentemos nuestra ofrenda”. Que nuestro pobre
corazón, al recibir la sagrada Eucaristía, pueda entrar de verdad en comunión con el Dios de
paz y de caridad. (MD: 835)

La epístola del día nos recomienda la verdad y la caridad. “Hablad con verdad cada cual a su
prójimo, no se ponga el sol mientras estéis airados” (Ef. 4,25)
Aprovechemos de estas dos luces resplandecientes: que toda nuestra vida religiosa esté
marcada con el sello de la verdad, y no nos acostemos nunca, y menos aún, no nos
presentemos jamás ante la mesa eucarística, con algún resentimiento. (MD: 851)

Nosotras también somos muy pequeñas; necesitamos ver a Jesús para conocerlo. Con
frecuencia, el amor propio nos presenta algún medio que nos eleva, para procurarnos este
conocimiento de Jesús. Comprendamos el amor, la obediencia, los dos a una nos dicen: “baja
pronto, porque conviene que hoy me quede en tu casa”.
Imitemos a Zaqueo, anonadémonos por amor, apresurémonos a bajar, despojémonos no sólo
de la mitad de nuestros bienes, Esto basta para un siervo del mundo, pero es insuficiente para
una esposa de Cristo. Renunciemos a todo apego, a toda criatura, a nosotras mismas, y
reparemos el mal que hubiésemos hecho. (MD: 868)

Permitidme hijas mías, conjuraros con insistencia que no abuséis de la sagrada Eucaristía
recibiéndola sin reparar vuestras faltas. Ofender a Dios, a las superioras, a las hermanas y
acercarse a la sagrada Mesa sin haber pedido un humilde perdón, es colocar a Jesús Amor
entre nuestro amor propio y nuestra falta de caridad; es exponernos a hacer la comunión por
rutina y a caer muy pronto en la tibieza y en la relajación.
Que las Franciscanas Misioneras de María tengan como principio inviolable que toda falta
debe ser reparada antes de recibir al Dios de caridad; tal es el consejo del Evangelio: “Si,
pues, al presentar tu ofrenda sobre el altar te acuerdas entonces de que un hermano tuyo tiene
algo contra ti, deja tu ofrenda allí, delante del altar, y vete primero a reconciliarte con tu
hermano; luego vuelves y presentas tu ofrenda” (Mt. 5, 23-24)
… habituaos a hacer toda comunión como si fuera la última. (CT/1: 23)

En la mesa Santa, Él se da a todos; a las almas amantes y a las almas traidoras. Aún en la
mayoría de las que le son adictas, ¡cuántos matices dolorosos, penosos para el Corazón de
Jesús!
Yo no sé como ha sucedido, pero he recibido una gracia especial en cuanto a mis relaciones
con las criaturas. Una luz para mantenerme en comunión con ellas, aunque sean difíciles,
uniéndome a Jesús Hostia que se da en comunión a todos, hasta al mismo Judas. Yo no puedo
expresarlo, pero creo que es una gracia práctica y muy particular.
(NS: 177, Me habla… 127, 4 de octubre 1884)
8

Qué fácil es perdonar, cuando se piensa cuán digno de compasión es el pecador. Yo perdono
con gran facilidad a todos los que me han ofendido. Rezo para que la comunión realice
plenamente sus efectos en la Iglesia, sobre todo en los que nos gobiernan y en los sacerdotes.
Creo que muchas personas no tienen mala voluntad, pero el demonio actúa por muy diversos
aspectos de la naturaleza. Con esto, la comunión se priva de una parte de sus luminosos
efectos del amor en las almas y en la Iglesia. Si fuésemos coherentes, temeríamos el egoísmo
y la falta de caridad con todas sus consecuencias. (NS 365)

La santidad es comunión con Dios, pero no puede realizarse si en el corazón no hay amor
hacia todos, aún hacia aquellos que nos hacen sufrir. (10/5/1877)
Viva y exigente,
la comunidad nos compromete
a la conversión del corazón.
En ella descubrimos nuestras riquezas
y nuestras limitaciones.
A través de las tensiones,
los fracasos y progresos,
vivimos un misterio de muerte
y de resurrección;
experimentamos el perdón mutuo
y aprendemos de las demás
cómo amar mejor a Cristo.
(Const.21)
A LA ESCUCHA DE LA TRADICIÓN
Se dice que en cierta ocasión alguien le preguntó a María de la Pasión, cuál era su
espiritualidad. Ella respondió sin vacilar:
“Yo no tengo otra espiritualidad
que la del Padre Nuestro”.
María de la Pasión saboreó íntimamente el gozo de saberse hija de Dios, gracias al
Espíritu. Experimentó lo que San Pablo expresa en su carta a los Romanos:
9
“… todos los que se dejan guiar por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y vosotros
no habéis recibido un espíritu de esclavos para recaer en el temor; antes bien,
habéis recibido un espíritu de hijos adoptivos que nos hace exclamar: ¡Abbá,
Padre! El Espíritu mismo se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que
somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos: herederos de Dios y
coherederos de Cristo, si compartimos sus sufrimientos, compartiremos también su
gloria”.
(Rm 8, 14-17)
Cf. NS 289, p.2 de este folleto.
Si me preguntan cuál es mi espiritualidad,
¿qué respondería?
Abbá, Padre
Abbá, Padre, Padre
No hemos recibido un espíritu
Para recaer en el temor (bis)
Este mismo espíritu,
da testimonio
a nuestro espíritu
de que somos hijos de Dios
y si hijos, también herederos
coherederos con Cristo
herederos de Dios.
Abbá, Padre, Padre.
de siervos
{
{
{
bis
10