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1 COÍNTA JÁUREGUI OSÉS Por el camino de la caridad… «Pues para mí, el vivir es Cristo…» Flp 1, 21 Últimamente las noticias nos dejan más impotentes que esperanzados…La veloz sucesión de los acontecimientos nos abruman y nos hacen sentirnos, a veces, impotentes. Sin embargo, en medio del vértigo el Señor nos sorprende siempre. Su tiempo no es el nuestro, ni sus caminos los nuestros. Pues es justo lo sucedido el 22 de enero en la Orden de la Compañía de María N. S. El Señor nos ha sorprendido con una alegre noticia: la Madre Coínta Jáuregui es ¡Venerable! La iglesia, por medio del Magisterio, ha reconocido, una vez más, el valor evangélico de las pequeñas cosas. La grandeza de lo cotidiano vivido por amor a Jesús y al Reino. En la vida de la Madre Coínta se nos confirma que la fidelidad al Señor pasa por pequeños cosas, diminutos gestos, que fortalecen la vida de hermandad y animan el servicio generoso. En su entrega cotidiana se hizo vida la Palabra de Jesús: «En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os tenéis amor los unos a los otros»1. El verdadero amor se verifica en las obras pequeñas, muchas veces imperceptibles a los ojos acostumbrados a grandes eventos. Coínta experimentó el amor de Jesús2 y supo responder sirviendo fielmente como religiosa de la Orden, sea en la tarea de educar y formar, como en el delicado servicio de gobernar. Optó por el amor y se dejó conducir, confiando plenamente en Aquel que la llamó a seguirle. Descubrió la clave de su vida: el deseo de identificación con Jesús por el camino de la caridad. El anhelo de su corazón se expresa claramente y se vivifica en la cotidianidad: ¡Oh, caridad infinita de mi Dios!, llena mi corazón y el de todos los hombres para que todos te amemos como Tú mereces. Todos te sirvamos como Tú mereces, todos te glorifiquemos como Tú mereces y nos amemos los unos a los otros como Tú nos mandas. (De sus pensamientos) El amor la mueve a la ascesis del corazón. No por mero esfuerzo voluntarista, sino pura pasión, por el mayor servicio a Jesús en las personas. Abrazó con sencillez y gozo todas las ocasiones de mayor estima y momento, tal como nos invita el Artículo VI de nuestras Constituciones. Con la delicadeza propia de la mujer discípula, como María y Juana, se dedicó con ahínco a la búsqueda constante del querer de Dios para ella. Se abandonó con absoluta confianza, sin temor, en las profundidades del corazón 1 Jn 13, 34. 2 S. VALLEJO, Así nos trabaja Dios, 21. 2 de Jesús. Y sólo por eso pudo, en el momento duro de su vida, dar un paso decisivo de plena obediencia a las insinuaciones del Espíritu. Su celo apostólico la condujo por nuevos rumbos3. No sin dolor, pero con igual amor, acogió el nuevo desafío y llenó su nombre. Vivió hasta el final en la habitual discreción, con una caridad fina y dando testimonio de su honda vida espiritual. La discreta caritas que animó la vida de la Ma. Coínta es hoy para la Orden una invitación a un nuevo Magis. Su testimonio nos estimula a responder al Señor en la densidad de lo cotidiano. A buscar siempre y en todo momento servir por amor y con amor. La profecía de la vida comunitaria es cause de esperanza en este mundo herido y cansado. Apresurémonos a llenar nuestro nombre y a recorrer los caminos de la caridad. Nancy Raquel Fretes M. odn Roma, 23 de enero de 2015 3 S. VALLEJO, Así nos trabaja Dios, 175.