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TITULO: MUERTE A FILO DE OBSIDIANA. MITO Y TRASFERENCIA
Dr. Hugo Torres Salazar
Asociación Psicoanalítica Mexicana
Asociación Psicoanalítica de Guadalajara (Grupo de Estudio)
9.- EJE TEMÁTICO: TEMAS LIBRES
Después de su llegada a Tenochtitlán, uno de los propósitos para Cortés y sus huestes
era conocer la ciudad, y no sólo el palacio de Moctezuma donde habían sido alojados, por
lo cual “envió una embajada a Moctezuma compuesta por la Malinche, Jerónimo de
Aguilar y un paje conocido con el nombre de Orteguilla, que ya entendía la lengua
náhuatl, para solicitar la venia del monarca”.
“Moctezuma no podía negarse y concedió la autorización, pero al mismo tiempo temió por
sus dioses…y después de pensarlo mucho, decidió estar presente durante la visita. Era la
única forma de evitar un desmán o, al menos, una irreverencia”. (Benitez,1983:258)
La llegada de Cortés y sus acompañantes al Templo Mayor a los primeros que sorprendió
fue a los sacerdotes; “vestidos de negras túnicas, y mostrando los largos cabellos
amasados con sangre, {que} habían salido a los corredores y miraban extrañados a los
dioses intrusos”.
Al llegar a la escalinata del templo, seis sacerdotes y dos nobles enviados por Moctezuma
trataron de tomar a Cortés para ayudarlo a subir, según era la costumbre, pero el capitán
rechazó la ayuda y emprendió la difícil ascensión, rodeado de los suyos. En la cima,
Moctezuma salió a recibirle, diciéndole:
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“Cansado estaréis , señor Malinche, de subir a este nuestro gran templo”.
Cortés, conteniendo la agitada respiración, respondió sonriente que nada era capaz de
fatigar a los españoles. (Ibidem)
Moctezuma lo tomó entonces de la mano y, desviándolo de los adoratorios, lo condujo al
borde de la alta plataforma:
“Mira Malinche, nuestra ciudad” (Benitez;1983: 263)
En la actitud que tomó Moctezuma mostraba el carácter no del conquistador-victorioso
sino más bien el pensamiento infantil, omnipotente y narcisista al considerar que su
origen, el español, no flaqueaba ni aceptaba el apoyo de personas o grupos considerados
inferiores. Sin duda la vista que capturaron sus ojos desde lo alto del Templo Mayor, lo
sorprendió y por primera vez, vio en todo su esplendor lo magnífico y bien planeada la
ciudad de México-Tenochtitlán. Los ojos infantiles de Cortés se muestran golosos ante
tanta riqueza, material y humana. Este panorama lo observa a cuatro días de su llegada y
la atmósfera diáfana le permite ver la vida y todas sus actividades de la ciudad en “la
región más transparente”. (Carlos Fuentes…)
La muchedumbre, el rumor de las voces, la comparación de la ciudad con otras ciudades
europeas, lo conocido por lo desconocido; evitaron que Cortés se entregara por entero a
la contemplación de la ciudad.
“Observaba el radioso panorama desde la misma casa del demonio que señoreaba el
valle de Anáhuac. Mientras él era un huésped esforzado, un intruso que debía solicitar
autorización para visitar el templo, el pueblo creía en aquel diablo enemigo de su dios, y
Moctezuma, a pesar de sus melosas frases de vasallaje, ciegamente obedecía y adoraba
a Huitzilopochtli. La visita de las piedras de sacrificio, el olor de los corazones ardían en
vasos de piedra y la presencia de los sacerdotes lo ponían fuera de sí. (Benitez,1983:264)
Sin embargo Cortés estaba dispuesto a conocer el recinto de los dioses y los favores que
éstos le prodigaban al pueblo mexica, por lo que valiéndose de los intérpretes, le
dice…”Muy gran señor es vuestra merced y de mucho más es merecedor; hemos holgado
de ver vuestras ciudades; lo que os pido por merced, que pues que estamos aquí, en este
vuestro templo, que nos mostréis vuestros dioses y teules”. (Benitez, 1983:264)
Moctezuma respondió que debía consultarlo con sus sacerdotes y, desapareciendo por
una puertecilla, volvió a poco, señalándoles él mismo la entrada a los adoratorios.
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“En la penumbra del recinto, sobre un altar y en medio de labradas maderas se alzaba la
gigantesca imagen de Huitzilopochtli, el colibrí hechicero, dios de la guerra y dios tutelar
de Tenochtitlán, sosteniendo en una mano el arco y en la otra las flechas que
simbolizaban su jerarquía. (Benitez,1983:264 y 265)
“Tenía la cara y rostro -escribe asustado Bernal- muy anchos y los ojos disformes y
espantables. “ su cuerpo era una montaña de perlas, jades y piedras preciosas y lo
adornaba un collar hecho de cabezas y corazones de oro y plata. A su lado, un ídolo
pequeño le ofrecía una lanza y una rodela esmaltada de oro y pedrería”.
En el oratorio contiguo se rendía culto al dios Tezcatlipoca, el espejo humeante, dios
tutelar del panteón y principal dios de Tezcoco. Los ojos de obsidiana refulgían en su
negro cuerpo reflejando la luz de la mañana. La figura del dios cojo estaba formada con
cereales y sangre, oro y piedras, sagrada anatomía, donde se operaban las funciones de
la tierra y del hombre. A un lado estaba el huehuetl, el enorme tambor sagrado que
convocaba al pueblo en los grandes acontecimientos; por los rincones se veían cuchillos
de pedernal, chirimías, flautas, caracoles, incensarios y todos los extraños objetos del
complicadísimo ritual indígena. Frente a Tezcatlipoca, como ante Huitzilopochtli, ardían
corazones, y los brazos y las cabezas de indios recién sacrificados salían de cestos
rebosantes de humanos despojos” (Benitez, 1983:265)
Los españoles, no pudieron soportar el olor a la carne descompuesta, se apresuraron a
salir al aire libre. (Ibidem)
Cortés se apresuró a despedirse, “Hora es ya, señor Moctezuma, que vuestra merced y
nosotros nos vayamos.” (Ibidem) El extremeño, se dispuso a iniciar el descenso de los
ciento catorce escalones del templo.
Aquella noche, la visita a la casa del demonio les costó a todos tener adoloridas las
piernas. (Ibidem).
Para el pueblo mexica la muerte era vista como germen de vida y un proceso más de un
ciclo ininterrumpido, por lo que ese devenir entre el día y la noche se concretaba en la
representación cósmica de la lucha entre Tezcatlipoca y Huitzilopochtli.
Para sostener el ritmo continuo de la vida, y para que el sol no detenga su marcha, será la
sangre como su elemento vital y generador de su movimiento, de allí la respuesta a través
de los sacrificios humanos. El rito del sacrificio humano, reactualiza el mito fundador y
creador del pueblo mexica. Dice Eliade; “el hombre religioso vive así en dos clases de
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tiempo, de las cuales la más importante, el tiempo sagrado, se presenta bajo el aspecto
paradójico de un tiempo circular, reversible y recuperable, como una especie de eterno
presente mítico que se reintegra periódicamente mediante el artificio de los ritos”. (Eliade,
1967:71)
Para el europeo, el concepto de la muerte es distinto, está sometido a un juicio y al
recuerdo constante de una disyuntiva, la gloria o el infierno.
El pueblo azteca en su devenir histórico se sostiene a través de dos fuentes productivas;
la agricultura y como una sociedad militar sostiene la guerra como medio coercitivo que le
permite a través del tributo sus más caros ideales de conquista, exaltando además la
captura de prisioneros para el sacrificio.
La base o esencia del mito del sacrificio humano entre los aztecas, es el compromiso que
el hombre adquiere como pago al sacrificio de los dioses ya que para que surja la vida,
fue necesaria la muerte de los dioses. En los avatares de la identificación como la más
temprana exteriorización de una ligazón afectiva, la identificación del hombre con los
dioses, “aspira a configurar el yo propio a semejanza del otro, tomado como “modelo”.
(Freud, 1921:100)
“Este antiguo mito…habría de ejercer en tiempos posteriores considerable influjo en el
campo de la religión. Los seres humanos, que por el sacrificio habían recibido la vida,
habrían de experimentar la necesidad de corresponder con su propia sangre para
mantener la vida del sol”. (León Portilla, 1968:27)
El sacrificio ritual será llevado a cabo en la piedra de los sacrificios, sitio privilegiado en el
templo, y que llevó a Moctezuma a horrorizarse por la muestra real y concreta de la
muerte, que al ser “puesta en escena” le evoca su propia muerte y le reactualiza su
condición humana. “El hombre se ha respondido a sí mismo”. (Matos,1986:42).
“El sacrificio humano es la base angular para repetir el mito inicial. A través del sacrificio
se da paso a la muerte como forma de pagar y repetir la intención divina…Aquí vemos el
por qué del sacrificio humano, de la necesidad del líquido precioso, la sangre como
elemento vital. Existe un pacto entre el hombre y el dios”. (Matos, 1986:50)
Si hemos reconocido con Freud, que la identificación es la forma más originaria de ligazón
afectiva con un objeto, el sacrificio humano como el rito que actualiza el mito,
correspondería a la segunda fuente de la identificación, la regresión. El rito reinicia el mito.
“Para sustituir a una ligazón libidinosa de objeto por la vía regresiva, mediante
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introyección del objeto en el yo”. (Freud, 1921:101). La libido se ha internado (en todo o
en parte) por el camino de la regresión y reanima las imagos infantiles. (Freud, 1912:100)
CONCLUSIONES
De acuerdo a lo que hemos presentado podemos plantear los siguientes considerandos
en los cuales establecemos la relación que existe entre Mito y Transferencia:
1.- Desde el punto de vista mítico, se justifica el sacrifico humano entre los aztecas, ya
que su práctica, sería como una manera de retribuir a su dios el sacrificio que éste hizo
para mantener la vida y existencia de su pueblo. {Este mismo acto lo lleva a ser
considerado como “pueblo elegido”}
1.- La práctica del sacrificio humano entre los aztecas, forma parte del fenómeno mágicoreligioso, así como refleja la estructura social y económica de la sociedad mexica.
Debemos reconocer que el hombre orienta su conducta y sus acciones de acuerdo con
los preceptos culturales, sin embargo “el individuo no recibe sólo la influencia de su medio
cultural del presente; está sometido también a las influencias de la historia cultural de sus
antepasados”. (Freud, 1915:284).
2.- El rito del sacrificio humano trasciende en el mito otorgando la trascendencia y dando
respuesta al hombre preocupado por su existencia temporal. La repetición del rito igual
que la transferencia no provienen de una situación presente sino de lo ocurrido con
anterioridad, sólo que el rito, muda su “repetición en recuerdo”. (Freud, 27ª conferencia.
La trasferencia: 403)
3.- El mito de renacer a través de la muerte a filo de obsidiana, desarrolla una explicación
y establece el rito sacrificial reconociendo el compromiso de los hombres con los dioses
por recibir el favor de permanecer en el mundo. La trasferencia es la reedición en la
persona del analista de la relación vincular que el paciente tuvo en su historia infantil, con
sus objetos primarios. ¿No es acaso un “corte en el tiempo” mítico de la historia infantil,
reconociéndolo en el presente y en el “aquí y ahora”?.
4.- El mito como creación del hombre pervive a través del rito, como acto repetitivo de lo
que aconteció en el tiempo mítico. De la misma manera Freud aceptaba que la
transferencia era un acto repetitivo que se actualizaba en el tratamiento analítico. La
creencia repite su propia historia genética. (Freud:27ª conferencia. La trasferencia:405).
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BIBLIOGRAFÍA
BENITEZ, F. (1983). La ruta de Hernán Cortés. (serie Lecturas 7 Mexicanas) México:
Secretaría de Educación Pública.
ELIADE, M. (1967). Lo sagrado y lo profano. Madrid: Guadarrama.
FREUD, S. (1921). Psicología de las masas y análisis del yo. Argentina:
Amorrortu
(1917). 27ª conferencia. La trasferencia.
(1915). De guerra y muerte. Temas de actualidad.
(1912) Sobre la dinámica de la trasferencia
LEON-PORTILLA, M. (1968). Los antiguos mexicanos. (Colección Popular num. 18)
México: Fondo de Cultura Económica.
MATOS, E. (1986). Muerte a filo de obsidiana. (Serie Lecturas 50 Mexicanas) México,
Secretaría de Educación Pública.
RESUMEN
En la sociedad mexica de acuerdo al género de muerte se podía ir a tres lugares, el Sol,
el Tlalocan o el Mictlan; siendo el más deseado; morir en guerra, ya que esta muerte así
como la ocurrida a filo de obsidiana, en la piedra de los sacrificios, le auguraba su
trascendencia, porque el hombre convertido en ave, puede acompañar al Sol en su
recorrido por la tierra.
Esta muerte será trasmitida a través de cantos y poesía guerreras que privilegian la suerte
de aquellos que sufren la muerte en estas condiciones;
_¿Cómo habremos de vivir?
¡No se mueva el Sol!
¿Cómo en verdad haremos vivir a la gente?
¡Que por nuestro medio se robustezca el Sol!
sacrifiquémonos, muramos todos. (León Portilla, 1968).
DESCRIPTORES: Mito, ritos, trasferencia, muerte, destino.
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