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LA VISIÓN ANTROPOLÓGICA DEL OTRO EN CHINA Gladys NIETO Profesora Titular del Área Estudios de Asia Oriental (Antropología de China y Lengua China) de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM). Doctora en Antropología Social UAM (2001). Formación en lengua china en la Universidad de Lenguas Extranjeras de Pekín (1997-98) y trabajo de campo en la provincia de Zhejiang (1998 2000). Premio Extraordinario de Doctorado. Facultad de Filosofía y Letras, Sección Antropología, UAM (2005). Ha sido Profesora visitante en la Escuela de Historia, Universidad Nacional de Córdoba (Argentina), 2007; Universidad Pontificia de Comillas (Madrid) 2000-2004; Universidad Autónoma de Madrid (Programa de Master en Migración y Relaciones Intercomunitarias). 1999–2002–2004-2008; Universidad de Lenguas Extranjeras de Pekín, 1997-1998. E Investigadora visitante en la Academia China de Ciencias Sociales (2008); Federación de Mujeres de China (2004); Instituto de Estudios sobre Población y Desarrollo, Academia de Ciencias Sociales de Shanghai (2000); Centre d’etudes sur la Chine Moderne et Contemporaine, Ecole de Hautes Etudes en Sciences Sociales, París (1999). Ha formado además parte de los equipos de investigación del proyecto: “La recreación de identidades en Asia Oriental”. (2007-2010); “Tradición y modernidad en Asia Oriental” (2003-2006); “Mujeres, Globalización y Derechos Humanos” (2003-2005). Ha impartido conferencias especializadas en su materia en países como: Portugal, Perú, Japón, China, Escocia, Argentina, Italia, y España. Entre sus publicaciones caben destacar: ‘La inmigración china en España. Una comunidad ligada a su nación’, Libros de la Catarata-UAM, Madrid, 2007; “Los límites a los valores asiáticos: derechos humanos y equidad de género en China” en Virginia Maquieira (ed.), Mujeres, globalización y derechos humanos. Ediciones Cátedra, Valencia, 2006; “Overseas Chinese Associations Building Up a National Identity. Specific cases in Spain” in Taciana Fisac & Leila Fernández Stembridge (comp.), China Today. Economic Reforms, Social Cohesion and Collective Identities, London, RoutledgeCurzon Press, 2003; “El rol de las mujeres en la diáspora china y el nacionalismo” en Gregorio, C. y Agrela, B. (eds.) LA VISIÓN ANTROPOLÓGICA DEL OTRO EN CHINA El objetivo de esta conferencia reside en rescatar tal visión de la alteridad como base del pensamiento antropológico para hacer un recorrido sobre otro centro/eje del mundo –China– en torno a la forma en qué el imperio conceptualizó a los pueblos no chinos definidos como “bárbaros”. Ese recorrido culmina en nuestros días, en la incorporación y la gestión de la diversidad étnica y cultural de aquellos pueblos distintos a los Han que han quedado bajo la jurisdicción del Estado-nación chino fundado en 1949. Los Otros externos: bárbaros durante el imperio Durante la etapa imperial China que se extiende a lo largo varios siglos hasta prácticamente entrado el siglo XX, la visión de los otros pueblos estaba dominada por una ideología propia de las elites del imperio, el universalismo cultural. Ésta consiste en una especie de etnocentrismo tradicional o una visión sinocéntrica que ha provisto de legitimidad ideológica al sistema de relaciones exteriores que China supo tener con Estados no chinos. La concepción tradicional china del mundo se sustentaba en la división entre un centro civilizado y una periferia que estaba habitada por bárbaros. La superioridad del Reino del Centro (zhongguo) no se definía por elementos racialistas o genéticos – como fue característico de las narrativas de supremacía cultural de Occidente respecto a otros pueblos en el siglo XIX– sino que se fundó en nociones culturales y civilizatorias. China se consideraba a sí misma preeminente entre los reinos vecinos debido a la estabilidad de sus instituciones políticas, la utilización de técnicas agrícolas extensivas, el sedentarismo de sus gentes y el conocimiento de una lengua escrita. El universalismo cultural concebía a China como un foco civilizador que llegaría hasta otros reinos para hacer a los bárbaros partícipes de la civilización. En tal sentido, todos los bárbaros podrían en último término participar de esta civilización, de allí su carácter ecuménico. Esta ideología constituyó un fuerte pilar ideológico que justificaría el sometimiento, la conquista y la asimilación de los pueblos no chinos. Los bárbaros podían sinizarse, adoptar las costumbres chinas, suavizar sus maneras al aceptar los hábitos civilizados. Sin embargo, el sentido inverso era impensable, los chinos no podían convertirse a las maneras bárbaras. Durante la vigencia del universalismo cultural, los pueblos no chinos fueron descritos de diversa manera, aunque existen algunas continuidades. En primer lugar, la cercanía geográfica al centro (foco) civilizador se comprendía como cercanía cultural (civilizatoria). Con lo cual el modelo contenía elementos geográficos, que también resultaban en características de inclusión/exclusión de estos pueblos. En segundo lugar, el modelo era etnocéntrico al imponerse como el ideal cultural y civilizatorio en la jurisdicción de “todo lo existente bajo el Cielo” (tian xia). En tal sentido, los otros pueblos eran definidos por su anomia respecto a China, a través de características de desviación de la organización social, económica y política del Reino del Centro. En tercer lugar, los bárbaros podían habitar o no dentro del Reino del Centro e incluso hubo periodos en la historia en los que se hicieron con el control gubernamental. La concepción tradicional de la división entre centro-periferia ligada a la civilización y a lo bárbaro se rompe a fines de la dinastía Qing cuando las potencias europeas y Japón irrumpen en territorio chino, forzando al país a reconocer la superioridad de otros Estados. Se suele reconocer que en el nuevo contexto político-económico la visión tradicional china del mundo se rompe dando lugar a la adopción de un nacionalismo moderno hacia principios del siglo XX. Tal nacionalismo se basaba en la oposición y la lucha entre razas –impregnada por las teorías de Lamarck, Spencer y Darwin– como forma de explicar la situación de subordinación en la que se encontraba el país y la necesidad de expulsar a los extranjeros del territorio. Así la división centro-periferia pasó a definirse a través del modelo de una lucha entre razas. Los Otros internos: nacionalidades minoritarias en la RPCh Algunos de los pueblos que China consideraba “bárbaros” desaparecieron en el curso de la historia, se fusionaron o asimilaron (forzosa y no forzosamente) a los Han y a otras sociedades. Varios de los pueblos que hoy viven dentro de las fronteras chinas alguna vez tuvieron gobiernos e imperios independientes de los Han. La utilización del término nacionalidad (minzu) para referirse a estos pueblos antes “bárbaros” es muy moderna y llegó a China a fines del siglo XIX cuando se introducen en el país muchos préstamos lingüísticos japoneses de los conceptos occidentales de nación y nacionalismo. Las relaciones políticas y administrativas de aquellos territorios donde habitaban estos “otros pueblos”, que habían sido incorporados al imperio, fue variable durante las distintas dinastías. Sin embargo el sistema imperial vigente hasta el siglo XV hacia los pueblos minoritarios se conoce como tusi ( ). Este consistía en que las clases gobernantes feudales del Reino del Centro utilizaban políticamente los antiguos elementos aristocráticos entre las minorías para mantener su gobierno. Al mismo tiempo permitían que se mantuviera el modo de producción original del grupo y recolectaban impuestos a través de la aristocracia local. La corte consentía que los jefes autóctonos tuvieran poder entre sus pueblos porque ello les permitía explotar las regiones de minorías más efectivamente. Así los “pueblos primitivos” de China en la época imperial se articularon al Estado en una relación político-administrativa en la que su sujeción parcial les otorgaba algunos márgenes de maniobra. Durante la dinastía Qing (s. XVIII y XIX) se incorporaron al imperio prácticamente todos los pueblos con que actualmente cuenta el país, a través de una política eminentemente expansionista. No obstante la definitiva articulación de los Otros al proyecto estatal chino será implementada por el Partido Comunista en 1949. Cuando Mao Zedong llega al poder en 1949 tiene un conocimiento cabal de la importancia que tenían los pueblos no Han en la consolidación de las fronteras y el establecimiento del control del Estado. La mayoría del territorio de lo que actualmente es la República Popular China estaba habitado por estos pueblos mientras la población Han se concentraba en el litoral oriental del país. Todas las regiones de nacionalidades tienen una escasa densidad de población, son zonas fronterizas con otros Estados, y en muchos de ellos existe una población culturalmente cercana a estas nacionalidades. Lo que en el futuro podría generar lealtades políticas contrarias al gobierno central chino. Las regiones de nacionalidades cuentan con una gran riqueza en recursos naturales que el país requería para la reconstrucción económica nacional. Debido a todos estos factores, el gobierno comunista instó a estos pueblos a sumarse a la causa nacional con promesas de un tratamiento preferencial. En los años 50 se procedió a catalogar a todas las nacionalidades que habitaban en el país y se inició la concesión de autonomías territoriales para que estos grupos administrasen sus propios asuntos. Así se catalogaron 56 nacionalidades, 55 minoritarias además de la mayoritaria Han. Y la República Popular China se definió como un Estado multinacional basado en los pilares de la unidad, la igualdad y la ayuda mutua. En los años 50 se procedió a dictar una serie de políticas de acción afirmativa de carácter económico, educativo, político, religioso, etc. para estos grupos, que se verán extendidas y ampliadas en los años 80 con el inicio de las reformas económicas. En la actualidad, la legislación estatal vigente garantiza la igualdad de estos grupos con los Han. Sin embargo, la realidad muestra la enorme desigualdad existente entre las nacionalidades minoritarias y los Han. En el análisis de esa realidad es factible encontrar elementos de permanencia de la concepción de esos Otros internos, “bárbaros” incivilizados, incapaces de auto-administrarse, a merced de la tutela de la racionalidad Han ubicada en la vanguardia del desarrollo y la revolución popular.