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04
ESPECIAL
VIERNES
juventud rebelde
19 DE MAYO DE 2017
DETRÁS
DE LA CIENCIA
A cargo de IRIS OROPESA MECÍAS [email protected]
Llegó la era
posantibiótica
Cepa de Escherichia
Coli resistente a la
colistina, el antibiótico de
última generación
que hasta hace poco era
capaz de combatir
la bacteria.
Foto: Tomada de La Capital
El mundo está abocado a una era
en la que muchas infecciones comunes
volverán a ser potencialmente mortales
A veces pareciera que el mundo
suele ir un poquito hacia atrás
en medio del vertiginoso camino
de adelantos, innovación y ciencia. Por estos días podríamos
codearnos en algunas cuestiones con los héroes de las novelas decimonónicas. Aquellos
protagonistas que en la parte
más emocionante del relato, de
repente, morían de cosas tan
simplonas como una pulmonía,
o una fiebre (así, sin más explicaciones). A esos héroes perfectamente elaborados que, irónicamente, eran una hojita frágil
ante cualquier infección, podríamos llevarles poca ventaja en
pleno siglo XXI, pues por estos
tiempos resurge un problema
que creíamos vencido: la farmacorresistencia de muchas bacterias.
Preocupa que hoy, para la segunda década del siglo, se hable de una era posantibióticos
con tonos de alarma. Que males «viejos» como la gonorrea, la
tuberculosis o la neumonía puedan volver a causar muertes
mayoritarias, al estilo de historias de antaño.
Dicho rápido: bacterias infecciosas comunes, como Acinetobacter, Pseudomona, Proteus, Serratia, Klebsiella y Escherichia Coli, mutan mucho más
rápido que nuestros medicamentos.
Un trabajo reciente de la
agencia noticiosa EFE revela que
el problema provoca cada año
unas 700 000 muertes en el
mundo y que, según los cálculos, en 2050 llegará a los diez
millones, una cifra mayor que la
de las muertes por cáncer.
Pero son las bacterias, y no
los seres humanos ni los animales, las que se vuelven resistentes a los antibióticos. Una
vez mutadas contra estos pueden causar infecciones en las
personas, que son más difíciles
de tratar y, en los peores casos,
simplemente no pueden ser
curadas. O pueden sobrevivir
gérmenes capaces de reinfectar al paciente después de que
este ya haya recibido un tratamiento y la aparente cura.
De este modo, podríamos
volver a enfrentarnos a un peligro superado hace décadas: las
enfermedades «simples» vuelven
a convertirse en potenciales
agentes letales para la especie.
En palabras de la organización
más importante en temas de
salud, «si no se toman medidas
urgentes, el mundo está abocado a una era posantibióticos en
la que muchas infecciones comunes y lesiones menores volverán a ser potencialmente
mortales».
EL PORQUÉ DEL RETROCESO
Según las autoridades sanitarias, entre los factores que
Se ha detectado resistencia
en antibióticos de bacterias responsables de:
BACTERIAS RESISTENTES
La supuesta era en que los
antibióticos puedan dejar de
curarnos toca a la puerta desde
hace varios años. La Organización Mundial de la Salud, en su
página web oficial, la ha catalogado como «una de las mayores amenazas para la salud
mundial, la seguridad alimentaria y el desarrollo». Y la alarma
no se dispara porque sea fenómeno nuevo.
La farmacorresistencia, como
apunta la propia entidad, es un
proceso común de selección
natural de los microrganismos
infecciosos. O sea, es normal
que una bacteria intente mutar
para sobrevivir; sin embargo, no
es natural el aceleramiento desproporcionado de esa mutación, que ha provocado un peligro creciente para los logros de
la salud moderna. Así, el número de muertes por causas antes
curables comienza a sobrepasar los ritmos de investigación y
desarrollo de nuevos fármacos.
NEUMONÍAS
INFECCIONES
HEMATOLÓGICAS
disparan este problema mundial se hallan la sobreprescripción de los medicamentos y la
movilidad globalizada del ser humano de este siglo.
Por un lado, tenemos en numerosos países un sistema mercantilizado de salud, en que los
negocios farmacéuticos prescriben antibióticos para cualquier
gripe común. Detrás de esto,
más que un deseo noble, se esconde unas veces un apetito
bastante «amarillo» de aumentar ventas, una tendencia que ha
causado más de un escándalo
por cientos de prescripciones de
medicamentos y pruebas médicas innecesarias, que son indicadas para engordar bolsillos.
En lugares donde los mercados o farmacias ofertan libremente todo tipo de medicamentos, la población adquiere una
tendencia a la automedicación
acicateada por la publicidad que
suele acompañar a este tipo de
productos como si anunciara
cualquier camiseta de moda.
Por otro lado, el hecho de
que en el mundo globalizado en
que vivimos el hombre pueda
moverse de un punto a otro del
planeta con relativa rapidez
hace que la propagación de un
patógeno mutado resulte mucho más simple, y pueda contagiar a grandes números de personas en poco tiempo.
INVESTIGAR O VENDER:
ESA ES LA CUESTIÓN
DIARREAS
GONORREAS
Fuente: OMS
INFECCIONES
EN VÍAS URINARIAS
Otra cara de la moneda a la
que apunta este problema es la
falta de una investigación responsable y comprometida con
hallar nuevos antibióticos capaces de atacar a las bacterias resistentes y esclarecer sus mecanismos de mutación. Con un
mundo farmacéutico mayoritariamente mercantil como gran
responsable detrás de buena
parte de los problemas sanitarios del mundo, la investigación
es un sector que no está «motivado» por estos temas, según
advierte el informe del Instituto
de Salud Global (ISGlobal)
«Resistencia a los antibióticos:
cuando el problema va más allá
de las patentes». La explicación
es bastante escandalosa, por
desfachatada: investigar sobre
nuevos antibióticos no arroja
muchos dividendos a los dueños del mercado farmacéutico
que financian los estudios. Así
de simple.
Incluso, hay detalles mucho
más siniestros detrás de esa supuesta desmotivación investigativa: desarrollar fármacos para
el cáncer es mucho más rentable. En la presentación del informe citado, se ha explicado que
la industria farmacéutica prefiere
investigar en fármacos contra las
enfermedades crónicas —como
la diabetes, la hipertensión o el
cáncer, por ejemplo— «ya que
son medicamentos de tratamiento largo que dan más beneficios a la empresa».
En pocas letras, es mucho
más negocio para las grandes
compañías farmacéuticas que
la humanidad enferme de patologías de largo plazo, que estudiar y financiar nuevos fármacos que solo podrían vender por
unos pocos días a un paciente
aquejado de una bacteria resistente. Mientras que la venta de
los antibióticos tradicionales genera unos 40 000 millones de
dólares en beneficios, un solo
fármaco contra el cáncer asegura la misma ganancia. Y la respuesta es sí. A ese tipo de cuestiones puramente monetarias
suelen reducirse muchos problemas de la salud del mundo.
La buena noticia es que el
problema mundial de la resistencia de los patógenos empieza a ocupar las agendas de los
principales organismos mundiales como el G-7 o el G-20, estimulados por las campañas de
concientización de la OMS, pero
todavía queda mucho por hacer.
Desde nuestra Isla tropical,
donde el clima puede ser también factor agravante, es hora
de ponernos en guardia desde
las medidas personales de prevención, sobre todo, evitar la
automedicación con antibióticos y velar por la higiene contra
cualquier contagio de infecciones digestivas, respiratorias y
sexuales. Sin un ápice de descuido.