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F. ORIENT­LÓPEZ, ET AL
REVISIÓN
Utilidad de los fármacos dopaminérgicos
en el daño cerebral de origen traumático
F. Orient­López, R. Terre­Boliart, M. Bernabeu­Guitart, S. Ramón­Rona, A. Pérez­Miras
THE USEFULNESS OF DOPAMINERGIC DRUGS IN TRAUMATIC BRAIN INJURY
Summary. Objective. To review the bibliography indexed in MEDLINE so as to assess and/or compare the usefulness and
indications of dopaminergic drugs in both cognitive and motor disorders due to head injuries (traumatic brain injury).
Development. Lesions due to head injuries cause both focal and diffuse cerebral damage which lead to neuropsychological
and motor deficit. It is clear that motor alterations cause major physical disability, but neuropsychological alterations
affect cognitive behaviour and emotional aspects which are very disabling and seriously affect both the patient and his
family and also his return to social, family and working life. There is a wide range of drugs available to assist in the
improvement or recovery of the patient. Some of the most important of these drugs are the dopaminergic agents, due to the
importance of dopamine for proper frontal cerebral area function. Conclusions. This study confirms the indications for the
use of dopaminergeric drugs when trying to improve or accelerate recovery from cognitive deficits in patients with traumatic
cerebral damage. However, it is important to note that, in view of the complexity of cognitive function and the mechanisms
of their recovery, it will be necessary to make randomized, double-blind, prospective studies with a control group (if possible)
so as to determine the real part played by these drugs in the recovery process of patients with traumatic brain damage. [REV
NEUROL 2002; 35: 362-6]
Key words. Amantidine. Bromocriptine. Dopaminergic agents. Head injury. Neuropsychological deficit. Rehabilitation. Treatment.
INTRODUCCIÓN
Los accidentes representan la causa más importante de muerte en
adultos jóvenes (menores de 45 años) en los países industrializados [1]. El 70% de estos accidentes incluyen casos de traumatismo craneoencefálico (TCE) y se asocian a una elevada morbimortalidad, con elevados costes individuales y sociales, no tan sólo
por la alta incidencia de fallecimientos que ocasionan, sino también por el gran número de individuos que quedan con algún tipo
de minusvalía. En EE.UU. se producen aproximadamente
2.000.000 de TCE anuales (incidencia de 180­220/100.000 habitantes/año), de los cuales aproximadamente 90.000 quedan con
importantes secuelas [2­5]. Estas cifras son similares a las recogidas en España, donde se producen unos 80.000­100.000 nuevos casos de TCE anuales (incidencia de 150­250/100.00 habitantes/año), de los cuales más de 2.500 quedarán con importantes
secuelas [6,7].
Las lesiones producidas por el TCE ocasionan daños cerebrales, tanto focales como difusos, que se traducen principalmente
en déficit neuropsicológicos y motores. Los déficit neuropsicológicos incluyen desde la disminución del nivel de conciencia a
otros trastornos, como: alteraciones de la memoria, déficit de
atención y concentración, labilidad emocional, agitación, irritabilidad y depresión [3,4,8­10]. Los déficit motores que más frecuentemente encontramos en relación con el daño cerebral de
origen traumático van desde la debilidad o pérdida de fuerza al
aumento del tono muscular, la pérdida de la funcionalidad motora
y los trastornos de la coordinación. Otros problemas que también
pueden aparecer asociados al TCE son los trastornos de la deglución, trastornos del lenguaje (afasia, disartria, etc.), alteraciones
de la sensibilidad e incluso la presencia de crisis epilépticas. Es
Recibido: 12.11.01. Aceptado tras revisión externa sin modificaciones:26.12.01.
Unidad de Daño Cerebral. Institut Guttmann. Barcelona, España.
Correspondencia: Dr. F. Orient López. Institut Guttmann. Garcilaso, 57.
E­08027 Barcelona. E­mail: [email protected]
� 2002, REVISTA DE NEUROLOGÍA
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evidente que las alteraciones motoras provocan importantes discapacidades físicas, pero las alteraciones neuropsicológicas afec­
tan a aspectos cognitivos, conductuales y emocionales que son
altamente discapacitantes y conllevan un elevado impacto, no
sólo en el mismo afectado, sino también en su familia, entorno
social y laboral; limitan de forma importante la capacidad del
individuo, tanto para beneficiarse del tratamiento rehabilitador
como para poder conseguir una correcta reinserción sociofami­
liar y laboral, objetivo final deseado por todo paciente afectado
por un TCE [3].
Para el manejo de estos déficit disponemos del tratamiento
neuropsicológico convencional basado en estrategias para poten­
ciar, compensar y sustituir la función alterada, e intentar que el
paciente adquiera conciencia de su déficit, así como de un arsenal
farmacológico que puede contribuir a la mejoría del paciente. En
este sentido, el uso de fármacos para acelerar la recuperación de
las funciones superiores después de un TCE es muy variado y
controvertido. Se han utilizado fármacos como los antidepresi­
vos tricíclicos, psicoestimulantes como el metilfenidato y otras
anfetaminas, dopamina, levodopa/carbidopa, amantadina, etc.,
con efectos beneficiosos sobre la recuperación neuropsicológica
de los pacientes con daño cerebral de origen traumático [11,12].
De este grupo de neurofármacos, cabe destacar los fármacos
dopaminérgicos, probablemente los más referenciados en la bi­
bliografía científica para el tratamiento del daño cerebral de ori­
gen traumático, con la importante base de la dopamina en el
correcto funcionamiento de las áreas cerebrales frontales [4,13].
Es precisamente la alta incidencia de afectación frontal después
de un TCE la que da lugar a la principal clínica neuropsicológica
(trastorno de la conducta y comportamiento, impulsividad y agre­
sividad, amotivación, apatía, desorganización, déficit de aten­
ción y memoria, labilidad emocional, etc.), tan comúnmente observada en estos pacientes y que afecta particularmente a la reinserción familiar [12,14,15]. Además, esta alteración de la conducta
puede determinar el resultado final del tratamiento rehabilitador,
así como el destino final del paciente tras el alta hospitalaria o
incluso su reinserción sociolaboral.
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DOPAMINÉRGICOS EN EL TCE
Sería óptimo que el tratamiento neurofarmacológico de los
pacientes con TCE se basara en estudios bien diseñados, aleato­
rios y con grupos de referencia, que justificaran de forma objeti­
vable el resultado del tratamiento; sin embargo, la heterogenei­
dad de las lesiones cerebrales de origen traumático y la actual
dificultad para obtener grupos comparables, asociado a la dificul­
tad para poder cuantificar los efectos del fármaco, hacen que la
mayoría de los estudios se planteen como casos clínicos o mues­
tras pequeñas sin un grupo de referencia.
El objetivo de esta revisión es valorar y contrastar la utilidad
e indicaciones de los fármacos dopaminérgicos y derivados en los
trastornos de la esfera neuropsicológica, en los pacientes con
daño cerebral de origen traumático.
METABOLISMO
La dopamina es una catecolamina derivada de la hidroxilación de
la tiroxina, regulada por la tiroxina b­hidroxilasa. Esta dopamina
se convierte rápidamente en L­dopamina, por la dopamina descar­
boxilasa. Después de su liberación en el axón terminal, la inacti­
vación de la dopamina se produce con la reabsorción celular pre­
sinápticamente por medio de su degradación enzimática. La
monoamino oxidasa (MAO) y la catecol­O­metil transferasa
(COMT) desempeñan un papel importante en la degradación de
la dopamina. Los receptores de la dopamina (D1­D5) tienen dife­
rentes acciones y funciones. La familia de los receptores D1 (in­
cluye los receptores D1 y D 5) activan a la adenilciclasa y aumentan
la actividad del potasio y la proteincinasa C. La familia de los
receptores D2 (incluye los receptores D2, D3 y D4) inhiben la ac­
tivación de la adenilciclasa.
Muchas neuronas dopaminérgicas se localizan en la sustancia
negra o hipotalámicamente, y las principales vías dopaminérgi­
cas son la negroestriada, la tuberoinfundibular mesocortical y el
sistema mesolímbico. Los receptores D1 son importantes en las
regiones mesolímbicas y mesocorticales; los receptores D 2 reali­
zan su principal papel en las regiones negroestriadas y se han
implicado en la enfermedad de Parkinson (EP) y la esquizofrenia.
Los receptores D3 se localizan en las regiones mesolímbicas y
mesocorticales, aunque sus funciones específicas no se conocen
bien todavía. Los receptores D4 se localizan fundamentalmente
en el plano mesolímbico y se han asociado a la esquizofrenia, y
los receptores D5, en cambio, se localizan de forma difusa por
todo el cerebro [16,17].
El efecto específico de cada neurotransmisor depende no so­
lamente del tipo y subtipo de cada receptor, sino también de la
localización pre y postsináptica de cada receptor, así como del
sistema funcional en que se localiza. Una neurona, por tanto,
puede liberar más de un tipo de neurotransmisor, neuropéptido y
neuromodulador; además, un mismo neurotransmisor puede te­
ner tanto una acción excitatoria como inhibitoria [18].
LEVODOPA­CARBIDOPA
La levodopa es un neurotransmisor que, en gran parte, se encuen­
tra inactivo, se activa una vez tiene lugar la descarboxilación de
la dopamina. Se absorbe rápidamente en el tracto gastrointestinal
y la concentración máxima aparece entre las 0,5­2 horas de su
administración. Su vida media es corta, aproximadamente 1­3
horas, y se recomienda evitar su utilización en personas afectas de
glaucoma, con antecedentes de infarto agudo de miocardio o arrit­
mias, así como en pacientes con insuficiencia renal o hepática.
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La levodopa se ha utilizado primariamente en la EP; su efecto
sobre la disminución de la bradicinesia, rigidez y temblor, así
como en el aumento de los niveles de dopamina es bien conocido.
Sus efectos secundarios incluyen la aparición de discinesias, tras­
tornos gastrointestinales (náuseas y vómitos), hipotensión y alte­
raciones psicológicas (ansiedad, depresión y trastornos psicóti­
cos), que se presentan en aproximadamente un 7% de los pacien­
tes y que suelen ser dependientes de la dosis [4,16].
La levodopa­carbidopa es una combinación de precursores de
la dopamina, la levodopa y el inhibidor periférico de la dopa­
descarboxilasa, que es la carbidopa. Se conoce también su efecto
sobre la EP: produce disminución de la apatía y mejora el estado
anímico, así como el nivel de alerta. Conductualmente puede
provocar ansiedad, depresión y trastornos psicóticos.
La dosis utilizada en pacientes con daño cerebral de origen
traumático oscila entre 10/100­25/100 mg cada 12 horas [2,4] y
se ha utilizado con éxito en el tratamiento de síntomas como el
descontrol emocional, disminución de la concentración, depre­
sión, hiperactividad e impulsividad en adultos con déficit resi­
dual de atención [12,19].
BROMOCRIPTINA
La bromocriptina es un importante agonista de los receptores D2
dopaminérgicos y un agonista parcial de los receptores D 1. Tiene
efecto antiparkinsoniano por estimulación de los receptores do­
paminérgicos de la vía negroestriada del encéfalo. También inhi­
be la secreción de prolactina desde el lóbulo anterior de la hipó­
fisis. Su biodisponibilidad es del 6%, ya que sufre un amplio
metabolismo de primer paso. La bromocriptina se absorbe muy
rápidamente en el aparato gastrointestinal, aunque sólo un 30%
de la dosis administrada y su concentración máxima en plasma
aparece aproximadamente entre 1 y 2 horas tras su administra­
ción, con una vida media en plasma de 3­7 horas. La actividad de
la bromocriptina es más duradera que la de la levodopa y las dosis
habitualmente utilizadas en pacientes con daño cerebral traumá­
tico suelen fluctuar entre los 2,5 y 40 mg cada 24 horas [16,20,21].
Como efectos secundarios puede producir discinesias, hipotensión ortostática, trastornos gastrointestinales (náuseas y vómi­
tos), y más raramente alucinaciones y confusión. También se
describen como efectos secundarios la presencia de eritromial­
gia, vasoespasmos digitales e incluso fibrosis pleuropulmonar.
Se conoce su utilidad en diversas efermedades psiquiátricas,
entre ellas la esquizofrenia, depresión y manía [16,22]. También se
ha utilizado con efectos beneficiosos en la rehabilitación de los
trastornos del lenguaje y de la la memoria, en pacientes con lesio­
nes cerebrales de origen traumático, de predominio en regiones
mediobasales [16,23], y en las lesiones de predominio frontal [24].
Asimismo, se ha descrito su utilidad para mejorar la sintoma­
tología abúlica (baja motivación, bajo nivel de iniciativa, pobre
interacción social) [21], el mutismo acinético y la apatía en pa­
cientes con daño cerebral de origen traumático [20].
AMANTADINA
La amantadina es un fármaco que originariamente se utilizó como
antivírico para la profilaxis y el tratamiento de infecciones produ­
cidas por la gripe de tipo A; posteriormente se ha empleado como
tratamiento para la EP debido a sus propiedades dopaminérgicas
[17]. Actúa tanto presinápticamente –cuando aumenta la libera­
ción de dopamina e inhibe su recaptación–, como postsináptica-
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mente –cuando incrementa el número de receptores de la dopa­
mina–. La amantadina también actúa sobre los receptores del
glutamato y es un antagonista de la N­metil­D­aspartato, por lo
que tiene propiedades neuroprotectoras y antioxidativas [12,25].
La biodisponibilidad oral de la amantadina es del 100% y
alcanza el nivel plasmático máximo a las 2 horas. Se elimina
prácticamente de forma exclusiva por la orina, sin ningún tipo de
metabolismo, y su vida media de eliminación es de 11 horas. Los
efectos de la amantadina se presentan de forma relativamente
rápida tras su administración, normalmente a los pocos días o
semanas de iniciar el tratamiento, y las dosis habitualmente uti­
lizadas varían entre los 50 y 400 mg cada 24 horas, que deben
aumentarse de forma progresiva según la tolerancia o efecto so­
bre el paciente [2­4,11,13,26]. Su administración está contraindi­
cada en pacientes con rubéola, epilepsia o úlcera péptica.
Los efectos secundarios que puede presentar incluyen insom­
nio, exantema, edemas, insuficiencia cardíaca, náuseas y vómitos,
ataxia, livedo reticular, hipotensión ortostática y somnolencia.
También se han descrito irritabilidad, confusión, alucinaciones,
delirio, trastornos del ritmo sueño­vigilia, nerviosismo, hiperacti­
vidad, depresión y efectos anticolinérgicos, aunque suelen ser poco
habituales y, por norma general, estos efectos son dependientes de
las dosis [4,17]. La presencia del síndrome neuroléptico maligno es
un efecto secundario descrito en los tratamientos con amantadina,
aunque es excepcional en dosis bajas del fármaco [17,27].
La indicación primaria de este fármaco –además de la preven­
ción y tratamiento de infecciones por el virus de la gripe de tipo
A– es el tratamiento de síntomas extrapiramidales, aunque tam­
bién se ha mostrado eficaz en el tratamiento de la fatiga asociada
a esclerosis múltiple y como antidepresivo. Se ha utilizado en
pacientes con demencia, en los que se ha observado que disminu­
ye la perseverancia y aumenta el nivel de conciencia y la función
cognitiva [6,12]. En pacientes con daño cerebral de origen trau­
mático, diversos estudios han demostrado su utilidad con el fin de
mejorar la respuesta cognitiva (aumento de la atención visual,
velocidad de procesamiento de la información, atención, segui­
miento y capacidad de alerta), el nivel de conciencia, la orienta­
ción y la concentración, así como para el control de la agitación,
fatiga, rigidez y bradicinesia [2,10,26,27].
Schneider et al, en un estudio doblemente ciego comparativo
con placebo en un grupo de 10 pacientes, no encontraron diferen­
cias significativas en el grado de mejoría cognitiva en pacientes
tratados con amantadina respecto a los que recibieron tratamiento
con placebo; pero el pequeño tamaño de la muestra, el limitado
tiempo de seguimiento unido al elevado número de variables
dependientes relacionadas en el estudio limitan el poder o validez
de los resultados [28].
OTROS FÁRMACOS DOPAMINÉRGICOS
Ropinirol y pramipexol
Son fármacos agonistas dopaminérgicos no ergolínicos, altamen­
te selectivos para los receptores de la dopamina, que actúan cuan­
do estimulan los receptores dopaminérgicos del cuerpo estriado.
Asimismo, actúan en el hipotálamo y la hipófisis, al inhibir la
secreción de prolactina. El ropinirol tiene una alta afinidad por la
familia de receptores D2 de la dopamina y el pramipexol por los
receptores D3 y, en menor medida, por los D2, y ambos carecen
prácticamente de efectos sobre los receptores D1.
El efecto principal de estos fármacos se basa en su actividad
dopaminérgica postsinápticamente [29]. Las dosis habitualmen­
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te utilizadas fluctúan entre los 0,5 y 5 mg al día para el ropinirol
y los 0,125 y 1,5 mg al día para el pramipexol [30­32].
Sus efectos sobre los pacientes con TCE todavía no ha sido
bien establecido. En el tratamiento de la EP estos fármacos po­
drían resultar útiles para mejorar los trastornos motores en pa­
cientes con TCE, así como por su efecto neuroprotector y su
potencial efecto antidepresivo [31,33]. Su especificidad sobre los
receptores de la dopamina D2 y D3 también nos indica su posible
utilidad sobre los trastornos conductuales y de atención, secunda­
rios a las lesiones de predominio frontal.
Selegilina
La selegilina es un fármaco inhibidor selectivo irreversible de la
monoaminoxidasa B (IMAO-B), que cataliza la transformación
de dopamina, lo que se traduce en un incremento de la cantidad
de este neurotransmisor; con ello mejora la neurotransmisión
dopaminérgica deficitaria en los pacientes con EP, donde se uti­
liza habitualmente asociado a la levodopa/carbidopa. También
presenta un leve efecto antidepresivo, derivado del mismo meca­
nismo de acción.
Se absorbe más del 90% de la dosis administrada por vía oral
y se metaboliza aproximadamente en un 95% a través del hígado;
forma derivados anfetamínicos y desmetilselegilina, la cual retie­
ne parte del efecto IMAO­B. Se excreta fundamentalmente como
metabolitos, con la orina (75%) y con las heces (15%). Su vida
media de eliminación es de 39 horas. La dosis máxima recomen­
dada es de 10 mg cada 24 horas y, aunque no es un fármaco
habitualmente utilizado en pacientes con daño cerebral de origen
traumático, sí ha resultado útil en el tratamiento de los trastornos
motores secundarios a la EP [17,34].
Tolcapona y entacapona
Son fármacos de nueva línea utilizados en el tratamiento de la EP.
Parte del metabolismo de la levodopa ocurre a través de la vía de
la catecol­O­metiltransferasa, que produce 3­O­metildopa. Estas
sustancias actúan como inhibidores selectivos y reversibles de la
catecol­O­metiltransferasa, y han empezado a utilizarse como
terapia coadyuvante en pacientes con sintomatología motora fluc­
tuante afectos de EP [35,36].
Como efectos secundarios se han descrito casos de hepatitis
fulminante relacionados con el tratamiento con tolcapona.
No existe evidencia bibliográfica de la utilización de los fár­
macos del tipo inhibidor de la COMT en la rehabilitación de los
pacientes con daño cerebral de origen traumático.
CONCLUSIONES
El uso de fármacos para acelerar o mejorar los déficit neuropsi­
cológicos o cognitivos en pacientes afectos de TCE es muy varia­
do, a la vez que controvertido, y emerge recientemente como un
foco específico de investigación científica y clínica.
A pesar de la complejidad en cuanto a la comprensión de la
estructura y funcionamiento del sistema nervioso central, existen
unos esquemas básicos sobre sus mecanismos neurofisiológicos.
Así, dentro de los agentes dopaminérgicos, la levodopa/carbido­
pa se ha utilizado con éxito aparente en el tratamiento de la bra­
dicinesia, el temblor, los problemas de concentración, depresión,
hiperactividad e impulsividad. La bromocriptina, en cambio, ha
demostrado su utilidad en la mejoría de la sintomatología abúlica
y apática, así como en el mutismo acinético y en la rehabilitación
de los trastornos del lenguaje en pacientes con daño cerebral de
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DOPAMINÉRGICOS EN EL TCE
origen traumático. La amantadina, a su vez, también ha demos­
trado su utilidad a la hora de conseguir una mejoría de la respuesta
cognitiva, así como del nivel de conciencia, orientación y con­
centración, pero también disminuye o controla la agitación, fati­
ga, rigidez y bradicinesia.
Es importante remarcar que estos fármacos dopaminérgicos
actúan por vías diferentes y tienen efectos sobre los receptores
pre y postsinápticos, de modo que la falta de acción de un fárma­
co dopaminérgico no excluye la posibilidad de conseguir un
efecto terapéutico con otro [3,18]. Otra opción es la de asociar
diferentes fármacos de acción dopaminérgica, puesto que, al
actuar por diferentes vías, sus efectos clínicos con relación al
tratamiento de los déficit cognitivos se potencian, sin incremen­
tarse el número de efectos secundarios, que, por otra parte, sue­
len ser dosisdependientes y por tanto habitualmente desaparecen
al ajustar las dosis [11,26].
Este trabajo fundamenta su interés en revisar las indicaciones
y las utilidades que aporta el uso de fármacos dopaminérgicos,
con el fin de intentar acelerar la recuperación de los déficit cog­
nitivos en pacientes con daño cerebral de origen traumático. Sin
embargo, es importante destacar que dada la complejidad de las
funciones cognitivas y de sus mecanismos de recuperación, se
precisaría la realización de estudios prospectivos, aleatorios, do­
blemente ciegos y, a ser posible, con un grupo de referencia, que
pudieran determinar el auténtico papel que desempeñan estos
fármacos en el proceso de recuperación.
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19. O’Dell MW, Riggs RV. Management of the minimally responsive pa-
UTILIDAD DE LOS FÁRMACOS DOPAMINÉRGICOS
EN EL DAÑO CEREBRAL DE ORIGEN TRAUMÁTICO
Resumen. Objetivo. Realizar una revisión bibliográfica de los artícu­
los indexados en MEDLINE, con el fin de valorar y contrastar la uti­
lidad e indicaciones de los fármacos dopaminérgicos en los trastornos,
tanto cognitivos como motores, derivados del traumatismo craneoen­
cefálico (TCE). Desarrollo. Las lesiones producidas por el TCE oca­
REV NEUROL 2002; 35 (4): 362-366
UTILIDADE DOS FÁRMACOS DOPAMINÉRGICOS
NA LESÃO CEREBRAL DE ORIGEM TRAUMÁTICA
Resumo. Objectivo. Realizar uma revisão bibliográfica dos artigos
indexados na MEDLINE, a fim de avaliar e contrastar a utilidade e as
indicações dos fármacos dopaminérgicos, nas perturbações tanto cog­
nitivas, como motoras derivadas de traumatismo crânio-encefálico
(TCE). Desenvolvimento. As lesões produzidas por TCE podem ser
365
F. ORIENT­LÓPEZ, ET AL
sionan daños cerebrales, tanto focales como difusos, que se traducen
principalmente en déficit neuropsicológicos y motores. Es evidente que
las alteraciones motoras provocan importantes discapacidades físi­
cas, pero las alteraciones neuropsicológicas afectan a aspectos cogni­
tivos, conductuales y emocionales, que son altamente discapacitantes
y que tienen un importante impacto, tanto en el mismo afectado como
en su familia, así como en su reinserción sociofamiliar y laboral. Para
el manejo de estos déficit disponemos de un arsenal farmacológico, que
puede contribuir a la mejoría o recuperación del paciente. De este
grupo de neurofármacos cabe destacar los fármacos dopaminérgicos,
con la importante base de la dopamina en el correcto funcionamiento
de las áreas cerebrales frontales. Conclusiones. Este trabajo confirma
las indicaciones que el uso de fármacos dopaminérgicos tiene a la hora
de intentar mejorar o acelerar la recuperación de los déficit cognitivos
en pacientes con daño cerebral de origen traumático. Sin embargo, es
importante destacar que, dada la complejidad de las funciones cogni­
tivas y de sus mecanismos de recuperación, sería preciso la realización
de estudios prospectivos, aleatorios, a doble­ciego y, a ser posible, con
grupo control, para poder determinar el auténtico papel que desempe­
ñan estos fármacos en el proceso de recuperación de los pacientes con
daño cerebral de origen traumático. [REV NEUROL 2002; 35: 362-6]
Palabras clave. Amantadina. Bromocriptina. Déficit neuropsicoló­
gicos. Dopaminérgicos. Rehabilitación. Tratamiento. Traumatismo
craneoencefálico.
366
lesões a nível cerebral, tanto focais como difusas, que se traduzem
principalmente por défices neuropsicológicos e motores. É evidente
que as alterações a nível motor provocam importantes incapacidades
físicas, mas as alterações neuropsicológicas afectam aspectos cogni­
tivos, comportamentais e emocionais que são altamente incapacitantes
e que possuem um importante impacto, tanto no doente, como na sua
família, assim como na sua reinserção sócio-familiar e laboral. Para
a abordagem destes défices dispomos de um arsenal farmacológico
que pode contribuir para a melhoria ou a recuperação do doente. Deste
grupo de neurofármacos destacam-se os fármacos dopaminérgicos,
baseados na importância da dopamina no funcionamento correcto
das áreas cerebrais frontais. Conclusões. Este trabalho confirma as
indicações dos fármacos dopaminérgicos na melhoria ou na acelera­
ção da recuperação dos défices cognitivos em doentes com lesão
cerebral de origem traumática. Contudo, é importante destacar que
dada a complexidade das funções cognitivas e dos seus mecanismos
de recuperação, seria necessária a realização de estudos prospecti­
vos, aleatórios, com dupla ocultação, possível, com grupo de contro­
lo, para poder determinar o autêntico papel que estes psicofármacos
desempenham no processo de recuperação dos doentes com lesão
cerebral de origem traumática. [REV NEUROL 2002; 35: 362-6]
Palavras chave. Amantadina. Bromocriptina. Défice neuropsicoló­
gico. Dopaminérgico. Reabilitação. Tratamento. Traumatismo crâ­
nio-encefálico.
REV NEUROL 2002; 35 (4): 362-366