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La Palabra Israelita
VIERNES 03 DE JUNIO DE 2005
• Desde el sacrificio de Abraham
hasta las extravagancias de Ralph
Lauren (Ralph Lifchitz), esta
historia económica destruye los
mitos sobre el papel de los judíos
en la economía y esboza una idea
polémica: los judíos desarrollaron
la base del capitalismo.
Isaac y Jacob, los Rothschild, los
Guggenheim, Bugsy Siegel, (comerciante
de licores en el mercado negro de Chicago),
Levi-Strauss, los hermanos Warner, (productores de cine), forman parte del mapa
de la historia económica judía que se inicia
con Adán y que culmina con Milton
Friedman, pasando por el economista inglés David Ricardo y Karl Marx. Una trayectoria que está cruzada por la negación y
la sangre. No por nada la palabra hebrea
dam, sangre, sirvió para designar también
al dinero; asimismo, el sacrificio de Isaac
es uno de los actos económicos más simbólicos de la Torá, pues se trata del intercambio entre lo más valioso: el hijo, por lo
más apetecido: la confianza de D's.
Contra la imagen negativa que la humanidad propagó del judío como usurero, en
"Los judíos, el mundo y el dinero, Historia
económica del pueblo judío", el autor judío francés Jacques Attali (Fondo de Cultura Económica, 2005) parte de la premisa
que dicha labor fue imprescindible para el
progreso humano. La marginalidad y precariedad dada por la imposibilidad de arraigarse de los judíos les permitió "enmendar
el mundo", pues ninguna de las sociedades
sedentarias habría podido sobrevivir sin
nómadas que asumieran los riesgos y transportaran mercancías, ideas y capitales.
Sin embargo, si los judíos hicieron el
trabajo "sucio" no fue porque lo eligieron
sino porque les fue impuesto. UNO: de
acuerdo a la Torá, no es deseable ser asalariado, "mejor es hacer el shabat un día laborable que depender de los otros". DOS:
la mayoría de los oficios, así como la adquisición de tierras, les estaba prohibida en
los lugares donde residían. TRES: mientras
los griegos, romanos y cristianos no podían
prestar a interés, la Torá lo permite, aunque no a judíos. CUATRO: una de las
premisas de la Torá es que los judíos nunca están mejor que cuando los demás prosperan, y el préstamo a interés es una labor
sumamente requerida por quienes, aunque
mal, los acogen. Los judíos fueron tolerados mientras eran necesarios, lo cual sucedía más de lo que querían; tras expulsarlos
se veían obligados a volverlos a llamar. Los
nazis, previendo la indisoluble función que
cumplían, se negaron a expulsarlos y optaron por la solución final.
Según la Torá, la riqueza es en gran
medida deseable para servir mejor a D's. Y
mientras es afortunado quien tiene dinero,
la pobreza es percibida como un mal que
Los judíos y el dinero
POR
se atribuye a alguna trasgresión de la ley.
El desprecio judío al dinero y al capitalismo es por lo tanto producto de las miserias
que debieron pasar a causa de las imputaciones (falsas por lo genéricas) de acumulación de capital. Tras las
persecuciones y matanzas
que culminaron en el Holocausto, los judíos desarrollaron un odio a su papel en la economía, y fueron absorbiendo las concepciones griegas, cristianas, marxistas, y hasta del
psicoanálisis, en contra
del dinero; Freud recomendaba el pago al psicoanalista como un modo
de deshacerse del execrable excedente.
Pero la historia de la
humanidad ha ido dando
la razón a la Torá. Primero, con la aceptación del
cristianismo de la actividad bancaria como necesaria; luego, al permitir el protestantismo el préstamo a interés a los propios pastores; y, en la última
década del siglo XX, al demostrarse que el
capitalismo con énfasis en lo social
(tzedaká) es el sistema que mejor ha prosperado.
Salvo algunas excepciones, como la crítica a la globalización, los judíos han dejado de ser blanco del ataque económico.
Además, con la tendencia mundial de las
multinacionales, donde no hay concentración de la propiedad, ninguna empresa de
carácter mundial puede ser considerada plenamente judía. Walt Disney Company, por
ejemplo, pese a que sus principales dirigentes son judíos, no es una sociedad judía; lo
mismo ocurre con Time Warner, Warner
Music, ABC, CBS, Microsoft. En
Hollywood, Goldwyn Pictures sigue siendo, con la NBC (dirigida por el hijo de
David Sarnoff), pero es la única empresa
de origen judío todavía dirigida por un descendiente del fundador (el hijo de Samuel
Goldwyn).
En la prensa escrita, el grupo Newhouse
(fundado por Samuel Newhouse, nacido en
Rusia en 1895, y dirigido por sus hijos
Samuel y Donald) controla veintiséis periódicos, casas de edición y revistas (Vogue,
Vanity Fair, New Yorker), sin que sea
específicamente judío, al igual que el New
York Times, que todavía pertenece a la familia Ochs y sigue siendo dirigido por el
bisnieto del primer propietario. El Washington Post sigue perteneciendo a la hija de
Eugene Mayer, llamada Kathy Graham,
JOYCE VENTURA NUDMAN
cuyo hijo dirige actualmente el grupo, propietario también de Newsweek.
En Londres, la agencia Reuters, pese a
su origen, jamás tuvo características de una
agencia específicamente judía. Asimismo,
muchos bancos creados
por judíos europeos que
desaparecieron con el
nazismo, no resurgieron
de los escombros. El
banco Philippson de
Bruselas no recuperó su
nombre, hoy es el banco
Degroof; el Deutsche
Bank -que no menciona
en su biografía oficial el
judaísmo de su fundador,
Ludwig Bamberger- y el
Dresdner Bank -que, por
su parte, no lo oculta- ya
nada tienen de judíos.
Pese a cantidad de información contenida en
el libro y al aporte que
significa para la historia
judía la salida a la luz de tantos agravios y
falsedades (como por ejemplo el antisemitismo de Max Weber y su falsa idea de que
los protestantes crearon el capitalismo), el
ensayo de Attali tiene deficiencias importantes. Por ejemplo, la ausencia inexplicable de pensadores judíos relevantes como
Karl Popper o economistas como Milton
Friedman, Paul Samuelson, Franco
Modigliani, Robert Solow, Harry
Markowitz, Merton Miller, Gary Becker,
Robert Merton, Joseph Stiglitz, y otros Premios Nobel en economía, (el 38 por ciento
de dichos premios ha sido de autores judíos).
Por otro lado, la usura no fue la única
actividad prohibida que los judíos absorbieron. En Polonia, por ejemplo, desarrollaron una importante industria criminal que
no está consignada en el libro.
Attali pasa por alto la tendencia de los
historiadores de dar espacios cada vez más
amplios a lo popular y, como los clásicos
más estructurados, se centra en los poderosos para no salir de ellos; aunque se preocupa de aclarar varias veces que la mayoría de los judíos europeos eran artesanos,
campesinos, o se dedicaban a servicios pequeños, no habla, por ejemplo, de los métodos de sobrevivencia de los ropavejeros
o los buhoneros. En las quinientas páginas
que comprende el texto no hay una sola línea para la economía autárquica de los
shtetls, y muy poco para los movimientos
revolucionarios o progresistas en los que
participaron destacados intelectuales y artistas judíos.
No obstante, donde el autor se destaca
es en las conclusiones. En su desplazamiento, los judíos aprendieron a valorizar el
tiempo, de eso se trata la usura, y a prever
las crisis, que es donde radica su genio económico. Paradójicamente esta característica de forzada movilidad ha sido fundamental para explicar su sobrevivencia. De ahí
que si bien la riqueza es beneficiosa (permite la innovación y el desplazamiento mismo), según el autor lo peor que les ha sucedido a los judíos es sentirse seguros (tal
como ocurre hoy día en la diáspora donde
pasaron a ocupar el rol de sedentarios). Por
eso, para efectos de la continuación judía,
amenazada por la asimilación (las cifras del
texto son desalentadoras), lo deseable no
es la búsqueda de lo definitivo sino la apertura al cambio. En este sentido, el dinero
debe ser visto nada más que como un medio para generar bienestar y sobre todo creación.
Lecciones básicas
de economía judía
UNO: Adán fue el receptor de la
primera lección de economía: el
conocimiento genera deseos.
DOS: Nadie desea otra cosa que no
sea deseada por el otro. En Caín y Abel un
hermano niega a otro el derecho de paso.
La Torá otorga el buen papel a la víctima
nómada (Abel, el pastor) y, al mismo
tiempo, deja vivir al sedentario pero lo
convierte en nómada.
TRES: Por la tumba de Sara, Abraham
debe pagar un alquiler de 400 shekels; se
establece que toda propiedad, hasta la
más duradera (la tumba), sólo puede ser
un préstamo de D's.
CUATRO: Isaac y Jacob confirman la
necesidad de enriquecerse para
complacer a D's. A diferencia del
cristianismo, que considera la riqueza
banal cuando no pasa por la Iglesia, para
el judaísmo lo deseable es ser rico, pues
es un medio que mejora la capacidad de
servir a D's.
CINCO: José se convierte en consejero
del faraón por haber sabido prever una
crisis económica y suministrar al príncipe
la manera de arreglarla por medio del
acopio de reservas, la forma primitiva del
ahorro. La metáfora de las siete vacas
flacas y de las siete vacas gordas, nuevo
recurso de la economía política,
revoluciona el orden social, pues apunta a
no consumir toda la cosecha y a prever
amenazas del porvenir; dándole al tiempo
un rol en el dominio de la naturaleza.
SEIS: "Quien ama el dinero jamás
estará satisfecho del dinero". (Isaías). Del
deseo sólo puede venir más deseo. En
hebreo, dinero se dice kesef, que en su
vocalización kosef designa nostalgia,
envidia. Lo que no se tiene (el sacrificio de
Isaac), y lo que no se va a tener nunca,
aunque se adquiera. En hebreo no existe
el verbo tener, yesh significa hay o existe,
y yesh li, existe para mí. Es decir, el dinero
es visto como un medio y no como un fin.
Un medio para que el hombre se acerque a
D's, para crear, para ser útil (tzedaká).
Obstinarse en guardarlo es un
despropósito homicida; dar es un acto
ético, una manera de enriquecerse.
SIETE: El universo es duro para quien
espera su alimento de otro. De ahí que
pagar el salario con retraso puede ser un
pecado tan grave como el homicidio: "El
mismo día entregarás su salario, antes
que se ponga el sol, porque es pobre y
espera su salario con ansiedad".
OCHO: Según el Talmud, cuyos
escritores parecen verdaderos
economistas, no hay salario justo sin
precio justo. Es decir, se protege más a
los consumidores que a los trabajadores;
el salario se desprende del precio justo.
NUEVE: La economía no consiste en
tomar riquezas de los vecinos, o del país
donde el judío se instala, sino en crear
riquezas nuevas, para no privar a nadie de
su haber. De ahí la importancia de los
bienes fértiles que crean riqueza: tierra,
dinero, inteligencia. Los judíos nunca
están mejor que cuando los otros lo están.