Download La liga antiimperialista de San Salvador frente a la

Document related concepts

Juan Bautista Sacasa wikipedia , lookup

Emiliano Chamorro wikipedia , lookup

Revolución Sandinista wikipedia , lookup

Caso Nicaragua contra Estados Unidos wikipedia , lookup

Contras wikipedia , lookup

Transcript
UNIVERSIDAD CENTROAMERICANA
“JOSÉ SIMEÓN CAÑAS”
LA LIGA ANTIIMPERIALISTA DE SAN SALVADOR FRENTE A LA
INTERVENCIÓN NORTEAMERICANA EN NICARAGUA (1926-1927)
TESIS PREPARADA PARA LA
FACULTAD DE POSTGRADOS
PARA OPTAR AL GRADO DE
MAESTRO EN FILOSOFÍA IBEROAMERICANA
POR
ROBERTO CARLOS DERAS MELGAR
MAYO DE 2013
ANTIGUO CUSCATLÁN, EL SALVADOR, C.A.
R e c to r
A n d re u O li v a d e l a E s p e ra n z a , S . J .
S e c r e ta r i a Ge n e r a l
C e li n a P é re z R i v e ra
D e c a n a d e l a F a c u l ta d d e P o s t gr a d o s
N e l ly A r e l y Ch é v e z R e y n o s a
D i r e c to r d e M a e st r í a e n F i l o s o f í a Ib e r o a me r i c a n a
L u i s A lv a re n g a
D i r e c to r d e T e s i s
R o b e rt o V a ld é s V a ll e
A Gabriela M. y Alejandro
INDICE
Introducción:
.
.
.
.
.
1. Aproximación inicial al tema de investigación .
2. Estructura y metodología del trabajo .
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
1
1
4
Capítulo I
Lectura de la prensa salvadoreña sobre la intervención militar norteamericana en
Nicaragua (1926 – 1927): .
.
.
.
.
.
.
.
.
8
1. Intervenciones militares norteamericanas en Nicaragua durante las primeras décadas del
siglo XX: 1912 y 1926
.
.
.
.
.
.
.
.
.
11
2. Seguimiento y análisis periodístico sobre la intervención militar norteamericana y la
resistencia liberal en Nicaragua (1926-1927)
.
.
.
.
.
.
18
2.1 Primeras reacciones
.
.
.
.
.
.
.
.
19
2.2 Radicalización del discurso en la prensa liberal salvadoreña y giro hacia el
antiimperialismo
.
.
.
.
.
.
.
.
.
31
3. Estados Unidos, México y Nicaragua: alianza y confrontación diplomática .
.
36
4. “Patria y libertad”: Lectura periodística salvadoreña sobre el alzamiento y resistencia
armada del General Augusto C. Sandino .
.
.
.
.
.
.
49
4.1 Itinerario y formación del patriota
.
.
.
.
.
.
49
4.2 Del ejército liberal a la resistencia antiimperialista. Lectura de la prensa salvadoreña
del alzamiento de Augusto C. Sandino
.
.
.
.
.
.
53
Conclusiones .
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
59
Capítulo II
Fundación y caracterización de la Liga Antiimperialista de San Salvador (1926-1927):
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
62
1. Corrientes y debate sobre el antiimperialismo yanqui en América Latina entre 1920 a 1930
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
64
1.1 José E. Rodó y el arielismo: reacción al modelo cultural norteamericano y
búsqueda de identidad en lo latinoamericano
.
.
.
.
.
65
1.2 Propuestas de corte marxista: el cominternismo soviético (el V Congreso del
Comintern) y el socialismo de José Carlos Mariátegui .
.
.
.
67
1.3 Nacionalismo revolucionario: el caso de la Revolución mexicana y el aprismo de
Víctor Raúl Haya de la Torre
.
.
.
.
.
.
.
73
1.4 Unionsimo: corriente antiimperialista en Centroamérica
.
.
.
79
2. Movimiento antiimperialista en América Latina: Liga Antiimperialista de las Américas
(LADLA) y la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA)
.
.
.
84
3. Congreso de Bruselas: punto clave para la ruptura antiimperialista .
.
.
88
4. Caracterización de la Liga Antiimperialista de San Salvador: ideario y actividades políticas
en el periodo fundacional .
.
.
.
.
.
.
.
.
96
4.1 Fundación de la Liga Antiimperialista de San Salvador
.
.
.
97
4.2 Caracterización de la LADLA en El Salvador .
.
.
.
.
102
4.3 Expansión y actividades de la Liga liberal de San Salvador .
.
.
107
Conclusiones .
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
115
Apéndice I
Breve descripción de los impresos vinculados a la Liga Antiimperialista de
Salvador: Diario Latino, Revista Ateneo de El Salvador, La Prensa y El Día:
1. Diario Latino
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
2. Revista Ateneo de El Salvador .
.
.
.
.
.
.
.
3. La Prensa .
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
4. El Día
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
San
118
118
122
127
130
Apéndice II
Breves datos biográficos sobre algunos miembros fundadores de la Liga
Antiimperialista de San Salvador:
.
.
.
.
.
.
.
131
1. Salvador Ricardo Merlos .
.
.
.
.
.
.
.
.
131
2. Miguel Pinto
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
134
3. José Dutriz .
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
136
4. Juan Felipe Toruño
.
.
.
.
.
.
.
.
.
138
Conclusiones finales
.
.
.
.
.
.
.
.
145
Índice de siglas y acrónimos
.
.
.
.
.
.
.
.
148
Bibliografía .
.
.
.
.
.
.
.
.
149
.
.
.
Introducción
1. Aproximación inicial al tema de investigación
El presente trabajo tiene por objeto realizar un estudio detallado acerca de la
fundación e ideario de la Liga Antiimperialista de San Salvador entre los años 1926 y
1927. En otras palabras, la pretensión de este escrito es entender y explicar el derrotero
del movimiento antimperialista salvadoreño en su periodo fundacional. Se estudiará esa
etapa pues analizar toda su existencia requiere un trabajo de mayor magnitud, a mi
juicio, propio de una tesis doctoral. Ciertamente, la Liga fue fundada en noviembre de
1926; sin embargo, para tener mayor comprensión del marco político y social que
influyó a la fundación de la misma, y, a la vez, del ambiente en el que se desenvolvió; se
trabajará con fuentes que van desde enero de 1926 hasta diciembre de 1927.
En otros términos, la presente investigación se interesa por reconstruir el debate
periodístico e ideológico que provocó la actuación norteamericana durante esos dos
años en América Latina. Para esa reconstrucción histórica de la Liga de San Salvador se
ha hecho un uso extenso de algunos medios impresos de la época (periódicos y
revistas), en los que desde sus respectivas posturas −unos más antimperialistas que
otros− reportan, comentan y cuestionan las acciones que Estados Unidos emprendió,
como parte de su política expansionista, en México y Nicaragua.
Si bien es cierto, la segunda ocupación norteamericana en Nicaragua durante el
siglo XX sirvió como detonante del antiimperialismo salvadoreño, tal como se
demostrará a lo largo del documento, se debe tener en cuenta que previo al hecho
político en mención ya existía un fuerte descontento en las naciones latinoamericanas.
En tal sentido, es de suma importancia conocer el papel que jugó la concepción
panamericanista tanto para la nación estadounidense como para los países del sur.
Efectivamente, el Panamericanismo inició con el Congreso de Panamá,
inspirado por Bolívar, celebrado en 1826, cuyo principal logro fue la protección mutua
de los Estados participantes frente a la agresión externa por parte de Europa. Ahora
1
bien, esa preocupación coincidió con el periodo de engrandecimiento económico y
político de los Estados Unidos, cuya ascensión fue a finales del siglo XIX y principios
del XX. Justamente en esos años se celebraron las primeras Conferencias
Panamericanas, tal como se muestra a continuación en el cuadro número 1.
Cuadro Nº 1
Conferencias Panamericanas
Año
1889
1901
1906
1910
1923
1928
Número de conferencia y ciudad
Primera Conferencia Panamericana (Washington, Estados Unidos)
Segunda Conferencia Panamericana (Ciudad de México, México)
Tercera Conferencia Panamericana (Río de Janeiro, Brasil)
Cuarta Conferencia Panamericana (Buenos Aires, Argentina)
Quinta Conferencia Panamericana (Santiago de Chile, Chile)
Sexta Conferencia Panamericana (La Habana, Cuba)
Fuente: Elaboración propia con base base en: Federico G. Gil, Latinoamérica y Estados Unidos:
dominio, cooperación y conflicto, Tecnos, Madrid, 1975.
Vale selañar que desde la primera conferencia (1889), Estados Unidos orientó la
discusión hacia temas comerciales frente a la actitud latinoamericana que abogaba por
discutir temas eminentemente políticos, tales como: la intervención, la igualdad en el
respeto de la soberanía de todas las naciones y el arbitraje internacional, entre otros. En
definitiva, el intento por elevar una organización continental que velara por la defensa
de las naciones frente a las agresiones foráneas, se convirtió en una herramienta
estadounidense para persuadir diplomáticamente a la región con el fin de legitimar los
elementos que constituían su policía exterior. Así, durante el período 1889-1928 el
Panamericanismo sólo encontró varios obstáculos. A partir de ese fracaso geopolítico,
el descontento y el sentimiento antiestadounidense fue en aumento alimentado por esas
frustraciones panamericanistas. En tal sentido, dicha hostilidad se constituyó en un
preámbulo de lo que se vendría a partir de 1925: la creación de beligerantes
organizaciones antiimperialistas.
Ahora bien, después de esta necesaria digresión conviene dejar claro que esta
investigación parte de algunos supuestos. El primero de ellos es que las publicaciones
periódicas salvadoreñas consultadas no sólo elaboraron la imagen de la patria o nación
2
soberana, sino que participaron en la ardua labor de edificar una nueva identidad
salvadoreña1. Es decir, las fuentes consultadas le apostaron, desde una concepción
nacionalista y liberal, a la construcción de una sociedad ilustrada y capaz de sostenerse
autónomamente en términos económicos y políticos. Ahora bien, se debe aclarar que se
trabajó sólo con fuentes de naturaleza liberal porque no se tuvo acceso a fuentes de
organizaciones con tendencia cominternista o comunista2.
No obstante, mi itinerario inició con el descubrimiento de organizaciones
latinoamericanas cuyo objetivo era enfrentar la hegemonía estadounidense. Para tal fin,
la principal tarea de estas agrupaciones consistió en la creación de frentes únicos
capaces de aglutinar a todos los sectores revolucionarios y progresistas que veían con
preocupación el expansionismo económico y político de Estados Unidos. En ese
sentido, el primer contacto se realizó con la historia de la Liga Antiimperialista de Costa
Rica. Al estudiar y comprender su vínculo con la Liga Antiimperialista de las Américas
(LADLA), de clara filiación comunista, me propuse investigar la existencia de alguna
organización similar en El Salvador. Efectivamente, algunos estudiosos de la época
arrojaron datos sobre una probable agrupación con similares características; sin
embargo, fue hasta que se tuvo contacto con las fuentes primarias que se descubrió la
presencia de varias organizaciones de este tipo. De igual manera, fue a partir de ese
hallazgo que se orientó el desarrollo del presente trabajo. En síntesis, me propuse
identificar qué ideología primaba en el antiimperialismo desarrollado en El Salvador y
cómo dialogaba con las demás.
Autores como Carlos Gregorio López Bernal sostienen que “en la década 1920 algunos periódicos
apoyaron los esfuerzos por fortalecer la identidad nacional. Algunos medios, haciendo eco de la postura
de los intelectuales, optaron por darle mayor importancia a la cuestión cultural; otros se adhirieron a
líneas más bien xenofóbicas”. Véase: Carlos Gregorio López Bernal, Tradiciones inventadas y discursos
nacionalistas: El imaginario nacional de la época liberal en El Salvador, 1876-1932, Editorial Universitaria, San
Salvador, 2007, p.170.
1
Las fuentes primarias consultadas a lo largo de la investigación se encuentran disponibles en los
siguientes archivos: Hemeroteca de la Biblioteca Nacional “Francisco Gaviria”; Biblioteca del Museo
Nacional de Antropología “David J. Guzmán” MUNA; Archivo histórico de la Prensa Gráfica;
Colecciones Especiales de la Biblioteca “Florentino Idoate, SJ.”, de la Universidad Centroamericana
“José Simeón Cañas”; Archivo Histórico del Arzobispado de San Salvador, entre otros.
2
3
Con base a estos supuestos y frente a la necesidad de aclarar algunos tramos de
la vida política, social y cultural de El Salvador, puede afirmarse que el contenido y el
periodo que cubre esta investigación son muy relevantes para la historiografía nacional
por distintas razones, entre las que podemos señalar: 1) existe una notable ausencia del
tema en las discusiones académicas salvadoreñas. En la actualidad no se conocen
trabajos que aborden propiamente los asuntos que trata esta investigación.
Efectivamente, algunos estudiosos y especialistas en el periodo mencionan en sus
producciones a la Liga Antiimperialista de San Salvador, pero lo hacen desde estudios
dedicados sobre todo a la insurrección de 19323.
2) Intentar reconstruir la historia de esta entidad implica necesariamente
establecer un vínculo con la izquierda salvadoreña. Supone revisar la historia nacional
del obrerismo y del comunismo. Así, mi trabajo ofrece luces para estudiar desde otros
fundamentos la historiografía de la izquierda, al menos en sus primeros años, previo a la
fundación del Partido Comunista Salvadoreño (PCS), en 1930. Con el aporte que hace
el presente documento pueden plantearse nuevas inquietudes académicas, por ejemplo
la relación entre las zonas geográficas del país en las que existieron ligas
antiimperialistas y las regiones en las que estalló, mayoritariamente, la insurrección de
1932. Vale señalar que en el occidente del país cada Departamento llegó a tener su
propia estructura antiestadounidense.
3) Otro aspecto importante que ofrece la presente tesis a la historia salvadoreña
es que se demuestra la complejidad del pensamiento antiimperialista de la época. A mi
parecer, para aprehender dicho pensamiento nos encontramos con un eclecticismo
ideológico en el sentido que fueron diversas corrientes las que nutrieron la reflexión
antiimperialista en El Salvador. Sin embargo, pese a todos esos matices −los cuales se
demostrarán a lo largo del trabajo, fundamentalmente en el capítulo dos− es interesante
Ejemplos sobre ese abordaje lo constituyen los siguientes trabajos: Rafael Lara-Martínez, Política de la
cultura del Martinato, Editorial Universidad Don Bosco, San Salvador, 2011; Jeffrey L. Gould y Aldo
Lauria-Santiago, 1932, Rebelión en la oscuridad: Revolución, represión y memoria en El Salvador, Ediciones
Museo de la Palabra y la Imagen, San Salvador, sin fecha de publicación. El primero relacionado más
con el Martinato y el segundo con los sucesos de 1932.
3
4
constatar como la política exterior de Estados Unidos causó tanto repudio en la
población salvadoreña. Asimismo, se demuestra que no todas las corrientes
antiimperialistas en El Salvador y en Centroamérica pueden verse como una expresión
ideológica fija y/o comunista. Sostener una actitud antinorteamericana no exigía tener
vínculo con el comunismo internacional.
Sin duda, al estudiar la Liga Antiimperialista nos encontramos con un complejo
mundo de ideas, por ello es interesante señalar que en ese entramado ideológico se
encuentra la afinidad que existió entre el pensamiento antimperialista y otras tradiciones
que estuvieron en boga durante la segunda y tercera década del siglo XX, por ejemplo
el espiritismo, la teosofía e incluso la masonería −que desde el siglo XIX era núcleo y
punto de encuentro de intelectuales y pensadores−, entre otros. Es bueno recordar que
íconos como Sandino estuvieron influenciados por todas esas corrientes.
4) Finalmente, considero que es de enorme trascendencia conocer los detalles de
la relación entre Estados Unidos y los países de la región. Importa analizar cómo desde
principios del siglo XX esa relación marcó el devenir de los países del subcontinente
latinoamericano; a la vez, importa conocer y discutir las reacciones que engendró dicha
relación a nivel teórico-reflexivo y práctico. En ese sentido, el presente trabajo indica lo
visionario que fue el sector intelectual salvadoreño que fundó la Liga Antiimperialista
de San Salvador, pues su apuesta no era otra cosa que alcanzar un país ilustrado e
independiente en aspectos económicos, políticos y culturales.
2. Estructura y metodología del trabajo
Para hacer este primer estudio sobre la Liga Antiimperialista de San Salvador, el
presente trabajo se ha estructurado en dos capítulos. El primero de ellos responderá a
las siguientes preguntas: ¿Cuál fue el desempeño y la posición política de la prensa
salvadoreña frente al conflicto constitucionalista nicaragüense y la posterior invasión
estadounidense, ocurrida entre los años 1926 y 1927? ¿Qué significó para periodistas e
intelectuales salvadoreños la actitud mexicana frente a la política expansionista de Estados
Unidos? La respuesta para ambas interrogantes se encuentra a lo largo del capítulo organizado
5
en cuatro apartados. El primero de ellos muestra, de manera sucinta, una reseña de las dos
primeras intervenciones estadounidenses en Nicaragua ocurridas durante el siglo XX; en la
segunda parte, se expone el seguimiento periodístico y la lectura política que realizó la prensa
salvadoreña acerca del conflicto constitucionalista nicaragüense −iniciado en enero de 1926 y
finalizado en mayo de 1927, con el armisticio de Tipitapa−. La tercera parte recoge el conflicto
diplomático entre México y Estados Unidos, ocurrido simultáneamente respecto a la situación
nicaragüense. Este apartado inicia destacando los principales impactos de la Revolución
Mexicana, así como los efectos de la Constitución de Queretaro, para concluir con un recuento
de las relaciones intelectuales entre aquel país y El Salvador. Finalmente, el capítulo concluye
con una muestra de la interpretación que realizaron los periodistas, escritores e intelectuales
salvadoreños sobre el alzamiento de Augusto C. Sandino. Se debe aclarar que en la
investigación sólo se tratan los primeros meses del alzamiento del caudillo antiimperialista
nicaragüense.
En el capítulo segundo nos encontramos con una nueva interrogante: ¿Por qué
surgieron ligas antiimperialistas en San Salvador y en otras ciudades importantes del país, y,
cuáles fueron las orientaciones filosóficas e ideológicas que permitieron construir el tejido
intelectual y político en, al menos, sus dos primeros años de fundación? Efectivamente, en El
Salvador se organizaron diversas agrupaciones antiimperialistas entre las que se
sobresalían dos ligas: la primera se constituyó como sector de la sección
centroamericana de la LADLA, es decir, de raíz cominternista. La segunda, con una
clara filiación liberal, se organizó en la ciudad de San Salvador y se constituyó como una
entidad en pro de la autonomía económica y política de los pueblos hispanoamericanos.
Ésta última es la que estudia y caracteriza en el presente documento.
Ahora bien, las interrogantes que plantea este segundo capítulo se abordan, al
igual que el anterior, en cuatro partes. En la primera se presenta un marco teórico sobre
las principales tendencias o corrientes antiimperialistas en América Latina: arielista,
cominternista, nacionalista revolucionaria y unionista. En tal sentido, se indicará cuáles
fueron más influyentes en el istmo centroamericano. Un segundo apartado expone las
dos organizaciones antiimperialistas más importantes del continente en la época: la
6
LADLA y la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA). El tercer numeral
muestra una breve reseña sobre el Congreso de Bruselas y su importancia en la ruptura
definitiva del movimiento antiestadounidense latinoamericano. Se concluye con el
apartado dedicado propiamente a la fundación y caracterización de la Liga
Antiimperialista. En éste, el lector puede encontrar los aspectos esenciales de su
fundación, así como las principales actividades desarrolladas durante su primer año de
existencia.
Ciertamente, esa última parte representa el mayor hallazgo de la tesis, es decir, la
definición liberal a la liga de San Salvador. En ese sentido, y tal como se verá en el
capítulo, son cuatro las corrientes antiimperialistas que se presentan como marco
teórico; sin embargo, no hay ninguna bajo el título liberal. No obstante, el matiz
ilustrado y democrático de sus documentos fundacionales nos da la razón de esa
caracterización. Ahora bien, dicha descripción e interpretación no obstaculiza que la
liga se haya nutrido de las demás corrientes, principalmente la unionista-arielista y la
nacionalista revolucionaria.
Finalmente, conviene dejar claro que la presente investigación se enmarca en la
línea filosófica de historia de las ideas. Método de análisis que permite reconstruir el
contexto en el que surgen las ideas o ideologías y las circunstancias a las que éstas
responden. En definitiva, a partir de esa metodología se rastreará uno de los
pensamientos –en este caso el antimperialista– que marcó la concepción política de
uno de los grupos más influyentes en la sociedad salvadoreña durante las primeras
décadas del siglo XX: el sector intelectual liberal. No cabe duda que dicho grupo buscó
construir un nuevo país y una nueva región. Su propuesta de cimentación iba más allá
de los asuntos de orden público, como la gestión del Estado; sino que consideraba una
proyección sociocultural con el fin de alcanzar una nueva identidad salvadoreña.
Una vez expuestas las anteriores precisiones y aclaraciones, puede pasarse a la
presentación de los resultados obtenidos de la presente investigación.
7
Capítulo I
Lectura de la prensa salvadoreña sobre la intervención militar
norteamericana en Nicaragua (1926 – 1927)
¡Nicaragua! alientos toma,
y, con dolor infinito,
al espacio lanza el grito,
contra la moderna Roma!
I
Vive libre y unida, responde
al agravio, con rostro sereno;
no es en tu árbol simbólico donde
la bandada afligida se esconde
cuando rasga las nubes el trueno!
II
No devora en silencio la afrenta
ningún pueblo que es digno y es bravo;
cuando hierve su sangre y fermenta.
Mejor cae en la lucha sangrienta
que vivir sometido y esclavo!
Calixto Velado1
Introducción
Tal como se estableció, uno de los objetivos de este capítulo es analizar la
postura ideológica que adoptó la prensa e intelectualidad salvadoreña durante la
segunda intervención estadounidense del siglo XX en Nicaragua entre los años 1926 y
1927; es decir, se realizará un análisis de artículos, noticias y editoriales sobre el tema.
Ciertamente, el interés del presente estudio es la fundación y caracterización de la Liga
Antiimperialista de San Salvador, pero para llegar a ello no puede dejarse de lado el
1
Fragmento del poema Nicaragua de Calixto Velado, publicado en: El Día (2180), lunes 29 de
noviembre de 1926, p. 5. Velado nació en Izalco, Sonsonate, en 1855. Fue vice-presidente de la
república durante el gobierno de Pedro José Escalón (1903-1907); integrante de la Academia de
Ciencias y Bellas Letras de San Salvador, redactor de la revista La Quincena (1903-1908), miembro del
Ateneo de El Salvador en 1925. Falleció en San Salvador el 15 de marzo de 1927. Véase: Carlos CañasDinarte, Diccionario de autoras y autores de El Salvador, Dirección de Publicaciones e Impresos, San
Salvador, 2002, pp. 419-420.
8
conflicto que desató simpatía y solidaridad a lo largo del continente e impulsó la
fundación misma de la Liga en cuestión.
Dos notas periodísticas que ilustran la preocupada reacción de los
contemporáneos salvadoreños en noviembre de 1926 ante la injerencia estadounidense
en Nicaragua, son las siguientes: “las agencias de información de Norteamérica
anuncian al mundo que el Departamento de Estado otorgará su inmediato
reconocimiento al Gobierno espúreo de Adolfo Díaz, tal como lo comentamos ayer” 2.
Asimismo, el impreso cuestiona el papel ambiguo que jugó Estados Unidos en el
conflicto: “¿No fueron ellos mismos quienes alentaron a los constitucionalistas y los
lanzaron a la lucha?”3. Por otra parte, el periódico La Prensa publicó una noticia en la
que a través de un lenguaje religioso, manifiesta la preocupación y simpatía por el país
vecino:
¡Nicaragua, santa tierra de soldados y poetas! Si hoy es humillada y uncida al
canibalismo del imperialismo yankee, muy pronto sonará la hora de tu gloria y
redención.
¡Espera y sufre! ¡Lucha e implora! ¡Dios está contigo!...
Francia tuvo un 14 de julio! ¡México un 5 de mayo! Y tú tendrás la fecha inmortal
cuando las campanas de oro repiquen a gloria y tu bandera de azul y blanco ondee
triunfal bajo la sombra infinita de los cielos. ¡Nicaragua salve!4
De ahí entonces que, en las siguientes líneas se presentará una breve reseña de
las dos intervenciones militares estadounidenses en Nicaragua durante el siglo XX, ello
con la finalidad de alcanzar una mejor comprensión de todo el contexto histórico del
país centroamericano. En una segunda parte, se estudiará el seguimiento y la posición
política e ideológica de los periódicos salvadoreños consultados. Evidentemente,
interesa dejar claro la postura de buena parte de los actores políticos y sociales de la
“¿Qué persiguen los Estados Unidos con su política equívoca y fatal?”, Diario Latino, (10714), martes
16 de noviembre de 1926, p.1.
2
3
Ibíd.
“Crónicas de Santa Ana. La oración por Nicaragua”, La Prensa, (4510), Sábado 27 de noviembre de
1926, p. 12.
4
9
época; en esa línea, no puede faltar la opinión de las principales figuras estadounidenses
−entiéndase el Congreso y el Departamento de Estado− respecto a la intervención de
sus marinos en territorio nicaragüense. Vale aclarar que para tal análisis, se hará énfasis
en algunos hechos, a nuestro juicio los más relevantes ocurridos en Nicaragua
comprendidos entre enero de 1926 a noviembre de 1927. Estos son: el desplazamiento
del ejecutivo de Carlos Solórzano por Emiliano Chamorro; la formación del gobierno
liberal en Puerto Cabezas, Nicaragua, presidido por Juan Bautista Sacasa; la ascensión
de Adolfo Díaz a la presidencia de Nicaragua; la llegada de Henry L. Stimson, delegado
personal del Presidente Calvin Coolidge; y la rendición del ejército liberal junto con el
alzamiento de Augusto C. Sandino.
También, en el presente capítulo se analizará el papel que desempeñó México en
el conflicto constitucional nicaragüense5. El interés de estudiar a México radica en la
importancia que tuvo su proceso revolucionario en la región. De alguna manera, ese
proceso sirvió para inspirar ideas y proyectos políticos a los intelectuales de América
Latina. Se hará, pues, un breve examen de las relaciones y el abordaje que hizo la
diplomacia mexicana respecto a su vecino del norte y al conflicto nicaragüense.
Finalmente, en el último apartado, se hará un análisis de la lectura periodística de la
prensa salvadoreña en relación al alzamiento y resistencia armada del general Augusto
C. Sandino.
Como se sabe, en noviembre de 1926 tomó posesión de la Presidencia de
Nicaragua Adolfo Díaz. José María Moncada, luego de ser el adalid del liberalismo
nicaragüense en la guerra constitucionalista, pasó en mayo de 1927 a firmar el cese de la
guerra (hecho conocido como Acuerdo de Tipitapa) con representantes del gobierno
conservador y del gobierno estadounidense. Augusto C. Sandino, el único general
liberal que se opuso al pacto, se alzó contra la ocupación norteamericana en Nicaragua
Guerra o Conflicto Constitucionalista fue el nombre que la prensa nicaragüense y centroamericana
dieron a la pugna política y militar desatada en el país de los lagos tras el golpe de estado conocido
como "El Lomazo" realizado por el conservador Emiliano Chamorro, en enero de 1926, contra el
gobierno de Carlos Solórzano y Juan Bautista Sacasa, elegidos constitucionalmente a través de las
elecciones de 1924. De igual manera, desde la historiografía es el nombre con el que se conoce dicha
disputa.
5
10
para, en los meses siguientes, fundar el Ejército Defensor de la Soberanía Nacional
(EDSN). En una carta de Moncada para Sandino, fechada el 24 de mayo de 1927, pide
al general rebelde –en nombre del liberalismo y del patriotismo nicaragüense– deponer
las armas. Sandino ante esa petición respondió:
Indudablemente conoce mi temperamento y sabe que soy inquebrantable. Ahora
quiero que venga a desarmarme. Estoy en mi puesto y lo espero. De lo contrario no me
harán ceder. Yo no me vendo, ni me rindo: tienen que vencerme. Creo cumplir con mi
deber y deseo que mi protesta quede para el futuro escrita con sangre6.
En síntesis, en esta cuarta parte del capítulo se analizará el surgimiento de la
figura de Sandino, que años más tarde sería conocido por todo el continente y buena
parte del mundo como el héroe antiimperialista.
1. Intervenciones militares norteamericanas en Nicaragua durante las primeras
décadas del siglo XX: 1912 y 1926
Se entenderá por intervención “todo acto de interferencia llevado a cabo por un
Estado en los asuntos internos o externos de otro Estado, y todo intento de coaccionar
a otro Estado en sus actuaciones”7. Ahora bien, bajo la lógica del Derecho
Internacional, dicho acto de intrusión es ilegal; sin embargo, en la historia del
subcontinente, las intromisiones estadounidenses se han aplicado amparadas en la ley
internacional o en el cumplimiento de tratados específicos. En ese sentido, para autores
como Padelford, la referida política expansionista se puede manifestar en distintas
maneras: 1) la demostración de la fuerza, es decir, el estacionamiento de fuerzas
terrestres o navales junto a las áreas que son causa de tensión; 2) el bloqueo de puertos
para obligar a un Estado a llegar a un acuerdo sin declararle la guerra; 3) el bombardeo
de los puertos de otra nación como represalia de agravios; y 4) la ocupación militar de
un territorio con objeto de proteger intereses o de emprender represalias por daños
6
Sergio Ramírez, El Pensamiento vivo de Sandino, EDUCA, Costa Rica, 1979, p. 85.
Federico G. Gil, Latinoamérica y Estados Unidos: dominio, cooperación y conflicto, Tecnos, Madrid, 1975, p.
85.
7
11
recibidos. En otros casos, la intervención ha tomado el aspecto de presiones
económicas y del control de las finanzas de otro Estado8.
En esa misma línea, para otros autores, a partir de los primeros años del siglo
XX la lógica imperial de las potencias occidentales cambió con la participación
estadounidense. En concreto, la política exterior de dichas naciones pasó de ser
colonialista a otros mecanismos de intervención y dominación: “Los europeos utilizan
una intervención directa bajo el mecanismo de convertir a los territorios ocupados al
estatus de colonia; en cambio, los norteamericanos deben utilizar los mecanismos de la
intervención o domino indirecto”9. Sin lugar a duda, el imperialismo norteamericano,
tal como sugiere el historiador francés Jean Baptista Duroselle, se sustenta en bases
estratégicas y económicas10, es decir, en la protección política y económica que conduce
en muchos casos a una presión comercial y financiera que implicaba la transferencia de
propiedades nacionales a banqueros norteamericanos. Se trata, pues, de una inversión
de capital estadounidense en el extranjero y para ello se valen de acuerdos financieros y
comerciales. En definitiva, Centroamérica y el Caribe se vieron arrastrada en esa política
exterior norteamericana. Una muestra de las principales intervenciones imperialista en
la región se presenta a continuación en el cuadro número 1.
Norman J. Padelford, citado por: Federico G. Gil en Latinoamérica y Estados Unidos: dominio, cooperación y
conflicto, p. 85.
8
Xiomara Avendaño Rojas, “Al lado o enfrente del Imperio. La diplomacia de Nicaragua, México y El
Salvador ante el Tratado Bryan-Chamorro”, Revista Estudios Centroamericanos, Vol. 63 (713-714), 2008, p.
154.
9
10
Ibíd.
12
Cuadro N° 1
Intervenciones de Estados Unidos en México, Centroamérica y El Caribe (1898-1934)11
Años
1823
1848
1898
1902
1904
1905
1906-1909
1909
1912-1925
1912
1914
1914
1914-1934
1916-1924
1917
1923
1927-1932
1934
Intervenciones de Estados Unidos en México, Centroamérica y El Caribe
Declaración de la Doctrina Monroe.
Estados Unidos se anexiona más de la mitad de México.
Estados Unidos se apodera de Puerto Rico.
Implementación de la Enmienda Platt: Cuba se convierte en un protectorado.
Corolario Roosevelt a la Doctrina Monroe.
Primera aplicación del Corolario Roosevelt, en la República Dominicana.
Ocupación militar de Cuba.
Intervención en Nicaragua.
Ocupación militar de Nicaragua.
Ley del Canal de Panamá.
Apertura del Canal de Panamá; Tratado Thompson-Urrutia (ratificado por los
Estados Unidos en 1922).
Ocupación militar de Veracruz (México).
Ocupación militar de Haití.
Ocupación militar de la República Dominicana.
Intervención militar en Cuba y en México.
Acuerdo Bucareli: Mejora diplomática entre México y Estados Unidos
Ocupación militar de Nicaragua.
Revocación de la Enmienda Platt
Fuente: Elaboración propia con base en: Federico G. Gil, Latinoamérica y Estados Unidos:
dominio, cooperación y conflicto, Tecnos, Madrid, 1975.
Ahora bien, el caso de Nicaragua constituyó una inquietud especial para Estados
Unidos durante los primeros años del siglo XX. Una de las principales causas es su
ubicación y posibilidades geográficas; por tanto, una preocupación estratégica y
Después del Corolario Roosevelt a la Doctrina Monroe, los Estados Unidos intervinieron repetidas
veces en los asuntos de Centroamérica y del Caribe. Las formas de intervención se desarrollaron a
través de protectorados políticos, presión económica, control financiero y, en algunos casos, ocupación
militar. En tal sentido, cinco repúblicas (Cuba, Panamá, Nicaragua, Haití y República Dominicana)
fueron los principales países que experimentaron y sufrieron la injerencia del gigante del norte.
Vale señalar que el Corolario Roosevelt consistió en una enmienda a la Doctrina Monroe que afirmaba
que si un país latinoamericano o caribeño bajo la esfera de influencia estadounidense sufría una
amenaza o ponía en riesgo los derechos o propiedades norteamericanas, el gobierno de Estados Unidos
estaba obligado a intervenir en dicho país con la finalidad de reordenarlo. En otras palabras, a partir del
Corolario, Estados Unidos asumió el papel de árbitro y policía internacional del hemisferio occidental.
Véase: Federico G. Gil, Latinoamérica y Estados Unidos: dominio, cooperación y conflicto, op. cit., pp. 59-114.
11
13
económica era la construcción de otro canal interoceánico −adicional al panameño− en
el istmo por alguna potencia rival como Japón o Gran Bretaña. Indiscutiblemente, una
posible acción de esa magnitud generaba una verdadera amenaza a los intereses
económicos y políticos norteamericanos. Así, la primera invasión estadounidense en
Nicaragua durante el siglo XX ocurrió en octubre de 1912 y duró hasta agosto de 1925;
sin temor a equivocación, la más larga ocupación en América Latina. En 1909 el
gobierno del liberal José Santos Zelaya, que ostentaba el poder desde 1893,
representaba una amenaza para la paz centroamericana, dadas sus intenciones de
extender sus influencias fuera de su frontera12.
Pero además, se ganó la enemistad de Estados Unidos negándose a conceder
derechos para la construcción de una base naval en el Golfo de Fonseca. Inclusive
muchos historiadores sostienen que “Zelaya concedería derechos a una potencia rival
para construir un canal en Nicaragua”13. Según Knut Walter, cuando Zelaya insistió en
buscar créditos para su gobierno en los mercados europeos, aparentemente ofreció
negociar con los japoneses la construcción de una canal a través de su país 14. Sin duda,
eso influyó en las autoridades estadounidenses para buscar su reemplazo. Sin embargo,
para el historiador Gregorio Selser, la razón por la que Estados Unidos rompió
relaciones con Zelaya se justificó por la detención y ejecución de los norteamericanos
Roy Cannon y Leonard Groce, acusados de colocar minas en el río San Juan para
estallar barcos del gobierno zelayista15.
Por su parte, la oposición a Zelaya, con el apoyo financiero de los Estados
Unidos, se sublevó en octubre de 1909. Pronto fue desplazado por José Madriz,
12
Ibíd., p. 99.
13
Federico G. Gil, op cit., p. 99
Knut Walter, “La banca y el poder en Nicaragua bajo el régimen de Anastasio Somoza García”,
Boletín de ciencias económicas y sociales, año X (3), mayo-junio 1987, p. 211.
14
Según Gregorio Selser, Estados Unidos rompió relaciones diplomáticas con Nicaragua aduciendo que
debían asegurar la protección de los legítimos intereses norteamericanos y los intereses de la mayoría de
repúblicas centroamericanas. Véase: Gregorio Selser, Sandino: general de hombres libres, EDUCA, San José,
1974, pp. 53-56.
15
14
partidario del Zelaya, quien estableció un nuevo gobierno; sin embargo, en agosto de
1910 también fue obligado a renunciar. La sublevación contra Zelaya estaba liderada
por cuatro jefes: Juan J. Estrada, Adolfo Díaz, Luis Mena y Emiliano Chamorro. Para
lograr nuevamente el reconocimiento de Estados Unidos, se firmaron una serie de
convenios estipulados en el Pacto Dawson16. De acuerdo a dicho pacto, Estada y Díaz
serían nombrados presidente y vicepresidente provisionales, respectivamente, por un
periodo de dos años.
Sin embargo, en abril de 1911, la Asamblea Nacional de Nicaragua aprobó una
nueva Constitución que proclamaba la soberanía de Nicaragua y prohibía acordar
préstamos que otorgaran el control financiero del país a manos extranjeras. Estrada
intentó revertir esa disposición, pero el general Luis Mena obligó al primero a dimitir.
Adolfo Díaz, muy cercano a Estados Unidos, fue nombrado entonces presidente. Éste,
en medio de un ir y venir entre el Senado norteamericano, el Departamento de Estado,
los banqueros de Wall Street y el Congreso nicaragüense, negoció un primer préstamo
por $1,500,000.00 que utilizaría para equilibrar las finanzas públicas17. Con ese
empréstito se inició formalmente la intervención fiscal estadounidense en Nicaragua.
En 1912, el descontento respecto a la administración de Díaz llevó a una sublevación;
“la guerra civil estalló el 29 de julio de 1912, cuando Mena se rebeló contra el gobierno
conservador de Adolfo Díaz… Mena forjó una sólida alianza militar y política integrada
por conservadores y liberales”18. Según la mayoría de relatos, la base social de estas
fuerzas estaba conformada por artesanos, pequeños propietarios agrícolas y
estudiantes19.
El nombre del pacto se debe por Thomas C. Dawson, Ministro de los Estados Unidos en Panamá
que actuó como representante de los Estados Unidos. Los Acuerdos Dawson comprometieron a los
futuros gobiernos nicaragüenses a suscribir acuerdos de préstamos con bancos norteamericanos y a
excluir a cualquier “elemento zelayista” de la gestión pública. Véase: Knut Walter, op. cit., p. 211.
16
17
Ibíd., p. 211.
Michel Gobat, Enfrentando el sueño americano. Nicaragua bajo el dominio imperial de Estados Unidos, IHNCAUCA, Managua, 2010, p. 179.
18
19
Ibíd.
15
Ante la sublevación, el presidente Díaz requirió la ayuda de los Estados Unidos
para mantenerse en el poder y solicitó oficialmente el 3 de agosto la intervención del
ejército estadounidense. Sin embargo, en Washington existió una disputa respecto a una
posible intromisión. Los funcionarios del Departamento de Estado asumieron una
posición más beligerante que el mismo Departamento de Guerra. Según Michel Gobat,
“la principal preocupación de los primeros (Departamento de Estado) era que un
probable triunfo de los revolucionarios alentara a otras naciones caribeñas a luchar
contra el empeño de EE.UU. en convertir este espacio en un "lago norteamericano"”20.
Mientras tanto, para el Departamento de Guerra el conflicto en Nicaragua no
representaba una amenaza a la seguridad estadounidense, razón por la cual no era
necesaria una intervención.
Por otro lado, es importante destacar el conflicto interno que suscitó los planes
de la invasión norteamericana en los líderes revolucionarios de Nicaragua: debían
enfrentarse a la nación que idealizaban como modelo político y económico 21. Ante la
invasión, los líderes revolucionarios de la región norte de Nicaragua estaban dispuestos
a entregar sus armas siempre y cuando se les tomara en cuenta en el futuro gobierno;
pero los líderes de la región meridional, Luis Mena y Benjamín Zeledón, se
radicalizaron hasta que Mena decidió entregar sus armas y Zeledón fue ejecutado por
tropas gubernamentales. Según los informes norteamericanos, el cadáver de Zeledón
fue exhibido por los caseríos cercanos en el sur de Masaya; entre los testigos se
encontraba Augusto Sandino, de diecisiete años de edad, quien quince años más tarde
encabezaría la lucha guerrillera contra el ejército estadounidense22.
Después del fracaso de los revolucionarios, Adolfo Díaz fue reelegido por
cuatro años más en el poder (1913-1917), a pesar que la Constitución prohibía la
reelección. La mayor parte de las tropas estadounidenses fueron retiradas y quedó un
20
Ibíd., p. 193.
21
Ibíd., p. 194.
22
Ibíd., p. 204.
16
destacamento de cien elementos de marinos. “Durante los trece años siguientes la
presencia de los infantes de Marina habría de asegurar una sucesión de gobiernos
conservadores favorables a los Estados Unidos”23.
En 1924, se celebraron nuevas elecciones. Carlos Solórzano, conservador, fue
elegido presidente, y el doctor Juan Bautista Sacasa, liberal, vicepresidente. En 1925,
luego de retirarse la guardia de Infantería Marina −en agosto−, Díaz y Chamorro
depusieron a Solórzano y le obligaron, junto a Bautista Sacasa, a abandonar el país.
Luego de apelar al gobierno de los Estados Unidos que se trataba de un Golpe de
Estado, el vicepresidente se fue a México para preparar su retorno y una expedición
contra Chamorro.
No obstante, los Estados Unidos se opusieron a Chamorro y decretaron el
embargo de armas y municiones para Nicaragua. El congreso nicaragüense, pese a todo
el malestar que ocasionaría en el país y en la región, eligió a Díaz como presidente. El
gobierno norteamericano lo reconoció inmediatamente y, a la vez, levantó el embargo
de armas. Adolfo Díaz solicitó apoyo al Presidente Calvin Coolidge (Republicano),
para acabar con la resistencia liberal encabezada por Sacasa y el general Moncada.
Cooligde hizo volver la marina a Nicaragua a principios de 1927. En un mensaje
especial al Congreso, el mandatario norteamericano explicó: “que los Estados Unidos
se habían visto obligados a intervenir de nuevo a causa de los intentos de México de
extender su influencia en Nicaragua ayudando a la facción liberal de Sacasa” 24. En otras
palabras, el desembarco no era más que una nueva ocupación militar, la cual duraría
hasta 1933.
Una vez mostrada la síntesis del conflicto en Nicaragua y la intervención
político-militar estadounidense, a continuación se presentará nuestro estudio sobre el
abordaje que hicieron periodistas y escritores salvadoreños acerca de los
acontecimientos expuestos.
23
Federico G. Gil, op. cit., p. 100.
24
Ibíd., p. 102.
17
2. Seguimiento y análisis periodístico sobre la intervención
norteamericana y la resistencia liberal en Nicaragua (1926-1927)
militar
Como se expuso antes, la intromisión norteamericana en territorio
centroamericano ocurrió a finales de 1926; por lo tanto, además de examinar la lectura
que realizó un sector del periodismo salvadoreño a dicha intervención, se hará también
el análisis del seguimiento al conflicto constitucionalista nicaragüense y la respuesta
liberal, conflicto que además sirvió como excusa para dicha injerencia.
Evidentemente, sólo se abordarán los años que competen a la presente
investigación. En ese sentido, el presente apartado se dividirá en dos partes. La primera,
expondrá el análisis a las primeras respuestas salvadoreñas sobre la forma abrupta que
Chamorro se hizo con el poder y la reacción de Estados Unidos a tal hecho. En la
segunda parte, se abordará la sucesión de Chamorro a Adolfo Díaz en la presidencia
nicaragüense y la respuesta estadounidense a dicha transición. Ambas situaciones serán
comentadas y analizadas a partir de noticias, comentarios y artículos publicados en
algunos impresos de la época: La Prensa, El Día, Diario Latino y la Revista Ateneo de El
Salvador (para mayor información sobre las fuentes utilizadas, ver apéndice 1).
En resumen, en las siguientes líneas interesa mostrar la reacción y la postura
ideológica que tomó un sector de la prensa salvadoreña respecto a los abusos de poder
cometidos en Nicaragua. Por otro lado, interesa dejar claro la evolución política de ese
sector; esto es: durante los primeros meses de 1926 mantuvieron una posición en pro
del liberalismo y el constitucionalismo nicaragüense, para después transformarse –a
partir de las actitudes y los hechos violentos ocasionados por conservadores y
estadounidenses–, en un antiimperialismo beligerante, llegando hasta la constitución de
organizaciones abiertamente antinorteamericanas.
2.1 Primeras reacciones
Lo primero a señalar en este apartado, es que el antiimperialismo
estadounidense, reflejado en los impresos salvadoreños, fue muy leve en los primeros
18
meses de 1926. No obstante, se registran algunos artículos en Diario Latino y en la
revista Ateneo de El Salvador que sí cuestionan la actitud hegemónica estadounidense.
Por ejemplo, en esta segunda publicación se divulgó un artículo del mexicano Isidro
Fabela titulado “Los Estados Unidos contra la libertad”, donde se aborda la
negociación y evolución del Tratado Weitzel-Chamorro, por el que Nicaragua otorgara
la construcción de un canal interoceánico por el río San Juan, dicho compromiso luego
de varias modificaciones llegó al conocido Tratado Bryan-Chamorro25.
Ciertamente, la opinión de la prensa salvadoreña se centró más en cuestionar el
desenvolvimiento de Emiliano Chamorro. En otras palabras, la opinión intelectual se
identificó más por una defensa incondicional de las ideas liberales, del orden
constitucional y democrático nicaragüense, que por la autonomía de los países de la
región. Pues la situación nicaragüense se tornó álgida desde finales de 1925. El 24 de
octubre el general Emiliano Chamorro encabezó un levantamiento armado conocido
como “El Lomazo” contra el presidente Solórzano y logró que éste accediera a sus
exigencias: “nombrar a Chamorro comandante general del ejército, retirar a todos los
ministros liberales del gobierno, constituir un gabinete conservador y conceder amnistía
a todos los seguidores del alzamiento”26. De igual forma, el vicepresidente Sacasa fue
declarado traidor perdiendo todos sus derechos constitucionales.
Para los primeros meses de 1926, la situación se volvió más intensa: Solórzano
intenta renunciar a su cargo, pero el Congreso no la acepta y, a su vez, lo declara loco.
Sacasa es condenado al exilio y Chamorro se hacía del poder: “Asegúrase que ayer a las
cinco y media de la tarde, Emiliano Chamorro asaltó la presidencia de Nicaragua; que
don Carlos Solórzano, Presidente Constituido, fue declarado loco y qué actualmente
está refugiado en la Legación Americana”27. El periódico salvadoreño La Prensa, un día
Véase: “Los Estados Unidos contra la libertad”, Ateneo de El Salvador (103), enero de 1926, pp. 40664069.
25
26
Lucrecia Lozano, De Sandino al triunfo de la revolución, Siglo XXI editores, México, 1985, p. 30.
“E. Chamorro asalto por fin la Presidencia D’ Nicaragua”, Diario Latino (10460), sábado 16 de enero
de 1926, p. 1.
27
19
antes, publicó una nota acerca del retiro de la vicepresidencia al Dr. Sacasa bajo el cargo
de conspirar contra la paz pública:
La Comisión del Congreso Nacional encargada de estudiar e informar la denuncia de
conspiración contra la paz pública, instaurada en el propio Congreso contra el
Vicepresidente de la República, Dr. Juan B. Sacasa, presentó su dictamen en la sesión
celebrada ayer tarde y que terminó en las primeras horas de la noche… Cuatro cargos
fundamentales se hacen al Vicepresidente y son: 1°.-El Dr. Sacasa abandonó de
manera furtiva el territorio de la República. 2°. -El Dr. Sacasa viaja y es mantenido en el
exterior con dinero recaudado entre los liberales de Nicaragua, de igual manera se
hacen a este respecto las amplias consideraciones del caso aludiendo también a su
transitoria permanencia en El Salvador, donde pudiendo haberse quedado viviendo al
amparo de su profesión y no lo hizo. 3°. -El Dr. Sacasa ha solicitado a Guatemala que
aquel gobierno declare de facto la actual situación política en Nicaragua que con toda
claridad se comprende que ha sido dirigida por el Sr. Vicepresidente. 4°. -Sacasa
conspiraba desde antes de los sucesos del 25 de octubre de 1925 sobre este particular,
se trajeron a consideración varios cablegramas sobre el “fletamiento” de buque para
fines de contrabando y subversión de orden público en Nicaragua28.
Es a partir de esos cargos que el Senado y la Cámara de Diputados resolvió
entablar un proceso contra Sacasa y declararlo culpable “del delito político de
conspiración contra la paz y seguridad del Estado”; a la vez, el Senado resolvió
imponerle las penas de “separación del cargo de Vicepresidente de la República y
extrañamiento del territorio nacional por el término de dos años”29.
De ahí entones
que las primeras protestas y muestras de solidaridad salvadoreña iban encaminadas
contra el nuevo régimen impuesto por Chamorro más que contra los Estados Unidos o
sus banqueros. La actitud antiimperialista propiamente dicha se presentaría ocho o
nueve meses después.
Sin embargo, algunos directores y redactores de periódicos, que meses más tarde
junto a otros intelectuales (algunos de origen nicaragüense) fundarían la Liga
Antiimperialista de San Salvador (el 20 de noviembre de 1926), iniciaron una campaña
“El Chamorrismo condenó al Dr. Sacasa, que no quiso claudicar”, La Prensa (4213), viernes 15 de
enero de 1926, p. 1.
28
29
Ibíd.
20
por el no reconocimiento del conservador Emiliano Chamorro como presidente de
Nicaragua.
El 21 de enero de 1926, el Diario Latino publicaba una nota en la que anunciaba
la visita del agente confidencial chamorrista, Dr. Alejandro César, para solicitar al
Gobierno de El Salvador −presidido por Alfonso Quiñónez Molina− el
reconocimiento a las nuevas autoridades de Nicaragua. Asimismo, la nota exigía a las
autoridades salvadoreñas no recibir a César, ni en forma particular o privada y mucho
menos en carácter oficial, pues, a juicio del periódico, en el país debía “mantenerse el
prestigio internacional oponiendo con esto, la dignidad del país a la oprobiosa máquina
de un Chamorro que quiere imponerse a la fuerza de traiciones y audacias detestables
amenazando así la paz de toda Centroamérica”30. En esa misma línea de pro
aislamiento a Chamorro y sus aliados, tanto La Prensa y el Diario Latino publicaban
notas sobre el rechazo de los gobiernos de Costa Rica, México y Estados Unidos al
nuevo régimen nicaragüense31. Por su parte, Estados Unidos, además del rechazo,
anunciaba el desembarco de marinos a Nicaragua; The Ariel news company, agencia
informativa exclusiva para La Prensa, transmitía el siguiente cable de Washington:
Como el Gobierno ha estado recibiendo noticias alarmantes de la situación caótica de
Nicaragua, motivadas por las actividades del general Emiliano Chamorro, autor del
movimiento subversivo que conmovió a todo el país, y el cual trata de apoderarse del
Gobierno de la República, mediante una farsa que le dé apariencia de legal, se tomarán
medidas según informes, los Estados Unidos están dispuestas a impedir la
consumación de los planes de Chamorro y para ellos desembarcarán hoy mismo tropas
y marinos para que den garantías en Managua y eviten tal atentado32.
Ahora bien ¿por qué razón Estados Unidos rechazaba el reconocimiento a
Chamorro y, además, desembarcaba marinos? ¿En qué legitimaba ambas acciones? ¿Por
qué la reacción del sector intelectual salvadoreño, frente al imperialismo, no fue tan
“La misión que llegue de Nicaragua no debe ser recibida por el Gobierno de El Salvador”, Diario
Latino (10464), jueves 21 de enero de 1926, p. 1.
30
“Los Estados Unidos no lo reconocerán como presidente, y la misma línea de conducta seguirán los
Gobiernos de México y Centro América”, La Prensa (4215), lunes 18 de enero de 1926, p. 1.
31
“Tropas y marinos norteamericanos han desembarcado en Nicaragua, de cuyo gobierno se apoderó
Chamorro”, La Prensa (4215), lunes 18 de enero de 1926, p. 1.
32
21
beligerante en estos meses, como sí lo sería a partir de noviembre? En primer lugar,
podríamos decir que Estados Unidos no reconoció a Chamorro amparado en el
Tratado General de Paz y Amistad, firmado entre éste y los países del istmo en 1923.
En concreto, el artículo II del mismo establecía lo siguiente:
Los Gobiernos de las partes contratantes no reconocerán a ninguno que surja en
cualquiera de las cinco Repúblicas por un golpe de estado o de una revolución contra
un gobierno reconocido, mientras la representación del pueblo, libremente electa, no
haya reorganizado el país en forma constitucional. Y aun en este caso se obliga a no
otorgar el reconocimiento si alguna de las personas que resultaren electas Presidente,
Vicepresidente o Designado estuviere comprendida en cualquiera de los casos
siguientes: 1.- Si fuere el jefe o uno de los jefes del golpe de estado o de la revolución; o
fuere por consanguinidad o afinidad ascendiente, descendiente o hermano de alguno de
ellos. 2.- Si hubiese sido Secretario de Estado o hubiese tenido alto mando militar al
verificarse el golpe de estado o la revolución o al practicarse la elección, o hubiese
ejercido ese cargo o mando dentro de los seis meses anteriores al golpe de estado,
revolución o elección33.
Para Gregorio Selser, con el gobierno de facto encabezado por Chamorro,
Estados Unidos intentó demostrar al mundo −principalmente a los países
latinoamericanos− que respetaba las cláusulas establecidas en tratados o convenios
internacionales; sin embargo, Selser afirma que “el ministro yanqui en Managua estuvo
en constantes relaciones con aquél (Chamorro) y prestó sus buenos oficios a fin de que
se sustituyera a Chamorro por Díaz”34.
Por otra parte, esa postura norteamericana sirvió para que el accionar de la
prensa salvadoreña se enfocará en la figura concreta de Emiliano Chamorro y el
conservadurismo nicaragüense. A su vez, legitimó la respuesta diplomática de otros
países del istmo, como fue el caso de Costa Rica que también aferrado a los pactos
“Texto completo del Tratado de Paz y Amistad, Suscrito en Washington en 1923”, El Tiempo. Diario
católico, (747), viernes 11 de diciembre de 1931, p. 3. Dicho documento también fue consultado en
versión digital: La Gaceta de Nicaragua (90), 25 de abril de 1923. Disponible en: http://
legislación.asamblea.gob.ni/Normaweb.nsf/($All)/AEB79A63CFA2D7A70625739A005F8F7C?
33
Gregorio Selser, El pequeño ejército loco. Operación México-Nicaragua, Ediciones especiales (Imprenta
nacional), Cuba, 1960, p. 56.
34
22
firmados en Washington no reconoció al régimen chamorrista35. Mientras tanto, para el
ejecutivo nicaragüense la razón por la que El Salvador y Estados Unidos no reconocían
al General Chamorro como presidente legítimo, radicaba en una mala interpretación del
citado tratado; así lo estableció Chamorro en un mensaje dictado en ocasión de la
transmisión del poder por parte del Congreso de Nicaragua:
El general Chamorro leyó un mensaje que dice en sus principales párrafos:
“Apreciaciones teóricas de los Tratados de Washington pueden haber influido para que
el Gobierno de los Estados Unidos y el Gobierno de El Salvador, atribuyan a la
legítima transmisión del Poder en mi persona como primer designado a la presidencia
una clasificación contraria a la efectividad de los hechos, pero ello no constituye si no
una contingencia diplomática que deberá ser justamente salvada en el futuro, cuando se
examinen escrupulosamente los acontecimientos, se analice la situación y se consulte el
criterio de la voluntad del Pueblo de Nicaragua.
Y estoy completamente seguro que cuando esos móviles sean honradamente
patentizados y se hayan examinado con ecuanimidad, serán allanados los obstáculos del
presente y mi Gobierno podrá seguir contando con la amistad y fraternal cooperación y
asistencia de los demás Gobiernos que figuran en las deliberaciones
pacifistas
de
Washington de 192336.
Siempre en enero de 1926, días después de la negativa costarricense de
reconocer a Chamorro, los gobiernos de Colombia y México también hicieron pública
su insatisfacción respecto a las nuevas autoridades nicaragüenses. En una nota del 25 de
enero, el Diario Latino, en su campaña de no reconocimiento al régimen, señala que
“junto al ministro de México, se embarcó también rumbo a Costa Rica el Ministro de
Colombia en Nicaragua, don Manuel Esguerra, protestando de este modo contra el
Gobierno implantado por Chamorro”37.
Pese a la negativa de varios gobiernos de reconocer a Chamorro, resulta curioso
que “el coloso del norte” no emitiera opinión frente a las acusaciones que Sacasa realizó
“Vanas ilusiones chamorristas. Costa Rica mantendrá su palabra empeñada”, Diario Latino (10465),
viernes 22 de enero de 1926, p. 1.
35
“Los cuentos alegres de don Emiliano Chamorro”, Diario Latino (10461), lunes 18 de enero de 1926,
p. 1.
36
“El Ministro Esguerra, de Colombia, se retira de Nicaragua”, Diario Latino (10467), lunes 25 de enero
de 1926, p. 1.
37
23
en el Departamento de Estado, donde señaló que el golpe de Estado fue fomentado
por banqueros y financieros americanos38. Luego de esa noticia, no se encuentra
registro en las fuentes consultadas de alguna opinión oficial estadounidense al respecto,
sino hasta el miércoles 10 de febrero que el Secretario de Estado, Frank Kellogg, es
enfático en afirmar que “jamás reconocerá el gobierno de Emiliano Chamorro”39. Trece
días después de esa enérgica publicación, el mismo periódico revelará una nota, basada
en fuentes no oficiales, que Estados Unidos había obligado al general Chamorro a
renunciar:
Se sabe de muy buena fuente que el usurpador general Emiliano Chamorro ha recibido
una orden del Gobierno de los Estados Unidos, previniéndole que debe de entregar el
poder que ha usurpado el día 25 de este mes, haciendo esa entrega al ciudadano que
legalmente debe ocupar el puesto que él se apoderó por medio de la traición y la
violencia. Esta noticia ha causado enorme impresión y se lamenta que debido a las
intemperancias de Chamorro se haga necesario que un país extranjero intervenga de
modo tan directo en los asuntos de Nicaragua a causa de las violencias de los hombres
que, como Chamorro, por satisfacer sus ansias de poder, ponen a su patria en el peligro
de una nueva intervención extranjera.40
Dicha nota no sólo demuestra la preocupación por todo lo que acontecía en
Nicaragua, sino también revela el interés por mantener el orden constitucional en la
región y, más allá de eso, presenta una preocupación ante el peligro de una nueva
intervención extranjera.
Sin lugar a dudas, el carácter liberal de la prensa salvadoreña se refleja en la
inclinación por mantener la condición legal y constitucional en los gobiernos de la
región. Asimismo, por mantener los avances civiles y políticos alcanzados por las
jóvenes repúblicas centroamericanas, entre estos, los relacionados con las reformas
“Declaraciones del Doctor Juan B. Sacasa en Washington”, Diario Latino (10463), miércoles 20 de
enero de 1926, p. 1.
38
“Kellog dice que jamás reconocerá el gobierno de Emiliano Chamorro”, La Prensa (4234), miércoles
10 de febrero de 1926, p. 1.
39
“Chamorro obligado a entregar la presidencia, de orden superior”, La Prensa (4245), martes 23 de
febrero de 1926, p.1.
40
24
constitucionales hacia la consolidación de una sociedad plural y un Estado Secular41. De
ahí entonces que no resulte extraño que la Prensa se muestre preocupada por temas de
orden civil alterados por el conservadurismo de Chamorro. Un ejemplo de esto lo
constituye la posible abolición del matrimonio civil en Nicaragua: “El Congreso de
Nicaragua está legislando en un sentido reaccionario sobre las cuestiones del
matrimonio civil y otras conquistas del espíritu moderno”42.
De igual forma serán las notas que se publican en los siguientes meses. Estarán
relacionadas con actividades, protestas o comentarios en contra de Emiliano Chamorro.
Algunos ejemplos lo demuestra la siguiente selección de noticias. El viernes 5 de
febrero de 1926, La Prensa reveló una información que señalaba el descontento
estadounidense por el despotismo de Emiliano Chamorro: “Los Estados Unidos harán
responsable a Chamorro de todos los crímenes que se cometan durante la revolución
que ha comenzado”43. La misma nota hace hincapié en que los revolucionarios liberales
eliminarán el chamorrismo para siempre. La publicación cierra con la siguiente
afirmación: “La vida en el país se hace intolerable y el tesoro público está en bancarrota,
no contando Chamorro con fondos necesarios para sostenerse en el poder que
usurpó”44.
En otro interesante artículo, La Prensa cuestiona, con alto grado de beligerancia,
las principales acciones respecto al comercio exterior del régimen chamorrista dictadas
durante su primera reunión de gabinete: “En el primer consejo de ministros celebrado
por Chamorro, éste declaró que su política será netamente conservadora, agregando
que suprimirá el impuesto que grava las frutas exportadas por las compañías
Véase: Julián González, “El sueño de una república laica: la escuela y la formación de los futuros
ciudadanos. Reforma educativa en El Salvador (1883-1889)”, en Cultura (105), enero-marzo 2011,
Secretaría de Cultura de la Presidencia, San Salvador, p. 117.
41
“Chamorro contra el progreso. Trata de que sea abolido el matrimonio civil”, La Prensa (4238), lunes
15 de febrero de 1926, p. 1.
42
“El chamorrismo será derrocado por todos los revolucionarios”, La Prensa (4230), viernes 5 de
febrero de 1926, p. 1.
43
44
Ibíd.
25
norteamericanas; establecerá un sistema financiero con auxilio de los banqueros de igual
nacionalidad y solicitará el apoyo del Departamento de Estado”45.
A pesar de que muchos autores señalan que la guerra inició en mayo de 1926 46,
para la prensa local inició en febrero de ese año. Por ejemplo, el 4 de febrero La Prensa
publicó una nota titulada “Ha estallado la revolución en Nicaragua”. A nuestro parecer,
dicha publicación sostenía la actitud antichamorrista en pro de legitimar el accionar de
los liberales nicaragüenses. El documento decía lo siguiente:
Estalló la revuelta en Nicaragua afectando, especialmente, las regiones ribereñas del
Golfo de Fonseca. El éxodo de familias es grande. El Gobierno de los Estados Unidos
notificó a Chamorro que lo haría personalmente responsable de los crímenes políticos
y despojos ilegales que se registren47.
Otra nota importante, que mostró el rechazo de los redactores de La Prensa, fue
cuando el ejecutivo nicaragüense, a través del Ministro de Relaciones Exteriores, el
Doctor Gutiérrez Navas, acusó a los Gobiernos de Centroamérica −a excepción del
hondureño− de hallarse bajo la pauta del norteamericano. Según dicha publicación, el
diputado Pedro Joaquín Chamorro fue más allá y acusó a los gobiernos de Guatemala y
El Salvador de bolcheviques. La respuesta del periódico fue la siguiente:
Como se ve Chamorro y sus compinches están furiosos, porque los pueblos cultos no
han querido acuerpar el “lomazo” y el titulado Ministro de Relaciones del ilegal
Gobierno chamorrista, ciego de furor, lanza acusaciones contra los países que no
aplauden el asalto al poder por Emiliano Chamorro y demás compañeros. Y otro de los
Chamorros, en la Cámara, tan ilegal como el gobierno de facto, injuria al pueblo
salvadoreño. Bien es verdad que, como dijo un gran escritor: “Sus injurias no llegan a la
altura de nuestro desprecio”48.
Pese a toda la negativa de los gobiernos de la región, el General Chamorro no
descartaba contar con un gran aliado, y así mandó una comitiva encabezada por el Dr.
45
“Espeluznantes declaraciones de E. Chamorro”, La Prensa (4233), martes 9 de febrero de 1926, p.1.
Véase: Lucrecia Lozano, De Sandino al triunfo de la revolución, op. cit., pp. 30-35; Sergio Ramírez, El
pensamiento vivo de Sandino, op. cit., p. 22; entre otros.
46
47
“Ha estallado la revolución en Nicaragua”, La Prensa (4229), jueves 4 de febrero de 1926, p. 1.
“Injurias de los chamorristas al gobierno de nuestra patria”, La Prensa (4236), viernes 12 de febrero de
1926, p. 1.
48
26
Cuadra Pasos al Departamento de Estado para entrevistarse con el Secretario Kellogg y
solicitar la aprobación y reconocimiento de Estados Unidos49. En el mismo periódico
que informa sobre la visita oficial nicaragüense, se publicó un cablegrama de Prensa
asociada en la que la Federación Americana de Trabajo informaba la existencia de un
convenio entre financieros norteamericanos y el presidente Chamorro para controlar
ilegalmente las riquezas de Nicaragua50. Naturalmente, esto causó angustia y
desasosiego en El Salvador, al menos a la intelectualidad salvadoreña. Indudablemente,
Chamorro constituía una verdadera amenaza para la región y para el sueño liberal.
Este breve recuento de notas periodísticas nos dan la razón que la principal
preocupación de la prensa salvadoreña era de carácter ideológico, esto es, liberal.
Mientras tanto, la pugna constitucional nicaragüense siguió incrementando con más
vehemencia. Así, el dos de mayo, fuerzas liberales se rebelaron contra el régimen
chamorrista en la Costa Atlántica y tomaron la ciudad de Bluefields, reclamando la
entrega del gobierno al doctor Juan B. Sacasa. A pesar que los conservadores lograron
sofocar el levantamiento, la guerra civil estalló oficialmente. El hecho se difundió en El
Salvador bajo los siguientes términos:
De buenas fuentes sabemos, que la revolución que ha estallado en la Costa Atlántica de
Nicaragua encaminada a establecer el orden constitucional, es fuerte, que cuenta con
muchos elementos de guerra y que después de tomadas las plazas de Bluefields y Rama
avanzan para el interior de la República. Chamorro está preocupado y trata de hacer
lo posible por detener la avalancha arrolladora. Tiene la opinión pública en contra y
todo el mundo se apresta para favorecer a los revolucionarios51.
Ante este hecho, marinos estadounidenses desembarcarían en el Atlántico con el
fin de garantizar intereses norteamericanos: “En Bluefields fueron desembarcados los
marinos norteamericanos enviados allá para neutralizar el puerto y proteger los
“Los chamorristas imploran el reconocimiento de Washington”, La Prensa (4241), jueves 18 de
febrero de 1926, p.1.
49
“E. Chamorro está vendiendo las riquezas de su desdichada patria”, La Prensa (4241), jueves 18 de
febrero de 1926, p.1.
50
“La fuerte revolución de Nicaragua contra el usurpador Chamorro”, Diario Latino (10550), miércoles
5 de mayo de 1926, p. 1.
51
27
intereses de los ciudadanos d’ Estados Unidos”52. Respecto a ese desembarco de tropas
y marinos en Nicaragua, Estados Unidos lo realizó amparado en su política exterior de
business, encabezada por el Presidente Cooldige y el ya citado Secretario de Estado,
Frank Kellog. Bajo la administración Coolidge se estableció que el gobierno
norteamericano no debía hacer préstamos al extranjero, sino que era competencia de las
empresas privadas estadounidenses, es decir, los bancos debían ser los financiadores.
Empero, el gobierno estadounidense tenía la responsabilidad o el deber de vigilar dichas
operaciones y, a su vez, guiarlas. En otras palabras, toda inversión en el extranjero tenía
que pasar por el control del Departamento de Estado. Según Duroselle, “la idea de ese
semicontrol era tratar de evitar préstamos perjudiciales a la política general del gobierno
y, por otra, poder utilizar en el plano diplomático el poderoso medio de presión que
constituía otorgar o rechazar empréstito a un país extranjero”53.
De igual manera, para otorgar préstamos a otros países, estas empresas privadas
tenían restringidos los siguientes casos: préstamos otorgados a un gobierno extranjero
para equilibrar su presupuesto cuando no recauda suficientes impuestos, préstamos
para equipo militar, préstamos para ayudar a trusts extranjeros que mantienen precios
demasiado elevados para los consumidores norteamericanos, préstamos a gobiernos no
reconocidos por los Estados Unidos, y, finalmente, préstamos a gobiernos o
ciudadanos de países que no han cumplido sus obligaciones con los Estados Unidos54.
En los meses siguientes, la guerra civil se extendió y se generalizó en todo el
territorio nicaragüense. Las fuerzas liberales encabezada por el General José María
Moncada (jefe militar del ejército constitucionalista) lograron controlar diversos puntos
de la costa Atlántica. En esa línea, el 10 de septiembre, El Día publicó una cautivadora
nota sobre la participación de mujeres salvadoreñas en el ejército liberal nicaragüense.
“Bluefields controlado por los marinos norteamericanos”, Diario Latino (10556), miércoles 12 de
mayo de 1926, p. 1.
52
Jean B. Duroselle, Política exterior de los Estados Unidos 1913-1945, Fondo de Cultura Económica,
México D.F., 1965, p. 198.
53
54
Ibíd.
28
El escrito titulado “Mercedes Salazar, salvadoreña, vestida de hombre peleando en las
filas contra Emiliano Chamorro”, señalaba que Salazar había sido herida junto a otras
40 personas cerca de Chinandega. Lo interesante es que la publicación afirmaba que no
era la primera mujer que asistía a “pelear en las filas reivindicadoras nicaragüenses”55.
No obstante, la nota mostraba una contradicción: por un lado saludaba con admiración
la determinación de luchar por la libertad de un pueblo, también censuraba la
intromisión de ciudadanas extranjeras en la política local de otro país56.
En el mes de octubre, el gobierno estadounidense preocupado por la convulsa
situación de Nicaragua, instó al General Chamorro a conferenciar con los rebeldes
liberales. Durante las negociaciones, efectuadas a bordo del buque USS Denver, anclado
en el puerto de Corinto, tanto liberales como conservadores coincidieron en la
necesidad de que Chamorro debía dejar la presidencia. Sin embargo, no lograron
acordar quién sería el sucesor: los conservadores no aceptaban a Sacasa, y por su parte,
los liberales rechazaron tajantemente a Adolfo Díaz57. Las conferencias siguieron su
curso; la prensa de Managua informó que el bando conservador mantenía que su
presidente electo daría cabida a los liberales, también informaba el interés de los
conservadores por alcanzar la paz por “estar próxima la recolección del café… y no
habiendo paz las cosechas del café se arruinarán, causando desastrosas consecuencias
económicas en todo el país”58.
En resumen, las “conferencias del Denver” fracasaron59, y la presencia
estadounidense en el país de los lagos cada vez era más fuerte. Por su parte, Sacasa
“Mercedes Salazar, salvadoreña, vestida de hombre peleando en las filas contra Emiliano Chamorro”,
El Día (2115), viernes 10 de septiembre de 1926, p. 1.
55
56
Ibíd.
57
“Sacasa imposibilitado para sustituir a Chamorro”, El Día (2143), viernes 15 de octubre de 1926, p. 1.
“El curso de las Conferencia de Paz Nicaragüense en el Puerto de Corinto”, El Día (2145), lunes 18
de octubre de 1926, p. 1.
58
Para la prensa “las conferencias de Corinto se reducen a brillantes discursos entre los líderes del
conservatismo y liberalismo nicaragüense no llegándose a ningún punto trascendental”. Véase:
59
29
pidió al Departamento de Estado la presencia de los demás países de Centroamérica
signatarios de los últimos pactos de Washington. Frente a esto, el representante
estadounidense, el Ministro Lawrence Dennis, declaró “que los Estados Unidos no han
intervenido ni intervendrán en el actual conflicto”60.
Pero la lectura de la prensa hondureña y salvadoreña de las conferencias de
Corinto insistían en que la actitud estadounidense era francamente a favor de
Chamorro. De hecho en una noticia publicada el 29 de octubre en El Cronista de
Tegucigalpa y reproducida por El Día en El Salvador, además de informar que el
candidato probable en la sucesión de Chamorro sería Adolfo Díaz, manifestaba que
“todo partido político que reciba o pida ayuda para revolucionar a Nicaragua será
considerado como enemigo de los Estados Unidos”61.
Finalmente, el 30 de octubre, por insistencia de Washington, Chamorro renuncia
al poder. Le sucede por un período de diez días el senador Sebastián Urriza, designado
por el Congreso. Urriza renuncia el 10 noviembre y el Congreso nombra presidente de
la República al conservador e incondicional aliado estadounidense, Adolfo Díaz, quien
pronto fue reconocido por el gobierno norteamericano62. Este hecho, a mi modo de
ver, significó un parte aguas en el pensamiento y accionar antiimperialista salvadoreño.
La preocupación y la dignidad frente a Estados Unidos estarán impregnadas con más
ahínco a partir de este suceso. En ese sentido, el nombramiento de Díaz será uno de los
detonantes para que en noviembre de 1926 se cree la Liga Antiimperialista de San
Salvador y de otras ciudades salvadoreñas.
“Después de gastar mucha retórica los liberales y conservadores continúan como antes”, El Día (2148),
jueves 21 de octubre de 1926, p. 1.
60
Ibíd.
“Se cree que Emiliano Chamorro depositará la Presidencia en Adolfo Díaz”, El Día (2155), viernes
29 de octubre de 1926, p. 1.
61
Ya dos días antes que Díaz asumiera la Presidencia, se rumoraba que obtendría el reconocimiento del
gobierno de Estados Unidos. Véase: “Estados Unidos reanudará pronto sus relaciones con la República
de Nicaragua”, Diario Latino (10712), sábado 13 de noviembre de 1926, p. 1.
62
30
1.2 Radicalización del discurso en la prensa liberal salvadoreña y giro hacia el
antiimperialismo
Según una nota publicada por el Diario Latino, Díaz asumió la presidencia el
domingo 14 de noviembre63. Al día siguiente, los redactores del Latino publicaron el
impacto que causó la ascensión de Díaz y el probable reconocimiento de Estados
Unidos:
Y es posible que Adolfo Díaz reciba la presidencia de Nicaragua y que sea sancionada
por el Departamento de Estado que en todos los tonos (y no en toda forma) ha hecho
alarde de moralidad política internacional?
De ser cierto el reconocimiento de este hombre nefasto para Nicaragua, no hay que
esperar ninguna otra cosa en Nicaragua, sino la anarquía64.
Y es que en efecto, entre el 15 y el 18 de noviembre, Díaz solicitó apoyo a
Estados Unidos con el fin de apaciguar la crisis. Según Selser “cuarenta y ocho horas
antes que ese reconocimiento se produjera, el 15 de noviembre, apenas cuatro días
después de haber asumido el mando, Díaz solicita al Departamento de Estado de la
Unión, en la misma forma que en 1912, “se digne” disponer el envío de la marinería de
desembarco hacia su propia patria”65. En esa línea, la reacción de la prensa salvadoreña
fue de rotundo rechazo. Una muestra es el siguiente texto inspirado en el periódico
argentino La Prensa:
La influencia norteamericana nos cuesta mucha sangre, mucho dinero y muchas
lágrimas. En Cuba, en México, en Panamá, en Santo Domingo, en Filipinas y por
último en Nicaragua, ha estado señalada por los hechos más ignominiosos. Se dijera
que las siete plagas de Egipto nos vienen siempre del Norte, desbastadoras y
Se “Reunieron el Congreso restituyendo a sus puestos, según dicen, a 21 diputados liberales
procurando darle al Congreso, el tinte de electo constitucionalmente antes del criminal golpe de
Chamorro, haciendo aparecer a 21 representantes liberales, con los que se formó un número de 53, de
los cuales votaron 42 en la elección del fatídico Adolfo Díaz, absteniéndose 11 representantes liberales
que no quisieron votar.” Véase: “Ayer a las 4 P.M. se posicionó Adolfo Díaz del poder”, Diario Latino
(10713), lunes 15 de noviembre de 1926, p. 1.
63
“Adolfo Díaz, presidente de la República de Nicaragua?”, Diario Latino (10714), martes 16 de
noviembre de 1926, p. 1.
64
65
Gregorio Selser, Sandino: general de hombres libres, op. cit., p. 57.
31
desoladoras, en forma de BOCHORNOSAS AYUDAS FINANCIERAS y de
diplomáticos pocos escrupulosos.
Pese a toda la larga historia de irritantes parcialidades, culmina ahora en el caso de
Nicaragua, donde se anuncia, como una solución, el RECONOCIMIENTO, por parte
de los Estados Unidos, del traidor Adolfo Díaz66.
Pocos días después, El Departamento de Estado contestó oficialmente la
solicitud de Nicaragua para intervenir a fin de restablecer la paz: “ofreció la
cooperación de Estados Unidos hasta donde sea posible, según informó Kellogg al
presidente Coolidge”67. Por su parte, Lawrence Dennis, representante de Estados
Unidos en Nicaragua, sostendrá en una entrevista realizada por el periódico
nicaragüense El Comercio y reproducida en El Salvador por Diario Latino, que Nicaragua
es un país soberano e independiente y que el apoyo de Estados Unidos será hasta que el
presidente constitucionalmente electo supere las dificultades políticas y económicas por
las que atravesaba Nicaragua, “naturalmente que esto dependerá del hombre que llegue
al poder, tanto por la amplitud que demuestre hacia el adversario, como por la
confianza que pueda inspirar al capital norteamericano”68.
El intento de apaciguar el conflicto nicaragüense no tuvo éxito. Lejos de eso, los
liberales siguieron combatiendo. En el plano internacional, las opiniones se
radicalizaron en pro de la autonomía y soberanía de los pueblos latinoamericanos. Por
su parte, Juan Bautista Sacasa también se radicaliza y desembarca en Puerto Cabezas,
costa atlántica, con el fin de desconocer el gobierno de Díaz y establecer un gobierno
liberal presidido por él: “El legítimo Presidente de Nicaragua, doctor Sacasa, debe haber
llegado hoy a las costas de dicho país y establecerá inmediatamente su gobierno en
Puerto Cabezas, México lo reconocerá desde luego así como todos los países de
“La influencia de los Estados Unidos nos cuesta mucha sangre, mucho dinero y muchas
lágrimas”, Diario Latino (10714), martes 16 de noviembre de 1926, p. 6. Mayúsculas en el original.
66
“Adolfo Díaz todavía pide mayor intervención a los Estados Unidos en los asuntos de su patria”, El
Día (2176), martes 23 de noviembre de 1926, p. 1.
67
“Una entrevista con Mr. Dennis, encargado de negocios de EE.UU.”, Diario Latino (10723), miércoles
24 de noviembre de 1926, p. 4.
68
32
América Latina, comenzando por Guatemala, Costa Rica, Argentina, Brasil, Chile y
Uruguay”69. En otra nota publicada en el mismo periódico, los redactores ponen énfasis
en que los países que firmaron el Tratado de Washington no tendrán excusas para
reconocer el nuevo régimen de Sacasa, electo constitucionalmente70. Más adelante, el
documento en cuestión señala un argumento, a mi juicio, contra la política de apoyo
que brindaba Estados Unidos, que además se acercaría mucho a la postura oficial
mexicana, como se verá en el siguiente apartado:
El argumento supremo de la paz no puede esgrimirse sino para reconocer más pronto a
Sacasa que representa la Constitución. La paz no se consigue sino mediante el imperio
de la ley y de la justicia. No puede tampoco decirse que existe la obligación de
reconocer a Díaz, porque está vedado a nuestros Gobiernos entrar a análisis de los
procedimientos del Poder Legislativo nicaragüense. Ahora hay dos gobiernos: el uno es
el mismo que ya habían reconocido todos, fruto de una elección legal; el otro es uno
que apareció en brazos de la revolución, como resultado final del Golpe de Estado de
Chamorro71.
Pese a toda la presión internacional por alcanzar la paz en Nicaragua, esto a
través de la prensa escrita y del reconocimiento de algunos Gobiernos como México 72,
Díaz continuaba en el poder y los liberales seguirían desafiando al régimen y avanzando
en el terreno militar. Esto llevó a acusar, por parte de Adolfo Díaz, al partido liberal de
bolchevique y a México de intervenir en los asuntos nicaragüenses. Entre el 16 y 17 de
diciembre, el líder liberal desmentiría ambas acusaciones73. El Washington Post iría más
allá: además de acusar a Sacasa de comunista, pidió al Gobierno de Estados Unidos
ayudar inmediatamente a Díaz, pues para el periódico norteamericano la amenaza
69
“El Dr. Sacasa debe haber llegado ya a Nicaragua y establecido su gobierno en Puerto Cabezas”,
Diario Latino (10731), viernes 3 de diciembre de 1926, p. 1.
Ver: “El Doctor Juan Bautista llega a Nicaragua”, Diario Latino (10731), viernes 3 de diciembre de
1926, p. 1 .
70
71
Ibíd.
Véase: “El Gobierno que preside el Doctor Sacasa fue reconocido oficialmente por México”, Diario
Latino (10736), jueves 9 de diciembre de 1926, p. 1.
72
Véase: “Díaz colocado en posición bastante risible”, Diario Latino (10742), jueves 16 de diciembre de
1926, p. 1 y “El Doctor Sacasa y las intenciones del Gobierno liberal de Nicaragua”, Diario Latino
(10743), viernes 17 de diciembre de 1926, p. 1.
73
33
comunista era muy fuerte. Así lo señala un cable de Prensa Asociada: “si la ayuda no es
inmediata, se organizará el régimen comunista en Nicaragua sobre las ruinas de la
República y las agencias que buscan la destrucción de los Gobiernos libres tendrán que
hacer en dirección al Canal de Panamá”74.
Finalmente, ante la solicitud de Díaz, el Departamento de Estado dio más apoyo
militar para enfrentar a los rebeldes liberales. El 23 de diciembre, contingentes de
marines desembarcaron en la Costa Atlántica, ocupando las poblaciones de Bluefields,
Puerto Cabezas, Prinzapolka y Río Grande, declarándolas “zonas neutrales”. El 27 de
diciembre, el Diario Latino informaba que un numeroso contingente de infantes de la
marina norteamericana desembarcaron en Nicaragua bajo el pretexto de sofocar
motines “antiyanquistas”. Ante este suceso, la citada nota concluye: “Los hechos han
venido a destruir las esperanzas que el Departamento de Estado solucione
conciliatoriamente el conflicto armado nicaragüense, cosa que ha demostrado ser
imposible”75.
Ciertamente, iniciaba la segunda intervención armada estadounidense en el país
de los lagos, intervención que duraría hasta febrero de 1933. Ahora bien, es importante
señalar el rechazo que ocasionó esa intervención estadounidense a nivel mundial. Una
pequeña muestra la ejemplifican los siguientes titulares de la prensa internacional
recogida por la prensa salvadoreña: “Los yanquis representan un peligro continental”76,
dice el Diario Crítica de Buenos Aires, Argentina; en Inglaterra se publicaba que Estados
Unidos se había metido en una nueva y peligrosa aventura 77. Ante esa presión
internacional, Calvin Coolidge, a través de un vocero de la Casa Blanca, sostuvo que sus
“El Washington Post y la falta de cumplimiento de unos deberes”, Diario Latino (10747), miércoles 22
de diciembre de 1926, p. 1.
74
“Los yanquis han vuelto a invadir el suelo de la República de Nicaragua”, Diario Latino (10750), lunes
27 de diciembre de 1926, p. 1.
75
“La intervención norteamericana en Nicaragua causa indignación en Europa y Suramérica”, Diario
Latino (10754), viernes 31 de diciembre de 1926, p. 1.
76
77
Ibíd.
34
tropas no causarían molestias a los revolucionarios liberales: “los marinos que han
desembarcado en Nicaragua no tienen más consignas que las que proteger las vidas y
las propiedades de los ciudadanos de los Estados Unidos en aquel país”78. Para
entonces el presidente Díaz había asegurado que las fuerzas conservadoras (oficiales)
no tenían capacidad para proteger los intereses norteamericanos amenazados por los
revolucionarios que, según él, contaban con el apoyo logístico y armamentístico de
México79. No está demás señalar que dentro del mismo Congreso estadounidense había
oposición a la ocupación en Nicaragua. Una de las voces más disidentes fue la del
Senador W. Edgar Borah, que en esa época fungía como Presidente del Comité de
Relaciones Exteriores del Senado. Borah se opuso al citado desembarco y a la posterior
ocupación; para él no había justificación, pues no se tenía la certeza que ciudadanos y
propiedades estadounidenses se encontraban en peligro80.
En resumen, durante el año 1926 ocurrieron hechos políticos en Nicaragua que
marcarían el devenir del movimiento antimperialista salvadoreño. En 1927 siguió el
desembarco de las fuerzas interventoras, llegando entre marzo y abril a más de dos mil
efectivos. La guerra se intensificó, Estados Unidos bombardeó ciudades como
Chinandega –según Lucrecia Lozano se trató de la primera ocasión que Estados Unidos
utilizó aviones en una acción bélica en América Latina81−. Es hasta en abril de 1927
que Estados Unidos decide cambiar de estrategia para resolver el conflicto. Calvin
Coolidge envió a un delegado personal, Henry L. Stimson, para mediar entre los bandos
en disputa. Stimpson logró el cometido, pero ni Estados Unidos, ni Díaz, ni la facción
liberal se esperaba la reacción rebelde del General Augusto Cosme Sandino. Dicha
reacción se analizará en el último apartado del presente capítulo.
“Coolidge habla por medio del vocero de C. Blanca”, Diario Latino (10754), viernes 31 de diciembre
de 1926, p. 1.
78
Ver: “Coolidge, Kellogg y Borah conferencian sobre el desembarque de los marinos”, Diario Latino
(10754), viernes 31 de diciembre de 1926, p. 1.
79
80
Ibíd.
81
Lucrecia Lozano, De Sandino al triunfo de la revolución, op. cit., p. 33.
35
3. Estados Unidos, México y Nicaragua: alianza y confrontación diplomática
Ciertamente, la relación diplomática entre Estados Unidos y México a lo largo
de su historia ha sido conflictiva, una historia que ha transitado de crisis en crisis, con
grandes contradicciones82. Para efectos de este trabajo, nos centraremos en los años
que comprende este estudio, es decir, 1926 y 1927. Efectivamente, la relación
diplomática entre Estados Unidos y México en este contexto fue tensa. Muchas
visiones sostienen que buena parte del conflicto se debió a los intereses económicos del
primero hacia el segundo, intereses centrados en la minería mexicana o el petróleo.
Asimismo, por la autonomía mexicana respecto a sus relaciones diplomáticas con países
y grupos no aceptados por Estados Unidos, es decir, la Unión Soviética y los liberales
nicaragüenses encabezados por Juan Bautista Sacasa.
En la segunda década del siglo XX, un factor determinante entre las relaciones
diplomáticas estadounidenses y mexicanas radica en la Constitución de Querétaro, a mi
juicio, documento de gran valor para la historia del continente pues recoge los grandes
propósitos de la Revolución Mexicana. En años posteriores se convertiría en fuente de
inspiración para el resto de repúblicas latinoamericanas. Dicha Constitución, redactada
en 1917, marcó el principio de la era política mexicana. Estableció no sólo la ley
fundamental del país, sino un programa de reformas entre las que se conformaba el
nacionalismo, el concepto de la propiedad en función social, la reforma agraria y la
legislación laboral. En ese sentido, la aplicación del artículo 27 de la citada Constitución
sería un punto de disensión entre Estados Unidos y México, pues “señalaba la
nacionalización del subsuelo mineral y de los depósitos de petróleo”83; en definitiva, era
una preocupación para los inversionistas estadounidenses que sus propiedades
petrolíferas fueran a expropiarse. De igual forma, otro programa emblemático de la
Revolución era la reforma agraria. La Constitución declaraba que los ejidos comunales,
que en ese momento los grandes latifundios estaban en posesión de extranjeros, “había
82
Véase: Federico G. Gil, Latinoamérica y Estados Unidos: dominio, cooperación y conflicto, op. cit., pp. 104-111.
83
Ibíd., p. 108.
36
de restituirse a los indios y ampliarse, y que las grandes propiedades había de
redistribuirse”84.
Ahora bien, antes de entrar a la relación México, Nicaragua y Estados Unidos,
conviene preguntarse cuál era el objeto de la Revolución Mexicana; ¿qué buscaba y por
qué causó tanta repercusión en el continente? ¿Se trataba de una transformación
socialista como la ocurrida en Rusia? Ciertamente, “La Revolución Mexicana, a pesar de
sus limitaciones, fue un movimiento telúrico que transformó profundamente las
estructuras económicos-sociales, y sentó las bases para una nueva etapa del desarrollo
ascendente del país y para el avance de las relaciones capitalistas, reafirmando la
soberanía nacional”85. En otras palabras, dicha rebelión puede considerarse como una
sublevación
social,
democrática,
agraria
y
antiimperialista,
“que
contribuyó
decisivamente al fortalecimiento de la conciencia y las tradiciones revolucionarias de
México y América Latina”86. Se trató, pues, de una regeneración de elementos políticos
y culturales. De ahí entonces el interés, como veremos más adelante, de intelectuales de
otros países de la región por querer emular los principales postulados de esa renovación
que ocurría en México.
En ese sentido, después del golpe de Estado en 1920 contra Venustiano
Carranza, y tras su fusilamiento, se realizaron elecciones. Con amplia mayoría resultó
electo el General Álvaro Obregón. El nuevo gobierno para ser reconocido por Estados
Unidos garantizó que el artículo 27 de la nueva Constitución mexicana no se aplicaría
retroactivamente. Dicho pacto se concretaría en 1923 con la firma del Acuerdo
Bucareli, un pacto extraoficial que tenía como propósito llegar a un acuerdo respecto a
las tierras expropiadas. En cuanto a las compañías petrolíferas, éstas se ampararían en el
principio de “actos positivos”. Esta doctrina enunciaba que los yacimientos petrolíferos
84
Ibíd., p. 109.
Adalberto Santana, “La Revolución Mexicana y su repercusión en América Latina”, Revista de Estudios
Latinoamericanos, número 044, UNAM, México, 2007, p. 104. Disponible en:
http://redalyc.uaemex.mx/src/inicio/ArtPdfRed.jsp?iCve=64004406
85
86
Ibíd., p. 105.
37
adquiridos antes de mayo de 1917 que hubieran realizado algún acto positivo, como
perforar pozos, indicando así su intención de explotar los recursos petrolíferos, verían
ratificados sus derechos de propiedad, y quienes no pudieran probar la realización de
tales actos perderían el derecho al subsuelo.
Para autores como Adalberto Santana, durante el mandato de Obregón se
consolidó en México la Revolución como un proyecto político y social, se fortaleció la
lucha antiimperialista y emergió el nacionalismo revolucionario, citando a José
Vasconcelos como uno de los grandes ideólogos de este proyecto.
Ahora bien, pese al entendimiento entre Obregón y la administración Harding,
las relaciones entre los países del norte se liaron con el ascenso del General Plutarco
Elías Calles al poder (1924-1928). El Congreso mexicano, siguiendo el artículo 27 de la
Constitución, votó una ley sobre el petróleo que limitaba a cincuenta años los derechos
de propiedad sobre los terrenos adquiridos antes de 1917.
Por su parte, el Secretario de Estado estadounidense, Frank Kellogg, alegó que
esa ley era una violación al Acuerdo Bucareli; de ahí entonces que muchos grupos
dentro de Estados Unidos, “como algunas compañías petrolíferas, terratenientes
afectados por la Revolución y la cadena periodística Hearst”87, iniciaran una enérgica
campaña para intervenir México. Sin embargo, el presidente Coolidge bajaría lo ánimos
al nombrar como nuevo embajador en México a Dwight W. Morrow, financiero de
Wall Street, a finales de 1927. Ese cambio, efectivamente llevó hacía un mejoramiento
considerable entre los lazos diplomáticos de ambos países.
El mandato de Plutarco Elías Calles se caracterizó por fortalecer el proceso
interno de la Revolución y por adquirir compromisos de solidaridad en el ámbito
externo. Para citar un ejemplo: “en la región centroamericana el gobierno callista
apoyaba al gobierno legítimo de los liberales en Nicaragua frente al apoyo que brindaba
la Casa Blanca a los conservadores”88. Como muestra de esa solidaridad con los
87
Federico G. Gil, Latinoamérica y Estados Unidos: dominio, cooperación y conflicto, op cit., p.110.
88
Adalberto Santana, La Revolución Mexicana y su repercusión en América Latina, op. cit., p. 111.
38
liberales nicaragüenses y en concreto a su líder, Juan Bautista Sacasa, cabe destacar
como en enero de 1927 Calles atendió a un grupo de visitantes norteamericanos
encabezados por Hubert C. Herring, y ante la pregunta sobre la actitud mexicana
respecto al conflicto constitucionalista nicaragüense, el mandatario dejó clara la postura
oficial a favor de Sacasa y su grupo:
El gobierno de México ha diferido en este asunto del criterio de los Estados Unidos
por razones de orden moral. Después de muchos años de existir en Nicaragua una
tiranía personificada por la familia Chamorro y Adolfo Díaz, se estableció en aquel país
un gobierno constitucional, nacido de una elección popular. Era un gobierno que tenía
todas las características de legalidad y estaba desarrollando sus actividades en perfecta
tranquilidad y haciendo esfuerzos por ver si conseguía el mejoramiento en las
colectividades de su país. En estas condiciones, uno de los viejos dictadores de
Nicaragua no podía quedar satisfecho con esa situación y se lanzó a la lucha, lucha que
fue encabezada por el vicepresidente Sacasa, que representa la legalidad en Nicaragua.
Se establecieron dos gobiernos: el gobierno de la violencia y el de la legalidad; México
ha reconocido al gobierno de la legalidad. Ese es nuestro criterio respecto de la
situación de Nicaragua89.
Ahora bien, para una mejor comprensión sobre la dinámica de la segunda
intervención norteamericana en Nicaragua, es imprescindible conocer el papel que jugó
el petróleo en las relaciones entre México y los Estados Unidos; así como las relaciones
del primero con la Unión Soviética.
En efecto, el ascenso de Calles coincidió con el golpe de Estado en Nicaragua,
es decir, con la llegada abrupta de Chamorro. Respecto al petróleo, Calles tenía la
intención de favorecer la interpretación retroactiva del artículo 27 de la Constitución de
Querétaro y, al mismo tiempo, era partidario de promover la legislación agraria, lo que
se convertiría en una amenaza a las inversiones norteamericanas. Por otro lado, Calvin
Coolidge al reelegirse en Estados Unidos nombró como Secretario de Estado a Frank
Billings Kellogg, hombre vinculado a los grandes consorcios comerciales y financieros
de ese país.
Ciertamente, entre Calles y Coolidge las diferencias que en buena medida había
logrado superar Obregón, se transformaron en una fuerte tensión entre ambas
Richard C. Macías, Plutarco Elías Calles: pensamiento político y social. Antología (1913-1936), Fondo de
Cultura Económica, México, 1988, p. 158.
89
39
naciones, llegando al borde de la intervención estadounidense en México. Una de las
principales razones fue el atrevimiento mexicano de reconocer la existencia de un
gobierno nefasto para los Estados Unidos: el de la Unión Soviética. Hasta ese
momento, pocos países habían reconocido a la Unión de República Soviéticas
Socialistas, por tanto el gesto mexicano pareció un agravio a la Casa Blanca.
Posteriormente la relación se tensionó mucho más por la actitud de Kellogg hacia la
política nacionalista de Calles. Desde mediados de 1925, “Kellogg declaró que el
Gobierno mexicano debía devolver las propiedades tomadas “ilegalmente” a los
norteamericanos e indemnizarlos, agregando que sólo apoyaría a Calles si éste
continuaba protegiendo las vidas y propiedades yanquis y cumpliendo con sus
obligaciones internacionales”90. Frente a esto, Calles empezó a ganar apoyo popular de
sus compatriotas, pues los ataques de Kellogg activaron el orgullo nacional mexicano.
Ese apoyo le sirvió para promulgar leyes petroleras que contrariaban los convenios de
Bucareli.
En resumen, el Congreso mexicano “había resuelto reglamentar los preceptos
del artículo 27 y supuso, por ley de 26 de diciembre de 1925, exigir que los dueños de
las tierras petroleras, en las que se hubiera realizado un acto positivo de propiedad,
cambiaran sus títulos por concesiones gubernamentales que no excedieran de 50
años”91. Frente a los ataques y reclamos foráneos, el Presidente Calles sostuvo que las
conversaciones de 1923 sostenidas entre México y Estados Unidos no debían
considerarse como un tratado formal, pues Bucareli no había sido ratificado por ambos
Congresos.
En definitiva, el conflicto entre ambas naciones fue tan impactante en la región
que fue agenda de la prensa centroamericana. Un ejemplo de esa cobertura, fue la
respuesta oficial al Secretario Kellogg por parte de Aarón Sánchez, representante de
México en Washington, tras la discusión sobre la ley de tierras y la preocupación de
90
Gregorio Selser, Sandino: general de hombres libres, op. cit., p. 48.
91
Ibíd., p. 48.
40
violar el derecho internacional. Dicha repuesta fue publicada por Diario Latino. A
continuación se muestra parte de la discusión:
Mi Gobierno no ha desconocido las conferencias de 1923, y sólo ha manifestado y
repelido que esas conferencias no han tenido ni tienen la fuerza de un tratado, porque
para ello habría sido necesario sujetarse a las leyes constitucionales de ambos países,
recabando, entre otras cosas, la ratificación de los Senadores respectivos: y que de
común acuerdo nuestros dos Gobiernos convinieron en que el resultado de las
mencionadas conferencias no se tomaría como una conducción para la reanudación de
las relaciones diplomáticas entre México y los Estados Unidos…
Mi gobierno, por su parte, espera que el de vuestra excelencia señale los casos
concretos en que se haya violado o se violen principios reconocidos del derecho
internacional, al desconocer intereses legítimos de ciudadanos americanos, pues en tales
casos estará dispuesto a reparar semejantes violaciones92.
Pese a los vacíos en las acusaciones estadounidenses, la tensión siguió
aumentando. La amenaza de intervención armada estadounidense en México era cada
vez más fuerte. La prensa norteamericana se volvió más agresiva contra Calles y contra
los revolucionarios que operaban en Nicaragua, relacionando ambas causas como
producto de un mismo efecto: el “bolcheviquismo”. En esa línea, el Departamento de
Estado señaló que uno de los puntos determinantes del conflicto con el Gobierno de
México, aunque no declarado oficialmente, es el bolcheviquismo atribuido al gobierno
callista y el temor que éste (el supuesto comunismo mexicano) se propagaría hacía los
países del sur, con la posibilidad de amenazar las defensas del Canal de Panamá. Dichas
acusaciones fueron desmentidas por Elías Calles en una rueda de prensa con periodistas
mexicanos:
No tengo inconveniente en dar a conocer a ustedes mi opinión. Podría resumirse en
una palabra PROPAGANDA. Es simplemente una propaganda que si no fuera
calumniosa sería ridícula. En qué cerebro equilibrado puede caber la idea de que
México, país en organización, sin ejércitos de conquista, sin un remedo de escuadra
quiera amenazar las defensas del Canal de Panamá o cuáles quiera defensas de otros
países? ¿Es siquiera lógico suponer que nosotros, que luchamos con sacrificios por
arreglar nuestra propia casa, salgamos fuera apostolados, usando doctrinas
“El Gobierno mexicano mantiene su actitud firme y llena de decoro”, Diario Latino (10735), San
Salvador, 8 de diciembre de 1926, p. 4.
92
41
absolutamente exóticas? La propaganda del bolcheviquismo mexicano es una nueva
patraña para desacreditar cómodamente a este país93.
En otras palabras, Calles aseguraba que México no buscaba inspirarse en teorías
extrañas, sino en su propia realidad; a la vez, sentenciaba que los problemas de Rusia
deberían ser ajenos de México y de Estados Unidos. Finalmente agrega:
Mi Gobierno tiene relaciones oficiales con la administración Soviet de la misma manera
que la tienen grandes países europeos, como probablemente las tendrán otras naciones,
por intereses comerciales y en una palabra porque las relaciones de los dos pueblos
deben estar basadas en un respeto profundo para las opiniones de la humanidad94.
De igual manera que a los periodistas mexicanos, Calles fijó parte de su política
exterior, esto es, de respeto a la soberanía de los demás países, en el discurso
pronunciado durante la ceremonia de presentación de las cartas credenciales de la nueva
Ministra Plenipotenciaria de la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas en México,
Alejanddra Kollontai, en diciembre de 1926. Calles sentenció:
Este gobierno no tuvo ningún escrúpulo de conciencia para entrar en relaciones
amistosas con un gobierno que, como el soviet, aparecía en el mundo como una
novedad entre las tradicionales formas de organización política de las naciones; y no
los tuvo, por una parte, porque celoso de su norma de conducta, no quiere ni
debe juzgar de las transformaciones sociales que cada pueblo establezca e imponga en
su propio territorio, dándose el sistema político que más cuadre con sus
aspiraciones y experiencia…
Nuestra inquebrantable finalidad, como nación que convive con otros países, es la de
estar en paz y concordia con todos los pueblos de la Tierra, cooperar con ellos dentro
de las normas más amistosas; no intervenir, ni ideológicamente, en sus debates y
conflictos interiores; tender nuestra mano fraternal en sus dolores; hacer más
fácil y equitativo nuestro comercio internacional95.
Por su parte, los periodistas mexicanos responderán a sus homólogos
norteamericanos y al Departamento de Estado sobre la cuestión de Nicaragua96. Un
“El fantasma del bolcheviquismo tiene inquieto al gobierno de Estados Unidos”, Diario Latino
(10735), San Salvador, 8 de diciembre de 1926, p. 1. Mayúsculas en el original.
93
94
Ibíd., p. 8.
95
Richard C. Macías, op cit., pp 147-148.
En una nota publicada en el periódico El Día, señala que los principales periódicos mexicanos, a
través de sus editoriales, condenan la actitud de Estados Unidos en las cuestiones nicaragüenses y, a la
96
42
ejemplo de esa disputa periodística fue una nota publicada en noviembre de 1926 en la
que según el periódico salvadoreño La Prensa, el diario mexicano Excelsior, a través de
un editorial, declaraba que “los Estados Unidos se hallan alarmados por la supuesta
intervención de México en los negocios de Centroamérica, como si ellos no hicieran
otro tanto”97. Según el cablegrama, el editorialista sostiene que dichas acusaciones son
para desconcertar al gobierno de México. Esa acusación, sobre el supuesto intento
mexicano de llevar el comunismo a Centroamérica, siguió latente a tal punto que existió
una presión de financistas y banqueros estadounidenses por decretar un boicot
comercial a México, situación que para algunos redactores hubiese tenido
consecuencias desastrosas, incluso más que una intervención armada98.
Sin duda, la etapa más tensa del conflicto ocurrió entre noviembre de 1926 a
marzo de 1927. Luego de ese periodo, las relaciones diplomáticas entre ambas naciones
empezaron a establecerse. Un vocero de la Casa Blanca anunciaba “que el Gobierno de
México dejaba de confiscar las propiedades estadounidenses en ese territorio” 99. Vale
señalar que la situación interna mexicana se complicaba para el gobierno callista, pues
dentro de sus fronteras se desarrollaba una contrarrevolución: la guerra de los cristeros.
Si bien es cierto era fundamentalmente rural, ya para los primeros meses de 1927 su
cobertura aumentó hacia las ciudades más importantes.
vez, condenan las objeciones que Estados Unidos hace a México por la intervención imaginaria en
Nicaragua: “precisamente cuando los Estados Unidos han intervenido la política de México y otros
países latino-americanos. Los mismos editoriales refieren que las intrigas del gobierno de Washington
han causado varias revoluciones”. Véase: “La prensa mejicana comenta la Actual Actitud de los Estados
Unidos”, El Día (2177), miércoles 24 de noviembre de 1926, p. 1.
“Estallará la guerra entre México y los Estados Unidos”, La Prensa (4505), lunes 22 de noviembre de
1926, p.1.
97
“Los Norteamericanos han decretado boycot financiero contra la R. Mexicana”, La Prensa (4577),
sábado 19 de febrero de 1927, p. 1.
98
99
“Calles ha cedido un poco”, La Prensa (4612), lunes 21 de marzo de 1927, p. 1.
43
Finalmente, en abril de 1927, México llegaba a un acuerdo con Estados Unidos
respecto a la controversia causada por la Legislación Petrolera y la Ley Agraria 100. Para
Gregorio Selser, Calles pactaría con el Departamento de Estado sin traicionar las
reivindicaciones primarias del pueblo mexicano, logrando un respiro de paz y
tranquilidad, al menos en el orden de las relaciones exteriores101. En definitiva, en abril
iniciaría la estabilización de la relación diplomática entre ambos países. A finales de
1927, con Dwight Morrow de embajador, el Tribunal Supremo mexicano había
declarado anticonstitucionales dos artículos de la Ley de petróleo. Sin embargo, las
discusiones Morrow-Calles no lograron solucionar ninguno de los grandes problemas,
“pero consiguieron acuerdos que permitieron un modus vivendi que duró una década”102.
Ahora bien, frente a todo el problema entre Estados Unidos y Mesoamérica
durante 1926 y 1927, cabe preguntarse qué sucedía con la prensa e intelectualidad
salvadoreña: ¿Existió algún vínculo entre El Salvador y México? A juzgar por las
fuentes consultadas para el presente estudio, puede afirmarse que al menos sí existió un
seguimiento periodístico al distanciamiento diplomático entre Estados Unidos y
México, y al apoyo político que las autoridades mexicanas brindaron a los liberales
nicaragüenses.
Respecto a la relación entre El Salvador y México contra Estados Unidos, en la
segunda década del siglo XX existió un precedente. Después de la firma del Tratado
Bryan-Chamorro, en 1914, las relaciones entre el gobierno mexicano y el salvadoreño se
fortalecieron. Al primero, bajo el mandato de Venustiano Carranza, le interesaba
ampliar y consolidar sus relaciones con los países del sur, pues, era una respuesta a la
fuerte presión de Estados Unidos. Por su lado, el gobierno salvadoreño, presidido por
Carlos Meléndez, entabló una demanda contra Nicaragua en la Corte Centroamericana,
ya que veía afectada la soberanía nacional frente a la concesión del Golfo de Fonseca,
“Prácticamente México llega a un completo acuerdo con los Estados Unidos”, Diario Latino (10829),
sábado 2 de abril de 1927, p. 6.
100
101
Gregorio Selser, Sandino: General de los hombres libres, op cit., p. 96.
102
Federico G. Gil, Latinoamérica y Estados Unidos: dominio, cooperación y conflicto, op cit., p.111.
44
tal como se establecía en el Tratado Bryan-Chamorro. De ahí entonces que el gobierno
salvadoreño buscara aliados en la región, puesto que para los políticos
denntroamericanos la amenaza trascendía a El Salvador e implicaba un peligro regional.
Finalmente, Nicaragua rechazó la resolución de la Corte Centroamericana. Carlos
Meléndez estrechó los lazos diplomáticos con Venustiano Carranza, incluso brindando
armas para la defensa mexicana:
El 16 de marzo de 1917, el barco La Bonita zarpó del puerto mexicano de Salina Cruz
con destino a Acajutla, en donde recogió un millón de cartuchos proporcionados por
El Salvador a los constitucionalistas […] con este apoyo militar el país centroamericano
contribuía a que México resistiera el embargo de armas que la administración Wilson
impuso en junio de 1916103.
Con este antecedente en El Salvador, algunos intelectuales destacados de la
época guardaban simpatía con México. Una prueba de esa admiración se encuentra en
el discurso de bienvenida que brindó Lázaro Mendoza, Vicepresidente del Ateneo de El
Salvador, al Ingeniero Julio Madero, Ministro Plenipotenciario de México en El
Salvador, en ocasión de su ingreso al Ateneo en el año de 1926. Mendoza exalta a
México como un exponente digno de hidalguía y civismo, hace un resumen de las
principales figuras de la historia mexicana y sus principales hazañas. A mi juicio, toda la
admiración de ese gremio intelectual puede resumirse en el siguiente párrafo:
Vuestras ideas, al rededor de un ideal patriótico, ajenas a los compromisos, afectos y
prejuicios, para conquistar el ideal que embargó vuestro espíritu de adolescente, hasta el
grado de exponer nuestra vida para derrocar la tiranía en vuestro país son dignas de loa;
y es propicio, en este instante, que yo me refiera, aunque someramente, por la índole de
este trabajo, a los paladines, algunos de ellos apóstoles, que predicaron el evangelio de
la libertad en un pueblo que, como Méjico –me ufano en decirlo- ha sabido colocar en
todos los tiempos, el pendón de sus libertades tan alto, como su hermoso cielo, en
donde el águila caudal, como un símbolo, lo recorre de uno al otro confín104.
J. A. Serrano en Xiomara Avendaño Rojas, “Al lado o enfrente del Imperio. La diplomacia de
Nicaragua, México y El Salvador ante el Tratado Bryan-Chamorro”, op. cit., p. 162.
103
Lázaro Mendoza, “Discurso de bienvenida por el socio de número Dr. Lázaro Mendoza
“Vicepresidente de “El Ateneo”, Revista Del Ateneo de El Salvador (103), San Salvador, enero 1926, p.
4082 .
104
45
Efectivamente, la admiración hacía México radica en la Constitución de
Queretaro, así como en el compromiso de solidaridad y autodeterminación nacional
reflejado en las relaciones diplomáticas antes expuestas. En
ese
sentido,
debe
recordarse que durante sus primeros años, la Revolución Mexicana estubo envestida de
un nacionalismo revolucionario que, como se verá en el próximo capítulo, estaba
inspirado en tres grandes campos: el agrarismo, el sindicalismo y el educacional, este
último liderado por José Vasconcelos. En esa línea, las palabras del Ministro Madero al
aceptar ser socio del Ateneo de El Salvador deja claro el componente patriótico
mexicano: “¿Qué es lo que buscamos en México? En primer lugar, hacer patria, y en
seguida, hacer que esa patria no tenga por límites las riberas del Suchiate, sino que
llegue en sus confines hasta el Cabo de Hornos”105. Más adelante agrega:
Somos el producto de la fusión de dos civilizaciones, cada una de las cuales nos ha
dado sus mejores dones; somos hijos de nuestros libertadores y de nuestros héroes, y
como ellos tenemos que luchar, no ya para conquistar nuestra independencia, sino para
conservar el hermoso legado que nos dejaron. Luchar, porque ningún derecho nos es
concedido si no lo conquistamos por la fuerza ni podemos disfrutar de él sino
combatimos para sostenerlo; luchar, porque nunca los poderosos han permitido que
los débiles se fortalezcan, temerosos de su nuevo poder. Luchar en el campo de la
ciencia y de las artes, en el terreno político y social. Cada paso que damos en la senda
del progreso nos acerca más a la meta y mejora de nuestras condiciones para cumplir
con nuestra misión. Cada individuo que liberamos de las garras del analfabetismo será
un nuevo elemento que se una a nosotros para trabajar por el engrandecimiento de
nuestra América. Cada lazo que atemos entre nuestros pueblos hará más firme nuestra
posición y cada muestra de solidaridad, será una prueba de que comprendemos nuestra
fuerza y vemos, con los ojos del espíritu, nuestro glorioso futuro, pues no en vano
nuestro bendito suelo ha sido purificado por la sangre de tantos héroes y de tantos
mártires106.
En otras palabras, la Revolución Mexicana ofrecía un avance y una nueva forma
de hacer política en la región, fomentando un nacionalismo verdaderamente autónomo.
Se trató, pues, de un impulso por alcanzar una democracia, es decir, un Estado de
Derecho y el desarrollo de todos los aspectos de la sociedad: políticos, económicos,
“Recepción solemne del Excmo, señor Ministro de México, Ingeniero Sr. Madero, y de su Secretario
Sr: Cicero y del doctor Augusto Castro, en “El Ateneo de El Salvador”, Revista Del Ateneo de El Salvador
(103), San Salvador, enero 1926, p. 4081.
105
106
Ibíd.
46
sociales y culturales. En palabras de José Vasconcelos, dictadas en los Estados Unidos
en el año 1926, solamente a través de la democracia se resolverían todos los problemas
del subcontinente: “ningún otro sistema de gobierno ha probado ser exitoso en ningún
otro lugar”107. De ahí entonces que el pensador mexicano afirmara: “primero debemos
tener una democracia, ya que sólo a través de ella podemos alcanzar el progreso
social”108.
En resumen, el proyecto mexicano que tanta atención causó se debe a que
significó un esfuerzo por construir el país y el subcontinente desde lo propio y desde
los parámetros liberales que, a mi juicio, encajaban muy bien con las reformas acaecidas
en El Salvador durante el último cuarto del siglo XIX, esto es, “un cambio estructural
del país, de inventar, modelar o crear –si se quiere– un nuevo país de acuerdo con los
importantes cambios ideológicos y políticos que se estaban realizando en Europa y en
América”109. Vale mencionar que dentro de los receptores del discurso del Ministro
Madero, se encontraban personalidades del mundo intelectual salvadoreño, periodistas
y escritores que nueve meses más tarde formarían la Liga Antiimperialista de San
Salvador. Entre estos destacaban Miguel Pinto, director de Diario Latino y futuro
presidente de la Liga en mención.110 De igual forma, participaban en dicha agrupación,
en calidad de socios honorarios, personajes que al siguiente año formarían parte del
nuevo gobierno encabezado por el Dr. Pío Romero Bosque 111. En el Cuadro Nº 2, a
107
José Vasconcelos, La otra raza cósmica, Editorial Almadía, Oaxaca, 2010, p. 91.
108
Ibíd., p. 100.
Roberto Valdés Valle, El liberalismo político de finales del siglo XIX, en El Salvador: Historia mínima,
Secretaría de Cultura de la Presidencia de la República, San Salvador, 2011, p. 48.
109
Es importante destacar que entre el público también se encontraba el General Maximiliano
Hernández Martínez, miembro de la directiva saliente y que tres años más tarde sería presidente del
Ateneo y posteriormente, en 1931 a través de un Golpe de Estado, sería nombrado Presidente de El
Salvador, con quien iniciaría el ascenso del militarismo en el país. Véase: “Labores del Ateneo”, Revista
Del Ateneo de El Salvador (103), San Salvador, enero 1926, p. 4090.
110
Véase: “Socios honorarios”, Revista Del Ateneo de El Salvador (103), San Salvador, enero 1926, p. 4093.
Entre la nómina de socios honorarios cooperadores internacionales se encontraban José Vasconcelos y
el también mexicano Gral. Félix Nieto.
111
47
continuación, se presentan los nombres de los socios honorarios del Ateneo de El
Salvador para el año 1926. De igual manera, en el cuadro N°3 se muestra la nómina de
la nueva junta directiva del Ateneo.
Cuadro N° 2
Socios honorarios del Ateneo de El Salvador en el año de 1926
Socios Honorarios
Dr. Alfonso Quiñónez Molina
Dr. David J. Guzmán
Don Francisco Gavidia
Dr. David Rosales h.
Dr. Salvador Rivas Vides
Dr. Juan Francisco Paredes
Dr. Alonso Reyes Guerra
Dr. Miguel Tomás Molina
Dr. Francisco Vaquero
Dr. Pío Romero Bosque
Dr. Víctor Jerez
Don José E. Suay
Don R. Mayorga-Rivas
Dr. Carlos Bonilla
Lic. Antonio Hernández y Ferrer (México)
Dn. Miguel Pinto
Fuente: Elaboración propia con base en: “Socios honorarios”, Revista Del Ateneo de El Salvador, (103),
San Salvador, enero 1926, p. 4093.
Cuadro N° 3
Nueva junta directiva del Ateneo de El Salvador
Cargo
Presidente
Vicepresidente
Primer vocal
Segundo vocal
Tercer vocal
Síndico
Tesorero
Secretario
Prosecretario
Bibliotecario
Director de la revista
Redactores
Nombre
Ing. y General Don José María Peralta Lagos
Dr. Lázaro Mendoza
Dr. Victorino Ayala
Ing. Don José A. March
Don Tomás Cabrera R.
Dr. José Belisario Navarro
Dr. Rosalío Acosta Carrillo
Don Rafael García Escobar
Don Juan Felipe Toruño
Dr. Miguel Pavía
Dr. Francisco A. Funes
Don Luis A. Agurto y Dr. Doroteo Fonseca
Fuente: Elaboración propia con base en: “Junta Directiva del Ateneo para 1926”, Revista Del Ateneo de
El Salvador (103), San Salvador, enero 1926, p. 4091.
En síntesis, la influencia ideológica de la Revolución Mexicana en los procesos
políticos de la región, está marcada por la regeneración institucional y cultural. De ahí el
48
interés por reconstruir las relaciones comerciales, siempre en el terreno capitalista pero
sin ceder privilegios a Estados Unidos.
Sin lugar a duda, la actitud mexicana frente a la situación nicaragüense fue un
gran aliciente para la prensa salvadoreña. Como se verá en el segundo capítulo, son los
directores y redactores de algunos periódicos salvadoreños quienes, durante 1926 y con
más beligerancia a partir de noviembre de ese año, mantienen una postura firme y
solidaria con Nicaragua versus Estados Unidos y sus grandes empresarios.
4. “Patria y libertad”: Lectura periodística salvadoreña sobre el alzamiento y
resistencia armada del General Augusto C. Sandino
En el presente apartado se analizará el alzamiento y surgimiento del “General de
hombre libres”, Augusto C. Sandino. Para aproximarse a esa eclosión política se debe
partir de abril de 1927, fecha que registra la llegada de Henry L. Stimpson, delegado
personal del Presidente Cooligde, para mediar y darle solución a la guerra
constitucionalista. Sin embargo, es oportuno hacer una síntesis del tránsito y bagaje
político y social que acumuló el patriota nicaragüense previo a enfrentar a la potencia
norteamericana. De igual forma, conviene hacer una reseña de su planteamiento
político de soberanía nacional.
Ciertamente, Sandino cristalizó la lucha contra Estados Unidos entre los años
1927 y 1933, hecho que marcó la década de los años veinte en América. Dicha razón
explica el interés por señalar los comentarios que suscitó la rebelión de Sandino en la
prensa salvadoreña. Evidentemente, sólo se abordarán los primeros meses de la guerra
que encabezó el caudillo liberal por razones de delimitación del presente tema de
investigación.
4.1 Itinerario y formación del patriota Sandino
La formación política del patriota, puede afirmarse que se fundamentó en
México, puesto que radicó tres años en dicho país (1923-1926). La importancia de
mostrar ese dato reside fundamentalmente en el contexto en el cual se movió el
caudillo, es decir, el México revolucionario. Dicha oportunidad, a nuestro parecer, tuvo
49
un peso indiscutible en su proyecto político. Para Volker Wünderich, biógrafo de
Sandino, esa experiencia “le abrió el horizonte, sin el cual no hubiera sido posible que
desempeñara su papel internacionalmente famoso de nacional-revolucionario y
luchador por la liberación de su país”112.
Ahora bien, a diferencia de otros personajes antiimperialistas de los años veinte
del siglo pasado, con Sandino resulta difícil establecer un seguimiento preciso a su
pensamiento político, pues no se caracterizó por dejar escritas, de manera sistemática,
las ideas que nutrieron su sistema ideológico. Según Sergio Ramírez, las principales
formas de expresión del pensamiento del caudillo nicaragüense son: a) a través de sus
cartas a políticos, colaboradores en el extranjero, representantes suyos, redacciones de
periódicos y amigos; b) manifiestos y proclamas; c) comunicados, boletines y partes de
guerra; d) relatos autobiográficos; e) entrevistas de prensa concedidas a periodistas
extranjeros113.
No obstante, pese a esa falta de sistematicidad en el pensamiento de Sandino,
autores como Jussi Pakkasvirta señalan al menos cinco tradiciones presentes en sus
ideas: “1) el anarquismo, 2) el espiritualismo, la masonería y la teosofía, 3) el
comunismo racional, 4) el liberalismo y 5) el populismo. Sin embargo, todas estas
corrientes ideológicas en el pensamiento de Sandino estaban sometidas al patriotismo y
al antiimperialismo, es decir, al nacionalismo como un instrumento de la soberanía” 114.
Efectivamente, su lucha radicó en recuperar la soberanía nacional. Su inclinación nunca
fue por el socialismo. En 1933, en una entrevista que concedió Sandino al periodista
español Ramón de Belausteguigoitia, confirmó su interés por la autonomía
nicaragüense e hispanoamericana. Ante la pregunta del periodista sobre sus vínculos
con el comunismo, el patriota respondió:
112
Volker Wünderich, Sandino: una biografía política, IHNCA-UCA, Managua, 2010, p. 51.
113
Véase: Sergio Ramírez, Sandino: general de hombres libres, op. cit., pp. 7-8.
Jussi Pakkasvirta, ¿Un continente, una nación? Intelectuales latinoamericanos, comunidad política y las revistas
culturales en Costa Rica y en el Perú (1919-1930), op. cit., p. 91.
114
50
En distintas ocasiones se ha tratado de torcer este movimiento de defensa nacional,
convirtiéndolo en una lucha de carácter más bien social. Yo me he opuesto con todas
mis fuerzas. Este movimiento es nacional y antiimperialista. Mantenemos la bandera de
la libertad para Nicaragua y para toda Hispanoamérica. Por lo demás, en el terreno
social, este movimiento es popular y preconizamos un sentido de avance en las
aspiraciones sociales. Aquí han tratado de vernos, para influenciarnos, representantes
de la Federación Internacional del Trabajo, de la Liga Antiimperialista, de los
Cuáqueros. Siempre hemos opuesto nuestro criterio decisivo de que ésta era
esencialmente una lucha nacional. Martí, el propagandista del comunismo, vió que no
podía vencer su programa y se retiró115.
En esa línea, el impacto que generó la Revolución Mexicana en la gesta por la
soberanía nacional que abanderó Sandino es incuestionable. En otras palabras, la
repercusión mexicana marcó el ideario y la línea política de la guerra de liberación
nacional que el patriota emprendió. A juicio de Wünderich, toda esa influencia se
reflejaría en tres grupos de ideas: el indohispanismo, las demandas sindicales del
movimiento obrero y finalmente, el espiritismo y espiritualismo 116. Con toda esa
influencia, en mayo de 1926 ante los hechos políticos que ocurrían en Nicaragua,
Sandino renunció a la Huasteca Petroleum Company para regresar a su patria e incorporarse
al bando liberal. En la entrevista antes citada, el futuro líder del antiimperialismo
rememora las meditaciones que lo orientaron a volver:
Esta misma intervención −nos ha dicho− ha sido causa de que los demás pueblos de
Centroamérica y México nos odiaran a nosotros los nicaragüenses. Y ese odio tuve
oportunidad de confirmarlo en mis andanzas por esos países.
Me sentía herido en lo más hondo cuando me decían: “Vendepatria”, desvergonzado
traidor.
Al principio contestaba a estas frases que, no siendo hombre de Estado, no me
consideraba acreedor a esos títulos deshonrosos; pero después vino la reflexión y
comprendí que tenían razón, pues, como nicaragüense, yo tenía derecho a la protesta, y
supe entonces que en Nicaragua había estallado un movimiento revolucionario.
Ramón de Belausteguigoitia, Con Sandino en Nicaragua, Editorial Nueva Nicaragua, 2° edición,
Managua, 1985, p. 181. En el fragmento citado, Sandino hace referencia a Farabundo Martí, ícono
revolucionario salvadoreño que en esa época militó en el Partido Comunista mexicano y, al mismo
tiempo, formó parte del Estado Mayor del Ejército Defensor de la Soberanía Nacional (EDSN) y
secretario permanente de Sandino. Véase: Volker Wünderich, op. cit., pp. 244-245.
115
116
Véase: Volker Wünderich, op. cit., p. 52.
51
Trabajaba entonces en la Huasteca Petroleum Co., de Tampico; era el 15 de mayo de
1926. Tenía mis economías, que montaban a cinco mil dólares117.
Llegó a Nicaragua en junio de ese año. Se empleó en la mina de San Albino118,
departamento de Nueva Segovia, como administrador de bodega. En su camino a
Nueva Segovia pasó por León (baluarte del liberalismo nicaragüense y centro del
movimiento obrero), sin embargo, no tuvo eco en el aparato del partido liberal. Ya en
San Albino, utilizó la oportunidad para mostrar su experiencia sindical. Cuando la
guerra constitucionalista estalló, en el mes de agosto, tomó la iniciativa y constituyó una
tropa voluntaria para apoyar al bando liberal119.
En noviembre de 1926 Sandino libró la batalla de El Jícaro, el primer combate
de envergadura, del cual salió derrotado. Esa situación le obligó a entablar relación con
el cuartel general de los liberales para proveerse de armas y obtener respaldo político.
No obstante, tras ser un desconocido no le resultó fácil obtener un mando político. Fue
hasta después de largas conversaciones que Sacasa y su subsecretario de guerra, Arturo
Baca, se comprometieron a entregarle armas y nombrarlo Jefe Expedicionario de
Nueva Segovia. A pesar de cierta desconfianza, Baca quería aprovechar la tenacidad de
Sandino para reducir la presión que el ejército liberal tenía en la zona Atlántica120.
Es importante señalar, en ese contexto, que Sandino también buscó apoyo en el
General Moncada. Se entrevistó con él en Prinzapolka, en el mes de diciembre, pero el
General le negó ayuda militar. Según Wünderich, Moncada encontró en Sandino rasgos
comunistas121. En los meses siguientes, su tropa creció constantemente; y esa capacidad
militar y organizativa lo llevó al ascenso y grado de General.
117
Ramón de Belausteguigoitia, op. cit., p. 89.
La mina de San Albino era la empresa minera de capital norteamericano más grande en el norte de
Nicaragua. Véase: Volker Wünderich, op. cit., p. 69.
118
119
Ibíd., p. 70.
120
Ibíd., p. 72.
121
Ibíd., p. 73.
52
4.2 Del ejército liberal a la resistencia antiimperialista. Lectura de la prensa
salvadoreña del alzamiento de Augusto C. Sandino
En abril de 1927, Henry Stimpson, enviado especialmente de Washington, llegó
a Nicaragua para apaciguar el conflicto bélico. En los primeros días, Stimpson logró
que tres representantes de Sacasa llegaran a Corinto para iniciar las negociaciones. En el
mes de mayo, los Estados Unidos lograron que los bandos liberal y conservador
firmasen un armisticio. En concreto, el 4 de mayo, en la localidad de Tipitapa, el
General José María Moncada accedió a que Díaz continuara en la presidencia y aceptó
los términos de paz propuestos por Stimpson, entre los que destacaban: el desarme de
las fuerzas liberales y conservadores, y la entrega de las armas a los norteamericanos; la
realización de comicios en 1928 bajo la supervisión de Estados Unidos; la inclusión de
liberales en el nuevo gobierno, y la permanencia de los infantes de marina en el país
hasta la reorganización de una nueva Guardia Nacional. “Moncada firmó el Pacto del
Espino Negro (Acuerdo de Tipitapa) y puso fin a la guerra”122. De igual forma, el Pacto
desencadenó la lucha por el rescate de la soberanía y la dignidad nacional que encabezó
Sandino hasta 1933.
Entre el 8 y el 12 de mayo, el Consejo de generales liberales, con la ausencia de
Sandino, se reunieron y aceptaron las condiciones del Pacto, lo que implicaba el
desarme de sus tropas. Se emitió una amnistía general para todos los que habían
participado en la guerra. Sin embargo, “a los simples soldados se les envió en harapos
de regreso a sus casas, el General Moncada ascendió a caudillo máximo de la política
nicaragüense. Sus generales fueron “indemnizados” con puestos políticos y con
dinero”123.
Por su parte, el almirante Latimer, comandante de las fuerzas navales de Estados
Unidos en Nicaragua, realizó el desarme reuniendo 11,600 rifles y 303 ametralladoras.
Pese al acuerdo, en una circular dirigida desde Yalí, Jinotega, a las autoridades locales de
122
Ibíd., p. 78.
123
Ibíd.
53
todos los departamentos, el general Sandino comunica su determinación de no entregar
las armas: “Yo no estoy dispuesto a entregar mis armas en caso de que todos lo hagan.
Yo me haré morir con los pocos que me acompañan, porque es preferible hacernos
morir como rebeldes y no morir como esclavos”124.
En los días siguientes la situación bélica incrementaba. Los marinos
norteamericanos se hicieron cargo de la Guardia Nacional y Adolfo Díaz continuaría de
presidente hasta los próximos comicios. A finales de mayo, Sandino se declara en
rebeldía y le escribe a Moncada diciendo que pese a toda presión él no cederá, “creo
cumplir con mi deber y deseo que mi protesta quede para el futuro escrita con
sangre”125.
Mientras tanto en El Salvador continuaba el seguimiento al conflicto. El primer
periódico en publicar sobre la negativa de Sandino a claudicar fue Diario Latino. El 14
de mayo divulgó una nota que informaba sobre el pacto entre liberales, conservadores y
estadounidenses:
Moncada y todos los generales del ejército militar, con excepción d’ Sandino
telegrafiaron a Stimpson para manifestarle que aceptan las condiciones de paz.
Inmediatamente se procederá a la entrega de las armas de los liberales. Se asegura que
Sandino a la cabeza de 200 hombres, se dirigirá a Honduras. Se ignora el paradero de
él. Alrededor de 2,000 liberales rendirán sus armas126.
Por su parte, La Prensa publicó su primera nota relacionada con el General
Sandino hasta el 28 de mayo: “El general Cosme Sandino se negó a entregar las armas.
Actualmente se dirige a Honduras con 200 hombres y 400 mulas”127.
No obstante, la figura de Sandino seguía siendo poco conocida y no causaba la
exaltación que provocaría a partir de 1928. De hecho, en una nota, Diario Latino habla
con cierta desesperanza respecto a Sandino, como si también él fuese a entregar las
124
Sergio Ramírez, El pensamiento vivo de Sandino, op. cit., p. 79.
125
Ibíd., p. 85.
“Tildase de despiadada la política actual de la Casa Blanca en Nicaragua”, Diario Latino (10862),
sábado 14 de mayo de 1927, p. 1.
126
127
“Sandino no rindió sus armas”, La Prensa (4667), sábado 28 de mayo de 1927, p. 1.
54
armas: “los liberales y conservadores han entregado hasta la fecha de hoy: once mil
rifles, trescientas ametralladoras y seis millones de cartuchos. Cuando el contingente
bélico del general Sandino haya sido entregado, el desarme estará completo”128.
Durante el mes de junio, se registran muy pocas noticias sobre el conflicto
nicaragüense, y menos de Sandino. Básicamente todas las publicaciones sobre el tema
están relacionadas al Dr. Bautista Sacasa que emprendió un viaje por todo el continente
para explicar el caso Nicaragua-Estados Unidos. De hecho, se hicieron campañas para
recolectar fondos destinados a ese viaje. En El Salvador fue el periódico El Día quien
tuvo mayor participación en esa causa, y publicó casi a diario la nómina de
colaboradores129. A continuación, en el cuadro N° 4 se presenta la nómina de los
principales contribuyentes a esa empresa.
“Los liberales y conservadores continúan entregando sus armas”, Diario Latino (10873), viernes 27 de
mayo de 1927, p. 1.
128
Véase: “Nómina de contribuyentes pro gira de Sacasa”, El Día (2331), jueves 9 de junio de 1927, p.
1.; El Día (2332), viernes 10 de junio de 1927, p. 1; El Día (2334), lunes 13 de junio de 1927, p. 1; El
Día (2335), martes 14 de junio de 1927, p. 1; y El Día (2341), martes 21 de junio de 1927, p. 1.
129
55
Cuadro Nº 4
Nómina de contribuyentes pro gira Sacasa
Nombre
José Velado
Carlos Urquilla
Carlos V. Martínez
Gonzalo Amaya
Arturo H. Lara
A.C. Siliezar
Miguel Arrazola
Antonio Meza S.
Miguel Monterrosa
R. Arturo Toledo
Manuel Meléndez V.
J. Daniel Guzmán
Contribución (9 de Contribución (10 de Contribución (21
junio de 1927)
junio de 1927)
junio de 1927)
5
5
2
5
5
5
1
1
2
2
5
5
5
5
1
1
5
5
5
5
2
2
1
1
Total recolectado:
colones
de
5
5
5
1
2
5
5
1
5
5
2
1
42 Total recolectado (con Total recolectado (con
más donantes): 50 más donantes): 65
colones
colones.
Fuentes: (1) “Nómina de contribuyentes pro gira de Sacasa”, El Día (2331), jueves 9 de junio de 1927, p.
1.; (2) “Nómina de contribuyentes pro gira de Sacasa”, El Día (2332), viernes 10 de junio de 1927, p. 1;
(3) “Nómina de contribuyentes pro gira de Sacasa”, El Día (2341), martes 21 de junio de 1927, p. 1.
Es hasta los próximos días que Sandino vuelve al escenario político nicaragüense
e internacional. El primero de julio, Sandino redacta su primer manifiesto político en el
cual proclama su vocación patriótica, antiimperialista y latinoamericanista:
Los grandes dirán que soy muy pequeño para la obra que tengo emprendida; pero mi
insignificancia está sobrepujada por la altivez de mi corazón de patriota y así juro ante
la patria y ante la historia que mi espada defenderá el decoro nacional y que será
redención para los oprimidos. Acepto la invitación a la lucha y yo mismo la provoco, y
al reto del invasor cobarde y de los traidores a mi patria contesto con mi grito de
combate, y mi pecho y el de mis soldados formarán murallas donde se lleguen a
estrellar las legiones de los enemigos de Nicaragua. Podrá morir el último de mis
soldados, que son los soldados de la libertad de Nicaragua, pero antes, más de un
batallón de los vuestros, invasor rubio, habrá mordido el polvo de mis agrestes
montañas130.
Sin lugar a duda, con la evidente vocación patriótica expuesta en el anterior
extracto, la prensa salvadoreña y mundial empezaría a situar sus ojos en el próximo
130
Sergio Ramírez, Sandino: general de hombres libres, op. cit., pp. 88-89.
56
caudillo del subcontinente131. Así, el 21 de julio Diario Latino publicaba una nota
haciendo énfasis en el carácter heroico y patriota de Sandino:
Como resultado del combate que sostuvieron los patriotas nicaragüenses al mando de
Sandino, contra fuerzas superiores norteamericanas, en el que una cuadrilla de aviones
yanquis, mató a 300 patriotas, Sandino contra fuerzas norteamericanas superiores,
después de inaudita resistencia, remontóse a la montaña seguido de pocos hombres132.
Empero, también existieron notas que no eran tan alentadoras respecto a
Sandino. Un día antes de publicarse la cita anterior, El Día informó que Sandino había
perdido una batalla después de 17 horas de enfrentamiento, la batalla en cuestión era la
del Ocotal133.
Más allá del análisis político y militar que dan ambos periódicos, no puede
ocultarse que Sandino y su guerra de liberación empezaban a llenar las páginas de la
prensa salvadoreña y regional. Algunas de esas páginas tendrían más carácter
informativo, como parte del interés y seguimiento de todo el conflicto nicaragüense.
Otras notas constituían apologías para el revolucionario nicaragüense. Un buen ejemplo
lo representa un artículo de opinión publicado en la sección editorial de Diario Latino.
Su autor, el Conde Oroscolf, presenta al caudillo antiimperialista de la siguiente manera:
El héroe se manifiesta pujante y bravo, formidable y loco, hermosamente salvaje, en
sus riscos altaneros, en sus montañas impenetrables, arrastrándolo todo: las
inclemencias del tiempo y las traidoras venganzas de sus enemigos.
Augusto C. Sandino es el nombre del héroe. Pasará a la historia, su bravura, su rebeldía,
su obra de liberación, su hambre de justicia, le dan derecho a la inmortalidad134.
Para autores como Rafael Cuevas Molina, dado el posicionamiento liberal crítico de Sandino y el
liberalismo tradicional de los periódicos de la época, “diarios liberales a lo largo de todo el continente y
de España editorializan e informan sobre él.” Véase: Rafael Cuevas Molina, “Nación y nacionalismo
antimperialista en Centroamérica. Sandino y la nueva intelectualidad costarricense”, en Revista
Archipiélago, Vol. 17 (67), 2010, México D.F., p. 16.
131
132
“El último esfuerzo de un gran patriota”, Diario Latino (10919), jueves 21 de julio de 1927, p. 1.
Véase: “El General Sandino, sucesor de Moncada, empieza mal la partida, pues sus tropas han sido
dispersadas por los marinos yanquis”, El Día (2366), miércoles 20 de julio de 1927, p. 1.
133
134
3.
“La silueta de un héroe: Augusto C. Sandino”, Diario Latino (10948), sábado 27 de agosto de 1927, p.
57
En los siguientes meses seguirán apareciendo notas sobre el accionar y sobre la
vida de Sandino. En septiembre, por ejemplo, se publicó una reseña biográfica del
héroe135. De igual manera seguían las notas relacionadas a la lucha guerrillera
emprendida por él. En ese mes, el 2 de septiembre, se funda Ejército Defensor de la
Soberanía de Nicaragua (EDSN) y con ello se intensifica la ofensiva sandinista contra la
intervención yanqui136.
Entre 1927 y 1933, el EDSN libraría una desigual resistencia contra las fuerzas
invasoras de una de las naciones más poderosas del planeta. A fin de contrarrestar la
superioridad numérica y la capacidad técnica de los marines –quienes utilizaban uno de
los medios más avanzados de la época para combatir a los patriotas nicaragüenses: la
aviación−, el ejército sandinista cambió su estrategia militar. A partir de septiembre de
1927 abandonaron la concepción tradicional de la guerra convencional, desarrollando,
puliendo y perfeccionando la estrategia de una guerra de guerrillas que llegó a
convertirse en verdadera pesadilla para los soldados norteamericanos.
En definitiva, la lucha llevada adelante por Sandino comenzó a hacer eco a nivel
internacional a partir de 1928. En México, por ejemplo, la Liga Antiimperialista de las
Américas (LADLA) participó en la organización del Comité Manos Fuera de Nicaragua
(MAFUENIC). Dicha asociación se fundó en enero de ese año y se presentó
públicamente el 4 de febrero en el “Gran mitin contra el imperialismo yanqui, por la
liberación de Nicaragua y de toda América, por el triunfo de los mineros de Colorado,
por la libertad de Isidoro Azzario y contra la farsa panamericana en La Habana” 137.
Según Daniel Kersffeld, los principales propósitos del MAFUENIC fueron: 1) el envío
Véase: “Datos biográficos del Gral. Augusto C. Sandino, suministrado por un deudo cercano suyo”,
Diario Latino (10955), lunes 9 de septiembre de 1927, p.1.
135
Según Sergio Ramírez, el 2 de septiembre de 1927 se publicó el documento de organización del
Ejército Defensor de la Soberanía Nacional de Nicaragua, el cual contaba con 14 puntos entre los que
destacaba que dicho ejército estaba compuesto por liberales voluntarios nicaragüenses y de indohispanos; sin caer en una facción partidarista. Véase: Sergio Ramírez, El pensamiento vivo de Sandino, op.
cit., pp. 95-97.
136
Véase: Daniel Kersffeld, Contra el imperio: historia de la Liga Antiimperialista de las Américas, Siglo XXI
editores, México, 2012, p. 139.
137
58
de medicamentos y en general de auxilios médicos a Sandino; 2) hacer la propaganda
más amplia contra los procedimientos del imperialismo norteamericano en Nicaragua,
así como en los demás países latinoamericanos, y a favor de la lucha emancipadora de
Sandino138.
Por su parte, los antiimperialistas salvadoreños retomarán la figura de Sandino a
partir de los últimos meses de 1927. Es menester señalar el carácter liberal de la lucha
sandinista, carácter que comparte con las intenciones de la Liga Antiimperialista de San
Salvador. Es oportuno mencionar también que en el año de 1928 la red de apoyo a
Sandino, impulsada por el MAFUENIC, se extendió desde el centro de México hasta
América Central. En San Salvador, el contacto era el nicaragüense José de Jesús
Zamora; en Sonsonate participó como contacto Ramón Quesada; y en la ciudad de
Santa Ana, Alberto García139. Otros contactos en la región eran “Santos Sequeira, que
llevaba correspondencia desde Tegucigalpa, y el periodista estadounidense Carleton
Beals, a su vez en estrecha relación con José de Jesús Zamora, de El Salvador”140.
Zamora, como se estudiará en el próximo capítulo, fungió como primer vocal de la Liga
Antiimperialista de San Salvador; también como Venerable Maestro de la logia
masónica Excelsior 17 Nº 3141, entre 1927 y 1928.
Conclusiones
A lo largo de este capítulo se mostró el impacto que tuvo el conflicto
constitucionalista nicaragüense y la segunda intromisión norteamericana en Nicaragua
durante el siglo XX. En ese sentido, se expuso cómo esa invasión gestó –y en algunos
casos consolidó– sentimientos antiimperialistas en amplios sectores de la población
latinoamericana, incluso antes de la aparición en escena de Sandino.
138
Ibíd.
139
Ibíd., p. 146.
140
Ibíd.
“Venerables Maestros de la Respetable Logia Excelsior 17 N°3”, Shittah, Edición Especial
Conmemorando los 100 años de vida de la RLS Excélsior (143), Año XLV, enero-abril, 1982, p. 18.
141
59
De igual manera, se intentó evidenciar la posición política que asumió la prensa
salvadoreña frente a los principales hechos políticos que ocurrieron en Nicaragua
durante los dos años que comprende el presente estudio. Ciertamente se encuentra una
reacción antiimperialista en el desempeño de la prensa local; en ese sentido, conviene
señalar que no es una reacción uniforme, sino que cada periódico consultado tiene sus
matices. Ello depende de la línea editorial de cada impreso, unos más a favor de la
legitimidad democrática nicaragüense y de la región, tal el es caso, a nuestro parecer, de
El Día y La Prensa, mientras que Diario Latino, por su actitud más beligerante, puede
afirmarse que se mantuvo más decantado por la facción liberal del conflicto
constitucionalista.
Por otra parte, se puede concluir que un actor que tuvo especial papel en el
citado conflicto fue México. Ahora bien, a mi juicio, la disputa mexicana y
estadounidense respecto a Nicaragua estuvo marcada por los intereses económicos y
políticos que Estados Unidos tenía sobre México. En otras palabras, el meollo del
problema se encontraba en el subsuelo mexicano, en la necesidad de salvaguardar las
inversiones petroleras y mineras de empresarios yanquis. Efectivamente, la
Constitución de Querétaro de 1917 atentaba contra empresas −la mayoría propiedad de
capitalistas estadounidenses− que se lucraban en territorio mexicano. En este sentido,
el asunto de Nicaragua fue un aliciente para la política exterior norteamericana en su
afán de custodiar lo considerado como su patio trasero y la hegemonía en el continente.
Ahora bien, a partir de esa hegemonía que buscaba afianzar Estados Unidos, se
puede concluir que su política expansionista generó un proceso de radicalización en la
postura antiimperialista del sector intelectual salvadoreño, entiéndase periodistas con
vocación liberal. En un primer momento su lucha política se centró en contra del
General Emiliano Chamorro. Luego evolucionó hasta centrarse en contra del gobierno
de Estados Unidos y los financistas de Wall Street. Sin duda, como se verá en el
próximo capítulo; fue el desembarco de marinos en 1926 lo que radicalizó el
pensamiento antiimperialista, al menos en los liberales salvadoreños, y constituyó un
decisivo estímulo para la formación de la Liga Antiimperialista de San Salvador.
60
Finalmente, la retórica antiestadounidense fue una caracterización en la prensa
liberal de la época; pero sólo Augusto C. Sandino pasó del discurso a la resistencia
armada. Razón por la que fácilmente se convirtió en un símbolo de la rebeldía
antiimperialista. En ese sentido, puede afirmarse que, pese a las diversas influencias
ideológicas del caudillo, uno de los rasgos distintivos en su praxis política fue su
defensa a ultranza de la autodeterminación nacional. Esa fue su principal bandera de
lucha y la razón de su liderazgo. De ahí entonces, y a partir de las fuentes consultadas
en esta investigación, se puede concluir que no sea descabellado afirmar que la
Revolución Mexicana se constituyó como principal influencia en la utopía política del
proyecto que Sandino encabezó.
En síntesis, la importancia de este segundo capítulo responde a la necesidad de
identificar uno de los principales detonantes para la creación de la Liga Antiimpeiralista
de San Salvador, es decir: el conflicto y la invasión estadounidense en Nicaragua. En ese
sentido, como se verá en el próximo capítulo, su núcleo fundador compuesto por
escritores e intelectuales, de los cuales al menos 6 eran de origen nicaragüense, veían
con suma preocupación la pérdida de soberanía y del ideal liberal en los pueblos
centroamericanos. Como se verá en las próximas páginas, la caracterización que se hará
de la Liga de San Salvador, dará la razón a esta interpretación.
61
Capítulo II
Fundación y caracterización de la Liga Anti-imperialista de
San Salvador (1926 -1927)
“La permanencia de las tropas yanquis en Nicaragua no sólo atenta contra la soberanía e independencia de ese
país, sino de todas las otras cuatro repúblicas. Lanzar a los marinos, es conquistar la emancipación de los
trabajadores centroamericanos. Una unión estrecha de los antimperialistas centroamericanos, una unión
económica y política, la soñada UNIÓN DE MORAZÁN, debe ser la tarea inmediata...
La Sección Centroamericana de la Liga Antimperialista tiene un trabajo arduo que desarrollar. En manos de
ella está la verdadera orientación del movimiento, la emancipación política y económica de las cinco repúblicas.
Hemos perdido una escaramuza en la lucha, pero no estamos derrotados. Adelante, y que la traición de
Moncada sea una ALERTA para el futuro ¡Organicémonos, y el triunfo será nuestro!”1
Introducción
En este segundo y último capítulo se pretende mostrar el ideario y la actuación
de la Liga Anti-Imperialista de San Salvador. En ese sentido, es importante dejar claro
que sólo se hará el estudio de su etapa fundacional, es decir, entre noviembre de 1926 a
diciembre de 1927.
Ciertamente, el título del capítulo establece el eje principal de la presente
investigación, empero para comprender todo el entramado y la membresía
antiimperialista de la época es necesario conocer todo el entorno teórico, político y
social en el cual se desenvolvió. Evidentemente la situación en Nicaragua, como se
presentó en el capítulo anterior, fue un detonante para la cohesión de diversos actores y
asociaciones que buscaban enfrentarse a la política intervencionista e imperial de
Estados Unidos. De igual manera, otras intervenciones económicas o políticas por
parte del país norteamericano en el subcontinente contribuyeron al crecimiento del
sentimiento solidario y antiimperialista de la región.
“Nicaragua”, El Libertador (12), Vol. II, 1 de junio de 1927, p. 5. Disponible en:
http://ru.ffyl.unam.mx:8080/jspui/handle/10391/914. El Libertador, órgano de la Liga
Antiimperialista de las Américas (LADLA) fue una revista editada en la Ciudad de México entre 1925 y
1929. Los directores de la revista fueron: Úrsulo Galván, Enrique Flores, Salvador de la Plaza, Diego
Rivera y German List Arzubide. Entre sus principales colaboradores destaca Julio Antonio Mella.
Disponible en: http://ru.ffyl.unam.mx:8080/jspui/bitstream/10391/914/2/el_libertador_cuadernillo.pdf
1
62
En específico, este capítulo pretende trazar el derrotero del movimiento
antiimperialista en sus primeros dos años de funcionamiento. Es necesario señalar que
se trata de una organización poco estudiada hasta el momento, ya sea en términos de su
labor política, como sus principales ideas y dirigentes. En resumen, se hará una
reconstrucción histórica de la fundación de la Liga Antiimperialista de San Salvador
desde una visión analítica; para ello el capítulo se ha estructurado en cuatro partes.
En la primera, se hará una exposición de las principales corrientes que marcaron
el debate antimperialista de la época. Es importante elaborar este marco teórico puesto
que nos aproximará a las probables intenciones políticas e ideológicas que movieron al
grupo fundador de la Liga Antiimperialista de San Salvador. La segunda parte, abordará
el surgimiento del movimiento antimperialista en América Latina, es decir, se analizará
las dos principales corrientes: comunista y reformista; representadas en la Liga
Antiimperialista de las Américas (LADLA) y la Alianza Popular Revolucionaria
Americana (APRA), respectivamente. Si bien es cierto, ya en la primera parte el lector
se encontrará con una aproximación hacía ambas organizaciones, en esta segunda
interesa exponer su desenvolvimiento en el escenario político mundial, es decir, interesa
mostrar la praxis política de ambas instancias. En un tercer acápite se presenta una
reseña y análisis del primer congreso mundial antimperialista, celebrado en Bruselas,
Bélgica; su importancia radica en que marcó la ruptura definitiva entre las dos
organizaciones antes mencionadas. El cuarto y último apartado está relacionado
propiamente con la Liga Antiimperialista de San Salvador: su fundación, caracterización
y sus principales actividades. En tal sentido, se intentará demostrar la filiación liberal de
la organización capitalina, así como las principales corrientes que influyeron su ideario.
De igual manera, en este apartado se presenta una breve exposición de la liga comunista
salvadoreña.
Ahora bien, antes de pasar a los resultados de la investigación, conviene hacer
una distinción en el uso de algunos términos. Ello con el objetivo de no causar
confusión en el lector. Como se mostrará en las siguientes páginas, las dos corrientes
antimperialistas citadas arriba estuvieron presentes en El Salvador; por esa razón, se
63
llamará a lo largo del capítulo a la Liga Antiimperialista de San Salvador: liga liberal; y a
la otra corriente: comunista o cominternista.
1. Corrientes y debate sobre el antimperialismo yanqui en América Latina entre
1920 a 1930
En este primer apartado se expondrán las principales ideas que sustentaron el
debate teórico y político utilizado para encarar el expansionismo estadounidense en
América Latina. Para una mejor aproximación a todos esos argumentos
antiimperialistas rastreados en la segunda década del siglo pasado, se han aglutinado
dichas ideas y concepciones en cuatro grandes corrientes: arielista, cominternista o
socialista, nacionalista revolucionaria y la unionista.
Es ineludible señalar que en cada una de las opciones antiimperialistas que se
muestran a continuación, a excepción de la primera, converge más de una postura. Para
el caso cominternista, se expone el debate de la Internacional Comunista y su estrategia
frentista para encarar el avance imperial estadounidense; asimismo, se explica el
socialismo latinoamericano que planteó José Carlos Mariátegui. Respecto a la corriente
nacionalista revolucionaria, se muestran el planteamiento que sustentó la Revolución
Mexicana así como las ideas de José Vasconcelos y Víctor Raúl Haya de la Torre.
Finalmente, en la corriente unionista se muestra el andamiaje centroamericano que se
elaboró a partir de dicha filiación; en ese sentido, es importante señalar que su
construcción tuvo como basamento el arielismo de José Rodó.
No está demás recalcar la importancia de dicho marco teórico previo al abordaje
de la Liga Antiimperialista de San Salvador, pues la comprensión de todas esas
corrientes sustenta la complejidad que implica entender las ideas y las proyecciones
políticas de los protagonistas del movimiento antiimperialista salvadoreño. Por otro
lado, tener claro el mapa teórico permitirá al lector comprender las diferencias entre las
organizaciones antiimperialistas que coexistieron en El Salvador. Asimismo, permitirá
conocer los diversos matices que empaparon a cada una de estas organizaciones.
64
1.1 José E. Rodo y el arielismo: reacción al modelo cultural norteamericano y
búsqueda de identidad en lo latinoamericano
A inicios del siglo XX la búsqueda de la identidad latinoamericana se
incrementó. Muchos intelectuales, escritores y periodistas de la época se sentían
amenazados ante el positivismo que había caracterizado la última mitad del siglo XIX.
Como respuesta surgieron una serie de pensadores con una clara apuesta antipositivista:
Antonio Caso y José Vasconcelos en México; Manuel Ugarte y José Ingenieros en
Argentina; Manuel González Prada, en Perú y José Enrique Rodó en Uruguay.
Precisamente una de las nuevas corrientes que más impacto generó fue la que
fundó Rodó: el arielismo. Su novela, Ariel, publicada en 1900, fue considerada como un
llamado a la reflexión a la juventud de América Latina para rescatar su propia identidad.
De ahí entonces que el arielismo haya sido vinculado con el antimperialismo. Ariel
sintetiza los valores del espíritu frente a un Calibán del norte (emblema de la
civilización materialista) que con sus prácticas utilitaristas había olvidado la formación
integral del ser humano. En otras palabras, Ariel sirvió a los intelectuales
latinoamericanos, preocupados por la creciente influencia y presencia norteamericana
en la región, para definir, diferenciar y defender la Patria Grande. En palabras de Jussi
Pakkasvirta, Rodó logró generar un sentido de identidad en el subcontinente:
El idealismo arielista elevó esta utopía continental a un nivel ético y cultural; las
repúblicas hispanoparlantes no formarían en el futuro sólo la nación más grande del
mundo sino también la nación más civilizada y moralista. Sólo habría que unirse y
rechazar el materialismo y el positivismo anglosajones, ganarlos con las virtudes de la
espiritualidad latina2.
Es más, como señala Carlos Beorlegui, Rodó, a través del Ariel, dibuja de
manera ejemplar el cambio de paradigma del pensamiento latinoamericano que implicó
el tránsito de siglo:
El rechazo de la cultura española, a la que se le achacaba el retraso americano, y la
admiración hacia los Estado Unidos, da un giro importante hacia un rechazo de lo
Jussi Pakkasvirta, ¿Un continente, una nación? Intelectuales latinoamericanos, comunidad política y las revistas
culturales en Costra Rica y en el Perú (1919-1930), Academia Scientiarum Fennica, Finlandia, 1997, pp. 8384.
2
65
yanqui (los temores imperialistas quedan justificados) y un intento de revalorización de
lo hispano3.
Asimismo, en su obra Rodó realiza un llamado de atención sobre el vicio de ver
a las grandes potencias imperiales como paradigmas de salvación frente al atraso y
como camino de progreso. En ese sentido se desmarca de los planteamientos del siglo
XIX que veían en la tradición europea el “camino a seguir”. Su propuesta por alcanzar
una nueva cultura latinoamericana no se basó únicamente en obtener un desarrollo
económico, tecnológico o científico, sino en la creación de seres humanos. Para Rodó,
con ello se lograría un nuevo continente, una nueva América.
En conclusión, el arielismo significó un nacionalismo-continentalismo espiritual
e hispanista. Por otro lado, el peso intelectual de la citada corriente descansaba en su
antimperialismo (antiestadounidense). De ahí entonces que la repercusión que tuvo
propagó una de las corrientes antimperialistas más fecundas. Una muestra de esa
afirmación es el número de publicaciones (revistas) que emergieron entre las décadas de
1920 y 1930, las cuales asumían el nombre de la obra máxima de Rodó: Ariel. Un
ejemplo de esa recepción se muestra a continuación en el cuadro N° 1.
Carlos Beorlegui, Historia del pensamiento filosófico latinoamericano: una búsqueda incesante de la identidad,
Universidad de Deusto, 3ª edición, 2010, p. 373.
3
66
Cuadro 1
Proyección del Arielismo
Título
Ariel
Ariel
Ariel
Ariel
Ariel
Ariel
Ariel
Ariel
Ariel
Ariel
Ciudad, país y año
Asunción, Paraguay, 1924
Barcelona, España, 1946-48
Tegucigalpa, Honduras, 1925
Guayaquil, Ecuador, 1920
La Habana, Cuba, 1928-1929
Masaya, Nicaragua, 1932-33
Montevideo, Uruguay, 1930
Río Quarto, República de Argentina, 1926
San José de Costa Rica, 1939-42
Sonsonate, El Salvador, 1924-1925
Fuente: Teresa García Giráldez, La dicotomía imperialismo-antimperialismo en las redes intelectuales
unionistas centroamericanas (1890-1930), en Marta Elenas Casaús Arzú, El lenguaje de los ismos:
Algunos conceptos de la modernidad en América Latina, F&G Editores, Guatemala, 2010, p. 274.
Definitivamente, el pensamiento arielista se ocupó de reaccionar contra la
tendencia a imitar el modelo norteamericano y como búsqueda de la identidad en lo
propio. Dicha corriente representa la unidad continental por medio de vínculos de
tradición, raza, idioma e instituciones; pero también es una idea más elevada que la de
patria natal. Es la idea de América concebida como unidad grande e imperecedera.
1.2 Propuestas de corte marxista: el cominternismo soviético (acuerdos del V
Congreso del Comintern, 1924) y el socialismo de José Carlos Mariátegui
Entre otra de las corrientes antiimperialistas que circularon a lo largo del
continente americano se encuentra la cominternista, es decir, la corriente suscrita a la
Internacional Comunista (IC), cuya tradición se fundamentó en el marxismo-leninismo
que apadrinaba la Unión Soviética. Se trató de un ideario que se propagó a nivel
mundial y, a su vez, se alimentó de la premisa rusa de hacer la revolución socialista en
todo el planeta. En esa línea, se debe establecer que desde los primeros congresos de la
Internacional Comunista era aceptado que dicha instancia debía ser dirigida, tanto
institucional como teóricamente, por la experiencia rusa. En este sentido, a parte de
Lenin, otro de los teóricos comunistas con mayor influencia en este contexto fue
67
Zinoviev, quien ya en 1920 planteaba la importancia y necesariedad de los “soviets” en
la etapa de transición del capitalismo al comunismo total.
Bajo esos supuestos, el cominternismo planteaba que después de Rusia el
proceso revolucionario debía tener su continuación en todo el mundo, iniciando su
devenir en las potencias europeas, siendo Alemania la puerta de entrada. No obstante,
esta inicial seguridad acerca de las tesis sobre el proceso histórico mundial fue poco a
poco cediendo, pues en los países dependientes acaecían revoluciones con
características ajenas a la dinámica europea.
Precisamente desde el
V Congreso de la IC, llevado a cabo en Moscú a
mediados de 1924, se abrió el debate sobre el papel de las regiones coloniales y el
mundo periférico. En ese sentido, las representaciones de los países dependientes
dejaron sentado que muchos sectores organizados en las colonias no buscaba la
revolución mundial; más bien se encasillaban entre lo que se conoce como luchas
nacionales de liberación, en las cuales no sólo estaba implicada la clase obrera sino
otros actores: campesinos y cierto sector de la burguesía nacional. En otras palabras,
dicha postura dejaba entredicho que la revolución mundial no debía iniciar
necesariamente en Europa, ni que debía ser liderada exclusivamente por el
proletariado4.
En ese sentido, uno de los principales aspectos a destacar de ese V Congreso fue
la gestación del frente único antiimperialista. No obstante, dicha concepción de
unificación a nivel mundial frente al capitalismo, y su manifestación imperialista,
tampoco estaba exento de polémicas y discusiones. El planteamiento oficial del
Comintern prescribía que la clase obrera debía acaparar o guiar el proceso revolucionario
mundial y, por lo tanto, a todos los procesos revolucionarios en los distintos países. En
este sentido, la presencia de Víctor Raúl Haya de la Torre en el V congreso representó
una potencial discusión al respecto. El planteamiento del peruano consistía en la
instauración de alianzas estratégicas de distintos sectores para enfrentarse al imperio
Véase: Rodolfo Cerdas Cruz, La hoy y el machete: La Internacional Comunista, América Latina y la revolución
en Centroamérica, EUNED, San José, Costa Rica, 1986, p. 91.
4
68
estadounidense. Sin embargo, para la jerarquía comunista el tema de las alianzas era
visto como una mera herramienta coyuntural para lograr una situación revolucionaria.
Dicha posición cominternista a la larga engendró situaciones complicadas para caudillos
latinoamericanos como Augusto César Sandino, cuya lucha era eminentemente de
liberación nacional y no socialista5.
En fin, para el año 1925, en una reunión del Comité Ejecutivo Ampliado de la
IC, realizada del 25 marzo al 6 abril en Moscú, se replanteó la importancia de la
cuestión colonial y latinoamericana en el proceso del proletariado mundial. En ese
sentido, se resolvió que el campesinado debía sumarse al proceso antiimperialista. En
ese mismo marco se planteó que el Partido Comunista de los Estados Unidos debía
liderar la lucha antiimperialista en comunicación y coordinación con los movimientos
revolucionarios de los países dependientes de dicha potencia. Tal adhesión debía
concretizarse a través de la recién fundada Liga Antiimperialista (LADLA), cuyo
objetivo era apoyar y aglutinar a todos los movimientos nacionalistas revolucionarios,
campesinos y sindicales y “oponer una resistencia firme al imperialismo bajo
cualesquiera formas en que se manifestara”6.
Ahora bien, a partir de esa discusión, el “patio trasero” de la potencia
americana empezó a figurar en los organismos de la Internacional. Por ejemplo, en ese
mismo año, el representante cominternista mexicano, Bertrand Wolfe, informaba sobre
En 1929 Sandino realizó un viaje a México para solicitar ayuda política y armamentística al presidente
Portes Gil. Lo acompañaron en su viaje su Estado Mayor, constituido por Farabundo Martí
(salvadoreño), Rubén Ardila Gómez (colombiano) y Gregorio Gilbert (dominicano), entre otros. En ese
marco, el Partido Comunista Mexicano (PCM) le exigió, a través de Farabundo Martí, que tomara
posición respecto a la lucha que libraba en Nicaragua, si era “lucha nacional o lucha de clases”; a la vez,
fue duramente cuestionado por recibir ayuda del gobierno mexicano. Ante la firme postura del caudillo
nicaragüense, el PCM rompió relaciones con él e incluso lo acusó de corrupción. Véase: Volker
Wünderich, Sandino, una biografía política, op. cit., pp. 247-252.
En la misma sintonía, el órgano divulgativo del Partido Comunista de México, El Machete, en junio de
1930 publicó una noticia en la que acusaba al guerrillero nicaragüense de haber traicionado “a las masas
obreras y campesinas de su país y del continente y al movimiento antimperialista y revolucionario
mundial”. Véase: “La traición de Augusto C. Sandino”, El Machete (181), 9 de junio de 1930, p. 17.
5
6
Rodolfo Cerdas Cruz, op. cit., p. 112.
69
el proceso de bolcheviquización del Partido Comunista de México7. Una de las tareas
que se resaltaban era la creación e impulso que había protagonizado la Liga
Antiimperialista de las Américas (LADLA), misma que ya tenía sedes en muchos países
de la región. También se informaba sobre la edición del periódico El Libertador8, órgano
del frente único antiimperialista.
Ya para 1926 se otorgó una mayor importancia a la región. La estrategia era
apoyar cualquier movimiento revolucionario no importando su carácter ideológico u
objetivo inmediato, siempre y cuando el partido comunista implicado pudiera garantizar
la conducción de dicho proceso para beneficiar los intereses de la clase trabajadora. Sin
embargo, la presencia e influencia de la Internacional en América Latina,
particularmente en el sector sindical era bastante débil. En esa dirección se decidió
incrementar la presencia de dos instancias del Comintern: el Socorro Rojo Internacional
(SRI) y la Liga Antiimperialista de las Amércias (LADLA). El objetivo de ambos
organismos era apoyar los procesos específicos de cada país: la LADLA, por ejemplo,
apoyó la causa de Augusto César Sandino en Nicaragua; mientras que el SRI entabló
relaciones con El Salvador, con el movimiento liderado por Agustín Farabundo Martí 9.
En conclusión, previo al VI Congreso, América Latina seguía encasillada, junto a
las situaciones coloniales de oriente, como temas que “ayudaban” al proceso
revolucionario mundial. Pese a esa visión peyorativa hacia el subcontinente y en
específico a sectores como el campesinado, el antimperialismo cominternista logró su
cometido: se constituyó en una corriente de peso aplicándose como una entidad de
denuncia y movilización frente a los abusos del expansionismo estadounidense. En el
7
Ibíd., p. 114.
El Libertador fue el órgano y vocero de la Liga Antiimperialista de las Américas (LADLA). Según
Ricardo Melgar Bao, El Libertador abrió sus espacios a colaboradores que no eran militantes
cominternistas, aunque sí figuras intelectuales del amplio espectro antimperialista. Véase: Ricardo
Melgar Bao, “El universo simbólico de una Revista Cominternista: Diego Rivera y El Libertador”,
Revista Convergencia, Instituto Nacional de Antropología e Historia-Morelos, enero-abril del 2000 (21),
pp. 122-123.
8
9
Ibíd., p. 123.
70
caso de Centroamérica, la adscripción a las ligas antimperialistas se realizaron a través
de obreros, intelectuales y estudiantes; sin embargo, aparentemente carecieron de una
sólida estructura organizativa. Probablemente sus limitantes responden a la existencia
de otras opciones políticas antimperialistas como el unionismo, el nacionalismo o el
aprismo.
Otra de las vertientes del antiimperialismo de corte marxista es la que abanderó
José Carlos Mariátegui. Su producción teórica antiimperialista se enmarca,
principalmente, a partir de marzo de 1923, fecha en la que regresó del exilio al Perú. Es
en ese marco donde centra su labor de investigación utilizando el método marxista e
inicia con mayor peso su práctica política: dicta conferencias, imparte lecciones en la
Universidad Popular, escribe artículos, reflexiona sobre la situación mundial y estrecha
lazos con los sectores estudiantiles y obreros10.
A partir de 1926, año que interesa en el presente trabajo, emprende un intenso
cuestionamiento hacia el APRA de Haya de la Torre. Para 1927, el centro de la disputa
se hallaba en la diferencia que ambos pensadores tenían acerca de la situación peruana y
sobre el camino político que debían seguir para salir de esa coyuntura. Haya de la Torre,
desde una óptica más populista defendía una salida reformista. Por su parte Mariátegui,
desde su visión socialista, se inclinaba por una salida revolucionaria. En otras palabras,
la diferencia residía en el enfoque diverso con que analizaban la realidad peruana y
latinoamericana de la época. Haya sostenía que era necesario configurar una burguesía
nacional fuerte capaz de liderar el proceso de modernización del país y, a la vez,
dispuesta a independizarse del feudalismo interno y del capitalismo internacional. Para
ello era necesario un partido popular e interclasista liderado por la burguesía. Dicho
partido era el APRA11.
Mariátegui, en cambio, sostenía que la burguesía nacional no estaría nunca
interesada en realizar una transformación a fondo del país para conseguir una sociedad
Mario Oliva Medina, Dos peruanos en Repertorio Americano: Mariátegui y Haya, Instituto de Estudios
Latinoamericanos, Heredia, 2004, p. 18.
10
11
Carlos Beorlegui, op. cit., p. 459.
71
igualitaria. A nuestro parecer, esa concepción puede verse formulada en la disertación
ofrecida por Mariátegui en la primera Conferencia Comunista Latinoamericana
realizada en Buenos Aires, en junio de 1929. En ella Mariátegui arremete y demuestra la
desconfianza a la burguesía criolla. Así lo expresa nuestro autor:
¿Qué cosa puede oponer a la penetración capitalista la más demagógica pequeña
burguesía? Nada, sino palabras. Nada, sino una temporal borrachera nacionalista. El
asalto al poder por el antimperialismo, como movimiento demagógico populista, si
fuese posible, no representaría nunca la conquista del poder por las masas proletarias,
por el socialismo. La revolución socialista encontraría su más encarnizado y peligroso
enemigo –peligroso por su confusionismo, por la demagogia–, en la pequeña burguesía
afirmada en el poder, ganado mediante sus voces de orden12.
Por el fragmento citado, puede sostenerse que para Mariátegui sólo el
proletariado aliado con el indigenismo, y organizados en un partido socialista, sería
capaz de realizar la revolución que tanto necesitaba la sociedad latinoamericana. En ese
sentido, burguesía y pequeña burguesía nada tenían que ver con el nacionalismo, puesto
que ambas eran consideradas parte del proyecto imperialista. Sin duda, el
antiimperialismo mariateguiano estaba marcado por su filiación marxista; así lo expresa
el mismo autor: “somos antimperialistas porque somos marxistas, porque somos
revolucionarios, porque oponemos al capitalismo el socialismo como sistema
antagónico, llamado a sucederlo”13.
En conclusión, la influencia de Mariátegui en el campo intelectual
antiimperialista fue muy importante y digna de tener en cuenta. Sus principales aportes,
a nuestro parecer, se encuentran marcados por las referencias a la autenticidad del
pensamiento hispanoamericano; por su teoría y preocupación indigenista, por su
original forma de entender el socialismo, es decir, su heterodoxia marxista; finalmente,
por la conjugación de un nacionalismo con una clara visión continentalista.
12
José Carlos Mariátegui, Obra política, Ediciones Era, México D.F., 1979, p. 275.
13
Ibíd., p. 278.
72
1.3 Nacionalismo revolucionario: el caso de la Revolución mexicana y el
Aprismo de Víctor Raúl Haya de la Torre
El nacionalismo revolucionario es una filiación política ideológica que se
identifica principalmente con la Revolución Mexicana. Su impacto está ligado al texto
de la Constitución de 1917, la cual se caracterizó, tal como se expuso en el capítulo
anterior, por tener tres ejes esenciales: la recuperación de las riquezas del subsuelo para
la nación, educación para todos e inversión pública.
En efecto, algunos de esos elementos, sobretodo el primero, se identifican por
ser próximos a las demandas socialistas de la época; sin embargo, con una fuerte
desemejanza: el componente nacional. Evidentemente, dicha filiación es antimperialista
y antioligárquica, pero no abandona la idea de proyecto nacional configurado a partir de
la unidad de todos los grupos sociales. En palabras de Francisco Zapata: “en el
nacionalismo revolucionario no se puede encontrar el enfrentamiento de las clases
como motor del desarrollo social”14. Se trata, pues, de un proyecto que supone una
alianza de clases en la que el Estado se convierte en el eje central del desarrollo
capitalista y, a la vez, moviliza a los grupos populares para legitimar el proyecto.
Así, el planteamiento nacionalista revolucionario no es más que un proyecto
unitario de desarrollo nacional, caracterizado por ser integrador y antiimperialista. De
ahí entonces que las comunidades indígenas lleguen a formar parte de ese proyecto.
Ahora bien, una de los principales impactos del nacionalismo revolucionario mexicano
en el continente, y para el caso, en el movimiento antiimperialista, fue el proyecto
educacional, que no tenía más propósito que crear nuevos ciudadanos que asumieran y
fortalecieran el proyecto renovador mexicano. Importante papel jugó José Vasconcelos
en esta empresa.
En conclusión, la Revolución Mexicana si bien tuvo como reivindicaciones
ideológicas el agrarismo, el sindicalismo y la educación, partió de una concepción
nacionalista. En otros términos, buscó un proyecto patrio en el que los campesinos
14
Francisco Zapata, Ideología y política en América Latina, Colegio de México, México D.F., 1990, p. 17.
73
(muchos indígenas o de origen indígena) fuesen protagonistas. A partir de esa
aspiración político social, es fácil comprender la envergadura que los revolucionarios
mexicanos dieron a la educación, pues existía un alto índice de analfabetismo en ese
sector poblacional. Según Zapata, “la educación tenía como propósito formar una
conciencia revolucionaria en los niños y el sentido de pertenencia a una nación”15.
Asimismo, para construir el país era indispensable contar con una población formada
en la técnica, capaz de operar maquinaria y trabajar eficientemente la industria.
En ese sentido, no es nada casual que en El Salvador existiesen grupos de
intelectuales que aspiraran a lo mismo; es decir, a la construcción de un país ilustrado e
independiente en términos económicos y políticos. De igual manera, no es casual que la
intelectualidad salvadoreña viera en Vasconcelos el prototipo de pensador al que había
que aspirar. Un ejemplo de ese reconocimiento es una reseña sobre la Raza Cósmica,
publicada en la Revista Ateneo de El Salvador en abril de 192616. Otro buen ejemplo de
esa recepción salvadoreña respecto a las figuras mexicanas, y a la revolución misma,
ocurrió en julio de 1929, época en que México se encontraba a la puerta de comicios
presidenciales. En ese marco, José Vasconcelos corrió como candidato a la primera
magistratura. La lectura que hizo el sector estudiantil salvadoreño sobre ese hecho fue
publicado en el semanario Opinión Estudiantil. No cabe duda de que los estudiantes
veían con entusiasmo y admiración el proceso mexicano. A continuación un fragmento
de un artículo en el que señalan el avance democrático mexicano:
En este momento, México se agita en la fiebre de la política de elecciones. José
Vasconcelos, –ideólogo, literato, filósofo–, tiene perspectivas de llegar a la Presidencia.
Si hemos de creer las noticias que nos llegan, México da a América un ejemplo
tonificante de civismo17.
15
Ibíd., p. 129.
Es interesante destacar cómo finaliza la reseña o recensión mencionada. A continuación transcribo
un breve fragmento: “Y así, toda la obra está llena de bellezas y verdades contundentes que denuncian
el espíritu investigador del psicólogo y del crítico candente, que no teme decir la verdad, porque él es
como un apóstol que va por donde quiera con la guerra para infundir la paz”. Véase: “Notas
bibliográficas”, Revista del Ateneo de El Salvador (107-108), abril y mayo de 1926, p. 4194.
16
“Las próximas elecciones: Vasconcelos y Gómez Zárate”, Opinión Estudiantil (17), 6ª época, sábado 20
de julio de 1929, p. 1.
17
74
Más adelante, el editorialista de Opinión Estudiantil sentencia:
Se ve entonces en México algo completamente nuevo en esta América bárbara; los
propios electores –los campesinos, los agraristas, la clase media– hacen colectas para
sostener la campaña presidencial. No solicitaron los capitales de los ricos a cambio de
ofrecimientos. Es el propio pueblo el que mantiene los trabajos de su candidato18.
A partir del anterior texto, puede inferirse que uno de los referentes teóricos
primordiales del nacionalismo revolucionario es Vasconcelos. Las razones, a nuestro
parecer, radican en que el pensador fue el principal artífice de la revolución educativa y
cultural mexicana; y, a la vez, porque consideró la necesidad de unir toda Iberoamérica
para poder hacer frente al creciente monopolio que construía Estados Unidos.
Ahora bien, es importante citar al otro referente trascendental para tal filiación:
Víctor Raúl Haya de la Torre, creador de uno de los movimientos antiimperialistas
continentales más importantes de la historia: la Alianza Popular Revolucionaria
Americana (APRA). Efectivamente, entre 1924 y 1926, se fundó dicha organización, y
según la historiografía aprista fue en la Ciudad de México. Más allá de la fecha exacta, y
el debate acerca de su fundación, interesa saber sus fines políticos, que, a nuestro
entender, no era otro que formar una alianza latinoamericana a la que debían pertenecer
todos los grupos sociales latinoamericanos que directa o indirectamente sufrían por el
imperialismo. Según Jussi Pakkasvirta, “Haya hablaba del “frente único” de
intelectuales, obreros y las clases medias proletarizadas. En cada país habría que
organizar una célula aprista que siguiera el programa continental desde las condiciones
nacionales, aplicando el programa interior o mínimo del APRA”19.
En esa línea, a partir de 1926 el APRA inició un periodo de organización de
células y secciones en todo el continente. Respecto a Centroamérica, según Mario
18
Ibíd.
Jussi Pakkasvirta, Víctor Raúl Haya de la Torre en Centroamérica ¿La primera y última fase del aprismo
internacional, Ponencia presentada en el V Congreso Centroamericano de Historia, San Salvador, 2000, p.
4.Disponible en: http://hcentroamerica.fcs.ucr.ac.cr/Contenidos/hca/cong/mesas/cong5/docs/PPo18.pdf
19
75
Oliva20, la referencia de éstas era bastante difusa, lo más probable es que las células
apristas se iniciaran con el anuncio y presencia de Haya de la Torre en los países del
istmo, hecho que ocurrió hasta el año 1928. Su declive quizás estuvo marcado con la
partida del icono aprista en el mismo año.
Y es que en efecto, Haya de la Torre pasó por Centroamérica entre junio y
diciembre de 1928. Si bien es cierto, se conoce sobre su estancia en la región, pero muy
poco se conoce sobre la verdadera influencia que tuvo en el istmo. Para la historiografía
aprista, Haya vino a territorio centroamericano para apoyar la lucha de Sandino y unir
las organizaciones antiimperialistas latinoamericanas; sin embargo, su estadía no tuvo
ninguna acción concreta en ese sentido, de hecho nunca llegó a reunirse con el rebelde
nicaragüense.
Así, de Guatemala pasó a San Salvador donde dictó una serie de conferencias
antiimperialistas en la Universidad Nacional. De igual manera que en Guatemala, según
Ricardo
Argueta,
Haya
fue
deportado
de
El
Salvador
por
su
postura
antinorteamericana. Así lo indica Argueta:
El pensador visitó El Salvador en 1928, siendo recibido por una multitud de
estudiantes, encabezada por los dirigentes de Ageus… Haya de la Torre fue invitado a
dar una serie de conferencias, las cuales aprovechó para llamar a la juventud a luchar
contra el imperialismo, exhortando a los jóvenes a buscar la unidad latinoamericana. La
campaña de Haya de la Torre en El Salvador disgustó sobremanera al embajador de los
Estados Unidos, quien solicitó y obtuvo del doctor Pío Romero Bosque la expulsión
del intelectual suramericano y de otros prominentes apristas21.
Es interesante destacar el impacto que generó la visita del aprista en los
universitarios salvadoreños. En marzo de 1929, el semanario Opinión Estudiantil, después
de más de un año de ausencia volvió a editarse; es decir, reapareció como nueva época
y con un nuevo cuerpo editor, fungiendo como director el estudiante Alfonso
20
Véase: “Víctor Raúl Haya de la Torre” en Mario Oliva Medina, op. cit., p. 55.
Ricardo Argueta, “¿Quién manda en casa? Influencia norteamericana, antimperialismo y martinato en
El Salvador (1911-1944)”, Revista Estudios Centroamericanos, Vol. 63 (713-714), UCA editores, marzo-abril
2008, San Salvador, p. 172.
21
76
Rochac22. La importancia de señalar dicho dato reside en que en el primer número de la
publicación se ofrecía el mensaje que Víctor Raúl Haya de la Torre había dictado a los
estudiantes salvadoreños seis meses atrás. A continuación se extrae un fragmento de la
disertación:
Nuestra tarea común, ahora más que nunca, es la de organizarnos, disciplinarnos y
alistarnos conscientemente para cumplir nuestra gran misión de defensores de la
libertad de América Latina. ¡Aún tenemos tiempo!.... Nuestros pueblos todos están
despertando. La obra siniestra de quienes los han entregado parcial o totalmente a la
esclavitud ya ha sido descubierta. Lo urgente es unirnos y organizarnos para
defendernos de los traidores de la patria. Lo imperativo es comprender que solo la
organización y la disciplina podrán salvar a nuestros pueblos del caos a que se les
arrastra23.
Finaliza su intervención apelando a la Lucha por la libertad de la región y a
figuras libertadoras americanas, en este caso al padre de la independencia mexicana:
¡Adiós a todos! No olvidaré nunca que la juventud me acompañó hasta el último
momento. Así lo diré por el mundo. En la tribuna, en la prensa y en el libro yo clamaré
por la libertad de Centro América. Ayudadme y repitamos con Hidalgo, el padre de la
libertad mexicana: ¡Viva por siempre nuestra América, abajo los malos gobiernos!24
En general, las ideas de Haya de la Torre eran similares a las que propagaban la
mayoría de intelectuales progresistas de la época sin vincularse al comunismo
internacional. Básicamente las apuestas políticas se concentraban en la unidad
latinoamericana, la justicia social, educación para el pueblo y las masas obreras y la
alerta ante el peligro imperialista estadounidense.
Ahora bien, es interesante señalar que la conferencia fue dictada en septiembre
de 1928. Días después de su expulsión, se desató una gran polémica ante la salida de
Haya de la Torre y otros peruanos apristas de El Salvador. La controversia se originó en
Alfonso Rochac, en el año de 1926 ocupó la secretaría de estudiantes e intelectuales de vanguardia del
sector salvadoreño de la sección centroamericana de la Liga Antiimperialista de las Américas (LADLA),
organización vinculada a la internacional comunista. Dicha organización se abordará en la tercera parte
del presente capítulo.
22
“Mensaje de Haya de la Torre a la juventud estudiantil y obrera de El Salvador”, Opinión Estudiantil
(1), 6ª época, sábado 23 de marzo de 1929, p. 1.
23
24
Ibíd.
77
Costa Rica cuando Haya expuso que en El Salvador imperaba el terror; dicha expresión
tuvo impacto en la prensa salvadoreña, específicamente entre los periódicos El Día y
Patria. El último, dirigido por Alberto Masferrer, defendió la postura del aprista,
mientras que el primero asumió la crítica no sólo en contra del gobierno salvadoreño,
sino que se trataba de una afrenta hacia todo el pueblo25.
En resumen, ideológicamente Haya de la Torre pasó de una posición política
pro soviética a ser uno de los principales críticos en la intelectualidad latinoamericana.
Por citar un ejemplo de esa transición ideológica, en 1924 escribió un artículo sobre su
estancia en Moscú, así lo publicó en la revista costarricense Repertorio Americano: “Hace
20 días que vivo en Rusia, donde he encontrado la revelación de un mundo nuevo.
Puedo afirmarte que la revolución rusa es un hecho real, perdurable y firme”26. Para
fines de 1926, Haya percibe la magnitud de la lucha antiestadounidense en América
Latina distinguiéndola de las ligas antiimperialista, organización vinculada al
comunismo internacional. Ya para esos años su antieuropeísmo se dirigió contra el
bolcheviquismo y, evidentemente, la tutela que ejercía Moscú en el movimiento obrero
internacional27. Ahora bien, pese a todo ese viraje, es necesario reconocer que lo
fundamental del aporte aprista, y concretamente de Haya de la Torre al movimiento
antimperialista latinoamericano es que logró entender que la izquierda mundial,
especialmente la europea, sabía muy poco de la realidad latinoamericana.
La discusión sobre el aprista puede encontrarse en las siguientes fuentes: “Campaña contra El
Salvador”, El Día (2732), miércoles 17 de octubre de 1928, p.1.; “Comentarios: xenofobia y narcicismo
tico”, El Día (2733), jueves 18 de octubre de 1928, p.1; “Comentarios: la filosofía del silencio”, El Día
(2736), lunes 22 de octubre de 1928, p.1.
25
Víctor Raúl Haya de la Torre en Mario Oliva Medina, Dos peruanos en Repertorio Americano: Mariátegui y
Haya, op. cit., p. 49.
26
27
Ibíd., p. 52.
78
1.4 Unionismo: corriente antimperialista en Centroamérica
Como se expuso antes, en el siglo XX con la publicación del Ariel de José E.
Rodó inició un periodo de reivindicación identitaria en el continente. Dicha defensa se
dio en términos de lo propio, esto es: la raza, la cultura y la nación, frente a la
penetración agresiva de lo angloamericano. Esa protección se transformó en un tipo de
nacionalismo que en la región centroamericana se vinculó fuertemente con el
pensamiento unionista, cuya expresión política –de rechazo a las dictaduras y al
imperialismo que las apoyaba– representó “la tercera vía” que desplazó de la arena
política y social a los otros modelos que pugnaban por la hegemonía: el positivista y el
materialista.
Lo interesante de esta respuesta centroamericana es que el unionismo como
planteamiento político no se presentó como una postura pura, sino que fue
acompañada de otras corrientes que complementaron o reforzaron la concepción
antimperialista. En esa línea, para Teresa García Giráldez, el caso del arielismo vino a
reforzar la concepción unionista antiestadounidense de la época. Así lo define García
Giráldez:
El arielismo refuerza la categoría conceptual del antiimperialismo y de las relaciones
entre los pueblos, culturas y razas no subalternas. Es el fundamento de la antítesis a la
doctrina por el imperialismo o monroísmo, que producirá en América Latina
connotaciones ideológico-políticas –ismos diferentes: el aprismo, el cominternismo, el
socialismo utópico, el anarquismo, etc., con un marcado énfasis el unionismo
centroamericano espiritualista y vitalista.-28
De ahí entonces que las bases filosóficas e ideológicas del antiimperialismo
arielista centroamericano reposen en José Rodó, Rubén Darío, José Martí, Gabriela
Mistral y en una serie de pedagogos latinoamericanos cuyo magisterio defendió la idea y
la identidad nacional centro y latinoamericana, enfatizando en las historias patrias y en
la labor de los próceres que lucharon por la unión regional o continental29.
Teresa García Giráldez, La dicotomía imperialismo-antimperialismo en las redes intelectuales unionistas
centroamericanas (1890-1930), en Marta Elenas Casaús Arzú, El lenguaje de los ismos: Algunos conceptos de la
modernidad en América Latina, F&G Editores, Guatemala, 2010, p. 269.
28
29
Ibíd.
79
Ahora bien, en esa filiación unionista-antiimperialista con fuerte influencia del
arielismo, es clave señalar la figura de Froylán Turcios 30. A partir de 1922, dirigió desde
Honduras la revista Hispano-América, en la cual abordó temas como el de la Unión
centroamericana, la oposición raza latina-raza anglosajona y la crítica de los Tratados de
Washington31. Posteriormente, con su revista Ariel (1925-1928) Turcios se convirtió, a
nivel internacional, en uno de los principales defensores de la causa antimperialista
centroamericana. Asimismo, la importancia de Turcios en el terreno político-militante
fue trascendental. Se debe tener en cuenta que además de fungir como portavoz del
caudillo nicaragüense en la guerra liberacionista (hasta enero de 1928), fue un eslabón
entre el arielismo y el aprismo en el intento de enrumbar la lucha de Sandino de lo
militar hacia lo político. De hecho, Turcios fue nombrado miembro del APRA para que
influyera en Sandino y éste buscara una salida negociada con Estados Unidos,
transformando su ejército en partido político32.
Por otra parte, se debe recordar que los unionistas centroamericanos,
encabezados por el nicaragüense Salvador Mendieta, eran pacifistas y cuestionaban
abiertamente el militarismo, entre estos la revolución de Sandino. Evidentemente
compartían las causas del caudillo, pero no él método. Para Teresa García, los
unionistas temían a que la radicalidad de Sandino pusiera en peligro el antimilitarismo
unionista, “que fue también en cierta medida la causa de ruptura entre Sandino y
Turcios”33.
Froylán Turcios (1875-1943), escritor y periodista hondureño. Dirigente del movimiento
antiimperialista centroamericano. Apoyó la gesta del patriota nicaragüense, Augusto Sandino. Llegó a
ser su representante en el extranjero. Desde sus publicaciones realizó una férrea labor de defensa
nacional denunciando la política intervencionista implementada por Estados Unidos en la región
centroamericana y caribeña. Véase: Sergio Ramírez, El pensamiento vivo de Sandino, op. cit., pp. 99-103. Una
breve referencia biográfica de Turcios se encuentra en el Sistema Bibliotecario de la Universidad
Nacional Autónoma de Honduras (UNAH). Disponible en: https://www.unah.edu.hn/?cat=2877.
30
31
Teresa García Giráldez, op. cit., p. 273.
32
Ibíd., p. 281.
33
Ibíd., p. 279.
80
Ahora bien, en El Salvador también existió una corriente de pensadores
propiamente unionistas-antiimperialistas. Para agosto de 1927 se estableció una
organización basada en esa filiación, la cual se denominó: Grupo Nacionalista “La
Joven Centroamérica”34. Dicha asociación contaba entre sus fundadores a reconocidos
intelectuales y periodistas. A continuación, en el cuadro N° 2, se detallan los nombres y
profesiones de quienes firmaron su primer manifiesto.
Cuadro 2
Núcleo nacionalista la “Joven Centro América”
Comité de Relaciones del Núcleo Nacionalista “La Joven Centro América”
Nombre
Napoleón Viera Altamirano
Alfredo Parada
Salvador R. Merlos
Adán Funes
Alberto Masferrer
Francisco Morán
Profesión
Escritor y periodista (Fundador de El
Diario de Hoy)
Periodista (Jefe de redacción de
Diario El Día)
Abogado, escritor y periodista
(Miembro de la Liga Antiimperialista
de San Salvador)
Periodista
Escritor y periodista (Fundador en
1928 de Diario Patria)
Periodista
Fuente: Elaboración propia a partir del documento: “Manifiesto del Núcleo Nacionalista “La Joven
Centro América”, Diario Latino (10936), sábado 13 de agosto de 1927, pp. 1-2.
Dicha agrupación dejaba clara su postura antiimperialista en su primer
manifiesto. Es importante señalar que dicho documento iba dirigido a los “unionistas
centroamericanos”, a quienes, a su vez, llamaban: “compatriotas”. Regresando a su
preocupación ante la presencia intervencionista norteamericana, el documento
caracteriza al istmo centroamericano de la siguiente manera:
En el concepto de las naciones avanzadas del continente Centro América ha dejado de
ser una nacionalidad o un grupo de nacionalidades. Centro América es, para el criterio
“Manifiesto del Núcleo Nacionalista ‘La Joven Centro América’, Diario Latino (10936), sábado 13 de
agosto de 1927, pp. 1-2.
34
81
de los pensadores del mundo, una propiedad que el capital extranjero se apresura a
comprar o a tomar por las fuerzas de las armas…35
Más adelante, el manifiesto señala la situación política, económica y financiera de
la región, acusando la entrega de las aduanas centroamericanas a los intereses de
banqueros estadounidenses. Asimismo, señala las carencias y limitantes en el ámbito
social: educación, salud y vicios como el alcoholismo, entre otros. Finalmente, el
documento ofrece el plan de trabajo de la nueva agrupación; que en resumen tienen las
siguientes aspiraciones:
Poner en contacto todos los elementos pensantes de Centro América; poner límite al
incremento del alcoholismo, la prostitución y el juego; aconsejar la reforma hacendaria
de los cinco Estados y la organización de su crédito bancario; organizar la producción
agrícola e industrial como un medio de elevar las condiciones de vida a las masas
trabajadoras y abrir oportunidades a la acción de nuestro capital; adversar la
contratación de empréstitos extranjeros, entre otros36.
En definitiva, el documento plantea más proyecciones políticas, económicas y
sociales; sin embargo, a nuestro parecer, las antes citadas son las más importantes y las
que reflejan con mayor claridad la postura unionista y antiimperialista. Vale señalar que
dicho grupo siguió publicando artículos y comentarios; incluso a partir de septiembre
de 1927, “La Joven Centro América” llegó a tener un espacio quincenal en Diario
Latino.
En síntesis, la lucha unionista-antiimperialista planteaba una condición de
solidaridad contra los intereses foráneos que disolvían el espíritu de la nación
centroamericana en lugar de orientarlo a los fines de justicia. Por otra parte, el
antimperialismo unionista no tenía ninguna animadversión hacia el pueblo
estadounidense. En ese sentido, no es descabellado pensar en Alberto Masferrer, figura
unionista y antiimperialista, como una muestra de esa actitud asumida por todos estos
escritores respecto a Estados Unidos. Conviene citar un ejemplo de esa postura: el 4 de
julio de 1928, Masferrer escribió un editorial en ocasión de la celebración de la
“Manifiesto del grupo nacionalista La Joven Centro América”, El Día (2384), lunes 15 de agosto de
1927, p. 1.
35
36
Ibíd., pp. 4-5.
82
independencia estadounidense. En dicho texto, el pensador salvadoreño dejaba claro su
postura anti empresarial-norteamericana:
Así, el 4 de julo era el día de América, el día panamericano. Entonces no reinaba Wall
Street, ni los hombres del norte habían aprendido que las palabras internacionales
tienen dos usos, uno para decir y otro para hacer.
Ahora, el 4 de julio carece de significación fuera de los Estados Unidos, y hasta se nos
vuelve difícil no sentirlo como una fecha repulsiva, de recuerdo antipático. Porque la
nación que lo conmemora y festeja, no es ya para nosotros una esperanza, ni siquiera
una tranquilidad: es la conquista, es el menosprecio, es la absorción37.
Evidentemente, la postura masferreriana expresada en la anterior cita refleja que
su descontento radicaba más en contra de la política expansionista yanqui. Por otra
parte, dicha postura se acerca a la que asumieron los antiimperialistas liberales que
fundaron la Liga de San Salvador, aspecto que se abordará en el último apartado.
En conclusión, tal como se ha venido mostrando, las corrientes políticas
antimperialistas que prevalecieron en toda la segunda década del siglo XX en América
Latina, fueron: arielismo, unionismo, aprismo y cominternismo. Todas lograron
reforzar el pensamiento antimperialista centroamericano, cuyo uso descriptivo y
valorativo los define como términos condicionantes o complementarios.
Es importante señalar que la corriente antiimperialista cominternista, que
operaba desde la perspectiva de la lucha de clases como motor de la historia, fue
criticada duramente por las demás corrientes. En el caso de los unionistas, a juicio de
García Giráldez, plantearon que no servía de nada luchar contra el expansionismo
norteamericano para caer en un eventual expansionismo soviético38. En ese sentido, las
mayores críticas a las ligas antiimperialistas vinculadas con el cominternismo, se basaron
en que veían en el antiimperialismo norteamericano sólo una excusa soviética para
Alberto Masferrer, “Cuatro de Julio”, Patria. Artículos recopilados por Pedro Geoffroy Rivas, Editorial
Universitaria, San Salvador, 1960, p. 45.
37
38
Véase: Teresa García Giráldez, op. cit., p. 285.
83
extender el socialismo al resto del mundo, a través de los partidos comunistas presentes
en estos territorios como órganos de transmisión ideológica39.
Finalmente, para Teresa García, la adscripción de algunos centroamericanos a las
agrupaciones o células vinculadas a la Liga Antiimperialista de las Américas (LADLA),
resalta la presencia de tres tipos de antimperialismo: el marxista (cominternista), el
indoamericano y el unionista40. Por otra parte, puede afirmarse que en el periodo entre
1920 y 1930 se marcó una fuerte presencia del antiimperialismo unionista, no sólo
como un movimiento contrario el expansionismo estadounidense, sino como refuerzo
al proyecto integrador de la nación centroamericana.
Ahora conviene pasar al análisis del tema que más interesa a la presente
investigación: la fundación y caracterización de la Liga Antiimperialista de San Salvador.
Sin embargo, para su mejor comprensión, antes conviene dejar bien cimentadas las
diferencias entre las dos organizaciones que nutrieron a la mayoría de agrupaciones
antiestadounidenses en América Latina. Dicho esto, a continuación se presenta una
revisión de las particularidades de, y entre, la LADLA y el APRA.
2. Movimiento antiimperialista en América Latina: Liga Antiimperialista de las
Américas (LADLA) y la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA)
En primer lugar, para iniciar con el estudio sobre la fundación de la Liga AntiImperialista de San Salvador, se debe partir del contexto político y social a lo largo del
continente americano. Si bien es cierto ya se analizó la situación nicaragüense, también
se debe considerar otros hechos políticos que impulsaron la constitución de dicha liga.
En esa línea, es oportuno destacar la fundación de las organizaciones matriz del
movimiento antimperialista latinoamericano. Efectivamente, primaron dos grandes
corrientes antimperialistas: una vinculada a la Internacional Comunista, Comintern; es
decir, con una propuesta ideológica socialista; y otra con una fuerte tendencia
39
Ibíd.
40
Ibíd., p. 286.
84
reformista –en relación a la estrategia y los principios sostenidos por la Internacional
Comunista– para enfrentar al imperialismo estadounidense: la Alianza Popular
Revolucionaria Americana (APRA).
Respecto a la primera organización, la Liga Antiimperialista de las Américas
(LADLA), cuyos brazos llegaron a todo el continente, surgió como uno de los primeros
intentos del Comintern en su intención de crear una organización capaz de protestar y
denunciar la presencia colonial e injerencia de Estados Unidos en la región. De igual
manera, marcaron un claro sentido de filiación y respaldo a la Unión Soviética en sus
primeros años de revolución. Se trató, pues, de una estrategia frentista capaz de
aglutinar a todas las corrientes antiimperialistas de la época. En palabras de Daniel
Kersffeld:
A partir del V° Congreso (del Comintern) en 1924, es que pronto la Liga
Antiimperialista, como entidad periférica u organización de apoyo a los partidos
comunistas, se dio a la tarea de nuclear, principalmente, a aquellos representantes de las
burguesías progresistas que veían con preocupación el expansionismo colonial sobre la
región y que al mismo tiempo brindaban su apoyo al proceso revolucionario ruso. Así,
y en una organización que, por lo menos hasta fines de la década de 1920 evitó
aparecer públicamente como demasiado roja, se agrupaban en torno a ella artistas e
intelectuales y, junto a ellos, estudiantes universitarios, trabajadores urbanos y
dirigentes campesinos y agraristas los que, más allá de las diferencias, mantenían en
cambio un fuerte sentido de identidad y de pertenencia en común.41
En esa línea, desde principios de 1925, año de fundación de la LADLA en la
Ciudad de México, el movimiento antimperialista latinoamericano se fue suscribiendo
desde varias sedes en distintos países. Además de México, donde se encontraba la
sección central, se coordinó con la sección estadounidense. De igual manera, la Liga se
articuló en Argentina, Cuba, Brasil, Uruguay Chile, Puerto Rico, entre otros. El
Salvador no fue una excepción, tal como se verá el último apartado del presente
capítulo. Ya para finales de los años veinte, la estrategia frentista empezó un declive
generalizado por la radicalización de los partidos comunistas. Radicalización que
provenía como lineamiento político desde Moscú. En ese sentido, a partir de esa
Daniel Kersffeld, “La Liga Antiimperialista de Costa Rica: Una escuela de cuadros para el partido
comunista de Costa Rica”, Revista Estudios, Universidad de Costa Rica, (22), 2009, p. 106.
41
85
decisión se empezaron a desactivar las organizaciones que tenían como misión recabar
apoyos entre los grupos burgueses y las clases medias. Entrada la década de los años
treinta, se constituyó una nueva estrategia: frentes antifascistas42.
En resumen, la historia de la LADLA desde su fundación –finales de 1924 y
principios de 1925– hasta su desaparición, diez años después, no fue más que la historia
del movimiento comunista en ascenso. Se trató, pues, de una corriente antimperialista
cuya influencia o sustento teórico estaba basado en el marxismo-leninismo que,
ciertamente, fue más comprendido desde la praxis política que desde una producción
teórica, a pesar de que sus distintas filiales contaron con un medio impreso para
divulgar sus ideas.
La otra organización que ganó peso en el continente fue el APRA, encabezado
por Víctor Raúl Haya de la Torre. Es interesante señalarla, porque ambas
organizaciones contaron con adeptos en El Salvador. De igual forma que la anterior
organización, el movimiento político aprista surgió en la década de los años veinte.
Según su historia oficial, apareció también en México en diciembre de 1924, “cuando
los cinco puntos generales de su programa fueron enunciados: acción contra el
imperialismo yanqui; la unidad política de América Latina; la nacionalización de tierras e
industrias; la internacionalización del Canal de Panamá; finalmente, la solidaridad con
todos los pueblos y clases oprimidas del mundo”43.
Sin embargo, pese a la información que se conoce respecto a la fundación del
APRA, Kersffeld sostiene que existe un mito sobre su nacimiento. Según este autor, el
dato contrasta con las referencias históricas que permiten dar cuenta de su aparición
42
Ibíd., p. 106.
Víctor Raúl Haya de la Torre, El Antiimperialismo y el APRA, Fondo Editorial del Congreso del Perú,
Lima, 2010, p. 98. El Antiimperialismo y el APRA fue publicado originalmente en idioma inglés bajo el
título: “¿Qué es el A.P.R.A.?” en la revista londinense The Labour Monthly: A Magazine of International
Labour (12), vol. 8, diciembre de 1926, pp. 756-759. En 1936, fue publicado en castellano una versión
aumentada ya bajo el título: El Antiimperialismo y el APRA. Véase: Víctor Raúl Haya de la Torre, El
Antiimperialismo y el APRA, 2ª edición, Ediciones Ercilla, Santiago de Chile, 1936.
43
86
como núcleo constituido durante el periodo que va desde los últimos meses de 1926
hasta principios de 1927. Así lo señala Kersffeld en su investigación:
Según Pedro Planas, apenas en octubre de 1926 un grupo de cuzqueños residentes en
París y miembros de la AGELA (del que por aquel entonces también formaba parte
Eudocio Ravines) se reunió en un café con Haya de la Torre y dieron vivas al APRA y
América Latina. El 22 de enero de 1927, a menos de un mes de que comenzara el
Congreso, Haya los reunió nuevamente con el propósito de fundar oficialmente la
sección, que estuvo a cargo del propio Ravines44.
Pese a la posición ideológica que en un principio mostró el APRA, cercanas a
algunas ideas socialistas45, fue duramente cuestionado cuando su ideólogo, Haya de la
Torre, polemizó con las tesis leninistas sobre el imperialismo. Una de las principales
críticas al marxismo-leninismo era su eurocentrismo; de ahí entonces que para el
pensador aprista las consideraciones de Lenin funcionaban en los países
industrializados, pero en el espacio tiempo-histórico indoamericano todo era diferente.
Según Jussi Pakkasvirta, Haya afirmó que el capitalismo llegó a Indoamérica con el
imperialismo. Por lo tanto, “en su teoría sobre el imperialismo, este último era la
primera fase del capitalismo porque sólo después de la invasión del capital extranjero,
desde el fin del siglo XIX, el capitalismo pudo desarrollarse de verdad en América
Latina”46.
De hecho, para 1927 y 1928, sus ideas prosoviéticas mermaron para convertirse
al indoamericanismo, logrando una postura antieurocéntrica y, de paso, contraria a la
tutela que ejercía Moscú sobre el movimiento obrero latinoamericano. Dicha postura
serviría a los antimperialistas cominternistas y a los militantes comunistas para tildarlo,
al igual que a Sandino, como traidores nacionalistas o reformistas.
44
Daniel Kersffeld, Contra el Imperio: Historia de la Liga Antimperialista de las Américas, op. cit., p. 104.
Víctor Raúl Haya de la Torre viajó en el año de 1924 a Europa y llegó a la Rusia Soviética;
posteriormente entabló correspondencia con el Secretario de Asuntos Latinoamericanos del Comintern,
Alfred Stirner. Véase: Jussi Pakkasvirta, ¿Un continente, una nación? Intelectuales latinoamericanos, comunidad
política y las revistas culturales en Costra Rica y en el Perú (1919-1930), op. cit., p. 94.
45
46
Ibíd., p. 93.
87
Ahora bien, la ruptura entre ambas organizaciones se dio en el Congreso de
Bruselas de 1927. El punto de quiebre fue la Resolución sobre América Latina que
derivó del cónclave. Si bien dicha solución fue uno de los más importantes logros de la
LADLA en el sentido que concretó un frente con un buen número de organizaciones
políticas y sindicales, implicó al mismo tiempo la mayor disputa con el APRA, pues los
delegados de la última –Haya de la Torre y Eudocio Ravines– firmaron con reservas el
documento47.
En resumen, a partir de Bruselas inició una nueva relación para las dos
organizaciones antimperialistas más importantes del Continente. La cercanía con los
partidos comunistas terminó convirtiéndose en un eje diferenciador fundamental: “A
partir de ese momento, resultaba claro que Haya de la Torre optaba por la construcción
de un movimiento autónomo latinoamericano, sin ninguna intervención e influencia
extranjera”48; a diferencia de la LADLA que, pese a su negación, figuraba como una
creación de la Comintern.
Ahora bien, interesa conocer y comprender la ruptura entre la LADLA y el
APRA, puesto que la Liga Anti-Imperialista de San Salvador, de acuerdo a sus
documentos, y tal como se verificará más adelante, estaba más cercana ideológicamente
a la segunda. Esto a raíz del fuerte talante liberal de sus miembros fundadores y,
principalmente, por la afinidad de sus exigencias políticas. En ese sentido, antes de
pasar al estudio del tema que más interesa en esta investigación, conviene dejar bien
claro en qué consistió esa reunión antimperialista de Bruselas y cómo influyó a las
organizaciones antiestadounidenses salvadoreñas. A continuación se detallan algunos
aspectos del citado Congreso.
47
Daniel Kersffeld, Contra el Imperio: Historia de la Liga Antimperialista de las Américas, op. cit., p. 105.
48
Ibíd., p. 109.
88
3. Congreso de Bruselas: punto clave para la ruptura antiimperialista
Entre el 10 y 15 de febrero de 1927 en el Palacio de Egmont, Bruselas, se
celebró el Congreso Mundial contra el Imperialismo y la Opresión Colonial, cuyo
organizador fue Willi Münzerberg, creador de las organizaciones antimperialistas
periféricas. El objetivo del Congreso no era otro “que ampliar las redes de apoyo entre
los distintos continentes y vincular otras entidades que, como la Liga Antiimperialista
de las Américas, funcionaban de manera más bien autónoma con respecto a otros
frentes de lucha anticolonialista”49.
Ciertamente, el Congreso fue un hecho histórico para los movimientos
antimperialistas surgidos desde 1924 hasta esa fecha. Sin embargo, la participación de la
LADLA generó consecuencias en su frente interno. Su adhesión a los principios del
Comintern terminó por convertirse en el principal punto de ruptura con el APRA,
organización que a partir de ese momento se convertiría en la mayor opositora en la
disputa por la conducción del antimperialismo latinoamericano.
Según Daniel Kersffeld, en su acuciosa investigación sobre la historia de la
LADLA, ésta se adhirió al Congreso por medio de sus secciones de Argentina, Cuba,
México, Nicaragua, Perú, Panamá, El Salvador, Venezuela, Estados Unidos y del
Comité Continental de Organización. Como delegados de la Liga asistieron Julio A.
Mella (quien representó a las secciones mexicana, salvadoreña y panameña); Leonardo
Sánchez (Cuba); Gustavo Machado (sección nicaragüense); Víctor Raúl Haya de la
Torre (sección peruana y panameña); Carlos Quijano (sección venezolana), Eudocio
Ravines y Manuel Gómez (sección argentina y estadunidense, respectivamente)50.
Es importante señalar que en todos los países periféricos existía una lucha frente
a la ocupación extranjera. En el caso latinoamericano la reacción antiimperialista, como
se ha tratado de ir mostrando a lo largo del presente trabajo, se generó frente a las
49
Daniel Kersffeld, op. cit., p. 95.
Ibíd., p. 95. La delegación latinoamericana que asistió a Bruselas apareció publicada en El Liberador,
órgano divulgativo de la LADLA. Véase: “Las Resoluciones sobre la América Latina”, El Libertador
(12), Vol II, 1 de junio de 1927, p. 5.
50
89
prácticas que Estados Unidos realizaba en México y fundamentalmente en Nicaragua.
De hecho, el Congreso recibió apoyo político y económico de Plutarco Elías Calles,
quien le interesaba demostrar que tenía fuerza y respaldo frente a las ambiciones de
Estados Unidos. Según Kersffeld, el presidente mexicano propuso a su embajador en
Alemania, Ramón De Nigri, de muy buena relación con los comunistas, para formar
parte del Comité Organizador del Congreso51.
Efectivamente, el objetivo del cónclave era servir de punto de encuentro entre
todas las organizaciones antimperialistas y anticolonialistas del mundo52. Por su parte,
La LADLA, a través del órgano de difusión del Partido Comunista Mexicano, El
Machete, consideraba que la importancia de dicho evento radicaba en la unión del
movimiento antimperialista53. De igual manera, la liberal Liga Anti-imperialista de San
Salvador también consideró importante el mencionado Congreso. En el mes de
diciembre se publicó en Diario Latino una nota informativa sobre la próxima sesión de
la Liga en la cual solicitaba a sus miembros puntualidad, pues el objetivo de la sesión
era determinar quien sería delegado para la reunión antimperialista54.
Ahora bien, en el mes que se realizó el Congreso no se encontró alguna
comunicación de la Liga propiamente dicha sobre éste. No obstante, Diario El Día
51
Ibíd., p. 97.
Para La Chispa, órgano del Partido Comunista de Argentina, los objetivos del Congreso de Bruselas
eran: La organización del movimiento internacional contra la opresión en las colonias y el imperialismo
mundial, la coordinación de fuerzas para prestar apoyo moral y material a los pueblos y a las
organizaciones en lucha contra el imperialismo, el establecimiento de relaciones permanentes entre
todos los movimientos de liberación de las colonias y semicolonias con el movimiento obrero y
revolucionarios de las metrópolis. Véase: Ibíd., p. 96.
52
Para la dirección de la LADLA, en el Congreso de Bruselas se establecerían relaciones permanentes
entre todas las fuerzas que luchaban contra el imperialismo. Según Daniel Kersffeld, así lo indicó la
LADLA en El Libertador: “Las fuerzas antimperialistas del continente podrían llegar a un acuerdo sobre
la lucha antimperialista continental y unirían el movimiento de este continente al movimiento
internacional de los pueblos coloniales amenazados por el imperialismo y las grandes potencias”. Véase:
Ibíd., p. 96.
53
“Se recomienda para esta sesión una puntual asistencia, pues se tratará de acreditar al Delegado que
representará dicha asociación en el Congreso Anti-Imperialista que se reunirá próximamente en un país
europeo”. Véase: “Sesión de la Liga Anti-Imperialista, Diario Latino (10747), miércoles 22 de diciembre
de 1926, p. 1.
54
90
publicó un cable de México en el que señalaba el papel que desempeñó José
Vasconcelos durante su participación en Bruselas. Entre lo más importante del texto, a
nuestro parecer, es el siguiente extracto:
José Vasconcelos habló ayer en congreso anti imperialista en Bruselas a nombre de
América Latina, dijo: se ha desarrollado una larga lucha para sacudir la opresión local
en la América Latina, pero ahora nos encontramos frente a frente del imperialismo más
formidable que ha conocido la historia. Ese tremendo imperio ha sido constituido por
la audacia, el robo, la crueldad, la inteligencia y se ha convertido en un peligro para la
humanidad. El imperialismo norteamericano está plenamente desarrollado y podría
terminar matando nuestras almas aunque sosteniendo nuestros cuerpos porque estos
trabajos producen rendimiento55.
Retornando al estudio del Congreso, su Comité Organizador quedó integrado de
la siguiente manera: Münzerberg, Henri Barbuse, Hawaharlal Nehru, en tanto que de
América Latina participaron Ramón de Negri, José Vasconcelos, Manuel Ugarte, Luis
Casabona y César Falcón. Ugarte y Vasconcelos representaron el lugar preponderante
de los intelectuales en su apoyo a las luchas nacionalistas y anticoloniales. Por parte de
la LADLA, el único apoderado fue el periodista César Falcón (cofundador, junto con
José C. Mariátegui, de la primera célula comunista peruana)56.
Se debe señalar que fueron 164 delegados al Congreso, provenientes de más de
cien países coloniales y semicoloniales. A la vez, representaban una diversidad de
filiaciones ideológicas; se trataba, pues, de izquierdistas, socialdemócratas, nacionalistas
y liberales. Ahora bien, pese a algunas figuras reconocidas como comunistas, tal es el
caso de Julio Antonio Mella, no hubo nadie que representara oficialmente a algún
partido comunista. Sin embargo, para Kersffeld, a pesar de la discreción de los
comunistas para no alejar a los sectores más liberales, no fue suficiente para que las
organizaciones socialdemócratas boicotearan el Congreso acusándolo de ser una simple
estratagema por parte de Moscú57.
55
“Cable inalámbrico de Méjico”, El Día (2243), lunes 21 de febrero de 1927, p. 3.
56
Daniel Kersffeld, op. cit., p. 98.
57
Ibíd., p. 99.
91
En definitiva, la importancia del Congreso va más allá del momento histórico en
que se realizó, es decir, un claro aliciente para las luchas en contra del imperialismo y el
colonialismo. Sin embargo, para América Latina significó el culmen de la ruptura en el
movimiento izquierdista antimperialista, es decir, en la estrategia de frente único. Así,
para Kersffeld: “pese a los éxitos de la LADLA, una sorda disputa detrás de la escena
con el APRA marcaría los límites de la política del frente único y dejaría expuesta, por
primera vez de manera evidente, la lucha interna por la dirección del antimperialismo
en América Latina”58.
Por su parte, el comunismo latinoamericano mantuvo su vocación plural, tal
como lo mandaban los preceptos del V Congreso de la Comintern, es decir, que
mantenían abierta la posibilidad de trabajar con organizaciones cuyas corrientes
ideológicas estaban alejadas de Moscú; un caso concreto era el APRA. En ese sentido,
la lectura que realizaron algunos participantes sobre la presencia aprista en el Congreso
no fue otra que utilizar dicha asistencia para hacerse de legitimidad anticonolonialista en
detrimento de los comunistas, es decir, para ganarle adeptos a la LADLA.
Por otro lado, para efectos del presente estudio, interesa revisar la historia del
movimiento antimperialista argentino después de Bruselas, pues sus organizaciones
entraron en un duro debate. Conviene señalar el caso argentino puesto que un sector de
éste entablaría vínculos con el movimiento antimperialista salvadoreño a través de
Diario Latino y su director, Miguel Pinto. En ese sentido, la fuerte presencia comunista
de la LADLA y la existencia de una de sus nuevas filiales en Argentina dio motivos para
que Haya de la Torre le propusiera a Alfredo Palacios, presidente de la Unión
Latinoamericana (ULA), la conformación de una alianza estratégica.
Según Kersffeld, ese nuevo alineamiento entre la ULA y el APRA creó una
nueva división: con el giro aprista de la ULA y cada vez más enfrentado con su
presidente, Alfredo Palacios, Arturo Orzábal Quintana decidió emprender su propio
camino y, con un grupo de militantes antiimperialistas, fundó en mayo de 1927 un
58
Ibíd., p. 103.
92
nuevo agrupamiento político: la Alianza Continental (AC)59. Se trato de una
organización que mantuvo buenas relaciones con el Partido Comunista Argentino,
sobre todo en torno a la defensa de Moscú y del movimiento de Sandino en Nicaragua.
Pese a que no llegó a tener la importancia de otras organizaciones, su existencia sirvió
para dar cuenta de los reacomodamientos que cada vez con mayor intensidad se irían
produciendo durante los últimos años de la década en la izquierda local 60.
Si bien Alianza Continental se fundó en mayo de 1927, fue hasta agosto de ese
año que en El Salvador se publicó información sobre la nueva organización. El 26 de
agosto, Diario Latino publicó un editorial del periódico argentino La Prensa en la que
presentaba un resumen del manifiesto de la organización en cuestión. Junto a la nota, se
publicó también una invitación a Miguel Pinto para acuerpar dicho lanzamiento:
Buenos Aires, mayo de 1927.
–A Diario Latino. – San Salvador. C. A.
Distinguido señor:
Adjunto le remitimos el manifiesto de “ALIANZA CONTINENTAL”, institución
fundada recientemente por iniciativa del profesor argentino de Política Mundial, doctor
Arturo Orzábal Quintana, y cuya Presidencia Honoraria ha sido unánimemente
conferida a Manuel Ugarte, el noble luchador que tantos sacrificios ofrendara a la causa
de la soberanía latinoamericana.
Rogamos a usted tenga la bondad de dar la mayor difusión posible a este documento
básico, pues con ello contribuirá al más rápido desarrollo de la nueva conciencia que ha
de poner un dique, en nuestra América, al avance del imperialismo extranjero. Nos
sería grato, igualmente, recibir de usted una adhesión expresa a nuestros propósitos,
principios y programas61.
En resumen, lo que plantea el manifiesto, según el editorial de La Prensa, es un
proyecto político de unión latinoamericana contra todo tipo de injerencia, no
importando de qué potencia se tratase:
El programa de acción que preconiza la Liga es amplio y de vastos alcances, como que
tiende desde la efectiva independencia de algunas naciones de Centroamérica, que se
59
Ibíd., p. 126.
60
Ibíd., p. 127.
“La Alianza Continental ha sido fundada en Buenos Aires, R. A.”, Diario Latino (10947), viernes 26 de
agosto de 1927, p. 1.
61
93
encuentran con sus facultades soberanas limitadas, hasta la proclamación de un nuevo
derecho latinoamericano de no agresión, de no intervención, de no participación en los
conflictos suscitados entre naciones extranjeras; de reintegración de las Malvinas a
nuestro país, de todo aquello, en dos palabras, que reconozca la absoluta soberanía y la
integralidad territorial de las naciones latinoamericanas62.
Un día después, el 27 de agosto, Latino publicó el manifiesto completo de
Alianza Continental, el cual ciertamente expresa la propuesta de un nacionalismo
continentalista:
Tan sólo la unión espiritual, económica y política, organizada sin pérdida de tiempo
con un audaz criterio de nacionalismo continental, puede alejar la amenaza que se
cierne sobre nuestros países63.
Es interesante señalar el texto introductorio del Manifiesto que Diario Latino
redactó, el cual sostiene que se trata de una organización “para impulsar el desarrollo de
un nacionalismo integral de la América Latina”64. Y es que es entendible que el
periódico salvadoreño publicara dicho manifiesto, pues a pesar que Alianza Continental
tenía fuerte vínculos con el movimiento obrero argentino, su postura era más anti
políticas financieras norteamericanas y en pro de la soberanía de los países del
continente. En otros términos, estaba lejos de suscripciones a otra organización
antimperialista y menos al movimiento comunista internacional. Así lo refleja el
siguiente extracto de sus propósitos:
No nos mueven sentimientos de hostilidad hacia Estados Unidos ni hacia ningún otro
pueblo extranjero. El nacionalismo integral que auspiciamos como base de la futura
alianza de nuestros pueblos, es la condición previa de un aporte real, no ilusorio, de la
América Latina al progreso moral y jurídico del mundo. Sin la soberanía plena de todas
nuestras naciones, carecería de sentido o tornaríase peligroso para nosotros, el noble
lema de ‘América para la Humanidad’65.
62
Ibíd., p. 6.
63
“Alianza Continental”, Diario Latino (10948), sábado 27 de agosto de 1927, p. 1.
64
Ibíd., p. 1.
65
Ibíd., p. 4
94
En resumen, lo que Alianza Continental ofreció al movimiento antimperialista
de la región fue un nacionalismo continental basado en siete principios y en un
programa de catorce puntos. Aspectos que claramente compartían con los puntos del
ideario mostrado en el manifiesto fundacional de la liberal Liga Anti-Imperialista de San
Salvador: solidaridad con los pueblos del continente, independencia de puerto Rico,
supresión de la enmienda Platt, repudio al tratado entre Panamá y Estados Unidos y
repudio a la injerencia estadounidense en Nicaragua66.
Finalmente, el influjo que tuvo Bruselas en el plano centroamericano, a juicio de
Kersffeld, fue la consolidación de algunas secciones latinoamericanas de la LADLA,
entre éstas la de El Salvador:
Su fortalecimiento en la capital del país y en varias ciudades al interior fue resultado de
la campaña de apoyo sandinista, organizada en comités de campesinos y artesanos
dedicados a la recaudación de fondos y al reclutamiento de voluntarios para la guerrilla,
así como de las masivas protestas contra el imperialismo y el apoyo a distintas
empresas, una de ellas la revista El Grito de la Raza, virtual vocera de la sección, editada
por el exiliado nicaragüense José Constantino González67.
No obstante, por las fuentes consultadas para el presente trabajo, y como se
demostrará en el siguiente apartado, Kersffeld hace referencia en su investigación no al
sector salvadoreño de la sección centroamericana de la LADLA, sino a la Liga Antiimperialista de San Salvador, pues su descripción se asemeja a las labores que la última
publicaba en la prensa salvadoreña. Por otra parte, Constantino González fungió como
Secretario de la liga liberal al menos hasta 1927.
En síntesis, no se podrá entender todo el funcionamiento y la razón de ser de la
Liga Antiimperialista de San Salvador sin su contexto. Sin duda, la realidad
centroamericana influyó a su fundación, pero el contexto mundial y, primordialmente,
latinoamericano ayudo a legitimar las ideas y proyecciones que se gestaban en El
Salvador. En ese sentido, no cabe ninguna duda que las ideas más progresistas
circulaban de norte a sur teniendo eco en el centro del continente.
66
“Alianza Continental”, Diario Latino (10949), lunes 29 de agosto de 1927, p. 2.
67
Daniel Kersffeld, Contra el Imperio: Historia de la Liga Antimperialista de las Américas, op. cit., pp. 133-134.
95
Ahora bien, una vez expuesto todo el contexto político que envolvió al
movimiento antimperialista del continente, pasaremos al análisis de la Liga liberal de
San Salvador, su fundación, sus principios y sus actividades.
4. Caracterización de Liga Anti-Imperialista de San Salvador: ideario y
actividades políticas en el periodo fundacional
Para caracterizar a la liga de San Salvador se debe exponer en primer lugar las
razones que llevaron a su fundación. De igual manera, su caracterización obliga a
comprender cuál es su sustento teórico, es decir, su andamiaje ideológico. En ese
sentido, en esta última parte se pretende dejar claro bajo que preceptos o corrientes
antimperialista se fundó una organización fervientemente antinorteamericana;
asimismo, interesa mostrar las principales acciones que integraron la praxis política de
dicha entidad. Para lograr tal propósito, el presente apartado está constituido en tres
partes. La primera, expone propiamente datos acerca de su fundación; seguido, se
expondrá información sobre la el sector salvadoreño de la LADLA, estableciendo las
principales diferencias entre ambas organizaciones. Finalmente, se expondrán las
principales actividades de la Liga liberal.
Sin duda, como se ha venido mostrando, las ligas antimperialistas tuvieron un
gran auge en los años que comprende el presente estudio. Las campañas internacionales
en favor de la defensa de Nicaragua ante la invasión estadounidense incidieron en el
surgimiento de organizaciones de este tipo. Por otra parte, el movimiento obrero
internacional con la campaña a favor de la liberación de Sacco y Vanzetti 68, quienes
fueron ejecutados el 22 de agosto de 1927, fue, sin duda, otro factor que influyó en la
generación y crecimiento de dichas organizaciones. De igual manera contribuyó el
acercamiento de obreros con intelectuales progresistas. De ahí entonces la relevancia
Sacco y Vanzetti fueron dos anarquistas italianos que emigraron a Estados Unidos. Ambos
pretendían luchar contra el capitalismo desde el sindicalismo. A principio de los años veintes fueron
detenidos y condenados a muerte. La sentencia y la ejecución provocó movilizaciones a nivel mundial a
favor de sus derechos. Véase: “Sacco y Vanzetti víctimas de la plutocracia del mundo”, Diario Latino
(10950), martes 30 de agosto de 1927, p. 1.
68
96
del papel que jugaron las Universidades Populares a lo largo del continente; el ejemplo
más concreto y más exitoso de dicha alianza entre ambos sectores lo constituyen Perú y
Cuba69.
4.1 Fundación de la Liga Antiimperialista de San Salvador
Como se señaló antes, en América Latina el movimiento antimperialista empezó
a organizarse a partir de 1924, lo cual no excluye la existencia de asociaciones u
organizaciones predecesoras. En El Salvador una liga antimperialista fue fundada en
noviembre de 1926. Una de las principales razones de su fundación fue la preocupación
ante la política intervencionista estadounidense en Nicaragua. Para el historiador Carlos
Gregorio López Bernal, algunos de los fundadores de la Liga eran cercanos a las
organizaciones obreras, por ello sostiene que las acciones que desarrolló dicha
asociación estuvieron muy relacionadas con la Federación Regional de Trabajadores de
El Salvador (FRTS)70 y coadyuvaron a ganar adhesiones para la última71.
En concreto, el domingo 21 de noviembre de 1926, en casa del nicaragüense
Rosendo Argüello, se constituyó la Liga Anti-Imperialista de San Salvador cuyo
planteamiento principal era trabajar por los derechos de los pueblos de
Hispanoamérica. Así lo refleja la primera noticia acerca de su fundación:
En el caso de Cuba, según Daniel Kersffeld la creación de la Universidad Popular “José Martí”
(UPJM) en noviembre de 1923, posibilitó la imbricación cada vez más profunda entre dos movimientos
que paralelamente estaban inmersos en un proceso de radicalización: el estudiantil y el obrero.
Asimismo, la UPJM permitió recuperar el ideario martiano y dar paso a la conformación y dirección de
la Liga Antiimperialista. Véase: Daniel Kersffeld, De cara al sol, Editorial Historia, La Habana, 2009, pp.
11-12.
69
La Federación Regional de Trabajadores de El Salvador (FRTS), era una organización obrera creada
en 1924. Su interés primordial era la dirección y consolidación del sindicalismo salvadoreño. En
palabras de Miguel Mármol, la FRTS fue “el gran instrumento con que la clase obrera comenzaría a
darse su lugar en la historia salvadoreña”. Véase: Roque Dalton, Miguel Mármol: los sucesos de 1932 en El
Salvador, Ocean Sur, Colombia, 2007, p. 71.
70
Véase: Carlos Gregorio López Bernal, Tradiciones inventadas y discursos nacionalistas: el imaginario nacional de
la época liberal en El Salvador, 1876-1932, Editorial Universitaria, San Salvador, 2007, p. 193.
71
97
Dicha Liga, como se deja ver con el nombre, trabajará porque los derechos de los
pueblos hispanoamericanos, sean respetados por aquellos que tratan de exterminar la
tradición, las costumbres y hasta la vida propia de cada país.
Su extensión, abarcará toda la América Latina, creando asociaciones con idénticos
fines. Es tiempo ya de que los pueblos de habla española en América tengan una
manera defensiva de la garra sobornadora y exterminadora de otros países72.
Por otra parte, La Prensa también publicó, el mismo día, la noticia sobre la nueva
organización:
Desde un punto de vista muy elevado, se ha fundado en esta capital una Liga Anti
Imperialista, nombre que por el momento se le da, compuesto de personas que tratan
por medio de campañas espirituales, declarar una franca oposición a todo lo que llegue
del extranjero en forma de conquista, aunque sean pacíficas. El decir, una defensa de
los intereses latinoamericanos de las absorciones directas que ya en una forma o en otra
se proponen destruir nuestra tradición, nuestras leyes, nuestras costumbres, nuestros
procedimientos heroicos, y todo aquello a lo que tenemos absoluto derecho73.
Es interesante destacar que estas primeras palabras ofrecen elementos para
inferir que se tratará de una organización ligada a la corriente arielista o unionista, pues
el hecho de realizar campañas espirituales y el énfasis en la custodia de lo propio, deja
claro que su interés va orientado a defender la soberanía no sólo política y económica,
sino también moral y cultural. Por otra parte, es interesante destacar que en la
constitución de la Liga, sus fundadores plantearon que sus fines no estarían vinculados
a la política local, es decir, no se inmiscuirían en la realidad política salvadoreña.
Probablemente dicha aclaración fue necesaria puesto que alrededor de ocho fundadores
de la Liga eran de origen extranjero, específicamente nicaragüense74. Asimismo, el
impreso notifica la designación de la directiva provisional de la Liga, que a continuación
“Se funda una Liga Anti-Imperialista en esta capital”, Diario Latino (10720), martes 23 de noviembre
de 1926, p. 1.
72
73
1.
“Se ha organizado una Liga Anti-Imperialista”, La Prensa (4506), martes 23 de noviembre de 1926, p.
De hecho diez meses más tarde de constituida la Liga de San Salvador, se fundó en la misma capital
una organización denominada “Asociación autonomista nicaragüense”, cuyo objetivo era defender
moralmente la soberanía de Nicaragua. En ese sentido, entre sus fundadores se encontraban cinco
miembros de la Liga Antiimperialista de San Salvador. Véase: “Se ha fundado en esta capital la
asociación nicaragüense”, Diario Latino (10958), jueves 8 de septiembre de 1927, p. 1.
74
98
se muestra en el cuadro Nº 3. Dicha nómina quedó integrada por notables
profesionales y hombres vinculados a la literatura (para mayor información sobre estos
fundadores, ver apéndice 2).
Cuadro 3
Liga Anti-Imperialista de San Salvador
Directiva provisional
Cargo
Presidente
Vicepresidente
Primer Vocal
Tercer Vocal
Segundo vocal
Cuarto vocal
Quinto vocal
Tesorero
Fiscal
Secretario
Secretario
Otros fundadores
Nombre
Miguel Pinto
Dr. Rosendo Argüello
Dr. José de Jesús Zamora
General J. Ernesto Alvarado
Dr. Salvador R. Merlos
Luis Vega B.
Leonardo Montalván
José A. Navarro
José Dutriz
J. Constantino González
Juan José Fernández
Juan Felipe Toruño
Agenor Argüello
Eliseo Lacayo Fernández
Ángel F. Plazaola
Leandro Espinoza h.
D. Martínez Reyes
Eusebio Real
José Lacayo Téllez
Nacionalidad
Salvadoreña
Nicaragüense
Nicaragüense
No se conoce
Salvadoreña
No se conoce
Nicaragüense
No se conoce
Salvadoreña
Nicaragüense
Salvadoreña
Nicaragüense
Nicaragüense
Nicaragüense
Nicaragüense
No se conoce
No se conoce
No se conoce
Nicaragüense
Fuente: Elaboración propia con base en: (1) “Se ha organizado una Liga Anti-Imperialista”, La
Prensa (4506), martes 23 de noviembre de 1926, p. 4; (2) “Se ha fundado en esta capital la
asociación nicaragüense”, Diario Latino (10958), jueves 8 de septiembre de 1927, p. 1.
Por otra parte, la nota publicada por Diario Latino también expone el acta que se
levantó en dicha sesión. Para efectos de aproximación al ideario político de la Liga,
conviene mostrar el siguiente fragmento:
El objeto de la presente reunión es formar una Liga Anti-Imperialista que se oponga a
los actos atentatorios contra la autonomía de los pueblos hispanoamericanos y a toda
clase de absorción aunque se desarrolle en forma pacífica.
La Liga a su vez, promoverá la fundación de asociaciones de igual índole y cultivará
relaciones de las entidades que alienten iguales anhelos75.
75
“Se funda una Liga Anti-Imperialista en esta capital”, Diario Latino (10720), op. cit., p. 1.
99
Finalmente, también informa sobre el acuerdo de un libro para firmar
adhesiones que simpaticen con el nuevo movimiento; y, a la vez, el propósito de lanzar
un manifiesto exponiendo el ideario de la agrupación. Los intelectuales Salvador
Ricardo Merlos y Rosendo Argüello fueron los encargados de elaborar el manifiesto
inicial.
Así, entre noviembre de 1926 y marzo de 1927 se puede considerar como un
periodo álgido en el contexto latinoamericano, fundamentalmente para el movimiento
antimperialista. Como se expresó en el anterior acápite, entre los meses antes señalados
se realizó el Congreso de Bruselas, evento que cautivó a la gran mayoría de los
movimientos antimperialistas y de liberación nacional a nivel mundial y regional. Por
otro lado, la invasión en Nicaragua, por parte de Estados Unidos, cada vez se
consolidaba más; en definitiva, todos esos factores propagaron el espíritu
antimperialista a lo largo del continente. En ese contexto, constantemente se
publicaban en los periódicos más importantes de la capital noticias, manifiestos,
informes y convocatorias de la Liga Antiimperialista de San Salvador, es decir, la liga de
raíz liberal.
En esa línea, un día después de la publicación sobre la fundación de la Liga, se
divulgó una nota sobre la segunda sesión de ésta. Entre los principales aspectos que
señalaban se encontraba la lectura de comunicaciones y telegramas de adhesión al
movimiento y el acuerdo de enviar telegramas a los presidentes de Guatemala, Costa
Rica y México por su actitud honrosa frente a la situación nicaragüense76.
“La sesión de anoche de la Liga Anti-Imperialista”, Diario Latino (10723), miércoles 24 de noviembre
de 1926, p. 1. En otro tema, las adhesiones a la Liga Anti-imperialista siguieron publicándose, al menos,
hasta terminar el año. Véase: “Más adhesiones a la Liga Anti-imperialista, Diario Latino (10733), lunes 6
de diciembre de 1926, p. 1.
76
100
Por otra parte, entre el sábado 27 y martes 30 de noviembre se publicaba en al
menos tres periódicos (El Día, La Prensa77 y Diario Latino78) el Manifiesto de la Liga
Anti-Imperialista de San Salvador a los pueblos Ibero-Americanos, el cual afirmaba:
Nuestros antepasados lucharon heroicamente por un gran ideal, el ideal de forjar
nacionalidades con personería propia que pudieran gozar de la vida soberana que por
derecho natural les corresponde en el concierto de los pueblos libres79.
Seguidamente, enumeraba todos los agravios que los pueblos de Hispanoamérica
habían enfrentado a raíz de la política intervencionista estadounidense, entre las cuales
destacan: las interpretaciones antojadizas de la Doctrina Monroe, obstáculos a la unión
centroamericana, ocupación de Puerto Rico, conquista de la mitad del territorio
mexicano, lesiones a la soberanía de Panamá, intervenciones de todo orden en los
asuntos interiores de Nicaragua, etc., para terminar afirmando:
Ninguna nación en el mundo nos ha causado tanto daño material y moral como la de
los Estados Unidos del Norte. Ella no se ha preocupado más que de enriquecerse con
nuestro oro y engrandecerse con nuestras tierras sin tomar en cuenta la justicia y el
derecho de los débiles80.
El mismo documento asegura que no es una lucha contra el pueblo mismo de
Estados Unidos, sino contra sus rapaces capitalistas. Así se puede resumir en el
siguiente párrafo:
A pesar de ser nosotros las víctimas propicias de esa rapacidad monstruosa,
comprendemos perfectamente que son los magnates de Wall Street –judíos sin Dios ni
conciencia, que trafican con la sangre y con las lágrimas de la humanidad– los mayores
culpables de nuestras desgracias81.
“Manifiesto de la Liga Anti-Imperialista a los pueblos iberoamericanos”, La Prensa (4512), martes 30
de noviembre de 1926, p. 1.
77
“Manifiesto de la Liga Anti-Imperialista de San Salvador a los pueblos iberoamericanos”, Diario Latino
(10727), sábado 27 de noviembre de 1926.
78
“Manifiesto de la Liga Anti-Imperialista a los pueblos iberoamericanos”, El Día (2180), lunes 29 de
noviembre de 1926, p. 1.
79
80
Ibíd.
81
Ibíd., p. 5.
101
El Manifiesto concluye, a nuestro parecer, exponiendo, de forma diáfana la que
sería su brújula política: su interés por defender la autonomía de los pueblos y el
espíritu de la modernidad ilustrada:
Al comenzar la Liga esta campaña ajena en absoluto a las contiendas de la política local,
no hace sino entrar en la corriente de ideas modernas que agitan la conciencia de la
humanidad. El espíritu de la autonomía inflama los corazones y los pueblos
aherrojados buscan el camino de su redención…
Esta LIGA, al colocarse ante el imperialismo avasallador, tiene la más firme convicción
de que no serán vanos sus intentos y poseída del optimismo que generan las causas
nobles, hace un enérgico llamamiento a todos los hombres de buena voluntad, para que
mediante la creación de organismos similares, cooperen en la obra de defensa racial82.
Sin duda, al estudiar el Manifiesto queda claro que el fin político de la
organización naciente no era otro que la defensa de la soberanía de todos los países del
continente. En otras palabras, a partir de dicho documento puede separarse la Liga
capitalina, recién fundada, de los fines y objetivos de la LADLA. Si bien es cierto, la
última estaba a favor de la emancipación y autonomía de los pueblos latinoamericanos,
igualmente tenía un interés que iba más allá de la lucha antiimperialista: legitimar y
apoyar a la Unión Soviética y, a la vez, la lucha por el comunismo internacional. Ahora
bien, pese a esa distinción, y para despejar toda duda acerca del movimiento
antimperialista salvadoreño, es importante mostrar también la otra Liga cuyas ideas
fueron retomadas del movimiento cominternista.
4.2 Caracterización de la LADLA en El Salvador
El 31 de diciembre de 1926, Diario Latino publicó una comunicación de la
LADLA sector salvadoreño. Además de la comunicación y el saludo, el periódico
también publicó las bases de la Liga Antiimperialista de las Américas a las que debía
ceñirse el secretariado salvadoreño. La salutación y el motivo del texto quedaron
expresados de la siguiente manera:
Señor Director de Diario Latino
Presente:
82
Ibíd.
102
Señor:
Tenemos la honra de poner en su conocimiento las bases a que se ceñirá en sus labores
el SECTOR SALVADOREÑO SECCIÓN DE CENTROAMERICA DE LA LIGA
ANTI-IMPERIALISTA DE LAS AMÉRICAS, para que si lo tiene a bien se sirva en
publicarlas en el diario de su dirección83.
Por otra parte, dentro de los considerandos que presenta el documento, la
mayoría están en sintonía con los agravios expuestos en el manifiesto de la Liga de San
Salvador; sin embargo, el cuarto considerando tiene una jerga y un horizonte más
cercano a la tradición marxista-leninista, propia de la época:
ch) que el capitalismo ha llegado a la última fase de su desarrollo –el Capitalismo
Imperialista– esta dando expresión o una nueva forma de asociación hermana de la cual
resultan las Federaciones de Repúblicas Obreras y Campesinas del Continente
Americano sin amos y esclavos, sin explotadores ni explotados84.
A partir de esas premisas, la LADLA sector salvadoreño anunciaba al país la
constitución de dicha organización, cuya sede central estaba en la Ciudad de México. A
la vez, mostraba sus líneas de acción, separando la proyección en aspectos
internacionales y locales, tomando en cuenta que en el ámbito local se refieren a toda
Centroamérica. A continuación, se transcriben los principales puntos del programa de
acción expuesto. En el plano internacional, la LADLA sección salvadoreña se planteaba
emprender las siguientes acciones:
a) Formar un frente único de todas las fuerzas antimperialistas dispersas que existen en
las América para contrarrestar el imperialismo de Estados Unidos de América y de
cualquier otro que amenace con destruir la cultura que empieza a esbozarse en nuestro
continente.
b) Luchar por la independencia de Filipinas y Puerto Rico.
c) Dar ayuda a los pueblos dominados por las Naciones Imperialistas, sean de Europa,
Asia, América u Oceanía.
ch) Combatir las adquisiciones de nuevas bases estratégicas por las Potencias
Imperialistas y procurar la reintegración de las existentes a sus respectivas soberanías.
d) Internacionalización del Canal de Panamá
“Bases de la Liga Anti-Imperialista de las Américas”, Diario Latino (10754), jueves 31 de diciembre de
1926, p. 2. Mayúsculas en el original.
83
84
Ibíd.
103
e) Sostener cordiales relaciones con todas las Instituciones Anti Imperialistas del
Mundo
f) Luchar por la abolición de la Enmienda Platt de la Constitución de Cuba.
g) Combatir los avances del Imperialismo de Wall Street en cualquier parte de
América85.
Por otra parte, desde el ámbito nacional, el sector salvadoreño de la liga
cominternista se suscribía a las siguientes labores:
h) Formar un frente compacto de todas las fuerzas Anti imperialistas que existen en las
Repúblicas de Guatemala, Honduras, Nicaragua, Costa Rica y Panamá; pudiendo estar
incluida la Colonia Inglesa de Belice, si ella no se adhiere a la Sección Mexicana. Dichas
fuerzas están constituidas por obreros, campesinos, estudiantes e intelectuales de
vanguardia y de más personas de ideas antiimperialistas.
i) Difundir por medio de conferencias, periódicos, volantes, folletos, etc., los fines
locales de la Liga Anti Imperialista de las Américas.
j) Procurar la nacionalización de los ferrocarriles y demás empresas de servicios
públicos y evitar que sean otorgadas nuevas concesiones a las Compañías Imperialistas
k) Denunciar el sistema de expansión empleado por el Imperialismo Yanqui para
sobornar nuestros países.
l) Conseguir condiciones favorables de trabajo a los agricultores centroamericanos en
las zonas bananeras que se encuentran actualmente dominadas por las Compañías
Imperialistas que han monopolizado dichas zonas.
m) Solidarizarse con todo movimiento anti-imperialista que sea emprendido por
cualquier institución o Sociedad Centroamericana
n) Ayudar en la organización de los Sectores que aún no estén organizados en la
sección de Centroamérica86.
Otra información interesante que ofrece la publicación, es la estructuración
organizativa del secretariado salvadoreño. Evidentemente, compuesto con significativa
representación del proletariado nacional:
85
Ibíd.
86
Ibíd.
104
Cuadro 4
Liga Anti-Imperialista de las Américas Sección de Centroamérica
Secretariado sector de El Salvador
Cargo
Secretario General
Secretario de la Sección de Obreros
y Campesinos
Secretario de la Sección de
Estudiantes e Intelectuales de
vanguardia
Secretario de la sección femenina
Secretario de Actas
Secretario Financiero interino
Nombre
Bachiller Manuel de Jesús Mena
Manuel A. Leiva
Bachiller Alfonso Rochac V.
Concepción Anaya
Simón Zapata
Alfonso Cañas
Fuente: Elaboración propia con base en: “Bases de la Liga Anti-Imperialista de las Américas”, Diario
Latino (10754), viernes 31 de diciembre de 1926, p.2.
Sin lugar a duda, el interés de la organización cominternista va más allá del
asunto en Nicaragua. Para la Liga liberal, dicho conflicto sí aparece como una referencia
importante en su manifiesto fundacional, pues para ellos la democracia en el país de los
lagos era en realidad un humillante tutelaje de Estados Unidos; a la vez, culpan a éste de
todas las intervenciones en los asuntos internos de Nicaragua. De ahí entonces que
sugieran repudiar y combatir al Gobierno de Adolfo Díaz. En cambio, el secretariado
salvadoreño de la LADLA no tiene una mención exclusiva y directa sobre el problema
nicaragüense. En otras palabras, el conflicto en el país centroamericano, que en ese
momento se encontraba en la transición de ser una guerra constitucionalista –entre
liberales y conservadores– a una invasión estadounidense, no resultaba tan apremiante
como para ser un detonante fundacional de la organización, como sí ocurrió en el caso
de la liga liberal. A todas luces, puede interpretarse que la liga de raíz cominternista en
El Salvador se fundó en el marco de la estrategia frentista de la LADLA y no como
respuesta a un hecho específico: la intervención norteamericana en Nicaragua.
En ese sentido, resulta adecuado hacer una distinción respecto a la información
que ofrece Daniel Kersffeld en su investigación sobre la LADLA y sus sedes en todo el
continente. A juzgar por nuestras fuentes, Kersffeld aparentemente cae en un
105
desacierto al sostener la creación de la Liga salvadoreña se dio entre 1925 y 1926. Así lo
señala en el siguiente fragmento:
Parecido a lo que sucedería en Argentina, en este país la Liga se formó con base en dos
secciones paralelas: la primera, fundada por Martí, tuvo un contenido mucho más
proletario; la segunda, mayoritaria, fue creada más tarde por un grupo de intelectuales
moderados provenientes de sectores medios y burgueses, cuyo trabajo se facilitaba
porque su secretario, el periodista Miguel Pinto, era al mismo tiempo director del diario
más importante de la capital87.
Efectivamente, existieron dos ligas antimperialistas en El Salvador; sin embargo,
frente a la afirmación que Martí fundó la organización más cercana al proletariado, se
debe señalar que al menos en el mes de diciembre de 1926, como se vio en el cuadro
N°4, Farabundo Martí no figuraba dentro del secretariado del sector salvadoreño de la
sección centroamericana de la Liga Anti-Imperialista de las Américas. En esa línea,
Jorge Arias Gómez, biógrafo de Martí, apunta a que el líder comunista sí entró en
contacto con la LADLA pero hasta el año 1928. Así lo expone Arias Gómez:
En cuanto a Martí, hay que destacar que en la primavera de 1928 viajó inesperadamente
a Nueva York para tomar contacto con la dirección central de la Liga Antiimperialista
de las Américas. Existen suficientes presunciones como para asegurar que fue en esta
ocasión que la Liga Antiimperialista le encargó a Farabundo Martí que se situara en
Nicaragua como representante suyo ante las huestes guerrilleras del general Sandino88.
Evidentemente, la información que se tiene sobre la LADLA es limitadísima,
razón por la cual no se puede comprobar si realmente es un desatino de su parte o si
realmente Martí fue su fundador. Lo que sí queda claro es la necesidad de aclarar todo
el desenvolvimiento de la LADLA en El Salvador. En ese sentido, abordar dicha
organización en ese periodo nos lleva a otro tema de interés. Nos ofrece pistas sobre el
incipiente movimiento comunista salvadoreño; es decir, a través de esta agrupación
cominternista podemos aproximarnos a la historia de la izquierda de El Salvador previo
a la fundación del Partido Comunista Salvadoreño (PCS), ocurrida en 1930.
En conclusión, la suscripción del secretariado salvadoreño a los fines de la
LADLA y a sus principios es incuestionable. Se debe recordar que Nicaragua tomó
87
Ibíd., p. 90.
88
Jorge Arias Gómez, Farabundo Martí: la biografía clásica, Ocean Sur, México D. F., 2010, p. 46.
106
importancia para dicha organización continental hasta 1928. Por otra parte, como
referencia adicional, es interesante comparar la estructura entre ambas organizaciones:
la primera como una asociación compuesta por estructuras más identificadas con la
democracia liberal, esto es, a través de un sistema presidencial; la segunda, como una
estructura a la usanza comunista, es decir, constituida por secretariados.
4.3 Expansión y actividades de la Liga
Ahora bien, retomando la caracterización de la liberal Liga Anti-Imperialista de
San Salvador, conviene entonces citar sus principales labores, las cuales consistieron,
principalmente: en la creación de organizaciones similares en otras ciudades
importantes del país, organizar manifestaciones, elaborar textos para su publicación en
periódicos nacionales e internacionales; finalmente, colaborar como formadores en las
distintas Universidades Populares del país. Sobre este último punto, el obrero
comunista Miguel Mármol sostiene que uno de los principales intelectuales
involucrados en la Universidad Popular de San Salvador fue el Dr. Salvador R. Merlos,
segundo vocal de la Liga liberal. Así lo narra Mármol:
Las cátedras eran impartidas por muchos intelectuales y profesionales demócratas,
como el Dr. Salvador Ricardo Merlos, y versaban sobre temas de la economía, el
derecho y la ciencia de la política. Todos los profesores, felizmente, insistían mucho en
situar el papel del enemigo principal que tenía para nuestros pueblos el imperialismo
norteamericano y en sus rasgos más generales nos daban una idea de la estructura de la
sociedad, desde el punto de vista de división clasista. La verdadera ideología del
proletariado no aparecía, sin embargo, más que fragmentariamente, matizada con los
ingredientes de la ignorancia, del idealismo, de la falta de información histórica, e
inclusive de la tergiversación mal intencionado que ya para entonces se daba en algunos
casos concretos. Pero no por ello el entusiasmo era menor. Los alumnos de la
Universidad Popular nos sentíamos como el que ve la luz que señala la salida del
laberinto oscuro y angustioso89.
Es interesante la crítica que hace Mármol a las figuras que acompañaron el
proceso formativo de la Universidad Popular; concretamente a los docentes liberales.
Sin embargo, para efectos de la presente investigación, el comentario del dirigente
comunista reafirma el interés liberal de algunos docentes vinculados a la Liga de San
89
Roque Dalton, op. cit., p. 81.
107
Salvador, tal es el caso del Dr. Salvador Ricardo Merlos. Otro ejemplo de la
participación de los miembros antimperialista en la Universidad Popular acaeció en
septiembre de 1927. El Dr. José de Jesús Zamora, primer vocal de la liga liberal,
desarrolló una conferencia titulada “La intervención de los Estados Unidos en
Centroamérica. Sus causas internas y externas”. Según la reseña de la actividad, la
disertación fue un éxito, la asistencia fue numerosa y Zamora fue estruendosamente
aplaudido, a la vez que sirvió para discutir sobre las formas de eliminar el
intervencionismo yanqui en Centroamérica90.
En definitiva, en ambos ejemplos, el contenido de las lecciones o conferencias
desarrolladas en el seno de la Universidad Popular hacen referencia al problema del
intervencionismo estadounidense, no a una temática relacionada a la lucha de clases, a
pesar que el público estaba compuesto fundamentalmente por obreros.
Ahora bien, respecto a la primera actividad, la creación de otras ligas fue una de
las acciones iniciales que realizaron los miembros de la Liga liberal de San Salvador. El
30 de noviembre de 1926, Diario Latino publicó una nota en la que señalaba el interés de
periódicos del occidente y oriente del país por alentar las ideas que sustentaban la
formación de la Liga; de ahí entonces que se haya acordado nombrar delegados en
varios departamentos del país para formar asociaciones afines, es decir, ligas
antimperialista con un talante liberal. Dicha nómina de comisionados se muestra a
continuación en el cuadro Nº 5.
“La conferencia del Dr. José de Jesús Zamora en la Universidad Popular”, Diario Latino (10958),
jueves 8 de septiembre de 1927, p. 1.
90
108
Cuadro 5
Delegados para fundar ligas anti-imperialista en el interior del país
Ciudad
Santa Ana
Ahuachapán
Sensuntepeque
San Vicente
San Miguel
Zacatecoluca
La Unión
Santa Tecla
Delgados para fundar asociaciones afines
Don Rosendo Díaz Galiano y don Alberto García
Don Víctor M. Lagos y bachiller J. Luis Silva
Doctor Félix María Baires
Doctor Florencia A. Torres
Don César Augusto Osegueda y don Ignacio Salinas
Doctor Rafael Díaz
General Agustín Martínez
Don Manuel Barba Salinas
Fuente: Elaboración propia con base en: “Actividades de la Liga Anti-Imperialista”, Diario
Latino (10728), martes 30 de noviembre de 1926, p. 1.
En la misma nota, se publica algunas adhesiones de estudiantes ahuachapanecos
a la protesta de los estudiantes capitalinos contra los Estados Unidos:
Los estudiantes de Ahuachapán, en vista de la protesta que los estudiantes de esta
capital lanzaron contra los Estados Unidos a raíz del reconocimiento del caudillo
conservador Adolfo Díaz como Presidente de Nicaragua por el Departamento de
Estado, no han querido quedarse en silencio, comprendiendo como comprenden que
callar en estos momentos en que se lesionan los intereses de la América Latina de una
manera indecorosa es criminal, más para aquellos espíritus viriles y hechos a las
cruzadas en donde la defensa de intereses vitales se impone de modo definitivo91.
De ahí entonces que empezaran articularse en varias ciudades del país otras ligas
antimperialistas, de corte liberal, cuyo fin era la defensa de Latinoamérica. Sin duda, es
cautivador el surgimiento espontaneo de todas estas organizaciones; en ese sentido, se
debe recordar que los sucesos en Nicaragua ocurridos en noviembre de 1926 fueron un
verdadero punto de quiebre en la concepción antimperialista salvadoreña. Como se
concluyó en el capítulo anterior, el ascenso de Adolfo Díaz y su pronto reconocimiento
por Estados Unidos, generó una radicalización y una eclosión antimperialista en varios
sectores centroamericanos, el sector intelectual salvadoreño entre ellos.
Ahora bien, bajo este marco y con base a las fuentes consultadas puede
afirmarse que las primeras localidades en crear y fundar ligas antimperialistas fueron:
91
1.
“Actividades de la Liga Anti-Imperialista”, Diario Latino (10728), martes 30 de noviembre de 1926, p.
109
Chalchuapa92, Santa Ana, San Miguel y Sonsonate93. En el caso de Santa Ana, la Liga
Anti-Imperialista se fundó el 9 de diciembre de 1926, y se adhirió a la Liga AntiImperialista de San Salvador. Su junta directiva quedó estructurada tal como aparece en
el cuadro Nº 6.
Cuadro 6
Liga Anti-Imperialista de Santa Ana
Cargo
Presidente
Vicepresidente
Primer Vocal
Tercer Vocal
Segundo vocal
Cuarto vocal
Quinto vocal
Tesorero
Secretario
Nombre
Federico Vides
Antonio Martínez Rubio
Ángel Góchez Castro
Francisco Espinosa
Carlos Menéndez Castro
Alberto Castro A.
Tomás V. Pineda
Santiago Díaz Palacios
Gilberto González
Fuente: Elaboración propia con base en: “Se ha fundado una Liga Anti-Imperialista en Santa
Ana”, Diario Latino (4506), martes 14 de diciembre de 1926, p. 1.
En la ciudad de San Miguel, la Liga Anti-Imperialista se fundó el domingo 19 de
diciembre. Según la publicación que hace referencia a dicho acto, el Director del Diario
de Oriente, César A. Osegueda, fue el encargado de dar el discurso de fundación. Según
Diario Latino, éstas fueron parte de las palabras que Osegueda dictó:
Los que forman la Liga prometieron trabajar tesoneramente por la defensa de los
principios de humanidad, amenazados por los Estados Unidos, y proclamados por los
países latinoamericanos que tratan de sostener sus derechos de pueblos libres y de
oponerse a la garra constrictora de los banqueros de Wall Street que tratan de
exterminar la tradición y raza, con su asquerosa política del dólar94.
“En Chalchuapa quedó definitivamente organizada la Liga Anti-imperialista” Diario Latino (10740),
martes 14 de diciembre de 1926, p. 1.
92
“En Sonsonate, se comunicó la fundación de una Liga similar, la cual tiene por Directiva provisional
la siguiente: Presidente: doctor Pedro Ordóñez Díaz; Vicepresidente, doctor Joaquín Mesa Sandoval;
Primer Vocal, don José Anselmo Peñalba; Segundo, Vocal, doctor Felipe Navarro, y Secretario, don
José María Sifontes”. El acta fue transcrita y firmada por más de cincuentas personas. Véase: “Sesión de
la Liga Anti-Imperialista”, Diario Latino (10739), lunes 13 de diciembre de 1926, p. 1.
93
“Se fundó la Liga Anti-Imperialista en San Miguel”, Diario Latino (10747), miércoles 22 de diciembre
de 1926, p. 1.
94
110
En resumen, la proliferación de organizaciones antimperialista, constituidas
como ligas, tuvo un gran auge entre diciembre de 1926 y febrero de 1927,
probablemente dicho auge se debió, a nuestro parecer, por la efervescencia que
despertó el despotismo y la arbitrariedad estadounidense en Nicaragua. Finalmente,
otras ciudades que crearon sus propias ligas figuran El Congo95, Ahuachapán96 y Santa
Tecla97. Esta última se fundó en casa del doctor Miguel Coto Bonilla y su junta directiva
se muestra en el cuadro Nº 7.
Cuadro 7
Directiva de la Liga Anti-Imperialista de Santa Tecla
Cargo
Presidente
Vice-Presidente
Primer vocal
Segundo vocal
Tercer vocal
Cuarto vocal
Quinto vocal
Sexto vocal
Tesorero
Secretarios
Comisión de propaganda
Nombre
Doctor Miguel Coto Bonilla
Rubén Alonso Rochi
J. Antonio Dubón
Abraham F. Fuentes
Doctor Miguel Martínez
Federico Martínez H.
Luis F. Mendoza
Enrique Castillo M.
Rafael Viale
Doctor José Manuel Mata y Manuel Barba S.
Francisco Núñez Arrué, Luis N. Lagos, Juan Cortés
Funes, Rafael Alberto Alvarado, Fidel López y
Francisco Huezo.
Fuente: Elaboración propia con base en: “Como ha quedado organizada la Liga Anti-Imperialista en
Santa Tecla”, El Día (2236), viernes 4 de febrero de 1927, p. 1.
Por otra parte, entre las demás actividades importantes que desarrolló la Liga de
San Salvador en su periodo fundacional, se encuentran la organización y coordinación
de manifestaciones en contra del imperialismo estadounidense y otras banderas de
95
“Otra Liga Anti-Imperialista”, La Prensa (4561), jueves 27 de enero de 1927, p. 12.
“Comunicación de la Liga Anti-Imperialista de Ahuachapán”, El Día (2235), Jueves 3 de febrero de
1927 p. 1.
96
“Como ha quedado organizada la Liga Anti-Imperialista en Santa Tecla”, El Día (2236), viernes 4 de
febrero de 1927, p. 1.
97
111
lucha relacionadas a éstas, entre las cuales destacan la solidaridad con el Presidente de
México, Plutarco Elías Calles y con el pueblo nicaragüense. Algunos ejemplos de estas
actividades ocurrieron en el mes de enero de 1927. El 21 de enero, El Día publicó una
nota que invitaba a las sociedades gremiales del país para que enviaran un designado a la
próxima sesión de la Liga Anti-Imperialista; el objetivo era la organización de una gran
manifestación en contra de Estados Unidos98. De igual manera, en el departamento de
Santa Ana se preparaba una manifestación con el mismo tinte político, que, a su vez,
iba ser dedicada a México y a Nicaragua por ser los dos lugares donde la presión
imperialista se manifestaba con mayor vehemencia. Por esa razón, estaban invitados el
Ministro Mexicano en El Salvador, Ing. Julio A. Madero y un representante del
presidente liberal Juan Bautista Sacasa. Así lo describe la nota:
Anoche organizóse una manifestación popular de cinco mil personas que recorrieron
las calles. Oradores condenaron enérgicamente la política imperialista de Norte
América con respecto a Nicaragua y México. Para el próximo domingo la Liga Anti
Imperialista prepara otra, en que exhibirán banderas de todas las repúblicas
hispanoamericanas, conducidas por ciudadanos respectivos de los países. Cada día
aumenta el disgusto popular contra la política del dólar99.
El sábado 29 de enero La Prensa publicó una reseña acerca de las labores que
realizaba la Liga centrándose en la organización de la gran manifestación que preparaba
en contra del intervencionismo estadounidense. Según el periódico, Miguel Pinto,
presidente de la Liga, expuso el objeto de la sesión y la razón para la que habían sido
invitados los representantes de las diversas asociaciones capitalinas: “darle forma
tangible a una manifestación popular que, tanto por el número, como por la
imponencia, compostura y seriedad signifique el genuino sentir del pueblo salvadoreño,
en el asunto de la hegemonía yanqui en América Latina”100.
“La Liga Anti-Imperialista de esta capital está preparando una manifestación”, El Día (2224), viernes
21 de enero de 1927, p.1.
98
“Manifestaciones de la Liga Anti-Imperialista en Santa Ana”, El Día (2225), sábado 22 de enero de
1927, p. 1.
99
100
“Labores de la Liga Anti-Imperialista”, La Prensa (4563), sábado 29 de enero de 1927, p. 15.
112
En síntesis, en dicha sesión se acordó celebrar la manifestación el domingo seis
de febrero a las tres de la tarde. El punto de encuentro para la actividad fue el Campo
de Marte. De igual manera, quedó resuelto que la directiva de la Liga concluyese la
organización de la marcha. Por otra parte, es importante destacar las organizaciones
invitadas que participaron en dicha sesión:
Asistieron los delgados siguientes: Don Santiago David García y Manuel de J. Mena,
por la Regional de Trabajadores; Don Julio G. Teresón, por la Sociedad de Artesanos
«La Concordia»; don Abel Ciudad Real, por la Sociedad de Obreros del Salvador
Federada; Don Leónidas Ticas M., por la Sociedad de Empleados de Comercio; Don
Alfonso Cañas, por la Sociedad Estudiantes de Jurisprudencia; Don Enrique Cañas,
por el Consejo Obrero; Don Víctor Manuel Noublen, por la Sociedad de Estudiantes
de Medicina101.
Como se puede observar en la anterior cita, la liga liberal logró articular diversos
sectores sociales. El listado muestra una heterogénea participación, desde sectores
obreros hasta sectores estudiantiles y capas medias. Sin duda, el éxito de esa
aglutinación responde al rechazo de la política expansionista estadounidense; no
obstante, a nuestro parecer, no se puede menospreciar el liderazgo alcanzado por el
movimiento antiimperialista liberal, ni su carácter nacionalista, pluralista e incluyente.
Finalmente, otra de las actividades importantes que desempeñó la Liga
antimperialista capitalina fue la producción intelectual. Es decir, la redacción del
pensamiento antimperialista latinoamericano. Si bien es cierto, varios de sus integrantes
escribían constantemente en los periódicos, una actividad que tuvo mucho peso fue la
propaganda de los ideales antimperialistas; para ello acordaron formular un cuestionario
dirigido a pensadores internacionalistas de América Latina. El documento estuvo bajo
la responsabilidad de Rosendo Argüello, José de Jesús Zamora, Constantino González
y Juan Felipe Toruño. Dicho cuestionario se lanzó a todo el continente y tuvo las
siguientes preguntas:
101
Ibid.
113
Cuestionario de la Liga Anti Imperialista para el Continente Colombino
1- ¿Qué objeto tienen los Congresos Panamericanos en presencia de los continuos
atentados del imperialismo norteamericano?
2- ¿Qué ventajas trae la sumisión que observan la mayoría de los Gobiernos
latinoamericanos ante la pérdida diplomacia del dólar?
3- -¿Qué métodos prácticas deben sugerirse para asegurar la independencia de las
pequeñas nacionalidades de la América Española?
4- ¿Será patriótico comprometer empréstitos onerosos la independencia de los pueblos
hispanoamericanos?
5- ¿Deben los Gobiernos continuar otorgando concesiones y privilegios a ciudadanos o
empresas norteamericanas?
6- ¿Qué importancia tendría sistematizar el boicoteo a los productos estadunidenses,
como medio de defensa y sanción contra el artero imperialismo norteamericano?
7- El reconocimiento de un Gobierno de Latino América por los Estados unidos,
¿implica alianza, protección e intervención de parte del Gobierno reconocedor?
8- El reconocimiento de un Gobierno de Hispano América por parte de los Estados
Unidos ¿obliga a los otros gobiernos a otorgar igual reconocimiento?
9- ¿Debe sustituirse el Panamericanismo por el Iberoamericanismo?
10- Caso de subsistir el Panamericanismo, ¿convendría que su cede permanezca en
Washinton y que siga como Director, indefinidamente, un ciudadano de Estados
Unidos?
11- En vista del desarrollo alcanzado política y económicamente por algunos de los países
de la América española, ¿no se impone la necesidad de adoptar una pauta de política
internacional que nos ponga a salvo de la interpretación imperialista de la Doctrina
Monroe?
12- Dada la notoria injusticia con que proceden los Estados Unidos como árbitros de las
disputas territoriales, ¿sería conveniente continuar erigiéndolos en jueces de toda
controversia?
13- En el caso particular de Centro América, y convencidos de la ineficacia y peligros que
apareja la dolorosa injerencia de los Estados Unidos en la celebración de pactos
centroamericanos, ¿será patriótico concederles participación en dichos tratados?102
Ciertamente, a lo largo del periodo que cubre esta investigación, no se refleja
respuesta de dicho formulario; sin embargo, es menester dejar claro que se ha
consultado las fuentes hasta el año de 1927.
En definitiva, como bien señala López Bernal: “aunque la mayoría de los
dirigentes de la Liga Antiimperialista eran intelectuales, sus planteamientos rápidamente
encontraron eco entre los obreros y los estudiantes”103. Efectivamente, su producción
102
“Sesión de la Liga Anti-Imperialista”, Diario Latino (10867), viernes 20 de mayo de 1927, p. 1.
103
Carlos Gregorio López Bernal, op. cit., p. 195.
114
teórica, a través de periódicos o conferencias, llegó a los espacios donde se nutrió la
población sobre las ideas antiimperialista de la época; prueba de ello fueron todas la
adhesiones y suscripciones de los distintos sectores de la población.
En resumen, en el presente apartado se buscó mostrar la ideología y las
principales ideas políticas de la Liga Anti-Imperialista de San Salvador, a la vez, sus
principales actividades y labores para lograr su causa. Ahora bien, todo el ideario antes
comentado se enmarca dentro del periodo fundacional que comprende desde
noviembre de 1926 hasta diciembre de 1927. Por otra parte, es importante señalar que a
partir de septiembre de 1927 la información registrada en los periódicos disminuyó
considerablemente. Si bien es cierto, las fuentes consultadas ofrecen mayor información
en los primeros meses de funcionamiento, entiéndase noviembre de 1926 a marzo de
1927, a partir de abril no dejaron de aparecer notas relacionadas al funcionamiento de la
Liga; no obstante, a partir de septiembre la información propiamente de la Liga no
presentó mayor ocupación en las páginas de los rotativos: al parecer, la situación en
Nicaragua y el discurso antiimperialista expresado en artículos de opinión dominaron
los impresos.
Conclusiones
A lo largo del presente capítulo se expuso que la fundación de la Liga
Antiimperialista de San Salvador estuvo a cargo de un importante sector de intelectuales
salvadoreños y nicaragüenses. En ese sentido, el interés primordial de estos personajes
notables era solidarizarse con el pueblo nicaragüense y con otros pueblos
latinoamericanos que sufrían, o habían sufrido, el impacto de la política intervencionista
estadounidense: México, República Dominicana, Puerto Rico, Cuba, Panamá, etc.
Asimismo, puede afirmarse que otra de las preocupaciones que movieron a estos
hombres vinculados a las letras era acercar las ideas ilustradas que ya empezaban a
marcar la vida política de otras sociedades latinoamericanas, como por ejemplo el caso
de México. En otras palabras, buscaban establecer un orden democrático, autónomo
115
que, a su vez, permitiera completa independencia en términos económicos. De ahí
entonces su postura nacionalista que, a nuestro parecer, no se trataba de un
nacionalismo chovinista, sino un enorme deseo por desarrollar todos los aspectos
(políticos, económicos, sociales y culturales) que limitaban a El Salvador y a la región.
Por otra parte, es importante destacar que, a partir del análisis elaborado en el
presente capítulo, la Liga de San Salvador no se fundó para legitimar a otra potencia
que compitiera contra Estados Unidos u otras potencias europeas, entiéndase la Unión
Soviética. Ni para legitimar partidos políticos de ninguna corriente ideológica. La Liga
se erigió con el interés de contrarrestar al que para ellos era el principal enemigo de las
naciones: Estados Unidos. No obstante, no consideraban enemigo a todo el país, sino a
un pequeño sector, el sector empresarial: Wall Street, es decir, el grupo financiero y
poderoso que dictaba la política exterior norteamericana.
En definitiva, la Liga Antiimperialista constituida en la capital salvadoreña no
tenía filiación marxista-leninista. Con base a las fuentes consultadas, puede afirmarse
que ideológicamente no logró identificarse y suscribirse al discurso e ideario
cominternista que caracterizó a la mayoría de ligas fundadas en el continente. De hecho
su postura estaba más cercana a movimientos políticos como la Revolución agraria
mexicana e incluso a algunos postulados del APRA. En otras palabras, puede afirmarse
que la Liga de San Salvador desde su actitud nacionalista y liberal, adoptó un discurso
que combinó al menos dos corrientes antiimperialistas: la unionista (con tinte arielista) y
la nacionalista revolucionaria. Ahora bien, a pesar de no acercarse ideológicamente con
la LADLA y menos a Moscú (al menos en su periodo fundacional), tampoco
rechazaron al movimiento obrero, ni comunista; lejos de eso se vincularon a éstos con
el fin de lograr su propósito: enfrentar al poderío estadounidense.
En ese sentido, conviene hacer una revisión de nuevas fuentes, adicionales a las
que se estudiaron en la presente investigación, para analizar la sección centroamericana
de la LADLA, y para revisar la orientación que tomó la Liga liberal de San Salvador en
los años próximos a la crisis económica mundial y frente a la hegemonía comunista de
Stalin. En la misma línea, corresponde reconstruir el movimiento cominternista
116
antiimperialista y estudiar si existió alguna vinculación más fuerte entre las dos
corrientes documentadas en el caso salvadoreño o si ocurrió lo contrario.
117
Apéndice 1
Breve descripción de los impresos vinculados a la Liga
Antiimperialista de San Salvador: Diario Latino, Revista Ateneo
de El Salvador, La Prensa y El Día
A continuación se mostrará una breve aproximación a los medios impresos que
fueron cercanos y, en algunos casos, casi órganos de la Liga Antiimperialista de San
Salvador. Sin duda alguna, se trata de periódicos −y una revista− eminentemente
suscritos al discurso democrático y nacionalista que abanderaba buena parte del sector
salvadoreño más ilustrado de la época. En ese sentido, interesa mostrar y dejar claro las
razones por las que dichos medios fueron fundados, así como su participación en la
vida política, económica y cultural del país. En cada caso se expondrá sus fechas de
fundación, su línea editorial y la vinculación de sus propietarios, directores, redactores o
editores con el movimiento antiimperialista salvadoreño. Finalmente, es necesario
destacar que no fueron los únicos medios impresos cercanos al movimiento antes
señalado; no obstante, fueron las únicas fuentes a las que se tuvo acceso para indagar el
periodo que interesa.
1. Diario Latino
Diario Latino fue fundado en 1908 por Miguel Pinto padre. Previo a su
fundación, existía el periódico Siglo XX que antes de fenecer fue asumido por Pinto y lo
fusionó a la empresa tipográfica La Luz. En 1896, Siglo XX, a causa de un incendio, se
transformó al nombre de El Latinoamericano y ya para 1908 se convirtió a Diario Latino,
nombre con el que funcionó por décadas y con el que ostentó, en el gremio
periodístico, la calificación de ser “el decano" de la prensa nacional y el del diarismo
118
independiente en Centroamérica. En palabras de Luis Gallego Valdés, se constituyó “en
defensor permanente del ideario democrático”1.
Para el escritor nicaragüense Juan Felipe Toruño, con ese diario se erigió en el
país la libertad sin divisas partidaristas, pues el director propietario contaba con sólido
criterio ético. Así lo caracterizó Toruño:
Unos y otros tenían espacio en las páginas; pero nada de contubernios y
contemplaciones con lo deshonesto. Desnudez en las ideas y en los procedimientos.
Ningún medio tono ni media voz en lo veraz. Una línea recta ejemplar sobre que se
apoyasen perpendiculares en la trayectoria del pensamiento libre.
Tal era –y es en la actualidad conservando su liberalismo– el distintivo de este diario
que amanece en noviembre de 18902.
Miguel Pinto, escritor y poeta de gran prestigio, inició su carrera periodística en
1892; para el 7 de noviembre de 1908, día que su empresa adoptó el nombre de Diario
Latino, Pinto tenía recorrida una década de experiencia. De ahí entonces que en la
primera publicación del Latino, al momento de señalar los ideales del periódico, entre
los principales puntos refleja lo siguiente: en primer lugar, dejaba claro que se dedicaría
a la “atención preferente a los derechos de las clases humildes, que llaman
desheredadas, que son verdaderamente el alma nacional y la revelación propia del valor
intrínseco de un pueblo”3. En segundo lugar, declaraba que no sería un periódico
sectario, a su vez, que miraría más allá de las fronteras salvadoreñas. Así lo declaraba en
el citado editorial:
No ha de ser un periódico sectario que lleve por cause tan estrecho lo que el
pensamiento libre pueda concebir para el mejoramiento político de las Naciones del
istmo; y sin que se nos tache de abrigar infundada pretensión, los de todo el continente
latinoamericano, pues como indica el título de nuestro Diario, hemos de trabajar con
Luis Gallegos Valdés, Panorama de la literatura salvadoreña: del período precolombino a 1980, UCA editores,
San Salvador, 1981, p. 136.
1
Juan Felipe Toruño, Desarrollo Literario de El Salvador, Departamento Editorial del Ministerio de
Cultura, San Salvador, 1958, p. 188.
2
Ítalo López Vallecillos, El Periodismo en El Salvador: bosquejo histórico-documental, precedidos de apuntes sobre la
prensa colonial hispanoamericana, UCA editores, 2° edición, San Salvador, 1987, p. 379.
3
119
inquebrantable perseverancia por todo aquello que concurra a la verificación del
nobilísimo propósito del gran Bolívar4.
Otro aspecto importante que señala su primer editorial es la necesidad de
iluminar al país, necesidad heredada, al parecer, del liberalismo ilustrado que
protagonizó el último cuarto del siglo diecinueve: “Como hemos de atender al mayor
número de necesidades públicas, nuestro Diario se ocupará de todos los asuntos que se
rocen con los nacionales, procurando en los límites de nuestros esfuerzos, hacer luz:
valiéndonos para ello de un lenguaje sincero y veraz en la medida de nuestro humilde
criterio”5.
En definitiva, los propósitos de Diario Latino eran fundamentalmente informar
sobre aspectos políticos, económicos y administrativos del país, sin descartar la
imperiosa necesidad de cultivar las letras en El Salvador. En otros términos, su interés
era brindar información útil sobre la realidad del país y excitar a todos los ciudadanos a
emitir sus opiniones al respecto.
Por otra parte, es menester señalar que el periódico defendió los postulados de
la política hispanoamericana independiente, ajena a toda intervención colonialista o
imperialista; prueba de ello es el papel protagónico de su director en la fundación de la
Liga Antiimperialista de San Salvador. Su defensa a la soberanía de los pueblos
latinoamericanos puede identificarse en su lema: “por el hogar y por la patria” 6. En esa
línea, conviene comentar un editorial publicado en 1977, en ocasión a su sexagésimo
noveno aniversario. En ese texto, Diario Latino realizó una breve sinopsis de su
luchadora vida histórica. A continuación un fragmento que hace referencia a la primera
intervención norteamericana en territorio nicaragüense durante el siglo XX:
Diario Latino se ha distinguido en las campañas desarrolladas en favor de causas
elevadas: la libertad, el orden, la justicia, el respeto a la ley. En 1912 la voz de este
Diario Salvadoreño se elevó para condenar la intervención armada de los Estados
4
Ibíd., p. 379.
5
Ibíd.
6
Ibíd.
120
Unidos tanto en Cuba como en Nicaragua, habiendo entonces su Director escrito la
que llamó Doctrina Continental, de honda ideología boliviana7.
Así, Diario Latino mostró ese espíritu progresista y defensor de la soberanía de
los pueblos y en buena medida, las ideas de los grandes patriotas del continente: Simón
Bolívar, José Martí, entre otros. Otro ejemplo de ese espíritu libertador lo representa la
doctrina a la que alude la cita anterior. Dicha doctrina fue publicada, nuevamente, el 22
de noviembre de 1926, precisamente un día antes de divulgar la noticia acerca de
fundación de la Liga Anti-Imperialista de San Salvador. El texto se difundió bajo el
título “La nueva doctrina” y contenía las bases de esa nueva propuesta. Según la nota, el
documento había sido escrito catorce años antes de la publicación en cuestión, es decir,
en 1912. En síntesis, se trató de una Proclamación de una nueva doctrina compuesta
por 17 puntos, entre los que destacan:
1° Las naciones que componen el Continente Latinoamericano, hacen alianza defensiva
para el caso de invasión exterior; 2° Se comprometen a formar un Estado Mayor
Continental que se encargará de la reglamentación de la defensa, de la movilización,
etc., compuesto de tácticos de todas las naciones signatarias; 13° Se elaborará un plan
de protección comercial extranjera equitativamente calculado que sirva de fuerza
neutralizadora en el caso de conquista; 14° Se comprometen a promover un concurso
para la composición de un himno continental que se cantará, invariablemente, después
del himno nacional, para afirmar la idea de la existencia de una patria mayor y común,
15° Se determina la creación del emblema continental que será enarbolado con el de
cada sección mientras se adopta como único símbolo el de la Patria Grande8.
El artículo finaliza con una nota del autor –Miguel Pinto– en la cual expresa que
se reproduce nuevamente por tratarse de un asunto todavía trascendental para ese
momento. Vale señalar que dicho escrito, en su primera impresión (1912), fue
reproducido por algunos de los principales periódicos de América Latina9. En resumen,
ese continentalismo, a nuestro parecer, es explícito en las páginas publicadas entre los
7
Ibíd.
Véase: “Proclamación de una nueva doctrina”, Diario Latino (10719), lunes 22 de noviembre de 1926,
p. 8.
8
9
Ibíd.
121
años 1926 y 1927. En ese sentido, algunas de las ideas antimperialistas y
anticolonialistas que promovió Latino han sido expuestas a lo largo del presente trabajo.
Finalmente, es oportuno citar un breve listado de personajes notables,
vinculados a las letras, a la ciencia y a la política salvadoreña, que brindaron su
colaboración en “el decano” del periodismo salvadoreño: David J. Guzmán, Rafael
Reyes, Santiago I. Barberena, Francisco Gavidia, Hermógenes Alvarado, Jorge Lardé,
Pío Romero Bosque, Rafael Severo López, Reyes Arrieta Rossi, Enrique Córdova,
Miguel Tomás Molina, J. Max Olano, Sarbelio Navarrete, José María Peralta Lagos, José
E. Suay, Napoleón Viera Altamirano, Ricardo Adán Funes, Juan Ramón Uriarte,
Alberto Masferrer, Alfredo Parada, Pedro Flores, entre otros10.
2. Revista Ateneo de El Salvador
La sociedad o instituto Ateneo de El Salvador surgió a partir de diversas
inquietudes académicas y culturales de sobresalientes artistas e intelectuales
salvadoreños. Después de varias reuniones informales en el antiguo parque Dueñas,
posteriormente llamado Plaza Libertad, se llegó a la conclusión de fundar una sociedad
literaria. Así el 22 de septiembre de 1912, auspiciados por el Presidente de la República
Doctor Manuel Enrique Araujo, se fundó el “Ateneo de El Salvador”. El primer
presidente fue José Dolores Corpeño, cuya administración continuó cuatro años más.
Algunas anécdotas de su fundación fueron recogidas por Ramón López Jimenez, que
en ocasión a los primeros 50 años del Ateneo lo narró de la siguiente manera:
En el local de la Dirección General de Correos, con la finalidad de formar una sociedad
científico-literaria y artística, se reunieron el doctor José Dolores Corpeño, el poeta
Manuel Álvarez Magaña, poeta Jorge F. Zepeda, escritor Salvador L. Erazo, periodista
Manuel Andino, don José Burgos Cuéllar, profesor J. Fernando Chávez, don Manuel
Masferrer C., poetas Armando Rodríguez Portillo y Salvador Turcios R., Historiador
don Miguel Ángel García, don J. Antonio Irías, poeta Augusto Castro Ramírez, don
Joaquín Serra, Dr. Juan Gomar y el publicista don Abraham Rodríguez Peña…
10
Ítalo López Vallecillos, op. cit., pp. 380-381.
122
Se dispuso también editar un órgano de publicidad, que debería llevar el propio
nombre de la Institución, Revista que tendría como Director a Manuel Álvarez Magaña
y como Redactores a Jorge F. Zepeda y Manuel Andino; y Administrador al poeta
Turcios11.
Desde el primero de diciembre de 1912, día que salió el primer número de la
revista Ateneo de El Salvador, la publicación se mantuvo constante al menos hasta la
celebración de sus cincuenta años. Es importante señalar que en ese primer número, la
revista trae un mensaje del presidente Araujo, quién, como se mencionó antes, ayudó
considerablemente (concediendo locales gratuitos para celebrar sesiones) a los primeros
pasos del Ateneo12. Sin duda, la relación de la intelectualidad de la época con el
entonces poder político fue estrecha y de mucha cooperación. Conviene citar el
llamamiento que realizó el poeta Turcios a sus colegas con motivo del asesinato del
Presidente Araujo. Turcios, señaló:
Compañeros; tenemos el inmenso deber que cumplir con relación a la memoria del
esclarecido Gobernante Dr. Manuel Enrique Araujo, quien vigorizó decididamente el
renacimiento literario del país y que contribuyó eficazmente a la existencia del Ateneo
de El Salvador, y este deber debemos exteriorizarlo, organizando un Homenaje fúnebre
en honor de aquel prócer mandatario, publicando un número extraordinario de la
Revista; que esta Institución nombre una comisión encargada de reunir en un libro, las
crónicas, artículos y poesías que se han escrito con motivo del trágico fallecimiento del
Dr. Araujo; que se le conceda el título honorífico de “Gran Protector de las Letras
Nacionales”; que se acoja oficialmente por el Ateneo la idea de que se perpetúe en un
monumento nacional la memoria del Dr. Araujo.13
De esa manera, la relación de esta Institución con las autoridades del país se
mantuvo por años; se debe tener en cuenta que muchas figuras ateneístas formaron
parte de misiones diplomáticas. Un ejemplo de esa relación con las autoridades políticas
del país fue en el año de 1921 cuando la primera sesión del año la presidió el entonces
gobernante de la República, Jorge Meléndez, “con asistencia del Presidente de la
Ramón López Jiménez, “Síntesis Histórica del Ateneo de El Salvador en Medio Siglo de Existencia”,
Ateneo de El Salvador (233-234), julio a diciembre de 1962, p. 17.
11
No resulta extraño que en ocasión de los cincuenta años de existencia, el Ateneo colocó una
guirnalda de flores en la tumba de Araujo. La ofrenda estuvo a cargo de Juan Felipe Toruño. Véase:
Ibíd., p. 18.
12
13
Ibíd., p. 21.
123
Institución don Francisco Gavidia y de numerosa concurrencia”14. Esa primera sesión
de 1921 se celebró con un programa especial en la que los escritores Antonio Ochoa
Alcántara y Salvador R. Merlos tuvieron especial participación.
Para esos años, entre las actividades que realizó el Ateneo, junto con la
Municipalidad de San Salvador, fue abrir certámenes literarios y algunos de sus socios
participaron como jurados en la celebración de los Juegos Florales. Asimismo, David J.
Guzmán abanderó desde el Ateneo el funcionamiento del “Aula escolar ateneísta”, que
consistió en un proyecto educativo abierto con asignaturas desde la oratoria hasta la
contabilidad mercantil.
Ahora bien, respecto al tema que nos ocupa en esta investigación, es decir, la
fundación de la Liga Antiimperialista de San Salvador, puede afirmarse que el Ateneo
vivió en 1927, según el autor de la síntesis histórica, un momento de gloria por la
posición que asumió la institución frente a los hechos que ocurrían en Nicaragua. En
esa línea, el presidente del organismo, Dr. Lázaro Mendoza, en sesión extraordinaria,
expresó la posición oficial del Ateneo de cara a la situación nicaragüense. Mendoza
manifestó:
Que denunciaba el actual estado de cosas en Nicaragua, ocasionado por la intervención
indebida del Gobierno de los Estados Unidos en los asuntos internos de aquel país;
que tales hechos amenazaban profundamente, no sólo la soberanía de la Nación
hermana, sino también los de América Latina, particularmente la de los pueblos libres
del istmo Centro Americano; y que en atención a las expresadas dificultades de
Nicaragua, sin disputa las más graves que se registran en los anales históricos del nuevo
Continente, hacían moción para que el Ateneo adoptara alguna resolución que
estuviese en consonancia con el prestigio que hasta entonces había conquistado este
Instituto15.
Según el resumen historiográfico antes citado, las palabras de Mendoza fueron
consideradas como muestras de entusiasmo patriótico, que después de una amplia,
meditada y serena discusión, se resolvió elaborar una enérgica protesta que llevara el
sentir de dicha sociedad contra las tendencias imperialistas del Gobierno de los Estados
14
Ibíd., p. 19.
15
Ibíd., pp. 24-25.
124
Unidos. Según se contrastó con las fuentes de 1927, los doctores Lázaro Mendoza,
Rosalío A. Carrillo, don Juan F. Toruño y don Saturnino Cortés Durán, quedaron
encargados de redactar la protesta16.
No obstante, a partir de esta síntesis histórica del Ateneo, puede afirmarse que
después de finalizar la década de los años 20’s la actividad de dicha sociedad cobró un
carácter más cultural, es decir, su preocupación fue profundizar la producción científica,
literaria y artística salvadoreña. Respecto a su revista, puede afirmarse que funcionó
como una verdadera palestra que plasmó el pensamiento de personajes notables de la
historia política y cultural del país. Una breve muestra la constituye el listado de
Presidentes que tuvo el Ateneo de El Salvador en sus primeros cincuenta años de
funcionamiento (ver cuadro 1).
Cuadro 1
Presidentes del Ateneo de El Salvador, desde su fundación hasta 1962
Año
1912-1914
1915
1916
1917
1918-1921
1922
1923
1924
1925
1926
1927
1928
1929
1930-1931
1932
1933
1934
1935
1936
Presidente
Dr. José Dolores Corpeño
Don Francisco Gavidia
Dr. Juan Gomar
Dr. Rafael B. Colindres
Don Francisco Gavidia
Dr. David de J. Guzmán
Dr. Miguel A. Fortín
Dr. César Virgilio Miranda
Dr. Manuel Quijano Hernández
Gral. E Ing. José María Peralta Lagos
Dr. Lázaro Mendoza
Dr. Rosalío Acosta Carrillo
Gral. Maximiliano Hernández Martínez
Dr. Victorino Ayala
Dr. Francisco Funes Pineda
Gral. e Ing. José María Peralta Lagos
Don Francisco Gavidia
Dr. Francisco Funes Pineda
Don Miguel Pinto (por renuncia de éste, quedó el
“Labores del Ateneo. Actas celebradas en el Ateneo de El Salvador”, Ateneo de El Salvador (116-118),
enero-marzo de 1927, p. 4577.
16
125
1937
1938
1939
1940
1941
1942
1943-1944
1945-1948
1949
1950
1951
1952
1953
1954
1955
1956
1957
1958
1959
1960
1961
1962
Vicepresidente, Prof. Gilberto Valencia Robleto)
Don Francisco Gavidia
Don Hugo Rinker
Don Hugo Rinker (por fallecimiento de éste tomó
la Presidencia el Dr. Arístides Palacios)
Dr. Arístides Palacios
Dr. Lisandro Villalobos
Dr. Arístides Palacios
Prof. José Andrés Orantes
Dr. Nazario Soriano
Dr. H. C. Juan Felipe Toruño
Dr. H. C. Juan Felipe Toruño (Don Braulio Pérez
Marchant, como Vicepresidente, terminó el
período, de julio a Octubre)
Br. Jorge Lardé y Larín
Prof. Alfredo Betancourt (por ausencia de éste,
desempeñó la Presidencia dos meses el Dr. Manuel
Vidal)
Dr. H. C. Juan Felipe Toruño
Cnel. e Ing. Simeón Ángel Alfaro
Dr. Arístides Palacios
Dr. H. C. Juan Felipe Toruño
Dr. Arnoldo Hirlemann
Dr. Rosendo Morán Monterrosa
Crnel. e Ing. Simeón Ángel Alfaro (por muerte de
éste, lo sustituyó el Vicepresidente Dr. Manuel
Vidal)
Dr. Arnoldo Hirlemann
Dr. Arístides Palacios
Dr. Rosendo Morán Monterrosa.
Fuente: Elaboración propia con base en: Ramón López Jiménez, “Síntesis Histórica del Ateneo de El
Salvador en Medio Siglo de Existencia”, Ateneo de El Salvador (233-234), San Salvador, julio a
diciembre, 1962, pp. 35-36.
En definitiva, la labor del Ateneo de El Salvador puede resumirse en las
siguientes palabras del escritor Juan Felipe Toruño. Para él se constituyó como el
“decano de los centros de su índole, reúne literatos, artistas, profesionales, profesores.
No es institución para principiantes sino para elementos formados y de respaldo
intelectual, artístico o literario”17.
17
Juan Felipe Toruño, Desarrollo Literario de El Salvador, op. cit., p. 255.
126
3. La Prensa
Periódico que salió al público el 10 de mayo de 1915, editado por los hermanos
José y Antonio Dutriz, en Tipografía La Unión. Se trató de un periódico de gran
dimensión y de técnica mexicana centrado en un carácter informativo18. Sin lugar a
dudas, con el tiempo llegó a convertirse en uno de los rotativos más importantes de la
prensa salvadoreña.
En la época de su fundación, sus principales competidores eran Diario del
Salvador y Diario Latino, dirigido por Román Mayorga Rivas y Miguel Pinto,
respectivamente. La Prensa, pretendió ser una fuente informativa independiente de todo
poder político o económico, es decir, aplicaron las nuevas corrientes que provenían de
Estados Unidos y países avanzados de América Latina en su quehacer periodístico; para
sus fundadores su misión debían llevarla a cabo de manera independiente y no subsistir
sólo como apoyo de partidos políticos19.
José Dutriz, efectivamente, plasmó esa postura independiente en un editorial
redactado en el año de 1926, año de fuerte interés para el presente trabajo. En ese
sentido, dejó clara su línea de conducción del periódico:
La principal misión del periodista es decir al pueblo la verdad, y su más imperiosa
necesidad es lograr ser independiente. El propietario de un periódico que necesita para
sostenerlo de las subvenciones gubernativas o de la ayuda de partidos políticos, ha
fracasado en su alta misión de servir lealmente a los intereses de la comunidad20.
De acuerdo al anterior texto, puede afirmarse que La Prensa nació con la
intención de incidir en la vida social y política de El Salvador, es decir,
en la
construcción de una nueva nación. En la primera nota editorial, del 10 de mayo de
1915, titulada “A guisa de Editorial del diario La Prensa”, el editorialista señala las
pretensiones del periódico por trabajar en las distintas aristas de la vida comercial,
18
Ibíd., p. 190.
Véase: José Dutriz, José Dutriz y el diario La Prensa (1915-1934), Dirección de Publicaciones e
Impresos, San Salvador, 2002, p. 12.
19
20
Ibíd., pp. 12-13.
127
agrícola e intelectual del país. Entre los principales puntos de su programa de acción se
encuentran: en primer lugar, contribuir a consolidar la armonía social y política en la
familia salvadoreña, “como una condición indispensable para conseguir el triunfo
definitivo de la prosperidad nacional a que debe contribuir constantemente el bien
entendido patriotismo en nuestros pueblos”21.
Un segundo aspecto a destacar es el interés del periódico por abogar a favor de
los intereses del pueblo y, a su vez, velar por las justas aspiraciones de progreso y de
engrandecimiento del mismo. Finalmente, debe destacarse el interés por la clase obrera,
es decir, para que ésta tuviera acceso a la información publicada. Así lo sentencian en el
cuarto punto del editorial:
[…] nuestra publicación estará al alcance de todos, especialmente de la clase obrera
nacional, porque comprendemos que la prensa diaria no debe perseguir solamente un
fin puramente comercial, sino que también, por el contrario, debe esforzarse por ser
prácticamente útil y moderada en la circulación de la vida económica del pueblo que la
sostiene22.
Por otro lado, se debe señalar la postura antimperialista que mantuvo La Prensa.
De ahí entonces que ante los hechos que acontecían en Nicaragua, es decir, ante la
amenaza imperialista de Estados Unidos, su director, José Dutriz, formó parte –
fungiendo como Fiscal– de la primera junta directiva de La Liga Anti-imperialista de
San Salvador. Dado el carácter provisional de dicha junta directiva, en abril de 1927,
Dutriz renunció a su cargo23; no obstante, no fue razón para que el periódico dejara de
sostener una postura crítica y antiimperialista. Ello lo demuestran sus publicaciones de
los años 1927 y 1928.
Un ejemplo para ese último año es el editorial titulado “El principio de no
intervención”, publicado el miércoles 22 de febrero de 1928. En dicho texto, La Prensa
deja clara sus ideas respecto a como se trató el problema de las intervenciones en la VI
21
Ibíd., p. 43.
22
Ibíd., p. 44
Véase: “Renuncia irrevocable”, La Prensa, (4623), sábado 2 de abril de 1927, p. 1. También disponible
en: La Prensa, Libro diamante: La Prensa Gráfica, Tomo I, La Prensa Gráfica, San Salvador, 1994, p. 132.
23
128
Conferencia Panamericana realizada en La Habana, Cuba. Para el editorialista, dicho
cónclave no se pronunció de manera categórica respecto a las intervenciones en el
Continente; de hecho, el documento manifiesta estar de acuerdo con el delegado
salvadoreño, Doctor José Gustavo Guerrero, quien secundado por las delegaciones de
México y Argentina, sostuvieron una postura en pro de la soberanía de todos los
pueblos americanos, es decir, buscando paz y respeto en la región24.
Otra publicación interesante para el año de 1928, fue la conferencia que brindó
el aprista Víctor Raúl Haya de la Torre en El Salvador. Según La Prensa, Haya de la
Torre, acompañado de Esteban Pavletich, desarrolló una conferencia que versaba sobre
“La reforma universitaria”. El editorialista calificó la conferencia y al disertador como
un gran orador, un revolucionario de la palabra y como un nuevo ejemplar del
tribuno25. Así se puede resumir en el siguiente párrafo:
La conferencia de Haya de la Torre fue una constante sucesión de éxitos. El auditorio
parecía fascinado. El asunto de “La reforma universitaria” fue traído desde sus orígenes
que, según explicó el orador, los tuvo en la benemérita Universidad de Córdoba,
República de Argentina, allá por el año 191826.
Finalmente, no está demás señalar el carácter unionista de La Prensa. En medio
de su ideal patriótico, fue desarrollada una postura de unión del istmo, una patria que
trascendió a Centroamérica. De igual manera, no puede dejarse de lado el interés que
brindó el periódico por las letras de El Salvador y por toda producción artística cultural
en general. Un último aspecto a señalar es que José Dutriz se mantuvo frente a la
dirección de La Prensa hasta el año de 1934, año que fue sustituido por el periodista
Manuel Andino, quien antes había sido director de diario El Día. Andino fungió como
director hasta 1939, época en que La Prensa se fusionó con el periódico El Gráfico, de
ahí su nombre actual: La Prensa Gráfica.
24
Véase: José Dutriz, op. cit., pp. 71-72.
25
Ibíd., p. 208.
26
Ibíd., p. 208.
129
4. Diario El Día
Publicación centrada en la información y cultura, dirigido por el Dr. Rafael V.
Castro. Fue editado en la Imprenta La República bajo los auspicios del Centro Editorial
Salvadoreño. Según Ítalo López Vallecillos, se empezó a publicar en 1923, siendo sus
directores: Alberto Masferrer y Juan Ramón Uriarte. Fungió como jefe de Redacción
Manuel Andino (1892-1958), quien pocos meses después asumió la dirección.
Para López Vallecillos “El Día mantuvo la atención del país por la amenidad de
sus secciones, la claridad de sus notas editoriales, sus crónicas y artículos sobre asuntos
de interés general. Manuel Andino, bajo el pseudónimo de Mateo Abril, realizó una
fecunda labor periodística”27. Trabajaron también en El Día personajes de abundante
peso intelectual, tal es el caso de Vicente Rosales y Rosales y Juan Felipe Toruño. De
igual manera, entre sus colaboradores figuraron personajes de gran trayectoria literaria
en el ámbito nacional y regional, como: Arturo Ambrogi, Salvador Cañas, José Valdés,
Manuel Barba Salinas, entre otros.
Al parecer, se trató de un periódico cuya vocación política guardaba cierto
nacionalismo inspirado en el liberalismo ilustrado de finales del siglo XIX. De ahí
entonces que dicha publicación manifestara una seria preocupación por la
reorganización de la vida nacional. Ciertamente, El Día durante sus once años
consecutivos de información mostró un interés por alcanzar un crecimiento en todas
las áreas del país, y para ello creía necesario trabajar de la mano con el poder político,
así lo señala en su primer editorial: “No queda más que la airosa posición en que nos
hemos colocado y en la que permaneceremos firme: frente a frente, no como
adversarios inverecundos, sino como dos fuerzas convergentes a una misma aspiración
suprema: el Progreso”28.
27
Ítalo López Vallecillos, op. cit., p. 357.
28
Ibíd., p. 359.
130
Apéndice 2
Breves datos biográficos sobre algunos miembros fundadores de
la Liga Antiimperialista de San Salvador
La Liga Antiimperialista de San Salvador, como se vio en el segundo capítulo,
fue fundada el 20 de noviembre de 1926 por una serie de reconocidos periodistas,
escritores y notables profesionales salvadoreños y nicaragüenses. Si bien es cierto, la
trayectoria de la mayoría de sus miembros es de gran magnitud, sus ideas políticas han
sido poco abordadas.
A continuación se presenta un breve perfil de algunos de los nombres señalados
en el manifiesto fundacional. Es necesario aclarar que la intención de las siguientes
líneas es aproximarse a sus filiaciones políticas e ideológicas, esto a partir de sus escritos
o de la referencia que otros autores hacen sobre ellos. Interesa, pues, dejar establecidas
las motivaciones de estos notables frente al conflicto nicaragüense y frente a la amenaza
regional que constituía Estados Unidos. Conviene señalar que la siguiente selección
depende meramente de las referencias encontradas en las fuentes a las que se ha tenido
acceso para la presente investigación.
1. Salvador Ricardo Merlos (1890-1965)
Poeta y prolífico escritor. Estudio Derecho y obtuvo el título de abogado por la
Universidad de El Salvador. Para el año de 1914, con su libro Los males de la raza recibió
como distinción la medalla de plata en los Juegos Florales de San José Costa Rica,
juegos celebrados con motivo de la celebración del centenario del prócer costarricense
Juan Rafael Mora.
Merlos se caracterizó por ser un escritor que defendió su postura política. De ahí
entonces que buena parte de su actividad intelectual la haya dedicado a estudiar y
entender la dominación norteamericana en el subcontinente americano y en concreto
en el istmo centroamericano. En su trabajo América Latina ante el peligro, publicado
también en 1914, Merlos abordó aspectos esenciales para alcanzar dicha empresa, tales
131
como: la política expansiva de los Estados Unidos, la labor del Partido Republicano
estadounidense y la necesidad de una lucha centroamericana. En buena medida, el
prólogo de su investigación hace alusión a esa necesidad de conocer cuál era el peligro
hacia América Latina:
Y es tomando consideración ese estado actual de varios pueblos de la América Latina y
muy especialmente de la América Central; es pensando en esa crisis política que
desgraciadamente atravesamos y en ese peligro que amenaza borrarnos del universo,
que formulo este trabajo, grito de alarma y de protesta brotando de un corazón que
contempla indignado los repetidos ultrajes que una nación poderosa, en mala hora
dirigida por una turba de filibusteros, ha cometido en pueblos relativamente jóvenes
por el solo hecho de extender su territorio a fuerza de conquistas29.
En definitiva, su libro es una auténtica denuncia, una protesta y una invocación
al patriotismo centroamericano. Ciertamente, el estudio si bien data de 1914, es decir,
que enfrenta a la primera invasión norteamericana a Nicaragua durante el siglo XX,
detalla y realiza una investigación rigurosa sobre la situación del continente. En ese
sentido, no resulta extraña la vinculación del Dr. Salvador Merlos con la Universidad
Popular de San Salvador y otras Universidades populares que funcionaban en todo el
país30.
Si bien es cierto, sus principales trabajos académicos fueron América Latina ante el
peligro y Los males de la raza, no puede obviarse su ingente labor en las revistas y
publicaciones de su época. Un breve itinerario de su actividad ensayística y política,
previa a la fundación de la Liga Antiimperialista, nos lleva al año de 1911, cuando
siendo un estudiante de ciencias jurídicas, participó en la redacción de La Tribuna,
semanario que fungió como órgano de los Estudiantes Salvadoreños. A juicio de López
Vallecillos, el semanario en cuestión se trató de una publicación escrita con un “fondo
doctrinario enmarcado dentro del liberalismo de mejor cepa, logró conmover la opinión
Salvador R. Merlos, América Latina ante el peligro, Imprenta nueva de Gerardo Matamoros, San José,
1914, p. 7.
29
Según Jorge Arias Gómez, “entre los profesores de la Universidad Popular se distinguieron, por sus
orientaciones y calidad didáctica, Salvador Ricardo Merlos, el maestro normalista Francisco Luarca (el
famoso Indio Luarca) y los jóvenes universitarios Alfredo Díaz Nuila y Alfonso Rochac”. Véase: Jorge
Arias Gómez, op. cit., p. 51.
30
132
pública”31. La Tribuna circuló hasta 1912, y se trató de una publicación preocupada por
la situación de los obreros y de las capas medias de El Salvador.
Para el año de 1917, en la ciudad de Santa Tecla, Merlos colaboró en la
fundación de la revista Alba, una “publicación mensual de ciencias, literatura,
socialismo y variedades”32. En julio del siguiente año, Salvador R. Merlos se vinculó,
participando como secretario, al Consejo Supremo de la Federación de Trabajadores y,
más en concreto, como redactor de su publicación quincenal Unión Obrera Salvadoreña.
En 1925 colaboró con la revista mensual Isidro Menéndez, órgano de la Sociedad
de Estudiantes de Jurisprudencia y Ciencias Sociales, fundada en julio de 1924. Según
López Vallecillos, Isidro Menéndez reprodujo un breve ensayo de Merlos referente a la
unión política de Centro América. Para López, la revista en cuestión, “indica que el Dr.
Merlos es un polemista de fuste, y un espíritu liberal dispuesto a la lucha patriótica.
Expulsado del país varias veces, la obra del Dr. Merlos en el campo jurídico, y en el
ensayo político, merece el análisis y la valoración de los críticos”33.
Finalmente, en 1944 participó en el levantamiento para derrocar al General
Maximiliano Hernández Martínez, que gobernaba desde finales de 1931. Perteneció al
Ateneo de El Salvador, membresía de casi todos los intelectuales más connotados del
país.
Indudablemente, Merlos se constituyó como un intelectual emblemático en las
disputas políticas del país y de la región. Su beligerancia, a mi juicio, lo caracterizó como
un pensador apasionado con sus ideas sociológicas y políticas. En el mismo prólogo
antes citado, Salvador R. Merlos señala cómo, a su modo de ver, debe actuar un escritor
frente a su realidad:
El escritor, más que para deleitar, debe servir para reformar, para combatir todo lo
malo que a su paso se presente, para extinguir fanatismos, para derribar prejuicios, para
Véase: Ítalo López Vallecillos, El Periodismo en El Salvador: bosquejo histórico-documental, precedidos de
apuntes sobre la prensa colonial hispanoamericana, UCA editores, 2° edición, San Salvador, 1987, p. 303.
31
32
Ibíd., p. 242.
33
Ibíd., p. 253.
133
borrar convencionalismos, para defender la democracia; para preparar el terreno en que
deben levantarse las generaciones del porvenir. Todo escritor, para ser completo, debe
también ser un luchador34.
2. Miguel Pinto (1865-1940)
Como se señaló en la caracterización de Diario Latino, Miguel Pinto (padre) fue
fundador y director de dicho periódico. En ese sentido, fue considerado por sus
contemporáneos como el propulsor de la prensa libre en la región. Por otro lado, Pinto,
similar a otros miembros de la Liga (como José de Jesús Zamora y Juan Felipe Toruño),
formó parte de la Masonería salvadoreña desempeñándose en 1916 como Venerable
Maestro de la Logia “Excelsior 17 Número 3”35 de San Salvador.
A partir de su labor literaria, académica y periodística, fue calificado como un
defensor diligente de la libertad, la justicia y el respeto a la ley. Dicha calificación le valió
no sólo en El Salvador, sino en el subcontinente latinoamericano, principalmente en
América Central. Un ejemplo concreto de esa valentía y determinación por defender la
Patria se encuentra en el siguiente fragmento tomado de un editorial de Diario Latino:
Un gran Poder que falsamente se nos ha aproximado con mefistofélicas ofertas de
protección, corrompe nuestro ambiente, explota nuestra disolución, impone su fuerza,
allana nuestros hogares, ultraja nuestra debilidad, se adueña de los haberes de nuestro
trabajo y anula por completo el ejercicio de nuestra ciudadanía; con este omnímodo
influjo estorba imperiosamente todo lo que tiende a nuestra organización, para
fortalecer el ejercicio de sus atrabiliarios procedimientos de conquista36.
Más adelante, nuestro autor señala la que debía ser otra connotada revolución en
la región Centroamericana, a su juicio, similar a la del General Morazán. En esa línea,
sentencia:
Hemos llegado a un momento de peligro inminente que debe hacernos recapacitar y sin
vacilaciones entrar de lleno en vía de la más rápida reconstrucción de nuestras
34
Salvador Ricardo Merlos, América Latina ante el peligro, op. cit., p. 13.
“Venerables Maestros de la Respetable Logia Excelsior 17 N°3”, Shittah, Edición Especial
Conmemorando los 100 años de vida de la RLS Excélsior (143), Año XLV, enero-abril, 1982, p. 18.
35
36
1.
“¿Verdadera Revolución? El Credo de la Patria”, Diario Latino (10869), lunes 23 de mayo de 1927, p.
134
nacionalidades, en los instantes en el que el peligro está a nuestras puertas con la
amenaza más perentoria37.
Muestra de ello fue su participación como presidente de la Liga Antiimperialista
de San Salvador.
Por otra parte, en la Revista del Ateneo de El Salvador, se publicó una nota titulada
Bocetos del libro inédito: “La República de El Salvador bajo diferentes aspectos” escrito en inglés y
español por Rafael García Escobar. En ésta obra se caracterizó a un buen número de
escritores e intelectuales de la época. Sobre Miguel Pinto se escribió lo siguiente:
Periodista sincero y de claro talento, Director y propietario de «Diario Latino». Ha
escrito mucho en verso y en prosa; su estilo es hermoso y fácil; no tiene pretensiones
literarias y sí mucho mérito. Maneja el género epigramático con gracia y elegancia. En
su juventud fue el azote del clero, su pluma estaba siempre lista para el combate y llegó
a tener fama de polemista. El diarismo es la ocupación que hoy embarga todas sus
energías. Posee conocimientos técnicos sobre la música, y con la misma facilidad que
escribe en prosa lo hace en verso. Es uno de los que orientaron nuestros primeros
pasos literarios38.
Más adelante, acompañado de una fotografía de Pinto, agregan:
Notable periodista y escritor, de gran juicio y cordura, que trabaja sin descanso por la
Patria y el Hogar. Ilustre director de Diario Latino, periódico de los más serios y mejor
redactados del país. Es uno de los más aventajados representativos intelectuales y
compositor musical salvadoreño39.
No cabe duda que Miguel Pinto, como señala Luis Gallegos Valdés, fue un
impulsor del periodismo salvadoreño, a la vez, se constituyó como un defensor
permanente del ideario democrático y de la independencia del diarismo nacional 40. A
nuestra opinión, ese pensamiento progresista y liberal, se encuentra plasmado en el
programa ideológico del diario que él dirigió:
37
Ibíd.
“Bocetos del libro inédito: “La República de El Salvador bajo diferentes aspectos” escrito en inglés y
español por Rafael García Escobar”, Revista del Ateneo de El Salvador (103), enero 1926, p. 4077.
38
39
Ibíd., p. 4079.
Luis Gallegos Valdés, Panorama de la literatura salvadoreña: del período precolombino a 1980, UCA editores,
San Salvador, 1981, p. 136.
40
135
Diario Latino, netamente independiente, no tiene nexos políticos ni con los de arriba,
ni con los de abajo.
… Ni dádivas ni amenazas la extravían del acatamiento a sus deberes para con la Patria,
ni le harán caer en claudicaciones justamente vituperables41.
En síntesis, Miguel Pinto, como otros notables fundadores y miembros de la
Liga Antiimperialista, han sido poco estudiados. En el caso de Pinto, su labor ha sido
reconocida desde el periodismo; dejando de lado todo el aporte político y cultural que
brindó a la realidad salvadoreña y regional.
3. José Dutriz (1877-1946)
Fundador y Primer Director de La Prensa. Nació en julio de 1877 en la ciudad de
Santa Ana, El Salvador, hijo de padre español, José Dutriz, y madre guatemalteca de
descendencia austríaca, Pilar Reffsmann de Dutriz. Para Ítalo López Vallecillos, Dutriz
desde muy joven sintió deseos de dedicar su vida al periodismo:
En las memorias que escribiera, pocos meses antes de morir, relata con palabra
emocionada esa aspiración. Dicho trabajo, incompleto, en manos de sus hijos, dice en
uno de sus párrafos: “Yo soñé un día, cuando apenas era un cándido adolescente, ser el
director y dueño de una empresa periodística que fuera digna de mi patria. Aquel sueño
se convirtió más tarde en un deseo ardiente y fue después la obsesión constante de mi
vida. ¿Se convirtió al final de muchas penas y trabajos ese sueño siempre acariciado en
una realidad? La humana vanidad, de la que ningún hombre escapa, me asegura que sí,
pero no basta42.
Indudablemente, el trabajo periodístico de Dutriz abonó a esa concepción
patriótica de El Salvador. Para el nicaragüense José Lacayo Téllez, La Prensa era el
reflejo del curso evolutivo que llevaba el país. Así lo señalaba Téllez en un editorial
publicado en 1916 y titulado La Prensa: Vanguardia del periodismo centroamericano. A
continuación, un extracto del escrito de Téllez:
41
“Nuestro programa ideológico”, Diario Latino (11041), viernes 16 de diciembre de 1927, p. 2.
Ítalo López Vallecillos, op. cit., p. 384. Un fragmento de dicha memoria fue publicada en el año 2002,
bajo el título de “Recordando mi vida. Cuarenta años de lucha”, véase: José Dutriz, José Dutriz y el diario
La Prensa (1915-1934), Dirección de Publicaciones e Impresos, San Salvador, 2002, pp. 21-37.
42
136
Don José Dutriz, director del diario, ha sabido rodearse de los elementos más
apropiados para la consecución del patriótico fin que persigue ese fin cultural,
nacionalista que es innato en los salvadoreños y que está llamado a engrandecer muy
pronto la patria de Gerardo Barrios43.
Y es que, efectivamente, la redacción del periódico La Prensa estaba compuesto
por cultos escritores salvadoreños y centroamericanos. Asimismo, Dutriz logró entablar
buenas relaciones con periodistas foráneos, de ahí que desarrollara un distinguido
servicio cablegráfico nacional y extranjero (Europa, Estados Unidos, Argentina y
México).
Por otra parte, Dutriz, al igual que Pinto, también sobresalió como defensor de
las causas justas. Desde su periódico sostuvo que su labor estaba al lado de la verdad,
de la imparcialidad y de la justicia44. En esa línea, su nacionalismo, en términos
generales, esto es, económicos o comerciales y culturales, se demostraba en el interés
por llevar información, cultura, es decir, por ilustrar a la población salvadoreña. Una
muestra de ese interés fue su solidaridad con Diario Latino cuando este último fue
destruido a causa de un incendio en el año de 1928. Dutriz, en una nota, comunicó a
Miguel Pinto que ofrecía sus servicios para que siguiera la publicación del Latino. Así le
escribió:
Don Miguel: en estos momentos pongo a su orden, tipos de imprenta, papel, tinta,
muebles y hasta casa, para que, usted pueda, si así lo desea, desde mañana la
publicación de su diario. Deploro sinceramente la desgracia ocurrida y al demostrarle
mi amistad franca vengo también a decirle que La Prensa lamenta como propio este
desastre45.
Si bien es cierto, podría considerarse ambos periódicos como competencia,
como se mencionó en el primer apéndice; sin embargo, no se trataba de una riña y las
palabras de Dutriz lo demuestran. A nuestro entender, se trata de una complicidad
entre ambos personajes por alcanzar el proyecto liberal al que ambos estaban suscritos.
43
José Dutriz, José Dutriz y el diario La Prensa (1915-1934), op. cit., p. 54.
44
Véase: Ibíd., p. 65.
45
Ibíd., pp. 78-79.
137
En definitiva, si bien se trató de una solidaridad hacía el empresario, también puede
leerse como una necesidad para alcanzar la libertad y la autonomía de El Salvador y de
la región.
4. Juan Felipe Toruño (1898-1980)
Juan Felipe Toruño nació el primero de mayo de 1898 en la ciudad de León,
Nicaragua. En 1910, siendo todavía adolescente, mostró su tendencia liberal al
enlistarse en el ejército para defender la constitucionalidad del presidente Dr. José
Madriz, quien sustituyó al General Zelaya. Madriz fue derrocado, merced al apoyo que
recibió el general Juan José Estrada de los Estados Unidos. Toruño se escondió en la
selva nicaragüense por seis meses, regresó a León descalzo y cubierto de harapos.
Según sus biógrafos, “contaba que su fusil era más alto que él. Esta experiencia en la
selva le proporcionó el material y el escenario para su novela cumbre El silencio, como
también para algunos de sus cuentos, como «Chupasangre», consignados en su libro de
cuentos De dos tierras”46.
Su ocupación por la literatura se registró hasta abril de 1918 cuando se inició en
el periodismo nicaragüense con el Eco Nacional, periódico de su ciudad natal dirigido
por el también antimperialista José Constantino González 47. En ese mismo año fundó
la primera revista quincenal consagrada a Rubén Darío. A través de la revista, quiso
estimular especialmente a los jóvenes de su generación a continuar la labor lírica y
narrativa que inició Darío. Un año después, asumió la dirección del diario Eco
Nacional48.
En el año 1922 publicó su primer poemario, titulado Senderos espirituales. Al año
siguiente, en el mes de abril, después de vender su revista Darío que había publicado 69
46
Juan Felipe Toruño, El Silencio, Editorial Delgado, 3° edición, San Salvador, 2010, p. 7.
Ítalo López Vallecillos, op. cit., p. 452. José Constantino González, nicaragüense radicado en El
Salvador, formó parte de la directiva fundacional de la Liga Antiimperialista de San Salvador. Véase: “Se
ha organizado una Liga Anti-Imperialista”, La Prensa (4506), op. cit., p. 4.
47
48
Juan Felipe Toruño, El Silencio, op. cit., p. 7.
138
números, salió de Nicaragua rumbo a Cuba donde lo esperaba el Dr. Manuel Carbonel,
quien le había ofrecido trabajo en la revista El Fígaro de la Habana. Sin embargo, una
fuerte tempestad estropeó el barco en que viajaba y de esa forma se quedó en El
Salvador donde trabajó como periodista, publicó sus libros y además impartió clases en
el Departamento de Letras de la Universidad Nacional de El Salvador.
Se debe tener en cuenta que para esos años, es decir, la primera mitad de los
años veinte, La Habana sirvió como refugio para activistas e intelectuales
antiimperialistas de gran talla a nivel latinoamericano. Así lo señala Daniel Kersffeld en
su trabajo historiográfico sobre la constitución de la Liga Antiimperialista en Cuba:
Un último factor que sin duda alguna contribuyó a brindar a la Liga un perfil
decididamente latinoamericanista y al mismo tiempo augurar el buen éxito de sus
emprendimientos en Cuba, lo constituyó la presencia en ella de un variado conjunto de
militantes y dirigentes de origen extranjero, muchos de ellos comunistas y
antimperialistas que habían tenido que huir de las dictaduras que gobernaban en sus
países de origen. Y pese a todo, Cuba todavía podía ser un país receptor de esta
particular clase de inmigrantes, por lo menos, hasta la llegada de Gerardo Machado al
poder. Así, y si el grupo de los venezolanos residentes en Cuba se nutrió de activistas
como los hermanos Gustavo y Eduardo Machado, Salvador de la Plaza y Carlos
Aponte (a los que luego se sumarían también Francisco Laguado Jayme, José A. Silva
Márquez y el general antigomecista Bartolomé Ferrer), pronto a estos se sumaría una
camada de militantes de origen peruano, entre los que se contaban los apristas Luis F.
Bustamante, Esteban Pavletich y Jacobo Hurwitz, todos ellos recientemente expulsados
de Panamá49.
Por otra parte, es innegable la labor prolífica de escritor y crítico literario de
Toruño, pero su labor de educador y forjador de jóvenes poetas es muy grande y poco
estudiada50. De igual forma su labor y filiación política es poco conocida. Si bien es
cierto, se encuentran varios documentos sobre su literatura o sobre la crítica literaria
que él realizó, es difícil encontrar documentos políticos de su pluma.
49
Daniel Kersffeld, De cara al Sol, Editorial Historia, La Habana, 2009, pp. 15-16.
En El Salvador Juan Felipe Toruño inició la misma labor de proselitismo literario que realizó en
Nicaragua, llegando a ser considerado promotor de generaciones de escritores, tarea que desarrolló
durante cincuenta años a través de sus “Sábados de Diario Latino”. Véase: Juan Felipe Toruño, El
Silencio, op. cit., p.19.
50
139
Toruño radicó en El Salvador desde 1923 donde trabajó como columnista del
Diario del Salvador, Diario El Día y Diario Latino. En 1925 ingresó al Ateneo Nacional de
El Salvador, ese mismo año fue nombrado Venerable Maestro de la Logia Masónica 51.
En 1932 creó la página cultural Sábado de Diario Latino y la mantuvo hasta 1980, tres
meses antes de morir.
Sin duda, es interesante cómo Toruño, desde la literatura, mostró también su
filiación liberal. Un ejemplo, a nuestro parecer, fue el reconocimiento de los valores
femeninos en las letras centroamericanas. En 1942 brindó una conferencia en el Tercer
Congreso Internacional de Literatura Iberoamericana, celebrado en la Universidad de
Tulane, New Orleans. El título de su ponencia fue: “Función del pensamiento en
estructuras de la América nueva: la mujer, factor indispensable para la evolución,”
posteriormente fue publicado en San Salvador por la Revista El Ateneo de El Salvador52.
De igual manera, en su trabajo Desarrollo literario de El Salvador dedicó un capítulo al
pensamiento femenino; y también publicó un ensayo denominado “La mujer en las
letras salvadoreñas”. Se debe tomar en cuenta que toda esta producción ensayística fue
elaborada en la primera mitad del siglo XX.
Ahora bien, como se dijo antes, aprehender el pensamiento político de Juan
Felipe Toruño es una labor pendiente, una primera aproximación puede realizarse
desde su escritura literaria. Su postura antiimperialista puede encontrarse incluso en
algunos textos publicados en los años 40’s del siglo pasado. En el poemario Huésped de
la noche y otros poemas, publicado en 1947, nos encontramos con el siguiente texto
titulado Poema Minaslagos; a mi juicio, con clara alusión a la historia política y social
nicaragüense:
Moras en una alfombra que han formado
laspeluznas del sol de Nicaragua:
de un sol de tierra y fuego,
51
Juan Felipe Toruño, El Silencio, op. cit., p. 12.
52
Ibíd., p. 20.
140
de un sol de agua y de grito,
de un sol de Nicaragua hecho pedazos
en los vientres de minas y de lagos53.
En ese mismo libro, se encuentra una serie de comentarios sobre la labor
intelectual de Toruño. Llama la atención la descripción y el saludo que hace el argentino
Francisco A. Profano:
Juan Felipe Toruño no es, recalcamos, un mero soñador de fantasías maravillosas, sino
que también es un pujante hombre de acción, que más bien parece huido de la
concepción existencial de Kierkegaard y plasmado en la vida cual un nuevo Cid
Campeador de la Verdad, la Belleza y el Bien, triada platónica sobre la que gira la
humana evolución universal.
Sea, pues, esta breve glosa, un homenaje argentino al notable escritor y pensador que
encarna la recia personalidad del egregio poeta salvadoreño y señalamos a Juan Felipe
Toruño como una de las figuras cimeras que con enfervorizado empeño y quijotesca
valentía defiende los superiores valores del espíritu, en la forma ejemplarizadora que
encarna bella, profunda y altivamente, su «Mensaje a los Hombres de América»54.
Asimismo, en otro trabajo literario de Toruño, más con un carácter antológico,
nos encontramos con algunos de sus primeros versos. Resulta interesante como en esas
publicaciones, 32 años después de su salida de Nicaragua, nuestro autor hace referencia
al primer cuarto del siglo XX en Nicaragua. El texto en cuestión se titula Ciudad dormida:
León Nicaragua y fue publicado en 1955. En éste, se encuentra el siguiente poema:
Las XI de la mañana
En las calles la gente se fastidia. ¡Oh! Cierra
tus ojos pobre alma, te obliga el cautiverio
de este rudo momento que a tu sentir aterra.
Refúgiate en el limpio sagrado de tu imperio
Nostalgia en todas partes. Esta hora no encierra
nada de poesía. Camina hacia el misterio:
53
Juan Felipe Toruño, Huésped de la noche y otros poemas, sin editorial, San Salvador, 1947, p. 54.
Ibíd., pp. 88-89. Es menester señalar que en la publicación hay una nota aclaratoria sobre la
nacionalidad de Juan Felipe Toruño. Así lo sentencia dicha nota: “Queremos hacer la observación de
que Juan Felipe Toruño es nicaragüense y que debido a que su labor se ha desarrollado en Cuzcatlán,
los que le tratan a distancia lo creen como tal, aunque en realidad esto no quita ni pone, ya que Toruño
es tan nicaragüense como salvadoreño, y porque pronto –no hay duda– El Salvador, como Nicaragua y
como Guatemala, pertenecerán a una sola nación: Centroamérica”.
54
141
el sol clava sus lanzas de luz sobre la tierra
y el rostro del día se va poniendo serio.
Y un soldado yanqui vestido de pus pasa55:
luce la risa imbécil que distingue a su raza.
Y Máximo Jerez meditativo y triste
finge un cirio de mármol, que a los años resiste,
en el centro del parque –y resuenan las XI–
al parque lo custodian cuatro leones de bronce56.
Si bien es cierto, el poema por sí solo resulta llamativo para entender su
vocación antiimperialista, más impactante es la nota que Toruño escribe como pie de
página sobre el texto:
Tal como fue escrito, así dejo este poema que forma parte de mi primer libro publicado
en León, Nicaragua, en 1922. Lo incluyo porque presenta el ambiente de la ciudad por
los años en que la marinería estadounidense irrumpió en mi patria interviniendo
directamente en su política, en su economía y en su vida. Los marinos en León en
1912, acamparon en la Plaza de San José, en La Merced, y en la Catedral, Calle Ancha y
Subtiava57.
Otro trabajo literario que merece la pena comentar, para comprender la
magnitud de Juan Felipe Toruño en el mundo intelectual y académico centroamericano,
es su obra Poesía y poetas de América: trayecto en ámbitos, fisonomías y posiciones. Se trata de una
obra que muestra la poética americana y todas sus escuelas y tendencias literarias a nivel
mundial que, a su vez, fueron retomadas en nuestro continente. En resumen, en esta
obra Toruño realiza una revisión acuciosa desde el regazo colonial hasta los días de su
publicación en 1944. Se trata, en palabras de él, de una Panorámica de América. Se debe
destacar que esta obra en el año de 1945 fue declarada libro de consulta en las clases de
En una nota publicada en el libro Poesía y poetas de América: trayecto en ámbitos, fisonomías y posiciones,
sobre sí mismo, Juan Felipe Toruño escribió: “En el poemario del «Horario Sentimental», puede verse
lo que sigue «Y un soldado yanqui vestido de pus pasa». En vez de decir vestido de kaki, dijo de pus. Y
de pus, precisamente, porque la pus es repugnante y en aquella época de la penetración marinera
estadounidense, el soldado de la ocupación repugnaba. Por lo dicho hay en ello una doble metáfora: el
color de la pus y la repugnancia de la pus”. Véase: Juan Felipe Toruño, Poesía y poetas de América: trayecto
en ámbitos, fisonomías y posiciones, sin editorial, Imprenta Funes, San Salvador, 1944, p. 273.
55
56
Juan Felipe Toruño, Ciudad dormida: León, Nicaragua, Ediciones Orto, San Salvador, 1955, p. 225.
57
Ibíd., p. 225.
142
Literatura de las escuelas por el Ministerio de Cultura Popular salvadoreño y por el
Ministerio de Instrucción Pública nicaragüense. En el caso de El Salvador, el acuerdo
ejecutivo sentencia lo siguiente:
No 1106
San Salvador 5 de mayo de 1945.
El Ministro de Cultura Popular ha tomado en cuenta los méritos literarios y didácticos
que contiene la obra Poesía y poetas de América, de la cual es autor don Juan Felipe
Toruño, y visto el parecer emitido por la Jefatura del Departamento de Enseñanza de
Ciencias y Letras, ACUERDA: adoptar la obra de referencia como libro de consulta en
las clases de Literatura de Cuarto y Quinto Cursos de Ciencias y Letras.- Comuníquese
(Rubricado por el Señor Presidente)
El Ministro de Cultura,
Castro58.
En esa misma compilación de la obra poética de América, y cada uno de sus
autores, Juan Felipe Toruño realiza una aproximación a muchos escritores que
pertenecieron a la Liga Antiimperialista. Sobre Leonardo Montalbán 59, nicaragüense
que fungió como quinto vocal de la Liga, lo cataloga como un costumbrista que dividió
su labor entre el periodismo, la leyenda, la tradición y el verso. Autor de El Momento
Fugaz, Bajo el Sol de México (crónicas), e Historia de la Literatura en la América Central (dos
tomos). Para Toruño, casi todos los autores nicaragüenses de la época se agrupan en
derredor de la revista Alba que dirigía a principios del siglo, Antonio Medrano.
Por otra parte, Toruño también aborda a otros dos miembros nicaragüenses de
la Liga Antiimperialista: Constantino González y Agenor Argüello, secretario y
miembro fundador; respectivamente. De ambos Toruño dará una caracterización más
fugaz. Sobre el primero, lo describe como “nervio, vivacidad, valentía, acuciosidad,
rapidez: periodista a lo Alejandro Sux”60. Sobre Agenor Argüello comenta que entró a
la redacción de la revista Darío. A la vez, lo definió como fuerte y pasional. “Ha
publicado ya varios libro, entre ellos: Cuentos de Otoño en Primavera (poemas), Ánforas de
58
Acuerdo N° 1106, Diario Oficial (102), lunes 14 de mayo de 1945, San Salvador, p. 1557.
Véase: Juan Felipe Toruño, Poesía y poetas de América: trayecto en ámbitos, fisonomías y posiciones, op. cit., p.
271.
59
60
Ibíd., p. 273.
143
Silencio (poemas) y una serie de ensayos, como La Escuela Rural, libro para niños, etc. Es
una robusta personalidad mental”61.
Sin lugar a duda, de todos los miembros fundadores Juan Felipe Toruño ha sido
el más estudiado; no obstante, con su pensamiento político se tiene una gran deuda, se
conoce muy poco sobre su activismo liberal y antiimperialista. Para citar un ejemplo, en
junio de 1927, La Liga Antiimperialista decidió lanzar un informe de sus primeros seis
meses de vida, y se comisionó a Juan F. Toruño para que hiciera el mencionado
informe. Según la nota:
En el informe podrá verse la ardua tarea, puesto que será minuciosamente detallado
todo y se verá quiénes fueron los más activos, los que cooperaron con mayor eficacia
en un sentido o en otro. Será, pues un informe amplísimo; informe que la Liga dará
cada seis meses para que se vea la eficiencia de la labor y el trabajo encaminado a
defender los intereses latinoamericanos62.
En conclusión, Juan Felipe Toruño pertenece a esa clase de escritores que
señalaba Merlos, es decir, además de escritor, un luchador. Su membresía en la Liga
Anti-Imperialista y en el Ateneo de El Salvador lo demuestran. Por otra parte, podría
resultar exagerado dedicar más espacio a Toruño que a otros miembros fundadores; no
obstante, su labor intelectual y política permite hacer ese acercamiento más detallado. A
la vez, investigarlo permite un acercamiento a otros autores del movimiento. Sin
ninguna duda, aún queda mucho por investigar sobre él y sobre el resto de
participantes.
61
Ibíd.
“La Liga Anti-imperialista lanzará un informe”, Diario Latino (10895), miércoles 22 de junio de 1927,
p. 1.
62
144
Conclusiones finales
Una vez analizados los dos primeros años de funcionamiento de la Liga
Antiimperialista de San Salvador, podemos concluir que uno de los principales
objetivos de su creación consistió en solidarizarse con los pueblos hispanoamericanos
sometidos a la intromisión de Estados Unidos; principalmente con el pueblo de
Nicaragua. Dicho en otros términos, la Liga salvadoreña que se estudió a lo largo de la
investigación, a diferencia de otras organizaciones antiestadounidenses vinculadas a la
Internacional Comunista o Comintern −cuyo fin era erigir un frente antiimperialista,
pero, a la vez, crear adeptos para defender y legitimar a la Unión Soviética−, su
constitución fue más genuina, pues obedeció, a mi parecer, a la necesidad de edificar
una organización verdaderamente inclusiva, capaz de aglutinar todo el malestar
ocasionado por la política exterior y financiera del país norteamericano. Por tanto,
puede inferirse a partir de esa condición genuina de sus fundadores el interés liberal de
los mismos por alcanzar un Estado democrático, soberano y garante de justicia para
toda la población.
También puede afirmarse, y concluir, que ese interés por alcanzar soberanía
económica y política no existía sólo en las cabezas fundadoras del movimiento en
cuestión, sino que se había expandido a varios sectores y en varias localidades
salvadoreñas de la época. De ahí entonces, que a partir de esa concepción liberal e
inclusiva, arriba mencionada, se puede sostener que en el caso salvadoreño no sólo
existió una liga liberal, sino varias ligas con esta ideología, de las cuales la mayoría
estaban vinculadas a la capitalina, pero con una estructura independiente a la misma. De
igual manera, puede afirmarse que dicha corriente se nutrió de otras doctrinas que
existieron en el continente: la unionista-arielista y la nacionalista revolucionaria.
Finalmente, al terminar este trabajo podemos concluir que en El Salvador coexistieron
más de una organización antiimperialista o de una corriente antiimperialista. Al menos
tres propuestas se manifestaron el debate antiestadounidense: la liberal, representada en
145
la Liga de San Salvador y de otras ciudades; la unionista, representada en el grupo “La
joven Centro América”; y, finalmente la cominternista, representada en la sección
salvadoreña de la LADLA.
Ahora bien, una vez esbozadas, y aclaradas, las principales directrices ideológicas
de la liga liberal de la capital salvadoreña, toca ahora plantearnos algunas preguntas que
evidentemente nos quedan en el tintero: ¿Cómo evolucionó el movimiento
antiimperialista salvadoreño? ¿Cuál fue el desenlace de la organización y que opción
política tomaron sus miembros? ¿Se transformaron, como otras agrupaciones
antiimperialistas del continente, en partidos comunistas? Junto a estas preguntas se
debe agregar que a partir de 1928 el escenario mundial se enredó más. Entre algunos
elementos que coadyuvaron a esa complicación podemos citar: a) la fragmentación de la
izquierda latinoamericana cuya culminación ocurrió en Bruselas, hecho que se analizó
en el capítulo dos; b) la constitución de Augusto C. Sandino como máxima figura de la
rebeldía armada nicaragüense y del antiimperialismo mundial, situación que incluso lo
llevó a entablar vínculos con todas las corrientes antiimperialistas de la época; c) la
hegemonía de Stalin en la Unión Soviética, por tanto, en el movimiento comunista
internacional. Esa situación desencadenó un cambio en la estrategia del Comintern, lo
que forzó un desprendimiento de todos los grupos “aliados” (no comunistas), que, a
partir de ese momento se convertirían en enemigos, ¿Es eso lo que ocurrió también en
El Salvador?; d) la crisis económica mundial de 1929 y su impacto en la región; e)
finalmente, la insurrección campesina de 1932. Sin duda, es necesario indagar si estos
acontecimientos y situaciones permearon a las diversas agrupaciones antiimperialistas
salvadoreñas, de ser así, es necesario aclarar qué consecuencias produjo.
Como reflexión final, considero que más allá de la información novedosa que
arroja el presente trabajo, lo más importante son todas las puertas que abre; todos los
temas pendientes por investigar. En buena media he tratado de irlos planteando a lo
largo de la tesis; sin embargo, no está demás señalar nuevos contenidos y/o recalcar los
que se mencionaron en el desarrollo de los capítulos. En primer lugar, se conoce muy
poco sobre la sección salvadoreña de la LADLA; en ese sentido, interesa estudiarla a
146
fondo y examinar cómo fue su relación con el Partido Comunista Salvadoreño (PCS):
cabe preguntarse ¿Ocurrió como el caso cubano que la organización antiimperialista
colaboró en la creación de la organización partidaria? Además, interesa saber la
evolución de los miembros cominternistas. Llama la atención, por ejemplo, el caso de
Alfonso Rochac, secretario del sector de estudiantes e intelectuales de vanguardia de la
LADLA salvadoreña en 1926, que para 1928-1929 mostraba ideas más cercanas a la
filiación aprista que cominternista. Sin duda que resulta atrayente rastrear todo ese
tránsito ideológico.
Por otra parte, despierta mucho interés el hecho de que la sección salvadoreña
comunista contara con un secretariado femenino −mientras que la organización liberal,
que se supone tenía una vocación más inclusiva no dio muestras de cambios en su
mentalidad patriarcal−. Otro aspecto que a mi juicio amerita un estudio detallado es
sobre la constitución del andamiaje intelectual antiimperialista salvadoreño. Es
necesario aclarar y reconstruir, bajo la metodología de redes sociales, todos los grupos y
corrientes antiimperiaslitas que existieron en la época y cómo se vincularon entre ellos.
De igual manera, es importante sistematizar todo el pensamiento político de personajes
antiimperialistas que en la actualidad han sido abordados sólo por su aporte literario o
periodístico. No es descabellado pensar que a partir de ese tipo de análisis se podrían
establecer estudios comparados entre ligas u otras organizaciones antiimperialistas de
otros países con el caso salvadoreño.
En definitiva, considero que mi estudio abre nuevas rutas de investigación que
fácilmente puede animar y entusiasmar a otros académicos para continuar explorando el
antiimperialismo en El Salvador durante el siglo XX. Ciertamente, las principales
limitantes para esta empresa son las fuentes, razón por la cual constituye un reto
reconstruir toda la historia de línea cominternista del antiimperialismo salvadoreño; no
obstante, interesa dejar claro que ocurrió con las demás corrientes. Dicho en otros
términos, es importantísimo establecer hasta cuándo duró, y cómo se clausuró, la Liga
Antiimperialista de San Salvador.
147
Índice de siglas y acrónimos
AC
Alianza Continental
AGELA
Asociación General de Estudiantes Latinoamericanos
AGN
Archivo General de la Nación
APRA
Alianza Popular Revolucionaria Americana
COMINTERN
Internacional Comunista
COPA
Confederación Obrera Panamericana
CROM
Confederación Regional Obrero Mexicana
EDSN
Ejército Defensor de la Soberanía Nacional
FRTS
Federación Regional de Trabajadores Salvadoreños
IC
Internacional Comunista
INAH
Instituto Nacional de Antropología e Historia
ISR
Internacional Sindical Roja
LADLA
Liga Antiimperialista de las Américas
MAFUENIC
Comité Manos Fuera de Nicaragua
MOPR
Socorro Rojo Internacional (por sus siglas en ruso)
PCA
Partido Comunista Argentino
PCM
Partido Comunista Mexicano
PCO
Partido Comunista Obrero
PCS
Partido Comunista Salvadoreño
SRI
Socorro Rojo Internacional
UES
Universidad de El Salvador
ULA
Unión Latinoamericana
UP
Unión Panamericana
148
Bibliografía
1. Archivos
- Archivo Histórico del Arzobispado de San Salvador (AHASS), San Salvador, El Salvador,
Centro América.
- Archivo histórico de la Prensa Gráfica; Antiguo Cuscatlán, La Libertad, El Salvador.
- Archivo General de la Nación (AGN), San Salvador, El Salvador.
- Biblioteca del Museo Nacional de Antropología “David J. Guzmán” (MUNA), San
Salvador, El Salvador.
- Biblioteca Dr. Alfonso Rochac, Fundación Salvadoreña para el Desarrollo Económico y
Social (FUSADES), Antiguo Cuscatlán, La Libertad, El Salvador.
- Biblioteca de la Universidad de El Salvador (UES), San Salvador, El Salvador.
- Colecciones Especiales de la Biblioteca “Florentino Idoate, SJ.”, de la Universidad
Centroamericana “José Simeón Cañas” UCA, San Salvador, El Salvador.
- Hemeroteca de la Biblioteca Nacional “Francisco Gavidia”, San Salvador, El Salvador.
2. Periódicos y revistas
2.1 Periódicos de El Salvador
- Diario Latino (1926-1927)
- La Prensa (1925-1928)
- Revista Ateneo de El Salvador (1925-1927)
- Diario El Día (1925-1928)
- Diario Oficial (1926-1927)
- Diario Católico “El Tiempo” (1931-1932)
2.2 Revistas y semanarios de El Salvador
- Semanario Opinión Estudiantil (1927,1929, 1931)
149
- Revista semanal Excelsior (1928-1930)
- Revista La Universidad (1926, 1929)
- Revista Shittah (enero-abril, 1982)
2.3 Otros periódicos
- El Machete (México, 1929)
- El Libertador (México, 1925-1927)
3. Bibliografía antiimperialista
- Argueta, Ricardo, “¿Quién manda en casa? Influencia norteamericana,
antimperialismo y martinato en El Salvador (1911-1944)”, Revista Estudios
Centroamericanos, Vol. 63 (713-714), UCA editores, marzo-abril 2008, San Salvador.
- Cerdas Cruz, Rodolfo, La hoy y el machete: La Internacional Comunista, América Latina y la
revolución en Centroamérica, EUNED, San José, Costa Rica, 1986.
- Cuevas Molina, Rafael, “Sandino y la intelectualidad Costarricense. Nacionalismo
antimperialista en Nicaragua y Costa Rica (1927-1934)”, EUNED, San José, 2008.
Disponible en:
http://www.una.ac.cr/dilaac/images/stories/archivos/librosandinoycostarica.pdf
- _________________, “Nación y nacionalismo antimperialista en Centroamérica.
Sandino y la nueva intelectualidad costarricense”, en Revista Archipiélago, Vol. 17 (67),
México D.F., 2010.
- De Belausteguigoitia, Ramón, Con Sandino en Nicaragua, Editorial Nueva Nicaragua, 2°
edición, Managua, 1985.
- Fuentes Oliva, Regina, “Espiritualismo, vitalsimo y teosofía en el pensamiento de una
red de intelectuales de 1920”; en Marta Elenas Casaús Arzú, El lenguaje de los ismos:
Algunos conceptos de la modernidad en América Latina, F&G Editores, Guatemala, 2010.
- García Giráldez, Teresa, “La dicotomía imperialismo-antiimperialismo en las redes
intelectuales unionistas centroamericanas (1890-1930)”; en Marta Elenas Casaús Arzú,
El lenguaje de los ismos: Algunos conceptos de la modernidad en América Latina, F&G Editores,
Guatemala, 2010.
150
- Haya de la Torre, Víctor Raúl El Antiimperialismo y el APRA, Fondo Editorial del
Congreso del Perú, Lima, 2010.
- Kersffeld, Daniel, “La Liga Antiimperialista de Costa Rica: Una escuela de cuadros
para el partido comunista de Costa Rica”, Revista Estudios, Universidad de Costa Rica,
(22), 2009.
- _____________, Contra el Imperio: Historia de la Liga Antimperialista de las Américas, Siglo
XXI editores, México, 2012.
- _____________, De cara al sol, Editorial Historia, La Habana, 2009.
-_____________, “Tensiones y conflictos en los orígenes del comunismo
latinoamericano: las secciones de la Liga Antiimperialistas de las Américas”; en Estudios
Interdisciplinarios de América Latina y el Caribe, 2011. Disponible en:
http://www1.tau.ac.il/eial/index.php?option=com_content&task=view&id=191&Ite
mid=159.
- _____________, “Jacobo Hurwitz: semblanza de un revolucionario latinoamericano”,
Pacarina
del
Sur,
Núm.
2,
febrero
de
2010.
Disponible
en:
http://pacarinadelsur.com/home/figuras-e-ideas/50-jacobohurwitz-semblanza-de-unrevolucionario-latinoamericano.
- _______________, “Latinoamericanos en el Congreso Antiimperialista de 1927:
Afinidades, disensos y rupturas”; en Journal of iberian and Latin American Reserch, Vol. 16,
No.
2,
Diciembre
2010,
pp.
151-163.
Disponible
en:
http://www.tandfonline.com/doi/abs/10.1080/13260219.2010.527288#preview
- Mariátegui, José Carlos, Obra política, Ediciones Era, México D.F., 1979.
- Melgar Bao, Ricardo, “Cominternismo intelectual: Representaciones, redes y prácticas
político-culturales en América Central (1921-1933)”; en Marta Elenas Casaús Arzú, El
lenguaje de los ismos: Algunos conceptos de la modernidad en América Latina, F&G Editores,
Guatemala, 2010.
- _______________, “El universo simbólico de una Revista Cominternista: Diego
Rivera y El Libertador”, Revista Convergencia (21), Instituto Nacional de Antropología e
Historia-Morelos, enero-abril del 2000, pp. 121-143.
- Merlos, Salvador Ricardo, América Latina ante el peligro, Imprenta nueva de Gerardo
Matamoros, San José, 1914.
151
- ____________________, Los males de la raza, Tipografía nacional, San José, 1914.
- Oliva Medina, Mario, Dos peruanos en Repertorio Americano: Mariátegui y Haya, Instituto
de Estudios Latinoamericanos, Heredia, 2004.
- Pakkasvirta, Jussi, ¿Un continente, una nación? Intelectuales latinoamericanos, comunidad política
y las revistas culturales en Costra Rica y en el Perú (1919-1930), Academia Scientiarum
Fennica, Finlandia, 1997.
- _____________, “Víctor Raúl Haya de la Torre en Centroamérica ¿La primera y última fase
del aprismo internacional”, Ponencia presentada en el V Congreso Centroamericano de
Historia,
San
Salvador,
2000,
p.
4.
Disponible
en:
http://hcentroamerica.fcs.ucr.ac.cr/Contenidos/hca/cong/mesas/cong5/docs/PPo18
.pdf
- Ulianov, Vladímir Ilich (Lenin), El imperialismo, fase superior del capitalismo (esbozo popular),
Editorial Progreso, Moscú, 1983.
- Zapata, Francisco, Ideología y política en América Latina, Colegio de México, México
D.F., 1990.
4. Bibliografía secundaria
- Almeida, Paul, Olas de movilización popular: movimientos sociales en El Salvador, 1925-2010,
UCA Editores, San Salvador, 2011.
- Alvarenga, Patricia, Cultura y Ética de la Violencia. El Salvador 1880-1932, San Salvador,
Dirección de Publicaciones e Impresos, 2006.
- Araujo Lozano, Jorge, “La Iglesia salvadoreña y la laicización de la educación en 1881: ¿Un
proyecto liberal frente a una respuesta ultramontana?”, Tesis de Maestría en Filosofía
Iberoamericana, Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas”, El Salvador,
2008.
- Arias Gómez, Jorge, Farabundo Martí: la biografía clásica, Ocean Sur, México D. F., 2010.
- Avendaño Rojas, Xiomara, “Al lado o enfrente del Imperio. La diplomacia de
Nicaragua, México y El Salvador ante el Tratado Bryan-Chamorro”, Revista Estudios
Centroamericanos, Vol. 63 (713-714), 2008.
152
- Beorlegui, Carlos, Historia del pensamiento filosófico latinoamericano: una búsqueda incesante de
la identidad, Universidad de Deusto, 3ª edición, 2010.
- Browning, David, El Salvador: La Tierra y el Hombre, San Salvador, Dirección de
Publicaciones, 1975.
- Cañas-Dinarte, Carlos, Diccionario de autoras y autores de El Salvador, Dirección de
Publicaciones e Impresos, San Salvador, 2002.
- Cardenal, Rodolfo, Manual de Historia Centroamericana, UCA Editores, San Salvador,
1980.
- Cárdenas Noriega, Joaquín, José Vasconcelos, Caudillo cultural, CONACULTA, México,
D.F., 2008.
- Carr, Barry, “La Ciudad de México: Emporio de exiliados y revolucionarios
latinoamericanos en la década de 1920”; en Pacarina del Sur, Estudios Interdisciplinarios
de
América
Latina
y
el
Caribe,
2011.
Disponible
en:
http://www.pacarinadelsur.com/home/mallas/338-la-ciudad-de-mexico-emporio-deexiliados-y-revolucionarios-latinoamericanos-en-la-decada-de-1920.
- Casaus Arzú, Marta Elena y García Giráldez, Teresa, Las Redes Intelectuales
Centroamericanas: Un siglo de imaginarios nacionales (1820-1920), Guatemala, F & G, 2005.
- Dalton, Roque, Miguel Mármol: los sucesos de 1932 en El Salvador, Ocean Sur, Colombia,
2007.
- Duroselle, Jean B., Política exterior de los Estados Unidos 1913-1945, Fondo de Cultura,
Económica, México, 1965.
- Dutriz, José, José Dutriz y el diario La Prensa (1915-1934), Dirección de Publicaciones e
Impresos, San Salvador, 2002.
Gallegos Valdés, Luis, Panorama de la literatura salvadoreña: del período precolombino a 1980,
UCA Editores, San Salvador, 1981.
- García Cantú, Gastón, Las invasiones norteamericanas en México, Ediciones Era, México,
1971.
- Gil, Federico G., Latinoamérica y Estados Unidos: dominio, cooperación y conflicto, Tecnos,
Madrid, 1975.
- Gobat, Michel, Enfrentando el sueño americano. Nicaragua bajo el dominio imperial de Estados
Unidos, IHNCA-UCA, Managua, 2010.
153
- González Torres, Julián, “Del «Ciudadano católico» al «ciudadano laico». La escuela pública
primaria y la formación de los futuros ciudadanos. El Salvador 1824-1890”, Tesis presentada
para optar al grado de Doctor en Filosofía Iberoamericana, Universidad
Centroamericana “José Simeón Cañas”, San Salvador, 2012.
- ___________________, “El sueño de una república laica: la escuela y la formación
de los futuros ciudadanos. Reforma educativa en El Salvador (1883-1889)”, en Cultura
(105), enero-marzo 2011, Secretaría de Cultura de la Presidencia, San Salvador, pp. 113148.
Gould, Jeffrey L. y Lauria-Santiago, Aldo, 1932, Rebelión en la oscuridad: Revolución,
represión y memoria en El Salvador, Ediciones Museo de la Palabra y la Imagen, San
Salvador, sin fecha de publicación.
- Lara-Martínez, Rafael, Política de la cultura del Martinato, Editorial Universidad Don
Bosco, San Salvador, 2011.
- López Bernal, Carlos Gregorio, Tradiciones inventadas y discursos nacionalistas: el imaginario
nacional de la época liberal en El Salvador, 1876-1932, Editorial Universitaria, San Salvador,
2007.
- López Vallecillos, Ítalo, El Periodismo en El Salvador, UCA Editores, San Salvador,
1987.
- Lozano, Lucrecia, De Sandino al triunfo de la revolución, Siglo veintiuno editores, México,
1985.
- Macías, Richard C., Plutarco Elías Calles: pensamiento político y social. Antología (1913-1936),
Fondo de Cultura Económica, México, 1988.
- Martí, José, Política de Nuestra América, Siglo XXI editores, 8ª Edición, México, D.F.,
2005.
- Masferrer, Alberto, Páginas Escogidas, Dirección de Publicaciones e Impresos, San
Salvador, 2002.
- Masferrer, Alberto, Patria. Artículos Recopilados por Pedro Geoffroy Rivas, Editorial
Universitaria, San Salvador, 1960.
- Molina Jiménez, Iván, Anticomunismo reformista, competencia electoral y cuestión social en Costa
Rica 1931-1948, Editorial Costa Rica, San José, 2009.
- Ramírez, Sergio, El Pensamiento vivo de Sandino, EDUCA, Costa Rica, 1979.
154
- Rodó, José Enrique, Ariel, Espasa Calpe, Madrid, 1971.
- Sabine, George H., Historia de la teoría política, Fondo de Cultura Económica (FCE),
México, 1965.
- Santana, Adalberto, “La Revolución Mexicana y su repercusión en América Latina”,
Revista de Estudios Latinoamericanos, número 044, UNAM, México, 2007, p. 104.
Disponible en: http://redalyc.uaemex.mx/src/inicio/ArtPdfRed.jsp?iCve=64004406
- Selser, Gregorio, Sandino: general de hombres libres, EDUCA, San José, 1974.
- ____________, El pequeño ejército loco. Operación México-Nicaragua, Ediciones especiales
(Imprenta nacional), Cuba, 1960.
- Taracena Arriola, Arturo “Liberalismo y poder político en Centroamérica (18701929)”; en Víctor Hugo Acuña Ortega (coord.), Historia General de Centroamérica: Las
República agro exportadoras (1870-1945), Vol. 4, Madrid, Comunidades Europeas,
Sociedad Estatal Quinto Centenario, 1993.
- Toruño, Juan Felipe, Poesía y poetas de América: trayecto en ámbitos, fisonomías y posiciones,
sin editorial, Imprenta Funes, San Salvador, 1944.
- ________________, Huésped de la noche y otros poemas, sin editorial, San Salvador, 1947.
- ________________________, Ciudad dormida: León, Nicaragua, Ediciones Orto, San Salvador,
1955.
- ________________, Desarrollo Literario de El Salvador, Departamento Editorial del
Ministerio de Cultura, San Salvador, 1958.
- ________________, El Silencio, Editorial Delgado, 3° edición, San Salvador, 2010.
- Troncoso, Hugo Cancino; Klengel, Susanne y Leonzo, Nanci, Nuevas perspectivas teóricas
y metodológicas de la Historia Intelectual de América Latina, Ediciones Iberoamericana,
Madrid, 1999.
- Uriarte, Juan Ramón, Páginas Escogidas, Dirección General de Publicaciones, Ministerio
de Educación de El Salvador, San Salvador, 1967.
-Valdés Valle, Roberto, “El liberalismo político de finales del siglo XIX”; en El Salvador:
Historia mínima, Secretaría de Cultura de la Presidencia de la República, San Salvador,
2011.
155
- _________________, Masones, liberales y ultramontanos salvadoreños: debate político y
constitucional en algunas publicaciones impresas, durante la etapa final del proceso de secularización del
Estado salvadoreño (1885-1886), Tesis presentada para optar al grado de Doctor en
Filosofía Iberoamericana, Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas”, San
Salvador, 2010.
- Vasconcelos, José, La raza cósmica: misión de la raza iberoamericana, Aguilar, Madrid,
1967.
- _____________, La otra raza cósmica, Editorial Almadía, Oaxaca, 2010.
- Walter, Knut, “La banca y el poder en Nicaragua bajo el régimen de Anastasio
Somoza García”, Boletín de ciencias económicas y sociales, año X (3), mayo-junio 1987.
- Wünderich, Volker, Sandino: una biografía política, IHNCA-UCA, Managua, 2010.
156