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UNIVERSIDAD CENTROAMERICANA “JOSÉ SIMEÓN CAÑAS” LA LIGA ANTIIMPERIALISTA DE SAN SALVADOR FRENTE A LA INTERVENCIÓN NORTEAMERICANA EN NICARAGUA (1926-1927) TESIS PREPARADA PARA LA FACULTAD DE POSTGRADOS PARA OPTAR AL GRADO DE MAESTRO EN FILOSOFÍA IBEROAMERICANA POR ROBERTO CARLOS DERAS MELGAR MAYO DE 2013 ANTIGUO CUSCATLÁN, EL SALVADOR, C.A. R e c to r A n d re u O li v a d e l a E s p e ra n z a , S . J . S e c r e ta r i a Ge n e r a l C e li n a P é re z R i v e ra D e c a n a d e l a F a c u l ta d d e P o s t gr a d o s N e l ly A r e l y Ch é v e z R e y n o s a D i r e c to r d e M a e st r í a e n F i l o s o f í a Ib e r o a me r i c a n a L u i s A lv a re n g a D i r e c to r d e T e s i s R o b e rt o V a ld é s V a ll e A Gabriela M. y Alejandro INDICE Introducción: . . . . . 1. Aproximación inicial al tema de investigación . 2. Estructura y metodología del trabajo . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 1 4 Capítulo I Lectura de la prensa salvadoreña sobre la intervención militar norteamericana en Nicaragua (1926 – 1927): . . . . . . . . . 8 1. Intervenciones militares norteamericanas en Nicaragua durante las primeras décadas del siglo XX: 1912 y 1926 . . . . . . . . . 11 2. Seguimiento y análisis periodístico sobre la intervención militar norteamericana y la resistencia liberal en Nicaragua (1926-1927) . . . . . . 18 2.1 Primeras reacciones . . . . . . . . 19 2.2 Radicalización del discurso en la prensa liberal salvadoreña y giro hacia el antiimperialismo . . . . . . . . . 31 3. Estados Unidos, México y Nicaragua: alianza y confrontación diplomática . . 36 4. “Patria y libertad”: Lectura periodística salvadoreña sobre el alzamiento y resistencia armada del General Augusto C. Sandino . . . . . . . 49 4.1 Itinerario y formación del patriota . . . . . . 49 4.2 Del ejército liberal a la resistencia antiimperialista. Lectura de la prensa salvadoreña del alzamiento de Augusto C. Sandino . . . . . . 53 Conclusiones . . . . . . . . . . . 59 Capítulo II Fundación y caracterización de la Liga Antiimperialista de San Salvador (1926-1927): . . . . . . . . . . . . 62 1. Corrientes y debate sobre el antiimperialismo yanqui en América Latina entre 1920 a 1930 . . . . . . . . . . . . 64 1.1 José E. Rodó y el arielismo: reacción al modelo cultural norteamericano y búsqueda de identidad en lo latinoamericano . . . . . 65 1.2 Propuestas de corte marxista: el cominternismo soviético (el V Congreso del Comintern) y el socialismo de José Carlos Mariátegui . . . . 67 1.3 Nacionalismo revolucionario: el caso de la Revolución mexicana y el aprismo de Víctor Raúl Haya de la Torre . . . . . . . 73 1.4 Unionsimo: corriente antiimperialista en Centroamérica . . . 79 2. Movimiento antiimperialista en América Latina: Liga Antiimperialista de las Américas (LADLA) y la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA) . . . 84 3. Congreso de Bruselas: punto clave para la ruptura antiimperialista . . . 88 4. Caracterización de la Liga Antiimperialista de San Salvador: ideario y actividades políticas en el periodo fundacional . . . . . . . . . 96 4.1 Fundación de la Liga Antiimperialista de San Salvador . . . 97 4.2 Caracterización de la LADLA en El Salvador . . . . . 102 4.3 Expansión y actividades de la Liga liberal de San Salvador . . . 107 Conclusiones . . . . . . . . . . . 115 Apéndice I Breve descripción de los impresos vinculados a la Liga Antiimperialista de Salvador: Diario Latino, Revista Ateneo de El Salvador, La Prensa y El Día: 1. Diario Latino . . . . . . . . . . 2. Revista Ateneo de El Salvador . . . . . . . . 3. La Prensa . . . . . . . . . . . 4. El Día . . . . . . . . . . . San 118 118 122 127 130 Apéndice II Breves datos biográficos sobre algunos miembros fundadores de la Liga Antiimperialista de San Salvador: . . . . . . . 131 1. Salvador Ricardo Merlos . . . . . . . . . 131 2. Miguel Pinto . . . . . . . . . . 134 3. José Dutriz . . . . . . . . . . . 136 4. Juan Felipe Toruño . . . . . . . . . 138 Conclusiones finales . . . . . . . . 145 Índice de siglas y acrónimos . . . . . . . . 148 Bibliografía . . . . . . . . . 149 . . . Introducción 1. Aproximación inicial al tema de investigación El presente trabajo tiene por objeto realizar un estudio detallado acerca de la fundación e ideario de la Liga Antiimperialista de San Salvador entre los años 1926 y 1927. En otras palabras, la pretensión de este escrito es entender y explicar el derrotero del movimiento antimperialista salvadoreño en su periodo fundacional. Se estudiará esa etapa pues analizar toda su existencia requiere un trabajo de mayor magnitud, a mi juicio, propio de una tesis doctoral. Ciertamente, la Liga fue fundada en noviembre de 1926; sin embargo, para tener mayor comprensión del marco político y social que influyó a la fundación de la misma, y, a la vez, del ambiente en el que se desenvolvió; se trabajará con fuentes que van desde enero de 1926 hasta diciembre de 1927. En otros términos, la presente investigación se interesa por reconstruir el debate periodístico e ideológico que provocó la actuación norteamericana durante esos dos años en América Latina. Para esa reconstrucción histórica de la Liga de San Salvador se ha hecho un uso extenso de algunos medios impresos de la época (periódicos y revistas), en los que desde sus respectivas posturas −unos más antimperialistas que otros− reportan, comentan y cuestionan las acciones que Estados Unidos emprendió, como parte de su política expansionista, en México y Nicaragua. Si bien es cierto, la segunda ocupación norteamericana en Nicaragua durante el siglo XX sirvió como detonante del antiimperialismo salvadoreño, tal como se demostrará a lo largo del documento, se debe tener en cuenta que previo al hecho político en mención ya existía un fuerte descontento en las naciones latinoamericanas. En tal sentido, es de suma importancia conocer el papel que jugó la concepción panamericanista tanto para la nación estadounidense como para los países del sur. Efectivamente, el Panamericanismo inició con el Congreso de Panamá, inspirado por Bolívar, celebrado en 1826, cuyo principal logro fue la protección mutua de los Estados participantes frente a la agresión externa por parte de Europa. Ahora 1 bien, esa preocupación coincidió con el periodo de engrandecimiento económico y político de los Estados Unidos, cuya ascensión fue a finales del siglo XIX y principios del XX. Justamente en esos años se celebraron las primeras Conferencias Panamericanas, tal como se muestra a continuación en el cuadro número 1. Cuadro Nº 1 Conferencias Panamericanas Año 1889 1901 1906 1910 1923 1928 Número de conferencia y ciudad Primera Conferencia Panamericana (Washington, Estados Unidos) Segunda Conferencia Panamericana (Ciudad de México, México) Tercera Conferencia Panamericana (Río de Janeiro, Brasil) Cuarta Conferencia Panamericana (Buenos Aires, Argentina) Quinta Conferencia Panamericana (Santiago de Chile, Chile) Sexta Conferencia Panamericana (La Habana, Cuba) Fuente: Elaboración propia con base base en: Federico G. Gil, Latinoamérica y Estados Unidos: dominio, cooperación y conflicto, Tecnos, Madrid, 1975. Vale selañar que desde la primera conferencia (1889), Estados Unidos orientó la discusión hacia temas comerciales frente a la actitud latinoamericana que abogaba por discutir temas eminentemente políticos, tales como: la intervención, la igualdad en el respeto de la soberanía de todas las naciones y el arbitraje internacional, entre otros. En definitiva, el intento por elevar una organización continental que velara por la defensa de las naciones frente a las agresiones foráneas, se convirtió en una herramienta estadounidense para persuadir diplomáticamente a la región con el fin de legitimar los elementos que constituían su policía exterior. Así, durante el período 1889-1928 el Panamericanismo sólo encontró varios obstáculos. A partir de ese fracaso geopolítico, el descontento y el sentimiento antiestadounidense fue en aumento alimentado por esas frustraciones panamericanistas. En tal sentido, dicha hostilidad se constituyó en un preámbulo de lo que se vendría a partir de 1925: la creación de beligerantes organizaciones antiimperialistas. Ahora bien, después de esta necesaria digresión conviene dejar claro que esta investigación parte de algunos supuestos. El primero de ellos es que las publicaciones periódicas salvadoreñas consultadas no sólo elaboraron la imagen de la patria o nación 2 soberana, sino que participaron en la ardua labor de edificar una nueva identidad salvadoreña1. Es decir, las fuentes consultadas le apostaron, desde una concepción nacionalista y liberal, a la construcción de una sociedad ilustrada y capaz de sostenerse autónomamente en términos económicos y políticos. Ahora bien, se debe aclarar que se trabajó sólo con fuentes de naturaleza liberal porque no se tuvo acceso a fuentes de organizaciones con tendencia cominternista o comunista2. No obstante, mi itinerario inició con el descubrimiento de organizaciones latinoamericanas cuyo objetivo era enfrentar la hegemonía estadounidense. Para tal fin, la principal tarea de estas agrupaciones consistió en la creación de frentes únicos capaces de aglutinar a todos los sectores revolucionarios y progresistas que veían con preocupación el expansionismo económico y político de Estados Unidos. En ese sentido, el primer contacto se realizó con la historia de la Liga Antiimperialista de Costa Rica. Al estudiar y comprender su vínculo con la Liga Antiimperialista de las Américas (LADLA), de clara filiación comunista, me propuse investigar la existencia de alguna organización similar en El Salvador. Efectivamente, algunos estudiosos de la época arrojaron datos sobre una probable agrupación con similares características; sin embargo, fue hasta que se tuvo contacto con las fuentes primarias que se descubrió la presencia de varias organizaciones de este tipo. De igual manera, fue a partir de ese hallazgo que se orientó el desarrollo del presente trabajo. En síntesis, me propuse identificar qué ideología primaba en el antiimperialismo desarrollado en El Salvador y cómo dialogaba con las demás. Autores como Carlos Gregorio López Bernal sostienen que “en la década 1920 algunos periódicos apoyaron los esfuerzos por fortalecer la identidad nacional. Algunos medios, haciendo eco de la postura de los intelectuales, optaron por darle mayor importancia a la cuestión cultural; otros se adhirieron a líneas más bien xenofóbicas”. Véase: Carlos Gregorio López Bernal, Tradiciones inventadas y discursos nacionalistas: El imaginario nacional de la época liberal en El Salvador, 1876-1932, Editorial Universitaria, San Salvador, 2007, p.170. 1 Las fuentes primarias consultadas a lo largo de la investigación se encuentran disponibles en los siguientes archivos: Hemeroteca de la Biblioteca Nacional “Francisco Gaviria”; Biblioteca del Museo Nacional de Antropología “David J. Guzmán” MUNA; Archivo histórico de la Prensa Gráfica; Colecciones Especiales de la Biblioteca “Florentino Idoate, SJ.”, de la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas”; Archivo Histórico del Arzobispado de San Salvador, entre otros. 2 3 Con base a estos supuestos y frente a la necesidad de aclarar algunos tramos de la vida política, social y cultural de El Salvador, puede afirmarse que el contenido y el periodo que cubre esta investigación son muy relevantes para la historiografía nacional por distintas razones, entre las que podemos señalar: 1) existe una notable ausencia del tema en las discusiones académicas salvadoreñas. En la actualidad no se conocen trabajos que aborden propiamente los asuntos que trata esta investigación. Efectivamente, algunos estudiosos y especialistas en el periodo mencionan en sus producciones a la Liga Antiimperialista de San Salvador, pero lo hacen desde estudios dedicados sobre todo a la insurrección de 19323. 2) Intentar reconstruir la historia de esta entidad implica necesariamente establecer un vínculo con la izquierda salvadoreña. Supone revisar la historia nacional del obrerismo y del comunismo. Así, mi trabajo ofrece luces para estudiar desde otros fundamentos la historiografía de la izquierda, al menos en sus primeros años, previo a la fundación del Partido Comunista Salvadoreño (PCS), en 1930. Con el aporte que hace el presente documento pueden plantearse nuevas inquietudes académicas, por ejemplo la relación entre las zonas geográficas del país en las que existieron ligas antiimperialistas y las regiones en las que estalló, mayoritariamente, la insurrección de 1932. Vale señalar que en el occidente del país cada Departamento llegó a tener su propia estructura antiestadounidense. 3) Otro aspecto importante que ofrece la presente tesis a la historia salvadoreña es que se demuestra la complejidad del pensamiento antiimperialista de la época. A mi parecer, para aprehender dicho pensamiento nos encontramos con un eclecticismo ideológico en el sentido que fueron diversas corrientes las que nutrieron la reflexión antiimperialista en El Salvador. Sin embargo, pese a todos esos matices −los cuales se demostrarán a lo largo del trabajo, fundamentalmente en el capítulo dos− es interesante Ejemplos sobre ese abordaje lo constituyen los siguientes trabajos: Rafael Lara-Martínez, Política de la cultura del Martinato, Editorial Universidad Don Bosco, San Salvador, 2011; Jeffrey L. Gould y Aldo Lauria-Santiago, 1932, Rebelión en la oscuridad: Revolución, represión y memoria en El Salvador, Ediciones Museo de la Palabra y la Imagen, San Salvador, sin fecha de publicación. El primero relacionado más con el Martinato y el segundo con los sucesos de 1932. 3 4 constatar como la política exterior de Estados Unidos causó tanto repudio en la población salvadoreña. Asimismo, se demuestra que no todas las corrientes antiimperialistas en El Salvador y en Centroamérica pueden verse como una expresión ideológica fija y/o comunista. Sostener una actitud antinorteamericana no exigía tener vínculo con el comunismo internacional. Sin duda, al estudiar la Liga Antiimperialista nos encontramos con un complejo mundo de ideas, por ello es interesante señalar que en ese entramado ideológico se encuentra la afinidad que existió entre el pensamiento antimperialista y otras tradiciones que estuvieron en boga durante la segunda y tercera década del siglo XX, por ejemplo el espiritismo, la teosofía e incluso la masonería −que desde el siglo XIX era núcleo y punto de encuentro de intelectuales y pensadores−, entre otros. Es bueno recordar que íconos como Sandino estuvieron influenciados por todas esas corrientes. 4) Finalmente, considero que es de enorme trascendencia conocer los detalles de la relación entre Estados Unidos y los países de la región. Importa analizar cómo desde principios del siglo XX esa relación marcó el devenir de los países del subcontinente latinoamericano; a la vez, importa conocer y discutir las reacciones que engendró dicha relación a nivel teórico-reflexivo y práctico. En ese sentido, el presente trabajo indica lo visionario que fue el sector intelectual salvadoreño que fundó la Liga Antiimperialista de San Salvador, pues su apuesta no era otra cosa que alcanzar un país ilustrado e independiente en aspectos económicos, políticos y culturales. 2. Estructura y metodología del trabajo Para hacer este primer estudio sobre la Liga Antiimperialista de San Salvador, el presente trabajo se ha estructurado en dos capítulos. El primero de ellos responderá a las siguientes preguntas: ¿Cuál fue el desempeño y la posición política de la prensa salvadoreña frente al conflicto constitucionalista nicaragüense y la posterior invasión estadounidense, ocurrida entre los años 1926 y 1927? ¿Qué significó para periodistas e intelectuales salvadoreños la actitud mexicana frente a la política expansionista de Estados Unidos? La respuesta para ambas interrogantes se encuentra a lo largo del capítulo organizado 5 en cuatro apartados. El primero de ellos muestra, de manera sucinta, una reseña de las dos primeras intervenciones estadounidenses en Nicaragua ocurridas durante el siglo XX; en la segunda parte, se expone el seguimiento periodístico y la lectura política que realizó la prensa salvadoreña acerca del conflicto constitucionalista nicaragüense −iniciado en enero de 1926 y finalizado en mayo de 1927, con el armisticio de Tipitapa−. La tercera parte recoge el conflicto diplomático entre México y Estados Unidos, ocurrido simultáneamente respecto a la situación nicaragüense. Este apartado inicia destacando los principales impactos de la Revolución Mexicana, así como los efectos de la Constitución de Queretaro, para concluir con un recuento de las relaciones intelectuales entre aquel país y El Salvador. Finalmente, el capítulo concluye con una muestra de la interpretación que realizaron los periodistas, escritores e intelectuales salvadoreños sobre el alzamiento de Augusto C. Sandino. Se debe aclarar que en la investigación sólo se tratan los primeros meses del alzamiento del caudillo antiimperialista nicaragüense. En el capítulo segundo nos encontramos con una nueva interrogante: ¿Por qué surgieron ligas antiimperialistas en San Salvador y en otras ciudades importantes del país, y, cuáles fueron las orientaciones filosóficas e ideológicas que permitieron construir el tejido intelectual y político en, al menos, sus dos primeros años de fundación? Efectivamente, en El Salvador se organizaron diversas agrupaciones antiimperialistas entre las que se sobresalían dos ligas: la primera se constituyó como sector de la sección centroamericana de la LADLA, es decir, de raíz cominternista. La segunda, con una clara filiación liberal, se organizó en la ciudad de San Salvador y se constituyó como una entidad en pro de la autonomía económica y política de los pueblos hispanoamericanos. Ésta última es la que estudia y caracteriza en el presente documento. Ahora bien, las interrogantes que plantea este segundo capítulo se abordan, al igual que el anterior, en cuatro partes. En la primera se presenta un marco teórico sobre las principales tendencias o corrientes antiimperialistas en América Latina: arielista, cominternista, nacionalista revolucionaria y unionista. En tal sentido, se indicará cuáles fueron más influyentes en el istmo centroamericano. Un segundo apartado expone las dos organizaciones antiimperialistas más importantes del continente en la época: la 6 LADLA y la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA). El tercer numeral muestra una breve reseña sobre el Congreso de Bruselas y su importancia en la ruptura definitiva del movimiento antiestadounidense latinoamericano. Se concluye con el apartado dedicado propiamente a la fundación y caracterización de la Liga Antiimperialista. En éste, el lector puede encontrar los aspectos esenciales de su fundación, así como las principales actividades desarrolladas durante su primer año de existencia. Ciertamente, esa última parte representa el mayor hallazgo de la tesis, es decir, la definición liberal a la liga de San Salvador. En ese sentido, y tal como se verá en el capítulo, son cuatro las corrientes antiimperialistas que se presentan como marco teórico; sin embargo, no hay ninguna bajo el título liberal. No obstante, el matiz ilustrado y democrático de sus documentos fundacionales nos da la razón de esa caracterización. Ahora bien, dicha descripción e interpretación no obstaculiza que la liga se haya nutrido de las demás corrientes, principalmente la unionista-arielista y la nacionalista revolucionaria. Finalmente, conviene dejar claro que la presente investigación se enmarca en la línea filosófica de historia de las ideas. Método de análisis que permite reconstruir el contexto en el que surgen las ideas o ideologías y las circunstancias a las que éstas responden. En definitiva, a partir de esa metodología se rastreará uno de los pensamientos –en este caso el antimperialista– que marcó la concepción política de uno de los grupos más influyentes en la sociedad salvadoreña durante las primeras décadas del siglo XX: el sector intelectual liberal. No cabe duda que dicho grupo buscó construir un nuevo país y una nueva región. Su propuesta de cimentación iba más allá de los asuntos de orden público, como la gestión del Estado; sino que consideraba una proyección sociocultural con el fin de alcanzar una nueva identidad salvadoreña. Una vez expuestas las anteriores precisiones y aclaraciones, puede pasarse a la presentación de los resultados obtenidos de la presente investigación. 7 Capítulo I Lectura de la prensa salvadoreña sobre la intervención militar norteamericana en Nicaragua (1926 – 1927) ¡Nicaragua! alientos toma, y, con dolor infinito, al espacio lanza el grito, contra la moderna Roma! I Vive libre y unida, responde al agravio, con rostro sereno; no es en tu árbol simbólico donde la bandada afligida se esconde cuando rasga las nubes el trueno! II No devora en silencio la afrenta ningún pueblo que es digno y es bravo; cuando hierve su sangre y fermenta. Mejor cae en la lucha sangrienta que vivir sometido y esclavo! Calixto Velado1 Introducción Tal como se estableció, uno de los objetivos de este capítulo es analizar la postura ideológica que adoptó la prensa e intelectualidad salvadoreña durante la segunda intervención estadounidense del siglo XX en Nicaragua entre los años 1926 y 1927; es decir, se realizará un análisis de artículos, noticias y editoriales sobre el tema. Ciertamente, el interés del presente estudio es la fundación y caracterización de la Liga Antiimperialista de San Salvador, pero para llegar a ello no puede dejarse de lado el 1 Fragmento del poema Nicaragua de Calixto Velado, publicado en: El Día (2180), lunes 29 de noviembre de 1926, p. 5. Velado nació en Izalco, Sonsonate, en 1855. Fue vice-presidente de la república durante el gobierno de Pedro José Escalón (1903-1907); integrante de la Academia de Ciencias y Bellas Letras de San Salvador, redactor de la revista La Quincena (1903-1908), miembro del Ateneo de El Salvador en 1925. Falleció en San Salvador el 15 de marzo de 1927. Véase: Carlos CañasDinarte, Diccionario de autoras y autores de El Salvador, Dirección de Publicaciones e Impresos, San Salvador, 2002, pp. 419-420. 8 conflicto que desató simpatía y solidaridad a lo largo del continente e impulsó la fundación misma de la Liga en cuestión. Dos notas periodísticas que ilustran la preocupada reacción de los contemporáneos salvadoreños en noviembre de 1926 ante la injerencia estadounidense en Nicaragua, son las siguientes: “las agencias de información de Norteamérica anuncian al mundo que el Departamento de Estado otorgará su inmediato reconocimiento al Gobierno espúreo de Adolfo Díaz, tal como lo comentamos ayer” 2. Asimismo, el impreso cuestiona el papel ambiguo que jugó Estados Unidos en el conflicto: “¿No fueron ellos mismos quienes alentaron a los constitucionalistas y los lanzaron a la lucha?”3. Por otra parte, el periódico La Prensa publicó una noticia en la que a través de un lenguaje religioso, manifiesta la preocupación y simpatía por el país vecino: ¡Nicaragua, santa tierra de soldados y poetas! Si hoy es humillada y uncida al canibalismo del imperialismo yankee, muy pronto sonará la hora de tu gloria y redención. ¡Espera y sufre! ¡Lucha e implora! ¡Dios está contigo!... Francia tuvo un 14 de julio! ¡México un 5 de mayo! Y tú tendrás la fecha inmortal cuando las campanas de oro repiquen a gloria y tu bandera de azul y blanco ondee triunfal bajo la sombra infinita de los cielos. ¡Nicaragua salve!4 De ahí entonces que, en las siguientes líneas se presentará una breve reseña de las dos intervenciones militares estadounidenses en Nicaragua durante el siglo XX, ello con la finalidad de alcanzar una mejor comprensión de todo el contexto histórico del país centroamericano. En una segunda parte, se estudiará el seguimiento y la posición política e ideológica de los periódicos salvadoreños consultados. Evidentemente, interesa dejar claro la postura de buena parte de los actores políticos y sociales de la “¿Qué persiguen los Estados Unidos con su política equívoca y fatal?”, Diario Latino, (10714), martes 16 de noviembre de 1926, p.1. 2 3 Ibíd. “Crónicas de Santa Ana. La oración por Nicaragua”, La Prensa, (4510), Sábado 27 de noviembre de 1926, p. 12. 4 9 época; en esa línea, no puede faltar la opinión de las principales figuras estadounidenses −entiéndase el Congreso y el Departamento de Estado− respecto a la intervención de sus marinos en territorio nicaragüense. Vale aclarar que para tal análisis, se hará énfasis en algunos hechos, a nuestro juicio los más relevantes ocurridos en Nicaragua comprendidos entre enero de 1926 a noviembre de 1927. Estos son: el desplazamiento del ejecutivo de Carlos Solórzano por Emiliano Chamorro; la formación del gobierno liberal en Puerto Cabezas, Nicaragua, presidido por Juan Bautista Sacasa; la ascensión de Adolfo Díaz a la presidencia de Nicaragua; la llegada de Henry L. Stimson, delegado personal del Presidente Calvin Coolidge; y la rendición del ejército liberal junto con el alzamiento de Augusto C. Sandino. También, en el presente capítulo se analizará el papel que desempeñó México en el conflicto constitucional nicaragüense5. El interés de estudiar a México radica en la importancia que tuvo su proceso revolucionario en la región. De alguna manera, ese proceso sirvió para inspirar ideas y proyectos políticos a los intelectuales de América Latina. Se hará, pues, un breve examen de las relaciones y el abordaje que hizo la diplomacia mexicana respecto a su vecino del norte y al conflicto nicaragüense. Finalmente, en el último apartado, se hará un análisis de la lectura periodística de la prensa salvadoreña en relación al alzamiento y resistencia armada del general Augusto C. Sandino. Como se sabe, en noviembre de 1926 tomó posesión de la Presidencia de Nicaragua Adolfo Díaz. José María Moncada, luego de ser el adalid del liberalismo nicaragüense en la guerra constitucionalista, pasó en mayo de 1927 a firmar el cese de la guerra (hecho conocido como Acuerdo de Tipitapa) con representantes del gobierno conservador y del gobierno estadounidense. Augusto C. Sandino, el único general liberal que se opuso al pacto, se alzó contra la ocupación norteamericana en Nicaragua Guerra o Conflicto Constitucionalista fue el nombre que la prensa nicaragüense y centroamericana dieron a la pugna política y militar desatada en el país de los lagos tras el golpe de estado conocido como "El Lomazo" realizado por el conservador Emiliano Chamorro, en enero de 1926, contra el gobierno de Carlos Solórzano y Juan Bautista Sacasa, elegidos constitucionalmente a través de las elecciones de 1924. De igual manera, desde la historiografía es el nombre con el que se conoce dicha disputa. 5 10 para, en los meses siguientes, fundar el Ejército Defensor de la Soberanía Nacional (EDSN). En una carta de Moncada para Sandino, fechada el 24 de mayo de 1927, pide al general rebelde –en nombre del liberalismo y del patriotismo nicaragüense– deponer las armas. Sandino ante esa petición respondió: Indudablemente conoce mi temperamento y sabe que soy inquebrantable. Ahora quiero que venga a desarmarme. Estoy en mi puesto y lo espero. De lo contrario no me harán ceder. Yo no me vendo, ni me rindo: tienen que vencerme. Creo cumplir con mi deber y deseo que mi protesta quede para el futuro escrita con sangre6. En síntesis, en esta cuarta parte del capítulo se analizará el surgimiento de la figura de Sandino, que años más tarde sería conocido por todo el continente y buena parte del mundo como el héroe antiimperialista. 1. Intervenciones militares norteamericanas en Nicaragua durante las primeras décadas del siglo XX: 1912 y 1926 Se entenderá por intervención “todo acto de interferencia llevado a cabo por un Estado en los asuntos internos o externos de otro Estado, y todo intento de coaccionar a otro Estado en sus actuaciones”7. Ahora bien, bajo la lógica del Derecho Internacional, dicho acto de intrusión es ilegal; sin embargo, en la historia del subcontinente, las intromisiones estadounidenses se han aplicado amparadas en la ley internacional o en el cumplimiento de tratados específicos. En ese sentido, para autores como Padelford, la referida política expansionista se puede manifestar en distintas maneras: 1) la demostración de la fuerza, es decir, el estacionamiento de fuerzas terrestres o navales junto a las áreas que son causa de tensión; 2) el bloqueo de puertos para obligar a un Estado a llegar a un acuerdo sin declararle la guerra; 3) el bombardeo de los puertos de otra nación como represalia de agravios; y 4) la ocupación militar de un territorio con objeto de proteger intereses o de emprender represalias por daños 6 Sergio Ramírez, El Pensamiento vivo de Sandino, EDUCA, Costa Rica, 1979, p. 85. Federico G. Gil, Latinoamérica y Estados Unidos: dominio, cooperación y conflicto, Tecnos, Madrid, 1975, p. 85. 7 11 recibidos. En otros casos, la intervención ha tomado el aspecto de presiones económicas y del control de las finanzas de otro Estado8. En esa misma línea, para otros autores, a partir de los primeros años del siglo XX la lógica imperial de las potencias occidentales cambió con la participación estadounidense. En concreto, la política exterior de dichas naciones pasó de ser colonialista a otros mecanismos de intervención y dominación: “Los europeos utilizan una intervención directa bajo el mecanismo de convertir a los territorios ocupados al estatus de colonia; en cambio, los norteamericanos deben utilizar los mecanismos de la intervención o domino indirecto”9. Sin lugar a duda, el imperialismo norteamericano, tal como sugiere el historiador francés Jean Baptista Duroselle, se sustenta en bases estratégicas y económicas10, es decir, en la protección política y económica que conduce en muchos casos a una presión comercial y financiera que implicaba la transferencia de propiedades nacionales a banqueros norteamericanos. Se trata, pues, de una inversión de capital estadounidense en el extranjero y para ello se valen de acuerdos financieros y comerciales. En definitiva, Centroamérica y el Caribe se vieron arrastrada en esa política exterior norteamericana. Una muestra de las principales intervenciones imperialista en la región se presenta a continuación en el cuadro número 1. Norman J. Padelford, citado por: Federico G. Gil en Latinoamérica y Estados Unidos: dominio, cooperación y conflicto, p. 85. 8 Xiomara Avendaño Rojas, “Al lado o enfrente del Imperio. La diplomacia de Nicaragua, México y El Salvador ante el Tratado Bryan-Chamorro”, Revista Estudios Centroamericanos, Vol. 63 (713-714), 2008, p. 154. 9 10 Ibíd. 12 Cuadro N° 1 Intervenciones de Estados Unidos en México, Centroamérica y El Caribe (1898-1934)11 Años 1823 1848 1898 1902 1904 1905 1906-1909 1909 1912-1925 1912 1914 1914 1914-1934 1916-1924 1917 1923 1927-1932 1934 Intervenciones de Estados Unidos en México, Centroamérica y El Caribe Declaración de la Doctrina Monroe. Estados Unidos se anexiona más de la mitad de México. Estados Unidos se apodera de Puerto Rico. Implementación de la Enmienda Platt: Cuba se convierte en un protectorado. Corolario Roosevelt a la Doctrina Monroe. Primera aplicación del Corolario Roosevelt, en la República Dominicana. Ocupación militar de Cuba. Intervención en Nicaragua. Ocupación militar de Nicaragua. Ley del Canal de Panamá. Apertura del Canal de Panamá; Tratado Thompson-Urrutia (ratificado por los Estados Unidos en 1922). Ocupación militar de Veracruz (México). Ocupación militar de Haití. Ocupación militar de la República Dominicana. Intervención militar en Cuba y en México. Acuerdo Bucareli: Mejora diplomática entre México y Estados Unidos Ocupación militar de Nicaragua. Revocación de la Enmienda Platt Fuente: Elaboración propia con base en: Federico G. Gil, Latinoamérica y Estados Unidos: dominio, cooperación y conflicto, Tecnos, Madrid, 1975. Ahora bien, el caso de Nicaragua constituyó una inquietud especial para Estados Unidos durante los primeros años del siglo XX. Una de las principales causas es su ubicación y posibilidades geográficas; por tanto, una preocupación estratégica y Después del Corolario Roosevelt a la Doctrina Monroe, los Estados Unidos intervinieron repetidas veces en los asuntos de Centroamérica y del Caribe. Las formas de intervención se desarrollaron a través de protectorados políticos, presión económica, control financiero y, en algunos casos, ocupación militar. En tal sentido, cinco repúblicas (Cuba, Panamá, Nicaragua, Haití y República Dominicana) fueron los principales países que experimentaron y sufrieron la injerencia del gigante del norte. Vale señalar que el Corolario Roosevelt consistió en una enmienda a la Doctrina Monroe que afirmaba que si un país latinoamericano o caribeño bajo la esfera de influencia estadounidense sufría una amenaza o ponía en riesgo los derechos o propiedades norteamericanas, el gobierno de Estados Unidos estaba obligado a intervenir en dicho país con la finalidad de reordenarlo. En otras palabras, a partir del Corolario, Estados Unidos asumió el papel de árbitro y policía internacional del hemisferio occidental. Véase: Federico G. Gil, Latinoamérica y Estados Unidos: dominio, cooperación y conflicto, op. cit., pp. 59-114. 11 13 económica era la construcción de otro canal interoceánico −adicional al panameño− en el istmo por alguna potencia rival como Japón o Gran Bretaña. Indiscutiblemente, una posible acción de esa magnitud generaba una verdadera amenaza a los intereses económicos y políticos norteamericanos. Así, la primera invasión estadounidense en Nicaragua durante el siglo XX ocurrió en octubre de 1912 y duró hasta agosto de 1925; sin temor a equivocación, la más larga ocupación en América Latina. En 1909 el gobierno del liberal José Santos Zelaya, que ostentaba el poder desde 1893, representaba una amenaza para la paz centroamericana, dadas sus intenciones de extender sus influencias fuera de su frontera12. Pero además, se ganó la enemistad de Estados Unidos negándose a conceder derechos para la construcción de una base naval en el Golfo de Fonseca. Inclusive muchos historiadores sostienen que “Zelaya concedería derechos a una potencia rival para construir un canal en Nicaragua”13. Según Knut Walter, cuando Zelaya insistió en buscar créditos para su gobierno en los mercados europeos, aparentemente ofreció negociar con los japoneses la construcción de una canal a través de su país 14. Sin duda, eso influyó en las autoridades estadounidenses para buscar su reemplazo. Sin embargo, para el historiador Gregorio Selser, la razón por la que Estados Unidos rompió relaciones con Zelaya se justificó por la detención y ejecución de los norteamericanos Roy Cannon y Leonard Groce, acusados de colocar minas en el río San Juan para estallar barcos del gobierno zelayista15. Por su parte, la oposición a Zelaya, con el apoyo financiero de los Estados Unidos, se sublevó en octubre de 1909. Pronto fue desplazado por José Madriz, 12 Ibíd., p. 99. 13 Federico G. Gil, op cit., p. 99 Knut Walter, “La banca y el poder en Nicaragua bajo el régimen de Anastasio Somoza García”, Boletín de ciencias económicas y sociales, año X (3), mayo-junio 1987, p. 211. 14 Según Gregorio Selser, Estados Unidos rompió relaciones diplomáticas con Nicaragua aduciendo que debían asegurar la protección de los legítimos intereses norteamericanos y los intereses de la mayoría de repúblicas centroamericanas. Véase: Gregorio Selser, Sandino: general de hombres libres, EDUCA, San José, 1974, pp. 53-56. 15 14 partidario del Zelaya, quien estableció un nuevo gobierno; sin embargo, en agosto de 1910 también fue obligado a renunciar. La sublevación contra Zelaya estaba liderada por cuatro jefes: Juan J. Estrada, Adolfo Díaz, Luis Mena y Emiliano Chamorro. Para lograr nuevamente el reconocimiento de Estados Unidos, se firmaron una serie de convenios estipulados en el Pacto Dawson16. De acuerdo a dicho pacto, Estada y Díaz serían nombrados presidente y vicepresidente provisionales, respectivamente, por un periodo de dos años. Sin embargo, en abril de 1911, la Asamblea Nacional de Nicaragua aprobó una nueva Constitución que proclamaba la soberanía de Nicaragua y prohibía acordar préstamos que otorgaran el control financiero del país a manos extranjeras. Estrada intentó revertir esa disposición, pero el general Luis Mena obligó al primero a dimitir. Adolfo Díaz, muy cercano a Estados Unidos, fue nombrado entonces presidente. Éste, en medio de un ir y venir entre el Senado norteamericano, el Departamento de Estado, los banqueros de Wall Street y el Congreso nicaragüense, negoció un primer préstamo por $1,500,000.00 que utilizaría para equilibrar las finanzas públicas17. Con ese empréstito se inició formalmente la intervención fiscal estadounidense en Nicaragua. En 1912, el descontento respecto a la administración de Díaz llevó a una sublevación; “la guerra civil estalló el 29 de julio de 1912, cuando Mena se rebeló contra el gobierno conservador de Adolfo Díaz… Mena forjó una sólida alianza militar y política integrada por conservadores y liberales”18. Según la mayoría de relatos, la base social de estas fuerzas estaba conformada por artesanos, pequeños propietarios agrícolas y estudiantes19. El nombre del pacto se debe por Thomas C. Dawson, Ministro de los Estados Unidos en Panamá que actuó como representante de los Estados Unidos. Los Acuerdos Dawson comprometieron a los futuros gobiernos nicaragüenses a suscribir acuerdos de préstamos con bancos norteamericanos y a excluir a cualquier “elemento zelayista” de la gestión pública. Véase: Knut Walter, op. cit., p. 211. 16 17 Ibíd., p. 211. Michel Gobat, Enfrentando el sueño americano. Nicaragua bajo el dominio imperial de Estados Unidos, IHNCAUCA, Managua, 2010, p. 179. 18 19 Ibíd. 15 Ante la sublevación, el presidente Díaz requirió la ayuda de los Estados Unidos para mantenerse en el poder y solicitó oficialmente el 3 de agosto la intervención del ejército estadounidense. Sin embargo, en Washington existió una disputa respecto a una posible intromisión. Los funcionarios del Departamento de Estado asumieron una posición más beligerante que el mismo Departamento de Guerra. Según Michel Gobat, “la principal preocupación de los primeros (Departamento de Estado) era que un probable triunfo de los revolucionarios alentara a otras naciones caribeñas a luchar contra el empeño de EE.UU. en convertir este espacio en un "lago norteamericano"”20. Mientras tanto, para el Departamento de Guerra el conflicto en Nicaragua no representaba una amenaza a la seguridad estadounidense, razón por la cual no era necesaria una intervención. Por otro lado, es importante destacar el conflicto interno que suscitó los planes de la invasión norteamericana en los líderes revolucionarios de Nicaragua: debían enfrentarse a la nación que idealizaban como modelo político y económico 21. Ante la invasión, los líderes revolucionarios de la región norte de Nicaragua estaban dispuestos a entregar sus armas siempre y cuando se les tomara en cuenta en el futuro gobierno; pero los líderes de la región meridional, Luis Mena y Benjamín Zeledón, se radicalizaron hasta que Mena decidió entregar sus armas y Zeledón fue ejecutado por tropas gubernamentales. Según los informes norteamericanos, el cadáver de Zeledón fue exhibido por los caseríos cercanos en el sur de Masaya; entre los testigos se encontraba Augusto Sandino, de diecisiete años de edad, quien quince años más tarde encabezaría la lucha guerrillera contra el ejército estadounidense22. Después del fracaso de los revolucionarios, Adolfo Díaz fue reelegido por cuatro años más en el poder (1913-1917), a pesar que la Constitución prohibía la reelección. La mayor parte de las tropas estadounidenses fueron retiradas y quedó un 20 Ibíd., p. 193. 21 Ibíd., p. 194. 22 Ibíd., p. 204. 16 destacamento de cien elementos de marinos. “Durante los trece años siguientes la presencia de los infantes de Marina habría de asegurar una sucesión de gobiernos conservadores favorables a los Estados Unidos”23. En 1924, se celebraron nuevas elecciones. Carlos Solórzano, conservador, fue elegido presidente, y el doctor Juan Bautista Sacasa, liberal, vicepresidente. En 1925, luego de retirarse la guardia de Infantería Marina −en agosto−, Díaz y Chamorro depusieron a Solórzano y le obligaron, junto a Bautista Sacasa, a abandonar el país. Luego de apelar al gobierno de los Estados Unidos que se trataba de un Golpe de Estado, el vicepresidente se fue a México para preparar su retorno y una expedición contra Chamorro. No obstante, los Estados Unidos se opusieron a Chamorro y decretaron el embargo de armas y municiones para Nicaragua. El congreso nicaragüense, pese a todo el malestar que ocasionaría en el país y en la región, eligió a Díaz como presidente. El gobierno norteamericano lo reconoció inmediatamente y, a la vez, levantó el embargo de armas. Adolfo Díaz solicitó apoyo al Presidente Calvin Coolidge (Republicano), para acabar con la resistencia liberal encabezada por Sacasa y el general Moncada. Cooligde hizo volver la marina a Nicaragua a principios de 1927. En un mensaje especial al Congreso, el mandatario norteamericano explicó: “que los Estados Unidos se habían visto obligados a intervenir de nuevo a causa de los intentos de México de extender su influencia en Nicaragua ayudando a la facción liberal de Sacasa” 24. En otras palabras, el desembarco no era más que una nueva ocupación militar, la cual duraría hasta 1933. Una vez mostrada la síntesis del conflicto en Nicaragua y la intervención político-militar estadounidense, a continuación se presentará nuestro estudio sobre el abordaje que hicieron periodistas y escritores salvadoreños acerca de los acontecimientos expuestos. 23 Federico G. Gil, op. cit., p. 100. 24 Ibíd., p. 102. 17 2. Seguimiento y análisis periodístico sobre la intervención norteamericana y la resistencia liberal en Nicaragua (1926-1927) militar Como se expuso antes, la intromisión norteamericana en territorio centroamericano ocurrió a finales de 1926; por lo tanto, además de examinar la lectura que realizó un sector del periodismo salvadoreño a dicha intervención, se hará también el análisis del seguimiento al conflicto constitucionalista nicaragüense y la respuesta liberal, conflicto que además sirvió como excusa para dicha injerencia. Evidentemente, sólo se abordarán los años que competen a la presente investigación. En ese sentido, el presente apartado se dividirá en dos partes. La primera, expondrá el análisis a las primeras respuestas salvadoreñas sobre la forma abrupta que Chamorro se hizo con el poder y la reacción de Estados Unidos a tal hecho. En la segunda parte, se abordará la sucesión de Chamorro a Adolfo Díaz en la presidencia nicaragüense y la respuesta estadounidense a dicha transición. Ambas situaciones serán comentadas y analizadas a partir de noticias, comentarios y artículos publicados en algunos impresos de la época: La Prensa, El Día, Diario Latino y la Revista Ateneo de El Salvador (para mayor información sobre las fuentes utilizadas, ver apéndice 1). En resumen, en las siguientes líneas interesa mostrar la reacción y la postura ideológica que tomó un sector de la prensa salvadoreña respecto a los abusos de poder cometidos en Nicaragua. Por otro lado, interesa dejar claro la evolución política de ese sector; esto es: durante los primeros meses de 1926 mantuvieron una posición en pro del liberalismo y el constitucionalismo nicaragüense, para después transformarse –a partir de las actitudes y los hechos violentos ocasionados por conservadores y estadounidenses–, en un antiimperialismo beligerante, llegando hasta la constitución de organizaciones abiertamente antinorteamericanas. 2.1 Primeras reacciones Lo primero a señalar en este apartado, es que el antiimperialismo estadounidense, reflejado en los impresos salvadoreños, fue muy leve en los primeros 18 meses de 1926. No obstante, se registran algunos artículos en Diario Latino y en la revista Ateneo de El Salvador que sí cuestionan la actitud hegemónica estadounidense. Por ejemplo, en esta segunda publicación se divulgó un artículo del mexicano Isidro Fabela titulado “Los Estados Unidos contra la libertad”, donde se aborda la negociación y evolución del Tratado Weitzel-Chamorro, por el que Nicaragua otorgara la construcción de un canal interoceánico por el río San Juan, dicho compromiso luego de varias modificaciones llegó al conocido Tratado Bryan-Chamorro25. Ciertamente, la opinión de la prensa salvadoreña se centró más en cuestionar el desenvolvimiento de Emiliano Chamorro. En otras palabras, la opinión intelectual se identificó más por una defensa incondicional de las ideas liberales, del orden constitucional y democrático nicaragüense, que por la autonomía de los países de la región. Pues la situación nicaragüense se tornó álgida desde finales de 1925. El 24 de octubre el general Emiliano Chamorro encabezó un levantamiento armado conocido como “El Lomazo” contra el presidente Solórzano y logró que éste accediera a sus exigencias: “nombrar a Chamorro comandante general del ejército, retirar a todos los ministros liberales del gobierno, constituir un gabinete conservador y conceder amnistía a todos los seguidores del alzamiento”26. De igual forma, el vicepresidente Sacasa fue declarado traidor perdiendo todos sus derechos constitucionales. Para los primeros meses de 1926, la situación se volvió más intensa: Solórzano intenta renunciar a su cargo, pero el Congreso no la acepta y, a su vez, lo declara loco. Sacasa es condenado al exilio y Chamorro se hacía del poder: “Asegúrase que ayer a las cinco y media de la tarde, Emiliano Chamorro asaltó la presidencia de Nicaragua; que don Carlos Solórzano, Presidente Constituido, fue declarado loco y qué actualmente está refugiado en la Legación Americana”27. El periódico salvadoreño La Prensa, un día Véase: “Los Estados Unidos contra la libertad”, Ateneo de El Salvador (103), enero de 1926, pp. 40664069. 25 26 Lucrecia Lozano, De Sandino al triunfo de la revolución, Siglo XXI editores, México, 1985, p. 30. “E. Chamorro asalto por fin la Presidencia D’ Nicaragua”, Diario Latino (10460), sábado 16 de enero de 1926, p. 1. 27 19 antes, publicó una nota acerca del retiro de la vicepresidencia al Dr. Sacasa bajo el cargo de conspirar contra la paz pública: La Comisión del Congreso Nacional encargada de estudiar e informar la denuncia de conspiración contra la paz pública, instaurada en el propio Congreso contra el Vicepresidente de la República, Dr. Juan B. Sacasa, presentó su dictamen en la sesión celebrada ayer tarde y que terminó en las primeras horas de la noche… Cuatro cargos fundamentales se hacen al Vicepresidente y son: 1°.-El Dr. Sacasa abandonó de manera furtiva el territorio de la República. 2°. -El Dr. Sacasa viaja y es mantenido en el exterior con dinero recaudado entre los liberales de Nicaragua, de igual manera se hacen a este respecto las amplias consideraciones del caso aludiendo también a su transitoria permanencia en El Salvador, donde pudiendo haberse quedado viviendo al amparo de su profesión y no lo hizo. 3°. -El Dr. Sacasa ha solicitado a Guatemala que aquel gobierno declare de facto la actual situación política en Nicaragua que con toda claridad se comprende que ha sido dirigida por el Sr. Vicepresidente. 4°. -Sacasa conspiraba desde antes de los sucesos del 25 de octubre de 1925 sobre este particular, se trajeron a consideración varios cablegramas sobre el “fletamiento” de buque para fines de contrabando y subversión de orden público en Nicaragua28. Es a partir de esos cargos que el Senado y la Cámara de Diputados resolvió entablar un proceso contra Sacasa y declararlo culpable “del delito político de conspiración contra la paz y seguridad del Estado”; a la vez, el Senado resolvió imponerle las penas de “separación del cargo de Vicepresidente de la República y extrañamiento del territorio nacional por el término de dos años”29. De ahí entones que las primeras protestas y muestras de solidaridad salvadoreña iban encaminadas contra el nuevo régimen impuesto por Chamorro más que contra los Estados Unidos o sus banqueros. La actitud antiimperialista propiamente dicha se presentaría ocho o nueve meses después. Sin embargo, algunos directores y redactores de periódicos, que meses más tarde junto a otros intelectuales (algunos de origen nicaragüense) fundarían la Liga Antiimperialista de San Salvador (el 20 de noviembre de 1926), iniciaron una campaña “El Chamorrismo condenó al Dr. Sacasa, que no quiso claudicar”, La Prensa (4213), viernes 15 de enero de 1926, p. 1. 28 29 Ibíd. 20 por el no reconocimiento del conservador Emiliano Chamorro como presidente de Nicaragua. El 21 de enero de 1926, el Diario Latino publicaba una nota en la que anunciaba la visita del agente confidencial chamorrista, Dr. Alejandro César, para solicitar al Gobierno de El Salvador −presidido por Alfonso Quiñónez Molina− el reconocimiento a las nuevas autoridades de Nicaragua. Asimismo, la nota exigía a las autoridades salvadoreñas no recibir a César, ni en forma particular o privada y mucho menos en carácter oficial, pues, a juicio del periódico, en el país debía “mantenerse el prestigio internacional oponiendo con esto, la dignidad del país a la oprobiosa máquina de un Chamorro que quiere imponerse a la fuerza de traiciones y audacias detestables amenazando así la paz de toda Centroamérica”30. En esa misma línea de pro aislamiento a Chamorro y sus aliados, tanto La Prensa y el Diario Latino publicaban notas sobre el rechazo de los gobiernos de Costa Rica, México y Estados Unidos al nuevo régimen nicaragüense31. Por su parte, Estados Unidos, además del rechazo, anunciaba el desembarco de marinos a Nicaragua; The Ariel news company, agencia informativa exclusiva para La Prensa, transmitía el siguiente cable de Washington: Como el Gobierno ha estado recibiendo noticias alarmantes de la situación caótica de Nicaragua, motivadas por las actividades del general Emiliano Chamorro, autor del movimiento subversivo que conmovió a todo el país, y el cual trata de apoderarse del Gobierno de la República, mediante una farsa que le dé apariencia de legal, se tomarán medidas según informes, los Estados Unidos están dispuestas a impedir la consumación de los planes de Chamorro y para ellos desembarcarán hoy mismo tropas y marinos para que den garantías en Managua y eviten tal atentado32. Ahora bien ¿por qué razón Estados Unidos rechazaba el reconocimiento a Chamorro y, además, desembarcaba marinos? ¿En qué legitimaba ambas acciones? ¿Por qué la reacción del sector intelectual salvadoreño, frente al imperialismo, no fue tan “La misión que llegue de Nicaragua no debe ser recibida por el Gobierno de El Salvador”, Diario Latino (10464), jueves 21 de enero de 1926, p. 1. 30 “Los Estados Unidos no lo reconocerán como presidente, y la misma línea de conducta seguirán los Gobiernos de México y Centro América”, La Prensa (4215), lunes 18 de enero de 1926, p. 1. 31 “Tropas y marinos norteamericanos han desembarcado en Nicaragua, de cuyo gobierno se apoderó Chamorro”, La Prensa (4215), lunes 18 de enero de 1926, p. 1. 32 21 beligerante en estos meses, como sí lo sería a partir de noviembre? En primer lugar, podríamos decir que Estados Unidos no reconoció a Chamorro amparado en el Tratado General de Paz y Amistad, firmado entre éste y los países del istmo en 1923. En concreto, el artículo II del mismo establecía lo siguiente: Los Gobiernos de las partes contratantes no reconocerán a ninguno que surja en cualquiera de las cinco Repúblicas por un golpe de estado o de una revolución contra un gobierno reconocido, mientras la representación del pueblo, libremente electa, no haya reorganizado el país en forma constitucional. Y aun en este caso se obliga a no otorgar el reconocimiento si alguna de las personas que resultaren electas Presidente, Vicepresidente o Designado estuviere comprendida en cualquiera de los casos siguientes: 1.- Si fuere el jefe o uno de los jefes del golpe de estado o de la revolución; o fuere por consanguinidad o afinidad ascendiente, descendiente o hermano de alguno de ellos. 2.- Si hubiese sido Secretario de Estado o hubiese tenido alto mando militar al verificarse el golpe de estado o la revolución o al practicarse la elección, o hubiese ejercido ese cargo o mando dentro de los seis meses anteriores al golpe de estado, revolución o elección33. Para Gregorio Selser, con el gobierno de facto encabezado por Chamorro, Estados Unidos intentó demostrar al mundo −principalmente a los países latinoamericanos− que respetaba las cláusulas establecidas en tratados o convenios internacionales; sin embargo, Selser afirma que “el ministro yanqui en Managua estuvo en constantes relaciones con aquél (Chamorro) y prestó sus buenos oficios a fin de que se sustituyera a Chamorro por Díaz”34. Por otra parte, esa postura norteamericana sirvió para que el accionar de la prensa salvadoreña se enfocará en la figura concreta de Emiliano Chamorro y el conservadurismo nicaragüense. A su vez, legitimó la respuesta diplomática de otros países del istmo, como fue el caso de Costa Rica que también aferrado a los pactos “Texto completo del Tratado de Paz y Amistad, Suscrito en Washington en 1923”, El Tiempo. Diario católico, (747), viernes 11 de diciembre de 1931, p. 3. Dicho documento también fue consultado en versión digital: La Gaceta de Nicaragua (90), 25 de abril de 1923. Disponible en: http:// legislación.asamblea.gob.ni/Normaweb.nsf/($All)/AEB79A63CFA2D7A70625739A005F8F7C? 33 Gregorio Selser, El pequeño ejército loco. Operación México-Nicaragua, Ediciones especiales (Imprenta nacional), Cuba, 1960, p. 56. 34 22 firmados en Washington no reconoció al régimen chamorrista35. Mientras tanto, para el ejecutivo nicaragüense la razón por la que El Salvador y Estados Unidos no reconocían al General Chamorro como presidente legítimo, radicaba en una mala interpretación del citado tratado; así lo estableció Chamorro en un mensaje dictado en ocasión de la transmisión del poder por parte del Congreso de Nicaragua: El general Chamorro leyó un mensaje que dice en sus principales párrafos: “Apreciaciones teóricas de los Tratados de Washington pueden haber influido para que el Gobierno de los Estados Unidos y el Gobierno de El Salvador, atribuyan a la legítima transmisión del Poder en mi persona como primer designado a la presidencia una clasificación contraria a la efectividad de los hechos, pero ello no constituye si no una contingencia diplomática que deberá ser justamente salvada en el futuro, cuando se examinen escrupulosamente los acontecimientos, se analice la situación y se consulte el criterio de la voluntad del Pueblo de Nicaragua. Y estoy completamente seguro que cuando esos móviles sean honradamente patentizados y se hayan examinado con ecuanimidad, serán allanados los obstáculos del presente y mi Gobierno podrá seguir contando con la amistad y fraternal cooperación y asistencia de los demás Gobiernos que figuran en las deliberaciones pacifistas de Washington de 192336. Siempre en enero de 1926, días después de la negativa costarricense de reconocer a Chamorro, los gobiernos de Colombia y México también hicieron pública su insatisfacción respecto a las nuevas autoridades nicaragüenses. En una nota del 25 de enero, el Diario Latino, en su campaña de no reconocimiento al régimen, señala que “junto al ministro de México, se embarcó también rumbo a Costa Rica el Ministro de Colombia en Nicaragua, don Manuel Esguerra, protestando de este modo contra el Gobierno implantado por Chamorro”37. Pese a la negativa de varios gobiernos de reconocer a Chamorro, resulta curioso que “el coloso del norte” no emitiera opinión frente a las acusaciones que Sacasa realizó “Vanas ilusiones chamorristas. Costa Rica mantendrá su palabra empeñada”, Diario Latino (10465), viernes 22 de enero de 1926, p. 1. 35 “Los cuentos alegres de don Emiliano Chamorro”, Diario Latino (10461), lunes 18 de enero de 1926, p. 1. 36 “El Ministro Esguerra, de Colombia, se retira de Nicaragua”, Diario Latino (10467), lunes 25 de enero de 1926, p. 1. 37 23 en el Departamento de Estado, donde señaló que el golpe de Estado fue fomentado por banqueros y financieros americanos38. Luego de esa noticia, no se encuentra registro en las fuentes consultadas de alguna opinión oficial estadounidense al respecto, sino hasta el miércoles 10 de febrero que el Secretario de Estado, Frank Kellogg, es enfático en afirmar que “jamás reconocerá el gobierno de Emiliano Chamorro”39. Trece días después de esa enérgica publicación, el mismo periódico revelará una nota, basada en fuentes no oficiales, que Estados Unidos había obligado al general Chamorro a renunciar: Se sabe de muy buena fuente que el usurpador general Emiliano Chamorro ha recibido una orden del Gobierno de los Estados Unidos, previniéndole que debe de entregar el poder que ha usurpado el día 25 de este mes, haciendo esa entrega al ciudadano que legalmente debe ocupar el puesto que él se apoderó por medio de la traición y la violencia. Esta noticia ha causado enorme impresión y se lamenta que debido a las intemperancias de Chamorro se haga necesario que un país extranjero intervenga de modo tan directo en los asuntos de Nicaragua a causa de las violencias de los hombres que, como Chamorro, por satisfacer sus ansias de poder, ponen a su patria en el peligro de una nueva intervención extranjera.40 Dicha nota no sólo demuestra la preocupación por todo lo que acontecía en Nicaragua, sino también revela el interés por mantener el orden constitucional en la región y, más allá de eso, presenta una preocupación ante el peligro de una nueva intervención extranjera. Sin lugar a dudas, el carácter liberal de la prensa salvadoreña se refleja en la inclinación por mantener la condición legal y constitucional en los gobiernos de la región. Asimismo, por mantener los avances civiles y políticos alcanzados por las jóvenes repúblicas centroamericanas, entre estos, los relacionados con las reformas “Declaraciones del Doctor Juan B. Sacasa en Washington”, Diario Latino (10463), miércoles 20 de enero de 1926, p. 1. 38 “Kellog dice que jamás reconocerá el gobierno de Emiliano Chamorro”, La Prensa (4234), miércoles 10 de febrero de 1926, p. 1. 39 “Chamorro obligado a entregar la presidencia, de orden superior”, La Prensa (4245), martes 23 de febrero de 1926, p.1. 40 24 constitucionales hacia la consolidación de una sociedad plural y un Estado Secular41. De ahí entonces que no resulte extraño que la Prensa se muestre preocupada por temas de orden civil alterados por el conservadurismo de Chamorro. Un ejemplo de esto lo constituye la posible abolición del matrimonio civil en Nicaragua: “El Congreso de Nicaragua está legislando en un sentido reaccionario sobre las cuestiones del matrimonio civil y otras conquistas del espíritu moderno”42. De igual forma serán las notas que se publican en los siguientes meses. Estarán relacionadas con actividades, protestas o comentarios en contra de Emiliano Chamorro. Algunos ejemplos lo demuestra la siguiente selección de noticias. El viernes 5 de febrero de 1926, La Prensa reveló una información que señalaba el descontento estadounidense por el despotismo de Emiliano Chamorro: “Los Estados Unidos harán responsable a Chamorro de todos los crímenes que se cometan durante la revolución que ha comenzado”43. La misma nota hace hincapié en que los revolucionarios liberales eliminarán el chamorrismo para siempre. La publicación cierra con la siguiente afirmación: “La vida en el país se hace intolerable y el tesoro público está en bancarrota, no contando Chamorro con fondos necesarios para sostenerse en el poder que usurpó”44. En otro interesante artículo, La Prensa cuestiona, con alto grado de beligerancia, las principales acciones respecto al comercio exterior del régimen chamorrista dictadas durante su primera reunión de gabinete: “En el primer consejo de ministros celebrado por Chamorro, éste declaró que su política será netamente conservadora, agregando que suprimirá el impuesto que grava las frutas exportadas por las compañías Véase: Julián González, “El sueño de una república laica: la escuela y la formación de los futuros ciudadanos. Reforma educativa en El Salvador (1883-1889)”, en Cultura (105), enero-marzo 2011, Secretaría de Cultura de la Presidencia, San Salvador, p. 117. 41 “Chamorro contra el progreso. Trata de que sea abolido el matrimonio civil”, La Prensa (4238), lunes 15 de febrero de 1926, p. 1. 42 “El chamorrismo será derrocado por todos los revolucionarios”, La Prensa (4230), viernes 5 de febrero de 1926, p. 1. 43 44 Ibíd. 25 norteamericanas; establecerá un sistema financiero con auxilio de los banqueros de igual nacionalidad y solicitará el apoyo del Departamento de Estado”45. A pesar de que muchos autores señalan que la guerra inició en mayo de 1926 46, para la prensa local inició en febrero de ese año. Por ejemplo, el 4 de febrero La Prensa publicó una nota titulada “Ha estallado la revolución en Nicaragua”. A nuestro parecer, dicha publicación sostenía la actitud antichamorrista en pro de legitimar el accionar de los liberales nicaragüenses. El documento decía lo siguiente: Estalló la revuelta en Nicaragua afectando, especialmente, las regiones ribereñas del Golfo de Fonseca. El éxodo de familias es grande. El Gobierno de los Estados Unidos notificó a Chamorro que lo haría personalmente responsable de los crímenes políticos y despojos ilegales que se registren47. Otra nota importante, que mostró el rechazo de los redactores de La Prensa, fue cuando el ejecutivo nicaragüense, a través del Ministro de Relaciones Exteriores, el Doctor Gutiérrez Navas, acusó a los Gobiernos de Centroamérica −a excepción del hondureño− de hallarse bajo la pauta del norteamericano. Según dicha publicación, el diputado Pedro Joaquín Chamorro fue más allá y acusó a los gobiernos de Guatemala y El Salvador de bolcheviques. La respuesta del periódico fue la siguiente: Como se ve Chamorro y sus compinches están furiosos, porque los pueblos cultos no han querido acuerpar el “lomazo” y el titulado Ministro de Relaciones del ilegal Gobierno chamorrista, ciego de furor, lanza acusaciones contra los países que no aplauden el asalto al poder por Emiliano Chamorro y demás compañeros. Y otro de los Chamorros, en la Cámara, tan ilegal como el gobierno de facto, injuria al pueblo salvadoreño. Bien es verdad que, como dijo un gran escritor: “Sus injurias no llegan a la altura de nuestro desprecio”48. Pese a toda la negativa de los gobiernos de la región, el General Chamorro no descartaba contar con un gran aliado, y así mandó una comitiva encabezada por el Dr. 45 “Espeluznantes declaraciones de E. Chamorro”, La Prensa (4233), martes 9 de febrero de 1926, p.1. Véase: Lucrecia Lozano, De Sandino al triunfo de la revolución, op. cit., pp. 30-35; Sergio Ramírez, El pensamiento vivo de Sandino, op. cit., p. 22; entre otros. 46 47 “Ha estallado la revolución en Nicaragua”, La Prensa (4229), jueves 4 de febrero de 1926, p. 1. “Injurias de los chamorristas al gobierno de nuestra patria”, La Prensa (4236), viernes 12 de febrero de 1926, p. 1. 48 26 Cuadra Pasos al Departamento de Estado para entrevistarse con el Secretario Kellogg y solicitar la aprobación y reconocimiento de Estados Unidos49. En el mismo periódico que informa sobre la visita oficial nicaragüense, se publicó un cablegrama de Prensa asociada en la que la Federación Americana de Trabajo informaba la existencia de un convenio entre financieros norteamericanos y el presidente Chamorro para controlar ilegalmente las riquezas de Nicaragua50. Naturalmente, esto causó angustia y desasosiego en El Salvador, al menos a la intelectualidad salvadoreña. Indudablemente, Chamorro constituía una verdadera amenaza para la región y para el sueño liberal. Este breve recuento de notas periodísticas nos dan la razón que la principal preocupación de la prensa salvadoreña era de carácter ideológico, esto es, liberal. Mientras tanto, la pugna constitucional nicaragüense siguió incrementando con más vehemencia. Así, el dos de mayo, fuerzas liberales se rebelaron contra el régimen chamorrista en la Costa Atlántica y tomaron la ciudad de Bluefields, reclamando la entrega del gobierno al doctor Juan B. Sacasa. A pesar que los conservadores lograron sofocar el levantamiento, la guerra civil estalló oficialmente. El hecho se difundió en El Salvador bajo los siguientes términos: De buenas fuentes sabemos, que la revolución que ha estallado en la Costa Atlántica de Nicaragua encaminada a establecer el orden constitucional, es fuerte, que cuenta con muchos elementos de guerra y que después de tomadas las plazas de Bluefields y Rama avanzan para el interior de la República. Chamorro está preocupado y trata de hacer lo posible por detener la avalancha arrolladora. Tiene la opinión pública en contra y todo el mundo se apresta para favorecer a los revolucionarios51. Ante este hecho, marinos estadounidenses desembarcarían en el Atlántico con el fin de garantizar intereses norteamericanos: “En Bluefields fueron desembarcados los marinos norteamericanos enviados allá para neutralizar el puerto y proteger los “Los chamorristas imploran el reconocimiento de Washington”, La Prensa (4241), jueves 18 de febrero de 1926, p.1. 49 “E. Chamorro está vendiendo las riquezas de su desdichada patria”, La Prensa (4241), jueves 18 de febrero de 1926, p.1. 50 “La fuerte revolución de Nicaragua contra el usurpador Chamorro”, Diario Latino (10550), miércoles 5 de mayo de 1926, p. 1. 51 27 intereses de los ciudadanos d’ Estados Unidos”52. Respecto a ese desembarco de tropas y marinos en Nicaragua, Estados Unidos lo realizó amparado en su política exterior de business, encabezada por el Presidente Cooldige y el ya citado Secretario de Estado, Frank Kellog. Bajo la administración Coolidge se estableció que el gobierno norteamericano no debía hacer préstamos al extranjero, sino que era competencia de las empresas privadas estadounidenses, es decir, los bancos debían ser los financiadores. Empero, el gobierno estadounidense tenía la responsabilidad o el deber de vigilar dichas operaciones y, a su vez, guiarlas. En otras palabras, toda inversión en el extranjero tenía que pasar por el control del Departamento de Estado. Según Duroselle, “la idea de ese semicontrol era tratar de evitar préstamos perjudiciales a la política general del gobierno y, por otra, poder utilizar en el plano diplomático el poderoso medio de presión que constituía otorgar o rechazar empréstito a un país extranjero”53. De igual manera, para otorgar préstamos a otros países, estas empresas privadas tenían restringidos los siguientes casos: préstamos otorgados a un gobierno extranjero para equilibrar su presupuesto cuando no recauda suficientes impuestos, préstamos para equipo militar, préstamos para ayudar a trusts extranjeros que mantienen precios demasiado elevados para los consumidores norteamericanos, préstamos a gobiernos no reconocidos por los Estados Unidos, y, finalmente, préstamos a gobiernos o ciudadanos de países que no han cumplido sus obligaciones con los Estados Unidos54. En los meses siguientes, la guerra civil se extendió y se generalizó en todo el territorio nicaragüense. Las fuerzas liberales encabezada por el General José María Moncada (jefe militar del ejército constitucionalista) lograron controlar diversos puntos de la costa Atlántica. En esa línea, el 10 de septiembre, El Día publicó una cautivadora nota sobre la participación de mujeres salvadoreñas en el ejército liberal nicaragüense. “Bluefields controlado por los marinos norteamericanos”, Diario Latino (10556), miércoles 12 de mayo de 1926, p. 1. 52 Jean B. Duroselle, Política exterior de los Estados Unidos 1913-1945, Fondo de Cultura Económica, México D.F., 1965, p. 198. 53 54 Ibíd. 28 El escrito titulado “Mercedes Salazar, salvadoreña, vestida de hombre peleando en las filas contra Emiliano Chamorro”, señalaba que Salazar había sido herida junto a otras 40 personas cerca de Chinandega. Lo interesante es que la publicación afirmaba que no era la primera mujer que asistía a “pelear en las filas reivindicadoras nicaragüenses”55. No obstante, la nota mostraba una contradicción: por un lado saludaba con admiración la determinación de luchar por la libertad de un pueblo, también censuraba la intromisión de ciudadanas extranjeras en la política local de otro país56. En el mes de octubre, el gobierno estadounidense preocupado por la convulsa situación de Nicaragua, instó al General Chamorro a conferenciar con los rebeldes liberales. Durante las negociaciones, efectuadas a bordo del buque USS Denver, anclado en el puerto de Corinto, tanto liberales como conservadores coincidieron en la necesidad de que Chamorro debía dejar la presidencia. Sin embargo, no lograron acordar quién sería el sucesor: los conservadores no aceptaban a Sacasa, y por su parte, los liberales rechazaron tajantemente a Adolfo Díaz57. Las conferencias siguieron su curso; la prensa de Managua informó que el bando conservador mantenía que su presidente electo daría cabida a los liberales, también informaba el interés de los conservadores por alcanzar la paz por “estar próxima la recolección del café… y no habiendo paz las cosechas del café se arruinarán, causando desastrosas consecuencias económicas en todo el país”58. En resumen, las “conferencias del Denver” fracasaron59, y la presencia estadounidense en el país de los lagos cada vez era más fuerte. Por su parte, Sacasa “Mercedes Salazar, salvadoreña, vestida de hombre peleando en las filas contra Emiliano Chamorro”, El Día (2115), viernes 10 de septiembre de 1926, p. 1. 55 56 Ibíd. 57 “Sacasa imposibilitado para sustituir a Chamorro”, El Día (2143), viernes 15 de octubre de 1926, p. 1. “El curso de las Conferencia de Paz Nicaragüense en el Puerto de Corinto”, El Día (2145), lunes 18 de octubre de 1926, p. 1. 58 Para la prensa “las conferencias de Corinto se reducen a brillantes discursos entre los líderes del conservatismo y liberalismo nicaragüense no llegándose a ningún punto trascendental”. Véase: 59 29 pidió al Departamento de Estado la presencia de los demás países de Centroamérica signatarios de los últimos pactos de Washington. Frente a esto, el representante estadounidense, el Ministro Lawrence Dennis, declaró “que los Estados Unidos no han intervenido ni intervendrán en el actual conflicto”60. Pero la lectura de la prensa hondureña y salvadoreña de las conferencias de Corinto insistían en que la actitud estadounidense era francamente a favor de Chamorro. De hecho en una noticia publicada el 29 de octubre en El Cronista de Tegucigalpa y reproducida por El Día en El Salvador, además de informar que el candidato probable en la sucesión de Chamorro sería Adolfo Díaz, manifestaba que “todo partido político que reciba o pida ayuda para revolucionar a Nicaragua será considerado como enemigo de los Estados Unidos”61. Finalmente, el 30 de octubre, por insistencia de Washington, Chamorro renuncia al poder. Le sucede por un período de diez días el senador Sebastián Urriza, designado por el Congreso. Urriza renuncia el 10 noviembre y el Congreso nombra presidente de la República al conservador e incondicional aliado estadounidense, Adolfo Díaz, quien pronto fue reconocido por el gobierno norteamericano62. Este hecho, a mi modo de ver, significó un parte aguas en el pensamiento y accionar antiimperialista salvadoreño. La preocupación y la dignidad frente a Estados Unidos estarán impregnadas con más ahínco a partir de este suceso. En ese sentido, el nombramiento de Díaz será uno de los detonantes para que en noviembre de 1926 se cree la Liga Antiimperialista de San Salvador y de otras ciudades salvadoreñas. “Después de gastar mucha retórica los liberales y conservadores continúan como antes”, El Día (2148), jueves 21 de octubre de 1926, p. 1. 60 Ibíd. “Se cree que Emiliano Chamorro depositará la Presidencia en Adolfo Díaz”, El Día (2155), viernes 29 de octubre de 1926, p. 1. 61 Ya dos días antes que Díaz asumiera la Presidencia, se rumoraba que obtendría el reconocimiento del gobierno de Estados Unidos. Véase: “Estados Unidos reanudará pronto sus relaciones con la República de Nicaragua”, Diario Latino (10712), sábado 13 de noviembre de 1926, p. 1. 62 30 1.2 Radicalización del discurso en la prensa liberal salvadoreña y giro hacia el antiimperialismo Según una nota publicada por el Diario Latino, Díaz asumió la presidencia el domingo 14 de noviembre63. Al día siguiente, los redactores del Latino publicaron el impacto que causó la ascensión de Díaz y el probable reconocimiento de Estados Unidos: Y es posible que Adolfo Díaz reciba la presidencia de Nicaragua y que sea sancionada por el Departamento de Estado que en todos los tonos (y no en toda forma) ha hecho alarde de moralidad política internacional? De ser cierto el reconocimiento de este hombre nefasto para Nicaragua, no hay que esperar ninguna otra cosa en Nicaragua, sino la anarquía64. Y es que en efecto, entre el 15 y el 18 de noviembre, Díaz solicitó apoyo a Estados Unidos con el fin de apaciguar la crisis. Según Selser “cuarenta y ocho horas antes que ese reconocimiento se produjera, el 15 de noviembre, apenas cuatro días después de haber asumido el mando, Díaz solicita al Departamento de Estado de la Unión, en la misma forma que en 1912, “se digne” disponer el envío de la marinería de desembarco hacia su propia patria”65. En esa línea, la reacción de la prensa salvadoreña fue de rotundo rechazo. Una muestra es el siguiente texto inspirado en el periódico argentino La Prensa: La influencia norteamericana nos cuesta mucha sangre, mucho dinero y muchas lágrimas. En Cuba, en México, en Panamá, en Santo Domingo, en Filipinas y por último en Nicaragua, ha estado señalada por los hechos más ignominiosos. Se dijera que las siete plagas de Egipto nos vienen siempre del Norte, desbastadoras y Se “Reunieron el Congreso restituyendo a sus puestos, según dicen, a 21 diputados liberales procurando darle al Congreso, el tinte de electo constitucionalmente antes del criminal golpe de Chamorro, haciendo aparecer a 21 representantes liberales, con los que se formó un número de 53, de los cuales votaron 42 en la elección del fatídico Adolfo Díaz, absteniéndose 11 representantes liberales que no quisieron votar.” Véase: “Ayer a las 4 P.M. se posicionó Adolfo Díaz del poder”, Diario Latino (10713), lunes 15 de noviembre de 1926, p. 1. 63 “Adolfo Díaz, presidente de la República de Nicaragua?”, Diario Latino (10714), martes 16 de noviembre de 1926, p. 1. 64 65 Gregorio Selser, Sandino: general de hombres libres, op. cit., p. 57. 31 desoladoras, en forma de BOCHORNOSAS AYUDAS FINANCIERAS y de diplomáticos pocos escrupulosos. Pese a toda la larga historia de irritantes parcialidades, culmina ahora en el caso de Nicaragua, donde se anuncia, como una solución, el RECONOCIMIENTO, por parte de los Estados Unidos, del traidor Adolfo Díaz66. Pocos días después, El Departamento de Estado contestó oficialmente la solicitud de Nicaragua para intervenir a fin de restablecer la paz: “ofreció la cooperación de Estados Unidos hasta donde sea posible, según informó Kellogg al presidente Coolidge”67. Por su parte, Lawrence Dennis, representante de Estados Unidos en Nicaragua, sostendrá en una entrevista realizada por el periódico nicaragüense El Comercio y reproducida en El Salvador por Diario Latino, que Nicaragua es un país soberano e independiente y que el apoyo de Estados Unidos será hasta que el presidente constitucionalmente electo supere las dificultades políticas y económicas por las que atravesaba Nicaragua, “naturalmente que esto dependerá del hombre que llegue al poder, tanto por la amplitud que demuestre hacia el adversario, como por la confianza que pueda inspirar al capital norteamericano”68. El intento de apaciguar el conflicto nicaragüense no tuvo éxito. Lejos de eso, los liberales siguieron combatiendo. En el plano internacional, las opiniones se radicalizaron en pro de la autonomía y soberanía de los pueblos latinoamericanos. Por su parte, Juan Bautista Sacasa también se radicaliza y desembarca en Puerto Cabezas, costa atlántica, con el fin de desconocer el gobierno de Díaz y establecer un gobierno liberal presidido por él: “El legítimo Presidente de Nicaragua, doctor Sacasa, debe haber llegado hoy a las costas de dicho país y establecerá inmediatamente su gobierno en Puerto Cabezas, México lo reconocerá desde luego así como todos los países de “La influencia de los Estados Unidos nos cuesta mucha sangre, mucho dinero y muchas lágrimas”, Diario Latino (10714), martes 16 de noviembre de 1926, p. 6. Mayúsculas en el original. 66 “Adolfo Díaz todavía pide mayor intervención a los Estados Unidos en los asuntos de su patria”, El Día (2176), martes 23 de noviembre de 1926, p. 1. 67 “Una entrevista con Mr. Dennis, encargado de negocios de EE.UU.”, Diario Latino (10723), miércoles 24 de noviembre de 1926, p. 4. 68 32 América Latina, comenzando por Guatemala, Costa Rica, Argentina, Brasil, Chile y Uruguay”69. En otra nota publicada en el mismo periódico, los redactores ponen énfasis en que los países que firmaron el Tratado de Washington no tendrán excusas para reconocer el nuevo régimen de Sacasa, electo constitucionalmente70. Más adelante, el documento en cuestión señala un argumento, a mi juicio, contra la política de apoyo que brindaba Estados Unidos, que además se acercaría mucho a la postura oficial mexicana, como se verá en el siguiente apartado: El argumento supremo de la paz no puede esgrimirse sino para reconocer más pronto a Sacasa que representa la Constitución. La paz no se consigue sino mediante el imperio de la ley y de la justicia. No puede tampoco decirse que existe la obligación de reconocer a Díaz, porque está vedado a nuestros Gobiernos entrar a análisis de los procedimientos del Poder Legislativo nicaragüense. Ahora hay dos gobiernos: el uno es el mismo que ya habían reconocido todos, fruto de una elección legal; el otro es uno que apareció en brazos de la revolución, como resultado final del Golpe de Estado de Chamorro71. Pese a toda la presión internacional por alcanzar la paz en Nicaragua, esto a través de la prensa escrita y del reconocimiento de algunos Gobiernos como México 72, Díaz continuaba en el poder y los liberales seguirían desafiando al régimen y avanzando en el terreno militar. Esto llevó a acusar, por parte de Adolfo Díaz, al partido liberal de bolchevique y a México de intervenir en los asuntos nicaragüenses. Entre el 16 y 17 de diciembre, el líder liberal desmentiría ambas acusaciones73. El Washington Post iría más allá: además de acusar a Sacasa de comunista, pidió al Gobierno de Estados Unidos ayudar inmediatamente a Díaz, pues para el periódico norteamericano la amenaza 69 “El Dr. Sacasa debe haber llegado ya a Nicaragua y establecido su gobierno en Puerto Cabezas”, Diario Latino (10731), viernes 3 de diciembre de 1926, p. 1. Ver: “El Doctor Juan Bautista llega a Nicaragua”, Diario Latino (10731), viernes 3 de diciembre de 1926, p. 1 . 70 71 Ibíd. Véase: “El Gobierno que preside el Doctor Sacasa fue reconocido oficialmente por México”, Diario Latino (10736), jueves 9 de diciembre de 1926, p. 1. 72 Véase: “Díaz colocado en posición bastante risible”, Diario Latino (10742), jueves 16 de diciembre de 1926, p. 1 y “El Doctor Sacasa y las intenciones del Gobierno liberal de Nicaragua”, Diario Latino (10743), viernes 17 de diciembre de 1926, p. 1. 73 33 comunista era muy fuerte. Así lo señala un cable de Prensa Asociada: “si la ayuda no es inmediata, se organizará el régimen comunista en Nicaragua sobre las ruinas de la República y las agencias que buscan la destrucción de los Gobiernos libres tendrán que hacer en dirección al Canal de Panamá”74. Finalmente, ante la solicitud de Díaz, el Departamento de Estado dio más apoyo militar para enfrentar a los rebeldes liberales. El 23 de diciembre, contingentes de marines desembarcaron en la Costa Atlántica, ocupando las poblaciones de Bluefields, Puerto Cabezas, Prinzapolka y Río Grande, declarándolas “zonas neutrales”. El 27 de diciembre, el Diario Latino informaba que un numeroso contingente de infantes de la marina norteamericana desembarcaron en Nicaragua bajo el pretexto de sofocar motines “antiyanquistas”. Ante este suceso, la citada nota concluye: “Los hechos han venido a destruir las esperanzas que el Departamento de Estado solucione conciliatoriamente el conflicto armado nicaragüense, cosa que ha demostrado ser imposible”75. Ciertamente, iniciaba la segunda intervención armada estadounidense en el país de los lagos, intervención que duraría hasta febrero de 1933. Ahora bien, es importante señalar el rechazo que ocasionó esa intervención estadounidense a nivel mundial. Una pequeña muestra la ejemplifican los siguientes titulares de la prensa internacional recogida por la prensa salvadoreña: “Los yanquis representan un peligro continental”76, dice el Diario Crítica de Buenos Aires, Argentina; en Inglaterra se publicaba que Estados Unidos se había metido en una nueva y peligrosa aventura 77. Ante esa presión internacional, Calvin Coolidge, a través de un vocero de la Casa Blanca, sostuvo que sus “El Washington Post y la falta de cumplimiento de unos deberes”, Diario Latino (10747), miércoles 22 de diciembre de 1926, p. 1. 74 “Los yanquis han vuelto a invadir el suelo de la República de Nicaragua”, Diario Latino (10750), lunes 27 de diciembre de 1926, p. 1. 75 “La intervención norteamericana en Nicaragua causa indignación en Europa y Suramérica”, Diario Latino (10754), viernes 31 de diciembre de 1926, p. 1. 76 77 Ibíd. 34 tropas no causarían molestias a los revolucionarios liberales: “los marinos que han desembarcado en Nicaragua no tienen más consignas que las que proteger las vidas y las propiedades de los ciudadanos de los Estados Unidos en aquel país”78. Para entonces el presidente Díaz había asegurado que las fuerzas conservadoras (oficiales) no tenían capacidad para proteger los intereses norteamericanos amenazados por los revolucionarios que, según él, contaban con el apoyo logístico y armamentístico de México79. No está demás señalar que dentro del mismo Congreso estadounidense había oposición a la ocupación en Nicaragua. Una de las voces más disidentes fue la del Senador W. Edgar Borah, que en esa época fungía como Presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado. Borah se opuso al citado desembarco y a la posterior ocupación; para él no había justificación, pues no se tenía la certeza que ciudadanos y propiedades estadounidenses se encontraban en peligro80. En resumen, durante el año 1926 ocurrieron hechos políticos en Nicaragua que marcarían el devenir del movimiento antimperialista salvadoreño. En 1927 siguió el desembarco de las fuerzas interventoras, llegando entre marzo y abril a más de dos mil efectivos. La guerra se intensificó, Estados Unidos bombardeó ciudades como Chinandega –según Lucrecia Lozano se trató de la primera ocasión que Estados Unidos utilizó aviones en una acción bélica en América Latina81−. Es hasta en abril de 1927 que Estados Unidos decide cambiar de estrategia para resolver el conflicto. Calvin Coolidge envió a un delegado personal, Henry L. Stimson, para mediar entre los bandos en disputa. Stimpson logró el cometido, pero ni Estados Unidos, ni Díaz, ni la facción liberal se esperaba la reacción rebelde del General Augusto Cosme Sandino. Dicha reacción se analizará en el último apartado del presente capítulo. “Coolidge habla por medio del vocero de C. Blanca”, Diario Latino (10754), viernes 31 de diciembre de 1926, p. 1. 78 Ver: “Coolidge, Kellogg y Borah conferencian sobre el desembarque de los marinos”, Diario Latino (10754), viernes 31 de diciembre de 1926, p. 1. 79 80 Ibíd. 81 Lucrecia Lozano, De Sandino al triunfo de la revolución, op. cit., p. 33. 35 3. Estados Unidos, México y Nicaragua: alianza y confrontación diplomática Ciertamente, la relación diplomática entre Estados Unidos y México a lo largo de su historia ha sido conflictiva, una historia que ha transitado de crisis en crisis, con grandes contradicciones82. Para efectos de este trabajo, nos centraremos en los años que comprende este estudio, es decir, 1926 y 1927. Efectivamente, la relación diplomática entre Estados Unidos y México en este contexto fue tensa. Muchas visiones sostienen que buena parte del conflicto se debió a los intereses económicos del primero hacia el segundo, intereses centrados en la minería mexicana o el petróleo. Asimismo, por la autonomía mexicana respecto a sus relaciones diplomáticas con países y grupos no aceptados por Estados Unidos, es decir, la Unión Soviética y los liberales nicaragüenses encabezados por Juan Bautista Sacasa. En la segunda década del siglo XX, un factor determinante entre las relaciones diplomáticas estadounidenses y mexicanas radica en la Constitución de Querétaro, a mi juicio, documento de gran valor para la historia del continente pues recoge los grandes propósitos de la Revolución Mexicana. En años posteriores se convertiría en fuente de inspiración para el resto de repúblicas latinoamericanas. Dicha Constitución, redactada en 1917, marcó el principio de la era política mexicana. Estableció no sólo la ley fundamental del país, sino un programa de reformas entre las que se conformaba el nacionalismo, el concepto de la propiedad en función social, la reforma agraria y la legislación laboral. En ese sentido, la aplicación del artículo 27 de la citada Constitución sería un punto de disensión entre Estados Unidos y México, pues “señalaba la nacionalización del subsuelo mineral y de los depósitos de petróleo”83; en definitiva, era una preocupación para los inversionistas estadounidenses que sus propiedades petrolíferas fueran a expropiarse. De igual forma, otro programa emblemático de la Revolución era la reforma agraria. La Constitución declaraba que los ejidos comunales, que en ese momento los grandes latifundios estaban en posesión de extranjeros, “había 82 Véase: Federico G. Gil, Latinoamérica y Estados Unidos: dominio, cooperación y conflicto, op. cit., pp. 104-111. 83 Ibíd., p. 108. 36 de restituirse a los indios y ampliarse, y que las grandes propiedades había de redistribuirse”84. Ahora bien, antes de entrar a la relación México, Nicaragua y Estados Unidos, conviene preguntarse cuál era el objeto de la Revolución Mexicana; ¿qué buscaba y por qué causó tanta repercusión en el continente? ¿Se trataba de una transformación socialista como la ocurrida en Rusia? Ciertamente, “La Revolución Mexicana, a pesar de sus limitaciones, fue un movimiento telúrico que transformó profundamente las estructuras económicos-sociales, y sentó las bases para una nueva etapa del desarrollo ascendente del país y para el avance de las relaciones capitalistas, reafirmando la soberanía nacional”85. En otras palabras, dicha rebelión puede considerarse como una sublevación social, democrática, agraria y antiimperialista, “que contribuyó decisivamente al fortalecimiento de la conciencia y las tradiciones revolucionarias de México y América Latina”86. Se trató, pues, de una regeneración de elementos políticos y culturales. De ahí entonces el interés, como veremos más adelante, de intelectuales de otros países de la región por querer emular los principales postulados de esa renovación que ocurría en México. En ese sentido, después del golpe de Estado en 1920 contra Venustiano Carranza, y tras su fusilamiento, se realizaron elecciones. Con amplia mayoría resultó electo el General Álvaro Obregón. El nuevo gobierno para ser reconocido por Estados Unidos garantizó que el artículo 27 de la nueva Constitución mexicana no se aplicaría retroactivamente. Dicho pacto se concretaría en 1923 con la firma del Acuerdo Bucareli, un pacto extraoficial que tenía como propósito llegar a un acuerdo respecto a las tierras expropiadas. En cuanto a las compañías petrolíferas, éstas se ampararían en el principio de “actos positivos”. Esta doctrina enunciaba que los yacimientos petrolíferos 84 Ibíd., p. 109. Adalberto Santana, “La Revolución Mexicana y su repercusión en América Latina”, Revista de Estudios Latinoamericanos, número 044, UNAM, México, 2007, p. 104. Disponible en: http://redalyc.uaemex.mx/src/inicio/ArtPdfRed.jsp?iCve=64004406 85 86 Ibíd., p. 105. 37 adquiridos antes de mayo de 1917 que hubieran realizado algún acto positivo, como perforar pozos, indicando así su intención de explotar los recursos petrolíferos, verían ratificados sus derechos de propiedad, y quienes no pudieran probar la realización de tales actos perderían el derecho al subsuelo. Para autores como Adalberto Santana, durante el mandato de Obregón se consolidó en México la Revolución como un proyecto político y social, se fortaleció la lucha antiimperialista y emergió el nacionalismo revolucionario, citando a José Vasconcelos como uno de los grandes ideólogos de este proyecto. Ahora bien, pese al entendimiento entre Obregón y la administración Harding, las relaciones entre los países del norte se liaron con el ascenso del General Plutarco Elías Calles al poder (1924-1928). El Congreso mexicano, siguiendo el artículo 27 de la Constitución, votó una ley sobre el petróleo que limitaba a cincuenta años los derechos de propiedad sobre los terrenos adquiridos antes de 1917. Por su parte, el Secretario de Estado estadounidense, Frank Kellogg, alegó que esa ley era una violación al Acuerdo Bucareli; de ahí entonces que muchos grupos dentro de Estados Unidos, “como algunas compañías petrolíferas, terratenientes afectados por la Revolución y la cadena periodística Hearst”87, iniciaran una enérgica campaña para intervenir México. Sin embargo, el presidente Coolidge bajaría lo ánimos al nombrar como nuevo embajador en México a Dwight W. Morrow, financiero de Wall Street, a finales de 1927. Ese cambio, efectivamente llevó hacía un mejoramiento considerable entre los lazos diplomáticos de ambos países. El mandato de Plutarco Elías Calles se caracterizó por fortalecer el proceso interno de la Revolución y por adquirir compromisos de solidaridad en el ámbito externo. Para citar un ejemplo: “en la región centroamericana el gobierno callista apoyaba al gobierno legítimo de los liberales en Nicaragua frente al apoyo que brindaba la Casa Blanca a los conservadores”88. Como muestra de esa solidaridad con los 87 Federico G. Gil, Latinoamérica y Estados Unidos: dominio, cooperación y conflicto, op cit., p.110. 88 Adalberto Santana, La Revolución Mexicana y su repercusión en América Latina, op. cit., p. 111. 38 liberales nicaragüenses y en concreto a su líder, Juan Bautista Sacasa, cabe destacar como en enero de 1927 Calles atendió a un grupo de visitantes norteamericanos encabezados por Hubert C. Herring, y ante la pregunta sobre la actitud mexicana respecto al conflicto constitucionalista nicaragüense, el mandatario dejó clara la postura oficial a favor de Sacasa y su grupo: El gobierno de México ha diferido en este asunto del criterio de los Estados Unidos por razones de orden moral. Después de muchos años de existir en Nicaragua una tiranía personificada por la familia Chamorro y Adolfo Díaz, se estableció en aquel país un gobierno constitucional, nacido de una elección popular. Era un gobierno que tenía todas las características de legalidad y estaba desarrollando sus actividades en perfecta tranquilidad y haciendo esfuerzos por ver si conseguía el mejoramiento en las colectividades de su país. En estas condiciones, uno de los viejos dictadores de Nicaragua no podía quedar satisfecho con esa situación y se lanzó a la lucha, lucha que fue encabezada por el vicepresidente Sacasa, que representa la legalidad en Nicaragua. Se establecieron dos gobiernos: el gobierno de la violencia y el de la legalidad; México ha reconocido al gobierno de la legalidad. Ese es nuestro criterio respecto de la situación de Nicaragua89. Ahora bien, para una mejor comprensión sobre la dinámica de la segunda intervención norteamericana en Nicaragua, es imprescindible conocer el papel que jugó el petróleo en las relaciones entre México y los Estados Unidos; así como las relaciones del primero con la Unión Soviética. En efecto, el ascenso de Calles coincidió con el golpe de Estado en Nicaragua, es decir, con la llegada abrupta de Chamorro. Respecto al petróleo, Calles tenía la intención de favorecer la interpretación retroactiva del artículo 27 de la Constitución de Querétaro y, al mismo tiempo, era partidario de promover la legislación agraria, lo que se convertiría en una amenaza a las inversiones norteamericanas. Por otro lado, Calvin Coolidge al reelegirse en Estados Unidos nombró como Secretario de Estado a Frank Billings Kellogg, hombre vinculado a los grandes consorcios comerciales y financieros de ese país. Ciertamente, entre Calles y Coolidge las diferencias que en buena medida había logrado superar Obregón, se transformaron en una fuerte tensión entre ambas Richard C. Macías, Plutarco Elías Calles: pensamiento político y social. Antología (1913-1936), Fondo de Cultura Económica, México, 1988, p. 158. 89 39 naciones, llegando al borde de la intervención estadounidense en México. Una de las principales razones fue el atrevimiento mexicano de reconocer la existencia de un gobierno nefasto para los Estados Unidos: el de la Unión Soviética. Hasta ese momento, pocos países habían reconocido a la Unión de República Soviéticas Socialistas, por tanto el gesto mexicano pareció un agravio a la Casa Blanca. Posteriormente la relación se tensionó mucho más por la actitud de Kellogg hacia la política nacionalista de Calles. Desde mediados de 1925, “Kellogg declaró que el Gobierno mexicano debía devolver las propiedades tomadas “ilegalmente” a los norteamericanos e indemnizarlos, agregando que sólo apoyaría a Calles si éste continuaba protegiendo las vidas y propiedades yanquis y cumpliendo con sus obligaciones internacionales”90. Frente a esto, Calles empezó a ganar apoyo popular de sus compatriotas, pues los ataques de Kellogg activaron el orgullo nacional mexicano. Ese apoyo le sirvió para promulgar leyes petroleras que contrariaban los convenios de Bucareli. En resumen, el Congreso mexicano “había resuelto reglamentar los preceptos del artículo 27 y supuso, por ley de 26 de diciembre de 1925, exigir que los dueños de las tierras petroleras, en las que se hubiera realizado un acto positivo de propiedad, cambiaran sus títulos por concesiones gubernamentales que no excedieran de 50 años”91. Frente a los ataques y reclamos foráneos, el Presidente Calles sostuvo que las conversaciones de 1923 sostenidas entre México y Estados Unidos no debían considerarse como un tratado formal, pues Bucareli no había sido ratificado por ambos Congresos. En definitiva, el conflicto entre ambas naciones fue tan impactante en la región que fue agenda de la prensa centroamericana. Un ejemplo de esa cobertura, fue la respuesta oficial al Secretario Kellogg por parte de Aarón Sánchez, representante de México en Washington, tras la discusión sobre la ley de tierras y la preocupación de 90 Gregorio Selser, Sandino: general de hombres libres, op. cit., p. 48. 91 Ibíd., p. 48. 40 violar el derecho internacional. Dicha repuesta fue publicada por Diario Latino. A continuación se muestra parte de la discusión: Mi Gobierno no ha desconocido las conferencias de 1923, y sólo ha manifestado y repelido que esas conferencias no han tenido ni tienen la fuerza de un tratado, porque para ello habría sido necesario sujetarse a las leyes constitucionales de ambos países, recabando, entre otras cosas, la ratificación de los Senadores respectivos: y que de común acuerdo nuestros dos Gobiernos convinieron en que el resultado de las mencionadas conferencias no se tomaría como una conducción para la reanudación de las relaciones diplomáticas entre México y los Estados Unidos… Mi gobierno, por su parte, espera que el de vuestra excelencia señale los casos concretos en que se haya violado o se violen principios reconocidos del derecho internacional, al desconocer intereses legítimos de ciudadanos americanos, pues en tales casos estará dispuesto a reparar semejantes violaciones92. Pese a los vacíos en las acusaciones estadounidenses, la tensión siguió aumentando. La amenaza de intervención armada estadounidense en México era cada vez más fuerte. La prensa norteamericana se volvió más agresiva contra Calles y contra los revolucionarios que operaban en Nicaragua, relacionando ambas causas como producto de un mismo efecto: el “bolcheviquismo”. En esa línea, el Departamento de Estado señaló que uno de los puntos determinantes del conflicto con el Gobierno de México, aunque no declarado oficialmente, es el bolcheviquismo atribuido al gobierno callista y el temor que éste (el supuesto comunismo mexicano) se propagaría hacía los países del sur, con la posibilidad de amenazar las defensas del Canal de Panamá. Dichas acusaciones fueron desmentidas por Elías Calles en una rueda de prensa con periodistas mexicanos: No tengo inconveniente en dar a conocer a ustedes mi opinión. Podría resumirse en una palabra PROPAGANDA. Es simplemente una propaganda que si no fuera calumniosa sería ridícula. En qué cerebro equilibrado puede caber la idea de que México, país en organización, sin ejércitos de conquista, sin un remedo de escuadra quiera amenazar las defensas del Canal de Panamá o cuáles quiera defensas de otros países? ¿Es siquiera lógico suponer que nosotros, que luchamos con sacrificios por arreglar nuestra propia casa, salgamos fuera apostolados, usando doctrinas “El Gobierno mexicano mantiene su actitud firme y llena de decoro”, Diario Latino (10735), San Salvador, 8 de diciembre de 1926, p. 4. 92 41 absolutamente exóticas? La propaganda del bolcheviquismo mexicano es una nueva patraña para desacreditar cómodamente a este país93. En otras palabras, Calles aseguraba que México no buscaba inspirarse en teorías extrañas, sino en su propia realidad; a la vez, sentenciaba que los problemas de Rusia deberían ser ajenos de México y de Estados Unidos. Finalmente agrega: Mi Gobierno tiene relaciones oficiales con la administración Soviet de la misma manera que la tienen grandes países europeos, como probablemente las tendrán otras naciones, por intereses comerciales y en una palabra porque las relaciones de los dos pueblos deben estar basadas en un respeto profundo para las opiniones de la humanidad94. De igual manera que a los periodistas mexicanos, Calles fijó parte de su política exterior, esto es, de respeto a la soberanía de los demás países, en el discurso pronunciado durante la ceremonia de presentación de las cartas credenciales de la nueva Ministra Plenipotenciaria de la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas en México, Alejanddra Kollontai, en diciembre de 1926. Calles sentenció: Este gobierno no tuvo ningún escrúpulo de conciencia para entrar en relaciones amistosas con un gobierno que, como el soviet, aparecía en el mundo como una novedad entre las tradicionales formas de organización política de las naciones; y no los tuvo, por una parte, porque celoso de su norma de conducta, no quiere ni debe juzgar de las transformaciones sociales que cada pueblo establezca e imponga en su propio territorio, dándose el sistema político que más cuadre con sus aspiraciones y experiencia… Nuestra inquebrantable finalidad, como nación que convive con otros países, es la de estar en paz y concordia con todos los pueblos de la Tierra, cooperar con ellos dentro de las normas más amistosas; no intervenir, ni ideológicamente, en sus debates y conflictos interiores; tender nuestra mano fraternal en sus dolores; hacer más fácil y equitativo nuestro comercio internacional95. Por su parte, los periodistas mexicanos responderán a sus homólogos norteamericanos y al Departamento de Estado sobre la cuestión de Nicaragua96. Un “El fantasma del bolcheviquismo tiene inquieto al gobierno de Estados Unidos”, Diario Latino (10735), San Salvador, 8 de diciembre de 1926, p. 1. Mayúsculas en el original. 93 94 Ibíd., p. 8. 95 Richard C. Macías, op cit., pp 147-148. En una nota publicada en el periódico El Día, señala que los principales periódicos mexicanos, a través de sus editoriales, condenan la actitud de Estados Unidos en las cuestiones nicaragüenses y, a la 96 42 ejemplo de esa disputa periodística fue una nota publicada en noviembre de 1926 en la que según el periódico salvadoreño La Prensa, el diario mexicano Excelsior, a través de un editorial, declaraba que “los Estados Unidos se hallan alarmados por la supuesta intervención de México en los negocios de Centroamérica, como si ellos no hicieran otro tanto”97. Según el cablegrama, el editorialista sostiene que dichas acusaciones son para desconcertar al gobierno de México. Esa acusación, sobre el supuesto intento mexicano de llevar el comunismo a Centroamérica, siguió latente a tal punto que existió una presión de financistas y banqueros estadounidenses por decretar un boicot comercial a México, situación que para algunos redactores hubiese tenido consecuencias desastrosas, incluso más que una intervención armada98. Sin duda, la etapa más tensa del conflicto ocurrió entre noviembre de 1926 a marzo de 1927. Luego de ese periodo, las relaciones diplomáticas entre ambas naciones empezaron a establecerse. Un vocero de la Casa Blanca anunciaba “que el Gobierno de México dejaba de confiscar las propiedades estadounidenses en ese territorio” 99. Vale señalar que la situación interna mexicana se complicaba para el gobierno callista, pues dentro de sus fronteras se desarrollaba una contrarrevolución: la guerra de los cristeros. Si bien es cierto era fundamentalmente rural, ya para los primeros meses de 1927 su cobertura aumentó hacia las ciudades más importantes. vez, condenan las objeciones que Estados Unidos hace a México por la intervención imaginaria en Nicaragua: “precisamente cuando los Estados Unidos han intervenido la política de México y otros países latino-americanos. Los mismos editoriales refieren que las intrigas del gobierno de Washington han causado varias revoluciones”. Véase: “La prensa mejicana comenta la Actual Actitud de los Estados Unidos”, El Día (2177), miércoles 24 de noviembre de 1926, p. 1. “Estallará la guerra entre México y los Estados Unidos”, La Prensa (4505), lunes 22 de noviembre de 1926, p.1. 97 “Los Norteamericanos han decretado boycot financiero contra la R. Mexicana”, La Prensa (4577), sábado 19 de febrero de 1927, p. 1. 98 99 “Calles ha cedido un poco”, La Prensa (4612), lunes 21 de marzo de 1927, p. 1. 43 Finalmente, en abril de 1927, México llegaba a un acuerdo con Estados Unidos respecto a la controversia causada por la Legislación Petrolera y la Ley Agraria 100. Para Gregorio Selser, Calles pactaría con el Departamento de Estado sin traicionar las reivindicaciones primarias del pueblo mexicano, logrando un respiro de paz y tranquilidad, al menos en el orden de las relaciones exteriores101. En definitiva, en abril iniciaría la estabilización de la relación diplomática entre ambos países. A finales de 1927, con Dwight Morrow de embajador, el Tribunal Supremo mexicano había declarado anticonstitucionales dos artículos de la Ley de petróleo. Sin embargo, las discusiones Morrow-Calles no lograron solucionar ninguno de los grandes problemas, “pero consiguieron acuerdos que permitieron un modus vivendi que duró una década”102. Ahora bien, frente a todo el problema entre Estados Unidos y Mesoamérica durante 1926 y 1927, cabe preguntarse qué sucedía con la prensa e intelectualidad salvadoreña: ¿Existió algún vínculo entre El Salvador y México? A juzgar por las fuentes consultadas para el presente estudio, puede afirmarse que al menos sí existió un seguimiento periodístico al distanciamiento diplomático entre Estados Unidos y México, y al apoyo político que las autoridades mexicanas brindaron a los liberales nicaragüenses. Respecto a la relación entre El Salvador y México contra Estados Unidos, en la segunda década del siglo XX existió un precedente. Después de la firma del Tratado Bryan-Chamorro, en 1914, las relaciones entre el gobierno mexicano y el salvadoreño se fortalecieron. Al primero, bajo el mandato de Venustiano Carranza, le interesaba ampliar y consolidar sus relaciones con los países del sur, pues, era una respuesta a la fuerte presión de Estados Unidos. Por su lado, el gobierno salvadoreño, presidido por Carlos Meléndez, entabló una demanda contra Nicaragua en la Corte Centroamericana, ya que veía afectada la soberanía nacional frente a la concesión del Golfo de Fonseca, “Prácticamente México llega a un completo acuerdo con los Estados Unidos”, Diario Latino (10829), sábado 2 de abril de 1927, p. 6. 100 101 Gregorio Selser, Sandino: General de los hombres libres, op cit., p. 96. 102 Federico G. Gil, Latinoamérica y Estados Unidos: dominio, cooperación y conflicto, op cit., p.111. 44 tal como se establecía en el Tratado Bryan-Chamorro. De ahí entonces que el gobierno salvadoreño buscara aliados en la región, puesto que para los políticos denntroamericanos la amenaza trascendía a El Salvador e implicaba un peligro regional. Finalmente, Nicaragua rechazó la resolución de la Corte Centroamericana. Carlos Meléndez estrechó los lazos diplomáticos con Venustiano Carranza, incluso brindando armas para la defensa mexicana: El 16 de marzo de 1917, el barco La Bonita zarpó del puerto mexicano de Salina Cruz con destino a Acajutla, en donde recogió un millón de cartuchos proporcionados por El Salvador a los constitucionalistas […] con este apoyo militar el país centroamericano contribuía a que México resistiera el embargo de armas que la administración Wilson impuso en junio de 1916103. Con este antecedente en El Salvador, algunos intelectuales destacados de la época guardaban simpatía con México. Una prueba de esa admiración se encuentra en el discurso de bienvenida que brindó Lázaro Mendoza, Vicepresidente del Ateneo de El Salvador, al Ingeniero Julio Madero, Ministro Plenipotenciario de México en El Salvador, en ocasión de su ingreso al Ateneo en el año de 1926. Mendoza exalta a México como un exponente digno de hidalguía y civismo, hace un resumen de las principales figuras de la historia mexicana y sus principales hazañas. A mi juicio, toda la admiración de ese gremio intelectual puede resumirse en el siguiente párrafo: Vuestras ideas, al rededor de un ideal patriótico, ajenas a los compromisos, afectos y prejuicios, para conquistar el ideal que embargó vuestro espíritu de adolescente, hasta el grado de exponer nuestra vida para derrocar la tiranía en vuestro país son dignas de loa; y es propicio, en este instante, que yo me refiera, aunque someramente, por la índole de este trabajo, a los paladines, algunos de ellos apóstoles, que predicaron el evangelio de la libertad en un pueblo que, como Méjico –me ufano en decirlo- ha sabido colocar en todos los tiempos, el pendón de sus libertades tan alto, como su hermoso cielo, en donde el águila caudal, como un símbolo, lo recorre de uno al otro confín104. J. A. Serrano en Xiomara Avendaño Rojas, “Al lado o enfrente del Imperio. La diplomacia de Nicaragua, México y El Salvador ante el Tratado Bryan-Chamorro”, op. cit., p. 162. 103 Lázaro Mendoza, “Discurso de bienvenida por el socio de número Dr. Lázaro Mendoza “Vicepresidente de “El Ateneo”, Revista Del Ateneo de El Salvador (103), San Salvador, enero 1926, p. 4082 . 104 45 Efectivamente, la admiración hacía México radica en la Constitución de Queretaro, así como en el compromiso de solidaridad y autodeterminación nacional reflejado en las relaciones diplomáticas antes expuestas. En ese sentido, debe recordarse que durante sus primeros años, la Revolución Mexicana estubo envestida de un nacionalismo revolucionario que, como se verá en el próximo capítulo, estaba inspirado en tres grandes campos: el agrarismo, el sindicalismo y el educacional, este último liderado por José Vasconcelos. En esa línea, las palabras del Ministro Madero al aceptar ser socio del Ateneo de El Salvador deja claro el componente patriótico mexicano: “¿Qué es lo que buscamos en México? En primer lugar, hacer patria, y en seguida, hacer que esa patria no tenga por límites las riberas del Suchiate, sino que llegue en sus confines hasta el Cabo de Hornos”105. Más adelante agrega: Somos el producto de la fusión de dos civilizaciones, cada una de las cuales nos ha dado sus mejores dones; somos hijos de nuestros libertadores y de nuestros héroes, y como ellos tenemos que luchar, no ya para conquistar nuestra independencia, sino para conservar el hermoso legado que nos dejaron. Luchar, porque ningún derecho nos es concedido si no lo conquistamos por la fuerza ni podemos disfrutar de él sino combatimos para sostenerlo; luchar, porque nunca los poderosos han permitido que los débiles se fortalezcan, temerosos de su nuevo poder. Luchar en el campo de la ciencia y de las artes, en el terreno político y social. Cada paso que damos en la senda del progreso nos acerca más a la meta y mejora de nuestras condiciones para cumplir con nuestra misión. Cada individuo que liberamos de las garras del analfabetismo será un nuevo elemento que se una a nosotros para trabajar por el engrandecimiento de nuestra América. Cada lazo que atemos entre nuestros pueblos hará más firme nuestra posición y cada muestra de solidaridad, será una prueba de que comprendemos nuestra fuerza y vemos, con los ojos del espíritu, nuestro glorioso futuro, pues no en vano nuestro bendito suelo ha sido purificado por la sangre de tantos héroes y de tantos mártires106. En otras palabras, la Revolución Mexicana ofrecía un avance y una nueva forma de hacer política en la región, fomentando un nacionalismo verdaderamente autónomo. Se trató, pues, de un impulso por alcanzar una democracia, es decir, un Estado de Derecho y el desarrollo de todos los aspectos de la sociedad: políticos, económicos, “Recepción solemne del Excmo, señor Ministro de México, Ingeniero Sr. Madero, y de su Secretario Sr: Cicero y del doctor Augusto Castro, en “El Ateneo de El Salvador”, Revista Del Ateneo de El Salvador (103), San Salvador, enero 1926, p. 4081. 105 106 Ibíd. 46 sociales y culturales. En palabras de José Vasconcelos, dictadas en los Estados Unidos en el año 1926, solamente a través de la democracia se resolverían todos los problemas del subcontinente: “ningún otro sistema de gobierno ha probado ser exitoso en ningún otro lugar”107. De ahí entonces que el pensador mexicano afirmara: “primero debemos tener una democracia, ya que sólo a través de ella podemos alcanzar el progreso social”108. En resumen, el proyecto mexicano que tanta atención causó se debe a que significó un esfuerzo por construir el país y el subcontinente desde lo propio y desde los parámetros liberales que, a mi juicio, encajaban muy bien con las reformas acaecidas en El Salvador durante el último cuarto del siglo XIX, esto es, “un cambio estructural del país, de inventar, modelar o crear –si se quiere– un nuevo país de acuerdo con los importantes cambios ideológicos y políticos que se estaban realizando en Europa y en América”109. Vale mencionar que dentro de los receptores del discurso del Ministro Madero, se encontraban personalidades del mundo intelectual salvadoreño, periodistas y escritores que nueve meses más tarde formarían la Liga Antiimperialista de San Salvador. Entre estos destacaban Miguel Pinto, director de Diario Latino y futuro presidente de la Liga en mención.110 De igual forma, participaban en dicha agrupación, en calidad de socios honorarios, personajes que al siguiente año formarían parte del nuevo gobierno encabezado por el Dr. Pío Romero Bosque 111. En el Cuadro Nº 2, a 107 José Vasconcelos, La otra raza cósmica, Editorial Almadía, Oaxaca, 2010, p. 91. 108 Ibíd., p. 100. Roberto Valdés Valle, El liberalismo político de finales del siglo XIX, en El Salvador: Historia mínima, Secretaría de Cultura de la Presidencia de la República, San Salvador, 2011, p. 48. 109 Es importante destacar que entre el público también se encontraba el General Maximiliano Hernández Martínez, miembro de la directiva saliente y que tres años más tarde sería presidente del Ateneo y posteriormente, en 1931 a través de un Golpe de Estado, sería nombrado Presidente de El Salvador, con quien iniciaría el ascenso del militarismo en el país. Véase: “Labores del Ateneo”, Revista Del Ateneo de El Salvador (103), San Salvador, enero 1926, p. 4090. 110 Véase: “Socios honorarios”, Revista Del Ateneo de El Salvador (103), San Salvador, enero 1926, p. 4093. Entre la nómina de socios honorarios cooperadores internacionales se encontraban José Vasconcelos y el también mexicano Gral. Félix Nieto. 111 47 continuación, se presentan los nombres de los socios honorarios del Ateneo de El Salvador para el año 1926. De igual manera, en el cuadro N°3 se muestra la nómina de la nueva junta directiva del Ateneo. Cuadro N° 2 Socios honorarios del Ateneo de El Salvador en el año de 1926 Socios Honorarios Dr. Alfonso Quiñónez Molina Dr. David J. Guzmán Don Francisco Gavidia Dr. David Rosales h. Dr. Salvador Rivas Vides Dr. Juan Francisco Paredes Dr. Alonso Reyes Guerra Dr. Miguel Tomás Molina Dr. Francisco Vaquero Dr. Pío Romero Bosque Dr. Víctor Jerez Don José E. Suay Don R. Mayorga-Rivas Dr. Carlos Bonilla Lic. Antonio Hernández y Ferrer (México) Dn. Miguel Pinto Fuente: Elaboración propia con base en: “Socios honorarios”, Revista Del Ateneo de El Salvador, (103), San Salvador, enero 1926, p. 4093. Cuadro N° 3 Nueva junta directiva del Ateneo de El Salvador Cargo Presidente Vicepresidente Primer vocal Segundo vocal Tercer vocal Síndico Tesorero Secretario Prosecretario Bibliotecario Director de la revista Redactores Nombre Ing. y General Don José María Peralta Lagos Dr. Lázaro Mendoza Dr. Victorino Ayala Ing. Don José A. March Don Tomás Cabrera R. Dr. José Belisario Navarro Dr. Rosalío Acosta Carrillo Don Rafael García Escobar Don Juan Felipe Toruño Dr. Miguel Pavía Dr. Francisco A. Funes Don Luis A. Agurto y Dr. Doroteo Fonseca Fuente: Elaboración propia con base en: “Junta Directiva del Ateneo para 1926”, Revista Del Ateneo de El Salvador (103), San Salvador, enero 1926, p. 4091. En síntesis, la influencia ideológica de la Revolución Mexicana en los procesos políticos de la región, está marcada por la regeneración institucional y cultural. De ahí el 48 interés por reconstruir las relaciones comerciales, siempre en el terreno capitalista pero sin ceder privilegios a Estados Unidos. Sin lugar a duda, la actitud mexicana frente a la situación nicaragüense fue un gran aliciente para la prensa salvadoreña. Como se verá en el segundo capítulo, son los directores y redactores de algunos periódicos salvadoreños quienes, durante 1926 y con más beligerancia a partir de noviembre de ese año, mantienen una postura firme y solidaria con Nicaragua versus Estados Unidos y sus grandes empresarios. 4. “Patria y libertad”: Lectura periodística salvadoreña sobre el alzamiento y resistencia armada del General Augusto C. Sandino En el presente apartado se analizará el alzamiento y surgimiento del “General de hombre libres”, Augusto C. Sandino. Para aproximarse a esa eclosión política se debe partir de abril de 1927, fecha que registra la llegada de Henry L. Stimpson, delegado personal del Presidente Cooligde, para mediar y darle solución a la guerra constitucionalista. Sin embargo, es oportuno hacer una síntesis del tránsito y bagaje político y social que acumuló el patriota nicaragüense previo a enfrentar a la potencia norteamericana. De igual forma, conviene hacer una reseña de su planteamiento político de soberanía nacional. Ciertamente, Sandino cristalizó la lucha contra Estados Unidos entre los años 1927 y 1933, hecho que marcó la década de los años veinte en América. Dicha razón explica el interés por señalar los comentarios que suscitó la rebelión de Sandino en la prensa salvadoreña. Evidentemente, sólo se abordarán los primeros meses de la guerra que encabezó el caudillo liberal por razones de delimitación del presente tema de investigación. 4.1 Itinerario y formación del patriota Sandino La formación política del patriota, puede afirmarse que se fundamentó en México, puesto que radicó tres años en dicho país (1923-1926). La importancia de mostrar ese dato reside fundamentalmente en el contexto en el cual se movió el caudillo, es decir, el México revolucionario. Dicha oportunidad, a nuestro parecer, tuvo 49 un peso indiscutible en su proyecto político. Para Volker Wünderich, biógrafo de Sandino, esa experiencia “le abrió el horizonte, sin el cual no hubiera sido posible que desempeñara su papel internacionalmente famoso de nacional-revolucionario y luchador por la liberación de su país”112. Ahora bien, a diferencia de otros personajes antiimperialistas de los años veinte del siglo pasado, con Sandino resulta difícil establecer un seguimiento preciso a su pensamiento político, pues no se caracterizó por dejar escritas, de manera sistemática, las ideas que nutrieron su sistema ideológico. Según Sergio Ramírez, las principales formas de expresión del pensamiento del caudillo nicaragüense son: a) a través de sus cartas a políticos, colaboradores en el extranjero, representantes suyos, redacciones de periódicos y amigos; b) manifiestos y proclamas; c) comunicados, boletines y partes de guerra; d) relatos autobiográficos; e) entrevistas de prensa concedidas a periodistas extranjeros113. No obstante, pese a esa falta de sistematicidad en el pensamiento de Sandino, autores como Jussi Pakkasvirta señalan al menos cinco tradiciones presentes en sus ideas: “1) el anarquismo, 2) el espiritualismo, la masonería y la teosofía, 3) el comunismo racional, 4) el liberalismo y 5) el populismo. Sin embargo, todas estas corrientes ideológicas en el pensamiento de Sandino estaban sometidas al patriotismo y al antiimperialismo, es decir, al nacionalismo como un instrumento de la soberanía” 114. Efectivamente, su lucha radicó en recuperar la soberanía nacional. Su inclinación nunca fue por el socialismo. En 1933, en una entrevista que concedió Sandino al periodista español Ramón de Belausteguigoitia, confirmó su interés por la autonomía nicaragüense e hispanoamericana. Ante la pregunta del periodista sobre sus vínculos con el comunismo, el patriota respondió: 112 Volker Wünderich, Sandino: una biografía política, IHNCA-UCA, Managua, 2010, p. 51. 113 Véase: Sergio Ramírez, Sandino: general de hombres libres, op. cit., pp. 7-8. Jussi Pakkasvirta, ¿Un continente, una nación? Intelectuales latinoamericanos, comunidad política y las revistas culturales en Costa Rica y en el Perú (1919-1930), op. cit., p. 91. 114 50 En distintas ocasiones se ha tratado de torcer este movimiento de defensa nacional, convirtiéndolo en una lucha de carácter más bien social. Yo me he opuesto con todas mis fuerzas. Este movimiento es nacional y antiimperialista. Mantenemos la bandera de la libertad para Nicaragua y para toda Hispanoamérica. Por lo demás, en el terreno social, este movimiento es popular y preconizamos un sentido de avance en las aspiraciones sociales. Aquí han tratado de vernos, para influenciarnos, representantes de la Federación Internacional del Trabajo, de la Liga Antiimperialista, de los Cuáqueros. Siempre hemos opuesto nuestro criterio decisivo de que ésta era esencialmente una lucha nacional. Martí, el propagandista del comunismo, vió que no podía vencer su programa y se retiró115. En esa línea, el impacto que generó la Revolución Mexicana en la gesta por la soberanía nacional que abanderó Sandino es incuestionable. En otras palabras, la repercusión mexicana marcó el ideario y la línea política de la guerra de liberación nacional que el patriota emprendió. A juicio de Wünderich, toda esa influencia se reflejaría en tres grupos de ideas: el indohispanismo, las demandas sindicales del movimiento obrero y finalmente, el espiritismo y espiritualismo 116. Con toda esa influencia, en mayo de 1926 ante los hechos políticos que ocurrían en Nicaragua, Sandino renunció a la Huasteca Petroleum Company para regresar a su patria e incorporarse al bando liberal. En la entrevista antes citada, el futuro líder del antiimperialismo rememora las meditaciones que lo orientaron a volver: Esta misma intervención −nos ha dicho− ha sido causa de que los demás pueblos de Centroamérica y México nos odiaran a nosotros los nicaragüenses. Y ese odio tuve oportunidad de confirmarlo en mis andanzas por esos países. Me sentía herido en lo más hondo cuando me decían: “Vendepatria”, desvergonzado traidor. Al principio contestaba a estas frases que, no siendo hombre de Estado, no me consideraba acreedor a esos títulos deshonrosos; pero después vino la reflexión y comprendí que tenían razón, pues, como nicaragüense, yo tenía derecho a la protesta, y supe entonces que en Nicaragua había estallado un movimiento revolucionario. Ramón de Belausteguigoitia, Con Sandino en Nicaragua, Editorial Nueva Nicaragua, 2° edición, Managua, 1985, p. 181. En el fragmento citado, Sandino hace referencia a Farabundo Martí, ícono revolucionario salvadoreño que en esa época militó en el Partido Comunista mexicano y, al mismo tiempo, formó parte del Estado Mayor del Ejército Defensor de la Soberanía Nacional (EDSN) y secretario permanente de Sandino. Véase: Volker Wünderich, op. cit., pp. 244-245. 115 116 Véase: Volker Wünderich, op. cit., p. 52. 51 Trabajaba entonces en la Huasteca Petroleum Co., de Tampico; era el 15 de mayo de 1926. Tenía mis economías, que montaban a cinco mil dólares117. Llegó a Nicaragua en junio de ese año. Se empleó en la mina de San Albino118, departamento de Nueva Segovia, como administrador de bodega. En su camino a Nueva Segovia pasó por León (baluarte del liberalismo nicaragüense y centro del movimiento obrero), sin embargo, no tuvo eco en el aparato del partido liberal. Ya en San Albino, utilizó la oportunidad para mostrar su experiencia sindical. Cuando la guerra constitucionalista estalló, en el mes de agosto, tomó la iniciativa y constituyó una tropa voluntaria para apoyar al bando liberal119. En noviembre de 1926 Sandino libró la batalla de El Jícaro, el primer combate de envergadura, del cual salió derrotado. Esa situación le obligó a entablar relación con el cuartel general de los liberales para proveerse de armas y obtener respaldo político. No obstante, tras ser un desconocido no le resultó fácil obtener un mando político. Fue hasta después de largas conversaciones que Sacasa y su subsecretario de guerra, Arturo Baca, se comprometieron a entregarle armas y nombrarlo Jefe Expedicionario de Nueva Segovia. A pesar de cierta desconfianza, Baca quería aprovechar la tenacidad de Sandino para reducir la presión que el ejército liberal tenía en la zona Atlántica120. Es importante señalar, en ese contexto, que Sandino también buscó apoyo en el General Moncada. Se entrevistó con él en Prinzapolka, en el mes de diciembre, pero el General le negó ayuda militar. Según Wünderich, Moncada encontró en Sandino rasgos comunistas121. En los meses siguientes, su tropa creció constantemente; y esa capacidad militar y organizativa lo llevó al ascenso y grado de General. 117 Ramón de Belausteguigoitia, op. cit., p. 89. La mina de San Albino era la empresa minera de capital norteamericano más grande en el norte de Nicaragua. Véase: Volker Wünderich, op. cit., p. 69. 118 119 Ibíd., p. 70. 120 Ibíd., p. 72. 121 Ibíd., p. 73. 52 4.2 Del ejército liberal a la resistencia antiimperialista. Lectura de la prensa salvadoreña del alzamiento de Augusto C. Sandino En abril de 1927, Henry Stimpson, enviado especialmente de Washington, llegó a Nicaragua para apaciguar el conflicto bélico. En los primeros días, Stimpson logró que tres representantes de Sacasa llegaran a Corinto para iniciar las negociaciones. En el mes de mayo, los Estados Unidos lograron que los bandos liberal y conservador firmasen un armisticio. En concreto, el 4 de mayo, en la localidad de Tipitapa, el General José María Moncada accedió a que Díaz continuara en la presidencia y aceptó los términos de paz propuestos por Stimpson, entre los que destacaban: el desarme de las fuerzas liberales y conservadores, y la entrega de las armas a los norteamericanos; la realización de comicios en 1928 bajo la supervisión de Estados Unidos; la inclusión de liberales en el nuevo gobierno, y la permanencia de los infantes de marina en el país hasta la reorganización de una nueva Guardia Nacional. “Moncada firmó el Pacto del Espino Negro (Acuerdo de Tipitapa) y puso fin a la guerra”122. De igual forma, el Pacto desencadenó la lucha por el rescate de la soberanía y la dignidad nacional que encabezó Sandino hasta 1933. Entre el 8 y el 12 de mayo, el Consejo de generales liberales, con la ausencia de Sandino, se reunieron y aceptaron las condiciones del Pacto, lo que implicaba el desarme de sus tropas. Se emitió una amnistía general para todos los que habían participado en la guerra. Sin embargo, “a los simples soldados se les envió en harapos de regreso a sus casas, el General Moncada ascendió a caudillo máximo de la política nicaragüense. Sus generales fueron “indemnizados” con puestos políticos y con dinero”123. Por su parte, el almirante Latimer, comandante de las fuerzas navales de Estados Unidos en Nicaragua, realizó el desarme reuniendo 11,600 rifles y 303 ametralladoras. Pese al acuerdo, en una circular dirigida desde Yalí, Jinotega, a las autoridades locales de 122 Ibíd., p. 78. 123 Ibíd. 53 todos los departamentos, el general Sandino comunica su determinación de no entregar las armas: “Yo no estoy dispuesto a entregar mis armas en caso de que todos lo hagan. Yo me haré morir con los pocos que me acompañan, porque es preferible hacernos morir como rebeldes y no morir como esclavos”124. En los días siguientes la situación bélica incrementaba. Los marinos norteamericanos se hicieron cargo de la Guardia Nacional y Adolfo Díaz continuaría de presidente hasta los próximos comicios. A finales de mayo, Sandino se declara en rebeldía y le escribe a Moncada diciendo que pese a toda presión él no cederá, “creo cumplir con mi deber y deseo que mi protesta quede para el futuro escrita con sangre”125. Mientras tanto en El Salvador continuaba el seguimiento al conflicto. El primer periódico en publicar sobre la negativa de Sandino a claudicar fue Diario Latino. El 14 de mayo divulgó una nota que informaba sobre el pacto entre liberales, conservadores y estadounidenses: Moncada y todos los generales del ejército militar, con excepción d’ Sandino telegrafiaron a Stimpson para manifestarle que aceptan las condiciones de paz. Inmediatamente se procederá a la entrega de las armas de los liberales. Se asegura que Sandino a la cabeza de 200 hombres, se dirigirá a Honduras. Se ignora el paradero de él. Alrededor de 2,000 liberales rendirán sus armas126. Por su parte, La Prensa publicó su primera nota relacionada con el General Sandino hasta el 28 de mayo: “El general Cosme Sandino se negó a entregar las armas. Actualmente se dirige a Honduras con 200 hombres y 400 mulas”127. No obstante, la figura de Sandino seguía siendo poco conocida y no causaba la exaltación que provocaría a partir de 1928. De hecho, en una nota, Diario Latino habla con cierta desesperanza respecto a Sandino, como si también él fuese a entregar las 124 Sergio Ramírez, El pensamiento vivo de Sandino, op. cit., p. 79. 125 Ibíd., p. 85. “Tildase de despiadada la política actual de la Casa Blanca en Nicaragua”, Diario Latino (10862), sábado 14 de mayo de 1927, p. 1. 126 127 “Sandino no rindió sus armas”, La Prensa (4667), sábado 28 de mayo de 1927, p. 1. 54 armas: “los liberales y conservadores han entregado hasta la fecha de hoy: once mil rifles, trescientas ametralladoras y seis millones de cartuchos. Cuando el contingente bélico del general Sandino haya sido entregado, el desarme estará completo”128. Durante el mes de junio, se registran muy pocas noticias sobre el conflicto nicaragüense, y menos de Sandino. Básicamente todas las publicaciones sobre el tema están relacionadas al Dr. Bautista Sacasa que emprendió un viaje por todo el continente para explicar el caso Nicaragua-Estados Unidos. De hecho, se hicieron campañas para recolectar fondos destinados a ese viaje. En El Salvador fue el periódico El Día quien tuvo mayor participación en esa causa, y publicó casi a diario la nómina de colaboradores129. A continuación, en el cuadro N° 4 se presenta la nómina de los principales contribuyentes a esa empresa. “Los liberales y conservadores continúan entregando sus armas”, Diario Latino (10873), viernes 27 de mayo de 1927, p. 1. 128 Véase: “Nómina de contribuyentes pro gira de Sacasa”, El Día (2331), jueves 9 de junio de 1927, p. 1.; El Día (2332), viernes 10 de junio de 1927, p. 1; El Día (2334), lunes 13 de junio de 1927, p. 1; El Día (2335), martes 14 de junio de 1927, p. 1; y El Día (2341), martes 21 de junio de 1927, p. 1. 129 55 Cuadro Nº 4 Nómina de contribuyentes pro gira Sacasa Nombre José Velado Carlos Urquilla Carlos V. Martínez Gonzalo Amaya Arturo H. Lara A.C. Siliezar Miguel Arrazola Antonio Meza S. Miguel Monterrosa R. Arturo Toledo Manuel Meléndez V. J. Daniel Guzmán Contribución (9 de Contribución (10 de Contribución (21 junio de 1927) junio de 1927) junio de 1927) 5 5 2 5 5 5 1 1 2 2 5 5 5 5 1 1 5 5 5 5 2 2 1 1 Total recolectado: colones de 5 5 5 1 2 5 5 1 5 5 2 1 42 Total recolectado (con Total recolectado (con más donantes): 50 más donantes): 65 colones colones. Fuentes: (1) “Nómina de contribuyentes pro gira de Sacasa”, El Día (2331), jueves 9 de junio de 1927, p. 1.; (2) “Nómina de contribuyentes pro gira de Sacasa”, El Día (2332), viernes 10 de junio de 1927, p. 1; (3) “Nómina de contribuyentes pro gira de Sacasa”, El Día (2341), martes 21 de junio de 1927, p. 1. Es hasta los próximos días que Sandino vuelve al escenario político nicaragüense e internacional. El primero de julio, Sandino redacta su primer manifiesto político en el cual proclama su vocación patriótica, antiimperialista y latinoamericanista: Los grandes dirán que soy muy pequeño para la obra que tengo emprendida; pero mi insignificancia está sobrepujada por la altivez de mi corazón de patriota y así juro ante la patria y ante la historia que mi espada defenderá el decoro nacional y que será redención para los oprimidos. Acepto la invitación a la lucha y yo mismo la provoco, y al reto del invasor cobarde y de los traidores a mi patria contesto con mi grito de combate, y mi pecho y el de mis soldados formarán murallas donde se lleguen a estrellar las legiones de los enemigos de Nicaragua. Podrá morir el último de mis soldados, que son los soldados de la libertad de Nicaragua, pero antes, más de un batallón de los vuestros, invasor rubio, habrá mordido el polvo de mis agrestes montañas130. Sin lugar a duda, con la evidente vocación patriótica expuesta en el anterior extracto, la prensa salvadoreña y mundial empezaría a situar sus ojos en el próximo 130 Sergio Ramírez, Sandino: general de hombres libres, op. cit., pp. 88-89. 56 caudillo del subcontinente131. Así, el 21 de julio Diario Latino publicaba una nota haciendo énfasis en el carácter heroico y patriota de Sandino: Como resultado del combate que sostuvieron los patriotas nicaragüenses al mando de Sandino, contra fuerzas superiores norteamericanas, en el que una cuadrilla de aviones yanquis, mató a 300 patriotas, Sandino contra fuerzas norteamericanas superiores, después de inaudita resistencia, remontóse a la montaña seguido de pocos hombres132. Empero, también existieron notas que no eran tan alentadoras respecto a Sandino. Un día antes de publicarse la cita anterior, El Día informó que Sandino había perdido una batalla después de 17 horas de enfrentamiento, la batalla en cuestión era la del Ocotal133. Más allá del análisis político y militar que dan ambos periódicos, no puede ocultarse que Sandino y su guerra de liberación empezaban a llenar las páginas de la prensa salvadoreña y regional. Algunas de esas páginas tendrían más carácter informativo, como parte del interés y seguimiento de todo el conflicto nicaragüense. Otras notas constituían apologías para el revolucionario nicaragüense. Un buen ejemplo lo representa un artículo de opinión publicado en la sección editorial de Diario Latino. Su autor, el Conde Oroscolf, presenta al caudillo antiimperialista de la siguiente manera: El héroe se manifiesta pujante y bravo, formidable y loco, hermosamente salvaje, en sus riscos altaneros, en sus montañas impenetrables, arrastrándolo todo: las inclemencias del tiempo y las traidoras venganzas de sus enemigos. Augusto C. Sandino es el nombre del héroe. Pasará a la historia, su bravura, su rebeldía, su obra de liberación, su hambre de justicia, le dan derecho a la inmortalidad134. Para autores como Rafael Cuevas Molina, dado el posicionamiento liberal crítico de Sandino y el liberalismo tradicional de los periódicos de la época, “diarios liberales a lo largo de todo el continente y de España editorializan e informan sobre él.” Véase: Rafael Cuevas Molina, “Nación y nacionalismo antimperialista en Centroamérica. Sandino y la nueva intelectualidad costarricense”, en Revista Archipiélago, Vol. 17 (67), 2010, México D.F., p. 16. 131 132 “El último esfuerzo de un gran patriota”, Diario Latino (10919), jueves 21 de julio de 1927, p. 1. Véase: “El General Sandino, sucesor de Moncada, empieza mal la partida, pues sus tropas han sido dispersadas por los marinos yanquis”, El Día (2366), miércoles 20 de julio de 1927, p. 1. 133 134 3. “La silueta de un héroe: Augusto C. Sandino”, Diario Latino (10948), sábado 27 de agosto de 1927, p. 57 En los siguientes meses seguirán apareciendo notas sobre el accionar y sobre la vida de Sandino. En septiembre, por ejemplo, se publicó una reseña biográfica del héroe135. De igual manera seguían las notas relacionadas a la lucha guerrillera emprendida por él. En ese mes, el 2 de septiembre, se funda Ejército Defensor de la Soberanía de Nicaragua (EDSN) y con ello se intensifica la ofensiva sandinista contra la intervención yanqui136. Entre 1927 y 1933, el EDSN libraría una desigual resistencia contra las fuerzas invasoras de una de las naciones más poderosas del planeta. A fin de contrarrestar la superioridad numérica y la capacidad técnica de los marines –quienes utilizaban uno de los medios más avanzados de la época para combatir a los patriotas nicaragüenses: la aviación−, el ejército sandinista cambió su estrategia militar. A partir de septiembre de 1927 abandonaron la concepción tradicional de la guerra convencional, desarrollando, puliendo y perfeccionando la estrategia de una guerra de guerrillas que llegó a convertirse en verdadera pesadilla para los soldados norteamericanos. En definitiva, la lucha llevada adelante por Sandino comenzó a hacer eco a nivel internacional a partir de 1928. En México, por ejemplo, la Liga Antiimperialista de las Américas (LADLA) participó en la organización del Comité Manos Fuera de Nicaragua (MAFUENIC). Dicha asociación se fundó en enero de ese año y se presentó públicamente el 4 de febrero en el “Gran mitin contra el imperialismo yanqui, por la liberación de Nicaragua y de toda América, por el triunfo de los mineros de Colorado, por la libertad de Isidoro Azzario y contra la farsa panamericana en La Habana” 137. Según Daniel Kersffeld, los principales propósitos del MAFUENIC fueron: 1) el envío Véase: “Datos biográficos del Gral. Augusto C. Sandino, suministrado por un deudo cercano suyo”, Diario Latino (10955), lunes 9 de septiembre de 1927, p.1. 135 Según Sergio Ramírez, el 2 de septiembre de 1927 se publicó el documento de organización del Ejército Defensor de la Soberanía Nacional de Nicaragua, el cual contaba con 14 puntos entre los que destacaba que dicho ejército estaba compuesto por liberales voluntarios nicaragüenses y de indohispanos; sin caer en una facción partidarista. Véase: Sergio Ramírez, El pensamiento vivo de Sandino, op. cit., pp. 95-97. 136 Véase: Daniel Kersffeld, Contra el imperio: historia de la Liga Antiimperialista de las Américas, Siglo XXI editores, México, 2012, p. 139. 137 58 de medicamentos y en general de auxilios médicos a Sandino; 2) hacer la propaganda más amplia contra los procedimientos del imperialismo norteamericano en Nicaragua, así como en los demás países latinoamericanos, y a favor de la lucha emancipadora de Sandino138. Por su parte, los antiimperialistas salvadoreños retomarán la figura de Sandino a partir de los últimos meses de 1927. Es menester señalar el carácter liberal de la lucha sandinista, carácter que comparte con las intenciones de la Liga Antiimperialista de San Salvador. Es oportuno mencionar también que en el año de 1928 la red de apoyo a Sandino, impulsada por el MAFUENIC, se extendió desde el centro de México hasta América Central. En San Salvador, el contacto era el nicaragüense José de Jesús Zamora; en Sonsonate participó como contacto Ramón Quesada; y en la ciudad de Santa Ana, Alberto García139. Otros contactos en la región eran “Santos Sequeira, que llevaba correspondencia desde Tegucigalpa, y el periodista estadounidense Carleton Beals, a su vez en estrecha relación con José de Jesús Zamora, de El Salvador”140. Zamora, como se estudiará en el próximo capítulo, fungió como primer vocal de la Liga Antiimperialista de San Salvador; también como Venerable Maestro de la logia masónica Excelsior 17 Nº 3141, entre 1927 y 1928. Conclusiones A lo largo de este capítulo se mostró el impacto que tuvo el conflicto constitucionalista nicaragüense y la segunda intromisión norteamericana en Nicaragua durante el siglo XX. En ese sentido, se expuso cómo esa invasión gestó –y en algunos casos consolidó– sentimientos antiimperialistas en amplios sectores de la población latinoamericana, incluso antes de la aparición en escena de Sandino. 138 Ibíd. 139 Ibíd., p. 146. 140 Ibíd. “Venerables Maestros de la Respetable Logia Excelsior 17 N°3”, Shittah, Edición Especial Conmemorando los 100 años de vida de la RLS Excélsior (143), Año XLV, enero-abril, 1982, p. 18. 141 59 De igual manera, se intentó evidenciar la posición política que asumió la prensa salvadoreña frente a los principales hechos políticos que ocurrieron en Nicaragua durante los dos años que comprende el presente estudio. Ciertamente se encuentra una reacción antiimperialista en el desempeño de la prensa local; en ese sentido, conviene señalar que no es una reacción uniforme, sino que cada periódico consultado tiene sus matices. Ello depende de la línea editorial de cada impreso, unos más a favor de la legitimidad democrática nicaragüense y de la región, tal el es caso, a nuestro parecer, de El Día y La Prensa, mientras que Diario Latino, por su actitud más beligerante, puede afirmarse que se mantuvo más decantado por la facción liberal del conflicto constitucionalista. Por otra parte, se puede concluir que un actor que tuvo especial papel en el citado conflicto fue México. Ahora bien, a mi juicio, la disputa mexicana y estadounidense respecto a Nicaragua estuvo marcada por los intereses económicos y políticos que Estados Unidos tenía sobre México. En otras palabras, el meollo del problema se encontraba en el subsuelo mexicano, en la necesidad de salvaguardar las inversiones petroleras y mineras de empresarios yanquis. Efectivamente, la Constitución de Querétaro de 1917 atentaba contra empresas −la mayoría propiedad de capitalistas estadounidenses− que se lucraban en territorio mexicano. En este sentido, el asunto de Nicaragua fue un aliciente para la política exterior norteamericana en su afán de custodiar lo considerado como su patio trasero y la hegemonía en el continente. Ahora bien, a partir de esa hegemonía que buscaba afianzar Estados Unidos, se puede concluir que su política expansionista generó un proceso de radicalización en la postura antiimperialista del sector intelectual salvadoreño, entiéndase periodistas con vocación liberal. En un primer momento su lucha política se centró en contra del General Emiliano Chamorro. Luego evolucionó hasta centrarse en contra del gobierno de Estados Unidos y los financistas de Wall Street. Sin duda, como se verá en el próximo capítulo; fue el desembarco de marinos en 1926 lo que radicalizó el pensamiento antiimperialista, al menos en los liberales salvadoreños, y constituyó un decisivo estímulo para la formación de la Liga Antiimperialista de San Salvador. 60 Finalmente, la retórica antiestadounidense fue una caracterización en la prensa liberal de la época; pero sólo Augusto C. Sandino pasó del discurso a la resistencia armada. Razón por la que fácilmente se convirtió en un símbolo de la rebeldía antiimperialista. En ese sentido, puede afirmarse que, pese a las diversas influencias ideológicas del caudillo, uno de los rasgos distintivos en su praxis política fue su defensa a ultranza de la autodeterminación nacional. Esa fue su principal bandera de lucha y la razón de su liderazgo. De ahí entonces, y a partir de las fuentes consultadas en esta investigación, se puede concluir que no sea descabellado afirmar que la Revolución Mexicana se constituyó como principal influencia en la utopía política del proyecto que Sandino encabezó. En síntesis, la importancia de este segundo capítulo responde a la necesidad de identificar uno de los principales detonantes para la creación de la Liga Antiimpeiralista de San Salvador, es decir: el conflicto y la invasión estadounidense en Nicaragua. En ese sentido, como se verá en el próximo capítulo, su núcleo fundador compuesto por escritores e intelectuales, de los cuales al menos 6 eran de origen nicaragüense, veían con suma preocupación la pérdida de soberanía y del ideal liberal en los pueblos centroamericanos. Como se verá en las próximas páginas, la caracterización que se hará de la Liga de San Salvador, dará la razón a esta interpretación. 61 Capítulo II Fundación y caracterización de la Liga Anti-imperialista de San Salvador (1926 -1927) “La permanencia de las tropas yanquis en Nicaragua no sólo atenta contra la soberanía e independencia de ese país, sino de todas las otras cuatro repúblicas. Lanzar a los marinos, es conquistar la emancipación de los trabajadores centroamericanos. Una unión estrecha de los antimperialistas centroamericanos, una unión económica y política, la soñada UNIÓN DE MORAZÁN, debe ser la tarea inmediata... La Sección Centroamericana de la Liga Antimperialista tiene un trabajo arduo que desarrollar. En manos de ella está la verdadera orientación del movimiento, la emancipación política y económica de las cinco repúblicas. Hemos perdido una escaramuza en la lucha, pero no estamos derrotados. Adelante, y que la traición de Moncada sea una ALERTA para el futuro ¡Organicémonos, y el triunfo será nuestro!”1 Introducción En este segundo y último capítulo se pretende mostrar el ideario y la actuación de la Liga Anti-Imperialista de San Salvador. En ese sentido, es importante dejar claro que sólo se hará el estudio de su etapa fundacional, es decir, entre noviembre de 1926 a diciembre de 1927. Ciertamente, el título del capítulo establece el eje principal de la presente investigación, empero para comprender todo el entramado y la membresía antiimperialista de la época es necesario conocer todo el entorno teórico, político y social en el cual se desenvolvió. Evidentemente la situación en Nicaragua, como se presentó en el capítulo anterior, fue un detonante para la cohesión de diversos actores y asociaciones que buscaban enfrentarse a la política intervencionista e imperial de Estados Unidos. De igual manera, otras intervenciones económicas o políticas por parte del país norteamericano en el subcontinente contribuyeron al crecimiento del sentimiento solidario y antiimperialista de la región. “Nicaragua”, El Libertador (12), Vol. II, 1 de junio de 1927, p. 5. Disponible en: http://ru.ffyl.unam.mx:8080/jspui/handle/10391/914. El Libertador, órgano de la Liga Antiimperialista de las Américas (LADLA) fue una revista editada en la Ciudad de México entre 1925 y 1929. Los directores de la revista fueron: Úrsulo Galván, Enrique Flores, Salvador de la Plaza, Diego Rivera y German List Arzubide. Entre sus principales colaboradores destaca Julio Antonio Mella. Disponible en: http://ru.ffyl.unam.mx:8080/jspui/bitstream/10391/914/2/el_libertador_cuadernillo.pdf 1 62 En específico, este capítulo pretende trazar el derrotero del movimiento antiimperialista en sus primeros dos años de funcionamiento. Es necesario señalar que se trata de una organización poco estudiada hasta el momento, ya sea en términos de su labor política, como sus principales ideas y dirigentes. En resumen, se hará una reconstrucción histórica de la fundación de la Liga Antiimperialista de San Salvador desde una visión analítica; para ello el capítulo se ha estructurado en cuatro partes. En la primera, se hará una exposición de las principales corrientes que marcaron el debate antimperialista de la época. Es importante elaborar este marco teórico puesto que nos aproximará a las probables intenciones políticas e ideológicas que movieron al grupo fundador de la Liga Antiimperialista de San Salvador. La segunda parte, abordará el surgimiento del movimiento antimperialista en América Latina, es decir, se analizará las dos principales corrientes: comunista y reformista; representadas en la Liga Antiimperialista de las Américas (LADLA) y la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA), respectivamente. Si bien es cierto, ya en la primera parte el lector se encontrará con una aproximación hacía ambas organizaciones, en esta segunda interesa exponer su desenvolvimiento en el escenario político mundial, es decir, interesa mostrar la praxis política de ambas instancias. En un tercer acápite se presenta una reseña y análisis del primer congreso mundial antimperialista, celebrado en Bruselas, Bélgica; su importancia radica en que marcó la ruptura definitiva entre las dos organizaciones antes mencionadas. El cuarto y último apartado está relacionado propiamente con la Liga Antiimperialista de San Salvador: su fundación, caracterización y sus principales actividades. En tal sentido, se intentará demostrar la filiación liberal de la organización capitalina, así como las principales corrientes que influyeron su ideario. De igual manera, en este apartado se presenta una breve exposición de la liga comunista salvadoreña. Ahora bien, antes de pasar a los resultados de la investigación, conviene hacer una distinción en el uso de algunos términos. Ello con el objetivo de no causar confusión en el lector. Como se mostrará en las siguientes páginas, las dos corrientes antimperialistas citadas arriba estuvieron presentes en El Salvador; por esa razón, se 63 llamará a lo largo del capítulo a la Liga Antiimperialista de San Salvador: liga liberal; y a la otra corriente: comunista o cominternista. 1. Corrientes y debate sobre el antimperialismo yanqui en América Latina entre 1920 a 1930 En este primer apartado se expondrán las principales ideas que sustentaron el debate teórico y político utilizado para encarar el expansionismo estadounidense en América Latina. Para una mejor aproximación a todos esos argumentos antiimperialistas rastreados en la segunda década del siglo pasado, se han aglutinado dichas ideas y concepciones en cuatro grandes corrientes: arielista, cominternista o socialista, nacionalista revolucionaria y la unionista. Es ineludible señalar que en cada una de las opciones antiimperialistas que se muestran a continuación, a excepción de la primera, converge más de una postura. Para el caso cominternista, se expone el debate de la Internacional Comunista y su estrategia frentista para encarar el avance imperial estadounidense; asimismo, se explica el socialismo latinoamericano que planteó José Carlos Mariátegui. Respecto a la corriente nacionalista revolucionaria, se muestran el planteamiento que sustentó la Revolución Mexicana así como las ideas de José Vasconcelos y Víctor Raúl Haya de la Torre. Finalmente, en la corriente unionista se muestra el andamiaje centroamericano que se elaboró a partir de dicha filiación; en ese sentido, es importante señalar que su construcción tuvo como basamento el arielismo de José Rodó. No está demás recalcar la importancia de dicho marco teórico previo al abordaje de la Liga Antiimperialista de San Salvador, pues la comprensión de todas esas corrientes sustenta la complejidad que implica entender las ideas y las proyecciones políticas de los protagonistas del movimiento antiimperialista salvadoreño. Por otro lado, tener claro el mapa teórico permitirá al lector comprender las diferencias entre las organizaciones antiimperialistas que coexistieron en El Salvador. Asimismo, permitirá conocer los diversos matices que empaparon a cada una de estas organizaciones. 64 1.1 José E. Rodo y el arielismo: reacción al modelo cultural norteamericano y búsqueda de identidad en lo latinoamericano A inicios del siglo XX la búsqueda de la identidad latinoamericana se incrementó. Muchos intelectuales, escritores y periodistas de la época se sentían amenazados ante el positivismo que había caracterizado la última mitad del siglo XIX. Como respuesta surgieron una serie de pensadores con una clara apuesta antipositivista: Antonio Caso y José Vasconcelos en México; Manuel Ugarte y José Ingenieros en Argentina; Manuel González Prada, en Perú y José Enrique Rodó en Uruguay. Precisamente una de las nuevas corrientes que más impacto generó fue la que fundó Rodó: el arielismo. Su novela, Ariel, publicada en 1900, fue considerada como un llamado a la reflexión a la juventud de América Latina para rescatar su propia identidad. De ahí entonces que el arielismo haya sido vinculado con el antimperialismo. Ariel sintetiza los valores del espíritu frente a un Calibán del norte (emblema de la civilización materialista) que con sus prácticas utilitaristas había olvidado la formación integral del ser humano. En otras palabras, Ariel sirvió a los intelectuales latinoamericanos, preocupados por la creciente influencia y presencia norteamericana en la región, para definir, diferenciar y defender la Patria Grande. En palabras de Jussi Pakkasvirta, Rodó logró generar un sentido de identidad en el subcontinente: El idealismo arielista elevó esta utopía continental a un nivel ético y cultural; las repúblicas hispanoparlantes no formarían en el futuro sólo la nación más grande del mundo sino también la nación más civilizada y moralista. Sólo habría que unirse y rechazar el materialismo y el positivismo anglosajones, ganarlos con las virtudes de la espiritualidad latina2. Es más, como señala Carlos Beorlegui, Rodó, a través del Ariel, dibuja de manera ejemplar el cambio de paradigma del pensamiento latinoamericano que implicó el tránsito de siglo: El rechazo de la cultura española, a la que se le achacaba el retraso americano, y la admiración hacia los Estado Unidos, da un giro importante hacia un rechazo de lo Jussi Pakkasvirta, ¿Un continente, una nación? Intelectuales latinoamericanos, comunidad política y las revistas culturales en Costra Rica y en el Perú (1919-1930), Academia Scientiarum Fennica, Finlandia, 1997, pp. 8384. 2 65 yanqui (los temores imperialistas quedan justificados) y un intento de revalorización de lo hispano3. Asimismo, en su obra Rodó realiza un llamado de atención sobre el vicio de ver a las grandes potencias imperiales como paradigmas de salvación frente al atraso y como camino de progreso. En ese sentido se desmarca de los planteamientos del siglo XIX que veían en la tradición europea el “camino a seguir”. Su propuesta por alcanzar una nueva cultura latinoamericana no se basó únicamente en obtener un desarrollo económico, tecnológico o científico, sino en la creación de seres humanos. Para Rodó, con ello se lograría un nuevo continente, una nueva América. En conclusión, el arielismo significó un nacionalismo-continentalismo espiritual e hispanista. Por otro lado, el peso intelectual de la citada corriente descansaba en su antimperialismo (antiestadounidense). De ahí entonces que la repercusión que tuvo propagó una de las corrientes antimperialistas más fecundas. Una muestra de esa afirmación es el número de publicaciones (revistas) que emergieron entre las décadas de 1920 y 1930, las cuales asumían el nombre de la obra máxima de Rodó: Ariel. Un ejemplo de esa recepción se muestra a continuación en el cuadro N° 1. Carlos Beorlegui, Historia del pensamiento filosófico latinoamericano: una búsqueda incesante de la identidad, Universidad de Deusto, 3ª edición, 2010, p. 373. 3 66 Cuadro 1 Proyección del Arielismo Título Ariel Ariel Ariel Ariel Ariel Ariel Ariel Ariel Ariel Ariel Ciudad, país y año Asunción, Paraguay, 1924 Barcelona, España, 1946-48 Tegucigalpa, Honduras, 1925 Guayaquil, Ecuador, 1920 La Habana, Cuba, 1928-1929 Masaya, Nicaragua, 1932-33 Montevideo, Uruguay, 1930 Río Quarto, República de Argentina, 1926 San José de Costa Rica, 1939-42 Sonsonate, El Salvador, 1924-1925 Fuente: Teresa García Giráldez, La dicotomía imperialismo-antimperialismo en las redes intelectuales unionistas centroamericanas (1890-1930), en Marta Elenas Casaús Arzú, El lenguaje de los ismos: Algunos conceptos de la modernidad en América Latina, F&G Editores, Guatemala, 2010, p. 274. Definitivamente, el pensamiento arielista se ocupó de reaccionar contra la tendencia a imitar el modelo norteamericano y como búsqueda de la identidad en lo propio. Dicha corriente representa la unidad continental por medio de vínculos de tradición, raza, idioma e instituciones; pero también es una idea más elevada que la de patria natal. Es la idea de América concebida como unidad grande e imperecedera. 1.2 Propuestas de corte marxista: el cominternismo soviético (acuerdos del V Congreso del Comintern, 1924) y el socialismo de José Carlos Mariátegui Entre otra de las corrientes antiimperialistas que circularon a lo largo del continente americano se encuentra la cominternista, es decir, la corriente suscrita a la Internacional Comunista (IC), cuya tradición se fundamentó en el marxismo-leninismo que apadrinaba la Unión Soviética. Se trató de un ideario que se propagó a nivel mundial y, a su vez, se alimentó de la premisa rusa de hacer la revolución socialista en todo el planeta. En esa línea, se debe establecer que desde los primeros congresos de la Internacional Comunista era aceptado que dicha instancia debía ser dirigida, tanto institucional como teóricamente, por la experiencia rusa. En este sentido, a parte de Lenin, otro de los teóricos comunistas con mayor influencia en este contexto fue 67 Zinoviev, quien ya en 1920 planteaba la importancia y necesariedad de los “soviets” en la etapa de transición del capitalismo al comunismo total. Bajo esos supuestos, el cominternismo planteaba que después de Rusia el proceso revolucionario debía tener su continuación en todo el mundo, iniciando su devenir en las potencias europeas, siendo Alemania la puerta de entrada. No obstante, esta inicial seguridad acerca de las tesis sobre el proceso histórico mundial fue poco a poco cediendo, pues en los países dependientes acaecían revoluciones con características ajenas a la dinámica europea. Precisamente desde el V Congreso de la IC, llevado a cabo en Moscú a mediados de 1924, se abrió el debate sobre el papel de las regiones coloniales y el mundo periférico. En ese sentido, las representaciones de los países dependientes dejaron sentado que muchos sectores organizados en las colonias no buscaba la revolución mundial; más bien se encasillaban entre lo que se conoce como luchas nacionales de liberación, en las cuales no sólo estaba implicada la clase obrera sino otros actores: campesinos y cierto sector de la burguesía nacional. En otras palabras, dicha postura dejaba entredicho que la revolución mundial no debía iniciar necesariamente en Europa, ni que debía ser liderada exclusivamente por el proletariado4. En ese sentido, uno de los principales aspectos a destacar de ese V Congreso fue la gestación del frente único antiimperialista. No obstante, dicha concepción de unificación a nivel mundial frente al capitalismo, y su manifestación imperialista, tampoco estaba exento de polémicas y discusiones. El planteamiento oficial del Comintern prescribía que la clase obrera debía acaparar o guiar el proceso revolucionario mundial y, por lo tanto, a todos los procesos revolucionarios en los distintos países. En este sentido, la presencia de Víctor Raúl Haya de la Torre en el V congreso representó una potencial discusión al respecto. El planteamiento del peruano consistía en la instauración de alianzas estratégicas de distintos sectores para enfrentarse al imperio Véase: Rodolfo Cerdas Cruz, La hoy y el machete: La Internacional Comunista, América Latina y la revolución en Centroamérica, EUNED, San José, Costa Rica, 1986, p. 91. 4 68 estadounidense. Sin embargo, para la jerarquía comunista el tema de las alianzas era visto como una mera herramienta coyuntural para lograr una situación revolucionaria. Dicha posición cominternista a la larga engendró situaciones complicadas para caudillos latinoamericanos como Augusto César Sandino, cuya lucha era eminentemente de liberación nacional y no socialista5. En fin, para el año 1925, en una reunión del Comité Ejecutivo Ampliado de la IC, realizada del 25 marzo al 6 abril en Moscú, se replanteó la importancia de la cuestión colonial y latinoamericana en el proceso del proletariado mundial. En ese sentido, se resolvió que el campesinado debía sumarse al proceso antiimperialista. En ese mismo marco se planteó que el Partido Comunista de los Estados Unidos debía liderar la lucha antiimperialista en comunicación y coordinación con los movimientos revolucionarios de los países dependientes de dicha potencia. Tal adhesión debía concretizarse a través de la recién fundada Liga Antiimperialista (LADLA), cuyo objetivo era apoyar y aglutinar a todos los movimientos nacionalistas revolucionarios, campesinos y sindicales y “oponer una resistencia firme al imperialismo bajo cualesquiera formas en que se manifestara”6. Ahora bien, a partir de esa discusión, el “patio trasero” de la potencia americana empezó a figurar en los organismos de la Internacional. Por ejemplo, en ese mismo año, el representante cominternista mexicano, Bertrand Wolfe, informaba sobre En 1929 Sandino realizó un viaje a México para solicitar ayuda política y armamentística al presidente Portes Gil. Lo acompañaron en su viaje su Estado Mayor, constituido por Farabundo Martí (salvadoreño), Rubén Ardila Gómez (colombiano) y Gregorio Gilbert (dominicano), entre otros. En ese marco, el Partido Comunista Mexicano (PCM) le exigió, a través de Farabundo Martí, que tomara posición respecto a la lucha que libraba en Nicaragua, si era “lucha nacional o lucha de clases”; a la vez, fue duramente cuestionado por recibir ayuda del gobierno mexicano. Ante la firme postura del caudillo nicaragüense, el PCM rompió relaciones con él e incluso lo acusó de corrupción. Véase: Volker Wünderich, Sandino, una biografía política, op. cit., pp. 247-252. En la misma sintonía, el órgano divulgativo del Partido Comunista de México, El Machete, en junio de 1930 publicó una noticia en la que acusaba al guerrillero nicaragüense de haber traicionado “a las masas obreras y campesinas de su país y del continente y al movimiento antimperialista y revolucionario mundial”. Véase: “La traición de Augusto C. Sandino”, El Machete (181), 9 de junio de 1930, p. 17. 5 6 Rodolfo Cerdas Cruz, op. cit., p. 112. 69 el proceso de bolcheviquización del Partido Comunista de México7. Una de las tareas que se resaltaban era la creación e impulso que había protagonizado la Liga Antiimperialista de las Américas (LADLA), misma que ya tenía sedes en muchos países de la región. También se informaba sobre la edición del periódico El Libertador8, órgano del frente único antiimperialista. Ya para 1926 se otorgó una mayor importancia a la región. La estrategia era apoyar cualquier movimiento revolucionario no importando su carácter ideológico u objetivo inmediato, siempre y cuando el partido comunista implicado pudiera garantizar la conducción de dicho proceso para beneficiar los intereses de la clase trabajadora. Sin embargo, la presencia e influencia de la Internacional en América Latina, particularmente en el sector sindical era bastante débil. En esa dirección se decidió incrementar la presencia de dos instancias del Comintern: el Socorro Rojo Internacional (SRI) y la Liga Antiimperialista de las Amércias (LADLA). El objetivo de ambos organismos era apoyar los procesos específicos de cada país: la LADLA, por ejemplo, apoyó la causa de Augusto César Sandino en Nicaragua; mientras que el SRI entabló relaciones con El Salvador, con el movimiento liderado por Agustín Farabundo Martí 9. En conclusión, previo al VI Congreso, América Latina seguía encasillada, junto a las situaciones coloniales de oriente, como temas que “ayudaban” al proceso revolucionario mundial. Pese a esa visión peyorativa hacia el subcontinente y en específico a sectores como el campesinado, el antimperialismo cominternista logró su cometido: se constituyó en una corriente de peso aplicándose como una entidad de denuncia y movilización frente a los abusos del expansionismo estadounidense. En el 7 Ibíd., p. 114. El Libertador fue el órgano y vocero de la Liga Antiimperialista de las Américas (LADLA). Según Ricardo Melgar Bao, El Libertador abrió sus espacios a colaboradores que no eran militantes cominternistas, aunque sí figuras intelectuales del amplio espectro antimperialista. Véase: Ricardo Melgar Bao, “El universo simbólico de una Revista Cominternista: Diego Rivera y El Libertador”, Revista Convergencia, Instituto Nacional de Antropología e Historia-Morelos, enero-abril del 2000 (21), pp. 122-123. 8 9 Ibíd., p. 123. 70 caso de Centroamérica, la adscripción a las ligas antimperialistas se realizaron a través de obreros, intelectuales y estudiantes; sin embargo, aparentemente carecieron de una sólida estructura organizativa. Probablemente sus limitantes responden a la existencia de otras opciones políticas antimperialistas como el unionismo, el nacionalismo o el aprismo. Otra de las vertientes del antiimperialismo de corte marxista es la que abanderó José Carlos Mariátegui. Su producción teórica antiimperialista se enmarca, principalmente, a partir de marzo de 1923, fecha en la que regresó del exilio al Perú. Es en ese marco donde centra su labor de investigación utilizando el método marxista e inicia con mayor peso su práctica política: dicta conferencias, imparte lecciones en la Universidad Popular, escribe artículos, reflexiona sobre la situación mundial y estrecha lazos con los sectores estudiantiles y obreros10. A partir de 1926, año que interesa en el presente trabajo, emprende un intenso cuestionamiento hacia el APRA de Haya de la Torre. Para 1927, el centro de la disputa se hallaba en la diferencia que ambos pensadores tenían acerca de la situación peruana y sobre el camino político que debían seguir para salir de esa coyuntura. Haya de la Torre, desde una óptica más populista defendía una salida reformista. Por su parte Mariátegui, desde su visión socialista, se inclinaba por una salida revolucionaria. En otras palabras, la diferencia residía en el enfoque diverso con que analizaban la realidad peruana y latinoamericana de la época. Haya sostenía que era necesario configurar una burguesía nacional fuerte capaz de liderar el proceso de modernización del país y, a la vez, dispuesta a independizarse del feudalismo interno y del capitalismo internacional. Para ello era necesario un partido popular e interclasista liderado por la burguesía. Dicho partido era el APRA11. Mariátegui, en cambio, sostenía que la burguesía nacional no estaría nunca interesada en realizar una transformación a fondo del país para conseguir una sociedad Mario Oliva Medina, Dos peruanos en Repertorio Americano: Mariátegui y Haya, Instituto de Estudios Latinoamericanos, Heredia, 2004, p. 18. 10 11 Carlos Beorlegui, op. cit., p. 459. 71 igualitaria. A nuestro parecer, esa concepción puede verse formulada en la disertación ofrecida por Mariátegui en la primera Conferencia Comunista Latinoamericana realizada en Buenos Aires, en junio de 1929. En ella Mariátegui arremete y demuestra la desconfianza a la burguesía criolla. Así lo expresa nuestro autor: ¿Qué cosa puede oponer a la penetración capitalista la más demagógica pequeña burguesía? Nada, sino palabras. Nada, sino una temporal borrachera nacionalista. El asalto al poder por el antimperialismo, como movimiento demagógico populista, si fuese posible, no representaría nunca la conquista del poder por las masas proletarias, por el socialismo. La revolución socialista encontraría su más encarnizado y peligroso enemigo –peligroso por su confusionismo, por la demagogia–, en la pequeña burguesía afirmada en el poder, ganado mediante sus voces de orden12. Por el fragmento citado, puede sostenerse que para Mariátegui sólo el proletariado aliado con el indigenismo, y organizados en un partido socialista, sería capaz de realizar la revolución que tanto necesitaba la sociedad latinoamericana. En ese sentido, burguesía y pequeña burguesía nada tenían que ver con el nacionalismo, puesto que ambas eran consideradas parte del proyecto imperialista. Sin duda, el antiimperialismo mariateguiano estaba marcado por su filiación marxista; así lo expresa el mismo autor: “somos antimperialistas porque somos marxistas, porque somos revolucionarios, porque oponemos al capitalismo el socialismo como sistema antagónico, llamado a sucederlo”13. En conclusión, la influencia de Mariátegui en el campo intelectual antiimperialista fue muy importante y digna de tener en cuenta. Sus principales aportes, a nuestro parecer, se encuentran marcados por las referencias a la autenticidad del pensamiento hispanoamericano; por su teoría y preocupación indigenista, por su original forma de entender el socialismo, es decir, su heterodoxia marxista; finalmente, por la conjugación de un nacionalismo con una clara visión continentalista. 12 José Carlos Mariátegui, Obra política, Ediciones Era, México D.F., 1979, p. 275. 13 Ibíd., p. 278. 72 1.3 Nacionalismo revolucionario: el caso de la Revolución mexicana y el Aprismo de Víctor Raúl Haya de la Torre El nacionalismo revolucionario es una filiación política ideológica que se identifica principalmente con la Revolución Mexicana. Su impacto está ligado al texto de la Constitución de 1917, la cual se caracterizó, tal como se expuso en el capítulo anterior, por tener tres ejes esenciales: la recuperación de las riquezas del subsuelo para la nación, educación para todos e inversión pública. En efecto, algunos de esos elementos, sobretodo el primero, se identifican por ser próximos a las demandas socialistas de la época; sin embargo, con una fuerte desemejanza: el componente nacional. Evidentemente, dicha filiación es antimperialista y antioligárquica, pero no abandona la idea de proyecto nacional configurado a partir de la unidad de todos los grupos sociales. En palabras de Francisco Zapata: “en el nacionalismo revolucionario no se puede encontrar el enfrentamiento de las clases como motor del desarrollo social”14. Se trata, pues, de un proyecto que supone una alianza de clases en la que el Estado se convierte en el eje central del desarrollo capitalista y, a la vez, moviliza a los grupos populares para legitimar el proyecto. Así, el planteamiento nacionalista revolucionario no es más que un proyecto unitario de desarrollo nacional, caracterizado por ser integrador y antiimperialista. De ahí entonces que las comunidades indígenas lleguen a formar parte de ese proyecto. Ahora bien, una de los principales impactos del nacionalismo revolucionario mexicano en el continente, y para el caso, en el movimiento antiimperialista, fue el proyecto educacional, que no tenía más propósito que crear nuevos ciudadanos que asumieran y fortalecieran el proyecto renovador mexicano. Importante papel jugó José Vasconcelos en esta empresa. En conclusión, la Revolución Mexicana si bien tuvo como reivindicaciones ideológicas el agrarismo, el sindicalismo y la educación, partió de una concepción nacionalista. En otros términos, buscó un proyecto patrio en el que los campesinos 14 Francisco Zapata, Ideología y política en América Latina, Colegio de México, México D.F., 1990, p. 17. 73 (muchos indígenas o de origen indígena) fuesen protagonistas. A partir de esa aspiración político social, es fácil comprender la envergadura que los revolucionarios mexicanos dieron a la educación, pues existía un alto índice de analfabetismo en ese sector poblacional. Según Zapata, “la educación tenía como propósito formar una conciencia revolucionaria en los niños y el sentido de pertenencia a una nación”15. Asimismo, para construir el país era indispensable contar con una población formada en la técnica, capaz de operar maquinaria y trabajar eficientemente la industria. En ese sentido, no es nada casual que en El Salvador existiesen grupos de intelectuales que aspiraran a lo mismo; es decir, a la construcción de un país ilustrado e independiente en términos económicos y políticos. De igual manera, no es casual que la intelectualidad salvadoreña viera en Vasconcelos el prototipo de pensador al que había que aspirar. Un ejemplo de ese reconocimiento es una reseña sobre la Raza Cósmica, publicada en la Revista Ateneo de El Salvador en abril de 192616. Otro buen ejemplo de esa recepción salvadoreña respecto a las figuras mexicanas, y a la revolución misma, ocurrió en julio de 1929, época en que México se encontraba a la puerta de comicios presidenciales. En ese marco, José Vasconcelos corrió como candidato a la primera magistratura. La lectura que hizo el sector estudiantil salvadoreño sobre ese hecho fue publicado en el semanario Opinión Estudiantil. No cabe duda de que los estudiantes veían con entusiasmo y admiración el proceso mexicano. A continuación un fragmento de un artículo en el que señalan el avance democrático mexicano: En este momento, México se agita en la fiebre de la política de elecciones. José Vasconcelos, –ideólogo, literato, filósofo–, tiene perspectivas de llegar a la Presidencia. Si hemos de creer las noticias que nos llegan, México da a América un ejemplo tonificante de civismo17. 15 Ibíd., p. 129. Es interesante destacar cómo finaliza la reseña o recensión mencionada. A continuación transcribo un breve fragmento: “Y así, toda la obra está llena de bellezas y verdades contundentes que denuncian el espíritu investigador del psicólogo y del crítico candente, que no teme decir la verdad, porque él es como un apóstol que va por donde quiera con la guerra para infundir la paz”. Véase: “Notas bibliográficas”, Revista del Ateneo de El Salvador (107-108), abril y mayo de 1926, p. 4194. 16 “Las próximas elecciones: Vasconcelos y Gómez Zárate”, Opinión Estudiantil (17), 6ª época, sábado 20 de julio de 1929, p. 1. 17 74 Más adelante, el editorialista de Opinión Estudiantil sentencia: Se ve entonces en México algo completamente nuevo en esta América bárbara; los propios electores –los campesinos, los agraristas, la clase media– hacen colectas para sostener la campaña presidencial. No solicitaron los capitales de los ricos a cambio de ofrecimientos. Es el propio pueblo el que mantiene los trabajos de su candidato18. A partir del anterior texto, puede inferirse que uno de los referentes teóricos primordiales del nacionalismo revolucionario es Vasconcelos. Las razones, a nuestro parecer, radican en que el pensador fue el principal artífice de la revolución educativa y cultural mexicana; y, a la vez, porque consideró la necesidad de unir toda Iberoamérica para poder hacer frente al creciente monopolio que construía Estados Unidos. Ahora bien, es importante citar al otro referente trascendental para tal filiación: Víctor Raúl Haya de la Torre, creador de uno de los movimientos antiimperialistas continentales más importantes de la historia: la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA). Efectivamente, entre 1924 y 1926, se fundó dicha organización, y según la historiografía aprista fue en la Ciudad de México. Más allá de la fecha exacta, y el debate acerca de su fundación, interesa saber sus fines políticos, que, a nuestro entender, no era otro que formar una alianza latinoamericana a la que debían pertenecer todos los grupos sociales latinoamericanos que directa o indirectamente sufrían por el imperialismo. Según Jussi Pakkasvirta, “Haya hablaba del “frente único” de intelectuales, obreros y las clases medias proletarizadas. En cada país habría que organizar una célula aprista que siguiera el programa continental desde las condiciones nacionales, aplicando el programa interior o mínimo del APRA”19. En esa línea, a partir de 1926 el APRA inició un periodo de organización de células y secciones en todo el continente. Respecto a Centroamérica, según Mario 18 Ibíd. Jussi Pakkasvirta, Víctor Raúl Haya de la Torre en Centroamérica ¿La primera y última fase del aprismo internacional, Ponencia presentada en el V Congreso Centroamericano de Historia, San Salvador, 2000, p. 4.Disponible en: http://hcentroamerica.fcs.ucr.ac.cr/Contenidos/hca/cong/mesas/cong5/docs/PPo18.pdf 19 75 Oliva20, la referencia de éstas era bastante difusa, lo más probable es que las células apristas se iniciaran con el anuncio y presencia de Haya de la Torre en los países del istmo, hecho que ocurrió hasta el año 1928. Su declive quizás estuvo marcado con la partida del icono aprista en el mismo año. Y es que en efecto, Haya de la Torre pasó por Centroamérica entre junio y diciembre de 1928. Si bien es cierto, se conoce sobre su estancia en la región, pero muy poco se conoce sobre la verdadera influencia que tuvo en el istmo. Para la historiografía aprista, Haya vino a territorio centroamericano para apoyar la lucha de Sandino y unir las organizaciones antiimperialistas latinoamericanas; sin embargo, su estadía no tuvo ninguna acción concreta en ese sentido, de hecho nunca llegó a reunirse con el rebelde nicaragüense. Así, de Guatemala pasó a San Salvador donde dictó una serie de conferencias antiimperialistas en la Universidad Nacional. De igual manera que en Guatemala, según Ricardo Argueta, Haya fue deportado de El Salvador por su postura antinorteamericana. Así lo indica Argueta: El pensador visitó El Salvador en 1928, siendo recibido por una multitud de estudiantes, encabezada por los dirigentes de Ageus… Haya de la Torre fue invitado a dar una serie de conferencias, las cuales aprovechó para llamar a la juventud a luchar contra el imperialismo, exhortando a los jóvenes a buscar la unidad latinoamericana. La campaña de Haya de la Torre en El Salvador disgustó sobremanera al embajador de los Estados Unidos, quien solicitó y obtuvo del doctor Pío Romero Bosque la expulsión del intelectual suramericano y de otros prominentes apristas21. Es interesante destacar el impacto que generó la visita del aprista en los universitarios salvadoreños. En marzo de 1929, el semanario Opinión Estudiantil, después de más de un año de ausencia volvió a editarse; es decir, reapareció como nueva época y con un nuevo cuerpo editor, fungiendo como director el estudiante Alfonso 20 Véase: “Víctor Raúl Haya de la Torre” en Mario Oliva Medina, op. cit., p. 55. Ricardo Argueta, “¿Quién manda en casa? Influencia norteamericana, antimperialismo y martinato en El Salvador (1911-1944)”, Revista Estudios Centroamericanos, Vol. 63 (713-714), UCA editores, marzo-abril 2008, San Salvador, p. 172. 21 76 Rochac22. La importancia de señalar dicho dato reside en que en el primer número de la publicación se ofrecía el mensaje que Víctor Raúl Haya de la Torre había dictado a los estudiantes salvadoreños seis meses atrás. A continuación se extrae un fragmento de la disertación: Nuestra tarea común, ahora más que nunca, es la de organizarnos, disciplinarnos y alistarnos conscientemente para cumplir nuestra gran misión de defensores de la libertad de América Latina. ¡Aún tenemos tiempo!.... Nuestros pueblos todos están despertando. La obra siniestra de quienes los han entregado parcial o totalmente a la esclavitud ya ha sido descubierta. Lo urgente es unirnos y organizarnos para defendernos de los traidores de la patria. Lo imperativo es comprender que solo la organización y la disciplina podrán salvar a nuestros pueblos del caos a que se les arrastra23. Finaliza su intervención apelando a la Lucha por la libertad de la región y a figuras libertadoras americanas, en este caso al padre de la independencia mexicana: ¡Adiós a todos! No olvidaré nunca que la juventud me acompañó hasta el último momento. Así lo diré por el mundo. En la tribuna, en la prensa y en el libro yo clamaré por la libertad de Centro América. Ayudadme y repitamos con Hidalgo, el padre de la libertad mexicana: ¡Viva por siempre nuestra América, abajo los malos gobiernos!24 En general, las ideas de Haya de la Torre eran similares a las que propagaban la mayoría de intelectuales progresistas de la época sin vincularse al comunismo internacional. Básicamente las apuestas políticas se concentraban en la unidad latinoamericana, la justicia social, educación para el pueblo y las masas obreras y la alerta ante el peligro imperialista estadounidense. Ahora bien, es interesante señalar que la conferencia fue dictada en septiembre de 1928. Días después de su expulsión, se desató una gran polémica ante la salida de Haya de la Torre y otros peruanos apristas de El Salvador. La controversia se originó en Alfonso Rochac, en el año de 1926 ocupó la secretaría de estudiantes e intelectuales de vanguardia del sector salvadoreño de la sección centroamericana de la Liga Antiimperialista de las Américas (LADLA), organización vinculada a la internacional comunista. Dicha organización se abordará en la tercera parte del presente capítulo. 22 “Mensaje de Haya de la Torre a la juventud estudiantil y obrera de El Salvador”, Opinión Estudiantil (1), 6ª época, sábado 23 de marzo de 1929, p. 1. 23 24 Ibíd. 77 Costa Rica cuando Haya expuso que en El Salvador imperaba el terror; dicha expresión tuvo impacto en la prensa salvadoreña, específicamente entre los periódicos El Día y Patria. El último, dirigido por Alberto Masferrer, defendió la postura del aprista, mientras que el primero asumió la crítica no sólo en contra del gobierno salvadoreño, sino que se trataba de una afrenta hacia todo el pueblo25. En resumen, ideológicamente Haya de la Torre pasó de una posición política pro soviética a ser uno de los principales críticos en la intelectualidad latinoamericana. Por citar un ejemplo de esa transición ideológica, en 1924 escribió un artículo sobre su estancia en Moscú, así lo publicó en la revista costarricense Repertorio Americano: “Hace 20 días que vivo en Rusia, donde he encontrado la revelación de un mundo nuevo. Puedo afirmarte que la revolución rusa es un hecho real, perdurable y firme”26. Para fines de 1926, Haya percibe la magnitud de la lucha antiestadounidense en América Latina distinguiéndola de las ligas antiimperialista, organización vinculada al comunismo internacional. Ya para esos años su antieuropeísmo se dirigió contra el bolcheviquismo y, evidentemente, la tutela que ejercía Moscú en el movimiento obrero internacional27. Ahora bien, pese a todo ese viraje, es necesario reconocer que lo fundamental del aporte aprista, y concretamente de Haya de la Torre al movimiento antimperialista latinoamericano es que logró entender que la izquierda mundial, especialmente la europea, sabía muy poco de la realidad latinoamericana. La discusión sobre el aprista puede encontrarse en las siguientes fuentes: “Campaña contra El Salvador”, El Día (2732), miércoles 17 de octubre de 1928, p.1.; “Comentarios: xenofobia y narcicismo tico”, El Día (2733), jueves 18 de octubre de 1928, p.1; “Comentarios: la filosofía del silencio”, El Día (2736), lunes 22 de octubre de 1928, p.1. 25 Víctor Raúl Haya de la Torre en Mario Oliva Medina, Dos peruanos en Repertorio Americano: Mariátegui y Haya, op. cit., p. 49. 26 27 Ibíd., p. 52. 78 1.4 Unionismo: corriente antimperialista en Centroamérica Como se expuso antes, en el siglo XX con la publicación del Ariel de José E. Rodó inició un periodo de reivindicación identitaria en el continente. Dicha defensa se dio en términos de lo propio, esto es: la raza, la cultura y la nación, frente a la penetración agresiva de lo angloamericano. Esa protección se transformó en un tipo de nacionalismo que en la región centroamericana se vinculó fuertemente con el pensamiento unionista, cuya expresión política –de rechazo a las dictaduras y al imperialismo que las apoyaba– representó “la tercera vía” que desplazó de la arena política y social a los otros modelos que pugnaban por la hegemonía: el positivista y el materialista. Lo interesante de esta respuesta centroamericana es que el unionismo como planteamiento político no se presentó como una postura pura, sino que fue acompañada de otras corrientes que complementaron o reforzaron la concepción antimperialista. En esa línea, para Teresa García Giráldez, el caso del arielismo vino a reforzar la concepción unionista antiestadounidense de la época. Así lo define García Giráldez: El arielismo refuerza la categoría conceptual del antiimperialismo y de las relaciones entre los pueblos, culturas y razas no subalternas. Es el fundamento de la antítesis a la doctrina por el imperialismo o monroísmo, que producirá en América Latina connotaciones ideológico-políticas –ismos diferentes: el aprismo, el cominternismo, el socialismo utópico, el anarquismo, etc., con un marcado énfasis el unionismo centroamericano espiritualista y vitalista.-28 De ahí entonces que las bases filosóficas e ideológicas del antiimperialismo arielista centroamericano reposen en José Rodó, Rubén Darío, José Martí, Gabriela Mistral y en una serie de pedagogos latinoamericanos cuyo magisterio defendió la idea y la identidad nacional centro y latinoamericana, enfatizando en las historias patrias y en la labor de los próceres que lucharon por la unión regional o continental29. Teresa García Giráldez, La dicotomía imperialismo-antimperialismo en las redes intelectuales unionistas centroamericanas (1890-1930), en Marta Elenas Casaús Arzú, El lenguaje de los ismos: Algunos conceptos de la modernidad en América Latina, F&G Editores, Guatemala, 2010, p. 269. 28 29 Ibíd. 79 Ahora bien, en esa filiación unionista-antiimperialista con fuerte influencia del arielismo, es clave señalar la figura de Froylán Turcios 30. A partir de 1922, dirigió desde Honduras la revista Hispano-América, en la cual abordó temas como el de la Unión centroamericana, la oposición raza latina-raza anglosajona y la crítica de los Tratados de Washington31. Posteriormente, con su revista Ariel (1925-1928) Turcios se convirtió, a nivel internacional, en uno de los principales defensores de la causa antimperialista centroamericana. Asimismo, la importancia de Turcios en el terreno político-militante fue trascendental. Se debe tener en cuenta que además de fungir como portavoz del caudillo nicaragüense en la guerra liberacionista (hasta enero de 1928), fue un eslabón entre el arielismo y el aprismo en el intento de enrumbar la lucha de Sandino de lo militar hacia lo político. De hecho, Turcios fue nombrado miembro del APRA para que influyera en Sandino y éste buscara una salida negociada con Estados Unidos, transformando su ejército en partido político32. Por otra parte, se debe recordar que los unionistas centroamericanos, encabezados por el nicaragüense Salvador Mendieta, eran pacifistas y cuestionaban abiertamente el militarismo, entre estos la revolución de Sandino. Evidentemente compartían las causas del caudillo, pero no él método. Para Teresa García, los unionistas temían a que la radicalidad de Sandino pusiera en peligro el antimilitarismo unionista, “que fue también en cierta medida la causa de ruptura entre Sandino y Turcios”33. Froylán Turcios (1875-1943), escritor y periodista hondureño. Dirigente del movimiento antiimperialista centroamericano. Apoyó la gesta del patriota nicaragüense, Augusto Sandino. Llegó a ser su representante en el extranjero. Desde sus publicaciones realizó una férrea labor de defensa nacional denunciando la política intervencionista implementada por Estados Unidos en la región centroamericana y caribeña. Véase: Sergio Ramírez, El pensamiento vivo de Sandino, op. cit., pp. 99-103. Una breve referencia biográfica de Turcios se encuentra en el Sistema Bibliotecario de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH). Disponible en: https://www.unah.edu.hn/?cat=2877. 30 31 Teresa García Giráldez, op. cit., p. 273. 32 Ibíd., p. 281. 33 Ibíd., p. 279. 80 Ahora bien, en El Salvador también existió una corriente de pensadores propiamente unionistas-antiimperialistas. Para agosto de 1927 se estableció una organización basada en esa filiación, la cual se denominó: Grupo Nacionalista “La Joven Centroamérica”34. Dicha asociación contaba entre sus fundadores a reconocidos intelectuales y periodistas. A continuación, en el cuadro N° 2, se detallan los nombres y profesiones de quienes firmaron su primer manifiesto. Cuadro 2 Núcleo nacionalista la “Joven Centro América” Comité de Relaciones del Núcleo Nacionalista “La Joven Centro América” Nombre Napoleón Viera Altamirano Alfredo Parada Salvador R. Merlos Adán Funes Alberto Masferrer Francisco Morán Profesión Escritor y periodista (Fundador de El Diario de Hoy) Periodista (Jefe de redacción de Diario El Día) Abogado, escritor y periodista (Miembro de la Liga Antiimperialista de San Salvador) Periodista Escritor y periodista (Fundador en 1928 de Diario Patria) Periodista Fuente: Elaboración propia a partir del documento: “Manifiesto del Núcleo Nacionalista “La Joven Centro América”, Diario Latino (10936), sábado 13 de agosto de 1927, pp. 1-2. Dicha agrupación dejaba clara su postura antiimperialista en su primer manifiesto. Es importante señalar que dicho documento iba dirigido a los “unionistas centroamericanos”, a quienes, a su vez, llamaban: “compatriotas”. Regresando a su preocupación ante la presencia intervencionista norteamericana, el documento caracteriza al istmo centroamericano de la siguiente manera: En el concepto de las naciones avanzadas del continente Centro América ha dejado de ser una nacionalidad o un grupo de nacionalidades. Centro América es, para el criterio “Manifiesto del Núcleo Nacionalista ‘La Joven Centro América’, Diario Latino (10936), sábado 13 de agosto de 1927, pp. 1-2. 34 81 de los pensadores del mundo, una propiedad que el capital extranjero se apresura a comprar o a tomar por las fuerzas de las armas…35 Más adelante, el manifiesto señala la situación política, económica y financiera de la región, acusando la entrega de las aduanas centroamericanas a los intereses de banqueros estadounidenses. Asimismo, señala las carencias y limitantes en el ámbito social: educación, salud y vicios como el alcoholismo, entre otros. Finalmente, el documento ofrece el plan de trabajo de la nueva agrupación; que en resumen tienen las siguientes aspiraciones: Poner en contacto todos los elementos pensantes de Centro América; poner límite al incremento del alcoholismo, la prostitución y el juego; aconsejar la reforma hacendaria de los cinco Estados y la organización de su crédito bancario; organizar la producción agrícola e industrial como un medio de elevar las condiciones de vida a las masas trabajadoras y abrir oportunidades a la acción de nuestro capital; adversar la contratación de empréstitos extranjeros, entre otros36. En definitiva, el documento plantea más proyecciones políticas, económicas y sociales; sin embargo, a nuestro parecer, las antes citadas son las más importantes y las que reflejan con mayor claridad la postura unionista y antiimperialista. Vale señalar que dicho grupo siguió publicando artículos y comentarios; incluso a partir de septiembre de 1927, “La Joven Centro América” llegó a tener un espacio quincenal en Diario Latino. En síntesis, la lucha unionista-antiimperialista planteaba una condición de solidaridad contra los intereses foráneos que disolvían el espíritu de la nación centroamericana en lugar de orientarlo a los fines de justicia. Por otra parte, el antimperialismo unionista no tenía ninguna animadversión hacia el pueblo estadounidense. En ese sentido, no es descabellado pensar en Alberto Masferrer, figura unionista y antiimperialista, como una muestra de esa actitud asumida por todos estos escritores respecto a Estados Unidos. Conviene citar un ejemplo de esa postura: el 4 de julio de 1928, Masferrer escribió un editorial en ocasión de la celebración de la “Manifiesto del grupo nacionalista La Joven Centro América”, El Día (2384), lunes 15 de agosto de 1927, p. 1. 35 36 Ibíd., pp. 4-5. 82 independencia estadounidense. En dicho texto, el pensador salvadoreño dejaba claro su postura anti empresarial-norteamericana: Así, el 4 de julo era el día de América, el día panamericano. Entonces no reinaba Wall Street, ni los hombres del norte habían aprendido que las palabras internacionales tienen dos usos, uno para decir y otro para hacer. Ahora, el 4 de julio carece de significación fuera de los Estados Unidos, y hasta se nos vuelve difícil no sentirlo como una fecha repulsiva, de recuerdo antipático. Porque la nación que lo conmemora y festeja, no es ya para nosotros una esperanza, ni siquiera una tranquilidad: es la conquista, es el menosprecio, es la absorción37. Evidentemente, la postura masferreriana expresada en la anterior cita refleja que su descontento radicaba más en contra de la política expansionista yanqui. Por otra parte, dicha postura se acerca a la que asumieron los antiimperialistas liberales que fundaron la Liga de San Salvador, aspecto que se abordará en el último apartado. En conclusión, tal como se ha venido mostrando, las corrientes políticas antimperialistas que prevalecieron en toda la segunda década del siglo XX en América Latina, fueron: arielismo, unionismo, aprismo y cominternismo. Todas lograron reforzar el pensamiento antimperialista centroamericano, cuyo uso descriptivo y valorativo los define como términos condicionantes o complementarios. Es importante señalar que la corriente antiimperialista cominternista, que operaba desde la perspectiva de la lucha de clases como motor de la historia, fue criticada duramente por las demás corrientes. En el caso de los unionistas, a juicio de García Giráldez, plantearon que no servía de nada luchar contra el expansionismo norteamericano para caer en un eventual expansionismo soviético38. En ese sentido, las mayores críticas a las ligas antiimperialistas vinculadas con el cominternismo, se basaron en que veían en el antiimperialismo norteamericano sólo una excusa soviética para Alberto Masferrer, “Cuatro de Julio”, Patria. Artículos recopilados por Pedro Geoffroy Rivas, Editorial Universitaria, San Salvador, 1960, p. 45. 37 38 Véase: Teresa García Giráldez, op. cit., p. 285. 83 extender el socialismo al resto del mundo, a través de los partidos comunistas presentes en estos territorios como órganos de transmisión ideológica39. Finalmente, para Teresa García, la adscripción de algunos centroamericanos a las agrupaciones o células vinculadas a la Liga Antiimperialista de las Américas (LADLA), resalta la presencia de tres tipos de antimperialismo: el marxista (cominternista), el indoamericano y el unionista40. Por otra parte, puede afirmarse que en el periodo entre 1920 y 1930 se marcó una fuerte presencia del antiimperialismo unionista, no sólo como un movimiento contrario el expansionismo estadounidense, sino como refuerzo al proyecto integrador de la nación centroamericana. Ahora conviene pasar al análisis del tema que más interesa a la presente investigación: la fundación y caracterización de la Liga Antiimperialista de San Salvador. Sin embargo, para su mejor comprensión, antes conviene dejar bien cimentadas las diferencias entre las dos organizaciones que nutrieron a la mayoría de agrupaciones antiestadounidenses en América Latina. Dicho esto, a continuación se presenta una revisión de las particularidades de, y entre, la LADLA y el APRA. 2. Movimiento antiimperialista en América Latina: Liga Antiimperialista de las Américas (LADLA) y la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA) En primer lugar, para iniciar con el estudio sobre la fundación de la Liga AntiImperialista de San Salvador, se debe partir del contexto político y social a lo largo del continente americano. Si bien es cierto ya se analizó la situación nicaragüense, también se debe considerar otros hechos políticos que impulsaron la constitución de dicha liga. En esa línea, es oportuno destacar la fundación de las organizaciones matriz del movimiento antimperialista latinoamericano. Efectivamente, primaron dos grandes corrientes antimperialistas: una vinculada a la Internacional Comunista, Comintern; es decir, con una propuesta ideológica socialista; y otra con una fuerte tendencia 39 Ibíd. 40 Ibíd., p. 286. 84 reformista –en relación a la estrategia y los principios sostenidos por la Internacional Comunista– para enfrentar al imperialismo estadounidense: la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA). Respecto a la primera organización, la Liga Antiimperialista de las Américas (LADLA), cuyos brazos llegaron a todo el continente, surgió como uno de los primeros intentos del Comintern en su intención de crear una organización capaz de protestar y denunciar la presencia colonial e injerencia de Estados Unidos en la región. De igual manera, marcaron un claro sentido de filiación y respaldo a la Unión Soviética en sus primeros años de revolución. Se trató, pues, de una estrategia frentista capaz de aglutinar a todas las corrientes antiimperialistas de la época. En palabras de Daniel Kersffeld: A partir del V° Congreso (del Comintern) en 1924, es que pronto la Liga Antiimperialista, como entidad periférica u organización de apoyo a los partidos comunistas, se dio a la tarea de nuclear, principalmente, a aquellos representantes de las burguesías progresistas que veían con preocupación el expansionismo colonial sobre la región y que al mismo tiempo brindaban su apoyo al proceso revolucionario ruso. Así, y en una organización que, por lo menos hasta fines de la década de 1920 evitó aparecer públicamente como demasiado roja, se agrupaban en torno a ella artistas e intelectuales y, junto a ellos, estudiantes universitarios, trabajadores urbanos y dirigentes campesinos y agraristas los que, más allá de las diferencias, mantenían en cambio un fuerte sentido de identidad y de pertenencia en común.41 En esa línea, desde principios de 1925, año de fundación de la LADLA en la Ciudad de México, el movimiento antimperialista latinoamericano se fue suscribiendo desde varias sedes en distintos países. Además de México, donde se encontraba la sección central, se coordinó con la sección estadounidense. De igual manera, la Liga se articuló en Argentina, Cuba, Brasil, Uruguay Chile, Puerto Rico, entre otros. El Salvador no fue una excepción, tal como se verá el último apartado del presente capítulo. Ya para finales de los años veinte, la estrategia frentista empezó un declive generalizado por la radicalización de los partidos comunistas. Radicalización que provenía como lineamiento político desde Moscú. En ese sentido, a partir de esa Daniel Kersffeld, “La Liga Antiimperialista de Costa Rica: Una escuela de cuadros para el partido comunista de Costa Rica”, Revista Estudios, Universidad de Costa Rica, (22), 2009, p. 106. 41 85 decisión se empezaron a desactivar las organizaciones que tenían como misión recabar apoyos entre los grupos burgueses y las clases medias. Entrada la década de los años treinta, se constituyó una nueva estrategia: frentes antifascistas42. En resumen, la historia de la LADLA desde su fundación –finales de 1924 y principios de 1925– hasta su desaparición, diez años después, no fue más que la historia del movimiento comunista en ascenso. Se trató, pues, de una corriente antimperialista cuya influencia o sustento teórico estaba basado en el marxismo-leninismo que, ciertamente, fue más comprendido desde la praxis política que desde una producción teórica, a pesar de que sus distintas filiales contaron con un medio impreso para divulgar sus ideas. La otra organización que ganó peso en el continente fue el APRA, encabezado por Víctor Raúl Haya de la Torre. Es interesante señalarla, porque ambas organizaciones contaron con adeptos en El Salvador. De igual forma que la anterior organización, el movimiento político aprista surgió en la década de los años veinte. Según su historia oficial, apareció también en México en diciembre de 1924, “cuando los cinco puntos generales de su programa fueron enunciados: acción contra el imperialismo yanqui; la unidad política de América Latina; la nacionalización de tierras e industrias; la internacionalización del Canal de Panamá; finalmente, la solidaridad con todos los pueblos y clases oprimidas del mundo”43. Sin embargo, pese a la información que se conoce respecto a la fundación del APRA, Kersffeld sostiene que existe un mito sobre su nacimiento. Según este autor, el dato contrasta con las referencias históricas que permiten dar cuenta de su aparición 42 Ibíd., p. 106. Víctor Raúl Haya de la Torre, El Antiimperialismo y el APRA, Fondo Editorial del Congreso del Perú, Lima, 2010, p. 98. El Antiimperialismo y el APRA fue publicado originalmente en idioma inglés bajo el título: “¿Qué es el A.P.R.A.?” en la revista londinense The Labour Monthly: A Magazine of International Labour (12), vol. 8, diciembre de 1926, pp. 756-759. En 1936, fue publicado en castellano una versión aumentada ya bajo el título: El Antiimperialismo y el APRA. Véase: Víctor Raúl Haya de la Torre, El Antiimperialismo y el APRA, 2ª edición, Ediciones Ercilla, Santiago de Chile, 1936. 43 86 como núcleo constituido durante el periodo que va desde los últimos meses de 1926 hasta principios de 1927. Así lo señala Kersffeld en su investigación: Según Pedro Planas, apenas en octubre de 1926 un grupo de cuzqueños residentes en París y miembros de la AGELA (del que por aquel entonces también formaba parte Eudocio Ravines) se reunió en un café con Haya de la Torre y dieron vivas al APRA y América Latina. El 22 de enero de 1927, a menos de un mes de que comenzara el Congreso, Haya los reunió nuevamente con el propósito de fundar oficialmente la sección, que estuvo a cargo del propio Ravines44. Pese a la posición ideológica que en un principio mostró el APRA, cercanas a algunas ideas socialistas45, fue duramente cuestionado cuando su ideólogo, Haya de la Torre, polemizó con las tesis leninistas sobre el imperialismo. Una de las principales críticas al marxismo-leninismo era su eurocentrismo; de ahí entonces que para el pensador aprista las consideraciones de Lenin funcionaban en los países industrializados, pero en el espacio tiempo-histórico indoamericano todo era diferente. Según Jussi Pakkasvirta, Haya afirmó que el capitalismo llegó a Indoamérica con el imperialismo. Por lo tanto, “en su teoría sobre el imperialismo, este último era la primera fase del capitalismo porque sólo después de la invasión del capital extranjero, desde el fin del siglo XIX, el capitalismo pudo desarrollarse de verdad en América Latina”46. De hecho, para 1927 y 1928, sus ideas prosoviéticas mermaron para convertirse al indoamericanismo, logrando una postura antieurocéntrica y, de paso, contraria a la tutela que ejercía Moscú sobre el movimiento obrero latinoamericano. Dicha postura serviría a los antimperialistas cominternistas y a los militantes comunistas para tildarlo, al igual que a Sandino, como traidores nacionalistas o reformistas. 44 Daniel Kersffeld, Contra el Imperio: Historia de la Liga Antimperialista de las Américas, op. cit., p. 104. Víctor Raúl Haya de la Torre viajó en el año de 1924 a Europa y llegó a la Rusia Soviética; posteriormente entabló correspondencia con el Secretario de Asuntos Latinoamericanos del Comintern, Alfred Stirner. Véase: Jussi Pakkasvirta, ¿Un continente, una nación? Intelectuales latinoamericanos, comunidad política y las revistas culturales en Costra Rica y en el Perú (1919-1930), op. cit., p. 94. 45 46 Ibíd., p. 93. 87 Ahora bien, la ruptura entre ambas organizaciones se dio en el Congreso de Bruselas de 1927. El punto de quiebre fue la Resolución sobre América Latina que derivó del cónclave. Si bien dicha solución fue uno de los más importantes logros de la LADLA en el sentido que concretó un frente con un buen número de organizaciones políticas y sindicales, implicó al mismo tiempo la mayor disputa con el APRA, pues los delegados de la última –Haya de la Torre y Eudocio Ravines– firmaron con reservas el documento47. En resumen, a partir de Bruselas inició una nueva relación para las dos organizaciones antimperialistas más importantes del Continente. La cercanía con los partidos comunistas terminó convirtiéndose en un eje diferenciador fundamental: “A partir de ese momento, resultaba claro que Haya de la Torre optaba por la construcción de un movimiento autónomo latinoamericano, sin ninguna intervención e influencia extranjera”48; a diferencia de la LADLA que, pese a su negación, figuraba como una creación de la Comintern. Ahora bien, interesa conocer y comprender la ruptura entre la LADLA y el APRA, puesto que la Liga Anti-Imperialista de San Salvador, de acuerdo a sus documentos, y tal como se verificará más adelante, estaba más cercana ideológicamente a la segunda. Esto a raíz del fuerte talante liberal de sus miembros fundadores y, principalmente, por la afinidad de sus exigencias políticas. En ese sentido, antes de pasar al estudio del tema que más interesa en esta investigación, conviene dejar bien claro en qué consistió esa reunión antimperialista de Bruselas y cómo influyó a las organizaciones antiestadounidenses salvadoreñas. A continuación se detallan algunos aspectos del citado Congreso. 47 Daniel Kersffeld, Contra el Imperio: Historia de la Liga Antimperialista de las Américas, op. cit., p. 105. 48 Ibíd., p. 109. 88 3. Congreso de Bruselas: punto clave para la ruptura antiimperialista Entre el 10 y 15 de febrero de 1927 en el Palacio de Egmont, Bruselas, se celebró el Congreso Mundial contra el Imperialismo y la Opresión Colonial, cuyo organizador fue Willi Münzerberg, creador de las organizaciones antimperialistas periféricas. El objetivo del Congreso no era otro “que ampliar las redes de apoyo entre los distintos continentes y vincular otras entidades que, como la Liga Antiimperialista de las Américas, funcionaban de manera más bien autónoma con respecto a otros frentes de lucha anticolonialista”49. Ciertamente, el Congreso fue un hecho histórico para los movimientos antimperialistas surgidos desde 1924 hasta esa fecha. Sin embargo, la participación de la LADLA generó consecuencias en su frente interno. Su adhesión a los principios del Comintern terminó por convertirse en el principal punto de ruptura con el APRA, organización que a partir de ese momento se convertiría en la mayor opositora en la disputa por la conducción del antimperialismo latinoamericano. Según Daniel Kersffeld, en su acuciosa investigación sobre la historia de la LADLA, ésta se adhirió al Congreso por medio de sus secciones de Argentina, Cuba, México, Nicaragua, Perú, Panamá, El Salvador, Venezuela, Estados Unidos y del Comité Continental de Organización. Como delegados de la Liga asistieron Julio A. Mella (quien representó a las secciones mexicana, salvadoreña y panameña); Leonardo Sánchez (Cuba); Gustavo Machado (sección nicaragüense); Víctor Raúl Haya de la Torre (sección peruana y panameña); Carlos Quijano (sección venezolana), Eudocio Ravines y Manuel Gómez (sección argentina y estadunidense, respectivamente)50. Es importante señalar que en todos los países periféricos existía una lucha frente a la ocupación extranjera. En el caso latinoamericano la reacción antiimperialista, como se ha tratado de ir mostrando a lo largo del presente trabajo, se generó frente a las 49 Daniel Kersffeld, op. cit., p. 95. Ibíd., p. 95. La delegación latinoamericana que asistió a Bruselas apareció publicada en El Liberador, órgano divulgativo de la LADLA. Véase: “Las Resoluciones sobre la América Latina”, El Libertador (12), Vol II, 1 de junio de 1927, p. 5. 50 89 prácticas que Estados Unidos realizaba en México y fundamentalmente en Nicaragua. De hecho, el Congreso recibió apoyo político y económico de Plutarco Elías Calles, quien le interesaba demostrar que tenía fuerza y respaldo frente a las ambiciones de Estados Unidos. Según Kersffeld, el presidente mexicano propuso a su embajador en Alemania, Ramón De Nigri, de muy buena relación con los comunistas, para formar parte del Comité Organizador del Congreso51. Efectivamente, el objetivo del cónclave era servir de punto de encuentro entre todas las organizaciones antimperialistas y anticolonialistas del mundo52. Por su parte, La LADLA, a través del órgano de difusión del Partido Comunista Mexicano, El Machete, consideraba que la importancia de dicho evento radicaba en la unión del movimiento antimperialista53. De igual manera, la liberal Liga Anti-imperialista de San Salvador también consideró importante el mencionado Congreso. En el mes de diciembre se publicó en Diario Latino una nota informativa sobre la próxima sesión de la Liga en la cual solicitaba a sus miembros puntualidad, pues el objetivo de la sesión era determinar quien sería delegado para la reunión antimperialista54. Ahora bien, en el mes que se realizó el Congreso no se encontró alguna comunicación de la Liga propiamente dicha sobre éste. No obstante, Diario El Día 51 Ibíd., p. 97. Para La Chispa, órgano del Partido Comunista de Argentina, los objetivos del Congreso de Bruselas eran: La organización del movimiento internacional contra la opresión en las colonias y el imperialismo mundial, la coordinación de fuerzas para prestar apoyo moral y material a los pueblos y a las organizaciones en lucha contra el imperialismo, el establecimiento de relaciones permanentes entre todos los movimientos de liberación de las colonias y semicolonias con el movimiento obrero y revolucionarios de las metrópolis. Véase: Ibíd., p. 96. 52 Para la dirección de la LADLA, en el Congreso de Bruselas se establecerían relaciones permanentes entre todas las fuerzas que luchaban contra el imperialismo. Según Daniel Kersffeld, así lo indicó la LADLA en El Libertador: “Las fuerzas antimperialistas del continente podrían llegar a un acuerdo sobre la lucha antimperialista continental y unirían el movimiento de este continente al movimiento internacional de los pueblos coloniales amenazados por el imperialismo y las grandes potencias”. Véase: Ibíd., p. 96. 53 “Se recomienda para esta sesión una puntual asistencia, pues se tratará de acreditar al Delegado que representará dicha asociación en el Congreso Anti-Imperialista que se reunirá próximamente en un país europeo”. Véase: “Sesión de la Liga Anti-Imperialista, Diario Latino (10747), miércoles 22 de diciembre de 1926, p. 1. 54 90 publicó un cable de México en el que señalaba el papel que desempeñó José Vasconcelos durante su participación en Bruselas. Entre lo más importante del texto, a nuestro parecer, es el siguiente extracto: José Vasconcelos habló ayer en congreso anti imperialista en Bruselas a nombre de América Latina, dijo: se ha desarrollado una larga lucha para sacudir la opresión local en la América Latina, pero ahora nos encontramos frente a frente del imperialismo más formidable que ha conocido la historia. Ese tremendo imperio ha sido constituido por la audacia, el robo, la crueldad, la inteligencia y se ha convertido en un peligro para la humanidad. El imperialismo norteamericano está plenamente desarrollado y podría terminar matando nuestras almas aunque sosteniendo nuestros cuerpos porque estos trabajos producen rendimiento55. Retornando al estudio del Congreso, su Comité Organizador quedó integrado de la siguiente manera: Münzerberg, Henri Barbuse, Hawaharlal Nehru, en tanto que de América Latina participaron Ramón de Negri, José Vasconcelos, Manuel Ugarte, Luis Casabona y César Falcón. Ugarte y Vasconcelos representaron el lugar preponderante de los intelectuales en su apoyo a las luchas nacionalistas y anticoloniales. Por parte de la LADLA, el único apoderado fue el periodista César Falcón (cofundador, junto con José C. Mariátegui, de la primera célula comunista peruana)56. Se debe señalar que fueron 164 delegados al Congreso, provenientes de más de cien países coloniales y semicoloniales. A la vez, representaban una diversidad de filiaciones ideológicas; se trataba, pues, de izquierdistas, socialdemócratas, nacionalistas y liberales. Ahora bien, pese a algunas figuras reconocidas como comunistas, tal es el caso de Julio Antonio Mella, no hubo nadie que representara oficialmente a algún partido comunista. Sin embargo, para Kersffeld, a pesar de la discreción de los comunistas para no alejar a los sectores más liberales, no fue suficiente para que las organizaciones socialdemócratas boicotearan el Congreso acusándolo de ser una simple estratagema por parte de Moscú57. 55 “Cable inalámbrico de Méjico”, El Día (2243), lunes 21 de febrero de 1927, p. 3. 56 Daniel Kersffeld, op. cit., p. 98. 57 Ibíd., p. 99. 91 En definitiva, la importancia del Congreso va más allá del momento histórico en que se realizó, es decir, un claro aliciente para las luchas en contra del imperialismo y el colonialismo. Sin embargo, para América Latina significó el culmen de la ruptura en el movimiento izquierdista antimperialista, es decir, en la estrategia de frente único. Así, para Kersffeld: “pese a los éxitos de la LADLA, una sorda disputa detrás de la escena con el APRA marcaría los límites de la política del frente único y dejaría expuesta, por primera vez de manera evidente, la lucha interna por la dirección del antimperialismo en América Latina”58. Por su parte, el comunismo latinoamericano mantuvo su vocación plural, tal como lo mandaban los preceptos del V Congreso de la Comintern, es decir, que mantenían abierta la posibilidad de trabajar con organizaciones cuyas corrientes ideológicas estaban alejadas de Moscú; un caso concreto era el APRA. En ese sentido, la lectura que realizaron algunos participantes sobre la presencia aprista en el Congreso no fue otra que utilizar dicha asistencia para hacerse de legitimidad anticonolonialista en detrimento de los comunistas, es decir, para ganarle adeptos a la LADLA. Por otro lado, para efectos del presente estudio, interesa revisar la historia del movimiento antimperialista argentino después de Bruselas, pues sus organizaciones entraron en un duro debate. Conviene señalar el caso argentino puesto que un sector de éste entablaría vínculos con el movimiento antimperialista salvadoreño a través de Diario Latino y su director, Miguel Pinto. En ese sentido, la fuerte presencia comunista de la LADLA y la existencia de una de sus nuevas filiales en Argentina dio motivos para que Haya de la Torre le propusiera a Alfredo Palacios, presidente de la Unión Latinoamericana (ULA), la conformación de una alianza estratégica. Según Kersffeld, ese nuevo alineamiento entre la ULA y el APRA creó una nueva división: con el giro aprista de la ULA y cada vez más enfrentado con su presidente, Alfredo Palacios, Arturo Orzábal Quintana decidió emprender su propio camino y, con un grupo de militantes antiimperialistas, fundó en mayo de 1927 un 58 Ibíd., p. 103. 92 nuevo agrupamiento político: la Alianza Continental (AC)59. Se trato de una organización que mantuvo buenas relaciones con el Partido Comunista Argentino, sobre todo en torno a la defensa de Moscú y del movimiento de Sandino en Nicaragua. Pese a que no llegó a tener la importancia de otras organizaciones, su existencia sirvió para dar cuenta de los reacomodamientos que cada vez con mayor intensidad se irían produciendo durante los últimos años de la década en la izquierda local 60. Si bien Alianza Continental se fundó en mayo de 1927, fue hasta agosto de ese año que en El Salvador se publicó información sobre la nueva organización. El 26 de agosto, Diario Latino publicó un editorial del periódico argentino La Prensa en la que presentaba un resumen del manifiesto de la organización en cuestión. Junto a la nota, se publicó también una invitación a Miguel Pinto para acuerpar dicho lanzamiento: Buenos Aires, mayo de 1927. –A Diario Latino. – San Salvador. C. A. Distinguido señor: Adjunto le remitimos el manifiesto de “ALIANZA CONTINENTAL”, institución fundada recientemente por iniciativa del profesor argentino de Política Mundial, doctor Arturo Orzábal Quintana, y cuya Presidencia Honoraria ha sido unánimemente conferida a Manuel Ugarte, el noble luchador que tantos sacrificios ofrendara a la causa de la soberanía latinoamericana. Rogamos a usted tenga la bondad de dar la mayor difusión posible a este documento básico, pues con ello contribuirá al más rápido desarrollo de la nueva conciencia que ha de poner un dique, en nuestra América, al avance del imperialismo extranjero. Nos sería grato, igualmente, recibir de usted una adhesión expresa a nuestros propósitos, principios y programas61. En resumen, lo que plantea el manifiesto, según el editorial de La Prensa, es un proyecto político de unión latinoamericana contra todo tipo de injerencia, no importando de qué potencia se tratase: El programa de acción que preconiza la Liga es amplio y de vastos alcances, como que tiende desde la efectiva independencia de algunas naciones de Centroamérica, que se 59 Ibíd., p. 126. 60 Ibíd., p. 127. “La Alianza Continental ha sido fundada en Buenos Aires, R. A.”, Diario Latino (10947), viernes 26 de agosto de 1927, p. 1. 61 93 encuentran con sus facultades soberanas limitadas, hasta la proclamación de un nuevo derecho latinoamericano de no agresión, de no intervención, de no participación en los conflictos suscitados entre naciones extranjeras; de reintegración de las Malvinas a nuestro país, de todo aquello, en dos palabras, que reconozca la absoluta soberanía y la integralidad territorial de las naciones latinoamericanas62. Un día después, el 27 de agosto, Latino publicó el manifiesto completo de Alianza Continental, el cual ciertamente expresa la propuesta de un nacionalismo continentalista: Tan sólo la unión espiritual, económica y política, organizada sin pérdida de tiempo con un audaz criterio de nacionalismo continental, puede alejar la amenaza que se cierne sobre nuestros países63. Es interesante señalar el texto introductorio del Manifiesto que Diario Latino redactó, el cual sostiene que se trata de una organización “para impulsar el desarrollo de un nacionalismo integral de la América Latina”64. Y es que es entendible que el periódico salvadoreño publicara dicho manifiesto, pues a pesar que Alianza Continental tenía fuerte vínculos con el movimiento obrero argentino, su postura era más anti políticas financieras norteamericanas y en pro de la soberanía de los países del continente. En otros términos, estaba lejos de suscripciones a otra organización antimperialista y menos al movimiento comunista internacional. Así lo refleja el siguiente extracto de sus propósitos: No nos mueven sentimientos de hostilidad hacia Estados Unidos ni hacia ningún otro pueblo extranjero. El nacionalismo integral que auspiciamos como base de la futura alianza de nuestros pueblos, es la condición previa de un aporte real, no ilusorio, de la América Latina al progreso moral y jurídico del mundo. Sin la soberanía plena de todas nuestras naciones, carecería de sentido o tornaríase peligroso para nosotros, el noble lema de ‘América para la Humanidad’65. 62 Ibíd., p. 6. 63 “Alianza Continental”, Diario Latino (10948), sábado 27 de agosto de 1927, p. 1. 64 Ibíd., p. 1. 65 Ibíd., p. 4 94 En resumen, lo que Alianza Continental ofreció al movimiento antimperialista de la región fue un nacionalismo continental basado en siete principios y en un programa de catorce puntos. Aspectos que claramente compartían con los puntos del ideario mostrado en el manifiesto fundacional de la liberal Liga Anti-Imperialista de San Salvador: solidaridad con los pueblos del continente, independencia de puerto Rico, supresión de la enmienda Platt, repudio al tratado entre Panamá y Estados Unidos y repudio a la injerencia estadounidense en Nicaragua66. Finalmente, el influjo que tuvo Bruselas en el plano centroamericano, a juicio de Kersffeld, fue la consolidación de algunas secciones latinoamericanas de la LADLA, entre éstas la de El Salvador: Su fortalecimiento en la capital del país y en varias ciudades al interior fue resultado de la campaña de apoyo sandinista, organizada en comités de campesinos y artesanos dedicados a la recaudación de fondos y al reclutamiento de voluntarios para la guerrilla, así como de las masivas protestas contra el imperialismo y el apoyo a distintas empresas, una de ellas la revista El Grito de la Raza, virtual vocera de la sección, editada por el exiliado nicaragüense José Constantino González67. No obstante, por las fuentes consultadas para el presente trabajo, y como se demostrará en el siguiente apartado, Kersffeld hace referencia en su investigación no al sector salvadoreño de la sección centroamericana de la LADLA, sino a la Liga Antiimperialista de San Salvador, pues su descripción se asemeja a las labores que la última publicaba en la prensa salvadoreña. Por otra parte, Constantino González fungió como Secretario de la liga liberal al menos hasta 1927. En síntesis, no se podrá entender todo el funcionamiento y la razón de ser de la Liga Antiimperialista de San Salvador sin su contexto. Sin duda, la realidad centroamericana influyó a su fundación, pero el contexto mundial y, primordialmente, latinoamericano ayudo a legitimar las ideas y proyecciones que se gestaban en El Salvador. En ese sentido, no cabe ninguna duda que las ideas más progresistas circulaban de norte a sur teniendo eco en el centro del continente. 66 “Alianza Continental”, Diario Latino (10949), lunes 29 de agosto de 1927, p. 2. 67 Daniel Kersffeld, Contra el Imperio: Historia de la Liga Antimperialista de las Américas, op. cit., pp. 133-134. 95 Ahora bien, una vez expuesto todo el contexto político que envolvió al movimiento antimperialista del continente, pasaremos al análisis de la Liga liberal de San Salvador, su fundación, sus principios y sus actividades. 4. Caracterización de Liga Anti-Imperialista de San Salvador: ideario y actividades políticas en el periodo fundacional Para caracterizar a la liga de San Salvador se debe exponer en primer lugar las razones que llevaron a su fundación. De igual manera, su caracterización obliga a comprender cuál es su sustento teórico, es decir, su andamiaje ideológico. En ese sentido, en esta última parte se pretende dejar claro bajo que preceptos o corrientes antimperialista se fundó una organización fervientemente antinorteamericana; asimismo, interesa mostrar las principales acciones que integraron la praxis política de dicha entidad. Para lograr tal propósito, el presente apartado está constituido en tres partes. La primera, expone propiamente datos acerca de su fundación; seguido, se expondrá información sobre la el sector salvadoreño de la LADLA, estableciendo las principales diferencias entre ambas organizaciones. Finalmente, se expondrán las principales actividades de la Liga liberal. Sin duda, como se ha venido mostrando, las ligas antimperialistas tuvieron un gran auge en los años que comprende el presente estudio. Las campañas internacionales en favor de la defensa de Nicaragua ante la invasión estadounidense incidieron en el surgimiento de organizaciones de este tipo. Por otra parte, el movimiento obrero internacional con la campaña a favor de la liberación de Sacco y Vanzetti 68, quienes fueron ejecutados el 22 de agosto de 1927, fue, sin duda, otro factor que influyó en la generación y crecimiento de dichas organizaciones. De igual manera contribuyó el acercamiento de obreros con intelectuales progresistas. De ahí entonces la relevancia Sacco y Vanzetti fueron dos anarquistas italianos que emigraron a Estados Unidos. Ambos pretendían luchar contra el capitalismo desde el sindicalismo. A principio de los años veintes fueron detenidos y condenados a muerte. La sentencia y la ejecución provocó movilizaciones a nivel mundial a favor de sus derechos. Véase: “Sacco y Vanzetti víctimas de la plutocracia del mundo”, Diario Latino (10950), martes 30 de agosto de 1927, p. 1. 68 96 del papel que jugaron las Universidades Populares a lo largo del continente; el ejemplo más concreto y más exitoso de dicha alianza entre ambos sectores lo constituyen Perú y Cuba69. 4.1 Fundación de la Liga Antiimperialista de San Salvador Como se señaló antes, en América Latina el movimiento antimperialista empezó a organizarse a partir de 1924, lo cual no excluye la existencia de asociaciones u organizaciones predecesoras. En El Salvador una liga antimperialista fue fundada en noviembre de 1926. Una de las principales razones de su fundación fue la preocupación ante la política intervencionista estadounidense en Nicaragua. Para el historiador Carlos Gregorio López Bernal, algunos de los fundadores de la Liga eran cercanos a las organizaciones obreras, por ello sostiene que las acciones que desarrolló dicha asociación estuvieron muy relacionadas con la Federación Regional de Trabajadores de El Salvador (FRTS)70 y coadyuvaron a ganar adhesiones para la última71. En concreto, el domingo 21 de noviembre de 1926, en casa del nicaragüense Rosendo Argüello, se constituyó la Liga Anti-Imperialista de San Salvador cuyo planteamiento principal era trabajar por los derechos de los pueblos de Hispanoamérica. Así lo refleja la primera noticia acerca de su fundación: En el caso de Cuba, según Daniel Kersffeld la creación de la Universidad Popular “José Martí” (UPJM) en noviembre de 1923, posibilitó la imbricación cada vez más profunda entre dos movimientos que paralelamente estaban inmersos en un proceso de radicalización: el estudiantil y el obrero. Asimismo, la UPJM permitió recuperar el ideario martiano y dar paso a la conformación y dirección de la Liga Antiimperialista. Véase: Daniel Kersffeld, De cara al sol, Editorial Historia, La Habana, 2009, pp. 11-12. 69 La Federación Regional de Trabajadores de El Salvador (FRTS), era una organización obrera creada en 1924. Su interés primordial era la dirección y consolidación del sindicalismo salvadoreño. En palabras de Miguel Mármol, la FRTS fue “el gran instrumento con que la clase obrera comenzaría a darse su lugar en la historia salvadoreña”. Véase: Roque Dalton, Miguel Mármol: los sucesos de 1932 en El Salvador, Ocean Sur, Colombia, 2007, p. 71. 70 Véase: Carlos Gregorio López Bernal, Tradiciones inventadas y discursos nacionalistas: el imaginario nacional de la época liberal en El Salvador, 1876-1932, Editorial Universitaria, San Salvador, 2007, p. 193. 71 97 Dicha Liga, como se deja ver con el nombre, trabajará porque los derechos de los pueblos hispanoamericanos, sean respetados por aquellos que tratan de exterminar la tradición, las costumbres y hasta la vida propia de cada país. Su extensión, abarcará toda la América Latina, creando asociaciones con idénticos fines. Es tiempo ya de que los pueblos de habla española en América tengan una manera defensiva de la garra sobornadora y exterminadora de otros países72. Por otra parte, La Prensa también publicó, el mismo día, la noticia sobre la nueva organización: Desde un punto de vista muy elevado, se ha fundado en esta capital una Liga Anti Imperialista, nombre que por el momento se le da, compuesto de personas que tratan por medio de campañas espirituales, declarar una franca oposición a todo lo que llegue del extranjero en forma de conquista, aunque sean pacíficas. El decir, una defensa de los intereses latinoamericanos de las absorciones directas que ya en una forma o en otra se proponen destruir nuestra tradición, nuestras leyes, nuestras costumbres, nuestros procedimientos heroicos, y todo aquello a lo que tenemos absoluto derecho73. Es interesante destacar que estas primeras palabras ofrecen elementos para inferir que se tratará de una organización ligada a la corriente arielista o unionista, pues el hecho de realizar campañas espirituales y el énfasis en la custodia de lo propio, deja claro que su interés va orientado a defender la soberanía no sólo política y económica, sino también moral y cultural. Por otra parte, es interesante destacar que en la constitución de la Liga, sus fundadores plantearon que sus fines no estarían vinculados a la política local, es decir, no se inmiscuirían en la realidad política salvadoreña. Probablemente dicha aclaración fue necesaria puesto que alrededor de ocho fundadores de la Liga eran de origen extranjero, específicamente nicaragüense74. Asimismo, el impreso notifica la designación de la directiva provisional de la Liga, que a continuación “Se funda una Liga Anti-Imperialista en esta capital”, Diario Latino (10720), martes 23 de noviembre de 1926, p. 1. 72 73 1. “Se ha organizado una Liga Anti-Imperialista”, La Prensa (4506), martes 23 de noviembre de 1926, p. De hecho diez meses más tarde de constituida la Liga de San Salvador, se fundó en la misma capital una organización denominada “Asociación autonomista nicaragüense”, cuyo objetivo era defender moralmente la soberanía de Nicaragua. En ese sentido, entre sus fundadores se encontraban cinco miembros de la Liga Antiimperialista de San Salvador. Véase: “Se ha fundado en esta capital la asociación nicaragüense”, Diario Latino (10958), jueves 8 de septiembre de 1927, p. 1. 74 98 se muestra en el cuadro Nº 3. Dicha nómina quedó integrada por notables profesionales y hombres vinculados a la literatura (para mayor información sobre estos fundadores, ver apéndice 2). Cuadro 3 Liga Anti-Imperialista de San Salvador Directiva provisional Cargo Presidente Vicepresidente Primer Vocal Tercer Vocal Segundo vocal Cuarto vocal Quinto vocal Tesorero Fiscal Secretario Secretario Otros fundadores Nombre Miguel Pinto Dr. Rosendo Argüello Dr. José de Jesús Zamora General J. Ernesto Alvarado Dr. Salvador R. Merlos Luis Vega B. Leonardo Montalván José A. Navarro José Dutriz J. Constantino González Juan José Fernández Juan Felipe Toruño Agenor Argüello Eliseo Lacayo Fernández Ángel F. Plazaola Leandro Espinoza h. D. Martínez Reyes Eusebio Real José Lacayo Téllez Nacionalidad Salvadoreña Nicaragüense Nicaragüense No se conoce Salvadoreña No se conoce Nicaragüense No se conoce Salvadoreña Nicaragüense Salvadoreña Nicaragüense Nicaragüense Nicaragüense Nicaragüense No se conoce No se conoce No se conoce Nicaragüense Fuente: Elaboración propia con base en: (1) “Se ha organizado una Liga Anti-Imperialista”, La Prensa (4506), martes 23 de noviembre de 1926, p. 4; (2) “Se ha fundado en esta capital la asociación nicaragüense”, Diario Latino (10958), jueves 8 de septiembre de 1927, p. 1. Por otra parte, la nota publicada por Diario Latino también expone el acta que se levantó en dicha sesión. Para efectos de aproximación al ideario político de la Liga, conviene mostrar el siguiente fragmento: El objeto de la presente reunión es formar una Liga Anti-Imperialista que se oponga a los actos atentatorios contra la autonomía de los pueblos hispanoamericanos y a toda clase de absorción aunque se desarrolle en forma pacífica. La Liga a su vez, promoverá la fundación de asociaciones de igual índole y cultivará relaciones de las entidades que alienten iguales anhelos75. 75 “Se funda una Liga Anti-Imperialista en esta capital”, Diario Latino (10720), op. cit., p. 1. 99 Finalmente, también informa sobre el acuerdo de un libro para firmar adhesiones que simpaticen con el nuevo movimiento; y, a la vez, el propósito de lanzar un manifiesto exponiendo el ideario de la agrupación. Los intelectuales Salvador Ricardo Merlos y Rosendo Argüello fueron los encargados de elaborar el manifiesto inicial. Así, entre noviembre de 1926 y marzo de 1927 se puede considerar como un periodo álgido en el contexto latinoamericano, fundamentalmente para el movimiento antimperialista. Como se expresó en el anterior acápite, entre los meses antes señalados se realizó el Congreso de Bruselas, evento que cautivó a la gran mayoría de los movimientos antimperialistas y de liberación nacional a nivel mundial y regional. Por otro lado, la invasión en Nicaragua, por parte de Estados Unidos, cada vez se consolidaba más; en definitiva, todos esos factores propagaron el espíritu antimperialista a lo largo del continente. En ese contexto, constantemente se publicaban en los periódicos más importantes de la capital noticias, manifiestos, informes y convocatorias de la Liga Antiimperialista de San Salvador, es decir, la liga de raíz liberal. En esa línea, un día después de la publicación sobre la fundación de la Liga, se divulgó una nota sobre la segunda sesión de ésta. Entre los principales aspectos que señalaban se encontraba la lectura de comunicaciones y telegramas de adhesión al movimiento y el acuerdo de enviar telegramas a los presidentes de Guatemala, Costa Rica y México por su actitud honrosa frente a la situación nicaragüense76. “La sesión de anoche de la Liga Anti-Imperialista”, Diario Latino (10723), miércoles 24 de noviembre de 1926, p. 1. En otro tema, las adhesiones a la Liga Anti-imperialista siguieron publicándose, al menos, hasta terminar el año. Véase: “Más adhesiones a la Liga Anti-imperialista, Diario Latino (10733), lunes 6 de diciembre de 1926, p. 1. 76 100 Por otra parte, entre el sábado 27 y martes 30 de noviembre se publicaba en al menos tres periódicos (El Día, La Prensa77 y Diario Latino78) el Manifiesto de la Liga Anti-Imperialista de San Salvador a los pueblos Ibero-Americanos, el cual afirmaba: Nuestros antepasados lucharon heroicamente por un gran ideal, el ideal de forjar nacionalidades con personería propia que pudieran gozar de la vida soberana que por derecho natural les corresponde en el concierto de los pueblos libres79. Seguidamente, enumeraba todos los agravios que los pueblos de Hispanoamérica habían enfrentado a raíz de la política intervencionista estadounidense, entre las cuales destacan: las interpretaciones antojadizas de la Doctrina Monroe, obstáculos a la unión centroamericana, ocupación de Puerto Rico, conquista de la mitad del territorio mexicano, lesiones a la soberanía de Panamá, intervenciones de todo orden en los asuntos interiores de Nicaragua, etc., para terminar afirmando: Ninguna nación en el mundo nos ha causado tanto daño material y moral como la de los Estados Unidos del Norte. Ella no se ha preocupado más que de enriquecerse con nuestro oro y engrandecerse con nuestras tierras sin tomar en cuenta la justicia y el derecho de los débiles80. El mismo documento asegura que no es una lucha contra el pueblo mismo de Estados Unidos, sino contra sus rapaces capitalistas. Así se puede resumir en el siguiente párrafo: A pesar de ser nosotros las víctimas propicias de esa rapacidad monstruosa, comprendemos perfectamente que son los magnates de Wall Street –judíos sin Dios ni conciencia, que trafican con la sangre y con las lágrimas de la humanidad– los mayores culpables de nuestras desgracias81. “Manifiesto de la Liga Anti-Imperialista a los pueblos iberoamericanos”, La Prensa (4512), martes 30 de noviembre de 1926, p. 1. 77 “Manifiesto de la Liga Anti-Imperialista de San Salvador a los pueblos iberoamericanos”, Diario Latino (10727), sábado 27 de noviembre de 1926. 78 “Manifiesto de la Liga Anti-Imperialista a los pueblos iberoamericanos”, El Día (2180), lunes 29 de noviembre de 1926, p. 1. 79 80 Ibíd. 81 Ibíd., p. 5. 101 El Manifiesto concluye, a nuestro parecer, exponiendo, de forma diáfana la que sería su brújula política: su interés por defender la autonomía de los pueblos y el espíritu de la modernidad ilustrada: Al comenzar la Liga esta campaña ajena en absoluto a las contiendas de la política local, no hace sino entrar en la corriente de ideas modernas que agitan la conciencia de la humanidad. El espíritu de la autonomía inflama los corazones y los pueblos aherrojados buscan el camino de su redención… Esta LIGA, al colocarse ante el imperialismo avasallador, tiene la más firme convicción de que no serán vanos sus intentos y poseída del optimismo que generan las causas nobles, hace un enérgico llamamiento a todos los hombres de buena voluntad, para que mediante la creación de organismos similares, cooperen en la obra de defensa racial82. Sin duda, al estudiar el Manifiesto queda claro que el fin político de la organización naciente no era otro que la defensa de la soberanía de todos los países del continente. En otras palabras, a partir de dicho documento puede separarse la Liga capitalina, recién fundada, de los fines y objetivos de la LADLA. Si bien es cierto, la última estaba a favor de la emancipación y autonomía de los pueblos latinoamericanos, igualmente tenía un interés que iba más allá de la lucha antiimperialista: legitimar y apoyar a la Unión Soviética y, a la vez, la lucha por el comunismo internacional. Ahora bien, pese a esa distinción, y para despejar toda duda acerca del movimiento antimperialista salvadoreño, es importante mostrar también la otra Liga cuyas ideas fueron retomadas del movimiento cominternista. 4.2 Caracterización de la LADLA en El Salvador El 31 de diciembre de 1926, Diario Latino publicó una comunicación de la LADLA sector salvadoreño. Además de la comunicación y el saludo, el periódico también publicó las bases de la Liga Antiimperialista de las Américas a las que debía ceñirse el secretariado salvadoreño. La salutación y el motivo del texto quedaron expresados de la siguiente manera: Señor Director de Diario Latino Presente: 82 Ibíd. 102 Señor: Tenemos la honra de poner en su conocimiento las bases a que se ceñirá en sus labores el SECTOR SALVADOREÑO SECCIÓN DE CENTROAMERICA DE LA LIGA ANTI-IMPERIALISTA DE LAS AMÉRICAS, para que si lo tiene a bien se sirva en publicarlas en el diario de su dirección83. Por otra parte, dentro de los considerandos que presenta el documento, la mayoría están en sintonía con los agravios expuestos en el manifiesto de la Liga de San Salvador; sin embargo, el cuarto considerando tiene una jerga y un horizonte más cercano a la tradición marxista-leninista, propia de la época: ch) que el capitalismo ha llegado a la última fase de su desarrollo –el Capitalismo Imperialista– esta dando expresión o una nueva forma de asociación hermana de la cual resultan las Federaciones de Repúblicas Obreras y Campesinas del Continente Americano sin amos y esclavos, sin explotadores ni explotados84. A partir de esas premisas, la LADLA sector salvadoreño anunciaba al país la constitución de dicha organización, cuya sede central estaba en la Ciudad de México. A la vez, mostraba sus líneas de acción, separando la proyección en aspectos internacionales y locales, tomando en cuenta que en el ámbito local se refieren a toda Centroamérica. A continuación, se transcriben los principales puntos del programa de acción expuesto. En el plano internacional, la LADLA sección salvadoreña se planteaba emprender las siguientes acciones: a) Formar un frente único de todas las fuerzas antimperialistas dispersas que existen en las América para contrarrestar el imperialismo de Estados Unidos de América y de cualquier otro que amenace con destruir la cultura que empieza a esbozarse en nuestro continente. b) Luchar por la independencia de Filipinas y Puerto Rico. c) Dar ayuda a los pueblos dominados por las Naciones Imperialistas, sean de Europa, Asia, América u Oceanía. ch) Combatir las adquisiciones de nuevas bases estratégicas por las Potencias Imperialistas y procurar la reintegración de las existentes a sus respectivas soberanías. d) Internacionalización del Canal de Panamá “Bases de la Liga Anti-Imperialista de las Américas”, Diario Latino (10754), jueves 31 de diciembre de 1926, p. 2. Mayúsculas en el original. 83 84 Ibíd. 103 e) Sostener cordiales relaciones con todas las Instituciones Anti Imperialistas del Mundo f) Luchar por la abolición de la Enmienda Platt de la Constitución de Cuba. g) Combatir los avances del Imperialismo de Wall Street en cualquier parte de América85. Por otra parte, desde el ámbito nacional, el sector salvadoreño de la liga cominternista se suscribía a las siguientes labores: h) Formar un frente compacto de todas las fuerzas Anti imperialistas que existen en las Repúblicas de Guatemala, Honduras, Nicaragua, Costa Rica y Panamá; pudiendo estar incluida la Colonia Inglesa de Belice, si ella no se adhiere a la Sección Mexicana. Dichas fuerzas están constituidas por obreros, campesinos, estudiantes e intelectuales de vanguardia y de más personas de ideas antiimperialistas. i) Difundir por medio de conferencias, periódicos, volantes, folletos, etc., los fines locales de la Liga Anti Imperialista de las Américas. j) Procurar la nacionalización de los ferrocarriles y demás empresas de servicios públicos y evitar que sean otorgadas nuevas concesiones a las Compañías Imperialistas k) Denunciar el sistema de expansión empleado por el Imperialismo Yanqui para sobornar nuestros países. l) Conseguir condiciones favorables de trabajo a los agricultores centroamericanos en las zonas bananeras que se encuentran actualmente dominadas por las Compañías Imperialistas que han monopolizado dichas zonas. m) Solidarizarse con todo movimiento anti-imperialista que sea emprendido por cualquier institución o Sociedad Centroamericana n) Ayudar en la organización de los Sectores que aún no estén organizados en la sección de Centroamérica86. Otra información interesante que ofrece la publicación, es la estructuración organizativa del secretariado salvadoreño. Evidentemente, compuesto con significativa representación del proletariado nacional: 85 Ibíd. 86 Ibíd. 104 Cuadro 4 Liga Anti-Imperialista de las Américas Sección de Centroamérica Secretariado sector de El Salvador Cargo Secretario General Secretario de la Sección de Obreros y Campesinos Secretario de la Sección de Estudiantes e Intelectuales de vanguardia Secretario de la sección femenina Secretario de Actas Secretario Financiero interino Nombre Bachiller Manuel de Jesús Mena Manuel A. Leiva Bachiller Alfonso Rochac V. Concepción Anaya Simón Zapata Alfonso Cañas Fuente: Elaboración propia con base en: “Bases de la Liga Anti-Imperialista de las Américas”, Diario Latino (10754), viernes 31 de diciembre de 1926, p.2. Sin lugar a duda, el interés de la organización cominternista va más allá del asunto en Nicaragua. Para la Liga liberal, dicho conflicto sí aparece como una referencia importante en su manifiesto fundacional, pues para ellos la democracia en el país de los lagos era en realidad un humillante tutelaje de Estados Unidos; a la vez, culpan a éste de todas las intervenciones en los asuntos internos de Nicaragua. De ahí entonces que sugieran repudiar y combatir al Gobierno de Adolfo Díaz. En cambio, el secretariado salvadoreño de la LADLA no tiene una mención exclusiva y directa sobre el problema nicaragüense. En otras palabras, el conflicto en el país centroamericano, que en ese momento se encontraba en la transición de ser una guerra constitucionalista –entre liberales y conservadores– a una invasión estadounidense, no resultaba tan apremiante como para ser un detonante fundacional de la organización, como sí ocurrió en el caso de la liga liberal. A todas luces, puede interpretarse que la liga de raíz cominternista en El Salvador se fundó en el marco de la estrategia frentista de la LADLA y no como respuesta a un hecho específico: la intervención norteamericana en Nicaragua. En ese sentido, resulta adecuado hacer una distinción respecto a la información que ofrece Daniel Kersffeld en su investigación sobre la LADLA y sus sedes en todo el continente. A juzgar por nuestras fuentes, Kersffeld aparentemente cae en un 105 desacierto al sostener la creación de la Liga salvadoreña se dio entre 1925 y 1926. Así lo señala en el siguiente fragmento: Parecido a lo que sucedería en Argentina, en este país la Liga se formó con base en dos secciones paralelas: la primera, fundada por Martí, tuvo un contenido mucho más proletario; la segunda, mayoritaria, fue creada más tarde por un grupo de intelectuales moderados provenientes de sectores medios y burgueses, cuyo trabajo se facilitaba porque su secretario, el periodista Miguel Pinto, era al mismo tiempo director del diario más importante de la capital87. Efectivamente, existieron dos ligas antimperialistas en El Salvador; sin embargo, frente a la afirmación que Martí fundó la organización más cercana al proletariado, se debe señalar que al menos en el mes de diciembre de 1926, como se vio en el cuadro N°4, Farabundo Martí no figuraba dentro del secretariado del sector salvadoreño de la sección centroamericana de la Liga Anti-Imperialista de las Américas. En esa línea, Jorge Arias Gómez, biógrafo de Martí, apunta a que el líder comunista sí entró en contacto con la LADLA pero hasta el año 1928. Así lo expone Arias Gómez: En cuanto a Martí, hay que destacar que en la primavera de 1928 viajó inesperadamente a Nueva York para tomar contacto con la dirección central de la Liga Antiimperialista de las Américas. Existen suficientes presunciones como para asegurar que fue en esta ocasión que la Liga Antiimperialista le encargó a Farabundo Martí que se situara en Nicaragua como representante suyo ante las huestes guerrilleras del general Sandino88. Evidentemente, la información que se tiene sobre la LADLA es limitadísima, razón por la cual no se puede comprobar si realmente es un desatino de su parte o si realmente Martí fue su fundador. Lo que sí queda claro es la necesidad de aclarar todo el desenvolvimiento de la LADLA en El Salvador. En ese sentido, abordar dicha organización en ese periodo nos lleva a otro tema de interés. Nos ofrece pistas sobre el incipiente movimiento comunista salvadoreño; es decir, a través de esta agrupación cominternista podemos aproximarnos a la historia de la izquierda de El Salvador previo a la fundación del Partido Comunista Salvadoreño (PCS), ocurrida en 1930. En conclusión, la suscripción del secretariado salvadoreño a los fines de la LADLA y a sus principios es incuestionable. Se debe recordar que Nicaragua tomó 87 Ibíd., p. 90. 88 Jorge Arias Gómez, Farabundo Martí: la biografía clásica, Ocean Sur, México D. F., 2010, p. 46. 106 importancia para dicha organización continental hasta 1928. Por otra parte, como referencia adicional, es interesante comparar la estructura entre ambas organizaciones: la primera como una asociación compuesta por estructuras más identificadas con la democracia liberal, esto es, a través de un sistema presidencial; la segunda, como una estructura a la usanza comunista, es decir, constituida por secretariados. 4.3 Expansión y actividades de la Liga Ahora bien, retomando la caracterización de la liberal Liga Anti-Imperialista de San Salvador, conviene entonces citar sus principales labores, las cuales consistieron, principalmente: en la creación de organizaciones similares en otras ciudades importantes del país, organizar manifestaciones, elaborar textos para su publicación en periódicos nacionales e internacionales; finalmente, colaborar como formadores en las distintas Universidades Populares del país. Sobre este último punto, el obrero comunista Miguel Mármol sostiene que uno de los principales intelectuales involucrados en la Universidad Popular de San Salvador fue el Dr. Salvador R. Merlos, segundo vocal de la Liga liberal. Así lo narra Mármol: Las cátedras eran impartidas por muchos intelectuales y profesionales demócratas, como el Dr. Salvador Ricardo Merlos, y versaban sobre temas de la economía, el derecho y la ciencia de la política. Todos los profesores, felizmente, insistían mucho en situar el papel del enemigo principal que tenía para nuestros pueblos el imperialismo norteamericano y en sus rasgos más generales nos daban una idea de la estructura de la sociedad, desde el punto de vista de división clasista. La verdadera ideología del proletariado no aparecía, sin embargo, más que fragmentariamente, matizada con los ingredientes de la ignorancia, del idealismo, de la falta de información histórica, e inclusive de la tergiversación mal intencionado que ya para entonces se daba en algunos casos concretos. Pero no por ello el entusiasmo era menor. Los alumnos de la Universidad Popular nos sentíamos como el que ve la luz que señala la salida del laberinto oscuro y angustioso89. Es interesante la crítica que hace Mármol a las figuras que acompañaron el proceso formativo de la Universidad Popular; concretamente a los docentes liberales. Sin embargo, para efectos de la presente investigación, el comentario del dirigente comunista reafirma el interés liberal de algunos docentes vinculados a la Liga de San 89 Roque Dalton, op. cit., p. 81. 107 Salvador, tal es el caso del Dr. Salvador Ricardo Merlos. Otro ejemplo de la participación de los miembros antimperialista en la Universidad Popular acaeció en septiembre de 1927. El Dr. José de Jesús Zamora, primer vocal de la liga liberal, desarrolló una conferencia titulada “La intervención de los Estados Unidos en Centroamérica. Sus causas internas y externas”. Según la reseña de la actividad, la disertación fue un éxito, la asistencia fue numerosa y Zamora fue estruendosamente aplaudido, a la vez que sirvió para discutir sobre las formas de eliminar el intervencionismo yanqui en Centroamérica90. En definitiva, en ambos ejemplos, el contenido de las lecciones o conferencias desarrolladas en el seno de la Universidad Popular hacen referencia al problema del intervencionismo estadounidense, no a una temática relacionada a la lucha de clases, a pesar que el público estaba compuesto fundamentalmente por obreros. Ahora bien, respecto a la primera actividad, la creación de otras ligas fue una de las acciones iniciales que realizaron los miembros de la Liga liberal de San Salvador. El 30 de noviembre de 1926, Diario Latino publicó una nota en la que señalaba el interés de periódicos del occidente y oriente del país por alentar las ideas que sustentaban la formación de la Liga; de ahí entonces que se haya acordado nombrar delegados en varios departamentos del país para formar asociaciones afines, es decir, ligas antimperialista con un talante liberal. Dicha nómina de comisionados se muestra a continuación en el cuadro Nº 5. “La conferencia del Dr. José de Jesús Zamora en la Universidad Popular”, Diario Latino (10958), jueves 8 de septiembre de 1927, p. 1. 90 108 Cuadro 5 Delegados para fundar ligas anti-imperialista en el interior del país Ciudad Santa Ana Ahuachapán Sensuntepeque San Vicente San Miguel Zacatecoluca La Unión Santa Tecla Delgados para fundar asociaciones afines Don Rosendo Díaz Galiano y don Alberto García Don Víctor M. Lagos y bachiller J. Luis Silva Doctor Félix María Baires Doctor Florencia A. Torres Don César Augusto Osegueda y don Ignacio Salinas Doctor Rafael Díaz General Agustín Martínez Don Manuel Barba Salinas Fuente: Elaboración propia con base en: “Actividades de la Liga Anti-Imperialista”, Diario Latino (10728), martes 30 de noviembre de 1926, p. 1. En la misma nota, se publica algunas adhesiones de estudiantes ahuachapanecos a la protesta de los estudiantes capitalinos contra los Estados Unidos: Los estudiantes de Ahuachapán, en vista de la protesta que los estudiantes de esta capital lanzaron contra los Estados Unidos a raíz del reconocimiento del caudillo conservador Adolfo Díaz como Presidente de Nicaragua por el Departamento de Estado, no han querido quedarse en silencio, comprendiendo como comprenden que callar en estos momentos en que se lesionan los intereses de la América Latina de una manera indecorosa es criminal, más para aquellos espíritus viriles y hechos a las cruzadas en donde la defensa de intereses vitales se impone de modo definitivo91. De ahí entonces que empezaran articularse en varias ciudades del país otras ligas antimperialistas, de corte liberal, cuyo fin era la defensa de Latinoamérica. Sin duda, es cautivador el surgimiento espontaneo de todas estas organizaciones; en ese sentido, se debe recordar que los sucesos en Nicaragua ocurridos en noviembre de 1926 fueron un verdadero punto de quiebre en la concepción antimperialista salvadoreña. Como se concluyó en el capítulo anterior, el ascenso de Adolfo Díaz y su pronto reconocimiento por Estados Unidos, generó una radicalización y una eclosión antimperialista en varios sectores centroamericanos, el sector intelectual salvadoreño entre ellos. Ahora bien, bajo este marco y con base a las fuentes consultadas puede afirmarse que las primeras localidades en crear y fundar ligas antimperialistas fueron: 91 1. “Actividades de la Liga Anti-Imperialista”, Diario Latino (10728), martes 30 de noviembre de 1926, p. 109 Chalchuapa92, Santa Ana, San Miguel y Sonsonate93. En el caso de Santa Ana, la Liga Anti-Imperialista se fundó el 9 de diciembre de 1926, y se adhirió a la Liga AntiImperialista de San Salvador. Su junta directiva quedó estructurada tal como aparece en el cuadro Nº 6. Cuadro 6 Liga Anti-Imperialista de Santa Ana Cargo Presidente Vicepresidente Primer Vocal Tercer Vocal Segundo vocal Cuarto vocal Quinto vocal Tesorero Secretario Nombre Federico Vides Antonio Martínez Rubio Ángel Góchez Castro Francisco Espinosa Carlos Menéndez Castro Alberto Castro A. Tomás V. Pineda Santiago Díaz Palacios Gilberto González Fuente: Elaboración propia con base en: “Se ha fundado una Liga Anti-Imperialista en Santa Ana”, Diario Latino (4506), martes 14 de diciembre de 1926, p. 1. En la ciudad de San Miguel, la Liga Anti-Imperialista se fundó el domingo 19 de diciembre. Según la publicación que hace referencia a dicho acto, el Director del Diario de Oriente, César A. Osegueda, fue el encargado de dar el discurso de fundación. Según Diario Latino, éstas fueron parte de las palabras que Osegueda dictó: Los que forman la Liga prometieron trabajar tesoneramente por la defensa de los principios de humanidad, amenazados por los Estados Unidos, y proclamados por los países latinoamericanos que tratan de sostener sus derechos de pueblos libres y de oponerse a la garra constrictora de los banqueros de Wall Street que tratan de exterminar la tradición y raza, con su asquerosa política del dólar94. “En Chalchuapa quedó definitivamente organizada la Liga Anti-imperialista” Diario Latino (10740), martes 14 de diciembre de 1926, p. 1. 92 “En Sonsonate, se comunicó la fundación de una Liga similar, la cual tiene por Directiva provisional la siguiente: Presidente: doctor Pedro Ordóñez Díaz; Vicepresidente, doctor Joaquín Mesa Sandoval; Primer Vocal, don José Anselmo Peñalba; Segundo, Vocal, doctor Felipe Navarro, y Secretario, don José María Sifontes”. El acta fue transcrita y firmada por más de cincuentas personas. Véase: “Sesión de la Liga Anti-Imperialista”, Diario Latino (10739), lunes 13 de diciembre de 1926, p. 1. 93 “Se fundó la Liga Anti-Imperialista en San Miguel”, Diario Latino (10747), miércoles 22 de diciembre de 1926, p. 1. 94 110 En resumen, la proliferación de organizaciones antimperialista, constituidas como ligas, tuvo un gran auge entre diciembre de 1926 y febrero de 1927, probablemente dicho auge se debió, a nuestro parecer, por la efervescencia que despertó el despotismo y la arbitrariedad estadounidense en Nicaragua. Finalmente, otras ciudades que crearon sus propias ligas figuran El Congo95, Ahuachapán96 y Santa Tecla97. Esta última se fundó en casa del doctor Miguel Coto Bonilla y su junta directiva se muestra en el cuadro Nº 7. Cuadro 7 Directiva de la Liga Anti-Imperialista de Santa Tecla Cargo Presidente Vice-Presidente Primer vocal Segundo vocal Tercer vocal Cuarto vocal Quinto vocal Sexto vocal Tesorero Secretarios Comisión de propaganda Nombre Doctor Miguel Coto Bonilla Rubén Alonso Rochi J. Antonio Dubón Abraham F. Fuentes Doctor Miguel Martínez Federico Martínez H. Luis F. Mendoza Enrique Castillo M. Rafael Viale Doctor José Manuel Mata y Manuel Barba S. Francisco Núñez Arrué, Luis N. Lagos, Juan Cortés Funes, Rafael Alberto Alvarado, Fidel López y Francisco Huezo. Fuente: Elaboración propia con base en: “Como ha quedado organizada la Liga Anti-Imperialista en Santa Tecla”, El Día (2236), viernes 4 de febrero de 1927, p. 1. Por otra parte, entre las demás actividades importantes que desarrolló la Liga de San Salvador en su periodo fundacional, se encuentran la organización y coordinación de manifestaciones en contra del imperialismo estadounidense y otras banderas de 95 “Otra Liga Anti-Imperialista”, La Prensa (4561), jueves 27 de enero de 1927, p. 12. “Comunicación de la Liga Anti-Imperialista de Ahuachapán”, El Día (2235), Jueves 3 de febrero de 1927 p. 1. 96 “Como ha quedado organizada la Liga Anti-Imperialista en Santa Tecla”, El Día (2236), viernes 4 de febrero de 1927, p. 1. 97 111 lucha relacionadas a éstas, entre las cuales destacan la solidaridad con el Presidente de México, Plutarco Elías Calles y con el pueblo nicaragüense. Algunos ejemplos de estas actividades ocurrieron en el mes de enero de 1927. El 21 de enero, El Día publicó una nota que invitaba a las sociedades gremiales del país para que enviaran un designado a la próxima sesión de la Liga Anti-Imperialista; el objetivo era la organización de una gran manifestación en contra de Estados Unidos98. De igual manera, en el departamento de Santa Ana se preparaba una manifestación con el mismo tinte político, que, a su vez, iba ser dedicada a México y a Nicaragua por ser los dos lugares donde la presión imperialista se manifestaba con mayor vehemencia. Por esa razón, estaban invitados el Ministro Mexicano en El Salvador, Ing. Julio A. Madero y un representante del presidente liberal Juan Bautista Sacasa. Así lo describe la nota: Anoche organizóse una manifestación popular de cinco mil personas que recorrieron las calles. Oradores condenaron enérgicamente la política imperialista de Norte América con respecto a Nicaragua y México. Para el próximo domingo la Liga Anti Imperialista prepara otra, en que exhibirán banderas de todas las repúblicas hispanoamericanas, conducidas por ciudadanos respectivos de los países. Cada día aumenta el disgusto popular contra la política del dólar99. El sábado 29 de enero La Prensa publicó una reseña acerca de las labores que realizaba la Liga centrándose en la organización de la gran manifestación que preparaba en contra del intervencionismo estadounidense. Según el periódico, Miguel Pinto, presidente de la Liga, expuso el objeto de la sesión y la razón para la que habían sido invitados los representantes de las diversas asociaciones capitalinas: “darle forma tangible a una manifestación popular que, tanto por el número, como por la imponencia, compostura y seriedad signifique el genuino sentir del pueblo salvadoreño, en el asunto de la hegemonía yanqui en América Latina”100. “La Liga Anti-Imperialista de esta capital está preparando una manifestación”, El Día (2224), viernes 21 de enero de 1927, p.1. 98 “Manifestaciones de la Liga Anti-Imperialista en Santa Ana”, El Día (2225), sábado 22 de enero de 1927, p. 1. 99 100 “Labores de la Liga Anti-Imperialista”, La Prensa (4563), sábado 29 de enero de 1927, p. 15. 112 En síntesis, en dicha sesión se acordó celebrar la manifestación el domingo seis de febrero a las tres de la tarde. El punto de encuentro para la actividad fue el Campo de Marte. De igual manera, quedó resuelto que la directiva de la Liga concluyese la organización de la marcha. Por otra parte, es importante destacar las organizaciones invitadas que participaron en dicha sesión: Asistieron los delgados siguientes: Don Santiago David García y Manuel de J. Mena, por la Regional de Trabajadores; Don Julio G. Teresón, por la Sociedad de Artesanos «La Concordia»; don Abel Ciudad Real, por la Sociedad de Obreros del Salvador Federada; Don Leónidas Ticas M., por la Sociedad de Empleados de Comercio; Don Alfonso Cañas, por la Sociedad Estudiantes de Jurisprudencia; Don Enrique Cañas, por el Consejo Obrero; Don Víctor Manuel Noublen, por la Sociedad de Estudiantes de Medicina101. Como se puede observar en la anterior cita, la liga liberal logró articular diversos sectores sociales. El listado muestra una heterogénea participación, desde sectores obreros hasta sectores estudiantiles y capas medias. Sin duda, el éxito de esa aglutinación responde al rechazo de la política expansionista estadounidense; no obstante, a nuestro parecer, no se puede menospreciar el liderazgo alcanzado por el movimiento antiimperialista liberal, ni su carácter nacionalista, pluralista e incluyente. Finalmente, otra de las actividades importantes que desempeñó la Liga antimperialista capitalina fue la producción intelectual. Es decir, la redacción del pensamiento antimperialista latinoamericano. Si bien es cierto, varios de sus integrantes escribían constantemente en los periódicos, una actividad que tuvo mucho peso fue la propaganda de los ideales antimperialistas; para ello acordaron formular un cuestionario dirigido a pensadores internacionalistas de América Latina. El documento estuvo bajo la responsabilidad de Rosendo Argüello, José de Jesús Zamora, Constantino González y Juan Felipe Toruño. Dicho cuestionario se lanzó a todo el continente y tuvo las siguientes preguntas: 101 Ibid. 113 Cuestionario de la Liga Anti Imperialista para el Continente Colombino 1- ¿Qué objeto tienen los Congresos Panamericanos en presencia de los continuos atentados del imperialismo norteamericano? 2- ¿Qué ventajas trae la sumisión que observan la mayoría de los Gobiernos latinoamericanos ante la pérdida diplomacia del dólar? 3- -¿Qué métodos prácticas deben sugerirse para asegurar la independencia de las pequeñas nacionalidades de la América Española? 4- ¿Será patriótico comprometer empréstitos onerosos la independencia de los pueblos hispanoamericanos? 5- ¿Deben los Gobiernos continuar otorgando concesiones y privilegios a ciudadanos o empresas norteamericanas? 6- ¿Qué importancia tendría sistematizar el boicoteo a los productos estadunidenses, como medio de defensa y sanción contra el artero imperialismo norteamericano? 7- El reconocimiento de un Gobierno de Latino América por los Estados unidos, ¿implica alianza, protección e intervención de parte del Gobierno reconocedor? 8- El reconocimiento de un Gobierno de Hispano América por parte de los Estados Unidos ¿obliga a los otros gobiernos a otorgar igual reconocimiento? 9- ¿Debe sustituirse el Panamericanismo por el Iberoamericanismo? 10- Caso de subsistir el Panamericanismo, ¿convendría que su cede permanezca en Washinton y que siga como Director, indefinidamente, un ciudadano de Estados Unidos? 11- En vista del desarrollo alcanzado política y económicamente por algunos de los países de la América española, ¿no se impone la necesidad de adoptar una pauta de política internacional que nos ponga a salvo de la interpretación imperialista de la Doctrina Monroe? 12- Dada la notoria injusticia con que proceden los Estados Unidos como árbitros de las disputas territoriales, ¿sería conveniente continuar erigiéndolos en jueces de toda controversia? 13- En el caso particular de Centro América, y convencidos de la ineficacia y peligros que apareja la dolorosa injerencia de los Estados Unidos en la celebración de pactos centroamericanos, ¿será patriótico concederles participación en dichos tratados?102 Ciertamente, a lo largo del periodo que cubre esta investigación, no se refleja respuesta de dicho formulario; sin embargo, es menester dejar claro que se ha consultado las fuentes hasta el año de 1927. En definitiva, como bien señala López Bernal: “aunque la mayoría de los dirigentes de la Liga Antiimperialista eran intelectuales, sus planteamientos rápidamente encontraron eco entre los obreros y los estudiantes”103. Efectivamente, su producción 102 “Sesión de la Liga Anti-Imperialista”, Diario Latino (10867), viernes 20 de mayo de 1927, p. 1. 103 Carlos Gregorio López Bernal, op. cit., p. 195. 114 teórica, a través de periódicos o conferencias, llegó a los espacios donde se nutrió la población sobre las ideas antiimperialista de la época; prueba de ello fueron todas la adhesiones y suscripciones de los distintos sectores de la población. En resumen, en el presente apartado se buscó mostrar la ideología y las principales ideas políticas de la Liga Anti-Imperialista de San Salvador, a la vez, sus principales actividades y labores para lograr su causa. Ahora bien, todo el ideario antes comentado se enmarca dentro del periodo fundacional que comprende desde noviembre de 1926 hasta diciembre de 1927. Por otra parte, es importante señalar que a partir de septiembre de 1927 la información registrada en los periódicos disminuyó considerablemente. Si bien es cierto, las fuentes consultadas ofrecen mayor información en los primeros meses de funcionamiento, entiéndase noviembre de 1926 a marzo de 1927, a partir de abril no dejaron de aparecer notas relacionadas al funcionamiento de la Liga; no obstante, a partir de septiembre la información propiamente de la Liga no presentó mayor ocupación en las páginas de los rotativos: al parecer, la situación en Nicaragua y el discurso antiimperialista expresado en artículos de opinión dominaron los impresos. Conclusiones A lo largo del presente capítulo se expuso que la fundación de la Liga Antiimperialista de San Salvador estuvo a cargo de un importante sector de intelectuales salvadoreños y nicaragüenses. En ese sentido, el interés primordial de estos personajes notables era solidarizarse con el pueblo nicaragüense y con otros pueblos latinoamericanos que sufrían, o habían sufrido, el impacto de la política intervencionista estadounidense: México, República Dominicana, Puerto Rico, Cuba, Panamá, etc. Asimismo, puede afirmarse que otra de las preocupaciones que movieron a estos hombres vinculados a las letras era acercar las ideas ilustradas que ya empezaban a marcar la vida política de otras sociedades latinoamericanas, como por ejemplo el caso de México. En otras palabras, buscaban establecer un orden democrático, autónomo 115 que, a su vez, permitiera completa independencia en términos económicos. De ahí entonces su postura nacionalista que, a nuestro parecer, no se trataba de un nacionalismo chovinista, sino un enorme deseo por desarrollar todos los aspectos (políticos, económicos, sociales y culturales) que limitaban a El Salvador y a la región. Por otra parte, es importante destacar que, a partir del análisis elaborado en el presente capítulo, la Liga de San Salvador no se fundó para legitimar a otra potencia que compitiera contra Estados Unidos u otras potencias europeas, entiéndase la Unión Soviética. Ni para legitimar partidos políticos de ninguna corriente ideológica. La Liga se erigió con el interés de contrarrestar al que para ellos era el principal enemigo de las naciones: Estados Unidos. No obstante, no consideraban enemigo a todo el país, sino a un pequeño sector, el sector empresarial: Wall Street, es decir, el grupo financiero y poderoso que dictaba la política exterior norteamericana. En definitiva, la Liga Antiimperialista constituida en la capital salvadoreña no tenía filiación marxista-leninista. Con base a las fuentes consultadas, puede afirmarse que ideológicamente no logró identificarse y suscribirse al discurso e ideario cominternista que caracterizó a la mayoría de ligas fundadas en el continente. De hecho su postura estaba más cercana a movimientos políticos como la Revolución agraria mexicana e incluso a algunos postulados del APRA. En otras palabras, puede afirmarse que la Liga de San Salvador desde su actitud nacionalista y liberal, adoptó un discurso que combinó al menos dos corrientes antiimperialistas: la unionista (con tinte arielista) y la nacionalista revolucionaria. Ahora bien, a pesar de no acercarse ideológicamente con la LADLA y menos a Moscú (al menos en su periodo fundacional), tampoco rechazaron al movimiento obrero, ni comunista; lejos de eso se vincularon a éstos con el fin de lograr su propósito: enfrentar al poderío estadounidense. En ese sentido, conviene hacer una revisión de nuevas fuentes, adicionales a las que se estudiaron en la presente investigación, para analizar la sección centroamericana de la LADLA, y para revisar la orientación que tomó la Liga liberal de San Salvador en los años próximos a la crisis económica mundial y frente a la hegemonía comunista de Stalin. En la misma línea, corresponde reconstruir el movimiento cominternista 116 antiimperialista y estudiar si existió alguna vinculación más fuerte entre las dos corrientes documentadas en el caso salvadoreño o si ocurrió lo contrario. 117 Apéndice 1 Breve descripción de los impresos vinculados a la Liga Antiimperialista de San Salvador: Diario Latino, Revista Ateneo de El Salvador, La Prensa y El Día A continuación se mostrará una breve aproximación a los medios impresos que fueron cercanos y, en algunos casos, casi órganos de la Liga Antiimperialista de San Salvador. Sin duda alguna, se trata de periódicos −y una revista− eminentemente suscritos al discurso democrático y nacionalista que abanderaba buena parte del sector salvadoreño más ilustrado de la época. En ese sentido, interesa mostrar y dejar claro las razones por las que dichos medios fueron fundados, así como su participación en la vida política, económica y cultural del país. En cada caso se expondrá sus fechas de fundación, su línea editorial y la vinculación de sus propietarios, directores, redactores o editores con el movimiento antiimperialista salvadoreño. Finalmente, es necesario destacar que no fueron los únicos medios impresos cercanos al movimiento antes señalado; no obstante, fueron las únicas fuentes a las que se tuvo acceso para indagar el periodo que interesa. 1. Diario Latino Diario Latino fue fundado en 1908 por Miguel Pinto padre. Previo a su fundación, existía el periódico Siglo XX que antes de fenecer fue asumido por Pinto y lo fusionó a la empresa tipográfica La Luz. En 1896, Siglo XX, a causa de un incendio, se transformó al nombre de El Latinoamericano y ya para 1908 se convirtió a Diario Latino, nombre con el que funcionó por décadas y con el que ostentó, en el gremio periodístico, la calificación de ser “el decano" de la prensa nacional y el del diarismo 118 independiente en Centroamérica. En palabras de Luis Gallego Valdés, se constituyó “en defensor permanente del ideario democrático”1. Para el escritor nicaragüense Juan Felipe Toruño, con ese diario se erigió en el país la libertad sin divisas partidaristas, pues el director propietario contaba con sólido criterio ético. Así lo caracterizó Toruño: Unos y otros tenían espacio en las páginas; pero nada de contubernios y contemplaciones con lo deshonesto. Desnudez en las ideas y en los procedimientos. Ningún medio tono ni media voz en lo veraz. Una línea recta ejemplar sobre que se apoyasen perpendiculares en la trayectoria del pensamiento libre. Tal era –y es en la actualidad conservando su liberalismo– el distintivo de este diario que amanece en noviembre de 18902. Miguel Pinto, escritor y poeta de gran prestigio, inició su carrera periodística en 1892; para el 7 de noviembre de 1908, día que su empresa adoptó el nombre de Diario Latino, Pinto tenía recorrida una década de experiencia. De ahí entonces que en la primera publicación del Latino, al momento de señalar los ideales del periódico, entre los principales puntos refleja lo siguiente: en primer lugar, dejaba claro que se dedicaría a la “atención preferente a los derechos de las clases humildes, que llaman desheredadas, que son verdaderamente el alma nacional y la revelación propia del valor intrínseco de un pueblo”3. En segundo lugar, declaraba que no sería un periódico sectario, a su vez, que miraría más allá de las fronteras salvadoreñas. Así lo declaraba en el citado editorial: No ha de ser un periódico sectario que lleve por cause tan estrecho lo que el pensamiento libre pueda concebir para el mejoramiento político de las Naciones del istmo; y sin que se nos tache de abrigar infundada pretensión, los de todo el continente latinoamericano, pues como indica el título de nuestro Diario, hemos de trabajar con Luis Gallegos Valdés, Panorama de la literatura salvadoreña: del período precolombino a 1980, UCA editores, San Salvador, 1981, p. 136. 1 Juan Felipe Toruño, Desarrollo Literario de El Salvador, Departamento Editorial del Ministerio de Cultura, San Salvador, 1958, p. 188. 2 Ítalo López Vallecillos, El Periodismo en El Salvador: bosquejo histórico-documental, precedidos de apuntes sobre la prensa colonial hispanoamericana, UCA editores, 2° edición, San Salvador, 1987, p. 379. 3 119 inquebrantable perseverancia por todo aquello que concurra a la verificación del nobilísimo propósito del gran Bolívar4. Otro aspecto importante que señala su primer editorial es la necesidad de iluminar al país, necesidad heredada, al parecer, del liberalismo ilustrado que protagonizó el último cuarto del siglo diecinueve: “Como hemos de atender al mayor número de necesidades públicas, nuestro Diario se ocupará de todos los asuntos que se rocen con los nacionales, procurando en los límites de nuestros esfuerzos, hacer luz: valiéndonos para ello de un lenguaje sincero y veraz en la medida de nuestro humilde criterio”5. En definitiva, los propósitos de Diario Latino eran fundamentalmente informar sobre aspectos políticos, económicos y administrativos del país, sin descartar la imperiosa necesidad de cultivar las letras en El Salvador. En otros términos, su interés era brindar información útil sobre la realidad del país y excitar a todos los ciudadanos a emitir sus opiniones al respecto. Por otra parte, es menester señalar que el periódico defendió los postulados de la política hispanoamericana independiente, ajena a toda intervención colonialista o imperialista; prueba de ello es el papel protagónico de su director en la fundación de la Liga Antiimperialista de San Salvador. Su defensa a la soberanía de los pueblos latinoamericanos puede identificarse en su lema: “por el hogar y por la patria” 6. En esa línea, conviene comentar un editorial publicado en 1977, en ocasión a su sexagésimo noveno aniversario. En ese texto, Diario Latino realizó una breve sinopsis de su luchadora vida histórica. A continuación un fragmento que hace referencia a la primera intervención norteamericana en territorio nicaragüense durante el siglo XX: Diario Latino se ha distinguido en las campañas desarrolladas en favor de causas elevadas: la libertad, el orden, la justicia, el respeto a la ley. En 1912 la voz de este Diario Salvadoreño se elevó para condenar la intervención armada de los Estados 4 Ibíd., p. 379. 5 Ibíd. 6 Ibíd. 120 Unidos tanto en Cuba como en Nicaragua, habiendo entonces su Director escrito la que llamó Doctrina Continental, de honda ideología boliviana7. Así, Diario Latino mostró ese espíritu progresista y defensor de la soberanía de los pueblos y en buena medida, las ideas de los grandes patriotas del continente: Simón Bolívar, José Martí, entre otros. Otro ejemplo de ese espíritu libertador lo representa la doctrina a la que alude la cita anterior. Dicha doctrina fue publicada, nuevamente, el 22 de noviembre de 1926, precisamente un día antes de divulgar la noticia acerca de fundación de la Liga Anti-Imperialista de San Salvador. El texto se difundió bajo el título “La nueva doctrina” y contenía las bases de esa nueva propuesta. Según la nota, el documento había sido escrito catorce años antes de la publicación en cuestión, es decir, en 1912. En síntesis, se trató de una Proclamación de una nueva doctrina compuesta por 17 puntos, entre los que destacan: 1° Las naciones que componen el Continente Latinoamericano, hacen alianza defensiva para el caso de invasión exterior; 2° Se comprometen a formar un Estado Mayor Continental que se encargará de la reglamentación de la defensa, de la movilización, etc., compuesto de tácticos de todas las naciones signatarias; 13° Se elaborará un plan de protección comercial extranjera equitativamente calculado que sirva de fuerza neutralizadora en el caso de conquista; 14° Se comprometen a promover un concurso para la composición de un himno continental que se cantará, invariablemente, después del himno nacional, para afirmar la idea de la existencia de una patria mayor y común, 15° Se determina la creación del emblema continental que será enarbolado con el de cada sección mientras se adopta como único símbolo el de la Patria Grande8. El artículo finaliza con una nota del autor –Miguel Pinto– en la cual expresa que se reproduce nuevamente por tratarse de un asunto todavía trascendental para ese momento. Vale señalar que dicho escrito, en su primera impresión (1912), fue reproducido por algunos de los principales periódicos de América Latina9. En resumen, ese continentalismo, a nuestro parecer, es explícito en las páginas publicadas entre los 7 Ibíd. Véase: “Proclamación de una nueva doctrina”, Diario Latino (10719), lunes 22 de noviembre de 1926, p. 8. 8 9 Ibíd. 121 años 1926 y 1927. En ese sentido, algunas de las ideas antimperialistas y anticolonialistas que promovió Latino han sido expuestas a lo largo del presente trabajo. Finalmente, es oportuno citar un breve listado de personajes notables, vinculados a las letras, a la ciencia y a la política salvadoreña, que brindaron su colaboración en “el decano” del periodismo salvadoreño: David J. Guzmán, Rafael Reyes, Santiago I. Barberena, Francisco Gavidia, Hermógenes Alvarado, Jorge Lardé, Pío Romero Bosque, Rafael Severo López, Reyes Arrieta Rossi, Enrique Córdova, Miguel Tomás Molina, J. Max Olano, Sarbelio Navarrete, José María Peralta Lagos, José E. Suay, Napoleón Viera Altamirano, Ricardo Adán Funes, Juan Ramón Uriarte, Alberto Masferrer, Alfredo Parada, Pedro Flores, entre otros10. 2. Revista Ateneo de El Salvador La sociedad o instituto Ateneo de El Salvador surgió a partir de diversas inquietudes académicas y culturales de sobresalientes artistas e intelectuales salvadoreños. Después de varias reuniones informales en el antiguo parque Dueñas, posteriormente llamado Plaza Libertad, se llegó a la conclusión de fundar una sociedad literaria. Así el 22 de septiembre de 1912, auspiciados por el Presidente de la República Doctor Manuel Enrique Araujo, se fundó el “Ateneo de El Salvador”. El primer presidente fue José Dolores Corpeño, cuya administración continuó cuatro años más. Algunas anécdotas de su fundación fueron recogidas por Ramón López Jimenez, que en ocasión a los primeros 50 años del Ateneo lo narró de la siguiente manera: En el local de la Dirección General de Correos, con la finalidad de formar una sociedad científico-literaria y artística, se reunieron el doctor José Dolores Corpeño, el poeta Manuel Álvarez Magaña, poeta Jorge F. Zepeda, escritor Salvador L. Erazo, periodista Manuel Andino, don José Burgos Cuéllar, profesor J. Fernando Chávez, don Manuel Masferrer C., poetas Armando Rodríguez Portillo y Salvador Turcios R., Historiador don Miguel Ángel García, don J. Antonio Irías, poeta Augusto Castro Ramírez, don Joaquín Serra, Dr. Juan Gomar y el publicista don Abraham Rodríguez Peña… 10 Ítalo López Vallecillos, op. cit., pp. 380-381. 122 Se dispuso también editar un órgano de publicidad, que debería llevar el propio nombre de la Institución, Revista que tendría como Director a Manuel Álvarez Magaña y como Redactores a Jorge F. Zepeda y Manuel Andino; y Administrador al poeta Turcios11. Desde el primero de diciembre de 1912, día que salió el primer número de la revista Ateneo de El Salvador, la publicación se mantuvo constante al menos hasta la celebración de sus cincuenta años. Es importante señalar que en ese primer número, la revista trae un mensaje del presidente Araujo, quién, como se mencionó antes, ayudó considerablemente (concediendo locales gratuitos para celebrar sesiones) a los primeros pasos del Ateneo12. Sin duda, la relación de la intelectualidad de la época con el entonces poder político fue estrecha y de mucha cooperación. Conviene citar el llamamiento que realizó el poeta Turcios a sus colegas con motivo del asesinato del Presidente Araujo. Turcios, señaló: Compañeros; tenemos el inmenso deber que cumplir con relación a la memoria del esclarecido Gobernante Dr. Manuel Enrique Araujo, quien vigorizó decididamente el renacimiento literario del país y que contribuyó eficazmente a la existencia del Ateneo de El Salvador, y este deber debemos exteriorizarlo, organizando un Homenaje fúnebre en honor de aquel prócer mandatario, publicando un número extraordinario de la Revista; que esta Institución nombre una comisión encargada de reunir en un libro, las crónicas, artículos y poesías que se han escrito con motivo del trágico fallecimiento del Dr. Araujo; que se le conceda el título honorífico de “Gran Protector de las Letras Nacionales”; que se acoja oficialmente por el Ateneo la idea de que se perpetúe en un monumento nacional la memoria del Dr. Araujo.13 De esa manera, la relación de esta Institución con las autoridades del país se mantuvo por años; se debe tener en cuenta que muchas figuras ateneístas formaron parte de misiones diplomáticas. Un ejemplo de esa relación con las autoridades políticas del país fue en el año de 1921 cuando la primera sesión del año la presidió el entonces gobernante de la República, Jorge Meléndez, “con asistencia del Presidente de la Ramón López Jiménez, “Síntesis Histórica del Ateneo de El Salvador en Medio Siglo de Existencia”, Ateneo de El Salvador (233-234), julio a diciembre de 1962, p. 17. 11 No resulta extraño que en ocasión de los cincuenta años de existencia, el Ateneo colocó una guirnalda de flores en la tumba de Araujo. La ofrenda estuvo a cargo de Juan Felipe Toruño. Véase: Ibíd., p. 18. 12 13 Ibíd., p. 21. 123 Institución don Francisco Gavidia y de numerosa concurrencia”14. Esa primera sesión de 1921 se celebró con un programa especial en la que los escritores Antonio Ochoa Alcántara y Salvador R. Merlos tuvieron especial participación. Para esos años, entre las actividades que realizó el Ateneo, junto con la Municipalidad de San Salvador, fue abrir certámenes literarios y algunos de sus socios participaron como jurados en la celebración de los Juegos Florales. Asimismo, David J. Guzmán abanderó desde el Ateneo el funcionamiento del “Aula escolar ateneísta”, que consistió en un proyecto educativo abierto con asignaturas desde la oratoria hasta la contabilidad mercantil. Ahora bien, respecto al tema que nos ocupa en esta investigación, es decir, la fundación de la Liga Antiimperialista de San Salvador, puede afirmarse que el Ateneo vivió en 1927, según el autor de la síntesis histórica, un momento de gloria por la posición que asumió la institución frente a los hechos que ocurrían en Nicaragua. En esa línea, el presidente del organismo, Dr. Lázaro Mendoza, en sesión extraordinaria, expresó la posición oficial del Ateneo de cara a la situación nicaragüense. Mendoza manifestó: Que denunciaba el actual estado de cosas en Nicaragua, ocasionado por la intervención indebida del Gobierno de los Estados Unidos en los asuntos internos de aquel país; que tales hechos amenazaban profundamente, no sólo la soberanía de la Nación hermana, sino también los de América Latina, particularmente la de los pueblos libres del istmo Centro Americano; y que en atención a las expresadas dificultades de Nicaragua, sin disputa las más graves que se registran en los anales históricos del nuevo Continente, hacían moción para que el Ateneo adoptara alguna resolución que estuviese en consonancia con el prestigio que hasta entonces había conquistado este Instituto15. Según el resumen historiográfico antes citado, las palabras de Mendoza fueron consideradas como muestras de entusiasmo patriótico, que después de una amplia, meditada y serena discusión, se resolvió elaborar una enérgica protesta que llevara el sentir de dicha sociedad contra las tendencias imperialistas del Gobierno de los Estados 14 Ibíd., p. 19. 15 Ibíd., pp. 24-25. 124 Unidos. Según se contrastó con las fuentes de 1927, los doctores Lázaro Mendoza, Rosalío A. Carrillo, don Juan F. Toruño y don Saturnino Cortés Durán, quedaron encargados de redactar la protesta16. No obstante, a partir de esta síntesis histórica del Ateneo, puede afirmarse que después de finalizar la década de los años 20’s la actividad de dicha sociedad cobró un carácter más cultural, es decir, su preocupación fue profundizar la producción científica, literaria y artística salvadoreña. Respecto a su revista, puede afirmarse que funcionó como una verdadera palestra que plasmó el pensamiento de personajes notables de la historia política y cultural del país. Una breve muestra la constituye el listado de Presidentes que tuvo el Ateneo de El Salvador en sus primeros cincuenta años de funcionamiento (ver cuadro 1). Cuadro 1 Presidentes del Ateneo de El Salvador, desde su fundación hasta 1962 Año 1912-1914 1915 1916 1917 1918-1921 1922 1923 1924 1925 1926 1927 1928 1929 1930-1931 1932 1933 1934 1935 1936 Presidente Dr. José Dolores Corpeño Don Francisco Gavidia Dr. Juan Gomar Dr. Rafael B. Colindres Don Francisco Gavidia Dr. David de J. Guzmán Dr. Miguel A. Fortín Dr. César Virgilio Miranda Dr. Manuel Quijano Hernández Gral. E Ing. José María Peralta Lagos Dr. Lázaro Mendoza Dr. Rosalío Acosta Carrillo Gral. Maximiliano Hernández Martínez Dr. Victorino Ayala Dr. Francisco Funes Pineda Gral. e Ing. José María Peralta Lagos Don Francisco Gavidia Dr. Francisco Funes Pineda Don Miguel Pinto (por renuncia de éste, quedó el “Labores del Ateneo. Actas celebradas en el Ateneo de El Salvador”, Ateneo de El Salvador (116-118), enero-marzo de 1927, p. 4577. 16 125 1937 1938 1939 1940 1941 1942 1943-1944 1945-1948 1949 1950 1951 1952 1953 1954 1955 1956 1957 1958 1959 1960 1961 1962 Vicepresidente, Prof. Gilberto Valencia Robleto) Don Francisco Gavidia Don Hugo Rinker Don Hugo Rinker (por fallecimiento de éste tomó la Presidencia el Dr. Arístides Palacios) Dr. Arístides Palacios Dr. Lisandro Villalobos Dr. Arístides Palacios Prof. José Andrés Orantes Dr. Nazario Soriano Dr. H. C. Juan Felipe Toruño Dr. H. C. Juan Felipe Toruño (Don Braulio Pérez Marchant, como Vicepresidente, terminó el período, de julio a Octubre) Br. Jorge Lardé y Larín Prof. Alfredo Betancourt (por ausencia de éste, desempeñó la Presidencia dos meses el Dr. Manuel Vidal) Dr. H. C. Juan Felipe Toruño Cnel. e Ing. Simeón Ángel Alfaro Dr. Arístides Palacios Dr. H. C. Juan Felipe Toruño Dr. Arnoldo Hirlemann Dr. Rosendo Morán Monterrosa Crnel. e Ing. Simeón Ángel Alfaro (por muerte de éste, lo sustituyó el Vicepresidente Dr. Manuel Vidal) Dr. Arnoldo Hirlemann Dr. Arístides Palacios Dr. Rosendo Morán Monterrosa. Fuente: Elaboración propia con base en: Ramón López Jiménez, “Síntesis Histórica del Ateneo de El Salvador en Medio Siglo de Existencia”, Ateneo de El Salvador (233-234), San Salvador, julio a diciembre, 1962, pp. 35-36. En definitiva, la labor del Ateneo de El Salvador puede resumirse en las siguientes palabras del escritor Juan Felipe Toruño. Para él se constituyó como el “decano de los centros de su índole, reúne literatos, artistas, profesionales, profesores. No es institución para principiantes sino para elementos formados y de respaldo intelectual, artístico o literario”17. 17 Juan Felipe Toruño, Desarrollo Literario de El Salvador, op. cit., p. 255. 126 3. La Prensa Periódico que salió al público el 10 de mayo de 1915, editado por los hermanos José y Antonio Dutriz, en Tipografía La Unión. Se trató de un periódico de gran dimensión y de técnica mexicana centrado en un carácter informativo18. Sin lugar a dudas, con el tiempo llegó a convertirse en uno de los rotativos más importantes de la prensa salvadoreña. En la época de su fundación, sus principales competidores eran Diario del Salvador y Diario Latino, dirigido por Román Mayorga Rivas y Miguel Pinto, respectivamente. La Prensa, pretendió ser una fuente informativa independiente de todo poder político o económico, es decir, aplicaron las nuevas corrientes que provenían de Estados Unidos y países avanzados de América Latina en su quehacer periodístico; para sus fundadores su misión debían llevarla a cabo de manera independiente y no subsistir sólo como apoyo de partidos políticos19. José Dutriz, efectivamente, plasmó esa postura independiente en un editorial redactado en el año de 1926, año de fuerte interés para el presente trabajo. En ese sentido, dejó clara su línea de conducción del periódico: La principal misión del periodista es decir al pueblo la verdad, y su más imperiosa necesidad es lograr ser independiente. El propietario de un periódico que necesita para sostenerlo de las subvenciones gubernativas o de la ayuda de partidos políticos, ha fracasado en su alta misión de servir lealmente a los intereses de la comunidad20. De acuerdo al anterior texto, puede afirmarse que La Prensa nació con la intención de incidir en la vida social y política de El Salvador, es decir, en la construcción de una nueva nación. En la primera nota editorial, del 10 de mayo de 1915, titulada “A guisa de Editorial del diario La Prensa”, el editorialista señala las pretensiones del periódico por trabajar en las distintas aristas de la vida comercial, 18 Ibíd., p. 190. Véase: José Dutriz, José Dutriz y el diario La Prensa (1915-1934), Dirección de Publicaciones e Impresos, San Salvador, 2002, p. 12. 19 20 Ibíd., pp. 12-13. 127 agrícola e intelectual del país. Entre los principales puntos de su programa de acción se encuentran: en primer lugar, contribuir a consolidar la armonía social y política en la familia salvadoreña, “como una condición indispensable para conseguir el triunfo definitivo de la prosperidad nacional a que debe contribuir constantemente el bien entendido patriotismo en nuestros pueblos”21. Un segundo aspecto a destacar es el interés del periódico por abogar a favor de los intereses del pueblo y, a su vez, velar por las justas aspiraciones de progreso y de engrandecimiento del mismo. Finalmente, debe destacarse el interés por la clase obrera, es decir, para que ésta tuviera acceso a la información publicada. Así lo sentencian en el cuarto punto del editorial: […] nuestra publicación estará al alcance de todos, especialmente de la clase obrera nacional, porque comprendemos que la prensa diaria no debe perseguir solamente un fin puramente comercial, sino que también, por el contrario, debe esforzarse por ser prácticamente útil y moderada en la circulación de la vida económica del pueblo que la sostiene22. Por otro lado, se debe señalar la postura antimperialista que mantuvo La Prensa. De ahí entonces que ante los hechos que acontecían en Nicaragua, es decir, ante la amenaza imperialista de Estados Unidos, su director, José Dutriz, formó parte – fungiendo como Fiscal– de la primera junta directiva de La Liga Anti-imperialista de San Salvador. Dado el carácter provisional de dicha junta directiva, en abril de 1927, Dutriz renunció a su cargo23; no obstante, no fue razón para que el periódico dejara de sostener una postura crítica y antiimperialista. Ello lo demuestran sus publicaciones de los años 1927 y 1928. Un ejemplo para ese último año es el editorial titulado “El principio de no intervención”, publicado el miércoles 22 de febrero de 1928. En dicho texto, La Prensa deja clara sus ideas respecto a como se trató el problema de las intervenciones en la VI 21 Ibíd., p. 43. 22 Ibíd., p. 44 Véase: “Renuncia irrevocable”, La Prensa, (4623), sábado 2 de abril de 1927, p. 1. También disponible en: La Prensa, Libro diamante: La Prensa Gráfica, Tomo I, La Prensa Gráfica, San Salvador, 1994, p. 132. 23 128 Conferencia Panamericana realizada en La Habana, Cuba. Para el editorialista, dicho cónclave no se pronunció de manera categórica respecto a las intervenciones en el Continente; de hecho, el documento manifiesta estar de acuerdo con el delegado salvadoreño, Doctor José Gustavo Guerrero, quien secundado por las delegaciones de México y Argentina, sostuvieron una postura en pro de la soberanía de todos los pueblos americanos, es decir, buscando paz y respeto en la región24. Otra publicación interesante para el año de 1928, fue la conferencia que brindó el aprista Víctor Raúl Haya de la Torre en El Salvador. Según La Prensa, Haya de la Torre, acompañado de Esteban Pavletich, desarrolló una conferencia que versaba sobre “La reforma universitaria”. El editorialista calificó la conferencia y al disertador como un gran orador, un revolucionario de la palabra y como un nuevo ejemplar del tribuno25. Así se puede resumir en el siguiente párrafo: La conferencia de Haya de la Torre fue una constante sucesión de éxitos. El auditorio parecía fascinado. El asunto de “La reforma universitaria” fue traído desde sus orígenes que, según explicó el orador, los tuvo en la benemérita Universidad de Córdoba, República de Argentina, allá por el año 191826. Finalmente, no está demás señalar el carácter unionista de La Prensa. En medio de su ideal patriótico, fue desarrollada una postura de unión del istmo, una patria que trascendió a Centroamérica. De igual manera, no puede dejarse de lado el interés que brindó el periódico por las letras de El Salvador y por toda producción artística cultural en general. Un último aspecto a señalar es que José Dutriz se mantuvo frente a la dirección de La Prensa hasta el año de 1934, año que fue sustituido por el periodista Manuel Andino, quien antes había sido director de diario El Día. Andino fungió como director hasta 1939, época en que La Prensa se fusionó con el periódico El Gráfico, de ahí su nombre actual: La Prensa Gráfica. 24 Véase: José Dutriz, op. cit., pp. 71-72. 25 Ibíd., p. 208. 26 Ibíd., p. 208. 129 4. Diario El Día Publicación centrada en la información y cultura, dirigido por el Dr. Rafael V. Castro. Fue editado en la Imprenta La República bajo los auspicios del Centro Editorial Salvadoreño. Según Ítalo López Vallecillos, se empezó a publicar en 1923, siendo sus directores: Alberto Masferrer y Juan Ramón Uriarte. Fungió como jefe de Redacción Manuel Andino (1892-1958), quien pocos meses después asumió la dirección. Para López Vallecillos “El Día mantuvo la atención del país por la amenidad de sus secciones, la claridad de sus notas editoriales, sus crónicas y artículos sobre asuntos de interés general. Manuel Andino, bajo el pseudónimo de Mateo Abril, realizó una fecunda labor periodística”27. Trabajaron también en El Día personajes de abundante peso intelectual, tal es el caso de Vicente Rosales y Rosales y Juan Felipe Toruño. De igual manera, entre sus colaboradores figuraron personajes de gran trayectoria literaria en el ámbito nacional y regional, como: Arturo Ambrogi, Salvador Cañas, José Valdés, Manuel Barba Salinas, entre otros. Al parecer, se trató de un periódico cuya vocación política guardaba cierto nacionalismo inspirado en el liberalismo ilustrado de finales del siglo XIX. De ahí entonces que dicha publicación manifestara una seria preocupación por la reorganización de la vida nacional. Ciertamente, El Día durante sus once años consecutivos de información mostró un interés por alcanzar un crecimiento en todas las áreas del país, y para ello creía necesario trabajar de la mano con el poder político, así lo señala en su primer editorial: “No queda más que la airosa posición en que nos hemos colocado y en la que permaneceremos firme: frente a frente, no como adversarios inverecundos, sino como dos fuerzas convergentes a una misma aspiración suprema: el Progreso”28. 27 Ítalo López Vallecillos, op. cit., p. 357. 28 Ibíd., p. 359. 130 Apéndice 2 Breves datos biográficos sobre algunos miembros fundadores de la Liga Antiimperialista de San Salvador La Liga Antiimperialista de San Salvador, como se vio en el segundo capítulo, fue fundada el 20 de noviembre de 1926 por una serie de reconocidos periodistas, escritores y notables profesionales salvadoreños y nicaragüenses. Si bien es cierto, la trayectoria de la mayoría de sus miembros es de gran magnitud, sus ideas políticas han sido poco abordadas. A continuación se presenta un breve perfil de algunos de los nombres señalados en el manifiesto fundacional. Es necesario aclarar que la intención de las siguientes líneas es aproximarse a sus filiaciones políticas e ideológicas, esto a partir de sus escritos o de la referencia que otros autores hacen sobre ellos. Interesa, pues, dejar establecidas las motivaciones de estos notables frente al conflicto nicaragüense y frente a la amenaza regional que constituía Estados Unidos. Conviene señalar que la siguiente selección depende meramente de las referencias encontradas en las fuentes a las que se ha tenido acceso para la presente investigación. 1. Salvador Ricardo Merlos (1890-1965) Poeta y prolífico escritor. Estudio Derecho y obtuvo el título de abogado por la Universidad de El Salvador. Para el año de 1914, con su libro Los males de la raza recibió como distinción la medalla de plata en los Juegos Florales de San José Costa Rica, juegos celebrados con motivo de la celebración del centenario del prócer costarricense Juan Rafael Mora. Merlos se caracterizó por ser un escritor que defendió su postura política. De ahí entonces que buena parte de su actividad intelectual la haya dedicado a estudiar y entender la dominación norteamericana en el subcontinente americano y en concreto en el istmo centroamericano. En su trabajo América Latina ante el peligro, publicado también en 1914, Merlos abordó aspectos esenciales para alcanzar dicha empresa, tales 131 como: la política expansiva de los Estados Unidos, la labor del Partido Republicano estadounidense y la necesidad de una lucha centroamericana. En buena medida, el prólogo de su investigación hace alusión a esa necesidad de conocer cuál era el peligro hacia América Latina: Y es tomando consideración ese estado actual de varios pueblos de la América Latina y muy especialmente de la América Central; es pensando en esa crisis política que desgraciadamente atravesamos y en ese peligro que amenaza borrarnos del universo, que formulo este trabajo, grito de alarma y de protesta brotando de un corazón que contempla indignado los repetidos ultrajes que una nación poderosa, en mala hora dirigida por una turba de filibusteros, ha cometido en pueblos relativamente jóvenes por el solo hecho de extender su territorio a fuerza de conquistas29. En definitiva, su libro es una auténtica denuncia, una protesta y una invocación al patriotismo centroamericano. Ciertamente, el estudio si bien data de 1914, es decir, que enfrenta a la primera invasión norteamericana a Nicaragua durante el siglo XX, detalla y realiza una investigación rigurosa sobre la situación del continente. En ese sentido, no resulta extraña la vinculación del Dr. Salvador Merlos con la Universidad Popular de San Salvador y otras Universidades populares que funcionaban en todo el país30. Si bien es cierto, sus principales trabajos académicos fueron América Latina ante el peligro y Los males de la raza, no puede obviarse su ingente labor en las revistas y publicaciones de su época. Un breve itinerario de su actividad ensayística y política, previa a la fundación de la Liga Antiimperialista, nos lleva al año de 1911, cuando siendo un estudiante de ciencias jurídicas, participó en la redacción de La Tribuna, semanario que fungió como órgano de los Estudiantes Salvadoreños. A juicio de López Vallecillos, el semanario en cuestión se trató de una publicación escrita con un “fondo doctrinario enmarcado dentro del liberalismo de mejor cepa, logró conmover la opinión Salvador R. Merlos, América Latina ante el peligro, Imprenta nueva de Gerardo Matamoros, San José, 1914, p. 7. 29 Según Jorge Arias Gómez, “entre los profesores de la Universidad Popular se distinguieron, por sus orientaciones y calidad didáctica, Salvador Ricardo Merlos, el maestro normalista Francisco Luarca (el famoso Indio Luarca) y los jóvenes universitarios Alfredo Díaz Nuila y Alfonso Rochac”. Véase: Jorge Arias Gómez, op. cit., p. 51. 30 132 pública”31. La Tribuna circuló hasta 1912, y se trató de una publicación preocupada por la situación de los obreros y de las capas medias de El Salvador. Para el año de 1917, en la ciudad de Santa Tecla, Merlos colaboró en la fundación de la revista Alba, una “publicación mensual de ciencias, literatura, socialismo y variedades”32. En julio del siguiente año, Salvador R. Merlos se vinculó, participando como secretario, al Consejo Supremo de la Federación de Trabajadores y, más en concreto, como redactor de su publicación quincenal Unión Obrera Salvadoreña. En 1925 colaboró con la revista mensual Isidro Menéndez, órgano de la Sociedad de Estudiantes de Jurisprudencia y Ciencias Sociales, fundada en julio de 1924. Según López Vallecillos, Isidro Menéndez reprodujo un breve ensayo de Merlos referente a la unión política de Centro América. Para López, la revista en cuestión, “indica que el Dr. Merlos es un polemista de fuste, y un espíritu liberal dispuesto a la lucha patriótica. Expulsado del país varias veces, la obra del Dr. Merlos en el campo jurídico, y en el ensayo político, merece el análisis y la valoración de los críticos”33. Finalmente, en 1944 participó en el levantamiento para derrocar al General Maximiliano Hernández Martínez, que gobernaba desde finales de 1931. Perteneció al Ateneo de El Salvador, membresía de casi todos los intelectuales más connotados del país. Indudablemente, Merlos se constituyó como un intelectual emblemático en las disputas políticas del país y de la región. Su beligerancia, a mi juicio, lo caracterizó como un pensador apasionado con sus ideas sociológicas y políticas. En el mismo prólogo antes citado, Salvador R. Merlos señala cómo, a su modo de ver, debe actuar un escritor frente a su realidad: El escritor, más que para deleitar, debe servir para reformar, para combatir todo lo malo que a su paso se presente, para extinguir fanatismos, para derribar prejuicios, para Véase: Ítalo López Vallecillos, El Periodismo en El Salvador: bosquejo histórico-documental, precedidos de apuntes sobre la prensa colonial hispanoamericana, UCA editores, 2° edición, San Salvador, 1987, p. 303. 31 32 Ibíd., p. 242. 33 Ibíd., p. 253. 133 borrar convencionalismos, para defender la democracia; para preparar el terreno en que deben levantarse las generaciones del porvenir. Todo escritor, para ser completo, debe también ser un luchador34. 2. Miguel Pinto (1865-1940) Como se señaló en la caracterización de Diario Latino, Miguel Pinto (padre) fue fundador y director de dicho periódico. En ese sentido, fue considerado por sus contemporáneos como el propulsor de la prensa libre en la región. Por otro lado, Pinto, similar a otros miembros de la Liga (como José de Jesús Zamora y Juan Felipe Toruño), formó parte de la Masonería salvadoreña desempeñándose en 1916 como Venerable Maestro de la Logia “Excelsior 17 Número 3”35 de San Salvador. A partir de su labor literaria, académica y periodística, fue calificado como un defensor diligente de la libertad, la justicia y el respeto a la ley. Dicha calificación le valió no sólo en El Salvador, sino en el subcontinente latinoamericano, principalmente en América Central. Un ejemplo concreto de esa valentía y determinación por defender la Patria se encuentra en el siguiente fragmento tomado de un editorial de Diario Latino: Un gran Poder que falsamente se nos ha aproximado con mefistofélicas ofertas de protección, corrompe nuestro ambiente, explota nuestra disolución, impone su fuerza, allana nuestros hogares, ultraja nuestra debilidad, se adueña de los haberes de nuestro trabajo y anula por completo el ejercicio de nuestra ciudadanía; con este omnímodo influjo estorba imperiosamente todo lo que tiende a nuestra organización, para fortalecer el ejercicio de sus atrabiliarios procedimientos de conquista36. Más adelante, nuestro autor señala la que debía ser otra connotada revolución en la región Centroamericana, a su juicio, similar a la del General Morazán. En esa línea, sentencia: Hemos llegado a un momento de peligro inminente que debe hacernos recapacitar y sin vacilaciones entrar de lleno en vía de la más rápida reconstrucción de nuestras 34 Salvador Ricardo Merlos, América Latina ante el peligro, op. cit., p. 13. “Venerables Maestros de la Respetable Logia Excelsior 17 N°3”, Shittah, Edición Especial Conmemorando los 100 años de vida de la RLS Excélsior (143), Año XLV, enero-abril, 1982, p. 18. 35 36 1. “¿Verdadera Revolución? El Credo de la Patria”, Diario Latino (10869), lunes 23 de mayo de 1927, p. 134 nacionalidades, en los instantes en el que el peligro está a nuestras puertas con la amenaza más perentoria37. Muestra de ello fue su participación como presidente de la Liga Antiimperialista de San Salvador. Por otra parte, en la Revista del Ateneo de El Salvador, se publicó una nota titulada Bocetos del libro inédito: “La República de El Salvador bajo diferentes aspectos” escrito en inglés y español por Rafael García Escobar. En ésta obra se caracterizó a un buen número de escritores e intelectuales de la época. Sobre Miguel Pinto se escribió lo siguiente: Periodista sincero y de claro talento, Director y propietario de «Diario Latino». Ha escrito mucho en verso y en prosa; su estilo es hermoso y fácil; no tiene pretensiones literarias y sí mucho mérito. Maneja el género epigramático con gracia y elegancia. En su juventud fue el azote del clero, su pluma estaba siempre lista para el combate y llegó a tener fama de polemista. El diarismo es la ocupación que hoy embarga todas sus energías. Posee conocimientos técnicos sobre la música, y con la misma facilidad que escribe en prosa lo hace en verso. Es uno de los que orientaron nuestros primeros pasos literarios38. Más adelante, acompañado de una fotografía de Pinto, agregan: Notable periodista y escritor, de gran juicio y cordura, que trabaja sin descanso por la Patria y el Hogar. Ilustre director de Diario Latino, periódico de los más serios y mejor redactados del país. Es uno de los más aventajados representativos intelectuales y compositor musical salvadoreño39. No cabe duda que Miguel Pinto, como señala Luis Gallegos Valdés, fue un impulsor del periodismo salvadoreño, a la vez, se constituyó como un defensor permanente del ideario democrático y de la independencia del diarismo nacional 40. A nuestra opinión, ese pensamiento progresista y liberal, se encuentra plasmado en el programa ideológico del diario que él dirigió: 37 Ibíd. “Bocetos del libro inédito: “La República de El Salvador bajo diferentes aspectos” escrito en inglés y español por Rafael García Escobar”, Revista del Ateneo de El Salvador (103), enero 1926, p. 4077. 38 39 Ibíd., p. 4079. Luis Gallegos Valdés, Panorama de la literatura salvadoreña: del período precolombino a 1980, UCA editores, San Salvador, 1981, p. 136. 40 135 Diario Latino, netamente independiente, no tiene nexos políticos ni con los de arriba, ni con los de abajo. … Ni dádivas ni amenazas la extravían del acatamiento a sus deberes para con la Patria, ni le harán caer en claudicaciones justamente vituperables41. En síntesis, Miguel Pinto, como otros notables fundadores y miembros de la Liga Antiimperialista, han sido poco estudiados. En el caso de Pinto, su labor ha sido reconocida desde el periodismo; dejando de lado todo el aporte político y cultural que brindó a la realidad salvadoreña y regional. 3. José Dutriz (1877-1946) Fundador y Primer Director de La Prensa. Nació en julio de 1877 en la ciudad de Santa Ana, El Salvador, hijo de padre español, José Dutriz, y madre guatemalteca de descendencia austríaca, Pilar Reffsmann de Dutriz. Para Ítalo López Vallecillos, Dutriz desde muy joven sintió deseos de dedicar su vida al periodismo: En las memorias que escribiera, pocos meses antes de morir, relata con palabra emocionada esa aspiración. Dicho trabajo, incompleto, en manos de sus hijos, dice en uno de sus párrafos: “Yo soñé un día, cuando apenas era un cándido adolescente, ser el director y dueño de una empresa periodística que fuera digna de mi patria. Aquel sueño se convirtió más tarde en un deseo ardiente y fue después la obsesión constante de mi vida. ¿Se convirtió al final de muchas penas y trabajos ese sueño siempre acariciado en una realidad? La humana vanidad, de la que ningún hombre escapa, me asegura que sí, pero no basta42. Indudablemente, el trabajo periodístico de Dutriz abonó a esa concepción patriótica de El Salvador. Para el nicaragüense José Lacayo Téllez, La Prensa era el reflejo del curso evolutivo que llevaba el país. Así lo señalaba Téllez en un editorial publicado en 1916 y titulado La Prensa: Vanguardia del periodismo centroamericano. A continuación, un extracto del escrito de Téllez: 41 “Nuestro programa ideológico”, Diario Latino (11041), viernes 16 de diciembre de 1927, p. 2. Ítalo López Vallecillos, op. cit., p. 384. Un fragmento de dicha memoria fue publicada en el año 2002, bajo el título de “Recordando mi vida. Cuarenta años de lucha”, véase: José Dutriz, José Dutriz y el diario La Prensa (1915-1934), Dirección de Publicaciones e Impresos, San Salvador, 2002, pp. 21-37. 42 136 Don José Dutriz, director del diario, ha sabido rodearse de los elementos más apropiados para la consecución del patriótico fin que persigue ese fin cultural, nacionalista que es innato en los salvadoreños y que está llamado a engrandecer muy pronto la patria de Gerardo Barrios43. Y es que, efectivamente, la redacción del periódico La Prensa estaba compuesto por cultos escritores salvadoreños y centroamericanos. Asimismo, Dutriz logró entablar buenas relaciones con periodistas foráneos, de ahí que desarrollara un distinguido servicio cablegráfico nacional y extranjero (Europa, Estados Unidos, Argentina y México). Por otra parte, Dutriz, al igual que Pinto, también sobresalió como defensor de las causas justas. Desde su periódico sostuvo que su labor estaba al lado de la verdad, de la imparcialidad y de la justicia44. En esa línea, su nacionalismo, en términos generales, esto es, económicos o comerciales y culturales, se demostraba en el interés por llevar información, cultura, es decir, por ilustrar a la población salvadoreña. Una muestra de ese interés fue su solidaridad con Diario Latino cuando este último fue destruido a causa de un incendio en el año de 1928. Dutriz, en una nota, comunicó a Miguel Pinto que ofrecía sus servicios para que siguiera la publicación del Latino. Así le escribió: Don Miguel: en estos momentos pongo a su orden, tipos de imprenta, papel, tinta, muebles y hasta casa, para que, usted pueda, si así lo desea, desde mañana la publicación de su diario. Deploro sinceramente la desgracia ocurrida y al demostrarle mi amistad franca vengo también a decirle que La Prensa lamenta como propio este desastre45. Si bien es cierto, podría considerarse ambos periódicos como competencia, como se mencionó en el primer apéndice; sin embargo, no se trataba de una riña y las palabras de Dutriz lo demuestran. A nuestro entender, se trata de una complicidad entre ambos personajes por alcanzar el proyecto liberal al que ambos estaban suscritos. 43 José Dutriz, José Dutriz y el diario La Prensa (1915-1934), op. cit., p. 54. 44 Véase: Ibíd., p. 65. 45 Ibíd., pp. 78-79. 137 En definitiva, si bien se trató de una solidaridad hacía el empresario, también puede leerse como una necesidad para alcanzar la libertad y la autonomía de El Salvador y de la región. 4. Juan Felipe Toruño (1898-1980) Juan Felipe Toruño nació el primero de mayo de 1898 en la ciudad de León, Nicaragua. En 1910, siendo todavía adolescente, mostró su tendencia liberal al enlistarse en el ejército para defender la constitucionalidad del presidente Dr. José Madriz, quien sustituyó al General Zelaya. Madriz fue derrocado, merced al apoyo que recibió el general Juan José Estrada de los Estados Unidos. Toruño se escondió en la selva nicaragüense por seis meses, regresó a León descalzo y cubierto de harapos. Según sus biógrafos, “contaba que su fusil era más alto que él. Esta experiencia en la selva le proporcionó el material y el escenario para su novela cumbre El silencio, como también para algunos de sus cuentos, como «Chupasangre», consignados en su libro de cuentos De dos tierras”46. Su ocupación por la literatura se registró hasta abril de 1918 cuando se inició en el periodismo nicaragüense con el Eco Nacional, periódico de su ciudad natal dirigido por el también antimperialista José Constantino González 47. En ese mismo año fundó la primera revista quincenal consagrada a Rubén Darío. A través de la revista, quiso estimular especialmente a los jóvenes de su generación a continuar la labor lírica y narrativa que inició Darío. Un año después, asumió la dirección del diario Eco Nacional48. En el año 1922 publicó su primer poemario, titulado Senderos espirituales. Al año siguiente, en el mes de abril, después de vender su revista Darío que había publicado 69 46 Juan Felipe Toruño, El Silencio, Editorial Delgado, 3° edición, San Salvador, 2010, p. 7. Ítalo López Vallecillos, op. cit., p. 452. José Constantino González, nicaragüense radicado en El Salvador, formó parte de la directiva fundacional de la Liga Antiimperialista de San Salvador. Véase: “Se ha organizado una Liga Anti-Imperialista”, La Prensa (4506), op. cit., p. 4. 47 48 Juan Felipe Toruño, El Silencio, op. cit., p. 7. 138 números, salió de Nicaragua rumbo a Cuba donde lo esperaba el Dr. Manuel Carbonel, quien le había ofrecido trabajo en la revista El Fígaro de la Habana. Sin embargo, una fuerte tempestad estropeó el barco en que viajaba y de esa forma se quedó en El Salvador donde trabajó como periodista, publicó sus libros y además impartió clases en el Departamento de Letras de la Universidad Nacional de El Salvador. Se debe tener en cuenta que para esos años, es decir, la primera mitad de los años veinte, La Habana sirvió como refugio para activistas e intelectuales antiimperialistas de gran talla a nivel latinoamericano. Así lo señala Daniel Kersffeld en su trabajo historiográfico sobre la constitución de la Liga Antiimperialista en Cuba: Un último factor que sin duda alguna contribuyó a brindar a la Liga un perfil decididamente latinoamericanista y al mismo tiempo augurar el buen éxito de sus emprendimientos en Cuba, lo constituyó la presencia en ella de un variado conjunto de militantes y dirigentes de origen extranjero, muchos de ellos comunistas y antimperialistas que habían tenido que huir de las dictaduras que gobernaban en sus países de origen. Y pese a todo, Cuba todavía podía ser un país receptor de esta particular clase de inmigrantes, por lo menos, hasta la llegada de Gerardo Machado al poder. Así, y si el grupo de los venezolanos residentes en Cuba se nutrió de activistas como los hermanos Gustavo y Eduardo Machado, Salvador de la Plaza y Carlos Aponte (a los que luego se sumarían también Francisco Laguado Jayme, José A. Silva Márquez y el general antigomecista Bartolomé Ferrer), pronto a estos se sumaría una camada de militantes de origen peruano, entre los que se contaban los apristas Luis F. Bustamante, Esteban Pavletich y Jacobo Hurwitz, todos ellos recientemente expulsados de Panamá49. Por otra parte, es innegable la labor prolífica de escritor y crítico literario de Toruño, pero su labor de educador y forjador de jóvenes poetas es muy grande y poco estudiada50. De igual forma su labor y filiación política es poco conocida. Si bien es cierto, se encuentran varios documentos sobre su literatura o sobre la crítica literaria que él realizó, es difícil encontrar documentos políticos de su pluma. 49 Daniel Kersffeld, De cara al Sol, Editorial Historia, La Habana, 2009, pp. 15-16. En El Salvador Juan Felipe Toruño inició la misma labor de proselitismo literario que realizó en Nicaragua, llegando a ser considerado promotor de generaciones de escritores, tarea que desarrolló durante cincuenta años a través de sus “Sábados de Diario Latino”. Véase: Juan Felipe Toruño, El Silencio, op. cit., p.19. 50 139 Toruño radicó en El Salvador desde 1923 donde trabajó como columnista del Diario del Salvador, Diario El Día y Diario Latino. En 1925 ingresó al Ateneo Nacional de El Salvador, ese mismo año fue nombrado Venerable Maestro de la Logia Masónica 51. En 1932 creó la página cultural Sábado de Diario Latino y la mantuvo hasta 1980, tres meses antes de morir. Sin duda, es interesante cómo Toruño, desde la literatura, mostró también su filiación liberal. Un ejemplo, a nuestro parecer, fue el reconocimiento de los valores femeninos en las letras centroamericanas. En 1942 brindó una conferencia en el Tercer Congreso Internacional de Literatura Iberoamericana, celebrado en la Universidad de Tulane, New Orleans. El título de su ponencia fue: “Función del pensamiento en estructuras de la América nueva: la mujer, factor indispensable para la evolución,” posteriormente fue publicado en San Salvador por la Revista El Ateneo de El Salvador52. De igual manera, en su trabajo Desarrollo literario de El Salvador dedicó un capítulo al pensamiento femenino; y también publicó un ensayo denominado “La mujer en las letras salvadoreñas”. Se debe tomar en cuenta que toda esta producción ensayística fue elaborada en la primera mitad del siglo XX. Ahora bien, como se dijo antes, aprehender el pensamiento político de Juan Felipe Toruño es una labor pendiente, una primera aproximación puede realizarse desde su escritura literaria. Su postura antiimperialista puede encontrarse incluso en algunos textos publicados en los años 40’s del siglo pasado. En el poemario Huésped de la noche y otros poemas, publicado en 1947, nos encontramos con el siguiente texto titulado Poema Minaslagos; a mi juicio, con clara alusión a la historia política y social nicaragüense: Moras en una alfombra que han formado laspeluznas del sol de Nicaragua: de un sol de tierra y fuego, 51 Juan Felipe Toruño, El Silencio, op. cit., p. 12. 52 Ibíd., p. 20. 140 de un sol de agua y de grito, de un sol de Nicaragua hecho pedazos en los vientres de minas y de lagos53. En ese mismo libro, se encuentra una serie de comentarios sobre la labor intelectual de Toruño. Llama la atención la descripción y el saludo que hace el argentino Francisco A. Profano: Juan Felipe Toruño no es, recalcamos, un mero soñador de fantasías maravillosas, sino que también es un pujante hombre de acción, que más bien parece huido de la concepción existencial de Kierkegaard y plasmado en la vida cual un nuevo Cid Campeador de la Verdad, la Belleza y el Bien, triada platónica sobre la que gira la humana evolución universal. Sea, pues, esta breve glosa, un homenaje argentino al notable escritor y pensador que encarna la recia personalidad del egregio poeta salvadoreño y señalamos a Juan Felipe Toruño como una de las figuras cimeras que con enfervorizado empeño y quijotesca valentía defiende los superiores valores del espíritu, en la forma ejemplarizadora que encarna bella, profunda y altivamente, su «Mensaje a los Hombres de América»54. Asimismo, en otro trabajo literario de Toruño, más con un carácter antológico, nos encontramos con algunos de sus primeros versos. Resulta interesante como en esas publicaciones, 32 años después de su salida de Nicaragua, nuestro autor hace referencia al primer cuarto del siglo XX en Nicaragua. El texto en cuestión se titula Ciudad dormida: León Nicaragua y fue publicado en 1955. En éste, se encuentra el siguiente poema: Las XI de la mañana En las calles la gente se fastidia. ¡Oh! Cierra tus ojos pobre alma, te obliga el cautiverio de este rudo momento que a tu sentir aterra. Refúgiate en el limpio sagrado de tu imperio Nostalgia en todas partes. Esta hora no encierra nada de poesía. Camina hacia el misterio: 53 Juan Felipe Toruño, Huésped de la noche y otros poemas, sin editorial, San Salvador, 1947, p. 54. Ibíd., pp. 88-89. Es menester señalar que en la publicación hay una nota aclaratoria sobre la nacionalidad de Juan Felipe Toruño. Así lo sentencia dicha nota: “Queremos hacer la observación de que Juan Felipe Toruño es nicaragüense y que debido a que su labor se ha desarrollado en Cuzcatlán, los que le tratan a distancia lo creen como tal, aunque en realidad esto no quita ni pone, ya que Toruño es tan nicaragüense como salvadoreño, y porque pronto –no hay duda– El Salvador, como Nicaragua y como Guatemala, pertenecerán a una sola nación: Centroamérica”. 54 141 el sol clava sus lanzas de luz sobre la tierra y el rostro del día se va poniendo serio. Y un soldado yanqui vestido de pus pasa55: luce la risa imbécil que distingue a su raza. Y Máximo Jerez meditativo y triste finge un cirio de mármol, que a los años resiste, en el centro del parque –y resuenan las XI– al parque lo custodian cuatro leones de bronce56. Si bien es cierto, el poema por sí solo resulta llamativo para entender su vocación antiimperialista, más impactante es la nota que Toruño escribe como pie de página sobre el texto: Tal como fue escrito, así dejo este poema que forma parte de mi primer libro publicado en León, Nicaragua, en 1922. Lo incluyo porque presenta el ambiente de la ciudad por los años en que la marinería estadounidense irrumpió en mi patria interviniendo directamente en su política, en su economía y en su vida. Los marinos en León en 1912, acamparon en la Plaza de San José, en La Merced, y en la Catedral, Calle Ancha y Subtiava57. Otro trabajo literario que merece la pena comentar, para comprender la magnitud de Juan Felipe Toruño en el mundo intelectual y académico centroamericano, es su obra Poesía y poetas de América: trayecto en ámbitos, fisonomías y posiciones. Se trata de una obra que muestra la poética americana y todas sus escuelas y tendencias literarias a nivel mundial que, a su vez, fueron retomadas en nuestro continente. En resumen, en esta obra Toruño realiza una revisión acuciosa desde el regazo colonial hasta los días de su publicación en 1944. Se trata, en palabras de él, de una Panorámica de América. Se debe destacar que esta obra en el año de 1945 fue declarada libro de consulta en las clases de En una nota publicada en el libro Poesía y poetas de América: trayecto en ámbitos, fisonomías y posiciones, sobre sí mismo, Juan Felipe Toruño escribió: “En el poemario del «Horario Sentimental», puede verse lo que sigue «Y un soldado yanqui vestido de pus pasa». En vez de decir vestido de kaki, dijo de pus. Y de pus, precisamente, porque la pus es repugnante y en aquella época de la penetración marinera estadounidense, el soldado de la ocupación repugnaba. Por lo dicho hay en ello una doble metáfora: el color de la pus y la repugnancia de la pus”. Véase: Juan Felipe Toruño, Poesía y poetas de América: trayecto en ámbitos, fisonomías y posiciones, sin editorial, Imprenta Funes, San Salvador, 1944, p. 273. 55 56 Juan Felipe Toruño, Ciudad dormida: León, Nicaragua, Ediciones Orto, San Salvador, 1955, p. 225. 57 Ibíd., p. 225. 142 Literatura de las escuelas por el Ministerio de Cultura Popular salvadoreño y por el Ministerio de Instrucción Pública nicaragüense. En el caso de El Salvador, el acuerdo ejecutivo sentencia lo siguiente: No 1106 San Salvador 5 de mayo de 1945. El Ministro de Cultura Popular ha tomado en cuenta los méritos literarios y didácticos que contiene la obra Poesía y poetas de América, de la cual es autor don Juan Felipe Toruño, y visto el parecer emitido por la Jefatura del Departamento de Enseñanza de Ciencias y Letras, ACUERDA: adoptar la obra de referencia como libro de consulta en las clases de Literatura de Cuarto y Quinto Cursos de Ciencias y Letras.- Comuníquese (Rubricado por el Señor Presidente) El Ministro de Cultura, Castro58. En esa misma compilación de la obra poética de América, y cada uno de sus autores, Juan Felipe Toruño realiza una aproximación a muchos escritores que pertenecieron a la Liga Antiimperialista. Sobre Leonardo Montalbán 59, nicaragüense que fungió como quinto vocal de la Liga, lo cataloga como un costumbrista que dividió su labor entre el periodismo, la leyenda, la tradición y el verso. Autor de El Momento Fugaz, Bajo el Sol de México (crónicas), e Historia de la Literatura en la América Central (dos tomos). Para Toruño, casi todos los autores nicaragüenses de la época se agrupan en derredor de la revista Alba que dirigía a principios del siglo, Antonio Medrano. Por otra parte, Toruño también aborda a otros dos miembros nicaragüenses de la Liga Antiimperialista: Constantino González y Agenor Argüello, secretario y miembro fundador; respectivamente. De ambos Toruño dará una caracterización más fugaz. Sobre el primero, lo describe como “nervio, vivacidad, valentía, acuciosidad, rapidez: periodista a lo Alejandro Sux”60. Sobre Agenor Argüello comenta que entró a la redacción de la revista Darío. A la vez, lo definió como fuerte y pasional. “Ha publicado ya varios libro, entre ellos: Cuentos de Otoño en Primavera (poemas), Ánforas de 58 Acuerdo N° 1106, Diario Oficial (102), lunes 14 de mayo de 1945, San Salvador, p. 1557. Véase: Juan Felipe Toruño, Poesía y poetas de América: trayecto en ámbitos, fisonomías y posiciones, op. cit., p. 271. 59 60 Ibíd., p. 273. 143 Silencio (poemas) y una serie de ensayos, como La Escuela Rural, libro para niños, etc. Es una robusta personalidad mental”61. Sin lugar a duda, de todos los miembros fundadores Juan Felipe Toruño ha sido el más estudiado; no obstante, con su pensamiento político se tiene una gran deuda, se conoce muy poco sobre su activismo liberal y antiimperialista. Para citar un ejemplo, en junio de 1927, La Liga Antiimperialista decidió lanzar un informe de sus primeros seis meses de vida, y se comisionó a Juan F. Toruño para que hiciera el mencionado informe. Según la nota: En el informe podrá verse la ardua tarea, puesto que será minuciosamente detallado todo y se verá quiénes fueron los más activos, los que cooperaron con mayor eficacia en un sentido o en otro. Será, pues un informe amplísimo; informe que la Liga dará cada seis meses para que se vea la eficiencia de la labor y el trabajo encaminado a defender los intereses latinoamericanos62. En conclusión, Juan Felipe Toruño pertenece a esa clase de escritores que señalaba Merlos, es decir, además de escritor, un luchador. Su membresía en la Liga Anti-Imperialista y en el Ateneo de El Salvador lo demuestran. Por otra parte, podría resultar exagerado dedicar más espacio a Toruño que a otros miembros fundadores; no obstante, su labor intelectual y política permite hacer ese acercamiento más detallado. A la vez, investigarlo permite un acercamiento a otros autores del movimiento. Sin ninguna duda, aún queda mucho por investigar sobre él y sobre el resto de participantes. 61 Ibíd. “La Liga Anti-imperialista lanzará un informe”, Diario Latino (10895), miércoles 22 de junio de 1927, p. 1. 62 144 Conclusiones finales Una vez analizados los dos primeros años de funcionamiento de la Liga Antiimperialista de San Salvador, podemos concluir que uno de los principales objetivos de su creación consistió en solidarizarse con los pueblos hispanoamericanos sometidos a la intromisión de Estados Unidos; principalmente con el pueblo de Nicaragua. Dicho en otros términos, la Liga salvadoreña que se estudió a lo largo de la investigación, a diferencia de otras organizaciones antiestadounidenses vinculadas a la Internacional Comunista o Comintern −cuyo fin era erigir un frente antiimperialista, pero, a la vez, crear adeptos para defender y legitimar a la Unión Soviética−, su constitución fue más genuina, pues obedeció, a mi parecer, a la necesidad de edificar una organización verdaderamente inclusiva, capaz de aglutinar todo el malestar ocasionado por la política exterior y financiera del país norteamericano. Por tanto, puede inferirse a partir de esa condición genuina de sus fundadores el interés liberal de los mismos por alcanzar un Estado democrático, soberano y garante de justicia para toda la población. También puede afirmarse, y concluir, que ese interés por alcanzar soberanía económica y política no existía sólo en las cabezas fundadoras del movimiento en cuestión, sino que se había expandido a varios sectores y en varias localidades salvadoreñas de la época. De ahí entonces, que a partir de esa concepción liberal e inclusiva, arriba mencionada, se puede sostener que en el caso salvadoreño no sólo existió una liga liberal, sino varias ligas con esta ideología, de las cuales la mayoría estaban vinculadas a la capitalina, pero con una estructura independiente a la misma. De igual manera, puede afirmarse que dicha corriente se nutrió de otras doctrinas que existieron en el continente: la unionista-arielista y la nacionalista revolucionaria. Finalmente, al terminar este trabajo podemos concluir que en El Salvador coexistieron más de una organización antiimperialista o de una corriente antiimperialista. Al menos tres propuestas se manifestaron el debate antiestadounidense: la liberal, representada en 145 la Liga de San Salvador y de otras ciudades; la unionista, representada en el grupo “La joven Centro América”; y, finalmente la cominternista, representada en la sección salvadoreña de la LADLA. Ahora bien, una vez esbozadas, y aclaradas, las principales directrices ideológicas de la liga liberal de la capital salvadoreña, toca ahora plantearnos algunas preguntas que evidentemente nos quedan en el tintero: ¿Cómo evolucionó el movimiento antiimperialista salvadoreño? ¿Cuál fue el desenlace de la organización y que opción política tomaron sus miembros? ¿Se transformaron, como otras agrupaciones antiimperialistas del continente, en partidos comunistas? Junto a estas preguntas se debe agregar que a partir de 1928 el escenario mundial se enredó más. Entre algunos elementos que coadyuvaron a esa complicación podemos citar: a) la fragmentación de la izquierda latinoamericana cuya culminación ocurrió en Bruselas, hecho que se analizó en el capítulo dos; b) la constitución de Augusto C. Sandino como máxima figura de la rebeldía armada nicaragüense y del antiimperialismo mundial, situación que incluso lo llevó a entablar vínculos con todas las corrientes antiimperialistas de la época; c) la hegemonía de Stalin en la Unión Soviética, por tanto, en el movimiento comunista internacional. Esa situación desencadenó un cambio en la estrategia del Comintern, lo que forzó un desprendimiento de todos los grupos “aliados” (no comunistas), que, a partir de ese momento se convertirían en enemigos, ¿Es eso lo que ocurrió también en El Salvador?; d) la crisis económica mundial de 1929 y su impacto en la región; e) finalmente, la insurrección campesina de 1932. Sin duda, es necesario indagar si estos acontecimientos y situaciones permearon a las diversas agrupaciones antiimperialistas salvadoreñas, de ser así, es necesario aclarar qué consecuencias produjo. Como reflexión final, considero que más allá de la información novedosa que arroja el presente trabajo, lo más importante son todas las puertas que abre; todos los temas pendientes por investigar. En buena media he tratado de irlos planteando a lo largo de la tesis; sin embargo, no está demás señalar nuevos contenidos y/o recalcar los que se mencionaron en el desarrollo de los capítulos. En primer lugar, se conoce muy poco sobre la sección salvadoreña de la LADLA; en ese sentido, interesa estudiarla a 146 fondo y examinar cómo fue su relación con el Partido Comunista Salvadoreño (PCS): cabe preguntarse ¿Ocurrió como el caso cubano que la organización antiimperialista colaboró en la creación de la organización partidaria? Además, interesa saber la evolución de los miembros cominternistas. Llama la atención, por ejemplo, el caso de Alfonso Rochac, secretario del sector de estudiantes e intelectuales de vanguardia de la LADLA salvadoreña en 1926, que para 1928-1929 mostraba ideas más cercanas a la filiación aprista que cominternista. Sin duda que resulta atrayente rastrear todo ese tránsito ideológico. Por otra parte, despierta mucho interés el hecho de que la sección salvadoreña comunista contara con un secretariado femenino −mientras que la organización liberal, que se supone tenía una vocación más inclusiva no dio muestras de cambios en su mentalidad patriarcal−. Otro aspecto que a mi juicio amerita un estudio detallado es sobre la constitución del andamiaje intelectual antiimperialista salvadoreño. Es necesario aclarar y reconstruir, bajo la metodología de redes sociales, todos los grupos y corrientes antiimperiaslitas que existieron en la época y cómo se vincularon entre ellos. De igual manera, es importante sistematizar todo el pensamiento político de personajes antiimperialistas que en la actualidad han sido abordados sólo por su aporte literario o periodístico. No es descabellado pensar que a partir de ese tipo de análisis se podrían establecer estudios comparados entre ligas u otras organizaciones antiimperialistas de otros países con el caso salvadoreño. En definitiva, considero que mi estudio abre nuevas rutas de investigación que fácilmente puede animar y entusiasmar a otros académicos para continuar explorando el antiimperialismo en El Salvador durante el siglo XX. Ciertamente, las principales limitantes para esta empresa son las fuentes, razón por la cual constituye un reto reconstruir toda la historia de línea cominternista del antiimperialismo salvadoreño; no obstante, interesa dejar claro que ocurrió con las demás corrientes. Dicho en otros términos, es importantísimo establecer hasta cuándo duró, y cómo se clausuró, la Liga Antiimperialista de San Salvador. 147 Índice de siglas y acrónimos AC Alianza Continental AGELA Asociación General de Estudiantes Latinoamericanos AGN Archivo General de la Nación APRA Alianza Popular Revolucionaria Americana COMINTERN Internacional Comunista COPA Confederación Obrera Panamericana CROM Confederación Regional Obrero Mexicana EDSN Ejército Defensor de la Soberanía Nacional FRTS Federación Regional de Trabajadores Salvadoreños IC Internacional Comunista INAH Instituto Nacional de Antropología e Historia ISR Internacional Sindical Roja LADLA Liga Antiimperialista de las Américas MAFUENIC Comité Manos Fuera de Nicaragua MOPR Socorro Rojo Internacional (por sus siglas en ruso) PCA Partido Comunista Argentino PCM Partido Comunista Mexicano PCO Partido Comunista Obrero PCS Partido Comunista Salvadoreño SRI Socorro Rojo Internacional UES Universidad de El Salvador ULA Unión Latinoamericana UP Unión Panamericana 148 Bibliografía 1. 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Periódicos y revistas 2.1 Periódicos de El Salvador - Diario Latino (1926-1927) - La Prensa (1925-1928) - Revista Ateneo de El Salvador (1925-1927) - Diario El Día (1925-1928) - Diario Oficial (1926-1927) - Diario Católico “El Tiempo” (1931-1932) 2.2 Revistas y semanarios de El Salvador - Semanario Opinión Estudiantil (1927,1929, 1931) 149 - Revista semanal Excelsior (1928-1930) - Revista La Universidad (1926, 1929) - Revista Shittah (enero-abril, 1982) 2.3 Otros periódicos - El Machete (México, 1929) - El Libertador (México, 1925-1927) 3. Bibliografía antiimperialista - Argueta, Ricardo, “¿Quién manda en casa? 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