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Transcript
Fundamentos históricos de la medicina
Textos
clásicos
Miguel Servet (1511­1553)
La circulación pulmonar
Para este asunto hay que entender primeramente la generación sustancial del mismo espíritu vital, el cual se compone y nutre del hálito inspirado y de la sutilísima sangre. El espíritu vital tiene su origen en el ventrículo izquierdo del corazón, ayudando los pulmones principalmente a la generación del mismo. Es espíritu tenue, elaborado por la fuerza del calor, de color rojo, de potencia ígnea, de tal modo que es como vapor lúcido de la sangre más pura, conteniendo en sí mismo la sustancia de agua, aire y fuego. Se produce de la mezcla del aire inspirado, hecha en los pulmones con la sangre sutil elaborada, la cual desde el ventrículo derecho del corazón comunica al izquierdo. Sin embargo, esta comunicación no se hace por la pared del corazón, como vulgarmente se cree, sino con grande artiBicio: del ventrículo derecho del corazón, por un largo conducto a través de los pulmones, se agita la sangre sutil, preparada para los pulmones, se hace roja, y de la vena arteriosa se transfunde a la arteria venosa. Después, en la misma arteria venosa, se mezcla con el aire inspirado y, por la espiración, se limpia del hollín; Binalmente, es atraída toda la mezcla por el ventrículo izquierdo del corazón, materia apta para hacerse espíritu vital.
Que por los pulmones se hace la preparación y comunicación lo enseña la varia conjunción y comunicación de la vena arteriosa con la arteria venosa en los pulmones. Lo conBirma la grandeza de la notable vena arteriosa, la cual no fuera tal ni tan grande, ni emitiera tanta cantidad de sangre puriBicada del corazón a los pulmones, por razón de solo nutrimiento, ni por la misma razón sirviera el corazón a los pulmones, pues, como antes se ha dicho, suelen nutrirse en el embrión los mismos pulmones de otro modo, esto es, por aquellas pequeñísimas membranitas o válvulas del corazón, hasta la hora del nacimiento no abiertas, como enseña Galeno.
Luego, para otro uso, se derrama la sangre tan copiosamente del corazón a los pulmones en la hora misma del nacimiento.
Ítem más, de los pulmones al corazón no se envía simple aire, sino mezclado con sangre por la arteria venosa: luego la mezcla se veriBica en los pulmones. Aquel color rojo se da a la sangre espirituosa por los pulmones, no por el corazón. En el ventrículo izquierdo no hay lugar capaz para tanta y tan copiosa mixtión ni elaboración suBiciente para el color rojo. Finalmente, aquel tabique medio, estando falto de vasos y de condiciones, no puede ser apto para aquella elaboración y comunicación, aunque algo pueda resudar. Con el mismo artiBicio con que se hace la transfusión en el hígado de la vena porta a la vena cava por la sangre, se hace también en el pulmón la transfusión de la vena arteriosa a la arteria venosa por el espíritu. Si alguien compara estas cosas con aquellas que escribió Galeno (libros VI y VII del uso de las partes), entenderá perfectamente la verdad no advertida por Galeno. Así, pues, aquel espíritu vital se transfunde después del ventrículo izquierdo del corazón a las arterias de todo el cuerpo, de tal manera que la arteria débil o inferior busca la superior o más fuerte, en donde se elabora principalmente en la curvatura retiforme colocada en la base del cerebro, en cuyo lugar empieza a convertirse de vital en animal, aproximándose a la propia sede del alma racional. De nuevo se adelgaza más aquél por la fuerza ígnea de la mente, se elabora y se perfecciona en los tenues vasos o arterias capilares, que están colocadas en los plexos coroides y contienen la misma mente. Estos plexos penetran todas las interioridades del cerebro y ciñen por dentro los ventrículos del mismo, conservando aquellos vasos, complicados y entretejidos entre sí, hasta los orígenes de los nervios, para que se produzca en ellos la facultad de moverse y sentir.
Aquellos vasos sutilmente entretejidos de un modo admirable, aunque se llamen arterias, son, con todo, Binales de las arterias que se dirigen al origen de los nervios para ministerio de las meninges. Es un nuevo género de vasos, pues así como en la transfusión a las venas de las arterias hay en el pulmón un nuevo género de vasos de la vena y arteria, así también en la transfusión de las arterias a los nervios hay un nuevo género de vasos de la túnica de la arteria y de la meninge, siendo así que estas mismas meninges sirven de túnicas a los nervios. La sensibilidad de los nervios no está en su blanda materia ni tampoco en el cerebro. Todos los nervios terminan en unos Bilamentos de las membranas, que tienen exquisita sensibilidad, a las cuales, por esto mismo, se dirige siempre el espíritu. Asimismo, de aquellos vasitos de las meninges o coroides, como de la fuente, el espíritu animal lúcido, como rayo, se extiende y difunde por los nervios a los ojos y otros órganos sensorios. Por el mismo camino, pero viceversa, viniendo del exterior, las imágenes lúcidas de las cosas sensibles entran en la misma fuente, penetrando en el interior como por un medio lúcido.
*Christianismi restitutio, [Viennel, B. Amollet, 1553. Trad. casi. en: N. Mariscal García, Participación que tuvieron los médicos españoles en el descubrimiento de la circulación de la sangre, Madrid, Imp. J. Cosano, 1931.