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La r efor ma sanitar ia en Estados Unidos Dra. María J osé Rivell Amadoz, psiquiatra en EEUU (1) A principios del siglo XX una gran parte de la población rural norteamericana emigró a las ciudades. Este vuelco demográfico coincidió con un incremento exponencial de las tecnologías y conocimientos médicos, lo cual impulsó la construcción de hospitales y centros de salud. En 1930 la demanda de tratamientos médicos había aumentado de tal manera que surgieron en Texas el primer servicio hospitalario prepagado, denominado Blue Cross (cruz azul) y el primer seguro médico, Blue Shield (escudo azul). Entre 1940 y 1960, con la proliferación de las aseguradoras, las industrias comenzaron a ofrecer seguro médico a los empleados y a sus familias, complementando así los salarios de los trabajadores que durante la segunda guerra mundial habían permanecido congelados. Durante más de tres décadas, la Asociación Americana de Medicina (AMA) consiguió evitar que el gobierno se involucrara en las políticas de los seguros de enfermedad gracias a un intenso proceso de lobbying (presión de intereses creados) que neutralizó las propuestas de un seguro nacional de salud. Primero, en 1935, oponiéndose a la reforma sanitaria implícita en la ley Social Security Act (Decreto de la Seguridad Social) y más tarde en 1949 oponiéndose al plan Murray­Wagner­Dingel (representantes del Congreso). A comienzos de los años sesenta, la mítica presidencia de John Kennedy, transformó el áspero ambiente político existente y consiguió que Washington se hiciera más receptivo a la idea de un servicio nacional de salud. Durante esa década, se calcula que un 75% de los norteamericanos tenía seguro de salud privado. En 1965, después de la trágica muerte de Kennedy y durante el mandato del presidente Jonson, se instituyeron los programas nacionales de Medicare (cuidado médico) y Medicaid (ayuda médica) convirtiendo la sanidad en un sistema mixto en el que, por primera vez, se entrelazaba la salud pública con la privada. Medicare es un programa que ofrece seguro médico universal y completo a los mayores de 65 años. Medicaid es un programa para los americanos indigentes cuyos beneficios están basados en la renta per cápita de cada uno de los estados. En 1997 el senador Ted Kennedy, apoyado por Hillary Clinton, creó una subvención estatal denominada State Children’s and Health Insurance (seguro de salud de niños) para familias de salarios modestos que no podían optar a Medicaid. Desde entonces, este seguro se ha ocupado de seis millones y medio de niños y este año el presidente Obama ha firmado una ampliación del mismo que cubrirá a cuatro millones más. El resto del tapiz de los seguros públicos incluye: Tricare (servicio médico triopcional) destinado a los militares y sus familias; Veterans Administration (administración de veteranos) cuya competencia son los veteranos de guerra y Federal Employees Program (programa para empleados federales) que ofrece cobertura a todos los funcionarios del estado.
Hoy en día el 85% de los ciudadanos norteamericanos tiene algún tipo de seguro médico. El 58% lo obtienen a través de su trabajo, del trabajo de su pareja o de sus padres. El 27% lo recibe de uno de los programas gubernamentales mencionados en el párrafo anterior y el 8% lo compra individualmente (estas cifras son aproximadas y algunos individuos acceden a más de una de las categorías descritas). La población restante, es decir, un poco más del 15% (equivalente a 46 millones de personas) carece de seguro de salud. Los r etos del pr esidente Obama ¿Cuáles son los mayores retos que enfrenta la administración del presidente Obama con respecto al tema de la sanidad? La respuesta dista de ser sencilla ya que navegar el laberinto socio­político y económico de la sanidad existente resulta muy complejo, si bien los objetivos primordiales son fundamentalmente dos: cobertura universal y reducción de gastos. La cobertura universal es un objetivo en sí mismo; no sólo como derecho de todos los ciudadanos americanos sino también como requisito indispensable para recortar el coste desorbitado de la sanidad actual. El gasto de Estados Unidos en el área de salud es el más alto de entre todos los países desarrollados; continúa aumentando a un ritmo insostenible y es mayor que la propia inflación. Los factores que contribuyen a incrementar este gravamen presupuestario son múltiples y variados. Algunos de ellos están tan enraizados en el sistema de vida americano que resultan casi imposibles de cambiar. Por ejemplo, los norteamericanos se preocupan por la salud más que en cualquier otro país, siendo éste un fenómeno cultural derivado de un estilo de medicina más intervencionista y menos conservador que el europeo. Un complejo y car ísimo cír culo vicioso Las salas de urgencia de los hospitales están reguladas por el Emergency Medical Treatment Act (Decreto del tratamiento médico de urgencias) a raíz del cual, se ven obligadas a administrar atención médica a todos los pacientes, independientemente de su cobertura o capacidad de pago. Esta ley, convierte muchas salas de urgencias, en clínicas de facto, a las que llegan no sólo verdaderas urgencias sino también grandes números de no asegurados con problemas médicos no urgentes. Los hospitales transfieren parte del déficit acumulado en el proceso de atención a los no asegurados a la facturación de los pacientes con seguros, encareciendo y exagerando los precios. Por su parte y para no ser menos, las compañías de seguros recuperan su dinero aumentando las primas de los clientes, perpetuando así un complejo y carísimo circulo vicioso. La falta de regulación de las compañías farmacéuticas ha permitido que el precio de los medicamentos sea, en algunos casos, veinte veces mayor que en Canadá y Méjico, promoviendo la consolidación del mercado de medicinas en Internet. Actualmente, estos países venden una gran variedad de medicinas a precios de ganga. Por otro lado, la falta de regulación de las aseguradoras ha permitido, entre otras cosas, que éstas decidan qué procedimientos y tratamientos serán cubiertos por su póliza y que puedan rechazar
candidatos con condiciones médicas ya existentes (preexisting conditions). Como cabe esperar, el sector de población cubierto por seguros privados, acaba pagando de su bolsillo gran parte de la atención médica requerida. Coste sanitar io injustificado Otro hecho desconcertante es que la suma de gastos procedentes de la facturación de médicos y hospitales sea aproximadamente el doble que en Canadá. El hábito de utilizar pruebas diagnósticas de alta tecnología y la falta de coordinación a la hora de integrar información médica (de un mismo paciente) procedente de otros hospitales conlleva la repetición de pruebas y procedimientos innecesarios, que se traducen en un despilfarro difícil de justificar. Y por último, cabe mencionar que durante los dos últimos años de la vida de un norteamericano se utiliza aproximadamente un 90% de su gasto sanitario total. Esta realidad está dando pie a una gran controversia ético­moral sobre la cantidad y calidad de la atención médica proporcionada a los pacientes crónicos y terminales. Por tanto, y aunque tan sólo hayamos revisado los trazos más sobresalientes de la sanidad norteamericana, es fácil deducir que las dificultades a las que se enfrenta la administración del presidente Obama son complejas a todos los niveles. Complejas a nivel económico, dónde el reto consiste en diseñar un plan que disminuya el coste sin precedentes de la sanidad americana; complejas a nivel social, ya que lo que se persigue es un sistema justo que haga accesible la asistencia médica a todos los ciudadanos; y complejas a nivel político, donde resulta imprescindible liderar un enfoque de sanidad regulado por la opinión y necesidades de los ciudadanos, no por los intereses capitalistas de las grandes corporaciones, las aseguradoras y las compañías farmacéuticas. (1) La d oc to ra Riv ell Amad oz n ac ió en Pamplon a y es tudió Medicina en la Un iv ersidad de Navarra. Se es pec ializó en psiq uiatría en el Medical Co lleg e of Geo rg ia (Es tado s Unidos ), dón de pos terio rmente ejerció la do cen cia. En la ac tu alid ad es directora d el servic io d e Con sultation Liaiso n de la Unidad de Qu emados J os eph Still (Au gus ta, Georgia), ac tivid ad qu e co mpagina c on su c ons ulta priv ad a.