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Transcript
 III Jornadas de Investigación – II Jornadas de Extensión
Universidad de la República
Facultad de Humanidades y Ciencias de la
Educación
Depto. De Historia Universal – Historia Antigua
Investigación:
Historia Agraria Romana – Los Campesinos (S II A.C. al II D.C.)
Prof. Adj. Lic. Gloria E. Franco Pereira
Mesa: Historia Antigua
Estudios sobre Agro y Ruralidad
Noviembre de 2010
Resumen
El objetivo de esta presentación es el de dar a conocer algunos adelantos sobre la
investigación desarrollada en el Seminario “Historia, Teoría y Praxis de la Cultura Agrícola
Romana”, en el marco de la materia Historia Antigua. También integramos algunos trabajos
monográficos que han contribuido al estudio del tema.
Los aspectos aquí abordados conforman el cuerpo de una investigación más amplia que
aquella que sobre la propiedad y explotación de la tierra en Roma venimos realizando,
centrándonos en campesinos, esclavos y colonos.
Este análisis nos permite descubrir el significado real del conjunto de las fuerzas sociales y
económicas en el desarrollo de la historia Romana en el período citado. Estos siglos son
articuladores del pasaje de la grave crisis republicana, al periodo imperial y sus desafíos
estructurales.
Hemos privilegiado el análisis de los campesinos y sus roles, tanto como propietarios o
trabajadores del agro. Hasta el momento se había privilegiado el estudio de la esclavitud
dejando casi al margen la clase campesina.
Con estos análisis tratamos de acercarnos a orientaciones ya vigentes y fermentales del mundo
greco/romano que incluyen a los campesinos como actores consecuentes y determinantes,
imprescindibles en todo estudio económico.
Esta investigación ha privilegiado algunos puntos como:
I)
El análisis teórico del problema de la tierra en la antigüedad
II)
La sociedad romana y su origen campesino. La distribución del ager. La etapa
republicana. El problema agrario y las respuestas a la crisis.
III)
El Principado y la prosperidad imperial provincial y la reformulación de modelos
productivos de explotación.
IV)
El ciclo rural. Calendarios. Mitos/Ritos. Festividades.
V)
La explotación agrícola. La propiedad pública y privada. Las fincas. Instrumentos
y fuerzas de trabajo aplicados.
Nuestro corpus documental está fundamentado en el exhaustivo análisis de los “scriptores de
re rustica”; como P. Cator “De Agrícultura”, I. Columella “Dei Rusticae Libri”, M. Varro en
su “Rerum Rusticae”, complementado con la visión de Rutilus Paladius (S.IV), quien nos
permite proyectar nuestro enfoque campesino-colono, definido ya por estatutos jurídicos.
Los escritores “agronómicos” nos conducen a visiones desde saberes moralistas, empíricos y
formularios con intereses de clase claros y vinculaciones políticas. Desde estos estudios
pretenderemos desentrañar y buscar las voces de nuestros campesinos sus demandas y
acciones.
En síntesis desde estos estudios que se complementan con las opiniones de protagonistas
como Virgilio, Plinio el Viejo y los jurisconsultos, nos han permitido ir arrancando desde los
relatos “oficiales” y lugares “rigurosamente limitados” al decir de Jerzy Kolendo, a la figura
difusa del campesino romano, para situarlo como protagonista ineludible de la Historia
económica Romana bajo sus múltiples formas de relación.
I. Fundamentación
En este trabajo damos un avance sobre uno de los temas de la investigación planteada en el
resumen “El estudio del campesino romano bajo la mirada de los llamados escritores
agronómicos romanos: C. Porcius, Cato Censorios (Siglos 234-149 A.C.), A. y M. Terentius
Varro (Siglos 116-27 A.C.) y Junius Moderatus Columela (Siglo I. D.C.). En sus obras de
Agricultura”.
La elección de este segmento particular de análisis se fundamenta, en lo que se refiere al tema
elegido, en que este nos permite centrar el enfoque en actores de la vida agraria romana, como
los campesinos, poco abordados específicamente en investigaciones referidas a la vida rural
de este período (II A.C. al II D.C.).
II. Algunos aspectos metodológicos
En cuanto a las posibilidades que nos ofrecen las fuentes de los “Scriptores de Re rusticae”
(según la denominación de Glauco Tozzi) para este estudio, vemos factible su abordaje desde
puntos metodológicos de análisis que permiten extraer de textos de autores, terratenientes,
moralizantes y doctos, la realidad de otros actores silenciados y de los cuales creen ser
portavoces.
Los estudios actuales sobre la economía antigua en general y específicamente los que se
refieren al mundo rural grecorromano analizan el contexto documental a la luz de la multidisciplina, poniendo énfasis en sus aportes antropológicos, sociales y arqueológicos que nos
permiten la lectura de los corpus documentales tratando de descubrir en sus omisiones y
silencios “deliberados” las voces de los trabajadores agrarios. En este sentido y bajo esta
perspectiva, los escritos de Cato, Varro y Columela, autores de larga praxis en la producción
de sus fincas, se vuelven instrumentos de gran importancia para el análisis de las condiciones
de vida y necesidades reales del campesinado.
Esto se complementa con otros autores, como es el caso de las observaciones críticas de
Cicerón y su determinismo topo-geográfico, Virgilio, Plinio el Viejo y su Historia Natural
(donde se muestra la relación cuantitativa casa-tierra), Luccio Anneo Séneca y su
clasificación moralista de los bienes, así como Plinio el Joven, de cuyas cartas se extrae la
importancia del campesino como solución al problema de la fuerza de trabajo. Estas lecturas
coadyuvan – entre otras – a cotejar a nuestros autores con otros no abordados en este trabajo,
y también proyectan hacia el Bajo Imperio, la línea que sostenemos. Rutilio Lauro Paladio en
su “Tratado Agrícola sobre las Estaciones”, donde mantiene la línea argumental de los
agrónomos.
A estos se agrega el aporte de los jurisconsultos. Estos generalmente se expresan en alusión a
factores productivos y o modelos económicos ya estructurados, con los que intentan definir y
expresar taxativamente la condición del trabajador campesino.
El estudio de los “Agrónomos Romanos” que aquí nos ocupa nos ha nutrido de datos
explícitos sobre el tamaño de las fincas, su posesión, los métodos para optimizar la
producción, y en estos capítulos han quedado insertos los trabajadores libres o no, campesinos
y esclavos. Tratados como “mano de obra” capaz de aumentar o hacer descender la
rentabilidad de las fincas, según se los sepa (o no) administrar. Esto es, con la moral y
eficacia inherentes al buen ciudadano.
Ahora bien: ¿Cuál es el real significado del rol de la mano de obra rural libre en este período
de articulación entre las crisis sociales, las transformaciones políticas, internas y externas, que
pautan el pasaje de la República tardía al Imperio?
Volviendo a las líneas que marcan nuestro trabajo, y tratando de optimizar el análisis de estos
“relatos” buscamos los relacionamientos posibles que nos permitan sustentar una primera
hipótesis sobre la presencia de una mano de obra libre campesina, constante aunque no
homogénea, cuantitativamente fluctuante, que permanece bajo condiciones diversas, paralela
y a veces casi despreciada por el uso de mano de obra esclava y o servil. Sin embargo y bajo
diferentes condiciones socio-políticas logra su supervivencia.
Los historiadores, hasta hace dos décadas y no sin motivos, han privilegiado en sus historias
económico/agrarias el análisis de la esclavitud en Roma, asignando a su modo de producción
una base casi exclusivamente sustentada en el uso de mano de obra esclava aplicada el trabajo
en las fincas.
Hoy la línea historiográfica de autores, entre otros, como Peter Garnsey y F. De Martino, G.
de Ste. Croix, y citando, en el Río de la Plata, al Dr. Julio Gallegos desde sus estudios sobre el
campesinado griego, nos conduce hacia una visión más integradora de fuerzas productivas
aplicadas a la agricultura grecorromana y por sobre todo aquella de campesinos con vida
propia, con reclamos propios, tejiendo sus relacionamientos sociales y políticos, rituales,
fiestas, vivencias y formas de vida, propios y específicos, más allá de su lógica comunión con
la tierra a la cual no acotan su existencia.
III. El campesino en el marco de la economía romana agraria
En el panorama genera de la economía agraria de la antigua Roma se puede definir en líneas
generales como de rasgos muy sencillos, lo que según P. Garnsey significa que “las masas
vivían en un nivel de subdesarrollo”, típica economía preindustrial. “Una gran proporción de
la fuerza laboral esta empleada en la agricultura, que es la principal fuente de inversión y
riqueza” P. Garnsey1.
En este modelo sencillo la mayor parte de la fuerza laboral se dedicaba a la agricultura y vivía
a nivel de subsistencia. La tierra se constituye en una fuente de prestigio social y político de
quien la posee, la conquista o la trabaja.
Desde lo que nos aporta el propio Tito Livio2, el campesino, desde los orígenes de Roma,
tuvo un rol trascendente, tanto en los repartos del “ager publicus” como en su protagonismo
guerrero. No importa el tamaño de propiedad de su parcela o su lejanía.
Los patricios debían su preeminencia a su propiedad de la tierra, así como a sus inmensos
rebaños.
Según la historiografía más tardía, la plebe urbana temprano romana ya se integra con
campesinos pobres y desposeídos, única unión posible frente a la poderosa nobleza de la
tierra. Sin embargo, un agricultor es visto moralmente superior a un desposeído pobre, en el
momento de ser llamado a las armas, como lo atestiguan Cato el Viejo y Cicerón entre otros.
Graves crisis agrarias llevaron a este campesino soldado a la pérdida o enajenación de sus
tierras así como a enfrentar nuevas competencias en el mundo ampliado por las conquistas.
La lucha entre patricios y plebeyos es expresiva de esta nueva situación. A partir de este
momento y más allá de los logros jurídicos parciales, este proceso se viene acelerando al
tiempo que aumentan las conquistas itálicas.
Roma hasta el Siglo IV A.C. era un “estado agrario”, la inmensa mayoría de la población
vivía del cultivo campesino, y la propiedad del suelo cultivable tenía gran valor, que a veces
trascendía al puramente económico pasando a conformar un complejo de ideología moral y
cívica. Como artesanos, mercaderes, etc., ya se les perfila compartiendo el escenario del
trabajo – diversificación que veremos acelerada.3
1
Garnsey, Peter y Saller Richard. El Imperio Romano. Economía, sociedad y cultura. Barcelona, Crítica, 1990, p. 57 2
Tite Live, Historie Romaine, Paris, Belles Lettres 3
Alföldy Géza. Historia Social de Roma, Madrid, Alianza, 1987 p. 51 /64 En el Siglo III A.C. se registra una notoria transformación en la estructura social, fruto de las
guerras. Se privilegian los antepasados nobles, la propiedad fundaria, situación jurídica,
ciudadanía, libertad y la actividad agrícola.
La integración de la nobleza senatorial está afianzada en su carácter de grandes propietarios
rurales, la nobilitas se transforma en oligarquía, comenzando la decadencia del campesinado
itálico.
Sin embargo la gran mayoría de la población era por naturaleza campesina – y quienes
constituían este grupo fueron los propietarios de las nuevas colonias, trabajadores agrícolas y
clientes.
La continuidad de este fenómeno, las Guerras Púnicas, permiten un respiro en el sentido de
acceder a nuevos campos. Pero su papel en el ejército, sobre todo en la contienda contra
Cartago, les trajo también importantísimas pérdidas humanas. La esclavitud se acrecentó y
hay un extendido estrato campesino/prorromano.
En el Siglo III A.C. y con la con la transformación de la nobilitas en oligarquía, se completa el
estrato acaudalado de comerciantes y banqueros. La integración sustitutiva de mano de obra
rural esclava, llevan a la decadencia en la valoración del campesino itálico, unido a grandes
fincas, y como dijimos, uso masivo de esclavos en la producción.
El Siglo II A.C. marca un cambio en la estructura social y política. Plutarco en Vida de
Tiberio Graco4 y Apiano5 describen estas alteraciones.
El Siglo II A.C. – Los campesinos frente al nuevo escenario.
A partir de esta época ya contamos con la versión de los “escritores agrarios” sobre todo de
M. Porcia Caton en su Tratado de Agricultura, intérprete y sostenedor de los pequeños
propietarios, apegado a las viejas virtudes y prejuicios de los propietarios rurales. En su libro
refleja el ideal de grandes propiedades. Refleja en su libro a las grandes propiedades agrarias,
pero da consejo a los nuevos y pequeños propietarios rurales, casi sus pares sociales.
En el Texto de Plutarco se justifica a Caton cuando afirma que en su prefacio a De
Agricultura que la agricultura ofrece “más deleite que beneficios”. Un buen ciudadano, dice
Caton, es un buen campesino y buen agricultor.
Según Claude Mosse, la economía latifundista romana se desarrolló en el Siglo II A.C. al sur
de Italia, Sicilia, Cerdeña y África del Norte6. Utilizando a la costa africana con agricultura
extensiva, para alimentar a la región Itálica en el escenario del Bellum Sociale.
4
Plutarco. Vidas paralelas de Griegos y Romanos Caton, M.P. De Agricultura, Universidad de Granada, Granada, 1976, p. 45 6
Mosse, Claude. El trabajo en Grecia y Roma. AKAL, Madrid. Abril, 1980 p. 104‐105 5
El propietario muchas veces ya no reside en las tierras. La mano de obra agraria es
predominantemente esclava. Esto fomentará la explotación, el trato inhumano y las guerras7
como lo prueba en el 78 la de Espartaco – de la que también forman parte esclavos rurales y
desposeídos (años 73 al 71 A.C.).
El mundo campesino como consecuencia del peso de la guerra, sobre todo en la contienda de
Aníbal (211 A.C.), había visto destruidos sus poblados, sus aperos de labranza, sus ganados.
Lotes abandonados fueron rápidamente ocupados por la aristocracia, y los latifundistas
desalojaron a los campesinos. Más adelante en el tiempo, Tiberio Sempronio Graco expresó
según el Texto de Plutarco “Las fieras de Italia tienen su guarida, su madriguera, su refugio.
Pero los hombres que luchan y mueren por Italia reciben su parte de agua y de luz, nada mas
(….) Estos a fuerza se llaman dueños del Mundo y que no tienen un terrón de tierra”.8
Apiano, en su libro Guerras Civiles I sigue siendo nuestra fuente principal, quien nos habla
del tema de la tierra, en parte ya “cultivada por colonos” habilitando la occupatio a cambio del
pago de un canon. Los ricos fácilmente la acapararon las tierras de los campesinos más
humildes utilizando mano de obra esclava en lugar de libres.9
Muchos campesinos pasaran a ser asalariados (mercennarii y operatii) en loas granjas de los
ricos (Caton). Nuevamente un gran número emigra a Roma y se integrará a los indigentes.
La gran masa de descontentos constituía el grupo de los más pobres y desposeídos.
La Hacienda de Caton – “Es más ventajosa la compra que se hace a un propietario que sea
buen agricultor que a un buen constructor – véase si hay utensilios de prensa de uva y tinajas,
en cantidad, … El cultivo de la tierra no debe ser muy costoso,…”
No obstante la capacidad del campesino de supervivencia nos permite afirmar que siempre lo
vamos a visualizar en el Mundo romano como fuerza productiva. Aún en sus etapas más
críticas, aparecen desde los relatos como alternativas, como imprescindibles, libres o no,
desde el punto de vista jurídico, y aún bajo nuevas denominaciones impuestas.
El examen del campesinado romano como mano de obra, su organización en fincas ajenas y
su laboriosidad en su propiedad, ya sea aplicada a cultivos o aún los subsidiariamente
pastores, pautan la historia romana. Su importancia y su resistencia la vemos en los escritores
agrónomos cuyos saberes parecen ser específicos y pragmáticos en cuanto a la productividad,
pero que nunca dejan de tenerlos en cuenta como alternativa de fuerza de trabajo.
En regiones como Galia o España, el campesino libre sigue siendo igualmente importante
dentro de la población rural. Las cargas fiscales, militares, el peso de la renta de la tierra, los
7
Diodoro Siculo. Fragmentos del Libro, I XXX XI Plutarco. Tiberio Graco Libro IX, 4 9
Caton. De Agricultura, p.49‐50 8
acercan peligrosamente a la servidumbre. Esta situación les obliga a alejarse de la
construcción de su presente y futuro propio; ser dependientes o abandonar el lugar de
agricultores. En el primer caso, tanto Caton, Varro y Columela pretenden ser los hombres
preclaros capaces de delinearles su vida, por cierto que siempre pensando en sus intereses
solapados bajo la defensa del estado romano moral, productivo y laborioso.
Su lugar, según M. Finley10, pasará a definirse por el sistema de tierras, su tamaño, el clima,
su carácter de propietario o asalariado. En síntesis es un lugar variable pero de trabajador del
agro y nunca desvinculado de la tierra de la república tardía.
Así se sortearía la crisis del Siglo I y II A.C., crisis de propiedad expresada en demandas de
tierra – de la que da cuenta la obra citada de Apiano de Alejandría y Plutarco, especialmente
cuando se refieren al episodio de los Graco – y en la que los campesinos desnudan su
situación en el discurso de los tribunos.
La pequeña propiedad no desaparece en Italia, en ella permanece un campesino pobre,
inestable y aún libre. Esto indica que no estamos frente a un fenómeno homogéneo y en el
campo hay agricultores con una acusada diferenciación, colonos acomodados, asalariados
temporales, e indigentes, hay mercennarii y esclavos y obaerati de Varro11.
Los esclavos en gran número trabajan las explotaciones agrarias.
Esta grave crisis la resume la frase de Tito Livio “Nec vitia nostra nec remedia pati
possumus”12.
Varron da cuenta de que la situación debe mejorar para que su rendimiento se viera
recompensado, pero no tenía reparo a verlos como “instrumentos parlantes”13.
La colonización permitió un pequeño alivio a un sector, pero el horizonte ideológico moral
del mos maiorum comienza a desteñirse.
La época del Principado y el Alto Imperio en general mantiene este panorama, y Roma pese al
auge de la manufactura y el comercio sigue siendo un estado “agrario”14.
La mayoría de la población se vinculaba al sector agrario, es el caso de Plinio el Joven, en
cuyas cartas reitera el tema del valor de la tierra, sus propiedades, diversificación y mano de
obra.
10
Finley, M.I. La Economía en la Antigüedad. F.C.E., Mayo 1973 p.113‐115 Varro, M.P., De Re Rusticae 12
Livio, Tito. Ob. Cit. P.9 13
Varro, M.P., De Re Rusticae 14
Alföldi p.136 11
Las altas capas de la población basaban su status en la propiedad de la tierra, pero no es
menos cierto el hecho de que los integrantes de las capas bajas estaban ocupados en actos de
la producción agraria.
De los sucesos de este período y volviendo a nuestros escritores agronómicos nos da un
panorama claro Lucio Junio Moderato Columela en su Dei Rusticae Libri (o De los trabajos
del campo), autor del Siglo I D.C. Ya en sus tratados de agricultura se observa una dura
crítica a los métodos de explotación de la tierra – exponiendo al igual que vimos en sus
antecesores Caton y Varro, lo conveniente de aplicar el ideal productivo tendiente a
maximizar la producción. Profundiza este autor en las causas de la crisis agraria, y
privilegiamos en cierto modo su texto en este trabajo porque expresa claramente su ambición
de ser portavoz de las necesidades del campesinado. “Con frecuencia oigo a las gentes
principales de la ciudad, de ellos parece inspirarse para hablar de los desprotegidos: ladran a
los mas ricos en perjuicio de los inocentes y a favor de los culpables … este atropello,
despreciado por nuestros antepasados, ha sido permitido por nosotros, incluso dentro de las
murallas de el propio Foro”, expresa Columela.
Ciertamente nuestro autor no se diferencia de Caton o Varro quien en su De Re Rustica
hablaba de la considerable importancia de la explotación agraria, fundamento del progreso
material de Roma. Ninguno de ellos eludió la importancia de la mano de obra campesina,
mas o menos valorizada frente a la esclava.
Ahora bien, no estamos frente a un compilador, pero su obra permite visualizar las tramas
político-sociales: “de interés nacional”.
IV. Causas de la crisis agraria
Las causas de la crisis agraria que los autores tienden a generalizar, como fruto de la
infecundidad, clima, etc.; Columela las deposita en manos del hombre. Explicita causas
fundamentales – más allá de los factores que inciden naturalmente – lo económico, lo social y
lo moral, que conforman el escenario de la Roma Imperial. Denuncia la “conducta inmoral”
que “delegó nuestras tierras en manos de los peores esclavos”.
Columela define al propietario absentista y junto a el la despreocupación con respecto a su
propiedad rural que queda en manos de quien llama “los peores”. Esboza su preocupación
hacia la fuerza de trabajo aplicada y expone cual debe ser la requerida, a la que clasifica en
viñatores, aradistas y no especializados (unitores, arators y medistini).
A esta altura y volviendo al conjunto de nuestros escritores “agrónomos” romanos, se muestra
al igual que sus antecesores convencido de la importancia de la explotación agraria como
fundamento del progreso material de Roma.
De hecho, resulta ser la tierra y el producto obtenido de ella la causa principal de la riqueza
económica coadyuva al reconocimiento público y prestigio social de su poseedor, dispensador
de dones, morales e incluso intelectuales.
Tierra y producto – y sus trabajadores más allá de ser “instrumentos parlantes” o “mano de
obra libre o no”, son en su valoración casi minimizados en este ideal social. Volvemos
entonces a mirar a los campesinos como inferiores, es decir aquellos que pasan a los cuadros
sociales de semi-libres.
Aún y dentro de estos “matices” es oportuno señalar que también se dan en las capas rurales
no libres y entre los esclavos de la ciudad. “La plebs rustica” la encontramos aún más
diversificada que la urbana (inngenui, liberti, servi). Estas “categorías” quedarán atrapadas
también en las normativas jurídicas, como lo explica Max Weber en su Historia Agraria
Romana, aunque su trabajo se refiere mas al tamaño y medición de las fincas, estando su
análisis más centrado en el Colonato tardoimperial.
Una generación después de Columela, Plinio el Joven habla de manumisión de esclavos.
Plinio en su epístola 3;19,615 dice que había tenido que recurrir a esclavos porque la finca
adquirida había sido explotada muy ineficazmente por su antiguo dueño que utilizaba coloni.
Pero lo real es que la esclavitud rural fue retrocediendo y sustituyéndose por el sistema de
colonato. El colonus era el arrendatario de un pequeño trozo de tierra y lo cultivaba junto a la
familia. La inscripción Henchir-Mettich, datada en los últimos años de Trajano, testimonia la
explotación con sistema de colonato en los dominios imperiales. Lo mismo sucede en el
Norte de África y también en Italia.
Las transformaciones multicausalesles del Siglo II D.C. hacen su eclosión en la llamada Crisis
del Siglo III, con el resultado de: falta de campesinos para la agricultura, pobreza y miseria.
La diferencia jurídica disminuye entre el libre y no libre, pero son tratados en la pobreza de
forma homogénea. Esta crisis muestra cambios ya gestados en época de los Antoninos, las
debilidades estructurales se vuelven visibles. Nuevos sistemas de referencia de contenidos
religiosos y filosóficos se insertan en el escenario. Definitivamente escaseara la mano de obra
agraria. Los agricultores campesinos libres, como hemos visto, eran demasiado vulnerables.
V. ¿Qué ha significado entonces ser un campesino romano en estos siglos?
Podemos afirmar que el concepto campesino se circunscribe a contextos limitados. Esto es,
su significado se circunscribe dentro de un marco temporal y especial de auto definición y de
visión del otro.
15
Plinio el Joven, Cartas 3 y 5 Desde la fundación de Roma y durante la República, la sociedad es eminentemente
campesina. Es el propietario de tierras, digno defensor de la ciudad y encargado de hacer
producir sus tierras. Es el forjador de la Roma del relato de Tito Livio. Es dueño de un ager
pequeño o de una hacienda extensa que lo dignifica aún más en tanto unidad que refleja el
trabajo y la producción.
Las guerras de la conquista devuelven a un campesino, depreciado, con competencia de mano
de obra no libre. Las nuevas tierras pasan a manos de unos pocos, y la pequeña hacienda, aún
sin desaparecer, se vuelve marginal. El campesino es aún dueño de su fuerza de trabajo, de
sus saberes propios y a veces específicos (vid, olivos, etc.), de sus aperos de labranza y
pueden o no usufructuar su parcela propia.
Desfavorablemente para ahondar en la vida cotidiana del “pequeño propietario” campesino
romano, carecemos de testimonios de primera mano como los que aportan Hesíodo o
Aristófanes para el caso griego. Los escritores de la época Augusta, y aún la literatura al
servicio del Príncipe, han compuesto un rostro tradicional del campesinado romano, los
escritores “agrónomos” del II A.C. al II D.C., nos han dejado sus visiones moralistas e
interesadas que Palladius proyecta en su Tratado de Agricultura (S.IV D.C.), aún ante una
nueva realidad socio/económica.
VI. La respuesta del campesinado, puestos ante la disyuntiva de engrosar la plebe urbana o
trabajar como asalariados - su tierra ya enajenada y formando parte de un prado.
La solución autárquica fue una de las respuestas en el panorama heterogéneo. El pasaje de la
República al Imperio se refleja en la forma de explotación de las fincas de Caton, Varro y
Columela, quienes nos orientan sobre algunas formas de utilización de la mano de obra. Nos
permiten cotejarla con la mano de obra esclava tanto desde el punto de vista cuantitativo
como cualitativo. También en escenarios distintos en cuanto al tamaño da las fincas: los
grandes latifundios, los terrenos arrendados, los trabajos libres zafrales, etc. Así llegan a la
solución bajo imperial, donde el campesino libre quedará la mayoría de las veces atado por el
estado a la gleba, y sus intereses se unen a los de su propietario en cuanto a su estabilidad,
iniciándose el sistema de colonato.
VII. Las definiciones
En general podemos buscar en las definiciones, que no dejan de ser operativas, los perfiles del
campesino romano. Estos se ocupan de la producción agrícola y trabajan por sí mismos
tierras que les pertenecen legalmente.
Esta definición que nos sirve para los primeros siglos es limitadora ya que como vimos el
carácter de la propiedad no es definitorio. Vimos que junto a “campesinos libres” que
trabajan su propia tierra hay grupos muy numerosos de población agraria que trabajan en
propiedades agrícolas ajenas. Los colonos, que juegan un rol esencial en la economía del
Bajo Imperio son ya numerosos en el Alto Imperio y aún desde la República Tardía.
Estas quedarán fijadas y reguladas por los estatutos jurídicos de la tierra. Al decir de Max
Weber, lo público y lo privado regulan en cuanto a las relaciones agrarias. Siempre bajo la
concepción de la Ciudad Antigua como centro de consumo y no de producción.
También han existido braceros asalariados, estacionales y finalmente también están los
cuasi/colonos que trabajan parcelas de terreno de variado tamaño.
Este escenario de trabajadores se acompaña con decreciente intensidad a partir del Siglo I con
la mano de obra esclava.
Todos estos términos y matices los encontramos en los “scritori de re rusticae”.
VIII. El uso justo de la denominación campesino y lo que representa para estos actores
sociales.
Siguiendo a J. Kolendo, analizamos a los campesinos independientes, que trabajan la tierra de
su pertenencia, y a los que trabajan las grandes propiedades. Estos grupos se unen por
características como su denominación en latín – Rusticus – derivada del Rus (campo),
contrapone al dominus y al concepto de urbs (ciudad). Rusticus en sentido estricto es no sólo
el campesino aldeano, sino el simple, modesto, elemental y hasta “torpe”.
Esta denominación expresa la mentalidad de los romanos y sus relaciones sociales y define en
forma precisa al trabajador del campo.
Hay otros términos que definen al campesino: “agricole” y “colonus” (colo-ere – habitar,
cultivar; agricole es el que cultiva el agro, la tierra).
Bajo estas denominaciones de uso, en los textos y en la praxis rural, el campesino queda
claramente identificado frente al no libre, pero difusamente frente a los humildes, a los
desposeídos de sus bienes, a los que se mantienen gracias a la riqueza de un “benefactor”.
Conclusiones
Los Scritori de Re Rusticae permiten un acercamiento a la condición de los campesinos, sin
constituirse en “portavoces absolutamente válidos” de aquellos silenciados en sus textos.
En general podríamos resumir, en este complejo período histórico, algunos matices en cuanto
a la valoración del trabajador agrario según su productividad y siempre teniendo en cuenta los
fundamentos e intereses personales y políticos de nuestros informantes.
Caton (234 A.C.-149 A.C.), el más antiguo, parece preferir la mano de obra libre sólo con
adjudicatarios y aparceros, pero abiertamente propone el uso de mano de obra esclava para
sus fincas.
Varro (116 +/- - 26 A.C.), testigo de fuertes tensiones sociales, aconseja esclavos, y
asalariados para los peores lugares geográficos y “condiciones malsanas”, siendo interesante
su renuncia a cultivadores directos.
Columela (4 A.C. al 65 D.C.), el que más se acerca al Imperio, propone el uso de mano de
obra esclava y al tiempo numéricamente preponderante, aunque aconseja arrendar mano de
obra asalariada para cultivos especializados como en olivares y viñedos.
El ideal expresado en sus obras sobre la Agricultura, los cuestiona desde una lectura crítica
como portavoces de los campesinos. Más allá de sus sistema de explotación de las diferentes
fincas en las fuentes “doctas y moralistas”, la historia los muestra como portavoces de fuerzas
en constante conflicto a lo largo de la historia romana de estos agitados siglos – trabajadores y
quienes se benefician con su fuerza productiva.
Volviendo a J. Kolendo, creemos que nos puede llevar a deformar la imagen del campesino
basarnos solamente en el ojo imprudente de la literatura antigua… a eso estamos atentos.
Bibliografía
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Apiano. Historia Romana: Volúmen II: Guerras Civiles. Libro II. Gredos, Madrid, 1985
Catón, Marco Porcio. De Agricultura. Universidad de Granada, Granada, 1976
Columela, Lucius. De los Trabajos del Campo. Siglo XXI, España, 1988
Diodoro Sículo. Biblioteca Histórica, Libros III a VI. Gredos, Madrid, 1995
Finley, Moses I. La Economía en la Antigüedad. F.C.E., Mayo 1973
Garnsey, Peter y Saller, Richard. El Imperio Romano. Economía, Sociedad y Cultura.
Crítica, Barcelona, 1990
Palladio, Rutilo. Tratado de Agricultura. Gredos, Madrid, 1990
Plinio el Joven. Cartas. Ed. Sep. México, 1984
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Tite Live. Historie Romaine. Belles Lettres, Paris, 1954
Tozzi, Glauco. Economistas Griegos y Romanos. F.C.E., México, 1968
Varro, Marcus Terentius. De Re Rustica. Gredos, Madrid, 1985