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BREVE HISTORIA DE LA DIÓCESIS DE ORIHUELA-ALICANTE
Introducción
Como es sabido, cualquier narración histórica se ha de hacer desde la totalidad de los
acontecimientos humanos para que estos adquieran su claridad y su verdad, lo mismo se
debe decir de la historia de la Iglesia. Cuando aislamos y separamos, por tanto, los
sucesos de su contexto universal tenemos el peligro de caer en el error y juzgarlos de
manera inadecuada. Por este motivo, cualquier historia particular como es la historia de
una diócesis debe realizarse siempre en el contexto de la historia universal y,
especialmente en este caso, de la historia universal de la Iglesia. Sólo así es posible
comprender correctamente la historia de nuestra diócesis.
La diócesis de Orihuela-Alicante celebra en el año 2014 su erección como diócesis y
con motivo de este acontecimiento ofrecemos este breve resumen dirigido al público en
general, que hemos deseado iniciar con los primeros datos de la presencia del
cristianismo en el territorio que hoy abarca el obispado. La creación de una diócesis
supone la presencia en ella de cristianos de una forma estable y en la de OrihuelaAlicante el cristianismo se remonta a los primeros siglos, a lo que hay que añadir la
existencia en ella de dos obispados medievales. Hasta la creación definitiva de la
diócesis primero como diócesis de Orihuela y luego como diócesis de OrihuelaAlicante, la trayectoria del cristianismo en nuestro territorio ha sido larga en el tiempo y
cargada de acontecimientos históricos abundantes y complejos. La abundante cantidad
de documentación escrita que conservamos y los nuevos datos que ofrecen las
excavaciones arqueológicas de los primeros siglos del cristianismo, hacen difícil la tarea
de realizar una historia completa y exhaustiva del cristianismo en nuestra diócesis,
aunque no deja de ser un reto interesante.
Después de escribir esta introducción nos atrevemos a realizar un pequeño resumen
histórico, de carácter divulgativo, de aquellas cosas que hemos considerado más
importantes teniendo en cuenta la extensión escrita que se nos pide.
Los comienzos del cristianismo en nuestra diócesis
La presencia de arte paleocristiano abundante en la Alcudia de Elche (Antigua Ilici) y
El Monastil en Elda, considerada por muchos la sede de Elo de época visigoda, nos
muestra una presencia importante y organizada del culto cristiano en el valle del río
Vinalopó, unido comercialmente al cercano Portus Ilicitanus (actual Santa Pola), que
con toda seguridad fue una de las puertas de entrada del cristianismo en la diócesis.
Además de las basílicas paleocristianas existentes en estos lugares, han salido a la luz en
las excavaciones que se llevan a cabo en torno a ellas abundantes piezas relacionadas
con el culto cristiano, algunas de las cuales son de gran valor artístico e iconográfico,
como la Tapa de Sarcófago Paleocristiano con la escena del texto bíblico de Jonás
fechado en el siglo IV y que se encuentra en el Museo Arqueológico de Elda. En la
Albufereta de Alicante, cerca del yacimiento arqueológico del Tossal de Manises, se
descubrió la Estela Paleocristiana-Visigoda del siglo VII, una excelente pieza que nos
indica, junto a otras piezas cristianas encontradas en el lugar, la presencia de una
floreciente comunidad cristiana visigoda.
Existen testimonios escritos de la presencia de obispos de la diócesis de Ilici en los
concilios de Toledo (s. VII), algunos de los cuales firman como representantes también
de la diócesis de Elo. La última referencia escrita que se conserva sobre la diócesis de
Ilici pertenece al año 862 en la que se indica la presencia del obispo (pontifex) de esta
diócesis llamado Teudeguto en la corte califal de Córdoba para solucionar ante el califa
asuntos que afectaban a las diócesis que se encontraban bajo el dominio musulmán.
En el año 711 se produjo la invasión musulmana de la Península Ibérica y puso fin a
la monarquía visigoda de Toledo. Dos años después se realizó el tratado entre
Teodomiro, el noble visigodo que gobernaba los territorios del sureste de la península, y
el hijo de Musa ibn Nusayr, Abd al-Aziz, que llevó a cabo la invasión junto a Tarik.
Dicho tratado se denomina Pacto de Teodomiro y permitió a los cristianos conservar sus
templos y el culto a cambio de pagar los tributos establecidos para ellos. Entre las
ciudades que se mencionan en el Pacto se encuentran Orihuela, La Alcudia (Elche) y
Alicante. A pesar de este tratado, el proceso de islamización debió ser muy rápido, así
se nos muestra en los enterramientos de las necrópolis excavadas en las que la práctica
totalidad de las inhumaciones según el ritual musulmán se encuentran encima de las
preislámicas. Los lugares de culto cristiano pasaron a ser mezquitas y lugares de culto
del islam.
ORIHUELA CRISTIANA DESPUÉS DE LA RECONQUISTA
Cuando el infante Alfonso, futuro rey Alfonso X el sabio, incorporó Murcia y su
territorio para el reino de Castilla por el pacto de Alcaraz (1243) que comprendía desde
Alicante hasta Lorca y Chinchilla, la población cristiana era muy pequeña y uno de los
proyectos que llevó a cabo fue restablecer el culto cristiano. En el año 1250 por bula del
Papa Inocencio IV se restableció la sede episcopal de Cartagena, desaparecida por la
invasión musulmana, tras la petición hecha por el infante castellano. El territorio que
comprendía el obispado cartaginense era el siguiente: la actual provincia de Murcia y
parte de las de Albacete, Almería, Valencia y la mitad sur de la provincia de Alicante.
Dicha delimitación se realizó siguiendo los acuerdos de límites de las conquistas
llevadas a cabo por los reinos de Castilla y Aragón que se establecieron en el tratado de
Almizrra (1244). En los años 1304-1305 los territorios de Orihuela-Alicante se
incorporaron al reino de Valencia según los acuerdos de Torrellas-Elche, lo que creó un
problema que dio lugar al proceso llevado a cabo para la independencia de la diócesis
de Orihuela de la sede de Cartagena: políticamente el territorio de Orihuela-Alicante
pertenecía al reino de Valencia y, por consiguiente, a la corona de Aragón y
eclesiásticamente a la soberanía castellana de Cartagena. En este momento Orihuela era
la ciudad más importante demográfica, social y económicamente y tenía el mayor
número de parroquias (El Salvador y Santa María, la de las Santas Justa y Rufina y la de
Santiago el Mayor). En el año 1281 el rey Alfonso X concedió a la parroquia del
Salvador y de Santa María la primacía sobre las otras dos parroquias de la ciudad y la
elevó al rango de arciprestal.
Tras un largo periodo de conflictos de Orihuela con la sede episcopal de Cartagena
por las aspiraciones oriolanas de conseguir una diócesis propia, cosa que consiguió en
los años 1442 y 1510-1532 de forma efímera, el obispado de Orihuela fue creado
definitivamente por bula del Papa Pío IV el 14 de julio de 1564 a petición del rey Felipe
II, y publicada en la Catedral del Salvador y Santa María el primero de mayo de 1565.
El 23 de marzo de 1566 tomó posesión el primer obispo de Orihuela, el teólogo y
catedrático salmantino Gregorio Gallo.
EL OBISPADO DE ORIHUELA
En este apartado que abarca la historia de la diócesis desde su nacimiento en el año
1564 hasta el siglo XXI destacaremos los acontecimientos más importantes que han ido
configurando la Iglesia diocesana de Orihuela y de Orihuela-Alicante.
El primer sínodo diocesano
El primer sínodo de la diócesis de Orihuela va unido a la persona del que fue su
primer obispo, el burgalés D. Gregorio Antonio Gallo, profesor de la universidad de
Salamanca y canónigo magistral de su catedral. En la diócesis recién fundada había que
afrontar varios problemas graves: pacificar, evangelizar y reorganizar eclesiásticamente
un territorio que había sufrido las consecuencias de un conflicto continuado con el
obispado de Cartagena, crear las estructuras de la nueva diócesis, afrontar con éxito la
formación cristiana de los conversos musulmanes y aplicar con profundidad los
acuerdos del concilio de Trento. Todo este trabajo se debía hacer en estrecha unidad con
la diócesis de Valencia, de la que Orihuela era sufragánea. El obispo Gallo afrontó con
decisión y tesón estos proyectos y para ello se sirvió del sínodo diocesano de 1569, el
primero celebrado en la diócesis. En él se indicaron las tareas de los párrocos,
especialmente su responsabilidad por la catequesis y la evangelización, su forma de
vivir y de vestir, el cuidado de las ceremonias litúrgicas, el cumplimiento de las
obligaciones cristianas de los feligreses; se realizó la distribución de los días de fiesta, el
control de la economía y especialmente de la usura, etc. Todo ello debía estar
controlado por los visitadores nombrados por el prelado.
El colegio de Santo Domingo
El colegio de Santo Domingo de Orihuela nació como institución educativa en el año
1547 con el nombre de “Colegio de Nuestra Señora del Socorro y San José de la ciudad
de Orihuela”, lo fundó el oriolano D. Fernando de Loazes para ser primeramente
convento de dominicos, posteriormente se transformó en estudio general de la orden y
en el año 1569 el Papa Pio V lo elevó a universidad pontificia por bula del 4 de agosto.
La universidad comenzó a funcionar en el año 1610 y la aprobación real la dio Felipe
IV en noviembre de 1646. En ella se enseñó Teología, Cánones, Leyes, Artes y
Medicina. Formó parte de las llamadas universidades menores y se suprimió
definitivamente en el año 1824. En el año 1872, gracias a las buenas gestiones
realizadas por el obispo D. Pedro María Cubero López de Padilla se convirtió en colegio
de los jesuitas con el nombre de “Colegio de Santo Domingo”. El colegio y la presencia
de los jesuitas produjo una gran influencia religiosa, cultural y social en la ciudad de
Orihuela y en toda la diócesis. Miembros de esta orden religiosa fundaron la Caja de
Ahorros y Socorros y Monte de Piedad de Nuestra Señora de Monserrate, y la obra
social diocesana de San José obrero, dirigida a la educación de niños y jóvenes sin
recursos económicos.
El segundo sínodo diocesano
El segundo sínodo diocesano lo celebró el obispo valenciano D. José Esteve Juan en
el año 1600, con la misma finalidad que tuvo el primer sínodo diocesano. La
preocupación principal del prelado fue la evangelización de los moriscos, que eran
abundantes todavía en la diócesis, y en el sínodo se recoge especialmente este tema.
Introdujo la imprenta en la diócesis y la situó en el palacio episcopal. El primer libro
que salió de ella fue el segundo sínodo diocesano y las “Constituciones de la Iglesia
Colegiata de San Nicolás de la Ciudad de Alicante” en el año 1602. El editor fue Diego
de la Torre. Además de este libro, editó dos obras suyas: De única religione y De bello
Sacro.
El tercer sínodo diocesano
El tercer sínodo diocesano lo celebró el obispo Fray Acacio March de Velasco,
dominico valenciano, el 29 de abril de 1663. Los objetivos fueron la reforma de las
costumbres de los eclesiásticos y del resto de los fieles. La importancia del sínodo
radica en que se edita en lengua romance, las razones las da el mismo prelado en el
prólogo: “Danse a la estampa en romance, porque a mas, que este ya es el estilo de las
mas Iglesias de España, no es bien queden defraudados de su inteligencia los seculares,
a quienes toca gran parte de su observancia”. Los sínodos diocesanos constituyen una
gran fuente de conocimiento no sólo de la situación religiosa de la diócesis, sino
también política, económica y social, pues en la época en que se llevaron a cabo la fe
cristiana vertebraba la vida de los pueblos.
El seminario diocesano
La fundación del seminario diocesano se debe al obispo de origen madrileño D. Juan
Elías Gómez de Terán que ejerció su pontificado entre los años 1738-1758. Fue uno de
los prelados más importantes del episcopado diocesano porque llevó a cabo una serie de
iniciativas de gran valor pastoral y social: fundó el seminario diocesano, erigió las casas
de la misericordia en Orihuela y Alicante, proyectó una nueva catedral más grande,
pero sobre todo ha pasado a la historia por abrir el seminario en el año 1742. Primero
creó en el cerro de San Miguel el seminario para sacerdotes operarios (1740) y dos
años más tarde fundó, junto a él, el seminario para jóvenes de carrera eclesiástica,
dirigidos por dichos operarios. Ambos seminarios se unificaron en el año 1744 por bula
de Benedicto XIV de 1743 y la provisión del rey Felipe V del mismo año. La nueva
institución pasó a llamarse “Seminario Conciliar de la Purísima Concepción y Príncipe
San Miguel”. Junto a la provisión económica, un buen equipo de profesores y una
excelente biblioteca, publicó una carta pastoral en la que da a conocer la nueva
fundación y le da unas constituciones extensas y ricas en contenido que fueron
modélicas en su momento y referentes para otros seminarios españoles: “Descripción,
Constituciones y Ordenanzas para el régimen y gobierno del Colegio de dos Seminarios,
fundados en la Ciudad de Orihuela por el Ilmo. Dr. D. Juan Elías Gómez de Terán, del
Consejo de S. M. Y Obispo de dicha Ciudad y Obispado […]”. Dicha obra fue un
avance pedagógico en su momento, pues se tenía en cuenta la formación intelectual,
humana, religiosa, pastoral y en los valores comunitarios de los alumnos. En la portada
barroca que da acceso al Seminario se encuentran esculpidos en piedra sus titulares: San
Miguel y La Inmaculada Concepción. En lo más alto, presidiendo el lugar, la cruz y el
corazón de Jesús, para que sirvan de ejemplo a los nuevos pastores, según indica en sus
Constituciones.
El Seminario conserva en sus sótanos una excelente biblioteca de fondo antiguo de
más de quince mil volúmenes que pertenecen a los siglos XV-XIX con ejemplares muy
valiosos y únicos. La biblioteca original la fundó D. Juan Elías, pero el que la
engrandeció fue D. José Tormo, obispo de Orihuela durante los años 1767-1790. Fue un
obispo ilustrado, favoreció la formación intelectual con la creación de una biblioteca
pública en el palacio episcopal y renovó e impulsó igualmente la del seminario. La
biblioteca recoge una gran variedad de materias: Teología, filosofía, derecho canónico,
matemáticas, física, medicina, arte, etc, constituyendo uno de los mejores fondos
bibliográficos antiguos de la Comunidad Valenciana.
Los Ejercicios espirituales de D. Félix Herrero Valverde
En el siglo XIX hemos de destacar el libro que el obispo Herrero Valverde escribió en
forma de carta pastoral para la edificación y formación religiosa de los fieles laicos de la
diócesis. Su título es el siguiente: “Carta pastoral del ilustrísimo señor don Félix
Herrero Valverde, obispo de Orihuela…dispuesta en forma de ejercicios espirituales
para cuarenta días de la cuaresma con el fin de facilitar la instrucción en la doctrina y
máximas cristianas a sus diocesanos. Particularmente a los labradores, artesanos,
jornaleros y otras personas de ocupación corporal diaria”. Dichos ejercicios tuvieron
una gran repercusión en la diócesis, pues se utilizaron en las parroquias y en casas
particulares de forma genérica prácticamente hasta la primera mitad del siglo XX. Fue
publicada por San Antonio María Claret y Clará en su Librería Religiosa y la dio a
conocer nacionalmente e internacionalmente.
A D. Félix Herrero le tocó afrontar también la recuperación de las tierras devastadas
por los terremotos del año 1829, fundamentalmente Torrevieja, Guardamar, Almoradí y
Benejúzar, los pueblos más afectados. La actividad social de este obispo ya se había
puesto de manifiesto con la fundación
del monasterio
de las religiosas de San
Francisco de Sales en el año 1825, dedicadas a la instrucción y formación de niñas, y la
creación en el año 1827 de un establecimiento benéfico a favor de los pobres y de los
que no tenían trabajo. En los terremotos de 1829 el obispo se encargó directamente del
traslado de enfermos, se personó en los lugares siniestrados, contribuyó con su
economía personal en la ayuda de los afectados y el mismo rey lo puso al frente de la
reconstrucción de los pueblos afectados, tarea que llevó a cabo junto al ingeniero
urbanístico Agustín de Larramendi.
La creación del Boletín Oficial del Obispado
La creación del Boletín Oficial del Obispado constituye un hecho histórico importante
en la diócesis por ser una de las fuentes, en muchos casos la única, de los
acontecimientos diocesanos que han sucedido desde que salió a la luz. En muchos
casos él constituye el único documento escrito de la historia diocesana. La iniciativa la
llevó a cabo el obispo D. Victoriano Guisasola Rodríguez en el año 1882, a los pocos
días de su entrada en Orihuela.
El archivo musical de la catedral de Orihuela
La catedral de Orihuela conserva más de 2300 obras musicales en su archivo, la
mayoría de ellas son composiciones originales de sus maestros de capilla de los que
tenemos noticias desde el año 1520. La cantidad y la calidad de las composiciones y la
importancia de sus maestros de capilla nos indican el cuidado que se le prestó a la
música sacra. Destacaron los maestros de capilla Ginés Pérez de la Parra (1562-1581),
Jerónimo Comes (1651-1676), Matías Navarro (1696-1727), y en el siglo XIX
destacaron Joaquín López y José Aleyxandre López. El maestro Matías Navarro
sobresalió sobre todo por sus composiciones polifónicas y fue posiblemente el
compositor del Araceli del Misteri de Elche que se interpreta actualmente.
Las iniciativas de orden social de los siglos XIX y XX
El estudio de las iniciativas de orden social que se han realizado en la diócesis nos
dará siempre el nombre de D. Juan Antonio Maura y Gelabert, obispo de Orihuela entre
los años 1886-1910, como una de las personas más destacadas en esta materia en
España. Escribió más de 10 pastorales sociales y su nombre va unido a la Sociedad de
Socorros y Sufragios Mutuos de la diócesis fundada en el año 1897, a la fundación del
Consejo Diocesano de las Corporaciones Católicas Obreras de la diócesis, a la Caja de
Ahorros y Socorros y Monte de Piedad de Nuestra Señora de Monserrate, fundada en
Orihuela por los padres jesuitas Bartolomé Arbona y Juan Bautista Juan en el año 1906
y a la que prestó su apoyo. Esta importante institución benéfica nació como alternativa
a la usura financiera, y desde sus comienzos emprendió destacadas instituciones de
caridad a las que dedicaba el 50% de sus beneficios. Este prelado intervino en las
Semanas Sociales, cuyo objetivo era la difusión de la Doctrina Social emanada de la
Iglesia. En el año 1889 creó el Colegio de Vocaciones Eclesiásticas de San José dirigido
por los sacerdotes Operarios Diocesanos destinado a los seminaristas que no podían
sufragarse los estudios en el seminario (posteriormente, en el año 1925, el obispo D.
Javier Irastorza, lo convirtió en seminario menor) y promocionó el establecimiento de
religiosos y religiosas en la diócesis especialmente los dedicados a la enseñanza
(salesianos, maristas, franciscanos, teresianas, Jesús María).
La guerra civil española y la recuperación de la posguerra
Durante la guerra civil española (1936-1939) la diócesis de Orihuela vivió momentos
amargos al igual que el resto de las diócesis españolas. Fueron asesinados cincuenta y
cuatro sacerdotes junto al administrador apostólico D. Juan de Dios Ponce y Pozo. El
obispo encargado de reorganizar la diócesis después de la guerra fue D. José García
Goldáraz que se propuso como uno de sus objetivos fundamentales la recuperación del
seminario. Fue consciente de que para la ardua tarea que se proponía realizar necesitaba
disponer de suficientes sacerdotes, motivo por el cual reformó el edificio e inició una
fructífera iniciativa de promoción vocacional. Con este mismo fin de revitalizar y
normalizar la vida diocesana promocionó la Acción Católica, la celebración de los
congresos eucarísticos arciprestales y la celebración de las misiones diocesanas.
EL OBISPADO DE ORIHUELA-ALICANTE
La nueva denominación de la diócesis y su adaptación a los nuevos tiempos
A partir de los años cincuenta en la diócesis podemos destacar entre otros los
acontecimientos siguientes: La reestructuración territorial de la diócesis, la nueva
denominación de la diócesis que pasa a llamarse diócesis de Orihuela-Alicante, el
sínodo de 1967 y la aplicación de las reformas del Vaticano II. El obispo bajo cuyo
gobierno se realizaron estos hechos fue D. Pablo Barrachina Estevan, obispo de
Orihuela desde 1954 a 1959 y obispo de Orihuela-Alicante desde 1959 a 1989. Durante
los años cincuenta se afrontó una fuerte reestructuración territorial de la diócesis: En el
año 1950 la población de Caudete, que pertenecía eclesiásticamente a la diócesis de
Orihuela, pasó a formar parte de la nueva diócesis de Albacete; pocos años después, en
el año 1954, las parroquias de Villena, Sax y la Encina, que pertenecían a la diócesis de
Cartagena, se agregaron a la diócesis de Orihuela, a la vez que Ayora y su filial Santa
Lucía, que eran también de la diócesis oriolana, se unieron a la diócesis valentina. El
ordenamiento territorial diocesano más importante se produjo, sin embargo, en el año
1957, en el que la Santa Sede separó de la diócesis de Valencia parte del territorio de la
provincia civil de Alicante y lo agregó a la diócesis de Orihuela, fueron las parroquias
del arciprestazgo de Callosa D’En Sarriá, excepto Benisa, y las del arciprestazgo de
Villajoyosa y Jijona. La nueva denominación de la diócesis de Orihuela-Alicante se
produjo por bula del papa Juan XXIII del día nueve de marzo de 1959, a la vez que la
colegial de S. Nicolás de Alicante pasó a ser concatedral. Este acontecimiento
diocesano provocó que la curia y el obispo diocesano se establecieran definitivamente
en Alicante en enero de 1968 y al año siguiente se trasladó también a esta ciudad parte
del seminario mayor. Esta institución se estableció en un edificio nuevo construido para
ella en el año 1969 y pasó a llamarse Teologado diocesano. Por decreto de la Sagrada
Congregación para la Educación Católica del 3 de marzo de 1976, el seminario mayor
se afilió a la facultad de teología San Vicente Ferrer de Valencia. Durante el pontificado
de D. Pablo la diócesis adquirió un desarrollo espectacular debido al aumento de la
población en las grandes ciudades y también al éxito de la oferta turística que provocó
la construcción de nuevos templos y centros de culto, se produjo un desarrollo de los
nuevos movimientos religiosos y se inició el establecimiento en el territorio diocesano
de gran cantidad de iglesias y confesiones cristianas no católicas, especialmente
procedentes del centro y norte de Europa, debido al turismo residencial permanente o
temporal de cristianos procedentes de estos países.
Una diócesis en marcha hacia el siglo XXI
La entrada al nuevo milenio fue un reto que la Iglesia universal quiso afrontar con
decisión y con deseos de renovación, especialmente en el ámbito de la evangelización.
La Iglesia diocesana se unió pronto a esta tarea y a finales de los años noventa puso en
marcha una serie de iniciativas para adaptarse a las nuevas necesidades pastorales de
cara al siglo XXI. Destacaremos las siguientes: La nueva organización de la curia y la
inauguración de los planes diocesanos de pastoral que de forma sistemática han ido
marcando el desarrollo de la pastoral diocesana, obra llevada a cabo con el obispo D.
Francisco Álvarez en los años 1990-1991, y la creación del instituto superior de ciencias
religiosas San Pablo de Alicante fundado por el obispo D. Victorio Oliver en el año
1999. A estos dos proyectos, ya en el siglo XXI se unió la edificación de un nuevo
obispado en el año 2005 con el objetivo de dar un mejor servicio a las iniciativas
puestas en marcha para la misión pastoral diocesana. La diócesis, además, ha puesto al
servicio de la nueva evangelización una riqueza cultural que ha ido heredando de su rico
pasado: En el año 2011, con ocasión del quinto centenario de la elevación al rango de
catedral del templo del Salvador y Santa María de Orihuela, el obispo D. Rafael
Palmero inauguró el Museo Diocesano de Arte Sacro en el palacio episcopal de
Orihuela y se ubicó en el mismo recinto el archivo diocesano, poniendo al servicio de
los investigadores todo el legado documental antiguo que conserva la diócesis. El arte
sacro y los fondos escritos que documentan la trayectoria cristiana de esta iglesia
diocesana se convierten, así, en excelentes medios para dar a conocer la luz y la belleza
de la fe.
Estos breves apuntes constituyen un ejemplo de una diócesis viva y en marcha, con un
rico pasado y animada a seguir siendo el cauce ordinario para que las personas alcancen
su vocación primera de llegar a ser aquello para lo que han sido creadas.
José Antonio Martínez García