Download Valores, axiomas y las heladas laderas de la lógica

Document related concepts

Herbert Feigl wikipedia , lookup

Moritz Schlick wikipedia , lookup

Rudolf Carnap wikipedia , lookup

Friedrich Waismann wikipedia , lookup

Empirismo lógico wikipedia , lookup

Transcript
17
Valores, axiomas y las heladas laderas de la lógica*
En su manifiesto, Wissenschaflliche Weltauffassung: Der WienerKreis, Neurath,
Carnap )' Hahn reconocieron que su cruzada filosófica)' científica estaba tanto atlincherada en las batallas sociológicas)' culturales de la época,
como sl~eta a las vicisitudes de la presión psicológica, temperamental )'
social:
.AsÍ la concepción científica del mundo se mantiene cercana a la
vida contemporánea. La amenazan seguramente duras luchas y hostilidades. Sin embargo, hay muchos que no se desesperan sino que,
en vista de la situación sociológica actual, aguardan con esperanza
la marcha de los acontecimientos por venir. Por supuesto que no
todo adherente individual a la concepción científica del mundo será
un luchador. Algunos, contentos en su soledad, llevarán una vida
retirada en las cimas de glaciales nieves eternas de la lógica; algunos quizás desdel1an incluso mezclarse con la masa y lamentan la
inevitable "trivialización" resultante de la expansión. Sin embargo,
SllS
logros también se incorporan al desarrollo histórico (Neurath,
1929, p. 317) .
el aL,
• El título de este capítulo, así como también el título del libro, alude a una expresión
que se encuenlra casi al final dellnanifieslo del Círculo de Viena. Aquí, seguin10s la versión
inglesa de Reisch de ese escrito. Con todo. b versión en espaiiol del manifiesto (ofrecida
por Pablo Lorenzano) parece más esclarecedora. En el original, esta porción reza: "Mancher
wird, [!f:r Vereinsflmungji-uh l.Uif den eisigen Firrlen der Logik ein z..urüc/lge.ogenes Dasein !il!Lreú..."
(véase la cita que sigue, donde se encuentra reproducido el pasaje en espaI1o1 que incluye
la traducción ele esa expresión). [N. elel T.]
J
['PlJ
412
Cómo la Guerra Fría Iransformó la filosofía de la ciencia
Neurath, Carnap y Hahn probablemente nunca imaginaron que "los desarrollos históricos" del siglo xx incluirían una nueva clase de guerra, una
guerra fría, que influiría la vida intelectual, social y económica alrededor
del mundo. No fue solo que unos pocos individuos optaran por el profesionalismo y por la ruptura de compromisos sociales y culturales desde
torres de madil o desde "las heladas laderas de la lógica", sino que comunidades enteras de intelectuales, incluyendo a los filósofos de la ciencia,
se alejaban cada vez más de "las masas" mientras que la especialización, la
profesionalización y el análisis independiente se convertían en las normas
de la vida intelectual de posguerra.
Este capítulo examina algunos de los desarrollos a través de los cuales
el empirismo lógico, por así decirlo, renació despojado de toda sospecha
o de conexiones "rosas" con el radicalismo filosófico y con los continuos
debates acerca de los valores, de "las formas de vida" y cuestiones políticas y económicas. El Instituto para la Unidad de la Ciencia, moribundo
para finales de la década de 1950, fue posteriormente absorbido por la
Asociación de Filosofía de la Ciencia (PSA), cuyo estatuto reflejaba este
profesionalismo de posg-uerra. Ese profesionalismo también respaldó nuevas relaciones entre los más prominentes empiristas lógicos y la ciencia
militar patrocinada por la corporación RAND.
Intelectualmente, el contenido de la disciplina evolucionó en formas
que recordaban el clima en los campos universitarios de la década de
1950 -un clima que recompensaba a la conducta profesional y apolítica.
Las universidades estaban bien financiadas por el gobierno federal para
la investigación científica y por la Ley de Reajuste de los Soldados de 1944
(conocida como la ley GI),* que otorgaba un subsidio por cada soldado
vuelto del combate que obtenía un título universitario. Con las aulas llenas
(en parte con ex soldados que habían defendido a la democracia contra
el totalitarismo extraruero) y con llamados para la unidad de la ciencia y
para la planificación social y económica surgiendo exclusivamente desde
la extrema izquierda, no es difícil ver por qué, en general, los filósofos de
la ciencia abordaron tópicos tales como aquellos que eran defendidos por
Feigl, Reichenbach y Caruap, y no los defendidos por Frank y Neurath.
Dentro de la profesión, la transición estuvo signada por el declive del
debate sobre cuestiones vinculadas a los valores y a las responsabilidades
de la disciplina para con estas cuestiones. Aunque los argumentos a favor
yen contra de la relevancia de las problemáticas políticas y valorativas son
tan antiguas como el propio empirismo lógico, la década de 1950 sirvió
• "GI" es un térnúno inglés para referenciar a las fuerzas annadas norteaJl1ericanas. [N.
del T.]
Valores, axiomas y las Ileladas laderas de la lógica
413
de guía para un nuevo consenso, a medida que los líderes más influyentes
distinguían decidida y programáticamente a la filosofía de la ciencia propiamente dicha del estudio de la ética y de las declaraciones normativas.
Mientras que estos pronunciamientos son un síntoma de una clase de despolitización de la filosofía de la ciencia, también son un síntoma de una
clase diferente de repolitización. Este capítulo sostiene que la manera por
la cual los valores y las declaraciones de valor fueron excluidos del análisis filosófico por Reichenbach, Feigl y otros, involucra una concepción de
los valores similar a aquellas que guiaban a las campañas de Sidney Hook
y Horace Kallen en nombre de la libertad y el pluralismo. En el escenario
político maniqueo de la Guerra Fría, se pensaba que los valores sociales y
morales que dividían a Occidente de los soviéticos eran absolutos e inmodificables a un nivel que los depositaba fuera de los límites para el u'atamiento por parte de la filosofía de la ciencia.
El fin del Instituto para la Unidad de la Ciencia
Luego de que el instituto de Frank perdiera su subsidio de Rockefeller, su
actividad se vio disminuida y existió, al parecer, mayormente en los papeles hasta comienzos de la década de 1970. Luego de la muerte de Frank,
acaecida en 1966, Herbert Feig-l sucedió a Frank como presidente, aunque
-naturalmente-la mayor parte de su energía estuvo dirigida en la dirección
de su propio Centro para la Filosofía de la Ciencia de Minnesota. Cuando
Feigl anunció sus planes· de retirarse de la enseñanza, también anunció a
los fideicomisarios del instituto del momento -además de él mismo, Morris,
Nagel, Hempel, Milton Konvitz y Roben Cohen- que también renunciaría
al instituto. La pregunta llegó a ser (como Cohen se la expresó a los otros):
¿qué se ha de hacer con el instituto "a medio vivir"? 1
Todos estuvieron de acuerdo en que el instituto estaba por terminar.
Cohen sugirió que debería ser absorbido "tranquila, discreta y elegantemente" en la Asociación de Filosofía de la Ciencia, donde su "valor
intelectual y social" podría brindar un mejor servicio. 2 Esta propuesta
presentaba la problemática de evaluar si las metas del instituto podrían
ser preservadas, y, si ese fuera el caso, de cómo se lograría tal cosa. Feig-l
reportó conversaciones con Adolf Grünbaum, que pronto se convertiría
en el presidente de la PSA, quien estuvo de acuerdo en que los "asunLOS y actividades" del instituto "deberían [ ... ] ser preservados de alguna
J Feigl a los ficieicornisarios clel instituto, 7 de enero ele 1971,
" Callen a Feigl, 10 ele mayo de 1971, C~ll'.
C¡\!P .
Cómo la Guerra Fría transformó la íilosoiiade la ciencia
4 14
manera [... ] como una rama o una parte diferenciada de la PSA". De
hecho, Feigl incluso habló del instituto como si fuera a ser "revitalizado"
bajo estas posibles disposiciones. 3
Monis permaneció escéptico. Si los "propósitos del Instituto para la
Unidad de la Ciencia todavía han de ser de alguna manera perseguidos
conscientemente",'¡ recomendaba, el instituto debería plegarse al Centro
de Minnesota. A pesar de la oferta de Grünbaum de que todo encuentro
futuro de la PSA presentara una sesión "sobre un tópico relevante para
los intereses del InstitutO",5 Monis pareció preocuparse a causa de que la
agenda del instituto pudiera perderse si era adoptada por una organización cuyo liderazgo experimentaba frecuentes modificaciones. Sin embargo, en cualquier caso, Monis no estaba tomando una posición inflexible.
Cualquiera fuera el resultado, le escribió a sus coleg'as, no tenía "ninguna
convicción definitiva sobre el asunto". G Feigl se habría sentido complacido
si su Centro de MinnesoQ hubiera absorbido al instituto y su cuenta bancaria. Su apoyo financiero por parte de la Corporación Carnegie de Nueva
York estaba cerca de agotarse, mientras que el instituto, principalmente
gracias a las regalías de la Encyclopedia, poseía varios miles de dólares en el
banco. Feiglle aseguró a Monis que en el caso que el instituto se uniera
al Centro de Minnesota, tendría "todas las razones para creer que, en el
futuro cercano, el Centro continuará con trab~o directamente relevante
para los asuntOs de la unidad de la ciencia".7
Al final, los fideicomisarios siguieron el consejo de Cohen. Una vez
más, con la ayuda de JVIiltOn Konvitz, quien manejó la vida del instituto
como una entidad legal, los fideicomisarios transfirieron sus derechos
y obligaciones a la Asociación de Filosofía de la Ciencia en 1972. s Sin
embargo, de sus activos, US$ 1.500 fueron apartados y, a sugerencia de
Feigl, enviados a Ivlarie Neurath. Ahora, luego de haber transferido al
instiLUto sus derechos heredados por la Enc)'clopedia, Marie se encontraba con necesidad de dinero. Feigl explicó a sus colegas fideicomisarios que ella estaba enteramente entregada a la vida y a la obra de
Otto, y Otto, por supuesto, "era el 'spiritus rector' e iniciador de nuestra empresa".9
Feigl a los fideicomisarios del inslÍtuto, 7 de enero de 1971. CMI'.
4 Morris a Feigl, 29 dejunio de 1971, CM P.
5 Cohen a Feigl, 10 de mayo de 1971. CMI'.
6 Monis a Feigl, 29 dejllnio de 1971, C~IP.
7 Feigl a Morris, 1 dejulio de 1971, CM 1'.
8 Petición para disolver el Instituto para la Unidad de la Ciencia, CM P.
9 Feigl a fideicomisarios, 25 de octubre de 1971, CMI'.
Valores. axiomas y las heiadas laderas de la lógica
4 15
El instituto y la PSA
Ciertamente, Neurath había sido alguna vez el espíritu guía de la "empresa" que Feigl y estos otros ahora guiaban. Pero sus metas y métodos habían
cambiado. La petición de disolver el instituto especificaba que había sido
incorporado para
a) alentar la integTación del conocimiento por métodos científicos,
b) conducir la investigación en los contextos lógicos, psicológicos y
sociológicos de la ciencia, c) compilar la bibliografía y los resúmenes
publicados y otras formas de literatura con respecto a la integración
del conocimiento científico, d) apoyar al movimiento internacional
de unidad de la ciencia y e) servir como un centro para la comunicación de las publicaciones del movimiento de Unidad de la Ciencia.
Al representar una absorción de una institución por otra sin pérdidas (tal
vez con el fin de minimizar cualquier complicación legal que podría acarrear consigo la disolución) la petición sostenía que los propósitos de la
PSA eran "similares a las del Instituto para la Unidad de la Ciencia". Con
todo, hay diferencias básicas entre la agenda de la PSA y la del instituto.
Bajo Frank, el instituto pretendió combinar el estudio de la lógica, la psicología y la sociología de la ciencia, por un lado, con la tarea de promover
la unidad de la ciencia y "la integración del conocimiento" a una escala
internacional, por el otro. La ciencia unificada o uno de sus afines aparecen en cuatro de los cinco puntos de la -declaración.
De acuerdo con su constitución, explicaba la petición, el PSA existía
para
<1) la promoción de los estudios y la libre discusión de diversos
puntos de vistas en el campo de la filosofía de la cienci<l, b) la
publicación de una revista dedicad<l a tales estudio en este campo,
y c) la publicación de ensayos y monografías en este campo que
sean demasiado l<lrgos para que fueran publicados en una revista.
La asociación mencionada anteriormente lleva adelante encuentros bienales [... ] [y] publica una revista especi<lJizada, Philosophy
01 Sáence. lO
3
A la luz de la habitual dicotomía entre la ciencia unificada, por un lado, y
la libertad y el pluralismo, por el otro, las lealtacles de la PSA eran claras.
lO
Petición para disolver el Instituto para la Unidad de la Ciencia,
CM!'.
,p6
Valores, axiomas y las heladas laderas de la lógica
Cómo la Guerra Fría lransíormó la lilosolla de la ciencia
La libertad y el pluralismo estaban entre sus valores centrales, y su declaración de propósito no hacía mención alguna a la unidad de la ciencia o
a la integración del conocimiento. La filosofía de la ciencia ahora era una
disciplina profesional con fronteras claras cuyos proyectos y tareas estarían definidos y sostenidos internamente. Para alguien que no supiera lo
que era la "filosofía de la ciencia", estos puntos no suministraban información alguna. La constitución de la PSA, por supuesto, no prohibía que sus
miembros persiguieran asuntos y tópicos relacionados con la ciencia unificada, pero tales prosecuciones no eran constitutivas de la identidad de
la asociación ni de su misión compartida. La petición también exageraba
las similitudes entre las publicaciones del instituto y las de la asociación.
Sostenía que eran "sustancialmente similares", 11 aunque las monografías
de la Encyclopeclia y los ensayos en las Contribuciones de Frank se parecían
solo en los artículos que aparecieran en PJ¿ilosopJ¿y 01 Science antes de la
década de 1960.
En 1972, cuando los fideicomisarios del instituto hicieron circular
su petición entre sí para reunir las firmas necesarias.. probablemente la
orientación politizada e izquierdista que i'vlalisoff (y Churchman) alguna
vez sostuvieron en la revista y en la asociación se había perdido de vista.
De acuerdo con la última declaración de misión de lvIalisoff, la asociación
existía para
417
Estos cambios coincidieron con la sucesión de C. vVest Churchman por
parte de Richard Rudner como editor del periódico. Rudner, un filósofo
de las ciencias sociales en la Universidad del Estado de lvIichigan, fue elegido por lajunta de gobierno de la PSA solo unos meses antes de su elección como editor sobre las bases de que lajunta necesitaba a alg'uien cuya
experiencia descansara en las ciencias sociales. 14 Pero Rudner rápidamente aclquirió un enorme poder, a causa de que lajunta de gobierno de la
asociación requería que el sucesor de Churchman, quienquiera que fuese,
tomara "la iniciativa de dar forma al futuro de la revista [... ] como es considerado por los contenidos de la revista".15 Cuatro años antes, Rudner
había sostenido (en Validation ele Frank y en la conferencia relacionada) que "el método científico requiere intrínsecamente la efectivización de
decisiones de valor" (Rudner, 1957, p. 28). Pero no ejerció su ini1uencia
de modo de orientar a "los contenidos de la revista" en esta dirección. Lo
contrario parece ser el caso. Como ha mostrado la investigación de Don
Howard, durante la década de 1940, la frecuencia de los artículos relevantes para los debates vinculados a los valores o a los aspectos sociales de la
ciencia disminuyó rápidainente luego de la toma de posesión del cargo
por parte de Rudner (Howard, 2003, pp. 66-71).
Los empiristas lógicos en la RAND
promover el estudio y la discusión del tema de la filosofía de la ciencia, interpretada de manera amplia, y el aliento de las consecuencias
prácticas que puedan fluir de esto para beneficio de los cien tíiieos y
de los filósofos en panicular y para los hombres de buena voluntad
en general. 12
La cláusula que 11J.bla de una interpretación "de manera amplia" efectivamente invitaba a cualquiera a unirse a la asociación, y así lo hicieron
muchos, automáticamente, al suscl'ibirse a la revista, una circunstancia que
terminó con las revisiones realizadas en 1958. 13 Aquellas revisiones acompañaban a una nueva declaración de misión (citada antes en la petición
para disolver al instituto) en la cual estos matices humanísticos y socialistas
-"el beneilcio" y las "consecuencias prácticas" de la illosofía de la ciencia
para "los hombres de buena voluntad en g'eneral"- están ausentes.
Según alg'unas versiones, la década de 1950 no presenció "el fin de la ideología", sino más bien la homogenización o normalización de la ideología.
Para esta perspectiva, como podrían sugerir el Congreso para la Libertad
de la Cultura y los despidos de los profesores comunistas y sospechados, el
nuevo profesionalismo y el vocacionalismo de la academia eran síntomas
de un reU'oceso no de la política, sino más bien del disenso y, a su vez, del
cultivo de un nuevo estilo intelectual que complementaba el clima anticomuriista de los Estados Unidos de la Guerra Fría.
La mayoría estuvo de acuerdo en que la vida intelectual estaba cambiando. H. Stuart Hughes puso sobre la mesa la pregunta "¿Es obsoleto lo
intelectual?" en las páginas de Commentmy (Hughes, 1956), mientras que
Ducasse a lajuma, 27 ele mayo de 1958, C~II'.
Ducasse a Rudner, citado en Ducasse a lajunta ele gobierno, 13 ele enero de 1959,
C~ll'. Lajunta de gobierno estaba compuesta por Gustav Bergmann, Carnap, Churchman,
Theodosius Dobzhansky, Philipp Frank, R. B. Lindsay, Hen!)' Margenau, Ernest Nagel, Stanley
Stevens y Louis Zerby (el editor enjefe del [)eriódico). Lajunta le dio la mayor parte ele los
votos aArthur Burks, Ruelner yvVesley Salman (en ese orelen) yle ofreció el puesto a Ruelner
luego ele que Burks declinara a tomarlo.
1·1
15
II
Ibid.
La constitución aparece en Philoso/Jh)' of Sciel1<:l', N" 15, pp. 176-177.
I~ "Constitucíón revisada de la Asociaciól1 ele Filosofía ele la Ciel1cía, 1958",
Scíellce, N° 26, el1ero de 1959, pp. 63-66.
12
P¡lilosojJh)' (Jf
4 18
Cómo la Guerra Fría transformó la filosofía de la ciencia
Newton A..r vin identificó un nuevo "tipo académico" de intelectual "norteamericano" que había abandonado el "diverso, curioso y audaz estudio
humano" a favor de la producción de "resultados" profesionalmente valiosos en el espíritu de la "revolución gerencial" de james Burnham (ci!:<1.do
en Jacoby, 1987, p. 73). Philipp Rieff, quien contribuyó a fundar la revista
Daedcdusy participó en al menos uno de los coloquios patrocinaelos por el
instituto de Frank, estaba igu~lmente en desacuerdo con los "nuevos conservadores" que capitulaban a los intereses nacionales y reformaban sus
carreras como analistas políticos:
Con este compromiso de parte de los nuevos conservadores para
con la política, es la lealtad (y no la verdad) la que provee la condición social por la cual el nuevo intelectual descubre su nuevo
ambiente y lojuzga familiar.1Vludarse desde la Nueva Escueta [para
la Investigación Social] a la corporación
de los nuevos conservadores (Rieff,
RAND
es una decisión típica
1953, p. 17).
Rieff se puso como blanco a los intelectuales de toelos los niveles, pero es
probable que haya tenido en mente a los empiristas lógicos. Se había codeado con ellos en el instituto de Frank y probablemente sabía que algunos
habían establecido relaciones laborales con la corporación RAND. 16 Un
número suficiente de empiristas lógicos y sus estudiantes tenían conexiones
con la RAND como para que un historiador sostuviera que "la profesionalización de la filosofía de la ciencia noneamericana a comienzos de la posguerra creció directamente desde el suelo de la Investigación de Operacion~s"
que se fomentaba en laRA..l'iD (Mirowski, s/f, p. 22). El estudiante de Carnap,
Olaf Helmer, trab~ó en la RAND durante la mayor parte de su vida profesional, mientras que Abraham Kaplan, Carl Hempel y los estueliantes ele
Morris, Paul Kecksemeti y Freed Bales, almenas trab'0aron brevemente allí
a comienzos de la década de 1950. Otros que trabajaron en (o en cuestiones cercanas a) la t1losofía de la ciencia en la RAND o en la investigación ele
operaciones durante la década de 1950 y 1960 fueron Carnap, Quine, Paul
Oppenheim, Alfreel Tarski, OlafHelmer,john Kemeny,]. C. C. McKinsey,
Pau-ick Supples, Donald Davidson, Nicholas Rescher y Leonard Savage. 17
lGEn 1956, Rieffse elirigió al instituto b~o el título "La ciencia )' la política en una socieclael
masiva" (Frank a Morison, 13 ele noviembre ele 1956, RAC 1.100, caja 35, carpeta 285).
Ji Bales a 1vlonis, 20 ele agosto ele 1951; Hempel a Monis, 17 ele abril ele 1951; Kecskemeti
a Morris, 25 elejulio ele 1961, CMI'. Kecskemeti es ielentificaelo en su contribución al congreso
CCFR como "Principal unielael ele servicio ele la revista, elepartamento ele guerra estaelounielense" (Kecskemeti, 1948). Para otras conexiones con RAN D, véase Helmer y Rescher (1960),
Quine (1986, pp. 27-28), Mirowski (s/n.
Valores, axiomas y las heladas laderas de la lógica
419
La corporación RAND (orig'inalmente un acrónimo para Research and
Development ["Investigación y Desarrollo"]) comenzó como un departamento interno de la Corporación Douglass Aircraft en Santa Mónica,
California. Fue creada, gracias a una donación que provino de la Fuerza
Aérea estadounidense, como una corporación independiente y sin t1nes
ele lucro que conduciría y manejaría a la investigación intelectual "relacionada con la seguridad nacional y el interés público" (como lo expresaba
su membrete). La RAND fue el primer "centro de estudios" inspirado parcialmente por el éxito y la importancia elel desciframiento de códigos en
la victoria de los aliados en la Seg1.ll1da Cuerra Mundial. A menudo con
limitado apoyo federal, la investigación del tipo thinh tan/¡ R.'\ND también
fue llevada aelelante en las universidades, muchas veces en departamentos
de "teoría de comunicaciones", tales como el que había en la Universidad
de Il!inois, cuya invitación fuera desechada por Morris en protesta a los
requerimientos de juramentos de lealtad por parte del estado.
La importancia de la RAND no residía simplemente en que reclutara y
apoyara a los filósofos que se embarcaran en la investigación relacionada
con lo militar. Galileo y Descartes nos enseñan cuán antigua y tradicional
ha sido esta clase de alianza. Durante la Segunda Guerra Mundial, Frank
mismo trabajó como escritor de informes en la Universidad de Columbia
para proyectos patrocinados por la Oficina (militar) de Investigación y
Desarrollo Científicos (OSRD). Los filósofos Herbert Marcuse y Nonnan
Brown, para tomar elos ejemplos adicionales, trabajaron en la Oilcina de
Servicios Estratégicos (oss), la entidad predecesora de la CIA. 18 Más bien,
la importancia de estas conexiones personales entre la RAND, la investigación de operaciones y el empirismo lógico es que continuaron luego de la
gl.lCrra y así fOljaron la visión que la profesión lleg-ó a tener de sí misma y
su perfil público durante, y posteriormente a, la década de 1950.
A t1nes de la década de 1950, la RAND se hizo propaganda a sí misma
entre un amplio rango de intelectuales de la ciencia, además de orientarlos técnicamente, que eran lectores ele la revista Science. junto a los anuncios de empleo en Raytheon, General Electric, Lockheed y otros contratistas militares, la RAND publicó una campat'ia que presentaba retratos de
toda una página de luminarias de la historia. Estilizadas ilustraciones en
acuarela ele Lucrecio, Leonardo y otros aparecían suspendidas entre citas
de un párrafo de extensión tomadas de sus escritos. No hay promoción
ele ventas en estos anuncios. Simplemente sugerían que la RAND era una
JH El cargo ele Frank en la OSJW se informa en su archivo elel FlIl. Brown y Marcuse se
conocieron cuanelo ambos trabajaban en la 05S, durante la décaela ele 1940 (Obituario de
N01111an Brown, The Nau Yutk Times, 4 ele octubre ele 2002).
420
Cómo la Guerra Fria translormó la lilosoiía de la ciencia
'Jalores, ai\omas y las heladas laderas de la lóQ"\ca
institución amigable para con, y respetuosa de, los grandes pensadores
independientes (e incluso radicales) de la Itistmia. Uno de los anuncios
presentaba a Thorstein Veblen, cuyo Theol)' 01 the Leisure Class, publicado
originalmente en 1899, fue y continúa siendo un ícono de la crítica intelectual radical de la vida económica norteame¡·icana. Otros person'Úes caracterizados fueron Francis Bacon, vVilliam \Vhewell, Galileo, Henri Bergson,
Karl Pearson y sirJames Jeans. Con pocas excepciones, este panteón estaba lleno de intelectuales y filósofos orientados hacia la ciencia. Uno de los
anuncios caracterizaba a Hans Reichenbach, cuyo retrato aparece con una
cita de Atom und Kosmos en la que describe a la física como una ciencia viva
y dinámica que nutre al "espíritu que está en búsqueda de la verdad".
La aparición de Reichenbach como un emblema propagandístico a
favor de la RAND está cargado de ironías y simbolismo. A diferencia de
otros, Reichenbach había sido asesor e investigador pagado por la RAND
desde 1948. Pero Reichenbach mismo casi con seguridad no tenía nada
que ver con su conversión en un ícono publicitario, ya que murió unos cUlos
antes de que esta serie de anuncios viera la luz. Por lo tanto, fue alguien
más en la RAND o tal vez un especialista en el mercado que fuera contratado quien se apropió de la imagen y de la reputación de Reichenbach
como un emblema atractivo para la investigación militar. Alguna vez, en
sujuventud, Reichenbach fue lo sullcientemente elocuente en su defensa
del socialismo como para tener grandes dillcultades en obtener un puesto en la Universidad de Berlín (Traiger, 198'1). i\hora, era una de las caras
para promocionar la investigación militar de la Guerra Fría.
La imagen de Reichenbach también flotaba prominentemente sobre
sus palabras relacionadas con el "espíritu" de la ciencia "que está en búsqueda de la verdad". Mientras que el probabilismo de Reichenbach no
está desfasado de la actividad de la búsqueda de la verdad, sí niega que
la ciencia (o cualquier otra actividad) pueda afirmar verdades absolutas e indubitables acerca de la naturaleza. Mientras que el eliseüaelor ele
los anuncios que incluyó la entrada de Reichenbach en la serie casi con
toda seguridad no estaba al tanto de la letra de la obra ele Reichenbach,
con certeza sí estaba al tanto del valor y de la vigencia de la "verdad" en
la cultura, tanto popular como intelectual, ele la Guerra Fría. Las verdades acerca de la libertad y de los males del comunismo eran mayormente vistas como un segundo bastión contra la invasión comunista, apenas
detrás del primer bastión, vinculado con la fortaleza militar. Por ejemplo, a los lectores del The Ne"W Leade¡; se les pidió que contribuyeran con
"dólares genuinos" para ayudar a que la Radio Europa Libre emitiera las
verdades acerca de la superioridad de la democracia en los países controlados por los soviéticos.
421
La postura apolítica oficial
Si la imagen de Reichenbach en las páginas de Seience sugería una alianza
anticolllunista y patriótica entre el empirismo lógico norteamericano y la
investigación militar, el consenso denu'o de la profesión (de acuerdo, en
parte, con el propio Reichenbach) era que el empirismo lógico era apolítico y que no estaba involucrado con los problemas de los valores o con
las cuestiones relacionadas con ellos. Sin dudas, este consenso no era ni
intempestivo ni completamente unánime. Algunos estudiantes y defensores del empirismo lógico además ele Frank y lvIorris continuaban (incluso
en la década de 1950) reclamando por un compromiso con las cuestiones
sociales e ideológ"icas. Los conocidos argumentos de los escritos de Dewey,
Frank y Nemath, por ejemplo, aparecen en el artículo de Abraham Kaplan
"La ética norteamericana y la política pública" (K1.plan, 1958). La contribución de Kaplan al volumen de The Librar)' 01Living PhilosojJhers acerca de
Carnap pasaba revista del emotivismo y, siguiendo a Frank, trazaba un perfil de "la teoría del valor a la cual las diversas corrientes en el empirismo
y el pragmatismo contemporáneos -el emotivismo, así como también el
cognitivismo- parecen estar convergiendo" (Kaplan, 1963, p. 854). Kaplan
disfrutó de una larga carrera en la ueLA y escribió varios libros acerca de
tópicos que iban desde la epistemología a la sociedad y la política norteamericanas. Un ejemplo similar es el de Grünbaum, quien tomó una posición contraria a los críticos populares elel cientificismo, tales como Hayek y
Whittaker Chambers, el popular anticolllUnista, en las páginas de Scientific
AIonthl)' (donde aparecieron por primera vez los ensayos que formaban
parte del volumen Validation de Frank). Grünbaum sostuvo en su ensayo
"Ciencia e ideología" que no había razón convincente alguna por la que
la ciencia y la perspectiva científica, como muchos suponían, debieran ser
excluidas de un debate ideológico responsable (Grünbaum, 1954).
Como si se trataran de ecos de eras pasaelas, estos argumentos y llamados al compromiso de la profesión con la política, los valores y la ideología
se fueron desvaneciendo durante la década de 1950. Aunque la concepción de que el empirismo lógico no tenía propiamente nada que ver con
las aserciones no cognitivas y normativas de la ética o de la política había
estado circulando desde la década de 1920, existen varias razones para
identificar al popular libro de Reichenbach, The Rise 01Scientific Philosoph)!
(1951), como el vencedor definitivo en este debate. Apareció al comienzo
de la década, cuando el empil"Ísmo lógico, si habría de crecer y prosperar
en la era de la amenaza roja, debería aparecer-como Reichenbach sostuvo
que estaba-libre de toda contaminación ideológica. El libro fue también
muy popular fuera de la profesión y promovió la bien conocida distinción
4 22
Cómo la Guerra Fria transformó ta filosofia de la ciencia
de Reichenbach entre los así llamados contextos de descubrimiento y de
justificación, presentados por primera vez en Exjxrience muZ Prediction, de
Reichenbach (1938). Esta distinción sostiene que el valor epistémico de
las teorías científicas reside enteramente en sus relaciones lógicas con la
evidencia aceptada, y que no tiene nada que ver con los hechos contextuales del tema que pudieran estar relacionados con el origen de las teorías,
su inspiración o los detalles personales (y mucho menos políticos) de los
científicos que las crearon (Ciere, 1996, pp. 343-346). Reichenbach sostuvo que estos orígenes, si han de ser entendidos alguna vez, serán revelados
por la psicología de la ciencia y no por la filosofía de la ciencia.
Reichenbach explicaba que lo mismo vale para tópicos tales como la
valoración, la ética y la política:
Quienes piden al filósofo una guía para la vida deben agradecer
cuando este los remita al psicólogo o al científico social; el conocimiento acumulado en estas ciencias empíricas promete respuestas
mucho mejores que las acumuladas en los escritos de los fIlósofos
[ ... ]
Los filósofos tradicionales, sostenía Reichenbach, confunden de manera
crónica las circunstancias y factores lógicos con los sociológ'icos y psicológicos, mientras que "el filósofo científico evita estos errores reduciendo su contribución a la ética a una clarificación de su estructura lógica"
(Reichenbach, 1951, p. 316).
El marco del tratamiento de Reichenbach era la "concepción heredada" -como posteriormente se la denominó- de las teorías científicas como
sistemas formales en los cuales los conceptos y las hipótesis son introducidos o definidos sobre la base de las premisas o los <Lxiomas del sistema. Los
axiomas mismos no son justificables sin circularidad o trivialidad dentro
del sistema al que brindan su apoyo. Reichenbach invocó a la geometría
formal como un patrón para ver al conocimiento ético y para distinguirlo
con firmeza de la ciencia y la filosofía de la ciencia: "El filósofo científico
distingue entre premisas o axiomas éticos e im plicanciones éticas, y solo
considera las implicanciones como susceptibles de prueba lÓS'ica" (ibid.,
p. 319). En consecuencia, no puede haber ética científica debido a que
las premisas éticas son esencialmente volitivas y subjetivas. A diferencia
de las premisas de la geometría formal, ellas no pueden ulteriormente
ser interpretadas como aserciones empíricas (por ejemplo, acerca de la
estructura del espacio-tiempo) ni estar sluetas a contrastación científica.
Por lo tanto, "los <Lxiomas o premisas éticas" no pueden encontrarjustificación o crítica sustantiva alguna dentro de la ciencia (o de la filosofía
Valores, axiomas y las heladas laderas de la lógica
423
científica). Sus consecuencias lógicas de hecho sí pueden ser exploradas
y analizadas dentro del sistema o del marco al cual pertenecen, pero ellas
mismas no pueden ser el foco de atención de la indagación o la evaluación filosóficas. "Para el contexto considerado", explicaba Reichenbach,
"no se ponen en tela dejuicio" (ibid.).
El problema con la filosofía social
Mientras que la identificación por parte de Reichenbach del conocimiento
con <LXiOlnaS o premisas le permitió trazar las fronteras en torno de la actividadlegítima del filósofo de la ciencia, su argumento más amplio de que
la ética debe permanecer fuera del ámbito científico siguió siendo, especialmente desde el punto de vista pragmático, poco convincente. Pueele
que, como explicaba Reichenbach, los "axiomas de la ética" considerados
aisladamente "no puedan convertirse de ningún modo en enunciados
cognitivos; no hay interpretación en la que puedan llamarse verdaderos"
(Reichenbach, 1951, p. 319). Pero admitió que, desde esta perspectiva,
pertenecían a las teorías éticas que poseen una "estructura lógica" y desde
las cuales las "implicaciones" pueden ser derivadas. Si es así, parecería que
"los axiomas éticos o premisas", pueelen-como partes de marcos éticos más
amplios- ser examinados y evaluados sobre la base de las consecuencias
objetivas y empíricas que puedan tener sobre la sociedad o la vida inelividual. Por el otro lado, Reichenbach estab.a en lo correcto al enfatizar que
si las elecciones de un individuo o de una sociedad de aceptar o rechazar
ciertos axiomas éticos son puramente volitivas y no cognitivas, la ciencia y
la filosofía de la ciencia no provee de herramienta alguna que permita dar
información o guiar aquellas decisiones. Pero, como sugería una variante
del argumento ele Frank para el "positivismo activo" (que apareció un ailo
después elellibro ele Reichenbach), tampoco los políticos, ni los hombres
ele negocios, o ningún otro campo intelectual podrían suministrar tales
herramientas o experticia. Con respecto a las cuestiones éticas y sociales,
cualquier distinción de principio entre la filosofía de la ciencia y estas otras
instituciones continúa siendo elusiva, como sucede con cualquier razón
por la que los filósofos de la ciencia en particular deban optar por no participar del debate social y ético.
De todas maneras, la separación que realiza Reichenbach entre la ciencia y la filosofía científica de la ética logró popularizarse. La división, ya
veces la motivación de Reichenbach para realizarla, a menudo aparecía
en la literatura profesional especificando ele lo que trataba y de lo que no
trataba la filosofía de la ciencia. En el volumen Readings in the Philosophy of
'±24
Cómo la Guerra Fría lransformó la filosofía de la ciencia
Science (1953), en el cual Herben Feigl y May Brodbeck recolectaron influyentes ensayos, Brodbeck presentó el volumen a través de la discusión de
cuatro ideas populares acerca de, justamente, lo que significaba la "filosofía de la ciencia". Estas ideas eran "el estudio socio-psicológico de la ciencia", "la evaluación moral del papel y del conocimiento del científico", "la
filosofía de la naturaleza" (que involucraba, pl'incipalmente, al materialismo dialéctico) y "el análisis lógico de la ciencia" (Brodbeck, 1953, p. 6).
Brodbeck sostuvo que solo el último sig'nificado era correcto: la filosofía
de la ciencia consiste, y se agota, en "el análisis, la descripción y la clariilcación (neutrales desde las perspectivas ética y filosófica) de los fundamentos de la ciencia".
El tratamiento de Brodbeck de la "filosofía de la naturaleza" (la cual,
a diferencia de algunas formas de filosofía especulativa "ya no es inocua,
en tanto que provee de la racionalización para una ética o una ideología
política particular", Brodbeck, 1953, p. 6) anticipaba la presentación de
Richard Rudner en su libro Philosophy 01 Social Science (1966) que apareciera alrededor de una década después. Rudner, entonces editor de PlúlosojJhy
01 Science, especificó "el carácter y el alcance de la filosofía de la ciencia
social" a partir de su contraste con el carácter y el alcance de la "filosofía
social". A la filosofía social le preocupan "los distintos puntos de vista de la
naturaleza de los sistemas sociales o sociedades que son deseables, y a veces
presenta sus propias propuestas acerca de lo que constituye una sociedad
buena o deseable". Rudner explicaba que la tradición se extiende desde La
República de Platón a Hobbes, Locke y Rousseau a "los voluminosos escritos
de socialistas marxistas y n~ marxistas y no socialistas hasta nuestra propia
época" (Rudner, 1966, p. 2). Sin embargo, todo esto no tiene nada que
ver con la filosofía de la ciencia social, la cual se rest¡-jnge a sí misma a los
problemas "metodológicos" encontrados por la ciencia social.
Es cierto, admitía Rudner, que muy pocos trabzúos en el área "son completamente neutrales o de carácter metodológico -por ejemplo, que no
tengan nada que decir, directamente, o bien mediante una marcada sugerencia sobre el valor de algunas estructuras sociales" (ibid.). Con todo, en
principio, el filósofo de la ciencia social ignoraba este tipo de apreciaciones y solo prestaba atención a las relaciones entre las términos teóricos y
los ténninos observacionales, esto es, a las condiciones de contrastabilidad
de las teorías sociales y no a su validez o a si estas eran defendibles o no:
Para el filósofo de la ciencia social, ir más allá de la consideración de
la contrastabilidad, en el sentido de determinar la sU5tentabilidad
de una teoría de los fenóm'enos sociales, sería entr;¡r en el dominio
del científico social o del filósofo social (p. 3).
Valores. axiomas y las heladas laderas de la lógica
42 !)
Si algunos investigadores anticomunistas o administradores de la universidad estuvieran examinando los volúmenes de Rudner o de Brodbeck y
Feigl, se habrían dado cuenta en sus primeras páginas que la filosofía de
la ciencia no otorga lugar alguno para los ideólogos que conectan su política con su filosofía. La profesión estaba consLituida por especialistas en
conceptos y por analistas de la estructura teórica.
Ni habrían aprendido mucho acerca de las posturas de IvIorris, Neurath
y Frank, quienes se opusieron a tales desconexiones entre la filosofía de
la ciencia técnica y los valores. En la lista de lecturas sugeridas ofrecida
por Rudner, no se encontraba al movimienLO de Unidad de la Ciencia.
La mayoría de las referencias pertenecían a Hempel, Rudner, Nelson
Goodman y Talcott Parsons, y una mencionaba a Hayek (pp. 112-113).
Brodbeck y Feigl incluyeron al ensayo "Interpretaciones filosóficas y malinterpretaciones de la teoría de la relatividad", de Frank, el cual concluía con
un párrafo acerca de la necesidad de una "ilustración científica" progresista. 1u Pero no fueron incluidos ni los escritos de Frank acerca de la relatividad y los valores ni los escritos de Morris o de Neurath. Por el contrario, en la sección del libro que trataba acerca de la filosofía de las ciencias
sociales, Feigl y Brodbeck incluyeron un argumento en contra del materialismo dialéctico por parte de Sidney Hook y un pequeíio paszúe de]. A.
Passmore, titulado "¿Pueden las ciencias sociales estar libres de valores?"
Sí, pueden estarlo, respondía Passmore al tiempo que exhortaba a los filósofos de la ciencia a construir "teorías acerca de la estructura de la moralidad que sean teorías genuinas". Por mucho que Brodbeck rechazara a la
"filosofía de la naturaleza" por ser ide'ülógica, Passmore instaba a que los
estudios científicos de la ética se abstuvieran de "la reivindicación social
disfrazada" (Passmore, 1953, p. 676). Puesto que "es parte de la tarea ele
las ciencias sociales exponer los subterfugios de este tipo", la ciencia libre
de valores, con las herramientas libres de valores brindadas por la filosofía
de la ciencia, podrían desempeüar ele mejor manera uno ele sus deberes
cívicos (ibül., p. 674).
Feigl sobre la ciencia y los valores
La inHuencia de la concepción axiomática ele Reichenbach del conocimiento ético tal vez se encuentra mejor signada por su función en los escritos programáticos de Herbert Feigl. Con su Centro para la Filosofía de la
Ciencia ele lVIinnesota, Feigl se convirtió en un importante representante
I~
Este ensayo fue tomado de Frank (1938).
4 26
Cómo la Guerra Fría transformó la filosoiía de la ciencia
institucional como así también intelectual elel empirismo lógico. De manera similar al caso de Reichenbach, los escritos programáticos ele Feigl constituyen un reflejo elel alejamiento elel compromiso político y social por
parte ele la profesión. En 1943, en respuesta al furor en torno al ataque ele
Mortimer Aeller sobre el positivismo y el naturalismo, Feigl criticó agudamente a la concepción ele Aeller ele los valores como "absolutos" y desconectaelos de la ciencia)' elel mundo empírico y práctico:
La aceptación de llna autoridad absoluta o de una sanción extramundana para la moralidad, como la creencia en una fuente absoluta de verdad factual, es la manifestación de un tipo de mente precientífica y no totalmente liberal. Una humanidad completamente
madura tendrá que llevar sobre sus hombros la responsabilidad de
sus puntos de vista y de su conducta; y en el espíritu de un humanismo empírico y naturalista no reconocerá otro procedimiento que
no sea el experimental (Feigl, 1943, citado en Lepley, 1944, p. 9).
Al igual que lo hicieran otros empiristas lógicos y pragmatistas, Feigl estuvo ele acuerdo en que los valores culturales y sociales estaban conectaelos
con la ciencia y eran puestos a prueba en los tires y aflojes de la práctica.
En sus esbozos, Dewey, Hook y Nagel (quienes lideraron el contraataque
aAdler), Carnap, Morris, Frank y Feigl compartieron esta postura durante
la década ele 1930 y comienzos ele la elécada de 1940. 20
Sin embargo, en Readings in the Philosoph)' ofScience, Feigl había comenzado a concebir a los valores como estando más desconectados de la teoría
y de la práctica científicas. Estuvo ele acuerdo con la austera concepción
elel campo que tenía Brodbeck y enfatizó que la "ciencia no puede elictar
los criterios de valor" (Feigl, 1953, p. 18). Con todo, se quedó con las formas en las que la ciencia y una perspectiva científica están conectaelas con
las cuestiones sociales, educacionales y morales del humanismo. En un
comentario que Dewey hubiera aprobado especialmente, Feigl escribió
que "bajo el impacto de la ciencia moelerna", la función de la filosofía se
ha visto reelucida y delimitada a "la clarificación de los fundamentos del
conocimiento)' de la valoración" (ibid., p. 9, énfasis agregado).
Si los comentarios de Feigl parecen estar fuera de lugar para un ensayo que data de 1953, considérese que los publicó primeramente en un
temprano número de 1949 de American QuarterL)'. Por lo tanto Feigl los
20 Para más acerca ele Dewey, I-look y Nagel, véase el capítulo 3. Carnap respaldó la posición ele Feigl que se cita aquí en Lepley (1944, p. 9). Véanse también Morris (1938a), Frank
(1950), Reisch (2001b).
Valores. axiomas y las heladas laderas de la lógica
427
escribió antes de los altamente publicitados despidos que tuvieron lugar
en la Universidad ele 'Washington en 1949, antes de las controversias en
torno a los juramentos de lealtad en la Universidad ele California, y en el
mismo año en que el nuevo instituto de Frank comenzaba su esfuerzo por
revig-orizar al movimiento de Unidad de la Ciencia. Además, Feigl aprobó
la "filosofía social"21 y dio nombre a los valores que conectaban al humanismo científico con la filosofía de la ciencia. Estos valores incluían a "los
valores humanos tales como la libertad y la responsabilidad, los derechos y
las obligaciones, las capacidades creativas y apreciativas", así como también
a la 'Justicia, la paz y el consuelo del sufrimiento" (pp. 9, 16). De manera más importante, el ensayo de Feigl promovía el activismo, de manera
similar al ensayo inaugural de Frank para las publicaciones del instituto
(Frank, 1951 b) . Feigl explicaba que la filosofía de la ciencia puede ayudar
a que la ciencia calcule las probabilidades relevantes en los casos "cuando debemos actuar, como sucede tan a menudo en la vida, bajo las probabilidades más altas disponibles, incluso si estas probabilidades son en sí
mismas b<:Úas". Uniéndose a Malisoff, Neurath, Morris y otros, Feigl incluso hizo un llamado al planeamiento social y económico: "la planificación
cooperativa sobre la base del mejor y más completo conocimiento disponible es el único camino que se ha dejado a una debilitada humanidad
que se ha embarcado en la aventura de la ciencia y la civilización" (Feig-l,
1953, p. 18).
En 1959, diez años después ele que publicara por primera vez estos
comentarios, Feigl regresó a estos asuntos en su volumen Ourrent Issues in
PhiLosoph)' of Science, coeditado con Grover Maxwell. Los ensayos de este
volumen tratan sobre la explicación, la inducción y la probabilidad, la
estructura de las teorías y cuestiones vinculadas a los fundamentos de las
matemáticas,junto con tópicos más especializados en filosofía ele la física,
psicología y ciencias sociales. En su introducción, Feigl describió una vez
más una conexión entre la filosofía de la ciencia y las "aspiraciones" del
humanismo "hacia una mejor condición de la humanidad [como una]
meta universal" (Feigl, 1959, p. 17). Puesto que los seres humanos tienden a "protagonizar garrafales equivocaciones en el arte de vivir", sugería Feigl, la ciencia y la filosofía de la ciencia tenían un importante papel
que desempei1ar: "La educación y la política, si son esclarecidas científicamente, podrían ser de una enorme ayuda" (ibid., p. 17). Sin embargo,
Feig'l enfatizó de manera más notable de lo que lo hiciera en 1949, que la
adopción de estos valores por parte de la profesión era indirecta a causa
21 "Claramente, nada es ,mis urgente para la educación actual que una filosofía social que
sea apropiada y con la que pueda trab,~arse en una era científica" (Feigl, 1953, p. 9).
Valores, axiomas y las heladas laderas de la lógica
428
429
Cómo la Guerra Fria Iranslormó la filosofía de la ciencia
de que la ciencia "nunca puede, por su propia naturaleza, proveer de una
razón para nuestras obligaciones fundamentales o para las metas supremas de la vida." (p. 16). Posiblemente puede dar cuenta eJe "los hechos de
evaluación humana", y por supuesto puede "registrar" empíricamente "los
códigos ideales y morales" de diferentes pueblos y culturas y posiblemente
también explicar su desarrollo histórico. "Pero no debe pensarse que tal
descripción e interpretación [... ] tal vez pueda plantear su justificación
moral. La verdad científica es éticamente neutral" (ibid.).
Feigl mencionó dos desarrollos que parecen haber ampliado la brecha
entre la filosofía de la ciencia y los valores. Uno fue la profesionalización
eJe la filosofía eJe la ciencia y, en panicular, una "división elel trab'!io" entre
"un gran número de especialistas en los varios campos de la filosofía de la
ciencia" (p. 2). Naturalmente, esto alienta la investigación en cuestiones y
problemas más técnicos y estrechos. Aun cuando los aspectos de la historia
eJe la ciencia "son del mayor interés para el historiador así como también
para el filósofo de la ciencia" (p. 2), este profesionalismo también tendió
a provocar una ruptura entre la filosofía y la historia ele la ciencia.
El segundo y principal desarrollo que llevó a esta elivisión entre la ciencia y los valores también diferenciaba a la filosofía ele la ciencia de la ciencia
empílica. Éste yace en el núcleo metodológico de la profesión:
Los estudios relacionados con los fundamentos de las matelmíticas
durante los últimos ochenta años han marcado el camino yestablecido para muchos filósofos de la ciencia una icIea que solo puede ser
aproximada, pero que nunca puede ser alcanzada en la lógica de
las ciencias empíricas. La axiomatización -esto es, la construcción
de una disciplina científica en la forma de un sistema deductivo con
cOl~untos de postulados, definiciones y deriv,lCiones formulados ele
manera precisa- se ha puesto a la orden del día (pp. 3-4).
Esta orden del día, explicaba Feigl, y la "generalmente aceptada versión
de las teorías como sistemas hipotético-deductivos" no estuvo despojada
de críticas. Pero esta salvedad involucraba un evidente propósito de la
"concepción heredada" formal de las teorías científicas: ponía al debate
en su centro de atención y contribuía a unificar a una profesión creciente y especializada.
El modelo axiomático permitía que Feigl reforzara la distinción de
Reichenbach entre ciencia (y por lo tanto, la propia filosofía de la ciencia)
y partidismo social y político. Porque cuando Feigl seüaló que la ciencia
es "éticamente neutral" respecto de "nuestras obligaciones fundamentales o [ ... ] [respecto de] las metas supremas ele la vida", seüaló que no solo
la ciencia sino todas las empresas intelectuales eran completamente independientes de las inquietudes éticas y morales:
Si la ciencia no puede validar los criterios morales ysi la teología no
provee más que estímulos (o seelantes) verbales y emotivos, ¿en qué
otro luga1' debemos bUSGlr lajustilicación para los principios éticos
que constituyen la base de toda crítica moral? (p. 16).
Feig'l responeJió diciendo que "no existe sino una respuesta a esta pregunta que es compatible con una perspectiva científica clarificada". Como
había sugerido Reichenbach en su Risc 01 Scienlific Philosophy, nuestras
creencias y valores éticos tienen el estatus de premisas en un sistema
deductivo formal. Como tal, la respuesta es que no pueden ser justificados lóg'icamen te:
Los principios éticos fundamentales son en sí mismos la base para
la justificación ele la mayoría ele los preceptos morales particulares,
pero -sin cometer petición de principio o iniciar un regreso al infinito- no pueden ser en sí mismos justificados lóg'icamente (p. 16).
Al adoptar la ilustración axiomática del conocimiento ético de Reichenbach,
Feigl esbozó un aislamiento más sólido de la filosofía de la ciencia con respecto al estudio de los valores y de las premisas éticas. No que la filosofía
de la ciencia estuviera especialmente desconectada del debate ético, sino
que más bien el debate ético está especialmente desconectado de la justificación lógica. Por mucho que Feigl respetara la "creencia moral" y su
importancia paralas sociedades y los individuos, en tanto involucrara un
"compromiso sincero e incondicional con una cierta actitud hacia los valores de la vida", no obstante lo cual "simjJlementeconsiste en un compromiso
sincero e incondicional" que ningún proyecto intelecwallegítimo dentro
o fuera de la ciencia puede iluminar o guiar (p. 17, énfasis al'iadido). A la
luz de estas circunstancias, escribió Feigl, criticar a la ciencia (o a la filosofía científica) por no estar comprometida social y éticamente "sería como
reprochar a un telar su incapacidad para producir música" (p. 16).
El absolutismo ético y la política de la Guerra Fría
Mientras que esta visión de la ética y de los valores habilitó a los filósofos de
la ciencia para decir que su profesión no se ocupaba del tema de los valores, no obstante lo cual reflejaba la prominente concepción "absolutista"
Cómo la Guerra Fria transformó la filosofía de la ciencia
43 0
de los valores sociales y políticos sobre la que se basaba el anLicomunismo
norteamericano. Un indicador de esta concepción de los valores y de su
adopción por parte de alg'unos filósofos de la ciencia lo constituyó la crítica de Manin Gardner de Relalivity: .ti Richer Trulh de Frank y de Rise 01
Scientific Philosophy de Reichenbach por carecer de una columna vertebral
en lo relativo a los valores y la política, como se describió en el capítulo 15.
Gardner estaba en lo correcto al ver que el libro de Reichenbach excusaba
a los filósofos de la ciencia (qua filósofos de la ciencia) de tener que decidir
tales litigios, pero sí se equivocaba en sugerir que estos dos libros eran igualmente permisivos. Aunque Reichenbach aclaraba su observación y neg'aba
que "el filósofo científico" de hecho sostenga que "los así llamados axiomas
sean premisas invariables, que rijan para todas las épocas y en todas las condiciones" (Reichenbach, 1951, p. 319), su argumento para la separación de
la filosofía científica de la ética trataba a los valores éticos como axiomas
que no estaban sl~etos a discusión. El libro de Frank acerca de los valores
éticos obró en la dirección contraria. Para Frank, el único valor bueno consistía en un valor relativi.zado, contextualizado y sl~eto a revisión.
No es casualidad que el filósofo anticomunista más agresivo de la década de 1950 fuera también el más absolutista en lo que se refiere a los valores sociales y políticos. Cuando Camap rehusó el pedido de Sidney 1-look
de que se desvinculase del congreso Waldorf, explicó que apoyaba al congreso sobre la base de que "el sostenimiento de la paz me parece que es el
principal problema y la principal tarea a realizar hoy, incluso más importante que las libertades ci\·iles",22 Casi con seguridad, Carnap razonó que
mantener la paz parecía más importante porque las libertades civiles no
tendrían valor alguno si la civilización contemporánea y sus infraestructuras fueran diezmadas por una guerra nuclear con los soviéticos. Al igual
que Frank, Carnap. sabía que los valores operan en, y son específicos de
(cualitificados por), contextos prácticos.
Hook leyó esto y explotó en ira y sarcasmo. Previamente, le había advertido a Carnap con firmeza, pero también con amabilidad, contra parecer
ser un compaiíero de ruta del comunismo; pero ahora parecía haber concluido que la apariencia era bien atinada:
Si hubiera sabido que el "sostenimiento de la paz es más importante
[para usted] que las libertades civiles", nunca le habría escrito en
primer lugar. Porque cualquiera que crea tal cosa ya ha dejado el
ámbito democrático. Si la paz es más importante que las libertades
civiles, entonces debería promover que los Estados Unidos se afilien
22
Camap a Hook, 24 de marzo de 1949, ASl'
Re
088-38-13.
Valores, axiomas y las heladas laderas de la lógica
43 1
inmediatamente a las repúblicas de la Unión Soviética. Por supuesto, podríamos haber tenido paz sin libertades civiles si hubiésemos
capitulado frente a Hitler en 1939, ahorrándonos así muchísimo
derramamiento de sangre. Mi propia posición como demócrata es
que la paz sin la libertad específica de la Declaración de Derechos
no es algo que valga la pena poseer (en Shapi1'O, 1995, p. 133).
Hook sugirió, equivocadamente, que Camap optó por "la paz sin libertades
civiles" porque Hook definía a los valores como absolutos, no contextuales y, extraúamente, excluyentes: al parecer, suponía que uno podía tener
paz sin libertades civiles o libertades civiles sin paz. No reconoció (como
Carnap sí lo hizo) que la tarea práctica de balancear y administrar múltiples
y potencialmente conflictivos valores y fines (tales como la paz y las libertades civiles) adoptados de manera simultánea por una sociedad diversa
y compleja. Carnap describió a esta tarea una vez más ailos después en su
autobiografía al discutir la necesidad de preservar la libertad individual,
de evitar la guerra nuclear y de buscar agresivamente una planificación
económica y social que fuera patrocinada por parte del Estado (Camap,
1963b, p. 864). A veces, las circunstancias pueden requerir que acentuemos algunos valores en desmedro de otros, sobre los cuales se hagan concesiones. Pero eso no significa que los abandonemos completa o permanentemente, como Hook pensó que estaba recomendando Carnap en el
caso de las libertades civiles.
A pesar de la reputación de la época con la que contaba Hook de ser
un luchador en pos del instrumentalism6 pragmático en el ámbito político, su polémica anticomunista de las décadas de 1940 y 1950 no reconocía
ninguna de las complejidades que Cal'nap tenía en mente. 23 En particular, la libertad era para Hook un valor que era absoluto en el sentido que
debía ser sostenido sin tener en cuenta otras creencias, valores o contextos}' cómo ellos puedan cambiar en el curso de los eventos. Del mismo
modo que sucediera en el tl'atamienw de Reichenbach de los compronlisos éticos, la libertad constituía un <L'Xioma a ser dado por sentado y que
no debía ser cuestionado o disputado. Hook admitió su absolutismo sobre
la cuestión de la libertad y explicó cómo tal cosa le permitía tolerar a los
compaúeros anticomunistas que habitualmente eran, social y económicamente, más conservadores. Unos treinta aúos después de su discusión Con
23 Por ejemplo, un admirador había eSClito que Hook era un oponente del absolutismo,
uno que valientemente "luchaba con[('a aquellos que se encontraban poseídos por un fanatismo político o una doble moral)' contra aquellos que justificaban conductas detestables
apelando a algún ideal trascendeme en lo social o en lo político" (Shapiro, 1995, p. 2).
43 2
Cómo la Guerra Fria Iransiormó la lilasaiía de la ciencia
Valores, axiomas y las heladas laderas de la lógica
Carnap, en una carta a William F. Buckley, Hook indicó que su devoción
a la libertad "trasciende las diferencias relacionadas con una economía de
mercado, las formas específicas del bienestar estatal, la validez de los :lrgumentas para b existencia de Dios y otr:lS cuestiones políticas, económicas
y educacionales" lo aparraban ele Buckley y de otros. Ni la impOrtancia o
el signific:ldo de la libertad dependían de! bienestar del munelo o de otros
seres humanos que vivieran en él. Recordando sus primeras discusiones
con Bertrand Russell, Robert Maynard Hutchins y otros defensores de los
tiempos de la Guerra Frí:l de un gobierno mundial, Hook le recordó a
Buckley que "sostuve que era tanto más prudente como más noble anunciar que estábamos preparados para luchar por la libert,id incluso a riesgo de la destrucción del mundo, sin importar lo que tal cosa signifique".24
Cuando el popular presidente norteamericano Ronald Reagan puso la
Medalla Presidencial de la Libertad en la solapa de Hook en 1985, la
popularidad de! enfoque absolutista de Hook hacia los valores en la cultura norteamericana popular y política se puso claramente de manifiesto. De manera similar, los muchos admiradores de Reagan defendían su
enfoque en el ámbito geopolítico como una noble devoción a los ideales
anticomunistas y absolutos.
Una papa caliente en las heladas laderas de la lógica
La filosofía de la ciencia construyó su hogar en las heladas laderas de la
lógica cuando adoptó una concepción de los valores como absolutos y aisbdos del estudio y la crítica científicamente informad:l. ES:l concepción
redl~o las probabilid:ldes de que la profesión fuese sospechada de malicia política, y, al mismo tiempo, marg'inó a los líderes del movimiento de
Unidad de b Ciencia que defendían un enfoque ¡-ival, diferente en lo que
atañe a la comprensión de los valores. Creían que no solo los valores que
apuntalan cuestiones morales y políticas son los que deben ser entendidos
pragmática y contextualmente, así como también de un ntoclo no absoluto. Los valores también deben ser reconocidos como vigentes en la teoría
y la pr,íctica científicas. Como se examina de manera más acabada en el
~·I Hook a Duckley, 21 ele mayo ele 1982 (en ;IJid., pp. 325-326). Hook también comentó
públicamente que ciertos icleales sociales (l<"lles como la }ibertacl) eran ele un valor superior
incluso que la "esencial supervivencia": pa¡-a l-Iook, el liberalismo in\'olucraba necesariamente
la cOll1prensión de que hay "ideas e ideales sin los cuales no puede lograrse una vicia digna
para el hombre. Entre ellos est~í.l1las libertades estratégicas ele aquellas tradiciones norteamericanas que hacen posible el uso continuo de la iIHeligencia" (Hook, 1953, p. 36). Carnal'
menciona su elefensa de un gobierno mundial en Carnal' (1963a, p. 83).
433
próximo capítulo, Frank, lvIorris y Neurath lucharon contra toda concepción absolutista de los valores que pretendiera que la ciencia no tenía o no
necesitaba de valores o que negar:l herramientas científicas para el entendimiento, la especificación y la revisión de los valores. En parte, como es
sugerido por su defensa del ataque de Hook, Carnap compartió esta agenda y este entendimiento práctico y contextual de los valores. Pero Carnap
también se unió con Reichenbach, Feigl, Rudner y otros en distinguir a la
filosofía de la ciencia de la política y despolitizando así al empirismo lógico y a la profesión que lo practicaba.
Para un observador que se enorgulleciera de contar con una vista
aguda para los matices políticos de los proyectos filosóficos, esta despolitización fue veloz y sorprendente. Cuando Horace Kallen le escribió a
IVIorris acerca de coleccionar y publicar los escritos de Neurath (como se
discutió en el capítulo 13), lo hizo porque lamentaba que el empirismo
lógico se volviera formal y apolítico. Una década y media después de atacar
al proyecto de Neurath por sus implicaciones políticas "totalitarias", I(allen
quedó consternado al ver el irónico ¡'esultado que su ataque solo pudo
haber contribuido a ocasionar. Formalmente, el proyecto de Neurath contaba con la arista política equivocada. Ahora, se quejaba I(allen, no tenía
alÍsta política alguna.
Sobre todo, I(allen extrailaba el no profesionalismo de Neur:lth y su
falta de indiferencia. "Mi sensación", escribió a lVIorris, "es que Gtto era
mucho más que un mero empirista lógico": "Tenía una enorme carga de
compasión, un profundo sentimiento por el pueblo como pueblo, y un
ahínco por estar al servicio de su liberación y enriquecimiento a través
de las artes filosóficas y sociológicas". Para 1957, e! trabajo intelectual de
un empirista lóg"ÍCo, implicaba I(allen, era irrelevante para, y no inspirado en, las preocupaciones sociales, políticas y humanitarias tales como las
de Neurath. Esta es la razón por la que apoyó el volumen de colección de
los artículos de Neurath. Dos años antes de que Feigl hiciera notar que
"la axiomatización (... ] se ha puesto a la orden del día", I(allen le escribió
a Morris que "tal libro podría salvar al empirismo lógico, etc., etc., de la
infructuosidad en la cual me parece que ha caído".25
Tanto Frank como lvIorris intentaron ayudar a Kallen y a Marie
Neurath en su plan. Frank permanecía siendo el contacto más cercano con Marie y, al visitarla en Londres durante el verano de 1957, la
ayudó a ella y al hijo de Neurath, Paul Neurath, a elegir los artículos de
Neurath que fueran "especialmente importantes y todavía de interés
~5 KaIlen a Morris, 7 de mayo cle 1957,JRAlc.
Cómo la Guerra Fría transformó la filosofía de la ciencia
434
Valores, axiomas y las heladas laderas de la lógica
para los jóvenes estudiantes".26 Sin embargo, la tarea de encontrar un
editor norteamericano recayó sobre lvIonis. Monis pronto se dio cuenta de que había poco apoyo institucional tanto dentro como fuera de la
filosofía de la ciencia para conmemorar de este modo a Neurath y a su
proyecto. Ese verano, le escribió a Feigl y aclaró la situación: "escribí a
la gente de la Rockefeller sobre todo esto, pero fui rechazado". Monis
fue rechazado por Chadbourne Gilpatric, el agente de la fundación que
había estropeado el proyecto del diccionario de Frank unos pocos años
antes y quien probablemente estuvo involucrado en la decisión de finalizar con la financiación del instituto de Frank. 27 Monis sabía que el
instituto de Frank no tenía dinero para esto, sin siquiera haber oído tal
cosa de labios del propio Frank, por lo que hizo un intento con Feigl y
su centro de Minnesota:
Ahora se me ocurre que tu centro podría estar interesado en, y
capacitado para, ayudar. ¿Podría unirse el libro a tus planes de publicación? Podría ser posible organizar un pequdlO congreso sobre las
ideas de Neurath y publicar algo de esto en el libro de rvIarie. 2B
Feigl no podía ayudar tampoco. Monis le comentó a Kallen que su centro
"ahora opera 'bajo un presupuesto marcadamente reducido' y no puede
ayudar en sentido alguno". Pero a lvIorris todavía no se le habían acabado
las ideas. Le recomendó que Kallen apelara a la división de ciencias sociales de la Fundación Rockefeller (donde Monis no tenía ningún contacto) yal experto en diseño Gyorgy Kepes en el programa de arquitectura
del MIT. 29
A estas alturas, Kallen puso sobre la mesa la preocupación de Marie
de que Otto podría ser visto como un comunista. Morris, tal vez habiendo hecho memoria gracias a sus recientes conversaciones acerca de
Neurath y su legado con Feigl y con la Fundación Rockefeller (que
por entonces estaba patrocinando al Congreso para la Libertad de la
Cultura, de corte anticomunista), coincidió con esto: de hecho, había
"conocido gente que piensa que Otto y de hecho todo el programa de
la ciencia unificada es 'comunista'''.3o Entonces, Monis se volvió a la eeli-
2Gl\'1arie Neurath a Horaee Kallen, 18 dejulio de 1957,jRMc.
27 Morris informó que habló con Gilpatrie en Morris a Kallen, 25 de junio ele 1957,
torial ele la Universidad de Chicago, que ya había lidiado con Neurath
por el tema ele la InternalionalEncyclopedia. Apuntando alto, t-.IJonis decidió que se reuniría con el director ele la eelitorial, Roger Shugg. Pero
quería hacer esto equipado con cartas de miembros prominentes ele la
profesión que atestiguaran de la importancia ele Neurath y de la importancia de la aparición de tal volumen. Le pidió a Carnap, Feigl, Hempel,
Kallen y Nagel que escriban cartas en apoyo de! proyecto, mientras que
Marie le pedía lo mismo a Frank. El volumen en cuestión sería sustancial. Incluiría una introducción biogl-áfica acerca de Neurath; unas 400
páginas de sus escritos en tres áreas Csociedad y economía, problemas
de planificación", "ciencia unificada, terminología, etc." y "educación,
lengu~e de ilustraciones, eelucación visual"); y, finalmente, una sección ele "unas 50 páginas ele fechas, eventos, amigos, un índice, [y] una
bibliografía" .
Con las cartas en su poder, Monis se reunió con Shug-g en algún
momento durante el verano de 1958. Pero su conversación no llevó a
nada. Si Shugg estaba interesado en publicar un volumen sobre Neurath,
ese interés no superó dos obstáculos prácticos: el traspaso de Monis a la
Universidad de Gainesville en agosto, y, tres meses clespués, un caso de
"apendicitis aguda" que impidió que Shugg diera respuesta al pedido
de Morris "acerca del destino del volumen de Neurath". Monis comentó
que la secretaria de Shugg dijo que estaría alejado de la oficina por varias
semanas. 31 I~1.llen retransmitió esta falta de buenas noticias a Mal-ie, que
pareció interpretarla como malas noticias. "Tengo la impresión", le dijo
Kallen a .lvIorris, que "ella está silbando"para mantener elevado a su espíritu, no solo a causa de la lentitud de nuestro proyecto en común, sino también a causa de que sus propios asuntos pueden no estar yendo tan bien
como debieran".32 Luego de perseguir su proyecto por un aúo y medio sin
éxito, Morris y Kallen también comenzaron a silbar. "Debemos encontrar
alguna manera que nos ayude a publicar el libro en el caso que la editorial [de la Universiclad de Chicago] no lo haga. Neurath era un hombre
fascinante", afirmó 1'Aorris. 33 I~1.llen estuvo de acuerdo al sugerir que la
contribución de Neurath a la profesión a veces yacía más bien en su obstinación y en su populismo:
Siempre he tenido esa fuerte sensación acerca de Neurath, con
quien incluso el desacuerdo era una aventura creativa y feliz. Su tra-
JIU...lC.
28 Morris a Feigl, 10 dejulio ele 1957, HFI' 03-109-03.
2!1 MOlTis a Kallen, 16 de agosto ele 1957, jRMC; Feigl a Morris, 23 ele julio ele 1957,
03-109-04.
30 Morris a Kallen, 8 de octubre de 1957, jR~IC.
HFI'
435
:11 Morris a Rallen 12 de noviembre de 1958,jRMc.
:l~ Kallen a Mon-is, 4 ele eliciembre de 1958,JRMc.
:':l Morris a Kallen, 12 de noviembre ele 1958,jRAIC.
436
Cómo la Guerra Fría transformó la filosofia de la ciencia
bajo en hacer que los modos modernos de pensamiento se vuelvan
comunicables al no especialista siempre me ha parecido de suprema
importancia. Realmente espero que podamos tener publicado el
libro que planeamos.o 4
Quince aúos más tarde, en 1973, debido mayormente a los esfuerzos de
Roben Cohen, el primer volumen de la selección de escritos de Neurath
apareció en inglés (véase Neurath, 1973). Solo entonces, luego de que el
activismo estudiantil por los derechos civiles y contra la guerra de Vietnam
hubiera comenzado a derretir a la Guerra Fría y a la cultura macartista en
muchos campos universitarios, las memorias del movimiento de Unidad
de la Ciencia fueron reavivadas. Fue así que las subsecuentes generaciones de filósofos comenzaron a ver que las heladas laderas de la lóg-ica
nunca podrían haber abarcado toda la am plitud y la ambición propias del
m.ovimiento.
34
Kallen a Morris, 4 de diciembre de 1958,JRMc.
18
Profesionalismo, poder y lo que podría haber sido
Como sucede con cualquier historia, la que se cuenta en estas pagll1as
respecto del auge y caída del movimiento de Unidad de la Ciencia en los
Estados Unidos es incompleta. Además de las presiones anticomunistas
descritas aquí, seguramente otras fuerzas y otras circunstancias contribuyeron a determinar la evolución de la filosofía de la ciencia a lo largo de
la Guerra Fría. Dos de ellas son exploradas brevemente en este capüulo:
el declive en los Estados Unidos de los así llamados intelectuales públicos
y el crecimiento de las universidades de investigación consolidadas como
las principales instituciones de la vida in~electual en ese país. Ambas están
conectadas con el anticomunismo de la Guerra Fría, y este capítulo las
presenta como un marco para examinar algunos lugares comunes respecto del empirismo lógico y de la unidad de la ciencia, así como también de
los intereses contemporáneos en la desunión de la ciencia. También trata
dos cuestiones específicas que surgen de esta historia. Una concierne al
singular papel otorgado a Rudolf Camap, quien es mostrado a la vez como
un filósofo de la ciencia de izquierda durante la década de 1930, y como
un filósofo profesional y apolítico durante (y posteriormente a) la Guerra
Fría. La otra cuestión es una que se le habrá ocurrido a muchos lectores
mucho antes de llegar a este capítulo final: ¿no puede la despolitización
de la filosofía de la ciencia durante la década de 1950 (descrita aquí como
la consecuencia de multifacéticas fuerzas que surgen de los poderes anticomunistas) ser interpretada mejor como un desarrollo o como el proceso ele maduración a través elel cual la filosofía elel siglo xx (finalmente)
reconoció una desconexión fundamental y apropiada entre la investigación filosófica y el partidismo político? Se sugiere que no importa cuán
clara pueda parecer ahora esa diferencia conceptual entre la filosofía y la
rd~71
43 S
Cómo la Guerra Fría transformó la filosofía de la ciencia
política, el punto es que esa clalidad es en sí misma un artefacto de ciertas
condiciones históricas e institucionales. Al respecto, el capítulo concluye
sugiriendo que la histOlia de! movimiento de Unidad de la Ciencia promueve la consideración de la tradicional divisoria de aguas entre la filosofía analítica y la filosofía continental y sus respectivas preocupaciones con
la lógica y la razón, por un lado, y el poder, por el otro.
La universidad de posguelTa y el declive
de los intelectuales públicos
Si hemos de poner una fecha para la muerte del movimiento de Unidad
de la Ciencia, 1955 sería una de las candidatas, al constituir el año en el
que concluyera el segundo subsidio de tres años de Frank para el Instituto
para la Unidad de la Ciencia. El año 1959 también es una fecha apropiada. En ese ailo, Feigl, siguiendo a Reichenbach, delineó un sólido abismo lógico entre la filosofía de la ciencia y el eliscurso social y ético; Frank
fue atacado crípticamente en Philosophy 01 Science como un neotomista; y
la imagen de Reichenbach apareció en Science promocionando una imagen del empirismo lógico al servicio ele la corporación RA.ND y de la ciencia militar. Tal vez la fecha más útil sería 1966, no solo porque fue el aii.o
de la muerte de Frank y en el que Richard Rudner trazó enfáticamente la
demarcación entre la filosofía de la ciencia y la filosofía social, sino porque
durante la década de 1960 el movimiento de Unidad de la Ciencia debe
haber sido recorelado como algo así como un monstruo; un poco elegante
retazo de parches compuesto por la filosofía técnica de la ciencia, por un
lado, y por los concursos públicos de eSClitos, las vagas propuestas para el
estudio de la sociología de la ciencia y el interés en la sociedad y en todas
las clases devalares, por el otro. Este retazo no solo tiene poco sentido a
la luz de la distinción popular entre la filosofía y la política. También trasciende las paredes y las fronteras de la universidad de posguerra que rápidamente se volvió el foro y la institución dominante en la vida intelectual
de los Estados Unidos,
Ellen Schrecker hizo una observación similar en el título ele su monografía No IvOlY Tower (Schrecker, 1986). Para una audiencia ele intelectuales y académicos que leyera su libro cuando fue publicado a mediados
de la década de 1980, la misma idea de que las fuerzas de la Guerra Fría
habían afectado de este modo a las vidas de los individuos y a las disciplinas
necesitaba sobreponerse a la opinión popular de que la vida intelectual
siempre ha pertenecido natural y exclusivamente a la universielad. En el
interior de la torre de marfil, continúa la presuposición, las indagaciones
Prolesionalismo, poder y lo que podría haber sido
439
intelectuales llevadas adelante por la razón y por la búsqueda de la verdad
son aisladas y protegidas de los trabajos irracionales e impredecibles ele!
poder político y de las modas sociales que dominan a la cultura popular. El
libro de Schrecker tiene un efecto estridente precisamente porque fuerza
el desvanecimiento de esta presuposición. No hay ninguna torre de marfil,
porque los anticomunistas externos fácilmente unían sus manos con los
administradores, los profesores y los agentes internos que estaban ansiosos
por convencer a los senadores, los pel'iodistas, los grupos cívicos y a otros
de que sus campos universitarios y sus aulas no eran rosas.
Por lo tanto, entender cómo fue afectada la filosofía de la ciencia por la
política de la Guerra Fría va de la mano de una historia más extensa acerca
de la evolución de la universidad norteamericana. Después de todo, mantener a las aulas libres de la ideología izquierdista, contribuía a asegurar
el patrocinio federal que ayudó a que las universidades crecieran durante
la Guerra Fría. El crecimiento de las universidades, a su vez, invita a considerar los debates concernientes a los así llamados intelectuales públicos.
RussellJacoby contribuyó a dar un marco a estos debates al documentar
que, contraliamente a la tendencia de los izquierdistas nacidos posteriormente a la Segunda Guerra Mundial" que habitualmente se movían desde
la escuela de graduados a la vida académica, los "radicales de la primera
parte del siglo casi nunca llegaron a ser profesores universitarios" (Jaco by,
1987, p. 12"1). En cambio, la mayoría prosperó en enclaves urbanos, el
epítome de los cuales fue la Greenwich Village de Nueva York. El aspecto
bohemio aseguraba el contacto de los intelectuales con el público y con las
realidades de la vida política, urbana y Cívica. Escribieronpara periódicos
y revistas que a menudo ellos mismos mantenían, no fueron dominados
por las universidades, y fueron leídos no solo por los intelectuales establecidos en Columbia, por ejemplo, sino también por curiosos adolescentes
provenientes de Brooklyn y otros sitios.
Sin embargo, durante la Guerra Fría, varias tendencias -algunas de
las cuales resultan familiares para la historia que se cuenta aquí- obraron
para reconfigurar el lugar y el papel del in telectual en la sociedad norteamericana. Por ejemplo, durante la posguerra, con el crecimiento de los
suburbios y el declive de muchas de las principales ciudades, estos enclaves
bohemios o bien perdieron su atractivo o bien desaparecieron. Los intelectuales se inclinaron por trabajos estables y mejor pagados en las universidades, y, como resultado de ello, las conversaciones de trabajo se mudaron
de los cafés públicos a los campos universitarios, las salas de seminalios y
• "Baby.boome!"" en el original, expresión que refiere a las personas nacidas en la década
posterior a la Segunda Guerrd Mundial. [N. del T.]
4-4°
Cómo la Guerra Fria transformó la ¡ilosalla de la ciencia
Pfofeslonalismo, poder y lo Que podria haber sido
los encuentros de la sociedad de profesionales. Libre de sus raíces proletarias, la u-adición de los "illlelectuales públicos" liberales que prosperara
antes de la guerra comenzó a atrofiarse. En las humanidades, la emergencia de terminologías especializadas durante las décadas de 1970 y 1980 aceleró esta tendencia a causa de que los términos populares, los conceptos y
la lógica de los teorizadores franceses, alemanes e italianos, por ejemplo,
tendieron a ser ininteligibles para aquellos que se encol1Lraban fuera de los
círculos intelectuales que los fonnaron.Jacoby sugiere que esta circunstancia provocó que los selectos intelectuales conservadores de la Guerra Fría,
desconfiando de las raíces marxistas de la crítica lileraria y las credenciales políticas de los profesores que la promovían, explolaran las corrienles
antiintelecluales de la cultura norteamelicana consiguiendo así credibilidad, si no dominancia institucional, sobre sus colegas de izquierda en las
reciel1Les décadas. Allan Bloom, por ejemplo, quien escribió el popular
Closing o/ ¡!le American jllind (1987), hizo causa com ún con el pú blico y las
fundaciones conservadoras cuyas sospechas se vieron confirmadas por su
relato (realizado en una prosa relativamel1Le clara y libre de terminología
específica) del aleg"ado eclipse de los ideales occidcl1Lales y norteamericanos por parte de la teoría europea. En eSlOS círculos il1Lelectuales conservadores, como lo expresa el lítulo de otro libro popular, las humanidades
fueron apropiadas por "radicales vitalicios" (Kimball, 1990).
Un resultado de estas tendencias es una imag"en popular de la universidad contemporánea como un bastión de variados pensamientos de izquierda, feministas y radicales acerca de cuestiones morales, sociales y polílicas.
Sin embargo, desde el punto de visla de la Guerra Fría y de sus efeclos,
esta imagen es eng·al1osa. Ignora los efectos del anticomunismo académico y (a lo sumo) acepta los recuerdos populares de la histeria macartisla
como una época pasajera y anómala en la hisloria de los Estados Unidos
dural1Le la cual un pUl1ado de científicos y guionistas de Hollywood padecieron algunas desafortunadas dificultades profcsionales. Sin cmbargo, la
transformación general de la "ida académica causada por el anticomunismo académico fue amplia y profunda. En la culmra popular, almenas, el
llamativo contraste entre incluso los más radicales intclecmales universitarios contemporáneos de la década de 1990 y sus con trapartes de las décadas de 1920 y 1930 ha sido mayormcnte olvidado. Los intelectuales de la
era de la depresión hicieron vi'Ücs compulsivos a la Unión Soviética no
solo para dcscubrir la cullura o el arte rusos, sino también para presenciar
un experimento sin precedentes en la sociedad humana que los intelecmales soviéticos habían contribuido activamel1Le a iniciar. ¡\-luchos cn los
Estados Unidos y Europa aspiraban a cstas categorías, y algunos mvieron
éxito. M~x Eastman, el estudial1Lc dc Dewcy, luego de ensel1ar filosofía cn
44 1
Columbia, se convirtió cn confidcnte de varios bolcheviques. El guardaespaldas y secrctario dc Trotsky, Jean van Heijenoon se jubiló como profesor dc lógica matemática en el MIT. Ncurath, Hook, Blumberg, ¡Vlalisoffy
otros quc fueron tratados aquí tuvieron can-eras similares, aunque menos
glamorosas, que demuestran cómo la vida política c intelectual, y la educación superior, pudieron estar unidas antes dc la Segunda Guerra IIIundial
de modos quc sc tornaron imposibles después de ella.
La imagen popular dc los profcsores universitarios como altamente
politizados e izquierdistas ignora el alcance hasta el que la vida intelcctual
en los Estados Unidos se vio cxtirpada por el anticomunismo académico.
Sin dudas, los estudian tes de hoy todavía pucden aprender la teoría socialista y la historia de su aplicación durante sus breves ai10s en la educación
supcrior. Pero la desconexión entre la vida intelectual en el imerior de la
torre de marfil y la cultura popular externa refuerza la imagen POPUlal- y
la crítica de los imcleCLualcs izquierdistas como personas singulares desconectadas del "mundo real" y de sus incumbcncias. En los círculos agresivamcnte conservadores, los comentadorcs habitualmcntc muestran a la
izquierda académica como pcligrosamente antinoneamericana al tiempo
que eleva cl cadáver del radicalismo para que sin'a para las prácticas de
Lira al blanco y para el entrctenimiento.
En pane, el movimiento dc Unidad de la Ciencia pertenece a csta
historia más extensa de los intclectuales públicos en los Estados Unidos.
Espccialmente a fincs de la década de 1930, existían signos de que Otto
Neurath cstaba listo para tal reconocimiento público, al apareccr -como
lo hicicra- en las páginas de Time, del New York Times y del Sume)' GrajJ/zic.
Charles Monis también tuvo un breve cargo como intclecLUal público a
linales de la década de 1940 seguido del moderado éxito de su libro The
Ojxn Seif. Pero el movimiento pronto tomó una trayectoria muy difcrel1Le
luego de la guerra, como han mostrado estos capítulos.
El saber popular acerca del empirismo
lógico y la unidad de la ciencia
Las rcalidades del amicomunismo de la Guerra Fría y sus efectos sobre
la filosofía profesional sugicren que varios aspectos del saber filosófico
popular cst~ín listos para su revisión. Tal vcz el más básico es la reputación
de los empiristas lógicos como imelectos que tenían a la lógica como su
scllo de identificación y que eran ciegos (como insistían sus críticos de la
extrema izquierda) a cuestiones de política, ética y problemáticas apremiames acerca del lugar de la filosofía en la cultura moderna. Lejos de
+l2
Cómo la Guerra Fría Iransíormó la filosofía de la ciencia
Prolesionalismo, poder y lo que podría haber sido
ser apolítico, como podría sugerir una instantánea del empirismo lógico
de alrededor de 1960, el empirismo lóg'ico estaba politizado tanto cuando
llegó a los Estados Unidos como, en un sentido negativo, posteriormente a la guerra, cuando el "clima de miedo" macartista neutralizó al movimiento de Unidad de la Ciencia y contribuyó a cultivar su postura apolítica, Independientemente de si estaba inclinado al socialismo durante la
década de 1930 o si se estaba defendiendo a sí mismo contra el anticomunismo durante las décadas de 1940 y 1950, el empirismo lógico no era ni
apolítico en sus valores y ambiciones ni una comunidad no política de eruditos, que se aislara de algún modo de las presiones de la Guerra Fría, Con
todo, es común leer que el empirismo lógico era simplemente "no político" (Kucklick, 2001, p. 232), Yque dejó atrás sus compromisos políticos y
culturales en Europa, previamente a su emigración, y que fue el agente de
su propia despolitización.!
Otro conjunto de consideraciones es sugerido por el intel'és contemporáneo en la desunión de la ciencia. Recientes escritos han tendido a
poner la mira en la unidad de la ciencia como una tesis acerca de la ciencia, una que la mayoría de los filósofos ve como falsa y reemplazada para
bien por su antítesis, la "desunión de la ciencia";2 dificilmente una afirmación a favor de la dialéctica del progreso filosófico. Sin embargo, la
sugerencia ofrecida por la mayoría de los defensores de la desunión de
la ciencia es que los empiristas lógicos cometieron un simple, pero colosal, error. Aparte de las diferencias acerca de lo que ellos creían que significaba la "unidad de la ciencia", sostuvieron que el empirismo lógico
estaba simplemente equivocado al ver a las disciplinas científicas como
entidades unificadas o susceptibles de ser unificadas.
U na afinl1ación a favor de la desunión de la ciencia propia de la década
de 1990 puede sonar familiar a los lectores de este libro. John Dupré escribe que no solo el progreso científico sino también el social requieren que
rechacemos la tesis de la unidad de la ciencia a favor de la desunión:
443
Porque si la ciencia fuera unificada, emonces los legítimos proyectos de investigación serían aquellos, y solo aquellos, que forman
parte de ese todo unificado. B'0o la figura que estoy presentando,
solo una sociedad con compromisos políticos y con presuposiciones
compartidas absolutamente homogéneos, o al menos hegemónicos,
podría espet'ar una ciencia unificada. La ciencia unificada, podríamos concluir, requeriría de una utopía o del totalitarismo (Dupré,
1993, p. 261).
Aunque procura contribuir a "remover alg'unos de los desechos remanentes de un movimiento filosófico que, aunque mayormente abandonado
algunas décadas atrás, continúa ejerciendo una poderosa influencia sobre
las principales áreas de la Blosofía" (ibid" p. 10), Dupré muestra que una
influencia más podúosa y duradera es la oposición de Kallen a la ciencia unificada. Su argumento duplica la cruda oposición de Eallen entre
la ciencia unificada y el pluralismo radical (el cual Dupré formula en una
versión metafísica y ontológica) y, en este comentario, saca las mismas
negativas conclusiones políticas que Kallen infirió respecto de la unidad
de la ciencia.
Otro argumento para la supuesta desunión de la ciencia es tal vez mejor
entendida como una contribución sustantiva a la misma línea de indagación que promovía el movimiento de Unidad de la Ciencia. Alexander
Rosenberg' argumenta a favor de la desunión de la ciencia por razones
de (algo así como) complejidad t::0mputacional que intervienen entre
los objetos convencionales que son dominio de la biología y de la física.
Como Rosenberg resume su argumento, los conceptos y las leyes de la
biología simplemente no pueden ser reducidos a los de la química o a los
de la física:
Una vez que la matet'ia se acumula más allá del nivel de la organización de la macromolécula biológicamente activa, el nivel de comple-
1 Así
escribe Ron Ciere: "El empirismo lógico en los Estados Unidos fue en gran medida
jidad se vuelve tan grande que los productos de nuestras habilidades
una nueva creación [ ... ] estilizada para tina nueva audiencia de lTIodo que lo que aparecía a
cognitivas y computacionales no pueden moverse desde los modelos
la vista pública en los Estados Unidos era algo notablemente diferente de lo que había existido
en Europa" (Ciere, 1996, p. 338), Peter Calison, al examinar los significados culturales de Da
togische AuJbau dellYell (1928) de Carnal' en Europa, escribe en la misma dirección que "el
ideal de un AuJbau" era "conjuntamente arquitectónico, político y filosófico", Pero "no fue
así al mudarse al otro lado del Atlántico" (Calison, 1996, p. 40). Manha Nussbaum, en un
tributo a Rawls, describe a Rawls como un corrector políticamente re!eval1le de! legado de!
positivismo lógico que "había convencido a la gente de que existen solo dos cosas que tiene
sentido hacer: investigación empírica y análisis conceptual" (Nussbaum, 2002),
2 La literatura relevante al respecto incluye a Fodor (1974), KiLcher (1989), Cat el al.
(1991), Hacking (1992), Dupré (1993), Rosenberg (1994), Calison yStump (1996).
y las aproximaciones a las generalizaciones nomológicas que gobiernan los procesos biológicos (Rosenbug, 199"1, p. 6).
Sin embargo, lejos de un refutación de la "unidad de la ciencia", el proyecto de Rosenberg capta de manera constructiva a este tópico, tal como
lo formularan Neurath y Carnap, Puesto que los puentes entre las ciencias
han de ser construidos dentro de la ciencia misma, en general, los empiristas lógicos habrían dado la bienvenida a los resultados de Rosenberg
444
Cómo la Guerra Fría transformó la filosofía de la ciencia
acerca de qué consideraciones internas a la ciencia arrojan serias dudas
sobre una clase de unidad (la misma que Carnap apodaba "unidad de
ley") entre la biología y la química y la física. Carnap tomaría los resultados de Rosenberg con seriedad, pero no aceptaría que como consecuencia de ellos se refute a la unidad de la ciencia. Después de todo, existían
otros modelos de unidad que estaban disponibles, tales como la "unidad
de conceptos" de Carnap, la postura de Neurath de una 'Jerga universal"
fisicalista y unificadora, y tal vez otras concepciones que solo serán reconocidas y formuladas por los filósofos y los científicos en el futuro.
Este último punto es importante. Puesto que el movimiento de
Unidad de la Ciencia era un proyecto colectivo y colaborativo, los argumentos del estilo de la década de 1930 para la unidad de la ciencia no
se enlazan muy bien con los recientes argumentos para la desunión de
la ciencia. Pertenecen a diferentes estilos de la vida y la práctica filosóficas. Políticamente, la ciencia unificada tenía conexiones y asociaciones con la filosofía radical y el Partido Comunista que los intelectuales habían sido prudentes en evitar durante las décadas de 1950 y 1960.
Institucionalmente, la ciencia unificada corporizaba un impulso colaborativo, colectivo e interdisciplinario que comenzó a perder su razón de
ser y propósito en la universidad de posguerra. El movimiento esperaba
regularizar la colaboración con los científicos y los intelectuales en formas que reducirían, o harían más flexibles, las fronteras tradicionales que
separan a las disciplinas científicas entre sí, las fronteras entre la filosofía
de la ciencia de la ciencia misma y (como enfatizaron Frank y Morris) las
fronteras entre la ciencia y las humanidades. Sin embargo, luego de la
guerra, el nuevo profesionalismo concedió su aprecio a la autonomía disciplinaria y, en las universidades prósperas y bien consolidadas, estableció
nuevas fronteras fOljando nuevas especialidades y nuevas disciplinas.
Junto a estos cambios políticos e institucionales, el programa de unidad
de la ciencia se transformó de un objetivo práctico y colaborativo a una tesis
académica más estrecha en al menos dos sentidos. Primero, se transformó
en una hipótesis empÍlica acerca de la ciencia, sus lengu<0es y su futuro desarrollo históJico, vistos, por así decirlo, de un extremo al otro del cuadrilátero
como un proyecto intelectual independiente que ni requería ni demandaba
información alguna de parte de la filosofía. }\..1 igual que Frank observó a los
filósofos encontrando un nicho intelectual "entre, por encima y por debajo
del dominio de [... ] las ciencias especiales aisladas" (Frank, 19"19b, p. 269),
Mal' Brodbeck explicó que la filosofía de la ciencia se cernía discretamente
enu'e la filosofía analítica y la ciencia. A causa de que la filosofía de la ciencia "trata acerca de la ciencia", escribió, "no es del todo conecto hablar de
la continuidad entre estos dos campos [ele la filosofía analítica y la filosofía
Profesionalismo, poder y lo que podría haber sido
445
de la ciencia] ". "Con todo, a causa de que trata acerca de la ciencia, a medida que los científicos inventan nuevas técnicas y extienden su conocimiento, aparecen nuevos problemas para el filósofo de la ciencia" (Brodbeck,
1953, p. 7). En los sig'uientes diez ai1os, Carnap se refirió a sus por emonces
actuales ideas acerca de la unidad de la ciencia como "hipótesis dramá'ticamente extrapoladoras" acerca del fmuro de la ciencia (y de las reconstrucciones filosóficas de esta), y Paul Oppenheim e Hilary Putnam ofrecieron
una in±1uyente perspectiva de la unidad de la ciencia como "una hipótesis de
trabajo" (véase Carnap 1963b, pp. 882-886; Oppenheim y Pumam, 1958). A
pesar de la influyente posición de Quine de que la ciencia y la filosofía son
continuas, que "la filosofía de la ciencia es suficiente filosofía", esta divisoria de aguas institucional permanece entre la "ciencia" como es entendida
y practicada por los científicos y su contraparte filosófica. 3
Segundo, luego de que fuera desasociada del ideal de una colaboración
activa con los científicos, la tesis de la unidad de la ciencia fue adaptada
por una de las varias especialidades dentro de la filosofía de la ciencia al
tiempo que se volvía más compartimentalizada y especializada luego de la
década de 1950. El "fisicalismo" y la "unidad de la ciencia" que Neurath y
otros alguna vez defendieron como un sirviente del progresismo inspirado en los marxistas se convirtió en el "fisicalismo" que, en sus diferentes
articulaciones dentro de la filosofía de la mente, trata las relaciones entre
la mente y el cerebro (o entre la psicología y la física) y contribuye a organizar el debate y la investigación en esa especialidad.
La tesis de la unielael cle la ciencia es una abstracción de lo que originalmente fue un proyecto práctico y consU·uctivo. Entendida como una herramienta en ese proyecto, la tesis de que las ciencias pueden ser unificadas
aún más no es rechazada con más fuerza por el fracaso de modelos específicos de unidad de la ciencia o por el declive histórico del movimiento de
Unidad de la Ciencia que lo que el fracaso de la física en intentar reconciliar la mecánica cuántica con la relatividad general refuta al objetivo ele
dar con una teoría unificada. Como Neurath le recordaba habitualmente a sus colegas, nuestras elucidaciones actuales de la unidad de la ciencia son tanto nuestras elucidaciones como nuestras elucidaciones actuales:
"Nuestro pensamiento es una herramienta, depende de condiciones sociales e históricas" (Neurath, 1930, p. 46) que limitan y clan forma a nuestras
:1 Un filósofo que sostiene que la filosofía profesional ha comenzado a resurgir hacia un
compromiso público a partir de su fOnllalismo }' profesionalismo de la Guerra Fría (una vez
más, a través de la conocida obra de Rawls, i,wOJ)' ofJuslice) concede de todos modos que
existe incluso dentro de los departamentos "una peligrosa fragmentación en el campo")' que
"la rnaj'oría ele los científicos todavía no eSG:í.n interesados en Jo que hacemos" (Nehelnas,
1997, pp. 239, 238).
44. 6
Cómo la Guerra Fría transíorrnó la íilosoíía de la ciencia
Proíesionalísmo, poder y lo que podría haber sido
concepciones en formas que no siempre podemos vislumbrar. Esto es, no
podemos dar un paso fuera de estas condiciones particulares y verlas con
cierra objetividad ideal, independiente del contexto. Solo en el futuro pueden volverse visibles a nuestros descendientes que estarán sluetos, una vez
más, a sus propias condiciones sociales e históricas. Neurath concluía así
su principal contribución a la Intemational Encyclopedia con una versión de
su famosa metáfora náutica que debería haber hecho reflexionar a Kallen,
Nagel y a otros que de distinto modo se quejaron de que Neurath y su
movimiento de Unidad de la Ciencia pretendían imponer un plan filosófico específico y restrictivo (e incluso totalitario) sobre la ciencia: los científicos y los filósofos están en el mismo barco, como marineros "que, en
alta mar, transforman la forma de su tosco navío":
Una nueva nave crece de la antigua, paso a paso -y mientras aún
están construyendo, los marineros ya pueden estar pensando en
una nueva estructura, y no siempre estarán de acuerdo entre sí,
La empresa entera continuará en una forma que hoy no podemos
siquiera anticipar. Ese es nuestro destino (Neurath, 19'14).
Si deseamos considerar al movimiento en estos términos, la pregunta que
surge no es si la tesis de la unidad de la ciencia es verdadera o falsa, sino
si este proyecto colaborativo y colectivo de hecho tenía una oportunidad
de ser puesta a prueba y, tal vez, tener éxito. No contaba con esa oportunidad. Luego de unos escasos aii.os optimistas en los Estados Unidos, estalló
la guerra, y poco después de la g'uerra sufrió tanto la pérdida de Neurath
como la emergencia de las fuerzas y de las costumbres de la Guerra Fría
que pronto hicieron de los valores y ambiciones del movimiento (progresistas y favorables al socialismo) una cosa del pasado.
¿Qué acerca de la non.natividad?
Algunos filósofos pueden tomar al veredicto de la historia respecto del
movimiento de Unidad de la Ciencia como si fuera correcto desde el
punto de vista filosófico, Su mezcla de temas socialistas, internacionalistas y populistas, pueden decir, no tiene lugar alguno en las actividades
filosóficas. Pueden aceptar la postura apolítica y neutral articulada de
diferente modo por Reichenbach, Rudner y Feigl durante y posteriormente a la década de 1950 con la consecuencia de que, para ellos, la desaparición del movimiento y las poco claras agendas de Neurath, Frank
y Morris para la profesión no requerían ni disculpas ni corrección. Si
447
la filosofía de la ciencia es lóg'icamente incapaz de tratar las cuestiones
normativas de la vida, la sociedad y la política, entonces no era su asunto
enfrentar la Guerra Fría como si sí fuera capaz de hacerlo.
Existen al menos dos formas relacionadas de defender la visión políticamente más comprometida de la profesión que compartían Neurath,
Frank y Morris sin violentar la lógica o el sentido común. Desde el punto
de vista del neutralismo de la década de 1950, los compromisos políticos del movimiento de Unidad de la Ciencia violentaban la distinción de
Reichenbach elUre la cognición y la volición. Si, como lo expresa Feigl, "no
hay forma de deducir los imperativos morales a partir de las verdades de
la ciencia" (Feigl, 1959, p. 16), entonces ¿qué es lo que estaban haciendo
Neurath, Frank, Carnap, Hahn y otros en la Viena de la década de 1920
yen los Estados Unidos de la de 1930? Después de todo, la postura no
cognitiva de las declaraciones éticas que las ve como si fueran puramente subjetivas o expresivas, estaba bien a la vista de (y era aceptada de clistintos modos por parte de) Neurath, Carnap y Hahn cuando escribieron
su políticamente carg'ado manifiesto Wissenschajiliche WeltauJ!assung. Con
todo, no se vieron a sí mismos luchando por vencer el obstáculo lógico
planteado por Reichenbach y Feig-I, a causa de que las normas y los valores que admiraban y promovían ya estaban establecidos en ciertas áreas
de la ciencia, la política, la educación, la arquitectura y el diseño. La concepción científica del mundo no necesitaba de justificación lógica alguna
porque ya estaba, como un hecho empírico, viva y dispuesta para dominar
a la modernidad:
Experimel1lamos cómo el esplrltu de la concepción científica del
mundo penetra en creciente medida en las formas de vida pública y
pl'ivada, en la enseñanza, en la educación, en la arquitectura, y ayuda
a guiar la estructuración de la vida social y económica de acuerdo
con principios racionales. La conujJción científica det mundo sirve a la
vida)' la vida la. acoge. (Neurath et aL, 1929, pp. 301, 317-318).
En cambio, lo que requería esta perspectiva era apoyo institucional (de la
Sociedad Ernst IVIach y del movimiento de Unidad de la Ciencia) así como
también claridad de concepción y visión que el empirismo lógico podría
conu'ibuir a proveer. Con los recursos de la nueva lógica y de la nueva filosofía científica, el movimiento podría "aportar [.,.] el pensamiento sistemático" a estos desarrollos, contribuir a clarificar las fortalezas epistémicas
y humanitarias que compartían respecto de fuerzas opositoras, reaccionarias o regresivas y, por supuesto, contribuir a liderar los desarrollos de la
ciencia unificada (ibid., p. 301).
44 8
Cómo la Guerra Fria Iranslormó la filosolia de la ciencia
Para los resueltos neutralistas, estas consideraciones cometen petición
de principio, porque no proveen de justificación cognitiva alg'una para
los muchos compromisos del movimiento de Unidad de la Ciencia. En su
aspecto más general, la cruzada de Neurath, Frank y Morris para revivir al
movimiento de Unidad de la Ciencia posteriormente a la guerra se proponía, precisamente, ponerse al timón de la filosofía de la ciencia profesional y guiarla lejos de tal perspectiva, una que se hacía eco del blanco de
Neurath, el seudonacionalismo. Supone que los compromisos de la vida
deben, para contar con respetabilidad o validez (tanto en el sentido lógico como en el sentido coloquial de la palabra), poseer alg'ún lug'ar en, o
estar en conexión con, las teorías filosóficas ideales del conocimiento. Para
la crítica neutralista que demandaba unajustificación para las ambiciones
del movimiento de Unidad de la Ciencia, las concepciones filosóficas del
conocimiento van en primer lugar, y, en caso de que sean derivados de
premisas cognitivamente significativas, los compromisos políticos van en
segundo lugar. Para el ala izquierda del Círculo de Viena que apoyaba al
movimiento de Unidad de la Ciencia, la perspectiva era bastante diferente.
Las exig'encias de la vida y de la práctica filosófica estaban en un constante
diálogo dialéctico. La vida y la ciencia informan a la filosofía de la ciencia,
mientras que la filosofía de la ciencia educa e informa a nuestro entendimiento de la vida y de la ciencia. Al tiempo que esta dialéctica continúa,
nosotros o nuestros descendientes pueden encontrar que hemos navegado en extrai1as y al presente incomprensibles aguas."
Esta diferencia ayuda a aclarar la marginalización tanto política como
filosófica de las respectivas campai1as contra e! "absolutismo" que impulsaron Monis, Frank y Neurath. Se opusieron a (y no estaban en sintonía
con) no solo el absolutismo moral y político de! anticomunismo, sino también al absolutismo institucional y disciplinario que aislaría a la filosofía de
la ciencia de la interacción con otras disciplinas y con otras áreas de la cultura. Cuando ~dorris solicitó insistentemente al movimiento a que prestara
mayor atención a las ciencias sociales, y, en particular, a las aproximaciones pragmáticas al estudio ele los valores, el arte y la ética, rechazó lo que se
convertiría en el antiintelectualismo y el anticientificismo de la posguerra
que exaltaba los valores como trascendentes, absolutos y dispuestos más
allá del alcance de la ciencia y de la filosofía científica. Como enfatizara
en su conferencia acerca del "significado cultural de la ciencia", la ciencia
necesitaba ser entendida como una fuente de nuestros valores culturales
.¡ Frank continuó escribiendo acerca de los valores y de hl ciencia durante su último allo
de vida. Un libro no publicado en los archivos de la Universiclad de I-1arvard, se pronunciaba
acerca de la ciencia, la ideología)' los valores.
Proíesionalismo, poder y lo que podría haber sido
449
y no como un sirviente de valores supuestamente qjos, supracientíficos
o eternos. Además, este fue el blanco de Frank en la Conferencia sobre
Ciencia, Filosofía y Religión. Frank sostuvo que los valores morales absolutos son autodestructivos, porque los valores genuinamente absolutos y los
valores f~os deben ser tan abstractos y generales que no tienen significado
práctico alguno, Cuando se arriba a "principios significativos" generales
"de la conducta humana", le dijo Frank a su audiencia que
si in tentamos afeITamos firmemente a los principios generales sin
requisitos, a los significados "absolutos" de tales principios, pronto
nos daremos cuenta de que no puede inferirse ninguna conclusión
que resulte pertinente para una situación de la vida real. Porque
sin el uso de significados operacionales, de nuestros principios
abstractos derivarnos meramente principios abstractos. Nunca nos
ponernos en contacto con un problema humano real (Frank, 1950,
pp. 42, '13).
En 1950, cuando Frank publicó esto, los problemas humanos del momento incluían a las épicas luchas del capitalismo contra el comunismo, del
individualismo contra e! colectivismo y el problema de los "profesores
comunistas". Al pedir a sus colegas intelectuales que adoptasen un entendimiento relativizado y con textual de los valores humanos y que abandonasen el "absoluto" saber popular, Frank estaba efectivamente animándolos a
permanecer comprometidos con estos debates, tanto como le solicitaba a
los filósofos de la ciencia que practicaran un "positivismo activo", como se
describió en el capítulo 14. Para Frank, una filosofía de la ciencia comprometida social y políticamente no podría ser una que avalara la concepción
absoluta de los valores promovida por Reichenbach, Feigl y otros.
En sus discusiones con Carnap, Neurath conectó sus quejas sobre la
semántica con la clase de "absolutismo en metafísica y fe" que él creía qu~e
contribuyó a llevar adelante la larga y violenta historia de persecución en
el mundo. Probablemente, Carnap nunca llegó a compartir la concepción de Neurath de que la teoría semántica estaba conectada de manera
tan directa con la historia de la persecución. Pero podría haber recordádo la crítica más general que hiciera Neurath del absolutismo durante su
escaramuza con Sidney Hook. Cuando Hook hizo su acusación de que
Carnap "ya" había "abandonado el campo democrático" porque diluía
e! enaltecimiento de la libertad que hiciera Hook con consideraciones
prácticas acerca de la preservación de la paz y la prevención de la guerra
nuclear, Carnap pudo haber reconocido la lógica absolutista que Neurath
tanto había aborrecido. Neurath le explicó a Carnap que los absolutistas
4-5 0
Cómo la Guerra Fría lransiarmó la íilasaiía de la ciencia
no pueden tolerar el pluralismo. Neurath escribió que "a veces, la gente
no puede soportar que comencemos con muchas declaraciones divergentes, y si fuera el caso, que pennanezcamos con declaraciones divergentes
PAK"'- SIEMPRE". Para ellos, "TIENE QUE HABER ALGO ÚNICO"." Para Hook,
la libertad era de hecho "algo único", dado por anticipado y definitivo. A
ojos de Hook, aquellos que cuestioparan esto ya se habían excluido de la
discusión democrática.
Si la profesión hubiera acomodado mejor los proyectos de IvIorris,
Neurath y Frank, los argumentos de Reichenbach y Feigl en favor de la
imposibilidad de la filosofía de la ciencia de comprometerse con las cuestiones sociales y políticas habrían parecido menos convincentes, si tan
solo fuera porque no habían parecido sin oposición y sin cualificación. Si,
con Neurath, Reichenbach hubiera enfatizado que su modelo axiomático
del conocimiento ético fue activamente creado por abstracción a partir
de un campo históricamente en evolución de términos y conceptos vagos
-esto es, si Reichenbach reconociera algo similar al pluralismo de Neurath
como un importante complemento a su formalismo-, entonces las preguntas acerca de CÓntO, exactamente, nuestro conocimiento ético puede,
y no puede, ser modelado de manera provechosa y precisa como un sistema formal podrían estar mejor orientadas y organizadas. Esto es, una
vez que las creencias éticas han sido reconstruidas y especificadas como
<L"iomas formales, Reichenbach, Feig'l u otros empiristas lógicos podrían
haber seguido a Frank y planteado cuestionamientos sociológicos acerca
de hasta qué punto estos axiomas pueden renejar la inl1uencia social, las
contingencias de la historia, o, como a Frank le encantaba seJ1alar, trocitos de conocimiento científico antiguo y ahora considerado falso tomado
erróneamente como metafísica indudable o manifiesto "sentido común".
Esto es, aunque tuvieran la forma de un axioma, las voliciones éticas de
Reichenbach podrían sin embargo ser entendidas como contextualizadas,
analizables y ya no tratadas como absolutas y fDas.
Uno no puede objetar que esta imagen m~ls l1uida y con textual de nuestro conocimiento es esencialmente extral1a, o inapropiac!a para el empirismo lógico porque, como han documentado estos capítulos, esta concepción pertenecía a la corriente pl'incipal de la filosofía científica previa a
la Guerra Fría. Carnap sugirió valiosas conexiones entre el conocimiento
científico, ético y político durante 1936 cuando atribuyó la desafortunada
"conducta de diferentes naciones, razas y clases sociales" al hecho de que
esta se encuen tra
;) Neurath a Carnap. 25 ele septietnbre de 19~13,
página 15).
ASP Re
102-55-03 (la cita aparece en la
Prolesionalismo, poder y lo Que podría haber sido
'\5 1
casI SIempre controlada más por pasiones que por la reflexión
en torno a los hechos de la psicología)' de las ciencias sociales.
Sus expectativas, fundadas inadecuadamente, habitualmente son
seguidas por decepciones en la conducta de Olros grupos partidarios: pero los fracasos de sus esperanzas, en lugar de llevar a la
corrección de las presuposiciones erróneas, frecuentemente se
convierten en la ocasión para una reprobación infantil de grupos
opositores en nombre de la moralidad (Carnap, 1936a).
Al hacer públicos estos comentarios y en tanto que profesor visitante en
Han'arc!, parecería que Carnap vio a estas relaciones como una competencia leg·ítima, aunque tal vez no central, del empirismo lógico. De manera
similar, Ernest Nagel atribuyó los "innecesarios sufrimientos y conflictos"
de los pueblos a la excesiva confianza en "las comprensiones intuitivas y los
impulsos pasionales" que no están fundados en "el suelo firme del conocimiento científico". "No es sabiduría", vociferó Nagel contra los neotomistas, "sino una seJ1al de inmadurez recomendar que simplemente examinemos nuestros corazones si deseamos descubrir la buena vida" (Nagel,
1943, p. 54). Fue solo en la década de 1950 que el reconocimiento por
parte de la profesión de esta intimidad entre la ciencia, la filosofía de la
ciencia y "la buena vida" fue minimizado. r'\l tiempo que alababa los valores del humanisnto científico, Feigl se tornó más enfático en que aquellos
valores, al igual que otros, nunca podrían serjustificados lógicamente. Para
aquellos que estén interesados en el "cómo vivir", explicaba Reichenbach,
"el filósofo científico le dice bastante francamente que no tiene nada que
esperar de sus enseilanzas si quiere saber cómo llevar adelante una buena
vida" (Reichenbach, 1951, p. 315).
Aquellos que insisten en que la t~~ante distinción c!e Reichenbach
entre la política y la filosofía es correcta o más convincente que las alternativas disponibles deben o bien creer que Reichenbach de repente, en
la década de 1950, vio más profundamente en esta cuestión de las relaciones entre la política y la filosofía que lo que él y otros lo habían hecho en
el pasado, o bien -como parece ser más probable- admitir que la popularidac! y el carácter aparentemente inevitable de su aguda distinción le
debe algo (como sugeriría Neurath) a las "coneliciones sociales e históricas" que rodearon a su emergencia durante la década de 1950. Aquellas
condiciones reducían la estatura y la influencia ele aquellos que se oponían férreamente a la distinción y, a los ojos de las subsiguientes generaciones de filósofos, le aJ1ac!e una cualidad antigua e inverosímil a sus visiones alternativas,de la filosofía de la ciencia. Sin embargo, esto no equivale
a afirmar que estas alternativas, una vez recobraelas y liberadas elel polvo,
45 2
Cómo la Guerra Fría transíormó la íilosoíía de la ciencia
son simplemente superiores o que incluso están más disponibles en la
práctica, porque tales estimaciones no pueden ser aisladas de la historia
en cuestión. Después de todo, es posible que la filosofía científica sobreviviera en los Estados Unidos solo gracias a que se depuró a sí misma de
los proyectos percibidos como "rosas" o, como Morris informó acerca de
Neurath y del movimiento de Unidad de la Ciencia, de los proyectos considerados "comunistas".
El caso especial de Rudolf Carnap
Al ig-ual que Neurath, Frank y Monis, Camap fue uno de los líderes ·del
"comunista" movimiento de Unidad de la Ciencia quien tomó al empirismo lógico de la década de 1930 como si fuera relevante e importante para
la política y la vida social. Con todo, a diferencia de los otros, Carnap no
sufrió de ningún subsiguiente declive profesional o intelectual durante las
décadas posteriores a la guerra. Valias consideraciones explican estas circunstancias. Una de ellas es el talento de Camap como filósofo, que fue
capaz tanto de promover nuevos tópicos y técnicas como de comunicar su
importancia a otros. Otra es su política sostenida consistentemente respecto de que la filosofía es neuu-al en cuestiones de los objetivos sociales
y culturales, que no provee de fundamento o justificación alguna para las
concepciones políticas o para sus actividades. Como Reichenbach, Feigl y
Rudner, Camap enfatizó que la filosofía y la política son dos empresas diferentes. Pero su concepción no amputaba la relación entre ellas; más bien
negaba que la investigación filosófica involucrara o requiriera creencias
o valores políticos. Sin embargo, como aclara esta cita de su disertación
radial de 1936, creía que la actividad y el pensamiento políticos de hecho
deberían, siempre que fuera posible, hacer uso de los métodos y de las perspectivas provenientes de la ciencia y de la filosofía de la ciencia.
Puesto que el anticomunismo académico fue mayormente guiado por
el miedo a que los eruditos resultaran contaminados o controlados por
la ideología propia del Partido Comunista, la postura de Carnap de que
la filosofía es independiente de la política difícilmente habría resultado
sorpresiva durante la década de 1950. Incluso los agentes del 17BI que evaluaron las afiliaciones políticas de Camap parecían estar imbuidos de su
neuu-alismo a partir de sus interrogatOlios, en especial uno en e! que se
informaba que Carnap "está en un '99% interesado en temas escolásticos
y tiene poco o ningún interés en algún tipo de política'''. Por supuesto,
esta afirmación es inexacta. Al mismo tiempo, sin violentar su neuu·alismo, Carnap estaba altamente interesado en cuestiones políticas y tomó
Proíesionalismo, poder y lo que podría haber sido
453
posiciones políticas por sí mismo (tales como las que ocasionaron el interés de J. Edgar Hoover) y contribuyó con entusiasmo a liderar al movinriento de Unidad de la Ciencia como un punto de contacto entre el empirismo lógico y la ciencia y la sociedad.
Por lo tanto, sería un error tomar a la obra de posguerra de Carnap
durante las últimas décadas de su vida en el ámbito de la semántica, la probabilidad, la lógica inductiva y la confirmación como la consecuencia de un
cambio sustantivo en su trabajo filosófico que fuera provocado por la cautela política. Más bien, cualquier historia respecto del u-ab~o filosófico de
Carnap debe contextualizar primero tal trayectOlia denu-o de su amplia concepción u-ipartita de la filosofía, una que tiene lugar tanto para su u-abajo
técnico favorito en sinta.xis y semántica como para la pragmática y su dominio de propósitos y necesidades humanas. Considere e! intercambio entre
Carnap y Frank en e! volumen Carnap-Schilpp. Tal vez imprudentemente, al
volver a plantear los ataques conu-a el empÍlismo lógico por parte de Lenin y
de oU-os filósofos soviéticos, Frank reprodl~o en su ensayo crítico una resei'ia
mayonnente negativa del escrito de Carnap "La superación de la metafísica
mediante el análisis lógico de! lenguaje" realizada por el filósofo soviético
V. Brushlinsky. El ensayo se focalizaba en la problemática, familiar desde la
crítica de! empilismo de Lenin, de si la filosofía está conectada con eSU"LICturas socio-económicas y, si este es el caso, de cómo es que lo estaba. Como
lo expresa Carnap, Brushlinsky sostenía que "yo, como lógico y mecanicista,
y el movimiento del neopositivismo en general, somos incapaces de entender las raíces socio-económicas del idealismo y de la metafísica que deseamos eliminar" (Carnap, 1963b, pp. 867-868). Ignorando los ficticios alegatos
de que estaba comprometido con una metafísica mecanicista, Carnap respondió reiterando que "el Círculo de Viena, esencialmente gracias a Otto
Neurath, sí reconocía la importancia de un análisis sociológ-ico de las raíces
de los movimientos filosóficos. Pero, desafortunadamente, es necesaria una
división del trabajo". La "división del u-abajo" era la partición de Carnap del
análisis filosófico en sinra.xis, semántica y pragmática. Reconocía que su propio trabajo y sus talentos pertenecían a los primeros dos dominios, y no a la
pragmática. "Por lo tanto", continuaba,
me siento obligado a dejar el trabajo más detallado en esta dirección
a los sociólogos interesados en cuestiones filosóficas y a los filósofos
entrenados en cuestiones sociológicas. [... ] Estoy de acuerdo tanto
con Frank como con Morris en que hasta ahora el componente
pragmático no ha sido lo suficientemente investigado por nuestro
movimiento, aunque su importancia ha sido reconocida teóricamente por mí y por los empiristas en general (ibid., p. 868).
Cómo la Guerra Fría transformó la filosofía de la ciencia
454
Durante la década de 1940, y después de ella, cuando los escritos y temas
de Carnap se volvieron menos directamente emparentados con las metas
y preocupaciones centrales del movimiento (tales como la eliminación de
la metafísica y la unidad de la ciencia), lo que cambió fue su asignación
personal de tareas dentro del proyecto integral de la filosofía como él la
concebía. No modificó su postura colectivista y colaborativa de la empresa filosófica y de sus divisiones, su demarcación entre la filosofía y la política, ni su reconocimiento del trabajo filosóficamente legítimo (que todavía restaba hacerse) en el estudio de los valores y, de manera más amplia,
en pragmática. 6 Su desvío general desde cuestiones relacionadas con el
"empirismo" hacia problemas "escolásticos" formales, como Neurath y
Frank lo caracterizaron, no debería ser interpretado como un intento de
evitar temas políticos o controvertido. Porque incluso luego de la marea
alta del macartismo académico, como es ilustrado por sus últimos esfuerzos a favor de los filósofos mexicanos perseguidos, Carnap no tuvo la intención de evitar la política.?
Filosofía analítica y filosofía continental
Casi todos estos desarrollos de la filosofía de la ciencia de la década de
1950 -el dominio de un modelo formal de conocimiento, la transición del
movimiento de Unidad de la Ciencia al más académico tema de debate
acerca de la unidad de la ciencia y el movimiento hacia un profesionalismo políticamente descomprometido- ofrecen, conjuntamente, cierta perspectiva respecto de la muchas veces lamentable división entre la filosofía
analítica y la continental. John j\tIcCumber ha sostenido que esta divisoria
de ag'uas es una impronta política que proviene de los primeros años de
la Guerra Fría. s McCumber sostiene que, en las manos de Quine, Carnap
ti Además
del comentario de Carnap a Frank, citado aquí, vcase Sll amable y construcLÍl'a
respuesta a Raplan en Carnap (1963b, pp. 999-1013). Acerca de la concepción antiabsolutista
de C¡1rnap respecto de los valores cognitivamenle significaLivos, véase Carnap (19.:.14).
7 Carnap defendió la causa de tres filósofos mexicanos que habían sido encarcelados en la
ciudad de México poco después de unas manifesmciones estudiantiles durante 1968. Conoció
a dos de ellos en 1963 durante un Congreso Internacional de Filosofía y más tarde los visitó
en una cárcel mexicana. Publicó un informe al respecto en clju¡¡nwl uf PhilosojJhy titulada:
"Mi visita a dos filósofos encarcelados en México" (1970). Para una revisión de la postura de
Carnap sobre el gobierno mundial, de lo indispensable de una planificación racional tanto
en el
áll1bito
social
C01110
en el económico y de la necesidad de evitar una confrontación
nuclear, véase Carnap (1963a, pp. 83·84).
ti
l\''1cCu111ber (2001). Para un reh.llo que encuentra "una bifurcación de caminos" entre la
filosofía analítica y la continental durante la década de 1920, véase Friedman (2000).
Profesionalismo, poder y lo que podría haber sido
455
y del presidente de la Universidad de Washington, Raymond Allen, las
exigencias de la Guerra Fría marginaron con éxito a la filosofía alemana
ya la filosofía francesa dentro de una profesión que encontró un refugio
seguro del anticomunismo académico en lo que se convirtió en la filosofía
analítica moderna. McCumber sostiene que una búsqueda desapasionada
y no política de la verdad llegó a dominar a la filosofía profesional a causa
de que los filósofos interesados en el poder, la dialéctica, la fenomenología)' otros íconos de la filosofía continental fueron obligados a mantener
a estas preocupaciones e intereses más recónditos y políticos -como si se
tratara de un perro mojado- fuera de la torre de marfil.
La historia del movimiento de unidad de la Ciencia ve a Carnap )' al
empirismo lógico de manera bien diferente -no como agentes del cambio
de la Guerra Fría, sino más bien como blancos de valias fuerzas políticas,
institucionales e intelectuales. Con todo, acuerda con el tratamiento de
McCumber en que almenas elementos de filosofía continental están implicados, quizás irónicamente, en una comprensión de la histolia de la filosofía
científica en los Estados Unidos. McCumber sostiene que la filosofía analítica adoptó la concepción de Raymond Allen de que toda actividad intelectual válida involucra una "eterna y desinteresada búsqueda de la verdad". De
hecho, nociones acerca de verdades absolutas fueron íconos de la vida de la
Guerra Fría. Pero el foco de McCumber en .Allen sugiere que el poder, más
que la verdad, era el agente de transformación. En una oportunidad, .Allen
puso de manifiesto que aquellos intelectuales que no aceptan esta búsqueda
de la verdad, y quienes fracasan de este modo en "tratar los asuntos controvertidos de un modo cientifico )' erudito pel'Clerán su seguridad", mientras
que "la institución de la cual provienen perderá su posición académica" (en
IvIcCumber, 2001, p. 40). La advertencia de .Allen de que una amenaza de
escándalo y una posible pél-dida del puesto laboral se cernían sobre aquellos que trataban tópicos contrvertidos, no fue más que un ejemplo de las
muchas presiones que contribuyeron a despolitizar al empirismo lógico.
Aunque pueda ser cierto, como sostiene McCumber, que la mayoría de
los filósofos analíticos encuentra los escritos de los filósofos continentales
meramente incomprensibles, "balbuceos subjetivos" (ibid., p. 83), puede ser
que un cambio a la subjetividad fuera necesario para 10gTar una comprensión más plena de cómo la mosofía analítica y la filosofía de la ciencia navegaron por las aguas de la Guerra Fría. Porque estas dinámicas de la Guerra
Fría plantean no solo preguntas acerca de qué problemas, qué preguntas o
qué proyectos fueron proseg-uidos o no por parte de los filósofos durante
la década de 1950, sino también -como alg-unos de estos capítulos han Wltado de enmarcar- preguntas acerca de las relaciones del poder), la subjetividad en la vida académica durante esos ai10s tan significativos. Siguiendo
45 6
Cómo la Guerra Fría Iransformó la fílosoria de fa ciencía
a 'The Order ofThings (1970) o a Discipline andPllnish (1977) de Foucault, la
subjetividad en cuestión no es meramente una subjetividad fenomenológica que nos aliente a preguntar ¿cómo era ser un filósofo investigado por el
FBI o atacado por promover proyectos "tomlitalios"? También es una subjetividad acerca de estar sujeto a cienos poderes y técnicas de control social. Si,
como sostiene Foucault, los criminales, los delincuentes y otros tipos de subjetividades e identidades fueron creadas y mantenidas por los hospitales, las
escuelas, el Ejército y otras instituciones de la Europa y los Estados Unidos
modernas, entonces bien podemos preglll1Lo'1r si las normas y los parámetros
de la filosofía académica (o cualquier otra profesión) fueron creadas o se
vieron afectadas de manera similar por el anticomunismo y por su "clima de
temor" en los campos universitarios noneamericanos, y, de ser este el caso,
cómo es que sucedió tal cosa.
Tal línea de indagación bien puede ponerse en entredicho con alguna
de las opiniones comúnmente aceptadas respecto de la universidad de posguerra con la cual comenzara este capítulo. Debido a que la torre de marfil
que constituye la universidad es mayormente vista como un tipo de santuario. La sociedad exalta y nutre a sus intelectuales, para esta concepción, al
proveer refugio de las pasiones e irracionalidades por momentos obstructivas (tales como la "amenaza roja" de la década de 1950) de la vida pública
externa. Con todo, una lectura foucaultiana como esta, complementada
con el declive de posguerra de los intelectuales públicos, sugiere lo contrario: tal vez la torre de marfil de posguerra funcionaba más bien como una
especie de campo de concentración al cual eran arreados los intelectuales
por parte de una sociedad mayormente antiintelectual y luego se les permitía dedicarse a cualquier tipo de indag-ación en la que desearan incursionar, siempre y cuando su erudición permaneciera claramente desconectada de su política radical. Esto es, los radicales de hecho podían obtener
un puesto, pero solo si permanecían o bien invisibles dentro de la torre de
marfil o bien ininteligibles para todos excepto para aquellos que se encontraban dentro, o para los iniciados o estudiantes auwescogidos.
Este cambio de perspectiva contribuye a conectar elmacartismo académico y la emergencia de la universidad de posguerra con los persuasivos
temores políticos y económicos que, en retrospectiva, ahora se insinúan
como el fundamento de la histeria popular respecto de la "amenaza roja".
La genuina amenaza subversiva, sugieren algunos, no fue que el comunismo pudiera ser imponado desde Moscú, sino más bien que algún tipo de
socialismo emergiera localmente luego de finalizada la guerra, con más
razón si su popularidad creció a comienzos de la década ele 1930 duran te
y luego de la temprana depresión de ese siglo. Muchos temían, como lo
expresa el economista Paul Samuelson, que el fin de la Segunda Guerra
Profesionalismo, poder y lo que podría haber sido
457
IvIundial fuera el preludio "del mayor período de desempleo y desarticulación industrial que haya enfrentado economía alguna" (citado en
Lewontin, 1997, p. 3). Cualquier repentino colapso en períodos de paz de
las compras o de los gastos g'ubernamentales, continuaba el argTlmento,
podría deprimir la economía estadounidense y -potencialmente- podría
revivir los debates acerca de las contradicciones e inestabilidades intrínsecas del capitalismo. Entendidos de este modo, los temores de la Guerra
Fría a las invasiones soviéticas justificaban una doble respuesta a esta amenaza del comunismo doméstico: otorgaba permiso a la persecución de los
izquierdistas locales (incluyendo, de manera prominente, a profesores,
que pudieran informar a los alumnos acerca de formas alternativas de
organización social y económica), y, como enfatiza Richard Lewontin,justificaba que, en tiempos de paz, se hicieran grandes gastos por parte del
gobierno destinados a cuestiones de defensa (tanto dentro como fuera de
las universidades) que contribuirían a prevenir la depresión económica
(ibid., pp. 20-23).
Durante la década de 1950, varias clases diferentes de dinámicas y de
poder -institucional, económico, social e intelectual- estaban obrando
coruuntamente en la educación superior. Se podría decir que contribuyeron a crear e instituir una nueva clase de subjetividad intelectual, un profesionalismo consciente que asimilaba códigos que hacían frente y marginaban al radicalismo intelectual. Aunque este relato del movimiento de
Unidad de la Ciencia apenas menciona estas enormes dimensiones económicas y sociológicas, no puede haber duda algTll1a de que los filósofos de
la ciencia estaban entre los puntos en los cuales las fuerzas anticomunistas ejercieron su acción. Después de todo, cuando la filosofía de la ciencia
se distanció a sí misma del movimiento de Unidad de la Ciencia y adoptó
una postura profesional que evitaba conscientemente un involucramiento con las batallas sociales y políticas, hizo precisamente lo que J. Edgar
Hoover, Sidney Hook y otros anticomunistas deseaban que hicieran todos
los programas intelectuales radicales y de izquierda. Que los intelectuales
norteamericanos continuaran cuestionando su pequeii.a voz en asuntos
públicos (en especial cuando se lo compara con los intelectuales europeos,
que nunca fueron atacados de esta manera) sugiere una vez más que esta
despolitización no surg'ió desde el interior de la cultura intelectualY Más
u Un tilular del ¡y,~u YOI1< Times, por ejemplo, anuncia: "Los intelectuales se preguntan
por qué en los Estados Unidos son tomados menos en serio" (6 de diciembre de 2003).
Otro repone del N{~u Yud, Times (19 de abril de 2003) de una conferencia pública acerca del
"futuro de la teoría" que presentaba a "los pesos pesados académicos" en humanidades halló
al evento como una pamdia de sí mismo. B,~o el título "La última teoría es que la teoría no
importa", el informe representa a Stanley Fish explicando que deseaba "negar la eficacia de la
458
Cómo la Guerra Fría transformó la iílosoíia de la ciencia
bien, fue creada por un ahora mayormente desconocido conjunto externo
de presiones y agentes que, como lo hubiera descrito la teoría de Foucault
sobre la subjetivización, encubría sus operaciones.
El resultado de esta profesionalización en la filosofía de la ciencia yen
otros campos es un mundo muy diferente de lo que pudiera haber imaginado la mayoría de los intelectuales de la década de 1930. Para la filosofía
de la ciencia, las diferencias se aclaran a partir de imaginar un mundo en
el que los proyectos de Neurath y Frank fueran aceptados como legítimos
contendientes en la profesión cuando maduró en la década de 1950 y en
la cual Carnap y Frank no fueran ni investigados por el FBI ni atacados por
los colegas a causa de motivos políticos. Los estudiantes de Neurath (si
hubiera habido más) podrían haber llevado apasionadamente su antorcha
antimetafísica por el mundo y atacado, por ejemplo, al infame discurso
de Ronald Reagan en el que llamó a la Unión Soviética un "imperio malvado". Tal vez en un foro público, y con el aliento de su profesión y de su
administración, y no solo en una carta defensiva y privada a Sidney Hook,
Carnap hubiera asediado a las "groseras exageraciones" de la prensa y del
gobierno noneamelicanos acerca del comunismo soviético y, por extensión, a las justificaciones que más tarde hicieron posible (en virtud de tales
exageraciones) las intervenciones militares de la Guerra Fría (o las operaciones encubiertas) en África, Sudamérica, el Oriente lvledio y el Sudeste
Asiático. Si estos mecanismos que transformaron la filosofía de la ciencia
hubieran sido desviados, expuestos o contraatacados de alguna manera, si
la profesión no solo hubiera permitido, sino también alentado a sus luces
más brillantes a complementar su labor técnica en filosofía con análisis de
los asuntos y de los debates públicos, uno no puede sino preguntarse si los
planes de la filosofía científica de contribuir a hacer realidad un público
más informado científica y epistemológicamente, y tal vez un mundo más
pacífico, económicamente estable y justo, no habrían parecido tan ing'enuos e ilusos como parecen hoy.
labor intelectual" para aquellos que desean ser eficaces m,ls allá de la academia. Un panelisla
le aclaró en privado al perplejo periodista que estos teorizadores "invierten tanto tiempo
hablando acerca de eventos actuales" a causa de que "este panicular grupo de intelectuales
tiene terror de ser polítie:unente irrelevante",
Referencias bibliográficas
Aaron, Daniel (1961), W¡1ters 0'11 ¡he lejt: EjJisodes 'in AlIleJ-ican L'ileml}' COIIl1U'll1ÚSm,
Nueva York, Harcourt, Brace & I·Vodd.
Adler, 1vlortimer (1941), "God and the Professors", en Sáence, Plúlosophy and
Religion: /t Symposium, Nueva York, Conference on Science, Philosophy and
Religion in Their Relation to the Democratic Way ofLife, pp. 120-138.
Allen, Raymond (1949), "Communist Should Not Teach in American Colleges",
Educational Forum, 1'1, N° 4.
Almond, Gabriel (195'1), The rtj)peals al Commllnism, Princeton, Princeton
University Press. (Versión en espaJ'iol: Las seducciones del cOJllunismo, Buenos
Aires, Sopena, s/f.)
AIston, William P. y George Nakhnikian (eds.) (1963), Readings in Twentieth-Cent'll1}'
Philosaphy, Nueva York, Free Press of Glencoe.
Anshen, Ruth Nanda (ed.) (1942), Science and Man, Nueva York, Harcoun,
Brace.
Aron, Raymond (2001), The OjÚ'll111 01 lhe Intellectuals, New Brunswick, Transaction.
(Versión en español: El ojJio de los intelectuales, trad. de Enrique Alonso, Buenos
Aires, Siglo Veinte, 1967.)
Ashmore, Harry (1989), Unseasonable Truths: The Life 01 Robert Ma)'nard Hutchins,
Bastan, Little, Brown.
Awodey, Steve y Carsten Klein (eds.) (200'1), Carnaj) Brought Home: The Fiew from
Jena, Chicago, Open Comt.
Ayer, A.J. (1936), Languaje, Trl.lth and Logic, Nueva York, Dover. (Versión en español: Lenguaje, verdad y lógica, trad. de Marcial' Suárez, Barcelona. Ediciones
Martínez Roca, 1967.)
- - (ed.) (1959), LogicaIPositiv'ism, Nueva York, Free Press. (Versión en español:
El j)ositivismo lógico, trad. de L. Aldama, U. Frisch, C. N. ¡:Vfolina, F. 1vI. Torner
y R. Ruiz Harre!. lvléxico, Fondo de Cultura Económica, 1981.)
Baumgardt, David (1947), "Poise and Passion in Philosophy", en Bryson et aL, pp.
358-371.
[459]
460
Cómo la Guerra Fria Iransiormó la filosofía de la ciencia
Belfrage, Cedric (1973), TheAmerieanlnquisition, 1945-1960, Nueva York, BobbslvI erril 1.
Bell, Daniel (1960), T/ze End of Ideolog)': On /he Exhaus/ion of Polilieal Ideas in /he fi{lies, Glencoe, Free Press. (Versión en espai101: Elfin de las ideologías, trad. de
Alberto Saoner Barberis, i'"ladrid, Tecnos, 1964.)
Bender, Thomas y Card ShoI'ske (eds.) (1997), Ameriean ileademic Culture in
Transforma/ion: FiJi)' Years, Four DiscijJlines, Princeton, Princeton Universitl'
Press.
Bentlel" Anhur (1947), 'The New 'Semiotic''', PhilosojJh), and Phenomenologieal
Research, 8, pp. 107-131.
Referencias bibliograiicas
4 61
Carnap, Rudolf (1932), "Übenvindung del' ¡vletaphl'sik durch logische Anall'se del'
Sprache", ErlieJmtnis, 2, pp. 219-241. (Versión en español: "La superación ele
la metafísica mediante el análisis lógico dellengu'0 e ", en Ayer, A.J (ed.), El
jJosüivislllo lógico, ¡Vléxico, Fondo de Cultura Eéonómica, 1965, pp. 66-87.)
- - (l93'1a), "On the Character of Philosophical Problems" (trad. de W. Malisoff),
PltilosojJhy ofScience, 1, pp. 5-19. (Versión en espallol: "Sobre el carácter de los
problemas filosóficos", en Cirera, R., A. lbana y T. lVlonnann, eds., El jJrogw.ma de Camap, trad. de R. Cirera Barcelona, Ediciones del Bronce, 1996, pp.
25-43.)
- - (1949), "Sig-ns 01' Error", PhilosojJh)' and Phenomenologieal Research, 10, pp.
99-106.
- - (1934b), Tite Unily of Science [publicado originalmente en 1932 como "Die
physikalische Sprache als Universalsprache del' Wissenschaft"], trad. de M.
Black, Londres, Kegan Paul, Trench, Trubner.
Bernstein, J ereml' (1967), A. ComjJrelzensible World: On i\1odem Science (l/ul Its Origins,
Nueva York, Random I-Iouse.
BeUltler, Fred (1997), "For the -Word at Large: Intergroup Activities at theJewish
Theological Seminar)''', en Tradilion Renewed: .ti His/01)' of IheJewish Tlzeologieal
Seminary, ed.J vVerrheimer, Nueva York, The Seminary.
Black, Max (1947), 'The Limitatiol15 01' a Behavioristic Semiotic", PhilosojJhieal
Rc-<.Iiew, 56, pp. 258-272.
- - (1935), "Philosophl' and Logical Syntax", en AIston y Nakhnikian (1963), pp.
'124-460. (Versión en español: "Filosofía y sintaxis lógica", trad. C. Solís en
¡Vluguerza, J, ed., La concejJción analítica de la Jllosofía, Madrid, Alianza, 1981,
pp. 294-337; Y Filosofía y sin/axis lógica, trad. de C. N. l\Jolina: Cuadernos del
Centro de Estudios Filosóficos, n° 12, México, UNA.!vl, 1963.)
- - (1936/1937), "Testabilitl' and Meaning", PhilosojJhy ofScience, 3, pp. 419-517;
4, pp. 1-'10.
Bloom, Allan (1987), The Closing of Ihe A.merican 1\1ind, Nueva York, Simon ancl
Schuster.
- - (1936a), "Radio interview on the occasion of conferences celebrating I-Ian'ard
Univarsitl"S tercentenary. NBC broadcast, September 5,1936". Véase Carnap
(l937b) para la contribución publicada de Carnap a este congreso.
- - (1936b), "Über die Einheitssprache del' vVissenschaft: Logische Bemerkungen
zum Project einer Enzyklopádie". Actes du congres international de philosophie scientifique, Sorbonne, París, 1935 [fasc.], 2. L' Unité de la science,
Ac/ualilés scienlifiques el induslrielles, N° 388, París, Hennann & Cie, pp. 60-70.
- - (1937a), "Einheit del' Wissenschaft durch Einheit del' Sprache", en Tranvaux
du IX" congres international de philosophie, Congres Descartes [fasc.].
'1. L'Unité de la science: La method et les méthodes, Ac/uali/iés scienlifiques e/
industrielles, N° 533, París, Hermann & Cie, pp. 51-57.
- - (1937b), "Logic", en Faclors Delennining HwnanBehavior, Cambridge, I-Iarvard
Universitl' Press, pp. 107-118.
Blumberg, Alben (1958), "Science ancl Dialectics: A Preface to a Re-examination",
Science & Sociel)', 22, pp. 306-329.
- - (1976), Logic: il. Firs/ Course, Nueva York, Knopf.
- - y Herbert Feigl (1931), "Logical Positivism: A New Movement in European
Philosophl''',Joumal ofPhilosojJh)', 28, pp. 281-296.
Brameld, Theodore (1938), "Letter to the Editors", The Comlllunisl, 17, pp. 381-382.
Brodbeck, Mal' (1953), "The Nature and Function of the Philosophl' 01' Science",
en Feigl y Brodbeck (1953), pp. 3-7.
Br)'son, Lyman, L. Finkelstein y R MacIver (eds.) (1947), Conflicls of Poruer in
iHodern Culture, Seventh Sl'mposium, Conference on Science, Philosophy
and Religion in Their Relation to the Democratic Wal' 01' life, Nueva York,
I-Iarper.
- - (eds.) (1948), Learning and World Pea ce, Eighth Symposium, Conference on
Science, Philosophl' anel Religion in Their Relation to the Democratic Wal'
ofLife, Nueva York, Harper.
Buckley, William F. (1951), Cod and !Han al Yale: The SujJerslitions of "Jicademic
Freedom ': Chicago, Henr)' Regnery.
- - (1976), "The Road to Serfdom: The Intellectuals and Socialism", en Essa)'s on
Ha)'ek, ed. F. l'vlachlup, Nueva York, NYU Press, pp. 95-106.
Bush, Vannevar (1960), Science: The Endless Fronlier [publicado originalmen te en
1945], Washington, D.C., National Science Foundation. (Versión en español: "Ciencia, la frontera sin fin", trael. de Horacio Pons, Redes, 7, 14, Bernal,
UniversieladNacional ele Quilmes, 1999, pp. 89-137.)
- - (1937c), Tite Logieal Synlax of LangllClge, Londres, Kegan Paul, Trench,
Trubner. (Versión en espai101: R. Carnap, La sinlaxis lógica del lenguaje, trad.
ele F. S. Fontanela, México, UNAM, 1962.)
- - (1938), "Logical Foundations 01' the Unity of Science", en Neurath el al.
(1938), pp. '12-62.
- - (1939), Foundalions ofLogic and !Ha/hema/ies. InlemalionalEncyclojJedia ofUnified
Science, vol. 1, N° 3, Chicago, Universitl' of Chicago Press. (Versión en espa1101: Fundamenlos de lógica)' matemáticas, u'ad. de ¡vI. de ¡vlora Charles Madrid,
Ediciones J B., 1975.)
- - (1942), Inlroduclion lo Semanties, Cambridge, Harvard Universitl' Press.
(Versión en espaJiol: Introducción a la semántica, México, Fondo ele Cultura
Económica, 1968.)
4 62
Cómo la Guerra Fría transformó ta fitosofía de la ciencia
- - (1944), "Note on values", citado en Lepley (1944), pp. 137-138.
- - (1950), "Empiricism, Semantics, ancl Ontology", reimpreso en l'vIeaning and
Necessil)', 2' ed., Chicago, University of Chicago Press, 1956, pp. 205-22l.
(Versión en espai'iol: "Empirismo, semántica y ontología", trad. de A. Deai'io
en Muguerza, J, ed., La concepción analítica de La filosofía, 1981, pp. 400-'119.)
- - (1953), "Inductive Logic and Science", ContJibutions to the ihUlZysis and S)'nthesis
ofKnowledge, Proceeding o/ the Academic o/ Arts and Sciences, vol. 80, pp. 189-197.
- - (1956), "The Methodological Character of Theoretical Concept5", en The
Foundations o/ Science ami the Concepts o/ P,yc!wlog)' and Ps)'clwanal)'sis, eds.
Herben Feigl y Michael Scriven, Minnesota Studies in the Philosophy of
Science, vol. 1, Minneapolis, University ofMinnesota Press, pp. 38-76. (Versión
en espal101: "El carácter metodológico de los términos teóricos", trael. ele M.
E. Grassau, en Feigl, H. y?vI. Scriven, eds., Los /tmda)Jumtos de la ciencia)' los
concej)tos de la j)sicología)' del j)sicoanálisis, Santiago, U niversielael ele Chile, 1967,
pp. 53-93; Y trael. de R. Vidal en Rolleri,J L. (eel,), Estructura)' desarrollo de las
teorías científicas, México, U niversielad Nacional Autónoma ele México, 1986,
pp. 69-111; Y en Olivé, L. yA. R. Pérez Ransanz, eds., Filosofía de la ciencia: teoría)' observación, Madrid, Siglo XXI, 1989, pp. 70-115.)
- - (1959a), "The Elimination of Metaphysics through the Logical Analysis of
Language" (publicado originalmente en 1932 como "Überwinelung der
Metaphysik durch logis che Analyse der Sprache"), trad. de A. Pap, en Ayer
(1959), pp. 60-81. (Versión en espal1ol: "La superación de la metafísica mediante el análisis lógico del lenguaje", en Ayer, A. J, ed., El j)ositivislllo lógico,
México, Fondo de Cultura Económica, 1965, pp. 66-87.)
- - (1959b), "Psychology in Physical Language" (publicado originalmente en
1932 como "Psychologie in Physikalische¡' Sprache"), en Ayer (1959), pp.
165-198. (Versión en espúlol: "Psicología en leng'uaje fisicalista", en Ayer, A.
J, eel., EL j)ositivislllo Lógico, México, Fonelo ele Cultura Económica, 1965, pp.
171-204.)
- - (1963a), "Intellectllal Autobiography", en Schilpp (1963), pp. 3-84. (Versión
en espúlol: Autobiografía intelectual, trael. ele C. Castells Barcelona, Paielós,
1992.)
- - (1963b), "Replies and Systematic Expositions", en Schilpp (1963), pp. 8591013.
- - (1966), Philosoj)hical FOlllulatiollS of Ph)'sics: jln Introduction to the PhilosojJhy DI
Science, ed. 11'1. Gardner, Nueva York, Basic Books. (Versión en espai'lol: R.
Carnap, Fundamentación lógica de La física, trad. de Néstor Migllens, Barcelona,
Orbis, 1986.)
- - (1969), The LogicaL Stnlcture of the World (publicado originalmente en 1928
como Del' Logische A,lljbau del' Welt), trad. de R. George, Berkeley, University
of California Press. (Versión en espaii.oJ: La construcción lógica del mundo, trad,
ele Laura Mues ele Schrenk, México, UNAM, 1988.)
- - (1970), "My Visit v"ith Two Imprisoneel Philosophers in Mexico", foumal oI
Philosoph)', 67, pp. 1026--1029.
Relerencias bibliograficas
463
Carter, Philíp (1938), "Professor Levy's Approach to Marxism", The Communist,
17, pp. 667-670.
- - (1939'1), "?vIarxist Philosophy ancl the Sciences", The Communist, 18, pp. 572574.
- - (1939b), "Piú'alls ofPragrnatic Logic", The COlllmunisi, 18, pp. 163-169.
Canwritght, Nancy y Thol1las Uebel (1996), "Philosophy in the Earthly Plane",
en Encycloj)edia an.d Utopia: The Lije and Wod, o/ Ollo Neurtah (1882-1945), eds.
Frieelrich Staeller y Elisabeth Nemeth, Boston, Kluwer, pp. 39-52.
Cartwright, Nancy,Joreli Cat, Lola Fleck y Thomas E. Uebe] (1996), Olla Neurath:
Philosoj)hy between Science a:nd Polities, Cambridge, Cambrielge Universit:y Press.
Carus, A. vV. (2004), "Sellars, Carnap, and the Logical Space of Reasons", en
Awoeley y Klein (200'1), pp. 317-355.
Cat,Joreli, Hasok Changy Nancy Cartwright (1991), "Otto Neurath: Unification as
the Way to Socialism", en Einheit del' IYissensclwfien, ed.J 1Vlittelstrass, Nueva
York, Walter ele Gruyter.
Cat,Jordi (1995), "The Popper-Neurath Debate and Neurath's Attack on Scientific
1vlethod", Studies in iheHisi01)' andPhilosoj)hy o/Science, 26, pp. 219-250.
Chamberlin, 'iVilliam Henry (1950), "Apologia pro Vita Sua: W11Y 1 Once FellowTraveleel", New Leader, 20 de mayo, p. 20.
- - (1955), "Col1lmunism ancl the Intellectuals", Ni"-U Leader, 13 de junio, p. 20.
Chambers, Whittaker (1952), Witness, Washington, D.C., Regnery.
Chislett, Clive (1992), "Dal1lned Lies. Ancl Statistics: Otto Neurath and Soviet
Propag'ancla in the 1930s", Visible Language, 26, pp. 298-321.
Churchman, C. 'West (19'16), "Discussion: Carnap's 'On Ineluctive Logic''', Philosophy
o/Scien.re, 13, pp. 341-342.
- - (1948), "Editorial", Philosoj)h)' o/Scienee, 15, pp. 81-82.
- - (1957), "A Pragmatic Theory ofInducúon", en Frank (ed.) (1957), pp. 18-24.
Churchman, C. West y R. Ackoff (1946), "Varieties of Unificarion", Philosoj)hy o/
Scien.ce, 13, pp. 287-300.
- - (1947), "Ethics and Science", PhiLosoj;hy ofScience, 14, pp. 269-271.
Churchl1lan, C. West)' T. A. Cowan (1945), "A Challenge", PhiLosoj)hy afScience, 12,
pp. 219-220.
- - (1946), "On the IVleaningfulness of Questions", Philosoj;h)' of Science, 13, pp.
20-24.
Cohen, !vIo!"l'is y Ernest Nagel (1934), Introductian to Logic and Scientific AIethad,
Nueva York, Harcourt Brace. (Versión en espal1ol: Introducción a la lógica y al
método científico, trad. ele Néstor Alberto ]\·liguez, Buenos Aires, Amorrortu,
Biblioteca ele sociolog-ía, 1968.)
Conant,James Bryant (1951), "Science Views the Future", New Leader, 17 de septiembre, pp. 2-4.
Condon, Eelwarel U. (1950), "TheAttack on the Intellect", The Nation, 25 de marzo,
pp. 267-268.
Coone)', Ten)' A. (1986), The Rise ofthe New York lntellecluals: Pmtisan Review andlts
Circle, Maelison, Universit)' of\Visconsin Press.
4 64
Cómo la Guerra Fria transiormó la iilosoiía de la ciencia
Cork,jim (1950), "The Politics of Albert Einstein", resei'1a de A. Einstein, OlLl ofMy
Later Yeal"S, New Leadel; 24 de junio, p. 22.
Cornforth, Maurice (1949), "Logical Empiricism", en Sellars ei al. (1949), pp. 495521. (Versión en espúlOl: "El empirismo lógico", Filosofía delfuiuro. ExjJloración
en el ca.mjJo delmaierialismo moderno, trad. de M. Pumarega: México, Compai'1ía
General de Ediciones, 1951, pp. 549-576.)
- - (1950), In DeJense ofPhilosOjlhy: .f1gainst Posiiivism and Pragmaiism, Nueva York,
Inrernational. (Versión en español: Ciencia versus idealismo: en defensa de lafilosofía, contra el jJositivismo y el jJragmaiismo, trad. de Carlos Prélat, Buenos Aires,
Lamaro, 1960.)
Crossman, Richard, (ed.) (1949), The Cod Thai Failed, Nueva York, Harper &
Brorhers.
Dahms, Hans:Joachim (1994), Positivismussireit, Frankfurt, Suhrkamp.
- - (2004), "Neue Sachlichkeit in the Architecrure ancl Philosophy of the 19205",
en Awodey y Klein (2004), pp. 357-375.
Davis, Wallace Martin (1952), "1¡Vho Listen to the Intellectuals?", New Leadel; 16
dejunio, pp. 19-21.
Dewey, john (1929), Impressions of ihe Soviei Russia ami the Revoluiionary World,
klexico-China-Twkey, Nueva York, New Republic.
- - (1938), "Unity of Science as a Social Problem", en Neurath ei al. (1938), pp.
29-38.
- - (1939), "Theory ofValuation", Inienwiional Encyclojledia of UniJied Science, vol.
2, N° 4, Chicago, University of Chicago Press.
- - (1943), "Anti-Naturalism in Extremis", PartisanRcuiew, 10, pp. 24-39.
- - (1946a), "Peirce's Theory ofLinguistic Signs, Thought, anc1 Meaning",jauTnal
ofPhilosophy, 43, pp. 85-95.
- - (1946b), "1'0 the Editors of the journal of Philosophy", JOllTnal of Philosophy,
43, p. 280.
Dewey,john y Horace Kallen (eds.) (1941), Tite Berirand Russell Case, Nueva York,
Viking.
Dewey,john, S. Hook y E. Nagel (1945), "Are Naturalists rvIaterialists?", JouTnal of
PhilosojJhy, 42, pp. 515-530.
Diggins, John Patrick (1992), The Rise and Fall oI ihe American Leji, Nueva York,
Norron.
Dilling, Elizabeth (1934), The Red Networh:.ti ''!iV/lO 's Who" and Handbook ofRadicalism
for Pairiois, Kenilworth, edición de autor.
Dommeyer, Frederick (1950), reseña de Morris (1946a), PhilosOjlhy and
Phenomenological Research, 10, pp. 451-453.
Dupré, John (1993), The DisOlder of Things: i'v1eiaphysical Foundaiions of ihe Disunity
ofScience, Cambridge, Harvard University Press.
Duhem, Pierre (1954), The.f1im ancl Siruciure 0IPhysical TlteOlY, Princeton, Princeton
University Press. (Versión en español: La ieoríalísica, su objeto y esiructura, trad.
de María Pons, Barcelona, Herder, 2003.)
Ebenstein, Alan (2001), Friedrich Hayeh: ii Biography, Nueva York, Palgrave.
Referencias bibliograficas
4 65
Edel, Abraham (1939), "Res6ia de Bridgman, The Intelligeni Individual and Socieiy",
Sicence & Saciei)', 3, pp. 131-134.
- - (1961), "Science and the Structure of Ethics", lnlernaiional EncyclojJedia of ;
Unified Science, vol. 2, N° 3, Chicago, University ofChicago Press.
'
Engel, Leonard (1947), "Waming AlI Scientists", The Naiion, 2 de agosto, pp. 117-119.
- - (1948), "Fear in Our Laboratories", The Nation, 17 de enero, pp. 63-65.
Faludi, A. (1989), "Planning According to the 'Scientific Conception ofthe World':
The '¡,vork of Otto Neurath", Environmeni and Planning D: Sociei)' and Sj)ace, 7,
pp. 397-'11 8.
Fast, Howard (1990), Being Red, Boston, Houghton Mifílin.
Feferman, Anita Burdman (1993), Poliiics, Log-ic, and Love: The Life ofJean 1!an
Heijenoori, IVellesley, A. K Peters.
Feigl, Herbert (1943), "Logical Empiricism", en Tweniieih CenI1ll}' Philosoph)', ed. D.
Runes, Nueva York, Philosophical Library, pp. 373-416.
- - (1953), "The Scientific Oullook: Naturalism and Humanism", en Feigl y
Brodbeck (1953), pp. 8-18.
- - (1959), "Philosophical Tangents of Science", en Feigl y Maxwell (1959), pp.
1-17.
- - Y Mal' Broc1beck (1953), Readings in ihe Philosoph)' of Science, Nueva York,
Ap pleto n-Ce ntury-Crofts.
- - y Grover Maxwell (eds.) (1959), Current Issues in ihe Philosoj)hy ofScience, Nueva
York, Holt, Reinhart y Winston.
- - y Charles IvIorris (1970), "Bibliography and Index", Iniemaiional Enc)'clojJedia
of Unified Science, vol. 2, N" 20, pp. 947-1023.
Feuer, Lewis (1941), "The Development ofLogical Empiricism", Science & Sociei)',
5, pp. 222-233.
- - (1942), "Ethics anc1 HistoricallVIate¡:ialism", Science & Socieiy, 6, pp. 242-272.
- - (1969), The Conflici of Ceneraiions: The Chamcier and Significance of Siudeni
lViovements, Nueva York, Basic Books.
Fiedl, lvIike (1996), "Self Taught ancl Stubbornly Indepenc1ent", Johns Hophins
lHagazine, on line issue, abril.
Fisiak, Jacek (1984), "Olc1 and Middle English Language Sruclies in Poland",
lvlediaevalEnglish Studies Newleiler, N° 11, diciembre, pp. 1-7.
Flewelling, Ralph (1948), "Philosophy as a lvIedium ofVVorld Understanding", en
Bryson ei al. (19'17), pp. 372-383.
Flynn, John T. (1953), "Twenty-Four Sleps to Communism", .f1merican Merc1llY,
diciembre, pp. 3-6.
Fodor, J. A. (1974), "Special Sciences (Ol~ The Disunity of Science as a Working
Hypothesis) ", S)'nihese, 28, pp. 97-115.
Folsom, Franklin (1994), Days of .tinger, Da)'s of Hope: ii Memoir of ihe League of
.timerican Wriiers, 1937-1942, Niwot, University Press of Colorado.
Foucault, Michel (1970), The Order of Things, Nueva York, Pantheon. (Versión en
espa1101: El orden del discurso, trad. de Alberto González Moyano, Buenos Aires,
Tusquets, 1971.)
,1
1
4 66
Referencias bibliograficas
Cómo la Guerra Fría Iransíormó la íilosolía de la ciencia
- - (1977), Discipline and Plmish, Nueva York, Pantheon. (Versión en español:
VigiLar y casiigar, trad. de Aurelio Garzón del Camino, Madrid, Siglo XXI,
2000.)
Frank, Philipp (1938), lntelpretations and Misintelpretations ofidodern Physics, París,
Hermann & Cie.
- - (1941), Between Physics and PhiLosophy, Cambridge, Hal'Vard University Press.
(Versión en español: Entre Lafísica y LafiLosofía, trad: de Luis Echavarri, Buenos
Aires, Losada, 1945.)
- - (1946), "Foundations of Ph)'sics", lnternationaL EncycLojJedia of Unified Science,
vol. 1, N° 7, Chicago, Universit)' ofChicago Press.
- - (1947), Einstein: His Life and Times, Nueva York, Knopf.
- - (1949a), "Einstein, Mach, and Logical Positivism", en Schlipp (1949), pp.
269-286.
- - (1949b), lvlodern Science and Its PhiLosophy, Cambridge, Harvard Universit)'
Press.
- - (1950), Relativity: iJ. Richer Truth, Bostan, Beacon.
- . - (1951a), "Introductor), Remarks", Contributions to the Analysis and Synthesis of
KnowLedge, Proceedings of the American Academy ofiJ:rts pnd Sciences, vol. 80, pp.
5-8.
- - (1951b), "The Logical and Sociological AspecLs of Science", Contriblltions to
the Ana~ysis and Synthesis ofKnowledge, Proceedings ofthe American ,'tcademy ofArts
and Sciences, vol. 80, pp. 16-30.
- - (1957) ,Philosophy ofScience: The Link between Science anel Philosoj)hy. Englewood
Cliffs, PrenLice-Hall. (Versión en español: Filosofía de la Ciencia: el esLabón
entre La ciencia y La filosofía, trad. de Francisco González Aramburu, México,
Herrero, 1965.)
- - (1958), "Contemporary Science and the Contemporar), vVorld View", DaedaLus,
58, pp. 57-66.
- - (1963), "The Pragmatic ComponenLs in Carnap's 'Elimination ofMetaph)'sics"',
en Schlipp (1963), pp. 159-164.
- - (1998), The Law ofCausaLity and lts Limits, ed. R. S. Cohen, trads. M. Neurath
)' R. S. Cohen (publicado qriginalme11le como KallsaLgeselz und seine Cremen),
Dordrecht)' Bastan, Kluwer Academic.
- - (eel.) (1957), The Yalidation ofScientific Theories, Boston, Beacon.
- - )' C. West Churchman (1948), "In Memorian: Dr. William ¡vI. IvIalisoff',
PhiLosophy of Science, 15, pp. 1-3.
Frank, Richard (1937), "The Schools and the People's Front", The Conl1l111nist, vol.
16, pp. 432-445.
Frenkel-Bmnswik, Else (1954), "Psychoanalysis and the Unit)' of Science",
Contributions to the Analysis and Synthesis ofKnowLedge, Proceedings ofthe American
Academy ofAI1s and Sciences, vol. 80, pp. 271-350.
Friedman, Michael (1991), "The Re-Evalualion ofLogical Empiricism",journal of
PhiLosophy, 88, pp. 505-519.
- - (2000), A Parting ofthe H/ays, Chicago, Open Coun.
1j
I
1
j
I
I
I
467
Frowen, Stephen (1997), "Introcluction", en Hayek: Economist and Social PhilosojJher,
ed. S. Frowen, Nueva York, Sr. lVlanin 's Press, pp. xxi-xxvi.
Fuller, Steven (2000), Tholllas Kllhn: 1'1 PhiLosophicaL Histol)' of Ollr Times, Chicago,
University of Chicago Press.
Gabriel, Gottfried (2004), "Introdllction: Carnap Brought Home", en Awodey y
Klein (2004), pp. 3-23.
Galison, Peter (1990), "Auwau/Ballhaus: Logical Positivism and Architectural
lVIoelernism", Critical lnqllil)', 16, pp. 709-752.
- - (1996), "Constructing Modernism: The CulLUral Location of Aulbau", en
Giere)' Richarelson (f 996), pp. 17-44.
Galison, Pete¡-)' David Stump (eds.) (1996), The Disunity of Science: BOllndaries,
Contexts and Powel~ Stanforel, Stanford Universitl' Press.
Gardner, Manin (1950a), "H. G. Wells: Premature Ami-Cornmunist", New Leader,
7 ele octubre, pp. 20-21.
- - (1950b), "Relativity: Hope Chest 01' Pandora's Box?", Ne-uJ Leadel~ 12 ele agosLO, p. 26.
- - (1951), "Philosoph)' as Poetic Speculation", New Leader, 11 de junio, pp.
23-24.
Gentr)" George (19'17), "Signs, Interpretan ts, and Significata",jollrnal ofPhiLosojJhy,
4'1, pp. 318-32'1.
Giere, Ron (1996), "From Wissenschaftliche Philosophie ta Philosophy ofScience",
en Giere y Richardson (1996), pp. 335-354.
- - Y Alan Richarelson (eds.) (1996), Origins of LogicaL E1IljJiricis1ll, !v1inneapolis,
Universit)' of Minnesota Press.
Glazer, Nathan (1969), "Stuelent Politics and the University", AtLantic iYIonthLy, 224,
pp. 43-53.
Gorelon, Elizabeth (1953), ''The Threat t<) the Next America", HOllse BealltifuL,
abril.
Grinker, Rol' (ed.) (1956), Toward a Unified T/zeOl)' ofHuman Be!wviollr, Nueva York,
Basic Books.
Gmen, 'iVilliam (1939), "What is Logical Empiricism?", Pat1isan RnJiew, 6, pp. 64-77.
GrLll1baum, Adolf (1954), "Science and Ideolot,'i', Scientific MonthLy, 79,julio, pp.
13-19.
Hacking, Ian (1992), "Disunifieel Sciences", en The End of Science, eel. Richard Q.
Elvee, Lanham, U niversity Press of America, pp. 33-52.
Haller, Rudolf (1991), "The FirstVienna Circle", en Uebe! (1991), pp. 95-108.
Haskins, Caryl P. (1956), "Science and the Whole Man", DaedaLlls, 86, N° 2, pp.
113-121.
Hayek, Friedrich A. (1944), The Road to Selfdom, Chicago, University of Chicago
Press. (Versión en español: Camino de servidumbre, trad. de José Vergara,
Madrid, Alianza, 1985.)
- - (1999), The Road to Selfdom. Condensed Yersion, Institute ofEconomic Alfairs.
Haynes, James Earl y HaI'Vey KJehr (1999), Venona: Decoding Soviet ESjJionage in
¡tmerica, New Haven, Yale Universitl' Press.
4 68
Cómo la Guerra Fría transformó la lilosofía de la ciencia
Heidelberger, Michael y Friedrich Stadler (eds.) (2003), 1Yissense/zajisjJ/zilosop/zie
und Poli/ik. PhilosojJhy ofScience and Polities, Viena y Nueva York, Springer.
Helmer, Olaf y Nicholas Rescher (1960), "On the Epistemology of the Inexact
Sciences", iYIanagement Sciellce, 6, pp. 25-52.
Hempel, Carl (1942), "The Function of General Laws in History", jourJlal of
Philosophy, 39, pp. 35-48. (Versión en espaiiol: "La función de las leyes generales en la historia", trad. de 1. RuizAused, en La lógica de la eXjJlieación, Buenos
Aires, Paidós, 1979, pp. 233 c246.)
Herberg, 'Will (1954), "Why They Became True Believers" (res6ia de Gabriel
Almond. The AjJjJeals ofCommunism), Nezu Leadel; 13 de diciembre, pp. 12-13.
Hicks, Granville (1950), "McCarthy and the Homosexuals", New Leader, 17 de
junio, p. 9.
Hoffer, Eric (1951), T/ze Tl1le Believer: Thoughts on t/ze NatuTe of lYIass i'vlovelllents,
Nueva York, Harper.
Hollinger, David (1996), Science, jews, and Secular Culture, Princeton, Princeton
U niversity Press.
- - (sin fecha), "The Unity ofKnowledge and the Diversity ofKnowers: Science
as an Agent of Cultural Integration in the Intenvar United States", inédito,
manuscrito.
Holton, Gerald (1958), "Perspectives on the Issue 'Science and the lvIodern vVorld
View"', Daedalus, 58, pp. 3-7.
- - (1993) , Scienee and Anti-Science, Cambridge, Harvard Un iversi ty Press.
Hook, Sidney (1940), "The New Medievalism", Nezu Republie, 28 de octubre.
- - (1941), "The General Pattern", en Dewey y Kallen (1941), pp. 185-210.
- - (1943), "The New Failure of the Nerve", Partisan Review, 10, pp. 2-23.
- - (1947), "PhiJosophy and the Police" (reseña de John Somerville, Soviet
Philosophy) , The Nation, 15 de febrero, pp. 188-189.
- - (1949), "International Communism", Dartmouth Alumni Magazine, marzo.
- - (1953), Heresy, Yes- Conspiraey, No, Nueva York,John Day.
- - (1954), "Roben Hutchins Rides Again", New Leadel; 19 de abril, pp. 16-19.
- - (1987), Out of Stej},' An Unquiet Lije in the 20'h Cenl'wy, Nueva York, Harper
and Row.
Horkheimer, Max (1937), "Der neueste Angriff auf die Metaphysik", Zeitschrijt für
Sozialforsclwng, vol. 6, pp. 4-51; traducido en Horkheimer (1982), pp. 132187.
-'(1982), Critical T/ze01Y: Seleeted Essays, traducción de Matthew O'Connell,
Nueva York, Seabury. (Versión en español: lvI. Horkheimer, Teoría clitica, trad.
de E. Albinl y C. Luis, Buenos Air!=s, Amorronu, 1974.)
Howard, Don (2003), "Two Left Turns lVIake a Right: On the CLll'ious Political
Career of Nonh American Philosophy of Seienee at Mideentury", en Logical
Empirieism in NOlth Ameriea, eds. G. Hardeastle yA. Richardson, Minneapolis,
University ofMinnesota Press, pp. 25-93.
Hughes, H. Stuart (1956), "Is the Intellectual ObsoJete?", COlllmentCllY, 22, pp. 313319.
Relerencias bibliogralicas
4 69
Hutchins, Roben M. (1936), The Hig/zer Learning in A.meriea, New Haven, Yale
University Press.
- - (1954), "Are OLll' Teachers Afraid to Teaeh?", Look, 18, pp. 27-29.
Irzik, Gürol y Teo Grüenberg (1995), "Camap and Kuhn: Arch Enemies or Close
AlIies?", Britishjournal for the PhilosojJh)' of Science, 46, pp. 285-307.
Jaeoby, Russell (1987), The Last Intelleetuals, Nueva York, Basic Books.
James, William (1981), Pragmatism, Indianápolis, Hackett. (Versión en espat101:
. Pragmatismo. Un nuevo nombre jJ{l.m viejas fonnas de jJensar, trad. de Ramón del
Castillo, Madrid, Alianza, 2000.)
Jerome, V.]. (1937), "Marxism-Leninism for Science and SocieEY" (primera de dos
partes), The Communist, 16, pp. 11'16-1163.
- - (1938), "Marxism-Leninism for Science ancl Soeiety" (segunda de dos partes),
The Communist, 17, pp. 75-91.
Joergensen,Joergen (1951), "The DevelopmentofLogieal Empiricism", International
Enc)'clojJeclia of Unified Seience, vol. 2, N° 9, Chieago, Chicago Universil)' Press.
Johnson, David K. (2004), The Lavender Seare: The Cold War Perseeution of Ga)'s ami
Lesbians in the Federal Government, Chicago, U niversity of Chicago Press.
I<''lelin, E. F. (1958), "Rese11a de R. Lepley (ed.)., T/¡e Language o/Falue", Philosophy
of Scienee, 25, pp. 307-308.
Kaempffert, Waldemar (1937a), "On Increasing the Span of Life" (reseña de
William Malisoff, The Span ofLije), Ne-UJ York Times Book Revielu, 19 de diciembre, p. 4.
- - (1937b), "Science Encyclopedia", New York Times, 14 de febrero.
- - (1938), "Toward Bridging the Gap between the Sciences", Nelu York Times Book
Review, 7 de abril, pp. 2, 18.
- - (1939), "Faets ¡vIareh On -with Neurath", S'w1Jey GrajJ/¡ic, septiembre, pp.
538-5'10.
Kallen, Horace (1940), "The Meaning of'U nity' among the Seienees", Educational
Administration and SlljJel1Jision, 26, N° 2, pp. 81-97.
- - (1 946a), "An Annotation to the Annotation", Philosoph)' and Phenomenological
Researeh, 6, pp. 528-529.
- - (1946b), "The IVIeaning of 'Unity' among the Sciences, One More", PhilosojJh)'
and Phenomenological Reseach, 6, pp. 493-496.
- - (1946c), "Postseript: Otto Neurath, 1882-1945", PhilosojJhy andPhenomenologieal
Research, 6, pp. 529-533.
__ (19L16d), "RepIy", PhilosojJhy and P/¡enomenological Researeh, 6, pp. 515-526.
_ _ (1956), Cultural Pluralism and the American Idea, Filadelfia, University of
Pennsylvania Press.
Kaplan, Abraham (1958), "American Ethics and PubIic Policy", Daedalus, 87, pp.
48-77.
__ (1963), "Logical Empiricism and ValueJudgments", en Schlipp (1963), pp.
827-856.
Kecskemeti, Paul (1948), "Advice from Philosophy", en Bryson et al. (1948), pp.
319-328.
47 0
Cómo la Guerra Fria Iransformó la filosofia de la ciencia
Kegley, Charles (1959), "Ref1ections on Philipp Frank's Philosophy of Science",
Plúlosophy ofScience, 26, pp. 35-40.
KimbalJ, Roger (1990), Tenured Radicals, Nueva York, Harper ColJins.
Kitcher, Philip (19S9), "Some puzzles About Species", en lHwl lhe Philosophy of
Biolog)' Is, ed. r-,'L Ruse, Dordrecht, Kluwer, pp. lS3-20S.
Klingaman, 'William K (eel.) (1996), Eneyclopedia of lhe l'vIcCarlh)' Era, Nueva York,
Facts on File.
Kluckhohn, Clyele (eel.) (1953), Personalily in Nalure, Sociely, mul Culture, 2" eel.,
Nueva York, Knopf. (Versión en espai1ol: La jJe1sonalidad en La naluraleza, La
sociedad y la cultura, Barcelona, Grijalbo, 1977.)
Koestler, Arthur (1944), "The Intelligent5ia", Parlisan Ré'Uiew, ll, pp. 265-277.
_ _ (1949), ensayo sin título, en Crossman (1949), pp. 15-75.
Korzybski, Alfred (1933), Scienee and Sanil)', Lakeville, International Non-Aristotelian
Library Publishing.
Kucklick, Bruce (2001), A HislOl)' ofPhiLosojJhy in America, Oxford, Oxforel U niversi tI'
Press.
Kuhn, Thomas (1962), The Slmclure ofScienlifie RevoLlllions, (InlernalionaIEné)'ClojJedia
of Unified Seienee, vol. 2, N° 2), reimpr., Chicago, Chicago University Press,
1970. (Versión en español: La eslructura de las rrooluciones científicas, México,
Fonelo de Cultura Económica, trad. ele A. Comín, 1971, Y trael. de C. Solís,
2006.)
Landauer, Cad (1950), "The COl11munist Oath at California University", New
Leade¡; 14 de octubre, pp. 12-14.
Lenin, Vladimir 1. (1927), Materialism and Empirio-Criticism (publicaelo en ruso en
1905), Nueva York, International Publishers (reimpr. 1972). (Versión en espaii.ol: lvlalerialismo y emjJiriocritieismo, La Habana, Eelitora Política, 1963; Pekín,
Ediciones ele Lenguas Extranjeras, 1974; Moscú, Eelitorial Progreso, 1976.)
Lepley, Ray (1944), VeriJiabiLit)' ofValue, Nueva York, Columbia University Press.
Lewontin, R. C. (1997), "The Cold War and the Transfonnation of the Acaelemy",
en Shiffrin (1997), pp. 1-34.
Leys, vVayne (1949), "Reseila ele Charles Monis, The OjJen Self, PhilosojJhical R¿'Uié~u,
5S, pp. 2S4-286.
Lipset, Seymour M. (1959), "American Intellectuals: Their Politics anel Status",
Daedalus, 8S, pp. 460-4S6.
McCarthy, i\iL1l'Y (1951), "The Groves of Acaeleme", New Yorker, 3 ele febrero, pp.
28-32.
McCumber, John (1996), "Time in the Ditch: American Philosophy ancl the
McCarthy Era", Diacritics, primavera, pp. 33-49.
__ (2001), Time in lhe Diteh: /imerican PhilosojJhy and the 11'¡eCarlhy Era, Evanston,
. Northwestern University Press.
McGill,j. V. (1936), "An Evaluation of Logical Positivism", Scienee & Society, 1, pp.
45-S0.
__ (1937), "Logical Positivism and the Unity of Science", Scienee & Societ)', 1, pp.
550-561.
Reíerencias bibliograficas
47 1
McNeilI, W. (1991), Hulchins' University: f1 Memoirofthe Universily ofChicago, 1929I950, Chicago, University of Chicago Press.
Malisoff, WilIiam ¡VI. (1930), iJ. CalendarofDollblS andFaiths, Nueva York, G. Howard
'v\'att.
- - (1932), lvIeet lhe Sciences, Baltimore, 'Williams & 'IVilkins.
- - (1937), The SjJan of Lije, Philaelelphia, Lippincott.
- - (1944), "Philosophy of Science after Ten Years", PhilosojJh)' of Scienee, 11, pp.
1-2.
- - (19'15), "Res6la de R. Limon (ed.)., The Scienee of Man in the World Crisis",
PhilosojJhy ofScience, 12, p. 22S.
- - (1946a), "A Science of the People, by the People and for the People",
Philosoj,hy ofScienee, 13, pp. 166-169.
- - (1946b), "On the Non-Haynce of the Atomic Secret", PhiLosojJhy ofSeience, 13,
pp. 1-2.
- - (1947a), "Reseña de Thef1'ullwrilarianAltemjJt lo CajJlureEdllcation", PhilosojJhy
ofScience, 14, pp. 103-104.
- - (1947b), "Reseii.a ele N. Cousins, Alodem Man is Obsolele", PhiLosophy of Scienee,
1'1, p. 171.
- - (1947c), "Reseña de L. Bl)'SOn, Science and Freedom", PhilosojJh)' of Science, 14,
p. 171.
- - (1947d), "Resei'la ele J. Baker, Science and the Planned Stale. PhilosojJhy ofScienee
1'1:171-172.
- - (19'17e), "Reseii.a ele H. Waxman, The Souree of Human Good', PhiLosojJhy of
Scienee, 1'1, p. 173.
- - (1947f), "Resei'ia de j. SomervilIe, Soviel Philosophy", PhilosojJhy of Scienee, 14,
p.172.
Marcuse, Herbert (1939), "Reseii.a ele Imernational Enc)'clojJedia of UniJied Science",
Sludies in Ph.ilosophy and Social Science, S, pp. 22S-232.
- - (196'1), One-DimensionaL Man, Boston, Beacon. (Versión en espaii.ol: El hombre
unidimensional, ¡"léxico,Joaquín Mortiz, 1965.)
Matthews,j. B. (1953), "Communism in the College", Americanl\!Iercm)', mayo, pp.
111-14'1.
Menanel, Louis (2001), The 1\1elajJh.ysical CLub: iJ. Stop)' ofIdeas in ilmerica, Nueva York,
Farrar, Straus y Giroux. (Versión en espal101: EL club de los metafísicos. Hisloria de
las ideas en Los Estados Unidos, trad. ele A. Bonnano, Barcelona, Destino, 2002.)
Meyer, Frank S. (1957), "Resel1a de Charles Monis, The T/arieties ofHuman Vallle",
National Review, 3, p. lIS.
- - (195S) , "The Bigotl), of Science", The Nation, 5, p. 234.
MilIs, C. Wright (1956), The PowerElite, Oxford, Oxford University Press. (Versión
en español: La élile deljJoder, trad. ele F. M. Torner Y E. ele Champourcin,
México, Fondo ele Cultura Económica, 1957.)
Mirowski, Philip (sin fecha), "The Social Dimensions of Social Knowledge and
their Distant Echoes in 20 lh-Centul)' American Philosophy ofScience", inédito, manuscrito.
4-7 2
Cómo la Guerra Fría translormó la filosofía de la ciencia
Moore, Banington (1957), "Influence ofPolitical Creeds on the Acceptance of
Theories", en Frank (1957), pp. 29-36.
Monis, Charles (1932), Six Theories ofMind, Chicago, Universit)' of Chicago Press.
- - (1934a), "Introduction: George H. lvlead as Social Ps)'chologist and Social
Philosophers", en NJind, Self and Society, ed. Charles W. Monis, Chicago,
Universit)' of Chicago Press, pp. ix-xxxv.
- - (1934b), "Pragmatism and the Crisis of Democracy", PubLie Palie)' PamjJhlet,
N° 12.
- - (1935), "The Relation ofthe Formal and Empirical Sciences within Scientific
Empiricism", en Monis (1937), pp. 46-55.
- - (1936), "Opening Speech (for the American Delegates)". Actes du Congres
international de philosophie scientifique, Sorbonne, Paris 1935 [fasc.]. 2.
Unité de la science, ilctualités scientifiques et industrilles, 388, París, Hennann
& Cie, p. 22.
- - (1937), Logical Positivism, Pragmatism, and ~cientijlc EmjJiricism. llelualilés
Scientifiques et Industrilles, 449, París, Hermann et Cie.
- - (1938a), Foundations of the TheOl)' of Signs. International Ene)'clojJedia of Unified
Scienee, vol. 1, N° 2, Chicago, UniversiLy of Chicago Press. (Versión en espúiol:
Fundamentos de la teoría de los signos, trad. de R. Grasa, Barcelona, Paielós, 1985.)
- - (1938b), "The Unity of Science Movement anel the United States", S)'nthese,
noviembre, pp. 25-29.
- - (1939), "General Educaríon and the Unit)' of Science Movement", en
John Dewey and the Promise of A.merica, Progressive Eelucation Booklet N° 14,
Golumbus, Ohio, pp. 26-40.
- - (1942), Paths of life. Prefaee to a World ReLigion, Chicago, U niversity of Chicago
Press.
- - (1946a), "The Significance ofthe Unit)' ofScience lvlovement", PldlosojJh), and
Phenomenological Research, 6, pp. 508-515.
- - (1946b), Signs, Language, and Behavior, Nueva York, George BrazilIer. (Versión
en español: Signos, lenguaje)' conducta, trael. ele J. Rovira A., Buenos Aires,
Losaela, 1962.)
- - (1946c), "To the Eelitors of the Journal of Philosophy", Joumal of PhilosojJhy,
43, p. 196.
- - (194-8a), "Comments on Mr. Storer' s Paper", PhilosojJh)' ofScienee, 15, pp. 33033~.
- - (1948b), The OjJen Self, Nueva York, Prentice-Hall.
- - (1948c), "Sings about Sings about sings", PhilosojJh)' and Phenomenological
Researeh, 9, pp. 115-133.
- - (1951), "The Science ofMan and Unified Science", Conlribulions lo theA.nal)'sis
and S)'nthesis ofKnowledge, Proeeedings oflhe American ilcadem)' ofArls and Scienees,
vol. 80, pp. 37-44.
- - (1956), The Varieties ofHwnan Va/ue, Chicago, University of Chicago Press.
- - (1960), "On the Histor), ofthe International Encyclopeelia ofUnifieel Science",
S)'nthese, 12, pp. 517-521.
Referencias bibliografícas
4-73
- - (1966), Festival, Nueva York, George BrazilIer.
- - (1970), The Pragmatie Nlovement in American PhilosojJ/z)', Nueva York, George
Braziller.
- - (1973), "Memories ofOtto Neurath", en Neurath (1973), pp. 64-68.
- - ) ' Ferruccio Rossi-Landi (1992), 'The Correspondence between Charles
lvlorris and Ferruccio Rossi-Laneli", Semiotica, 881/882, pp. 37-122.
--)' Frank Sciaelini (1956), "Paintings, Ways to Live, and Values", en Sign, Image,
Symbol, eel. G. Kepes, Nueva York, George Braziller, pp. 144-149.
Nagel, Ernest (1936), "Resóla de A. Lovejo)', The Creat Chain of Beini', Scienee &
Societ)', 1, pp. 252-256.
- - (1939), "Principies of the Theor)' of Probabilit)''', Intemational Enc)'clopedia of
Unified Scienee, vol. 1, N° 7, Chicago, University of Chicago Press.
- - (1943), "l'vlalicious Philosophies of Science", PaJ1isan Revie.. .IJ, 10, pp. 40-57.
- - (1950), "Memorial Aelelressfor FelixEaufmann", Philosoph)' a:ndPhenomenologieal
Researeh, 10, pp. 464-468.
- - (1951), "tvlumford on lvloe!ern lvlan", New Leader, 12 de noviembre, pp.
21-22.
- - (1952), reseña de Cornforth (1950) ,joumal ofPhilosoph)', 1'.49, pp. 648-650.
- - el aL (1937), "Fourr Letters on Ernest Nagel's Reseila ele Lovejoy's. 'The Great
Chain ofBeing"', Science & Societ)', 1, pp. 412-413.
Nehemas, Alexaneler (1997), "Trene!s in RecentAmerican Philosoph)''', en Beneler
y Schorske (1997), pp. 227-241.
Nemeth, Elisabeth (2003), "Philosoph)' of Science anel Democracy: Some
Renections on Philipp Frank's RelativilY -A Richer Truth", en Heidelberger
y Staeller (2003), pp. 119-138.
Neurath, Otto (1913), "The Lost Wane!erers ofDescartes and the Auxiliary Motive
(On the Psychology ofDecision)",.-en Neurath (1983), pp. 1-12.'
- - (1919), 'Through War Econom)' to Economy in Kinel", en Neuralh (1973),
pp. 123-157.
- - (1921), "Al1li-Spengler", en Neurath (1973), pp. 158-213.
- - (1928), "Personal Life and Class SlnJggle", en Neurath (1973), pp. 249-298.
- - (1930), "Ways of the Scientific '.Vorle! Conception", en Neurath (1983), pp.
32-47.
- - (1931a), "Empirical Sociology: Tbe Scientific Content ofHistory and Political
Economy", en Ns:uralh (1973), pp. 317-421.
- - (1931b), "Physicalism", en Neurath (1983), pp. 52-57.
- - (1932/1933), "Protocol Statements", en Neurath (1983), pp. 91-99.
- _ (1934), "Rae!ical Physicalism ancI the 'Real \Vorld"', en Neurath (1973), pp.
100-114-.
- - (1935), "Pseudorationalism ofFalsification", en Neurath (1983), pp. 121-131.
(Versión en español: "Pseuelorracionalismo de la falsaeión", trae!. de A. Ibarra,
Redes, 10, N° 19, Bernal, Universidad Nacional de Quilmes, 2002, pp. 105-118.)
__ (1936a), "An International Encyclopedia of Unified Science", en Neurath
(1983), pp. 139-144.
474
Cómo la Guerra Fría Iransformó la íilosofía de la ciencia
- - (1936b), "Encyclopedia as 'Model"', en Neurath (1983), pp. 121-131.
- - (1936c), "Individual Sciences, U nifieel Science, Pseuelorationalism", en
Neurath (1983), pp. 132-138.
- - (1936el), "Physicalism anel Knowleelge", en Neurath (1983), pp. 159-171.
- - (1937), "Unifieel Science anel lEs Encyclopeelia", en Neurath (1983), pp. 172182.
- - (1938a), "Encyclopeelism as a Peelagogical Ail11: A Danish Approach",
Phi/osojJhy of Seienee, 5, pp. 484-492.
- - (1938b), "Unifieel Science as Encyclopeelic Integration", International
EneyelojJedia of Unified Scienee, vol. 1, N° 1, Chicago, University of Chicago
Press.
- - (1939), lHodem lHan in the lHaláng, Nueva York, Alfred A. Knopf.
- - (1941), "Universal Jargon anel Terminology", en Neurath (1983), pp. 213219.
- - (1942), "International Planning for Freeelol11", en Neurath (1973), pp. 422-440.
- - (1944), Foundations ofSocial Sciences.lnternational EneyclojJedia of Unified Scienee,
vol. 2, N° 1, Chicago, Chicago University Press.
- - (1945a), "Germany's Eelucation anel Democracy", foumal of Education, 77,
N° 912.
- - (1945b), reseii.a ele Frieelrich Hayek, The Road to Seljdom, London Quarterl)' of
1¡VorldAJJairs, enero, pp. 121-122.
- - (1946), "AfterSixYears", Synthese, 5, pp. 77-82.
- - (1946a), "For the Discussion: J ust Annotations, Not a Reply", PlúlosojJhy ami
PhenmeJlologica.l Researeh, 6, N° '1, pp. 526-528.
- - (1946b), "Orchestration of the Sciences by the Encyclopeelism of Logical
Empiricism", Phi/osojJhy and Phenolllenological Researeh, 6, N° 4, pp. 496-508.
- - (1973), EmjJiricism and Sociology, eels. ¡vI. Neurath y R. S. Cohen, trael. ele I'vI.
Neurath y Paul Foulkes, Boston, Reidel.
- - (1983), PhilosojJhieal PajJers: 1913-1946, eel. y trad. R. S. Cohen y M. Neurath,
Boston, Reielel.
Neurath, Otto yJ. A. Lauwerys (1944), "Nazi Text-books anelthe Future",fournal
ofEduca.tion, 76, N° 904 Y905.
- - (1945), "Plato' s Republic and German Eelucation", }ournal oJ Education, 77,
N" 907, 910 Y913.
Neurath, Otto, Neils Bohr,John Dewey, Bertrand Russell, RudolfCarnap y Charles
iV10rris (1938), "Encyclopeelia anel Unifieel Science", IntemationalEneyclojJedia
of Unified Scienee, vol. 1, NU 1, Chicago, University of Chicago Press.
Neurath, Otto, Rudoll' Carnap y Hans Hahn (1929), "The Scien tifíc Conception of
the "Vorld: The Vienna Circle", en Neurath (1973), pp. 299-319. (Versión en
espaii.ol: "La concepción científica elelmundo: el Círculo de Viena", trad. ele
Pablo Lorenzano, Redes, 9, N° 18, Bernal, Universidad Nacional ele Quilmes
2002, pp. 105-149.)
Nussbaum,. ¡V1artha (2002), "Making Philosophy ¡V1atter to Politics", The Nc'lu York
Times, 2 ele eliciembre.
Referencias bibliogralicas
475
Oppenheim, Paul y Hillary PUll1am (1958), "Unity of Science as a Working
I-Iypothesis", Minnesota Studies in the PhilosojJhy oJ Science, 2, pp. 3-36.
Oppenheimer, Robert (1958), "The Growth of Science anel the Structure ol'
Culture", Daedalus, 87, pp. 67-76.
Packarel, Vance (1957), Hidden Persuaders, Nueva York, Daviel McI(.'1Y. (Versión en
espall01: Forma.s oCllltas de la jJrojHlganda, trael. Marta IVlercaeler, Buenos Aires,
Sudamericana, 1963.)
Passmore,John (1953), "Can the Social Sciences Be Value-Free?", en H. Feigl y IvI.
Bmdbeck (1953), pp. 674-676.
Petrifli, Susan (1992), "1ntroeluction", Semiotica, 88,1/2, pp. 1-36.
Popper,I(.'1rl (1935), Die Logieh derForsc!wng. Sc!uiJten zur Wissenscha.Jtlichen Weltauf
Jasung. vol. 9, Viena, Springer. (The Logie of Scientific Diseove)y, Lonelres,
1-1lllchinson, 1958.) (Versión en espaii.ol: La lógica de la investigación cientifica,
trael. de Víctor Sánchez de Zavala, Madrid, Tecnos, 1980.)
- - (1969), "Science: Coruectures and Refutation", en Confeetures and Refutations:
The Growth oJScientifie Knowledge, 3" eel., Lonelres, Routleelge & Kegan Pauf, pp.
33-59. (Versión en espaii.ol: Conjeturas y refutaciones, trael. de Néstor Míguez,
Buenos Aires, Paidós, 2001.)
Quine, W. V. 0(1951), "Two Dogmas ofEmpiricism", PhilosojJhicalReview, 60, pp.
20-'13. (Versibn en español: Desde un JJUnto de vista lógico, trad. ele ¡vI. Sacristán,
Barcelona, Ariel, 1962, "Dos elogmas del empirismo", pp. 49-81.)
- - (1953). "On ¡'>'len tal Entities", ContJibulions to theAna(¡'sis andSynt/zesis oJKnow!.edge,
Proeeeding3 oJthe flmerican Awdemy oJArts and Seiences, vol. 80, pp. 198-203.
- - (1986), "Autobiography oCW. V. Quine", en ThePhilosojJhy oJW: v. Quine, eel.
P. A. Schilpp, La Salle, Open COUrl, pp. 3-46.
Raelosh, Ronafel (2001), Commies. AJoum.ey t/zrough the Old Left, the New Left and the
Leflover Left, San Francisco, Encounter.
Rahv, Phillip (1940), ""Vhat Is Living and What 1s Dead", Partlsan Review, 7, pp.
175-180.
- - (1948), "Comment: Disiflusionment anel Panial Answers", Parlisan Review,
15, pp. 519-529.
Rautenstrauch, Walter (1945), "What 1s Scientific Planning?", PhilosojJ/zY oJScienee,
12, pp. 8-18.
Reck, Erich (2004), "Fmm Frege and Russellto Carnap: Logic and Logicism in the
1920s", en Awoeley)' Klein (2004), pp. 151-180.
Reichenbach, Hans (1938), EXjJelienee and Predietion, Chicago, Universit), of Chicago
Press.
- - (1946), "Language as Behavior" (reseI1a de Charles ¡V10rris, Signs, Language
and Belwvior), TJ¡e Nalion, 22 de junio.
- - (1951), The Rise oJ Scientifie PlúlosojJhy, Berkeley y Los Angeles, University of
California Press. (Versión en espaii.ol: La filosofía cientifica, trad. ele l-I. Flores
Sánchez, ¡vléxico, Fondo ele Cultura Económica, 1953.)
Reisch, George (1991), "Did Kuhn Kili Logical Empiricism?", Philosoj)hy ofScienee,
58, pp. 264-277.
<17 6
Cómo la Guerra Fría transíormó la filosofía de la ciencia
- - (1994), "Planning Science: Otto Neurath and the International Encydopeelia
ofUnified Science", BritíshJollrnaL for the Hísto/)' oJScienee, 27, pp. 153-175.
- - (1995), HA History ofthe International Encydopeelia ofUnifieel Science", tesis
eloctoral, Unversity of Chicago, 1995.
- - (1997a), "Epistemologist, Economist. .. ancl Censor? On Otto Neurath's
lnfamous lndex Verborum Prohibitorum", PenjJectives on Scienee, 5, pp. 452480.
- - (1997b), "How Postmodern 'iNas Neurath's Ielea ofUnifieel Science", Stlldies
0'11 History and PhiLosojJhy of Science, 28, pp. 439-451.
- - (1998), "Pluralism, Logical Empiricism, and the Problem ofPseueloscience",
P/úLosojJhy of Scíence, 65, pp. 333-348.
- - (2001a), "Against a Third Dogma ofLogical Empiricism: Otto Neurath and
'Unpredictability in PrincipIe"', InternatíonaL Stúdíes in the PhílosojJhy of Scíence,
15, pp. 199-209.
- - (2001b), '''The Cultural Significance ofScience'; An Unpublisheel Lectme by
Charles Morris", RS/Sl, 21, pp. 73-99.
- - (2003a), "Disunity within the International Encydopeelia ofUnifieel Science",
en Logical EmjJírícísrn ín North America, eds. G. Hardcastle y A. Richarelson,
Minnesota, University ofMinnesota Press.
- - (2003b), "On the International Encyclopeelia, the Neurath-Carnap Disputes,
and the Second vVorlel 'i'Var", en LogicaIEl7ljJiricis'lll.: HistoricaL and Contel7ljJorary
PersjJectives, eels. P. Parrini, W. Salmon y M. Salmon, Pittsburgh, University of
Pittsbmgh Press.
Rief, Philip (1953), "Are IntelJectuals Chaineel to Policy?", New Leade/; 24 ele agosto, pp. 16-17.
Romerstein, Herbert y Eric Breinelel (2000), The Fenona Secrets: ExjJosíng Soviet
EsjJíonage and America's Traitors, VVash il1gton, Regnery.
Rosen berg, Alexander (1994), Instrumental Bíology or the Disllníty ofScience, Chicago,
University of Chicago Press.
"Rosenberg Clemency Backers Comment 011 Reel Anti-Semitism" (1953), New
Lea.der, 26 de enero, pp. 4-6.
Rlielner, Richarel (1951), "On Semiotic Aesthetics", JOllTnaL of Aesthelícs & Arts
Criticism, 10, pp. 67-77.
- - (1957), "Valuejuelgments in the Acceptance ofScientific Theories", en Frank
(1957), pp. 24-28.
- - (1966), PhilosojJhy oJ Social Scíence, Englewooel Cliffs, Prentice Hall. (Versión
en español: Filosofía de la ciencia socia~ trael. ele Dolores Cano, Madrid, Alianza,
1980.)
Runes, Dagobert, (ed.) (1960), Dietionary of PhilosojJhy, Ames, Littlefielel, Adams.
(Versión en espai10l: Diccionario de filosofía, trad. ele Ana Domenech et al.,
México, GrUalbo, 1978.)
RusseJl, Bertrand (1929), lvIaniage and ¡Hora/s, Nueva York, H. Liveright. (Versión
en espúiol: Matrimonio)' moral, trad. de León Rozitchner, Buenos Aires, Siglo
XX, 1965.)
Reíerencías biblíograíícas
477
- - (2002), YOUTS Fait/ifully, Bertrand Russell, ed. R. Perkins Jr., Chicago, Open
Court.
- - , John Dewey, !v!on-is Cohen, Sielney Hook y Sherwood Eeldy (1934), The
jI'¡eaning of Alarx: /1 SYllljJosium, Nueva York, Farrar anel Rinehan.
- - y editores elel New Leader (1952), "Is America in the Grip of Hysteria?", New
Leader, 3 de marzo, pp. 2-4.
Russell, jeffrey Burton (1991), Inventing the FLat Earth: Colwnbrus and Modern
1-lístorians, Nueva York, Pl-aeger.
Ruthel'forel,james F. (1960), "Discussion: Frank' s Philosophy of Science Revisi te el" ,
PhiLosojJhy ofScience, 27, pp. 183-185.
Saunders, Frances S. (1999), Tlze Cultural Cold War: Tlze CIfi and the World ofiJ.rts and
Letters, Nueva York, New Press.
Schilpp, Paul A.. (1948), "The Task of Philosophy in an Age of Crisis", en Bryson
et aL (1948), pp. 300-310.
Schilpp, Pau] A. (ed.) (1949), Albert Einstein: PhílosojJher Scíentíst, Nueva York, lvUF
Books.
- - (1963), The PhilosojJhy ofRudoLfCanwjJ, La Salle, Open Comt.
Schlauch, JVIargaret (1942), "Semantics as Social Evasion", Scíence & Socíety, 6, pp.
'H5-330.
- - (1947), "The Cu]t of the Proper Worel", Ne-UJ Masses, 15 de abril, pp. 15-18.
Schlesinger, James lvI. J r (1947), "The Perspective Now", Partisan Revíew, 14, pp.
229-242.
Schlick, Moritz (1985), General TheOl)' ofKnowledge, (publicado originalmente en 1918
como Allgemeine Erhenntnislehre), trad. de A. Blumberg, La Salle, Open Court.
Schrecker, EJlen W. (1986), No IVOl)' Tower: l\dcCarth)'sm and the Uníversítíes, Nueva
York, Oxford University Press.
- - (2002) ,The Age of ivIcCartlzysl7l: .ti Brief HistOl)' with DocU1nents, Nueva York y
Boston, Beelford/St. Martin's.
Schrickel, H. G. (1943), "Philosophy of Science and Social Philosophy", PhílosojJhy
ofScienee, 10, pp. 208-212.
Scott, Stephen (1987), "Enlightenment and the Spirit of the Vienna Circle",
Canadian Journal ofPlzilosojJhy, 17, pp. 695-710.
Sellars, Wilfred, V.]. McGill y lvIarvin Farber (1949), "Foreword", en Sellars et aL.
(1949), pp. v-xii.
Sellars, Wilfred, V.]. Mc Gill y Martin Farber (eds.) (1949), PhiLosojJhYfoT theFutUFe:
The Quest ofModern JHatel"Íalism, Nueva York, lvIacMillan. (Versión en espúiol:
Fílosofía del futuro. ExjJloración en el campo del matel"Íalismo moderno, trad. de M.
Pumarega, México, Compallía General de Ediciones, 1951.)
Shapiro, Edward S., (eel.) (1995), Letters ofSiclnry Hoolc Democracy, Communisni, and
the Cold lVa¡; Armonk, M. E. Sharpe.
Sheldon, William (1940), The Varieties ofHuman Physique, Nueva York, Harper.
- - (1945), "Critique ofNaturalism",journal ofPhilosojJlzy, 42, pp. 253-270.
- - (1946), "Are Naturalists !vIaterialists?",jollrnal ofPhilosojJh)', 43, pp. 197-209.
- - (1949), Varieties ofDelinquent Youth, N lleva York, Harper.
47 8
Cómo la Guerra Fría Iransformó la filosofía de la ciencia
- - (1954), Atlas of jl;Ien, Nueva York, Harper.
Shiffrin, André (ed.) (1997), The Cold ¡Yar ami Ihe University, Nueva York, New
Press.
Singer, Milton y Abraham K'1plan (1941), "Unifying Science in a Disunified World",
Scientific Monthly, 52, pp. 79-80.
Smullyan, Anhur (1947), reseila de Charles Monis, Signs, Langtwge, and Be/wviOl~
fournalofSymbolicLogic, 12, pp. 49-5l.
"Social Showman" (1936), Suruey GrajJhic, noviembre, pp. 618-619.
Somerville, John (1936), "The Social Ideas of the Wiener Kreis's International
Congress" , Journal ofPhilosojJhy, 33, pp. 295-30 lo
__ (1945), "Soviet Science and Dialeetical Materialism", Philosoj;hy of Science, 12,
pp. 23-29.
__ (1946), SovielPhilosojJhy: Jl Study ofTheOlY and Practice, N ueva York, Philosoph ical
Libral)'.
__ (1947), "Ethics and Social Science: Case l-listo1)' of a Shaq) Practice", Philosoj;hy
ofScience, 14, pp. 34S-347.
Stadler, Friedrich (2001), The Vienna Cirele: Sludies in the Origins, De-uelojJlnent, amI
InJ1.uence ofLogical Emj;iricism, Viena, Springer Verlag.
Stein, Howard (1992), "Was Carnap Entirely Wrong, After Al1?", Synthese, 93, pp.
27S-29S.
Storer, Thomas (1948), "The Philosophical Relevance ofa 'Behavioristic Semiotic"',
PhilosojJhy of Science, lS, pp. 316-330.
Sullivan, Kelly (2000), "Putting the 'Liberal' in Liberal Arts", ensayo editorial publicado en <www.heritage.org>, 16 de febrero.
Suppe, Fred (ed.) (1977), The Structure of Scientific T/icories, Chicago, University of
Illinois Press. (Versión en espal10l: La estructura de las teorías científicas, trad. de
Pilar Castrillo y Eloy Rada, Madrid, Editora Nacional, 1979.)
"Toward Unity" (1938), Time, 1 de agosto.
Traiger, Saul (1984), "The Hans Reichenbach Correspondence: An Overview",
PhilosojJhy Researcllilrchives, 10, pp. SOl-SIl.
U. S. Senate (19S6), The ComnmnistParly ofthe Uni/ed States ofAmerica. W/wl i/ is. How
]1 Works. il. Handbook for ilmericans, Washington, United States Government
Printing Office.
Uebel, Thomas E. (1992), Overcoming Lagical PosilivisJIL from Wilhin: The Emergence
of Neurath's Naturalism in the Vienna Cirele's Protocol Sentence Debate, Atlanta,
Rodopi.
__ (1998), "Enlightenment and the Vienna Circle's Scientific vVorld-Conception",
en PhilosojJhers on Education: Hislorical PersjJeclives, ed. A. Rorty, Londres,
Routledge.
(2000), "Some Scientism, Some Historicism, So me Critics: Hayek's and
Popper's Critiques Revisited", en The Proj;er A.mbilion of Science, eds. M. IV. F.
Stone y J. Wolff, Londres, Routledge.
__ (2003a), "Histol)' and Philosophy of Science and the Politics of Race and
Ethnic Exclusion", en Heidelberger y Stadler (2003), pp. 91-117.
Referencias bibliograficas
479
(2003b), "Philipp Frank's l-listol)' of the Vienna Circle: A Programmatic
Retrospective", en Logical EmjJiricism in North il.merica, eds. G. Hardcastle yA.
Richardson, Minnesota, Universtity oflvlinnesota Press, pp. 149-169.
- - (2004), "Carnap, the Left Vienna Circle, and Neopositivist Antimetaphysics",
en Awodey y Klein (200'1), pp. 247-277.
- - (ed.) (1991), Rediscoveling the Forgotten Vienna Cirele: Jluslrian Studies on Otto
Neuralh and the Vienna CiI-ele, Boston, Kluwer.
"Unity at Cambridge" (1939), Time, 18 de septiembre, pp. 72-73.
Viereck, Peter (19S3), The Shame and GIOJ)' of Ihe Inte/lectllals: Babbit JI'. vs. the
Rediseovel)' ofValues, Boston, Beacon.
Whitehill, WaIter Muir (1955), "A Foreword lO Daedal'lls", Daedallls: Proceedings of
the ¡-lmerican Jlcademy ofliTtS and Sciences, 86, N° 1, pp. 3-S.
WohIstetter, Albert y lvforton White (1939), "Who Are the Friends of Semantics?",
Partisan Review, 6, pp. 50-S7.