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Rev. sci. tech. Off. int. Epiz.,
1991, 10 (2), 297-310
Hepatitis de origen viral de los Lepóridos:
introducción e hipótesis etiológicas
J . - P . M O R I S S E , G. LE G A L L y E. BOILLETOT *
Resumen: En menos de diez años, dos enfermedades hepáticas virales de gran
gravedad han atacado los Lepóridos (conejos y liebres) en numerosos países.
La enfermedad de los conejos, fue inicialmente inscrita en mayo de 1989 en
la Lista B del Código Zoosanitario Internacional de la Oficina Internacional
de Epizootias, bajo la denominación de «enfermedad hemorrágica viral del
conejo» (en inglés, viral haemorrhagic disease = VHD).
Esta nueva enfermedad se parece, del punto de vista clínico, al síndrome
de la liebre parda europea; sin embargo, subsisten varias incógnitas en lo que
se refiere a la naturaleza exacta de los virus del conejo y de la liebre: en efecto,
a pesar de ser aparentados, estos virus presentan ciertas diferencias, y las
tentativas de transmisión cruzada dan, hasta hoy en día, resultados
contradictorios.
Si bien la demostración de su etiología viral es un hecho reciente, las hepatitis
de los Lepóridos existen en Europa probablemente desde hace varios años: de
manera clínica en la liebre, en Europa del norte desde 1980 aproximadamente,
y de manera inaparente o ignorada en el conejo, en Checoslovaquia desde 1975
aproximadamente. Estas enfermedades de los Lepóridos son verdaderas hepatitis
virales que presentan con algunas hepatitis virales humanas de tipo fulminante
(By no-A no-B), un parentezco sorprendente a nivel clínico, anatomopatológico
y a nivel de su modo de transmisión.
El predominio de la contaminación por vía fecal-oral en las hepatitis A y E
puede incluso explicar la vulnerabilidad propia a los animales criados en granjas
familiares, ya que éstas utilizan, para la alimentación de los animales, forrajes
potencialmente
contaminados.
La diversidad de los virus (ARN y ADN) responsables de hepatitis graves
en el hombre, sugiere la posibilidad de una etiología igualmente múltiple en
el caso de los Lepóridos.
A pesar de no haberse observado ninguna transmisión al hombre (aún en
las personas expuestas al virus animal), las numerosas similitudes entre las
hepatitis de los Lepóridos y las hepatitis virales humanas justifican que se instaure
una amplia concertación con los ámbitos médicos especializados.
PALABRAS CLAVE: Enfermedad hemorrágica viral del conejo Epidemiología - Hepatitis E - Hepatitis fulminantes - Hepatitis virales no-A no-B
- Patogenia - Síndrome de la liebre parda europea.
* Centre National des Etudes Vétérinaires et Alimentaires, B . P . 53, 22440 Ploufragan, Francia.
298
GENERALIDADES
El desarrollo de la cunicultura durante los últimos veinte años h a generado u n
incremento de la frecuencia y de la gravedad de las afecciones respiratorias y digestivas,
debido a la intensificación de las técnicas de cría.
La etiología de estos dos síndromes h a sido el objeto de investigaciones
bacteriológicas, tanto más numerosas que el rol exacto desempeñado por las bacterias
puestas en evidencia (pasteurellae, colibacillos, clostridios), no se puede disociar de
las condiciones del medio ambiente propias a los animales (claustración,
hiperproductividad, alimentación).
A pesar de haberse aislado numerosos virus del conejo, sobre t o d o durante
controles efectuados con animales de laboratorio, la virología se centró durante mucho
tiempo en el estudio de la única enfermedad económicamente importante y cuya
etiología viral es indiscutible: la mixomatosis.
La puesta en evidencia, en la República P o p u l a r de China, en el año 1984, de
u n a enfermedad hemorrágica viral (o neumonía hemorrágica viral) de evolución
fulminante (16, 27, 34), marcó u n viraje en el estudio de la patología del conejo
(Oryctolagus
cuniculus).
Fue solo en el año 1988 que se estableció u n paralelo entre esta enfermedad y
una afección de idénticas características clínicas, que había aparecido en el continente
europeo: primero en el sur de Italia en 1986, luego sucesivamente en otros países
europeos, así como en Africa (Egipto, Túnez) e incluso América (México).
La naturaleza hemorrágica de las lesiones, su alcance hepático masivo, el origen
aparentemente alimentario de los trastornos, fueron interpretados de entrada como
elementos que permitían orientarse hacia u n a etiología tóxica. Esta hipótesis, retomada
e incrementada por los mass-media, presentó la enfermedad como el resultado de
u n a polución del medio ambiente, lo que no dejaba de ser ilógico, puesto que sólo
los conejos resultaban sensibles al o a los tóxicos (3, 5, 21). E n ciertos países como
Italia, u n a c a m p a ñ a de prensa que atribuía el origen del problema a las recaídas
radioactivas de Chernobil, generó un auténtico desastre económico para los criadores.
Enfin, observaciones epidemiológicas y virológicas, sumadas a estudios
a n a t o m o p a t o l ó g i c o s , d e m o s t r a r o n claramente el origen infeccioso y m á s
particularmente viral de esta hepatitis necròtica primaria, secundariamente responsable
de trastornos de la coagulación (14, 15, 19, 2 1 , 23, 33).
En mayo del año 1989, la Oficina Internacional de Epizootias dio a esta afección
la denominación de «enfermedad hemorrágica viral del conejo» (en inglés, viral
haemorrhagic disease = V H D ) , inscribiéndola en la Lista B del Código
Zoosanitario
Internacional.
Si se puede poner fuertemente en evidencia las partículas virales a nivel de los
hepatocitos, su adaptación en medio celular fue durante m u c h o tiempo u n fracaso,
tanto que el cultivo logrado por investigadores chinos (C.-Y. Ji en particular), y
relatado en el presente volumen por W.-Y. Xu y H . - B . H u a n g , cabe ser considerado
como gran primera mundial. Anteriormente, al no poder obtener este virus por cultivo,
se había estudiado sus características a partir de trituraciones de hígado, lo que d a b a
resultados a m e n u d o discordantes según los autores: p a r a algunos, se t r a t a b a de u n
299
virus A D N de tipo parvovirus (6, 10, 34), y p a r a otros, de un virus A R N de tipo
calicivirus (13, 23, 24).
Esta ambigüedad se mantiene, a menos de que estemos en presencia de dos virus
distintos, con expresión clínica poco o no diferenciada, hipótesis desarrollada
ulteriormente.
A partir de 1985, (fecha de la comprobación del fenómeno, el cual seguramente
es más antiguo), otra especie animal, que pertenece al mismo orden de los Lepóridos,
a saber la liebre (Lepus europaeus y Lepus timidus), sufre igualmente pérdidas
importantes en varios países de E u r o p a del norte y del oeste (8, 11, 17, 18).
Esta afección, denominada «síndrome de la liebre p a r d a europea» (en inglés,
European brown hare syndrome
= E B H S ) , presenta las mismas características
lesionales que la V H D ; al igual que para el conejo, se examinó en primer lugar distintas
etiologías tóxicas: intoxicación por ingestión de mercaptodimethur (tratamiento contra
babosas ampliamente utilizado en los cultivos de remolachas), o por consumo excesivo
de colza (variedad O.O).
Se sospechó también u n origen bacteriológico, consecuentemente al aislamiento
bastante frecuente de Clostridium sordellii en los cadáveres (17).
A partir de 1988, la puesta en evidencia relativamente fácil a nivel hepático, de
partículas virales idénticas en términos morfológicos a las de la V H D del conejo,
así como la similitud de las lesiones anatomopatológicas, incitaron algunos
investigadores a p r o p o n e r , p a r a ambos síndromes, la denominación c o m ú n de
«hepatitis necròtica infecciosa de los Lepóridos» (19).
A continuación del presente informe, y teniendo en cuenta las pendientes
investigaciones, utilizaremos las denominaciones V H D y E B H S , respectivamente para
el conejo y la liebre.
EXTENSIÓN
GEOGRÁFICA
Señalada por primera vez en el año 1984 en la República P o p u l a r de China y en
la República de Corea, la V H D del conejo se observa en el continente europeo y en
otras regiones del m u n d o (Cuadro I).
En el caso particular de Francia, los primeros casos de E B H S fueron detectados
en 1985 (17, 18), y los primeros casos de V H D en julio del año 1988 (21). A partir
de esa fecha, la difusión de ambas enfermedades fue sometida a vigilancia gracias
a una red de vigilancia epidemiológica que utilizó las informaciones dadas por los
laboratorios departamentales de diagnósticos repartidos en todo el territorio francés.
Los diagnósticos, en su mayoría de índole necroscópica, son sometidos parcialmente
a u n c o n t r o l v i r o l ó g i c o ( p r u e b a s de h e m o a g l u t i n a c i ó n H A ; i n m u n o electromicroscopia; inmunofluorescencia), realizado por el Centro Nacional de
Estudios Veterinarios y Alimentarios de Ploufragan, Francia (15).
Estas informaciones permiten conocer la extensión de la V H D , pero sigue siendo
imposible la evaluación del predominio de infecciones, debido al porcentaje limitado
de casos para los cuales se pide efectivamente un diagnóstico. La Figura 1 muestra
300
CUADRO I
Lista de los países que han señalado la presencia
de hepatitis de origen viral de los Lepóridos
VHD
Países
Asia
República Popular de China
República de Corea
Europa
Alemania
Austria
Bélgica
Checoslovaquia
Dinamarca
España
Francia
Gran Bretaña
Grecia
Hungría
Italia
Malta
Polonia
Portugal
Rumania
Suecia
Suiza
Unión Soviética
Yugoslavia
Africa y Océano Indio
Egipto
Isla de la Reunión
Líbano
Túnez
América
México
EBHS
1984
1984
1989
1989
1989
1987
1990
1988
1988
1990
1987
1986
1990
1989
1988
1989
1987
1986
1985?
1982-1983
1985-1986
1991
1988
1985-1986
1989
1980-1984
1988
1986-1987?
1989
1988
1989
1989
1989
1988
la superposición, en los mismos sectores geográficos, de la V H D del conejo doméstico
y salvaje, y del E B H S de la liebre.
ORIGEN Y M O D O D E TRANSMISIÓN
DE LA VHD Y DEL EBHS
Origen
A pesar de haber sido observada por primera vez en la República Popular de China
y en la República de Corea en el año 1984, n o es evidente que el virus de esta
enfermedad sea de origen asiático.
En efecto, controles realizados en Checoslovaquia, sobre sueros conservados desde
1975, muestran la presencia de anticuerpos anti V H D V en un porcentaje elevado de
301
FIG. 1
Repartición de la V H D y del EBHS en el territorio francés en 1990
Número de focos repertoriados en 1990:
A conejos domésticos
A conejos silvestres
O liebres
Fuente:
570
216
406
VHD
VHD
EBHS
Red de Vigilancia V H D - E B H S , C N E V A , Ploufragan, Francia.
302
animales (véase el artículo de Rodák, en el presente volumen), lo que revela la necesaria
existencia de la infección por lo menos a partir de esa misma época, o bien de manera
inaparente, o bien de m a n e r a subaguda que p u d o n o ser percibida anteriormente.
Cabe relacionar la presencia m u y precoz del virus en el continente europeo, con un
hecho señalado por ciertos autores chinos, a saber que la V H D apareció en su país
poco después de la introducción en la República Popular de China, de conejos
reproductores A n g o r a provenientes de Alemania (34).
P o r otra parte, se considera más que probable la presencia a partir de 1988, en
el norte de E u r o p a , de u n virus hepatotrópico muy patógeno para la población de
liebres (L. europaeus y L. timidus) (8, 11).
Hipótesis de una transmisión interespecies
La similitud de las lesiones macroscópicas y microscópicas, así como de numerosas
características comunes: morfología del virus, resistencia de los animales jóvenes,
transmisión por vía oral, etc., justifican la hipótesis de una transmisión de una especie
a otra.
Distintos autores en la República Popular de China (16), Francia (22), e Italia (5),
informan haber logrado pruebas de transmisión de la liebre al conejo e incluso del
conejo a la liebre.
Pero más numerosos son los autores que insisten en el fracaso rotundo y constante
de tales pruebas de transmisión cruzada, así como en las diferencias que existen entre
los dos calicivirus, a pesar de su indudable parentezco (13).
Nuestros conocimientos de las características de los distintos brotes virales son
t o d a v í a demasiado fragmentarios para poder explicar esta p a r a d o j a .
Si bien algunos epidemiologistas subrayan el hecho que, en ciertos países, u n a
sola de las dos especies animales coexistentes padece de la enfermedad, no es éste
el caso más frecuente, pues son muchos los territorios en los que ambas especies sufren
simultáneamente pérdidas importantes (Italia, Francia, Alemania, etc.). Enfin, cabe
señalar la puesta en evidencia, a través de la técnica ELISA, de anticuerpos anti VHDV
en liebres clínicamente sanas de Checoslovaquia (L. Valícek, comunicación personal).
Transmisión directa dentro de una misma especie
A pesar de ser pocos los estudios realizados sobre los animales silvestres, parece
que las modalidades de circulación del virus en las poblaciones son idénticas p a r a
los conejos domésticos y silvestres, así como en la liebre. En ambos casos, el desarrollo
del virus en los hepatocitos y su transferencia a través de la bilis hasta el nivel del
intestino, explican el predominio de la transmisión por vía fecal-oral.
En ambos casos también, los animales jóvenes son insensibles al virus. U n a
experimentación reciente, realizada en Francia con grupos de 10 gazapos de 4 a 10
semanas, y que provenían de reproductores libres de anticuerpos, muestra que la
sensibilidad de estos animales es nula a las 4 semanas de edad, y que va a u m e n t a n d o
luego rápidamente en función de la edad (resultados personales no publicados) (Fig. 2).
Paralelamente a esto, unos dosajes plasmáticos, realizados a partir de gazapos
de prueba, revelaron un aumento considerable de la tasa de las transaminasas hepáticas
después del destete ( 5 semana). La tasa de las A S A T (Aspartate Amino
Transferase)
a
2
Evolución fisiológica de las transaminasas hepáticas
6 lotes de 10 sujetos de 3 a 10 semanas de edad **
Mortalidad después de infección experimental por VHDV
7 lotes de 10 sujetos de 4 a 10 semanas de edad *
FIG.
304
y de las A L A T (Alanine Amino Transferase) se multiplica por tres a las 6 semanas,
lo que demuestra u n a actividad hepática altamente modificada. Cabe preguntarse
si este fenómeno es el signo de u n a hipersensibilidad de los hepatocitos propia a esa
edad, o si demuestra la adquisición de u n a función hepática susceptible de revelar
el poder patógeno del virus.
E n ambos casos: V H D y E B H S , la enfermedad presenta u n a evolución idéntica
en las poblaciones silvestres: después de u n episodio clínico que se manifiesta con
la aparición de numerosos focos en u n a zona determinada, se produce una
reconstitución de las poblaciones a partir de los sobrevivientes adultos y sobre t o d o
de los sujetos jóvenes, que son por naturaleza resistentes a la enfermedad. Esta
población inmunizada, crece rápidamente; al cabo de 15 o 18 meses, se produce
frecuentemente u n a nueva ola de mortalidad que resulta del decaimiento de la
inmunidad, agravada por la misma expansión demográfica.
P o r lo t a n t o , se puede suponer la existencia de u n a yuxtaposición de poblaciones
que presentan un estado de inmunidad m u y variado, tanto a nivel de las poblaciones
de conejos silvestres como entre las liebres en libertad; estas fluctuaciones del nivel
inmunitario pueden explicar la aparición cíclica del E B H S de la liebre así como la
persistencia de la infección en las poblaciones, tal como lo deja suponer la antigüedad
de la enfermedad en ciertos países de E u r o p a del norte (8, 11).
Transmisión indirecta y posibilidad de una contaminación a través de las carnes
congeladas
La gran facilidad de la transmisión de la enfermedad por todas las vías utilizadas
experimentalmente explica la rapidez y la frecuencia de las contaminaciones naturales
a las cuales están expuestos los Lepóridos domésticos y silvestres. En efecto, todo objeto
o alimento contaminado por las secreciones y las deyecciones de un sujeto enfermo,
así como cualquier contacto con un cadáver, son potencialmente contaminadores.
Esto explica que sean las granjas familiares las que sufren mayores pérdidas, pues
este tipo de explotación utiliza como base de la alimentación, hortalizas y forrajes.
No se excluye t a m p o c o la posibilidad de que ciertos insectos sean vectores activos
o pasivos en la transmisión de estas enfermedades, aunque no se disponga de ninguna
información al respecto.
En lo que se refiere al rol eventual de las carnes de conejo congeladas, cabe recordar
la gran resistencia del virus al medio exterior. El virus conserva su poder infectante
en cadáveres más o menos putrefactos, y se observa su destacable estabilidad durante
los ciclos de congelación y descongelación. A pesar de no haberse detectado el virus
hasta el día de hoy en carnes congeladas (o por lo menos no se dispone de ninguna
información al respecto), parece legítimo considerar la posibilidad de esta vía de
contaminación. De este p u n t o de vista, cabe referirse a dos casos, particularmente
sospechosos:
- En México, la aparición de la V H D en diciembre del año 1988 presenta una
sorprendente relación cronológica y topológica con u n almacenamiento de carnes
congeladas importadas de la República Popular de China (9, 33). Sin embargo, los
epidemiologistas de la Dirección General de Salud Animal de México se ven limitados
a formular meras hipótesis (agua de lavado, roedores) sobre las posibilidades de
contactos entre las carnes congeladas, correctamente almacenadas, y los primeros
criaderos afectados, situados a menos de 200 metros del lugar de almacenamiento (9).
305
- En la Isla de la Reunión, se importa cada año 380 a 400 toneladas de carne
congelada en proveniencia de la República P o p u l a r de China. E n 1989 se declaran
los primeros casos de V H D , en circunstancias m u y particulares relatadas por los
responsables de la Cooperativa de Productores de Conejos (V. Demergers,
comunicación personal). Estos últimos estimaron que los focos aparecieron después
del a b a n d o n o a c a m p o abierto, de u n lote previamente almacenado de carnes
congeladas, abandono debido a la deterioración de las cámaras de congelación después
del ciclona particularmente violento de enero de 1989, y a la ausencia de u n servicio
adecuado de depósito de basuras en la isla. Se supone que el contacto entre las carnes
a b a n d o n a d a s y las numerosas granjas criaderas se realizó a través de los perros,
particularmente abundantes en la Isla de la Reunión.
La realidad de la V H D es en a m b o s casos incontestable. Sin embargo, su origen,
a pesar de ser más que probable, no puede ser confirmado formalmente, en la medida
que no se investigó directa o indirectamente, ni en México ni en la Reunión, la
presencia del virus en las carnes congeladas provenientes de la República P o p u l a r
de China.
COMPARACIÓN ENTRE LA ENFERMEDAD HEMORRÁGICA
VIRAL DE LOS LEPÓRIDOS Y
LAS HEPATITIS VIRALES H U M A N A S
Antes que nada, es preciso recordar que no se señaló ninguna transmisión de la
V H D o del EBHS al hombre, aún entre las poblaciones expuestas al virus como pueden
serlo los criadores, cazadores, empleados de mataderos o investigadores.
Sin embargo, e independientemente de su etiología viral, la hepatitis necrótica
infecciosa de los Lepóridos presenta un cierto parentezco con las hepatitis h u m a n a s .
Clasificación de las hepatitis virales humanas
En este terreno de rápida evolución, se h a establecido la clasificación siguiente
de las hepatitis virales y de sus agentes etiológicos (7, 12, 25):
- hepatitis A: virus A R N de tipo Picornavirus;
- hepatitis B: virus A D N de tipo hépadnavirus;
- hepatitis Delta: la partícula delta es un virus defectivo A R N que necesita, p a r a
su reproducción, el antígeno de superficie de la hepatitis B (HBsAg) (30).
A parte de estas hepatitis que se conocen relativamente bien, se distingue el
conjunto de las hepatitis de grupo no-A no-B (26, 28, 29), y en particular:
- hepatitis C: atribuida a u n flavivirus (virus A R N ) ;
- hepatitis E: atribuida a un calicivirus (virus A R N ) .
Ninguno de estos últimos virus h a sido cultivado hasta hoy en día, y sólo la
hepatitis B consta de una protección por vacunación (se está investigando actualmente
u n a vacuna contra la hepatitis A ) .
Aspectos virológicos
La diversidad de los virus (ARN-ADN) implicados en las hepatitis virales humanas
entre las cuales algunas se expresan clínicamente de manera poco diferenciada, n o
306
deja de evocar la ambigüedad que existe a nivel de la identidad del virus de la V H D
de los Lepóridos, a saber, virus A D N de tipo parvovirus, o virus A R N de tipo
calicivirus.
Si se considera que investigaciones de idéntico valor han conducido a conclusiones
diametralmente opuestas, la hipótesis de que existan no u n o , sino dos o más virus,
es más que probable, con la característica que estos virus se expresarían clínicamente
ocasionando hepatitis necróticas poco o n a d a diferenciadas.
Virus
ADN
A pesar de que las partículas virales puestas en evidencia en la V H D n o p u e d a n
confundirse con el virus de la hepatitis B (en efecto, el hépadnavirus presenta un
polimorfismo característico: pequeñas partículas de 22 nm, grandes partículas de Dane
de 42 n m , y filamentos de 100 nm), es de notable interés recordar que, dentro del
grupo de los hépadnavirus, figuran ciertos virus que provocan hepatitis, n o sólo en
el anadino (DHV: Duck Hepatitis Virus), sino también en especies filogenéticamente
cercanas a los Lepóridos, por ejemplo la m a r m o t a americana (WBV: Wood Chuck
Hepadnavirus) y la ardilla (GSHV y TSHV: Ground and Tree Squirrel
Hepadnavirus)
(1, 4, 20).
En lo que se refiere al h o m b r e , se sabe que muchísimos jóvenes son infectados
de m a n e r a inaparente por el virus de la hepatitis B, y que, independientemente del
riesgo mayor de un cancer primitivo del hígado, la ulterior activación de este virus
B por una partícula delta (virus A R N defectivo), puede traducirse por una hepatitis
clinica aguda o sobreaguda.
Sin embargo, las primeras búsquedas de anticuerpos anti-B y anti-Delta
emprendidas en sueros de conejos convalescientes dieron resultados negativos
(M. Menault y J. Pillot, comunicaciones personales).
Virus
ARN
Entre los virus A R N responsables de hepatitis en el hombre, el virus de la hepatitis
A presenta algunas características comunes con las del agente de la V H D de los
Lepóridos:
- familia viral idéntica o aparentada: ciertos autores chinos identifican el V H D V
como un Picornavirus (16);
- resistencia excepcional al medio exterior y al calor (30 m n a 60°C ó 10 m n
a 80°C). Estas características permiten catalogar el virus de la hepatitis A como uno
de los más resistentes (31).
Contrariamente al V H D V , el virus de la hepatitis A provoca u n a hepatitis
relativamente benigna.
Dentro del grupo de los virus A R N responsables de hepatitis graves en el hombre,
el virus de la hepatitis E fue identificado recientemente como u n calicivirus (como
el V H D V y el EBHSV), capaz de causar hepatitis sobreagudas e incluso mortales
en sujetos pertenecientes a ciertas categorías de poblaciones a alto riesgo. Sin embargo,
y contrariamente al VHDV, la conservación del virus E necesita máximas precauciones
( - 80°C), y su fragilidad en laboratorio plantea un problema a los epidemiologistas,
ya que lógicamente, esa misma fragilidad supone la imposibilidad, o por lo menos
la dificultad, de la difusión del virus en el medio exterior.
307
Aspectos clínicos e histológicos
El síndrome hemorrágico que se observa en los animales, y que traduce un defecto
en la síntesis de ciertos factores de coagulación de origen hepático, es característico
de ciertas formas de hepatitis humanas denominadas «hepatitis fulminantes» (hepatitis
B y E). Estas hepatitis, en su forma sobreaguda, pueden causar u n a mortalidad
importante en la mujer embarazada de ciertos países del sureste asiático, en particular
en el caso de la hepatitis E (12, 25, 26, 28, 29).
Cabe señalar igualmente, en el animal como en el hombre que padecen de hepatitis
E, la frecuencia de fenómenos de coagulación intravascular diseminada (CID), que
se atribuye a la intervención segundaria de endotoxinas bacterianas después de la
penetración viral de los hepatocitos (19, 28).
Varios autores insisten en la similitud que existe entre las lesiones observadas a
nivel de los hepatocitos en la V H D de los Lepóridos, y las de las hepatitis no-A no-B
en el h o m b r e (19, 28). En ambos casos, se trata de una necrosis con acumulación
de los pigmentos biliares y de la hemosiderina en los hepatocitos y en las células de
Kupffer. Se observa u n a hipertrofia de los hepatocitos, presentando su núcleo finas
granulaciones así como u n a marginalización de la cromatina.
Aspectos epidemiológicos
En las hepatitis virales B, Delta y C, domina la transmisión por vía parenteral,
principalmente post-transfusión, mientras que en las hepatitis A y E domina la vía
digestiva (7, 12).
En estas dos últimas hepatitis, así como en la V H D y el E B H S , la contaminación
se efectúa por ingestión de agua o de alimentos contaminados. El virus se desarrolla
a nivel de los hepatocitos, se translada por vía biliar a nivel del intestino, y es excretado
en gran cantidad en las heces.
En el caso de las hepatitis virales transmitidas por vía fecal-oral, el nivel de vida
y sobre t o d o de higiene determinan la frecuencia de la infección. En la mayoría de
ios países en vía de desarrollo, los sujetos contraen la hepatitis A antes de cumplir
los 10 años de edad, mientras que en gran parte del continente europeo, 80 a 9 0 %
de la población de 40 a 50 años de edad está inmunizada (32).
Recordemos que en las hepatitis de origen viral de los Lepóridos, por lo menos
en el caso de los conejos domésticos, el m o d o de alimentación desempeña u n papel
decisivo sobre la frecuencia de las infecciones: las hortalizas y forrajes frescos que
se utilizan exclusivamente en las pequeñas granjas de cría constituyen en éstas el
principal vehículo de transmisión (21; J . P . Filleul, comunicación personal).
A pesar de ser nuestros conocimientos todavía fragmentarios en lo que se refiere
a las hepatitis h u m a n a s no-A no-B, la importante duración de la excreción viral, así
como la frecuencia de la existencia de portadores asintomáticos, son hechos
establecidos, por lo menos en lo que concierne el virus B. El mencionado porte
asintomático, muy verosímil en los animales, explicaría la persistencia de la infección
en el conejo en ciertos países de E u r o p a central desde 1975 y en la liebre en Suecia
desde 1980.
Hasta el día de hoy, el agente de la hepatitis E n o ha p o d i d o ser cultivado; se
obtuvo la multiplicación del virus por inoculación de material virulento a distintas
especies de primates (Rhesus o
Cynomolgus).
308
M u y recientemente, se logró u n a tentativa de reproducción experimental sobre
lechones, con obtención de u n a hepatitis clínica, aumento de las A L A T y observación
de partículas virales en las heces de los sujetos inoculados, lo que plantea el problema
eminentemente importante del papel enventual desempeñado p o r el animal y
particularmente p o r el cerdo en la diseminación del virus (2).
CONCLUSIONES
Las hepatitis de origen viral de los Lepóridos y ciertas hepatitis humanas presentan
convergencias indudables en los planos anatomopatológico, clínico y epidemiológico.
Estas similitudes permiten la formulación de un cierto número de hipótesis relativas
a las hepatitis de los Lepóridos, hipótesis que plantean en particular, las posibilidades:
— de la existencia de u n a pluralidad de virus responsables;
- del porte crónico o asintomático;
— de la activación del porte asintomático p o r u n virus defectivo;
- del papel desempeñado p o r las endotoxinas en la patogenia, etc.
Antes de poder validar o rechazar estas hipótesis, se h a de realizar numerosas
investigaciones suplementarias.
Si bien el problema de la sobrevivencia de las poblaciones a nivel de los criaderos
cunícolas se encuentra actualmente solucionado, gracias a una primera generación
de vacuna de virus inactivado, queda por resolver el control de la enfermedad a nivel
de las poblaciones silvestres; a este envite ecológico y económico, se suma el interés
que presenta el estudio de nuevas enfermedades animales aparentadas a ciertas
afecciones h u m a n a s . A pesar de no constituir u n modelo experimental ejemplar, los
Lepóridos reproducen unas hepatitis que presentan suficientes puntos comunes con
ciertas hepatitis virales h u m a n a s , como p a r a que se justifique el desarrollo de u n a
concertación con los círculos médicos especializados.
*
**
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