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34 / SOCIEDAD EL PAÍS, lunes 26 de septiembre de 2005 Opio para medicinas Un foro europeo propone a Afganistán exportar droga para uso legal y vender sus derivados ÁNGELES ESPINOSA, Kabul ENVIADA ESPECIAL El cultivo de opio constituye uno de los mayores obstáculos para la reconstrucción de Afganistán. A falta de cultivos alternativos que generen los suficientes ingresos para los agricultores, las campañas del Gobierno para su erradicación sólo crean más pobreza y malestar en las comunidades rurales. The Senlis Council, un foro europeo de políticas sobre drogas, presenta esta mañana en Kabul una propuesta innovadora: conceder a Afganistán una licencia internacional para que pueda exportar opio para usos legales y crear una industria local para sus derivados. “El nivel de desarrollo es tan bajo que los cultivos alternativos no facilitan suficientes ingresos para los agricultores”, explica un portavoz, Jorrit Kamminga. Hay dos problemas principales: la falta de infraestructuras viarias para comercializar los sustitutos (azafrán, nueces o flores) y el endeudamiento de las comunidades rurales, que sólo consiguen adelantos de efectivo de los narcotraficantes. Afganistán ha reducido este año un 21% sus cultivos de opio (de 131.000 a 104.000 hectáreas), según los datos preliminares de un informe que publicará en las próximas semanas la Oficina de la ONU contra las Drogas y el Delito. Pero apenas ha supuesto un descenso del 2% de su producción (de 4.200 a 4.100 toneladas), la más alta del mundo y origen del 90% de la heroína que se consume en Europa. Los cultivos alternativos no ofrecen una solución inmediata en un país sin apenas carreteras y, tal como advierte el Banco Mundial en su primer informe sobre Afganistán en 25 años, “la erradicación en ausencia de sustentos alternativos no funciona, aunque puede reforzar su desarrollo si les sigue en lugar de precederlos”. Y ahí es donde encaja la propuesta de The Senlis Council, en cuyo comité de sabios figuran entre otros los españoles Manuela Carmela (juez del Supremo) y Juan Luis Cebrián (consejero delegado del Grupo PRISA, que edita este diario). De acuerdo con el estudio de viabilidad realizado, Senlis recomienda que “se desarrolle una vía rápida para que Afganistán Campesinos afganos, en cultivos de amapola de opio. / ASSOCIATED PRESS pueda producir opio bajo una licencia controlada” y que “se investigue la posibilidad de una marca y un acceso especial al mercado para la morfina y la codeína afganas”. También pide que se evite la “creciente militarización de la política antidrogas afgana”. La producción legal de opio está regulada por una convención de la ONU de 1961. “La licencia no sería ni siquiera necesaria si Afganistán produjera medicinas para el mercado nacional”, apunta Kamminga. “Aquí no se dispone ni de morfina ni de codeína [dos derivados del opio], y cuando se encuentran, se trata de productos diluidos traídos de Pakistán”, explica. Pero puestos a ser ambiciosos, Afganistán también podría exportar esos productos. Según los datos que maneja Senlis, existe un déficit mundial de 10.000 toneladas de morfina y la producción afgana de opio ronda las 4.000. “No proponemos convertir toda la producción en legal”, precisa Kamminga. Sería contraproducente porque, además de convertir el opio en un monocultivo, con los problemas añadidos que genera en cualquier economía, distorsionaría el mercado. A igual demanda, subiría el precio de la droga (como ya pasó a raíz de la erradicación de los talibanes en 2000), y el previsible descenso de los precios de las medicinas afectaría a los ingresos de los agricultores que se verían de nuevo tentados por el cultivo ilícito. La propuesta de esta organización no gubernamental y sin Este cultivo “provee sustento a muchos afganos, pero sólo enriquece a algunos” ánimo de lucro es una solución complementaria y de transición. “Se trata de generar recursos para incrementar las posibilidades de que las comunidades rurales pasen de una economía ilegal a una economía legal”, elabora el portavoz. El 80% de los afganos vive aún en zonas rurales y su dependencia del dinero de la droga deriva no sólo de los mayores ingresos que proporciona la amapola o del menor riesgo climático de su culti- vo, sino de que constituye el único medio de obtener créditos. Tal como subraya el estudio, aunque la economía ilegal del opio “provee sustento a muchos afganos, sólo enriquece a unos pocos”. Son ingresos que, además de florecer en la inseguridad y la ausencia de un Estado de derecho, no pagan impuestos y, por tanto, privan al sector público de los fondos necesarios para mejorar las infraestructuras. El sistema de licencia ayudaría a hacer aflorar ese negocio, defiende Senlis, y reduciría significativamente los riesgos asociados con las actuales prácticas. Pero no es tan fácil. Por un lado, el proyecto tiene que asegurarse de que el opio para medicinas puede proporcionar ingresos equivalentes al ilícito, y por otro, vencer varios problemas políticos. “El opio es una droga y no podemos enviar mensajes contradictorios, fomentando su cultivo cuando el Gobierno trata de erradicarla”, explica Kamminga. Más complicado parece vencer los intereses económicos y comerciales de los actuales países productores, como India y Turquía, a los que Afganistán haría competencia. Francia experimenta el cultivo de viñas transgénicas para combatir una plaga E. DE. B., Madrid El Instituto de Investigaciones Agrarias de Francia va a plantar viñas tratadas genéticamente para resistir una infección vírica. La enfermedad que se quiere combatir es la llamada virosis de la degeneración infecciosa o del entrenudo corto, una plaga que reduce el tamaño de las plantas, las debilita y disminuye su producción. El virus que la causa se transmite por un gusano subterráneo. El presidente del Instituto Agrario francés, Jean Masson, ha explicado que para evitar el riesgo de posibles cruces entre las plantas modificadas genéticamente y el resto de las viñas, se eliminarán las flores de las plantas tratadas. Ello impedirá, asimismo, que las viñas modificadas genéticamente den fruto y garantizará la no entrada de las uvas modificadas en el mercado y en la cadena alimentaria de ninguna especie. Aún en el caso de que estas medidas fallaran, Masson aclaró que la fruta obtenida no sería transgénica. El experimento consistirá en utilizar plantones modificados genéticamente a los que se les injertarán vides de 70 especies comerciales. De esta manera las raíces de la vid estarán protegidas contra la picadura del gusano que transmite la enfermedad, pero el posible fruto tendrá el genoma de los injertos. Los experimentos con viñas han sido muy discutidos en Francia, y hubo que paralizarlos, incluso se arrancaron las viñas, por la oposición de los grupos contrarios a estas prácticas. Estos grupos no quieren que se cultiven estas vides al aire libre sino en invernaderos, un sistema más caro y que no reproduce las condiciones exactas del exterior para llevar a buen fin los ensayos, según opinan los expertos que también se quejan de la escasa capacidad de este tipo de instalaciones. El Gobierno presentará el Estatuto del Cooperante antes de fin de año MIGUEL BAYÓN, Madrid El Gobierno presentará antes de fin de año un proyecto de ley sobre el Estatuto del Cooperante, han manifestado a este periódico fuentes de la Secretaría de Estado de Cooperación Internacional (SECI). Ese estatuto es una de las reivindicaciones históricas del sector, y beneficiará a 1.400 cooperantes que desempeñan su labor fuera de España. La Ley de Cooperación de 1998 ya mandataba la puesta en marcha del estatuto, pero durante los gobiernos del PP no se plasmó. “La Secretaría de Estado para la Cooperación Internacional ha estudiado otras experiencias europeas, y se está trabajando en materias de Seguridad Social, empleo y régimen fiscal, y siempre en contacto con el colectivo de organizaciones no gubernamentales y de cooperantes”, señalaron las fuentes de Cooperación. El Estatuto del Cooperante deberá regular, entre otros aspectos, los derechos laborales y de contratación, el régimen de seguridad social, la fiscalidad, la atención sanitaria y el registro público de quienes desempeñan trabajos de cooperación en el extranjero y, en su caso, la reinserción profesional cuando regresa a España. Las ONG también reivindican que el personal voluntario, aunque excluido del concepto de cooperante, tenga garantizados todos esos derechos, excepto los estrictamente laborales. La Coordinadora de ONG de Desarrollo (Congde) se cuestionaba en el año 2003: “¿Por qué, pagando los mismos impuestos que el resto de los españoles, a los cooperantes no les cubre la asistencia sanitaria? ¿Por qué los hijos de los cooperantes no tienen derecho a la educación gratuita en los países donde sus padres trabajan?”. Protestas del PP El PP, por medio del ex director general de la Agencia Española de Cooperación, Rafael Martínez-Ponga, ha expresado sus críticas al Gobierno por “no haber presentado un Estatuto del Cooperante en 17 meses. Nosotros presentamos un proyecto en julio de 2004, pero por nuestra actual situación parlamentaria no logramos que pasara”, añade Martínez-Ponga. “El pasado diciembre todos los grupos parlamentarios, incluido el Partido Popular, aprobamos una proposición no de ley, presentada por el partido socialista, que instaba al Gobierno a presentar el estatuto antes de finalizar el presente año”, dice Carles Campuzano, de CiU, que, con Xavier Trias, presentó en 2003, durante el Gobierno de José María Aznar, un proyecto de estatuto para los cooperantes. Hace tres años, en 2002, el Congreso de los Diputados aprobó una moción, que incluía el compromiso del PP, para instar al Gobierno del presidente Aznar a presentar en el más breve plazo posible un proyecto de ley regulador del estatuto. No hubo tal.