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RESPONSABILIDAD SOCIAL
Antonio Paolasso
Médico Laboral
I
CONCIENCIA SOCIAL
“Mediante el desarrollo de una actitud de
responsabilidad hacia los demás podemos
comenzar a crear ese mundo más amable y
más compasivo con el que todos soñamos”
Dalai LamaTenzin Gyatso
Concepto de conciencia social
E
l Dalai Lama actual ha creado el término responsabilidad universal para
señalar lo que nosotros los occidentales llamamos responsabilidad social.
¿Por qué universal? Porque entiende que hay responsabilidad cuando nos
encontramos con otro ser humano cualquiera sea su condición de estar en sociedad o no. Es
una especie de responsabilidad por el prójimo se esté, o no, en un contexto social. Cree
que toda distinción entre yo y el otro debe desarrollarse en el margen de lo que él llama
compasión, siendo éste término de sentido contrario al empleado en Occidente, ya que no
se trata de una mera lástima por el otro sino la sincera preocupación porque el otro aprenda
a desarrollar una vida con sentido, descubriendo la esencia o verdad absoluta de las cosas
de la realidad, de modo tal que le lleve a la verdadera felicidad y que las relaciones
humanas sean cordiales, ecuánimes, bondadosas y amorosas. Todo esto dentro del marco
de la ética, es decir, de una preocupación total porque en todo momento de una relación
entre seres humanos se imponga y se defiende un estado pleno de dignidad.1 Pero para esto
hay que tomar conciencia.
Es muy importante antes de hablar de responsabilidad social, determinar que dicha
responsabilidad contiene los prerrequisitos de poseer una conciencia social y un
sentimiento social. Sin ellos, la responsabilidad carece de todo contenido y se transforma
en un término fetiche. Con fetichismo, todo propósito de cambio resulta utópico.
Transformar la realidad actual requiere no sólo el propósito sino, asimismo, la voluntad de
cambio. Toda voluntad de cambio debe comprender y contener una intención bien
conocida y entendida. Si no aprendemos a conocer lo que significa ser auténtico, genuino,
esencial, nunca sabremos cómo proceder correcta y auténticamente. De ahí la relevancia
ineludible de conocer todo lo atinente a aquello que debemos emprender y a sumir.
Empezaré por esbozar un concepto de conciencia social.
Dalai Lama Tenzin Gyatso – EL ARTE DE VIVIR EN EL NUEVO MILENIO, Sudamericana, Bs. As.,
2014
1
2
Antonio Paolasso – RESPONSABILIDAD SOCIAL
Cada vez que hablemos de un vocablo es útil saber el significado que le
asignaremos. Al hablar de “conciencia” debemos profundizar el conocimiento de su
naturaleza para entender su función y el modo correcto en el que debe operar. Desde un
punto de vista obvio, conciencia es, por excelencia, el instrumento captador de fenómenos
que poseen los seres vivos, especialmente los animales y el hombre. Es una especie de
cámara filmadora y proyectora.
La conciencia animal sirve para marcar o determinar un territorio, la presencia del
peligro o de un conflicto y la búsqueda de alimento. La conciencia humana, a diferencia de
la animal, capta los estímulos simples y puros y los devuelve significados con un contenido
determinado. Interpreta la realidad no sólo con fines pragmáticos físicos, sino también en
el terreno de la metafísica.
Pero en sí, no es la conciencia un elemento creativo ni es fuente de procesos
mentales. Es, por excelencia, la que activa a todos los actos y procesos mentales. También
es la que puede reflejar al exterior lo que pasa en el interior del hombre (introspección e
extroyección).2 Y viceversa: la percepción exterior es introducida al interior del hombre
(mediante la extrospección y la introyección). Por ser la “presentadora” de todos los actos
mentales, es la que nos permite expresar las valoraciones que el juicio o raciocinio del
hombre elabora sobre su concepto de las cosas que conoce.
Por eso, se ha dicho siempre que la conciencia es la que distingue entre el bien y el
mal y de este modo valora la ética y la moral. Puede que así sea, pero todo abstracto
mental es producto del proceso intelectual de juicio y pensamiento y por lo tanto no es
patrimonio de la conciencia determinar lo que es bueno o malo, lo que corresponde o no
corresponde, sino que ella sólo permite expresar esa valoración. El juicio moral o ético es
fruto del pensamiento humano, pero este pensamiento formula el juicio ético sólo cuando
logra tomar conciencia de lo que va a juzgar.
No es lo mismo expresar que crear. La actividad consciente es una acción
espiritual. No es que la conciencia sea un mero instrumento pasivo. Hay ella elementos
como la atención, el ánimo, el humor, que la modulan y, a su manera, cataliza lo que capta
y lo que expresa. Es como la enzima que actúa en un proceso biológico: interviene en una
acción y reacción, la modula, pero ella misma en sí, no es la elaboradora ni la causa de esa
acción y reacción y luego que la misma se ha cumplido, la enzima queda nuevamente
disponible e indemne para comenzar otra acción y reacción. Esa es la función catalizadora.
Sin la presencia del elemento catalizador, ninguna acción o reacción es posible,
pero ese elemento catalizador no es ninguno de los elementos que interviene como
esenciales en la acción y reacción, sino que ella sólo regula y ordena los pasos del proceso
activo y reactivo. Incluso, en una reacción enzimática, una misma enzima puede catalizar
diferentes procesos.
2
Extroyección es proyectar hacia fuera, introyección es proyectar hacia dentro
3
Antonio Paolasso – RESPONSABILIDAD SOCIAL
Si no entendemos bien estos conceptos de la esencia de la conciencia, difícilmente
podemos comprender su trabajo y su función y su modo de operar. La conciencia, hasta
ahora, se ha considerado por su propia definición como el mundo interior del hombre.
Incluso, la denotación académica la define como la “propiedad del espíritu humano de
reconocerse en sus atributos esenciales y en todas las modificaciones que en sí mismo
experimenta. También representa el conocimiento interior del bien y del mal y el
conocimiento exacto y reflexivo de las cosas”.
Bien pensada, como ya lo hemos analizado, la conciencia es la que nos permite
darnos cuenta o percatarnos de las cosas o de juzgar una ley o la moral, ayuda al intelecto a
distinguir lo falso de lo verdadero. En otras palabras: conciencia es darnos cuenta de lo
que nos está pasando a nosotros y de lo que pasa alrededor nuestro y juzgar a las cosas
que pasan con un sentido de ética y moral y valorar la verdad y la mentira. La
conciencia, en alguna manera, es la forma de aprehender la realidad como sensaciones y
percepciones. Algunas expresiones llaman a esto el registro.3
Otras definiciones la explican como el “conocimiento inmediato de sí mismo que
tiene el ser humano, de sus estados mentales y de relación con la realidad, integrado por
un grado suficiente de vigilancia (funcionamiento nervioso) y de lucidez (funcionamiento
psicológico)”.4 No hay dudas de que la conciencia es el principal instrumento para
adquirir el conocimiento de algo.
El conocimiento de algo, en términos muy generales, es la ciencia. Como el hombre
nace con la habilidad para conocer por eso, es con scientia. El término con como
preposición significa el medio, modo o instrumento que sirve para hacer alguna cosa.
También puede referirse a juntamente y en compañía. De ahí que unir con y ciencia,
estamos refiriendo dos posibilidades de significado: función mental que viene junto con la
función de conocer apenas nacemos, y la otra posibilidad, que es la que hemos adoptado,
como instrumento para adquirir y expresar el conocimiento, esto es, la ciencia. Sin
embargo, como todas las palabras muy usadas, además de su denotación o etimología, el
término conciencia ha sido cargado de muchas connotaciones para referir a diferentes
fenómenos y procesos.
Así, como lo hicimos notar, conciencia puede ser:
1. vigilia: estar despierto y en contacto con el mundo externo, la plena
vigencia de todos nuestros sentidos y mente para captar y comprender
los fenómenos de cada realidad individual o colectiva
2. principio evaluador de normas y valores éticos y morales
Registro o registrar es, según la RAE, “mirar, examinar una cosa con cuidado y diligencia. Examinar algo
o alguien minuciosamente, para encontrar algo que puede estar oculto”. En Psicología registro está
identificado con percepción
4
Ang, Gonzalo – DICCIONARIO ILUSTRADO DE CULTURA ESENCIAL, España, 1999
3
4
Antonio Paolasso – RESPONSABILIDAD SOCIAL
3. instrumento de conocimiento como “darse cuenta”, advertir los sucesos
o fenómenos y los objetos externos que captan nuestros sentidos o los
que surgen del interior y “nos pasan por la cabeza”
La conciencia, evidentemente, es todo esto y algo más. Pero una cosa es
incontrovertible: para que estemos en pleno uso consciente y la conciencia pueda cumplir
todas estas funciones, debe estar despierta, esto es, vigil. No hay que confundir las
percepciones conscientes que se producen entre el estado de conciencia y el estado
preconsciente o subconsciente, como son las imágenes oníricas o hipnagógicas producidas
por sueños o en el estado de somnolencia y de otros fenómenos similares. Lo que está en la
zona gris entre conciencia, subconciencia e inconsciencia son fenómenos perceptibles por
la conciencia, pero de ningún modo son conciencia hasta que se instalan plenamente en
ellas. Podemos percibir imágenes oníricas o hipnagógicas pero recién cuando se recuerden
y reconozcan en el estado vigil serán conscientes. Esto no significa que la conciencia esté
trabajando bajo un nivel subliminal de atención despierta. Los fenómenos subconscientes
como los inconscientes, son actividades espirituales como funciones mentales, pero su
naturaleza no es consciente propiamente dicha porque no están en ella. Son
“conciencizables” desde el momento en que pueden aparecer en la conciencia. Sólo son
fenómenos conscientes los que se dan en el estado vigil.
Para que la conciencia esté activa (lo que ocurre cuando el hombre está despierto o
consciente), se desarrolla la atención o estado de vigilia (estado de conciencia) en el que
las células de la corteza cerebral se mantienen en un estado de excitación continua. Las
funciones de la conciencia, que se basan en la información de los sentidos, crean modelos
de lo que le parece que es el mundo. Tales modelos reúnen algunas peculiaridades:
1. son constantemente “puestos al día” con informaciones nuevas que llegan
al encéfalo desde el mundo exterior, de modo que pueden crear un cuadro
de imágenes en movimiento
2. pueden “engañar” al cerebro cuando el mundo exterior no coincide con el
cuadro interior de imágenes como ocurre con las alucinaciones y las
ilusiones visuales, auditivas u olfativas.
Esta última característica de esos modelos, nos alertan de que no hay un mundo
exterior que obligadamente sea real para el cerebro, es decir, que este lo capte “tal cual” es.
En última instancia, para cada persona o individuo, solamente existe el mundo que su
cerebro construye. Esta afirmación es muy importante para poder entender y manejar el
simple modelo de información que nos llega al cerebro y que forma las ideas. Nos
muestra que no siempre el cerebro puede construir una idea adecuada, debido a un error de
percepción, ya sea porque el órgano no está disponible o porque el punto de vista no sea el
correcto. También nos demuestra que el encéfalo puede ponerse a funcionar de distintas
maneras condicionando el instrumento de expresión espiritual y cada una de esas
distintas maneras de funcionar, produce un mundo interior diferente. Esto lo
comprendemos mejor cuando estudiamos el llamado “cerebro proteico”, donde lo
5
Antonio Paolasso – RESPONSABILIDAD SOCIAL
anatómico, para ser efectivo y fiel expresión de lo que realmente quiere o necesita nuestro
espíritu, debe continuamente modificarse.
Desde otro ángulo, también hemos considerado antes que, podemos concebir a la
conciencia como el puente que permite que nuestra potencia interior “salga al exterior” sin
abandonar su mismidad o interioridad. Y lo exterior “entre” en la interioridad sin
abandonar su ámbito. Esta abstracción no es fruto de una idea como mera imaginación o
concepción ilusa, sino una meditada conclusión sobre el modo o la forma de cómo opera la
conciencia para amalgamar lo interior con lo exterior y viceversa. Y, como antes afirmé, es
una vía de “doble mano”: el interior sale al exterior, el exterior se introyecta hacia lo
interior.
“El desenvolvimiento de una “conciencia social” no implica necesariamente el
procedimiento paternal practicado por algunas organizaciones según su interpretación de
la conciencia social. Significa, no obstante, una comprensión y una utilización práctica de
los lazos que unen a los hombres y la sociedad. Implica un estudio de la mente colectiva
con especial referencia a las esperanzas, anhelos y necesidades que todos los grupos y
sociedades intentan satisfacer. Por lo tanto, existen modelos de actuación para la sociedad
en su conjunto y para las divisiones naturales de la misma” (Nielander y Miller). Para
obtener una conciencia social es imprescindible tener un “sentimiento social”.
El sentimiento social
Cuando Jesús nos enseñó que debemos aprender a amar al prójimo como a
nosotros mismos, nos estaba diciendo que nuestra esencia es ser para vivir con los demás
y con nosotros mismos. Asumir nuestra existencia y la de los prójimos. Heidegger trató de
hacernos comprender que vivir cohabitando con los otros es el “modo de ser” natural y
principal del hombre, el cuál biológicamente es un “animal gregario”. Está hecho para
convivir. Heidegger impuso el “ser con…” el otro, afirmando la máxima cristiana de la
importancia de ocuparse de los humanos que nos rodean como familia y como sociedad.
Nielander y Miller escriben “Somos los guardianes de nuestros hermanos y
debemos estar enterados de las condiciones en las que viven. Si las mismas no son
satisfactorias, debemos esforzarnos por mejorarlas”.5 El texto marca magistralmente que,
además de preocuparnos de la projimidad (sentimiento de ocupación por los otros), esa
ocupación está orientada al bien, a la bondad. Es evidente que el que roba, mata, viola,
estafa, persigue, castiga o tortura a otros, está ocupándose de algún modo de relación con
otros. Pero ese tipo de “mala relación” no sólo está vedado por los impulsos morales, la ley
divina y la ley positiva, sino que hay un consenso universal en que no es la “debida
conducta”. De ahí surge no sólo lo esencial el impulso que genera la ocupación por el otro,
sino que esta ocupación es, definitivamente, la “buena relación”, esto es decir, la plena
bondad para con los otros. En el conflicto común (como son las guerras, los desastres
W. A. Nielander; R. W. Miller – RELACIONES PÚBLICAS, 7ª edición, Editorial Hispano Europea,
Barcelona, España, 1970
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Antonio Paolasso – RESPONSABILIDAD SOCIAL
naturales, etc.) la “buena relación” es el apoyo mutuo. Pero en los conflictos cotidianos
interpersonales, la “buena relación” es la surge del que puede tender una mano al que está
en apuros para solucionar el problema y restaurar la paz y la felicidad.
Cuando se establece y cultiva la conciencia social, emerge como necesidad
inherente un principio de lealtad en las buenas relaciones con los otros: todas las acciones
han de ser siempre concordes con las correctas y buenas conductas que deben ser
empapadas o teñidas de profunda ética. La lealtad, por sí, es el cumplimiento de lo que es
exigido por las leyes de la fidelidad y las del honor y hombría de bien. Socialmente la
fidelidad amor y gratitud a los otros y el respeto a las condiciones de legalidad, verdad y
realidad.
Una vez que se toma conciencia social de nuestra convivencia con el resto de las
personas e instituciones que conforman la sociedad que nos rodea y en la cual nos
corresponde vivir y actuar, surge lo que consideramos “responsabilidad social”
7
Antonio Paolasso – RESPONSABILIDAD SOCIAL
II
LA RESPONSABILIDAD SOCIAL
Naturaleza de la responsabilidad social
L
as conductas desviadas o indebidas que en general aquejan a la humanidad,
estadísticamente mayor en cantidad y calidad en los tiempos que corren
(principios del siglo XXI), llevan a una intensa preocupación por establecer
responsabilidades de todo tipo, tanto para las personas o individuos como para profesiones,
instituciones, etc. Pero ocurre que muchas veces, el sentido o significado dado a la palabra
no es bien conocido o comprendido y de esto nace una calidad de responsabilidad parcial
o, directamente, de irresponsabilidad (según se responda en forma incompleta o indebida, o
no se responda por un acto). Quizá, en alguna medida, el sentido de responsabilidad puede
no tenerse por diversas circunstancias. Es obvio que la educación, la cultura adquirida y el
estilo de vida marcan todo el comportamiento humano. Pero el sentido de las cosas
depende en gran parte del sentido de las palabras que designan a esas cosas. Si no se
comprende bien el sentido o el significado de una palabra, mal podrá usarse o realizar la
acción que corresponde a esa palabra. Es el caso de responsabilidad. No tener en claro el
sentido de la palabra puede llevar, y de hecho lleva, a no ejercer acciones responsables.
La primera preocupación, entonces, es conocer qué sentido y significado tiene el
vocablo responsabilidad. En primera instancia recurrimos a la RAE que define a la
responsabilidad como la “calidad de responsable” y responsable es el “obligado a
responder de alguna cosa o por alguna persona”. Colateralmente, es responsable “la
persona que pone cuidado y atención en lo que hace o decide”. Desde un punto de vista
jurídico, responsabilidad es la “capacidad existente en todo sujeto activo de derecho para
reconocer y aceptar las consecuencias de un hecho realizado libremente”.
Con todas estas denotaciones, se entiende que, en un juego de interacciones
personales o ante sí mismo o frente a una cosa, la responsabilidad de una capacidad de dar
respuestas libre y voluntariamente por un lado y por el otro existe la condición de hacerse
cargo pleno de los efectos de la respuesta dada. Más simplemente: la responsabilidad
define a la capacidad de responder por las consecuencias de nuestras acciones cualquiera
sea la naturaleza de las mismas. Luego, por sus condiciones, la responsabilidad es una
forma de obligación social desde un punto de vista ético y moral, puesto que debemos
responder siempre ante otros u otro. Sin el otro, no hay necesidad de que la responsabilidad
exista pues no tendríamos a quien responder por lo que hacemos.
También implica un cumplimiento de esa obligación y una obediencia a la ley
natural de la dignidad, respeto y amor hacia sí mismo y hacia los otros. Por otro lado, una
persona no sólo debe tener capacidad de dar respuestas libre y voluntariamente sino que,
además, deberá poseer capacidad de reconocimiento y capacidad de aceptación por los
efectos de la respuesta dada. De esto surge que en Derecho haya diferentes tipos de
8
Antonio Paolasso – RESPONSABILIDAD SOCIAL
responsabilidades en dos fueros judiciales primarios: penal y civil. De ahí en más se debe
discernir la responsabilidad de personas, instituciones, etc. También definir en los casos
que se debe si hay responsabilidad limitada o ilimitada. Pero, asimismo, en la moral y la
ética hay responsabilidades de las respuestas dadas como acciones o conductas o actitudes.
Luego, toda responsabilidad en lo relativo a nuestra mismidad y a la ajenidad o projimidad,
siempre tiene aspectos morales y éticos y una proyección social. Siempre se debe
responder “a” y “ante” algo o alguien. No se puede desprender la responsabilidad de la
moral y del amor al prójimo y a nosotros mismos. Hay que saber conocer y respetar la
responsabilidad ante mí y la responsabilidad por el otro. De ahí la patente necesidad de
contar con una buena conciencia y un buen sentimiento aplicado para asumir la
“responsabilidad por el otro”
La “responsabilidad por el otro” involucra la responsabilidad social o ante la vida o
existencia en la sociedad. En primer lugar esta responsabilidad empieza por uno mismo, en
el sentido de que soy yo quien debo preocuparme y ocuparme de satisfacer mis
necesidades sin esperar o culpar a otros de mis carencias. Siempre hay un medio posible
para superar las circunstancias en que me toca vivir, del medio en que nací. Las esperanzas
de un bienestar social personal se deben cifrar en el propio esfuerzo, en centrar mis
expectativas en metas posibles que mejoren mi vida. Esto supone una intensa acción social
y un deseo irrefrenable de educarme para vivir y no esperar que “llueva del cielo maná”.
Debe existir un “despertar de conciencia” tratando de relacionarme y comunicarme con el
medio social de forma tal de crear relaciones confiables que me aseguren lograr mis fines.
Pero esto significa, según Sinay, no disociar el discurso de la acción. Quiere decir no decir
una cosa y hacer otra ni tampoco decir “voy a hacer” sino directamente hacerlo. La
responsabilidad social es una responsabilidad de voluntad y acción, y esa acción debe
“comenzar por casa”.
Debo prepararme para actuar en equipo y no en soledad. En la sociedad ningún
hombre es una isla (John Donne). Y si logro mis propósitos y triunfo en la sociedad, mi
responsabilidad es compartir con los desvalidos los pocos o muchos bienes materiales y
espirituales que obtuve con mi esfuerzo, recordando que siempre alguien (Dios u otros
hombres) alguna vez me ayudó a escalar algún tipo de peldaño social.
Quien mejor define la responsabilidad social es Sinay cuando afirma: “La
responsabilidad es un atributo de los seres humanos. Como tales, contamos con la
conciencia acerca de nuestras acciones y no podemos omitir que, siempre, lo que hacemos
o no hacemos, lo que decidimos o callamos, lo que tomamos o dejamos, tiene
consecuencias (positivas o negativas, beneficiosas o perjudiciales, creativas o
destructivas) para nosotros, para otros y el entorno que habitamos. La responsabilidad
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Antonio Paolasso – RESPONSABILIDAD SOCIAL
sólo puede ser concebida a partir de la existencia de los otros y se define siempre ante
ellos”.6
La responsabilidad del amor al prójimo es una responsabilidad sobre nuestros
afectos y los afectos ajenos. Como luego diremos, la responsabilidad del afecto es un
“tomar conciencia” de nuestros sentimientos afectivos, conocer y controlar nuestras
emociones afectivas. Ese control, en la opinión de Sergio Sinay,7 “es el ejercicio vivencial
permanente que me permite darme cuenta de mis emociones, de mis sentimientos y de mis
pensamientos, palabras y acciones que surjan de ellos, debiendo hacerme cargo total de
los mismos”. ¿En qué consiste el cargo total? Si defraudo a alguien sentimental o
afectivamente no sólo debo pedir disculpas y hacer el “mea culpa”, sino realizar acciones
reparadoras que sean fiel testimonio de un arrepentimiento sincero y lograr el verdadero
consuelo del afectado. Precisamente, el control es el instrumento de evitación de daño
afectivo o de la creación de falsas imágenes o expectativas, de “vínculos tóxicos” (Sinay).
Esos vínculos tóxicos surgen cuando se generan falsas esperanzas o expectativas de una
relación afectiva (sea de amistad, de amor romántico o de amor parental), principalmente si
se tiende a crear en el supuesto ser amado la idea o creencia de que “tienen que hacerse
cargo de mí y darme felicidad”.
Una relación afectiva amorosa de cualquier naturaleza supone un “ejercicio del
amor” y siempre el amor tiene como fin, meta o deseo, lograr el mayor bien posible para el
ser amado y no al revés (exigir que el ser que supuestamente amo se haga cargo de
hacerme sentir bien a mí). Amar siempre es dar y nunca exigir. Una relación amorosa
sincera exige el respeto y la independencia de los que se aman y no exigen una
dependencia u obligación de sentimientos. El amor es espontaneidad y no exigencia y
obligación. A lo único que obliga el amor es a la verdad, la independencia, el bienestar de
ambos y a la expresión continua y sincera del sentimiento. El afecto amoroso auténtico
descarta la desconfianza, los celos y los egoísmos en general y la responsabilidad involucra
en que una vez que se expresa un sentimiento amoroso, nuestra conducta debe ser
coherente con tal manifestación. De otro modo, significaría mentira, simulación o relación
por un interés ajeno al amor, al cual se invoca con hipocresía y como máscara para fines
aviesos. La no simulación del afecto es otro efecto de la responsabilidad afectiva.
En el afecto de familia o amor parental es común emplear la ley del “tome y daca”,
es decir, “amaré si me amas”. Frecuentemente muchos padres esperan que sus hijos sean
responsables de su felicidad. Y viceversa: muchos hijos exigen a sus padres que le
proporcionen felicidad, se “hagan cargo” de satisfacer todas sus necesidades reales y
caprichos. La paternidad no es una condición que obligue a los hijos a “dar satisfacciones”
a los padres. (Sinay). De igual forma, el lazo conyugal no obliga “al otro cónyuge” a
mantener satisfecho o contento en forma permanente a su pareja. Los derechos y
6
Defino que en mi criterio hay una responsabilidad ante uno mismo también, puesto que soy responsable por
mi vida, mi salud, mi bienestar y por la elección de un estilo de vida. En el caso de los creyentes, está de por
medio la responsabilidad ante Dios que nace de la responsabilidad sobre uno mismo
7
Sergio Sinay – ELOGIO DE LA RESPONSABILIDAD, Bs. As., 2005
10
Antonio Paolasso – RESPONSABILIDAD SOCIAL
obligaciones del sentimiento son mutuos, compartidos y compartibles. Los esposos deben
responder por su fidelidad, por mantener el respeto y la dignidad en las relaciones mutuas,
en cuidarse entre sí. No es la ley del “tome y daca” la que debe primar en la
responsabilidad por el otro, sino el “principio de curia” o deber de cuidado, donde por
amor y solidaridad se comparte la vida y se hace el bien sin esperar nada. El ejercicio del
amor paternal o del amor filial (y otros amores de familia como amor parental, amor
fraternal, etc.) auténtico, involucra desinterés.
Los padres deben procurar satisfacer las necesidades básicas de sus hijos menores e
indefensos (alimentación, educación, salud, vivienda, vestimenta, cuidado personal y
afecto sincero). Los hijos deben agradecer a sus padres todo lo que le brindan y devolver el
cariño que se le prodiga debidamente, evitando que usos y costumbres coyunturales lleven
a una conducta de desamor y separación física y espiritual de la familia paterna.
Naturalmente, todo esto debe ser espontáneo y Sinay insiste que ningún miembro de la
familia primaria debe tener ideas de responsabilidad en el sentido de “obligación como
dependencia”, acusando a otros familiares de su infelicidad como “delegando la
responsabilidad de ser feliz en otro o en otra”. La felicidad es una propiedad íntima y
personal que cada uno debe buscar, tener y mantener, independiente de objetos u objetivos
que están fuera de uno. La felicidad personal, siempre, es una responsabilidad de uno y no
de los otros que nos rodean.
Responder ante sí y ante los otros es un atributo propio y exclusivo de los seres
humanos y de ningún otro ser viviente. El juez y brújula y trayectoria de nuestra
responsabilidad es nuestra conciencia. Por eso insistí en la toma de la conciencia social
como arma formidable puesto que además de “conocer la verdad de la realidad” me
permite asumir la responsabilidad social. “Tomar conciencia” de las cosas es la primera
responsabilidad y así podremos “darnos cuenta” de los riesgos y beneficios, de la
conveniencia o inconveniencia de determinadas acciones, de las cuales nunca debemos
perder el sentido de decidir lo que haremos o no haremos, lo que decimos o lo que
callamos.
Por ende, responsabilidad y conciencia son un bloque indisoluble y unido por lazos
muy estrechos a tal punto de que son inseparables dado que nunca habrá responsabilidad
sin conciencia. Ya adelantamos, en palabras de Sinay, que las secuelas o consecuencias de
nuestras acciones puede ser positivas o negativas. Las positivas nos motivan a seguir
realizando “buenas acciones” y es parte de nuestra creatividad natural. Las acciones
positivas creativas y beneficiosas para todos son las que debemos tender a seleccionar y
realizar. Las acciones negativas, perjudiciales y destructivas son las que deben sopesarse
antes de realizarlas, medir los riesgos posibles y previsibles y las posibles alternativas para
evitar todo acto negativo. En el caso de acciones negativas o destructivas, nuestra
responsabilidad no sólo es indemnizar el daño que surge de tal acción, sino recibir el justo
castigo por nuestra culpa. Siempre nuestras acciones deben ser medidas en referencia a
nosotros mismos y a los otros, o demás personas que constituyen nuestro entorno. El
entorno es una totalidad que tendremos que conocer bien para evitar interpretaciones falsas
11
Antonio Paolasso – RESPONSABILIDAD SOCIAL
de nuestra realidad, que nos lleven a errar nuestras acciones. Por lo tanto, un concepto muy
importante y predominante es que la responsabilidad sólo puede ser pensada y sostenida
sobre la base o fundamento de nuestra propia existencia y la existencia de los otros y
sobre estos entes se define nuestra responsabilidad personal.
Las responsabilidades son inherentes a los derechos y obligaciones como deberes.
Así si hay un deber de cuidado, a quien le corresponde cumplir o ejercer ese deber es
responsable de ese cumplimiento que sería la respuesta. Frente a un deber, el cumplimiento
del mismo es la respuesta a la obligación. Luego, habrá responsabilidad primaria si se
cumple o si no se cumple. Si se cumple la responsabilidad es por los actos correctos o
incorrectos y las secuelas que de ellos emergen. Si no se cumple hay responsabilidad por la
omisión. Y así, sucesivamente, frente a cada deber u obligación o mandato legal o de otra
categoría, sobre todo en las obligaciones de las relaciones asimétricas, en la que hay
obligaciones de mandar y obedecer. Quien manda es responsable de las órdenes y quien
obedece es responsable por cumplirlas.
Aunque sea una frase trillada, la responsabilidad nace en el momento en que
empezamos a ser personas, esto es, desde la cuna. Y no es algo que deba ejercitarse por
momentos o en determinadas circunstancias. Es algo omnipresente: está en todos los
instantes de nuestra vida activa. Tampoco es algo temporal que deba estar con nosotros un
lapso determinado. Aunque no nos guste es “en la vida” (in vitam), “de por vida”, “por
toda la vida” (per vitam).
Sólo están exentos de la responsabilidad social los incapacitados naturales que no
pueden comprender los actos que realizan ni los efectos que causan los mismos (débiles
mentales, idiotas, etc.). De igual modo los incapacitados civiles por orden de un juez.
Responsabilidad y libertad
Otro valor inconmensurable es la libertad, pero para que el hombre sea
verdaderamente libre supone que antes es un hombre preparado, cultivado o culto, para
entender qué es la libertad y como usarla. Hay una libertad auténtica y una libertad
inauténtica. La libertad auténtica es la capacidad de decidir con responsabilidad y
disciplina, lo que significa tener esa capacidad de decisión pero con la única traba del
derecho ajeno. Mi libertad llega hasta donde comienzan los derechos y la libertad ajena.
Luego, libertad no es algo que no posea frenos ni límites. Toda libertad, para ser tal, es
siempre limitada. No hay nada ilimitado. Pero, libertad también es responsabilidad, es
decir, saber responder por todos nuestros actos ante nosotros mismos y los demás. Esto
implica que cada uno de nuestros actos está bajo nuestra propia lupa y la ajena. Por lo
tanto, ser responsable significa ser con los demás y consigo considerado, prudente,
equilibrado. El equilibrio, a su vez, armoniza con el medio y sus cambios y permite actuar
a la luz de la inteligencia y la afectividad y no por la impulsividad irracional. El equilibrio
se alcanza a través de la disciplina (“instrucción de una persona, especialmente en lo
moral”). Pero también disciplina es una especie de capacidad de aplicar metódica y
12
Antonio Paolasso – RESPONSABILIDAD SOCIAL
tenazmente todas las normas sociales que deben regir la conducta dentro de una
comunidad. Todos nuestros actos deben ser regidos por la razón y no por el instinto
irracional que lleve a nuestro propio daño o al daño de los demás.
Amor y libertad están inspirados en el mismo principio: lo primero es no dañarse
uno ni dañar a los demás. La libertad inauténtica es la que pretende imponer nuestra
voluntad, deseo o acción, arrastrando con todos los derechos ajenos y sin ningún tipo de
freno. Esto es lo que se conoce como libertinaje, una de las formas degradadas de la
libertad. Naturalmente, el libertinaje significa ausencia total de responsabilidad
(irresponsabilidad absoluta).
La “responsabilidad fundamental”
Santayana8 habló de una responsabilidad fundamental cuando se refiere a la
responsabilidad del hombre por su propia vida. Esta responsabilidad difiere un poco de lo
que hasta ahora hemos explicado y convenido como responsabilidad, porque la respuesta
es ante sí mismo y el “otro” es uno mismo. La responsabilidad por mi propia vida, mara,
desde luego, mi responsabilidad por la vida de otros. Esta responsabilidad por la vida se
considera fundamental dado que el fundamento de todo propósito humano involucra,
inevitablemente, la vida (propia y del otro). La vida ya no es sólo evitar morir o matarse
por algo que no sea la muerte natural. Sino desarrollar bien nuestra propia vida para poder
ayudar a otros a desarrollar, también bien, su vida.
Santayana afirmaba que “la vida, mientras dura, debe tomar alguna dirección”.
Decidir qué dirección daremos a nuestra vida es la más importante de las responsabilidades
pues esa dirección es la “madre de todas las responsabilidades” (o irresponsabilidades). Si
yo deseo tener una “vida responsable”, entonces deberé poner la máxima atención
cuidado en todo lo que hago o decido. Esto es asumir plenamente la responsabilidad,
pues poner atención y cuidado significa elaborar la respuesta correcta cuyos efectos sólo
pueden ser el bien, la dignidad, el orden y la paz, todo signado por el amor. La vida
irresponsable es todo lo contrario. No me desligo de dar respuestas, sino que no me hago
cargo de ellas o dejo el cargo a otros. Siempre “la culpa será ajena”. Puedo elegir ser
responsable y eso significar cuidar de mí y de los otros. Significa elegir desechar los
sentimientos negativos de cólera, venganza, impulso homicidas o violentos. Todos los
impulsos que sean agresivos, destructivos y tanáticos. En este caso renuncio a toda
hostilidad natural que haya en mí para elegir el camino de lo racional, lo inteligente, esto
es, lo ético y lo moral. Me compromete con una causa y la abrazo. Cuando abrazo una
causa esto significa que me he entregado a algo para seguirlo y lograrlo. Figurativamente,
puede entenderse por “abrazar una causa” cuando uno se compromete con el ejercicio de
una profesión o manifestarse en alguna actividad pública, sobre todo, la política en función
de gobierno, que implique buscar y realizar el bienestar de todos.
George Santayana – EL NACIMIENTO DE LA RAZÓN Y OTROS ENSAYOS, Editorial Roble, Méjico,
1971
8
13
Antonio Paolasso – RESPONSABILIDAD SOCIAL
Abrazar una causa significa comprometerse con algo, ser fiel a una persona, a una
institución o a una ocupación y trabajar por ella. Una causa es un proyecto que no siempre
es necesariamente grandioso ni es para impresionar a un público extenso. Incluso, a veces,
es una cuestión íntima que no trasciende desde nuestro propio interior. No tiene público.
La finalidad puede ir desde intentar enmendar al mundo, como procurar mantener
iluminado permanente la calle de mi barrio. De realizar extensos planes a sólo cumplir con
devoción y probidad mi profesión.
No importa la cuantía de una causa ni su proyección. Importa sólo que me interese
lo suficiente a mí y me dé fuerzas para emprenderla y concretarla. Esto requiere algunas
características:








que esté dentro de mi vocación de servicio y represente un llamado claro
que pueda ser adoptada con todas las fuerzas de mi corazón y mi mente
que tenga un terreno de acción bien definido y circunscrito
que posea una cantidad razonable de propósitos factibles
que sea trascendente para algo o alguien
que sea sentida como “mi causa”
que pueda ser integrada como trabajo productivo para la comunidad
que me haga sentir enaltecido cuando trabajo por ella, es decir, eleve mi
espíritu
 que en ella pueda aprender algo para mí y enseñar a otros.
Es indudable que la fidelidad a una causa no abunda porque ser fiel a algo no es
fácil, indoloro o gratuito. Por definición implica la lealtad, la observancia de la fe que uno
debe al otro. Pero, además, es la puntualidad y la exactitud para ejecutar una cosa.
Se puede elegir un compromiso con la comunidad y comunidad es participación en
común, la idea de personas que se funden en una sola cosa para compartir entre sí algo que
es de todos por igual. No hay individualidades, sino personas iguales entre sí unidas en
común, donde el “otro” es un “igual a mí”. Luego el concepto de comunidad está por
encima de toda individualidad y significa el máximo respeto del uno por el otro. Ser
comunitario es entregarse al prójimo, estar al servicio del prójimo. Para llevar a cabo esta
causa, nuestra fidelidad nos obliga a saber decir no a otros compromisos que nos alejen de
ella y estar siempre dispuestos al sí para cumplir la misión impuesta. Postergar una
reunión, no estar dentro de un proyecto propio, tomar distancia del compromiso rotario, es
no abrazar debidamente la causa elegida.
Al mejor estilo de Churchill, abrazar una causa es sudor, lágrimas y trabajo. Pero
también el placer de compartir la amistad no fingida ni interesada, servir con honestidad y
ética en mi profesión y la integración sin ambages a la causa de la paz y la comprensión
mundial, “globalizando” la tolerancia, la no discriminación, la erradicación de la violencia
social, el amor a sí mismo y a los otros hombres del mundo.
14
Antonio Paolasso – RESPONSABILIDAD SOCIAL
Puedo abrazar una mala o una buena causa. Nos hemos referido a una buena causa.
En las malas causas, como todo lo malo, se comienza mal, se sigue mal y se termina mal o
peor. Una mala causa es cultivar una vida sin amor ni cuidado de mí y de otros. Esto lleva
a la hostilidad natural extrema y como todos los extremismos o fundamentalismos,
destruye y degrada en lugar de construir y elevar la dignidad del hombre. La pasión por
una causa es fundamental para obtener el éxito. Pero hablamos de pasión como fuerza
vigorizante y de la pasión como sufrimiento o fuerza desbordante incontrolada que no lleva
riendas ni gobierno de sus acciones y sus metas.
Santayana piensa que si realmente existe un Dios que gobierna con su providencia,
esto es, de algún modo, fatalista, dado que los designios del hombre serán siempre los
designios de Dios a través de la providencia. Al hablar de “responsabilidad definitiva”, en
este caso concreto toda responsabilidad es de Dios. Pero también alude al “libre albedrío”
del cual Dios no dotó y esto nos exime de todo fatalismo prefijado. Si bien nacer y morir
depende de los “tiempos de Dios” y de sus designios, el curso de nuestra vida puede ser
signado por nuestra inteligencia y voluntad. En este caso, recuperamos la responsabilidad
propia e instauramos la responsabilidad fundamental de dirigir nuestras vidas. Es verdad
que si hay salvación o perdición depende de la voluntad de Dios, pero el camino hacia una
o hacia la otra es con nuestra cooperación.
La providencia opera siempre, pero el destino será el resultado final de poner
nuestro hombro a lo correcto y lo digno o separarnos de ello y dejar nuestra “vida sin
rumbo”, a lo que salga de ella. Si perdemos el rumbo, por lógica no tendremos la certeza
de proceder bien o mal, o sea, no sabremos si nos perdemos o nos salvamos. Pero como el
“rumbo” tiene una brújula con un solo norte que es el adecuado a nuestra esencia de
“criatura” inteligente, afectiva y voluntaria, perder el rumbo es no tener el norte de esa
brújula. Un rumbo perdido, es eso: perdición. De ahí la importancia de asumir la
responsabilidad fundamental y así coparticipar de la responsabilidad final.
Sólo de la conjunción correcta de lo natural con lo divino, esto es, de la conjunción
de la responsabilidad con la responsabilidad divina, será la responsabilidad final y no sólo
un fruto de una sola responsabilidad. Podemos responder ante nosotros mismos
(responsabilidad fundamental) o ante los demás (responsabilidad social) pero por sobre
todo también, si así lo creemos, tenemos una responsabilidad ante Dios. Para los cristianos
hay conjunción de todas estas responsabilidades: responder ante Dios por mí y por los
otros. La responsabilidad fundamental es una “respuesta de orientación” en el concepto de
Goleman.9
Responsabilidad e irresponsabilidad
Obviamente, la irresponsabilidad es la ausencia de responsabilidad. Una cosa es la
irresponsabilidad del incapacitado y la irresponsabilidad en el Derecho. Esto es, de las
cosas que por sí no tienen responsabilidad. Por esto, la irresponsabilidad como “cualidad
9
Daniel Goleman – LA INTELIGENCIA EMOCIONAL
15
Antonio Paolasso – RESPONSABILIDAD SOCIAL
de irresponsable” está referida a los entes o cosas que genéricamente carecen de
responsabilidad, pero también es la calificación de los actos indebidos de las personas
consideradas “irresponsables”. Otra cosa es que una persona totalmente “responsable”
realice actos de irresponsabilidad por falta de maduración o educación. Los que no saben,
no quieren o no pueden ejercer la responsabilidad son aquellos cuyos actos son el fruto de
adoptar decisiones importantes o transcendentes, sin la debida meditación y con una falta
absoluta de previsión. No miden riesgos y perjuicios o beneficios antes de concretar o
realizar un acto.
Es probable, o al menos posible, que haya personas que inducen a pensar que hay
“responsables” e “irresponsables” absolutos. Es como si se afirmara que la esencia humana
conlleva la posibilidad de dos modos de ser diferentes y opuestos. “Ser responsable” o “ser
irresponsable” como un modo de vida permanente no es algo impensable o irrealizable.
Hay algunos ejemplos múltiples y variados de estos dos modos de ser.
Sin embargo, lo normal, es decir, lo que puede esperarse de un ser humano normal
no es lo absoluto sino lo relativo. Se puede ser responsable o irresponsable en forma
consciente o inconsciente. Y, de hecho, todos tenemos acciones responsables e
irresponsables. Lo que no se puede admitir es que siempre se sea totalmente irresponsable,
porque aún en el caso de un insano o discapacitado, cuando sus acciones son perjudiciales,
se le aísla de algún modo para evitar el daño.
La educación nos debe dar también, la capacidad de modificar nuestra conducta
y de aprender a reconocer cuando se debe ser responsable y qué es lo que nos hace
irresponsables.
El arrepentimiento o el deber de cuidado o el simple amor y respeto al prójimo, nos
debe inducir a cambiar una conducta irresponsable por una responsable. Siempre hay
posibilidades reales de controlar lo que hacemos o debemos hacer. El nudo gordiano,
secreto o base, es que debemos preocuparnos por saber lo qué corresponde hacer en cada
caso. Esto no significa aspirar a la infalibilidad, cosa utópica con solo pensarla, pero sí
quiere decir que debemos estar atentos para darnos cuenta de lo que es responsable y lo
que es irresponsable.
En esto consiste la inteligencia emocional, la racional y la social. Y en esa
inteligencia reside nuestro ser humano. La irresponsabilidad, de algún modo, significa falta
de inteligencia. Desde este punto de vista, irresponsabilidad es irracionalidad. Pero tener
una conducta irresponsable permanente, además de irracional es muestra de insensibilidad,
de incapacidad afectiva y emocional. Si somos personas normales, no enfermas ni
incapaces, una conducta irresponsable y voluntaria nos transformas en perversos. Luego, la
irresponsabilidad es una cuestión volitiva donde se decide hacer cosas que no
corresponden.
Como corolario, debemos detenernos a reflexionar, entonces, de que cómo nos
comportemos en el mundo (en el entorno inmediato) que conforma nuestros vínculos
16
Antonio Paolasso – RESPONSABILIDAD SOCIAL
sociales primarios y elementales como es la familia, el trabajo y todos los ámbitos sociales
que frecuentamos; como asimismo, de los valores (axiología personal) que demos
prioridad y utilicemos en nuestros actos, de todo ello dependerá el trayecto de nuestra vida
y las huellas que demos a otros y en otros. Los actos responsables serán orientaciones y
modelos para nosotros y los que nos heredaran, principalmente nuestros hijos.
17
Antonio Paolasso – RESPONSABILIDAD SOCIAL
III
LA RESPONSABILIDAD SOCIAL INSTITUCIONAL
La responsabilidad social empresarial
L
a sociedad, si bien es un conjunto, para funcionar o existir, tiene roles y
funciones diferentes que constituyen las “divisiones sociales naturales”. El
concepto de “división social natural” no es peyorativo sino descriptivo. No
tiene connotaciones discriminativas ni políticas ni religiosas, sino que únicamente define a
los componentes de una sociedad en función de los roles y atributos y no como estratos
sociales. Luego, no hay en la división natural social “clases sociales” sino grupos de
personas en diferentes circunstancias sociales y funciones sociales. La primera división
natural social es la que constituyen las llamadas “instituciones”, entendiendo por
instituciones a las organizaciones fundamentales de una sociedad. Generalmente en las
sociedades de hoy, las instituciones suelen ser públicas (son las que constituyen el Estado
o Gobierno de la sociedad) y privadas (las que constituyen las personas particulares).
Cuando esas instituciones públicas o privadas se dedican a fabricar algo o a prestar
servicios, constituyen las empresas.
De las instituciones empresariales nace la responsabilidad social empresarial. Esta
responsabilidad social empresarial está dirigida a tres entidades propias de la razón de ser
de la empresa: el producto (producción de objetos o servicios), los trabajadores que
realizan el producto y el destinatario del producto: cliente o usuario. “El hecho de que el
hombre tiene responsabilidades con sus semejantes debe ser admitido por todos los que se
dedican a los negocios”.10 Sería ingenuo pensar que un empresario o comerciante inicia o
construye una empresa sólo para ser solidario con sus congéneres y solucionar problemas y
necesidades. Se necesita dinero para instaurar una empresa. El dinero se obtiene de las
ganancias de los negocios. Las ganancias de los negocios provienen del trabajo de la
empresa, es decir, del producto que la empresa provee. Sin embargo, el supuesto de la
necesidad del dinero y de la rentabilidad de una empresa, no debe motivar una conducta de
puro lucro, sin otras consideraciones. El buen lucro es una herramienta de permanencia en
una empresa donde el capital sigue siendo el eje fundamental del buen funcionamiento. La
responsabilidad social empresarial no consiste en evitar el lucro por sí, sino que todas las
actividades lucrativas no estén destinadas sólo al enriquecimiento desmesurado de los
dueños o ejecutivos empresariales, sino que sean distribuidos con justicia social en
beneficio de clientes y trabajadores.
En el circuito constituido por los actores de una empresa (empresario, trabajadores,
producto, comercio, rentas) la idea de genuinidad es que un empresario pueda formar un
producto y de acuerdo a sus costos fijarle un precio. La honestidad comercial indica que en
primer lugar el producto debe tener la calidad que de él se espera y no publique cualidades
que dicho producto no posee. La sinceridad de la calidad y el precio del producto es la
10
Nielander-Miller, opus citado
18
Antonio Paolasso – RESPONSABILIDAD SOCIAL
primera responsabilidad social de una empresa auténtica. Si el empresario debe obtener
ganancias jugosas para mantener y expandir su empresa, esas ganancias deben provenir por
una mayor producción y venta. No se debe especular en bajar la calidad o dar calidad
degradada ni tampoco en especular con un precio excesivo, no acorde con los costos. La
relación precio-costo debe ser verdadera y leal. De igual modo la cadena comercial debe
evitar la distorsión del producto y para ello, el empresario debe evitar introducirse en
mercados de distribución dudosa. Lo ideal sería que la propia empresa estudiara la
colocación del producto para la venta a través de su propia cadena de distribución. Cuanto
esto no es factible se impone el estudio de mercado que selecciona a honestos
intermediarios entre la producción y la venta de un producto. El respeto de estas
condiciones significa que la empresa despliega su responsabilidad social hacia el cliente y
se ocupa y preocupa de su bienestar al proveerle el producto adecuado y al precio
oportuno.
Pero la responsabilidad social de una empresa va más allá de su producto y de la
relación con el cliente o la comunidad a la que provee objetos y/o servicios. La empresa
necesita el capital como eje promotor de su mantenimiento y desarrollo, pero el otro eje
fundamental es el trabajador. En referencia al trabajador, la responsabilidad social de la
empresa es mantener la fuente de trabajo en los niveles más óptimos para no defraudar a
sus trabajadores en un marco de inestabilidad laboral. El síndrome de la cornisa que sufre
el trabajador constantemente amenazado con el despido por tener una relación laboral
temporal e inestable, es uno de los efectos desastrosos de la política empresarial del trabajo
precario. La estabilidad laboral asusta a las empresas porque obliga a contraer la
responsabilidad legal de sostener a sus trabajadores y pagarles lo que corresponde a su
rendimiento y antigüedad, lo que incide en mantener salarios justos y acordes. Y en el caso
del despido, dar una justa indemnización. Por estos derechos - a veces representados en el
texto legal y que se hacen efectivo a través de decisiones judiciales cuando hay conflicto es que muchas empresas se desprenden de su responsabilidad social hacia sus trabajadores
y los somete a un régimen injusto de precariedad. Estas empresas no siempre circulan por
vías legales y es muy frecuente que los procedimientos inmorales (aunque estén pintados
con algún sesgo de legalidad) estafen a los trabajadores en sus derechos. Incluso hay
empresas que tienen al trabajador precario como rehén (por el temor al despido arbitrario)
y le fijan reglas “esclavistas” de trabajo en negro (mayor horario o sobrecarga laboral sin la
correspondiente compensación salarial).
Además de la obligación empresarial del respeto de los derechos de los trabajadores
a la estabilidad laboral, a una jornada humanizada y a un sueldo o salario acorde al
esfuerzo laboral realizado y formalizado para cubrir las necesidades vitales mínimas
(alimentación, vivienda, vestimenta, mantención de la familia), se impone dar al trabajador
condiciones dignas para desarrollar su labor. La dignidad del lugar y del modo de realizar
el trabajo consiste en proveer al trabajador de todos los elementos útiles, eficientes y
necesarios para el trabajo encomendado (uniformes, herramientas, ambiente laboral
satisfactorio). Lo fundamental de estas garantías de la correcta instrumentación laboral es
que el desarrollo del trabajo no signifique un peligro real o latente de daño. Esto involucra
19
Antonio Paolasso – RESPONSABILIDAD SOCIAL
que la empresa debe desarrollar medios suficientes y eficientes para prevenir el riesgo
laboral. Además de los uniformes adecuados, hay que agregar otros artefactos como
calzados, guantes, protectores de oído, máscaras que eviten inhalaciones dañinas, etc.
La correcta provisión de todos los elementos y herramientas necesarias para un
trabajo eficaz y seguro que prevenga el daño y garantice la producción correcta es otra
faceta de la responsabilidad social de la empresa. Con estos modos, la responsabilidad
social engloba tanto a la empresa pública (empresas del gobierno) como a las empresas
privadas, las cuales en un régimen de correcta y genuina democracia “se deben ganar la
confianza de aquellos con quienes trata. Debería interesarse en aquellas ejecutorias que
afecten al bienestar de los individuos que forman parte de la sociedad… obrarán
sensatamente si consideran la importancia de esa contribución voluntaria al bienestar
general”. La responsabilidad social, por ende, es de igual forma para el Estado como para
las empresas privadas, siendo el Estado el mayor responsable pues debe dar el ejemplo
democrático de integrar la participación colectiva en la prestación de servicios públicos
como la educación, la seguridad, la salud pública, impartir la justicia y asegurar la
prevención de catástrofes públicas y los servicios de previsión para el resguardo de la niñez
y la vejez.
Las empresas privadas deben también permitir la participación activa de sus
trabajadores a fin de evitar el abuso de ejecutivos y directivos empresariales o de encausar
a la empresa por carriles de procedimiento a atenten contra los derechos y la seguridad de
sus trabajadores o perjudiquen a sus productos y clientes. Siempre que en una sociedad
inestable, en lo social o en lo económico como puede suceder episódicamente en Europa o
sistemáticamente en países latinoamericanos, se produce fisuras sociales importantes, se
quiebran los principios éticos y legales y las empresas acuden a maniobras elusivas de su
responsabilidad social.
La supervivencia de las empresas públicas o privadas o la restauración económica y
social de la misma puede llevar a crisis sociales que afectan en un todo a esas empresas. El
hilo se quiebra en lo más débil. Los más afectados suelen ser los trabajadores de esas
empresas y los clientes o usuarios cuya atención se resiente o se pierde. También el Estado
mal gobernado cae en una irresponsabilidad social total y todos sus servicios se corrompen
o se desnaturalizan y sus trabajadores resultan dañados al punto de que se establezca un
fenómeno inadmisible: que el propio Estado “explote” el trabajo de sus empleados
suprimiendo fuentes de trabajo o no pagando salarios dignos o instaurando condiciones
indignas de trabajo (sobrecarga laboral sin el pago de haberes correspondientes,
condiciones laborales riesgosas o indignas, privación o no provisión de las herramientas
suficientes y eficientes. Incluso, en muchas dependencias oficiales, incluyendo al sistema
judicial, se amenaza al empleado con sanciones o despidos sino realiza tareas mayores que
las habituales o trabaja horas extras sin ningún tipo de compensación, o restringe los
derechos de sus empleados (licencias o vacaciones, licencias por estudio, horas para
amamantar, cuidado de familiares enfermos, etc.) para explotarlos con una mayor carga de
horario y trabajo. Se suele esgrimir el argumento de que “falta personal” y no hay
20
Antonio Paolasso – RESPONSABILIDAD SOCIAL
presupuesto para nuevos cargos. La falta de personal no es un argumento fundamental
(porque es subsanable) para explotar al policía, al bombero, al médico, a las enfermeras, al
empleado judicial, etc. que son los más “recargados” por el trabajo esclavizador,
especialmente, aquellos que se desempeñan en “guardias” donde le dicen “si no viene el
remplazo o el empleado del turno siguiente, hay que quedarse otra jornada”. Se omite que
el error es del empleado que no avisa a tiempo (salvo fuerza mayor) y la responsabilidad de
una guardia sin atención no es del empleado que cumplió su turno y su trabajo cabalmente
sino del empleado que faltó. Pero en este caso puntual, la falla y el error es de los
directivos que no prevén con anticipación el relevo de una guardia ante un episodio de
fuerza mayor. No es la solución agobiar a un empleado con una “doble jornada” bajo
exigencia ilegal, sino la prevención es el camino en estos casos, debiendo contarse con
personal “ad hoc” para cubrir las urgencias o emergencias de los servicios, sin hacer sufrir
al empleado inocente y que ya trabajó y cumplió su responsabilidad mereciendo el justo y
necesario reposo que su organismo le exige (necesario en el sentido de aquello que no
puede dejar de ser) El empleado no es el responsable de una mala administración con
servicios deficientes. Todo Estado eficiente debe prever el crecimiento demográfico y el
crecimiento de demanda de servicios para adecuar todas sus estructuras a la justa
prestación de servicios, tanto en beneficio del usuario, como del trabajador que realiza el
servicio. Debe prever las bajas eventuales por licencias, enfermedad o casos de fuerza
mayor que privan a un empleado a concurrir a trabajar en un servicio imprescindible,
contando con una planta de empleados especialmente para estas emergencias y no
amenazar al empleado que sufre la contingencia. Lo contrario es ausencia de
responsabilidad debido a la deshonestidad, ineficiencia, corrupción, maldad y abuso de
poder y todas las otras “malas virtudes” que la realidad suele mostrar. La falla de la
dirigencia institucional pública es evidente a través de las acciones torpes e irresponsables
y de la falta absoluta de idoneidad que la Constitución exige para ser empleado o
funcionario público. Las fallas de la responsabilidad social institucional son evidentes en la
administración central tanto nacional como provincial, en la administración legislativa, en
la administración municipal (más evidente) y en la administración judicial.
Desde otra faceta, la irresponsabilidad social afecta muy particularmente al trabajo
rural el cual siempre resulta explotador y mal remunerado y exento de toda previsión de
riesgo laboral. Las empresas que se dedican al empaque, lavado y procesamiento de carne,
frutas, verduras, suelen tener obreros temporales, con jornadas excesivas de trabajos y
salarios muy magros, operando como un trabajo en negro o trabajo esclavizador. Esta
irresponsabilidad social es manifiesta en las noticias periodísticas que ponen al descubierto
estas formas empresariales de trabajo precario o de preparación de productos no aptos para
las necesidades a las cuales están destinados y sometidos a sobreprecio que no se condicen
con la calidad de esos productos. En un país como Argentina, donde la producción
agropecuaria es un pivote esencial de la economía, el descuido del trabajar rural y la
desprotección social de las poblaciones rurales ha provocado el fenómeno social del
despoblamiento del campo por el éxodo masivo de sus trabajadores hacia los cinturones de
las grandes ciudades, donde prolifera la periferia de villas inestables.
21
Antonio Paolasso – RESPONSABILIDAD SOCIAL
Antes del siglo XXI, no se hablaba de la responsabilidad social empresarial como
se hace en esta segunda década de este tercer siglo. Los estudios giraban en torno a lo
denominado RR. PP. (relaciones públicas) y la responsabilidad social se reflejaba en el
concepto de la “empresa cristal” o “empresa vidrio”. Esto quería decir que la actividad
empresarial debía tener tal transparencia que toda su estructura diera la sensación de ser un
cristal transparente, a través del cual el buen y correcto funcionamiento empresarial hacia
dentro y hacia afuera de la empresa fuera tan claro que no hubiese ninguna duda de sus
buenos propósitos y conducta ética-moral. Hoy el concepto de responsabilidad social se
respalda en ese concepto de “empresa cristal” o “empresa vidrio” la cual demuestra que no
guarda nada misterioso ni sucio, sino que todo es limpio y correcto.
He hecho esta reflexión de responsabilidad social porque actualmente es un término
en boga y todos los que hablan de ella emiten conceptos desde diferentes puntos de vista
pero no hay una visión abarcadora y totalizadora. Además, se intentan presentar con
nuevas etiquetas envases ya conocidos y existentes. Los memoriosos que estudiamos
relaciones públicas sabemos que hace varias décadas, desde que se instaló el concepto de
relaciones públicas en el siglo XX, dichas relaciones se basaban, esencialmente, en la
responsabilidad social empresarial y general, es decir, en la ética, la moral, la buena
conducta y los auténticos propósitos de generar beneficios con ausencias de perjuicios de
cual índole. Que así sea (aunque parezca utópico pero no imposible).