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Examen de Historia del Pensamiento Económico Occidental desde la
Perspectiva de la Economía Social.
Matías Davini
5-09-2009
1. Seleccionar cuatro de los autores incluidos en el programa del curso e indicar cual es
la noción de economía social que se desprende de sus enfoques (focalizar en los temas
del trabajo, propiedad, Estado, cooperación u otros que crea relevantes).
Robert Owen (1771-1858) empresario inglés que a los 9 años comenzó a trabajar como
aprendiz de un comerciante y a los 19 años era socio y luego director de una gran
empresa de Tejidos de Nueva Lanark se vio afectado por las condiciones de trabajo y de
vida a las que eran sometidos los obreros en ese momento. De esta manera se propone
realizar reformas concretas con medidas prácticas, reduciendo en su empresa la jornada
laboral de 17 a 10 horas, incrementando los salarios, impidiendo el empleo infantil e
imparte educación gratuita a sus empleados instando al resto de los industriales a
implementar estas reformas sociales. Consideraba fundamental una mejora en el estado
material y cultural de la masa obrera y creía en la educación como instrumento
fundamental contra la ignorancia. De esta manera sostenía que el gobierno debía crear
planes de educación y formación del carácter de las personas universalizando el derecho
a la educación.
La mejora en el estado físico, moral y material de los obreros a la par de los buenos
resultados en su empresa impulsa al autor a crear un programa completo de reformas
sociales que se esforzó por llevar a la práctica. En este programa de reformas centrado en
la creación de comunidades es donde a mi entender se plasma su noción de economía
social.
Owen propone la solución al problema social mediante la creación de comunidades
basadas en la propiedad colectiva, es decir, colonias en la que sus miembros puedan
producir los bienes que necesitan y sostenerse por sus propios medios. Estas colonias son
concebidas por Owen como una especie de cooperativas integrales en la que la
producción y el consumo se hacen en común, abarcando con igual importancia tanto la
producción agrícola como industrial. Estas comunidades serían formadas por entre 500 y
2000 personas con edificios en común y donde toda propiedad privada sería abolida.
La producción y administración en las colonias se haría por medio de personas de la
misma edad promoviendo una igualdad tanto económica como política.
Owen piensa las comunidades como un esquema para promover la felicidad práctica y el
regeneramiento de toda la humanidad. Estimulaba la asociación voluntaria y creía que la
propagación de estas comunidades podría invalidad las antiguas sociedades. De esta
manera, sin violencia ni revolución, sostenía que la propagación de estas comunidades
basadas en la asociación voluntaria, la cooperación y la propiedad colectiva iría
reemplazando las estructuras sociales existentes por el mero efecto de su superioridad
como para promover el bienestar de las personas.
Mas allá de los resultados de las experiencias concretas de las comunidades que funda él
y sus seguidores, se destacan algunos puntos centrales en sus ideas que nos permiten
caracterizar su noción de economía social. En cuanto al trabajo se oponía a la división
social entre patrones y obreros y creía que cada uno debía recibir una remuneración de
acuerdo a sus necesidades. Niega la necesidad y la utilidad de la propiedad capitalista y
propone su abolición para una mejor distribución de los beneficios. El principio que
sostenía en sus comunidades es de igualdad económica y política. Propone remplazar la
competencia por la asociación y la cooperación. En este sentido el autor es considerado
como uno de los precursores fundamentales del cooperativismo moderno.
Le Play es un economista y sociólogo francés que cuya base de preocupaciones sociales
que guían el desarrollo de sus estudios sociales, es tradicionalista y consiste en cómo
construir un orden social sólido y armónico luego de la ruptura causada por la Revolución
Francesa y la Revolución Industrial. Al autor observaba que la disgregación de las
instituciones del Antiguo Régimen daba lugar a un individualismo extremo y consideraba
que la base del orden social estaba constituida por ciertas instituciones fundamentales
como la familia y la propiedad patriarcal. Por ello su preocupación consistió en poder
encontrar instituciones equivalentes a las del Antiguo Régimen para la sociedad industrial
y urbana. Estas instituciones deberían brindar dos elementos básicos para la continuidad
del orden social, la seguridad y la solidaridad.
Le Play es un autor conservador que busca las soluciones para su época en el pasado,
pero se consideraba moderno, ya que no rechazaba el desarrollo industrial y creía que el
mismo podía contribuir al bienestar social siempre que fuera acompañado por un marco
institucional adecuado. Por su influencia saintsimoniana, ante la preocupación por las
condiciones de vida de los obreros industriales, creía en la responsabilidad de los
científicos y de los gobiernos para la conducción de la sociedad.
Al realizar un estudio comparativo sobre los distintos marcos institucionales que
regulaban el desarrollo industrial en diferentes países de Europa, se inclinó por el
patronazgo, que conjugaba la libre movilidad de los trabajadores con cierta estabilidad
garantizada por un empleador conciente. Su postura era que el Estado no debía
desarrollar acciones concretas para garantizar el bienestar de de las familias sino que lo
que debía hacer era velar para que los empleadores cumplieran con sus obligaciones.
Le Play consideraba que el mercado por si solo, como resultado de ¨la mano invisible¨ no
conducía al bienestar general y que las leyes de la oferta y la demanda dejaban a los
trabajadores sujetos a la miseria y el desamparo en sus depresiones cíclicas. De todas
maneras su propuesta para superar la marginalidad y las injusticias sociales, consiste en
impulsar formas institucionales que brindaran condiciones de vida dignas a los
asalariados, sin la abolición del mercado, que el consideraba positivo, al igual que la
libertad que otorgaban las nuevos ordenamientos sociales. Reconocía también la
existencia de intereses divergentes entre actores y sectores y consideraba que el conflicto
de interese generaba violencia y desorden y propuso la búsqueda de instrumentos
políticos, legales y sociales que permitieran conciliar posiciones antagónicas. Entre ellas
el patronazgo, reconociendo también a los sindicatos cuando actuaban con
responsabilidad y contribuían a la paz social.
El autor promueve una ¨economía social¨ distinta a la economía política inglesa de su
tiempo. Como economista y sociólogo promueve la aplicación a los problemas sociales
de reglas empíricas que han demostrado su éxito en las ciencias de la observación.
Defiende una doctrina que funda el sistema social en una fuerte organización de la
familia, el patronazgo y la propiedad.
Al realizar un estudio comparativo sobre los distintos marcos institucionales que
regulaban el desarrollo industrial en diferentes países de Europa, se inclinó por el
patronazgo, que conjugaba la libre movilidad de los trabajadores con cierta estabilidad
garantizada por un empleador conciente. Su postura era que el Estado no debía
desarrollar acciones concretas para garantizar el bienestar de de las familias sino que lo
que debía hacer era velar para que los empleadores cumplieran con sus obligaciones.
El sustento de su economía social es la utopia de reforma general de la sociedad basada
en el análisis de su unidad elemental familiar. No se propone la abolición del mercado ni
de la propiedad sino la creación de instituciones orientadas a resolver la inestabilidad de
los asalariados generando seguridad y mayor solidaridad. Se destacan algunos aspectos
claves en su enfoque de economía social, como el examen de las relaciones entre los
fenómenos económicos (en su caso los sistemas de relaciones industriales) y otros
fenómenos sociales (condiciones de vida de las familias obreras); la importancia asignada
a las formas institucionales que enmarcan la actividad económica (no son neutras y tienen
consecuencias sociales positivas o negativas); y el rechazo a “la mano invisible” del
mercado como mecanismo generador del bienestar para la sociedad. Su concepción
deriva en la necesidad central de crear o recuperar un orden institucional que corrija los
defectos indeseables del mercado.
Charles Gide, economista francés y dirigente del movimiento cooperativo de su país,
desarrolla en su obra cambios importantes en cuanto a la forma de conceptualizar la
economía social desde la segunda mitad del S XIX hasta la segunda década del siglo XX.
El autor concibe la Economía Social como la ciencia de la justicia social. Se opone a la
existencia de un orden natural sostenido por la economía liberal sosteniendo que las leyes
de la oferta y la demanda no bastan para asegurar la felicidad humana. Estudia las
relaciones contractuales, cuasicontractuales o legales, que los hombres se dan entre si
para lograr una mejor vida, por ello define la economía social como “el esfuerzo por
perfeccionar el arte de vivir en sociedad”. La Economía Social como ciencia de la justicia
social es una economía más humana y más cercana a los actores. No abarca el campo de
la teoría sino de sus aplicaciones prácticas, centrándose en las instituciones y
organizaciones sociales.
Cree en la necesidad de una organización deseada, reflexiva y racional conforme a cierta
idea de justicia que está en la base de todos los sistemas llamados socialistas.
Realiza una doble clasificación de la economía social en base a sus fuentes, teniendo en
cuenta los creadores de las iniciativas (Estado, patrones, obreros, Iglesia, filantropía
laica); y en base a los fines, considerando el tipo de servicios que están destinados a
ofrecer y por los cuáles han sido creadas (mejorar las condiciones en el contrato de
trabajo, procurar el confort bajo todas sus formas, garantizar la seguridad futura contra
riesgos sociales, conferir o salvaguardar la independencia económica).
Realiza una alegoría del sector institucional de la actividad económica como una catedral
con tres alas, cada una de ellas representando una fuente de la economía social. En el
centro ubica a todas las formas de libre asociación obrera que tienden a la emancipación
por sus propios medios, y un ala a los modos de intervención del estado y en el otro la las
formas institucionales capitalistas patronales.
Su concepción de economía social lo lleva a proponer la realización de un programa de
acción tendiente a crear un nuevo sistema económico y social. En el mismo, los
consumidores asociados en cooperativas son quiénes organizarían la producción y las
demás actividades económicas tendientes a resolver sus propias necesidades sin ánimos
de lucro.
En el Programa de la Escuela Cooperativista, Gide propone la realización de una
transformación en la producción, en el comercio y en la distribución de la riqueza. Las
mismas se plasman en un nuevo sistema económico y social que denomina República
Cooperativa en el cuál se vislumbra su noción de economía social.
La República se basa en los principios de la cooperación, como impulsora del cambio.
Esto implica una substitución del régimen capitalista por un régimen donde la producción
es organizada en forma colectiva por los consumidores. También implica una apropiación
colectiva y gradual de los medios de cambio y producción. Esto es en forma pacífica y
paulatina sin expropiación del capital a través de la creación de un nuevo capital para la
clase trabajadora mediante una acción continua cooperativa. También se basa en los
principios de soberanía del consumidor, a través de la difusión de cooperativas de
consumo, que al actuar en interés de los consumidores actúan en consonancia con el
interés general. Otro principio que prima es el del precio justo, que implica remunerar en
forma adecuada los distintos factores y eliminar los beneficios e incrementos parasitarios
del comercio.
Para llegar a la República Cooperativa propone un plan en tres etapas. En la primera se
impulsa las cooperativas de consumo y su consolidación en organismos de segundo grado
que permitirían la conformación de grandes centrales mayoristas. En la segunda etapas
las cooperativas de consumo comienzan a organizar la producción de artículos de
consumo masivo en fábricas y talleres de su propiedad. En la última etapa, las
cooperativas de consumo adquieren tierras y empresa agropecuarias que le permiten
producir directamente todas las variedades de productos. Gide destaca la necesidad de
sistemas adecuados de colaboración entre las cooperativas y el Estado. El desarrollo
progresivo de los diferentes sectores comandado por las cooperativas de consumo se
propone como objetivo llegar a un régimen económico y social completamente
transformado donde prima la soberanía del consumidor y el precio justo desapareciendo
el lucro.
Henry Desroche es un autor francés contemporáneo que realiza aportes considerables a la
Economía Social y al cooperativismo en particular.
El autor tiene una referencia fundamental en su concepción de la economía social en el
utopismo de Fourier y su economía del placer y el concepto de asociado. A este último lo
considera como un beneficiario de un doble placer, al actuar en algo atrayente y
agradable y al cooperar con otros. Otra referencia imprescindible del autor es Proudhon,
al considerar que el rol de las cooperativas es el de una economía de combate y al
proponer practicar por medio de la sociedad cooperativa algo similar a una huelga que se
abstiene del mercado de capital, de las mercancías y del trabajo tal como existen en la
sociedad dominante. La síntesis de los aportes de estos dos autores le permite crear al
autor una noción de economía social refiriéndose a una sociedad cooperativa cuyas
características propias son el asociacionismo y la autogestión.
Como plataforma epistemológica propone precisar el alcance de una economía
multisectorial, definiendo criterios precisos para el recorte y dando cuenta de un tronco
en común. Desde su perspectiva, las empresas de la economía social no se encasillan
sólo en parámetros como “non profit”, “sin ánimo de lucro”, “no mercantil”, ya que las
mismas no excluyen la posibilidad de generar beneficios, pero si tienen normas de
apropiación y distribución diferentes a las sociedades de capital. También pueden operar
en mercado participando de relaciones mercantiles y pudiendo obtener excedentes de
gestión. De esta manera en un catálogo provisorio formado por el conjunto de
organizaciones con empatías recíprocas, habría siete tipos de empresas susceptibles de
convertirse en marco de referencia en lo referido a algún criterio de socialización
voluntaria y de solidaridad asociativa. Destaca tres componentes fundamentales, la
empresa cooperativa, la empresa mutualista y la empresa asociativa, y cuatro en las
fronteras, la empresa comunal, la empresa comunitaria, la empresa paritaria y la empresa
participativa.
Su noción de economía social referida a una sociedad cooperativa donde prevalece el
asociacinismo y la autogestión lo llevan a poner el foco en las cooperativas que las define
como empresa asociada, de la que existen fundamentalmente 3 tipos. Consumidores
asociados forman cooperativas de consumo, artesanos y obreros asociados que forman
cooperativas de Producción (agrícolas, industriales y artesanales) y ahorristas asociados
que forman cooperativas de crédito. En este sentido el autor va a desarrollar la
importancia de la Intercooperación. La misma implica una búsqueda de horizontes
intermedios entre los ideales de microrepública de los Pioneros de Rochdale y el
horizonte difuso y la ideología aleatoria de macrorepública de Gide (propuesta de
Republica Cooperativa). La intercooperación implica desarrollar políticas de
representación, desarrollo, financiación, investigación, cultural y ecumenismo práctico,
que le otorga a la cooperación proporciones más modestas y realistas que aquellos que
considera que debe reemplazar a los demás sistemas existentes.
2.
En su opinión, y basándose en la realidad contemporánea, considere cual de los
autores refleja de manera más precisa los principios y valores de la economía social.
La realidad contemporánea no ha sido modificada en su estructura fundamental y
actualmente persisten las injusticias sociales, las desigualdades y la marginalidad que
inspiraron a los primeros socialistas y precursores de la economía social sus ideas y
propuestas concretas para el cambio social.
Los dos fundamentos básicos del capitalismo que fueron y siguen siendo objeto de las
críticas, que son, la propiedad capitalista, que separa al trabajador del fruto de su trabajo,
y el mercado que fuerza la competencia entre las unidades productivas y las personas, no
han sido superados. Por el contrario, en los últimos 30 años con el avance del
neoliberalismo se incrementa la esfera del mercado y se agudizan las desigualdades e
injusticias. Con el fracaso de los socialismos reales y el comunismo de planificación
centralizada así como de la socialdemocracia con su Estado de Bienestar como proyectos
alternativos de sociedad no existe actualmente unidad de criterios en cuanto a la forma
que debe tomar el cambio social. Por el contrario, existen hoy una pluralidad muy grande
de luchas y reivindicaciones como la de los pueblos originarios en Bolivia y los zapatistas
de Méjico, los campesinos sin tierra de Brasil, los trabajadores desocupados y los
movimientos de empresas recuperadas en Argentina, las mujeres contra la explotación y
el patriarcado, los ecologistas, los inmigrantes contra el racismo, etc.
En este sentido me parece acertada la visión de Henri Desroche de Economía Social y
cooperativismo como punto de encuentro y convergencia de distintas luchas, como
“punto de sosiego frente a todas las luchas ideológicas y religiosas”. Considera que las
diferencias no tienen que ser soslayadas sino que tienen que integrarse en la convergencia
de una práctica social común. Entonces, de acuerdo con Desroche lo que tiene que
encontrarse en una mínima ética en común. En este sentido, José Luis Coragio plantea la
reproducción ampliada de la vida de todos y todas como objetivo de su Economía del
trabajo. También como Desroche considero que la economía social y la acción
cooperativa tiene un gran potencial como medio de lucha contra la pobreza, el hambre, la
marginalidad y la necesidad de educación permanente de las sociedades.
Acuerdo con Jaques Defourny en la necesidad de superar el enfoque jurídico e
institucional para aprehender la economía social teniendo en cuenta el enfoque normativo
que destaca los principios y valores, es decir la ética de la economía social. También
Desroche destaca las empatías recíprocas y la posibilidad de que distintos tipos de
organizaciones y proyectos puedan ser considerados parte de la economía social al aplicar
de una u otra forma los principios de socialización voluntaria y solidaridad asociativa.
Defourny propone algunos principios de los que personalmente acuerdo que podrían
formar una base ética común para considerar la economía social. Estos son, la finalidad
de servicio a los miembros o a la colectividad en lugar del beneficio, autonomía de
gestión, procesos de decisión democrática, primacía de las personas y del trabajo sobre el
capital en el reparto de los beneficios.
Suguiendo a Fauquet, Desroche considera la importancia de una economía plurisectorial,
y con su desarrollo de la intercooperación se orienta en una dirección similar a la
adoptada por autores contemporáneos, con los cuáles comparto su visón, que consideran
como punto de partida la necesidad de fortalecer un subsistema orgánico de economía
social.
Los principios Owen y de los socialistas que proponen el reemplazo de la competencia,
por el asociacionismo y la cooperación, y de la propiedad privada capitalista en cuanto
permite la apropiación del trabajo ajeno y la explotación de unos sobre otros, deberían
continuar reflejando los principios de la economía social en la actualidad.
De todas maneras, su modelo de cambio social al igual que el de Fourier y el de Gide con
su República Cooperativa, basado en un ideal que debe apoderarse y reemplazar otros
ideales resulta inaplicable en la práctica y sobre todo teniendo en cuenta la diversidad de
luchas y reivindicaciones de los distintos movimientos anticapitalistas de la actualidad a
nivel mundial.
Por último, coincido con la postura tanto de Deforuny como de Desroche que el
cooperativismo y la economía social no es sólo consecuencia de la necesidad y esto se ve
de manifiesto sobre todo en los grandes centros urbanos de la periferia donde ante las
desigualdades, la exclusión y la pobreza priman estrategias individualistas de
supervivencia. Por ello considero importante considerar los factores de identidades
colectivas y comunidades de destino. La transformación de la sociedad actual es una
lucha que tiene componentes económicos, políticos y culturales.