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Citroëns en Teherán; por Rafael Rojas
Rafael Rojas · Tuesday, February 2nd, 2016
La visita del presidente de Irán, Hassan Rouhani, a Roma, donde se entrevistó con el
papa Francisco; y a París, donde firmó varios acuerdos comerciales con el mandatario
francés, François Hollande, coloca la apertura de Irán a Occidente en un punto
irreversible. Una ojeada superficial al fenómeno concedería el mayor crédito de ese
giro diplomático a Barack Obama y su gobierno, que han sido los principales
impulsores del acuerdo nuclear con Irán.
Sin embargo, habría que reconocer que el acercamiento entre Occidente e Irán tiene
su origen en la renovación política que se ha vivido en ese país desde la salida del
poder de Mahmud Ahmadineyad, un negacionista del holocausto, homófobo, amigo de
Hugo Chávez y Fidel Castro, que llamaba a la destrucción de Israel. Con el ascenso de
Rohani se hizo más visible una corriente reformista —que siempre existen en esos
regímenes, pero que necesitan de flexibilidad internacional para emerger—,
interesada en ampliar el mercado interno y rebajar el autoritarismo teocrático.
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Rohani ha sabido sobrellevar la presión del sector más fundamentalista y
antioccidental de las élites iraníes. El papa Francisco ha jugado un papel importante
en esa flexibilización, por la vía de un ecumenismo de gran eficacia diplomática.
También Rusia, y especialmente el canciller Serguéi Lavrov, en la coyuntura del
conflicto en Siria, ha favorecido el entendimiento entre Teherán, Washington y
Bruselas, que además de ejercer control internacional sobre el programa nuclear
iraní, facilita la solución de otros conflictos en el Medio Oriente.
El presidente iraní puso buena cara ante la opinión pública francesa, que cuestionó el
fundamentalismo islamista, el machismo inveterado y el alto índice de ejecuciones,
especialmente de menores de edad, en esa república musulmana. De acuerdo con el
Índice Global del Foro Económico Mundial, Irán ocupa el lugar número 137, de 140
países evaluados, en materia de brecha de género. Las mujeres, como expone el
exitoso Reading Lolita in Tehran (2003) de Azar Nafisi, son ciudadanos de segunda,
con grandes desventajas laborales y jurídicas.
Hollande se cubrió frente a las organizaciones de derechos humanos afirmando, en
conferencia de prensa, que había “hablado de todo” con Rohani. Pero cualquier
diferencia moral o política no impidió que ambos gobiernos firmaran jugosos acuerdos
comerciales. Teherán ofreció exportar a Francia entre 150 y 200 mil barriles de
petróleo diarios, en un momento de crisis energética a nivel global, a lo que Francia
responderá con varios convenios favorables a la economía iraní.
Airbus venderá a Teherán 118 aviones de mediano y largo recorrido, en un contrato
valorado en 25 mil millones de euros. Y el gigante automovilístico PSA PeugeotCitröen invertirá 400 millones de euros en una planta productora de coches, en ese
país del Medio Oriente, que podría llegar fabricar 200 mil vehículos anuales. Con la
inyección de capital que se deriva de esos y otros acuerdos con Francia y,
eventualmente, con la Unión Europea, la fisonomía del consumo y el mercado interno
en Irán podría cambiar drásticamente.
Nada despreciable será el impacto de este relanzamiento de los vínculos comerciales
de Irán y Occidente en la diplomacia regional de una zona del mundo tan turbulenta
como el Medio Oriente. Probablemente, esta puerta hacia la paz no se habría abierto
si el terrorismo del Estado Islámico y la guerra en Siria no hubiesen alcanzado el
grado de brutalidad y amenaza al orden global que se ha vivido en los últimos años.
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on Tuesday, February 2nd, 2016 at 5:00 am and is filed under
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