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el exilio español, ¿un impulso económico para méxico? la iniciativa empresarial del CTARE en 1939 Aurelio Velázquez Hernández Universidad de Salamanca Como es de sobra conocido, la derrota republicana en la Guerra Civil (19361939) desató, desde febrero de 1939, uno de los mayores éxodos de la historia española. Cientos de miles de personas se agolparon en la frontera francesa buscando amparo frente a la feroz represión desatada por los vencedores.1 El gobierno galo, que tras algunas vacilaciones permitió la entrada de los refugiados españoles, no disponía de los medios ni las infraestructuras necesarias para hacer frente al desastre humanitario que se le avecinaba.2 Las autoridades francesas no pudieron hacer más que agrupar a los recién llegados en inhóspitos campos carentes de las más indispensables medidas higiénicas o sanitarias.3 En este contexto desesperado aparecerá la figura del insigne presidente mexicano Lázaro Cárdenas que abrirá las puertas de su país a la entrada de tan desamparados refugiados íberos. En este sentido, la actuación del México del general Lázaro Cárdenas fue decisiva. Es de sobra conocida la decidida posición que el Gobierno cardenista tomó apoyando manifiestamente a las instituciones democráticas al estallido de la Guerra Civil. Las causas de este claro posicionamiento han sido aclaradas por autorizados autores que han demostrado la simpatía ideológica existente entre ambos regímenes republicanos.4 Acabada la guerra, las instituciones del Estado republicano se disgregaron. Dados los trágicos acontecimientos de los últimos momentos, la división entre las diversas facciones del bando gubernamental era patente y enconada. Juan Negrín, una vez hubo abandonado definitivamente de España, tras el golpe de Casado, pretendía mantener su legitimidad democrática y la de su Gobierno.5 Para asegurar la supervivencia de sus instituciones había ido situando fondos en el extranjero que ahora debía utilizar. Si quería reforzar su posición de legitimidad debía emplear dichos fondos para paliar la desesperada situación de los miles de refugiados en los campos franceses. De esta forma, se creó el Servicio de Evacuación de Refugiados Españoles (más cono1 cido por sus siglas: SERE), como un organismo autónomo delegado del Gobierno para la atención de los refugiados.6 Sin embargo, el Gobierno francés, que ya había reconocido oficialmente a la España de Franco, no permitiría el funcionamiento de este organismo. Aparecerá de nuevo el amigo mexicano, la Legación Mexicana en París ofrecerá su cobertura diplomática para permitir su funcionamiento. La actuación del SERE se encaminó por una doble vía: por un lado, se procuró atender la situación de los refugiados en los campos franceses mediante la ayuda humanitaria. Por otra parte, se gestionó la reemigración a terceros países, permitiendo aliviar el peso que debía soportar el Estado francés al mismo tiempo que, en otros países, más dispuestos a acoger a contingentes de refugiados hispanos, se podían conseguir condiciones de vida más favorables. De entre todos estos «terceros países» fue México en el que recaló un mayor número de refugiados.7 El presidente mexicano, Lázaro Cárdenas, mostró desde el primer momento su decidido apoyo a los derrotados, materializado en la decisión de permitirles la entrada en su país. Se anunció oficialmente en la prensa mexicana el 10 de abril de 1938, especificando que tendrían acogida preferente los profesionistas, los obreros de alto tipo técnico, los especialistas de las diferentes ramas del saber.8 Este anuncio nos muestra ya la idea de Cárdenas de que México pudiera beneficiarse de esta migración haciendo una cuidada selección profesional de sus componentes. Para los líderes posrevolucionarios mexicanos, con la emigración española se recibiría la contribución de un grupo estrechamente relacionado por raza y espíritu a los mexicanos mismos, grupo que incluía hombres de gran capacidad y energía que desempeñarían un papel en el desarrollo de México.9 Vemos cómo el interés del presidente mexicano no sólo obedeció a principios de solidaridad con los españoles sino también a la conveniencia de prever las necesidades de su país. Queda, por tanto, claro que en la decisión de Cárdenas de permitir la entrada de refugiados españoles en México no sólo influyeron motivos solidarios y políticos sino que también existían motivaciones económicas. Ha quedado demostrado que representantes de las autoridades españolas como Juan Simeón Vidarte,10 y principalmente el histórico líder socialista Indalecio Prieto11 convencieron a Cárdenas de las ventajas que para la economía mexicana traería una emigración española. Esta hipótesis se verá corroborada, una vez más, en las órdenes que Cárdenas transmitió a su ministro en Francia el licenciado Narciso Bassols: [...] hacer una selección cuidadosa, de refugiados desentendiéndose en lo absoluto de filiación y banderías políticas y sociales, siguiendo esta norma de conducta en la selección: 60% de agricultores; 30% de técnicos y obreros calificados y 10 % de intelectuales.12 La labor de convicción de los representantes españoles fue tan eficiente que 2 el presidente Cárdenas quedó totalmente prendado con las posibilidades que la llegada de los españoles comportaría para el desarrollo del país. En palabras de Abdón Mateos, el ideal del presidente Cárdenas era que aquella emigración española trajera, a un México despoblado, un impulso demográfico y cultural de carácter hispánico frente al amenazante empuje poblacional, económico, cultural y político del vecino del norte. Junto a esto se esperaba que pusiera en práctica todo un plan regeneracionista de colonización agrícola y pesquera, de regadíos y de inversiones industriales, que permitiera dar un salto adelante al desarrollo mexicano.13 Para que toda esta utopía regeneracionista se pusiera en marcha se necesitaban enormes aportaciones económicas y el encargado de aportar estos fondos debía ser el SERE. Para mejorar su implantación en México, el SERE organizará, a su vez, un nuevo organismo, dependiente del anterior, el Comité Técnico de Ayuda a los Republicanos Españoles (CTARE).14 Este nuevo organismo, bajo la dirección del Dr. José Puche,15 debía encargarse de las labores de acogida de los contingentes enviados por el SERE a México y de procurarles mantenimiento y colocación. Para ello desplegó todo un programa de inversiones en múltiples iniciativas empresariales agrícolas, industriales, culturales y educativas que venían a responder a los anhelos del presidente Cárdenas. A lo largo del presente artículo analizaremos la iniciativa empresarial del Comité Técnico de Ayuda a los Republicanos Españoles en México durante su primer y más complejo año de actuación: 1939. Estudiaremos someramente las inversiones emprendidas por este Comité de Ayuda durante su primera etapa y comprobaremos en qué medida respondieron estas iniciativas a los ambiciosos planteamientos que Vidarte, y principalmente Prieto, habían propuesto al presidente Cárdenas, planteándonos finalmente la cuestión que proponemos en el título de este artículo: ¿Supuso el exilio español un verdadero impulso económico para México? El plan de inversiones y colonizaciones agrarias y pesqueras propuesto al Presidente mexicano antes de la llegada de los exiliados españoles se mostrará a la llegada de los mismos de muy difícil realización. En primer lugar, debido a la composición socioeconómica de los refugiados arribados en los primeros embarques organizados por el SERE con destino a México. En los campos del sur de Francia se encontraban representados todos los niveles socioeconómicos y culturales de la sociedad española.16 Familias enteras parten al exilio con sus ancianos, mujeres e hijos de modo que podría calificarse como el destierro de todo un pueblo.17 Sin embargo, los campesinos y trabajadores del sector primario serán los que logren una más rápida inserción en la economía francesa, de modo que raramente reemigrarán a terceros países. Al mismo tiempo, la selección para los embarques colectivos organizados por el SERE se hizo de manera apresurada, y en gran medida interesada. Fue Narciso Bassols, de la izquierda socialista mexicana y ferviente simpatizan3 te del Frente Popular español, quien tuvo que lidiar con el espinoso asunto de los refugiados españoles en Francia en virtud de su cargo como embajador de México en Francia que ostentaba desde enero de 1939.18 Bassols recibió órdenes de la Secretaría de Relaciones Exteriores mexicana encomendándole junto con el concurso del Gobierno español y otras entidades nacionales de la selección de emigrantes y su respaldo económico. Era, por tanto, el máximo responsable en la selección para los embarques. Sus órdenes eran tratar en todo lo posible de formar unidades económicas de producción preferentemente agrícola.19 Sin embargo, estas disposiciones del Gobierno mexicano no eran compartidas del todo por Bassols quien pretendía imponer unos criterios de solidaridad democrática, dando preferencia a las causas políticas y solidarias. Finalmente, el resultado fue una selección que poco o nada se parecía a los parámetros anhelados por el Gobierno mexicano. De forma que, si analizamos la composición socioeconómica de los 4.660 refugiados trasladados por el SERE en las tres primeras grandes expediciones (las de los buques Sinaia, Ipanema y Mexique en el verano de 1939) comprobamos que el número de agricultores no superaba el 22% frente al 60% deseado por el Gobierno; del sector secundario, principalmente de sectores como el de la metalurgia, siderurgia, mecánica y electricidad provenía el 29%. Mientras que al sector terciario pertenecía el 48% de los arribados, principalmente profesionales, profesores, maestros, intelectuales y artistas.20 Es muy significativo que prácticamente la mitad de los refugiados llegados a México fueran profesionales liberales, intelectuales y artistas, sobre todo si se tiene en cuenta que provenían de una sociedad como la española, en esos momentos fundamentalmente agraria y con tasas de analfabetismo cercanas al 30%. Por tanto, se deduce que los llegados a México eran, en su mayor parte, procedentes de las clases más educadas de la sociedad española y, sin embargo, muy poco adecuados para el desarrollo de los proyectos económicos anhelados. En cuanto al programa de inversiones que el SERE proyectaba poner en funcionamiento en México estará marcado por las directrices impuestas por la dirección del organismo en París. Fue el ex ministro de Hacienda D. Francisco Méndez Aspe, ímprobo colaborador de Juan Negrín quien, en realidad, tenía las riendas de este organismo al ser él quien administraba sus finanzas. Desde los primeros momentos en París, Méndez Aspe ya planeaba cuáles debían ser las líneas a seguir. Según el testimonio de Amaro del Rosal, participe de sus planificaciones: [...] La concepción que tenía el ministro sobre las inversiones en México correspondía, cien por cien, a la filosofía del socialismo utópico. [...] Las inversiones se orientarían a la creación de cooperativas agrícolas, de colonias, de industrias de transformación a base de cooperativas. Sin duda estaba influido por la imagen que el campo internacional ofrecía el México de aquella época bajo la dirección de la extraordinaria figura del general Lázaro Cárdenas.21 4 Efectivamente, algunas políticas desarrolladas durante el sexenio cardenista, como la nacionalización del petróleo o la imposición de un modelo de «educación socialista», habían dado a México en todo el mundo una apariencia de país socializante.22 Siendo, no obstante, un país en el que el sistema productivo era plenamente capitalista, con unas clases burguesas generalmente conservadoras. Sin embargo, Méndez Aspe fue sólo uno de los factores de decisión sobre las inversiones del SERE en México. El otro será la propia filial de este organismo en el país centroamericano: el Comité Técnico de Ayuda a los Republicanos españoles. Al CTARE, que actuaba sobre el terreno en el país azteca, se le había encomendado no solamente de la recepción y alojamiento de los refugiados en este país sino también de procurarles un medio de subsistencia, estableciendo para ello una serie de inversiones que resultaran beneficiosas y provechosas para la economía mexicana. Por ello, y siguiendo las directrices impuestas por el ministro Méndez Aspe, el Comité Técnico se encargó de rastrear las posibilidades de llevar a cabo una inversión productiva en el país. En este sentido, la colaboración del CTARE con las autoridades mexicanas era fundamental, asegurando que las empresas iniciadas por el Comité no entraban en competencia con industrias locales y se incluían dentro de los planes de desarrollo previstos para México. Por tanto, se pretendía establecer una estrecha relación entre el organismo de ayuda y el gobierno mexicano. La propia configuración del consejo directivo del CTARE muestra claramente este propósito. Alejándose de la dirección de otros organismos de ayuda, compuesta por representantes de los diversos partidos políticos,23 el CTARE se configura realmente como un «Comité Técnico», formado por especialistas y técnicos en diversas materias cuya función era no solamente evaluar los proyectos empresariales, sino también estar en contacto con las diversas secretarías del Gobierno mexicano para asegurar su conveniencia. Cada uno de los miembros del Consejo era especialista en una temática para que se contara con la opinión de expertos.24 Además, el Comité se valía de tres secciones de apoyo creadas para asesorar sobre la conveniencia de los proyectos estudiados. Estas secciones eran: La asesoría jurídica: encargada del asesoramiento en todos los asuntos legales de las creaciones y actividades del Comité asegurando que todo se realizaba de acuerdo a la legislación mexicana. El Gabinete Técnico: compuesto por ingenieros y técnicos en diferentes materias, se dedicaba a la evaluación de los proyectos empresariales del Comité, así como de los que presentaban los refugiados. La Coordinación en los Estados: El Comité dispersará por todos y cada uno de los Estados mexicanos a sus «Agentes Coordinadores» que funcionaban como representantes del Comité Técnico en sus Estados, para tratar con las autoridades locales y gestionar cuanto sea necesario. Sus principales objetivos eran el asentamiento de los refugiados de su zona y la búsqueda de oportunidades de inversión productiva. 5 Se implanta una estructura administrativa encaminada a rastrear por todo el país posibilidades de inversión productiva que tuvieran el beneplácito de las autoridades mexicanas. Se trataba de poner en explotación recursos baldíos, no hacer competencia a industrias locales y dar colocación al mayor número de refugiados posible. Todo esto procurando, en primer lugar, lograr la máxima transparencia y legalidad en sus actuaciones para evitar cualquier posible enfrentamiento con las autoridades mexicanas. En este sentido, la piedra angular de todo el proyecto de inversiones debía ser la creación de una institución financiera que dotara de legalidad a todas las actividades. financiera industrial agrícola, S. A. (FIASA) Entre los objetivos propuestos con la creación de una institución financiera se encontraban los de constituirse en un elemento coordinador para el amplio programa de inversiones en diversos sectores que pensaba llevar a cabo el Comité. Al tiempo que podía servir de organismo de crédito que permitiera a los exiliados españoles recurrir a él para financiar sus iniciativas privadas. Del mismo modo podía, al ser una empresa mexicana, creada en México y con socios mexicanos, dotar a estas actividades del comité de una total legalidad y transparencia con respecto a las leyes del país. Y por último, suponía también una inversión más que permitiría la colocación de algunos refugiados.25 El objetivo del Comité Técnico es que la FIASA se transformara en la continuación natural del propio CTARE una vez pasaran los primeros y más difíciles momentos para los exiliados. Los trámites necesarios para la puesta en marcha de esta institución financiera resultaron ser más largos y complejos de lo esperado.26 Finalmente, a principios de septiembre de 1939, se constituye la «Financiera Industrial Agrícola, S. A.».27 El nombre elegido para la institución resulta tremendamente significativo, responde por completo a los ideales regeneracionistas que el Cardenismo buscaba satisfacer con la emigración española. Parece claro que con esta elección los miembros del Comité pretendían enviar un mensaje a la administración mexicana. Supone toda una declaración de intenciones en la que se deja ver que los campos de inversión preferentes para la nueva institución, recién creada, son los industriales y agrícolas, precisamente aquellos considerados perentorios por el gobierno cardenista. El CTARE dotó a la Financiera para comenzar sus actividades con un capital social inicial de $ 500.000 (pesos mexicanos). El primer consejo de Administración de la entidad quedará formado por Puche como presidente, el general José Miaja Menant como vicepresidente, como secretario el ex ministro de Industria José Franchy Roca y como gerente de la empresa Joaquín Lozano Radaban.28 La actividad de FIASA en el campo de la financiación no se limitó a aquellas actividades iniciadas por el Comité Técnico sino que también se dedicada a dotar 6 de financiación a los proyectos empresariales de los refugiados españoles ofreciéndoles unas condiciones mucho más favorables que ninguna otra institución de crédito. El requisito fundamental era que estos proyectos se enmarcaran dentro de los intereses del Gobierno mexicano. Es decir, sólo interesaban los proyectos que estableciesen explotaciones agrarias, mineras o de otro tipo en terrenos o productos que México tuviera improductivos, así como todo tipo de industrias que favoreciesen la creación de productos inexistentes en el país y que no entrasen en competencia con industrias nacionales. En este mismo sentido, no se aceptaban todos aquellos proyectos que incumplían los anteriores presupuestos o aquellos otros que pertenecían al sector servicios, como todo tipo de tiendas, restaurantes, etc. Y tampoco aquéllos dedicados a actividades comerciales no productivas, así como los hipotecarios dedicados a la instalación de viviendas particulares para los exiliados.29 Según las propias estadísticas elaboradas por FIASA, el volumen de los préstamos concedidos por el «Departamento de Créditos», hasta comienzos de 1941, se elevaba hasta los $ 244.748,00. De los que, para esa fecha, ya se habían recuperado $ 178.897,73. Siguiendo los datos del CTARE, por medio de estos préstamos y ayudas concedidas por el Comité y la FIASA, se fundaron en México, a manos de exiliados españoles, 151 empresas de diferente tipo, a lo que habría que sumar el establecimiento de 53 en ejercicio y de 6 despachos de abogados.30 En cuanto al funcionamiento de FIASA, hay que resaltar que esta institución fue, con mucho, la empresa de mayor longevidad de todas las creadas por el Comité Técnico, llegando incluso hasta finales de los años sesenta.31 Empleaba a una plantilla de alrededor de 40 empleados.32 Sin embargo, su desenvolvimiento económico estuvo siempre a expensas del funcionamiento del resto de los proyectos empresariales del CTARE. Fue, por tanto, la más perjudicada por los fracasos de las otras empresas financiadas por el Comité. Sin embargo, pudo sobrevivir a estos reveses y perdurar aún durante largos años. Para ello fue necesario que incrementase el capital social de la misma sucesivamente, pasando de los $ 200.000 aportados en un primer momento hasta los $ 500.000 que figuran en las escrituras (noviembre de 1939). Para octubre de 1940, el volumen total de movimientos manejado por la FIASA se elevaba hasta la nada desdeñable cantidad de casi 1.500.000 de pesos mexicanos.33 utopía colonizadora en chihuahua. la hacienda santa clara Como venimos señalando, las colonizaciones agrícolas eran, sin lugar a dudas, la actividad preferente para el Gobierno mexicano y, por tanto, el CTARE tratará de impulsarlas con todos sus recursos. El Comité pretendía financiar todos aquellos proyectos agrarios que le presentasen los refugiados españoles a iniciativa particular y demostrasen tener viabilidad económica. Para ello estaba programada, 7 como vimos, la creación de la FIASA. Sin embargo, los miembros del Comité empezaron a decantarse muy pronto por no diseminar esfuerzos creando multitud de pequeñas explotaciones,34 sino tratar de concentrarlos creando una gran explotación capaz de alojar a multitud de emigrantes. Una explotación que pudiera convertirse, además, en motivo de orgullo para toda la emigración española, así como en el buque insignia de las creaciones del Comité.35 En este sentido, se decidirá la adquisición de la Hacienda Santa Clara, en Chihuahua, a mediados de julio de 1939.36 La ubicación de la finca, en el estado de Chihuahua, al norte del país, parece responder al interés del gobierno azteca en colonizar las zonas despobladas del norte mexicano. Era necesario reforzar las fronteras frente a la expansión del gigante del Norte, ya que aún estaba patente en el recuerdo de los mexicanos el tratado de Guadalupe Hidalgo (1848), por el cual México tuvo que ceder más de la mitad de su territorio a los Estados Unidos.37 La finca ocupaba una extensión de terreno enorme, 140.000 hectáreas.38 Pero, según los propios informes del Comité, la realidad era que estos terrenos no eran, en general, actos para el cultivo. Además, las zonas más fértiles no podían utilizarse debido a que la hacienda ya había sido parcelada anteriormente. Figuraban dentro de la misma dos colonias agrícolas, una establecida por campesinos del lugar, descendientes de los antiguos trabajadores de la Hacienda, que cultivaban las pequeñas vegas de riego a lo largo del río Santa Clara, del cual tomaban el agua. La otra era una colonia menonita,39 ubicada en el centro mismo de la hacienda, y que pese a que se había iniciado con mucho impulso, por la falta de agua y condiciones adecuadas, había quedado reducida a unos pocos campesinos.40 A pesar de todos estos inconvenientes, los miembros del Comité pensaban que todas las dificultades serían solventadas por un buen plan de desarrollo y la inversión adecuada.41 Se llevó a cabo una muy fuerte inversión en dicha hacienda, aunque el criterio que primó no fue el de obtener los mayores beneficios sino el de colocar al mayor número de refugiados posible. De esta forma, el director de la Colonia, el ingeniero agrario Carlos Gaos, aplicó una orientación tendente, en la medida en que los factores técnicos lo permitían, a diversificar actividades, ya que, de esta manera, sería mayor el número de personas que encontrarían asiento en la colonia.42 El CTARE volcó todos sus esfuerzos en esta explotación. Sólo para el año 1940 el presupuesto de inversión para poner en marcha esta explotación se elevaba a los $ 2.250.000.43 Pese a todos estos proyectos, la realización de esta empresa se encontró con multitud de trabas, siendo la primera, precisamente, la dificultad para encontrar personal. Las primeras expediciones trasladaron hasta la finca a cerca de trescientos trabajadores.44 Trabajadores que, una vez llegados a Santa Clara, se encontraron un panorama sencillamente desolador. No existiendo prácticamente nada hecho, debían comenzar desde cero, empezando por construirse 8 cabañas para vivir, roturando las tierras y preparar todo para el trabajo. Además, la hacienda parecía un páramo yermo y el clima era bastante hostil. De modo que pronto comenzaron los rumores entre los emigrados acerca de las malas condiciones de la finca, desanimando a quienes deseaban aventurarse hasta allí.45 En este sentido, hay que entender también las medidas tomadas por el Comité, como desmantelar otros ranchos, como fue el caso de «las Margaritas», para concentrar todos los medios en Chihuahua, o enviar allí a cuantos refugiados estaban interesados en explotaciones agrarias. Por otra parte, parece ser que la organización y el sistema de trabajo dentro de la colonia también fue causa de enorme malestar entre sus trabajadores. La directiva estaba integrada exclusivamente por comunistas, lo que creaba tensiones entre los trabajadores que componían un grupo ideológicamente muy heterogéneo.46 De esta forma, en el otoño de 1940 no quedaban en la hacienda más de 95 trabajadores, todos de filiación comunista,47 por lo que FIASA tuvo que readaptar los planes de explotación de la finca, dando por perdida gran parte de la inversión realizada. Así continuó la hacienda funcionando hasta 1945, momento en que, finalmente, fue abandonada la explotación. los talleres «vulcano, S. A.». una industria de construcciones metálicas Los talleres Vulcano fueron una de las primeras empresas proyectadas por los miembros del Comité Técnico. Contaba con el beneplácito del Gobierno mexicano, interesado en la explotación de un sector prácticamente inédito en el país. Se trataba de unos talleres de fundición y construcciones metálicas. Los principales datos de su proyecto inicial los encontramos expuestos en el primer número del órgano del CTARE, el Boletín al Servicio de la Emigración Española: Vulcano S.A. de construcciones metálicas; Capital Inicial 600.000 pesos. Se construirán en sus talleres herramientas, armas cortas (Eibar y Toledo) y maquinaria agrícola.48 Aunque, como vemos en el proyecto inicial, se pretendía la fabricación de armas cortas, por las complicaciones que acarrea este tipo de industria finalmente se centrarán simplemente en la fabricación de toda clase de instrumental y de todos aquellos productos de la industria metalúrgica y sus derivados. Al mismo tiempo, también se instaló una sección de carpintería dedicada a la ebanistería y carpintería en general.49 El proyecto será impulsado con decisión por el CTARE. Así, el día 8 de julio de 1939 se autoriza la compra de un inmueble donde se instalarían los talleres.50 Carlos Rovira, director de Industria en el «Gabinete Técnico» del Comité, fue comisionado para la instalación de los talleres. Había sido el autor del proyecto de Vulcano y acabará siendo, además, su presidente una vez que se ponga en funcionamiento. El edificio seleccionado para alojar esta industria no resultó ser muy 9 adecuado por lo que tuvieron que hacerse modificaciones en profundidad para su adaptación. Por esta razón, los costes de instalación de esta empresa fueron enormes y se encontrarán gran cantidad de dificultades para su puesta en marcha. Los $ 600.000 que componía el capital inicial de la misma muy pronto se verán superados, teniendo que hacerse nuevas ampliaciones hasta el millón en 1941.51 La Vulcano empleó a un grupo relativamente alto de trabajadores de las ramas siderúrgica, mecánica y metalúrgica que eran, como vimos, uno de los sectores más numerosos entre los llegados en las primeras expediciones. Para la selección de los trabajadores se realizaron pruebas de aptitud en las que debían demostrar sus conocimientos del oficio.52 De esta forma, se contrató a un plantilla que oscilaba en torno a las 200 personas.53 A pesar de estos esfuerzos, la selección de personal finalmente no resultó adecuada provocando continuas quejas del gerente. Fueron numerosas las reclamaciones alertando sobre la falta de productividad de algunos empleados o su escasa adecuación para el puesto asignado. Unida a esta escasa productividad existía también un exceso de plantilla que afectará muy negativamente al rendimiento de la industria. Con estos planteamientos los resultados de los talleres Vulcano tuvieron un resultado muy negativo a lo largo de sus años de funcionamiento. Los balances se cerrarán generalmente con pérdidas y, para contrarrestarlas, el Comité se verá obligado a realizar continuas aportaciones o recurrir a la petición de nuevos préstamos. Así, para mayo de 1941 las deudas contraídas por la empresa se elevaban a $ 410.000.54 Ante esta situación de déficit desatado y continuo incremento de la deuda, finalmente la fábrica acabará siendo puesta a la venta en 1942. Entre las causas del fracaso de esta empresa podemos señalar, como una de las principales, el exagerado coste de su instalación que hizo que la fábrica difícilmente pudiera ser productiva. También resultó perjudicial la contratación de personas sin capacitación para puestos que requerían de una especialización profesional. El exceso de plantilla crónico fue común a todas las iniciativas emprendidas por el Comité Técnico, ya que se trataba de colocar al mayor número de refugiados posible, pero acabó disminuyendo la productividad. Todo esto, unido a una gestión deficiente que no fue capaz de ofrecer soluciones para las dificultades financieras que atravesaba la empresa, hizo que este ambicioso proyecto de industria jamás llegara a ser productivo. «industrias químico-farmacéuticas americanas» (IQFA) IQFA fue una empresa dedicada a la fabricación de medicamentos y materiales sanitarios y farmacéuticos. Nació de un proyecto presentado al Comité Técnico por Francisco Giral, hijo del ex ministro y líder de Izquierda Republicana, José Giral, y químico de bastante renombre, junto a su hermano Antonio Giral, médico de formación y el también doctor Julio Berdegue. El Comité Técnico se 10 interesó por el proyecto y lo incluyó dentro de su programa de inversiones para 1939. IQFA fue, además, una de las industrias más longevas de entre las creadas por el Comité Técnico, pues continuó funcionando hasta los años sesenta.55 El plan de negocio puesto en marcha por esta industria trataba de encontrar el éxito comercial en la fabricación de productos químicos y farmacéuticos que hasta ese momento no se fabricaban en el país, por lo que debían ser importados; de esta manera, se podrían ofrecer a un mejor precio con la consiguiente ventaja comercial.56 Sin embargo, los primeros pasos de esta industria fueron ciertamente difíciles, al parecer, por la pésima gestión llevada a cabo por su gerente, Antonio Giral, que acabó desembocando en su salida de la empresa.57 Antonio Giral trató de orientar la producción de la industria hacia la investigación, organizando varios laboratorios destinados a la investigación de nuevos productos comerciales.58 Sin embargo, este planteamiento chocaba frontalmente con los limitados recursos con los que contaba la empresa para su desenvolvimiento. Esto provocó que durante el primer período se acumularan cuantiosas pérdidas. Finalmente, Antonio Giral acabará siendo destituido. Se coloca en su lugar al doctor García Valdecasas que permanecería en ese puesto hasta 1941, año en que abandonó la dirección, que será asumida a partir de entonces por el propio presidente del CTARE, José Puche. Esta nueva dirección centró la orientación de la empresa en la producción comercial, abandonó la investigación y trató de recortar al máximo los gastos.59 Por otra parte, también hubo de variarse la orientación de la empresa, en un principio organizada con carácter cooperativo, la nueva administración acabó por convertirla en una sociedad anónima tradicional, lo que provocó sonoras protestas entre sus trabajadores.60 En cuanto a su funcionamiento, sabemos que fue una empresa de reducidas dimensiones que contaba, en mayo de 1940, con 23 trabajadores muy especializados, principalmente químicos, biólogos y médicos. IQFA contó para su instalación con un capital inicial de $ 175.000 que posteriormente, dadas las pérdidas iniciales, tuvo que ser aumentado realizando nuevas inversiones. Cabe destacar que fue una de las pocas industrias iniciadas por el Comité que finalmente pudo enderezar su rumbo perdurar algunos años. editorial séneca S. A. de publicaciones La idea de crear una editorial española en el exilio mexicano, se planteó incluso antes de la instalación del Comité Técnico en México.61 De hecho, el proyecto original fue entregado en Francia a Méndez Aspe, y éste lo incluirá entre los proyectos a aplicar en México cuando se complete la instalación del Comité Técnico en ese país.62 Con estos antecedentes, el Comité no tardó en plantearse su puesta en marcha y, en este sentido, se justifica la necesidad de su implantación basándose en que: Dicho proyecto no sólo interesa desde el punto de vista empresarial 11 sino también para mantener vivo el espíritu de la República a través de las obras que se editen.63 Con la creación de esta editorial, el CTARE pretendía no solamente crear una empresa que diera ocupación a un grupo de refugiados de difícil colocación en el exilio, como eran los profesionales del campo editorial, sino ofrecer asimismo una obra cultural perdurable que mantuviera la conciencia identitaria de los españoles del exilio. Podemos leer en las páginas Boletín del CTARE: Para nosotros, ahora sí, es más importante publicar un libro que abrir un surco o fabricar motores. Por dos razones: la primera porque es el vehículo de la cultura el único que enlaza [...] el alma hispana con el alma americana y lo ha convertido en vasos comunicantes de comunicación perfecta, y la segunda porque tenemos el deber de conservar lo que los facciosos destruyen. Los facciosos no derriban fábricas, ni deshacen telares. [...] Incluso aumentarán la producción si pueden a costa, claro está, de los españoles trabajadores. En cambio queman máquinas, libros e instrumentos de cultura. Son grandes enemigos de un régimen montado sobre la cerrilidad cuartelera y la ignorancia señoritil.64 Por tanto, la creación de una editorial tenía una doble finalidad. Por un lado, incrementar los lazos culturales con la América hispana que acogió a los refugiados, y por otro, funcionar como un elemento más de lucha contra el fascismo. Lo que se muestra es, por tanto, el deseo de dar a conocer en la América Hispana la ‘verdadera’ España’, el espíritu abierto de la cultura española a través de las obras de sus más grandes autores de todos los tiempos remarcando a la vez la diferencia con la España franquista.65 En suma, se trataba de una entidad que al igual que otras de las creadas por el Comité Técnico, no perseguía únicamente una finalidad económica. El número de trabajadores que ocupaba nunca fue muy elevado, como no lo fue tampoco el volumen de negocios que alcanzó. El objetivo era, como sus mismos creadores argumentaban, ofrecer, en el exilio mexicano, un medio desde el que poder alzar su voz los derrotados de la guerra, desde donde mantener vivo el espíritu de la República y a la vez reafirmar los lazos entre esa España democrática derrotada y las repúblicas hispanoamericanas que la acogieron. En cuanto a sus resultados prácticos, podemos decir, en su beneficio, que al menos sirvió para que un grupo de intelectuales exiliados pudieran publicar las obras que tenían aparcadas por los difíciles momentos de la guerra y el exilio, así como para dar ocupación a un grupo reducido de trabajadores durante varios años. La editorial Séneca comenzó a funcionar a finales de septiembre de 1939 con un capital inicial de $ 300.000 bajo la dirección del escritor José Bergamín, que fue su gerente y auténtico impulsor.66 Los balances anuales estarán presididos sempiternamente por las pérdidas. Un déficit crónico que hará incrementarse las deudas de la empresa progresivamente. Las continuas aportaciones hechas por el 12 CTARE, muy interesado en la dimensión cultural de este proyecto, le permitieron sobrevivir algunos años, hasta que, finalmente, en 1948, se decida el cierre definitivo de la empresa.67 talleres de imprenta «la industrial gráfica» Fue «La industrial Gráfica» una de las empresas más modestas de las iniciadas por el CTARE en 1939. Se trataba de una pequeña imprenta dedicada a todo tipo de trabajos en su campo. La idea era que funcionara como una industria auxiliar de otras creadas por el Comité. Serviría para imprimir los libros editados por Séneca, así como para cubrir las necesidades de papel membreteado y demás documentos necesarios para el trabajo del Comité Técnico y todas sus iniciativas. En esta ocasión, se buscaba dar trabajo a miembros de una de las profesiones con más abolengo dentro del socialismo español, pues de ella surgieron sus primeros líderes en España. Estamos hablando, claro está, de los tipógrafos. Los talleres de imprenta comenzaron a funcionar a finales de 1939. Se organizaron bajo la forma de una cooperativa donde los propios obreros formarían su Consejo de Administración. Dicho Consejo estuvo presidido por Emilio Álvarez Fariñas, quien también será el gerente de la empresa. Además, aparecen otros nombres como Edmundo Lorenzo Santiago, Francisco Núñez Tomás, Amaro del Rosal, Ramón Lamoneda, Modesto Sedeño, Luís Guillén Guardiola, Gregorio Pastor de la Pisa, Pedro Martínez Cortín y Pedro Martín Puente.68 El capital inicial de la imprenta era bastante modesto, en comparación con otros proyectos, $ 25.000. Sin embargo, los planes iniciales eran ambiciosos –se afirmaba que la empresa llegaría a emplear a trescientos trabajadores–, aunque lo cierto es que, al iniciarse los trabajos, la plantilla era de 32 obreros organizados en dos turnos. Aunque, con el tiempo, se acabará organizando un tercer turno con lo que la plantilla llegará a contar con 37 empleados.69 No le faltará trabajo a los talleres, por lo menos en lo que a sus primeros momentos se refiere, ya que todas las empresas relacionadas con el CTARE y el propio Comité encargaban los trabajos que iban necesitando a dichos talleres. Su principal cliente era la Editorial Séneca que realizaba allí la impresión de sus publicaciones ofreciendo así desde el comienzo un importante volumen de trabajo. El Fondo de Cultura Económica encargó varios trabajos y una sección de la Casa de España también imprimía allí sus publicaciones.70 Sin embargo, el funcionamiento de los talleres fue siempre deficiente, ya que no podían hacer frente a todos los pedidos, por lo que acabarán perdiendo todos los clientes ajenos al CTARE. Incluso la Editorial Séneca tuvo que recurrir a otras imprentas para disponer de sus publicaciones a tiempo. Las causas de este mal funcionamiento pueden achacarse a deficiencias en la maquinaria adquirida y a 13 una mala gestión de su directiva.71 Asimismo los conflictos entre los miembros de la plantilla fueron constantes, lo que acabaría perjudicando la productividad. El fracaso de las otras empresas vinculadas al Comité Técnico hizo que La Industrial Gráfica perdiera buena parte de sus clientes. Finalmente se echó el cierre a los talleres en el verano de 1941.72 conclusiones A lo largo del artículo hemos analizado someramente el programa de inversiones llevado a cabo por el CTARE en México en 1939. Hemos comentado las circunstancias que rodearon el nacimiento del Comité Técnico y que configuraron en gran medida las líneas cardinales de lo que sería su iniciativa empresarial. Para tener una mayor perspectiva de lo que significó esta actividad, en términos cuantitativos, debemos esclarecer las cantidades invertidas en cada uno de los proyectos estudiados. Podemos hacerlo en el cuadro adjunto: Tabla I REPARTO DE LA INVERSIÓN INDUSTRIAL DEL CTARE EN 1939 Personal EMPRESA Capital inicial Porcentaje gasto Empleado FIASA 500.000 12,99% 37 Santa Clara 2.250.000 58,44% 270 Vulcano 600.000 15,58% 197 IQFA 175.000 4,55% 23 Séneca 300.000 7,79% 35 Industrial Gráfica 25.000 0,65% 37 TOTAL $ 3.850.000 599 Fuente: Elaboración Propia a partir de diversa documentación. Si observamos las cifras que arroja el cuadro podemos destacar que, en inversión industrial, el Comité empeñó, solamente en su primer año de actuación, en 1939, aproximadamente casi cuatro millones de pesos. Una cantidad que sirvió para dar ocupación a unas seiscientas personas. De esa cantidad, prácticamente el 60% se invirtió en la Hacienda «Santa Clara», toda una utopía colonizadora de enormes dimensiones que pretendía colmar las esperanzas del Gobierno mexicano de poblar zonas inertes del norte del país y que acabó convirtiéndose en un sonoro fiasco. Cabe preguntarse en qué medida se impusieron los deseos presidenciales de colonización frente a las posibilidades que ofrecía el escaso número de campesinos arribados a México. Lo cierto es que fue el Comité Técnico quien decidió 14 la creación de una explotación agraria de las dimensiones de Santa Clara. Quizá hubiera podido colocarse a todos los campesinos refugiados en el país mediante pequeñas explotaciones diseminadas por todo el país, pero finalmente se decidió concentrar todos los esfuerzos en un gran proyecto común. En esta decisión influyeron, sin duda, las presiones cardenistas, pero fue más determinante el deseo de realizar una gran obra perdurable que supusiera el paradigma de los beneficios de la emigración republicana. Sin embargo, el buque insignia de las creaciones del CTARE acabó por convertirse en el máximo exponente de sus fracasos. En este fracaso influyeron tanto una mala elección de la finca como el plan de explotación y el régimen de trabajo implantado. En cuanto al sistema de explotación, tanto en Santa Clara como en el resto de iniciativas, podemos comprobar que se tuvo preferencia por establecer empresas que funcionaran en forma de cooperativas. Es el caso de Santa Clara, pero también de IQFA y la Industrial Gráfica. Este sistema resultó problemático en los tres casos mencionados. En Santa Clara e IQFA resultó causa de fuertes disputas entre sus trabajadores y directivos, mientras que la Industrial Gráfica nunca resultó productiva. Podemos cuestionarnos si no fue una equivocación implantar este sistema que puede achacarse a motivaciones políticas. Como vimos, a pesar de la apariencia de país socialista que había ofrecido Cárdenas al mundo, México continuaba manteniendo un sistema económico y social plenamente capitalista. Por tanto, quizá los sistemas cooperativistas no fueron los más adecuados para el entorno mexicano ni para unos trabajadores españoles que, a pesar de la experiencia de la guerra, estaban, en general, poco acostumbrados a este tipo de explotaciones. La evolución de estas empresas estará, en su mayor parte, abocada al fracaso, y varias fueron las causas que lo impulsaron: mala gestión, escasa preparación técnica, preferencia por el nepotismo en las selecciones de personal, y sobre todo, la falta de una auténtica mentalidad empresarial. Estas empresas actuarán supeditadas a su función social, tendiendo a colocar al mayor número de refugiados posible. El exceso crónico de personal las hizo difícilmente rentables. Si calculamos el total del patrimonio con que contó el CTARE en unos 10 millones de pesos,73 podemos comprobar que casi un 40% del mismo se empeñó en la creación de una serie de industrias que tan sólo dieron empleo a unos seiscientos refugiados y, que además, se convirtieron en una fuente de continuas pérdidas. Sus pérdidas serán continuas y cuantiosas, y contribuirán a acabar en pocos meses con los fondos de que disponía el Comité Técnico, quedándole muy poco margen para atender el resto de sus actividades, como la manutención de albergues y comedores, el mantenimiento de colegios e instituciones culturales y los auxilios que se entregaban en metálico, el coste de todo lo que, para ese mismo año de 1939, se elevó por encima del millón de pesos.74 Toda esta serie de fracasadas inversiones acabaron por agotar prematuramente los fondos del Comité que, final15 mente, tuvo que suspender todas sus actividades de ayuda en el verano de 1940. Frecuentemente, los miembros del CTARE achacaron el fracaso de sus iniciativas a la pérdida del cargamento del yate Vita, pues los fondos que transportaba hubieran permitido realizar nuevas aportaciones para salvar las inversiones realizadas. Lo cierto es que, como hemos demostrado, el problema que llevó al fracaso de estas empresas no fue sólo la falta de inversión, sino errores de planteamiento y gestión. Además, Negrín declaró en repetidas ocasiones que no había enviado el «tesoro del Vita» para invertirlo en México sino para ponerlo a buen recaudo de cara a un futuro restablecimiento de las instituciones republicanas en España.75 Por tanto, la pérdida del Vita no pudo suponer un varapalo para los proyectos del Comité pues, desde el principio, no contaban con esos fondos. A modo de conclusión, debemos volver a la pregunta inicial de este artículo: ¿Aupuso la iniciativa empresarial del Comité Técnico un impulso económico para México? En términos generales, la respuesta debe ser negativa. Los grandes proyectos que Indalecio Prieto había planteado a Cárdenas tuvieron que ser afrontados por un CTARE que contaba con unos recursos muy limitados. Hay que destacar que el Comité inició proyectos muy ambiciosos que, sin embargo, por varias causas, acabaron fracasando. No obstante, muchos proyectos particulares iniciados con créditos de FIASA tuvieron gran éxito y acabaron convirtiéndose en empresas muy sólidas. Debemos, por último, valorar la función social que tuvieron estas empresas, permitiendo una primera y muy necesaria colocación en los momentos más difíciles que exigían una rápida adaptación a la nueva realidad en el exilio. notas Las cifras sobre el número de refugiados arribados a Francia varia según los autores. Las más fiables son las ofrecidas por Javier Rubio que señala una cantidad de 470.000 refugiados en febrero de 1939, cifra que, sumada a los llegados en otras fases de la guerra establecería el número total de los refugiados pasados por Francia en alrededor de los tres cuartos de millón. RUBIO, J. La emigración de la Guerra Civil de 1936-1939, Vol. I, Editorial San Martín, 1977, p. 106. Un muy buen relato de estos primeros momentos del exilio en Francia elaborado con gran cantidad de fuentes orales lo encontramos en ALTED, Alicia, La voz de los vencidos, Madrid, Aguilar, Taurus, Alfaguara, 2005. 2 Mucho se ha especulado sobre la actuación del Gobierno francés en la recepción de los refugiados republicanos y pese a que es cierto que la magnitud del éxodo desatado desbordó toda previsión también lo es que se les venía advirtiendo desde hacía tiempo de la posibilidad de esta contingencia y no se hizo apenas ningún preparativo. Este extremo es bien corroborado en ALTED, Alicia, ob. cit., p. 64. Sobre los exiliados españoles en Francia destacamos la consulta de Cervera, Javier, La guerra no ha terminado: el exilio español en Francia, 1944-1953. Madrid, Taurus, 2007; DREYFUS-ARMAND, Geneviève, El exilio de los republicanos españoles en Francia: de la Guerra Civil a la muerte de Franco. Barcelona, Crítica, 2000; CUESTA, Josefina y BERMEJO, Benito (coords.), Emigración y exilio: españoles en Francia 1943-1946. Madrid, Eudema, 1996; SORIANO, Antonio, Éxodos: historia oral del exilio republicano en Francia; 1 16 1939-1945. Barcelona, Crítica, 1989 y VILANOVA, Antonio, Los exiliados españoles en la Segunda Guerra Mundial, París, Ruedo Ibérico, 1969. 3 Entre las numerosas obras dedicadas a los campos de concentración en Francia cabe recomendar la consulta de la de RAFANEAU-BOJ, Marie-Claude, Los campos de concentración de los refugiados españoles en Francia: 1939-1945. Barcelona, Omega, 1995 y el testimonio de Montseny, Federica, Pasión y muerte de los españoles en Francia. Toulouse, Espoir, 1969. 4 Sobre las relaciones amistosas forjadas entre revolucionarios mexicanos y socialistas y republicanos españoles desde los años 20 que impulsaron esta colaboración recomendamos consultar la obra de MATEOS, Abdón, De la Guerra Civil al exilio: Los republicanos españoles y México, Indalecio Prieto y Lázaro Cárdenas, Madrid, Biblioteca Nueva, Fundación Indalecio Prieto, 2005. Sobre la colaboración y apoyo diplomático de México a la República española durante la Guerra Civil es fundamental consultar MATESANZ, José Antonio, Las raíces del exilio, México ante la Guerra Civil española, 1936-1939, México, D. F., El Colegio de México, Centro de Estudios Históricos, UNAM, Facultad de Filosofía y letras, 1999. 5 Respecto a la etapa de Negrín en el exilio puede consultarse su última y más completa biografía MORADIELLOS, Enrique, Don Juan Negrín, Barcelona, Ediciones Península, 2006, 461-571. Sobre los pleitos entre éste e Indalecio Prieto y otros líderes republicanos puede consultarse GIBAJA VELÁZQUEZ, José Carlos, Indalecio Prieto y el socialismo español, Madrid, Editorial Pablo Iglesias, 1995, pp. 170-235. También el más reciente: MATEOS, Abdón, La Batalla de México. Final de la Guerra Civil y ayuda a los refugiados, 1939-1945, Madrid, Alianza Editorial, 2009. Muy interesante como fuentes para el enfrentamiento Prieto-Negrín resultan los escritos de Prieto en PRIETO, Indalecio, Cómo y por qué salí del Ministerio de Defensa Nacional, Barcelona, Fundación Indalecio Prieto & Editorial Planeta, 1989; PRIETO, Indalecio (Comp.), Epistolario Prieto-Negrín, Barcelona, Fundación Indalecio Prieto & Editorial Planeta, 1990. También sobre las pugnas internas del republicanismo conviene la consulta de DUARTE, Ángel, El otoño de un ideal: el republicanismo español su declive en el exilio de 1939, Madrid, Alianza Editorial, 2009. 6 La definición es de MORADIELLOS, Enrique, Don Juan Negrín, Barcelona, Ediciones Península, 2006. p. 477. 7 Las cifras de refugiados en México oscilan según las fuentes, pero las más fiables nos las ofrecen Vicente Llorens, que estima que el número total de refugiados superó los 15.000 llegando a alcanzar incluso los 20.000. En LLORENS, Vicente, «La emigración republicana de 1939» en ABELLÁN, José Luis, El exilio republicano español de 1939, Vol. I, La emigración republicana, Madrid, Taurus, 1976, pp. 126-127. Estas cantidades han sido corroboradas por Dolores Pla quien establece un total de 20.482 españoles llegados entre 1936 y 1950 basándose en los datos de la Dirección General de Estadística. PLA BRUGAT, Dolores, Els exiliats catalans: un estudio de la emigración republicana española en México, México, INAH, Orfeó Català de Mexic, Libros del Umbral, 1999 y por Clara Lida, quien, investigando el Registro Nacional de Extranjeros, señala la cifra de 17.500 registros de entrada de españoles mayores de 15 años entre 1936 y 1950. LIDA, Clara E. con la colaboración de GARCÍA MILLÉ, Leonor, «Los españoles en México: de la Guerra Civil al franquismo, 1939-1951» en LIDA, Clara E. (coord.), México y España durante el primer franquismo, rupturas formales, relaciones oficiosas, 1939-1950, México, El Colegio de México, 2001. pp. 203-252. 8 MATESANZ, José Antonio, ob. cit., 1999, pp. 254-255. 9 FAGEN, Patricia, Transterrados y ciudadanos. Los republicanos españoles en México, México, FCE, 1975, p. 23. 10 Subsecretario de Gobernación y vicesecretario del PSOE, fue enviado a México en 1937 para negociar sobre la adquisición de algunos materiales de guerra, pero está sobradamente com- 17 probado que también se dedicó a sondear ante Cárdenas si aceptaría la llegada de refugiados en caso de producirse una derrota. Según VIDARTE, Juan Simeón, Todos fuimos culpables. Testimonio de un socialista español, México, Grijalbo, 1976, p. 789. 11 Prieto había sido invitado por el presidente Cárdenas a México un poco antes del final de la Guerra Civil. Allí se ganó rápidamente la confianza del Presidente pasando a ser prácticamente el embajador oficioso de la España republicana al cierre de su Embajada. Véase CABEZAS, Octavio, Indalecio Prieto. Socialista y español, Madrid, Algaba Ediciones, 2005, p. 433. 12 PIÑA SORIA, Antolín, El presidente Cárdenas y la inmigración de españoles republicanos, México, Multígrafos SCOP, 1939, pp. 12-13. 13 Según MATEOS, Abdón, op. cit., 2005, p. 118. 14 Véase ORDÓÑEZ ALONSO, M.ª Magdalena, El Comité Técnico de Ayuda a los republicanos españoles: Historia y documentos, 1939-1940, México, INAH, 1997. 15 Véase BARONA, J. L. y MACEBO, M. F., José Puche Álvarez (1896-1979): Historia de un compromiso. Estudio bibliográfico y científico de un republicano español, Valencia, Generalitat Valenciana, 1989. 16 Véase LLORENS, Vicente, «La emigración republicana de 1939», en Vol. I de ABELLÁN, José Luis, El exilio republicano español de 1939, Madrid, Taurus, 1976. 17 La cita es de BOTELLA, Virgilio, ¿Por qué escribo sólo de la Guerra Civil y del exilio?, Conferencia leída en el Ateneo Obrero de Gijón el 14 de abril de 1989, Gijón, Fundación Municipal de Gijón. Citado en ALTED, Alicia, La voz de los vencidos, Madrid, Aguilar, Taurus, Alfaguara, 2005. 18 Sobre las relaciones de Bassols con el Frente Popular y su labor a favor de los refugiados españoles conviene consultar NAUFAL TUENA, Georgina, «Narciso Bassols en la trinchera pública. Su lucha a favor de la España republicana y en contra del fascismo» en Los refugiados españoles y la cultura mexicana, México, COLMEX, 1999, pp. 383-417. 19 Carta de Bassols a Adalberto Tejeda el 17 de febrero de 1939. En Bassols, Narciso, Cartas, México, UNAM/IPN, 1986, p. 353. 20 Los datos de este perfil son los expuestos en PLA BRUGAT, Dolores. Els exiliats catalans: un estudio de la emigración republicana española en México, México, INAH, Orfeó Català de Mexic, Libros del Umbral, 1999, p. 169. 21 ROSAL, Amaro del, El oro del Banco de España y la historia del Vita, México, Grijalbo, 1976, p. 84 22 Sobre el periodo de Cárdenas en México existe una abundantísima bibliografía, entre la que podemos destacar, entre otras, las obras de CÓRDOVA, Arnaldo, La política de masas del cardenismo, México, Era, 1974; GONZALEZ, Luis, Los días del presidente Cárdenas, México, El Colegio de México, 1981; GILLY, Adolfo, El cardenismo, una utopía mexicana, México, Cal y Arena, 1994; IANNI, Octavio. El estado capitalista en la época de Lázaro Cárdenas, México, Era, 1977; MEDIN, Tzvi, Ideología y praxis política de Lázaro Cárdenas, México, Siglo XXI, 1977; LOYOLA, Rafael, El ocaso del radicalismo revolucionario. Ferrocarriles y petróleos 19381947, México, Instituto de Investigaciones Sociales-UNAM, 1991. 23 Será por ejemplo el caso de la Junta de Auxilio a los Republicanos Españoles (JARE), de inspiración Prietista, cuya cúpula directiva en París estará formada por representantes de cada uno de los partidos que apoyaron su creación. Su Delegación en México igualmente tendrá dirigentes en calidad de representantes políticos. Al respecto de la creación de la JARE podemos consultar: GIBAJA VELÁZQUEZ, José Carlos, Indalecio Prieto y el socialismo español, Madrid, Editorial Pablo Iglesias, 1995, pp. 217-254. También la Dirección del SERE estará constituida por representantes políticos como podemos ver en RUBIO, Javier, La emigración de la Guerra Civil de 1936-1939, historia del éxodo que se produce con el fin de la Guerra Civil, Vol. I, Madrid, Librería Editorial San Martín, 1977, pp. 133-134. 18 Así, por ejemplo, en los temas médicos se acudía al Dr. Puche, para los de educación, como serán los que afecten a la creación de los colegios Cervantes y Luis Vives, se trataba con Agustín Millares, a quien se le comisionaba para cualquier gestión cerca de la Secretaría de Educación Pública Mexicana. De los temas culturales se encargaba al escritor José Carner, como será la creación de la editorial Séneca; además, Carner era el encargado de realizar las gestiones frente a las Secretarías de Gobernación y Relaciones Exteriores. Díaz de Cossío se ocupaba de evaluar los proyectos agrarios e industriales y sería el intermediario ante las Secretarías de Agricultura y Economía. Por último, al Sr. Lozano también se encargará la evaluación de proyectos agrarios e industriales y será el representante del Comité ante la Secretaría de Hacienda. Según Borradores de las Actas del Consejo del CTARE, Biblioteca Nacional de Antropología e Historia, fondo del CTARE, caja 232, exp. 6476. México D.F. 25 La creación de una institución financiera estuvo desde el primer momento en los planes del comité. En una de las primeras actas del mismo nos encontramos con el siguiente acuerdo: Se lee el proyecto de la constitución de la Sociedad Bancaria o Entidad de Crédito y se discute respecto a algunas modificaciones necesarias. Se acuerda darle el nombre de: FINANCIERA DE INDUSTRIA Y AGRICULTURA, S. A., con capital inicial de $100.000 debiendo presentar en la Secretaría de Hacienda el proyecto definitivo». En Borradores de las Actas del Consejo del CTARE, Acta nº 3, 10 de julio de 1939. Biblioteca Nacional de Antropología e Historia, fondo del CTARE, caja 232, exp. 6476. México D.F. 26 Antes de su puesta en marcha debían obtener la autorización de la Secretaría de Relaciones Exteriores y de la Secretaría de Hacienda para el proyecto. El permiso de Relaciones Exteriores era necesario desde el punto de vista de que la sociedad en proyecto iba a estar constituida por un alto porcentaje de extranjeros refugiados, cuya situación aún no había sido formalizada totalmente con respecto a la legislación mexicana, aunque esta Secretaría dará pronto su visto bueno. Certificado expedido por la Secretaría de Asuntos Exteriores, México D.F., 12 de septiembre de 1939, Biblioteca Nacional de Antropología e Historia, fondo del CTARE, caja 189, exp. 6277. Por otra parte, también era necesaria la participación de la Secretaría de Hacienda para la creación de una sociedad de estas características, ya que se precisaba un contrato de concesión firmado por esta entidad en representación del Gobierno Federal para que la sociedad financiera en proyecto pudiera actuar con respecto a la ley general sobre instituciones de Crédito. Podemos consultarlo en Concesión que el C. Eduardo Suárez, Secretario de Hacienda y Crédito Público, otorga al Sr. José Puche Álvarez, S.F., Biblioteca Nacional de Antropología e Historia, fondo del CTARE, caja 189, exp. 6277. 27 El 13 de septiembre de 1939 se firma la escritura de constitución de la financiera ante el notario público Salvador del Valle. Según Copia simple de la escritura # 15.381 de constitución de la Financiera Industrial Agrícola, S. A., México D.F., 13 de septiembre de 1939, Biblioteca Nacional de Antropología e Historia, fondo del CTARE, caja 189, exp. 6277. 28 En realidad, Joaquín Lozano era el verdadero impulsor y director de este proyecto. Como veremos en otros proyectos, era frecuente que se situara en los Consejos de Administración de las empresas del CTARE a destacadas figuras del exilio español que tenían dificultades para encontrar ocupación, a pesar de que, en muchas ocasiones, no tuvieran ninguna experiencia en este tipo de cargos. Queda claro en este caso con la colocación del general Miaja. Copia simple de la escritura #15.381 de constitución de la Financiera Industrial Agrícola, S. A., México D.F., 13 de septiembre de 1939, Biblioteca Nacional de Antropología e Historia, fondo del CTARE, caja 189, exp. 6277. 29 Finalidades para las que no se puede solicitar auxilio o préstamos del Comité, México D.F., 4 de septiembre de 1939, Biblioteca Nacional de Antropología e Historia, fondo del CTARE, exp. 6406. 24 19 Ver Relación de las industrias y establecimientos iniciados por los refugiados políticos españoles en la República Mexicana, S.F., Biblioteca Nacional de Antropología e Historia, fondo del CTARE, caja 232, exp. 6478. 31 Según se deduce de las declaraciones de José Puche en Entrevista al doctor José Puche Álvarez realizada por María Luisa Capella en la ciudad de México, el 10 de septiembre de 1978. Archivo de la palabra, INAH, SEP, PHO/10/2. 32 Colocados por el Comité, S.F., Biblioteca Nacional de Antropología e Historia, fondo del CTARE, caja 197, exp. 6359. 33 FIASA, movimiento de Capital, México D.F., 1940-1943, Biblioteca Nacional de Antropología e Historia, fondo del CTARE, caja 189, exp. 6278. 34 No fue, pues, Santa Clara el único proyecto agrario del CTARE aunque, con mucho, fue el más relevante, convirtiéndose en todo un símbolo de su obra, y posteriormente también de su fracaso. Entre los otros proyectos agrarios financiados por el Comité podemos citar: Los ranchos de «Doña Rosa» y «San Antonio Abad» en Toluca, rancho «La Calera» en Tenango, Los ranchos de «Los Cedros» y de «La Palma» en Zumpango (estos primeros cinco ranchos se localizaban en el Estado de México), rancho «Las Margaritas» en Michoacán, colonia «La Laguna» en Viescas (Coahuila), rancho «El Paraíso» en Iztapalapa (D.F.); dos colonias agrícolas en Chihuahua (una en la hacienda de Santa Sabina y otra en la hacienda de Santa Clara); Colonia agrícola en Coscapa (Veracruz), Finca rústica «La Almansa»; fincas agrícolas de «El Blanco», «La Unión», «San Antonio de la Calera» en la región del Istmo de Tehuantepec (Chiapas); terreno «La Cantiga» en el municipio de Cosoleacaque (Veracruz); Finca «Arroyozarco»; colonia agrícola «Juan de Herrera»; Finca «Molino de Sán José»; Granjas «La Gloria», «Vizcaya» y Rancho «Guadalupe»; ranchos de «El Cuervo», «Gandarilla», «Tecoac» y «Escobas de Abajo» (desconocemos la ubicación de estos ranchos). Las inversiones del Comité y posteriormente FIASA en nuevos proyectos agrícolas se reiniciaron cuando comenzó a demostrarse el fracaso de Santa Clara. Localización de la Finca según Informe General sobre la Hacienda Santa Clara, presentada por el Ingeniero Alberto Casavantes, Chihuahua, 24 de julio de 1939, Biblioteca Nacional de Antropología e Historia, fondo del CTARE, caja 187, exp. 6230. 35 Los primeros indicios de este proyecto los encontramos en Borradores de las Actas del Consejo del CTARE, Acta nº 3, 10 de julio de 1939. Biblioteca Nacional de Antropología e Historia, fondo del CTARE, caja 232, exp. 6476. México D.F. 36 Borradores de las Actas del Consejo del CTARE, Acta nº 6, 17 de julio de 1939, Biblioteca Nacional de Antropología e Historia, fondo del CTARE, caja 232, exp. 6476. México D.F. 37 Véase MATESANZ, José Antonio, Las raíces del exilio. México ante la Guerra Civil española, 1936-1939. México, El Colegio de México, UNAM, 1999, p. 256. 38 Téngase en cuenta que 140.000 hectáreas se corresponden con 1.400 km2, y por poner un ejemplo que nos sirva de referencia la provincia más pequeña de España es Guipúzcoa que cuenta con una superficie de 1.909 km2. 39 Los menonitas eran, y son, un grupo religioso que procedentes de Manitoba (Canadá), se internaron en México con facilidad durante el gobierno obregonista. Se distribuyeron 8.025 en la hacienda de Bustillos, perteneciente al latifundio de la familia Zuloaga en el municipio de Cusihuiriachic (hoy Cuauhtémoc); 511 en el municipio de Namiquipa y 727en el municipio de Riva Palacio. 40 Informe General sobre la Hacienda Santa Clara, presentada por el ingeniero Alberto Casavantes, Chihuahua, 24 de julio de 1939, Biblioteca Nacional de Antropología e Historia, fondo del CTARE, caja 187, exp. 6230. 30 20 El proyecto de explotación de la finca fue realizado por dos ingenieros agrónomos de reconocido prestigio como Vázquez Humasqué y Nicador Almarza. 42 Informe preliminar sobre las memorias presentadas por los señores Vázquez Humasqué y Nicador Almarza, Colonia Santa Clara, Chihuahua, 31 de agosto de 1939, Biblioteca Nacional de Antropología e Historia, fondo del CTARE, caja 187, exp. 6235. 43 Trabajos a realizar, Anexo 3: Inversiones a realizar en 1940, México D.F., 14 de agosto de 1939, Biblioteca Nacional de Antropología e Historia, fondo del CTARE, caja 187, exp. 6231. 44 Los Españoles en la Hacienda Santa Clara», En Boletín al servicio de la emigración española, número 4, México D.F., 7 de septiembre de 1939. 45 Prueba de la fuerza de estos rumores, fue que, para contrarrestarlos, en el Boletín que editaba el CTARE, se incluyeron hasta en tres ocasiones cartas escritas por trabajadores de la Hacienda a sus familiares y amigos en las que describen en términos muy positivos la vida y el trabajo en Santa Clara. Esto demuestra que el Comité tenía verdaderas dificultades para encontrar nuevos voluntarios y se esforzaba en desmentir los rumores derrotistas. Nos referimos a los artículos aparecidos bajo los títulos «Una carta expresiva», «Santa Clara va bien» y «Una carta de Chihuahua» en Boletín al servicio de la emigración española, n.º 8, 9 y 14, los días 12 y 19 de octubre y 23 de noviembre de 1939. 46 Según uno de los médicos de la Colonia, Antonio Navarro: [...] éramos de todas las organizaciones y todos los partidos: habían socialistas, habían comunistas, habían republicanos, habían cenetistas, por no decir faístas, porque era más que nada eran cenetistas..., Declaración extraída de Entrevista realizada a Antonio Navarro en su domicilio particular de la ciudad de Guadalajara (México), por Enriqueta Tuñon, los días 29 y 30 de Noviembre y 1° de Diciembre de 1979, Archivo de la palabra, México-España, INAH- Ministerio de Cultura español, 1979, pp. 155 y 156. 47 Según Entrevista realizada a Antonio Navarro en su domicilio particular de la ciudad de Guadalajara (México), por Enriqueta Tuñon, los días 29 y 30 de noviembre y 1° de diciembre de 1979, Archivo de la palabra, México-España, INAH-Ministerio de Cultura español, 1979. 48 «Realizaciones del Comité Técnico de Ayuda a los Españoles», En Boletín al servicio de la emigración española, n.º 1, México D.F., 15 de agosto de 1939. 49 Según Vulcano, Construcciones mecánicas, S. A., México D.F., a 26 de marzo de 1941, en Fundación Pablo Iglesias, Archivo Amaro del Rosal Díez, Carp. 296, exp. 25. 50 Borradores de las Actas del Consejo del CTARE, Acta nº 2, 8 de julio de 1939. Biblioteca Nacional de Antropología e Historia, fondo del CTARE, caja 232, exp. 6476. México D.F. 51 Los costes de las obras de acondicionamiento de los talleres se elevaron a $ 27.965,37, a los que habrá que añadir otras más del mobiliario y equipamiento del taller, que se elevarán a $ 93.595,54, la maquinaria que costará $ 417.594,31, el mobiliario y equipamiento de oficina, necesario para la sección administrativa de la empresa, con un coste de $ 5.788,86, así como el de equipos de transporte, $11.735 y las herramientas $ 26.370,16. Todos estos datos son de Vulcano, Construcciones Mecánicas, S. A., Balance de Situación al 31 de diciembre de 1941, en Fondo Histórico del Ateneo Español de México, exp. FHAEM 28.339.23, México D.F. 52 Los listados con los resultados de estas pruebas de selección se pueden consultar en Biblioteca Nacional de Antropología e Historia, Fondo del CTARE, Caja 197, exp. 6376, México D.F. 53 Relación del personal que trabaja en estos talleres Vulcano, S. A., México D.F., 25 de octubre de 1939, en Biblioteca Nacional de Antropología e Historia, Fondo del CTARE, Caja 197, exp. 6375. 54 Vulcano, México D.F., mayo de 1941, en Fondo Histórico del Ateneo Español de México, exp. FHAEM 28.343, México D.F. 55 Cfr. PLA BRUGAT, Dolores, Els exiliats catalans, un estudio de la emigración republicana en 41 21 México, México D. F., INAH, Orfeó Català de Mèxic, Umbral, 1999, p. 239. «Realizaciones del Comité Técnico de Ayuda a los Españoles», En Boletín al servicio de la emigración española, nº 1, México D.F., 15 de agosto de 1939. 57 Industrias químico-farmacéuticas, México D.F., mayo de 1941, en Fondo Histórico del Ateneo Español de México, exp. FHAEM 28.343, México D.F. 58 Industrias químico-farmacéuticas Americanas, S. A., México D.F., 1940, en Fundación Pablo Iglesias, Archivo Amaro del Rosal Díez, carp. 296, exp. 28. 59 Rescisión de un contrato de compraventa y cancelación de crédito de habilitación, México D.F. 15 de febrero de 1942, en Biblioteca Nacional de Antropología e Historia, México, fondo del CTARE, caja 197, exp. 6088. 60 Según Carta de G. Viciana Flores al Consejo de Administración de IQFA, 12 de mayo de 1940, México D.F. Archivo Personal de Amaro del Rosal Díaz, Signatura 296-28, Archivo de la Fundación Pablo Iglesias, Alcalá de Henares, Madrid. 61 Existe alguna monografía dedicada a la labor de esta editorial como la de SANTOJA, Gonzalo, Al otro lado del mar: Bergamín y la editorial Séneca, Barcelona, Galaxia-Gutenberg, 1997. 62 Borradores de las Actas del Consejo del CTARE, Acta nº 1, 29 de junio de 1939, Biblioteca Nacional de Antropología e Historia, fondo del CTARE, caja 232, exp. 6476. México D.F. 63 Borradores de las Actas del Consejo del CTARE, Acta nº 2, 2 de julio de 1939, Biblioteca Nacional de Antropología e Historia, fondo del CTARE, caja 232, exp. 6476. México D.F. 64 «Diez Libros», Boletín al servicio de la emigración española, n.º 35, 25 de abril de 1940. México. 65 Parafraseando la retórica que en torno a este proyecto se hará desde las páginas de Boletín al servicio de la emigración española. En los artículos siguientes: «Realizaciones del Comité Técnico de Ayuda a los Españoles», n.º 1, 15 de agosto de 1939 y «Diez Libros», n.º 35, 25 de abril de 1940. 66 Actas de la Editorial Séneca, Fondo Histórico del Ateneo Español de México, exp. FHAEM 28.340, México D.F. 67 Podemos consultar los datos de los sucesivos balances anuales que se muestras en las actas en Actas de la Editorial Séneca, Fondo Histórico del Ateneo Español de México, exp. FHAEM 28.340, México D.F. 68 La composición del Consejo de Administración la conocemos por las relaciones de valores en custodia en FIASA, pues cada miembro del Consejo de una sociedad debía depositar el valor de dos acciones como fianza hasta que acabará su administración y se aprobaran sus cuentas. FIASA, Valores en custodia en 31 de diciembre de 1942, Biblioteca Nacional de Antropología e Historia, fondo del CTARE, caja 189, exp. 6277. México D. F. En cuanto a los datos biográficos que aportamos los hemos sacado de un artículo del Boletín en relación con esta misma empresa. «Industrial Gráfica, S. A., trabaja a un ritmo acelerado», Boletín al servicio de la emigración española, n.º 17, 15 de diciembre de 1939, México D.F. 69 Los datos han sido extraídos de las estadísticas de la Oficina de Trabajo en Colocados por el Comité, Biblioteca Nacional de Antropología e Historia, fondo del CTARE, caja 197, exp. 6359. México D.F. 70 Datos sobre los trabajos de la Imprenta sacados de «Industrial Gráfica, S. A., afirman que trabaja a un ritmo acelerado», Boletín al servicio de la emigración española, n.º 17, 15 de diciembre de 1939, México D.F. 71 En Informe que presenta el Grupo Español de Artes Gráficas en México a la Delegación de la JARE, México D.F., 1 de julio de 1941, en Centro Documental de la Memoria Histórica, Salamanca, Fondo García Cerdeño, Caja 54, exp. 16. 72 Informe de liquidación de la Industrial Gráfica, México D.F., 16 de julio de 1942, en Biblioteca Nacional de Antropología e Historia, Fondo del CTARE, Caja 190, exp. 6287. 73 El cálculo lo hemos establecido a partir de las cifras anotadas en CTARE, Libro Mayor, Bi56 22 blioteca Nacional de Antropología e Historia, fondo del CTARE, México D.F. y coincide con las cifras que señalaba la CAFARE: Los fondos que trajo y que fluctuaron entre ocho o nueve millones de pesos, en CAFARE, Informe de su gestión durante el año 1942-1943, México D.F., 1 de diciembre de 1943, exp. 4.2/4618, Fondo Carlos Esplá Rizo, Archivo General de la Guerra Civil de Salamanca. Estas estimaciones son corroboradas por MATEOS, Abdón, «Dilemas del rxilio: ¿Ayuda a los refugiados o acción política republicana?», en Seminario «Franquismo y antifranquismo», Centro de Investigaciones Históricas de la Democracia Española (CIHDE), marzo de 2007, publicación electrónica en la web: http://www.cihde.org/seminario.htm. 74 Concretamente lo aportado por el CTARE, sólo en ayudas, en México durante 1939 asciende a $ 1.122.456,42. Ver Estados de situación del Comité, 1939-1941, Biblioteca Nacional de Antropología e Historia, fondo del CTARE, exp. 6068. México D.F. 75 Actas de las reuniones de la Comisión Ejecutiva del PSOE, París, 19 de julio de 1939, Fundación Indalecio Prieto. 23