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PORTO Y LOS JUDÍOS Ruta «Este pueblo, tal vez uno de los más pequeños en el mundo, es uno de los más nobles y altivos, del cual ha dicho Moisés que era un pueblo de cerviz dura.» (Capitão Barros Basto, o «Dreyfus Português», 1938) Introducción Sinagoga Kadoorie Mekor Haim, inaugurada en 1938, en Porto La historia de la comunidad judía en Porto se entrecruza con la historia de la propia ciudad, y constituye así una parte significativa de su “código genético” histórico. Nunca fue Porto escenario de luchas, masacres y pogromos dirigidos a los judíos y, al contrario, estos siempre convivieron en armonía con la mayoría cristiana en las plazas, calles y callejuelas de una ciudad con un fuerte cuño mercantil y marítimo, que une culturas, vocaciones, competencias y formas de vivir. Aún hoy la marca judía se refleja en la ciudad de Porto. Se refleja en el espíritu colectivo de los portuenses y en los vestigios materiales que sobrevivieron hasta nuestros días. No son muchos, sin embargo. La prohibición del judaísmo en Portugal, a finales del siglo XV, tuvo lugar en sintonía con la destrucción o aniquilación de prácticamente todo lo relacionado pueblo judío sinagogas, libros con y el – símbolos, objetos diversos. Morro da Sé, donde estuve ubicada la primera Judería portuense 2 Aunque hoy en día son pocos los vestigios materiales relativos a la presencia de la “Gente de Nación” en Porto, existe un monumento que representa la más viva afirmación de la fe judía – la sinagoga Kadoorie Mekor Haim, la mayor sinagoga de la Península Ibérica. Se trata del edificio-sede de la Comunidad Israelita de Porto, una comunidad compuesta por judíos de numerosas nacionalidades desde su fundación, en 1923, hasta la actualidad. Judíos en la sinagoga de Porto, con el chal de oración (Talit) Construida con donativos de judíos de todo el mundo, la sinagoga Kadoorie Mekor Haim es un símbolo de un pueblo capaz de hacer cosas maravillosas incluso en las épocas de adversidad. Fue inaugurada en 1938, a pocos metros de las instalaciones del Colegio Alemán. Las autoridades portuguesas se dieron prisa en plantar grandes árboles entre la sinagoga y el Colegio, en una época en la que, en Alemania, se estaba dando la destrucción de sinagogas con la llamada “Noche de Cristal”. 3 El nombre hebreo “Mekor Haim” significa “Fuente de Vida”, mientras que “Kadoorie” es el apellido de judíos naturales de Hong Kong que donaron la cantidad de dinero necesaria para finalizar las obras del edificio, en homenaje a una familiar fallecida, Laura Kadoorie, descendiente de judíos portugueses. Su marido, Sir Elly Kadoorie, que murió en 1944, es aún hoy el presidente honorífico de la Comunidad Israelita de Porto. Vista del espacio museológico de la Sinagoga Kadoorie Mekor Haim En la actualidad, es posible realizar visitas guiadas a la sinagoga, todos los días, con excepción del Shabat y de los festivos judíos, pudiendo así los visitantes familiarizarse con la historia, religión y simbología judías. El Templo incluye no solo una sala de oraciones y un museo, sino también espacios destinados a mikvé, estudio, escuela, biblioteca, tipografía, sala de dirección, comedor comunitario, cocina, despensa de productos alimentarios Kasher, patio para el montaje de la Sucá 4 durante la fiesta de Sucot, así como apartamentos para el Rabino y para el Shamash de la Comunidad. Imágenes del hall de entrada, sala de la dirección, mikvé y biblioteca Y, sin embargo, más allá de las paredes de la «Catedral Judía del Norte de Portugal», una majestuosa casa de culto judío, la historia de los judíos en Porto es mucho más antigua... 5 Orígenes de la comunidad judía portuense No hay consenso acerca del momento de la entrada de los judíos en el territorio donde hoy se encuentra Portugal. Desde los primeros viajes fenicios por el Mediterráneo, en tiempos del Rey Salomón, hace 3000 años, hasta el periodo posterior a la destrucción del Segundo Templo, por los romanos, existen tesis diversas sobre el inicio de la presencia de los judíos en la Península Ibérica. Sin embargo, nadie duda de que se haya registrado la presencia de una numerosa comunidad judía en la Península, y que su memoria se transmitió para la posteridad, por parte de los historiadores y geógrafos romanos. «Cuando D. Alfonso I de Portugal obtuvo el reconocimiento de su reino independiente, en 1143, ya vivían judíos en la Península desde hacía al menos un milenio» - subraya Inácio Steinhardt. Con certeza, gran parte de la sangre judía aún corre hoy por las venas de los pueblos peninsulares. Concretamente en Porto, frente a la predisposición amistosa con los judíos de la que sus gentes siempre dieron muestras, desde hace siglos hasta hoy, es posible que la tradición judía se remonte a tiempos inmemoriales. No obstante, las primeras referencias documentales que han llegado hasta nuestros días están fechadas del siglo XII. 6 Las Juderías de la ciudad Existió una sinagoga en el corazón de la primitiva ciudad de Porto, en el interior de la Cerca Vieja o Muralla Primitiva, en el “Morro da Pena Ventosa” o de la Catedral. Se encontraba en la Calle de la Sinagoga, antigua Calle de las Aldas y actual calle de Santa Ana. Rua de Sant'Ana (calle) 7 En ese tiempo, siglo XII, para poder residir en el burgo, los judíos necesitaban una autorización emitida por el Obispo de Porto, el real propietario de una ciudad donde la burguesía constituía el grupo social más destacado. Entre la burguesía más prominente se encontraban diversas familias judías, responsables, también ellas, del rápido desarrollo extra muros del burgo, en dirección a la “Ribeira”, dividiéndose por una zona que va desde la “Travessa de S. Sebastião” hasta la Calle de la Bainharia (lugar donde se encontraría la Judería Antigua) y desde esta hasta la Plaza de Ribeira. Rua da Bainharia (calle) Rua dos Mercadores (calle) 8 Los habitantes más ricos y con más influencia social se instalaron precisamente en la Plaza de Ribeira y en las calles junto al río, centro de una intensa actividad mercantil y social. Trabajando y viviendo codo a codo con católicos, sin que haya noticias de tensiones entre los dos grupos por cuestiones religiosas, los judíos desarrollaron sus negocios, en particular en los campos del comercio y de la artesanía. Ribeira 9 Hay registros de la existencia de otra sinagoga, esta ya en el siglo XIV, ubicada en la Calle Munhata, o Minhota, actual Calle Comércio do Porto. Se trataba de una casa de oración doméstica que había en la tienda de un marinero judío. Todo apunta a que sería en esta zona, desde la Plaza de S. Domingos hasta Miragaia, donde se encontraría la llamada Judería de Abajo. Rua do Comércio do Porto (calle) El Cabildo de Porto elaboró el fuero de terrenos para la construcción de lo que se llamaría la Judería de Monchique, en un lugar donde, todavía hoy, sobrevive alguna toponimia asociada al pueblo judío, entre otras: Calle, Escaleras o Patio Monte de los Judíos, en la actual zona de Bandeirinha. Esta Judería – extramuros – era la más importante de las Juderías del Viejo Porto y sus arrabales, en la margen derecha del Río Duero. Su más importante institución era la sinagoga, una casa de oración, de estudio y de asamblea. No solo los asuntos religiosos, sino también los asuntos sociales, se discutían en la sinagoga, donde se celebraban incluso las elecciones de los oficiales de la Comuna y su investidura. 10 De la existencia de esa sinagoga queda como testigo un epígrafe granítico, que sobrevivió hasta nuestros días, y cuya inscripción se podría traducir de la siguiente forma: «1. Alguien podrá decir: ¿Como no se resguardó una casa de tanto renombre en el interior de una muralla? 2. Pero ese sabe bien que tengo un conocido que es reconocido por la alta estirpe. 3. Él es quien me guarda, pues me declara sin sombra de dudas: Yo soy la muralla. 4. El mayor de entre los judíos, el más fuerte de los héroes, y cuando se levantan los jefes allí está él de pie. 5. Bienhechor de su pueblo, siervo de Dios en su integridad, edificó una casa a su nombre de piedras de talla. 6. Para el Rey es el segundo, a la cabeza es controlado, por su grandeza y en la presencia de reyes él se alza. 7. Él es el Rabí Don Yehudah ben Maner, luz de Judá y a él corresponde la autoridad. 8. Por orden del Rabí, que viva, Don Joseph ibn Arieh, encargado y jefe para la tarea». 11 Lápida conmemorativa de la inauguración de la sinagoga de Monchique (se encuentra en el Museo Arqueológico de Carmo en Lisboa) Se extrae del texto del Epígrafe – encontrado, en el Siglo XIX, en la pared occidental de la capilla del Convento de la Madre de Dios de Monchique, entonces en ruinas – que la sinagoga fue construida fuera de las murallas de la ciudad y que el entorno de la Corte era familiar para la población judía, quedando patente el sentimiento de seguridad que entonces acompañaba a los judíos portuenses. El texto alude al RabíMayor del Rey D. Fernando – Don Yehudah ben Maner (o Don Yehudah ben Moise Navarro) – y al responsable de la obra, posiblemente el Rabino de Porto – Don Joseph ibn Arieh (o Don Joseph ben Abasis). Otro Rabino, David Kimchi, natural de la Narbona francesa, describió en esa época la situación de los judíos en las sociedades cristianas: «Estos son los días del Exilio. No tenemos ni Rey ni Príncipes en Israel, pero tenemos familiaridad con los gentiles [no judíos] y con sus Príncipes y Reyes». Muy cerca de la mencionada sinagoga de Monchique habría existido un cementerio judío, y es probable que este se encontrase en las terrazas del Jardín Municipal del Huerto de las Virtudes. La existencia de un curso de agua, el Río Frío, que pasa por el Huerto, abasteciendo a la Fuente de las Virtudes, y que después va a 12 desaguar al Río Duero, podría haber sido un apoyo logístico para los funerales judíos, debido a la obligatoriedad religiosa de lavar los cuerpos de los fallecidos antes de proceder a su enterramiento, un ritual de purificación que en el idioma hebreo se denomina Tahara. Morro de Monchique o Monte dos Judeus (Monte de los Judíos) A finales del Siglo XIV se creó la más conocida Judería de Porto: la Judería del Olival, con cerca de 1,8 hectáreas, correspondientes al 4% de la ciudad en la época. Estaba comprendida entre las actuales Calle de Belomonte (al sur), la Calle Taipas (a oeste y noroeste), la “Cordoaria/Campo Mártires de la Patria” (al norte) y la Calle Caldeireiros (al este). 13 Fue el Rey D. Juan I quien, en 1386, con motivo de su estancia en la ciudad, determinó la concentración de todos los judíos en un único lugar de la ciudad, ordenando al Ayuntamiento que indicase a los judíos un lugar, dentro de las murallas, para hacer su Judería. A pesar de que la intención del Rey era proteger a «sus judíos» – como los llamaba – de posibles ataques resultantes de las guerras con el Reino de Castilla, la acción ocurre en un contexto europeo vinculado a la creación de guetos para el pueblo judío. Morro de Vitória 14 El Ayuntamiento entregó a la comunidad judía portuense de entonces, por medio de fuero, el campo del Olival y pronto comenzaron las edificaciones de la Judería Nueva, un espacio amurallado, del que los judíos no podrían salir, ni los cristianos entrar, de noche (al toque de la “campana de correr”). Los límites del poblamiento judío fueron señalados con altos muros, casas sin salida al exterior de la Judería y con dos puertas de hierro macizo adornadas con alegorías hebreas, una junto a la Puerta del Olival (al norte) y otra en las actuales Escaleras de “Vitória”, denominadas en el pasado Escaleras de “Esnoga” (al sur). Escadas da Esnoga / Vitória (escaleras) Rua da Vitória (calle) La Judería poseía sus oficiales propios y un cierto grado de autonomía en relación a la ciudad, y ostentaba incluso un tribunal para dirimir las cuestiones judías. Allí residía el Oidor de Entre el Duero y el Miño, el oficial encargado de la justicia de las comunas 15 judías. Es también en la parte inferior de la Judería donde se encuentran las boticas de los judíos, tiendas de venta que se extendían en torno a la actual plaza de S. Domingos. Los judíos portuenses construyeron igualmente, en el interior de la Judería, una gran y suntuosa sinagoga. Su ubicación exacta es hoy desconocida, pero es posible que se situase en la antigua Calle Esnoga, más tarde Calle S. Roque y actualmente Calle Vitória. También hay que destacar que las edificaciones y las calles de la nueva Judería eran excelentes para la época. En su libro «Los Judíos en el Viejo Porto», Barros Basto hace mención a ello: «La Judería del Olival con sus calles anchas y aireadas y sus edificios nuevos contrastaba singularmente con las viejas y estrechas callejuelas de la antigua ciudad. Por este motivo, todos los funcionarios que venían a trabajar a Porto, procuraban obtener alojamiento en este nuevo y airoso barrio». Rua e escadas da Vitória (ou Esnoga) (calle y escaleras) 16 En 1492 treinta ilustres familias de judíos expulsados de Castilla (tras el Decreto de Expulsión de Alhambra, Granada, firmado por los Reyes Católicos, Isabel y Fernando), encabezadas por el Rabí Isaac Aboab, se instalaron en la Judería, por orden regia de D. Juan II. A estas familias, a quienes la ciudad proporcionó viviendas, se unieron más tarde otras, exiliadas también, con el mismo origen, aumentando el número de habitantes en la Judería. Modernidad e Inquisición Rompiendo con un pasado lustroso de comunión entre judíos y cristianos, particularmente en la ciudad de Porto, el día 5 de diciembre de 1496 fue firmado en Muge, en el Distrito de Santarém, por el Rey D. Manuel I, el Edicto de Expulsión de los Judíos (esto es, del judaísmo) de Portugal. El episodio se debió al hecho de que los Reyes de Castilla y Aragón exigieron la expulsión de los judíos como contrapartida de la entrega de la mano de su hija, la princesa Isabel, al Rey portugués. A pesar de que D. Manuel accedió a esta imposición, lo hizo a disgusto, pues sabía que la expulsión de los judíos – un grupo social, cultural y económicamente relevante, que constituía cerca de 1/5 de la población portuguesa de entonces –, además de injusta, sería perjudicial para la sociedad. Por ello, el Rey pronto tomó medidas drásticas para que los judíos se convirtiesen al cristianismo y para que permaneciesen en el país, privándolos de puertos y navíos suficientes para embarcar y prohibiendo a los que desearan emigrar que llevasen consigo a sus hijos menores de 14 años. Nacieron así, por la fuerza, y entre escenas de horror, los “cristianos nuevos”, nombre que se dio a los judíos bautizados en la fe católica. El Edicto de D. Manuel no se hizo sentir en Porto de forma idéntica a lo que ocurrió en otras zonas. No hubo una desbandada general, no se ejerció violencia sobre los judíos, y estos, de una forma general, por fuerza de las circunstancias, aceptaron su conversión al cristianismo, aunque en secreto mantenían su fe en el Dios de Israel. 17 Los judíos de Porto (ahora cristianos-nuevos) abandonaron la Judería y pasaron a residir en otros puntos de la ciudad, sobre todo en la zona de la “Ribeira”. «Sus sinagogas abandonadas – escribió Barros Basto – se fueron arruinando con el tiempo y las oraciones y salmos que allí se recitaban y cantaban pasaron a ser murmurados en oratorios improvisados en las residencias de los falsos cristianos, dando así origen al cripto-judaísmo practicado por aquellos que no pudieron huir o que por amor intenso estaban atados a la hermosa tierra portuguesa, donde reposaban desde hacía siglos sus antepasados». El cripto-judaísmo, tan antiguo como el pueblo judío, había regresado con fuerza. Los niños pasaron a ser educados para no cometer indiscreciones que expusiesen a sus padres a la incomprensión de la Iglesia. El peligro era real. En la vecina España, el Fraile de Torrejoncillo escribió un relato muy significativo: «Estando un religioso confesando a un niño por obligación de la Cuaresma, le preguntó cómo se llamaba, y el niño dijo: “Padre, ¿me pregunta el nombre de casa o el de afuera?”, a lo que el sacerdote respondió: “¡El de casa te pregunto!”, y el chico exclamó: “El de casa es Abraham y el de afuera es Francisquito». Muchos judíos conseguirían abandonar la ciudad de Porto y poner rumbo a otros lugares, principalmente a zonas rurales del norte del país donde, sujetos a menor vigilancia, podrían perpetuar sus tradiciones con más facilidad. La mayoría, sin embargo, se quedó en la ciudad, junto a la mayoría cristiana-vieja. Las relaciones siempre habían sido cordiales y continuaron así durante décadas, dándose incluso muchos matrimonios entre cristianos-viejos y cristianos-nuevos, ya en la segunda mitad del siglo XVI, en especial en las capas socioeconómicas más elevadas. La Conversión general forzada terminó oficialmente con la existencia del judaísmo en Portugal. En Porto, toda la zona que había formado parte de la Judería del Olival pasó a denominarse, hasta la actualidad, Vitória, una posible alusión a la victoria del cristianismo sobre el judaísmo. 18 Rua de S. Bento da Vitória (calle) En el interior del Monasterio S. Bento da Vitória (construido sobre casas demolidas de la Judería) se encuentra una inscripción en latín representativa de esta idea. Se podría traducir de la siguiente manera: «Aquella que había sido sede de las tinieblas, es el palacio del sol. Expulsadas las tinieblas, triunfa el sol bendito». En 1536 se implantó en Portugal el Tribunal del Santo Oficio o Inquisición: un tribunal eclesiástico destinado a juzgar los delitos contra la fe, castigando las herejías y apostasías. Se podría esperar que Porto, de tan arraigada cultura judía y filo-semita, fuese muy fustigado por procesos inquisitoriales. Pero esto no sucedió. La acción del tribunal fue limitada. Cuando se estableció la Inquisición en Porto, el ayuntamiento puso tal número de trabas al Inquisidor, que este dirigió una queja al Rey, acusando al consistorio de hacer de todo para proteger a los cristianos-nuevos. Y realmente sí que sucedía eso. 19 A lo largo de los años, los cristianos-nuevos habían dado bastantes pruebas de dedicación a la ciudad. En Porto, el Tribunal de la Inquisición estuvo activo entre 1542 y 1544, y en ese periodo tuvieron lugar dos autos de fe (ceremonias públicas de penitencia), uno el día 11 de febrero de 1543 y otro el 27 de abril de 1544, junto a la Puerta del Olival, donde cerca de 100 cristianos-nuevos fueron penitenciados por mantener prácticas judías y pecar contra la fe. El número de cripto-judíos en esa época era seguramente muchísimo más elevado. En el año 2005 se descubrió, por detrás de una pared falsa, en una vivienda situada en el nº 9 de la Calle S. Miguel, en Porto, un Ehal (Arca donde se guarda la Torá), siendo la tesis más plausible la de que existió una sinagoga secreta en esta vivienda. El arca granítica, situada en la pared este de la casa, fue datada aproximadamente de finales del Siglo XVI e inicios del Siglo XVII, encontrando paralelos tipológicos en otras zonas del país. Ehal (Arca) donde los cripto-judíos guardaban Rollos de la Torá (Sifrei Torá), en el n.º 9 de Rua S. Miguel 20 La idea según la cual, en esa época, el judaísmo clandestino se mantenía rigurosamente fiel a los ritos y ceremonias tradicionales, a pesar de estar aislado del mundo exterior, es solo una idea romántica. De hecho, se preservaron en la medida de lo posible los aspectos más característicos del judaísmo tradicional, pero la práctica religiosa dejó de ser esmerada. «Había crecido una nueva generación – escribió el insigne historiador Cecil Roth –, sin conocimiento de la lengua tradicional de las oraciones y sin literatura para guiarla». En 1618, una visitación inquisitorial llevó a la detención de centena y media de cristianos-nuevos de gran relevancia social. Las reglas más estrictas del Regimiento de la Inquisición, unidas a la voluntad de acusar a los cristianos-nuevos más acomodados, para confiscarles sus bienes, lograron lacerar en gran medida el sistema social, económico y financiero de Porto, y de su población, no solo judía sino también cristiana. Aplastados los “hombres de negocios” de la ciudad, se asistió entonces a una gran oleada migratoria de cristianos-nuevos, que decían adiós a la tierra de sus antepasados, llevando nostalgia por todo el mundo. El momento fue crucial. A pesar de que muchos se quedaron, diluidos entre la población, un muro de silencio cayó pesadamente sobre los judíos portuenses. No reaparecerían hasta trescientos años más tarde. 21 Comunidad Israelita de Porto A principios del Siglo XX, se escribió una nueva e importante página en la historia del judaísmo portugués, con el descubrimiento y divulgación de la existencia – cual milagro de supervivencia étnico-religiosa – de cripto-judíos (marranos) en Portugal, sobre todo en el Norte y en las Beiras. Asociado este movimiento, surgió un personaje que quedará para siempre vinculado a la historia de los judíos en Portugal y en el mundo – el capitán Arthur Carlos de Barros Basto, fundador de la Comunidad Israelita de Porto y el gran impulsor de la construcción de la sinagoga Kadoorie Mekor Haim. Fotografía del capitán Arthur Carlos de Barros Basto Ya citado por su obra dedicada a los judíos del Viejo Porto, Barros Basto fue un militar del Ejército Portugués que luchó en las trincheras de la Primera Guerra Mundial, donde sobrevivió incluso a un ataque con gas venenoso. De ascendencia cripto-judía por vía paterna, e hijo de madre católica, se convirtió al judaísmo en 1920, ante un Beit Din 22 (tribunal rabínico), en Tánger, y decidió montar su vida en la ciudad de Porto, donde hacía siglos que no existía una comunidad judía. Vivían entonces en la ciudad dos decenas de comerciantes recién judíos llegados Lituania, Alemania de Polonia, y Rusia, hecho que no le pasó desapercibido al capitán. Espolio documental en exposición en la Sinagoga Kadoorie Mekor Haim Consiguió reunirlos y organizar una comunidad, que sería oficialmente legalizada el año 1923, con el nombre de Comunidad Israelita de Porto, que tenía como fin principal la práctica del judaísmo. Por entre las calles estrechas de las antiguas Juderías portuenses, donde antaño la sangre judía había latido imparable, volvió a oírse el nombre de Adonai (Dios), pronunciado, ya no por los antiguos sefardíes (judíos de la Península Ibérica), sino por ashkenazim (judíos de Europa Central) que habían encontrado comodidad en la bonita ciudad bañada por el río Duero. La legalización de la comunidad y el alquiler de un piso que pronto se transformó en “sinagoga” correspondieron a una reparación histórica de gran importancia y aparentemente difícil de superar. Sin embargo, la recién nacida comunidad se vio pronto agitada por un hecho singular, cuando algunos ciudadanos portugueses se presentaron ante el capitán Barros Basto diciéndose judíos y mostrándose animados por el deseo de entrar en la congregación. No eran simples individuos que alegaran voluntad de hacerse judíos o que 23 reivindicaran hipótesis o incluso certezas de haber existido entre sus antepasados judíos conversos. Estos eran cripto-judíos, a quienes sus madres y abuelos habían entonado al oído las oraciones de Israel, educándolos en el respeto por el fuego sagrado de la fe. Escudo de David (Maguen David) Candelabro de siete brazos (Menorá) En efecto, los cripto-judíos eran fruto de familias que, perdidas a lo largo de los siglos, alejadas ya hacía mucho tiempo de toda cultura judía, aún elevaban sus alabanzas y oraciones a Adonai, practicando la religión de sus antepasados en el secreto de sus hogares o en lugares aislados en el campo y manteniendo la descendencia matrilineal judía por la elección de los cónyuges dentro de núcleos familiares congéneres. Según la Ley mosaica, es judío el hijo de madre judía. «Son insondables los designios de la Providencia – observa Inácio Steinhardt. – Hasta ese momento Barros Basto no sabía la misión que le estaba destinada. Nunca había oído hablar de marranos. Los marranos, que vivían en Porto, en su mayoría procedentes de las aldeas de Trás-os-Montes, habían oído hablar de la sinagoga [en un piso] que había abierto en la ciudad». No fue necesario esperar mucho. Amparado moral y materialmente por el Portuguese Marranos Committee - una organización internacional con sede en Londres y destinada a apoyar el rescate de los cripto-judíos portugueses - un hombre solitario pone en marcha un proyecto de rescate humano sin igual en la historia de la humanidad. 24 Es la «Obra del Rescate», que rápidamente se hace famosa, provocando un impacto sentimental destacable en el seno de comunidades judías del mundo entero. Placa evocativa del Portuguese Marranos Committee e de la familia Kadoorie Con el lema «Adonai li velo ira» (Dios está conmigo, nada temo), Barros Basto comenzó a viajar, por los pueblos, en carro, a pie o a caballo, decidido a traer a los cripto-judíos a la luz del día y haciendo que no se sintiesen rechazados por profesar la Ley de Moisés, sino orgullosos de un pasado heroico del que eran milagrosos supervivientes. El capitán Barros Basto estimaba en decenas de miles el número potencial de cripto-judíos en Portugal y, en poco tiempo, fundó numerosas comunidades judías en el Norte y en las Beiras. Cecil Roth quedó tan impresionado con la fuerza y personalidad del capitán que lo denominó «el Apóstol de los Marranos». 25 «La Comunidad Israelita de Porto fue el soporte de toda la Obra del Rescate – como menciona Elvira Mea –, por lo que incluyó una escuela Eben-Mussad (La Piedra de Cimiento), el Hassut Hapoalim (Patronato de los Trabajadores), con el objetivo de dar asistencia laboral, organizando un servicio de empleo y un periódico, el Halapid (La Antorcha) (1927-1958), órgano de información de la Comunidad e instrumento pedagógico de la Obra del Rescate». Había, sin embargo, mucho de romántico en toda esta iniciativa, dado que la «Obra del Rescate» era una empresa monumental que jamás podría ser llevada a cabo por un hombre solo, haciendo frente a enormes distancias, a las dificultades del relieve, a la furia de los sacerdotes católicos, al miedo de las poblaciones cripto-judías, a los antagonismos sin fin. No se trataba de una mera acción de liberación, sino de una guerra entablada en un marco axiológico totalmente hostil, de fuerte oposición por parte de la mayoría católica, oposición tanto mayor cuantas más batallas iba venciendo el capitán. A los ojos de cualquier la acción propaganda Iglesia, de que pretendiese robarle a sus hijos bautizados era considerada un sacrilegio. Abundante documentación de esta época puede examinarse aún hoy en el espacio museológico de la sinagoga de Porto. Interior de la sinagoga de Porto, la mayor en la Península Ibérica 26 La Sinagoga Kadoorie Mekor Haim La construcción de la sinagoga Kadoorie Mekor Haim está intrínsecamente vinculada a la «Obra del Rescate». Animado por el deseo de hacer de Porto el «faro religioso» de los cripto-judíos portugueses, el capitán se acordó en un cierto momento de construir en la ciudad una sinagoga enorme en tamaño y en la belleza, algo que representase un serio motivo de orgullo para los cripto-judíos, o sea, ex-cripto-judíos, puesto que el secreto ya no orientaba sus creencias y prácticas. El proyecto podría parecer excesivamente ambicioso, pero también lo consiguió. Un periodista de la época observó, durante el periodo de construcción de la sinagoga, que estaba siendo enclavado en Porto «un pedazo de Palestina». Inscripción en hebraico en el cumbre del edificio: Mekor Haim (Fuente de Vida) La gran sinagoga fue inaugurada el 16 de enero de 1938, con representaciones de las comunidades de Londres, Berlín, Lisboa, Braganza y Covilhã. 27 En el discurso que pronunció en la ceremonia de inauguración, Barros Basto enfatizó el milagro de la supervivencia milenaria del pueblo judío: «Este pueblo, tal vez uno de los más pequeños del mundo, es uno de los más nobles y altivos, del cual Moisés dijo que era un pueblo de cerviz dura. Fue a esa cerviz dura a la que le debe aún su existencia. Civilizaciones ricas y admirables lo intentaron dominar y borrar su nombre de la Tierra. Esas civilizaciones y los pueblos que las representaron, pasaron, murieron, y el pequeño pueblo judío vive todavía». Se podría pensar que el año 1938 fue un año de gloria para la Comunidad Israelita de Porto y su fundador. No es verdad. Barros Basto había sido separado del Ejército pocos meses antes de que la sinagoga fuese inaugurada, por haber intervenido en operaciones de circuncisión de sus alumnos del Instituto Teológico Israelita de Porto. El caso se conoció en el mundo entero como el caso «Dreyfus portugués». Denuncias falsas de homosexualidad habían obligado al capitán a luchar, en las instancias policiales y militares de la época, en querellas judiciales terribles, gastando gran parte de sus energías, desde finales de 1934 hasta mediados de 1937, hasta conseguir ser completamente rehabilitado de dichas acusaciones, sin lograr, con todo, escapar a una pena de “separación de servicio”. El Consejo Superior de Disciplina del Ejército dio como probado que él «realizaba la operación de la circuncisión a varios alumnos según un precepto de la religión israelita», por lo que no poseía «capacidad moral para prestigio de su función y decoro de su uniforme». El gran líder comunitario se había quedado sin uniforme, sin profesión, sin recursos económicos. Su autoestima fue gravemente dañada. Los cripto-judíos, a su vez, sintieron que habían perdido a su líder carismático y vieron en el tratamiento que se le dio una señal de lo que les podría suceder en el futuro. Este hecho, unido a los ecos de antisemitismo que llegaban de Europa, marcó, para los cripto-judíos, el regreso a una creencia clandestina. 28 En las ciudades y aldeas de Portugal volvieron a esconderse los objetos de culto; las comunidades recientemente oficializadas con la mayor de las alegrías comenzaron a separarse; corrieron noticias de que habían prendido fuego a la casa del líder comunitario de la localidad de Lagoaça; y, finalmente, la modificación de las circunstancias empujó a los ex-cripto-judíos a hacerse de nuevo cripto-judíos, o sea, a volver a la práctica clandestina de la religión que acompañaba a su familia desde el inicio de los tiempos. La gran sinagoga de Porto, construida con el fin de realizar un proyecto grandioso, había perdido su razón de ser, antes incluso de ser inaugurada. Luz Eterna (Ner Tamid) y Arca (Ehal) com Rollos de la Torá, en la sala de oraciones de la sinagoga La «Obra del Rescate» estaba extremadamente debilitada en el año 1938. En cierta forma, ya se había colapsado prácticamente. Si algo realmente destacable podía hacer aún el capitán Barros Basto, sería a favor de los refugiados, que en breve comenzarían a llegar, aterrorizados, huyendo del nazismo. Y así fue. El aumento constante de familias judías de Europa Central llegadas a la sinagoga en situación desesperada llevó al capitán a organizar un Comité de asistencia moral y material a los refugiados, que así pudieron reconstruir sus vidas deshechas desde Porto. Muchos años después, el historiador Michael Studemund-Halévy, del Instituto de Historia de los Judíos en Alemania, denominaría a Barros Basto «el Apóstol de los refugiados». Las copias de miles de documentos reunidos en esa época por la Comunidad Israelita de Porto están hoy en poder del Museo del Holocausto de Washington. 29 Pueden encontrarse los originales en el espacio museológico de la sinagoga Kadoorie Mekor Haim. El año 1961, el capitán Barros Basto falleció. Dejó, para memoria futura, una vida rica en hechos y realizaciones memorables, engrandecida por trabajos de investigación histórica, libros de oraciones en idioma portugués (para hacer accesible la liturgia hebrea a personas sencillas) y más de una centena de números de un periódico comunitario de gran calidad. Su hija Myriam Azancot dijo un día: «Al entrar en la sinagoga Kadoorie pensamos cuánta fe, fuerza y perseverancia fue necesario tener para levantar tal monumento en aquella época». Rehabilitación de Barros Basto Barros Basto murió sabiendo que las grandes tribulaciones de la Historia de su época - nazismo, guerra, holocausto, auxilio a los supervivientes, implantación del Estado de Israel, etc. – habían quitado proyección y apoyo a su intento de rescate de los cripto-judíos portugueses. Consideró, sin embargo, hasta el final de su vida, que la "separación del Ejército" de la que había sido víctima había sido el factor decisivo del fracaso tanto de la «Obra del Rescate», como de la gran comunidad judía que un día creyó poder construir. Nunca perdió la esperanza de ser reintegrado de pleno derecho en el servicio militar y de ver limpio su nombre manchado, llegando a afirmar la víspera de su fallecimiento: «¡Un día llegarán a hacerme justicia!» En general los procesos judiciales terminan con la lectura de la sentencia. En este caso todo fue diferente. Cuando se leyó la sentencia, en el año 1937, comenzó una larga lucha para la rehabilitación de su nombre, llevada a cabo por él mismo y, después, sucesivamente, por su esposa, su hija y su nieta. 30 El capitán Barros Basto habría de ser moralmente rehabilitado 50 años después de su muerte, a solicitud de su nieta, con la declaración de la 1ª Comisión del Parlamento portugués, por unanimidad, el 29 de febrero de 2012, de que «Barros Basto fue separado del Ejército debido a un clima genérico de aversión contra él motivado por el hecho de ser judío, de no ocultarlo y, por el contrario, de ostentar un proselitismo enérgico convirtiendo a judíos portugueses marranos y a sus descendientes». Pieza de nueve brazos (Chanukiá) y libro de oraciones (Sidur) 31 Arthur Carlos de Barros Basto (o Abraham Israel Ben-Rosh, su nombre hebreo) representó la última esperanza de los cripto-judíos portugueses y, paradójicamente, murió en un tiempo en el que, con excepción de la comunidad de Belmonte, que mantenía las tradiciones rituales y el espíritu de familia en las bodas, en la mayoría de las familias cripto-judías de otros lugares se asistía al debilitamiento de los vínculos religiosos y a la asimilación a los matrimonios con no judíos, circunstancias que se fueron agudizando de forma irreversible durante las décadas siguientes con la llegada de la sociedad abierta. En la Calle Vitória, corazón de la antigua Judería del Olival, se puede ver una placa que recuerda la expulsión de los judíos de Portugal y evoca el coraje de cuantos, durante siglos, permanecieron en el país y en la ciudad manteniendo clandestinamente su fe y elevando, en espíritu y verdad, sus alabanzas y sus peticiones a Adonai. Placa en memoria de los judíos victimados en resultado del Edicto de Expulsión de 1496 32 Textos: Comunidad Israelita de Porto Fotografías: Comunidad Israelita de Porto Inscripción de Monchique: Foto de José Pessoa / Museo Arqueológico de Carmo / Asociación de los Arqueólogos Portugueses 33