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COMENTARIOS A LA DISERTACIÓN DEL DR . GABRIEL POVEDA RAMOS Eduardo Sarmiento Palacio Es muy grato para mi como presidente de la academia comentar el trabajo por medio del cual el doctor Gabriel Poveda Ramos accede a la categoría de miembro de número de nuestra institución. Su lectura que en muchos aspectos sintetiza su trayectoria como historiador y como profesional seriamente comprometido con los mejores intereses del país, me ha dejado muchas enseñanzas e inquietudes. Sin duda, el Dr. Gabriel Poveda es uno de los conocedores profundos de la industria colombiana. Cuando uno lo lee y lo escucha, surge el interrogante de qué le paso al país, cómo fue posible que en estos últimos diez años, sus conocimientos no hayan sido tenidos en cuenta y por el contrario se hayan impuesto unos dogmas que no han tenido verificación empírica, que no han sido evaluados por sus promulgadores que no han tenido una cuantificación de sus resultados en contraste con la realidad colombiana. ¿Por qué no se atendieron las recomendaciones del Dr. Poveda? Es una pregunta cuya respuesta nos lleva a fijar responsabilidades, frente a la situación de desastre que vive el país. El Dr. Poveda comienza su trabajo con una descripción histórica que da bases para proyectar una industrialización a la colombiana. Fuimos un modelo de industrialización impulsado por unas políticas y unas acciones que terminaron dándonos una destacada posición en América Latina. Gracias al proceso de industrialización en el siglo a que se refiere el D. Poveda, las condiciones históricas del país, cambiaron favorablemente aunque no en forma suficiente. Salimos con éxito de la gran depresión, de la primera y segunda guerras mundiales, logrando durante décadas de años una tasa de crecimiento del 4.5%. En las épocas de explosión demográfica no tuvimos las alarmantes tasas de desempleo que tenemos hoy. Es más, a finales de la década del siglo pasado el país tenía las condiciones para un gran salto y terminar el siglo con niveles de bienestar como los del sur de Europa. No lo hizo por dos razones, por la crisis de la deuda externa, aunque no golpeó menos que a otros países de la región y sobre todo porque nos comprometieron con un esquema económico neoliberal que no corresponde a nuestra realidad y que nos ha venido debilitando y destruyendo ante la mirada atónita de la mayoría de los colombianos, pero con el total de beneplácito de la clase diriente. Hasta hace diez años los que examinaban la economía colombiana la calificaban como la más estable de América Latina en términos cambiarios, financieros, de inflación, como la segunda economía más dinámica después del Brasil. Logramos un desarrollo, finalmente llegamos a una estructura económica positiva, apoyada en el avance industrial, gracias a la gestión, casi maestra, de una serie de personas que actuaron con continuidad histórica. De un momento a otro abandonamos la historia y optamos por una fórmula mágica que nos llevaría al paraíso neoliberal, eliminando los aranceles, dejando libre el sector cambiario, desmontando la protección laboral, suprimiendo la orientación productiva del crédito. La estructura arancelaria construida durante cien años y el sistema cambiario, que era una joya de América Latina, se desmontaron de un golpe con el argumento de que había que hacer un revolcón, al que no se le ha hecho el correspondiente juicio de responsabilidad. Como lo afirma el académico Gabriel Poveda todo se vino debajo de repende se dijo: “esto que se construyó no sirve para nada, abramos la economía, destruyamos lo que sea, que sobre las ruinas el mercado nos dará una industria moderna, una alta tecnología que proyectará internacionalmente”, nada de esto programado, severamente calculado en sus resultados. Hay algo que me inquieta especialmente: dónde estaba la dirigencia colombiana, los congresistas, los expresidentes, los industriales, las agremiaciones, los economistas, los congresistas, que no se dieron cuenta de las implicaciones de la ruleta rusa que el Dr. Gaviria llamó el revolcón. He comparado la economía con la cristalería puesta sobre una mesa. Un jalón imprudente del mantel puede lleval al rompimiento de todas las piezas. Nada merece tanto cuidado, tanta experiencia como el manejo de la economía. La apertura está fundamentada en unas teorías muy débiles. La idea es dejar libras las exportaciones, que la competencia destruya lo que sea para que queden o surjan unas actividades que nos coloquen con ventaja comparativa en el mundo. Que se acaben todas las industrias ineficientes, las industrias protegidas, pero no se preocupan que si se destruyen esas, el mercado creará empresas de alta tecnología. Lo que perdemos en una parte, lo ganamos con ventaja en otra. Al año de apertura era evidente que lo anterior no era cierto La avalancha de importaciones había desvastado la agricultura, y la industria se había reducido en gran parte al ensamble denominado, por las multinacionales que traían parte de sus casas matrices, tratando de incorporar el mínimo de valor agregado, lo que se manifestó en un déficit monumental de la balanza de pagos por el exceso de importaciones sobre las exportaciones. A los dos años era muy claro que esa teoría no era conveniente, que no correspondía a los intereses del país. La apertura se hizo hacia adentro, nos destruyó la industria, la agricultura, el empleo y a cambio no hemos obtenido nada. Solo costos y no beneficios. Los economistas, los empresarios, los políticos decían que lo que Harvard enseña no pude estar equivocado, sigamos apostándole al experimento que si ahora perdemos, al final lo recuperaremos. El impacto más desfavorable ha sido sobre la industria. Como lo dice el Dr. Poveda, pasó de ser el sector líder de la economía. Si la economía crecía al 7%, la industria lo hacía al 10, si la economía al 5, la industria al 7. Era una actividad extraordinariamente dinámica en la que los bienes intermedios crecían por encima de los bienes finales. El crecimiento industrial impulsaba a las demás actividades: la construcción, la agricultura, los servicios. Era una joya elaborada durante años y años con enorme dedicación y éxito. Ningún otro país de América Latina había logrado un conjunto, una articulación económica como la nuestra. Se hace la apertura y se rompe el equilibrio alcanzado entre el aumento de las exportaciones y la sustitución de importaciones. En esta como en muchas de sus afirmaciones el Dr. Poveda tiene la razón: el modelo colombiano nunca fue el cepalino extremo de sustitución de importaciones, nunca tuvimos los aranceles de Brasil, Uruguay o Argentina, eran mucho más bajos y jamás entramos a procesos tan complicados como ellos. Colombia logró durante dos décadas una estabilidad envidiable, gracias a la sabiduría del Dr. Carlos Lleras Restrepo y al decreto 444 que permitieron tasas elevadas de crecimiento del producto interno bruto y del empleo. Pues bien, esta tendencia se quiebra con la adopción de la apertura, basada en el libre mercado, insumos baratos, bajos precios de los productos intermedios, aranceles reducidos, y el tipo de cambio hacia abajo, con la idea de que trayecto productos intermedios se iba a modernizar la industria, activando subsectores de alta tecnología. La historia es dramática. Perdemos el mercado interno en las confecciones, los textiles y se nos genera un desarrollo exportador dominado por las multinacionales, cuya prioridad es traer productos intermedios de las casas matrices y ensamblarlos en el país, adicionándoles el mínimo de valor agregado. Esa es su política. El proceso de industrialización se invirtió. Antes la industria crecía más que el PIB. En los últimos diez años ha estado por debajo del producto interno bruto, especialmente en los donde los productos intermedios que lo hicieron negativamente. Los subsectores líderes, los textiles y las confecciones se rezagan y son sustituidos por los automóviles y las sustancias químicas, cuyos componentes son importaciones. No importados. hay empleo, Tenemos ni valor una industria agregado. El que exporta país se ha desindustrializado. Como lo dice el Dr. Poveda, la participación de la industria baja de 25 a 15%, los productos intermedios, que eran la base de impulso para muchas industrias, pierden con relación al resto y la mano de obra queda sin ocupación, especialmente la mas calificada, con el resultado de que en los últimos diez años, no se generó un solo empleo. Las personas con menos de diez y seis años de educación, que son mas del 80% de la población colombiana no tienen posibilidades de conseguir ocupación Esto que pasa en la industria se replica en la agricultura y en casi todas las actividades. La solución no puede ser distinta a la de cambio de modelo, porque Colombia, al igual que los países de centro y suramérica no tienen viabilidad dentro de la globalización neoliberal, en razón a que dentro de de ella predominan hegemónicamente los intereses de los grandes grupos económicos, de las trasnacionales. Por eso los resultados son los mismos en donde quiera que se adopta: En México, Centro América, Venezuela, Ecuador, Perú, Brasil, Argentina, Uruguay, por no mencionar el amplio campo de los países situados en el África, en el Asia. Un esquema que favorece a los avanzados, a los poderosos y eu perjudica a los atrasados, a los débiles. Pasamos de ser uno de los países con mejor economía de América Latina a ser, junto con el Ecuador, uno de los peores. Las teorías neoclásicas en general y las neoliberales en particular de Samuelson, Hercheroggy, premios nóbel, los grandes de la economía de los Estados Unidos no son las teorías financiera, del ahorro, de la eficiencia, de las privatizaciones resultan contraproducentes entre nosotros. Por ejemplo las privatizaciones han significado la entrega de empresas públicas a menos de la mitad del costo de oportunidad, alzas desaforadas y absurdas tarifas. El modelo no funcionó, no porque no lo hayamos sabido aplicar, sino porque no tienen aplicabilidad positiva en el mundo subdesarrollado. Si son válidas en países de alto desarrollo industrial y financiero, científico y técnico. Simplemente, porque una de las características de la ciencia económica es que no tiene la generalidad de la física y la química. Por eso debemos elaborar teorías que reflejen nuestra realidad, teniendo como referencia no como dogma el modelo que hizo tanto bien durante ocho o nueve décadas, y sobre esa base crear nuevas proposiciones. Ahora si entremoes en el concreto de las propuestas contenidas en el trabajo del Dr. Poveda Ramos. Especialmente llamativo el análisis que hace de los distintos subsectores y creo que ese tiene que se el principio de una política de industrialización. Ha elaborado una lista basada en indicadores, en estudios de factibilidad y productividad, que señala por donde se puede ir a la mayor velocidad hacia una nueva etapa de industrialización, contrariando lo que dicen algunos de que lo único que puede hacer selección de sectores es el mercado. Estoy seguro que los ingenieros colombianos como el Dr. Poveda, están en capacidad de decirnos mejor que el mercado, cuáles son los secotes que por tener condiciones favorables, deben ser estimulados mediante unas políticas, unas medidas concretas sobre aranceles, sistema cambiario, crédito, comercialización y empleo que les permitan acceso al mercado y aseguren niveles altos de bienestar. De esta manera cambiamos el razonamiento. En la apertura cerramos los ojos y decimos: Dios mercado resuélvanos los problemas y llévenos al cielo. En un nuevo modelo fijamos las industrias que necesitamos y queremos, las importaciones, el tipo de mano de obra, la tecnología requerida y sobre tales bases elaboramos un plan de desarrollo industrial tanto para el mercado interno, como para la exportación. De esta manera las siete clase de industrialización que nos plantea el Dr. Poveda, deben ser la base de una nueva política industrial. Hace un tiempo me llegó una invitación del profesor Jeffry Sacs de la de la Universidad de Harvard para elaborar con destino a la CAF una propuesta sobre competitividad para América Latina. Cuando leí los términos de referencia, me di cuenta de que era lo mismo que se había hecho 7 años antes con muy malos resultados: fracaso en el desarrollo industrial, en la agricultura, la balanza de pagos deficitaria. Así se los hice saber, agregando que estaban muy equivocados si creían resolver los problemas eliminando aranceles, dejando libre el tipo de cambi, dando pequeños subsidios, olvidándose de que la base de la economía está en la industria y en la agricultura. Mas bien como alternativa les presenté un esquema en el que el motor del desarrollo es la industrialización, el aumento de las exportaciones no es el resultado de altos aranceles sino de toda una político económica y de una serie de medidas complementarias. A la CAF le gusto mi propuesta pero el profesor insistió en seguir haciendo lo mismo, que según él ero lo que funcionaba. La propuesta del Dr. Gabriel Poveda tiene unas implicaciones muy serias, casi una filosofía del nuevo desarrollo a que estamos abocados, una vez superada la apertura neoliberal. En efecto, hay unos productos que no estamos en capacidad de elaborar, a los que debemos darles bajos aranceles, los que podemos elaborar para la exportación, rodearlos de ventajas; los que son para el mercado interno, les tenemos que dar un tratamiento especial que asegure calidad, productividad, satisfacción de las necesidades sociales. Con buenos científicos, con buenos ingenieros y técnicos, conocedores de la industria colombiana y de la extrema, que de todo esto tenemos, estamos en capacidad de resolver los problemas del desarrollo, conciliando las exportaciones con el mercado interno, que en cierta manera es el modelo que venía de atrás. Desde luego, es fundamental que el país plantee en los organismos internacionales se descontento con la globalización, que no puede ser indiscriminada. Nosotros necesitamos autonomía den el manejo de los aranceles que son un instrumento fino y efectivo para la industrialización. No podemos aceptar que un país con una tasa de desempleo de 20% y subempleo de 23% no tenga derecho a subir cinco puntos los aranceles para proteger su empleo, tal como lo hicieron cada vez que se trata de hacer es rechazado y condenado por los organismos internacionales. El país debe tener condiciones para regular el mercado cambiario y el de capitales porque las trasnacionales no pueden venir aquí a tomarse las empresas y luego trabajar en función de los interés de las casas matrices. Es necesario ponerle a esto limitaciones, deben tener un mínimo de contribución de valor agregado. Si van a ensamblar, esta bien, pero garantizando cierta producción de productos intermedios. El Dr. Gabriel Poveda nos ha mostrado un diagnóstico de la crisis y nos ha dicho que sí se puede, podemos construir un desarrollo industrial. Pero yo si estoy convencido que eso no se puede hacer dentro de una globalización indiscriminada. La globalización indiscriminada manejada por las multinacionales, queramos o no nos lleva al estado actual. Tenemos que ir a los organismos internacionales, tenemos que ir a los foros a decir: Está bien aceptamos la globalización pero decidimos una autonomía para estos países de acuerdo con sus características. Y de otro lado, tenemos que entrar a regular la economía, regular los aranceles, el tipo de cambio, la entrada de capitales, la orientación del crédito. Si esas cosas se hacen: proyectamos el desarrollo industrial, generamos exportaciones de alto valor agregado, sacamos ventajas de nuestro mercado interno, recuperamos el ahorro que esta completamente postrado y utilizamos nuestros recursos humanos de mano de obra, tanto calificada como no calificada, pues puede hacerse un proyecto de industrialización. El país puede tener un sector externo equilibrado, puede tener tasas de inversión de 10% y sobre esas bases, estoy convencido, de que la economía colombiana podría alcanzar tasas de crecimiento de 8 o 9% durante quince años y de esa manera alcanzar los niveles de los países del sur de Europa. El esquema está ahí, las ideas están claras. Lo que pasa es que los autores de tanta equivocación siguen dirigiendo la economía colombiana, están en el poder. Para llevar a la práctica los planteamientos del Dr. Poveda, necesitamos una sociedad mucho más comprometida que sancione a quienes se equivocaron, que los retire de los cargos que no han sabido ejercer de acuerdo con las necesidades nacionales. Así mismo, es urgente crear una cultura para que estas ideas prosperen en las universidades, sean acogidas por la opinión pública, dentro de un contexto nacional, nos orienten hacia un progreso con equidad. Finalmente, Dr. Poveda muchas gracias y muchas felicitaciones por sus aporte, Ellos demuestran los méritos que usted tiene para ser miembro de número de nuestra academia.
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