Download JornadaTeologica-Clero,P.EugenioValenzuela
Document related concepts
Transcript
PROVINCIA CHILENA DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS FE Y CULTURA Exposición del P. Eugenio Valenzuela L., S.J. Provincial de la Compañía de Jesús en Chile Jornada Teológica del Clero de la Arquidiócesis de Concepción 21 de Noviembre de 2012. 1.- Introducción - Quiero agradecer en primer lugar a Don Fernando Chomalí el haberme invitado a esta jornada de formación para el clero de la Arquidiócesis de Concepción. Valoro mucho que los sacerdotes constantemente podamos tener oportunidad de reflexionar con profundidad algunos temas de importancia, renovarnos y formarnos y así poder dar un mejor servicio en las distintas actividades pastorales que tenemos. - A veces nos hace falta tiempo para reflexionar con profundidad algunos temas que afectan nuestra vida y la tarea pastoral que realizamos por las diversas y constantes labores en nuestras parroquias, capillas y distintos servicios sacramentales y pastorales, apoyo a instituciones educativas. El trabajo muchas veces nos consume demasiado. - Valoro además la invitación por la larga tradición que tiene la Compañía de Jesús en la región y en la Arquidiócesis. Permítanme recordar algunos hitos de esa historia. Este año celebramos 400 años de presencia de los jesuitas en esta zona. Los primeros jesuitas en llegar acá lo hicieron en 1612. En Penco, Arauco y Rere principalmente. En 1613 fundaron el primer colegio en Penco, que en 1724 daría paso a la famosa universidad Pencopolitana. También tuvimos un colegio en Rere, misión jesuita que hace poco fue declarada monumento nacional. Los Jesuitas, luego del terremoto de 1751, fueron grandes promotores del traslado de la ciudad a su actual ubicación. Durante ese tiempo las misiones más importantes fueron el trabajo en educación y en medio de los mapuches. - Fuimos expulsados en 1767 y regresamos a finales del siglo XIX. El obispo Hipólito Salas pidió que los jesuitas volvieran a Concepción en 1871 para hacerse cargo de la casa de Ejercicios Espirituales San Francisco Javier. El 1 de mayo de 1887 se fundó la escuela San Ignacio en la calle los Carrera y allí permaneció hasta hace unos años en que se trasladó a San Pedro de la Paz; escuela que atendió durante más de 100 años a las poblaciones de las clases obreras y marginales del sector. Hoy en ese lugar esta INFOCAP que imparte educación y capacitación para el trabajo. - Este año también conmemoramos la muerte de los mártires de Elicura y los 125 años del mismo Colegio San Ignacio que hoy está en la comuna de San Pedro de la Paz. Nuestra presencia en el mundo mapuche se mantiene con la misión en Tirúa. Colaboramos con la formación de los sacerdotes en el Seminario y con la tarea evangelizadora de la arquidiócesis con nuestro colegio y otras obras como el Hogar de Cristo, TECHO, Infocap, la CVX, la casa de EE.EE San Francisco Javier de Pinares que junto a otras obras configuran la Red Apostólica Ignaciana. Red que quiere colaborar con la misión de la Iglesia y la evangelización en la región. - Se me pidió que comparta con ustedes algunas ideas sobre la relación entre Fe y Cultura. Obviamente no serán ideas conclusivas. Enfrentarse a la cultura de hoy es un desafío que no lo resuelve un solo discurso ni se interioriza en una sola charla. Trataré de dar algunas pistas de lo que considero puede ser importante hoy para la Iglesia y para la Fe, considerando también mi rol como jesuita y lo que me toca ver recorriendo el país en mi servicio como provincial. Espero que les aporte algo como me aportó a mi preparar esta reflexión. Lord Cochrane 110, Santiago, Chile | Casilla 597 | (+56 2) 2838 7570 | (+56 2) 2838 7598 PROVINCIA CHILENA DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS 2.- Jesucristo y la Cultura. - Jesús nace y crece en medio de una cultura determinada: la cultura judía. Su madre es judía, su padre es judío y él participa de la fe y de las estructuras religiosas que configuran esta fe. La Ley (la Torá), la sinagoga todos los sábados, la visita al templo de Jerusalén una vez al año y todo un sin número de ritos y tradiciones que serán parte de la mentalidad de Jesús. Además en un contexto de dominación Romana. Jesús se hizo hombre y se encarnó en lo que le tocó vivir. Se hizo parte de los valores, de las formas de vida, del idioma, de la idiosincrasia de su pueblo. Participó y aprendió de la historia de su pueblo y se hizo consciente de la realidad que lo rodeaba. - Jesús enfrentó su cultura de manera radical. Asumió los problemas y dificultades que nadie quería ver: El amor a los pobres, a los enfermos, a los extranjeros, se puso en contacto con los pecadores, con los romanos, con los cobradores de impuestos, con las mujeres impuras, con las autoridades religiosas de su pueblo etc. Comenzó a poner a la luz situaciones que habían permanecido mudas, silentes, excluidas. Y no sólo le puso nombre a esas situaciones, sino que comenzó a generar una transformación, una conversión, una nueva forma de entender, de comprender y acoger el amor de Dios pues puso a los pobres como centro de la religiosidad. - Jesús no le tuvo miedo a su cultura porque se sentía profundamente confiado en el amor de su Padre y porque había que acercar ese amor radical de Dios por el mundo de manera profunda y apasionada. La fe en Jesús va transformando, convirtiendo, dándole nuevo sentido a las personas… “tú fe te ha salvado” es una frase recurrente en el Evangelio. - Por lo tanto frente a la pregunta de si Jesús se hizo parte de su cultura, la respuesta es afirmativa, no sólo se hizo parte, sino que la enfrentó, la encaró, la transformó. La encarnación y la cruz señalan con claridad estos dos momentos de por un lado asumir y apropiar la cultura y por el otro de enfrentar y padecer las contradicciones de su propia cultura. - Pero para la comunidad apostólica el kerigma no se reduce a la encarnación y la muerte de Jesús. La clave es el Kerigma: “a ese que ustedes mataron Dios lo resucito”. Esto San Pablo lo comprende como nadie. No es el cumplimiento de la ley de Moisés lo que salva sino la fe en Jesucristo, capaz de asumir, enfrentar y transfigurar toda cultura y todas las culturas. Pablo vio la universalidad del Evangelio, fue el gran globalizador de esa fe en Jesús que llevó el mensaje de la Buena Nueva más allá de las fronteras del judaísmo, a los gentiles y paganos. 3.- ¿Qué es la cultura? - La definición de la palabra cultura viene de lo que el hombre y la mujer han venido “cultivando”, de lo que van sembrando, cosechando, produciendo. Según la Unesco, la cultura se entiende como la manera de vivir juntos, es decir, las expresiones en que se manifiesta la organización de la convivencia; las imágenes, las ideas, los valores y las prácticas que desarrolla una comunidad. Es por ello que no existe una sola cultura, sino que existen muchas culturas. La cultura permite la comunicación entre los individuos construyendo marcos comunes y compartidos que dan sentido a la vida personal y grupal. Somos herederos y constructores de cultura. Se construye un imaginario colectivo y eso le permite a uno hacerse participe de una comunidad. Así nos respondemos a las preguntas ¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿Hacia dónde vamos? Lord Cochrane 110, Santiago, Chile | Casilla 597 | (+56 2) 2838 7570 | (+56 2) 2838 7598 PROVINCIA CHILENA DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS - La Iglesia católica tiene su propia cultura, pero incluso dentro de ella, las distintas espiritualidades generan diversas formas de organización, de imágenes que permiten que el Espíritu favorezca la diversidad. Así también existen culturas dominantes como la norteamericana o la europea, culturas pequeñas, o incluso culturas excluidas a las que no se les permite la manifestación de sus valores, imágenes o la realización de las prácticas de sus comunidades. América Latina sin duda nace del encuentro de dos cultura: la hispanolusitana y la de los pueblos originarios, pero en una situación de mucha asimetría, donde hubo una cultura dominante y otra subalterna. La demanda mapuche actual tiene que ver con ese resentimiento y también con la violencia de la cultura chilena con su cultura. - Los sacerdotes no somos ajenos a la cultura dominante actual. Más adelante me adentraré en aquellos rasgos más comunes de esas “maneras de vivir juntos” más comunes, pero nosotros también somos parte de una sociedad de consumo, de mercado, del mall, más individualista, de apatía política, de falta de credibilidad en las instituciones, de mayor valor por la pluralidad y la diversidad, etc. Lo que quiero decir es que no es que la cultura esté afuera de nosotros: nosotros somos parte de ella y la tenemos pegada a la piel. Por lo tanto, el primer desafío está en reconocernos como parte de un modo de estar en el mundo que corresponde al lugar en que están la mayoría de las personas con las que nos relacionamos. Y lo segundo, es que no hay una sola cultura, puede que haya elementos predominantes, más comunes, más generalizados, que se compartan más, pero también hay culturas más difíciles de entender o de comprender. La cultura de los colectivos estudiantiles de la U. de Concepción, de los pescadores de coronel, de los mapuches Tirúa, de los empresarios de la zona, de aquellos que van el Club Concepción, de aquellos que son hinchas de los muchos equipos de fútbol que hay en la zona. Entiendo que incluso se dice que los que son de Talcahuano son distintos de los que son de Coronel, que los que son de Penco son distintos a los que viven en Chiguayante etc. - La pregunta que nos tenemos que hacer hoy es cuáles son esas formas de pensar, esos valores, esas manifestaciones que se concretizan en comportamientos, imágenes o símbolos a los cuales nuestra fe y la evangelización se enfrentan y con las cuales queremos entrar en diálogo. Aun cuando la fe no se define a sí misma como una cultura, ella nunca se da desnuda, siempre se da encarnada en una cultura. Por lo tanto si posee una forma de ser, si posee valores, si posee una estructura, si posee imágenes, si posee y busca un comportamiento, si tiene una historia, un origen y un sentido. Algunas de ellas son parte irrenunciable de la tradición y otras vestimentas y lenguajes son aptos para otras épocas y no para la nuestra. - Es clave distinguir entre el “verdadero escándalo” (el de Jesús, el de la cruz) del “falso escándalo” (maneras y usos propios de otras épocas que ahogan el Evangelio). Y es esa “cultura” de nuestra fe, configurada en la Iglesia, la que muchas veces choca o no llega. Lo primero es captar que hay distancias, que a lo mejor en nuestras parroquias no las notamos tanto, pero que si miramos hacia afuera, hay desafección, hay desprestigio, hay poca credibilidad, hay otras formas de vivir lo religioso, hay otras formas que dan sentido a la vida y que están lejanas de lo que nosotros queremos transmitir. Y por lo mismo tenemos que entender al destinatario de nuestro mensaje. Y tener presente que siempre hay una tensión entre la diversidad que pide la adaptación de la forma del Mensaje para que sea significativo en un grupo, y la unidad de la Iglesia que quiere reconocerse la misma en todo el mundo Lord Cochrane 110, Santiago, Chile | Casilla 597 | (+56 2) 2838 7570 | (+56 2) 2838 7598 PROVINCIA CHILENA DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS 4.- ¿Cuál es nuestra Fe? - No voy a desarrollar un tratado de teología sobre las formas y las expresiones en las cuales se manifiesta la fe en el Antiguo Testamento, en el Nuevo o en toda la historia de la teología, sobre cómo hacer inteligible, comprensible y comunicable nuestra Fe, pero es fundamental manifestar que nuestra fe es creer en Jesucristo como hijo de Dios que nos ofrece la salvación. - Benedicto XVI, en el primer párrafo de su primera encíclica al asumir el pontificado, escribe: “Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él” (1 Jn. 4, 16). Estas palabras de la primera carta de Juan expresan con claridad meridiana el corazón de la fe cristiana: la imagen cristiana de Dios y también la consiguiente imagen del hombre y de su camino. Además, en este mismo versículo, Juan nos ofrece, por así decirlo, una formulación sintética de la existencia cristiana: “Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él”. Hemos creído en el amor de Dios: así puede expresar el cristiano la opción fundamental de su vida. No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva” (Deus caritas est, 25 diciembre 2005, No 1). - Por ello, nuestros obispos reunidos en Aparecida subrayan que “No resistiría a los embates del tiempo una fe católica reducida a bagaje, a elenco de algunas normas y prohibiciones, a prácticas de devoción fragmentadas, a adhesiones selectivas y parciales de las verdades de la fe, a una participación ocasional en algunos sacramentos, a la repetición de principios doctrinales, a moralismos blandos o crispados que no convierten la vida de los bautizados. Nuestra mayor amenaza es el gris pragmatismo de la vida cotidiana de la Iglesia en el cual aparentemente todo procede con normalidad, pero en realidad la fe se va desgastando y degenerando en mezquindad” (No 12). - Por lo contrario, “Conocer a Jesucristo por la fe es nuestro gozo; seguirlo es una gracia, y transmitir este tesoro a los demás es un encargo que el Señor, al llamarnos y elegirnos, nos ha confiado. Con los ojos iluminados por la luz de Jesucristo resucitado, podemos y queremos contemplar al mundo, a la historia, a nuestros pueblos de América Latina y de El Caribe, y a cada una de sus personas” (No 18). - Desde ahí se construye, se articula y se funda todo. Jesucristo, manifestación plena de Dios en la historia, se manifestó para que creyéramos en él para fundar en él el sentido de nuestra vida entera. La fe en Jesús, está asociada a la esperanza. Creemos en Jesús porque esperamos, o sea, tenemos la esperanza que él nos brindará la capacidad de ser mejores hombres y mujeres y sentirnos más plenamente hijos de Dios. Dios se nos da, se nos regala, se nos da como gracia, gratuito para nuestra redención. Creer en Jesús es un don, no un mérito nuestro. Nuestra vocación sacerdotal es un regalo. Y tal como lo vemos en los Evangelios, el que cree en Jesús es sanado, es perdonado, es llamado, es invitado a su mesa, es recibido. Cristo es nuestra Fe. En Él creemos, en Él esperamos, en Él confiamos. - Sin embargo, esta fe en Jesús tiene una particularidad, posee varios lenguajes. En el AT de hecho, la acción de Dios en su pueblo y en las personas, se manifiesta en lenguaje histórico, en himnos, en oraciones, en salmos, en profecía, etc. En el NT la fe en Jesús está manifestada en cuatro Evangelios, tres de ellos muy parecidos y un cuarto con mayores particularidades. Pero también en cartas. Creer en Jesús se manifiesta ya en las Escrituras de manera diversa, e inclusive en nuestra Iglesia en formas distintas que acentúan un aspecto más que otro a través de las diversas espiritualidades. Lord Cochrane 110, Santiago, Chile | Casilla 597 | (+56 2) 2838 7570 | (+56 2) 2838 7598 PROVINCIA CHILENA DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS - Lo anterior no basta. ¿Cuándo decimos que una persona tiene fe? ¿Cómo nos aseguramos que un hombre o una mujer crea de verdad en Jesucristo? ¿Cómo obtenemos la certeza de que alguien cree en Jesús o que vive el Evangelio? Siendo el acontecimiento central Jesucristo, verificamos que alguien tiene Fe en Él cuándo se transforma, cuando se convierte, cuando vive al estilo de Jesús. No hay otra forma de certificar nuestra fe que cuando hemos tenido la experiencia de donación de Dios, nuestra vida completa se transforma en su hacer y en su decir y manifiesta con profundidad y radicalidad el Evangelio de Jesús en pequeños y grandes gestos y acciones cotidianas. - Por lo tanto, creer en Cristo, es recibir, es reconocer que todo viene de él, pero que este creer se verifica en una praxis concreta, que toda mi vida se hace una con él. Don y tarea, gracia y libertad, mística y política, acción de Dios que sustenta nuestra acción humana. 5.- Desafíos de la fe y la cultura - De lo que se trata entonces es que la experiencia de Jesucristo, el mensaje del Evangelio pueda penetrar tan profundamente la cultura o las culturas que las personas puedan vivir un modo de vida según ese mensaje. Querer que una persona adhiera a nuestra fe no tiene otro objetivo que esa persona se convierta, se transforme, sienta que la vida tiene sentido en Jesús, en definitiva, que se sienta salvada, redimida, por el mensaje del Evangelio. Jesús vino a salvar, no a condenar. Vino a buscar a la oveja perdida, vino por los enfermos, no por los sanos, comió con los pecadores, no con los justos, fue a los pobres y tuvo contacto con los extranjeros y no discriminó cuando le preguntaron quién era su prójimo. - Ir a la cultura desde la fe, por lo tanto, es querer evangelizar la vida entera de las personas pero respetando sus modos de pensar, más aún, reconociendo que muchos aspectos de sus propias culturas son signos del Reino de Dios. Es querer también transformar aspectos que no son evangelio, que incluso se oponen a él, pero hacerlo con “la vara de la misericordia y no de la condena” como dijo Juan XXIII al inaugurar el Concilio. Hay ahí un proceso de evangelización y de inculturación que deben ir de la mano. Evangelizar es llevar a Jesucristo, inculturar el Evangelio es reconocer que Dios ya ha actuado en muchos lugares y en muchas culturas antes que llegásemos nosotros. - La última carta pastoral de los obispos “Humanizar y compartir con equidad el desarrollo de Chile” es una muestra clara de la articulación que debe haber entre Fe y Cultura. La primera actitud es el discernimiento para ver cómo y dónde estamos parados, dónde está actuando Dios para reconocer su presencia y al mismo tiempo, en lo que ellos llaman malestares, dónde no está presente el modo de vivir según la fe en Cristo. - Los Obispos reconocen aspectos de la cultura como oportunidades: los cambios tecnológicos, un mejor conocimiento de la naturaleza que tiene consecuencias positivas para la vida humana, mayor erradicación de la ignorancia y mayor transparencia, la valoración de los derechos humanos, la promoción de la mujer, la mayor conciencia de las injusticias y las discriminaciones, las exigencias de mayor libertad y participación, la mayor exigencia por el respecto a la naturaleza. Todos estos son valores que se reconocen como evangélicos. Es decir, como auténtica presencia de Dios, signos del Reino en nuestro mundo. Lord Cochrane 110, Santiago, Chile | Casilla 597 | (+56 2) 2838 7570 | (+56 2) 2838 7598 PROVINCIA CHILENA DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS - Sin embargo, también reconocen valores y modos de estar parados en el mundo que no tienen que ver con el Evangelio. A estos los llaman “malestares”: malestar ante la hegemonía de un tipo de globalización, una excesiva centralidad en lo económico, malestar ante el individualismo y la soledad, un malestar profundo existencial, las deficiencias del rol del Estado, la desigualdad social, el lucro desregulado, los malos efectos contra la naturaleza, las transformaciones en la familia que afectan a la sociedad. - ¿Cuál es el aporte del Evangelio en medio de estos aspectos de la cultura actual? Jesús nos ayuda a reconocer el valor primordial de la dignidad de la persona humana, Jesús nos ayuda darle un profundo sentido a la vida, Jesús nos ayuda a remplazar el individualismo por el amor y la solidaridad, Jesús nos ayuda a valorar el servicio y lo gratuito, Jesús nos ayuda a reencontrar la verdadera libertad, Jesús nos ayuda a enfrentar el dolor, la debilidad y el fracaso, a dignificar el valor del trabajo humano y nos ayuda a vivir el pluralismo y a fundar sólidamente nuestros valores. - Agrego otros aspectos que también me parecen importante de enfrentar en la cultura actual: El secularismo, esa idea que el mundo ni las personas no necesitan de Dios para vivir. El reconocimiento y el mayor espacio a las minorías sexuales ¿Cómo hablamos de la fe en Jesucristo con la homosexualidad? Las mutaciones de la religiosidad: hoy hay una mayor variedad, sincretismo y formas de manifestar en creer en algo. Esto va unido al pluralismo religioso. El no saber identificar con claridad a los pobres y marginados de nuestra época. En efecto, tenemos que saber que en la región del Biobío la pobreza subió según la última encuesta Casen, que las cuatro primeras ciudades con mayor desempleo del país están aquí a nuestro lado: Chillán (13,1%), Coronel (12,1%), Lota (10,5%) Los Ángeles (10,5%) y cuando el promedio nacional de desocupación es de 6,5% la ciudad de Concepción tiene un promedio de 8,8%. O que esta es la segunda región con la mayor cantidad de campamentos del país después de Valparaíso. - Qué decir de las manifestaciones de los estudiantes, de los paros y tomas de la U. De Concepción o en la misma Universidad Católica, de las manifestaciones de los pescadores de Coronel y Lota. O del alto grado de abstención en las últimas elecciones municipales. De la calidad del debate de la política local lleno de caudillismos. ¿Puede favorecer tanta división o tanta carencia de ideas políticas programas para desarrollar más la región y la zona de Arauco? ¿Qué palabra tenemos desde la fe para esas situaciones? ¿Nos hemos metido con los estudiantes, con los pescadores, con los mapuches que estuvieron en huelga de hambre en el Hospital Regional? ¿Con los trabajadores cesantes de Lota y Coronel? O ver cómo ha crecido el consumismo en la ciudad, según entiendo se han inaugurado dos malls en un año… ¿Qué dice eso de nuestra forma de convivencia, del endeudamiento, de la calidad de nuestra vida? - Me detengo de manera particular en el cambio cultural respecto a la crisis eclesial. Si ha habido un cambio cultural en nuestro país es la pérdida de confianza y credibilidad en la institución de la Iglesia Católica. Los abusos sexuales de sacerdotes han afectado profundamente la mirada sobre nuestro rol como sacerdotes. El año 2001 el 61% de las personas tenía confianza en la Iglesia, hoy esa confianza ha decaído casi a menos del 30%. El 2001 16% de evangélicos y un 21 % de los que declaraban que no confiaban en ninguna religión confiaban en la Iglesia, hoy eso se ha reducido casi a cero. El año 2001 el 80% de los católicos declaraba que recurriría a un sacerdote para pedir ayuda o consejo frente a una crisis personal, esa cifra descendió al 53% el año 2011. De hecho la credibilidad de la Iglesia católica es mayor de la que existe hacia los sacerdotes. Según una encuesta UC del año 2011 el 61% confía en la Iglesia Católica, pero solamente un 34% lo hace en los sacerdotes. Si antes ser célibe era signo de santidad, hoy es signo de sospecha. Muchos católicos creen que los sacerdotes deberían casarse, (un 53% de la población chilena cree que el tema de Lord Cochrane 110, Santiago, Chile | Casilla 597 | (+56 2) 2838 7570 | (+56 2) 2838 7598 PROVINCIA CHILENA DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS los abusos tiene relación con el celibato), que se les debería poder dar la comunión a los separados convivientes, que las mujeres podrían ser sacerdotes, que el poder en la Iglesia debería ser menos jerárquico y estar mas distribuido. Qué decir de las diferencias abismales en temas de moral sexual. El valor de la presencia de la Iglesia en temas de pobreza, desigualdad y derechos humanos ha decaído casi en 20 puntos. Del año 2001 al 2011 aumentó de un 29% a un 53% el grupo de personas que cree que se puede ser bueno y justo sin pertenecer a una religión. Sólo un 15% de la población católica va a misa todos los domingos. Y además vemos cómo han disminuido las vocaciones. - La cultura o las culturas no son nuestros enemigos. La Espiritualidad de la Compañía de Jesús viene de una tradición donde tratamos de encontrar a Dios en todas las cosas, en todos los acontecimientos y todas las situaciones. Sin embargo, nuestro propio superior General, últimamente, nos ha criticado que no hemos sido lo suficientemente profundos en este buscar y hallar a Dios en todas las cosas. Esto pues no hemos incursionado con suficiente profundidad en culturas en las que el Evangelio ya estaba ahí. El Espíritu de Dios ha estado presente incluso antes que lleguen los sacerdotes y en esto nos ha faltado la suficiente humildad y profundidad para saber reconocerlo. - El Evangelio introduce algo nuevo a la cultura y la cultura o las culturas introducen algo nuevo a la riqueza del Evangelio. La Palabra de Dios está llamada a encarnarse “aquí y ahora”. Tanto nuestra vida de fe como nuestro servicio pastoral, nunca debe plantearse en la disyuntiva entre Dios y el mundo: Se trata de siempre ver a Dios en el mundo, trabajando para llevar este mundo a su plenitud de modo que llegue finamente a ser plenamente en Dios (CG 34). Nuestro diálogo debe partir por el respecto a las personas, especialmente los pobres y en ese diálogo apropiarnos de sus propios valores culturales y espirituales y ofrecer nuestro propio tesoro cultural y espiritual. Nuestro impulso evangélico nunca debe alterar los mejores impulsos de la cultura donde trabajamos sino potenciarlos. 6.- Algunas orientaciones que nos pueden ayudar a introducirnos de mejor manera en las culturas - Voy a compartir con ustedes algunas luces que el Padre Adolfo Nicolás, superior general de los jesuitas nos ha dado el último tiempo en esta línea. - Hace unos tres meses nos escribió una carta a todos los jesuitas en la cual comparte una preocupación: “uno de los retos principales que afronta la Compañía hoy es el de recuperar el espíritu de silencio. No estoy pensando en normas disciplinares, en tiempos normativos de silencio o en la vuelta a casas religiosas con un aspecto semejante al de los monasterios. Estoy pensando más bien en los corazones de los jesuitas. Todos estamos necesitados de un lugar en nuestro interior donde no haya ruidos, donde nos pueda hablar la voz del Espíritu de Dios, con suavidad y discreción, y dirigir nuestro discernimiento. Intuyo en esto una verdad muy honda: necesitamos tener la capacidad de convertirnos nosotros mismos en silencio, en vacío, en un espacio abierto que la Palabra de Dios pueda llenar y el Espíritu de Dios pueda inflamar para bien de otros y de la Iglesia. Hoy más que nunca cada jesuita debería ser capaz de vivir como un monje en medio del ruido de la ciudad, como un amigo ortodoxo nos decía en una ocasión. Esto significa que nuestros corazones son nuestros monasterios y que en el fondo de toda actividad, de toda reflexión, de toda decisión, está el silencio. Aquel tipo de silencio que compartimos sólo con Dios”. Lord Cochrane 110, Santiago, Chile | Casilla 597 | (+56 2) 2838 7570 | (+56 2) 2838 7598 PROVINCIA CHILENA DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS - Él nos invita a vivir una enraizada y profunda experiencia de Dios que alimente toda nuestra vida. Conocer a Jesucristo y llevarlo encarnado en nosotros. ¿Qué papel práctico juega realmente la fe en mi vida: en mis relaciones personales, en mi trabajo, en el modo como afronto las dificultades, en la manera como empleo mi tiempo, mis recursos, mi energía? ¿Qué cosas experimento como desafíos o como obstáculos a la fe, y cuáles sostienen mi fe y la hacen más profunda? ¿Qué añade mi fe a vivir alegre “a pesar de todo”? - Nos anima a buscar comprender la cultura desde ella misma, antes de juzgarla. Sólo entonces será posible discernir entre lo positivo y negativo, la presencia y la ausencia de Dios en la cultura. Esta realidad está bella y pedagógicamente expresada en un escrito de Beda el Venerable: "Un día en el que estuve pensando sobre el problema de los Anglos, conversé con el reverendísimo padre Agustín obispo y le dije: Es evidente que no se debe destruir los recintos sagrados donde las gentes adoran a sus ídolos, sino que lo que hay que destruir son los ídolos. (...) Puesto que si el recinto está bien construido, tan sólo será necesario cambiar su uso dedicado al demonio en el de adoración a Dios, y de este modo, cuando la gente vea que su templo no ha sido destruido, puede que rectifique los errores de su corazón y reconozca al verdadero Dios y Le adore en el lugar que acostumbraba y que ya le resulta familiar". (BEDA EL VENERABLE, Historia Ecclesiae Gentis Anglorum, Lib. I, cap. 30 - Migne, Patrologie Latine, T. 95, pp. 70 - 71). - Esta misma sabiduría está contenida en el pensamiento de Pablo VI. "La evangelización pierde mucho de su fuerza y de su eficacia, si no toma en consideración al pueblo concreto al que se dirige, si no utiliza su lengua, sus signos y símbolos, si no responde a las cuestiones que plantea, no llega a su vida concreta". (Evangelii Nuntiandi, No 63. Ver también Ad Gentes, No 22) - Ser auto-críticos con nuestro testimonio de vida. ¿De qué modo da testimonio nuestra vida comunitaria de nuestra fe, cuál es la manera en qué quizá no da testimonio? ¿Es nuestro estilo de vida creíble? ¿Cómo hago uso de la autoridad y el poder que tengo en mi parroquia, en mi comunidad, junto a las personas con las cuales trabajo directamente? ¿Intento rescatar y potenciar aquellos valores que están presentes en mis comunidades y que hacen más creíble el evangelio? - Por último, desde dónde hago la lectura de la realidad. ¿Desde dónde entiendo y valoro la cultura? ¿La hago desde la mirada compasiva y preocupada por los excluidos de la sociedad, tal como se nos presenta el Jesús del Evangelio? ¿Qué tan cercanos estamos de los más pobres? ¿Tengo amigos que viven en situación de pobreza, que viven situaciones de dolor, de injusticia? - El Padre General nos dice que en medio de la cultura que nos toca vivir tenemos que hacerlo con entusiasmo, con alegría, con naturalidad, con humor, que tiene que servir en espíritu de paz, de creatividad. En los momentos que vive la Iglesia debemos evitar toda superficialidad: Debemos darle profundidad a todo: a nuestro servicio, a nuestra prédica, a como servimos a través de los sacramentos etc. Que debemos vivir el espíritu profético revelando lo que está oculto, ofreciendo alternativas y dando esperanza y energía. Celebrando nuestra fe. El elemento esencial de un sacerdote debe ser la compasión: compasión con los más pobres, en primer lugar, pero compasión frente a toda miseria humana. Sentir que la Iglesia es para todos y no para los más puros. La Evangelización de la cultura…se tiene que dar primero en nosotros. Tener un lenguaje cercano, simple, pero directo, humilde. Vivir la generosidad, el perdón, la cruz, la justicia que nuestra misma fe nos exige. Lord Cochrane 110, Santiago, Chile | Casilla 597 | (+56 2) 2838 7570 | (+56 2) 2838 7598 PROVINCIA CHILENA DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS 7.- A modo de conclusión 1. Jesucristo se formó en medio de una determinada cultura. Asumió lo mejor de ella, pero también la enfrentó y encarnó el amor de Dios como nadie antes lo había hecho: con los excluidos, los enfermos, los pecadores, los extranjeros. Radicalizó la fe de Israel que ya había descubierto que se ama a Dios haciéndose próximo de “la viuda, el huérfano y el extranjero”. Su presencia transformó radicalmente la vida de las personas con su muerte y su resurrección. Jesús evangelizó, reconociendo lo mejor de su cultura para potenciarla. 2. Hoy en Chile si bien existen elementos más comunes de una cultura predominante, existen muchas culturas. Culturas a las cuáles no nos sabemos enfrentar, códigos y valores que no comprendemos. Nuestros obispos nos dan luces de aquellos aspectos más generales de nuestra cultura que son oportunidades, que son signos del Reino. Sin embargo, también hay presencia de mucho malestar y de expresiones valóricas que no coinciden con el Reino de Dios. Tenemos que saber discernir cuáles son aquellos aspectos que si concuerdan con el mensaje de aquellos aspectos que no lo son. 3. El hecho de ser sacerdotes no nos hace impermeables a la cultura ambiente. Felizmente, somos parte de esta cultura, la llevamos dentro de nosotros. Tanto sus valores como sus desvalores. Respiramos y se nos meten los valores del consumo, del mercado, el individualismo, etc. Llevamos también con nosotros la cultura eclesial. En ella hay aspectos que siguen siendo luminosos y otros que han quedado caducos, añejos y que en vez de vehicular el evangelio lo ocultan y alejan a nuestros contemporáneos. El mandato conciliar de volver a las fuentes para el aggiornamento de la iglesia sigue siendo necesario. 4. Nuestra Fe es creer en Jesús que nos salva y nos redime. Transmitir la fe al mundo de hoy es hacer que un hombre o una mujer tenga esa experiencia personal de Jesús que transforme y convierta toda su vida. ¿Cómo verificaremos eso? En la medida en que su comportamiento y el nuestro expresen de manera consecuente el vivir al estilo de Jesús. 5. Dios está presente y actúa en todas las cosas. El mundo no es nuestro enemigo. La Iglesia, desde sus inicios, ha condena las tendencias puristas, los que se creen mejores, los que quieren distanciarse porque odian la carne o porque consideran que el mundo es el pecado. No existe la Iglesia de los puros. Somos la Iglesia de los pecadores, de los enfermos, de los pobres. 6. No podemos no reconocer que en relación a la fe, la cultura de nuestro país cree menos en las instituciones eclesiales y cada vez menos en los sacerdotes. Eso afecta profundamente la transmisión de la fe. Por lo tanto, el desafío comienza por nosotros que poseemos un rol fundamental que es hacer que las personas se encuentren personalmente con Jesucristo. Si nuestro testimonio no es el adecuado, más distancia se generará. 7. La cultura o las culturas son desafiantes. Lo primero es conocer, no es condenar. Lo primero es aprender, no enseñar. Lo primero es escuchar, no hablar. Lo primero es amar, no excluir. Lord Cochrane 110, Santiago, Chile | Casilla 597 | (+56 2) 2838 7570 | (+56 2) 2838 7598 PROVINCIA CHILENA DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS 8. La Iglesia enfrenta tremendos desafíos en su tarea evangelizadora. Desafíos para motivar los sacramentos, para que la gente vaya a la misa del domingo, para que los jóvenes se entusiasmen con el Evangelio, para que los laicos asuman más protagonismo en su fe. Pero también problemas sociales como los que antes he mencionado. En algunos lugares del mundo, una forma de enfrentar la crisis eclesial ha sido refugiarse en el integrismo, en lo conservador, en lo rígido. Jesús va al mundo, va a la cultura, va a los problemas de su época. Sin embargo, movido y sustentado en el profundo amor de su Padre. Es de esperar que ese mismo amor alimente nuestra vida para sabernos sostenidos por nuestro Señor, en medio de un mundo cambiante y muchas veces distante a lo que el Evangelio quiere, especialmente la injusticia, la pobreza, la exclusión. Lord Cochrane 110, Santiago, Chile | Casilla 597 | (+56 2) 2838 7570 | (+56 2) 2838 7598